Kanagawa Kamakura

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 2 Noviembre 2020.

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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Natsu Gotho

    Movió las pestañas de arriba a abajo al despertar como si le hubiesen lanzado información por fuera de cualquier sueño que su mente podía diseñar, llevando el antebrazo por encima de su frente al sentir que sudó, como en las pesadillas que solía tener cuando niño, aunque aquellas podían ser contadas con los dedos de una sola mano. Entonces, ¿qué significaba aquello?

    No reconocía a las personas, pero sí identificaba el río de sangre deslizándose por la nieve bajo aquella neblina, los rastros de fuego como si fuesen luciérnagas, las siluetas pertenecientes a una mujer joven y un hombre quizá, un poco mayor a él, cubiertos del líquido carmín.

    Se sentía extraño.

    Como si no hubiese sido una mera pesadilla.

    Se levantó del futón y guardó las espadas en su cintura, saliendo de la habitación a paso calmo. Estaba oscuro, aún no había amanecido. Se dispuso entonces a caminar entre los pasillos, sin un destino fijo, tratando de que el mar negro de su cabeza, se mantuviese calmo luego de verse perturbado por la pesadilla.
     
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    Amelie

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    Amelie

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    Capítulo X

    悪魔 Akuma — Demonio




    Takeda leyó con calma para después observar aquella moneda —Creo que yo podría enseñarte un poco en el arte caligráfica — sonrió para acercarse a la puerta dónde los Azai esperaban —Llevaré estas palabras conmigo Hideyoshi; después sabrás que es lo que creo prudente de ellas. La noche ha sido muy larga y yo debo descansar — mencionó para salir guardando aquella carta.




    Takeda decidió entrar en una habitación solo, no quería sonidos ni nada que lo distrajeran; allí durmió esperando levantarse para suplir la guardia con Kenzaburo; pero no sucedió así, simplemente siguió el sueño hasta la madrugada.



    Se levantó de golpe, buscando su katana la cual no encontró —Maldita sea— reclamó en voz baja. Para salir de allí hacia los baños. En el pasillo caminaba Natsu, pero Takeda no parecía estar concentrado, no lo logró reconocer, ignorándolo para entrar en los baños; al notar que el agua era tibia suspiró un tanto irritado; salió de allí sin detenerse, se dirigió al exterior del castillo y vió que los estanques artificiales eran de agua estancada, esa agua tampoco serviría para aliviar su mente; siguió recorriendo el lugar, revisando que nadie estuviera siguiéndolo, parecía un tanto paranoico.

    Kamakura estaba rodeado de montañas, bosque y un río que conducía hacia el mar. Avanzó hacia el río, allí permaneció mientras se lavaba el rostro con el agua helada, sus pensamientos estaban enfocados en varias cosas; Kato; Takano; los Tao; Hideyoshi; Murai; su clan, aquellos que lo vieron perder una batalla sin siquiera haber desenfundado la katana. Golpeó en el suelo, no podía encontrar paz mental; se levantó para dirigirse al santuario pero no avanzó, no pudo.

    Genji, el regalo de su maestro le fue arrebatado; su tanto, aquella daga entregada por Obata tampoco estaba mas con él; sólo tenía en su muñeca el mala al cual intentó recurrir, lo sujetó con fuerza hasta que empezó a escuchar una melodía, la reconocía; comenzó a buscar entre su ropa, la caja de música de su madre estaba perdida, no lograba encontrarla y aquello lo frustró aún más.

    Se dirigía como poseído hacia el dojo, siguiendo el sonido.



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    Herbolaria (Takano; Yuzuki; Rengo)

    Rengo se despertó sudando; miró hacia todos lados con miedo para después abrazar a Kiba; quien también había despertado por el movimiento abrupto de Rengo. Miró a Yuzuki y Takano quienes también comenzaban a despertar.

    Takano observó la herbolaria, Shinrin no había vuelto, miró a Yuzuki preocupado, no necesitaba decirle el por qué de su sentimiento, era evidente. Después miró a Rengo, fue allí que lo vió aferrado a Kiba prácticamente temblando, y aquel vendaje en su cuerpo. Alertado salió del futón para ir con él y sujetarlo de los hombros.

    —¿Qué sucede Rengo?— Preguntó Takano mientras Rengo soltaba a Kiba quien comenzó a rodearlos.

    —No, nnnn... no debí haber vuelto— dijo mirando con terror a los ojos de Takano —No debí haber vuelto— mencionó antes de abrazarlo con fuerza, provocando una mueca de dolor en Takano, pues el rostro de Rengo se recargaba en sus propias heridas; pero no lo apartó.

    —Necesito saber que ha sucedido— mencionó Takano con respecto al estado de Rengo.

    —El dolor ha vuelto— fue lo único que mencionó Rengo.


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    Mazmorra
    (Kenzaburo)

    Murai no respondió dejando dormitar a Kenzaburo por un buen rato, nadie parecía haber venido a sustituir su guardia y eso lo había dejado cansado; Murai seguí allí cuando Kenzaburo abrió los ojos, pero esta vez estaba con la cabeza recargada a la pared de piedra, sus manos trataban de alcanzar su rostro sin éxito, intentaba limpiar un par de lágrimas. Avergonzado desvió la vista.

    —Mi historia... — mencionó mientras pensaba en las palabras de Kenzaburo la noche anterior — Es sólo mía —dijo volviendo a colgar su cabeza, haciendo que su cabello se deslizara hacia el frente — Tienes mucha compasión por este asesino al que llamaste débil por usar venenos y trampas; ese arte que es lo más cercano a la magia; fui capaz de engañar a muchas personas con sólo unos pocos movimientos; logré dirigir asesinatos sin siquiera estar presente —levantó la vista hacia Kenzaburo nuevamente —¿Por qué crees que me molesté en tomar este trabajo personalmente? Pude haber mandado a cualquiera de mis hijos —sonrió — Tenía que conocerlo en persona, ver el legado que dejó Hiro, probar la fortaleza de los que lo rodean —Negó con lentitud —La mayoría inexpertos, otros oxidados e impulsivos. No están preparados para la guerra, debía de demostrarles eso. No están listos, deben aprender autocontrol —clavó su mirada en Kenzaburo — Si su líder no lo tiene consideren la guerra perdida. Ahí están todos ustedes, mirando como su líder avanza hacia el infierno —rio — Takeda no vencerá a Kato; así como Sogo no venció a Akishino. Yo moriré hoy, eso me tiene sin cuidado; esto es inevitable y no cambiará. Pero hay muertes que se pueden evitar, y no me refiero simplemente a perder la vida. Hoy les enseñarán un lección, de eso estoy seguro.

