Shimane Islas Oki

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 29 Diciembre 2023.

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    Amelie

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    [Reijiro; Kohaku]

    Soltó una risa cuando escuchó lo que Chiasa había hecho. No conocía personalmente al señor pero sabía del campo de girasoles. Muy famoso.

    Aquella pregunta había sido una que ni su señor le había hecho — Todo sucedió... —inició, no comprimió su cuerpo, todo lo contrario. Relajó sus hombros, respiró con fuerza para después dejar ir el aire —Visitar Mito con mi señor Hideyoshi al principio parecía ser una recompensa por la victoria en Shizuoka; pero no tardó en volverse una pesadilla — miró al horizonte, recordando lentamente todo lo que pasó — La señora de Ibaraki fue traicionada y nosotros fuimos alejados del castillo para que la invasión fuera precisa. No fue una carnicería como en otras prefecturas, fue sutil. Las calles quedaron intactas... sólo sangró el castillo.

    Reijiro sostuvo su katana; un arma vieja que seguramente perteneció a un guerrero que ya no estaba más con vida. ¿El arma que le prestaron al padre de Reijiro para morir? ¿O una simple katana recogida del campo de guerra?

    —Nuestro señor Hideyoshi dividió nuestra fuerza; Masaharu, Genichi y yo fuimos encomendados a seguir a Aoshi; el maestro de nuestro señor. Él se dirigía al castillo y creímos que ese sería nuestro final, correr hacia dónde la masacre ya había comenzado mientras mi señor se quedaba con Yuta; Shinkai y Keitaro peleando contra los hombres que enviaron para burlarse de nuestras acciones al estar lejos del castillo.

    Reijiro era un hombre más robusto al usual cuerpo de un guerrero; no era el más rápido, no era el más joven, y al parecer tampoco era el más experimentado de las seis montañas. Yuta era quién tenía mejores posibilidades de supervivencia; los demás sólo seguían órdenes.

    —Recuerdo que Genichi iba llorando en ese camino al castillo; pensando que moriría y jamás volvería a ver a su hermano, Shinkai. Masaharu y yo íbamos en completo silencio siguiendo a Aoishi. Al llegar al castillo... las flechas nos embistieron —Llevó su mano izquierda a su pecho, seguramente recordando dónde fue herido —Pensamos que nadie de nosotros había muerto; pero detrás de nosotros venía Shinkai... Las últimas palabras que escuché de Genichi se quedaron grabadas en mi memoria "Debo llevarlo con mamá..." —repitió y fue en ese instante que su voz se quebró —Escuché cómo se acercaban los guardias a nosotros y miré a Genichi y le dije que lo hiciera; que yo lo cubriría. Pero él me miró y después miró su pierna; tenía una flecha y no podía moverse. En un impulso de heroísmo insensato, me arrastré hacia Shinkai. Escuché cómo me gritaban diciéndome que no me moviera más... lo hice y cargué a Shinkai para después correr como un animal herido.

    Los ojos de Reijiro se llenaron de lágrimas, seguía mirando al horizonte — Recordé cuando yo tuve que ir a las fosas a intentar reconocer a mi padre entre tantos... siempre veía a alguien que se le parecía pero nunca terminaba siendo él. Así estuve hasta que el sudor y el mareo me hizo sentir tan mal que vomité cerca de un cadáver y me desmayé a su lado. Jamás encontré a mi padre pero sabía que había muerto —se golpeó el pecho —Yo lo sabía, aquí. Ya no estaba más... y recordé eso en aquel momento; y pelee por sobrevivir, pelee porque llevaba a Shinkai, llevaba lo poco que quedaba de nosotros. Porque no quería que la madre de esos fuera a reconocer cadáveres a una ciudad que no era la suya; tampoco quería que mi mujer e hijas lo hicieran conmigo... —negó —La suerte me acompañó aquel día, el arquero que pusieron a seguirme fallaba, y cuando acertaba era en el ya fallecido Shinkai... tuve demasiada suerte —repitió.

    —Pero seguía herido de la primera flecha —Agregó —La saqué de mi pecho e hice todo peor... la sangre... brotaba a borbotones, arranque tela y la metí a la herida, eso días después llevaría a una infección. Pero en ese momento detuvo el flujo y pude seguir consciente un tiempo más para ocultar a Shinkai. Después volví al bosque a buscar a mi señor Hideyoshi... sólo encontré sangre y fue allí dónde caí, me desmayé por la pérdida de sangre, el mareo y la jaqueca que ya llevaba conmigo desde el impacto de la flecha.

    Por fin, Reijiro miró a Kohaku —Cuando desperté me encontraba peor que el día anterior, avancé con cautela al palacio y esperé a ver movimiento; no pude entrar, esperé y esperé, derrotado, robé un caballo; pensaba que debía pedir refuerzos en Shizuoka... pero luego vi una carreta con prisioneros, los seguí...




    [Ryoshi; Aoi; Dozan]

    Ryoshi contempló la idea; pero en su mente sabía que pocos en esa isla los ayudarían a matar a tantas personas, no eran ese tipo de mercenarios; tal vez Murai era buen prospecto; pero no imaginaba a los demás matando simplemente por conseguir números. No era algo sencillo, al menos para él no lo fue desde el principio —Pensaba en Mara, solamente Mara. Entiendo que está en esa espada ¿No? Y yo ya no tengo espada...

    Dozan golpeó ligeramente la frente de Ryoshi con el borde de la saya de su katana mientras la sacaba de su obi para entrenar con Aoi —No seas estúpido. Perdiste mucha sangre y ya no estás pensando bien. Ya tenemos muchos problemas con los mayoibune como para ir a molestar al Dios del caos y muerte —negó —quédate ahí y recupera tu sentido común.

    Miró a Aoi y sonrió —Con sayas, por favor. No quiero que me emparejen para lucir como ustedes; sin ofender —se disculpó y se preparó para atacar.

    Ayeah tiremos 3 tandas de ataques y veamos que sucede.



    [Rei; Akihito; Rengo; Yuzuki; Hayato; Inagaki]

    ¿Celos de Matahachi? Pensaba Rei al escuchar a Akihito; por un momento le dio gracia debido al alcohol en su sistema; pero después sintió un retortijón en el estómago; como si le hubieran pegado, y eso le hizo recordar que aquello sonaba gracioso por el estado de ebriedad precoz que al parecer su hijo tenía. Herencia seguramente; pues él también quería comenzar a reclamar, sin razones o derechos; pero le gustaba hacerlo, reclamar siempre se le hizo natural —¿Celos? A ese niño lo pateo y te apuesto que se cae; tu aguantarías al menos... dos patadas. Si, estoy seguro. Dos. —Eso sonaba mal, terriblemente mal. Pero en la mente de Rei, era un ejemplo muy acorde.

    Rei soltó una carcajada cuando Akihito mencionó que le ganaba a Matahachi hablando —Yo supero a ese niño imbécil en muchas cosas, no sólo al hablar. Puedo hacer una gran lista en cosas que hago mejor que él. Insultar se me da mucho mejor por ejemplo... —dijo con tal seriedad que para aquellos que no estaban ebrios aquello daba risa.

