Long-fic Jugando a odiarte (inu&kag)

Re: Jugando a odiarte (inu&kag)

Charif! ¿Quién te dio el permiso para responder? Está bien yo xD Pero ya me volvió el internet! Boba, pero igual te amo (L) Espero que estés estudiando -.- Mira que sé donde vives, en el piso y tengo tus teléfonos. Además tengo un serrucho en la habitación de mis padres xD

Gracias para ahorrarme el trabajo de responder lso comentarios, aunque no es ninguna molestia! Disfruto leer y comentar sus post!

Quiero aclarar algo: Ni Lilii ni yo somos hombres jaja xD `Todo está narrado por Shippo, el narrador testigo xD

Las entiendo perfectamente, siempre hay inconvenientes, cuando uno quiere leer o simplemente meterse en la compu! Te empujan, patean, arrastran o te acusan (o por lo menos eso me pasa) y sino, para mi mala suerte, no había internet!

No sueñen tanto conmigo xD No mentira, sé que no me extrañaron.

Pero igual las amo!

Y como dijo mi hermosa Zulaima, que pasen un bonito feliz fin de semana! (obvio, durmiendo xD)

 

Re: Jugando a odiarte (inu&kag)

La última continuación fue hace más de dos meses, creo. De todo corazón, lo sentimos Lilii y yo. Es un compromiso terminarlo. Le agradezco a windmiko por reabrir la discusión. Trataremos de actualizar cada semana, así sea lo último que hagamos :) Llegaremos hasta el final. Gracias por su apoyo y comprensión. Sin más aquí está el capítulo 10.

Regla N°10: Entre broma y broma la verdad se asoma. Cosas que pueden parecernos absurdas, a veces son las más cuerdas y las que nos parecen cuerdas, resultan ser una locura.

A quien tú decidiste amar​

No sé si sepa que no hay personas​

Como tu aquí en la tierra​

Te prometo no vuelvo a llorar​

Estaban en una especie de shock. Era una de las pocas veces que se encontraban cara a cara. Lástima que le hubiera tumbado toda esa comida encima, en cambio, no arruinaría el momento.
―Ok…mira sé que no te caigo muy bien y toda la cosa… ¿pero era razón para tirarme la comida encima?

―Dijo algo molesto y arrogante.

― ¡Ya te dije que fue un accidente! ― Le gritó parándose.― ¡Aparte no me eches toda la culpa! ¡El que estaba ahí paradote en medio del camino eras tú! ―Espetó Kagome mientras recogía las cosas tiradas. Las que aún podía salvar.

―¡Si, si ya! ¡No me grites que no estoy sordo! ―Exclamó Inuyasha también poniéndose de pie―Pero voy a estarlo si sigues chillando―terminó de limpiarse la ropa.

Kagome se le quedó mirando desde abajo con una mirada fulminante como insinuando: “cállate o va a comerte el Kraken de Davi Jones”

―Bien, gracias por hacerme comprender dos cosas―continuó la chica mientras se colocaba de pie luego de haber recogido todo sin ayuda― La primera, no se te debe hablar fuerte porque de verdad que si que eres sensible y la segunda, los hombres siempre serán igual de descorteces.

Inuyasha ignoró su comentario y se dispuso a mirarla de arriba abajo. Estaba diferente. O por lo menos en como lucía. Se veía increíble. Un pantalón tipo skin, una franela larga y ancha color gris con corte del cuello en v y unas ballerinas plateadas de planta baja. Se veía hermosa y le atraía mucho más, pensó el albino.

―Oye… bueno sé que no es el mejor momento, pero luces asombrosa―¿realmente lo escuchaba de la boca del Taisho o sólo era otra fantasía loca que la hacía delirar? No, esta vez era real. Si lo hubiera escuchado de sus amigas o de alguna otra persona, hubiera simplemente dicho gracias cortésmente sin sonrojarse, pero, con el chico en cuestión, no. Todo lo contrario, parecía un tomate. Le dio las gracias y aceptó su invitación para ir a charlar a una mesa mientras esperaban.

