Kanagawa Kamakura

Kenzaburô

Se acercó a la niña mientras veía en su rostro las miles de contradicciones que aparecían pero que no exteriorizaba. La conocía tanto que era como mirar la palma de su mano; sabía de los cambios de humor, también de los ciclos lunares que le daban dolores en su vegija y sobre todo, saber cuándo algo la hacia realmente felíz.

"¿Tú estás bien?"

Aquella contrapregunta y la caricia en la mejilla, lo tomó desprevenido. Se quedó congelado. Era más propio de él preguntar aquellas cosas; pocas veces esa pregunta era dirigida hacia su persona y notó un extraño efecto en su estómago. Un cosquilleo en la nuca.

La miró a los ojos; Kenzaburô sabía que sus propios ojos inquietaban a los demás. Toda su vida había disfrutado haciendo bque sus interlocutores apartaran la mirada: él podía sostenerla todo el tiempo que fuese necesario, y además, mientras lo hacía, le gustaba imaginar pensamientos terribles, como verse a sí mismo arrancando a tiras la piel de la otra persona, de modo que esa oscuridad se trasluciese en sus pupilas. Pero los ojos de Mao eran diferentes. De color ámbar, tan dorados como los de un lobo. Con una tristeza o nostalgia infinitas. Al ronin le encantaba perderse en esa mirada; absorberla.

—¿Que sucedió? —le preguntó en un gesto severo. La conocía muy bien. —¿Sucedió algo con Takeda? —no, no era eso. Era algo más, pero se le escapaba.

 

Natsu Gotho

¿La madre de Takeda? El río calmo se vio irrumpido por una de esas hojas que caen cuando el viento aumenta su furor, escuchando con atención cada hecho descrito que pulía las fichas individuales que comenzaban a ocupar un sitio más firme, mermando el desequilibrio sobre el tablero, sin embargo esperó y esperó el sentir algo al respecto, pero nada llegó. Tan solo el leve apogeo de extrañeza, el cual sentía cada que hacían algo a su alrededor que sentía tan lejano y para los demás, tan común.

¿El perder una madre?

¿Qué era eso?

Qué era en realidad, ¿el perder a alguien?

La única mujer que recordaba en su vida era tan desagradable que lo único que lo recorría al traerla a colación era el interminable odio, asco, cólera: normalizarlo, naturalizarlo e interiorizarlo, como un muñeco a cuerda que se mueve buscando lo indispensable ante la ignorancia impregnada en el gran pantano del abandono, respondiendo ante lo que tenían sobre él:

—El chivo expiatorio —susurró monótono, sintiendo el peso de Rengo a su lado.

Jugó con sus dedos dentro de las mangas del kimono, exactamente en los frascos que contenían veneno que había preparado desde varias prefecturas atrás, recordando que vendría bastante bien toparse con un par de sapos por la enseñanza de la anciana, deteniendo su tacto sobre éstos al escuchar las palabras de Rengo.

¿Destruirla?

Entreabrió los párpados, recibiendo los rayos del sol al deslumbrar con sus filosas pupilas ámbar, mientras pensaba en el camino que recorría, ahora en compañía del ser deleznable, el cual se desteñía con cada palabra que soltaba.

Juicios basados en apariencias.

Deslizó sus pupilas hasta las de Rengo, denotando templanza, olvidando aquel niño travieso que se estaba acostumbrando a tener cerca.

No tenía por qué alzar la voz, Rengo ya debía saber la respuesta.

Y entonces, se echó a caminar, con el propósito de seguirlo, y en el transcurso, robar un par de monedas a los aldeanos.

​

 

Mao/Masuyo Kobayashi
Mazmorras

Al igual que los otros dos, Kenzaburo también era de los que no contenían todo lo que alguna vez vieron; sufrimiento, oscuridad, ansiedad; pero a pesar de que esos sentimientos podrían atormentarlo, a esas alturas seguro los tenía sometidos, y aunque se mantuvieran en sus ojos solo era para transmitirlo a los demás.

Terrorífico, como la mayoría de esas personas que odiaba, pero hace tiempo aquella miraba no le afectaba, hace meses que solo sentía que la traspasaba. A través de ella, por los costados, cualquier odio, furia o terror fluía lejos, por lo menos la mayoría de las veces.

Escuchó como indagaba en el asunto cuando ya tenía la vista clavada en el suelo, sonaba algo más severo de lo normal, provocando que tensara las manos alrededor del daruma mientras fruncía más el ceño. Soltó el aire con fuerza por la nariz, mientras sacó una mano para rascar su nuca, entornando la mirada, aún sin observarle.

—No vi a Takeda al despertar, pero... no es eso —soltó despacio, lo último casi murmurando, pero aún así se escuchó a la perfección.

Volvía a sentirse algo abrumada, viajando al momento en que se descontroló con Hideyoshi, saltando en el tiempo hasta el día fatídico que conoció a Kenzo, volviendo de golpe al sueño de la madrugada.

Tragó grueso, pasando un brazo por debajo de su pecho para sujetar el otro que aún sostenía el daruma dentro de sus prendas. Sí algún día los rodearan los enemigos, donde no hubiera otro destino más que la muerte, él lo haría, ¿no?

Defenderla hasta el final, sacrificándose, incluso puede que hasta en alma. Como casi había hecho Tsu, y por algún motivo, aquello le dolía, más si aún tenía la sensación de que huiría antes que eleigri morir con él.

Tal cual ocurrió con su familia.

Miró de costado a los otros dos presentes, demostrando con transparencia lo poco que le agradaban sus presencias. Alzó entonces de nuevo la vista hacia Kenzo, mirándolo con una seriedad más firme.

—No creo que quieras hablar aquí, ¿cierto? —dijo ya con un volumen normal, sin sonar alterada ni buscando un tono específico, una voz ligera. La única que no quería hablar ahí era ella.

