Jardines frontales

Tema en 'Planta Baja' iniciado por Gigi Blanche, 22 Febrero 2021.

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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Parecía que había accionado una palanca y todo. Vaya, quién lo diría. Sin dudarlo ni un instante seguí el movimiento de la chica hasta el chico, echándome en el respaldar de la silla levemente encorbado, siguiendo todo rastro de movimiento entre la cercanía de ambos, apenas detectando el hecho de que Génesis había hecho exactamente lo mismo. Bueno, no sería el único que pecaba de curioso por la apuesta al parecer. Recosté entonces el codo izquierdo en el reposabrazos con el puño cerrado, como si estuviese entretenido viendo alguna escena de una película bien paga.

    Fue entonces que la chica se distanció y casi disfruté de sus pasos al acercarse, dejando una sonrisa leve en mi viriles labios.

    —Ya tú lo dirás.

    Hacerlo diferente.

    ¿Por qué no?


    Me levanté de mi asiento enterrando la izquierda en el bolsillo mientras la derecha la deslizaba por el contorno de su cintura, inclinándome apenas para echarle el aliento en la oreja, manteniendo mi mirada sobre el tipo como si lo invitara a visualizar cada mísero detalle, como un vicioso degustando su vicio. Ajusté apenas el agarre, acariciando perímetro de sus costillas con el pulgar al buscar sus ojos; en cuanto los encontré entorné ligeramente la mirada al acercarme a su boca, atrapando sus labios entre los míos en apenas un toque, jugando con el tacto en su cintura al deslizar la mano hasta su espalda baja, escabullendo mi lengua dentro de su cavidad para encontrar la suya al ladear la cabeza, mordiéndole sutilmente el labio inferior al distanciarme apenas, observándola entre las pestañas.
     
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    Amane

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    Las cosas como eran, estaba disfrutando como una jodida perra de toda la atención que estaba recibiendo, ya no solo ahí, si no en lo que llevábamos de noche en general. Así y todo, la verdad es que no era aún muy consciente de lo que podría significar si seguía tonteando tan indiscriminadamente, que iba a llegar a casa más caliente que la mierda y sin nadie que me ayudase con el asunto.

    Pero una vez más, mis neuronas tenían cosas más importantes en las que centrarse en ese momento. La mano en la cintura y el aliento tan cerca de la oreja me provocaron un cosquilleo de lo más interesante, y poco o nada me interesaba saber el verdadero motivo de toda la movida, la verdad. También acabé tirándole una sonrisa de mierda sobre los labios justo antes de que me los atrapase con los suyos, porque una era chica de costumbres, y lo recibí sin complicación.

    Con tacones y todo, tuve que alzarme un poco de puntillas para poder profundizar el beso, siendo que además su mano afianzándose a mi espalda baja me llegó como una especie de señal perfecta para ello. Me aferré a su nuca con ambas manos y presioné un par de veces la lengua contra la suya antes de notar como se separaba, mordiéndome ligeramente el labio inferior en el proceso.

    Ah, buen toque ese~

    Solté una risa floja y deslicé una mano hasta llegar a su mejilla, impulsándome para darle otro beso algo más suave que igual acabó alargándose un poquito más de lo que pretendí al principio.

    Cuando terminé, me alejé un par de pasos del chico y me quedé más o menos a mitad de camino de ambos. Centré la vista en la rubia, sonriendo con aquella alegría estúpida que nada pegaba con el ambiente y mucho menos con mi estado de verdad, y le guiñé el ojo antes de comenzar a hablar, mirando a los chicos.

    —A ver si me queda claro, señor apuestas~ Yo he apostado que el niño rico besaba mejor, ¿cierto? Y ahora yo tengo que decidir si tenía razón o no. Y si resulta que yo decido que he tenido razón... soy yo la que gana la apuesta y los dólares, ¿no?

    Tuve que hacerlo, el poner tanto énfasis en el hecho de que todo dependía de mí, porque era demasiado gracioso. ¿A quién se le había ocurrido darme todo el poder de decisión?

    >>Pues nada, acepto pago en efectivo, transferencia o dulces~ —acabé, levantando los dedos de una mano a la vez que enumeraba los tres elementos—. Mejor suerte la próxima vez, chicos~

    I mean, no dudé nunca de esta bitch, las cosas como son (?)
     
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    Insane

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    El tacto de su mano en mi nuca me hizo sonreír como un maldito vicioso. Vaya chica. Recibí sin complicaciones el segundo beso al ritmo suave que marcaba, a fin de cuentas hasta me sentía un poco puesto y todo, vaya compañera de instituto tendría. La dejé hacer aún de pie, escuchándola preguntar a lo que ladeé la cabeza con ligereza, más porque era la respuesta que quería.

    Saqué entonces la billetera de mi bolsillo trasero para pasarle el billete, divertido.

    Porque en las apuestas hasta perdiendo salía ganando.

    —Para corroborar tu palabra ya que la apuesta está saldada, tendré que probarlo directamente —insté en la mirada del varón—. Sería el procedimiento correcto.

    Enterré la mano libre de regreso en mi bolsillo.
     
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    madarauchiha

    madarauchiha Gracias Andy!!! TWT Orientador Game Master

    Aries
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    Dellen
    Ví como pasaba el tiempo y tras percatarme de que me había vuelto a quedar absorto. Odiaba quedarme así pues al final no hacía nada más que perder el tiempo haciendo nada y ¡Era una fiesta! ¿Que mas daría? Por supuesto que no era tiempo de andar perdido cual pensador sino divertirme de lo lindo. Con paso decidido, me dirigí al interior de la residencia con el fin de encontrar algo de socialización, claro suponiendo que el personal no estuviera bajo los efectos del alcohol y/u otras sustancias de cuestionable moral, claro que tampoco era el más indicado para decir que hiciesen lo que les apeteciese pues, cada uno en su vida manda. Y si solo era un día tampoco pasaba nada.
    Finalmente me dí media vuelta y entré
     
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    Gigi Blanche

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    Qué mierda estaba haciendo era algo que quizá me cuestionaría en algún punto del futuro, o quizá no. Quizá me encontrara furioso, rígido e intransigente, y me inyectara una generosa dosis de todo lo que debería asustar a ese trío de idiotas... o quizá no. Quizá sí, aunque jamás fuera a admitirlo.

    O quizá no.

    Quién sabe.

    Seguía sin saber el nombre de nadie allí y eso no podía darme más gracia. La chica se adaptó sin problema y rodeé sus caderas con el brazo libre al recibirla en mi regazo. Que me soltara la corbata me arrojó un chispazo extraño, una mezcla de energía y oscuridad que no me costó disimular, y seguí a lo nuestro. Se presionó contra mí, pude diferenciar sin problema sus curvas y silueta, y presioné mi lengua contra la suya al colarse dentro de mi boca. Una, dos, las veces que fueran necesarias, la recibí y le concedí el mando un par de segundos hasta que se separó. La observé entre las pestañas, sus labios humedecidos primero, su nariz respingada y subí a sus ojos rosados tras la máscara. Le quité las manos de encima a cámara lenta.

