Shimane Islas Oki

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 29 Diciembre 2023.

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    rapuma

    rapuma Maestre

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    Seikanji Yamagawa

    Quedó asombrado por las palabras de Riku, tan certeras como filosas; una demostración de su espíritu, tal como Kojiro había dicho.
    Seikanji afirmó ante él, feliz por las palabras tan adecuadas para ese momento tan tenso. Kojiro volvía a ser la tempestad de la tormenta, adquiriendo la postura inamovible de un vendebal.

    Seikanji escuchó a Noishi, sus palabras tan suaves parecían contrarrestar con su mirada: afilada e inteligente. La diferencia entre los shinobis y los guerreros fácilmente podría ser reconocida al ver las actitudes tan distintas de Kojiro con las de Noishi. Pero eran dos caras de la misma.moneda.


    Un aleteo de adrenalina se proyectó a sus extremidades, sintiendo deseos de lanzarse y luchar contra aquél hombre que tantos misterios poseía.

    Tomó una gran bocanada de aire y relajó sus dedos que se cerraban entorno a las empuñaduras de sus armas.

    —Creo que el honor es tuyo Tsubaki-san. Ahora entrenarás con la mente limpia y no turbada por el odio de un pasado que carcome tu espíritu. —suspiró, liberando su cuerpo de la tensión. —Es momento de conocer a tu maestro. Tienes mas derecho de hacerlo que yo.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku Ishikawa
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    La reacción de Tamura me cayó directo al estómago, pues me quejé plenamente convencido de que él se reiría y no le daría importancia. Asentí hacia la pregunta de Yume, aún preocupado, y le piqué el hombro al muchacho con la punta del índice.

    —Perdón, no quería hacerte sentir mal —murmuré, apenado, y esbocé una sonrisa culposa—. Pensé que te reirías. Sólo ten más cuidado la próxima, ¿sí?

    Luego, al ofrecerle la pulsera a Matahachi, sentí el mismo remolino de nervios que con Reijiro hasta que la aceptó y la acomodó en su muñeca. Atendí a los movimientos de sus manos, comenzó a hablar y, aunque él tuviera la vista posada en el accesorio, yo mantuve los ojos en su rostro. Seguía expresándose de aquella forma tan clara, honesta y elocuente, como la noche anterior. Oírlo me avergonzaba un poco, no estaba acostumbrado a recibir esa clase de... de confesiones, y sin embargo permanecía aquí. Creyendo haberlo ofendido le daba el collar de Hinata y le prestaba la piel de lobo, y aún con el reparo de inmiscuirme entre él y la princesa, lo buscaba y le enhebraba pulseras.

    ¿Qué pretendía, exactamente?

    Habló de su espíritu y su corazón, y siguió observando la pulsera y yo lo seguí mirando a él, atascado en un punto intermedio entre mis pensamientos y la inacción. Al recibir sus ojos me di cuenta que aún no había dicho una palabra y la mención del primer pacto me hizo sentir calor en toda la cara. Desvié la mirada, avergonzado, y estaba por abrir la boca cuando me alcanzó un comentario de Tamura, vago, pero que entendí lo suficiente. Parpadeé y miré a Matahachi, habiéndome dado cuenta de algo. Quizá fuera inconsecuente, pero...

    —Técnicamente a él lo conocí primero —dije hacia Tamura, señalando a Hachi, y me reí al regresar la vista al frente—. Esa vez me diste miedo, pero fuiste al primero que conocí. Incluso... antes que a Hotaru.

    Haberme quitado la máscara fue un momento importante para mí, marcaba una escisión concreta entre la persona que había sido y la que comenzaba a descubrir; y tras hacerlo, él y Rei fueron las primeras personas que conocí. Bajé la vista a la pulsera y sonreí, más tranquilo. Mantuve el tono de voz bajo, cosa de que sólo él me escuchara.

    —En ese momento me diste miedo, y luego en Shima estuve debatiéndome todo el rato porque no lograba leerte. Pensaba que había metido la pata en la clínica y que... te caía mal, o algo así. —Me rasqué la nuca, algo avergonzado—. Llevarme bien contigo era importante para mí, aún si se trataba de un deseo egoísta. En mi mente existía el pequeño Hachi, un niño atravesado por la guerra y librado a su suerte luego de vivir algo horrible; alguien que, sin ninguna certeza concreta, creía plenamente que había sobrevivido. Pensaba en ti, pero también pensaba en mí, en la cantidad de veces que, durante dos años, deseé que alguien me buscara. Quizá sólo fuera simpatía, pero al conocer Tateyama, vivir las inclemencias de aquella montaña helada y encontrar la tumba de Seiji... sentí que te apreciaba incluso antes de conocerte.

    Solté el aire de golpe.

    —A quien conocí fue a Matahachi, un muchacho muy capaz e inteligente, pero también orgulloso, algo testarudo y un poco intimidante. No era el pequeño Hachi. Las dos figuras colisionaron y dudé, no supe cómo debía tratarte ni si tú querrías hacerlo en absoluto. Pero al verte aferrado al arco de tu padre, cuando tus manos tiemblan, o al envolverme con la piel de lobo... entendí que Hachi sólo había crecido. —Le sonreí y busqué su mano, sosteniendo sus dedos con delicadeza; entre medio quedó el trozo de tela de su ropa, donde me había hecho llegar las piedras—. Sé que no me pediste una respuesta, pero quiero dártela. Lo que me dijiste ayer permaneció en mi mente y sigue allí, es... importante para mí. Te aprecié incluso antes de conocerte, y eso no ha cambiado. —Apreté suavemente sus dedos—. Estoy aquí para ti, Hachi. Quiero estar para ti. Sea que necesites hablar, descansar, o sólo una compañía silenciosa. También puedes pedirme todos los tecitos que quieras.

    Me reí en voz baja y le lancé un vistazo a Yume y Tamura. Al soltarlo dejé en su mano la tela, pues pretendía devolvérsela.

    —Habíamos formado el Equipo Shijin. Te nos puedes unir, si quieres. No somos muy exigentes con los nuevos miembros.
     
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    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Akihito Shishio
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    Asintió a las palabras de Rei y fue guiándolo por el camino que veía un poco mas sencillo, no queriendo complicar su andar demasiado en caso de que en serio el alcohol no hubiera dejado su sistema del todo, y aunque ya había recorrido ese camino bastantes veces, se sorprendió cuando de pronto terminó por toparse con otra construcción bastante sólida en el camino junto con varias de las personas que ahora se encontraban en la isla, y agradeció ya no sentir demasiado el alcohol en su sistema al detectar caras nuevas.

    Hizo una reverencia general para todos los presentes y arregló un poco su cabello en caso de que toda la caminata lo hubiera alborotado por estar suelto, no estaba arreglado como le gustaba pero, tan siquiera podía verse un poco mas presentable para los desconocidos. Dirigió su vista hacia Konan y casi por instinto quiso dar un paso hacia el frente para iniciar a acortar distancias y abrazarlo como él había hecho con los demás en la playa pero, cuando se le cruzó por la cabeza que podría ser inapropiado porque, a diferencia de la playa allí había muchas más personas, se detuvo y optó por tan solo volver a hacer otra reverencia hacia Konan.

    —Bienvenido...—No sabía cómo agradecerle por volver a salvo cuando sabía que faltaban dos sombras, ni decirle que estaba muy feliz de que volviera cuando también le pesaba saber que dos no habían vuelto, eran muchos sentimientos encontrados, pero, esperaba que tan siquiera supiera por su mirada lo feliz que estaba de verlo.

    Porque aunque estuviera allí frente a todos, todavía sentía que hubieran podido hacer más, como convencerlos de huir con todos, o pelear un poco más con Hoshi para que se hiciera ese intercambio, aunque fuese falso, para que las sombras restantes pudieran estar acompañándolos.

    —A partir de aquí el refugio deberías poder verlo si sigues caminando hacia arriba, es bonito. —Dijo una vez que pudo volver a prestar atención a Rei, apuntando la dirección aproximada del lugar que habían estado construyendo —Yo iría más tarde, normalmente reviso la isla antes de irme a dormir, solo por si acaso...
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

    Leo
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    Yuzuki Minami
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    Quizás el rechazo y el resentimiento eran lo esperable, pero habían otras salidas, menos crueles, aunque más dolorosas. Le había pedido a Murai que no tocara a Hayato, pero no podía pedirle que no tocara a Rengo cuando los unía la perdida de Hoshi y así, en esa confusión y dicotomía, existiría de ahora en más. Quería odiarlo, quería que pagara lo que le había hecho a Takano, ¿pero qué caso tenía ahora? ¿Cuándo todos éramos manipulados y utilizados? Kioto me había arrebatado un fragmento inmenso de lo que yo era, la intensidad de mi carácter había disminuido, pero en un mundo donde corría tanto riesgo y donde no podía empuñar correctamente un arma todo había comenzado a cambiar contra mi voluntad.

