Kanagawa Kamakura

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 2 Noviembre 2020.

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    Monpoke

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    Riku
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    La mención de una habitación donde pueda dormir cómodamente me hubiera atrapado en cualquier otro día.

    Días de dormir en el suelo me exigen aceptar rápidamente esa oferta. Pero hoy no, al menos por la siguiente hora.

    Aún está este Taira por aquí. Amarrado, amordazado y herido. Me parece insuficiente. Su presencia me inquieta, por suerte se resuelve fácil.

    "Los acompaño". Mencionó en un susurro al ir junto a Kirara y Takeda a hacía la mazmorra. Le doy una rápida mirada y compruebo a Murai, antes de regresar la vista al frente. "No estaré tranquilo hasta verlo muerto. Espero poder ayudarles un poco".

    ¿Querer escuchar la información sacada de la tortura? Negativo. Podré llegar a escucharla las veces que quiera, da igual si mantedrè esas palabras por menos de un día.

    Lo quiero muerto. Así de simple.

    "Ah". En un rápido recuerdo de una de mis necesidades me hace querer preguntárselo Ryohei, quien guía el camino a la mazmorra. "Disculpe la pregunta descuidada. ¿Pero hay alguien aquí que pueda darle un vistazo a mí katana?".

    Tor-tu-ra. Tor-tu-ra. ¡Tor-tu-ra!
     
    Última edición: 30 Noviembre 2020
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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Mao/Masuyo Kobayashi
    Entrada a Kamakura

    Durante el tiempo en la fogata fue incapaz de percibir las sutiles reacciones de Togashi debido a su somnoliencia, centrando la atención que le quedaba en escuchar los alrededores que en observar las cercanías.

    Le preocupó un poco que Kenzaburo estuviera preparado para atacar a alguno de sus compañeros, pero tras lo ocurrido en Tsu no se veía con mucho derecho de reprocharle algo, por lo menos parecía que aquellas idea se había esfumado. A diferencia de otras veces la sonrisa del hombre no le causó conflicto, por lo que el gesto fue agradable y cálido. No opuso resistencia a que observara su rostro, girando la cabeza cada vez que fuera necesario, parecía que no había nada que preocupara al otro a pesar del notable cansancio que tenía encima.

    —¿No estás envenenado? —cuestionó antes de que Togashi diera ideas de dónde podrían encontrar a Takeda.

    En verdad quería acompañarlo, no se podía estar del todo tranquila sabiendo que el interrogado era Murai, quien había acabado con Chikusa y casi con Takano, desarmado o no le transmitía una sensación de peligro sin siquiera haberlo visto; pero estaba demasiado agotada, al punto que sí había alguna emergencia podía llegar a ser un estorbo más que de ayuda. Aparte, Kenzaburo había llegado en buenas condiciones, le debía más confianza.

    —Iré con Togashi —comentó al final—. Y cuídate, no creo necesario recalcarte por qué —agregó con seriedad.

    Sabía que Kenzaburo se había escapado de celdas más de alguna vez, debía tener claro que estar desarmado no era sinónimo de indefenso cuando llevabas años de experiencia encima.

    Tras eso se fue a respaldar en uno de los postes cerca de la fogata, a la espera de que Togashi partiera rumbo a la herbolaria.
     
    Última edición: 30 Noviembre 2020
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    Ikoma-kun

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    Misato Aoyama

    Todo había quedado controlado, de momento, Takeda o el resto habrían acabado con una fuente de información valiosa por caer en provocaciones, Murai habría pagado sus actos pero hubiese muerto muy feliz sabiendo que muy probablemente al final terminaríamos dando vueltas sin sentido hasta el cansancio...o hasta que los Taira nos hubiesen exterminado uno a uno.

    —¡Eres un!

    ¿De verdad me había guiñado un ojo? Al igual que...¿el? Los dioses de seguro intervinieron en ese instante de no decapitarlo en ese momento. Murai era un Taira y los mismos mantenían una estricta relación de extorsión y vigilancia con el señor de Hiroshima; muchas de sus figuras más reconocidas mantenían audiencias cada cierto tiempo. No me extrañaría que Murai y el engreído primogénito Ichinose compartieran algunos momentos a solas...y tal vez entre sus conversaciones mi nombre fue mencionado... Era casi seguro.

    Solo sacudí mi cabello ante su gesto tan engreído, la noche llegaba y decidí acompañar el resto hasta el castillo, desde cerca era tan imponente como visto a la distancia, aunque carecía del brillo y elegancia que debería tener...como si fuera una casa abandonada, con todo parecía un refugio mucho más adecuado para descansar.

    El castillo aparentemente no contaba con su señor, pero no paso mucho tiempo para que esté mostrase su rostro.

    —¿Como?

    En un movimiento casi sobrenatural Takeda fue desarmado y citado en el Dojo de Kamakura, naturalmente en una batalla hubiese querido tomar parte pero al ver tal proeza no fui capaz de empuñar el pomo de la katana...solo mirar aquel hombre. Todo un prodigio en combate ¿Habría posibilidades de salir triunfante contra tal guerrero?

    No sabía que pensar, justo ahora debíamos lidiar con el ingrato de Murai. Aún así debía tomar un baño y descansar aunque sea unos momentos, decidí seguir mi rumbo al castillo con la incertidumbre sobre el destino del ninja de los Koga y la información que pueda brindar.
     
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    rapuma

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    Kenzaburô

    —No lo sé, en verdad. No lo creo. ¿Lo estamos? —preguntó hacia Ujihisa, el médico de su equipo. —¿Podríamos estar envenenados y no saberlo? —se tocó la frente y se sintió bien, al menos de momento.

    —Si estás enferma vete ya mismo con el señor Togashi. Sé que puedo depositar mi confianza en él. —levantó la vista y afiló la mirada en busca del mencionado. No tenía nada contra él pero la mirada de lobo hambriento quería decir que si algo le sucedía a Mao lo haría responsable y debería atenerse a las consecuencias. —Te veo en el castillo, Mao. —estuvo por agacharse a su altura y depositarle un beso en la mejilla pero se detuvo antes de dar el primer paso. Se sentía observado. —Terunobu, vamos.

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    Amelie

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    Pasillo a Kamakura (Satou; Mao; Daichi; Togashi; Yin; Kenzaburô; Zeng; Ujihisa y Terunobu)

    Ujihisa dejó de buscar entre sus pertenencias; primero por la voz de Kenzaburo —También Zeng y yo dudábamos de ustedes, pensaba no curar ninguna de sus heridas Zeng fue el que me convenció de seguir cuidando de ustedes. No por aprecio, sabíamos que sin tu guía no hubiéramos salido del bosque. Así que la desconfianza era mutua — Mencionó para después desviar la vista hacia Mao y Togashi y continuar con su búsqueda en sus pertenencias.

    Terunobu afirmó —Creo que todos teníamos una paranoia por tener un infiltrado entre nosotros.

    Ujihisa volvió a levantar la mirada cuando Togashi se acercó con genuina preocupación —He perdido un saco de monedas que encontré en el bosque, seguro las dejé caer cuando ese hombre nos embistió.

    Yin se acercó a todos, jalando a Zeng consigo mientras Satou los seguía —Si van a interrogar a ese hombre concuerdo con el señor Togashi —decía con formalidad — Vayamos a dónde el señor feudal reside, allí podremos ver cuales son nuestras opciones.