    Permaneció en silencio un momento para después comenzar a reír —Ayer preguntaste otra cosa — sonrió — los dragones— dijo un tanto críptico — claro que existen —comenzó a reírse frenéticamente— como también las hadas, y los espíritus del bosque que roban niños —seguía riendo — También existe la justicia y los modales — comenzó a reír con menor fuerza por el dolor en el pecho — Existe un mundo idílico en la cabeza de Takeda, con florecitas y animalitos corriendo libremente. Existe todo mientras tus delirios te lo permitan — sonrió maliciosamente —Existen si sabes distinguir tus hongos entre los que son para sopa a los que son para otras cosas — se relajó un poco — Vaya amiga que tienes ¿seguro no la has imaginado? Seguro es bonita, si es bonita es seguro que la has imaginado — siguió riendo para si mismo.

    Jiin bajó las escaleras, esperando encontrarse con Takeda allí en lugar de Kenzaburo —¿No iban a cambiar de guardia? —preguntó mirando a Murai, despierto y riendo. Aquello le dio nauseas.



    Interior del castillo
    (Clan Tao; Clan Azai; Clan Fujiwara; Kuroki; Hideyoshi; Misato; Heya; Daichi; Mao; Matsuda; Natsu; Kohaku y Togashi)

    Las bandejas de la noche anterior no habían sido recogidas; permanecían allí mostrando el descuido del castillo en Kamakura; lentamente se fueron levantando con el primer rayo de luz que atravesaba las paredes de papel de arroz; el fuego de sus habitación se había apagado por completo y el silencio parecía reinar en un absoluto. Los rostro de cada uno se veía con mejoras, a pesar de que algunos no habían sido curados por completo; el descanso fue bueno pero sus mentes parecían estar enfocadas en otras cosas, como si un peso estuviera en sus hombros.

    Nadie tenía claro realmente que hacer ahora; Takano normalmente era quien despertaba a todos ordenándoles seguirlo, pero él no estaba allí. ¿Qué debían hacer? ¿Simplemente esperar?






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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Mao/Masuyo Kobayashi

    Abrió los ojos de golpe, con la respiración cortada, las primeras señales de su cerebro la hicieron aferrarse con rapidez a las mantas que la cubrían, sin mover más que solo los dedos. Sudaba, y pronto sintió un nudo en la garganta y su corazón empezaba a bombear sangre con fuerza.

    Lucha,
    o huída.

    Tan solo se quedó estática, con la imagen onírica rayándole la mente y la respiración ya agitada. ¿Brasas en el frío de la noche,? una sensación opresora rodeándolo todo. Mariposas brillantes, ¿almas, tal vez?

    Y dos siluetas, aterradoramente familiares.
    Tragó grueso, sintiendo sus ojos empañarse, no demorando en soltar un gimoteó tras un espasmo. Una, dos, no más de cuatro lágrimas y luego fue regulando la respiración de a poco. ¿Dónde estaba? Kamakura, el castillo, el cuarto de habitaciones.

    Las entrañas del demonio.

    Se sentó con lentitud sintiendo el calor traspasar las paredes, aún apoyando sus manos empuñadas en el futón, incapaz de sostener todo su cuerpo. Había dormido profundamente, una siesta reparadora a no ser por esa pesadilla fugaz. Observó sus alrededores, ninguna presencia aparte de la suya, cosa que le contrajo las facciones.

    Calma,
    calma,
    calma.

    De seguro él está bien.

    Terminó de limpiarse las lágrimas, para luego erguirse con notable pesadez. Se acomodó el yukata, dejándolo holgado sin que dejará de tapar gran parte del torso, para luego agarrar solo su katana de todos los objetos al lado de su futón. Aún le punsaba el estómago de hambre. Salió con la mirada seria y más cansada de lo normal, ninguno de sus movimientos generaba sonido, sintiéndose otra vez acorralada entre tantas paredes. Cada vez confirmaba más su favoritismo por los bosques y la interperíe.

    Cruzó el pasillo en dirección a los baños, mirada entornada, no parecía que nadie hubiera despertado aún. Una vez dentro, notó con las prendas que le entregaron los Azai seguían ahí, le transmitió un sabor amargo, consciente de la falta de respeto que podría significar y que dejarlas ahí no ayudaría en la sana convivencia del clan. Aún así, tuvo la suficiente fuerza para ignorarlas.

    Se metió con movimientos gráciles a las aguas tibias, soltando un suspiro apenas separando los labios. Se hundió hasta poder apoyar la cabeza en algo, ojos cerrados, e intentó librarse de toda la tensión que había ido acumulando durante este último tiempo, abrazándose así misma. Se quedó un buen rato así, antes de zambullirse por completo y proceder a lavar como correspondía su cuerpo.

    Tiempo después salió de los baños con el yukata acomodado a su estilo, con la espada amarrada a su cintura, mientras desenredába su cabello con los dedos. Su cuerpo se sentía fresco, pero aún así estaba demasiado somnolienta. Soltó un bostezo que no demoró en cubrir con su mano. Tras eso, empezó a buscar por todos lados a Matsuda, antes que nada quería enterarse dónde se había metido el saco de huesos que más apreciaba.
     
    Última edición: 7 Diciembre 2020
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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

    Virgo
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    Misato Aoyama

    Abrí los ojos de forma abrupta sentí mi corazón acelerarse en medio de una gran ansiedad. El amanecer iluminaba cálido y con esperanza sin embargo...

    —¿Que ha sido todo e-eso?