    La resistencia solo era un obstáculo aquí.

    Existían formas de crueldad que no quería volver a ver, tantas y tantas de ellas que era agotador solo pensarlo. Así era como me compadecía del dolor de Shino, al saber que su niño había sido desmembrado, y de Murai por la pérdida de un hijo, lo hacía porque yo no quería perder a los míos, incluso si ninguno era sangre de mi sangre los llevaba anudados al corazón, tampoco quería perder a los demás, a ninguno. Sin embargo, había guiado la cacería de la hija de alguien y habría matado a los padres de otros, con veneno o sin él, justo como Kuroki. Estaba cansada de esto, de no poder detenerlo y darme cuenta de que solo lo había estado replicando y que debería ser así, hasta alcanzar a Gendo y acabar con él.

    Sin embargo, quería poder vivir una vida que no estuviera llena de sangre. Quería poder ver a Rengo madurar, a los niños ser niños y a ninguno perder a sus nuevas familias, ¿pero no era un delirio? Puede que no viviera para ver ese mundo, pero... Si yo no podía, quería que los demás sí. Ahora lo entendía.

    Noté la reacción de Murai a mis palabras, por eso había acabado pensando otras cosas, pero no dije nada y él no supo contestarme, pero tampoco es que debiera. Continuamos con la clase entonces, con los venenos de combate, y seguí cada palabra con cuidado, así como el proceso y su posterior replicación. Había aprendido la bufotoxina de Shinrin, era así como habíamos paralizado a Kato, de forma que me era familiar. Por otra parte, el hombre que Kenzaburo había matado en Tsu era el pescador experto de Murai, así que ni modo; luego siguió la prueba de paciencia con las arañas y llegamos a la tetrodotoxina, de la que había aprendido gracias a la explicación de Kumo, así que la sorpresa ya no me la podía llevar.

    Reaccioné con más curiosidad al saber que su anterior katana era una forja de Hoshi, enfocada al uso de ese veneno y otras cosas; me di cuenta que le estaba costando explicarse y solo luego entendí por qué, pero yo ya lo sabía, ni siquiera reaccioné. Si Takano volvía a recibir este veneno estaría muerto, él había reducido su vida a eso. La dosis doble, el Sueño Eterno, era una muerte sin dolor y no pudo cumplir su promesa con Hiro, evitarle la muerte agónica, el odio se lo impidió y olvidó su promesa, nos había hecho daño por eso. No era justificable, pero todos pecábamos de lo mismo.

    Había guardado silencio hasta entonces, pues ahora era yo la que no sabía qué decir, pero Murai dijo lamentar lo que le había hecho a Takano y recordé el terrible ascenso a Kamakura, la forma en que lo había buscado y cómo lo había visto, sufriendo una tortura. Se me cristalizaron los ojos y parpadeé, disipando las lágrimas, pues aunque él no podía verme Mako y Umineko sí.

    No interrumpí el momento con Mako ni las palabras de ninguno, guardé silencio, tragué grueso y cuando ella nos miró usé la mano para deslizar el colmillo fuera de su saya, lo hice con cuidado, para no se entendiera como una acción hostil, aunque de por sí no era que pudiera hacer mucho con ella ahora mismo. El sonido me resultó ajeno, extraño, y recordé cómo había peleado en Toyama con esta katana, la fuerza que me había brindado.

    —Ankoku —dije en voz baja, reposando el arma desenvainada en mi antebrazo con tal de sostenerla horizontalmente y miré a Mako, también a Murai aunque él no podía verme a mí ni al arma—. Lo que le hiciste a Takano es imperdonable y lo sabes, pero dio comienzo a algo más, poco a poco formó una figura nacida y alimentada por resentimiento, oscura e irreconocible, creció lejos de los ojos de los que llamo mi familia. Paralizamos a Kato con bufotoxina y fue allí cuando le pedí la réplica, luego le pedí ayuda a Shinrin quien me entregó el poco veneno que rescató de tu colmillo roto y en Toyama, Kumo, me dijo por fin lo que era, llevo ya tiempo conociendo la verdad. Fue devastador saber que habías limitado su vida solo a eso, a una dosis de tetrodotoxina, y también lo fue dejarlo a él y a Takeda y su furia atrás para poder ver a Rengo, pero también para poder aprender de ti, del mismo hombre que casi me arrebata a mi compañero y por el que arrinconé a una niña. ¿No es eso igual a una traición? ¿No es ilógico separar lo que nos hiere de lo que nos corresponde?

    No formulé todo para recibir una respuesta, para nada, solo fue sinceridad reciproca. Tomé aire, lo solté y bajé la vista al arma. La noche comenzaba a caer, Rengo se habría ido con Togashi y estaba rodeada de voces de los que alguna vez habría pensado como mis enemigos, como los demás, eran más ellos que nosotros y solo me quedaba confiar, confiar en Kohaku que llevaba tiempo ya con ellos, en Shino y en Noishi. Pasaba que la confianza requería vulnerabilidad.

    —Me di cuenta muy tarde en el viaje, tuvieron que arrebatarme una mano para que lo asimilara, pero la sombra no es solo la katana. La sombra soy yo, furiosa como estaba me empeñé en convertirme en la criatura que puso en peligro a los míos y ahora, para sobrevivir, repito la misma historia, porque me parece la única opción —retomé cuando creí haber ordenado las ideas. Lo que dijo Mako del futuro me hizo pensar en la misiva de Hashimoto, pero repetí las palabras de la esposa de Murai—. El futuro es prometedor. Lo es porque hay personas que pusieron esperanzas en nosotros, incluso en los que nos volvimos sombras en el camino. Sombras de los miedos más grandes que poseemos.

    Guardé silencio, había interrumpido demasiado y teniendo en cuenta que Umineko hablaba entre poco y nada yo debía parecer terriblemente habladora, pero si se acababa de comer las lecciones de Murai daba un poco igual. Era, después de todo, el motivo por el Kioto había sido lo que había sido. Debía dar gracias a que no hubiesen ordenado que me cortaran la lengua, lo sabía. Suspiré, dejé la idea suspendida y con el mismo cuidado y lentitud devolví el colmillo a su saya.

    —Algún día, tal vez, dejemos de ahogarnos en el pasado. Ahora todo lo que tenemos son las lecciones —continué para no interrumpir más de la cuenta y sonreí con resignación—, ¿cierto, sensei?
     
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    Ayeah

    Ayeah Shinobi

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    Aoi Nobunaga

    Devoró la siguiente información con avidez. Tomando cada uno de los nuevos ingredientes con sumo cuidado para grabarlo en su memoria: forma, color, aroma... Era de vital importancia reconocer todos y cada uno de aquellos ingredientes y venenos tanto para poder cosecharlos como para evitar ser envenenados por los mismos.

    Trabajó con ellos tal y como había dicho Murai, esforzándose concienzudamente en imitar sus movimientos a la perfección y sonrió satisfecha con los resultados.

    Cuando Mako abrazó a Murai los observó en silencio unos instantes antes de centrarse en el trabajo que tenía entre manos, tratando de otorgarles cierta privacidad, del mismo modo que se mantuvo en silencio cuando Yuzuki habló.

    Pero cuando sintió un movimiento extraño en la mujer, sus largos años de instinto de supervivencia y desconfianza innata hicieron que se volviera hacia ella con uno de sus kunai en la mano listo para ser arrojado al menor movimiento sospechoso... Que nunca llegó.

    No fue hasta que ella guardó el arma que Aoi hizo lo propio, lista para continuar con su lección como si nada hubiera pasado.
     
