Kanagawa Kamakura

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 2 Noviembre 2020.

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    Amelie

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    Herbolaria ( Takano; Yuzuki; Rengo)

    Mao y Togashi habían entrado a la herbolaria; Kiba los observaba y sus movimientos parecían seguir los de Yuzuki, cuando esta tomó la katana Kika gruñío levemente sin levantarse, manteniendo a Rengo en aquel sueño que su falta de sangre lo obligaba a tomar. Pero la plática se convirtió en amena, haciendo que Kiba se tranquilizara y volviera a colocar su cabeza en el suelo, sin cerrar sus ojos.

    Cuando ellos se fueron sólo quedaba el ruido del carbón consumiéndose y del viento en el exterior, por ello fue sencillo distinguir el sonido de la mesa de madera dónde descansaba Takano, quien comenzaba a moverse lentamente, primero logró estirar sus manos las cuales tronaron al doblarse, así como también su espalda al sentarse a pesar de hacerlo lentamente. Era normal, no sólo había permanecido sin movimiento por un largo periodo sino que también su cuerpo había permanecido en tensión todo ese tiempo. Llevó sus manos a sus ojos pues aun veía algo borroso, frotó sus párpados y se detuvo haciendo una mueca de dolor, con su mano derecha recorrió la herida ya cerrada en su rostro, era larga y se sentía profunda, dejaría una cicatriz; pero por suerte su nariz seguía en una pieza. Miró a su pecho y al bajar la cabeza sintió un mareo por el movimiento abrupto, no podía distinguir la magnitud de la herida pero podía sentirla aun quemando en su pecho. A un lado estaba un pequeño pedazo de madera, no necesitaba enfocar su vista para entender lo que era; lo tomó entre sus dedos con naturalidad.

    Su fiebre había disminuido pero aun se encontraba cansado por ello, el veneno en verdad lo había hecho mas vulnerable que la simple herida expuesta. Miró a sus alrededores con lentitud, recordando que en aquel sitio estaban Kuroki, Shinrin y Yuzuki; logró ver a Kiba y sobre este reconoció a Rengo, no podía notar sus heridas por la visión limitada; después observó a Yuzuki y sonrió. Una sonrisa leve pero genuina, una que no pudo detener porque su mente no estaba activa por completo, no podía suprimir algo tan natural. Levantó su mano la cual temblaba, mostrando la pieza de shogi.

    —Otro tablero incompleto


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    Interior del catillo
    (Shinrin; Yin; Zeng; Ujihisa, Satou; Kuroki; Kohaku; Natsu; Misato; Hideyoshi; Tetsuo; Terunobu; Daichi; Togashi y Mao)

    Shinrin se alejaba cuando Kohaku logró interceptarla, se le notaba impaciente pero por cortesía no podía simplemente ignorar a aquel joven, le debía el favor, el ayudó a Rengo a llegar a la herbolaria. Además no pudo evitar sonreír al escuchar sus palabras, el tema de venenos y medicina siempre le había gustado y disfrutaba hablar con alguien que supiera de ello.

    —Es normal confundirlos; son parecidas en varios aspectos, también se administra de manera cutánea. La batracotoxina es más letal, si esta no creara síntomas al momento de la intoxicación, sería un veneno invisible; las personas podrían tenerlo sin darse cuenta, por suerte sus síntomas se hacen presentes al inicio, el debilitamiento del cuerpo, el sudor y el dolor de cabeza. Después de unos momentos desaparece y si se ignora, el veneno matará lentamente a la persona y lo hará sin que alguien pueda hacer algo al respecto, seguramente sabes que su tratamiento es a base de sanguijuelas y que si estas no actúan en el transcurso de la semana de intoxicación; la víctima tendrá su vida contada. La toxina que yo utilizo no es letal si se utiliza en las cantidades adecuadas, así es sólo molesta, esta toxina se llama bufotoxina y provoca los mismos síntomas que la batracotoxina, debilitamiento de cuerpo, sudor y dolor de cabeza; pero a diferencia de la batracotoxina, la bufotoxina mantiene activos los síntomas hasta que esta es curada y si se administra más veneno puede acrecentar los síntomas hasta provocar una completa parálisis, si las personas se mueven es que la dosis es la más baja. —miró al resto —Mañana enseñaré mis técnicas a aquellos que estén interesados en obtenerlas, les explicaré como fabricar la toxica y también cómo curarla. Por el momento no puedo mostrarte, debo atender a un asunto familiar antes. Por ahora descansa, ya mañana podremos hablar más a detalle. Pero puedo al menos decirte esto... —dijo mientras le entregaba un polvo negro envuelto en una tela amarilla —... esto es carbón activado; si alguien más falta de atender por bufotoxina, esto los ayudará; deben tragarlo aunque sea amargo y molesto a la garganta.

    Sin mas Shinrin salió a prisa de aquel edificio.

    Mientras tanto Satou seguía a Kuroki, su expresión cambió a preocupación por lo que decía, y aquel atisbo de alegría que mostraba sabía que era para los demás, no para él mismo. Miró a Matsuda; Daichi y Heya y afirmó ante Kuroki.

    Matsuda levantó la vista, estaba bastante desanimado; Takeda era su amigo y no supo ayudarlo en aquel momento, las palabras de Kuroki lo hicieron sonreír levemente y mientras este se alejaba a buscar la habitación, Satou y Matsuda se mantuvieron allí —Creo que todos necesitamos distraernos —mencionó Satou.

    Mientras tanto en el exterior, un sirviente guio a Togashi y a Mao por el castillo; para poder encontrarse con el resto. Avanzaron por los pasillos de aquel lugar, cubierto de vegetación la cual no era atendida por jardineros de corte; el sitio era hermoso pero mostraba grandes descuidos. Después de un rato pudieron encontrarse con el resto, quienes estaban en la sección de las habitaciones. Podían notar la desmotivación en el ambiente, pero ninguno parecía herido ni cansado, era evidente que ya habían sido atendidos por Shinrin, y ella no estaba por ningún lado aparentemente.




    Mazmorra
    (Takeda; Kirara; Riku; Kenzaburo; Jiin)

    Murai seguía sonriendo, no podía dejar de hacerlo; aquello le encantaba, y sabía perfectamente cual era su destino allí.