    Un sudor frío recorría mi cuello al recordar aquellas visiones...fuego...caos...el rastro de una feroz batalla, era tan parecido aquella vez cuando un enemigo abrumador aniquiló al último clan fuerte en Hiroshima... A donde podía ver el fuego de la guerra consumía la tierra y la vida que una vez existiera en ella...una batalla donde sencillamente no tuve oportunidad.

    —Solo era un ¿Sueño?

    Ver los primeros rayos en la mañana alivio aquella ansiedad, por suerte solo había sido eso...un mal sueño, aún estaba en un lugar, por el momento, seguro. Aunque me inquietaba el hecho de estar frente a un mal augurio.

    Até mi cabello en su cola tras mi acostumbrado "ritual" para levantarme y recoger mis cosas. Me despoje del yukata para vestir las prendas nuevas que compré en el mercado; entonces recordé lo acontecido en la noche...el evento bochornoso de parte de Hideyoshi ¿Que solución habrían barajado? Rogaba que dicha alianza no hubiese sido quebrada, luego de el esfuerzo de haberla formado...Yin y Kuroki no merecían tener que sufrir por un error tan deplorable el y los Tao de verdad se esfuerzan.

    Al amarrar ambas katanas salí de la habitación para dar una pequeña visita al baño y devolver la yukata, al caminar por el sitio había muy pocas señales de vida, entre esas pocas pude ver a Mao rondar por el lugar.

    Di unos cuantos pasos hasta quedarme a esperar, había quedado pendiente en ver a Yin además debía esperar que ocurrirá en el transcurso del día.
     
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    Monpoke

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    Riku

    A la salida del sol, muy por las malas empece a abrir los ojos. Pero no encontré por ningún lado las ganas de empezar el día. Esta mañana me desperté de todo menos tranquilo.

    Todo lo transcurrido el día de ayer dejo de importarme, recuerdos que se hayan borrosos tan solo luego de una siesta. Si no lo hice entonces, ahora menos entiendo que tenía en la cabeza por la noche.

    Soñé algo. Vi barras de una celda y dos figuras manchadas de sangre. Los demás detalles, tanto pequeños o importantes, no los logro reunir en este momento.

    Al despertar, esta vez no se logro mantener los recuerdos de ese sueño. Borroso e incompleto, al menos, sufiente para conformarme.

    No encuentro el humor para ponerme analizar sueños o reaccionar a ellos.

    Inmpaciente me fui levantando mientras esperé lo demás hicieran lo mismo. Queriendo quitarle desde ahora la vida a Murai y seguir este día.

    Más le vale estar estar consciente...

    Detengo mi vista en Taiyo lavantandosé, observándolo por unos segundos mientras un recuerdo se fue formando en mi mente. Costo más de lo que vale, si no fuera por la relación con algo que he tenido presente desde hace días, ni me hubiera acordado.

    "Kat..". Me detengo a media palabra mientras me llevo la mano a la boca y toso un par de veces. "Kato Harima. Es lo más cercano a un herrero que tendremos aquí".
     
    Última edición: 7 Diciembre 2020
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    Bruno TDF

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    Libra
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    Togashi

    Zona de habitaciones ---> Exterior

    Despertó de súbito, antes que los demás. Incorporándose con brusquedad con los ojos muy abiertos.

    ¿Kanade?

    Miró a su alrededor, severamente confundido e inquieto, muy inquieto. Nadie más que él se hallaba presente en la habitación. No había ningún rastro de la figura que estuvo permanentemente presente en su sueño. Se pasó una mano por la frente y se quedó un instante largo observando la palma impregnada con su propio sudor. La sensación era fría.

    No… —dijo para sí mismo, convencido, tras evocar los retazos de lo que había soñado— Esa chica no era Kanade.

    Si bien se sentía repuesto, no podía olvidar la imagen que estuvo constantemente asediándolo durante su descanso. La imagen de una mujer joven de ojos claros y cabellos negros, que no paraba de observarle en silencio. No entendía bien su significado, pero estuvo siempre allí, alterando sus pensamientos. Se pasó las manos por el rostro, aliviado de que aquello hubiera terminado con su despertar. No se sentía del todo bien, a decir verdad. Necesitaba un buen baño.

    Sin embargo, cuando salió de su habitación, había visto a Takeda saliendo hacia el exterior del castillo, completamente solo. Togashi se quedó un instante viendo cómo su figura se mezclaba con la niebla del exterior, extrañado de que no tuviera su katana con él. Miró a sus alrededores en busca de alguna comitiva, de alguien más que pudiera brindar claridad a la situación, pero no lo halló.

    Tuvo un mal presentimiento. Él no sabía que Takeda y los suyos habían tenido un encontronazo en la entrada de la ciudad y, aún así, sus instintos le gritaban que algo iba mal con todo eso.

    Se dirigió con paso apresurado hacia la zona por donde Takeda se había marchado. Pasó junto a los estanques de agua contaminada. Vio su figura a lo lejos, desapareciendo en la lejanía. Takeda se giraba constantemente como temeroso de que alguien lo estuviera siguiendo, pero no pareció notar que él estaba allí. Al notar esto, Togashi evitó la tentación de llamarlo. Aguardó unos instantes.

    Para cuando llegó al río, el líder Minamoto ya se había marchado de allí. Pero Togashi también escuchaba la música. Una melodía que había escuchado las suficientes veces en Tsu como para reconocerla, cuando era un simple vagabundo con destino incierto que deambulaba en las cercanías del Shukusha poco antes de conocer a los Minamoto. Siguió el sonido, con la esperanza de que eso tuviera algo que ver con Takeda.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Yuzuki Minami
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    En algún momento de la noche había abierto los ojos de golpe, con la respiración agitada y una fina capa de sudor perlándole la frente. No se dio cuenta hasta que movió el brazo de que había estirado la mano hasta una de las katanas, un mero reflejo que saltaba a veces incluso con el ruido de la brisa.

    El mechón blanco.

    El maldito mechón blanco.

    Y los hilos de sangre.