    Última edición: 21 Agosto 2024
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    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Togashi
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    A lo largo del recorrido por la montaña, escuchó cosas de lo más inverosímiles, de las que habría descreído si no hubiera lo de la vieja herrería de Kato. Mantuvieron un ritmo constante en el ascenso, donde él se ocupó de llevar la bolsa con comida y mantas, que Kohaku les había dejado en su amabilidad casi infinita; mientras que Rengo cumplía el rol de guía. Si algo de cansancio físico quedó aferrado a su cuerpo, éste se desvaneció por completo antes los eventos que el joven le refería. Antes de la partida desde el bosque, había hablado de Shi, Mara y sacrificios con una naturalidad apabullante; y todo continuó tornándose extraño en el trayecto, cuando habló del bloqueo de algo que nombraba como “energía espiritual”, pasando por los temibles ichijamas y el enfrentamiento contra nada menos que un Oni, en la cima a la que estaba yendo. En esta contienda intervino Hoshi, nombre que el Togashi recordaba porque Murai lo había confundido con ese hombre durante la borrachera en el barco; no supo muy bien qué cara poner al saber que era un Yokai nacido de un cierto ciclo de la familia Harima, y para éste punto respiró con resignación, incapaz de entenderlo del todo. Ya no sentía cansancio físico, pero en el plano mental debía esforzarse para no agobiarse por la bomba de información tan… paranormal.

    Llegaron a una zona donde la destrucción se vislumbraba en el despedazamiento de los árboles, la tierra removida con salvajismo y charcos que rellenaban huellas profundas, que eran demasiado grandes para pertenecer a un ser humano. Togashi tragó saliva frente a semejante escena, con el pensamiento de que era algo completamente diferente a lo que vio después de la batalla de Shizuoka. Pero se limitó a seguir a Rengo hacia el haori que reposaba en el centro del todo el desastre.


    Y pudo ver de cerca, por primera vez, a Shi.

    Togashi admiró por unos momentos el filo carmesí, muy similar al que portaba el espectro de Kaito Harima; cuyos restos conservaba entre sus pertenencias. El color, tan extraño de por sí, no le impidió notar que aquel acero era algo fuera de lo común… y hasta le provocaba una sensación inquietante, a la que no supo darle nombre, sino hasta que Rengo volvió a mencionar al Dios de la Muerte.

    Mara vivía en la katana frente a sus ojos, como un prisionero.

    Miró con cierta sorpresa a Rengo frente a la revelación, así como el hecho de que planeaba liberarlo. El tema era demasiado amplio y desconocido para él. Sabía algunas cosas de Mara por el culto que se celebraba en Tsu, donde había pasado tiempo; pero hasta ese momento sólo lo aceptó como una noción que existía sin más, porque él mismo estaba preparado para aceptar la muerte. Un ente que reflejaba el ciclo del mundo, pero en cuya existencia concreta no se detuvo a pensar. Y ahora… se suponía que se encontraba allí, entre las manos de Rengo que sostenía a Shi, su prisión. La causa del joven sonaba noble, pues a ese dios lo habían privado de su libertad mediante engaños… ¿Y Mara quería ayudarlo? ¿Con qué? ¿Cómo aliado de ellos? Torció los labios, visiblemente confundido… Aunque negó con la cabeza de forma inmediata cuando Rengo dijo que tendrían que matarlo para liberar a Mara, Togashi rechazó con firmeza semejante posibilidad. Y siguió escuchándole.

    Y sin ir más lejos, Shi había sido forjada con shirogami. El mismo material que reclamaba Kaito en Kamakura. El que poseían Riku y él. El mineral por el que Kyuzo se sacrificó con tal de no dejarlo caer en manos enemigas.

    Rengo habló de la imposibilidad de romper a Shi. Ni una espada de su misma composición resultaba efectiva, el tal Hoshi había fracasado en la misión, aunque Togashi frunció el ceño cuando Rengo habló de que usaba energía espiritual para forjar. Si no entendía absolutamente nada de esa cuestión, dudaba que pudiera hacer algo así; recién ahora se enteraba que esa energía se podía dominar, casi como si fuese un arma o una herramienta… Fue entonces que Rengo arrojó una idea… que le hizo recordar algo que contó Kojiro en Kamakura, sobre una leyenda en la que Kaori creía… Sobre Kaito Harima.



    “…su hermano y él habían vendido sus almas a un demonio a cambio de un arma muy poderosa”


    Crear un arma como Shi, tal como hicieron Kaito y Hoshi…

    A costa de la energía espiritual de Rengo. ¿Y de algo más…?

    Paseó la mirada entre Shi y el Harima cuando le fue extendida. El comentario de que su mente no sería destruida fue inquietante, aunque logró esbozar una sonrisa, mezcla de gracia y resignación. Definitivamente, no había estado preparado para todo esto. Tenía la cabeza repleta de pensamientos confusos, que latían en diferentes direcciones.

    Decidió dejar las preguntas para después de la revisión. Sin decir una palabra, tomó a Shi entre sus manos, con cuidado, para analizarla.
     
    Última edición: 24 Agosto 2024
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    Amelie

    Amelie Game Master

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    Bosque/Herbolaria

    [Midori; Kushina; Oshin]
    [Dozan; Ryoshi]
    [Aki; Yume; Konan; Tamura]
    [Hajime; Hayato; Hiro]
    [Rei; Akihito]


    Konan sonrió ante las palabras de Akihito y afirmó en agradecimiento; aun tenía sus sentimientos hechos añicos por todo lo que tuvo que ver y oír en Kioto; pero el saber que Murai había regresado por ellos a pesar de las pocas probabilidades de supervivencia, le daba el impulso a seguir adelante, le permitía poder sonreír; pues él estaba vivo y así quería permanecer para honrar a sus hermanos que han caído a lo largo de esta guerra —Es bueno volver —se atrevió a decir. Konan había bajado la guardia, tanto que no notó que Akihito estaba aun un poco alcoholizado.

    Rei observó hacia dónde Akihito apuntó —Iré a inspeccionar, veo que aun les falta y puedo ayudar —dijo para después darle un golpecito al hombro para indicarle que se iba y lo dejaba con sus amigos. Miró a Matahachi quién tenía una conversación seria al parecer, se veía fatal, era consciente de ello. Pero esta vez se contuvo a buscarle; no quería dañar lo poco que había construido con Akihito, y también sabía que sólo molestaría a Matahachi con sus comentarios, así que decidió ir a revisar el refugio —Hoy duerme temprano y bien —dijo hacia Akihito —Yo me encargaré de revisar la isla —avanzó hacia la dirección señalada.

    Aki se acercó a Akihito —Hueles a sake —le dijo entre susurros y risas.

    Mientras tanto, Tamura escuchó de Kohaku que él había conocido primero a Matahachi antes que a ellos; incluso esa confesión impresionó a Yume. Matahachi miró a Kohaku consciente de ese encuentro, recordando como tardó en darse cuenta de que habían plantado un rastro en su carreta, un rastro que no siguieron pero que le indicó que él y Ukita habían elaborado un plan por si necesitaban seguir a esos extraños comerciantes. Menos mal no los siguieron, Ritto no fue un encuentro agradable.

    Kohaku habló de lo difícil que fue leerlo en Shima; Matahachi sonrió, pues él también sabía que se había comportado extraño, y era por todo lo que rodeaba en sí a Kohaku; en Shima lo llevó a un nerviosismo al que no estaba acostumbrado, a uno que no podía ocultar.

    Kohaku habló de Hachi; pues él obtuvo la información de su vida en el orden correcto gracias a Yoshio, él conoció primero a aquel niño que él ocultó incluso a sus mejores amigos. Kohaku reflejó su vida en la suya; en su deseo porque alguien que lo hubiera buscado.

    "Yo lo hubiera hecho" Pensó Matahachi; pero no interrumpió.

    Kohaku comenzó a describirlo como nunca alguien lo había hecho; con un conocimiento que pocos tenían. Y aquellas palabras impresionaron a Matahachi, quién se consideraba hermético, quién creía saber controlar la información que las personas tenían de él. Kohaku lo había diseccionado perfectamente con una maestría imperceptible.

    "Te aprecié incluso antes de conocerte, y eso no ha cambiado."
    Sintió las manos de Kohaku en las suyas, y cómo aquel día en la clínica, sintió como su rostro se ruborizaba; pero no se apartó o hizo alguna mueca extraña que delatara incomodidad, porque no la había, jamás se había sentido así con alguien. Jamás había conocido a alguien nacido de la nieve con un corazón tan cálido. Sus manos se separaron y sólo quedo el retazo de tela en su tacto.