    —Qué niña más caprichosa —susurré al mismo volumen que ella, sin molestarme en aplacar la sorna en mi sonrisa.

    Idiota.

    En la vida siempre hay que esperar para lo que realmente se desea.

    Recibí sus labios una última vez y la seguí de reojo en lo que se incorporaba y avanzaba como un cachorro entrenado donde el muchacho. Busqué la corbata, la enrosqué entre mis dedos pero al final decidí no ponérmela. Relajé la espalda en el asiento y solté el aire por la nariz, acomodado ahí como el puto rey del mundo o algo. Le eché un breve vistazo a la rubia antes de desviar mi atención al atractivo principal.

    El cabrón buscó mis ojos como el hijo de puta que, iba estimando, podía llegar a ser, y en respuesta giré enteramente el rostro hacia él y le dediqué una sonrisa de plena suficiencia. Me comí el show de principio a fin, como un descarado o un enfermo de mierda, el caso es que lo hice y no me importó en lo más mínimo. Qué va, si lo estaba disfrutando y todo. Luego se alejaron y llegó lo evidente, lo que cualquiera con dos gramos de materia gris habría cazado al vuelo y utilizado para aprovecharse. Busqué mi billetera sin mayor complicación y deposité el billete de mil yenes encima de la mesa, como si nada. Por mí hubiéramos apostado veinte mil, me daba exactamente igual.

    Quizás hubiera preferido anticipar todos y cada uno de los acontecimientos, no porque me generaran una incertidumbre desagradable sino porque así estaba diseñado. Así me habían trazado y moldeado, dentro de esas líneas rígidas dentro de una habitación oscura. Organizar, planear, observar y, de ser necesario, ejecutar.

    Pero allí estaba el imbécil, escapándole a mis hilos.

    No lo demostré, claro. Había bajado la vista a mi corbata y esbocé una sonrisa torcida, mis hombros se sacudieron brevemente al soltar una risa suave. Erguí el cuello de un movimiento brusco, mi flequillo rebotó en el proceso y lancé la vista al cielo estrellado antes de depositarla en el chico. La miel de sus ojos lucía opaca que te cagas y dudaba que mi caso no fuera igual.

    —El procedimiento correcto —susurré, masajeándome la barbilla con el dorso del índice. Mi sonrisa se ensanchó hasta lucir mi hilera de dientes, como un lobo hambriento o un jodido vicioso—. Sí, supongo que tienes razón.

    Me incorporé de la silla, abotonando el saco de vuelta, y fui donde el muchacho sin prisa ni problema alguno. Deslicé la mirada hasta Riamu, relajando mi expresión, y enterré la mano de la corbata en el bolsillo.

    —¿Y si descubrimos que nos mintió? ¿Cuál sería el castigo?
     
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    Amane

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    —Gracias~ —canturreé, recogiendo el billete que el primer chico me extendió, con una sonrisa estúpida.

    Me giré después para coger el de la mesa, con la misma emoción casi infantil, y no mucho después acabé dedicando toda mi atención al móvil que había sacado de su lugar del vestido. Le quité la carcasa y dejé ambos billetes en su interior, cerrándola con cuidado en el proceso. ¡Así nadie se atrevería a quitármelos!

    A decir verdad, mi alegría ni siquiera era tanto por el dinero en sí como por el hecho de haber ganado. Sería tonto emocionarse por dos mil yenes teniendo en cuenta que era de las que no tenían mucho problema en comprarse un vestido de ochenta mil yenes para llevarlo una noche, tirarlo en el vestidor y olvidarse de él por completo. Tampoco tenía mucho sentido enorgullecerse por haber ganado aquella apuesta porque bueno.

    Levanté la vista, dejando el teléfono sobre la mesa, y me di cuenta entonces de que Kou había acabado levantándose de la silla y acercado a nuestra posición. Había escuchado el intercambio de ambos un poco por encima, la verdad. Habían quedado bastante obvias las intenciones del señor apuestas en cuanto abrió la boca, y bastante poco me importaba a mí ya, siendo que me había sacado dinero y unas buenas comidas de boca. ¡Pero, ah!

    >>¿Huh? ¿Insinúas que os he mentido para ganar? —me quejé, llevándome las manos a las caderas con el ceño fruncido y todo—. O... —relajé el semblante y una sonrisa de mierda apareció entonces—. ¿Tan mal crees que besas? ¿Será eso~? Ah, qué pena.

    Sin decir nada más, di la vuelta a la mesa de nuevo y me coloqué a la espalda de la rubia, pasando mis brazos por encima de sus hombros para abrazarla por el cuello. Apoyé mi barbilla en la curvatura del mismo y acabé entornando ligeramente la mirada al volver a levantarla hacia los chicos.

    >>Y me quiere echar la culpa a mí, qué malo~

    Cómo si, no sé, la idea no me hubiese enviado una ola de calor encima de lo más jodida o algo.

    Totalmente necesario si me preguntan (?)
     
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    Insane

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    Sentía como si todo estuviese pasando en cámara lenta al seguir cada paso de la joven hasta el chico recatado, observando cada detalle pese a que la voz en mi cabeza se contrariaba con el estado en que cosquilleaba mi cuerpo, porque no era moral, nada de lo que estaba sucediendo era... ético, sin embargo apenas y pude desviar la mirada cuando la interacción terminó, siguiendo entonces los tacones al tener las pupilas en el suelo. Probablemente mis mejillas se encontraban ligeramente encendidas, y sin siquiera darme cuentas me acaricié el cabello desde la nuca hasta las puntas al saber que continuaría con Zeldryck, buscando distraerme sin conseguirlo.

    Apenas y observé la mano con la que acentuó su cintura baja, sintiendo el aire en mis pulmones como si estuviese dentro de un sauna o algo, haciéndome fruncir ligeramente el ceño al saber que mi cuerpo estaba respondiendo a una situación que no podía ser aceptable, ni siquiera pública.

    Y en cuanto creí que todo terminaría la voz de Kasun sobre el comprobar la sinceridad de la chica me orilló a jugar con mis dedos sobre el reposabrazos del asiento, pero no me intimidó lo suficiente fuerte para levantarme y marcharme ante el calor entre mis muslos. Fue en ese momento que parpadeé con parsimonia tratando de encontrarme nuevamente en mi mente, pero en ello di de lleno con el guiño divertido de la contraria; sin duda mi madre estaría sumamente decepcionada. Mordí el interior de mi mejilla ligeramente ante el efecto del alcohol aún en mi torrente sanguíneo, sacándome de mi ensoñación el tacto ligero de la chica que me erizó la piel, mordiéndome la lengua en cuanto su barbilla tocó mi cuello.