    Terubobu afirmó ante las palabras de Kenzaburo y lo siguió con el resto.
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    Herbolaria (Kuroki; Takano; Yuzuki; Rengo; Natsu; Kohaku; Kuroki)


    Rengo estaba muy cerca del calor del fogón, Kiba se mantuvo a su lado a pesar de la ausencia de Shinrin, estaba tranquilo alrededor de ustedes. Rengo aun temblaba pero sus mejillas comenzaban a adquirir calor lentamente. Escuchó a Yuzuki, aquella disculpa que no era necesaria y antes de que pudiera reaccionar o hacer algo, observó como se puso a llorar, se veía tan frágil, como el se sentía en esos momentos, estaba tan debilitado que simplemente la dejó y cuando ella comenzó a apaciguarse consiguió las energías para levantarse, mientras ella ordenaba los cajones, él tomaba la piel de lobo blanca acercándose al cubo con agua el cual Shinrin usaba para lavar sus manos, sumergió sus manos mientras trataba de quitar la sangre seca con mucho cuidado.

    Así permanecieron un rato, mientras Yuzuki ordenaba, Rengo lavaba aquella piel de lobo que lentamente volvía a ser blanca; ambos destruidos a su modo —¿Recuerdas cuando comíamos todos juntos? —preguntó sin despegar los ojos de su acción —Jiin nos contaba leyendas, mientras Takano comía a velocidad antes de salir corriendo; tú y tus hermanas peleaban por quien se serviría primero, mientras Shinrin primero tomaba su té en silencio, apartando su tazón de las garras hambrientas de Jiin. Yo sólo sostenía los palillos mirando la comida, porque nunca me decidía que servir junto con mi arroz. Por eso siempre me quedaba sin carne y terminaba comiendo únicamente el arroz y unas gachas — sonrió —A decir verdad, disfrutaba esos momentos; eran de los pocos momentos dónde podíamos ser niños — sacó la piel mojada para tallar las manchas restantes — Nuestros entrenamientos eran muy diferentes, ustedes volvían con los Minami mientras cada uno de nosotros se enfocaba en su propio entrenamiento. Takano en estrategia; Jiin en combate y Shinrin en medicina y herbolaria. Siempre odié el mío; hubiera preferido salir al bosque y perderme en él que soportar las prácticas en el santuario— levantó su mirada llevándose una mano mojada a la espalda, como si su cuerpo hubiera recordado algo — Tu no me has abandonado, soy yo quien se ha abandonado a sí mismo — sonrió para después exprimir la piel y extenderla, limpia de nuevo — Por un momento pensé que morir sería lo mejor para todos.

    Avanzó y extendió la piel para que se comenzara a secar.

    Rengo se recostó sobre Kiba cerrando sus ojos, no tardó en volver a quedar dormido. Fue entonces que Yuzuki avanzó hacia Takano dándole un beso en la mejilla; para después quedarse despierta, a petición de Shinrin, mientras Takano y Rengo permanecían descansando.

    Lentamente la puerta se volvió a deslizar, no era Shinrin; eran Mao y Togashi quienes recién regresaban de la montaña.


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    Catillo (Clan Minamoto; Clan Azai; Clan Tao; Clan Fujiwara; Shinrin; Jiin)

    Takeda se mantuvo firme; últimamente se estaba enfrentado a demasiados retos, tareas que estaban profundamente ligadas a su apellido, y por honor a este no podía simplemente desprenderse de aquellos deberes, pero le estaba resultando difícil entender y diferenciar lo correcto a lo incorrecto, un camino que antes veía tan claro como el agua de un río joven.

    Kirara avanzaba con Murai junto con Riku —Serás de ayuda Riku, necesito de alguien que evite que pierda el control — dijo sujetándolo del hombro.

    Mientras Ryohei lo observaba, después miró a Takeda quien seguía inmovil, en el mismo lugar donde su katana le fue arrebatada, volvió a Riku y susurró pues aquello era un tema sensible —El señor Harima podría ayudarlo, no es un herrero de profesión; pero siempre es él quien forja las armas de los nuevos discipulos.

    Shinrin vió como Kuroki, Hideyoshi y Misato se acercaban a ella; afirmó a los tres sin despegar la vista de Takeda, quien permanecía inmóvil en el mismo sitio, después los miró —Ahora regreso —mencionó indicándoles que la esperaran, mientras ella avanzaba hacia el último Minamoto de sangre, el cual permanecía solo, nadie se acercaba a él. En su mente recorrían las preguntas ¿Acaso era otro líder que inspiraba tanto miedo que sus allegados no podían hablar con él? Las miradas se desviaban, era eso o simplemente estaban perdiendo la fe en un líder, incapaz de levantarse por sí mismo.

    Incluso Matsuda, quien había compartido años importantes de entrenamiento junto a Takeda no reaccionó, a pesar de que las palabras de Mao resonaban en su mente, sabía que Chikusa hubiera brincado al instante, sabía que él estaría en este momento a su lado, y se culpaba por ser tan débil como para no poder enfrentarse a su maestro, poder sostenerlo espiritualmente.

    Kirara se mantuvo junto a Riku y Murai, tratando también de contener su propio enojo. Tetsuo se limitó a permanecer varios pasos detrás de Takeda, sin intervenir, como era debido ante un superior; sus tribulaciones no debían de ser expuestas fuera de una audiencia privada, sus emociones se debían contener.

    Shinrin llegó ante Takeda e hizo una leve reverencia —Mi señor, su deber es ir a la mazmorra y sé que escogerá ese camino porque es el correcto para usted ahora mismo; pero el camino que decida estando allí es el que determinará en cómo los que siguen sus pasos, lo verán de ahora en adelante. La presión que recae constantemente en usted es algo con lo que tendrá que lidiar, porque cuando existe una falta de honor en el soberano, toda la moral de su pueblo estará envenenada —Tomó su mano volviendo a exponer el mala en su muñeca, ese collar de esferas de madera que representaba su fe —Si tu compasión no te incluye a ti mismo es incompleta. Cura primero tu cuerpo y mente, después podrás ayudar a los demás. —Lo miró a los ojos — Tenemos fe en ti —Soltó su mano y regresó al grupo de Kuroki, Hideyoshi y Misato sin dejar que Takeda respondiera.

    Fue entonces que el siguiente grupo de personas llegaron; era Kenzaburo junto al clan Tao, y el resto del clan Azai, también Daichi los seguía. Satou corrió al ver a Kuroki, quien tenía una expresión decaída pero agradecía que estaba con bien, Shinrin los miró mientras Satou abrazaba a Kuroki —Él si debe ser tu padre —mencionó mientras terminaba de cerrar sus suposiciones en su mente, ahora que veía la cantidad de personas entendía lo difícil que estaba resultando las alianzas —Aquellos que necesiten descansar y ser atendidos de venenos o heridas por favor síganme —volvió a mencionar Shinrin, logrando capturar la atención del resto de los Tao, Yin, Zeng y Ujihisa se acercaron sin dudarlo.

    Matsuda terminó acercándose a Heya y a Daichi, acompañándolos para ir a las habitaciones. Matsuda se sentía sumamente inútil ante las emociones que podrían estar pasando por la mente de Takeda, y no quería perturbarlo.

    —Señorita Aoyama, me alegra verla nuevamente; el tener que esperar en el bosque ha sido una pésima experiencia — mencionó mientras Taiyo y Shinko se les unían, Shinko sostenía a Inosuke en brazos, pues este no quería separarse de Riku; pero no era recomendable que lo siguiera. Yin miró a Taiyo, quien había sido su guía en esos momentos donde se separó del equipo de Misato —No es que aprecie que salvara mi vida señor; simplemente que detesté es bosque como nunca lo había hecho antes con un elemento de la naturaleza.