    —¿Qué soy débil? no — comenzó a decir con la mirada en alto a Kenzaburo —Pero no discutiré con alguien que no entiende el camino de la inteligencia, di lo que quieras de mi arte; insulta a cualquiera que se dedique al estudio del ninjutsu. No somos cobardes ni débiles; somos más fuertes y más peligrosos de lo que cualquier samurai o noble pueda entender —Sonrió, mostrando sus dientes ensangrentados —Quieren respuestas y eso lo entiendo, pobres de ustedes, tan ignorantes a todo; trataré de abrirles la mente, para que dejen de ser tan inocentes— mencionaba dirigiendo sus ojos a cada uno de los presentes —Hana... —miró hacia Takeda —Yo no tuve nada que ver con ella —volvió la vista a Kenzaburo —esa era la misión de Kawa, pero esa niña es una inútil; nada más está en el clan por su poder espiritual, pero nunca pudo sobrepasar el de Hana; a decir verdad, no sé quien la mató.

    El siguiente en avanzar a la celda fue Riku, Kirara escuchó sus palabras bastante confundida, no esperaba que Riku fuera a hablar en este interrogatorio; pero esperaba mucho menos la siguiente acción que hizo que Murai escupiera sangre; el hombre escuchó las palabras de Riku y volvió a reír frenéticamente, pero el sonido se perdió cuando el segundo impacto en las costillas lo hizo toser y soltar una queja.

    —Shinko —miraba a Riku, a pesar del dolor no bajó la mirada — ¿Por qué ir tras él? Porque debía terminar lo que empecé. Muchos Fujiwara murieron en la zanja; pero sabíamos que no eran todos, ¿Dónde se ocultaba el resto? —sonrió mientras jalaba las cadenas queriendo acercarse lo más posible a Riku provocándolo, desvió la vista a Kirara —Seguramente el niño sabría decirnos— pasó su lengua sobre su labio inferior removiendo la sangre impregnada —Fue valiente, soportó cada golpe, cada corte; pues no iba a delatar a su clan —Kirara comenzaba a apretar con fiereza sus puños, Murai lo notaba —Entonces hice una sugerencia en el interrogatorio, dejarlo ir. El animal herido siempre regresa a casa ¿no? Así podríamos seguirlo y encontrar su madriguera —comenzó a reír —Pero si lo dejábamos ir, hablaría; cantaría todo a su pequeña familia —miró a Kenzaburo — Yo sólo di la idea; pero creo que tu sabes muy bien quien fue el que hizo el interrogaría ¿No es así? —volvió a reir para regresar la mirada a Riku — Shinko regresó a casita, el animal herido ya nos había guiado, sólo me faltaba librarlo de su miseria. Para después encargarme del resto mientras lloraban su pérdida —Miró a Kirara —Debió haber tomado su vida como un buen samurai, tan frágiles que son los Fujiwara.

    Los ojos de Kirara estaban llenos de rabia y lágrimas que no querían caer; perdió el control y golpeó fuertemente a Murai mientras este seguía riendo. Él era la razón de el trauma de Shinko, no había sido simplemente un trauma por ver a su clan derrotado; había sido un traumo a base de torturas. ¿Cuánto tiempo estuvo sometido a ello? ¿Qué es lo que le habrán hecho?





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    rapuma

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    Kenzaburô

    Tomó por los brazos a Kirara y la jaló lejos de Murai, aplicando mucha presión en su agarre pero sin llegar a ser violento. El ronin no era alguien acostumbrado mucho al tacto, por lo que la empujó contra la puerta de entrada de la celda y se interpuso entre ella y el prisionero.

    —La violencia será ejercida siempre y cuando la vida de Murai no corra peligro. —la miró fijamente, con el entrecejo fruncido y los ojos listos para cortar a cualquiera con la mirada. También observó a Riku, dando a entender que las palabras eran para todos los presentes. —Tienes dos caminos a elegir en este momento: el primero es tener todo esto como un mal recuerdo y el segundo usar todo esto como una lección. Lección que a fin de cuentas tendremos que aprender para ser distintos a los Taira, que se basan en el terror y la muerte. Si queremos que Takeda llegue al poder tenemos que cambiar de pensamiento. De lo contrario seremos igual a la basura que intentamos quitar del medio. —miró ahora a Takeda. —Si no mostramos respeto por un enemigo desarmado no estamos cumpliendo el código samurái; es más, incluso estamos anteponiendo el camino de la venganza sobre el código de Buda.

    Lo cierto es que poco le importaba el destino de Murai, incluso podría matarlo ahora mismo si fuera por él. Pero ya no era un lobo solitario, ahora sus problemas y los problemas de los Minamoto caían sobre él. No quería dar rienda suelta a sus emociones cuando sabía que quizá eso lleve a Takeda hacia un camino oscuro que no estaba seguro si podría retornar de allí.

    —Me gustaría que los golpes se detuvieran por unos momentos. Si alguien tiene que sacar sus emociones físicas puedo hacerme cargo luego en un entrenamiento feroz. —volvió a mirar a Murai. —¿Tan peligroso te crees, shinobi? A mí lo que me pareces es un viejo derrotado que no pudo en una pelea uno contra uno sin tus artimañas.

    Lo jaló del cabello para inspeccionar su rostro. Un rostro que no creía haber visto jamás.

    —¿Te conozco, acaso? Porque siento que tú sí a mí. —lo soltó. —Y si no me equivoco conoces a mi antigüo maestro, Murai. Lo cuál no sería extraño... pero yo jamás lo ví en mis años de servicio al señor imperial Akishino. Lo único que sé es que se hizo un golpe de estado y fuí señalado como culpable. Y esta herida. —levantó el rostro y se movió un poco el kimono para mostrar la cicatriz que bajaba desde su mentón hasta las clavículas. —Me la hizo él. Quizá el nombre te suene: Kozaemon Tokubetsu. ¿Le conoces, verdad? ¿Cuál es su situación actual con los Taira? ¿Quién es? Sé que asesinó a su hijo, el cual debía tomar la vida de Hana Harima. ¿Cuál fue el motivo? ¿Para quien trabaja?

    Kenzaburô nunca levantaba la voz, al contrario. Hablaba despacio, entre dientes. Eso los obligaba a prestar atención, los ponía nerviosos.
     
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    Amelie

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    Amelie

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    Mazmorra
    (Takeda; Kirara; Riku; Kenzaburo; Jiin)

    Kirara ejerció resistencia al principio, después simplemente cedió, sabía que lo que hacía estaba mal. Se colocó a un lado de Riku, lo miró orgullosa de los golpes acomodados a Murai.

    Aquel hombre seguía jugando con las emociones de todos los presentes. El discurso de Kenzaburo fue certero y bastante sabio, Takeda afirmó avergonzado, recordando como había perdido el control en la herbolaria, sabía que debía controlarse.

