Jhonas.

Tema en 'Relatos' iniciado por Nicolai, 19 Enero 2011.

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    Nicolai

    Nicolai Guest

    Título:
    Jhonas.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3156
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    ¿Qué puedo decir de mi? Soy un hombre sumamente romántico, altamente imperactivo y dedicado, y tan lleno de pasión como cualquier ser humano.

    -¡Bones!​

    Disfruto de los largos paseos por la tarde, también en la noche y por qué no en la mañana.

    -!Bones, estas sordo?!​

    Pero así como soy imperactivo, también necesito de vez en cuando tomar una siesta. Ni demasiado largo ni demasiado corta. En especial, disfruto descansar mi mente y mi cuerpo sobre alguna superficie acolchonada, como la de los sillones. Pero desde que ocurrió aquel terrible inconveniente no se me permite dormitar sobre mueble alguno, nunca más.

    -Aquí estas, maldito holgazán.​

    ¿Pero es acaso mi culpa que no me aguantara? Mis pensamientos solo volaban, y mi cerebro tan solo se relajo. Siendo así, es natural pensar que los músculos de mi vejiga no respondiesen a resistencia alguna, simplemente porque no la había.

    -Vamos, chico. Vamos a pasear antes de que me mojes la alfombra.​

    Porque a uno no se lo perdona, por un error me condene a pasar las noches en esa maldita casa de perro de un metro x cincuenta. Y no es nada que este dentro de la casa, no señor, tengo que dormir afuera. Junto con los insectos, los ruidos de la calle. ¿Eso es descanso para alguien? Y aún así no me puedo quejar, pues dado todas las cosas, la comida es buena.

    -Ahí, Bony. Rápido, que la señora Raymond no nos vea.​

    La atención es la mejor, en especial por parte de señorita Jennifer, la novia de mi amo Derek, que siempre esta atenta a mis necesidades.
    El día que ambos riñeron por problemas de atención de pareja, me sentí bastante culpable. "Últimamente, le prestas más atención a ese animal que a mi", solía decir Derek. Sí, así, como si yo tuviera la culpa de ser encantador. La casa parecía más vacía sin su presencia, y mi amo Derek parecía menos preocupado por su aspecto físico, o por lo menos eso me sugería su descuidada barba de dos semanas. "Y tú qué rayos estas mirando", me decía cuando lo miraba con una expresión de tristeza en un intento de hacerlo tomar conciencia de la estupidez que estaba cometiendo. Pero lo único que ganaba era que me atara en el patio, quizás en parte porque meramente estaba logrando mi objetivo. Fue una época infernal, desde de mi punto de vista. Mis aullidos hacían enojar a los vecinos, los cuales se quejaban con Derek, y este a su vez solo se paraba en la puerta que da al patio y comenzaba a gritarme, y aún mucho más alto de lo que cualquiera de mis ladridos o aullidos más desesperados. Pero al final ella tubo que regresar por unas pertenencias que había olvidado, y fue el momento en el que aproveche para mostrarle más sinceros sentimientos por medio de los rituales característicos de mi especie: o sea, besos y saltos. Aunque Derek se mantuvo indiferente ante su visita, pero sabía que muy en el fondo la necesitaba, incluso más que yo. Pero en medio de aquel silencio, con tantos sentimientos por aquella bella mujer era difícil que tan sólo un cruce de miradas no bastara como para sincerarlo. Y así fue que en el momento que ella se iba, él no pudo evitar lanzar un "espera!" Y la reconciliación no tardo, y con ella mi felicidad. Todavía son una pareja joven, tienen cosas que aprender de la vida, pero por lo menos tengo la total seguridad que no van a terminar como mis antiguos dueños; pero esa es otra historia.