La verdad no me queda más dudas de que tu amor​

Ya se me termino, duele pero acabó​

Es difícil pero no imposible​

Asimilar que en verdad te perdí​

Y ahora te veo partir​

Por otro lado, dos chicos habían ya salido del centro comercial y fueron a hablar a un café que estaba cerca de un lindo y simpático parque llamado “El Sí”. Según cuenta una leyenda que se remonta a varios años atrás, en ese mismo parque fue donde una de las mujeres más famosas de la historia aceptó casarse con su amado y su amor perduró años, he incluso en el momento de la muerte; murieron al mismo tiempo con un “te Amo” como últimas palabras que salieron de sus bocas.

Para algunos, la historia era realmente tétrica, y para otros bastante romántica. Este es el caso de Sango y Miroku. El parque les quedaba cerca y ambos habían querido ir allí. Para su suerte hacía un hermoso y maravilloso día, para pedirle a una hermosa señorita que fuese su novia. Un parque despoblado, flores por doquier, aves revoloteando y la aproximación del último rayo de sol ¿Qué más podía pedir? Que aceptara su propuesta.

La verdad era que ella lo veía como un pervertido, y después de lo que pasó en los camarines de educación física, no era para menos. A pesar de todo, él había despertado en ella algo muy profundo y lindo, un sentimiento inexplicable, algo hermoso y delicado como un cristal, puro y limpio; al igual que ella en él.

Después de darle la vuelta completa caminando al parque, decidieron sentarse en una banca a platicar. Posteriormente de haber reído un rato largo, hubo un momento de silencio. No de esos silencios incómodos, sino de esos silencios agradables, donde las palabras sobran y los corazones laten como uno solo.

El viento golpeaba sus caras. Él aferró sus manos a las de ella. Tomó una bocanada de aire y pronunció las palabras mágicas que dieron inicio a su relación.

―¿Quieres ser mi novia? ―inquirió al fin Miroku con un brillo especial en sus ojos que hacía que se viera dócil y manso como un cachorrito abandonado.

―Sí―fue la respuesta de la castaña a la pregunta del pelinegro, y también lo único que pudo pronunciar antes de que sus labios se unieran en uno solo, cerrando el compromiso que tenían uno con el otro…amarse y respetarse hasta que las diferencias u otras personas, razones o circunstancias los separen.

Ya era sábado por la mañana. El sol brillaba en lo alto, cero nubes en el cielo y 35 grados perfectos para ir a la piscina. Lástima que la mayoría de los jóvenes desperdician su *Saturday-morning durmiendo hasta las dos de la tarde en vez de hacer algo útil y/o productivo, como pasear por el parque en bicicleta, como lo hacía Kagome, ejercicios para mantenerse siempre en forma; Nick asistiría a un curso de repostería matutino como Sango y Ayame o simplemente ayudar en casa como Kento; que sea ricachón no le impide ayudar en algo.

Por otra parte, el muy vago de Inuyasha, sólo se levantó para desayunar, ¿y para qué? Si volverían a la cama tan pronto terminara su plato, únicamente para no “despertar con hambre”, que va, son adolescentes, no les podemos pedir mucho ¿no? Bueno, como les decía, era una mañana sorprendente, algunos con resaca del viernes por la noche y otros en su sano juicio, o eso parecía; todo tranquilidad pura, por ahora.

La mañana transcurrió tranquila y serena. Los mismo amigos de la noche anterior volvieron a encontrarse, a verse las caras, a pasarla chévere. Esta vez se les unió Koga, quien los llevo a todos a jugar boliche.
Todo fue muy tranquilo, excepto por el berrinche que hizo una chica cuando, al lanzar la pelota, se le partió una uña. Pobre niña rica que no sabe jugar bolos, su papi la fue a buscar con una ambulancia; debe tener los nervios de punta justo ahora. En fin, de resto, todonice entre los ocho. ¿Ocho? Si, ocho, damas y caballeros. Al cabo de un rato, Sango llamo a Miroku para que se les uniese y éste estaba dando unas vueltas con Sesshomaru e Inuyasha.