    Tetsuo y Terunobu se reunieron al fin, manteniéndose detrás de Takeda, el cual comenzó a reaccionar, se giró hacia los Azai —Sigan a Shinrin, descansen. Yo iré a la mazmorra con Kirara y Riku; eso es una orden, no una sugerencia— ambos hicieron una reverencia, aceptando la orde; Después Takeda miró hacia Kenzaburo quien seguramente ya había sido informado de los eventos —Es momento de interrogar a Murai.

    Kenzaburo, Takeda, Kirara y Riku siguieron a Ryohei hacia la mazmorra; mientras el resto seguían a Kirara.



    Interior del catillo
    (Shinrin; Yin; Zeng; Ujihisa, Satou; Kuroki; Kohaku; Natsu; Misato; Hideyoshi; Tetsuo; Terunobu; Daichi)

    Avanzaron por los pasillos exteriores del castillo; era un conjunto de edificios rodeados de un jardín donde prevalecía la simetría. Los edificios principales se situaban al norte; el jardín estaba al sur, mismo que seguía un diseño clásico, con montaña, agua, estanque, colinas artificiales y dentro del estanque una isla miniatura ligada a tierra con un puente; la vegetación del estanque creía libre, no estaba cuidada por un experto jardinero.

    Shinrin les indicó que entraran a la construcción principal, que a pesar de no tener los mismo cuidados que otros sitios, aun tenía su elegancia y refinamiento, así que les pidió quitarse las sandalias para ingresar. Allí les pidió esperar en unas almohadillas mientras atendía a todos los que tenían alguna clase de veneno en su sistema. A alguno simplemente los dio un gránulo color negro para que pasaran por su garganta, indicándoles que no lo vomitaran, a otros tuvo que colocarles sanguijuelas, al terminar aquel proceso les volvió a indicar que la siguieran.

    Siguieron avanzando entre los pasillos hasta dar con la primera sección abierta, de ella se desprendía un calor acogedor.

    —Aquí están los baños, divididos entre hombres y mujeres — mencionó Shinrin — El agua caliente siempre está disponible; pero antes de que entren déjenme enseñarles sus habitaciones.

    No estaban lejos de los baños, siguiendo el corredor de madera lograron ver el gran espacio de aquel castillo con respecto a habitaciones; cada quien podía tener una habitación y aun habría habitaciones vacías —Tomen la habitación que ustedes prefieran, todas son iguales en simetría y acomodo; por el momento no hay nadie que pueda atenderlos como es debido, no esperábamos una visita tan numerosa; pero podrán encontrar todo lo necesario en cada habitación; una cama, un buen incensario; un centro dónde podrán prender el carbón para que los caliente esta noche, sobre de esa sección tienen una olla, podrán hervir té el cual está almacenado en las cajoneras. Su alimento se les hará llegar en unos instantes. Por el momento recomiendo que descansen, necesitan recuperar sus energías. —hizo una reverencia —No salgan del castillo, pues a pesar de que son nuestros invitados de honor, la mayoría de los habitantes de Kamakura no están acostumbrados a ver extraños rondando sus calles, el castillo es seguro para ustedes.

    Se irguió y comenzó a alejarse de aquel sitio, dejándolos a que conversaran mientras esperaban la cena.

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    Terunobu y Tetsuo se dirigieron hacia Hideyoshi, quien parecía recuperar sus energías al ser curado de aquel veneno tomando los gránulos amargos.

    —El traidor resultó ser Yami— dijo Tetsuo mientras observaba a Natsu dirigirse a los baños —¿Es aun Natsu alguien del que debemos de desconfiar? Fue el quien atendió a Takano evitando que muriera.

    —Y el chico de la máscara— susurró Terunobu hacia Hideyoshi — ¿Qué podemos aconsejarle a Takeda para probar su verdadera lealtad?

    Mientras tanto Satou observaba la herida de Kuroki, quien estaba a un lado de Kohaku —Déjame arreglar eso por ti — descubriendo el hombro de Kuroki, para después curar con cuidado la herida por flecha —¿Qué sucede, hijo? —preguntó, suponiendo que se trataba por la situación tan tensa entre Kato y Takeda, aun así se sentía en la necesidad de preguntar. Miró también a Kohaku, no podía ver toda su expresión por la máscara, pero lo notaba intranquilo; era un sentido que todo padre desarrollaba —Joven Kohaku, usted también está preocupado.

    Matsuda se mantuvo junto a Heya y Daichi en silencio; posiblemente necesitan la comida para recuperar las energías perdidas.

    Shinko, Taiyo e Inosuke estaban revisando las habitaciones, para ellos aquello era enorme para ser ocupado por una sola persona, así que decidieron ocupar una habitación entre ellos dos e Inosuke, el perro.

    Zeng y Ujihisa también recorrían las habitaciones, mientras que Yin permanecía a un lado de Misato, mirando a todos con expresiones no sólo de cansancio, sino de confusión —Podemos al menos estar agradecidos en que todos estamos con bien— mencionó tratando de recuperar el optimismo para algunos.




    Mazmorra
    (Takeda; Kirara; Riku; Kenzaburo; Jiin)

    Siguieron a Ryohei por los exteriores del castillo; era un conjunto de edificios rodeados de un jardín donde prevalecía la simetría. Los edificios principales se situaban al norte; era allí dónde Shinrin se dirigía con el resto de los clanes; el jardín estaba al sur, mismo que seguía un diseño clásico, con montaña, agua, estanque, colinas artificiales y dentro del estanque una isla miniatura ligada a tierra con un puente; la vegetación del estanque creía libre, no estaba cuidada por un experto jardinero.

    Siguieron el camino de maderas entre el jardín hasta dirigirse al este del conjunto de edificaciones, perdiendo por completo al grupo que Shinrin guiaba. Ryohei los llevó hasta una pequeña casa, en la cual el exterior no mostraba una gran diferencia a otro tipo de construcciones. Al ingresar notaron la carencia de elementos; sólo estaban las puertas corredizas y el tatami; al ir avanzando en el pasillo pudieron notar unas escaleras que llevaban al sótano; Ryohei tomó una linterna antes de ingresar, llegándolos al interior. La última en bajar fue Kirara, quien espero a que todos se bajaran para ser la última arrastrando a Murai por las escaleras.

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    Había varias celdas de acero, no eran como las que habían enfrentado en Tsu, aquellos barrotes de madera reforzada, estos eran metal puro, imposible de romper; Murai también notó ese detalle.

    —¿Takeda?— mencionó una voz que se escuchaba bastante alegre, no la típica que podía escucharse de un prisionero. Takeda arrebató la linterna a Ryohei para acercarse a esa voz.

    —¿Jiin?— preguntó al verlo sosteniéndose de los barrotes, se le notaba cansado pero no estaba herido.

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    Ryohei abrió una celda, donde le indicó a Kirara que entrara con él y Murai, Ryohei también entró y mostró las cadenas adosadas a la pared de piedra; el sitio era frío y bastante sucio. Entre ella, Riku y Kenzaburo quitaron las cuerdas de Murai para sustituirlo por los grilletes en manos, piernas y cuello, sujetas de una cadena reforzada. Los tres salieron de la celda para cerrarla dejando a Murai en el interior.

    —Libera a Jiin de inmediato —mencionó Takeda hacia Ryohei quien se apresuró a hacerlo. Jiin no estaba sujeta a ninguna cadena por lo que salir fue bastante sencillo.

    —Tardeste más de lo que creí en llegar— mencionó Jiin con una sonrisa mientras estiraba su espalda. Y antes de qu pudiera Takeda contestar, Jiin miró hacia Murai; después hacia Kirara, Riku y Kenzaburo —Atraparon a uno grande — se acercó a ellos observando a detalle los rostros, como esperando encontrar uno familiar; después hizo una leve reverencia —Jiin Harima— dijo sin formalidades para después girarse hacia Takeda nuevamente —Me parece extraño que no estés acompañado de mi hermano o de Chikusa

    Murai, aun con la mordaza no pudo evitar sonreir ante la pregunta de Jiin, posiblemente si no tuviera eso en la boca hubiera podido reir como era debido.