Se alejó de él para ir a respaldarse a una celda, la que estaba delante de Murai. Lo observó con el ceño fruncido, los labios formando una línea apenas encorvada hacia abajo.

Odio, algo de asco y miedo, este último se apaciguan al tener a los otros dos presentes ahí. Y, bueno, puede que algo de curiosidad por cómo había llegado a existir alguien como Murai estuviera presente, pero era opacada totalmente por la preferencia de verlo muerto, aunque eso le pareciera igual de repulsivo.

Te ves repugnante.

 

​

 

Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

Dojo (exterior)

Le preocupaba que hubiera tanta gente fuera, pero ninguno de ellos era Takeda. Se oían ruidos y voces que provenían del interior del dojo. Hideyoshi vio a los Tao ya presentes, y luego se acercaron otros. Entre ellos, Yuzuki, y al verla se acercó a ella.

—Me alegro que estés bien, ¿cómo le ha ido a Shinko?

Takano parecía recuperado, lo que era algo bueno, pero también algo malo. Él era normalmente un verdadero cascarrabias, y ya comenzaba a dar muestras de su estado natural nuevamente. Luego habló Jiin, que advirtió sobre los peligros de entrar al dojo armado.

—Jiin, agradezco que nos haya advertido, pero entenderá que no puedo dejar a mi señor solo ahí dentro, no sé quién lo acompaña, no sé nada. La idea matriz detrás de este escenario fue mía, lo mínimo que puedo hacer es ponerme en primera fila. Entraré al dojo, y no iré sin mis kodachis—se dirigió luego a los Azai, y también a Yuzuki, con quienes más vínculo tenía de los presentes—. Les suplico que no me sigan.

A medida que cruzaba por la puerta del dojo se alejaba de los otros, y sus miradas parecían pesarle. ¿Lo estarían juzgando? ¿siquiera se preocupaban por él? Supuso que de cualquier forma, merecían un gesto. Volteó, no para retroceder, solo para hacer una mueca algo tonta, mostrándose confiado. Y entró al dojo.

Contenido oculto: Movimiento

Al interior del dojo

 

Herbolaria (Rengo; Natsu; Shinrin)
Exterior, jardín

Rengo volvió a sonreír infantilmente, dando un par de golpecitos en el hombro de Natsu —Me alegra tener un amigo en todo esto — mencionó mientras avanzaba a su lado.

Shinrin salió al jardín mientras que Kiba se colocaba a su lado. Rengo la miró sonriendo y cuando iba a hablar ella extendió su mano para detenerlo.

—Rengo, necesito oírlo de ti — mencionó Shinrin —¿Fuiste tú el que mató a Hana? —preguntó mientras colocaba su mano en la cabeza de Kiba.

—He sido yo — dijo Rengo sin vacilación, pero en su mirada había tristeza mientras observaba a su hermana — ¿También vas a odiarme por ello?

Shinrin bajó la mirada —No puedo odiarte, eres mi hermano menor. Pero trato de entender el por qué siempre haces este tipo de estupideces, ¿Es venganza hacia nuestro padre?—mencionó con serieradad mientras Rengo se acercaba a ella, jaló su cabello y corrió hacia al interior de la herbolaria —¡Rengo!

Interior

—No es venganza Shinrin, y si lo fuera estaría justificada— mencionó mientras levantaba la piel de lobo que Kohaku le había prestado, estaba seca, la dobló.

Shinrin se acercó a un cubo con agua, tomó un vaso y se lo entregó a Rengo; quien lo tomó y lo olfateó, después miró al fondo del vaso, observando un cúmulo de gránulos negro estancado al fondo, le devolvió el vaso —No gracias.

—Tómalo, es por el veneno —mencionó Shinrin tomando el vaso y acercándolo con violencia a su cara. Tapó su nariz y obligó a que lo tragara sin escupirlo o proyectarlo por la nariz. Rengo puso cara de disgusto y sacó la lengua con asco, mostrando como aquel trago había pintado su lengua de negro—No fue difícil, no siempre debes comportarte como un niño, algún día debes buscar esposa y sentar cabeza —dijo Shinrin mientras lo observaba quejarse por el sabor de la cura, no podía imaginar a Rengo asesinando, no de esa manera.

—Hasta los cien con el espíritu de un crío de tres años— lo he dicho siempre —No planeo ser tan amargo como tus remedios —miró a Natsu —o como Takano — Se volvió nuevamente hacia Shinrin, tomando sus manos; esta las quitó inmediatamente —Por cierto Shinrin, él es Natsu, un amigo mío; el me salvó de morir ayer, y pues pensaba que en agradecimiento podrías enseñarle tus trucos de hierbas y líquidos amargos.

—Ya le he dicho a Yuzuki que por la tarde vengan todos los herboristas; les enseñaré a crear un veneno y a curarlo —Mencionó hacia ambos mientras Rengo se encaminaba a la puerta de salida.

—Bien — Rengo se detuvo en la entrada sujetando la puerta, ya con ambos pies en el exterior pero el rostro aun dentro de la herbolaria —Shinrin... el onmyoji...— golpeteaba nervioso con sus dedos en la puerta. Shinrin levantó la mirada hacia él y negó.

—Cuándo escapaste, salió a buscarte; no ha regresado. Esa es otro tema que debes explicarme, porque...

—Bueno, gracias Shinrin— interrumpió Rengo a Shinrin corriendo a las calles, seguido de Natsu, quien tomaba las monedas de un aldeano malhumorado. Rengo se dirigía hacia el Santuario.

• Rengo
• Natsu

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Insane

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Santuario (Rengo Natsu)

Avanzaron por la ciudad hasta llegar al Santuario, Rengo lo observó con poco aprecio pero avanzó hacia el —Tengo algo que darte; ahora que has decidido — mencionó mientras se adentraba al Santuario.