Por un momento a Koga le molestó la presencia del peliblanco pero descubrió que a veces puede ser un cretino, como a veces puede ser una gran persona, entre lo que cabe gran persona. La pasaron bastante primoroso hasta que a Kagome la llamaron para que fuera a su casa y tuvieron que despedirse. Todos estuvieron felices de volverse a ver una vez más en especial Inuyasha, aunque subió la temperatura en el “celosómetro” cuando el peliazabache se ofreció a llevarla a su casa y la morena aceptó.

La Higurashi iba muy distraída en el carro pensando en la extraordinaria tarde que había pasado con sus amigos, que no reparó cuanto tiempo habían estado dando vueltas por ninguna parte y no llegaban a su casa. Finalmente, cuando se detuvo el automóvil, preguntó:

―¿Dónde se supone que estamos? Tú y yo sabemos muy bien que esta no es mi casa, sino la tuya.

―Lo sé, relájate, te traje porque quiero hablar contigo de algo serio. Concédeme unos pocos minutos, por favor. ― Lo dijo con tal profundidad y un brillo de súplica en sus ojos, que la joven no puedo negarse.

Sé lo triste que puedo llegar a estar​

Porque al menos lo intente pero yo no gane.​

La persona que tiene el​

Acceso a tu corazón, mira que bendición,​

Pude haber sido yo​

Bajaron del auto y se dirigieron dentro de la casa, directo a la sala de estar para estar a gusto.

―Bien, ¿Sobre qué deseabas hablarme?―Interrogó sentándose en el cómodo sillón blanco

―Primero, debes prometerme que nuestra amistad perdurará muchos, muchos años-ella rió y asintió, él estaba actuando como un niño pequeño.-Bien, quería hablarte…bueno, ya sabes…nos..-allí iba de nuevo. ¿Qué no comprendía que entre ellos solo había amistad?

―Ya sé a dónde nos lleva esto. Hemos hablado de esto más que suficientes veces y…

―No espera, por favor déjame hablar antes de cualquier cosa―esperó a que accediera y luego soltó la sopa― lo he pensado mucho y le he dado vueltas y vueltas al asunto. Me gustas mucho y sé, que esos sentimientos no son correspondidos. Alguien más ocupa el lugar que yo quisiera ocupar en tu corazón. Ese lugar especial que reservas a ese alguien que te hace suspirar cada noche y despertar con una sonrisa cada mañana. Ese que te refresca los días soleados y convierte en cálidas tus noches. Quisiera estar en los zapatos de Inuyasha. Tiene mucha suerte al tener a alguien como tú.

Sus palabras la dejaron atónita, embelesada, en un tipo de trance hipnótico, pero la mención del nombre del muchacho de orbes ámbar la hizo bajar de las nubes

―¿Inuyasha? Pero ¿qué te hace creer que yo estoy…

―Por favor Kagome, te conozco demasiado bien.

―¿Es tan evidente?

―Tan evidente como el rubor que cubre tus mejillas―le respondió Koga con una sonrisa burlona mientras le acariciaba tiernamente el pómulo. ―Ya me resigné a ganar ese lugar en tu corazón, quiero que lo sepas y solo te pido que no me detengas al hacer esto.

Tomó su delicada cara entre las manos y la besó delicadamente en los labios. Era un beso dulce y nada incómodo para ambos. Él la amaba con locura pero no quería hacerla sentir incómoda. Ya era hora de que su “romance” acabara. De todas maneras, había alguien más que empezaba a ganarse un lugar en su cerrado y terco corazón de lobo. Ella le correspondió el beso. Había entendido que ese sería el último que ambos compartirían, y estaba segura de que, aunque él dijese lo contrario, Koga la seguiría amando y la recordaría.

Una canción empezó a sonar. No sabían si era idea de ambos pero no se separaron, siguieron con lo suyo mientras escuchaban la melodía y la letra…

Y aunque pase el tiempo​

Y seas feliz con alguien más​

Recuerda que no hay nada​

Que haga que me olvide de ti, yo sé…​

Sé lo felices que están y cuiden​

Lo que yo soñé, siempre quise para mí​

De corazón… ámense​

Si tuviera una oportunidad​

Le cambiaria el final a todo​

Pero no podría porque​

La verdad me da gusto que estás​

Conmigo en la eternidad y entiendo​

No eras para mí pero te querré siempre​

“La reflexión calmada y tranquila desenreda todos los nudos.”