    Rengo miró a Yuzuki, genuinamente no sabía si reírse o intervenir; pero cuando la vio aun con el ceño fruncido como Takano, soltó una risa.

    Cuando Akihito mencionó que lo hacía feliz no haber sido tan invisible de niño. Rei lo miró confundido y sintió pesar; pues en aquella época era distinto, no buscaba conocerlo. Empezó a observarlo desde su reencuentro, vio poco pero tomó notas para que no se le olvidaran, lo hizo con suma diligencia —Si... siempre has sido muy delgado —dijo como único detalle que recordaba haber observado cuando Akihito era pequeño; y lo notó porque no ganaba el músculo que debía, luego recordó más detalles que antes veía como errores y ahora entendía que eran sus propios gustos y habilidades; sonrió ligeramente al darse cuenta que si lo observó; no con buen ojo, pero al menos vio algo.

    Rengo sintió como aprisionaban su brazo; primero lo miró con una sonrisa pero al notar que aquel tacto era por angustia y preocupación; reaccionó de la misma manera; pues Akihito no hablaba y él no entendía por qué estaba tan preocupado. Lo peor es que dejó esa idea al aire y lo soltó; pero cuando Rengo iba a preguntarle que pasaba; Akihito tomó su listón dejando caer su cabello en cascada. Después señaló el listón rojo de Rengo y este le sonrió a Yuzuki pues entendería la historia. Rengo se sintió cómo Rei lo observaba, acercándose un poco para entender qué demonios pasaba con ese dichoso listón.

    Rei no entendió nada; pero afirmó como si lo hiciera porque no quería pasar por estúpido.

    Rengo miró a Yuzuki —Me ayudó a rastrearlo Shinrin —le explicó pues ella sabía que Rengo no tenía esa habilidad entre sus demás curiosidades.

    Después Yuzuki le reclamó a Rei por reprocharle a Rengo lo que provocó una carcajada en él y la miró para encontrarse el mismo rostro de enojo que el de Takano; aquello le trajo muy buenos recuerdos y sonrió. Después afirmó cuando escuchó que Akihito era un buen muchacho y que Rei debía cuidarlo —Es muy bueno; justo ahora está borracho, y me parece divertido; creo que pierde sus inhibiciones, tal vez ahora no le avergüence decirte que me vio desnudo.

    Ahihito le reclamaba a Rei por hablarle feo a Rengo; y mientras Rei era mutilado con el poder de aquel listón, no pudo evitar escuchar las palabras de Rengo con gran sorpresa.

    Si Akihito quería que el mar se lo llevara; ahora seguramente querría que lo ahogara y jamás lo devolviera a la tierra.

    Rei miró a Akihito —¡POR SUPUESTO! TODO TIENE SENTIDO AHORA —Gritó como si hubiese descubierto la técnica de combate perfecta; la manera de derrotar a Gendo; o la manera de humillar a Matahachi enfrente de todo mundo —¿Te gustan los hombres?

    Los Shishio eran muy divertidos estando ebrios.





    [Kojiro; Togashi; Riku; Noishi; Haku; Seikanji]

    Noishi soltó una risa al escuchar lo de la naginata; aquello era cierto y no había tenido la cortesía de enmendar aquel error, sintió un poco de culpa a pesar de la voz relajada de Seikanji, después preguntó por Tsubaki —Seguramente sigue molesto conmigo... no le dije mi nombre jamás. Lo aprendió de otra persona. Tiene razón para estar molesto, lo conozco desde ya hace varios años y jamás le confié mi nombre.

    Haku quien estaba cerca, escuchó las palabras de Seikanji y lo obligaron a acercarse a oír la historia de Kyuzo; pero no lo hizo por eso, lo hizo para observar a Togashi, tenía un asunto pendiente con él y el destino lo había traído del mar hacia la isla.

    Kojiro escuchó a Riku y algo de alegría volvió a él cuando este le pidió un futuro duelo con él.

    ¿Por qué no ahora? se preguntaba Kojiro mirando a Riku irse. ¿Por qué hasta derrotar a Kato o a Gendo? La duda lo dejó allí, de pie con sus recuerdos de la derrota ante Kato, sabía que Riku no le había dicho eso para recordarle lo que aun no había logrado, pero vino de golpe nuevamente. Él águila de Kamkura... una leyenda a la que debía vencer para ser el mejor. Y Kojiro lo entendió, Riku deseaba lo mismo. Kojiro sonrió al notar que su alumno poseía el mismo deseo que él; ser el mejor.

    Kojiro suspiró y decidió ir a la playa, allí podría limpiar a Haiku en paz.

    Riku se unió al grupo de Noishi; Togashi; Seikanji y Haku.

    Togashi y Seikanji hablaron de Kyuzo; de la herrería y de la extraña mujer en la otra isla; por eso cuando Togashi terminó de revelarse como herrero, Haku tuvo la confirmación que necesitaba, una más allá a la verbal que ya coincidía con todo lo que Kyuzo mencionó.

    —Togashi —intervino Haku —Perdonen que los interrumpa —mencionó mirando a Seikanji en modo de disculpa; después comenzó a buscar entre sus escasas pertenencias — Kyuzo me pidió buscarte en Omori, que te contara lo que Seikanji ya ha tenido la amabilidad de hacer y... —sacó de entre sus cosas un mineral extraño, uno que Riku y Togashi podían diferenciar —Te diera esto.

     
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    Zireael

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    Akihito admitió sus celos ahora sí bajo ese nombre, que quizás eran muchos y sonreí en una mezcla de ternura y resignación, borracho no pensaba antes de decir las cosas. Para que Rei se estuviera quejando tanto de lo bocón que era Rengo, su propio hijo estaba bastante bocazas con el sake que él le había dado, así que no tenía mucho derecho a quejarse ya. El chico reconocía los esfuerzos de su padre además, incluso lo felicitaba y se alegraba por saber que no era tan invisible como se percibía.

    Era un niño también, uno que solo había querido ser reconocido por su padre.

    Quizás debimos detenernos más en lo de la muerte de Akishino, explicar qué había pasado en Kioto, pero entre los borrachos, la de la resaca, el del corazón roto y el niño sin dormir por el mar la verdad es que mucho se nos pedía. Era algo que igual podía hablarse más a fondo en otro momento, quizás incluso debieran explicarlo Noishi y Shino. Había notado la reacción de Aki, pero su agarre sobre el brazo de Rengo se relajó luego que de empezáramos a pasarnos las acusaciones como si fuesen una temari.

    Cuando les pregunté por el listón se soltó el cabello para mostrar el suyo, luego hizo que Rengo girara el rostro para que pudiésemos ver el listón en el suyo, mi listón y sonreí incluso antes de escuchar el resto de la historia. Mi niño se lo había dado, pidiendo que lo cuidara porque se lo había dado yo y pensé de nuevo en lo amoroso que era incluso en medio de su dolor, sus tragedias y problemas, estiré la mano para acariciarle el rostro a Rengo un momento, que luego dijo que Shinrin le había ayudado a rastrearlo, lo que tenía sentido.

    —Dioses, pero si te pasaba algo Rengo se habría puesto muy triste —solté entonces al oír que había estado por morir al menos un par de veces.