    Dejó ir la katana un poco a regañadientes y de alguna forma, no mucho más tarde, consiguió conciliar el sueño de nuevo, tan liviano y perturbable como antes. De nuevo Kamakura, ¿no? Era siempre Kamakura como si fuese cuna de desgracias.
    Lo siguiente que volvió a sacarla por completo del sueño fue el movimiento de Rengo, se sentó en el futón de golpe y recibió la mirada de Takano antes de deslizarla a Rengo, abrazado a Kiba como si la vida se le fuese en ello.

    Se incorporó para acercarse a los dos y con el mayor cuidado que le fue posible separar a Rengo de su hermano, atrayéndolo a sus brazos, lo abrazó como si fuese un niño pequeño, meciéndose suavemente como si buscara arrullarlo. Un poco porque Takano no era el mejor consuelo del mundo y luego porque no quería que le lastimara las heridas recientes.

    Había tenido una pesadilla también, ¿cierto?

    Y cómo culparlo, si su propio padre lo había abierto en dos.


    Notó a Kiba rodearlos, como ella había rodeado a ambos y a Takeda antes de iniciar el ascenso a Kamakura. Buscó la mirada de Takano con algo de dificultad, en parte porque ahora debía enfrentarse al hecho de que la noche anterior básicamente le había mentido para mantenerlo tranquilo.

    —Fue Kato —sentenció y las lágrimas que le cristalizaron los ojos no eran ya producto de la tristeza, sino de la ira que se cargaba encima—. Kato lo dejó para morir en la entrada de Kamakura, cuando llegué su sangre estaba en el pasillo. Asumo que Natsu atendió sus heridas como hizo contigo.

    Inhaló aire con algo de fuerza, todavía intentado tranquilizar al menor.

    —Lo siento, no pude decírtelo ayer. De verdad lo siento.
     
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    rapuma

    rapuma Maestre

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    Kenzaburô

    Las pesadillas lo atormentaron durante toda la noche; el espadachín sin nombre estaba ahí mismo, estático, observándolo. Kenzo quería luchar pero simplemente sus músculos no respondían; intentó desenvainar la espada pero parecía que la katana pesaba toneladas y su brazo derecho no podía con ella y su funda. Le faltaban fuerzas al sentirse observado por ese ojo carmesí que parecía absorberlo todo.

    Cuando despertó de golpe, entre sobresaltado y somnoliento por igual, apenas notó las lágrimas de Murai. Controló su respiración poco a poco y se relajó al saberse salido de ese extraño y mal presagio.

    —Mi amiga inventada. —prosiguió Kenzo. —Fue la que descubrió el nombre de mi maestro, por eso, por lograr algo imposible que creía en mi vida, creo con lo que me dijo del dragón. Será una lástima que no estés aquí para verlo.

    Se reincorporó con dolores en su espalda y se estiró. Hizo unos movimientos de cintura para relajar los músculos tensos de la noche y cuando estuvo por hablar nuevamente con Murai, llegó Jiin.

    —Nunca hubo cambio de guardia. —dijo entre gruñidos. —¿Takeda no se encuentra en el castillo?
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Natsu Gotho

    Se había pasado parte de la noche vagando por los pasillos sin destino aparente, encontrándose con alguien conocido en el proceso, sin embargo al no ver índice de acercamiento continuó con sus pases, sintiéndose inquieto pese a ocultarlo perfectamente entre el silencio de su caminar, dándose cuenta por la luz que se colaba entre los ventanales que la madrugada lo había alcanzado antes que el sueño, fue entonces que se aseó antes de salir con la imagen aún perfectamente dibujada en su cabeza.

    No parecía haber sido una pesadilla.

    Parecía que le hubiesen mostrado un lienzo, con la tinta escurriendo con el desagradable color de la sangre, con las llamas invadiendo la tormenta.

    Miró de reojo hacia la puerta.

    ¿Y si Rengo volvía a ser herido de muerte?

    La extrañeza del pensar en el niño le hizo fruncir el ceño. ¿Qué era eso? Salió del castillo a paso calmo, dirigiéndose hacia la herbolaria pese a no sentir la espada del viejo palpitar, sin embargo, comenzaba a creer que jamás terminaría abandonando aquella katana oxidada que le habían obsequiado siendo todavía, un niño.
     
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    Gigavehl

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    Kuroki Fusatada

    Hideyoshi hizo un movimiento astuto para pedir el perdón del clan Tao, el cual era dejarse dañar por el líder para saldar de una buena vez la ofensa.
    No estaba seguro si a pesar de todo eso era correcto. Se estaban haciendo cosas que ya rayaban en el permiso de Takeda para cometerse, sin en cambio antes de poder decir nada, Zeng ya había dado un servero golpe a Hideyoshi, denotando la severa fuerza del líder de los Tao.

    Miré a un lado, no por la escena, si no porque esto había escalado demasiado a un punto que me pareció... incómodo.
    Al menos con eso parecía zanjado el asunto, miré con desaprobación el tema, ni yo que dió inicio a la alianza estaba conforme, pero al final, Takeda ya había llegado y habló por todos.
    En muchos momentos parecía volver a ponerse todo tan tenso que nuevamente la presión regresó, no había que ser avispado para darse cuenta que Yin pasaba por lo mismo. Pero por fortuna todo terminó bien, al menos se podía decir que Hideyoshi no se iba del todo con frustración.

    No dije nada y al fin me retire, estaba molesto, frustrado y sobre todo deprimido. Al menos a la hora de ir a la cama todo fue calma, no tardé mucho en sentir a mi padre conmigo...


    El amanecer llegó, y conforme la luz entraba, mis ojos iban abriéndose, con un deje de hartazgo.

    Jodida Kamakura, te recordaré y no precisamente por lo lindo que eres...

    Solté un suspiro y me talle el ojo derecho, estaba aún cansado pero pronto me di cuenta que era mentalmente, porque físicamente estaba descansado.
    El hambre me invadió pero la sensación se fue al caño pronto. Me senté en la cama, quedándome ahí un momento, en frío silencio y con una mirada que denotaba severa seriedad en mí.

    Un hombre con los ojos vendados.