    Murai escuchó a Kenzaburo con atención recargando su cuerpo en la fría pared de piedra, su sonrisa no se borraba, pero este no lo dejó descansar, tomándolo del cabello, Murai sólo negaba mientras sonreía —Te conozco, claro. Eras un Taira, por supuesto que sé de tus pasos, conozco tu fidelidad a una causa, tan frágil —no contestó a su provocación acerca de el combate uno a uno.

    Kirara se alejó de la celda y miró con confusión hacia Takeda, él sólo colocó su mano frente a él, para decirle con un simple ademán para que esperara. Jiin también se notaba confundido por aquella respuesta.

    —Una bella cicatriz — dijo con ironía para girar lo que pudo hacia Takeda y Jiin —Es más bonita la que hice en Takano— dijo provocando la reacción de asco en ambos, Jiin dio un paso adelante pero Takeda lo detuvo.

    —Conozco a tu maestro si, pero no conocía su nombre— dijo con verdadera intriga que no trató de ocultar —Ese hombre, maldición —dijo con una gran sonrisa —Así que tu maestro mandó a matar al primer enviado a la misión de asesinato —miró a Kenzaburo a los ojos —¿ El motivo de asesinar a su hijo? no lo sé, dímelo tú; pues al parecer maestro y alumno por igual son traidores —rio mientras miraba la katana que portaba Kenzaburo — Hace unos momentos te pude haber dicho que sirve a nuestro emperador; pero ahora veo que sólo obedece sus propios instintos.

    Murai miró hacia Takeda —¿Por qué tan callado Takeda? ¿No vas a preguntarme por qué maté a Hiro?

    Takeda avanzó para acercarse a Kenzaburo quien aun sostenía a Murai —No me interesa saber por qué lo mataste, sólo hay una cosa que quiero saber — miró hacia Kenzaburo y colocó su mano en su hombro, sus palabras lo habían reubicado, seguía sintiendo odio y frustración, pero entendía que ese no era el momento de externarlo, su maestro Hiro había dicho algo similar. No reprimir las emociones, sólo aprender a controlarlas.

    —¿Por qué los Taira estaban tan interesados en asesinar a Hana Harima?


     
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    Monpoke

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    Riku

    Podré considerar a Shinko un compañero, así como un poco de un rival.

    Firme en su desición en no traicionar y hablar. Leal a su clan hasta el final. A través de tortura y amenaza de muerte, no se doblo.

    No me deje controlar por la rabia. Lo golpee porque así lo quise, nada de algo relacionado al odio o venganza, solo no esperaba salirme un poco de la raya al golpearlo.

    Aún ahora, con todo lo dicho. Permanezco tranquilo en exterior e interior. No le mostraré mis emociones a este ser inmundo.

    Despreciable. Esa palabra se va quedando corta con èl.

    Contengo una leve carcajada al diálogo soltado por Kensaburó. Encontrando absurdo una simple oración de todo lo dicho. "Lamento arruinarlo. Esos códigos no me valen nada. No soy samurái". Digo lentamente mientras abandonó la celda, lo único que quería saber fue resuelto. Ahora me queda verlo muerto.

    Y si alguna vez se me pudo considerar un samurái. Quedó muy atrás en un Yo que quedó enterrado, olvidado. Evolucionando para bien o para mal a lo que soy ahora.
     
    Última edición: 2 Diciembre 2020
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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Mao/Masuyo Kobayashi
    Sección de habitaciones

    Caminaron por las oscuras calles de Kamakura en dirección al castillo, aunque parecían vacías le era imposible bajar la guardia, manteniendo la mano en el mango de su arma en todo momento. En la entrada del lugar encontraron a un sirviente que parecía haberlos estado esperando, al inicio le pareció extraño, pero supuso que se debía a que Takeda ya había llegado al lugar. Fueron guiados por el hombre a través de los corredores del jardín, el cual era tan hermoso como descuidado, dándole un aspecto salvaje a su parecer. Tomó su tiempo llegar a la sección de habitación, el sirviente los dejó tras llevarlos hasta ahí y Mao solo atinó a decir un simple "gracias". Todos eran rostros conocidos, unos más que otros, solo pensar en que debía aprenderse el nombre de todos lograba que entrecerrara sus ojos con fastidio.

    Y hablando de fastidios, cuando sus orbes amarillentos se toparon con la figura de Hideyoshi no pudo contener un bufido, apretando con fuerzas sus puños en el proceso, el enfado era evidente en su rostro. ¿Cuántas personas se habrían enterado de su apellido por su culpa? Era verdad que ella no les había advertido en su momento que lo mantuvieran en secreto, pero en esos momentos estaba lejos de ser consciente de aquella excusa, tan solo quería ir donde él para soltarle toda la palabrería que su enfado le exigía y advertirle de que no lo volviera hacer, poco le importaba si estaban los dos tipos del clan Azai.

    Soltó un chasquido para llevarse una mano a la frente, cabizbaja inhaló hondo soltando luego el aire con suavidad, el dolor de cabeza se había hecho más presente al enfadarse. En verdad estaba agotadísima y con sus pocas neuronas despiertas logró decidir dejar el asunto para el día siguiente, tan solo esperaba no arrepentirse luego por eso.

    Entonces sus ojos buscaron a quien en verdad deseaba ver hace ya un tiempo, pero no se veía por ningún lado, cosa que le sacó otro suspiro. Antes de siquiera preguntar dónde podría estar, optó por dar media vuelta y ver si estaba en las cercanías, no fue necesario esforzarse pues apenas dio un par de pasos el chico de cabellera cían se asomaba nuevamente por la sección de las habitaciones.

    —Kohaku...-kun —musitó apenas lo interceptó, agregando el honorífico a pesar de que hace meses había dejado de usarlos. Al igual que con Kenzo lo escuadriñó de pies a cabezas, asegurándose así de que el chico estaba bien, por lo menos físicamente—. Yuzuki... —hizo una pequeña pausa, donde se aclaró que sí su abrigo estaba en la herbolaria, de seguro estaba enterado de lo ocurrido— me dijo que tú abrigo ya estaba limpio, mañana ya estaría seco —continuó con visible cansancio en su voz, sus ojos entrecerrados y la postura descuidada también lo indicaban.

    Y otra vez el silencio, dándole espacio para que le contestara. El asunto de Kenzo y Kibo rondaba su cabeza, pero no parecía momento para hablarlo. Era más prioritario contarle que junto con Togashi estaban envenenados, tenía la leve esperanza de que supiera algo al respecto, no tenía otras opciones sin ver a un rostro desconocido que pudiera tomar como Shinrin.
     