    Mi acusación a Rei acabó por arrastrar a Aki, al ver su reacción noté que había pecado de lo mismo que Rengo y me llevé la mano a la boca, cohibida de repente. Unos daban la primera impresión de borrachos y nosotros de bocones, así que estábamos a mano, de nuevo el único que se salvaba era Hayato al que, para variar, nunca le dábamos los mejores ejemplos.

    —Perdón. Lo de ser bocones es familiar. —Me lamenté hacia Akihito, que ya se había recostado en el suelo—. Estás bien, no me hagas caso.

    Uno se lamentaba por estar pasado de alcohol, Rei hablaba de que su hijo aguantaría dos patadas, que insultar se le daba mejor que a Matahachi y en medio de mis disculpas volví a fruncir el ceño, confundida y molesta. De verdad que esto era un espectáculo del que debíamos estar muy poco orgullosos y... ¿Qué decía Rengo? ¿Qué lo había visto desnudo? Mi ceño fruncido desapareció y lo miré, antes de señalarle a Hayato para recordarle que había un niño presente.

    El grito de Rei me sobresaltó, cualquiera habría pensado que había descubierto cómo ganar la guerra bebiendo del guaje, pero la pregunta que soltó me dejó absolutamente escandalizada. Estampé la mano contra el suelo, en un llamado de atención general.

    —¡Eres muy bocón tú también, no lo preguntes así nada más, lo vas a matar de vergüenza! ¡Y para que lo sepas, los padres no deberían contar las patadas que aguantarían sus hijos! —dije hacia Rei y luego me giré hacia el menor de los Harima, despegando la mano del piso para darle un golpe en el centro de la espalda aunque moderé la fuerza para no hacerle daño—. ¡Y tú no parezcas tan contento al contar esas cosas sin contexto, Aki está borracho, no es de piedra como para no sentir vergüenza! ¡Cuida cómo dices las cosas frente a Hayato, pórtate como el hermano mayor que dices ser!

    Suspiré, me llevé la mano a la cabeza y me rasqué las raíces del cabello, exasperada, vaya manera de presentar a estas familias, de verdad.

    istg somos estos
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    aki, te queríamos salvar y te hundimos, nos per d0nas?
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Al notar que sería una historia larga, decidí no interrumpir mi tarea; de ese modo, además, quizá Reijiro se sintiera más cómodo. Su voz se entremezcló con los sonidos del océano, la brisa marina, el susurro de la vegetación a nuestra espalda; y las imágenes de sus recuerdos, vívidas, comenzaron a desfilar frente a mis ojos. La celebración en Mito, la alegría y el orgullo que portaban desde la victoria en Shizuoka. Los colores y la algarabía desaparecieron en un parpadeo, bajo el filo del acero, y entonces, la traición de la corte.

    Las flechas silbaron y deslicé la mirada al pecho de Reijiro, donde había depositado su mano. Las lágrimas de su compañero. Su voz se quebró, mi semblante se contrajo y tomé aire por la nariz, sin dejar de enhebrar. Reijiro se abalanzó con imprudencia, cargó el cuerpo inerte de Shinkai y huyó. Herido, asustado y alejándose del destino incierto de sus compañeros, huyó del castillo. Una fosa llena de cadáveres. El frío del invierno disimulaba los olores, pero yo aún recordaba la peste del carbón y la carne chamuscada. En todas partes. Estaba en todas partes.

    Una pesadilla. Los recuerdos que me estaba confiando eran una auténtica pesadilla. Mis propios ojos se llenaron de lágrimas y las contuve en silencio, enfocado en el movimiento de mis manos. Ocultó el cuerpo de Shinkai, buscó a su señor y se desmayó, incapaz de seguir. Eventualmente topó con una carreta de prisioneros...

    —Y llegaste a Shimotsuke —completé, en voz baja.

    Fui poniendo las piezas en orden. Esto debía haber ocurrido mientras nosotros viajábamos a Kamakura. Tras el incidente de Odawara, Rengo viajó a Mito para... lo recordé de repente, la misiva que mencionaba a Hideyoshi. Lo habían capturado y demandaban la presencia de Takeda, por eso Rengo había ido. A esa ciudad, también, fueron Matahachi y Rei quienes llevaron prisioneros a Kuroki y los demás, y entonces... convergimos en Shimotsuke. Luego de que Rengo hiciera un pacto de sangre con Akishino y mi padre le regresara sus emociones.

    —Shinkai... —murmuré, dubitativo, y busqué sus ojos. No había podido cumplir su propósito, ¿verdad?—. ¿Su madre vive en Shizuoka?

    ¿Podríamos, algún día, llevarle la noticia de su muerte? Poco a poco los anhelos se apilaban. Deseaba volver a Tateyama con Matahachi, llevar el cuerpo de mi padre a la Villa, ver otra vez a Chiharu. ¿El destino nos permitiría hacerlo? La esperanza era inevitable, pero también dolorosa. Pensé en la alegría que el siempre estoico Reijiro demostró al reencontrarse con sus compañeros en Omori y esbocé una sonrisa dulce, aunque algo triste.

    —Ahora entiendo. Gracias, Reijiro-san, por compartir esta historia conmigo.

    Quería que este hombre regresara con su esposa y sus hijas, que la madre de Shinkai recibiera una certeza en lugar de la asfixiante incertidumbre. Familia... Quería que sus familias fueran respetadas, honradas. Bajé las manos a mi regazo lentamente, girando en torno a ciertas ideas, y decidí ser honesto con Reijiro.

    —En Omori me reencontré con algunos miembros de los Minamoto, en las minas —inicié, pretendiendo contextualizarlo—. Una de ellos habló de familia, dijo que éramos una familia y... me sentí extraño, incómodo. Aún intento entenderlo. ¿Por qué, si parece algo tan importante para ella, habla al respecto con semejante liviandad? Decirme que soy su familia, cuando no me conoce ni intentó hacerlo... Y antes de desembarcar decidí contarles lo ocurrido en Shima, lo que pasó entre mi padre y Kuroki, y apenas reaccionaron. —Meneé la cabeza despacio—. No los juzgo, quiero decir, nunca pretendí que me consolaran o me reconfortaran, pero precisamente por eso yo... no los veo como mi familia. En absoluto.

    No eran el abrazo que Hotaru me había brindado en el santuario de Shima, tampoco la forma en que Yume y Tamura me habían estrujado tras contarles el ataque a mi villa, y quizás una pequeña parte de mí sí había esperado algo similar... pero no ocurriría, y estaba bien así, pues yo tampoco les había abierto mi corazón a ellos.

    Había fruncido mucho el ceño, contrariado, sin ser del todo consciente. Era una idea que me inquietaba y, si debía ser franco, me asustaba un poco. ¿Eran esta clase de sentimientos los que habían empujado a Natsu, Mao o Kuroki? Mi deber estaba con Takeda, eso lo tenía muy claro, pero si un día... si un día estos sentimientos germinaban en una dirección inesperada y no me comportaba como el clan pretendía, entonces... ¿qué? ¿Me darían caza como a ellos?

