Microrrelato Jinete

Ha de admitir que en un principio tenía miedo, pero viendo la fe y emotividad que se depositaba en el por medio de ellos dos, decidió que no podía fallar. Observó al hombre tenía piel trigueña y pelo corto, le sonreía, su mirada reflejaba una mezcla incertidumbre y esperanza, sabía que sería un camino duro al igual que él, le devolvió la sonrisa como diciendo “Anda, no me ocurrirá nada, yo puedo hacerlo”.

Se aproximó presionando sus puños observando lo que tendría que enfrentar. Era una criatura gigantesca pero hermosa, tenía el pelaje café cobrizo que resplandecía ante esa luz artificial que le daba en el costado, un cuerpo corpulento posando con brío y gallardía frente a él. Escuchó una especie de bufido, ya se había percatado de su presencia, lo había visto moverse antes, otro chico que parecía valiente ante él había terminado mal, no ocurriría lo mismo con él.

Se sostuvo con fuerza de la rienda, se acomodó en la silla dando un suspiro pasivo, estaba preparado, dispuesto a domarlo. Sabía que en cualquier momento se movería, estaba listo cuando de pronto sintió un peso adicional. ¡Ella había subido también!, su cabello era lindo y largo, tenía unos ojos redondos y dulces, la miró unos segundos un tanto nervioso, miró al hombre a los lejos, lo mirada de la misma manera, ¿tanta confianza le tenía?, la vio, ella le sonreía gentilmente.


—-Confía en mí, ellos están haciendo esto porque confían en mí, no puedo fallar —pensó


Se escuchó una suave música que acompañaba el danzar de los jinetes, se comenzó a mover agitándose hacia todos lados, se balanceaba adelante y atrás, podía escuchar el golpeteó de los cascos pegando contra el piso, su relinchar, en un momento tuvo que abrazarse al cuello del animal para no caer, observó hacia atrás que ella todavía estuviera con él, ella mantenía esa sonrisa pasiva, eso le infundo confianza.

Paso a paso comenzaba a detenerse y ceder, ¡lo había logrado!, realmente lo había logrado, estaba domado. Sonrió, lo acaricio en su lomo descendiendo de él, la mujer lo abrazó feliz, el chico se acercó entusiasmado también.


—Bien hecho compañero…—le dijo.


Era inevitable el siguiente paso, le pasaba a menudo, terminada teniendo demasiado sueño y quedaba dormido. Terminó recostado, cubierto del frío en cunita, tomó su biberón mientras los observaba hablar antes de quedarse dormido.


—Parece que Ángel se divirtió en el carrusel, ¿verdad amor? —dijo el hombre con cierto orgullo.

—Si mi vida, no dejó de sonreír en todo el recorrido —le respondió mientras lo besaba y se refugiaba en su pecho.


—Están felices… —pensó y sonrió mientras se rebajaba ir por el sueño —…carrusel…es divertido, ojala vengamos otra vez… —pensó el bebé antes de terminar dormido.




Nota del autor: Bajo una teoría psicoanalítica se sabe que los bebes pequeños a falta de otra palabra se creen omnipotente y autónomo en todo sentido. Espero eso explique algunos aspectos de la historia si es que se lo preguntaron.