    Su nombre, Hachi; sonaba tan natural de la voz de Kohaku porque sin realmente entenderlo sabía que ahí pertenecía, y aquel pensamiento lo llenó de una felicidad inmediata que vino seguida de la invitación a unirse al equipo Shijin. Sonrió para acercarse a él y sin previo aviso lo abrazo con fuerza, a tal grado que sintió una punzada en su hombro. En ese momento quería decirle que él lo hubiera buscado hace dos años; quería decirle que él quería preservar aquella sonrisa en su rostro; pero sabía que entre su ropa llevaba una misiva que sólo le causaría más angustia. Y es por eso que en aquel abrazo se sintió abrumado, porque nunca era alguien que portara buenas noticias, todo con él eran preocupaciones, planes complejos e intrincados; peligros absurdos y mala suerte. Y por eso lloró en el hombro de Kohaku sin importarle quién pudiera verlo, porque estaba abrumado, si. Pero también lloraba porque sentía que por fin podía recargarse en alguien más, poder compartir su carga, aun así, él buscaba que esa noche, al menos esa noche Kohaku pudiera dormir tranquilo, porque le fue evidente que no durmió la noche anterior. La ironía tendía a ser cruel, pues en ese momento que quería decir todo; sentía la obligación de callar. Y calló su pesar. Pero fue lo único que pudo contener, pues su voz se dirigió sola sin pasar primero por la mente, tan testaruda y orgullosa como Kohaku bien lo describió a su portador.

    —Me has devuelto mi nombre —dijo sin separarse de Kohaku — Di más importancia al nombre de mi clan que a mi propio nombre. Gracias por recordarme lo que soy —se separó ligeramente de él.

    —Perdón, en verdad perdón...— parecía que se disculpaba por lo que hacía en aquel momento; pero esa disculpa iba más allá. A una disculpa que tendría que dar al siguiente sol. Siguió llorando, porque le parecía injusto que no podía disfrutar por completo de ese momento tan importante. Maldijo internamente haber nacido en esa era de rebeliones nacientes; pero después negó para sí mismo, pues fue en esta era que lo conoció a él. Podía soportarlo todo por momentos como ese, a pesar de ser tan efímeros.




    Interior/Herbolaria
    [Murai; Aoi; Yuzuki; Mako]


    Mako notó el movimiento de Yuzuki con la katana; a su vez del de Aoi con la kunai. Pero no hubo un intercambio violento, sólo explicativo. El por qué había nacido Ankoku, y la naturaleza misma de Aoi; quién protegía a los suyos en discreción, si de algo podían jactarse en aquel clan era de que todos brincarían sobre aquel que dañara a su líder. Murai desprendía algo que pocos líderes entendían; a pesar de mostrarse completamente vulnerable en aquel sitio, jamás fue más fuerte que en ese preciso momento y no precisamente por sus propias habilidades, sino por lo que había dejado como legado. ¿Qué pasaría con tan grande familia si aquel hombre moría? Un misterio. Uno que no recayó en el clan Minamoto por las acciones imprudentes de una pequeña niña.

    —Mao — dijo Murai —Llámala por su nombre; no restes valor a su pequeña vida con sólo decirle "niña" —la voz de Murai no fue agresiva, no fue amenazante. Tuvo el mismo tono que la de Yuzuki, pues hasta en eso parecían coincidir —Recordar los nombres de aquellos cercanos a los que matamos nos obliga a permanecer como humanos; no quieras olvidar el nombre. También es tu crimen como el de Takeda; y si dices que estás repitiendo mi historia escucha mi consejo antes de que cometas los mismos errores que yo. No olvides su nombre como yo olvidé el de Moromicho; simplemente llamándolo Kaze —se sinceró — Ambos debían morir, era nuestra justicia. Tuya y mía. Pero no hicimos justicia, sólo apagamos una llama pero no evitamos que el fuego se propagara en el bosque.

    Murai también sonrió ante las últimas palabras de Yuzuki. ¿En que momento ambos comenzaron a tener tantos elementos en común? Y ahora eran alumna y maestro. La venganza del uno sobre el otro se había convertido en una complicidad, la muerte de Mao no iba a ser perdonada; pero tampoco buscaría vengarla; un pensamiento parecido al que Yuzuki tenía con el tema de Takano. Ambos se habían lastimado, pero se entendían, una relación con una profunda complejidad.

    —En verdad lo espero; el pasado no ha dejado de hundirme. Pero por más perdido que esté, sé que mis alumnos son mejores de lo que yo he sido. Ustedes ahora poseen el conocimiento que yo tardé en obtener, confío en sus manos a un grado que tal vez ustedes no puedan comprender, y tal vez no deban. Pero estoy aquí, dándoles armas para defendernos de aquellos a los que la vida humana no parece importarles en lo más mínimo. Defendamos lo poco que nos queda, lo poco que aun no nos han podido quitar y hagamos que se arrepientan de habernos torturado...— Murai seguía hablando de venganza, tal vez era algo que no podían arrancar de su ser hasta ver a Gendo y a los suyos retorcerse mientras mueran. Murai no era una buena persona y él mismo lo sabía; pero también se consideraba más benévolo que aquellos que dirigían Kioto y sabía que esa era la escoria que quería erradicar, cómo una peste.

    Murai limpió su estación de trabajo nuevamente con una sonrisa mientras pensaba en que Yuzuki había imitado su ahora perdida katana; aquello lo halagaba y hacía que su ego creciera; pero a su vez, sabía que a Hoshi le hubiera encantado conocer a Ankoku algo que comprimió ligeramente su pecho; pero no quiso ahondar en su tristeza y la ocultó con su acidez —Paralizaron a Kato —soltó una risa mientras hablaba con un tono bajo.

    —Aprovecharé para pedirles un favor antes de que se vayan —mencionó Mako hacia Aoi y Yuzuki —Avisen a los herboristas anti-veneno que su lección va a comenzar. La noche no puede impedir esta lección.




    Interior del bosque
    [Riku; Seikanji; Kojiro; Noishi; Tsubaki]

    Noishi se preparó; tomó un gran rama de un árbol cercano y esperó con paciencia a los ataques; observó que el primero en moverse fue Riku; a él le esperó e intentó golpear sus oídos con sólo la palma de sus manos; un movimiento parecido al que Taiyo le había enseñado; Noishi falló pues Riku logró bloquearlo.

    —Fuego...—dijo Noishi en voz baja.

    El siguiente en abalanzarse fue Kojiro; a este lo desarmó con sutileza usando la rama de árbol.

    —Agua... madera...— volvió a hablar Noishi.

    Por último atacó Tsubaki quién estaba agradecido por el gesto de Seikanji, pero ambos evitaron el ataque, tanto él como Noishi —metal... y por último, tierra — dijo Noishi sacando un saco con tierra de su kimono. Lo arrojó hacia los cuatro presentes y cuando pudieron volver a abrir los ojos. Noishi no estaba más.

    Kojiro fue a recoger a Haiku, sacudió la tierra de la saya con mucho cuidado y la volvió a colocar en su obi —Shinobis... —dijo intentando ver a todos lados, esperando un ataque sorpresa que nunca llegó.

    —Todo está sometido a cambios y transformaciones incesantes...

    La voz de Noishi se escuchaba lejana, y lentamente sus pasos se hicieron presentes, pasos que él mismo se cercioró de que tuvieran un sonido delatador para marcar su posición —El objetivo y deber de un shinobi es mezclarse, adaptarse a su medio, sobrevivir con lo que se tiene. El corazón humano no tiene nada de misterioso. Está dotado de los cinco elementos: madera; fuego; tierra; metal y agua. Estos se liberan en un corto instante, con la fuerza del corazón se pueden activar los elementos.

    Noishi sonrió ligeramente; era una técnica que había creado para sobrevivir. Una que lo había mantenido con vida hasta el momento — Uno debe estar en constante cambio.

    "mil transformaciones, diez mil cambios"
    Emplear la técnica en todas sus formas y variaciones, adaptándola a toda situación y extrayendo muchísimas aplicaciones.

    • Un uso de elemento por combate y guerra.

    Madera y agua = Uso del bo (vara de madera de más de un metro) arma perfecta para atacar a enemigos con naginata; permitirá desarmarlos una vez por combate sin necesidad de tirar dado. Puede ser intercambiada entre armas simplemente para ese propósito. Si se mantiene el bo como arma de ataque; podrá lanzar un d5 en cada turno y si obtiene 5 desarma al enemigo que posea cualquier arma.

