Jardines frontales

Nuestra conversación era de plástico, carecía de cualquier cualidad que la diferenciara de las charlas triviales que tendía a odiar y el caso era que, obviamente, ese era su objetivo. Ahí radicaba su capacidad de entretenimiento, era una vuelca de tuerca extra que no sabía muy bien de dónde había salido pero tampoco iría a quejarme. No dije nada cuando comentó respecto al esgrima, dudaba que le interesara realmente porque, de nuevo, plástico, y lo dejé correr sin más. Luego nos sentamos y noté su atención sobre mí al desabotonarme el saco, a lo que simplemente enarqué una ceja y esbocé una sonrisa apenas burlona.

No era para que aprecies las vistas pero venga, linda, no te contengas.

Detecté el sonido de los pasos al instante, fue un reflejo que probablemente ya nunca controlara ni lograra apagar. Aguardé tranquilo para deslizar la mirada hacia el costado en lo que aparecían en mi campo de visión, topé primero con sus pies, fui subiendo y acabé echándole un vistazo a la rubia para fijar mi atención en el muchacho. Pero si no sería mi doble con tatuajes en la cara.

Reflejé su sonrisa sin problema, atendiendo a su comentario con el rostro enteramente girado hacia él, y luego miré a mi acompañante de soslayo al oírla intervenir. Mi mueca no se inmutó, a lo sumo se ensanchó un poco y pestañeé sin apuro alguno. Relajé los brazos, apoyándolos en la mesa en vez de mantener los codos allí clavados.

—Parece que sí —murmuré con voz suave, regresando a los ojos del chico—. O depende quién pregunte.

Había notado a la quinta persona acercándose pero no hice nada, a lo sumo me pregunté si tendríamos tanta pinta de simpatía como para habernos convertido repentinamente en un imán de gente. Recibí su saludo con la expresión neutral que solía cargar, y mi mano buscó la muñeca contraria para repasar la correa del reloj en movimientos vagos. La niña se puso a hablar en inglés frente a nuestras putas narices y regresé la mirada a Riamu, como si buscara cierta complicidad al esbozar una sonrisa irónica y menear la cabeza. ¿Pensaría que no le entendía? Bah, me daba igual. Que hiciera lo que quisiera.

Igual se montaron un numerito frente a nosotros digno de mención. La rubia estaba borracha que te cagas, se notaba a leguas, pero no parecía del tipo insoportable así que me daba igual si se quedaba o no. El comentario burlón del chico a la pregunta seria de la pelirroja me arrancó una sonrisa un poquito más ancha en lo que mantenía mi atención por ahí, entre las flores, mis manos o Riamu.

Cuestión que la pelirroja se fue, disculpándose y demás, y atiné a concederle una sonrisa de labios cerrados que pintaba forzada que te cagas. Esperé un par de segundos y deslicé la mirada hacia el chico, buscando brevemente a Riamu para captar también su atención.

—¿Aceptan propina? —murmuré, burlón.

 

Tuve que forzarme a suprimir la sorpresa que amenazó con reflejarse en mi expresión al recibir la respuesta del chico. En su lugar, mi sonrisa burlona se estiró fugazmente hacia un lado. Pero bueno, la gente de esta fiesta se estaba marcando un buen pleno para contribuir a mi entretenimiento, la verdad. No había resultado tan desastrosa la idea de venir, al fin y al cabo. ¿Se lo agradecería algún día a Teruaki-san?

Ni de puta coña.

—¿Yo? —repliqué suavemente, esta vez con sorpresa fingida, y eché la espalda hacia atrás—. ¿No pides demasiado, quizá?

Deslicé la mirada apenas un segundo a las sillas libres de la mesa, indicándoles que podían sentarse si así lo preferían. Digamos que habían pasado la prueba y... tenían el derecho, sí.

 

Venga ya, que al final sí que habían venido con espectáculo y todo, qué graciosos. Apenas el chico respondió a mi insinuación, una quinta figura hizo acto de presencia en el escenario y ni siquiera me dio tiempo a regodearme en lo que había contestado, provocándome una ligera mueca de molestia.

Cuestión de que, bueno, la niña esta pelirroja parecía ser todo un personaje. Su japonés no era muy bueno, por lo que pude captar de su pronunciación, y luego cambió al inglés sin más para hablar con los otros dos. Eh, qué falta de educación, señorita~

Ni que importase, de todas formas. Pillé la mirada del castaño al aire y simplemente le sonreí de vuelta, encogiéndome de hombros, con un claro deje de diversión por todo mi rostro. Pocas dudas me quedaban de que Kou no fuese a entender a la chiquilla sin mayor dificultad; si le habían enseñado esgrima en casa, tendría que haber aprendido inglés a la fuerza. Un poco había sido mi caso también, y aunque me negaba a hablarlo por pura pereza, pues lo dicho, lo entendía a la perfección.