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Al entrar el ambiente elegante en rojos se hizo presente, el sitio era ominoso y bastante bello; al centro había una representación de un Dios y varios incenciarios, no había devotos en su interior, el lugar parecía estar vacío pero a pesar de ello estaba bastante cuidado, se notaba que daban buen mantenimiento a aquel sitio.

—Tranquilo, no te he traído a que le reces a Buda— dijo jalándolo hacia uno de los laterales dónde deslizó una puerta, esa sección del santuario estaba destinada a los monjes que allí vivían, podías ver una pequeña cocina y habitaciones bastante pulcras pero simples; se siguió de largo hasta llegar a otra habitación.

A diferencia del resto esta estaba descuidada, no había tenido ningún tipo de mantenimiento; Rengo se abalanzó hacia una de las cajoneras y buscó entre las cosas.
El sitio olía a madera y a humedad; en una de las paredes podían verse pergaminos enrollados y papel amarillento, junto un tintero vacío con un pincel con la punta manchada de color café obscuro.

—Aquí está— mencionó sacando un pequeño costalito con un cordón; el cual le extendió a Natsu

Contenido oculto

—Esta no es una baratija de monjes, no; este es un talismán hecho por mi, ahora que has decidido ayudarme lo necesitarás para mantener alejados a malos espíritus— dijo sacudiendo su mano para que lo tomara.

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Mazmorra
(Kenzaburo; Riku; Mao)

Murai se mantuvo en silencio; el ruido comenzaba a molestarle por la paliza que le había acomodado. Kenzaburo se dirigía con Mao junto a la celda y comenzaban a susurrar, mientras que Riku estaba allí preparado, se notaba algo distinto, Murai tenía un ojo clínico para ello así que sonrió.

—Sabes, si no hay licor en las habitaciones; puedes encontrar en las clínicas. Si tan mal está tu sed — dijo sacudiendo sus manos, abriéndolas y cerrándolas porque estaban entumidas —Y si tú no eres el cambio de guardia, dime a que has venido.

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rapuma Monpoke Mori

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Interior del castillo
(Yin; Taiyo; Shinko; Satou; Misato; Heya; Daichi; Kohaku)

Yin afirmó ante Misato y la siguió; él también sabía que Zeng y Ujihisa había ido hacia el dojo, con la esperanza de entrenar un poco.

Taiyo y Shinko permanecían en la habitación junto con Inosuke.

Satou despertó de golpe en otra de las habitaciones, notando como Heya y Daichi seguían dormidos. Pero no había señales de Matsuda, Togashi o Kuroki. No sabía dónde buscarlos.

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Dojo
Exterior
(Clan Tao; Kirara; Clan Azai; Hideyoshi; Jiin; Takano; Yuzuki; Misato)

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Terunobu contuvo la risa, aquello era un momento serio y debía mantener su postura; Tetsuo no logró contenerse y reír mientras avanzaba; pero Terunobu lo detuvo, pues Tetsuo era el futuro señor de Nagano y debía defenderlo, sabía que Kato era una verdadera amenaza.

Jiin miró a Takano, esperando que este hiciera algo por su colega; pero este se limitó a mirarlo a él y a Yuzuki — Debo seguirlo, si Takeda está ahí como bien dice es mi deber estar a su lado. Como también es mi derecho el reclamarle que no hablara primero con su segundo al mando.

Takano siguió a Hideyoshi, dejando a los demás atrás.

Kirara fue la siguiente en correr detrás de Takano, agradeciendo la katana que le había prestado Riku.

Zeng y Ujihisa se mantuvieron fuera junto a Matsuda y los Azai. Jiin miró a Yuzuki, pues no entendía tanta imprudencia.

En ese instante llegaron Yin y Misato quienes habían llegado justo cuando los demás entraban al dojo. Yin se acercó a Zeng para que le dijera que estaba sucediendo —Creo que medio clan ha decidido suicidarse— mencionó Ujihisa mientras observaba hacia el dojo.

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Gigavehl Hitori John Whitelocke Bruno TDF Kuno Vizard

Dojo
Interior
(Takeda; Togashi; Kuroki; Hideyoshi; Takano; Kirara)

Kato observó la postura de Kuroki y negó; parecido a lo que vio en Takeda. Kuroki arremetió contra él, su fuerza era decente pero no lo suficiente; no contaba con el entrenamiento de Kato; este no desenvainó ningún arma, no tomó el bokken, simplemente dejó que su cuerpo respondiera al ritmo impuesto por Kuroki, uno que para Kato era muy simple de leer.

La katana de Kuroki tenía una dirección, el ojo de Kato lo miró atento, sin subestimar el movimiento pero confiando lo suficiente en sus habilidades; mirada fija, sin parpadear, con los ojos entrecerrados. Hombros relajados, espalda recta.

Sostuvo el sable con ambas manos, parecía que oraba frente a Kuroki; su mirada seguía fija mientras observaba el sable el cual Kuroki ya no podía mover, aquel hombre había detenido su ataque sin siquiera utilizar un arma.

—Lo que hace especial a un sable es la mano que lo sostiene; el filo es común; pero su dueño es mediocre —se giró para después soltar el sable; las asperezas de un entrenamiento constante habían forrado aquellas palmas de cayos, los cuales protegían sus manos de un posible sangrado. Kato estaba intacto, Kuroki también. Al menos físicamente —No deberías depender únicamente del poder del filo de tu katana; afila primero tu cuerpo y espíritu.

Hideyoshi fue el primero en entrar; seguido por Takano y después Kirara.