    Mis neuronas simplemente no conectaban para hablar en ese momento, escondiendo mis pupilas violáceas oscurecidas tras mechones rubios de mis hebras capilares.

    Estaba casi en un aprieto... y no quería escaparme de ello.


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    Las palabras del tipejo no fueron más que música para mi oídos, siguiéndole los pasos como una hiena hambrienta. En cuanto llegó lo suficiente cerca casi a posta le devolví la hilera de dientes como un condenado, porque estaba más entretenido que el jodido diablo con el mundo vuelto un caos. Recosté la cadera en el borde de la mesa con las manos aún enterradas en mis bolsillos, siguiendo ahora el caminar de la desconocida.

    —¿Un castigo? —susurré en mofa situando mis pupilas por un momento en la tersa piel de su cuello, disfrutando como un maníaco la respuesta de ella.

    Porque el cabrón me seguía la partida del juego sin titubeos pese a la miseria de dinero apostado, y no sería sorpresa el que ya tuviese un par de ideas en la cabeza rondando para la señorita presente. ¿Y cómo no? Si podía comerse sola y ser un deleite para cualquiera que tuviera dos dedos de frente. Me giré apenas de perfil para terminar de colocarme frente a él con liviandad, sacando la izquierda para subirle el mentón con mis nudillos, tal cual como lo había hecho en el salón.

    —A comprobar entonces la veracidad de sus palabras —mantuve la mano contraria enterrada en el bolsillo, relamiéndome los labios antes de juntarlos con los suyos, empezando suave, casi como si se tratara más de roces que de contacto al atrapar con liviandad sus labios entre los míos a medida que ladeaba la cabeza, mordisqueando con ligereza su labio inferior.

    Pero a diferencia de la vez pasada mi rodilla izquierda se abrió paso entre sus piernas en el momento que introduje mi lengua en su cavidad hasta encontrar la suya, entornando aún más la mirada casi arrinconándolo contra el borde de la mesa. Dejé que la derecha que estaba anteriormente en su mentón cayera a mi costado, no sin antes pasarla desde su nuez de adán, sus costillas y abdomen bajo, instando algo de roce de pura manía.

    Porque si algo me definía, era ser un mal educado de mierda.

    Me separé levemente para pasar la punta de mi lengua sobre mi labio inferior, sonriéndole como el vicioso que era sin dejar de mirarlo entre las pestañas.

    Que decidiera el castigo si le apetecía.
     
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    Gigi Blanche

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    La indignación de Riamu fue palpable y luego me limité a soltar una risa nasal breve, bastante cargada de mofa. ¿Dudaba cómo besaba? Mira, hombre, dudaba tener más experiencia que el otro tío de aquí y eso no era algo que me avergonzara. Seguramente no daba la impresión esa noche puntual, pero no tendía a liarme con cualquiera ni buscarme un polvo cada fin de semana. No me atraía en lo más mínimo.

    Si ni siquiera había follado nunca, vamos.

    Las chicas se pusieron a tontear, no le concedí demasiado crédito y regresé mi atención al muchacho tras advertir de reojo que se movía. Repasé las facciones que me permitían ver la máscara, deslicé la vista por su cuello, hasta sus clavículas y lo que permitiera entrever el cuello liado de la camisa, y me instó a alzar la cabeza. Le eché encima una pequeña sonrisa, una sonrisa de mierda, y simplemente aguardé a que se inclinara.

    Qué desastre de noche, por favor.

    Ahí íbamos de nuevo. Recibí sus labios sin pretender modificar sus intenciones, fue suave al comienzo y un chispazo de corriente se descargó por mi columna al sentirlo mordiéndome el labio. Las manos me cosquillearon en los bolsillos y me tomó un poco por sorpresa al colar tanto la pierna como la lengua. Otro chispazo de mierda, más intenso que el anterior, y le permití arrinconarme contra la mesa. Llevé ambas manos al borde de hierro, estaba frío y despegué una para hundir los dedos en su nuca. Una especie de gruñido vibró en mi pecho, fue prácticamente imperceptible y seguí buscando su lengua de a ratos.

    Puta mierda.

    Iba a terminar caliente y todo.


    No hice nada con respecto a la pierna del cabrón allí, pero sí consiguió algo de roce que me obligó a controlar el impulso de removerme. Cuando se alejó, lo observé con los ojos entreabiertos y esbocé una sonrisa torcida.

    —Bueno —susurré, alcanzando la curvatura de su cuello para echarle mi aliento encima; los dedos que se habían hundido en su nuca trazaron un camino liviano hasta el relieve de sus clavículas y alcé el rostro para hablarle al oído—. ¿Y cuál es tu veredicto? Para saber si la castigamos o no.

    Enganché apenas la punta de los dedos en el borde de la tela antes de quitarle las manos de encima y regresé a mi posición, buscando sus ojos.

    —A menos que aún no te hayas podido decidir, claro.

    Pedazo de perra estaba hecho.
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 3
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    Insane

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    Si es que me había controlado y todo para no reír ronco al sentir sus dedos sobre mi nuca, porque vamos, en el salón estaba tan en perfecto estado que sentirlo en la misma sintonía no me provocaba más que morbo. ¿Qué más podría obtener de él esa noche? Fue entonces que su aliento me dio en la piel de lleno, haciéndome sonreír con liviandad ante la sensación que me recorrió la columna, deslizando mis pupilas miel hasta la chica de cabello rosa tras el antifaz.

    Sin duda debía dejar a Génesis con mi hermano.

    Y el celular vibró, sacándolo para ver el texto de mi gemelo.

    Bingo.

    <<Te veo en el pasillo del segundo piso>>

    Lo guardé de nuevo ensanchando mi sonrisa ante el toque leve del tipo, acompañado después del susurro que solo logró ponerme en movimiento más neuronas de las que ya tenía trabajando, manteniendo la mirada sobre la desconocida, porque no es como si no quisiera volver a comerle la boca al chico, pero eso podía hacerlo arriba de mejores formas.

    —Es una mentirosa —murmuré entonces, en mofa—. Necesitas un castigo, señorita.

    O varios.

    Enterré ambas manos en mis bolsillos, moviendo la cabeza casi como si la invitara a levantarse del asiento para volver mis ojos sobre los del contrario, evitando relamerme los labios al clavar la mirada sobre los suyos, casi queriendo volver a hacerlo.

    —Sígueme —me incliné apenas para echarle el susurro contra la oreja—, el castigo ha de ser bien ejecutado...

    Extendí la mano hacia Génesis la cual no demoró en sujetarla y levantarse, llevando un mechón tras la oreja mientras la sentía buscar mi mirada, a lo cual le sonreí algo más liviano, como si desvaneciera por un instante el estar más caliente que la mierda.

    —Zold está en el pasillo, te dejaré con él.