Harold MacMillan​

Continuará...

 

Re: Jugando a odiarte (inu&kag)

Hola chicas :3 Pensaba publicar continuación mañana, pero tengo una serie de compromisos y prometimos capítulo por semana. Espero les guste aunque está cortito. Perdonen si hay Ooc en Inuyasha, traté de basarme en todo lo que había dicho en la serie. Cuídense y son bienvenidas críticas. Bye <3

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Regla 11º: Piensa dos veces antes de actuar, en tu caso; tres. Es tan fácil herir a la persona que amas. Casi siempre ocurre lo mismo: entregas tu corazón y te lo devuelve roto en pedazos.

Koga se sintió estúpido minutos después; un mutismo bochornoso reinó el living room. Se acarició los labios con la yema de sus dedos, nunca había percibido el sentimiento de soledad. Inseguridad por no saber que pasaría al respecto; era peligroso lo que había hecho. Kagome podría temer a una repetición de aquel acto y se alejaría. Le había costado aceptar que perdió la guerra, pero al menos se conformaba con verla sonreír y tocar la suavidad de sus manos.

Con él, tenía una mirada distinta: no era amor o pasión como el caso del joven albino, sino amistad y apoyo. La primera era inestable e hiriente; el amor es un imbalance. En una relación, siempre uno ama tanto y el otro; tan poquito. Es eso lo que lleva a la perdición. El moreno se contentaba al saber que ella siempre estaría ahí para animarlo, los amores vienen y van pero los amigos son para siempre.

Y cuando menos lo creyó venir, ella lloraba con fervor en su hombro. Su franela se humedeció aunque ya no le importaba. Ahí estaría eternamente su hombro cuando quisiera derramar lágrimas. El pelinegro no supo como reaccionar; él también deseaba llorar. Sin embargo, debía mostrarse fuerte. Tenía que sonreírle aún cuando anhelaba gritar y acompañarla en su llanto. Porque eso hacen los verdaderos amigos: guardar y enterrar sus debilidades a pesar de sentir igual o peor.

―Yo n-nunca quise lastimarte―la peliazabache se trabó con su llanto. Éste, dulcemente le secó las lágrimas sonriéndole con fingida normalidad.

―No fue tu culpa; yo me enamoré de ti―le señaló sobando tiernamente su cabellera. Ella hundió su cabeza en su pecho, se sentía miserable.

―Tengo miedo de que me dejes―le susurró dificultosamente. Koga le besó la frente.
―Eso no llegará a pasar nunca. Que se acostumbre el idiota de Inuyasha―la joven rió divertida. Sus ojos estaban cristalizados pero su sollozo cesó ―. Espero conocer otra chica que se parezca a ti.
―Yo sé de alguien que está locamente enamorada de ti.

―¿Sí? ¿Quién es? ―Preguntó forzosamente, sinceramente; no le interesaba entablar una relación por ahora.

―Estudia contigo y su cabello es rojo― respondió alegremente haciendo gestos con la mano con la emoción de una niña pequeña.

― ¿Ayame? ―Inquirió el muchacho a lo que Kagome asintió. ― Qué raro, siempre pensé que cosas como mostrarme su escote o aplicarse el perfume cerca de mí era sin intención. Creía que las franelillas le quedaban grandes.

La chica se llevó una mano a la frente en señal de negación. Tendría mucho trabajo si quería que el sentimiento de Koga hacia la pelirroja fuera recíproco, aunque la idea de ser Doctora Corazón le agradaba. La morena se levantó abruptamente antes de mirar su reloj. ¡Era medianoche! Primero ensordeció al ojiazul, quien resignado y temeroso la llevó inmediatamente a su casa.