    Última edición: 2 Diciembre 2020
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    Amelie

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    Mazmorra
    (Takeda; Kirara; Riku; Kenzaburo; Jiin)

    Kirara sujetó del brazo a Riku y sólo lo dijo hacia él —Pero eres un Fujiwara— la voz de Kirara no era en regaño, realmente estaba orgullosa de lo que había hecho Riku, a pesar de ser impulsivo con los golpes, era algo que ya parecía propio del clan.

    Murai le dedicó una gran sonrisa a Takeda, para después escupir a un lado —Esa es una pregunta que no me emociona responder, anda; sé que quieres preguntar por Hiro. A final de cuentas él fue el único que realmente te cuidó sin ningún interés de por medio. ¿Para que preguntar por tu madre? Ella nunca se preocupó por ti.

     
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    rapuma

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    Kenzaburô



    Miró por unos momentos a Riku sin decir nada; la sensación del hombre era una conocida ya por Kenzo en su pasado. Un hombre sin ataduras más de las necesarias para subsistir en un mundo caótico como lo era Japón.
    Echó un vistazo hacia atrás para observar a Jin y a Kirara, sobre todo para sopesar sus reacciones por lo dicho por Murai.

    —Hablas de Hiro como si fuera un puñal para los recuerdos. Me da gracia, ya que creo que es algo que te mortificará no solo en esta vida sino también en las que vienen. Mataste a tu propia sangre. ¿Y sabes cómo sé que aún eso te carcome por dentro? Porque recuerdo muy bien tus palabras en Kai, cuando suplantabas al hombre de los Fujiwara. "Matar a alguien de tu propia familia requiere mucho valor. Solo lo harás cuando sabes que no hay otro camino". Lo dijiste con mucha intensidad y recuerdo que luego te fuiste. No puedo juzgarte, no te conozco, y tampoco me interesa saber tus ambiciones. Pero estamos en bandos contrarios y mi resolución aquí es poner en el camino correcto a mi señor Takeda. —era la primera vez que Kenzo usaba el termino "señor" para referirse a Takeda. —Ya deja de intentar envenenar la mente de él cuando la única realmente envenenada es la tuya cuando las pesadillas de haber matado a tu propia sangre te atormentan día y noche.

    Se estaba alterando poco a poco y decidió suspirar para romper la tensión que se había formado en la celda. Apretó el mango de su katana.

    —Y mi señor te hizo una pregunta: ¿por qué los Taira querían asesinar a Hana Harima? —la pregunta fue como un gruñido. —¿Y dónde puedo encontrar a Kaze? —recordó las palabras de su informante. —Si no me puedes dar las respuestas de mi maestro, seguramente este sujeto sí.
     
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    Amelie

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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Natsu Gotho

    Todo había pasado frente a sus ojos de una forma meramente rápida, no alcanzando siquiera a girar para levantar a Rengo en cuanto éste se desfalleció en el suelo mientras se dedicaba él, a abrir la puerta de la herbolaria, no alcanzando a curar a Kuroki sobre la molesta que notó, y le causaba la herida en el hombro, recibiendo después otras "gracias" de aquella mujer que le resultaba particularmente fastidiosa, recordándole nuevamente aquel término que sentía tan lejano y ahora, lo había recibido más de tres veces en un mismo día.

    Desagradable.

    Extraño.

    Ajeno.

    Guardó silencio durante su corto tiempo dentro de la herbolaria, dejando pasar el discurso de nombres que le resultaban básicamente irreconocibles, terminó metido en el mundo de su cabeza al ver seguro el hecho de dejar a Rengo con ellos y encaminarse al castillo, con otros, dejando de escuchar las voces en su cabeza, al igual que el cese en el palpitar de la espada del viejo. Aquella prefectura se le asemejaba a un cuadro perfectamente pintado, de esos que no deben ser perturbados. El frío clima se deslizaba por su piel a cada paso, escuchando las voces de los chicos al susurrar de aquí para allá, manteniéndose distante hasta llegar al castillo, observando sin interés particular la arquitectura del mismo al continuar por los largos pasillos, hasta que echaron toda la retahíla del sitio en general, optando por distanciarse del resto en dirección a los baños.

    Se desvistió, hundiéndose en las aguas calientes para erradicar la sangre seca, manteniéndose recostado contra la madera al volver a la superficie, exhalando el vapor que se le colaba por los pulmones, parpadeando con aquella parsimonia innata.

    En cuanto se sintió lo suficientemente limpio, salió de los baños con un Kimono nuevo, que tomó entre los que estaban exhibidos, en dirección a las habitaciones.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Yuzuki Minami
    Herbolaria

    La reverencia de la chica la tomó por sorpresa, haciéndola detener sus movimientos por completo, como si se hubiese quedado congelada de repente.

    Gracias, en verdad gracias.

    Estoy profundamente agradecida por tu ayuda en Tsu.

    Las palabras de la muchacha lograron hacer que una sonrisa se le formara en el rostro cansado. No estaba agradeciéndole por haberla ayudado a ella, porque solo le había dicho que hiciera presión sobre su herida, el agradecimiento era porque había atendido a su compañero y lo sabía.
    Negó suavemente con la cabeza, como diciendo "No hay nada que agradecer".

    Cuídalos bien.

    No lo dudes, hombre.

    —Vayan con cuidado —murmuró aunque ya Togashi había cerrado la puerta.

    Había seguido con lo que estaba, guardando al final le veneno que había terminado de preparar en unos frascos que sacó de los cajones de Shinrin y estaba por volver a tomar las agujas con bufotoxina cuando escuchó el movimiento de la mesa. Detalló sus movimientos con el rabillo del ojo, como un eterno vigía, y no fue hasta que notó que había logrado sentarse que se giró para mirarlo apropiadamente.

    Arrugó los gestos cuando se enjuagó los ojos, anticipándose al dolor que iba a arrojarle la herida encima. Lo vio bajar la vista a la herida del pecho y al final tomó la pieza de shogi, sin siquiera pararse a preguntar qué hacía allí.
    Cuando posó la vista en ella por fin y le sonrió se le escapó un suspiro, era casi de alivio, y tampoco pudo contener la sonrisa que se le formó en los labios cuando alzó la mano con la pieza de shogi.

    —¿Vas a tener cicatrices sobre las cicatrices y lo primero que me sueltas luego de casi morirte es sobre un tablero incompleto? —Se le escapó una risa nasal—. El bosque me hizo girar en círculos en torno a los Harima.

    Como una maldita tortura.

    Se acercó a la mesa de nuevo, estiró la mano hasta alcanzar su rostro, sujetándolo por el lado sano, y observó la herida con detenimiento asegurándose que de que no se hubiese hecho más daño cuando se enjuagó los ojos al despertar. Un poco también fue como grabársela a fuego en la memoria, todavía viva, sin cicatrizar. Lo soltó con cuidado pero permaneció a su lado.