    Aquellas palabras no eran culpa de Jiin, el no sabía que al mencionarlos era abrir aun mas la herida que Takeda llevaba consigo. La última vez que Jiin y Takeda se vieron fue cuando estaban en Odawara, una ciudad de la prefectura de Kanagawa; en dónde lo encontraron con su familia recién formada, Chikusa había hecho una amistad con Jiin en esa ocasión.

    —Takano está en la herbolaria recuperándose —se limitó a decir, no quería darle aquella satisfación a Murai.

    —Pueden ponerse al corriente después — mencionó Kirara — ¿Cómo vamos a tratar este asunto? —golpeó su mano vendada contra la palma extendida de su otra mano —¿A puño limpio por cada respuesta incorrecta? —Miró a Murai —Aunque tal vez primero deba curarlo, ya saben; para que no se muera tan rápido. Yo puedo hacer que esto dure todo lo que se necesite.

    Takeda afirmó ante Kirara —Apreciaría que se curara primero sus heridas, después me gustaría que Kenzaburo lo interrogara — nuevamente un dolor en el pecho hizo que Takeda cerrara los ojos, pues la imagen de Ukita en una celda posiblemente como esta lo atormentaba. Seguramente Ukita también podría haberlo ayudado en este preciso instante, pues tenían al asesino de Hiro con ellos. Takeda tenía sus preguntas en mente, pero estaba sumanete trubado como para ser él quien diera inicio a ese interrogatorio.

    Kirara afirmó ante Takeda y entró a la celda; curó en la medida de lo posible a Murai, a pesar del desprecio que sentía al hacerlo; después volvió a inspeccionar sus ropas por si algo se le había escapado a Heya, ya no tenía nada consigo. Después le quitó la mordaza. Alejándose de él.

    La risa de Murai llenó el lugar, haciendo que Ryohei saliera de aquel sitio para esperarlos subiendo las escaleras.

    —Vamos Takeda, soy prácticamente como un tío para ti —rió — Podrías llevarte bien con al menos uno de ellos; yo no te he humillado como lo hizo Kato; frente a todos — volvió a reír, provocándolos —¿Notaste como nadie acudió a ti? ¿En verdad crees que eres el líder de toda esa gente? Estás en el lado contrario en esta guerra; peleando contra los únicos que te han demostrado algo de respeto.

    —¡Calla! —gritó Jiin, sosteniendo el hombro de Takeda.

    Takeda avanzó para mirarlo a los ojos a una distancia prudente. Tratando de ignorar las palabras que lo obligarían a abrir un tema en el cual no estaba necesitado en ahondar, no querían saber nada de Akishino. Pero agradeció poder estar allí, mirándolo; ahora tratando de no volver a perder la razón como lo hizo en la herbolaria.

    "Algún día entenderás por qué no quiero que me veas en mis últimos momentos, no es orgullo Takeda, no quiero que guardes recuerdos tan malos, quiero que me recuerdes así, sentado a tu lado mientras hablábamos; no en tus brazos en agonía"

    Esas habían sido las palabras de Hiro Sugita antes de alejarse de él; ahora las entendía, gracias a eso no cosechó un odio que pudo haber crecido en su infancia, convirtiéndose en algo que fuera imposible de sacar, transformándose en una venganza. Ahora lo agradecía con toda su alma; pero le dolía el hecho no llevar en ese momento su katana consigo, la katana que le dió su maestro.

    —Kenzaburo, por favor —dijo Takeda indicándole que iniciara.

    Habilidad de intimidación. Por cada pregunta un dado de 20 caras, así que plantéalas bien :3 (mas tu dado adicional de 10 caras para el bonus)
    También podrás hacer preguntas; por cada una que hagas tiras un dado de 20 caras. Así que se creativo. Si nada mas quieres golpear, también usa tu dado de 20 caras por cada golpe.



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    Amelie ha tirado dados de 20 caras para Murai Total: 18 $dice
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    Kaisa Morinachi

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    A diferencia de ella, Kenzaburo estaba bastante saludable, que le confirmara lo del veneno logró dejarla tranquila de momento respecto a él. También fue buena opción que no le besara la mejilla, de por sí esos gestos la tomaban por sorpresa, con tantos alrededor llegaba a ser incomodo. Mientras esperaba a Togashi optó por apagar la pequeña fogata con tierra que sacaba de al lado del camino, no podía permitirse dejarla ahí y que por desgracia agarrara alguna brizna o pilar de madera, aunque las posibilidades no fueran muchas. Al final Togashi tuvo que esperarla un poco más, hasta asegurarse de que no quedará ninguna llama.

    Se demoraron unos minutos en llegar a la herbolaria, aunque con la oscuridad y sin conocer la ciudad bien pudieron haber tardado horas, tuvieron suerte. Ella fue quien abrió la puerta corrediza lo suficiente para asomar la cabeza, sorprendiéndose al encontrar a Takano y Rengo en el interior, aunque antes de decir cualquier cosa miró a Togashi por sobre el hombro e hizo un gesto de silencio.

    Entonces entró y volvió a cerrar la puerta una vez Togashi le imitó. El lugar era aún más cálido que la fogata, cosa que le provocó otra oleada de sueño, soltando un quejido al evitar bostezar.

    —Buenas noches —saludó a Yuzuki con una voz firme, pero baja para no incordiar a los que descansaban, acompañada de un leve inclinamiento de cabeza. Tal vez estaba tomándose muchas confianzas al entrar, pero no le importaba demasiado al ver solo rostros algo conocidos.

    Se acercó a Rengo con pasos insonorizados, observando atenta toda su figura. Había podido llegar sin ella, pero se alertó al ver el corte en sus prendas y las vendas, indicando que lo atacaron en una zona peligrosa. Ver como respiraba con calma logró sacarle un suspiro de alivio. También notó el inconfundible abrigo de Kohaku, ¿estaría cerca?

    —Uhm... —se volteó hacia Yuzuki, guardando distancia con los otros dos—. No creo que tú seas la encargada de este lugar —continuó con su voz baja, a pesar de que no vacilaba se notaba el cansancio—. ¿Hay alguien más acá?... Estamos envenenados —decidió ir directo al grano.

    Tras eso se mantuvo en silencio, a brazos cruzados esperando alguna respuesta. Yuzuki Minami, no recordaba su nombre, pero su rostro nunca lo olvidaría. Después de todo, había salvado a Kenzaburo.
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    Mientras acomodaba las cosas, todavía hecha un desastre de lágrimas, había notado a Rengo levantarse y aunque quiso decirle que no fuese tonto, que se quedara recostado, solo lo dejó ser también. Lo vio lavar la piel de lobo, que sabía pertenecía a Kohaku, e imaginó que una parte de él debía sentirse culpable por haberla manchado.

    Su voz se alzó sobre el crepitar del fuego y detuvo sus movimientos un instante. El solo recuerdo le lanzó una flecha directo al corazón, casi obligándola a boquear por aire de nuevo, como un pez fuera del agua, pero lo escuchó, claro que lo escuchó.
    Las gemelas siempre habían tenido energía de sobra, se peleaban entre ellas, se peleaban con ella pero al final... Siempre cedía, porque eran sus hermanas, porque las quería sanas, tranquilas y bien alimentadas.

    El momento en que todos eran niños, por una vez en el día. No había pensado en lo mucho que extrañaba eso hasta que Rengo lo mencionó.