    Fuego= Uso de las manos (debes dejar caer el arma equipada e intentar recuperarla después); creará un golpe aturdidor golpeando a los oídos del oponente simultáneamente. Tirar un d20, si obtiene 10 o superior provocará que el rival pierda el equilibrio y no ataque por un turno (si podrá defenderse e intentar usar sus d5 por nivel s,e,b,d,r) Si obtiene 20 el oponente caerá desmayado y el oponente deberá lanzar un d5 para saber cuántos turnos permanecerá en ese estado. Como portador no tirarás dado de ataque, ni defensa sólo tus d5 por nivel s,e,b,d,r

    Metal= Uso del cualquier arma con filo. Realizar un giro de 180° dentro de la carne del oponente; causando un desgarre interno [perderá -5pv adicionales cada turno]

    Tierra= Uso de metsubushi. Vidrio molido para arrojar al oponente y así huir no necesita lanzarse un dado para resultar exitoso; pero si se lanza un d20 y si se obtiene 20 cegará de por vida al oponente. Este ataque puede usarse contra 5 oponentes simultáneamente, estos deben de estar cerca uno del otro; pero si se usan en varios objetivos no se tirará el dado para cegarlos permanentemente. Es una técnica para huir de un combate, por lo que no se tirará dado de ataque, defensa o d5 de s,e,b,d,r.



    Cima de la montaña
    [Rengo; Togashi]


    Rengo entregó a shi; era la primera vez que hacía eso sin temor alguno. Se sentó, sonrió y esperó paciente por unos cuantos segundos. Sabía que Mara ya había hecho contacto; y seguramente conversarían. Pero Rengo comenzó a aburrirse rápidamente y señaló al mala en el brazo de Togashi —Muy bonito mala; no tiene mucho que le devolví a Takeda el que él me prestó, era mucha responsabilidad. Menos mal que lo hice, seguramente se hubiera roto en la pelea con los Onis.

    Rengo estaba acostumbrado a conversar a pesar de tener la voz de Mara en la cabeza; por ello olvidaba que aquello podía ser difícil para alguien que no estaba acostumbrado a ello.

     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku Ishikawa
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    Al notar el sonrojo del chico regresé fugazmente sobre mis ideas, lo que aún quería decirle, y tras un breve análisis decidí no desviarme de mis intenciones originales. Quise creer, a diferencia de la noche en la clínica, que lo que sentía no era rechazo, sino quizás... algo más similar a lo que yo: un pudor o nerviosismo que no necesariamente nacía de un lugar malo. Mi invitación fue tan honesta como tonta, sólo quise descomprimir tanta seriedad. Pensé que se reiría y que asentiría, a lo sumo, era como este momento se había desarrollado en mi cabeza.

    El abrazo fue sorpresivo, nos supe absurdamente expuestos, pero eso en definitiva era mi culpa. Así como con Rengo, me tomó un momento reaccionar. Dejé caer los frasquitos de Yume en mi bolsillo, el mismo donde conservaba las pocas piedras restantes, y conforme me vaciaba el pecho de aire envolví su espalda con ambos brazos. Cerré los ojos, tranquilo, y apoyé el costado de mi cabeza contra la suya. La herida me punzó apenas pero lo ignoré.

    Pensaba con gran estima de Matahachi, desde lo que sabía, lo que había visto y lo que él mismo nos había confiado no me cabía duda que era capaz de grandes cosas. Lo admiraba, incluso. Cuando empezó a llorar... lo abracé con más fuerza. Me comprimía el corazón, pero también me sentía honrado de que alguien así se sintiera tranquilo conmigo. ¿Era... vanidoso de mi parte? ¿Egoísta, tal vez? Acaricié su espalda con movimientos amplios, serenos. No tenía idea todo lo que se sacudía en su mente y no necesitaba hacerlo, en absoluto.

    Fue él quien habló. Abrí lentamente los ojos al escucharlo y esbocé una pequeña sonrisa. Aflojé el agarre, aunque no lo solté del todo y mantuve las manos suspendidas a los costados de su cuerpo. Mi gesto se ensanchó, pues comprendía perfectamente lo que decía, y su gratitud me entibió el corazón.

    —La voz que no se oye es fácil de opacar —cité, llevando las manos a su rostro para barrerle las lágrimas con delicadeza, y solté una risa liviana—. Bueno, eso en realidad me lo dijo Mara, pero sigue siendo cierto. Hay valentía y honor en anteponer tu clan, pero como toda decisión, debe medirse con mesura. Debe conservarse un equilibrio entre el deber y las pasiones. No quiero sonar todo sabiondo, eh, apenas ahora lo estoy entendiendo. —Le sonreí—. Podemos entenderlo juntos, así será más sencillo, ¿no?

    Las disculpas solían llevar consigo mucho más de lo aparente, en especial si la pobre criatura no podía parar de llorar, pero otra vez: no le preguntaría. No ahora. Retiré las manos de su rostro, pellizqué las puntas de la piel de lobo y alcé los brazos, abrazándolo y envolviéndolo por completo. La pieza era frondosa y le permitiría ocultarse dentro, así fuera por algunos minutos.

    —Estoy aquí para ti —repetí en un murmullo bajo, aseverando mis intenciones, mi promesa—. Por el tiempo que necesites.


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    Último momentito de calidad antes de ir a clases
     
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    Nekita

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    Akihito Shishio
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    Como Konan asintió a sus palabras con fuerza, haciendo un esfuerzo muy consciente de mantenerse en su lugar y con su boca lo más cerrada posible, si no lo hacía, estaba seguro que se iba a lanzar sin querer a expresar todo lo que no sabía abordar de una forma desordenada, y quizás descuidada como con Rei, solo porque no iba a poder detener a su corazón de genuinamente hablar y hablar hasta que sintiera tranquilo.

    No era quizás algo necesariamente malo, pero si muy intimidante, a él si lo conocía un poco más.

    —Ve con cuidado, la subida quizás te canse...—Le sonrió un poco y luego lo miró un tanto confundido por la sugerencia de él revisar para qué pudiera descansar. —No es necesario...tu tomaste mucho y quizás sea mejor si...—Su voz fue bajando en volúmen mientras veía como Rei se alejaba —Está bien, gracias.—Añadió ahora un poco mas fuerte para que lo escuchara al ver qué muy probablemente Rei no iba a cambiar de opinión al respecto y ya se veía muy decidido en cumplir sus planes.

    Cuándo dejó de verlo jugó con sus manos algo ansioso, contemplando qué ahora estaba solo allí, repitiéndose a sí mismo qué debía ser consciente de sus palabras y que no se podía "escapar" para dar su vuelta por la isla hasta que supiera al cien por ciento que ya no quedaba nada de alcohol en su cuerpo.

    No notó a Aki acercarse así que terminó por sobresaltarse al escucharla, seguido de un sonrojo en sus mejillas y una mirada preocupada. ¿Olía a sake? Ahora con mas razones agradecía no haberse lanzado a abrazar a Konan.

    —Estaba mucho peor hace unos minutos...—Confesó de manera automática, sintiendo sus nervios crecer un poco más. Miró a Konan de nuevo y, como si de la nada Konan pudiera desarrollar un sentido del olfato sobrehumano, decidió dar un paso hacia atrás para poner algo más de distancia.

    —Por eso es que me voy a quedar justo aquí, sin moverme, sin hablar y todo va a estar muy bien.—Esta vez sí habló en voz baja y se terminó por sentar en el suelo para genuinamente cumplir su cometido de simplemente quedarse allí quieto.
     
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    Ayeah

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    Aoi Nobunaga

    Escuchó en silencio la conversación que sentía ajena mientras finalizaba y limpiaba su propia estación de trabajo con meticulosidad.
    Guardó los ingredientes restantes para el día siguiente, pues sentía la cabeza algo pesada con tanta información y no quería arriesgarse a cometer algún fallo en la elaboración... Dejaría que los nuevos conocimientos se asentaran y los pondría en práctica en otro momento.

    Dedicó una leve inclinación de cabeza a los presentes y asintió en dirección a Mako.
    Gracias por la clase Murai-sensei. — Agradeció con aquel tono carente de emoción tan característico antes de abandonar la estancia. No sabía a quiénes de los nuevos habitantes de la isla se refería Mako por lo que se limitaría a avisar a todos.

    Primero se topó con un grupo de lo más eterogéneo entre los que reconoció a Akihito y Aki entre otros.
    Va a comenzar la clase para herboristas anti veneno. — Dijo al aire, señalando con la cabeza en interior de la herbolaria antes de dejarlos atrás y avanzar de nuevo hacia el bosque.

    ***
    La densidad de los árboles se iba haciendo mayor a medida que avanzaba en busca del resto y disfrutó de aquel paseo más fresco y solitario. Ni siquiera recordaba la última vez que había estado sola por lo que sonrió para sí y se permitió el lujo de descansar su cuerpo unos segundos contra el tronco de un árbol y cerrar los ojos.
    Primero escuchó un aleteo lejano que la hizo aguzar el oído, alerta. Luego un graznido tan increíblemente cercano que la sobresaltó e hizo que abriera los ojos de par en par.