Así que ahí me quedé, apoyando la barbilla sobre la mano y observando al trío con una intensidad estúpida, reaccionando de forma algo teatral con pasajes que lo requiriesen; como para dejar claro que era un poco estúpido intentar hablar en otro idioma con intención de que no nos enterásemos o algo. Me despedí de la pelirroja con un movimiento de dedos y una sonrisa deslumbrante, casi más falsa que la del castaño si me preguntaban.

—Bra-vo~ —canturreé, divertida, en cuanto volví mi atención a los chicos, dando un par de palmadas suaves y todo—. Lindo entretenimiento~

¿Así cómo si hubiesen sido los bufones que habían venido expresamente a entretenernos cuando lo requerimos? Algo así~ Mira si no se me estaba subiendo demasiado a la cabeza nuestro propio teatro.

El de los tatuajes se puso a tirarle la caña a su gemelo vanilla así como que muy descaradamente, y ni de coña pensaba yo perderme eso, pero para intentar disimular dirigí mi atención a hacia la rubia y le extendí un brazo para intentar alcanzar su mano.

>>Siéntate aquí si quieres, linda, te vendrá bien~ —le propuse, señalando la silla que tenía más accesible con la cabeza y un sonrisa amable decorando mis labios.

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Mi sonrisa se ensanchó un poco más al notar el tacto de la chica, usando mi mano como apoyo hasta alcanzar la silla que, por casualidades de la vida, quedaba a un lado de dónde yo estaba sentada. Estaba terriblemente borracha, ¿eh? Ni idea de si había bebido mucho o simplemente era sensible y con nada se le había subido a la cabeza, aunque no era que importase mucho.

Asentí con la cabeza de manera distraída, siendo que en realidad mi atención estaba bastante distraída repasando su figura en lo que se sentaba. Mira que mi vestido dejaba bastante que ver y aun así el suyo dejaba poco a la imaginación. Y encima se cruzaba así de piernas, qué loquilla~

—¿Te gustan? —pregunté, en un tono de voz ligero, y aproveché el impulso para colocar la mano sobre la piel descubierta de su pierna, con los dedos extendidos para que los accesorios se viesen mejor—. Son de una tienda de Harajuku~

En lo que le contaba aquello a la chica, noté de soslayo como el chico tatuado se aflojaba la corbata para deshacerse un botón y tuve que soltar el aire por la nariz en una especie de risa antes de volver a enfocarme en la rubia. Ah, vaya suerte la mía, de verdad~

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bueno, ri-chan, cómo de horny te voy a sacar de esta fiesta yahoo respuestas

 

Los invitados se acomodaron en torno a la mesa y me limité a seguir sus movimientos sin una atención particular, callado. Riamu se dispuso a conversar con la rubia, al parecer con un par de neuronas extra conectadas, y estaba enfocado en eso cuando noté de soslayo que el muchacho se aflojaba la corbata. El labial rojo asomó por la abertura de la camisa y la sombra de una sonrisa torcida revoloteó en mi rostro.

Captó mi entera atención al hablarme y giré el rostro hacia él, luego en dirección al recién llegado. No lo ubicaba de nada y tampoco me interesaba, así que me limité a encogerme de hombros. La sombra de la sonrisa, sin embargo, se concretó.

—Ya no enseñan modales —comenté al aire, posando brevemente mi mirada en los ojos miel del chico antes de fijarme en la rubia; ¿algo de mayonesa había dicho?—. ¿Cómo es que acabaste bebiendo mayonesa? Seré curioso.

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Mi five necesita definir las posiciones de esta gente. Como Zel se ubicó frente a Kou pero Riamu y Génesis están sentadas una junto a la otra, intuyo que las sillas podían estar desacomodadas de entrada e iría algo así



Sujeto a modificaciones (?

 

Fui arrugando la expresión cada vez más a medida que la receta de aquel trago crecía y crecía. ¿Qué mierda había tomado la muy idiota? ¿Y por qué lo aceptó, de todas formas? Como sea, si sólo había sido un shot suponía que la pobre no tendría gran resistencia al alcohol. Y encima mayonesa.

¿Había dicho ahorcado?

El muchacho preguntó la misma duda que yo tenía y al recibir su pregunta deslicé la mirada a Riamu, bastante divertido. Fue de pura maña, igual me adelanté para responderle. Nunca había sido un fan particular de las apuestas, en sí no tendía a dejarme llevar por vicios del estilo. Siempre había sido más del tipo precavido, calculador, que aguarda y aguarda hasta haber preparado incluso la última pizca de tierra antes de actuar. Era un observador del mundo que de tanto en tanto pisaba el escenario y entraba en escena.

