Joker

Tema en 'Habitaciones' iniciado por Insane, 18 Mayo 2019.

  1.  
    Zireael

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    Laila Meyer~Lammergeier.


    Por alguna razón, el tacto de Agnes en sus muñecas le resultó extrañamente cálido y sentir su aliento en el oído casi le provoca un escalofrío. Se dejó hacer cuando e dispuso a atarle el cabello de la misma forma en que había hecho con el propio.
    Cuando los hilos de cabello fueron ajustados por la liga sintió la piel resentirse por los tironazos que había recibido hace nada, además de que Agnes le había clavado las uñas en la piel.

    Tomó sin apenas darse cuenta el bisturí que aquella desquiciada la ofrecía.

    Ábrele el estómago.

    No importa si se despierta y grita.

    Retira cada cosa inservible.


    Continuó sintiendo las caricias de la bruja y desvió la vista al implemento que le había facilitado. Vio su rostro reflejado, diminuto y borroso, en la fina hoja del bisturí.

    "Para. Aún es tiempo de parar, aunque signifique tu muerte".

    Rió con resignación y se aferró con fuerza al bisturí, antes de dirigirlo al joven en la camilla. ¿Balto? ¿Qué clase de nombre era ese?
    Deslizó el filo de la herramienta sobre la piel del estómago del joven, inexperta, primero tan superficialmente que apenas y brotó un fino hilo de sangre,

    Corta profundo.

    Reinició el proceso, regresando al punto inicial y esta vez atravesó la capa de piel completamente, insertando la punta del bisturí. Una gran gota de sangre carmesí tardó en acumularse alrededor de la herida, fue entonces que volvió a deslizar la hoja, haciendo un corte largo.
    No se dio cuenta de que un par de lágrimas se deslizaban silenciosas por su rostro, a pesar de que la sombra de una sonrisa se había formado en sus labios.
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Agnes Astaroth

    Continuó acariciándole el cabello en todo el proceso, como habían hecho con ella tiempo atrás. Qué tiempos aquellos. Sonrió levemente sin dejar de peinarla y ver el corte preciso que había logrado. Quizá hubiese podido ser cirujana como ella, porque no parecía carecer de las habilidades básicas para el inicio de una cirugía limpia, y ello era para aplaudir. Sino fuese por el ambiente, por el contexto, por ella misma Laila podría estar perfectamente en una conferencia de la anatomía humana, explicando la posición correcta para lograr una cirugía gastrointestinal.

    —Bien hecho —aduló y atrajo una bandeja, evitando que ella fuese quien retirase lo inservible del estómago ajeno—. Ya con eso la sangre al no detenerse morirá irremediablemente, así que evitemos que manches y ensucies esta hermosa habitación, a fin de cuentas dormirás tú aquí sola —comentó mirando mirando el reloj que uno de los guardias le mostró—. 2:00 am, Mm.

    Pensativa continuó peinando a Laila, acomodando sus fichas mentales.

    —Te queda poco tiempo para dormir, así que seré bondadosa y retiraré el que tengas tú que retirar lo que no sirve de él. Ya mis hombres lo harán por ti —dio una orden ímplicta con ella y se llevaron el cuerpo, los instrumentos y la camilla, quedando Laila y Agnes ahí, a solas—. Este era mi cuarto favorito, ¿sabes? —se desajustó la coleta alta, brillando lo largo de su cabello en medio de las tenues luces rojas—. Espero sea el tuyo también.

    Se colocó sus tacones y salió del lugar, cerrando la puerta.
     
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    Zireael

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    Laila Meyer~Lammergeier.

    No detuvo aquellas extrañamente cálidas caricias en ningún momento, como una madre que observa a su hijo dibujar.

    Bien hecho.

    El olor de la sangre se combinó con el aroma dulzón que tenía la habitación por sí sola, revolviéndole el estómago y aún así, fuera de sí, sonrió como si estuviera orgullosa de sí misma al recibir aquel remedo de halago por parte de Agnes.
    Antes de que pudiese decir algo, todo fue retirado de la habitación, dejándola sola con la bruja.

    Este era mi cuarto favorito, ¿sabes?

    Espero que sea el tuyo también.