    Tú no me has abandonado.

    Mi niño, por supuesto que lo hice.

    Los abandoné a todos buscando cumplir la misión de todos los Minami, los que se mataron, los que murieron y las que quedamos con vida.

    Soy yo quien se ha abandonado a sí mismo.

    Por un momento pensé que morir sería lo mejor para todos.

    —Te lo dije, realmente no sé si lo dije, ahora no... Recuerdo muy bien, pero te lo repito. Quiero a ambos vivos, Rengo, te quiero vivo. Recuérdalo cuando haga falta. —Lo dijo casi en un murmuro, justo antes de que el muchacho volviera a recostarse con Kiba.

    Luego de que Rengo volviera a quedarse dormido el silencio regresó por un rato, no sabría decir cuánto exactamente, pero en determinado momento escuchó pasos afuera y se levantó de donde estaba, apoyada contra la puerta. Las flechas en el carcaj hicieron algo de ruido con su movimiento.
    Cuando la puerta terminó de abrirse reconoció el rostro de la chiquilla, ¿cómo la había llamado Hideyoshi? Kobayashi. También reconoció al otro, que parecía cercano en edad a Hideyoshi.
    Si Kiba no había reaccionado posiblemente fuese porque estaba acostado con Rengo.

    —Bienvenidos —respondió a las buenas noches de la chica, porque realmente de buenas tenían poco—, me alegra verlos enteros.

    Al verla acercarse a Rengo se tensó por reflejo, su mano viajó a la katana que había encontrado en el bosque y en la mano contraria sostenía todavía las agujas de Shinrin. Era su Rengo, al que Kato había rajado sin dudar, al que había dejado morir, era posible que se hubiese tensado incluso si se le acercaba el perro que habían traído los Fujiwara. Sin embargo, relajó la postura cuando la chica regresó la vista a ella, se le veía cansada también.

    —Me quedé a cargo de estos dos. Su hermana, la encargada de la herbolaria, está en el castillo con los demás. Tengo conocimiento en venenos, pero no en los antídotos, lo siento —respondió en un tono de voz parecido al de la chica, firme pero no alto para no perturbar el descanso de ambos Harima—. Además es posible que tengan en el sistema un veneno que no manejo siquiera. Pueden ir al castillo y preguntar por Shinrin, ella dijo que trataría el envenenamiento de los demás allí. De paso pueden descansar adecuadamente, lo necesitan.
     
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    rapuma

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    Kenzaburô

    Miró fijamente a Murai mientras Kirara retiraba la mordaza y la risa horripilante escapaba como si fuera una olla a presión. El ronin colocó una mano sobre el hombro de Takeda.

    —No debe morir, no aún. Es solo un ejecutor, un soldado de guerra. Lo necesitamos con vida para saber más de la persona que está por encima de él. No te precipites; pretende confundirte, llenarte de rabia. Y teniendo en cuenta que es un maestro del engaño, el cual busca desorientar al enemigo, puedo decir que está acabado. Por eso busca que le matemos. No le demos la satisfacción, está a nuestra merced.

    Entró en la celda no sin antes observar a Kirara. Kenzaburô no era el prototipo de hombre de buen ver, pero a él sí le atraía un rostro bello y por ello no pudo ignorar el rostro de la mujer antes de dirigirse hacia Murai. Lo miró en silencio.

    —Takano se encuentra bien para tu información. Te doy un consejo para la próxima vida: si vienes a quitarle la vida a alguien, procura tener la valentía de hacerlo por la espada. De lo contrario, podrían llamarte cobarde. Venenos y disfraces, las herramientas de los débiles.

    Dejó que el silencio se expanda, lo necesario para que el ronin vea los amarres bien sujetos en cada extremidad.

    —Hace muchas lunas estuvimos en Tsu, ¿lo recuerdas, verdad? Estuvimos en celdas contiguas. —recordó cuando el vagabundo se quitó la peluca y apareció Murai —Entonces supongo que intentaste seguirnos, colandonte entre aliados que sabías que, tarde o temprano, buscaríamos. Pero antes de avanzar quiero aclarar unos detalles. Hana Harima, ¿tuviste algo que ver con su muerte? En caso contrario, ¿sabes quién fue? Estoy seguro que sí.

    La mirada de Kenzaburô era fría como el de un saurio. No era un adepto a la tortura pero no tendría reparos en practicarla para que Murai cantara.
     
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    Amelie

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    Kaisa Morinachi

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    Mao/Masuyo Kobayashi

    Estaba demasiado agotada como para percatarse de que Yuzuki sostuvo el arma a sus espaldas, de haberlo sabido no habría dudado en imitarla, independiente de sus acciones pasadas. Cuando volteó no vio rastro de agresividad.

    —¿Son hermanos? —murmuró para sí misma, sin cambiar su expresión seria, no recordaba haber escuchado eso antes. Suspiró cuando supo que no podrían ser atendidos, por lo menos ya sabían dónde ir—. Entiendo... ¿me podrías recordar tu nombre?

    Aún tenía que hacer algo antes de marcharse. Aparte, tan solo pensar en seguir caminando le fastidiaba, pero no había de otra.
     
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    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa
    Herbolaria -> Castillo

    El cuerpo de Rengo me resultaba frío y débil, como una hoja resquebrajada de otoño pendiendo de un hilo. Una parte de mí esperó que no respondiera, pero cuando sus palabras me alcanzaron junto al rastro de la brisa, apreté los labios y lo observé de soslayo. Insistía, e insistía, y me iba haciendo a la idea de que seguiría insistiendo. ¿Debería creerle, entonces?

    Te estás manchando con la sangre de un asesino.

    ¿No éramos todos asesinos? ¿No le había quitado la vida, acaso, a esos bandidos en Iwakura? Y los hombres que nos impidieron llegar a Hana, aunque lucían como marionetas de papel, estaban hechos de carne y huesos. Y a todos, sin falta, los había alcanzado el filo de mi katana. Lo había hecho sin dudar, lo hice porque tenía mis razones pero ¿no era de cualquier forma un asesino? Lo sujeté con fuerza cuando intentó zafarse.

    Hana no era alguien que mereciera seguir viviendo.
    Estuve por abrir la boca cuando advertí una nueva presencia frente a nosotros y devolví la mirada al camino, con una extraña severidad que me llamó la atención y me obligó a relajar el semblante. Era Kuroki. Le sonreí a la distancia aunque se hubiera enfocado en Natsu y me llegaron trazos sueltos de su conversación. Un nombre, en particular, que activó mis sentidos debido al apellido: Kato Harima. Rengo logró soltarse, entonces, producto de mi distracción, y atiné a recogerlo del suelo pero... me detuve.

    Kato Harima es mi padre.

    Creí entenderlo todo, de un momento a otro, como un instante de luz y caos. Pestañeé, irguiéndome, y lo dejé en el suelo mientras Kuroki se le acercaba pues tampoco era mi estilo ser tan insistente. Kato Harima era su padre, y Kato Harima tenía que ser... el hombre que le había abierto el pecho en dos. El de la entrada a Kamakura, aquel que le había despertado genuino terror a Kuroki. Harima. ¿Esposo de Hana? No, eso volvería a Takeda hermano de Rengo y Takano. ¿Hermano, entonces? ¿Rengo era el sobrino de Hana Harima?

    Y decía haberla matado, y lo hacía con semejante dolor.

    Luego Rengo me lo confirmó, de todas formas, con lo que le dijo a la tal Shinrin. En definitiva me quedé allí, de pie, prestando una atención absurda a mi alrededor pero sin mover un músculo. Como siempre. Sentía una especie de tornado en mi interior, era tan silencioso como agobiante y tomé aire por la boca, intentando mantener la compostura. La garganta aún me resultaba filosa.