​

Allí pudieron ver a Togashi sosteniendo a Takeda completamente inconsciente, a su vez a Kuroki con la katana desenvainada a un lado de Kato. Takano vió esto y avanzó hacia Kuroki, colocándose lentamente frente a él —Guárdala, no seas imprudente— mencionó Takano, ignorante a que la acción ya había sucedido.

Kirara avanzó hacia Togashi para observar las heridas de Takeda —Maldición Takeda, ¿No podías esperar por todos?

Kato y Takano tenían un duelo de miradas, esperando que uno hiciera un movimiento en falso para atacar. Ninguno con las manos en el mango de sus katanas, Takano apretaba sus puños.

—El último de los Minamoto; perdió en un ataque. Su clan, compuesto de personas débiles. ¿A qué han venido Takano? ¿A matarme con esa fuerza? ¿A hacerme reír con tan bajo nivel de combate? —apretó sus puños al igual que Takano —¿A qué has regresado? Con el rostro mancillado y mi apellido en el suelo.

—Eso es de Takeda a responder — atajó Takano, aun frente a Kuroki, esperando que envainara la katana.

—¿Takeda? —Kato negó — Después de esta humillación ¿Crees que tendrá la fuerza para levantarse?

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• Kirara
• Murai
• Riku
• Takano
• Yuzuki
• Inosuke
• Hideyoshi
• Takeda
• Misato
• Heya
• Tetsuo
• Shinko
• Matsuda
• Taiyo
• Kohaku
• Kuroki
• Mao
• Togashi

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Kenzaburô

Asintió a las palabras de Mao y caminó junto a ella, mientras se alejaban de la celda dónde Murai colgaba de las cadenas. Antes de retirarse se volteó, miró a Riku y lo fulminó con la mirada no sin antes decir algo.

—Si el prisionero recibe una herida tendrás que hacerte responsable de tus actos con mi katana. —lo miró con intensidad, recordando las palabras de Kirara y gruñendo en el acto. Algo se había quebrado para siempre entre él y el clan Fujiwara. —Nadie lo toca hasta el veredicto final.

Empujó suavemente la cabeza de su pupila y le siguió los pasos. Las facciones de Kenzo se disiparon y mostró una sonrisa sincera ante ella, feliz de verla descansada al menos físicamente; aunque parecía que las pesadillas también le habían atormentado. Miró a Murai desde su posición y al comprobar que podía verlo, siguió con Mao.

—Dime qué sucedió en el castillo. —esta vez la voz salió suave, como un arroyo tranquilo que buscaba contener, no provocar. —Dimelo, Mao.

 

Riku

A la mención del alcohol una terrible sequedad invadio cada rincón de mi interior de la garganta. Ambos ojos se disparan abiertos, desenfocados, observando en busca de algo escondido en la mazmorra.

Mi mano derecha templo levemente durante unos segundos, hasta logre contenerlo desesperado usando la otra mano.

Desde que caí en la bebida, nunca he pasado tanto tiempo conteniendo el deseo de beber. Todo esto, es la primera vez que lo experimento.

Una sola oración. Me derrumbo así de simple. Y no siento el descaro de querer ocultarlo.

Entonces Kensaburo habla. Fue todo. Me canse de él.

Mis ambas manos al pecho, conteniendo desesperado el impulso de reir. Los labios tiemblan ante el esfuerzo, luchando para deformarse a una sonríaza larga.

Tan maníaca, feroz y descontrolada, una risa comparable a la de un lunático se me escapo. Empezó debíl, indeciso de si siquiera busco continuar esta actuación, pero lo adore inmediatamente. Y lo deje salir todo, en una fuerte risa prolongada.

No me detuve hasta sentirme sastifecho. Continúe hasta que incluso el eco se formara en la mazmorra.

"¿Eso es una amenaza o advertencia?". Le regreso a Kensaburo manteniendo la misma sonrisa deforme. "Totalmente inecesario". Rechazo esas palabras en un leve movimientos de manos. "No esperes hoy las acciones del ayer".

No suelto nada en burla, odio o desprecio. Neutro de una forma anormal, así es como livero mis palabras.

"Recuerda. Hoy vengo por algo mucho más grande". Digo a los oyentes, espero les quede claro. Vengo a matarlo. "Solo no ahora".

 

Mao/Masuyo Kobayashi
Mazmorra

Solo fue necesario que el mayor asintiera para que se despegara de la celda, brindándoles de paso una mirada tosca al dúo que se quedaría. Y pensó que sería la última, pero al escuchar la voz de Kenzo volteó a ver el intercambio, brazos cruzados. Le pareció algo agresivo, aún así no se quejaría, estaba dejando su labor por ella, al fin y al cabo.

Y entonces Riku se rió, una risa que fue creciendo con intensidad, veloz, y logró cambiarle la expresión a una de disgusto y enfado total. ¿Quién se creía ser? Era claro que él no había percibido el mismo peligro que ella por mera ignorancia.

—Cuida esa boca, más aún con quienes desconoces —le regañó, a pesar de que ella varias veces había hecho cosas similares. Sin perder el tiempo se abrazó a un brazo de Kenzo para arrastrarlo lejos, el tampoco se salvó de su mirada reprochadora—. Y ya escuchaste, no le hará nada, así que no me hagas perder mi tiempo y vamos.

Soltó un leve gruñido cuando le empujó la cabeza, decidiendo pasarlo por alto, y lo encaminó hasta donde los oídos y ojos ajenos tuvieran dificultad para percibirlos, sin llegar a salir de la mazmorra. Se respaldó en los barrotes de una de las celdas, soltando un bufido pesado, porque el rostro de Murai y la risa de Riku aún no se le iban de la cabeza.

Cuando alzó la vista fue recibida con una sonrisa, otra que no le generaba sentimientos contradictorios, a diferencia de lo ocurrido en Tsu. Soltó un suspiro resignado, destensado sus facciones, desviando la vista. Entonces llegó la pregunta, acolchada, brindándole la confianza para que respondiera. Volvió a suspirar abrumada, mientras varios sentimientos se desbordaban por su rostro. Pena, impotencia, frustración y, como no, enojo.