Instituto Goshinboku

El pretexto de que la profesora de Educación Física un fue siempre sirve como una excusa para declarar que la hora es “libre”. Las chicas pretenciosas suelen arrinconarse en una esquina para contarse mutuamente sus problemas amorosos y más habladurías. Los chicos populares se centran en la cancha para discutir sobre quién es la más hermosa o tiene mejores curvas. Y los normales se juntan para hablar sobre las tareas, música o temas en común. O tan sólo para reírse de las acontecimientos graciosos de los demás.

Pero “quemados” cambia el sentido de todo. Un juego violento que acarrea golpes, sangrados de nariz y desmayos. Por ser sangriento atrae a los hombres y teniendo en cuenta que es un colegio mixto, las muchachas no se quedan atrás. Según los chicos, las mujeres suelen ser más agresivas y rencorosas lo que hace tomar cuidado.

Nadie sabe quien lo sugirió pero el punto es que los 21 alumnos bajaron. Era predecible quienes serían los capitanes: Inuyasha y Bankotsu. Como era lo normal, los mejores deportistas eran escogidos de primero y alumnos sosos o geek, los dejaban a la mala suerte de uno de los equipos.

Inuyasha escogió por su lado a Kagome, Sango y a Miroku. Como se requería de 10 personas el grupo y faltaba una, terminó quedándose con Tsubaki. Una chica de cabellera azabache larga y ojos penetrantes. Sensualmente pavoneó sus caderas muy cerca de Inuyasha; casi rozándolo. La Higurashi inhaló y exhaló apresuradamente, pronto se encargaría de aquella chica.

En el equipo rival se encontraba a Bankotsu como la cabeza principal. Kagome se preocupó: no había visto a Koga en el colegio desde ayer. Precisamente por estar ocupada pensando, recibió un enorme pelotazo proveniente de Ayame. Parecía querer pagar toda su rabia con ella. ¿Por qué estaría enfadada? Uno le dio directamente en la cara. La pelinegra algo inconsciente se pasó la mano por la nariz para descubrir que tenía una hemorragia nasal.

¿Y qué hizo el educado de Inuyasha? Cuidar su espalda y ordenarle que se sentara en la banca. Poco a poco cayeron todos y sucedió algo que le pareció muy tierno a la peliazabache: el peliblanco le había devuelto el golpe a Ayame con la pelota. Bueno, quizá era tosco pero la defendió. Miroku y Sango se quemaron porque el chico trató de ser heroico con su novia. Parecía una de aquellas escenas en que van a disparar a la mujer y el hombre se interpone recibiendo él la bala. Era igual excepto por la parte del tiro.

El Taisho y el chico de trenza larga se enfrentaron y luego observaron a Kagome, quien yacía exaltada por el juego. Era como estar en la final del Mundial o mejor aún, ver a su Inuyasha protegerla. Las chicas estaban repartidas: unas le hacía coral al joven de orbes ámbar. Parecían querer matarse, gracias por Kami esto no era como en la segunda película de Harry Potter, al mirar al basilisco.

Después de todo, era su encuentro.

Bankotsu la lanzó; ésta rebotó. Inuyasha rió arrogantemente esquivando la pelota. Luego de tenerla en sus manos calculó todo: era imposible fallar. La proyectó 30º hacia la izquierda. Una persona normal actúa de acuerdo a sus reflejos. Todos tenemos inclinaciones hacia la izquierda y dependía mucho de la mano que se utiliza para escribir. El moreno era un hombre rebelde yendo siempre en contra de las reglas y normas. Comenzaba con el pie “izquierdo” y hacía prácticamente todo con la derecha. Algo fácil de deducir ¿no?
Como lo anticipó: el pelinegro no se giró hacia la derecha sino que se esquinó más hacia la izquierda casi tirándose. Sintió que la pelota le rozó la punta del cabello pero no fue así. Muy confiado se enderezó y distinguió una especie de proyectil aterrizarle la cara antes de caer con la boca rota.

Sus amigos saltaron de la adrenalina. Esto era mejor que un juego de fútbol o un concierto. Era una matanza sin ser tan literal. Los chicos hicieron una barra de ánimo y abuchearon a Bankotsu quien permanecía en el piso. Por su enorme ego, sólo insultó a Inuyasha y se retiró caminando rápidamente. Kagome, ilusionada de que el joven lograra sorprender nuevamente a la gente, se acercó para abrazarlo.