    Asentí hacia Shinrin, y la seguí luego de echarle un último vistazo a Rengo y los demás. Quedaban al cuidado de Yuzuki, así que estarían bien, ¿verdad? Además, Shinrin había dicho que se encargaría de los venenos y aunque Natsu me había dado un nombre, luego de analizar los síntomas con mayor detenimiento... ya no estaba muy seguro de que las sanguijuelas ayudaran. Mejor sería hablar primero con Shinrin.

    El camino hasta el castillo fue silencioso y pesado, aunque mis pensamientos hicieran el suficiente ruido para mantenerme abstraído de los demás. Una gran conmoción a las puertas del mismo captó mi atención, y al alzar la mirada sentí un escalofrío recorrerme la espalda. Esos ojos, ya los había visto.

    Kato Harima.

    Parecía haber ocurrido una situación, pero tampoco tuve demasiado tiempo para preguntar. Oí las indicaciones de Shinrin y asentí otra vez, siguiéndola hacia el interior del castillo. De soslayo observé a quienes se dirigían a las mazmorras y... Dioses, sólo esperaba que el día acabara en paz. La voz de Kuroki me hizo volverme hacia él y le sonreí por inercia, porque era esa clase de idiota, quizá, y porque Kuroki no cargaba ni la menor de las responsabilidades con respecto a todo lo que me ocurría.

    —Fue su padre —murmuré, en tono calmo; no había indicios de molestia, miedo o enfado—. Y fue... un instante, de verdad, apenas un parpadeo. Se acercó a Rengo y cuando quise acordar, ya estaba enfundando su katana. Luego simplemente se marchó. Por suerte apareció Natsu y atendió sus heridas, no sé si habría soportado el camino hasta la clínica.

    ¿De dónde sacaba esa capacidad? Para mantener la máscara de calma y sosiego cuando las olas chocaban, la tempestad se removía y me estrujaba todo entre las costillas. Le había dicho a Hideyoshi que esa máscara de arcilla era mi verdadero rostro, y puede que hubiera tenido más razón de la que creía. Puede que hubiera asimilado su inalterabilidad y que ahora esa fuera mi piel.

    Mi padre estaría tan orgulloso.

    Presté una atención casi insana al tratamiento que aplicó Shinrin y, cuando finalmente acabó, aproveché que acabó de mostrarnos los baños y habitaciones para acercarme a ella.

    —Señorita Shinrin, disculpe el atrevimiento —me dirigí en voz suave y una pequeña sonrisa—, mi nombres es Ishikawa Kohaku y soy un aprendiz de herborista. Me preguntaba... ¿podría comentarme qué métodos acaba de utilizar? Pensé que era batracotoxina, pero creo que estaba equivocado.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Yuzuki Minami

    Tan siquiera nadie se había parado a preguntarse porque estaba armada hasta los dientes si solo estaba cuidando a un par de tontos convalecientes, porque le habría dado demasiada pereza ponerse a explicarlo.

    La voz de la chica volvió a llamar su atención entonces, que se había desviado un momento a Rengo y Kiba.

    —Minami —contestó sin más, mientras avanzaba hacia los implementos de Shinrin para ponerse a preparar algo de veneno ya que había tenido que levantarse. Entonces pensó que quizás la chica merecía más que un apellido, después de todo la había atendido a ella y al hombre en Tsu—. Yuzuki. ¿El tuyo era...?

    Sonaba decente saberlo, su nombre, después de todo le había quitado unas monedas de encima sin saber que era parte del clan.
     
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    Monpoke

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    Riku

    La mazmorra ser acordé a su nombre, una vez encerrado, no esperes salir sin recibir ayuda. Quédate aquí o muere.

    A menos que otro traidor se enconda entre nosotros, me da ranquilidad saber que permanecerá en tal lugar.

    Decidí quedarme de lado, observando a Kirara principalmente, careciendo de otro plan que no sea esperar hasta verlo muerto.

    Tortura e interrogatorio. Un viejo compañero de años atrás le encantaba estas cosas, contetandose con solo el ver cómo los bandidos de tercera se doblaban con solo verlo.

    Empiezo a revivir un par de recuerdos del pasado, surgiendo más rápido de lo que trato de descartarlo.

    En su, de forma obligada, enfoco mí mente en algo diferente. Y lo primero que pienso, es Murai. Más claramente quien fingió ser, Yami.

    Mientras Kensaburó tomaba el primer lugar para hablar, fui conectando unos puntos de las acciones de Murai en Kai. No sé molestó en ocultarlo, en más de una ocasión mostró perseguir algo... A alguien.

    Pudo tratarse de una simple actitud amiga, ahora se que eso es verlo con ojos equivocados. Hay algo más.

    Esperè hasta la salida de Kensaburó.

    Acordando conmigo mismo lo que hay que hacer a continuación, me quito la túnica y la tiró al suelo. Puede ser un estorbo al necesitar moverme rápido.

    Antes de siquiera entrar y interrogar a Murai, me fijo en Kirara. "Tal vez no debas escuchar lo siguiente".

    "Preparensè para detenerla. Quizás lo mate antes de tiempo". Le susurro a los otros presentes a escondidas de los oídos de Kirara.

    Me paro frente a èl y lo miro con tranquilidad. Conteniendo mostrar el desprecio que siento hacía èl.

    Y lo golpeó.
    "Lo siguiente es personal". Mencionó luego del golpe, medio aclarando la razón detrás de querer sacarle información.

    "No estuvimos demasiado tiempo juntos en Kai". Empiezo a hablarle un poco para hacerle entender al punto por el cual busco interrogarlo. "Pero si lo pienso, estuviste demasiado interesando con Shinko. Buscando razones para estar a solas con èl o entrenar juntos, tal vez para envenenarlo y huir".

    Las siguientes palabras la suelto con claridad y ferocidad. "¿Què motivo tienes para ir tras de èl?".

    Lo vuelvo a golpear.
     
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    Bruno TDF

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    Togashi

    Pasillo a Kamaura ---> Herbolaria

    Ujihisa reveló que se le había caído un saco de monedas que encontró en las profundidades del bosque, posiblemente a causa del impacto propiciado por un guardián de la montaña. Togashi supuso que era un respuesta con la que podía sentir algo más de sosiego, al menos no habían perdido la vida durante el camino (él mismo había caído por un barranco, todavía le dolían algunas partes del cuerpo), o no habían sufrido heridas severas como Takano y Rengo.

    Por otra parte sostuvo, inalterable, la mirada que Kenzaburô le dirigió. Sin palabras, ambos hombres se hicieron entender con sólo sus ojos. Él ya estaba resuelto a no permitir que algo le sucediera a la joven y comprendía a la perfección la preocupación del maestro ronin por la seguridad de la chica. Bastante daño había causado a Takano con sus acciones, no iba a caer en un error como ese de nuevo. Se adelantó un poco para darle espacio a los dos para hablar y esperó pacientemente a Mao, quien apagó la fogata antes de seguirle.

    ***

    El camino hasta la Herbolaria no resultó muy sencillo, la ciudad era oscura, desconocida y el aire se sentía algo pesado, cargado de amenazas. Los ojos de Togashi se movían sin cesar, alertas a cualquier movimiento ajeno a ellos. Pese a lo cual, el viaje resultó mucho más corto de que tanto él como la chica podrían haber podido imaginar, todo gracias al sentido de la orientación de ésta. La vio acercarse hasta el edificio identificado como la Herbolaria y asomarse por la puerta. Él se limitó a asentir con solemnidad cuando Mao se volteó para indicarle que guardara silencio, tras lo cual se metió en el lugar y dejó que ella cerrara la puerta a sus espaldas.

