Jardines frontales

La pelo chicle aquí me estaba cayendo bastante bien, las cosas como eran, aunque tenía que admitir que tampoco me sorprendía. Es que, a ver, entre zorras nos olemos, ¿o no? Parecía algo más tranquilita que yo o incluso que Kat, pero eso no quitaba el hecho de que olía a de las nuestras desde la otra manzana. Y mira, mejor para mí, que hacía falta un poco más de diversión en esa academia, eran todos unos aburridos.

Seguimos hablando de cualquier tontería en lo que Shiori aparecía, siendo que ninguna de las dos parecíamos tener mucho problema en mantener una conversación casual, y acabé por girar la cabeza en un movimiento rápido cuando escuché a la misma apareciendo por los jardines.

—Ri-chan me estaba contando qué ha estado haciendo en la fiesta, la pillina~ —contesté, picándole un costado con una sonrisa ladina—. ¡Ah! Shio-chan, no sabes qué suerte tenemos~ Punky ha grabado a Cay Cay comiéndose el césped, ¡enséñaselo!

Por suerte la chica no opuso mucha resistencia y volvió a sacar su móvil para poner el vídeo en cuestión; en realidad, parecía bastante contenta con toda la atención que le estaba cayendo encima de repente. Aproveché todo el quilombo para acercarme a Kurosawa y quitarle el cigarro de los dedos, llevándomelo yo a los labios mientras me alejaba un par de pasos. ¿Era un poco hipócrita de mi parte esa movida? No, lo era bastante, de hecho. Pero no sé, que yo misma hubiese acabado metiéndome medio paquete de tabaco en el cuerpo por día después de lo de Konoe no quitaba que siguiese teniendo ese instinto estúpido de intentar evitar que el resto siguiese el mismo camino.

Sobre todo si teníamos en cuenta que se trataba de Shiori, que no importaba absolutamente nada, para mí iba a seguir entrando en una categoría muy diferente a la nuestra. Además. mi cigarro se lo había acabado quedando la teñida así que ni modo, oye.

>>By the way, Ri-chan dice que nos acerca a algún pub, ¿qué te parece? ¿Y dónde vives tú, pinkie?

Estaba on fire con los motes, ¿eh?

—En Shibuya. Pero le podéis decir al conductor que os deje dónde queráis, no hay problema.

No tenía ni idea, claro, porque sus pintas no lo demostraban, pero me estaba empezando a oler que aquí teníamos otra niña de papá que tiraba del talonario de sus padres como recompensa por pasar de ella olímpicamente. Mira que igual hasta tenía cosas de las que hablar con Katrina o algo, no sé.

—Shibuya tiene buenos bares, pero a mi me da igual. Lo que Shio-chan quiera~

Si le hubiese dado un poco a la cabeza, quizás hubiese descubierto yo solita que igual a la chiquilla no le apetecía pisar el barrio dónde posiblemente habían apaleado a su novio y todo el rollo, porque vamos, el mote de Hiroki no había sido ninguna invención nueva. Pero es que sinceramente, mucha suerte estaban teniendo con que estuviese logrando mantener una conversación medio decente sin trabarme cinco veces en el proceso.

 

Alcé las cejas cuando escuché que Alisha decía que la pelo de chicle había grabado a Cayden comiendo césped, cosa que solo confirmaba que.... Bueno, era un imbécil pero con ganas. Me acerqué para poder mirar el vídeo en el móvil de la chica, noté a la rubia acercarse, pero no supe sus intenciones hasta que ya me había arrebatado el cigarro, el gesto me cayó en los putos ovarios y se revolvió con el haber visto el vídeo, porque ya de por sí me estaba revolcando en un pozo espeso de culpa, que no mejoraba para nada con la cantidad de alcohol que tenía en sangre.

Y me estaba hundiendo a una velocidad vertiginosa.

No reaccioné de forma visible, pero lo pensé, que la jodida zorra esta era una hipócrita de las grandes. Acabábamos de bajarnos una botella entre las dos, pero venía aquí tan pancha a quitarme el cigarro de entre los dedos, sin mencionar siquiera que la jodida habían días que parecía chimenea, acababa de tirarle la pasta encima a Cayden por un octavo de hierba y había dejado que la puta salida de Tolvaj le diera las pastillas así, como si nada.

Porque sí, la movida no era solo por fumar ella, ¿verdad?

—Katrina se esmeró con los castigos esos de la urna, ¿no? —dije junto a una risa floja y saqué la atención del móvil de la muchacha—. Gracias por aceptar que nos vayamos contigo.