    La imagen que me invadió en toda la noche fue perturbadora y demasiado alarmante, que conservara la susodicha calma que tenía era mentira, podía derrumbarse en cualquier momento. Solté un suspiro mientras me levantaba y, en esa ocasión, dejé mi kimono totalmente blanco para hallar uno de color azul rey.

    No tardé en colocarmelo y al notar que mi padre seguía dormido, aproveché para recoger mi katana y abrí la puerta, deslizándola con calma hasta salir y cerrar.

    Ese hombre estaba cayendo de espaldas, sin fuerza, con mucha sangre alrededor de sus prendas y cuerpo... mientras vomitaba sangre.

    La maldita imagen me seguía invadiendo, martilleandome constantemente, tras cada golpe, el siguiente era cada vez más y más potente que el anterior.

    Aquél hombre era arrasado.

    —Maldita sea.—fue lo que apenas alcancé a decir mientras pase de trotar, que no me había percatado en qué momento tome tanta prisa en mi andar y tampoco fijarme en la comida aún presente en la sala que comencé a correr.

    No fui capaz de ver a Togashi o a Takeda por ahí, se habían levantado mucho antes y poco o nada podría saber que mi maestro estaba caminando hacia el Dojo.

    Gemi, primero por la carrera, luego por la tensión y al final por el miedo y presión, tanto que no me iba a permitir ningún tipo de atraso y terminé por saltar hacia una pared para usarlo de resorte y de ahí a un techo que daba sombra a la entrada del edificio que tenía enfrente, pronto no tardé en saltar se forma seguida hasta dar al fin con un tejado en tiempo récord inclusive para mí, denotando que ya empezaba a agarrarle mucha maestría a mi forma de escalar que más temprano que tarde comencé a correr y saltar de tejado en tejado, como todo un ninja cazando a su víctima.

    Poco sabía que me terminaría topando más temprano que tarde con Takeda, después de todo. Había otra razón para visitar al mismísimo Kato.

    Maldición Kuroki, a veces no te entiendo, ayer estabas estático del miedo... ¿Y ahora te mueres por verlo? Eres un enfermo.

    Tal vez, pero juraría que mi sueño gritaba en todos sus poros que Takeda mismo... caía asesinado, cegado por toda la presión encima.
     
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    John Whitelocke

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    Interior del castillo

    La vigilia llegaba con peso. Su cuerpo estaba descansado, todo rastro de veneno se había esfumado, y la herida causada por el líder Tao ni siquiera le dolía ya, gracias a un trabajo médico perfecto. Pero la vigilia le llegaba con peso. Lo antedicho parecía un capricho frente a las peripecias atravesadas en el último tiempo, luego de un tránsito difícil en el bosque, tras un viaje largo y seguido de la llegada a la ciudad en medio de una convulsión por la aparición del señor Harima y el conflicto con los Tao. Pero ese capricho se revelaba real, y le causaba estragos, sino en lo físico, en la mente.

    El sueño era algo complejo, el misterio de su interpretación recaía en un arte que Hideyoshi no comprendía, pero sí sabía que algo tenía que ver con lo que uno más echaba de menos, con lo que uno más olvidaba, o con lo que uno más temía. En este caso, el sueño se concretaba como una pesadilla. Era difícil comprender el significado de aquel... ¿hombre? Ya ni lo recordaba con certeza, pero incluso dentro del sueño mismo parecía haber confusión respecto al género del sujeto de sus inquietudes. Caminando por un puente, le perseguían decenas de yurei o akuma. No le quedaba claro.

    Sus ojos se abrieron, y se levantó con un dolor de cabeza que se apaciguó luego del primer encuentro fresco con el agua de la mañana. Se había soltado el pelo porque había sudado bastante durante la noche, y puede que esas turbulentas imágenes tuvieran algo que ver, estaba un poco desalineado ese día.

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    Una vez con la garganta serena como una cascada luego de la lluvia, salió de su habitación. "¿Dónde estarán?", se preguntaba. Quería encontrarse con los Azai y con Kenzaburo, sus camaradas más preciados dentro del grupo.
     
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    Amelie

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    Amelie

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    Herbolaria (Takano; Yuzuki; Rengo; Natsu)

    Rengo se despegó de Takano al sentir las manos de Yuzuki; adhiriéndose a ella como un niño con los ojos cerrados, no lloraba, sólo estaba allí temblando. Takano los observó en silenció por un buen rato, cruzando los brazos frente a su pecho. Kiba se sentó a su lado.

    Tan sólo estando entre los brazos de Yuzuki, sus preocupaciones parecían disiparse, estaba allí abrazado, dejando escapar una sonrisa sincera. Así, lentamente dejó de temblar y se quedó allí para después abrir los ojos y mirar a Takano.

    —Si estás celoso puedes decirlo —
    dijo Rengo aferrándose a Yuzuki.

    —No tenías que haberme ocultado nada — dijo Takano con frialdad hacia Yuzuki ignorando por completo el comentario de Rengo. Pero recordó sus propias palabras, él le advirtió a Yuzuki que intercedería por Rengo ante su padre si era necesario. Las acciones de Yuzuki estaban completamente justificadas. En las condiciones en las que estaba el día anterior, sólo hubiera hecho peor la situación —Pero fue la mejor estrategia — dijo con un tono amable mientras desviaba la mirada.

    Rengo miró a Yuzuki y sonrió, aun se notaba el cansancio en Rengo, aun seguía un poco pálido; pero parecía alegre de no estar más en sus propios pensamientos, disperso en otros temas —Te acaba de dar un halago; pero podría hacerlo mejor —después miró a Takano con una sonrisa de boca abierta. Iba a hacer un comentario pero fue interrumpido por la puerta deslizándose. Era Natsu.

    —¡Natsu!— dijo emocionado aun en brazos de Yuzuki —Nuestro salvador — dijo mirando a Takano. Ambos estaban a salvo gracias a él, así que esperaba que este le agradeciera. Takano miró a Rengo, deseando que este hubiese permanecido dormido por mucho más tiempo.

    —Sabes que tengo mis dudas sobre ti, Natsu —mencionó Takano, girando su vista a Natsu —Pero estoy en deuda contigo.