    —Sigue descansando, lo necesitas para que las heridas cicatricen bien.
     
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    Monpoke

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    Riku

    Unas simples palabras fue suficiente para regresar mi mente a donde debería estar y concentrarse en el ahora. Mis labios se curvan en una pequeña sonrisa no pudiendo evitar esta emoción. "Lo se. Y eso me es suficiente".

    Vuelvo a enfocar mi atención en Murai que va mostrando terquedad al hablar, saber que no sera castigado pudo darle algo de atrevimiento. Olvidando la posición en la cual se encuentra y continuar jugando con todos.

    Este interrogatorio pronto llegara a su fin y Murai dejará de ser útil. Da igual si lo hago por mano propia, me asegurare de no dejar nada de esa sonrisa a su muerte.

    Ahora llego a entender el porque él asesinaba de esa forma. Morir sonriendo, no es algo que se pueda permitir a este tipo de sabandijas.

    No le daré esa satisfacción. Que, a pesar de todo, sonría como si fuera el victorioso.
     
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    Amelie

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    Herbolaria ( Takano; Yuzuki; Rengo)

    Observó la pieza mientras escuchaba la risa de Yuzuki; intentando enfocar, pero la mano de ella lo hizo levantar la mirada, él también tomó su mano, no para apartarla, sólo fue un movimiento para reconfortarla. Entendía la preocupación que sentía, ya la había visto así en Iwakura, dónde le dijo que no quería volverlo a ver así; y allí estaban de nuevo, en la misma situación. Alejó su mano antes de que ella también lo hiciera; la verdad es que estaba agradecido de que la situación no fuera al revés, pues el sabía que era inútil cuando de heridas se trataba. Volvió a enfocar la vista a la pieza de shogi, reconociendo los caracteres.

    "El bosque me hizo girar en círculos en torno a los Harima"

    —Tú también debes descansar — dijo girando el cuerpo lentamente para dejar caer sus piernas al borde de la mesa; reparó en la ropa que lo cubría, era de Natsu. Lo dobló y dejó en la mesa para después sacudir un poco las piernas las cuales también tronaron, se levantó con calma, recargándose en la misma mesa para no caer; al sentir que podía sostenerse por su cuenta caminó despacio por la herbolaria con un ligero cojeo debido a su entumecimiento; llegó a una esquina dónde deslizó una puerta para mostrar el estante que contenía varios futones en su interior. Si su mente estuviera afilada como siempre, podría haber notado la saya de la katana de Murai en una mesa a su lado, pero no lo hizo. Caminó con cuidado para extender los futones alrededor del fogón, eran tres; reavivó la llama colocando más carbón a quemar.

    Avanzó hacia Yuzuki y la abrazó —Perdón por preocuparte de nuevo —se mantuvo en aquel abrazo. La había visto llorar sobre de él sin poder hacer o decir nada, aquello había sido difícil, ese era su último recuerdo antes de volver a dormir profundamente debido a los delirios de la fiebre —No quería morir, me aferré hasta el último aliento.


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    Interior del catillo
    (Shinrin; Yin; Zeng; Ujihisa, Satou; Kuroki; Kohaku; Natsu; Misato; Hideyoshi; Tetsuo; Terunobu; Daichi; Togashi y Mao)

    Dos sirvientes se adentraron al área de habitaciones; traían varias bandejas con alimentos en una pequeña mesa con ruedas, lentamente fueron colocando las charolas en un círculo, en cada una había un tazón de arroz, un vaso vacío para poder servirse el té y varias hojas de alga con otro tazón de encurtidos diversos. Era una cena decente; pero muy por debajo de un alimento digno de un castillo como ese.

    Los hombres hicieron una reverencia antes de retirarse.




    Mazmorra
    (Takeda; Kirara; Riku; Kenzaburo; Jiin)

    Murai escuchó el sermón de Kenzaburo con la mirada fija en él, la sonrisa desapareció poco a poco —Entonces dices que eso me atormenta — mencionó para después mirar a Takeda —¿Tú que dices, Takeda?

    Takeda no contestó, se quedó estoico observándolo, mostrándole indiferencia, sólo esperando que este respondiera las preguntas de Kenzaburo. Murai miró a Jiin quien tampoco parecía ceder, por último miró a Kirara, sonriéndole a Riku mientras este hablaba.

    Respiró agitado, visiblemente molesto clavó la mirada nuevamente en Kenzaburo, el causante de la aparente calma en los presentes, detestaba cuando alguien le quitaba una victoria que el creía asegurada — Hana —miró al suelo en derrota — Mantenía sellada una espada, una bastante poderosa, una que debería estar en posesión de los Taira y no de los Harima ¿Quieres hablar de verdaderas injusticias en combate? hablemos del uso de objetos espirituales, eso es injusto. Mis venenos vienen de mi mente e inteligencia, los usos de estos también. Pero enfrentarse a objetos espirituales que pueden incrementar tu fuerza, eso es un tema que jamás me interesó. Kawa le prometió ese poder a los Taira, decía ser capaz de hablar con el Dios de la muerte, Hana se los negó en su momento cuando aun vivía en Kyoto. Malditos espiritistas, con sus talismanes y trucos sucios.

    Aquello resonó en Takeda, y miró a Kenzaburo, sabía que esto comenzaba a ligarse con todos los eventos que sucedían en Tsu.

    —Kaze— sonrió —también es un ninja de alta categoría; no sé dónde está, yo podría encontrarlo con facilidad pero...—sacudió sus manos haciendo sonar sus cadenas.




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    Zireael

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    Yuzuki Minami
    Herbolaria

    Era innegable, cuando él llevó la mano a la suya se le sosegó el corazón, como si a pesar de todo no se hubiese terminado de creer que estaba vivo hasta ese momento. Estaba vivo.

    —Estoy bien —murmuró en respuesta a lo de que debía descansar también. Era capaz de ignorar las propias exigencias de su cuerpo agotado de ser necesario.

    Lo siguió con la vista mientras bajaba de la mesa a su ritmo, con movimientos lentos, pesados. No se movió de su lugar cuando lo vio caminar por la herbolaria hasta el estante con los futones, que dispuso frente al fogón.
    Solo verlos le lanzó la oleada de sueño encima de nuevo.

    Cuando regresó sobre sus pasos hacia ella estuvo por dar un paso atrás, sin saber muy bien por qué, y cuando la abrazó el cuerpo se le tensó unos instantes antes de relajarse. Ella lo había abrazado en Shizuoka, sí, pero no esperaba que él tuviera la iniciativa de hacerlo.