    Un cuervo negro de ojillos inteligentes la observaba atentamente desde el suelo, justo a sus pies. Al estudiarlo con más atención se dió cuenta de que no era negro del todo, un par de plumas de su cola tenían un color blanco níveo lo que hizo que empatizara de inmediato con la criatura. También estaba marcado... Era diferente.

    Eres muy silencioso. — Le dijo, agachándose para quedar más a su altura. — No te he sentido acercarte.

    El cuervo inclinó la cabeza con curiosidad, parecía entenderla y, como si quiera disculparse por la intromisión, emitió un leve graznido de advertencia y revoloteó hasta posarse en su cabeza.

    Ella trató de espantarlo, arrepintiéndose de haberse dirigido a él pero, cuanto más lo intentaba, más se empeñaba aquel animal en permanecer sobre ella.

    Ya te cansarás.— Resopló, harta de pelear con el cuervo, y reemprendió su camino en busca de los demás con el ave aún posada sobre su coronilla como un extravagante tocado.

    Algo curioso ocurrió entonces: Cuando Aoi llegó a una pequeña encrucijada y fue a tomar el camino de la derecha, el pájaro le propinó un suave picotazo en la frente.
    Ella frunció el ceño y le dedicó un improperio, llevándose la mano a la zona dolorida y volviéndose de nuevo a la derecha.
    Otro picotazo.
    ¿Qué demonios te pasa?— Lo reprendió, exasperada, a lo que el cuervo respondió con un graznido más firme.
    Enarcando una ceja, la shinobi se inclinó hacia el camino de la izquierda. No hubo ataque esta vez y, apenas unos segundos más tarde pudo escuchar el sonido de una pelea a lo lejos.
    Vaya... Gracias. — Susurró sorprendida. — Los has encontrado por mi.

    El cuervo hinchó sus plumas, orgulloso.

    Alcanzó el claro donde se encontraban Seikanji y los demás, portando aún aquel extraño sombrero viviente.

    Mako quiere ver a los herboristas anti veneno para una clase. — Informó a los presentes, recolocando su flequillo para ocultar la frente enrojecida.

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    Última edición: 26 Agosto 2024
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku Ishikawa
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    No pasó mucho tiempo hasta que oí una voz convocando a los herboristas para una... ¿clase? Alcé la cabeza y miré hacia la herbolaria, donde noté, a la distancia, la silueta de Murai junto a una mujer. ¿Clases a esta hora? Arrugué el ceño en una mezcla de confusión y reticencia, y dejé caer la frente en el hombro de Matahachi junto a un gruñido que quedó a medio camino entre la queja y el berrinche. Dudaba ser capaz de retener mucha información, vaya.

    —No me dejan dormir... —murmuré, y solté el aire resignado. Apoyé la mano en el cabello del muchacho y retrocedí ligeramente, buscando sus ojos—. Ve a descansar, ¿sí? Mañana será un nuevo día y seguramente veamos todo con algo más de claridad. Si te encuentro despierto te regañaré... o te haré un té. ¡O ambas!

    Le sonreí, despegándome de su cuerpo por fin, y le eché la piel encima. Al pasar junto a Yume le pregunté, en voz baja, si le molestaría hacerle compañía a Matahachi; eso, claro, en tanto él quisiera. Miré alrededor después, notando que Riku no estaba cerca, y supuse que en tanto no regresara del bosque la... clase no daría inicio. ¿De verdad íbamos a tener una lección a esta hora? Seguía resistiéndome un poco a la idea, aún sabiendo que debería aceptarlo y ya. Suspiré y chasqueé la lengua, y Chiasa rápidamente apareció para treparse a mi hombro.

    En el paneo visual, sin embargo, noté sentado al muchacho que había acompañado a Rengo en el barco. No sabía nada de él, pero considerando que era el único al cual había arrastrado supuse que serían amigos. También recordé, o más bien me di cuenta, que con la tensión de la playa y el lío consecuente en el bosque no había respondido a su presentación apropiadamente. Y, otra vez, no quería ir a clases. Fingí demencia con la excusa de Riku y me acerqué al muchacho, utilizando aquellos segundos de gracia para hacer memoria. ¿Akihito, había dicho?

    Estaba sentado, así que me detuve frente a él y le sonreí.

    —Hola. —Alcé un poco la mano para saludarlo, aunque lo sentí algo impropio y ejecuté una breve reverencia—. Perdona que te responda hasta ahora, pasaron... cosas. Ishikawa Kohaku, es un gusto, Akihito-san.

    Mi sonrisa se mantuvo en su lugar con cierto entusiasmo.

    —Eres amigo de Rengo, ¿verdad? —Volví a hacer memoria y alcé las cejas—. Ah, probablemente ya lo sepas, pero por si acaso... —Señalé la cima de la montaña—. Fue a pasar la noche allí con Togashi, el herrero de nuestro clan.


    THE TIME HAS COME *gritito*

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    Nekita

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    Akihito Shishio
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    Ya sentado no había mejor idea que desatarse el listón de su muñeca para ponerse a jugar un poco con el para distraerse, o incluso quizás verse ocupado a los ojos de los demás y no tuviera alguna otra emboscada sorpresa con alguna interacción. Tan solo volvió a mirar hacia arriba cuando escuchó la voz de su compañera anunciar que iniciarían la clase de los herboristas anti veneno en la construcción que ahora reconocía como una herbolaría.

    —Gracias por el aviso, Umi. —Dijo con una sonrisa mientras la veía partir, luego volvió a centrarse en sus manos y suspiró, ¿estaba bien preparar cosas si había bebido? No debía pasar nada, ¿no? Se sentía mucho más cuerdo que cuando estaba en el barco, pero aun así se sentía algo irrespetuoso por estar un poco ebrio durante una clase que le iban a dar.

    El universo conspiraba contra él cuando bebía, de eso estaba seguro.

    "Hola."

    Una nueva voz llamó su atención y, cuando volvió a mirar hacia arriba lo pudo reconocer con facilidad: Uno de los chicos que venía con el grupo de Yuzuki cuando se presentó. Imitó su reverencia bajando su cabeza para tampoco maniobrar mucho consigo mismo ahora que estaba sentado en la arena, pero no pasó por alto su comentario antes de su presentación.

    Quiso preguntar al respecto pero, al oírlo hablar nuevamente se mantuvo callado para poder estar atento a lo que le preguntaba, aunque con la nueva mención de Rengo volvió a sentir los nervios colarse en su cuerpo y un ligero sentimiento de pena por sentir que quizás se estaba metiendo en algo privado, ¿debía saber...dónde y con quién iba a pasar la noche?

    —Amigos...sí, somos amigos. Gracias por avisarme sobre...su...¿plan de esta noche?—Dijo con cierta inseguridad, porque tampoco sabía a que se refería con exactitud, pero tampoco quería ser grosero al no agradecerle por ese aviso. —Dijiste que habían pasado cosas, ¿a qué te refieres con eso? ¿Están todos bien?

    Se había distraído al querer cortar todo con su padre en vez de mantenerse atento a que la isla no se viera demasiado perturbada con tan repentino cambio, saber que había pasado algo lo preocupaba bastante.
     
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    Bruno TDF

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    Togashi
    Cima de la montaña
    Mi relación con los herreros nunca ha sido buena...
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    La voz se hizo escuchar desde alguna parte, mientras el tacto de Shi se extendía por la piel de sus manos. Era siniestra, difícil de describir…Y Togashi la reconocía. Lo había oído en los recuerdos de Kato, la noche que enfrentaron al espectro de su padre en la vieja herrería de Kamakura…

    Sediento de venganza, prometiendo un inacabable ciclo de muerte para los Harima.

    La voz de Mara.

    Aunque ya sabía que contactarían cuando tocase a Shi, oírlo le provocó una profunda impresión. Supuso que era una reacción inevitable para un mero mortal como él, que apenas estaba descubriendo un plano de la realidad que desafiaba todos sus preceptos. La deidad, o el demonio, o lo que fuese; continuó hablándole. Su voz no surgía de la espada, tampoco nacía de algún punto del aire. Conversaba directamente en su mente, por lo que era imposible no prestarle atención.