    —¿Prefieres deber un favor a simplemente dar las gracias?— preguntó Rengo mientras instantáneamente Takano le clavaba la mirada de odio; provocando que Rengo se aferrara al abrazo de Yuzuki, pues temía estar llegando al límite de Takano y sabía que aquello podría implicar una paliza de parte de su hermano.


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    Mazmorra
    (Kenzaburo)

    Jiin negó —No lo he buscado allí, se suponía que estaría aquí —mencionó mientras Murai comenzaba a reír estruendosamente —Tú morirás hoy, guarda silencio y aprecia tus últimos momentos —volvió la vista a Kenzaburo — Debo irme, pero regresaré a cambiar guardia contigo, necesitas el descanso.

    Jiin volvió a subir las escaleras y cuando dejaron de oír sus pasos Murai se dirigió a Kenzaburo, sacudiendo las cadenas con aquel movimiento —Entonces tu amiga es discípula de Kaze ¿De qué otro modo sabrías ese nombre si no eres shinobi? — sonrió — Un guerrero sagaz debe conocer el camino. Un ninja de talento debe servirle de guía — sonrió —Takeda confía mucho en Obata —negó mientras sonreía, sus labios estaban tan secos que se abrieron con este movimiento, sangrando de nuevo — Confía mucho en las personas y sus habilidades, es por ello que está tan confundido, cree que nadie que le sonría es capaz de mentirle a la cara, lo sé porque Hiro era igual— limpió la sangre con su lengua — Obata no encontrará a Kaze, Obata ya es un anciano; Kaze aun es joven, si sigues a Obata avanzarás un paso y retrocederás dos.

    Murai se relajó estirando en la medida de lo posible sus músculos —Te propongo un trato, sé que moriré, no pienso escapar de ese destino— clavó su mirada con completa seriedad en Kenzaburo —Pero si ayudas a retrasar mi muerte podré enseñarte un par de mis trucos —volvió a sonreír —Un regalo para tu mente curiosa.


    Interior del castillo
    (Clan Tao; Clan Azai; Clan Fujiwara; Hideyoshi; Misato; Heya; Daichi; Mao; Matsuda; Kohaku)

    Todos permanecían dormidas mientras Togashi despertaba y deambulaba en el pasillo; su calma y serenidad lo hicieron notar los movimientos erráticos que parecía estar dando Takeda en el exterior, lo siguió sin que este se diera cuenta, sus sentidos no estaban alerta.

    Kuroki fue el siguiente en despertar en aquella habitación; dejando a su padre, Matsuda a Heya y a Daichi descansar. Salió sin hacer ruido, algo que ya estaba acostumbrado a hacer.

    Mao ya esperaba en el pasillo mientras Misato también estaba preparada. Vieron deslizarse la puerta de la habitación de los Tao, de ella salió Zeng; las observó pero no detuvo su andar hacia el exterior del castillo.

    El siguiente en salir de su habitación fue Matsuda, buscaba señales de Togashi o Kuroki, no se veía completamente despierto; estaba despeinado y su ropa mal arreglada y al darse cuenta que tanto Mao como Misato estaban en el pasillo sintió vergüenza de salir tan desaliñado, regresó a su habitación para arreglar al menos su yukata intentando no ser tan descortés para después volver al pasillo —Buenos días —mencionó.

    De la habitación de los Tao también salió Ujihisa, que al igual que Zeng anteriormente, seguido por Yin. Ujihisa avanzó sin mirar atrás, mientras que Yin se detuvo e hizo una leve reverencia a los presentes.

    Hideyoshi salió también de su habitación; haciendo que las miradas cayeran en él por un momento.

    Mientras tanto en la habitación Fujiwara; Taiyo miraba incrédulo hacia Riku —Bien, puedo estar sin katana por un tiempo— dijo bromeando mientras Kirara tallaba sus párpados.

    —Podremos tomar sus armas cuando sea asesinado como es el plan —mencionó Kirara con mirada ausente.





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    Dojo
    (Takeda; Togashi; Kuroki)


    Kuroki trepó a los tejados, brincando de uno en uno como lo hizo con Matsuda en Nagoya mientras buscaban la ubicación de Satou. Al tener el terreno alto a su favor pudo ser capaz de diferenciar las estructuras en Kamakura, incluso logró a ver el descenso hacia la playa; escaleras talladas en la montaña hacia el puerto; dónde no había barcos mercantiles, sólo pequeños botes de pesca y una torre de guardia. También logró ver el bosque y las montañas que rodeaban la ciudad, haciéndola una fortaleza impenetrable. Casi junto al bosque logró ver una estructura, se veía abandonada. Logró visualizar a Takeda, quién avanzaba entre la espesura de las hojas secas en el suelo.

    Togashi no estaba lejos, siguió la música que resonaba como un mal recuerdo en su mente, no tardó en sentir la presencia de Kuroki, quien ya había brincado al suelo siendo que no podía alcanzar el tejado del dojo saltando, pues este estaba retirado de la ciudad misma. Allí también logró escuchar la melodía que guiaba a Togashi hacia el interior. En la placa de la entrada se leía "Salón carmesí"

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    Ambos se adentraron para ver la espalda de Takeda dentro del dojo, su cabello no estaba amarrado como de costumbre y miraba hacia el frente, Kato estaba sentado en el espacio que normalmente sirve de altar, ya sea budista o sintoísta, en este caso sólo estaba él con un par de luces que servían de iluminación nocturna, casi consumidas. La ropa de Kato destacaba, era un kimono completamente blanco.

    [​IMG]

    Kato se levantó y lo observó con detenimiento. En su cintura estaban tres sables, dos suyos y uno de Takeda. En su mano la caja de música.

    —¿Dónde obtuviste esa caja de música?—preguntó Takeda con molestia —Me fue robada, me pertenece; así que espero la devuelvas junto con Genji, así podremos iniciar este combate.

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    Kato sacó a Genji y la dejó detrás suyo, en el espacio del altar. Cerró la caja de música y al hacerlo parecía haber sacado a todos los presentes de aquel trance que los guió hacia el dojo.