    Sintió que los ojos se le cristalizaban de nuevo, pero contuvo las lágrimas porque ciertamente ya había llorado lo suficiente. Correspondió al gesto, lo rodeó suavemente con los brazos, sin aplicar fuerza en realidad para no ir a lastimarle la herida del pecho y apoyó la cabeza a la altura de su hombro.

    —Pasa que tengo un don para transformar las pesadillas en realidad —murmuró un poco de mala gana—. Debería cerrar la boca de vez en cuando.

    Deslizó las manos por su espalda, dedicándole una caricia que fue casi un arrullo realmente.

    —Estás vivo y eso es lo que importa. —Deshizo el abrazo con cuidado, para luego empujarlo de regreso a donde había colocado los futones—. Ahora acuéstate de una vez.

    Se puso en marcha de nuevo, buscó entre las cosas de Shinrin, tomó un vaso, sirvió algo de agua y se lo dio a Takano, recordando lo que había dicho Shinrin de que debía tener sed, antes de dirigirse a Rengo y Kiba.

    —Permiso, permiso —le habló al lobo con voz suave y se las arregló, despacio para no hacerle daño, para arrastrar al muchacho al futón. Le corrió el cabello del rostro con un mimo casi maternal antes de hablarle a Kiba de nuevo—. Sigue durmiendo con él. Le viene bien algo de calor extra.

    Cuando se levantó clavó la vista en Takano, severa, con los brazos cruzados bajo el pecho. No pensaba ni hacer el intento de descansar si no lo veía acostarse primero.
    En cualquier caso, dejó de mirarlo para tan siquiera sacarse las katanas y el carcaj de encima, dejándolos a mano, con la malicia de siempre mientras esperaba a que él se acomodara.
     
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    rapuma

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    Kenzaburô

    También miró a Takeda luego de la información soltada por Murai. Lo llevó lejos de él, junto con Jin, Riku y Kirara.

    —Dice la verdad. No sabe quién mató a Hana, lo siento. —miró a Takeda. —Pero la espada que protegía está desaparecida. —y en un momento de lucidez se acordó de Shiryu, el coleccionista de espadas. Según la carta de Ayame, su informante, el coleccionista entró en cólera al descubrir el fallecimiento de la mujer. El ronin se giró y volvió a entrar a la celda.

    —El destino de esa espada, ¿dónde se encuentra? ¿Cuál era tu misión en Tsu? ¿Tenía algo que ver con Shiryu, el coleccionista de espadas?

    Su mente iba muy deprisa.

    —¿Cuántos Tairas hay desplazados por Japón en busca de Tekeda? Necesito sus nombres y localizaciones.
     
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    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Togashi

    Castillo. Zona de habitaciones


    Fueron recibidos por un sirviente a las puertas del imponente castillo. Togashi alzó la mirada para observar la estructura alzándose como una montaña negra en el corazón de las nubes teñidas de luz de luna. Casi parecía una bestia de sombras que abría la boca para devorarlos, y por un momento se preguntó si en ese lugar se encontraría la persona a la que estaban buscando, a aquella que todos conocían con el nombre de Kato Harima, el tío de Takeda. Le resultaba llamativo que los estuvieran recibiendo como si nada, aunque tal vez los estaba ayudando el hecho de tener un Taira como prisionero.

    “Nada nos asegura que no estén aliados” pensaba para sus adentros, mientras junto a Mao escoltaban al sirviente. Recordaba haber visto, en el bosque, mensajes relativos a unas entidades, los demonios carmesí. Por algún motivo asociaba eso con el clan que quería exterminar a los Minamoto. “Pero aliados o no, carmesíes o negros, tendremos que tener la espada preparada. Para lo que se nos venga encima, a saber qué…”

    Llegaron al interior del castillo. Togashi soportaba con gestos de molestia el veneno, pero sus efectos se mostraban mucho más pronunciados en Mao, que se llevaba la mano a la frente, bostezaba y mostraba un evidente cansancio. Él no pudo evitar sentir preocupación, aun sabiendo que la relación entre ambos era meramente cordial, porque estaban cobijados por el emblema de un mismo clan; sintió la tentación de decirle que todo iba a estar bien, que no se preocupara, pero se abstuvo. No era su hermano mayor, sólo apenas un conocido. Cerró los ojos y dejó escapar un leve suspiro, avergonzado.

    Tras recorrer el castillo, lograron encontrarse con el dueño de la piel de lobo: Kohaku . Ahí supo Togashi por qué no podía recordar su rostro, pues era el sujeto de la máscara. Mao le dijo lo que su prenda ya estaba limpia. Saludó al joven con una inclinación de cabeza.

    Soy Togashi —se presentó por si acaso, por si no recordaban su nombre—. Takano y Rengo se están recuperando bien, Yuzuki los mantiene a salvo —añadió—. Por otra parte, ¿sabes dónde podemos dar con la herborista? Nos dijeron que se encontraba en este castillo. Pues ambos tenemos un veneno en nuestro cuerpo y necesitamos quitárnoslo de encima. Creo que es de rana.

    Cuando terminó de hablar, vio a dos sirvientes recorriendo la zona con bandejas de comida.
     
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    John Whitelocke

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    Interior del castillo

    Se quitó las sandalias y al poco tiempo le dieron para consumir un gránulo oscuro, el cual se tragó con pocas ganas pero esperanzado en recuperar su salud. La zona les ofrecía unas maravillas visuales bastante inusuales para la región del Japón. Empezó a sentirse mareado pero ya luego estaba mejor, el efecto del veneno estaría cediendo, y su cuerpo recuperando sus valores normales.

    Shinrin les indicó por donde andar y con sutileza por donde no. Baños, habitaciones, y poca gente alrededor. Creía que por fin podría descansar un poco. Incensarios, té, ollas, carbón, entre otras comodidades y recursos.

    Se topó con Mao, quien no parecía muy alegre de verle. Sonrió ante ella, era solo una niña después de todo.

    "Kobayashi, siempre tan temperamental, aunque no lo demuestres", pensaba mientras sonreía.

    Pronto llegaron sus mejores amigos, junto con Kenzo, que eran Tetsuo y Terunobu.

    —Temía por ti, veo que lo has logrado. Me alegro—lo decía por Teru, que de su paradero no había tenido noticias hasta que lo vio—. Miren esto—señalando—, ¡carbón! Sí, carbón. Hacía rato que no pensaba en poder tener un acogedor y cálido descanso al calor que puede ofrecer el carbón, sin duda un lujo que debemos agradecer a los chinos, que son menos inútiles y bárbaros de lo que alguna vez creí.