    Allí los vio. Takano parecía estar durmiendo en una mesa de la Herbolaria, con señales del tratamiento que le habían hecho. De igual manera, el hombre conocido como Rengo descansaba sobre el pelaje de un inmenso animal que no se sintió alertado por su presencia. También estaba allí, vigilante, la chica de mechones blanquecinos que había conocido en Tsu. Notó asimismo un abrigo, aunque no pudo en ese momento evocar el rostro de quien lo solía vestir. El panorama resultaba desolador y a él no le hacía ninguna gracia encontrarse con Takano en semejante estado, pero al menos podía tener la tranquilidad de que estaba entre caras conocidas.

    O eso pensaba. Estuvo a punto de recostarse a descansar contra una pared cuando, en el preciso momento en que Mao se acercó a Rengo, notó el cómo la otra chica se tensaba. Reaccionó de forma instantánea: su mano se acercó a su katana justo en el mismo instante en que la mano de la joven viajaba a su respectiva espada. Togashi esperó, sin entender el por qué de aquella reacción, pero decidido a detener cualquier ataque contra Mao. Sólo eso. Su intención no era enfrascarse en una pelea contra miembros de su clan. No hizo falta hacer nada, el ambiente volvió a su anterior calma melancólica en cuanto Mao se volteó para intercambiar sus nombres con la chica, cuyo nombre era Yuzuki Minami. Se recostó contra la pared.

    —No queda más opción que dirigirnos al castillo —comentó después de que Mao contestó; cerró los ojos y frunció ligeramente el ceño debido a las molestias que el veneno causaba en su cuerpo. Al abrirlos, dirigió la mirada hacia Yuzuki— ¿Estarás bien tú sola con ellos? —quiso saber.
     
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    Amelie

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    Kaisa Morinachi

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    Murmuró el apellido de la chica casi como si lo estuviera saboreando, buscando que se quedara grabado en su memoria. La siguió con la vista sin moverse de su lugar, la pregunta tras revelar su nombre logró sacarle un mohín que no duró más de dos segundo, tan solo recordar la voz de Hideyoshi gritando su apellido le provocaban ganas de gruñir.

    —Mao, tan solo Mao —soltó con algo de brusquedad sin alzar la voz baja que llevaba manteniendo, acto seguido se volteó hacia el hombre, parecía enfadada aunque el motivo no estuviera presente—. Eso también va para ti, Togashi.

    El cansancio la ponía más irritable, se notaba, por lo que en un pesado suspiro trató de librarse del malhumor repentino. También era consciente que en esas condiciones no pensaba mucho sus acciones. Escuchó las palabras de Togashi en silencio, para luego esperar la respuesta de Yuzuki sin prisas, siendo consciente otra vez del peso en sus parpados, soltando un bostezo que tapó con la palma de su mano.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Sacó la atención de lo que estaba haciendo cuando escuchó al hombre hablar también, giró el rostro apenas lo suficiente para mirarlo y dedicarle una sonrisa tranquila, cargaba consigo la melancolía general de Kamakura, eso sí, como si se filtrara en ella sin que siquiera terminara de darse cuenta.
    Entonces la chica respondió.

    Mao.

    Notó que se quedó esperando una respuesta de su parte por la pregunta que había hecho su compañero.

    —Sí. Takano está paralizado en lo que su cuerpo elimina las toxinas y Rengo... Bueno, ya lo ven, se quedó dormido. No deberían dar demasiados problemas —respondió regresando la atención al veneno que había comenzado a preparar—. ¿Me pueden hacer un favor? Si ven a Kohaku díganle que su piel de lobo está limpia ya, mañana debería estar seca.
     
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  18.  
    Kaisa Morinachi

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    Mao/Masuyo Kobayashi
    Herbolaria ---> Castillo

    Asintió cuando Yuzuki dijo poder cuidarlos sola, no la conocía demasiado, pero tal vez por el cansancio no llegó a dudar de su palabra. Tal como había esperado, ese abrigo de lobo pertenecía a Kohaku, lo observó otra vez por mero reflejo. Tenía cosas que hablar con ese chico.

    —Lo haremos —respondió con sencillez.

    Era momento de marcharse, ¿no? Observó a Togashi por sobre el hombro, para luego girarse completamente hacia la otra.

    —Yuzuki... —buscó su atención, su corazón se agitó por lo que tenía en mente, el recuerdo de ese desastroso día acompañado con algo de vergüenza por haber sido incapaces de solucionarlo solos. Una vez su mirada sostuvo la ajena hizo une reverencia de 90 grados, apretó los puños y sintió una presión en su cabeza por el movimiento brusco. Tragó saliva antes de hablar.

    >>Gracias, en verdad gracias —soltó con voz baja, aún siendo consciente de quienes descansaban a su alrededor. Se quedó en silencio con los ojos entrecerrados, tratando de regular la emoción que podía emerger en cualquier momento—. Estoy profundamente agradecida por tu ayuda en Tsu.

    Al erguirse soltó un suspiro pesado que destensó su cuerpo, la mirada sería se mantenía, ahora acompañada de un leve rubor por el corazón alborotado.

    —Vámonos Togashi —soltó despacio cuando pasó a su lado, para luego salir de la herbolaria sin dirigirle nada más a Yuzuki.

    Una vez fuera miró los alrededores en busca de alguna señal, era sorprendente que aún de noche el castillo imponía su presencia, no parecía que se fueran a perder. Emprendió el camino con lentitud, atenta a cualquier sonido a sus alrededores sin despegarse del mango de su katana, confiada en que Togashi le seguía el paso.
     
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    Gigavehl

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    Castillo (Interior)


    Debido al sepulcral e incómodo silencio que se presentó en el patio, los ligeros susurros apenas se presentaban, Takeda sin en cambio parecía tan ensimismado que no daba cabida a lo que pasaba, solo... Estaba ahí.
    Sentí una punzada al verlo en ese estado, quería ir con él, necesitaba ir con él a consolarle, de alguna forma... pero, si ni yo pude calmar su arranque de furia para con la Herbolaria... Menos podría consolarlo ahora.

    Escuché la voz de Kirara detrás y era porque se había acercado con Riku, este se fue con el señor y le preguntó algo sobre su katana, no pude entender mucho pero, gracias al incómodo silencio, pude apenas captar que algo hacía Kato con el tema que Riku solicitaba. ¿Herrero? No... No parecía ser un herrero, mejor preguntarle a Shinrin o algún otro que pueda hablar para saber más de eso.
    Shinrin asintió a nuestra petición, pero nos pidió que esperaramos un momento, ya que tanto Hideyoshi como Misato iban a venir también. La hermana de Takano se fue con mi maestro y le habló directamente, dando otro dicho mientras le exponía el mala de su brazo. Creía poder captar parte del mensaje aunque no estaba seguro, yo solamente necesitaba olvidar todo el asunto por ahora.

    Poco después, nuevas sombras aparecieron y se trataban de Kenzaburô y compañía. Entre ellos a mi padre, quien tan pronto me miró, corrió hacia mi para ver su gesto de alivio al verme de una pieza y abrazarme, yo musité un poco adolorido por mi hombro pero igual, eso no me impidió corresponder al gesto con fuerza, aferrándome al agarre de papá para soltar un muy pesado y desahogador suspiro, necesitaba algo así, después de todo.
    Escuché la pregunta de Shinrin y reí un momento, solo respondiendo con mi cabeza en forma de afirmación. Mientras la misma hablaba a los nuevos presentes y el resto no tardó en acercarse a Shinrin para que nos guiase al interior del Castillo.