Apenas acababa de cerrar la boca cuando la chica respondió la pregunta de Alisha, venía a resultar que la muñeca de chicle vivía en Shibuya y disimulé cualquier mierda escarbando en el bolso por el mechero con tal de encenderme otro cigarro, ya que la señorita hipocresías aquí presente me había dejado sin nada, pero su puta madre le iba a hacer caso.

Pegué una calada, liberé la cortina de humo y luego inhalé aire con cierta fuerza añadida. Tampoco iba a montar ahí un puto desastre porque me saliera del coño, pero la verdad era que no quería poner un pie en Shibuya, de hecho era posible que tampoco los tres imbéciles que había tenido de guardaespaldas lo quisieran y aunque no me gustaban sentirme mandada, tampoco era estúpida como para ir a meter la nariz en el barrio donde habían medio matado a mi ex.

—¿Shibuya? —pregunté con el tono de voz de siempre—. Me da algo de pereza salir del barrio ya. En Akihabara también hay uno que otro lugar interesante.

¿Aprovechándome de la buena voluntad de esta chica al decir que nos dejaba donde fuese? Pues sí, la verdad era que sí. De por sí se le notaba en la cara que era de la misma calaña.

Contenido oculto

luego de mucho esfuerzo logré que no mandara a todos a tomar por culo (?

 

Me guardé el móvil en su sitio correspondiente y aproveché el momento para intercalar un par de miradas entre las dos chicas. Capté de reojo como la rubia le había quitado el cigarro a la otra de la mano, cosa que no entendí muy bien hasta un par de segundos después, que las neuronas parecieron querer conectarme de golpe. Ah, pero qué cosa más interesante, ojalá saber toda la historia detrás.

La cuestión fue que la morena se sacó y encendió otro cigarro; Alisha lo vio, soltó una risa y se dio media vuelta mientras le pegaba otra calada al cigarrillo robado. Vi con una ceja alzada como la misma comenzaba a balancearse y moverse al ritmo de la música que seguía colándose desde la casa, y me giré justo después de ello para volver a mirar a Shiori, asintiendo con la cabeza y una sonrisa suave en los labios.

—Akihabara está muy bien a estas horas, de hecho —respondí, y no mucho después hice una pequeña inclinación de cabeza—. Por cierto, no me he presentado antes, lo siento. Yumemi Riamu, un placer.

Me giré sobre mis talones entonces y me asomé al exterior de la casa, mirando hacia los lados y volví a los jardines después de asegurarme de tirar la colilla que me había quedado al suelo de la calle. Bueno, entre que lo habíamos estado compartiendo y eso, la verdad es que no le quedaba mucho de todas formas.

>>Creo que está viniendo ya, ¿estáis listas? ¿Lo tenéis todo?

—I am ready to par-tay~

Pues sí que parecía estar lista, si prácticamente salió corriendo hacia el exterior para pillarse cuanto antes el asiento o lo que fuese. Me sorprendió un poco que lo hiciese sin accidentes de por medio, con la cantidad de alcohol que parecía tener encima y esos tacones, pero supuse que era cuestión de experiencia o algo.

—Pues después de ti, Kurosawa-san.

 

Le pegué un par de caladas largas al cigarro luego de escuchar la risa de Alisha, sin más, y seguí dándole vueltas a la hipocresía del gesto pues porque era una autodestructiva de cuidado. Además en sí no tenía sentido, no era que me fuese a fumar media cajetilla en una noche, de hecho desde la noche del Hibiya y la gracia de Tomoya si acaso me habría fumado tres, un par que me había ofrecido a Arata y parte de otro que le había quitado a Al.

La otra idiota estaba siendo alarmista.

—El gusto es mío, Yumemi-senpai —dije junto a una sonrisa.

Los honoríficos no me los quitaba ni Dios, de hecho se los había quitado de encima a Hiroki y ahora a Alisha solo porque había pasado lo que había pasado, pero los tenía escritos a fuego. Era una cosa que digamos que apreciaba de Japón, esos límites bien definidos, y a veces era lo único que servía de cable a tierra.

Asentí a la pregunta de la muchacha, le pegué otro par de caladas y seguí a Alisha con bastante menos prisa, para no irme de boca al piso así por la pura gracia. Ya afuera lancé la colilla al suelo, la apagué y subí al auto cuando este apareció.

Igual debí solo haber llamado al número que me había pasado Dunn y largarme a casa por, no sé, respeto a mi propio estado emocional, pero la verdad era que no quería hacerlo. No quería llegar a casa, al silencio y a pasar horas sin dormir de todas maneras, así que me fui con Alisha de todas maneras. No tenía mucho más de por sí.

Al final ni siquiera me había dignado a saludar a Nagi.