    Esperaron a que terminara de hablar nimiedades para comentarle los asuntos referidos a las posibles traiciones dentro del clan extendido que habían formado con los Azai, Fujiwara y Tao.

    —Yami no era el traidor, Yami está muerto. Y Natsu aún es una persona para desconfiar. Todavía no ha respondido que sucedió aquella noche en que murió la madre de Takeda, la misma noche que él desapareció, ¿me siguen?—los miraba atentamente, esperando que comprendieran sin muchas explicaciones—. Respecto al chico, creo que no deben preocuparse tanto. Su máscara resultó ser un símbolo de la tradición de su pueblo, nada más. Mi impresión sobre él puede que haya sido exagerada. No le quiten el ojo a Natsu, y no confíen del todo en los residentes de este castillo. No olvidemos que conocen mejor a los Harima que a los Minamoto.

    Pudo notar, al mirar hacia un costado, que mientras hablaba cómodamente sobre los cojines de su habitación con sus dos compañeros, Kuroki espiaba desde lejos, y parecía muy interesado en lo que estaban hablando.

    —A ese ténganlo vigilado también, en realidad, no puedo asegurarles que deban confiar en nadie más que en Takeda mismo y Kenzo, además de mí. Mantengan los ojos abiertos, y recuerden, Natsu es el principal sospechoso del asesinato de la madre de Takeda.

    Dos sirvientes se adentraron con bandejas de alimentos en una pequeña mesa con ruedas. Fueron colocando las charolas en un círculo, en cada una había un tazón de arroz, un vaso vacío para poder servirse el té y varias hojas de alga con otro tazón de encurtidos diversos.

    —Comamos, y luego dormiremos, si les parece, los tres podemos compartir la habitación. Será mejor que no estemos solos en las habitaciones. No podemos fiarnos del todo, esto sigue siendo Kamakura.

    Empezó con el tazón de arroz.
     
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    Amelie

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    Amelie

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    Herbolaria (Takano; Yuzuki; Rengo)

    Takano recibió el vaso con agua con sus manos aun temblorosas, lo bebió enseguida para después observar sus acciones con Rengo, Yuzuki lo arrastró sin que este despertara, no le parecía extraño; Rengo siempre había tenido sueño pesado, se sentó para dejar el vaso a un lado, tratando de arreglar la cronología en su cabeza; pues sus memorias estaban confusas. Recordó como se separó de Natsu, la revelación de Murai y su ataque. El como casi arrastrándose se dirigió a la celda. De ahí en adelante todo le era confuso, no entendía que había sido alucinación y que había sido realidad.

    —No haré nada imprudente, en este estado seré más un estorbo si busco al resto; eso lo sé— Se acomodó en el futón para mirar hacia el techo —Pero debo saber, ¿Hay noticias de Kato? Sé que no debo preocuparme, si Shinrin no está aquí sé que es ella quien está lidiando con este asunto. Aun así estoy intranquilo.


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    Interior del catillo
    (Yin; Zeng; Ujihisa, Satou; Kuroki; Kohaku; Natsu; Misato; Hideyoshi; Tetsuo; Terunobu; Daichi; Togashi y Mao)

    La comida fue servida pero no por ello el ánimo mejoraba, mientras Yin trataba de pensar en una leyenda que contar mientras se comía; Hideyoshi hizo una declaración a la cual Tetsuo pareció reir.

    "¡carbón! Sí, carbón... sin duda un lujo que debemos agradecer a los chinos, que son menos inútiles y bárbaros de lo que alguna vez creí"

    Yin frunció el ceño, algo que no había hecho en mucho tiempo; Zeng miró a Hideyoshi con su expresión tan seria como siempre, mientras Ujihisa parecía asesinar con la mirada a Tetsuo quien reía ante el comentario de Hideyoshi. Terunobu se mantenía serio, el estaba siempre a favor de los Azai; pero no reía con sus pláticas personales, eso era una descortesía ante la nobleza.

    Tetsuo miró la comida y se lamentó no ver una jarra con sake —Brindaría por tu alianza —mencionó hacia Hideyoshi —Pero no lo haré con agua o té —siguió riendo mientras Zeng se acercaba al grupo, Yin lo detuvo del hombro pero este lo empujó.

    —Intenté detenerlo —mencionó Yin hacia Satou, quien miraba a Zeng preocupado, sabía en su interior que Yin sólo hizo ese movimiento por inercia, pues el también estaba ofendido.

    Zeng agitó la manga de su ostentosa túnica hacia atrás; un ademán que mostraba inconformismo ante las palabras expresadas. ¿Pero que iba a saber Hideyoshi de cortesía?

    —Inútiles y bárbaros; aun así tu pueblo toma nuestra comida —señaló las charolas —nuestra arquitectura —señaló las paredes del castillo —incluso nuestras doctrinas y medicina— miró a Hideyoshi, no planeaba tocarlo, así que llevó sus manos detrás de su espalda, en acto de descanso corporal —Incluso su lenguaje proviene del nuestro —lo miró con asco —Eres tú, uno de los aristócratas del clan Minamoto; carente de crianza materna —un insulto fuerte en China —¿Qué puedo esperar de la diplomacia de los Minamoto ahora que veo como se habla de mi gente? —le dio la espalda —Quien no respeta sus raíces no merece ser escuchado, no voy a perder mi sangre a un lado de personas que desprecian a mi pueblo—miró a Yin, Satou y Ujihisa —Esperaba mucho más de este clan.

    Yin se acercó a Zeng extendió sus brazos frente a su rostro, juntó sus dedos e inclinó su rostro para hacer una reverencia formal, muy distinta a la reverencia en Japón. Zeng se alejó del resto, mirada al frente y manos a su espalda, entró a una de las habitaciones y deslizó la puerta con gran molestia.

    Yin miró a Satou —Entendemos que te quedarás; no tienes que disculparte, el clan Tao te libera de cualquier deuda que crees deba saldarse— después se dirigió hacia Misato, con la persona con la que más había conversado del clan —Señorita Aoyama; traté de ser profundamente respetuoso, pues estoy en sus tierras y considero prudente respetar y valorar su cultura; me apena que por incidentes tan bajos debamos separar nuestros caminos —Volvió a hacer aquella reverencia, muy distinta a la japonesa. No dijo nada más, aquello lo había afectado profundamente, y mantendría siempre su respeto primero con su familia.

    Yin siguió a Zeng, Ujihisa miró a Hideyoshi —Para ser un adulto tienes la boca de un niño; si tu lengua habla por el clan, deberías aprender a controlarla— se giró no sin antes rematar — Creo que una disculpa formal será recibida si no quieren perder esta alianza; el castigo correrá por decisión de mi señor.




