Primeva vez que hago esto~ Serie de micros sobre esta chica, un tanto extraños, pero son de inspiración momentánea. Johana I Para Johana las cosas eran sencillas: ella respiraba, hacía sus necesidades y todos los demás hacían las cosas por ella. Desde escogerle los atuendos hasta decidir el color de maquillaje que hoy usaría. Cuando murió su abuelo hace ya unos dos años le escribieron un discurso que nada tenía que ver con el anciano señor, pero aún así tenía que decirlo. Claro que si ella movía un dedo, enseguida era atosigada con preguntas como: ¿qué desea?, ¿le duele algo?, ¿la movemos de sitio? ¿Y saben? Ella sólo quería responder: «Mátenme» No si antes matarles a todos ellos, ella no era precisamente normal, y eso le molestaba, le repugnaba tener algo que asustaba, que hiciera que la gente temiera por su vida, pero que nadie se atrevía a acabar con la de ella. Con la vida de un asesina, una con buena paga. ~~~~~ Por problemas hereditarios no pronuncio bien la 'r' y la 'rr'. Aún así, tienen el escrito para entenderlo. Dedicado a Artemisa, que dijo que amaba mi voz, repito querida, eres a-do-ra-ble
Entonces, ¿Johana se sentía oprimida por que le hacían de todo? Bueno, admito que me gustó mucho el primer Micro de ella, y diré que no sé por que dices sobre pronunciar la 'r' o 'rr' yo los oí perfectamente, todo fue claro y fluido. La narración del escrito estuvo sencillo pero completo, y sin errores de ortografía o algo más, solo vi, que creo yo debió ser: del maquillaje que hoy usaría..., pero solo eso. La grabación estuvo clara. Me encantó leerte.
Preciosa, yo tampoco tuve problemas para oír tus "r". Me intriga mucho el pasado de Johana, ¿qué le sucedió? ¿Por qué todos le cuidan de tal manera? La manera en la que lo narraste me encantó... Es como si tu voz y el texto tuvieran algo así como textura, no sé si me explico bien. Me encanta, linda. Esperaré el siguiente.
II En esta ocasión el trabajo no era acabar con la vida de nadie, sino, dificultársela un poco. Y tampoco resultaba ser un trabajo, lo hacía por capricho, se quería divertir. Su nueva vecina, de la cual desconocía el nombre, le había dado de comer carne a su dulce gatita, cuando ella sólo comía pescado del más fino y por ende, se había enfermado. No era una chica rica que le importara lo que de verdad le daba a su gata, pero por más que fuese ruda, ése pequeño animal era lo que en verdad le importaba, ¿la quería? No lo sabía, no había sentido nada semejante en su vida. La pequeña bolita de pelo se acurrucaba en su regazo, maullando, ya le había inyectado y sólo tomaba agua. Si algo más le pasaba al animal, su vecina no la pasaría lindo, para nada. Una tortura quizás, o sólo asustarla también servía. Pelusa era la única que verdaderamente la escuchaba; todos los demás hacían las cosas desde siempre, sus sirvientes, personas a las cuales les pagaba para hacer eso, mientras ella buscaba el pan para comer. No eran los medios más adecuados pero era los únicos que conocía. ―Miau ―dijo el animalito al verla con los ojos cristalinos, casi como si quisiera llorar. Johana no supo qué hacer, hubo algo que se movió inquieto dentro de ella. La bolita de pelo hizo el sonido unas cuantas veces más, y luego ni siquiera ronroneaba. La joven de cabello rojizo tocó con la punta de sus dedos a su fiel mascota, pero esta no se movía ni un poco. Supo de inmediato que el felino ya no estaba entre los vivos y una lágrima rojó por su mejilla, eso dolía. *-*-* Hoola, en este escrito al leerlo, realicé una pausa donde no se debía, decidí dejarlo así, más que todo porque ahora mi garganta no me deja hablar a gusto (a ello súmenle retenedores bocales, iug).
Me tardé harto en publicar, por que había olvidado mi contraseña para subir la grabación ;-; Tengo memoria selectiva. Pero al fin lo encontré :3 III Rememoró entre gotas de sangre y chillidos suplicantes la muerte de su abuelo. Sintió una repentina congoja, ¿qué diablos? Ella no era así, nunca lo había sido. El vaivén de sus caderas era fluido, también lo eran sus recuerdos, centellantes a la espera de rebelar algo, algo que no entendía. El hombre, padre de su padre, no había suplicado ni se había inmutado al verla a ella, su nieta, apuntándole con un arma. No emitió sonido alguno cuando ella apretó el gatillo. «Llevamos la frialdad en la venas», pensóla chica con disimulada amargura cuando vio que la sangre tardó más de lo normal en emerger de la herida. Ésa vez no fue la paga lo que la impulsó, como tampoco lo era ahora el hecho que llenaba de sangre de vaca el tanque de agua de su vecina. Una sonrisa macabra adornó su rostro cuando se oyó el grito atemorizado de la susodicha. Nadie le mandó a alimentar a la pobre Pelusa.
IV Se despertó agitada ésa noche. Algo sumamente extraño, de momento no le habían asignado ni un solo trabajo, empezaba a aburrirse. Fue a la cocina a buscar un poco de vino, lo deleitó y cerró los ojos mientras suspiraba. Repentinamente extrañó a la bolita de pelos que siempre se refregaba en sus piernas con cariño, mientras caminaba por la casa. Le hacía falta ése mínimo gesto de bondad. Oyó algo fuera, en el patio, sacó de una de sus gavetas una pistola, dejó el vaso en el fregadero y se dirigió en puntillas a la puerta del jardín. Escaneó el patio antes de salir, y vio una torpe sombra moverse cerca de la puerta, la abrió con lentitud y apuntó directo a un rostro femenino. La escudriñó con la mirada mientras la fémina alzaba las manos y tragaba fuerte. Johana no disparó.
Osh, Kai... *-* Ya sé, me ando colando en TODOS tus escritos, pero bue... ya tienes alguien que moleste. Ejem, tu voz es... wow, no la imaginé así, en verdad. Pero volviendo al tema, me encanta la forma en que retratas una historia en tan pocas palabras y de una forma tan fluida, en verdad es admirable. Bueno, avísame cuando esté la conti. Después de todo ya me colé en el sistema (?).
V Melanie era como una espinilla en el trasero. Desde que la encontró husmeando en su patio, meramente dejando un pequeño regalo a modo de disculpa por lo de Pelusa, la joven no se le había despegado. No fue drástica al momento de que la rubia le explicara su razón de estar allí. ―¿Por qué una pistola? ―indagó Melanie sentada en un taburete, con un vaso de agua en las manos. ―Es simple seguridad, más efectivo que un gas pimienta ―explicó reprimiendo una sonrisa. Ése gas era divertido. Ésa fue la única conversación que habían mantenido. Al día siguiente cuando salía de casa hacía el aeropuerto para un nuevo trabajo se la encontró en la puerta de su casa, sonriente. ―Hola, pensé que podríamos ir de compras, será divertido ―propuso la de hebras amarillas. ―No puedo, tengo un viaje de negocios. ―Se excusó la pelirroja al subir a su auto―. Quizás en otra ocasión ―dijo al marchar. No sabía por qué había dicho aquello.