Cuando alguien ya se le había adelantado.

Era Tsubaki, lo tenía firmemente agarrado del cuello. Le besó en la mejilla mientras le murmuraba cosas al oído. Inuyasha no hizo nada. Eso fue lo le dolió. Permaneció inmóvil sin decir o hacer algo al respecto. Tampoco estaba atónito, daba la impresión de que no era algo nuevo para él. De hecho, él la vio antes de voltear su rostro.

Kagome no lloró. ¿Era costumbre o estaba anonada? Sus ojos estaban secos. Lloriqueó mucho la noche pasada y no fue necesariamente por él. Inuyasha tardó varios segundos para salir de su letargo mental. Aquella mujer era diferente: su personalidad, su aura. En sus ojos pudo divisar odio y resentimiento.

―Suéltame―farfulló entre dientes. Se sentía sucio.

―Te estoy felicitando―se excusó con ingenuidad e hipocresía.

―No soy propiedad de nadie. Tienes suerte de ser una mujer―le espetó con asco. Divisó desesperadamente a Kagome.

Ella; metió sus manos en sus bolsillos. Inuyasha siempre había sido mujeriego, ¿cuál era la diferencia ahora? Se sentía ridícula, porque estaba enamorada. Es su sueño, su corazón. Había adoptado una actitud masoquista desde que lo conoció. Aceptaba sus defectos y virtudes; siempre tuvo la esperanza de que él cambiara por amor. Tal vez se equivocó. Era su vida. Se sentó bajo la sombra de un árbol en posición fetal. Por primera vez en su vida, no deseaba ir a clases.

Cancha del instituto

― ¡Koga! ―Exclamó Sango con cierto tono maternal.

― ¿Qué quieres? ―Interrogó con fastidio rascándose la nuca.

―Kagome pensó que no vendrías―le respondió mientras una gota se deslizaba por su frente.

―Tenía sueño. Llegué tarde ¿y? ―Retó el moreno a la castaña.

―No deberías hacer eso, no es bueno para tu salud―aconsejó el pelinegro entrecerrando sus ojos por el sol.

―¿Qué?

―Desafiar a Sango; ella te puedo hacer un hueco en la cara―Koga bufó superior y la chica asintió a lo que decía su novio. El joven de una coleta negra se sentó al lado de la pelirroja malherida.
―Buenos días Ayame― saludó el chico contento. Ésta lo percibió extraño, muy extraño.

―Hola Koga ¿cómo estás? ―Ella se sonrojó ante la pregunta; seguro pensaría que era muy curiosa.

―Más o menos, no dormí bien. ― La ojiverde pasó su mano por el párpado del muchacho dulcemente.

―Lo tienes hinchado― el ojiazul pensó: era cierto lo que decía su amiga. Debía estar ciego sino se dio cuenta de que Ayame no era especial por amistad o compañerismo.

― ¡Cuidado! ―Gritó uno de los muchachos que jugaba soccer.

El pelinegro detuvo la pelota con la mano evitando que golpease a Ayame. Sango pudo observar en sus ojos rabia y recelo, aquella sensación tan sobreprotectora que empleaba con Kagome, sin embargo; era a la pelirroja quien cuidaba. Él se levantó tronando sus nudillos. Los chicos se asustaron escondiéndose.

―No les hagas nada. Estoy bien―le calmó la joven compasiva.

―Hay que castigarlos―contestó con enojo y una sonrisa maquiavélica.

―Por favor― la chica le rogó con aquella mirada de perrito. Se aferró a su mano. Éste, se sentó suspirando. Sería difícil acostumbrarse a que Kagome estaría con ese perro sarnoso pero con Ayame le resultaba fácil y cómodo. Su sonrisa era deslumbrante e infantil, dándole un toque inocente. Era tan linda ahora que la detallaba…

Inuyasha se cayó manchando sus rodillas con el barro. Comenzó a llover sin parar. Su uniforme se mojó. Le significaría mucho esfuerzo dar una excusa convincente. Por lo menos valió la pena tanta búsqueda; la Higurashi estaba sentada mirando el vacío. El albino menor se sentó a su lado, ella se negó a encararlo. Tenía vergüenza. Perduraron algunos minutos en silencio. La pelinegra odiaba ser siempre la que rompiera el momento incómodo. ¿Cómo se supone que se debería sentir?