    —Reijiro-san... —murmuré, me sentí repentinamente vulnerable y busqué sus ojos—. ¿Puede el deber existir en un lugar y tu corazón en otro? ¿Tiene sentido, siquiera?
     
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    Ayeah

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    Se volvió hacia Ryoshi al tiempo que Dozan lo golpeaba y afirmó para corroborar su acuerdo con él en ese asunto.

    La guerra tendrá innumerables víctimas. — dijo. — Veremos cómo quedan los números cuando termine.

    Sonrió tratando de animarlo y sacudió la cabeza para rechazar aquel pensamiento sobre Mara. Tal como había dicho Dozan, ya tenían bastantes problemas con los Yokai.

    Asintió ante la idea de mantener sus armas envainadas y se lanzó contra su adversario en un equilibrado baile sobre las ramas.
    Aquello era lo que mejor sabía hacer y, aunque el ataque a distancia era su favorito, el cuerpo a cuerpo era lo que necesitaban ambos para relajar las tensiones acumuladas.
     
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    Nekita

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    Aguantar patadas...en otro momento y circunstancia eso lo habría alarmado, pero en esa pequeña burbuja de solo sentir y no pensar le parecía algo que le daba una ventaja sobre Matahachi, una pequeña en esa idea que tenía donde el chico le estaba ganando la carrera de tener a su padre en mejores condiciones. Así que ante esa declaración oficial no pudo evitar estar asintiendo enérgicamente, incluso un poco orgulloso.

    Luego, con las cosas en las que su padre le recalcaba que era mejor que Matahachi, no pudo evitar sonreír de manera genuina, asintiendo nuevamente con energía para darle la razón a su padre, porque claramente tenía sentido. Matahachi era alguien muy correcto, no podría siquiera imitar todas las cosas que podrían pasar por la mente de su padre y tenía que darle ese crédito.

    "Dioses, pero si te pasaba algo Rengo se habría puesto muy triste"

    ...Quizás por eso los dioses han hecho que logre esquivar tanto...—Comentó desde su pequeña trinchera como si estuviera reflexionando al aire, aunque ni siquiera estaba seguro si Yuzuki iba a escucharlo al tener sus manos cubriendo su rostro.

    Eso, sumado a las cosas que Rei le había logrado decir, era relativamente poco, pero estaba seguro que esas pequeñas cosas las iba a recordar y atesorar en su corazón porque significaban mucho para él. En especial con Rei, cada pequeño esfuerzo suyo iba a valer mucho para su corazón, eso era lo que podía reflexionar en esos momentos en el suelo donde creía que, si pensaba lo suficiente en manifestar a la marea, esta podría simplemente romper el piso debajo de él y llevárselo lejos, así abandonaría esta conversación y sentir que aun así había ganado...un poco.

    "....Tal vez ahora no le avergüence decirte que me vio desnudo."

    Sintió su corazón detenerse por el segundo más largo de su vida, sus manos temblaron y las apartó ligeramente de su rostro para poder observar a Rengo con demasiada sorpresa y suma vergüenza, no...no había dicho eso. No lo había dicho en voz alta, lo había alucinado, seguramente era el alcohol jugándole malas pasadas.

    "¡POR SUPUESTO! TODO TIENE SENTIDO AHORA"

    Se reincorporó con bastante problemas del suelo, estando semi acostado tan solo apoyándose en sus antebrazos para observar a su padre todavía con más horror, negando con suavidad su cabeza. Sí lo había dicho en voz alta, no había sido el alcohol haciéndolo alucinar.

    "¿Te gustan los hombres?"


    Inmediatamente se sintió cohibido, los gritos de Yuzuki también habían llegado a él pero en ese momento no pudo procesar que estaba intentando ayudarlo a salir de esa situación. Su corazón estaba latiendo con tanta fuerza que sentía que en cualquier momento iba a escaparse de su pecho y no volver nunca, su cabeza le palpitaba tratando de encontrar solución a todo lo que estaba pasando y fallando de una manera considerable porque había otro tema que peleaba por la atención de su mente.

    ¿Quizás si habría hecho algo malo? ¿Quizás hubiera sido mejor que dejara que los médicos se ocuparan de todo eso porque eran los que genuinamente tenían algo que ver con la situación? ¿Se habría sobrepasado sin querer desde ese momento?

    —¡Le juro que no fue de esa manera! Lo siento mucho...—Dijo alarmado mirando a Yuzuki, en cierta manera buscando el perdón con sus ojos, no quería sentir que había incomodado a su hijo desde antes y si lo había hecho, no se...le parecía lógico que su máxima figura de autoridad lo perdonara.

    Luego miró a Rengo, quería disculparse también pero el verlo, junto con la pregunta de su padre resonando de manera violenta en su cabeza, hizo que nada más sintiera que su corazón aumentara el ritmo de sus latidos para escapar todavía más rápido de su pecho, el color de su rostro aumentó y las palabras murieron en el instante que abrió su boca.

    Al no poder decirle nada ni poder contestar las cosas que le estaban diciendo, se puso de pie lo más rápido que su cuerpo se lo permitió, amenazando con casi perder el balance y caer de nuevo. —Yo...necesito...correr...—Apenas logró anunciarlo con sus piernas temblorosas por la vergüenza y eso hizo, o tan siquiera intentó.

    Correr y esconderse en el primer lugar que ese desconocido barco tuviera para ofrecer.

    [​IMG]
    Totalmente invisible....si es que tan siquiera logró correr el pobre
     
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    Monpoke

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    Fujiwara no Riku

    Guarde los dados, luchando por ocultar una pequeña sonrisa de complacencia por la felicidad que me permitió tener un juego.

    Había llegado al final. Y ganado.

    Significaba poco, o nada, el resultado de unas tiradas de dados. Era algo pequeño, pero tan importante.




    Seguí el camino hacía el bosque, haciendo memoria de hacía donde se había ido Togashi con el fin de encontrarlo.

    Lo encontré, entablando conversación con Noishi y el joven de antes, Seikaiji.

    No tenía lo suficiente para entender de que se trataba. Pero el nombre de Kyuzo era uno que se repitió un par de veces.

    Ha andado con el grupo oqie se hayaba primero en la isla, y se diría que dejando aquella reunión que había acordado con Togashi. Algo había pasado.

    ¿Que tanto debería preocuparme por esto? Aunque, varados en una isla tal como estaba, nuevamente me encontraba con pocas opciones en el asunto. No quedaba de otra que dejarlo a un lado, pero no suficiente para olvidarse de aquello.

    "Realmente te ha dejado un regalo". Sonreí a Togashi, luego de echar un vistazo de aquello que le presentaba Haku, sacudiendo su hombro por si necesitaba despabilarse. "Eres un gran herrero, no hay duda, pero trabajar con ese mineral podría ser la última prueba que debes superar".

    "Estoy listo para recolectar esas ramas". Le afirme. La verdad, no tenía mucha idea para que las quería. Igual no me iba a echar atrás si era necesario para él.

    5 dados de 5 caras.