    Mara admitió no saber qué pretendía Rengo, y fue extraño darse cuenta que pensaban lo mismo. Togashi sentía que estaba entablando contacto con algo inmenso e imponente. Pero no tuvo miedo. Más bien... estaba tratando de adaptar la mente a las extrañas circunstancias, por no mencionar la bomba de información que Rengo le expuso sin mayor detalle. Pudo centrarse un poco gracias a que Mara, en principio, se estaba dirigiendo a él con firmeza y, asimismo, con racionalidad; por no mencionar que estaba cumpliendo con el pedido de Rengo...

    Eso de… no destruir su mente.

    Asintió levemente, con los ojos puestos en la espada, comprendiendo la situación que Mara le refería. Lo cierto es que estaban manteniendo contacto como resultado de un impulso de Rengo, y el herrero era presa de una fuerte confusión. Dejó escapar una larga bocanada de aire… Se posicionó en el suelo con movimientos suaves, posándose sobre las rodillas. Con las palmas de las manos hacia arriba y Shi reposando sobre ellas. Miró a Rengo con cierta duda, más que nada porque no sabía si debía responder a Mara en voz alta o… entablar conversación a través de la mente, que fue la opción que tomó.

    Cerró los ojos.

    Tuvo dificultades para encontrar las palabras adecuadas, debido a la intervención de Rengo, para quien todo esto parecía ser lo más normal del mundo. La voz del joven llegó a sus oídos, clara y terrenal, incluso antes de que Mara terminara de hablar en su mente. Poco faltó para que Togashi le dijera al Harima la pregunta que quería dirigir a Mara, pero se atajó a tiempo. Parpadeó un par de veces, visiblemente desorientado, y miró a Rengo con desconcierto. No iba a ser fácil mantener dos diálogos a la vez, y mucho menos… por la naturaleza de uno de éstos.

    Tardó otro par de segundos en procesar lo que Rengo dijo. Y cuando lo hizo… una sonrisa suave asomó a sus labios.

    Me lo hizo un amigo... —respondió; se permitió quitar una mano de Shi y acercarla un poco a Rengo, para que pudiese ver más de cerca el Mala que le envolvía la muñeca—. Un buen hombre; bondadoso, respetable y muy fuerte. Fue mi guía cuando di mis primeros pasos en el camino del budismo, y me enseñó a rezar por los que… ya no están —una sombra de tristeza cruzó sobre sus ojos—. Cuando le pedí que me hiciera un Mala como el suyo y el que te dio Takeda, trabajó toda una noche... Aunque admito que me costó mucho entender su explicación sobre la cantidad de cuentas y esas cosas…

    Una de sus comisuras se elevó, mezcla de gracia y vergüenza. El recuerdo, además, tenía un regusto amargo: por todo ese tiempo, había pensado en pedirle a Benkei que volviese a explicarle, el día que se cruzaran. Togashi deseaba esforzarse a entender, tal como Benkei se esforzó para hacer su Mala.

    Ese día… jamás llegaría.

    Cerró los ojos.

    Era un monje de Nagoya —dijo—. Benkei…
     
    Última edición: 26 Agosto 2024
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Tuve la sensación de que mi aviso le sentó un poco extraño, y la forma en que se refirió a él me hizo pensarlo con aún más fuerza. Mantuve mi mirada sobre él, intentando comprender qué había ocurrido, y siendo que el muchacho había permanecido sentado, descendí lentamente hasta quedar de cuclillas. Apoyé los codos en las rodillas, mis manos quedaron entrelazadas con soltura al medio y le sonreí.

    —Esta isla no es del todo segura, ¿cierto? Había jabalíes sueltos, y oí algo sobre unos onis... Si la noche cayera y alguno de mis amigos no apareciera creo que eventualmente me preocuparía, por eso pensé en avisarte.

    Hablé con suavidad, cuidando de no sonar brusco o como si fuera una crítica. Además, percibí su preocupación respecto al resto de lo que había dicho. No parecía una persona indiferente, al menos desde una primera impresión.

    —Sí, están todos bien —antepuse afirmar, y luego tomé aire—. Pues... si te soy honesto no me enteré de mucho. Al parecer, uno de los hombres que nos acompañó en el barco, el señor Kojiro, conocía de antes a alguien que ya se encontraba aquí. —Alcé la vista y busqué a Ryoshi con la mirada, señalándolo—. Ese de allá. Cuando llegué la situación ya era muy tensa, incluso hostil, y se enfrentaron. Hablaron de... cosas y personas del pasado. La batalla duró lo que un pestañeo y al final se calmaron. Creo que ya está todo bien.

    No planeaba incluir nada de todo lo vergonzoso que había hecho o me había pasado en ese período de tiempo, por supuesto. Finalicé el relato con una pequeña sonrisa suspendida en mi rostro y regresé la vista a Akihito.

    —Y gracias por la bienvenida a las islas, por cierto. —Me reí en voz baja y pretendí distender el asunto con una broma—. Trajimos algunos problemas, pero espero que sean más las soluciones.
     
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    Nekita

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    Akihito Shishio
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    Lo observó con curiosidad como decidía bajar a su altura, en el barco realmente no le había prestado mucha atención por los nervios de haber sido arrastrado tan de repente a conocer a un grupo que hace no mucho era un enemigo, pero la manera en la que le hablaba y buscaba interactuar lo hacía verlo como una buena persona.

    —Perdón, no quise dar a entender que no me preocuparía, yo creí que me estabas avisando de un asunto...¿privado de Rengo? No sé...—Su mente nerviosa le seguía gritando que por alguna imposibilidad del destino, Kohaku sabría algo de lo discutido en el barco y por eso le informaba de algo así —No estoy en mi momento más brillante, estoy un poco ebrio. —Admitió en voz baja para que en serio le creyera, no quería que pensara que en serio no se hubiera preocupado si no llegaba a saber que iba a estar con alguien más en una montaña.

    Luego, con toda la explicación de lo sucedido sus gestos fueron pasando por un rango de emociones variables, desde el shock hasta el miedo por imaginar el combate entre ambos miembros de la parvada, ¿o ex miembro de la parvada? Y, finalmente cierto alivio cuando mencionó que creía que ya estaba todo bien, que se habían calmado.

    —Eso espero también, yo...quería estar un poco más atento a que nada así pasara pero me distraje y deje a todos por su cuenta.—Pasó una de sus manos por su cabello, frustrado consigo mismo y luego suspiró mientras se levantaba de la arena —Espero que lo que hemos hecho en la isla compense un poco el mal rato.

    Miró hacia la herbolaría momentáneamente —¿Fabricas anti-venenos? Umi dio el aviso pero, tampoco estoy seguro de quién más haga eso... y a la señorita Mako seguro no le gustará esperar mucho, ya es algo tarde.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku Ishikawa
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    Apenas oí que pretendía disculparse mi sonrisa se suavizó y lo escuché en silencio. Lo notaba un poco nervioso, desconocía los motivos pero bastó para darme algo de ternura. Su confesión me alzó las cejas con cierta sorpresa y solté una risa breve. ¿Ebrio? ¿Habría bebido en el barco?

    —No me digas, ¿los guajes asesinos? —compartí, aún con la risa colada en el tono, y al exhalar suavicé el tono—. Sí, aún me duele la cabeza de ayer. Si te hace sentir mejor... casi todos nos excedimos con el alcohol, así que no te preocupes. Hoy también hice mis buenas estupideces del día. Pasaron muchas cosas, ¿no? Es normal.

    Quizá se debiera precisamente al alcohol que confesaba haber consumido, pues su rostro reflejó sin una pizca de disimulo las emociones que fue sintiendo conforme avanzaba en mi relato. Lo vi tocarse el cabello con cierta frustración y me erguí luego de que él lo hiciera. Eché un vistazo a las edificaciones en proceso ante sus palabras y sonreí, asintiendo.

    —Están muy bien, yo no sabría ni dónde poner la primera tabla de madera —admití, volviendo a reír, y en mi gesto se imprimió cierta ilusión—. ¿Tú también eres herborista?

    La pregunta se respondía sola y mi sonrisa se ensanchó. Le había dicho Umi a la muchacha del parche, memoricé el nombre y supuse que la señorita Mako sería la mujer que acompañaba a Murai.

    —Falta Riku, él también es herborista, creo que... sigue en el bosque. —Luego de husmear la vegetación, regresé la mirada a Akihito y agregué, en tono liviano—: Tú ebrio y yo muerto de sueño, entre los dos no hacemos uno. Tendremos que esforzarnos, ¿no crees? Pobre señorita Mako. Podemos ir yendo mientras Riku llega.