    -Bien? Ya está, volvamos.​

    Las calles parecían un poco más frías en aquel otoño, si mi hocico mojado no me mentía.
    Ahora en la casa, en el dulce hogar, me tocaba la de hacer las de mascota. Aja, no mucho. Pues básicamente, si uno se lo pone a pensar bien, el animal solo es un adorno. ¿Qué otra utilidad se le puede dar a un perro mas que la de compañía, tal como si fuese un mueble más, o hasta un pintura colgada en el tapiz? Sin intentar ser ingrato, debo decir que la vida con mi otro amo era mucho más "activa", por decirlo de alguna forma. Si no estábamos pescando, quizá nos encontrábamos cazando, y sino recorriendo algún monte. Pero aquí, en la pura burguesía, todo es siempre igual. A la mañana traer el diario que arrojan sin ningún cuidado cerca de mi, teniendo en cuenta lo difícil que se me hace no destruir a causa de mi instinto cualquier cosa que es arrojada cerca mio. Y sin ir más lejos, aquella noche que el moderno teléfono celular del señor Derek comenzó a sonar estruendosamente, no me pude evitar sentir ganas de "jugar" con el. Debieron verlo, con tanta música, con tantas luces. Se me dio por tomarlo con el hocico en modo juguetón. Al olerlo mejor, también se me antojo morderlo, sólo un poco. Estaba tan oloroso, debido seguramente a la deliciosa comida de oficina que Derek siempre trae al llegar. ¡Dios mío, que bien come un oficinista! Pero lo peor fue cuando él fue a atender aquel llamado, porque se encontró con migo destrozando limpiamente su artefacto telefónico. Y peor fue para mí.
    Lamento no poder, en ocasiones, evitar ciertos aspectos de mi comportamiento. Como por ejemplo, esta mi repugnante fascinación por los excrementos de otros perros. Pero no puedo controlarlo, es decir, ¿nunca quisieron saber chismes de los más vergonzosos o jocosos a cerca de alguien? Yo creo que sí, pues eso es lo único que aparece en la caja boba últimamente. Eso nos lleva a explicar otro de mis peculiares comportamientos, oler el trasero de mis prójimos. Cada perro tiene un olor peculiar, como el de un perfume, y en cada perro es distinto. Por eso, al oler un excremento en la calle puedo saber con certeza si conozco al dueño del "regalito" o no. Pero este aspecto, el de oler traseros, no es solo cosa de perros, pues e conozco humanos, en especial hombres, que desearían oler el trasero de algunas damas. Pero el animal soy yo, no?
    Qué tal si cada vez que un animal se comportara indebido, ¿cómo deberíamos llamarlo? Oh, Duke, te estas comportando como un humano. O, Bones, eres un humano, deja de oler eso!
    Y hablando de eso, quería decir algo sobre aquel nombre. Bones. Cierto nombre es debido a mi afición por roer el material óseo que queda de las parrilladas. Al parecer, Bones sería algo así como un apodo mas que un nombre. Pero mi verdadero nombre, el que más me gusta y con el que me bautizaron al nacer es simplemente Jhonas. No quisiera entrar en detalles, pero tan solo les diré que fui criado de una esplendida raza de labrador retriever, y en su momento fui adquirido por la esposa de quien más adelante conocería como mi primer amo, y mejor amigo.
    Al parecer, de entre tanto angelitos color beige fui escogido únicamente por la fina fonética de mi nombre. Jhonas, Luher, Brain, Kelly; nombres que normalmente llevan las personas, nombres sin un apellido, el cual era adquirido por parte de la familia que adoptaba a su hijo de fantasía. A mí me tocó ser la mascota del señor William(o Mr. William), quien enseguida junto con un tutor me preparó para la caza. Y aunque la costumbre de la vida de un oficinista me a alejado en extremo de esta actividad, aún me sigo sintiendo en el fondo como un perro de cazador. El señor era por mucho una de las personas más ricas al oeste de Nueva York. Pero yo me sentía más atraído por sus bastos campos en Inglaterra(donde lo conocían como Sir William, titulo que ganó dado su afición a la caza), donde siempre había espacio de sobra para correr. Eramos los mejores compañeros que se hayan conocido, los mejores en el deporte, desde mi humilde punto de vista, y los más grandes socios. Recuerdo con mucho regocijo las cálidas noches de filosofía frente al fuego avivado de la chimenea. " La filosofía no es una doctrina, sino una actividad", solía decir. Aunque siempre me pregunte cual sería el motivo de una persona tan rica como él se interesaría en ese tipo de cosas, pero para el saber no hay edad, y a veces tampoco hay motivo. Como sea, la elocuencia era una de sus virtudes, pero no así su humildad. Su mujer, cuyo nombre no vale recordar, codiciaba su dinero como nadie lo había hecho, o por lo menos nadie que realmente lo conociera bien. Pero así era, y de esto me entere mientras la señora William charlaba con cierto secuas en uno de los pasillos de aquel hotel neoyorkino. "Pronto todo acabara, y no tendremos que aguantarlo más a él ni a su preciado bicho", dijo en un tono muy humano. Intente advertirle como pude, ladraba cuando ella aprecia, gemía cuando ella se iba. Pero era inútil, esa maldita serpiente se había ganado la confianza ciega del señor por medio de mentiras durante todos estos años. Pero lo más terrible fue cuando su promesa se volvió real, y por "razones desconocidas" Mr. William dejó de