    Suma de 5-10= no obtienes nada
    Suma de 10-15 = obtienes 5 ramas muy delgadas que no sirve para crear un arco; pero si flechas. (10 flechas por rama)
    Suma de 15-20 = obtienes 5 ramas
    Suma de 20- 25 = obtienes 10 ramas
     
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    Amelie

    Amelie Game Master

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    [Reijiro; Kohaku]

    Reijiro afirmó ante la pregunta sobre la madre de Shinkai —Es de la prefectura de Shizuoka; pero no vive en la ciudad, ellos son de Fuji, una ciudad muy hermosa y pequeña.

    Reijiro ya había limpiado su rostro cuando Kohaku le agradeció haberle contado todo, y fue cuando Kohaku se abrió con él con respecto a sus camaradas Minamoto; a quienes apreciaba pero no consideraba como una familia, le explicó brevemente el por qué y Reijiro lo entendió perfectamente —Considerar a alguien como familia no es sencillo; se debe vivir con ellos momentos importantes, y con ello me refiero a que no siempre esos momentos son buenos; usted es un Minamoto por su lealtad al señor Takeda; sucede lo mismo conmigo por mi lealtad a mi señor Hideyoshi quién sirve al señor Minamoto.

    ¿Puede el deber existir en un lugar y tu corazón en otro? ¿Tiene sentido, siquiera?

    Reijiro encontró la mirada de Kohaku y sonrió; Reijiro era un hombre mayor, un guerrero por conveniencia, un ciervo por voluntad —Mi corazón está con mi familia; y mi deber con mi señor. Pero no por ello creo que estén en dos sitios distintos. Pero esto lo digo desde la perspectiva de un ciervo. Creo que un líder debe tener otra visión que yo no tengo —dijo ante Kohaku con tal consciencia que entendió que Reijiro ya se había planteado esto tiempo atrás — Es por eso que la justicia no es algo sencillo; y por ello jamás he envidiado el puesto que un líder debe tener —dijo colocando su mano en el hombro de Kohaku —No es sencillo cargar con eso y veo que muchos de ustedes lo cargan siendo demasiado jóvenes. Puedo verlo en usted, puedo verlo en el joven Matahachi —soltó su hombro — Nosotros los que sólo servimos avanzamos con los pies más ligeros a diferencia de ustedes que llevan en peso en cada paso. Pero los ciervos tenemos una responsabilidad, y esa es no ser ciegos. Yo sigo órdenes de mi señor Hideyoshi; pero si usted se alejara de lo que yo creo correcto, actuaría acorde a ello. Y es allí dónde mi deber se separa porque mi corazón lo dicta —Reijiro explicaba con tranquilidad.

    Miró nuevamente al mar — El deber cambia conforme a tu vocación, creo yo. La gran diferencia entre un pescador y un herrero es el medio en el que se maneja —inició su monólogo sin dar mucha explicación a dónde iba con él — El herrero tiene su forja en casa; y trabaja todos los días porque él es quién domina su medio, por lo tanto es constante y disciplinado; el pescador no, el pescador debe ser temperamental como el mar, uno no sube a un bote en plena tormenta para ir a pescar; uno sube al bote cuando este sabe que podrá pescar. Si un pescador sólo se mueve por deber... saldría todos los días sin importar si hay tormenta, y moriría en vano—sonrió ampliamente —La justicia no es sencilla; porque no debe verse en una sola perspectiva. Si un pescador muere en su trabajo, se suele culpar al mar y venerar al pescador; en cambio, si un herrero muere en su trabajo, se suele culpar al herrero por su ineptitud. Si un guerrero muere pero su bando obtiene la victoria, se suele culpar al guerrero de su propia muerte aun así será venerado su sacrificio; en cambio si el guerrero muere pero su bando es derrotado, se suele culpar al estratega por su falta de planeación y el guerrero es para siempre olvidado. ¿Es justo morir por el deber? —negó.

    — En la disciplina del guerrero se habla mucho de pensar que uno ya esta muerto cuando pelea; así lo hará con el mayor sacrificio, recordando que cada gota de su sangre pertenece a su señor. Yo soy leal, y daría mi vida por mi deber. Pero lo hago con consciencia, no entregaría mi vida a un líder vacío —Volvió a mirar a Kohaku — Mi deber me obliga a pelear; pero mi corazón me obliga a creer que debemos mantenernos alejados de los líderes que no lloran, de los estrategas que no ríen y de la guardias que no se inclinan ante los niños. Así sé que mi vida tendrá valor incluso si ya no está más; pues sabré que cuidarán de lo que yo considero importante incluso en mi ausencia...




    [Ryoshi; Aoi; Dozan]

    El primer ataque fue bloqueado por Dozan pero el si conectó su ataque que logró romper la defensa de Aoi; el segundo ataque ambos lograron conectar. Y en el t
    tercero nuevamente ambos lograron conectar el ataque. Dozan se mantuvo firme y Aoi ya estaba bastante herida por los impactos.

    —Tus habilidades mejoran cada día; seguro que no tardas en derrotarme —dijo sobando las heridas que Aoi había provocado; pues a pesar de estar en mejor condición, no sintió que habían sido golpes ligeros.


    • PV=34/70
      Fuerza: 5
      Protección: 10
      Intuitivo= +2 suerte

    • PV= 59/80
      Fuerza= 10
      Protección= 5

    Ayeah Ficha actualizada



    [Rei; Akihito; Rengo; Yuzuki; Hayato; Inagaki]

    Yuzuki miró a Rengo y le señaló a Hayato; Rengo lo observó y se encontró con una cara de asombro y confusión con la que no pudo enfrentarse.
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    Hayato escuchó las palabras de Rei, luego el lloriqueo de Akihito y no supo como reaccionar. No entendía nada.

    Rei observó a Yuzuki cuando esta le reclamó y no pudo decir nada, pues para él era normal medir la fuerza de alguien a patadas.

    Después Rengo recibió el primer golpe de parte de Yuzuki, al menos el primero del que tendría memoria; pues en verdad estaba siendo un regaño cuando generalmente ella se unía a él como una cómplice.

    "¡Y tú no parezcas tan contento al contar esas cosas sin contexto, Aki está borracho, no es de piedra como para no sentir vergüenza! ¡Cuida cómo dices las cosas frente a Hayato, pórtate como el hermano mayor que dices ser!"

    Aquellas palabras lo hicieron parpadear muchas veces; pues para él, aquellas palabras sabían que avergonzaban a Akihito y si lo estaba haciendo para molestarlo. Pero a su vez, no creía que el desnudo fuera un tema que debería escandalizarles tanto, para él era algo bueno, pues jamás quiso mostrar su cuerpo lleno de cicatrices a nadie. Él primero que lo conoció así fue Natsu.

    Un momento que para algunos puede pasar como intrascendente; pero para Rengo fue el momento más importante que tuvo con él, fue porque mostró sus cicatrices; fue vulnerable. Y lo mismo había pasado en esta isla, nadie le preguntó o juzgó por sus cicatrices, entendió que no tenía que ocultarlas. Ya no le dolían. Antes, Rengo hubiera bajado la cabeza y asumiría que hizo mal, guardándose toda esa culpa; pero ya no más, quería que siempre pudieran entender el por qué de sus acciones.

    Pero antes de poder justificarse miró a Akihito que perdía el control de sus acciones

    "Yo...necesito...correr..."