    Noté el brillo leve en sus ojos al solo mencionar la abreviatura de su nombre.

    Miré entonces por el rabillo del ojo a los otros dos, casi como asegurándome de que vendrían a cumplir su palabra, porque bueno, las apuestas eran eso.

    ¿Qué si estaba en mi propio mundo?

    Quizás.


    Si quieren postean aquí o en el pasillo del segundo piso, como deseen :eevee2:
     
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    Amane

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    La pobre chica parecía haber entrado en cortocircuito o algo y, a decir verdad, tampoco iba a culparla del todo por ello. Solía adaptarme con una facilidad ridícula a cualquier situación, era lo único que sabía hacer, y aun así era consciente que el espectáculo que nos estábamos montando ahí en mitad de los jardines poco tenía de normal o decente.

    Cuestión de que tampoco quería incomodarla, así que acabé por alzar la cabeza para dejar la barbilla apoyada sobre su coronilla, aflojando el agarre de los brazos hasta acabar dejando las manos sobre sus hombros.

    Igual la escenita me la comí con gusto, tampoco iba a mentir. Un poco sí me jodía que los estúpidos fuesen tan obvios con que se tenían más ganas entre ellos que a mí, cosa que me podía llegar a parecer bien mientras no fuese consciente de ello, pero bueno, tampoco tenía nada que hacerle. Decidí ignorarlo de la mejor manera posible, como tendía a hacer siempre porque sabía que era peor si lo mostraba, y al final acabó ganando el poder del voyeurismo.

    Solté el aire por la nariz en una especie de risa floja cuando acabaron, negando con la cabeza mientras me separaba de la chica para dejar que se levantase con más libertad. No dije nada más porque poco sentido tenía, si los chicos eran unos cabezotas pues ya estaba. Si de todas formas ya sabía por dónde iban los tiros y no era que me molestase en sí ese teatrillo, era solo que nunca me había gustado que me dijesen mentirosa. Que lo era, de primera categoría, pero siempre lo hacía bien.

    Cogí el móvil de la mesa, me lo guardé de nuevo y me acerqué la posición de Kou antes de que tuviese alguna intención de avanzar. Me enganché de su brazo y, no sé, me quedé esperando a su reacción y prácticamente dejé bastante claro que iba a seguir lo que él decidiese. ¿Por qué? Supongo que porque, al final del día, seguía siendo la niña que dependía de los demás, de quien fuese que le había echado un poco de confianza en el momento y ya.

    Qué patético.

    She talked to me (?)
     
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    Gigi Blanche

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    En un primer momento no estaba del todo seguro qué estaba ocurriendo ni de dónde habían salido las alertas de peligro que se activaron en mi cuerpo. Fue con el correr de los segundos, con detallar las expresiones de todos y sentir a Riamu colgarse de mi brazo que la palabra afloró en mi mente con una intensidad insoportable.

    ¿En qué mierda me estaba metiendo?

    Era un hijo de puta, de eso no me quedaban dudas y tenía un largo historial que lo confirmaba. Era un hijo de puta, pero ese tipo frente a mí probablemente se coronara en infiernos que yo aún siquiera había pisado y... de repente lo veía, sí. Y lo sentía.

    La puta ansiedad.

    No sé cómo me las arreglé para disimularlo, puede que algo de duda se haya colado en mis ojos el momento antes que oí mi móvil sonando. Lo consideré un puto regalo del cielo y me desembaracé del agarre de Riamu con movimientos suaves antes de concederles una sonrisa.

    Me alejé del grupo y atendí, era Teruaki-san y su pedido, contrario a lo usual, fue escueto y monocorde.

    —¿Sigues en la fiesta esa?

    —Sí.

    —Vuelve a tu casa, ha surgido algo.

    Cortó la llamada y arrugué el ceño, confundido, en lo que notaba la chispa de un vestido plateado apresurándose hacia el portón. Iba acompañada de Kohaku y los hilos relucieron con una intensidad absurda. La ansiedad se removió en la boca de mi estómago y reptó hasta abarcar mi pecho entero.

    Bueno, al menos tenía una excusa.

    Regresé donde los demás y les concedí una sonrisa suave, cargada de mofa. Era un imbécil y sabía enmascarar mis emociones a la perfección.

    —Ah, lo siento, pero tengo que irme. Tendrán que divertirse sin mí~

    Enrosqué apenas un mechón de cabello rosado en mi dedo y luego, al mirar al muchacho, deslicé los ojos por su cuello hasta reparar en la marca de labial y ascender. No dije nada, tampoco lo toqué, enterré las manos en los bolsillos y comencé a girarme.

    —Nos vemos en la escuela —canturreé antes de marcharme a paso lento.

    El desastre me había venido de perlas, ¿verdad? Para disimular que había estado por puto morirme del pánico ante la idea de... lo que fuera que el condenado tuviera en mente.

    Antes de mostrar debilidad prefería que me mataran o algo.
     
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    Zireael

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    Nadie tiene que leerse esto, parece una puta biblia (?)
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    Así como había empezado todo el asunto terminó y el idilio o la mierda que fuese acabó por reventarse como un globo al ser pinchado con una aguja. Fue un visto y no visto, estaba por besarme cuando el móvil empezó a vibrar en alguna parte y el resto de cosas ocurrieron lo suficientemente rápido para que mi cerebro, relentizado todavía por el alcohol y todo lo demás, no pudiera reaccionar de forma muy fluida.

    La ayudé con las cintas del vestido, obviamente, y la detallé con la vista solo para ver si conseguía una pista, por mínima que fuese, de lo que había pasado, lo que fuese que le hubiesen dicho en la llamada. Un hilo resplandecía, pero así como cuando la mierda de Tomoya no estaba conectado a nada definido y de absolutamente nada me servía. No tenía sentido ver los hilos si no estaban pegados a algo, eso lo había sabido siempre.

    Una ansiedad de mierda me bañó el cuerpo de golpe, no había nada que pudiera hacer contra ella en realidad, sólo la sentí caerme encima y me las arreglé para ignorarla para no preocupar a Anna también, que ya me olía que bastante tenía en qué pensar.

    Recibí su beso, le dediqué la sombra de una sonrisa antes de verla alejarse y dejarme caer en el otoman en el que había estado ella. Traté de ponerle orden a mi mierda, no sé si me tomó un minuto, cinco o más, pero terminé por levantarme en algún momento.

    Recogí la camisa, me la volví acomodar y esta vez ni siquiera me digné a abotonarla por completo. Lo mismo ocurrió con el chaleco y el saco, los dejé así y me guardé la corbata en uno de los bolsillos. Tomé la máscara que había dejado en la cómoda, ni siquiera me fijé en que estaba despeinado que te cagas porque total no debía ser muy diferente a lo de todos los días, y salí del armario cerrando la puerta y apagando la luz.