respirar después de ingerir una copa de coñac servido, así es, por la señora. "Y tú por qué lloras", me dijo al verme sobre el cuerpo de mi amo, "pronto te reunirás con él." Claro que yo tome esto como un juramento mas que una amenaza. Cuando pude escapar, ni bien tuve oportunidad, me aventure a huir. No sólo por miedo, sino que también por paranoia pues ya imaginaran que no podía confiar en ningún plato de comida o en ningún tazón con agua que proviniese de la cocina del hotel, donde ella asechaba. Los días en la calle fueron duros, un vagabundo me quito la placa con mi verdadero nombre(lo cual en realidad es bueno dado que así no sería devuelto al hotel, pero no creo que ni siquiera mi búsqueda fue nunca una prioridad), me corrían de cualquier lugar publico, me alimentaba de basura y hasta fui golpeado por niños indigentes. Toda una vida de perros! Pero cierto día un camión de la perrera municipal me halló, desnutrido y sucio, dormitando sobre un callejón. Fui llevado y encarcelado junto a una cantidad monumental perros, separados cada quien por un alambrado. No lo recuerdo con total certeza, pero habrían pasado como dos o tres días antes de una pareja apareciese para adoptarme. Claro, eran Derek, pero en esta ocasión, y lamento decirlo, era otra la chica que lo acompañaba. Una señorita de pocas luces que hace más de dos años que mi actual amo no ve. Pero volviendo a lo nuestro si no hubiera sido por ella el señor quizá hubiera adoptado uno de esos vulgares perros policías o algo peor. Más tarde, mientras todos gozábamos de las comedias del canal 22, me entere por un boletín informativo que la asesina de Mr. William había sido descubierta y posteriormente detenida. No pude evitar lanzar ladridos de alegría y festejar en saltos ante la cara extrañada de Derek.
    Las cosas no han cambiado mucho desde entonces. Las costumbres son las mismas de cada día, y yo básicamente ya me acostumbre.
    Antes había hablado de mi romanticismo. Ustedes dirán si yo bien le hago justicia; todas las tardes, en cada paseo no he dejado ni una sola vez de perderme en la mirada del poodle blanco de la vecina. Qué puedo decir al respecto, me tiene hechizado con sus ojos. La verdad, he intentado de todo para que nuestros tiempos de paseos coincidan, pero la flojera de Derek no tiene remedio. Y me temo que la señorita Jennifer para esas horas se encuentra desempeñando el papel de ama de casa, sin estar casada vale agregar. Más de una vez me tome el atrevimiento de dirigirle algún que otro piropo en formato de ladrido. Pero ella no me dirige palabra alguna, y tan sólo se basta con mirarme disimuladamente de reojo. Orgullosa, muy fina, toda una perrita rica. Una lady poodle que sólo se preocupa por si misma, pero tengo la esperanza de poder cambiar eso. Ya se que no se puede cambiar la forma de ser de alguien, pero sí moldearla sin saturarla. Es algo complicado que requiere más que dedicación.
    ¿Que cómo lo se? Bueno, digamos que Derek no siempre fue el muchacho presentable que es ahora. El amor lo moldeo, y yo también intente hacer algo con él...
    Pero siempre intente hacer algo por él. Estaba tan interesado en el comportamiento de las personas, que cierta mañana al recibir el diario intente leerlo. Claro, no pude. Solo observaba las fotos e intentaba razonar cual sería la posible historia en el. Gente muerta, comida, bonitas damas, comida, piscinas, comida, autos, comida. Esto me dio cierto punto de partida para iniciar una hipótesis sobre el alma y el razonamiento humano: son como perros. No somos muy distintos. Sin embargo, después de hacer algunas observaciones, llegue a la conclusión final de que las personas son peores que perros. Las personas son personas, y esto es una ley física, empíricamente aprobada.
    Sin embargo, yo me siento muy bien entre las personas. Siempre fue así. A mis 4 años(23 en años de perro), he aprendido más con mis amos que lo que aprendí yo solo en la calle. Creo que los seres vivos nacimos para interactuar con el mundo, y en consecuencia aprender. De momentos de teje la experiencia, de la experiencia se obtiene la pasión y la virtud de la paciencia.
    Algo que yo he aprendido es ha vivir en paz. No puedo evitar exaltarme cuando escucho que Derek esta llegando del trabajo, pero en los momentos en los que él no está, disfruto mi soledad a mi manera. Sin entrometerme en las labores hogareñas de la señorita, nutro mi alma en la meditación. Cuando todo esta despejado, ningún moro en la costa, ahí entro en acción. Voy al deshabitado cuarto de mis amos, me subo a la cama y comienza la sección. Terapia pura es la dejarse tomar por el duende del sueño, y que este te lleve ha donde sea. Sin molestias, sin penas. Sólo tú y tu sueños, lejos del mundo. Imagino una música relajante, sin interprete y sin instrumentos. Un ritmo que no existe. La escucho, pienso en mi mundo ideal."Ay, así. Rascame detrás de la oreja, Jennifer. Vamos Derek, llevo esperando ese bistec una hora." Y de pronto el sonido de la música que no es música se intensifica, pues veo a parecer a mi hermosa poodle color nube. "Ven aquí, Jhonas", me dice. "Bones", se escucha en un tono muy bajo de fondo, pero sigo corriendo hacía ella. "Bones", cada vez más fantasmagórico.