    Luego Takeda parecía reaccionar al fin, dando una orden mientras este se giraba a Kenzaburô, parecía que era momento de interrogar a Murai. Yo tenía también muchas preguntas pero estaba fulminado aún.
    Di un par de palmadas suaves a mi padre para separarme un momento e ir con Takeda un instante antes de movernos.
    —Maestro...—le hablé. —Recuerde mi promesa... La que le hice en Tsu, en aquella casa abandonada... Le juré lealtad, pasara lo que pasara, y eso aún a día de hoy no cambia.—le sonreí, sin poder dar la misma energía de siempre pues estaba cansado, pero mi intención estaba hecho y poco después, me regresé con el grupo para seguir a Shinrin.

    Mas tarde ya estábamos pasando por el patio de la enorme edificación, pude contemplar las decoraciones y algunos arreglos presentes allí, se notaban algo descuidados por alguna razón pese a ser un sitio tan importante, sólo pude abrazarme del brazo de mi padre para recostarme mi cabeza en él.
    Caminamos hasta llegar a la entrada, nos quitamos todos las sandalias e ingresamos, no sin antes voltear un momento y solo pude ver a un Murai siendo arrastrado a otro lado.
    Llegamos a una sala, donde todos debíamos esperar sobre unas almohadillas, no evité notar que el sitio estaba algo descuidado, era bello con tan solo ver el sitio, me ayudaba a distraerme un poco pero... Algo me incomodaba, no sabía porqué no podía ver a un solo guardia por ahí.
    A Shinrin parecía desaparecer que fuese la que administra una herbolaria y ser más una asistente del castillo al, aparentemente, ser la única presente ahí.
    Kohaku me miró, y fue ahí cuando, con una serenidad que aterraba me relató lo acontecido con Rengo, no evité enmudecer ante aquello... ¿Kato le hizo eso? Por los dioses, como me alegro de haberme largado en ese instante, si no definitivamente estaría destrozado, más que ahora.
    No le presté atención a los gestos de Kohaku, no tenía fuerzas para andar notando algo tan sutil como eso. Lo cierto es que me intrigaba otra cosa, lo cual era mi verdadera pregunta...
    —Kohaku... Pero... Rengo... ¿Quien asesino a-
    Antes de poder terminar de formular mi pregunta, Shinrin habló de nuevo y nos guió a otra zona, chasquee la lengua frustrado, nuevamente, no podía conocer algo tan vital como eso.
    Volteé a ver a Natsu desde lejos, ¿el atendió Rengo? Mas a mi favor para no desconfiar de él, como siempre pensaba, tenía su actitud que con justa razón hace que desconfies pero... Algo había en el que me seguía intrigando, no podía ser malo.

    Shinrin nos guió hasta los baños, el cual el calor hizo empezara a adormecerme de más, nos guió no muy lejos de ahí hacia las habitaciones que juraría parecer nunca acabar. Shinrin nos avisó de no abandonar el Castillo, sería seguro para todos nosotros pese que eramos los invitados de honor, y no tardó en dejarnos una vez la breve guía acabara.

    Chasquee la lengua, algo en el sitio me estaba incomodando...

    Natsu comenzó a dirigirse a los baños y no evité ver a Hideyoshi con otros dos, susurrando, miré con ceño fruncido a los tres, aunque fue la voz de mi padre el que hizo desviara mi atención hacia este.
    Notó mi herida y no tardó en atendermela mientras sonreía levemente, aún cansado. Lo cierto es que al ser algo leve, pudo tratarlo con cuidado y con calma que no sentí gran cosa, ya he estado otros días en peor estado.
    La pregunta de mi padre fue la que me veía venir desde hace mucho.
    —Takano... Papá—. Inicié, aun alicaído. —Y todo esto de Kato Harima... La verdad es que no esperaba que se disparase tanto caos en un día, estoy muy preocupado por Takeda, por Takano, por Rengo... El clan no parece estar totalmente unido pese a todo y algunos directamente parecen tramar cosas—. Dije, visiblemente preocupado, hablando con el tono que solo Kohaku, Satou y yo pudiésemos escuchar, pues en lo ultimo me refería claro a Hideyoshi aunque era seguro que mi padre no supiera a quién me refería, pues yo a Hideyoshi no conocía de nada...
    —En fin... Que han sido un cúmulo de cosas, necesito distraerme, algo—. Añadí como último.

    Luego observé como algunos estaban empezando a caminar por las habitaciones mientras Kohaku regresaba por donde veníamos.
    Miré alrededor y no tardé en ver a Matsuda, Daichi y Heya.
    Tomé un momento la mano de mi padre para empezar a avanzar hacia el trío, era mi forma sin hablar de decirle que iría a algún lado.
    —Matsu, Daichi, Heya. Me alegra verlos con bien.—sonrei aunque no con la energía de siempre, pero me alegraba en serio verlos en una pieza.
    >>¿Porque no vamos juntos a una habitación a preparar té y después vamos a los baños? Ya más tarde podemos elegir las habitaciones cada quién, claro, si lo desean—. Comenté con calma mientras miraba a Matsuda.
    >>Si es posible... Y si mi padre no ve problema alguno. ¿Porque no vienes a dormir con nosotros? La verdad es que... Desde lo de Nagoya, no nos hemos conocido tal cual, y creo que ya es hora... ¿Que dices?—le pregunté, esperanzado a que aceptase mientras sacaba fuerzas para guiñarle el ojo, delatando que nuestro unión en Nagoya no tenía porqué desaparecer.

    —Si les parece, me adelantaré a elegir habitación, creo que entre más al fondo, un poco mejor para con el frío, parece que son enormes—rei, aun tratando de mostrar una faceta alegre de las mías.
    >>Bueno que iré a poner té, los espero—. Añadí como último y comencé a buscar una habitación para ponerme a ello.

    Que esto me ha quedado mas largo de lo esperado xDD

    Kuroki en esencia trata de consolar a Takeda antes de separarse de nuevo, le interesó la parte de Kato y lo de la herrería que parece manejar, conversó un poco con Satou, tiene un mal presentimiento para con el castillo e invitó a Daichi (EN Auditore ) y a Heya (OneMoreee ) junto con Matsuda a pasar el rato juntos con un té y después en los baños...
    Ah si, y esta mirando con malos ojos a Hideyoshi (?)
     
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    Bruno TDF

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    Herbolaria ---> Castillo

    Había asentido cuando la chica se presentó como Mao. Le resultaba llamativo que, a diferencia de Yuzuki, no dijera su apellido. Era una situación parecida a la suya, pues él renegaba del apellido de su familia debido a conflictos sucedidos en un pasado que ahora le sabía lejano, casi irreal.

    Yuzuki les pidió que avisaran a Kohaku que su abrigo se encontraba limpio. Él volvió a limitarse a hacer un silencioso asentimiento de cabeza, pues Mao fue la que respondió por los dos diciendo que harían lo que pedía. La observó inclinarse para agradecer la ayuda que Minami les había ofrecido en Tsu, y Togashi supuso que se refería al incidente en el que habían asesinado a una persona, donde acabaron gravemente heridos.

    Te sigo —respondió cuando Mao les dijo de irse. Antes de retirarse de Herbolaria, se giró para dirigir una última mirada a aquel escenario, Yuzuki en soledad rodeada por la sangre y las heridas de Takano y Rengo, y por el suave pelaje del animal que también parecía protegerlos—. Cuídalos bien.

    Cerró la puerta a sus espaldas con cuidado de no hacer ruido, no quería interferir en el descanso de Takano y Rengo de ninguna forma. Después pediría las debidas disculpas y recibiría con entereza los insultos que creía merecer.
     
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