    Mientras caminaba por el pasillo me saqué la cajetilla del bolsillo, también el mechero, y encendí un cigarro. Había gente allí pero no pudo importarme menos, de todas formas bajé luego de dar la primera calada me desvié a las escaleras y no tardé nada en llegar al pasillo de abajo.

    La verdad fuese dicha, no era que tuviese la gran cosa que hacer en esa fiesta ya, siendo que también había perdido a Jez de vista hace rato y prefería no darle vueltas al asunto.

    Cuando estaba por dar el primer paso en los jardines me llegó el olor a hierba y giré apenas el rostro para darme cuenta de que Shimizu estaba apoyado en una de las columnas del porche. Tenía una botella de cerveza en la mano y el porro en la otra, estaba terminando de soltar el humo al aire cuando encontré sus ojos oscuros.

    —¿Ya no te interesa tener la correa puesta, Sonnen? —preguntó mientras deslizaba la vista a la camisa medio abierta.

    —No respondo preguntas estúpidas —dije dándole una calada profunda al cigarro—. ¿Y a ti ya no te interesa la fiesta a secas?

    Se encogió de hombros en lo que se bajaba un trago bastante importante de cerveza y estaba por responderme cuando simplemente guardó silencio, clavando la vista en la otra silueta que había aparecido en el porche. Seguí su mirada de forma que di de lleno con los ojos de resina de Dunn, ya no llevaba la máscara, se había quitado el saco y lo cargaba en el brazo. También se había sacado la corbata, dejándose la camisa ligeramente abierta, y el pobre diablo parecía en sí un desastre con patas.

    Bueno, de pobre no sabía yo, pero incluso con esa cara lo de diablo no se lo quitaba ni Dios.

    —Vaya, veo que mi regalito te sirvió de algo —soltó Shimizu de la nada.

    —Ya cierra la boca, eres insoportable —respondió el pelirrojo, fue bastante brusco realmente e incluso se le coló el acento en la voz. Hasta ese momento me di cuenta que cargaba un vaso de agua, porque le dio tal trago que se bajó la mitad.

    —Sabes que no tomaste las decisiones correctas o tuviste demasiado sentido de la moral cuando hasta nuestra mariposita sacó algo de esta fiesta y tú no. —Insistió Shimizu, con la eterna diversión en la voz—. Increíble, deberíamos registrar este momento para la historia de la humanidad.

    —¿No entiendes el japonés o qué coño, Honeyguide?

    —Venga, le preguntaré al público. —El rubio posó la vista en mí y luego la regresó a Cayden, señalándolo con la mano que sostenía el porro—. ¿Tiene o no cara de que, mínimo, le comieron la polla?

    Repasé al chico con la vista con bastante desinterés realmente, le di otra calada al cigarro y solté el humo por la nariz sin prisa.

    —Estás hablando pura m-

    —Sí —resolví sin más a mitad de su oración, al otro le subió el color hasta las putas orejas—. Súbete la bragueta por cierto, Cayden.

    Por un sólido instante creí que iba a morirse, pero dejó el vaso en la orilla de una de las ventanas del porche un instante y arregló su asunto antes de volver a tomarlo. Bufó, fastidiado, y puso la mirada en cualquier parte que no fuese nosotros.

    —Te lo dije~

    Arata se descojonó luego de decir eso y en sí a mí también me hacía su gracia, pero guardé silencio para no provocarle una crisis de nervios al estúpido. Me límite a poner mi atención en cualquier otra cosa, aunque Shimizu había empezado a interrogar al pobre imbécil para ver si le sacaba la información de con quién mierda había estado luego de casi mearse de risa.

    Eso me sirvió para hacer dos más dos de golpe, la última persona con la que había visto a Dunn había sido Ishikawa. El único ser humano en esa fiesta capaz de ponerle las manos encima a esa bola de nervios con patas era él, eso por descarte nada más. Podía pensar que el chiquillo estaba tan puto borracho que se podía haber comido a cualquiera, si me ponía a pensar que yo, por ejemplo, le había comido la boca a Welsh hace días, pero la verdad es que lo veía difícil.

    Igual no pensaba cantarlo a los cuatro vientos, no lo habría dicho ni siquiera de haber estado seguro al cien por ciento. En parte porque sabía lo pesado que se iba a poner Arata y también porque bueno, no sé, apreciaba la privacidad de la gente y no me gusta andar inventando mierdas en tanto no fuese para fines específicos.

    Shimizu terminó desistiendo al ver que el otro parecía cerrado a cal y canto. Le dio un par de jalones al porro, lo apagó para guardarlo y se limitó a terminarse la cerveza.

    —Joder, mocoso, eres un puto aburrido —masculló de mala gana y Dunn ni alzó a mirarlo.

    En el intermedio de la interacción unilateral del imbécil de Arata yo me había terminado el cigarro, así que apagué la colilla aplastándola con el zapato y hundí las manos en los bolsillos mientras me disponía a retirarme.

    Escuché pasos detrás de mí y no tardé en notar por el rabillo del ojo una melena roja que evidentemente no era la de Dunn, era del tono borgoña de la de Sasha, parecido al vino tinto. Mason parecía llevar una prisa que te cagas, no creía haberlo visto apurado una puta vez en la vida pero el idiota me rebasó en segundos, dejó la mansión y desapareció entre la noche como un genuino zorro.

    Arata no tardó en alcanzarme y entonces me detuve un poco de golpe, regresando la vista al porche, donde el desastre de Dunn se había quedado apoyando la espalda en una de las columnas. Si nos íbamos nosotros dos era todavía más ilógico que él, de toda la gente, se quedase allí.

    Pero se veía que subestimaba al maldito palillo de dientes.

    —¡Dunn! —Lo llamé y giró apenas la cabeza, que tenía echada contra la columna, en mi dirección. Las luces del porche estaban apagadas, así que la única iluminación que sus ojos amarillos reflejaron fue la que los alcanzó de las luces del jardín y me quedó más claro que nunca que sí, había sido acogido por las sombras incluso con su cara de becerro a medio morir—. ¿Vienes o qué?

    Soltó una risa de suficiencia, imaginé que antes había estado borracho como la mierda y todavía le quedaba bastante que eliminar del sistema pero ya no era tanto para quebrarlo, porque básicamente parecía que lo habían reseteado. No quedaba rastro del mocoso colapsado que había visto en el jardín con Ishikawa casi llevándolo.

    Igual había bastado que volviese a quedar básicamente solo para que levantara todas y cada una de sus murallas, ni idea. Si seguía sintiéndose como la mierda al menos no iba a darle el gusto a los que quedaban de saberlo, aunque si se había divertido un rato dudaba mucho que le quedara tensión alguna, pero por otro lado tampoco se iría sin terminar lo que fuese que había venido a hacer a esa fiesta, al menos eso entendí en su mirada.

    Tremendo orgullo cargaba el condenado saco de huesos este.