Para saciar vicios, digamos.

Porque todos tenemos de esas mierdas.​

Una chispa oscura atenuó el miel de mis ojos tras la máscara y solté una risa nasal suave, meneando la cabeza. Eché la espalda hacia atrás, cruzando un tobillo sobre la rodilla contraria, y estiré los brazos sobre la mesa. Le eché un vistazo a mi reloj.

—No realmente —confesé, con diversión contenida, y alcé la vista al muchacho para agregar—: Supongo que depende.

Como todo, ¿no?

Desvié la atención hacia Riamu luego de mantener la mirada sobre el chico un par de segundos más de lo necesario, a la espera de su respuesta.

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Me vine encima porque quería estrenar la cinta? YES *pierde las bragas*

 

Un poco sí que me sorprendió, que no reaccionase a la mención de Harajuku, si casi todas las chicas que conocía me hubiesen preguntado la tienda en concreto porque conocerían la mayoría de la zona.

—Síp, plata de la buena —respondí, aun así, sin perder el tono alegra ni la sonrisa en ningún momento.

Retiré la mano con cuidado, no sin antes aprovechar para acariciarle parte del muslo en el proceso, claro, y me centré en su explicación con genuina atención. De hecho, centré tanto la atención en ella, que logré darme cuenta de que posiblemente no llevaba mucho tiempo aquí en Japón. ¿Y la pobrecilla tenía que intentar formular frases coherentes en un idioma ajeno así tan borracha? Lo estaba haciendo muy bien de ser el caso~

Apoyé el codo sobre la mesa y dejé la mejilla apoyada sobre mi puño cerrado, pudiendo así girar el rostro para apreciar a mi compañera mejor. La explicación del trago me sacó una mueca de puro desagrado que no pude ni pretendí disimular en ningún momento. ¿Mayonesa? ¿Qué se supone que era eso, la versión tóxica de un Bloody Mary o algo así? Ugh, no, sentí hasta un escalofrío y todo.

Aunque, para ser sincera, a mí me sacaban de los dulces y sufría bastante en general.

Sea como fuere, pasé de nuevo a apoyar la barbilla sobre la mano, pudiendo así intercalar un par de miradas entre los dos chicos de manera más fácil. Kou respondió primero y digamos que no hubo ninguna sorpresa en sus palabras, haciéndome confirmar un poco más la personalidad que ya le había trazado en mi mente. Le mantuve la mirada un par de segundos, un poco por la gracia supongo, y me encogí de hombros cuando deslicé de nuevo la vista hacia el otro.

>>Igual que el chico guapo de aquí: depende~ —contesté, aunque yo no me digné a controlar la chispa de expectación de mi rostro—. Aunque, al contrario que él, diría que yo sí suelo caer bastante a menudo en la tentación~

Porque, por regla general, mi estúpido ego me hacía creer que podía superar todo sin dificultad, así fuese una apuesta de lo más ridícula. Así que a ver que tenía el señor misterioso de los tatuajes tribales en mente para nosotros.

 

No le había prestado demasiada atención al breve intercambio que las chicas mantuvieron, oí algo de unos anillos y Harajuku, pero claramente no era un campo de mi interés así que desactivé la antena. De cualquier forma noté la satisfacción hasta estúpida que la señorita a mi lado tenía pegada en el rostro, como si se quisiera comer entre dos panes o algo a la pobre dama alcoholizada.

Qué tragedia.

De verdad que desde afuera debíamos dar las apariencias de ser cuatro amigos ordinarios matando el rato, pero la intensidad de las miradas cruzadas que nos lanzábamos no era ni medio normal. Tampoco me estaba quejando. Recibí los cuarzos rosados de Riamu con toda la naturalidad del mundo, como si lleváramos años conociéndonos, y oí su respuesta sin alterar mi semblante. Pintas de temeraria tenía, entre su desfachatez interrumpiendo el juego del salón y su solicitud por un beso, así de la puta nada. Tampoco se veía alcoholizada en exceso, de modo que la deducción básica derivaba en su personalidad a secas.

Vete a saber qué tenía el cabrón en mente, no auguraba nada bueno pero tampoco me importaba. Lo oí con una atención estúpida y mi sonrisa se tornó sedosa al enterarme de sus planes malvados. Apostando por besos, qué adorable.

Deslicé mi mirada hacia Riamu, sabía que aceptaría así que sólo quedaba aguardar a que se pusiera en movimiento.

—Bueno, señorita —murmuré con suavidad—, parece que por fin llegó la hora de cumplir su solicitud.