—Creo que no te lo he contado —habló bajo, no por que temiera que alguien escuchara, pues sentía que eso no pasaría, tan solo salió así—. Mi familia... mi madre más bien, ella... de pequeña no vivía en Japón, estaba en China —volvió a sostener la mirada de Kenzo, buscando alguna reacción, temiendo que fuera negativa por resultar tener pensamientos como los de Hideyoshi—. Mi abuelo materno era Chino, un comerciante que no dejaba de viajar de acá para allá. En Japón conoció a mi abuela, fue su segunda esposa. Tras eso viajaban temporadas a China, volvían a Japón y así, mi mamá nació cuando estaban en China, decidieron quedarse allí por un tiempo, pero apenas se hizo más fácil viajar con ella volvieron a lo de siempre—. Guardó silencio un momento, esperando alguna reacción, para luego volver a mirar el suelo descuidado del lugar—. ¿A los dieciocho, había sido? Conoció a mi padre, surgieron las cosas y decidió quedarse con él, abandonando la vida nómade—. Guardó un silencio algo largo, recordando distintas cosas de su infancia, terminado por soltar un chasquido—. Ayer... Hideyoshi soltó que los Chinos eran unos inútiles y bárbaros —se abrazó así misma con más fuerza, reviviendo la rabia del momento—, al Clan Tao, chinos, no les hizo ninguna gracia y por ello se a puesto nuestra alianza en peligro —logró mantener la voz firme, pero el aumento del volumen indicaban la fuerza de sus emociones—. Me desesperó, yo igual me sentí mal... porque la imagen de mi madre se me vino a la mente—. Se mordió el labio, guardando tensa el silencio por un momento, aplastándose más contra los barrotes—, me transmitió una imagen distorsionada de quien amaba... a quien todavía amo, así que me alteré —se filtró cierta pena en su voz, pero seguía prevaleciendo el enfado y la firmeza que le quedaba—. Intenté golpearlo, estaba tan débil que llegó a ser humillante mi acción—. Otro momento de silencio, reflejando el arrepentimiento en sus facciones. Pasó saliva—. Supongo que tuve suerte al haber fallado —musitó, relajando un poco el agarre de sus brazos, alzando la cabeza para ver a Kenzo. Una mirada seria, pero frágil—, si Hideyoshi se disculpa hoy, también recibirá el debido castigo para mantener la alianza.

Sostuvo la mirada de Kenzaburo, soltando otro chasquido con la lengua cuando sintió sus propias pupilas cristalizarse, desviando otra vez la vista al piso.

>>Diablos, me hizo recordar cosas tan desagradables —masculló con una mezcla de pena y rabia, desordenándose el propio flequillo.

 

Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

Dojo (interior)

Se agachó junto a Takeda y Togashi, notando como el primero estaba desmayado y con heridas de cierta gravedad. Por momentos sintió una furia que se imponía sobre su espíritu, pero pudo calmarse a tiempo. Recordaba las palabras de Takeda: era el diplomático del clan, debía actuar como tal. Al escuchar las palabras de Kato, dio dos pasos al frente y se atrevió a responder.

—Le preocupa demasiado lo poco que hacen sus hijos por el apellido que portan, ¿pero qué es lo que hace usted, señor Harima? ¿qué hace además de encerrarse en este dojo a fortalecer aún más sus habilidades? No cuestiono su fuerza, ya que probablemente Takeda es uno de los más fuertes de los nuestros, y aun así...—miró de reojo a Takano, quien era también muy hábil, y no pretendía despreciarlo—. Pero usted me recuerda a esas poderosas aves que nunca emprenden vuelo hasta que se ven amenazadas. ¿Qué es lo que hace con su fuerza? ¿cuál es su objetivo, señor Harima? Takeda tiene un objetivo, y carece de la fuerza. ¿Acaso usted es quien tiene la fuerza, pero sin objetivo?

Esperaba que esas palabras hicieran algo de mella, o ruido, en el corazón de aquel hombre que parecía imperturbable.

 

Riku

Suelto un pequeño resoplido mientras veo a estos dos alejarse. No encuentro motivos de seguir soltando palabras extras, no con estos. Parece no hablamos el mismo idioma.

Dejarla seguirme fue la opción correcta, más si significa que me quita al tipo de encima.

Pero. ¿Què cuide mí boca a desconocidos? Chistoso. Yo no creo haber hablado mal, solo un poco de forma descabellada. Solo regreso una respuesta a la cordial habladuría de su compañero, claro, para cuando el hablo ella oídos sordos. Ignora sus palabras y ataca a las mias,

Que me importa.

Deslizó mí espalda por la pared hasta llegar a apoyar el trasero en el suelo.

Entonces, reconsidero mi acción anterior. Tirar el carbón al fuego, no es propio de mí. Discutir por una idiotez, solo mostraría un lado más idiota al avivar eso. Prefiero evitarlo. Dejar el silencio.

¿Insultos? ¿Amenazas? Me merezco eso y más, me herí y desangre mí espíritu a voluntad propia. Estoy acostumbrado.

No lo entiendo, la razón de todo. No me siento como yo. Más bien, he olvidado como ser yo mismo.

Perdí mí identidad. Demasiadas emociones fueron estallando por el simple placer de hacerlo, y lo sé, nada de eso es mío. Todo apenas comenzando mí día.

"..."

"Murai". Suelto finalmente, luego de luchar en encontrar mí voz. Confundido, le hablo antes de seguir mis pensamientos. "Has fingido ser muchas personas ¿No es así? Alguna vez... ¿Sentiste que perdiste tú esencia?".