    Rei levantó la mano para detenerlo sin éxito —Espera no corras, está bien.. cuidado con...

    Akihito caminó con torpeza y pisó algo blando que gritó al instante; había pisado a Inagaki que peleaba con mantenerse dormido ante la terrible jaqueca que le causó el sake. Inagaki volvió a su obscuridad entre las cajas para consciliar el sueño; pero Akihito perdió por completo el equilibrio y...

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    Correr fue en vano; terminó cayendo directamente en el problema.

    Rengo se mantuvo en ese pequeño abrazo accidental a ojos cerrados, conteniendo sus lágrimas. No sabía que necesitaba ese abrazo.

    —Lo siento; debo aprender a explicarme antes de hablar —dijo acariciando el cabello de Akihito; después lo soltó, pues sabía que estaría aun más incómodo con todo aquello y lo ayudó a sentarse nuevamente a su lado, ya que vio que se mantenía estable volvió hacia el resto —- Yo no sentí vergüenza; no me sentí expuesto. Ese es el nivel de confianza que tengo en estas personas. Yo odiaba el contacto físico y no entiendo en qué momento ese dolor desapareció.

    Sonrió al recordar sus palabras en Kamakura hace ya varios soles atrás; esos pensamientos negativos también se habían esfumado; no lo representaban, así como las cicatrices no lo definían; y el dolor de lo que hizo Kuroki no debía cambiarlo, no podía volver a ser lo que era.

    Miró a Akihito — Perdón por molestarte con ello; pero quería dejar en claro que para mí esto es importante —Volvió su vista hacia Yuzuki — Perdón por no explicarlo desde el inicio —miró a Hayato — No soy el hermano al que debas buscar para hablar de moralidades; pero búscame si quieres molestar a alguien —le sonrió para después mirar a Rei que se notaba más confundido que Hayato — ¿Ubicas cuando hace frío y te paras en un rayito de sol?

    Rei afirmó.

    —Algunas personas son así, como ese rayito de sol. Su hijo es así. No todos tenemos esa naturaleza, unos somos como humedad; tú eres humedad —dijo señalándolo —Pero la humedad se mitiga en el sol — dijo para volver a mirar a Akihito y sonreírle; después volvió su vista a Yuzuki —No te avergüenzo, ¿Cierto?

    Rei miró a Akihito, se acercó y le dio una palmadita en la cabeza; un ligero movimiento de afecto, algo burdo pero delicado para el estándar de Rei —No me molesta lo que eres... —volvió a su lugar — No busco cambiarte, ya no más.







    [Murai; Mako; Yume; Tamura; Hajime; Hiro]
    [Midori; Kushina; Oshin]


    Mientras todo sucedía; Mako ponía al corriente a un Murai incrédulo a lo sucedido noches atrás en esas islas. Se podía notar el pesar al enterarse de Hoshi, sus manos temblaban de rabia mientras sostenía la katana que alguna vez de perteneció, había perdido a sus mentores y contemporáneos; aun tenía a gran parte de su familia y discípulos, aun así la carga se sintió pesada.

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    —Me había recargado en Hoshi por mucho tiempo... veía tan lejana su partida que jamás creí tener la necesidad de despedirme... maldita sea.

    Murai se notaba sobrepasado con toda la situación; se suponía que estas islas serían un paraíso seguro y terminaron siendo un inminente peligro, si no eran Oni guardianes, era una vecina maniaca. Lamentó ante Midori el no haber sido capaz de recuperar la cabeza de Kaji en Kioto, así como también a dos de sus hijos... hijos que no eran de sangre.

    —Primero ayúdenme, por favor; necesito montar una herbolaria dónde podamos trabajar... yo mientras... pensaré que haremos después.

    Yume miró a Tamura —Nosotros nos encargamos de la herbolaria, eso lo hemos hecho ya varias veces.

    —Gracias; tengan cuidado —
    agradeció Murai.
     
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    Ayeah

    Ayeah Shinobi

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    Aoi Nobunaga

    Pequeñas gotas de condensación perlaban su frente debido al calor, la humedad y el ejercicio físico. La respiración agitada, las mejillas arreboladas y el cabello revuelto que le cubría parcialmente los ojos delataban el empeño que había puesto es aquel entrenamiento. Tomó un mechón húmedo de sudor y pensó que ya había crecido bastante como para ser un estorbo y debería cortarlo.

    Pese a todo, sonrió.

    Odio perder.— Confesó, a pesar de que en ésta ocasión no lo sentía así.— Perder normalmente implica muerte.

    No dejó que el dolor de sus magulladuras traspasara su fachada de distendida calma. Había soportado cosas mucho, muchísimo peores por lo que continuó moviéndose con fluidez sobre las ramas hasta acomodarse junto a Ryoshi y recostarse contra la parte más gruesa del tronco de aquel árbol.

    Descansemos un poco y volvamos a la playa.— Sugirió, entrecerrando los ojos.— Necesito un baño con urgencia.
     
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    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Togashi
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    Mientras hablaba con Seikanji, notó por el rabillo del ojo que alguien más se les acercaba. Sus sentidos no se apartaron de su interlocutor original, debido al apremio que tenía por conocer hasta el mínimo detalle útil sobre la situación actual; no solamente con la idea de rescatar a Kyuzo, sino también para salvaguardar la integridad del grupo, que ahora llamaría la atención al verse incrementado en números. Fue cuando terminó de responder a la pregunta sobre la nodachi, que se giró hacia esta persona, al ser llamado por su nombre.

    Guardaba un gran parecido con Murai, eso fue lo primero que pensó al observar sus rasgos. Intuyó que se trataba de un familiar directo del shinobi. Togashi hizo una negación ligera de cabeza al oír que se disculpaba por la interrupción; para él no hacían falta aquellas palabras, pero al menos le hicieron ver que se trataba de un joven tan educado como Seikanji. Lo vio revolviendo entre sus pertenencias más bien escasas, frunciendo el ceño cuando le dijeron que Kyuzo le había dicho que lo buscara en Omori…

    Y lo comprendió todo, cuando vio el mineral que le extendían.

    Sus características eran similares al metal que Riku le había enseñado, se trataba de un shirogami en su estado más puro. Suspiró con pesadez al tomarlo en su puño, murmurando un quedo agradecimiento. De no ser por la intervención de Riku, con sus palabras y el toque en el hombro, era posible que se hubiese perdido entre pensamientos más densos.

    Togashi miró a su compañero.

    No se trata de un regalo. Es un sacrificio —sentenció con pesar—. Si esa Sawayama quería que hiciera algo con este material, Kyuzo se encargó de sabotear sus planes, al hacerlo llegar a mí. Yo… —miró el mineral, tratando de ordenar los pensamientos— Dudo que vayan a matarlo si lo que necesitan es un herrero hábil. Pero habrá recibido un castigo por esto…

    Era lo que él hubiera hecho en la misma situación: elegir que su cuerpo se convirtiera en cenizas, antes que forjar algo que utilizarían en contra de los suyos. Volvió a suspirar.

    Creí que Kyuzo… me enseñaría a trabajarlo —siguió, mirando el mineral—. Pero si se trata de mi última prueba, creo que… me está pidiendo que la supere por mi cuenta. Esto… representa su confianza en mí.

