Joseph

Aclaración: El texto en letra cursiva corresponde a la narración desde el punto de vista de la protagonista.​

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¿Cuántos días habían pasado ya? No lo sabía, aunque tampoco le interesaba de sobremanera poseer esa información. Intentó, por milésima vez desde que despertó, levantarse de la cama, mas su cansado cuerpo no logró cumplir tal petición, pero aún si lo lograra ¿Qué haría? De seguro sólo dañarse más a si misma…

Cerró sus ojos para volver a sumergirse en antiguas memorias, en recuerdos de aquellos días en que era una muchacha feliz y saludable, sonrió melancólicamente, ya no le quedaba nada del ayer, definitivamente no era la misma persona, y dudaba de la posibilidad de volver a serlo… Dudaba de si sobreviviría hasta el día siguiente…


Una ola de pensamientos nostálgicos iba en ascenso y sabía que no podía detenerla, aunque tampoco quería…

Tomó su mano suavemente mientras los rayos de sol chocaban contra sus espaldas, eran jóvenes, libres, despreocupados y felices, no había nada que los torturara con insomnio durante las noches, ni los hiciera llorar durante el día, sus vidas eran un sueño…​

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Pero siempre tenemos que despertar…​

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Ese día salió temprano de la universidad, por lo que se dirigió a buscar a su novio para darle una sorpresa, su mirada reflejaba la expectación de lo que prometía ser una tarde perfecta dentro de su vida de ensueño, nada podía salir mal.​

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Pero al llegar lo vio, en ese instante todo el peso de la realidad cayó sobre su espalda, una tristeza demasiado profunda, demasiado pesada…​

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Las lágrimas fluyeron incontrolables de sus ojos, allí, frente a ella, estaba el hombre al que había considerado el amor de su vida, aquel que le prometió el cielo, la luna, las estrellas, el que dijo que lo daría todo con tal de verle sonreír… Estaba su novio besando a otra chica…​

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¿Qué hacía mal? ¿Acaso toda la situación sería su culpa por no poner suficiente esfuerzo en la relación? No sabía, no sabía qué hacer, nunca, ni en sus peores pesadillas, imaginó una situación de esta índole, nunca lo creyó capaz de dañarla de esta manera, él, la única persona a la cual se había entregado por completo la traicionaba…​

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Sus sueños, sus planes, sus esperanzas, ya no valían nada.​

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Simplemente se giró y emprendió su camino de vuelta, para no volver, para desaparecer…​

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No me queda nada, consumiste todo de mi, estoy condenada a cargar con la existencia marchita de un cuerpo sin alma por el resto de mis días, por suerte no me queda mucho, ya no le importo a nadie, por lo que nadie vendrá a interrumpirme, voy camino al final, sería molesto si alguien me obligara a volver a vivir, a renacer.​

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El silencio y la soledad son mis únicos acompañantes, amigos fieles que no me traicionaran como tú, ellos siempre estarán conmigo, siempre, hasta que me maten…​

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Sus parpados se sentían cada vez más pesados, por lo que cerró sus ojos nuevamente y se sumergió en sus recuerdos.

Una semana sin ti, una semana de soledad, la vida se ha vuelto un infierno, ¿Cómo podría soportar esto sin perder mi cordura?​

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Ya no como, no siento hambre, aún así, a pesar de todo lo intento, preparo algo, cualquier cosa, pero al momento de llevarlo a mi boca mi estómago ya no lo soporta, siento mis intestinos retorcerse, al tiempo que caigo al suelo, expulsando todo… Estoy muriendo, me estás matando…​

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Las noches sin dormir se han vuelto rutina, contadas veces logro alcanzar un sueño tranquilo, pero la mayoría me quedo despierta pensando, pensándote… ¿Cómo podré seguir de este modo?​

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Días, semanas, meses, todo se resume en incrementar mi dolor ¿Cuánto más tendré que aguantar? ¿Cuánto más voy a llorar? Estoy cansada de toda esta situación, de esta soledad, pero al momento de hacer amago de interrumpirla simplemente me veo incapaz, me aferro a ella porque sé que es lo único real que me queda…​

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Su respiración se volvía cada vez más lenta, como si estuviera cayendo en un sueño profundo, y es que eso era, el sueño de la muerte por fin venía hacia ella, acariciándola con sus fríos dedos, entumiendo su cuerpo cada vez más. No hizo ningún intento por frenarla, pues sentía como por fin todas las ataduras del dolor se soltaban, dejándola ser libre una vez más.

Abrió sus ojos por última vez, viendo los rayos lunares entrar a través de las ventanas de su habitación, sonrió con nostalgia, sabía que siempre habría un sentimiento del que ni la mismísima muerte podría liberarla…

- - Joseph…


Y entonces todo se volvió oscuridad.

Fin.​