Un rostro sólido muestro al exterior, por dentro, desconozco siquiera lo que siento.

Atrás quedo el mostrarme indefenso. Voluntad. Lo único que poseo. Una pequeña crisis no me llevará a la ruina.

 

Natsu Gotho

Escuchó cada palabra pronunciada, siguiendo a Rengo en el proceso sin mostrar interés especial en lo que conversaban, entendiendo cada vez más la situación en la que se encontraba en caso de contradecir aquellas falsedades, mirando apenas a la persona encargada de realizar venenos y antídotos, continuando a paso calmo la espontaneidad del chico hasta llegar al santuario, inhalando el olor a cedro.

Sino mal recodaba, al visitar uno de los santuarios fue que conoció aquella mujer que le propuso el trato.

Miró entonces a Rengo luego de fruncir el ceño hacia la estatua de buda, preguntando:

—¿Qué o quién es onmyoji?

Se recostó en una de las paredes mientras observaba a Rengo buscar entre el desorden, arqueando una ceja hacia lo que le extendía. Nunca le habían dado algo como símbolo de protección... ¿qué tan seguro era aquello de que serviría? La sujetó de igual forma sin emoción, guardándolo entre sus mangas, al lado de sus venenos.

—¿En estas tierras hay pez globos o ranas? —cuestionó aprovechando la soledad del sitio.

 

Togashi

Dojo

Cuando Kuroki se lanzó contra Kato sintió una gran sorpresa, mas no supo descifrar si aquella sensación se debía a que el chico tomó una decisión inesperada o porque se sintió impresionado por su osadía. No tuvo tiempo para reaccionar por tener a Takeda en sus brazos y todo cuanto le quedó hacer fue ser el observador de esa contienda, mientras temía por la vida de Kuroki. Sin embargo, Kato le perdonó la vida, limitándose a humillarlo como había hecho con ellos. Ni siquiera le hicieron falta armas para anular los ataques de Kuroki, sólo sus manos y palabras filosas.

En ese momento entraron al dojo otros miembros del clan, encabezados por Hideyoshi y Kirara, la líder de los Fujiwara. Ambos se acercaron a comprobar el estado de Takeda mientras él procuraba tranquilizarlos, diciendo que se repondría de sus heridas. Aunque no estaba seguro de cuán profundo calaría una humillación como aquella. Hubo un intercambio de palabras entre sus compañeros y Kato, quien se mostraba imperturbable como una muralla sólida, tras las cuales Kuroki se le acercó para decirle que debían ir a la herbolaria a ayudar a Takeda, para luego agradecerle por no interferir. Togashi supuso que aquello era una alusión a lo sucedido la noche anterior. Respondió con un asentimiento de cabeza y se dio la vuelta para seguirlo, cuando en ese momento Hideyoshi comenzó a increpar a Kato por sus acciones. Togashi se detuvo para terminar de escuchar sus palabras. Aunque le parecieron las más adecuadas para la situación, no pudo evitar negar con la cabeza.

—Ya déjalo, Hideyoshi —dijo con tranquilidad—. Ese hombre no tiene alma.

Con estas palabras flotando en el ambiente, pasó entre los miembros del clan con Takeda en brazos y salió del Dojo, para ponerse a la par de Kuroki y acompañarlo hasta la Herbolaria para que su señor recibiera la atención adecuada. De paso, él también podría aprovechar para tomar un antídoto contra el veneno que aún residía en su cuerpo.

 

Santuario (Rengo Natsu)

Rengo cerró los cajones sin voltear a verlo; parecía algo nervioso en aquel sitio, estaba pensando su respuesta y eso era evidente.

—Un onmyoji es alguien que practica Onmyodo, este es un arte esotérico, se dice que sirve para la adivinación; pero aquello para mi es tan vago y sin sentido ¿Quién puede predecir tu destino si no eres tú mismo? — dijo mientras tomaba un montón de papeles rectangulares algo amarillentos, los guardó en su kimono mientras inspeccionaba el lugar.

—Ranas hay en el bosque, también cerca del puerto; pero no las comas, eso me decía Shinrin cuando era pequeño— mencionó para girarse nuevamente hacia él —Guarda bien ese talismán, no lo vayas a vender— le advirtió con una sonrisa — Yo no creo en la adivinación; pero creo en los espíritus resentidos, un onmyoji puede invocarlos; por eso te lo he dado, no es un recuerdito de tu visita a Kamakura.

• Rengo
• Natsu

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  +3 defensa (kabuto)
  

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Insane

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Mazmorra
(Kenzaburo; Riku; Mao)

Murai se mantuvo al margen de la discusión entre Riku contra Kenzaburo y Mao; pero no podía evitar sonreír a la escena; después de aquellas palabras —Vamos no se peleen por mi— dijo burlonamente antes de que Kenzaburo y Mao se volvieran a alejar, dejándolo solo con Riku, quien le hizo un par de preguntas. Murai lo observó, conocía esa mirada, la conocía demasiado bien.

—He sido muchas personas a lo largo de mi vida —afirmó con una sonrisa de orgullo —Entre más tiempo pasaba debajo del rostro de alguien, más me comenzaba a acostumbrar a lo bien que se sentía —miró a Riku —Pero jamás perdí lo que era; nuestro pasado siempre regresa a nosotros como una gran ola en una tormenta; siempre te arrastra y golpea para recordarte quien eres.

Comenzó a reírse —Me guardo los consejos; eres mi verdugo, no tienes empatía por mi como yo tampoco la tengo por ti —humedeció sus labios con la lengua —Me alegra saber que el pasado te atormenta. Me da gusto escuchar tu confusión; me emociona ver como tantos de ustedes están ocultos debajo de sus fachadas. De lo único que me arrepiento es que no podré ver sus rostros cuando esas máscaras se derrumben, cuando se enfrenten a sus verdaderos miedos, a ustedes mismos.