    Dunn. Dunn. Me sonaba de algo a mí, estaba archivado por alguna razón y de repente el hilo resplandeció, amarillento bajo la escasa iluminación.

    Papá había hecho un sistema de almacenamiento de información para una red de pubs irlandeses en todo el corazón de Tokyo, todos a nombre del mismo apellido que cargaba este mocoso que no parecía ir a matar una mosca.

    Ah, eso explicaba muchas cosas, ¿no?

    No era hijo de un simple peón de la mafia.

    Despegó la cabeza de la columna, se bajó la otra mitad del vaso de agua y alzó la voz apenas para que alcanzáramos a escucharlo.

    —Todavía tengo trabajo que hacer —respondió mientras balanceaba el vaso en la mano izquierda. Repasó a la gente que había en el patio con una manía que rozaba lo estúpido, en sí no me sorprendía porque ya se lo había dicho a Kurosawa, el idiota no debía saber siquiera que podía ver las intersecciones de la telaraña—, ¿necesito recordarte que soy un hombre ocupado, Sonnen?

    Me encogí de hombros, reinicié los pasos y cuando cruzamos el portón principal vi que Arata se sacaba una botella de vodka sin abrir de entre el saco. El muy hijo de perra se la había sacado a alguno de los mozos o de alguna de las mesas así sin más.

    —Tokyo apenas está despertando y lo sabes, ¿no, baby boy?

    Pues qué remedio.

    —Espero que no nos mates en la moto hoy, imbécil.

    —Ya veremos~

    Solté el aire por la nariz como un toro cabreado, todavía con Anna dándome vueltas en la cabeza, y finalmente alcé la vista al cielo en lo que Shimizu guardaba la botella y encendía la motocicleta.

    Las luces artificiales siempre devoraban las estrellas.


    Este pedazo de tocho sólo para sacar un poco de gente de aquí cuz no me da la vida? Pues sí oye I'm that bitch

    Fuera Altan, Arata, Mason y Laila, even tho a Laila no la mencioné en el tocho pero well (?) quedan adentro Cayden, Katrina, Eris, Jez y Shio, al menos por ahora.

    Sigue siendo un vergo de gente ffs *c mata* a nadie le importa a pero es para dejarme un registro a mí misma, porque me conozco y luego me olvido. Tengo cero neuronas funcionales
     
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    Amane

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    Dejé que el chico se soltase de mi agarre en cuanto noté que lo iba a hacer, siendo que su teléfono había comenzado a sonar y todo el asunto. Me quedé mirándolo con una atención estúpida, notando justo después que había vuelto a comenzar a juguetear con los anillos en el ademán nervioso de siempre. No sabría decir a qué venía exactamente, pero también solía hacerlo cuando no tenía nada con lo que entretener las manos así que quizás fuese un poco de todo.

    Lo vi acercarse después, reflejé apenas su sonrisa por pura inercia y, así como si nada, dejé de remover los anillos de golpe cuando enroscó un mechón de mi pelo en su dedo. Fue un movimiento muy vago, realmente no tenía que significar nada y lo sabía, pero aun así me acabó lanzando una especie de oleada de alivio por encima.

    —Eh, qué aburrido~ —solté, quejumbrosa, aunque claramente había un tono de broma en mi voz—. Nos vemos, guapo~

    Al final del día, lo único que realmente temía era sentir rechazo por parte de alguien, de quien fuese, así lo conociese de hacía unas horas. Por eso tendía a esperar antes de moverme, para asegurarme de cómo actuar acorde a las personalidades ajenas, y si no lograba hacerlo bien, ¿qué me quedaba? Absolutamente nada. Así que me tomé la libertad de interpretar el gesto del chico como que seguía teniéndolo, aun cuando era consciente que podía ser algo falso perfectamente, y me giré con la sonrisa deslumbrante de antes.

    Tampoco me importaba que fuese mentira mientras sirviese para suplir mi necesidad de atención, la verdad.

    >>Bueno, ya sé que en verdad te querías seguir comiendo al niño pijo —murmuré, pasando a engancharme al brazo de Zeldryck como si nada—. Pero al menos te puedo hacer algo de compañía, si quieres~

    Total, había dicho que iba a llevar a la rubia con no sé quién y no tenía nada mejor que hacer ahí, así que podría acompañarles sin más.

    Insane toda tuya, puedes ir arrastrándotela o no, como prefieras (?)
     
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    Insane

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    —Suena bien. Imagino que en el instituto me reconocerás de buenas a primeras, y quizá te diga mi nombre en ese entonces —comenté en mofa, enterrando las manos en los bolsillos luego de escucharla sobre esperar el transporte en el jardín, por lo que me eché a caminar después de mover la cabeza ligeramente para que fuéramos juntos entonces.

    Al pasar por la puerta principal denoté en la salida Génesis recostada en el hombro de Zoldryck como solía hacer, inmersa en quién sabe qué conversación. Mi hermano se había quitado el saco y la había cubierto con el, recordándome que el mío lo había dejado en aquella casa por ahí tirado, pero no me importaba en realidad; sentí no mucho después su mirada encima tras el antifaz a lo que me encaminé para entregarle las llaves del auto, sintiendo la mirada mordaz de Génesis recorrerme tanto a mí como a Cathy, pero la chica no tenía nada que ver con mi tardanza, ni mucho menos con el desvío del baño.

    —Vas a matar a alguien si miras así, Gen.

    —Buenas noches. O madrugada... —su suave voz sonó como si esparciera agujas más que otra cosa.

    Zoldryck sonrió calmo hacia Cathy, casi como un saludo mudo.

    —Disculpa —le murmuré a Whitman entonces, notando como la rubia entornaba un poco más la mirada para después echarse a caminar fuera de la vivienda con Zold a su lado y Numéria al otro, sintiendo el móvil vibrar a lo que un auto se parqueó frente a nosotros—. Parece que han llegado por ti~

     
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    Nekita

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    Catherine Whitman

    —Me parece un buen plan, cuando te reconozca en la academia se arreglaremos eso~ —Inició a andar su andar entonces hacia el jardín caminando a su lado, notando casi de inmediato a los posibles acompañantes del desconocido, notando incluso que uno tenía un color de cabello igual al de su ahora acompañante pero... muchos chicos de la academia tenían el cabello de colores bastante llamativos, pensándolo más bien como si fuera una coincidencia o por otro lado algo más familiar.

    Los saludó primero con su mano y una sonrisa amable, ignorando aquella mirada que la chica que le había dado no muy feliz que digamos, ¿realmente lo habría retenido tanto tiempo? ¿O por qué habría dicho aquello cuando le preguntó si alguien lo esperaba?

    —Muy buenas noches~ —Saludó incluso aunque supiera que era una despedida y que realmente sentía que de solo un vistazo ya se las había arreglado a caerle mal a la rubia en cuestión, quizás...incluso tendría que disculparse si se llegaban a ver en la academia. Esperó viendo hacia la calle luego de que él decidiera entregarle las llaves a sus acompañantes, sonriendole cuando llegó finalmente el transporte.

