“Julio me había regalado sus entradas para el baile, con una escusa de que esa noche tenía una reunión familiar.” Javier y yo fuimos amigos desde pequeños, ambos sabíamos los gustos de cada uno y la mayoría las compartíamos, una de ellas es el interés por los casos policiales. Para ese día especial, había invertido varios meses de planificación y preparativos, me había asegurado de que la noche anterior a su cumpleaños, no estuviera en su casa para poder sorprenderle con un caso difícil y festejar su cumpleaños de una manera especial. Había desordenado su cuarto entero, dejando apropósitamente evidencias e indicios para llamar su atención y armar una trama del caso. Al terminar el trabajo noté que ya era tarde, y que en unos instantes los relojes darán la hora exacta: medianoche. Subí de dos en dos las escaleras que me llevaban a la terraza del edificio de enfrente, donde podía ver claramente mi objetivo. Acomodé el arma a la altura adecuada y apoyé el dedo sobre el gatillo, con un simple gesto, un simple detalle, la escena quedaría completada. Me reí para mis adentros con satisfacción y presioné el gatillo cuando el reloj daba las doce, escuché a las campanadas de la iglesia cercana que tapaban el estruendo, pero algo inesperado ocurrió. ¿Quién podría imaginarse? Mi alegría se esfumó al ver que mi amigo entraba en su apartamento y caía al suelo consternado. Todo en una fracción de segundo. Había muerto. En el dia de su nacimiento. La policía llegó al día siguiente y el caso sigue en investigación, pero mientras escribo este texto en mi habitación, espero... Espero la llegada de la medianoche y la paga de mis errores. Esa noche esta carta fue encontrada bajo misteriosas circunstancias de la muerte de su autor. Según la policía, la escena del asesinato era muy similar al asesinato de varios días atrás. El asesinato de un tal joven, llamado Javier.