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rapuma Mori Monpoke

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Dojo
Interior
(Takeda; Togashi; Kuroki; Hideyoshi; Takano; Kirara; Yuzuki)

Takano relajó la postura al ver que Kuroki envainaba su katana y se dirigía hacia dónde estaba Togashi; Takano miró a Kato mientras este esperaba la respuesta de su hijo; pero fue Hideyoshi quien lo encaró, relamente el primer reclamo que escuchaba de parte del clan.

—¿Takeda tiene un objetivo?— preguntó Kato con una voz calmada, no esperaba respuesta, simplemente siguió —¿Cuál sería ese? —preguntó hacia Hideyoshi, para después mirar a Takano —¿Derrotar a los Taira? —volvió a Hideyoshi —¿Quitarle el poder a Akishino? — miró a Togashi, quien pronunció palabras hacia su persona, lo observó cargar a Takeda e irse, siguiendo a Kuroki.

Yuzuki entraba al dojo justo cuando Kirara se giraba hacia Kato —Es unificar a Japón, sabes perfectamente el objetivo de los Minamoto.

—Un objetivo escrito al aire, así como la lealtad que los presentes tienen hacia el — mencionaba Kato avanzando hacia Takano quien no se movió de aquel sitio, enfrentándolo sólo con la mirada, Kato se detuvo para mirar hacia el frente, sin fijar su vista en nadie en específico —Tener un objetivo sin estructura causa la muerte; la idea de Takeda era tomar mi vida esta mañana, no es capaz de ello; una mala jugada, esa responsabilidad no recaía en Takeda y él es tan inexperto que creía que esa era su misión. No sabe delegar o ustedes no saben asumir responsabilidades. ¿Son ustedes los que no confían en su líder o él es quien no confía en ustedes?

Avanzó hacia Takano, miró a Yuzuki antenta a sus movimientos, después volvió la vista a Takano—Esto es lo que pasa cuando alguien cree que su entrenamiento terminó; tu mente no está en el lugar correcto. En ti recae el estado actual de tu líder.— Mencionó Kato a una distancia corta de su hijo —Vencerá el que tenga una estrategia competente y no permita que el soberano interfiera en los asuntos militares. Has dejado que tu líder tome una decisión que debería haber sido tomada por ti. Inexperto; Incompetente; aun un niño, no un maestro; no un general.

Avanzó a Hideyoshi acortando la distancia entre ambos, volviendo a su voz calmada—Hablas con autoridad y fuerza; hablas conmigo como si fuera un noble, no estás hablando conmigo en un castillo; estás aquí levantando la voz en un dojo, estás exigiendo palabras del maestro; estás faltando al respeto a mi escuela hablando en lugar de desenvainar tus armas — miró ambas kodachis y afirmó — El arma de un aristócrata; hablaré en tu idioma para que entiendas, porque parece que tu visión no es amplia hacia mi persona. Prever una victoria que sea evidente para la multitud no es la cumbre de la excelencia, esto es lo que hacen los Taira. Tampoco es la cúspide de la excelencia si luchas y conquistas y el imperio entero te alaba, esto es lo que buscan ustedes con sus ideales cortos. Levantar una hoja en otoño no es signo de una gran fuerza, poder ver el sol y la luna no es señal de una visión aguda y escuchar el ruido de los truenos no es signo de un oído fino. ¿Crees que por resaltar lo evidente eres digno de considerarte inteligente?

Miró a cada uno de los presentes —Takeda tendrá su objetivo, tan vano y estúpido como me imagino que es. ¿Pero acaso comparten ese objetivo?

Takano apretó sus puños con fuerza, cayendo en la provocación, las palabras de Togashi resonaron en su memoria, tenía razón. No debía preguntarle por sus acciones, no debía recriminarle el daño hacia Rengo, aquel hombre sólo sabía hacer sentir inferiores a los demás.

—Si nadie más va a desenvainar su katana pueden irse; regresen al castillo en derrota, planeen su siguiente movimiento. Yo esperaré, incluso si la montaña se torna blanca, yo seguiré esperando—Miró a Hideyoshi —Porque el águila no emprende el vuelo cuando es amenazada; esta lo hace sólo cuando sabe que atrapará a su presa. El no cometer errores es lo que establece la certeza de la victoria, porque significa conquistar a un enemigo que ya está derrotado.

Kirara ardía en rabia mientras que Takano simplemente daba media vuelta mostrándole su espalda a Kato, miró a Hideyoshi indicándole que saliera, luego pasó a un lado de Yuzuki sin siquiera cruzar miradas —Todos fuera en este instante —dijo provocando una queja gutural de Kirara, Takano la miró con disgusto —Fuera.

Kirara miró a Kato, después se giró en molestia, siguiendo a los demás que esperaban.

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Dojo
Exterior
(Clan Tao; Kirara; Clan Azai; Hideyoshi; Jiin; Takano; Yuzuki; Misato)

​

Jiin miró como primero Kuroki salía del dojo, seguido por Togashi con Takeda en brazos. Aquello lo tomó desprevenido pero se le veía respirar, así que dejó que se lo llevaran, aun debía esperar por el resto que seguían en el interior.

Yin permanecía a un lado de Misato mientras Zeng y Ujihisa parecían simplemente esperar, al ver a Togashi cargando a Takeda sus miradas se desviaron a él, pero no parecían sorprendidos.

—Señor...—mencionó Yin sin poder terminar, a diferencia de Zeng o Ujihisa, ver a Takeda en ese estado le preocupaba, miró a Misato —¿Qué es lo que ha sucedido?