    —Robada...— mencionó Kato en voz baja, imposible que llegara a oídos de los presentes. Después caminó hacia el soporte de espadas de madera y tomó dos de ellas; una para él y otra para Takeda. Arrojó una a Takeda y este la atrapó. Después Kato fijó la mirada en Togashi y Kuroki, tomó otra espada.

    —No he venido a entrenar, lo sabes perfectamente — dijo Takeda aun sosteniendo aquel bokken en sus manos, no lo arrojaría por el insulto; tampoco era tonto, estaba desarmado y lo que sea era mejor que soportar un enfrentamiento así.

    —Deberías ser capaz de tomar una vida incluso con una espada de madera; pero sabes que has sido derrotado, lo sabes mucho antes de iniciar el combate — decía Kato — Aun estás herido del día anterior; parece que sólo has venido a que yo termine algo que tú no eres capaz de hacer por ti mismo.

    Takeda sujetó el bokken en posición de ataque —Por favor no interrumpan el combate — mencionó Takeda a Togashi y Kuroki sin voltear, no le daría la espalda al enemigo.

    —Si intervienen no servirá de nada —mencionó Kato con ambos bokken en manos.

    Takeda inició el ataque; Kato simplemente negó al sólo ver la postura de ataque; no atacó con su técnica más fuerte, seguramente para primero analizar como combatía Kato, aquello fue un error.

    Kato recibió el impacto con la espada de madera en mano izquierda, demostrando su ventaja física al desviar la dirección del ataque de Takeda, con la espada en mano derecha golpeó la mano de Takeda obligando que este la soltara, desarmándolo por completo; para después atajar el primer golpe con la espada derecha a la boca del estómago de Takeda, sacándole el aire con el impacto y después rematar con un golpe con la espada izquierda al cuello.

    Takeda cayó desmayado, Kato lo contuvo en brazos para después observar a los dos presentes —No pienso matarlo, relajen su postura a menos que quieran acabar igual o peor.




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    rapuma

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    Kenzaburô

    Le extrañó que Takeda no cumpliera con su palabra; era alguien devoto a hacer lo que decía. Pero esa intranquilidad duró poco; el líder Minamoto estaba constantemente rodeado de samuráis, de Mao, Hideyoshi y Togashi. No había razón para preocuparse.

    Cuando Jiin subió las escaleras y nuevamente reinó el silencio, el ronin comprobó las ataduras de metal de Murai mientras éste hablaba. Alzó una ceja; él tampoco lo había pensado la verdad. ¿Ayame era un shinobi?

    —Entonces, ¿dices que Obata no es de confiar? Personalmente yo no confío en los ninjas; una cosa es matar de frente y otra bien distinta es hacerlo a traición y al amparo de la noche. Ése sujeto cuidó de él mucho tiempo, no entiendo cómo podría engañar a Takeda. —la pregunta no era como las que había hecho mientras le interrogaba; eran preguntas sin la enmarcacion necesaria para ser consideradas de interrogación. —Mi contacto me dijo Kaze era la única persona que podía dar con tu paradero pero que ni ella misma sabía dónde encontrarlo.

    Se separó de Murai al ver que los grilletes seguían estando resistentes en su sitio.

    —¿Que cosa podrías enseñarme estando atado de manos, brazos y cuello?

    La pregunta no era sarcástica ni buscaba ponerlo en ridículo. Simplemente le causaba curiosidad.
     
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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Mao/Masuyo Kobayashi
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    Recorrió todo el pasillo en busca de Matsuda, descartando la idea de revisar puerta por puerta para encontrarlo, no era idea interrumpir el sueño de los otros. Cuando volvió sobre sus pasos se percató de la presencia de Misato, la escuadriñó por un momento mientras se posicionaba a una distancia considerable de ella, respaldándose en la pared con los brazos cruzados. Entre todos los sentimientos que vivió en Tsu, aparte de la profunda pena de casi perder a Kenzaburo y la frustración por no haber podido lidiar solos con la situación, otro a destacar era la vergüenza que sintió por las palabras de Misato, mezclada también con la frustración e impotencia. No por que dijera que fueron unos imprudentes, en lo que tenía bastante razón, si no por que Mao le aconsejó con un valor de su familia, para luego ser ella misma quien fue en contra de sus propias palabras. Y al igual que por perder los estribos con Hideyoshi, sentía la necesidad de hacer algo al respecto.

    Soltó un suspiro pesado, apoyando la cabeza en la pared mientras cerraba los ojos. Matsuda no demoró en aparecer, como tampoco demoró en devolverse a su cuarto avergonzado por salir tan desaliñado, aquello le causó bastante gracia, pero el sentimiento no fue suficiente para esbozar una sonrisa.

    —Hey, Matsuda —se acercó sin molestarse en devolverle el saludo, a primera vista ya no se veía toda la fragilidad que demostró la noche anterior, pero era claro que eso no era cosa que se desvanecía con una siesta—, ¿sabes dónde está el viejo? —preguntó sin pensarlo siquiera, reparando de inmediato que aquel calificativo quedaba ambiguo a esas alturas—, digo, Kenzo, ¿Dónde está? —mantenía su rostro serio, pero su voz tenía un deje de ansiedad—, ¿lo sabes?, ¿crees que puedas llevarme con él?
     
    Última edición: 8 Diciembre 2020
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    Amelie

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    Mazmorra
    (Kenzaburo)

    Murai suspiró ante las palabras de Kenzaburo, como cuando un padre le ha explicado a su hijo varias veces algo y este sigue sin entender —Estoy diciendo que todos los que dedicamos nuestras vidas al ninjutsu mienten de uno u otra forma; para un ninja no hay vergüenza alguna en mentir, pues forma parte de nuestro deber para vencer al enemigo. Es como la lealtad de un samurai hacia su señor, es la única senda— su cuello tronó con el poco movimiento ejercido — La información es la mejor arma. Si no tienes ese poder de conocimiento, no importa que tan fuerte seas. ¿Por qué crees que hablo esto contigo? Si hablaba de conocimiento o sabiduría lo único que recibiría sería un golpe de parte de los salvajes Fujiwara; que creen que todo se soluciona gritando y golpeando.