    Me abrí hacia un costado y lo invité a caminar conmigo con un gesto silencioso, aunque no pasó mucho hasta que volví a mirarlo y abrí la boca.

    —Yume es una médica fantástica y ¿ves a aquel revoltoso? —Señalé a Tamura—. Ese estaba cien veces peor que tú hoy a la mañana. ¿Quieres que le pidamos algo para que te sientas mejor? ¡O para que yo me sienta mejor!

    Aquello último lo agregué a velocidad, suponiendo, por sus reacciones anteriores, que no querría admitir su estado frente a desconocidos.
     
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  17.  
    rapuma

    rapuma Maestre

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    Seikanji Yamagawa

    Asistió al entrenamiento como mero espectador, sin quitarle la posibilidad a nadie que quisiera enfrentarse a Noishi de los presentes. Riku logró bloquear el ataque, algo que le hizo sonreír mientras afirmaba en su dirección. Compartían la misma voluntad de fuego y sus consecuencias. Si no hubieran estado en bandos distintos probablemente hubieran sido hermanos de armas. Era algo que podría tratar de lograr ahora que un enemigo en común los unía en una alianza.
    El segundo en atacar fue Kojiro, con Haiku desenvainada. El rápido pero filoso movimiento de desenvaine era un poema en manos de aquél hombre, por lo que veía que el nombre quedaba a la perfección. Aún así Noishi pudo desarmarlo y finalmente poner la atención en Tsubaki, el cual ya estaba listo para conectar su golpe. Ambos esquivaron y Seikanji parpadeó sólo un segundo pero fue suficiente para perder de vista a Noishi. Arrugó el entrecejo y miró hacia los lados, pensando que su cabeza le engañaba.

    Reiko alzó la cabeza en otra dirección, pero no oía los pasos de Noishi. Seikanji no se percató de aquello ya que la voz de su nuevo maestro retumbó en la espesura del bosque.

    —Si hubiera aprendido esta técnica en el pasado, quizá podría haber detenido a Gendo Mori... —apretó sus puños, recordando Ritto. Recordando el pesar de Koga. Estuvo a punto de decir algo más pero Aoi apareció tras los árboles, ahí donde Reiko observaba con sus ojos de oro. Seikanji saludó a Aoi y abrió la boca con sorpresa al notar que tenía un cuervo sobre la cabeza.

    —¿Sabes que tienes un pájaro en la cabeza, verdad? —dijo con una sonrisa.
     
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  18.  
    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Akihito Shishio
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    Asintió algo apenado a sus palabras, pero por suerte algo de esa pena se vio disipada cuando escuchó que él también había sufrido por el guaje y había hecho cosas en consecuencia, en cierta forma ya no se sentía tan mal de estar en ese estado aunque había una gran diferencia, Kohaku decía que se habían excedido y de su parte tan solo había dado dos tragos para acabar mal.

    —Todo es más fácil si el que te guía sabe lo que hace...—Dijo con una pequeña sonrisa, sin el conocimiento de Xiao y Rengo seguro se habrían tardado un poco más en saber cómo hacer todo, pero estaba feliz con lo que habían avanzado por mucho que sabía que quizás deberían hacer algo más grande ahora con todo los nuevos allí presentes.

    Asintió a su pregunta y cuando estuvo a punto de hablar, el hecho de escuchar que el Fujiwara fuera un herborista lo tomó por sorpresa, no parecía alguien que le interesara saber curar cosas...no tan siquiera de la interacción que habían tenido, tan solo se lo podía imaginar haciendo eso si es que también le interesaban los venenos, pero no había estado en esa clase, entonces dudaba que fuera el caso.

    —En serio habrá que compensar por no estar precisamente listos...—Dijo en un suspiro antes de despedirse de Aki con una pequeña reverencia e iniciar a caminar al lado de Kohaku en dirección a la herbolaria, solo allí se dio cuenta que en todo el tiempo que había estado hablando no la había presentado, por lo que se terminó dando un golpecito en la frente con la palma de su mano.

    Luego se disculparía.

    Miró hacia las personas que apuntaba, reconociendo a una de ellas como las que estaba en el abrazo de la familia Sugita, pero el otro era un completo extraño —No me gustaría molestarlos, la verdad...—Confesó en voz baja, aunque también no quería pedirles a desconocidos remedios por su cero tolerancia al alcohol —Seguro con un buen descanso elimina los dos sorbos de sake de mi cuerpo.

    Cuando llegaron a las escaleras de la construcción, le hizo un ademán a Kohaku para que él pasara primero.
     
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  19.  
    Ayeah

    Ayeah Shinobi

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    Aoi Nobunaga

    Respondió al saludo de Seikanji con una leve inclinación de cabeza que hizo tambalearse al cuervo ligeramente, quien chasqueó su pico indignado.

    No quiere moverse de ahí. —Respondió con resignación. No entendía muy bien qué había pasado pero lo cierto es que el animal le había ayudado a encontrarlos por lo que se sentía mal echarlo de malas maneras. — Creo que va a quedarse un tiempo.

    Para corroborar aquella afirmación el ave aleteó con fuerza y acomodó su postura dando pequeños saltitos hasta posarse en el hombro de la joven, quien aprovechó el cambio de ubicación para acomodarse el cabello como pudo.

    Todo indicaba a que sería un tiempo muy largo... Pero con los animales salvajes una nunca sabe.
     
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  20.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku Ishikawa
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    —Me gustaría ayudar —manifesté respecto a las construcciones, pensé que la idea era algo indefinida y miré a Akihito—. Digo, a partir de mañana. En estas cosas siempre hacen falta un par de manos extra, ¿verdad?

    Noté su sorpresa al comentarle sobre Riku, pero no supe darle forma al origen del desconcierto y tampoco pregunté. Asumí, como mínimo, que probablemente se conocieran desde antes. Aki estaba allí, de modo que nos despedimos de ella con una inclinación rápida y empezamos a caminar. En parte había esperado que rechazara mi ofrecimiento y tampoco tenía intenciones de insistir o presionarlo, de modo que mantuve la sonrisa y asentí, tranquilo. Eso a un lado... ¿Dos sorbos? ¿Se había emborrachado con dos sorbos? Vaya, eso era... desafortunado.

    —Entonces cumplamos nuestro deber y vayamos a dormir —resolví, subiendo las escaleras, y exageré el suspiro que solté con cierto tinte dramático—. Llevo horas sólo pensando en almohadas...

    Le agradecí a Akihito con una sonrisa más amplia el permitirme ingresar primero, el gesto me cerró brevemente los ojos y entonces nos presentamos frente a Murai y Mako, según el chico la había llamado. Incliné la cabeza a modo de saludo, con respeto, aún si el hombre no podría verme. Por ello también hablé.

    —Ishikawa, Kohaku —me presenté, siendo que ninguno de los dos debía conocerme—. Me gustaría agradecerles de antemano la asistencia y también el habernos recibido aquí, en las islas.

    Aquello lo había dicho mirando principalmente a Mako, luego desvié los ojos a Murai y exhalé por la nariz, adquiriendo, si se quiere, un tono de voz más serio y personal. Sabía lo ocurrido en torno a este hombre, su compleja relación con los Fujiwara, y conservaba retazos de los eventos en Kamakura; por esa época, sin embargo, había caído enfermo y el conocimiento se limitaba a eso, hechos enlistados en mi mente. El tiempo había tomado su figura y la había mutado hasta ayudarla a coincidir con lo que veía a su alrededor desde Omori. Quizá para los Minamoto fuera un enemigo, una figura conflictiva o una amenaza, yo también sentía parte de ese resquemor, pero a su vez...

    —Señor Sugita —lo llamé, sereno—. Me alegra poder presentarme frente a usted. Llevo ya un tiempo viajando con Yume, en conocimiento de quiénes son su familia y cuánto anhelaba poder reunirse con ustedes. Ella se encontraba junto a mí en Omori, y cuando corrió hacia usted... sentí una gran alegría. Alivio, también.

    No era mentira. Por debajo de mis propias emociones, del dolor reciente que la escena había revivido, también podía reconocer algo de lo cual enorgullecerme. Aquel abrazo y el que se habían dado aquí, en la playa, me entibiaban el corazón. También recordaba la felicidad que habían demostrado Matahachi y los demás al verlo, la forma en que se habían reunido en torno a su figura. Creía que eran piezas de información importantes, tanto como las que poseía desde Kamakura.

    —Yume es importante para mí, y por ende también lo era poder conocerlo sin tantas... sombras de por medio. Me alegra ser capaz de hacerlo.

     
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