    -Bony, bajate de ahí ya!​

    Me despierta la voz de Jennifer saliendo del hocico de mi amada. La música se detiene abruptamente como al levantar la púa de un tocadiscos , y la señorita Jennifer me esta corriendo de la cama a gritos. Vaya, como se enojo! Creo eso ira dentro de mis apuntes no escritos del comportamiento de mis amos.
    Bueno, ¿qué más quieren que les cuente? En realidad, por muy interesante que sea mi vida, o que era, creo que es momento de hablar sobre los humanos. No es ninguna venganza por lo mal que hablan ellos de nosotros, es sólo una critica constructiva. Cuantas veces me he visto frustrado por causa de la holgazanería de mis amos? Jamas he ido a una oficina, pero he visto The Office y ciertamente cuando Derek confiesa estar "destruido", creo que exagera por mucho. O la obsesión de Jennifer por limpiar la casa miles de veces al día, sin siquiera darla lugar a que esta se ensucie primero. Siempre esa maldita obsesión, la obsesión de los hombres por todo. La misma obsesión que mató a Mr. William, que en paz descanse. Por qué el ser humano tiene que ser tan obsesivo, tan codicioso. ¿Miento? La mejor casa es siempre la de la otra cuadra; el pasto es más verde en el jardín del vecino; nunca se tiene demasiado, siempre hay algo más; palabras que ha diario escucho salir de la boca de las personas. Y los que no desean cosas materiales, se refugian en la fama: "lo peor que hay en el mundo, aparte de que hablen mal de uno, es que no hablen de uno", dijo alguna vez un autor. Y ciertamente, en esta frase se ven reflejados muchos. Si pudiera hablar, a pesar de contar con las cuerdas bocales para hacerlo, le diría a las personas que no se codicien entre si. La avaricia, la vanidad, la superioridad, son armas invisibles que lentamente destruyen al mundo; así como el calentamiento global, nadie lo ve, pero está. Hay saber valorar las pequeñas cosas que la vida nos brinda, así como lo hacía mi señor William. Amar vivir, conformarse con un hueso, un pedazo de carne y un poco de agua. El mundo sería un lugar mejor si no hubiese tantos interesados contaminándolo.
    Oh, me parece que Derek esta llegando. Puedo oler esas papas desde aquí, otras de mis tantas virtudes. El piso de madera esta muy cómodo, pero creo que me estoy durmiendo a causa de la lluvia de afuera. Ya saben lo relajante que es ver caer el agua sobre le cristal de las ventanas. Continuare con mis estudios psicológicos al despertar, pero mientras tanto me echare una siestita sobre aquel tentador sofá antes de que..

    -Bones!​
     
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