     
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    Monpoke

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    Riku

    Respondí a la broma de Taiyo soltando un largo bostezo, no reacionando con gracia o ofensa a su broma. Sino desinteresado.

    Si lo pienso, igual dudo encontrar el momento para hablar con él. Donde sea se encuentre. Más su duelo contra Takeda, no lo siento oportubo molestarlo antes de eso.

    De todas formas, hay otra tarea que no contengo el deseo de seguir postergando ni un minuto más.

    Casi suelto mis pensamientos sin un segundo de consideración, siendo por lo justo logro mantener la boca cerrada.

    Le hago unas señas a Kirara que me acompañe fuera de la habitación, lejos de los oídos de Shinko.

    Matengo un tono de voz plano, indiferente de mi entorno, pero, para el que sepa mirar, notará una pequeña mirada de rabia en mis ojos. "Lo siento, no sabía si mencionarlo frente a Shinko. La verdad es, busco llevar acabo ese castigo cuanto antes. No me sienta seguir teniendolo con vida de reèn".

    Me detengo unos momentos al pensar en el castigo, una mirada a mí Katana me hizo pensar lo tedioso que sería llevarlo acabo. "Por cierto. ¿Me prestas ese Tanto para llevar hacerlo?".

    Todavía estaré en contra sobre la severidad del castigo planteado por Takeda, pero es mejor aceptarlo. Peor es dejarlo con vida.
     
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    Kuroki

    Mientras corría de techo en techo, pude ver de lejos el puerto, un sitio que honestamente había pasado totalmente por alto, no sabía si siquiera me daría tiempo ir allí pronto, había algo más importante, me estaba azotando de miedo y presión, seguramente este sería el mismo de Takeda o peor.
    No tardé en verlo a lejos, corriendo como poseído hacia el jodido Dojo. ¡¡El maldito Dojo!!
    —¡M-Maestro!—le hablé a lo lejos, pero no parecía escucharme, no tardé en percatarme que había alguien más cerca, era... ¿Togashi?

    Al ver el fin del camino, pues el Dojo, como había visto con suma dificultad una vez había venido con Takano, estaba separado de la ciudad, era imposible que siguiese en los edificios.
    Me vi obligado a bajar, rodando en el suelo para correr junto a Togashi, en ese momento escuché un extraño sonido, como una caja musical. ¿Que era eso? ¿Porque tenía un aura extraño?

    Para cuando me di cuenta, ya estábamos a la entrada del Dojo. Apenas si alcancé a divisar el letrero, pero no le di importancia, en cualquier otra circunstancia me habría gritado en no seguir adelante, pero no fue así. Cuando habíamos llegado era tarde, ya Takeda nos había ganado la carrera.
    Detuve mis pasos junto a Togashi, jadeando cansado por estar saltando y corriendo. No hubo ni tiempo ni momento de decir algo... Kato estaba ahí, y no tardaron en hablar, mientras la caja de música era silenciada ya, haciéndome salir de un extraño trance... Uno que hasta ese momento no sabía que tenía.
    ¿Acaso... También había sido influenciado por algo? ¿Eso es algo que me hace igual de patético como para venir a caer aquí?

    No hubo tiempo, Kato le arrojó un arma a Takeda, recordandome a cuando fui con los Tao y Matsuda contra los Yoshioka, la diferencia es que el miedo e incertidumbre eran palpables aquí.
    Ambos no nos recomendaron, si no que nos advirtieron que no teníamos que interferir.

    Así, el combate se hizo, pero Kato volvió a humillar a Takeda, para colmo noqueándolo con una facilidad aterradora.
    Yo solo gemí de shock y terror, jamás había visto tal nivel de maestría para con alguien. Al final, Kato nos miró, diciéndonos que no lo mataría, pero que relajáramos la postura, me quedé extrañado pero ya hasta tenía mi mano en mi Katana y tenia una pose de ofensiva, me sorprendí ante eso e inmediatamente retrocedi mientras dejaba esa pose.
    Trone por lo bajo mi lengua mientras miraba a un lado, soltando sin querer una lágrima para limpiarmelo con velocidad. No era tristeza, era frustración.
    Nuevamente ahí, sin saber que hacer. Pero por alguna razón, no estaba como en un inicio, paralizado del horror, algo estaba ahí, presente, que al menos me permitía reaccionar. Tanto así que miré a Kato.
    —Sentimos... Traer en tan deplorable estado a Takeda, intentamos detenerlo, ya sabíamos que esto pasaría—. Dije, con desánimo.

    Hablar así de tu líder... Que asco das.

    —Señor, solo... Digame, por favor—. Dije, mientras reverenciaba, no había que ser avispado para que se me notara el terror mientras avanzaba con severa tensión hacia ambos, deteniendome de todas formas a una distancia prudencial.
    >>Esa... Caja, la caja musical. No sé nada, se lo juro. Pero apreciaría que, s-si lo desea. Me contara que hay con ella, solo es... curiosidad.

    ¡¿Que estas haciendo Kuroki?! ¿Vas a preguntarle semejante cosa a Kato? ¿Lo que parecía ser la causa que casi rebanara por la mitad a Rengo?

    En este momento... Me maldecía no haber podido haber interactuado más en Tsu.
     
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    rapuma

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    Kenzaburô

    —Ser samurái al servicio de un señoe no conociste más que en apoyar al señor, dejar que él decida lo que es bueno y malo. —los párpados le picaban y se refrego los ojos antes de continuar. —Por eso no puedo decir que lo soy; constantemente corrijo a Takeda en lo que puedo permitirme. Cualquier otro señor me hubiera decapitado. Puede ser que ésa sea su debilidad como has dicho: confía mucho en las personas. Pero prefiero que esté rodeado de inexpertos que no dudarán en dar la vida por él. Prefiero eso a que le sigan ostentosos, presumidos y notables; estos ejemplos son los que al dar su vida por su señor, les tiemblan las piernas.

    Se rascó la nuez del cuello y lo miró de frente. Murai le parecía un hombre curioso, lleno de laberintos en su razón pero con un conocimiento profundo.

    —Te escucho, shinobi.
     
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