¿Cómo evitar la lluvia? Diciendo adiós…


―Inuyasha, yo…―él la calló.

―No digas nada, déjame reconquistarte―colocó su dedo índice en sus labios acercándose cada vez más.

El peliblanco rozó su nariz con la de ella delicadamente. Ambos se ruborizaron. Se veía tan hermosa con ese sonroso en sus mejillas.

―Tenía miedo a perderte. Sentir que ya no eras mía. Cuando estás con el idiota de Koga me siento inseguro. Tú me has enseñado a ser una persona distinta. Por ti aprendí a bajar de las nubes. Creo que estoy rodeado de gente falsa, personas que sonríen por mis desgracias. Lloraste por mi cuando a nadie le importaba. Me trataste como alguien más y no como un dios por mi riqueza. Me hiciste considerarme humano otra vez.

>Te he lastimado por arrogancia porque quiero demostrarme como alguien interesante y valeroso en tu vida, pero en cambio, ye te menosprecié. Necesito de la aprobación de los demás, es un hábito ser alabado por las palabras hipócritas de los demás. Me tienen miedo y lo disfrazan con admiración. Vivo infelizmente, mis padres están separados aunque no se han divorciado y la única persona en la que puedo confiar ciegamente es mi chofer; ni siquiera en mi hermano.

>No he encontrado un amor más puro como el tuyo Kagome y eso lo que temo. Si nos llegáramos a separar, no sería el mismo. Me convertiría en una peor persona porque no tendría por quién luchar.

Una lágrima traicionera brotó de Inuyasha; la chica se la limpió pacientemente. Lo había juzgado como una persona que se creía mejor que los demás; pero verdaderamente nunca lo conoció. Vivía de apariencias y sobrellevaba la vida más infeliz que ella pudo imaginar.

El albino sacó de su bolso dos dijes con un corazón cada uno. En el del ojiámbar estaba la foto de Kagome que solía ver todas las noches de aquel viejo anuario. Y en la de la peliazabache, era Inuyasha con una pose alardeando sus músculos lo que causó gracia en la muchacha. Con el dorso de su mano acarició la nívea mejilla femenina. Arrulló sus rizos que se formaban al final de la cabellera azabache. Comenzó besando su cara lenta y susceptiblemente.

Quisieron que su primer beso fuera especial. Esta vez no se dejarían llevar por la pasión. Ella por su parte; lo abrazó fuertemente sujetándose a su cintura. Él le preguntó con la mirada si quería continuar; la pelinegra asintió. Temerosamente juntaron sus labios y esperaron las reacciones.

Él siempre había sido orgulloso. Era un hombre soberbio que nunca pedía perdón por sus ofensas. Estaba en su naturaleza guardar rencor. Sin embargo pisoteó su ego por ella, encima de sus caprichos la amaba. Porque el verdadero amor implica renunciar a uno mismo.

Kagome se creó un prejuicio acerca del albino: irresponsable, descarado y egocéntrico. Pero no pudo negar su afecto hacia él. Se le metió debajo de la piel. El corazón está ubicado hacia la izquierda, puede ser que gracias a eso metemos tantas veces la pata. Rápidamente se dio cuenta de cuán equivocada estaba: también era dulce y preocupado.

Habían vencido el mayor de sus obstáculos: ellos mismos. Destruyeron los estereotipos y etiquetas. Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta. Los verdaderos amantes son los que encuentran la calma en medio de la tempestad. El verdadero amor es como los espíritus: todos hablan de ellos, pero pocos los han visto.

El primer beso no se da con la boca, sino con los ojos. Un corazón es una riqueza que no se vende ni se compra, pero que se regala.

“En un beso, sabrás todo lo que he callado.”​

​

Pablo Neruda​

Xoxo, anónimo​