    Mazmorra
    (Takeda; Kirara; Riku; Kenzaburo; Jiin)

    Murai comenzó a reír nuevamente, negó con velocidad mientras seguía riéndose —¿En verdad crees que te voy a decir dónde está la espada? —Mi misión en Tsu era esperar a uno de mis alumnos con valiosa información, pero alguien lo mató —seguía riéndose —Era alguien inteligente, demasiado para el gusto de los Taira, iba a ayudarlo pero tu te encargaste de su destino, si no fuera por como defiendes al pequeño Takeda, pensaría que aun eres un Taira.

    Después se quedó pensando unos momentos, mientras afirmaba —No sé a que coleccionista de espadas te refieres; y yo no soy el hombre al que debes preguntarle de las estrategias de Akishino, yo no estaba tan arriba en su círculo como para saber a dónde manda a sus piezas; yo sólo soy una de ellas —Comenzó a toser sangre violéntamente, hasta que su peso quedó suspendido en las cadenas, se había desmayado.




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    Kaisa Morinachi

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    Mao/Masuyo Kobayashi
    Sección de habitaciones

    Se cruzó de brazos con clara tensión en cuanto Togashi se acercó a ellos, ¿había escuchado mal? Dioses, como deseaba haber escuchado mal, pero la carcajada no demoró en perforar sus oídos, logrando tensar sus puños y casi parecía haberse encogido ahí mismo. Sentía su corazón bombear con fuerza, como si estuviera al lado de su oreja, un subidón de adrenalina que hasta parecía estar a punto de enfrentarse a una batalla por su vida. Guardó silencio, con la vista clavada en el suelo.

    ¿Lo sabía, no? Claro que lo sabía, podía llegar a ser un verdadero idiota, pero no era ignorante. Lo había dicho fuerte y claro, sin ningún tipo de remordimiento, sabía perfectamente de dónde provenían esos nuevos integrantes que trajo Kuroki consigo y no se contuvo ni un poco con su claro menosprecio. Eso solo lograba hacerle hervir más la sangre.

    Aún de brazos cruzados, sin mover de posición sus pies, volteó a ver por sobre su hombro en cuanto la voz de Zeng hizo presencia en el minúsculo silencio. Su mirada fulminante se posó sin vacilar en Hideyoshi, su respiración se estaba volviendo pesada y tenía los nudillos casi blancos. Comidas, medicinas, bailes y hasta algunos cantos que en su momento el abuelo que nunca conoció adaptó al japonés, lograba conectar con las palabras del sujeto y eso solo lograba que el asunto ya no tan solo la enfureciera, dolía, más aún cuando el recuerdo de su madre se volvía más vivido de repente.

    En verdad había metido la pata, demasiado hondo. Inspiró profundo con rapidez, conteniendo el aire en su interior en cuanto Zeng mencionó no luchar junto quienes despreciaban a su pueblo. No los conocía de nada, no tenía ningún sentimiento hacia ellos más allá de la normal desconfianza, pero dolía, que los dejarán por esa situación dolía. Y se sentía sumamente humillada de pertenecer al mismo clan de Hideyoshi, aún más enfada de que Takeda dependiera en parte de alguien que cayó tan bajo.

    Y entonces el Clan Tao se marchó a sus aposentos, dejando un ambiente que a sus ojos era lo más tenso que había visto en mucho tiempo.

    —Disculpen —musitó con la voz sumamente grave y calma, a pesar de tener el corazón frenético y chispeantes los ojos.

    Caminó con una postura perfecta, pasos insonorizados, sin despegar la vista de quién había desatado todo. El cansancio estaba, pero ya no era consciente de él. Se detuvo aún par de pasos frente al trío, llevó su mirada a Terunobu, pasando por Tetsuo y terminó por sostener la de Hideyoshi. Apretó los puños con fuerza, contuvo un gruñido y dejó pasar la decena de insultos que se le ocurrían por la mente. Como deseaba voltearle la cara de un manotazo.

    Pero no, no iba a darle más motivos al representante de los Soga para seguir menospreciándolos. Hizo un chasquido.

    —Así que tú eres nuestro representante —soltó con voz firme, fuerte, a un tono bastante audible sin llegar a gritar. Sonaba más grave de lo que se había oído nunca, y con su típica forma de vestir ropas holgadas, hasta costaba diferenciar si frente a ellos había un mocoso o una niñata—. Has caído tan bajo, Hideyoshi —contuvo a penas cualquier calificativo denigrante—. El Clan apenas está resurgiendo, nos enfrentamos a un enemigo cien veces mayor y tú... —en las últimas palabras logró filtrarse el tono furioso, no así ruidoso, provocando que tensara a un más sus puños y entornara la vista furiosa—. Tú tan solo arruinas una alianza, en estos momentos fundamentales, ¿para qué? ¿Para sentirte superior?

    No se contuvo y agarró la parte de arriba del kimono ajeno con fuerza, acercándolo un poco hacia ella mientras se ponía de puntillas.

    >> ¿A caso tan poco orgullo tienes que necesitas denigrar a los otros para sentirte útil? —siseó, soltándolo después sin cuidado para alejarse un paso, sin quitarle la vista de encima—. No importa si vienen de una familia llena de lujos —habló mirando por un instante a Tetsuo—, o si salieron del pueblo más decadente de Japón, ahora mismo todas las piezas son fundamentales para lograr siquiera ser una pequeña amenaza frente a los Taira, y por consiguiente todos debemos ser tratados con respeto. Hasta los cabeza hueca que solo saben usar palabras bonitas —finalizó sin especificar en ningún momento a alguien.

    Dio la última mirada a los otros dos y soltó un bufido molesto, para luego voltearse dispuesta a mantenerse lo más lejos posible del vejestorio. Entonces lo recordó, el asunto pendiente, por lo que lo miró una última vez por sobre el hombro.

    —Y ni se te pase por la cabeza llamarme de otra forma que no sea Mao, como te atrevas... —guardó silencio un momento, casi pensando en la estupidez que iba a decir, pero ya todo el raciocinio se le había ido en el otro discurso—, nuestra discusión ya no será solo con palabras.

    Y sin nada más que agregarle, volvió con el pasó firme y calmo hasta donde estaban Kohaku y Togashi. Una vez ahí aún sentía el corazón palpitándole en los oídos, cabizbaja sentía sus piernas tan debilitadas que juraría que temblaban ligeramente. Se abrazó así misma y no dijo ni una sola palabra más.
     
    Última edición: 3 Diciembre 2020
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