    —Eso parece... gracias de nuevo por llamarlo, ten por seguro que te enviaré un mensaje cuando llegue a casa... —Se adelantó un paso para poder abrir la puerta, apoyándose ligeramente en ella —, nos veremos en la escuela, espero que descanses bien.
     
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  16.  
    Insane

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    La actitud de Cathy ante la molestia de Génesis por el probable sueño que tenía me causó algo de gracia pese a que no me permití mostrarlo. Deslicé las pupilas entonces por el auto ajeno, casi comprobando las placas pese a no ser notable al mirarlas apenas, concordando el número y las letras con el estipulado en la aplicación, volviendo mi atención visual hasta ella.

    —Estaré esperando el mensaje entonces~

    Me incliné para despedirme de un beso en la comisura de sus labios, de aposta, esperando en el trayecto cualquier tipo de indicio para alejarme pero al no obtener nada de eso una sonrisa ladina me curvó los viriles labios, logrando que fuese poco más que un roce al terminar siendo un beso directo sobre los ajenos, quedando casi como algo sensitivo. Me enderecé luego de ello, mirando ahora al conductor tras el antifaz, grabando sus facciones en mi cabeza y procurando que grabara las mías.

    Pero que mal educado de mierda...

    —Linda noche Cathy —murmuré dándome vuelta para echarme a caminar hacia el auto.

    Las orbes miel de mi gemelo me recibieron al ya no tener puesto ningún antifaz en el rostro, procediendo yo a quitarme el mío al desatar el nudo luego de adentrarme en el auto y cerrar la puerta. Sinceramente algo fastidioso si era, pero como tema de fiesta era elegante y curioso.

    —Pasamos a dejar a Numéria y de ahí para el apartamento, supongo que mañana desempacamos —comentó Zoldryck bostezando sentado en el asiento del copiloto, a lo cual observé por el retrovisor a Génesis mirando por la ventana con los párpados notablemente pesados.

    —De una —activé el GPS al no conocer ni mierda de esa ciudad para guiarme sin pérdida. Giré la llave entonces encendiendo el auto para colocar la derecha en la palanca y la izquierda en el volante al presionar el acelerador, girando por la cuadra de la izquierda.

    —¿Qué tal estuvo?

    Le miré de soslayo al saber que se refería tanto a lo del baño como a lo que había notado por el vidrio polarizado.

    —Nada mal.

    No valía la pena ponerme a acelerar a fondo.

    Había sido una buena noche de sobra.
     
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  17.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Numéria Russo

    Génesis se vía mejor en cuanto llegó junto al otro gemelo y una... acompañante. Conocida del momento, supongo. Mi expresión de seguro fue similar a cuando conocí a este peculiar trio, juzgadora en silencio, había cruzado los brazos y todo, aunque lograba mantener aún la soltura en mi postura. Linda máscara, pero bueno, que la parejita se fue en busca del baño y me quedé con los otros dos. Miré a un punto cualquiera del techo, exhalando todo el aire contenido por la nariz, audible.
    —¿Vamos? —sugerí caminar entonces, a cualquier lado, en realidad ahora poco me importaba. Lo que ellos prefirieran—... o podemos quedarnos por acá... ¿dónde habrán sillones?

    Nos mantuvimos el resto de nuestra estancia en la mansión juntos, al menos la mayor parte del tiempo, a espera del Kasun Zeldryck. Yo aproveché en un momento de mensajear a mí padre, de que no había mucho más por hacer y lo más probable es que estuviera pronto a regresar. De todas formas el chico se tomó su tiempo en aparecer. No me importaba demasiado, me distraje con el teléfono, prestando la atención requerida a la dupla sí les daba por conversar.

    Al final nos quedamos esperando a Zeldryck en el patio frontal, y vaya espera. No lo admitiría en voz alta, pero afortunada Génesis de tener a alguien que le prestara abrigo, tampoco podía quejarme o algo, no venía a caso. Zeldriyck llegó junto a una jovencita, la mirada fría fue la misma que con todos, pero en su caso no demoré en alzar las cejas al reparar en su vestido. Bonita elección.

    Miré de reojo la pequeña y punzante interacción del tipo con la rubia, y luego esa misma mirada hastiada cayó en la acompañante con la que llegó. No duró, pues una genuina sonrisa amplió mis labios.
    —Buenas noches —dije monocorde, sin ninguna emoción demás, pero tampoco fue vacío.

    Me deshice de la máscara al cruzar el umbral de la entrada, luego el chico no demoró en despedirse de su amiguita, por lo que es poco tiempo ya cada quien estaba en su correspondiente lugar en el auto. Suspiré pesado en cuanto me acomodé, básicamente dejándome caer sobre el respaldo, sin demorar en mirar la ventana. Entonces el auto aceleró, hablé tras escuchar las palabras de los chicos.
    —Gracias por invitarme, también trasladarme —hablé con algo de emoción, brindándoles una sonrisa a ojos y labios cerrados, aunque a saber sí la verían. Luego mi mirada viajó al teléfono, tecleando sin problemas con ambas manos—. Te he enviado mi dirección, Zeldryck.

    Listo, podemos darnos por finalizados con Numéria jsjsjs
     
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  18.  
    Nekita

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    Catherine Whitman

    Estuvo a punto de responder a su despedida oficial cuando de pronto sintió aquel tacto cerca de sus labios, sintió su corazón acelerarse por la sorpresa de no verlo venir en realidad, luego el calor del rostro comenzó a llegar y sabía que aunque tuviera la máscara algo de rojez saldría de los contornos de la misma incluso aunque realmente no era diferente al juego de la botella y los lugares donde les tocó dar el beso en cuestión.

    Quizás...porque en sí, no era el mismo contexto... allí... ninguna clase de juego le había obligado a hacerlo.

    —Linda noche a ti también... —murmuró rozando con la yema de sus dedos el área que le había besado antes de adentrarse al auto en cuestión, no quería seguir causando una escena al pobre conductor teniendo en cuenta en el país que se encontraban. Aquel chico le resultaba interesante, en un par de horas había visto diferentes partes de él que no sentía que se relacionaban entre sí y lo volvía impredecible.

    El carro arrancó y no pudo evitar sonreír, definitivamente tendría que mandar un buen mensaje cuando llegara a casa.
     