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rico relleno porque esto está bien sabroso

 

¿Veinte dólares? Tuve que echar la vista hacia el cielo, frunciendo ligeramente el ceño, en lo que calculaba la equivalencia en yenes. En general estaba bien (mucho mejor que la rubia, eso seguro), pero igual me había tomado mi buena dosis de alcohol ya y me costó un poco más de lo normal hacer la conversión. ¿Eran... unos dos mil yenes? Bah, no era que importase la cantidad, pero no había traído mucho suelto así que más me valía no perder~

Aun así, logré tardar lo suficiente para que, al bajar la vista de nuevo, diese de lleno con sus ojos color miel mientras escuchaba la apuesta en sí. Sentí como mi rostro se iluminaba de nuevo al entender de que se trataba, con una chispa de ilusión casi infantil en los ojos. Eh~ Pero así sentía que ya había ganado sin importa qué, eso me gustaba~

—Y que haya tenido que venir un tercero para que la final te dignases a ello, mira que te has hecho de rogar~ —me quejé, aunque había un claro tono de broma en mis palabras, volviendo a girar la cabeza para buscar su mirada—. Solo por eso, voy a poner mi apuesta en ti.

Me levanté después de decir aquello, para poder acercarme por completo a su silla, y llevé la mano hasta su corbata, jugueteando un poco con ella antes de tironear de la tela hacia mi dirección e inclinarme hasta rozar apenas sus labios.

>>No me vas a decepcionar, ¿verdad~?

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Me disculpan mi neurona chamuscada hoy pero mira this is so hot

 

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Riamu depositó su mirada en mí y hubo algo en el rosado oscurecido de sus ojos que me dio su respuesta incluso antes de abrir la boca. Mantuve mis ojos sobre ella, tranquilo, y mi sonrisa se ensanchó apenas al oírla. Pero bueno, era todo un honor~ Más me valía estar a la altura.

A quién le importaban dos mil míseros yenes.

Su broma me hizo encogerme ligeramente de hombros y eché la espalda hacia atrás, soltando el aire por la nariz. Detallé sus movimientos en lo que se incorporaba y acercaba a mi posición, le permití sujetarme la corbata sin problema y mantuve mis ojos sobre los suyos a todo momento, hasta que se inclinó y sentí apenas el roce de sus labios. Se veían rosados y ligeramente húmedos.

—¿No dejas lo mejor para el final? —susurré, socarrón, y alcancé el costado de su cuello con los dedos—. Tendré que dar la talla, entonces.

Extinguí las palabras en su boca al impulsarme hacia arriba para besarla, atrapé sus labios al vuelo con cierta intensidad pero sin ser brusco ni invasivo. Regresé lentamente a la silla, ladeé el rostro y arrastré las yemas de los dedos hasta hundirlas en su mata de cabello rosado. Presioné su nuca, la atraje hacia mí y me permití apenas un segundo para separarme antes de repasar el contorno de sus labios con la punta de la lengua. Fue simplemente eso, una tentativa, no buscaba concretar sino invitarla, y entreabrí suavemente los ojos para repasar sus facciones antes de volver a besarla con ganas.

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im: horny

 

Me sonreí contra sus labios al escuchar la pregunta, con una satisfacción estúpida recorriéndome el cuerpo al ser consciente de que no había esperado escuchar otra cosa en cuanto lo elegí como primero. ¿Encima andaba quejándose? Qué chico~

Atrapó mis labios al vuelo y, por supuesto, no opuse resistencia alguna al contacto. Fue regresando a la silla, enterrando los dedos en mi cabello, y siguiendo el impulso de su movimiento, también me dejé caer hasta lograr sentarme en su regazo. Solté su corbata, dejando la palma de la mano apoyada sobre su pecho, y deslicé la otra hasta alcanzar su nuca. La sombra de otra sonrisa satisfecha amenazó con hacer acto de aparición cuando sentí la lengua delineándome los labios, pero volvió a besarme antes de que se concretase.

Me apreté aun más contra su cuerpo, buscando profundizar la unión, y aunque había pretendido dejarle todo el control para ser lo más objetiva posible, al final acabé por colar la lengua en su boca para intentar recorrerla un poco como me viniese en gana antes de tener que separarme finalmente.

—No me gusta esperar para lo que quiero~ —susurré, apenas separándome unos milímetros.

Le di otro beso superficial, solo porque me salió del coño y ya, y me pasé la lengua por los labios antes de levantarme al fin. Le di la vuelta a la mesa con una sonrisa alegre, deslizando las yemas por el metal en el proceso, y ladeé ligeramente la cabeza al buscar la mirada del otro chico una vez alcanzada su posición.

>>Ah, me pregunto si lograrás superarlo, señor apuestas~ —canturreé, apoyando la cadera sobre el borde de la mesa y una chispa de la más pura expectación de los ojos.