    Guardó el objeto entre sus pertenencias y asintió cuando Riku dijo que estaba listo para lo de las ramas. Antes de seguirle, miró al hombre que se parecía a Murai.

    Gracias por darme esto —le dijo, palmeando la bolsa donde guardó el shirogami—. Iremos a recolectar madera y cazar, no sé si quieras venir. ¿Cómo te llamas?


    Espero la respuesta de Haku, pero voy adelantando los dados de las ramas mientras:

    Suma de 5-10= no obtienes nada
    Suma de 10-15 = obtienes 5 ramas muy delgadas que no sirve para crear un arco; pero si flechas.
    Suma de 15-20 = obtienes 5 ramas
    Suma de 20- 25 = obtienes 10 ramas
     
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    Nekita

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    Akihito Shishio
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    Todo de él le pedía huir de esa conversación, sentía que no era el momento ni el lugar para enfrentarse a esas declaraciones que ni siquiera se había planteado. La manera en la que se relacionaba y se permitía sentir siempre era bajo su propia área de control, todos los abrazos, consejos y compañía que había brindado a todas las personas en esa isla que apreciaba con su corazón siempre había procurado que fueran desde sus propias reglas.

    Nunca había dejado actuar su cariño sin antes haber pasado el filtro de su cabeza y asegurarse que todo estaría bien, manteniendo en cierta forma una barrera que podía controlar y no dejar ir a su corazón muy lejos de su área segura, una donde podía lograr considerarse amigo, pero no uno cercano de nadie.

    Rengo había...cambiado muchas cosas, no le importaban en lo absoluto las líneas invisibles que tenía y se acercaba en maneras que no sabía cómo lidiar del todo, mientras le ofrecía formas de cambiar la manera en la que hacía las cosas, y aunque lo había intentado no estaba preparado para todo lo que se había armado en ese pequeño barco porque el alcohol lo había derrumbado con suma facilidad.

    Lo había dejado completamente vulnerable, torpe y distraído. Tanto que ni siquiera había notado al hombre en el suelo que terminó pisando sin querer y lo hizo caer. Había cerrado sus ojos esperando un impacto bastante fuerte pero se sorprendió cuando solo encontró que lo abrazaban con cariño. No ayudaba en lo absoluto a sus nerviosismos pero, escuchar la voz de Rengo hizo que también lo abrazara para que supiera que no estaba mal, era él quien no sabía que hacer ni lidiar con las cosas que sentía o que no quería admitir que sentía.

    Cuando lo ayudó a volver a sentarse se mantuvo mirando al suelo mientras jugaba con sus manos y trataba de respirar hondo, quería que su corazón dejara de latir tan deprisa, que su cabeza dejara de dar tantas vueltas.

    —No es... no es que me moleste es...—Apretó sus manos y luego pasó sus manos por su cabello frustrado porque no podía encontrar las palabras entre todo su desorden mental, le aliviaba un poco saber que no lo había incomodado, pero no quería que sintiera que lo había molestado, porque no lo estaba —¿es algo mío? Yo no se...explicarme, hoy no soy muy listo. —Le temblaba un poco la voz de los nervios, pero tan siquiera quería intentar aclararse lo mejor que pudiera.

    Se cohibió un poco más cuando Rengo dijo que era un rayito de sol, y luego sintió la mano de Rei sobre su cabeza. Había vuelto a cerrar los ojos por instinto, a fin de cuentas sabía que también le iba a tomar un poco de tiempo deslindar los recuerdos feos de su padre con sus posibles muestras de cariño, pero, aun así trató de extender esa pequeña caricia al estirarse un poco en la dirección que iba su mano.

    —G-Gracias...significa mucho. —Le sonrió a Rei lo mejor que pudo dada su peculiar circunstancia en la que lo había acorralado.

    Luego miró a Rengo y a Yuzuki brevemente —Lo siento, yo no se como...lidiar con estas cosas sin...esto.—Apuntó hacia su cabeza y suspiró porque sentía que estaba haciendo un mal trabajo tratando de explicarse —Y fue...una emboscada muy peculiar con cosas que no...entiendo. Perdón y...espero no haberte hecho daño con la caída como seguro lo hice con ese hombre...¿quién era? Ni siquiera noté que estaba allí...
     
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  11.  
    Amelie

    Amelie Game Master

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    [Togashi; Riku; Noishi; Haku; Seikanji]

    Riku se acercó al pequeño grupo que se había formado, notó el mineral y pensó que aquello era un regalo de Kyuzo; pero Togashi atajó que aquello fue un sacrificio. Esa palabras obligaron a Haku a cerrar sus puños y mirar hacia Seikanji; sabía que su amigo estaría igual de frustrado que él por aquella situación. Dejar personas atrás siempre era una decisión difícil; pero no podían arriesgarse a pelear, ahora tendrían muchos más problemas si hubieran tomado ese camino.

    Haku escuchó el ofrecimiento de Togashi y afirmó —Me llamo Haku; los acompañaré. Después les pediré ayuda en la construcción de nuestro hogar, falta muy poco realmente, no es mucho pero tendremos un techo dónde refugiarnos ante las lluvias —dijo mirando hacia arriba — Por fortuna esta lluvia es ligera; pero las tormentas aquí son muy peligrosas.

    Comenzaron su recorrido al bosque; recolectando ramas. Al terminar, siguieron su camino en búsqueda de alimento —Hacer un cambio al pescado que hemos estado comiendo será bueno. Y mi padre ha traído buenos suministros, tendremos arroz el cual poder preparar —dijo Haku con emoción —Y creo que también podríamos hacer una buena forja; pero creo que eso será lo que más tiempo nos tome. Por el tipo de materiales.

    Tardaron un poco pero lograron encontrar un grupo de jabalíes; era momento de darles caza.

    Bruno TDF
    Se obtienen 20 ramas
    Y 5 ramas para flechas.
    rapuma
    Monpoke

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    [Murai; Mako; Yume; Tamura; Hajime; Hiro]
    [Midori; Kushina; Oshin]
    [Dozan; Ryoshi; Aoi]


    Mientras tanto; Yume y Tamura lograron instalar una herbolaria improvisada con ayuda de Kushina, Oshin y Hajime; no sería lo más resistente pero funcionaría por un buen tiempo. Habían utilizado varias ramas para instalar un tejado, no filtraba de todo el agua pero podía ser arreglado con el paso del tiempo.

    Mako y Murai separaron los materiales; adaptaron las plantas y las posicionaron para empezar a germinarlas cuando Hajime encontrara el sitio de plantación perfecto.

    En el proceso; ni Mako ni Murai podían separarse uno del otro; demostrando su amor constantemente. Hajime y Hiro no parecían sorprendidos por ello; pero para Yume aquello le era nuevo, ella no había podido crecer teniéndolos a los dos presentes, por fin entendía el alcance de aquel amor.

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    Yume miró a Tamura quién era el que hacía la labor más pesada físicamente; acomodando las maderas y sujetándolas para que estas no se cayeran. Sonrió al verlo.

    Konan y Aki llegaron después. Konan ayudó a Tamura mientras Aki se unía a Oshin y Kushina quienes estaban cubriendo de sal a las cajas de madera para que estas no se llenaran de humedad.