Los Azai en cambio reaccionaron al instante, corriendo detrás de Togashi, Tetsuo miró hacia el dojo esperando que Hideyoshi saliera, Terunobu le indicó que él se iría junto a Togashi para cuidar de Takeda, mientras Tetsuo esperaba por Hideyoshi.

—Maldita sea Kato Harima— mencionó Tetsuo mirando hacia el dojo —Un buen día todo tu mundo caerá ante tus pies y no podrás hacer nada para evitarlo.

Jiin miró Tetsuo con incertidumbre —¿Es una amenaza o un presagio? Porque si es amenaza creo que deberías pronunciarla a los oídos del interesado— la voz de Jiin era calmada pero su mirada era severa.

Tardaron un poco en salir los demás, primero Kirara, seguida de Hideyoshi y Yuzuki; por último Takano. Jiin se acercó a este y lo sujetó del hombro al verlo tan irritado, pero Takano sacudió su hombro para alejarlo.

—Es de completa importancia tener una reunión con todos los del clan al atardecer en el castillo, nadie debe entrar al dojo sin decírmelo. Mientras Takeda permanezca inconciente quedo al mando, no está a discusión — mencionó Takano mientras se alejaba de aquel sitio.

Jiin se acercaba a Yuzuki, mientras Tetsuo avanzaba hacia Hideyoshi.

—Kato siempre logra alterarlo —mencionó Jiin hacia Yuzuki —Es mejor dejarlo solo por el momento— aconsejó a Yuzuki mientras este avanzaba hacia Kirara —Nosotros debemos ir a resolver el asunto de Murai.

Tetsuo miró a Hideyoshi, alegre de que este no hubiera resultado herido en aquel encuentro —Esto fue sólo una pelea, Kato seguramente cree que ya ha ganado la guerra; pero no es así, lo derrotaremos incluso si tenemos que usar formas más invasivas.

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Gigavehl Bruno TDF Kuno Vizard John Whitelocke Hitori

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• Kirara
• Murai
• Riku
• Takano
• Yuzuki
• Inosuke
• Hideyoshi
• Takeda
• Misato
• Heya
• Tetsuo
• Shinko
• Matsuda
• Taiyo
• Kohaku
• Kuroki
• Mao
• Togashi

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  -3 defensa (veneno)
  
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  -3 defensa (veneno)
  

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Herbolaria (Takeda; Togashi; Terunobu; Kuroki; Shinrin)

Shinrin estaba recostaba sobre Kiba, el lobo que cuidaba de ella. Cuando la puerta se comenzó a deslizar, Shinrin se levantó esperando encontrarse con los herboristas del clan, pero no fue así; era aquel niño que había traído a Takano, esta vez acompañado de otro hombre quien cargaba a Takeda. Terunobu no entró, se quedó afuera haciendo guardia.

Shinrin se levantó de golpe, tan rápido que casi tropieza con Kiba quien se levantó al sentir la pisada sobre su pata —Maldición padre...— dijo mientras se acercaba hacia Togashi y así ver de cerca a Takeda, inconsciente. Sujetó su rostro para mirar el golpe en el cuello, una línea gruesa que ya comenzaba a ponerse de color púrpura, había sido un golpe fuerte — ¿Qué querías demostrar?— mencionó al aire mientras revisaba el golpe.

—Por favor colóquenlo aquí, trataré sus heridas primero —dijo mientras limpiaba rápidamente la mesa de trabajo, quitó las cosas y las dejó a un lado, arrastró un futón y lo colocó en la mesa para que al menos estuviera un poco más cómodo.

—¿Por qué quiere pelear contra mi padre? —preguntó Shinrin, haciendo énfasis en que Kato era su familia.

 

Riku

Dirigí preguntas hacía èl de forma inconsciente, de cierta forma, no espere respuesta de su parte y mebos un consejo, entiendo que eso sería esperar demasiado de èl.

Fue suficiente para hacerme reconsiderar mí historia, averiguar lo que verdaderamente me atormenta, siquiera llegue unas semanas al pasado hasta que decidí darle pausa. Eso fue todo, encontré la respuesta que quería. Mí voluntad.

Mí expresión se relaja gradualmente y en mis ojos parecí encontrar la paz, una temporal.

En tranquilidad me tiré el cabello para atrás y me fui parando, recto y firme, dándole un leve sonrisa a Murai.

"Te quedarás esperando". Suelto palabras decidido, fuerte y sin dudar. Acompañando la llama que despierta en mí interior. "Hace muchos años fue cuando me derrumbe, ahora es cuando he vuelto a ponerme de pie". Reconstruir y encontrar al Yo perdido, lástima, ahora lo tengo claro, ese no es mí objetivo.

 

Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

Dojo (exterior)

No respondió nada, permaneció en silencio. Era un hombre de mucha experiencia, y de una filosofía diferente. Tratar de penetrar en él no sería posible a través de la palabra.

Se encontró con su gran amigo Tetsuo.

—Kato es un hombre que no logro descifrar, es eso lo que me frustra. Pensé que sería un señor sencillo y ausente, pero en su lugar es uno complejo y tenaz, su presencia se hace en todo Kamakura desde la comodidad incómoda de su dojo. Puedo ser optimista y decir que cualquiera que sea ajeno a la política termina siendo un títere de ella, pero con Kato Harima tengo dudas que ese sujeto pueda ser víctima de algo o títere de alguien—vio en dirección de Kirara y Jiin—. Te veré luego, amigo, en la reunión con Takano.

Se acercó a Kirara y Jiin. Había oído la palabra "Murai", y pensó en colaborar. Con Kato había fallado, y Takeda estaba derrotado.

—Resolver el asunto de Murai... Permítanme ayudar, si se trata de sacarle información, puede que tenga alguna posibilidad.

Si es que aún lo requerían, con Murai procuraría no fallar.

Contenido oculto: Movimiento

Seguir a ambos o al que vaya con Murai