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  19.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    No había durado mucho, pero la verdad es que me había acabado echando una siesta de lo más rica con la tontería. Entre toda la tontería y el polvo del final, pues había acabado agotada y con eso había conseguido descansar lo suficiente para volver a casa con algo más de decencia. Que no era que nadie me fuese a esperar para comprobar cómo llegaba ni nada, pero tenía planes para el día siguiente y quería ser capaz de llevarlos a cabo~

    Así que me desperecé y salí de la habitación con toda la tranquilidad del mundo, pidiendo un uber mientras bajaba las escaleras y me dirigía al exterior de la mansión. Llegaría entre cinco y siete minutos, así que podía esperarlo sin mayor problema ahí fuera. Aproveché el momento para volver a revisar mi móvil y acabé por ponerme el vídeo de los pelirrojos comiendo césped, para comprobar que se viese bien antes de enviarlo.

    En eso estaba, de hecho, cuando sentí una presencia acercándose a mi posición y, no mucho después, un par de brazos pasándome por encima de los hombros. Había algo de humo entre medias, pero logré distinguir una cabellera rubia de reojo y aunque ya ninguna llevábamos la máscara, no me costó distinguirla como la, muy probablemente, amiga de Joey.

    —¡Eh! —exclamó, señalando la pantalla de móvil con su mano libre—. ¡Ese es Cayden! ¿Es verdad que se comió césped por lo del beer pong entonces? —asentí con la cabeza y escuché como se reía antes de darle una calada al cigarro—. Me tienes que pasar ese vídeo, punky doll, please.

    —Me llamo Riamu.

    —Bueno, pues Ri-chan, dame tu móvil anda~

    Solté una risilla antes de extenderle el teléfono a la chica, alzando una ceja mientras la veía teclear aquí y allá. Definitivamente, esos dos tenían que ser amigos, porque eran del mismo palo. Recogí el móvil cuando me lo extendió y sonreí cuando vi que se había registrado como Alisha acompañando su nombre de unos cuantos emoticonos de estrellas.

    >>¿Quieres? —me preguntó, extendiéndome al cigarro después de separarse de mí y todo el asunto, a lo que negué con la cabeza—. ¿Estás esperando a qué te recojan?

    —Así es~


    —Oye, linda, ¿y podrías acercarnos a mi amiga y a mí a un pub que hay por aquí? No se desvía mucho de tu camino seguro~ Te lo pido a cambio de no preguntarte que pasó en la habitación de huéspedes, ¿te parece?

    Me sacó otra risa divertida y me encogí de hombros, cruzándome de brazos justo después. Hice como que me lo pensaba, pero al final la miré con una mueca de indiferencia mientras ladeaba la cabeza.

    —No me importa contarte lo que pasó en la habitación, Alisha.

    —Dime Ali-chan.

    —Pues no me importa contarte lo que pasó en la habitación, Ali-chan, ¿pero no sería mejor que le preguntases a tu amigo?

    Sure~ Pero tendré que contrarrestar los hechos, ya sabes que a los chicos les gusta presumir.

    —Ah, claro, buen argumento. Bueno, como sea, no me importa tampoco acercarte a ti y a tu amiga donde sea, no te preocupes.

    Sentí como se inclinaba para darme un beso de lo más sonoro en la coronilla, sacándome una risa, y vi después como otro par de chicas llamaba su atención. Eran una morena y una albina que la saludaron desde lo lejos antes de subirse a un taxi que apenas había aparcado delante de la casa.

    —Emi-chan, la morena, es un pastelito, por si alguna vez te la quieres comer~

    —¿Qué insinúas, rubia? Yo no soy de esas.

    —Claro, punky, por eso huele a que has echado un polvazo desde la esquina. You're one of us~

    Dios, qué cabrona. Estaba empezando a entender lo de Cerbero y todo el asunto, de verdad que sí.

    —Pásame ese cigarro, anda, en lo que esperamos a tu amiga.

    Capté su sonrisa ladeada al vuelo, claro, y le di una calada al cigarrillo sin mostrar signo alguno de que me hubiese hecho reaccionar o algo. Y es que, a decir verdad, tampoco me molestaba mucho que se hiciese esas ideas; no eran del todo mentira, al fin y al cabo.

    Yáahl
    Holi (?) por si no quieres leer te todo el tochaco, pues aquí está Ali esperándote junto a Ri uwu Si quieres rolear más antes de que se vayan pues todo bien, y si no, podemos asumir que se van juntitas y ya, como prefieras <3
     
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  20.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Había que tener mala suerte, de verdad, para que justo cuando había ido a buscar mis cosas a la habitación de Katrina se apareciera ella al mismo tiempo y me encontrara husmeando por los cigarros que debían estar en alguna parte. Cuando su voz me alertó de su presencia sentí que me daban un golpe en la boca del estómago, me las tuve que arreglar para que no fuese evidente y me limité a responderle la pregunta.

    No creía que fuese a echarme a patadas, pero tampoco que fuese a darme la cajetilla así por las buenas aunque claro, seguro tenía una idea superficial de lo que pasaba. Que Hiroki ya no estaba, que era yo la salida que había destrozado el espejo de abajo y toda la mierda, y por mucho que Katrina pudiera ser la pieza intelectual de Cerbero yo lo sabía bien, que no era un monstruo hasta la médula.

    Además venía con un muchacho que ciertamente no parecía el tipo de chicos con los que ella se juntaba, no parecía tener demasiadas luces en sí ni nada... Era solo un japonés promedio. No tenía ni puta idea de que era precisamente este el pobre diablo que estaba haciendo trastabillar su mundo de ira, de rojo opaco, ni el que había detonado al inglés que pasaba pegado a Alisha.

    Me había quedado debiendo los chismes.

    De cualquier forma tomé la cajetilla, me despedí de ambos y al salir al pasillo encendí uno de los cigarros dando una calada profunda, no terminaba de acostumbrarme al olor ni nada, pero me bajaba dos puntos la ansiedad y me valía. Mientras bajaba por las escaleras sentí el móvil vibrar en la mano, así que lo desbloqueé como pude.

    Heyo, le pedí tu número a Arata. Te paso el contacto del conductor para más tarde.
    Cuídate.


    Suspiré con pesadez porque acababa de poner a este chico en bandeja para los lobos, lo había visto con los cables desconectados de cuajo y el idiota seguía allí, pendiente de que llegase a casa bien, porque era esa clase de persona. No lo hacía por mí, claro, lo hacía por la memoria de mi hermano pero aún así había que tener las prioridades muy marcadas y estáticas para poder hacer semejante cosa luego de cómo lo había puteado.

    Cuídate tú también.

    Vete a saber si se lo dije para intentar reparar mi cagada, ni idea, el caso es que lo hice y terminé por acomodar el móvil junto al dinero en el bolso sin mucha prisa, además de los cigarros y el mechero. Ya en el pasillo no me detuve demasiado para no seguir llenándole la casa de olor a humo a Akaisa, ya afuera le pegué una calada profunda y caminé hacia Alisha, dado que distinguí su silueta junto a la chica del cabello teñido que había estado jugando a la botella.

    —Se ve que tienen una conversación de lo más interesante —añadí pues porque sí y posé la vista en la chica de pelo de chicle—. Kurosawa Shiori.
     
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