    ¿Qué, de qué estaba hablando? Giró la vista hacia ella, justo cuando deshacía la coleta y la cascada de cabello oscuro volvía a caer sobre su espalda.
    Abrió la boca, pero ninguna palabra salió de ella. Vio a Astaroth colocarse los tacones nuevamente y salir de allí, cerrando la puerta tras de sí. Su vista quedó clavada en el Joker tallado en ella.
    Notó que seguía aferrándose al bisturí y lo alzó, viéndose reflejada nuevamente en el filo manchado de sangre. La recibieron sus propios ojos borrosos, opacos, rojizos como los de Agnes gracias a la luz y el líquido granate. Lanzó el objeto lejos, sin siquiera detenerse a ver dónde había ido a parar y se precipitó hacia el baño, siendo recibida por más de aquellas luces rojizas. Se dejó caer, sosteniéndose del borde de la tina y su estómago vacío se retorció, intentando devolver algo, apenas un revoltijo incoloro. Era como si vomitara el mismo llanto al que había sucumbido en el rincón de juegos.
    El esfuerzo hizo que nuevas lágrimas se formaran en sus ojos y corrieran por sus mejillas. Otro relámpago de dolor le atravesó la cabeza, haciendo que el mundo parpadeara erráticamente a su alrededor.

    Una vez que fue capaz de volver a enfocar el mundo, se levantó a tropezones y se sujetó del lavabo, dejando sus huellas ensangrentadas en él y mirándose en el espejo. Los ojos rojizos, la coleta alta, el largo cabello liso, el hecho de que acababa de abrirle el estómago a un desconocido y tenía las manos manchadas de su sangre. Por un momento, la imagen que le regresó la mirada en el espejo fue la de la misma Agnes y no la de Laila. No fue capaz de reconocer nada de sí misma.
    Sintió la presión de aquella terrible habitación aplastarle la mente y el corazón, destrozando cada fragmento de la chica perfecta, educada y obediente que alguna vez fue.
    Se llevó las manos al cabello, quitándose violentamente la liga que le había colocado la bruja y enredó sus dedos en este, para luego tirar con fuerza, arrancándose más de un hilo violeta en el proceso, mientras se dejaba caer nuevamente. La recibió el helado suelo negro.
    Gritó, gritó hasta que sintió las paredes del baño vibrar a su alrededor y su garganta rasgarse. La migraña amenazaba con hacerle explotar la cabeza, pero nada de eso importaba.
    El mundo empañado, negro y rojo, húmedo por sus lágrimas, parpadeó a su alrededor sin control.

    .
    .
    .

    Pasaron minutos u horas hasta que el silencio volvió a reinar en aquella extraña habitación.
    Soltó su cabello, con las manos y la cabeza adoloridas, y extendió el brazo hasta que pudo asirse de nuevo al lavabo y se forzó a levantarse.
    No se miró al espejo, pero lo desprendió del pequeño clavo que lo sostenía a la pared y lo arrojó al extremo contrario del baño, haciéndolo trizas. No quería ver a la bruja, no quería que fuera ella quien le regresara la mirada desde su reflejo. No iba a convertirse en ella, no iba a brindarle ese placer... aún.

    Respiraba trabajosamente, como si el solo hecho de inhalar le causara dolor. A tientas abrió el grifo, que escupió agua manchada de rojo. La observó fluir durante largo rato, hasta que finalmente colocó sus manos bajo el chorro de agua, que se tornó aún más oscura al empezar a enjuagar la sangre ajena que le cubría la piel.

    Cerró el grifo y lentamente salió del baño, solo para ser recibida de nuevo por los ojos de aquellos cuadros. Ni siquiera reparó en la mesa con extremidades en ella.
    Se dirigió directamente a la cama y dejó caer su peso en ella, abrazando una de las almohadas con fuerza mientras se dejaba vencer por el llanto como una niña, agradeciendo que no hubiese nadie allí para verla, además de la cabrona Agnes como era de suponer.
    Sin embargo, enterró la cabeza en la almohada, deseando que se tratara del pecho de Shawn, que pudiera desaparecer en la calidez de su cuerpo y ambos reaparecieran con sus vidas anteriores, en vez de en aquella prisión; pero no tenía más que las sábanas frías y el frío de su propio cuerpo, a punto de desvanecerse.
    El cansancio la venció, a pesar de ser observaba por aquel montón de ojos, y el sueño se apoderó de ella.
     
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