    Fue entonces que Genzai, el búho de Konan comenzó a alertarse. Todos miraron hacia Konan y este dio la indicación al búho el cual salió volando con rapidez —No podemos permitir que un patrullador de nuestra posición —Advirtió Konan.

    Cuando Genzai volvió; traía consigo sometido a otro búho que Tamura y Yume reconocieron de inmediato. Era el búho de Kumo, Fukuro.

    Yume corrió a él y atendió al búho que se notaba extenuado, respiraba con dificultad porque fue sometido a un largo vuelo. Konan no le ordenó a Genzai liberar al búho; el cual reconoció de la invasión a Koga —El niño que escapó...—alertó Konan a Murai.

    —Es un aliado nuestro, sigue a Matahachi —intervino Yume —También Inagaki sabe de su existencia; no estoy mintiendo.

    Konan espero a que Murai lo autorizara.

    —Pero ese niño... ayudó a Ogen y a Kodoku... —reclamó Konan ante Murai.

    —Se los aseguro; si hizo algo contra ustedes seguramente lo hizo al ser obligado. Él detesta inmiscuirse en problemas ajenos —alegó Tamura.

    —Trae un mensaje —dijo Konan quitándole la misiva atada a su pata.

    —Mantengan al búho; no dejen que vuele hasta confirmar con Matahachi — ordenó Murai —Pero no lo lastimen, por favor, Yume, Konan. Cuiden de él.

    Ambos afirmaron. Konan le entregó la misiva a Mako quién iba a desenvolverla pero Murai la detuvo —Busquemos a Matahachi. Seguro esto es problema suyo.

    Murai caminó y escuchó atentamente a los árboles; allí escuchó la voz de Aoi y Dozan —¡Señorita Umi!— gritó Murai para llamar su atención —Necesito que rastree al joven Matahachi; y le entregue esta misiva —Sonrió —Era algo que ya había hecho en Otsu.

    Dozan miró a Aoi y después a Ryoshi; quién ya se había quedado dormido por la falta de energía —Ve, yo cuido de él. Oye... no perdiste. Yo tuve suerte —dijo con seguridad.
     
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  12.  
    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    Lo que respondió Akihito me alcanzó bastante amortiguado, algo de que tal vez por eso los Dioses habían hecho que esquivara tanto y me sonreí entre divertida y enternecida aprovechando que ya no estaba mirándome, pero luego Rengo soltó la otra tontería y todo se fue a pique. Terminamos hablando todos, Hayato tenía una cara de confusión y asombro digna de pintura y de repente Akihito se disculpó, diciéndome que no era de esa manera y tuve que contener la risa, aunque la verdad no necesitaba perdón alguno de mi parte.

    —No corras a-

    En otro momento le habría hecho segunda a Rengo, pero es que una cosa era cuando molestábamos a Takano y otra muy distinta que molestara al muchacho que recién conocía, que encima estaba borracho y su padre estaba haciéndole preguntas que igual era mejor que le hiciera estando sobrio, si en verdad le interesaba saberlo. El caso fue que se levantó, pero acabó pisando a alguien que resultó ser Inagaki afectado por el sake de anoche. Mucho huir del problema y lo que quieras, pero cayó encima de Rengo y una sonrisa me estiró los labios.

    No había regañado a Rengo por lo que implicaba para él admitir una cosa de esas, lo había regañado porque no era el momento para molestar a Akihito, así que cuando comenzó a explicarse me tranquilicé. Busqué a Hayato con la mirada, luego me arrastré en silencio para sentarme detrás de él y lo envolví en un abrazo, apoyando el mentón en su cabeza.

    —Rengo es muy bueno molestando a Takano —le dije en voz baja, divertida—. Aunque preferiría que no molestes a nadie que no conozcas bien.

    La explicación de Rengo que vino después me hizo sonreír, mantuve el abrazo sobre Hayato y presioné la mejilla sobre su cabeza. El menor de los Harima dijo que algunas personas eran como un rayito de sol, que así era Akihito, mientras otras eran como humedad, él incluido, algo que le podía refutar, pero lo dejé hablar y cuando me miró amplié la sonrisa.

    —No me avergüenzas, cariño —respondí sin siquiera dudar un instante—. Nunca. Además, no eres humedad, pero todas las flores necesitan sol.

    La palmadita que Rei le dio en la cabeza a su hijo me hizo reír por lo bajo, aunque él seguía sin poder ordenar sus ideas en relación a todo el asunto. Miró a Rengo, también a mí y negué con la cabeza cuando se disculpó, aunque lo dejé terminar de hablar.

    —No tienes que disculparte. Dices que no sabes lidiar con ello y no lo entiendes, eso está bien, está bien no entender y en verdad no nos debes explicaciones a ninguno. Incluso cuando lo entiendas, la respuesta te pertenece solo a ti —contesté mientras aflojaba un poco el abrazo en el que mantenía a Hayato, aunque no lo solté del todo—. Al que pisaste... ¿Creo que era Inagaki? Buen guerrero e imagino que buen bebedor, ¡está noqueado! Pobre...
     
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  13.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Asentí meditabundo, guardando la información a buen recaudo. Fuji... Pensé inevitablemente en Fuji, la mujer de Matsuda, y me pregunté cómo se encontrarían ambos. Las últimas palabras que ella me había dedicado en Tateyama habían sido dulces y cálidas, y el recuerdo se enlazó a Chiharu. Eran pequeños alientos, caricias que intentaba no olvidar cuando algún espejo o la superficie serena de algún lago me devolvían mi reflejo.

    Reijiro me sonrió. Diferenció las perspectivas de los siervos y los líderes, y al darme cuenta que con la segunda apreciación se refería a mí sentí un peso diferente en el pecho. Takano me lo había dicho en su momento, no podía ignorarlo, eso no quitaba que... que fuera extraño. Irónico, considerando que toda la vida me habían educado para suceder a mi padre, pero administrar una villa era una cosa y esto... Solté el aire por la nariz. ¿Estaba haciendo un buen trabajo, para empezar? Ni siquiera había podido conocer a Genbu y Byakko estaría muerto de no ser por mi padre. Seiryu debía permanecer escondido y Hotaru seguía sumamente débil.

    ¿Podría haberlo hecho mejor?

    Y es allí dónde mi deber se separa porque mi corazón lo dicta.

    Asentí, acordando con sus palabras. Recordé la conversación con Hotaru en el monte Tateyama, mientras los demás dormían.

    —Me siento tranquilo con las decisiones que he tomado —murmuré—. Decidí servir a Takeda y decidí servir a los Shijin, lo hice con la certeza en el corazón de que serían lealtades que podrían coexistir y tenía razón. Por eso... sé que elegí bien. —Sonreí—. Takeda me brindó un lugar al cual pertenecer, encauzó una vida que creía ya ajena y perdida. Aún si consigo desenterrar mi corazón y lo veo aventurarse en otras direcciones, siempre sabré que elegí bien. Esa certeza me da libertad, quizá la suficiente para entender que todos somos siervos y líderes. Que el deber muta, el corazón también, y estará bien en tanto nos sintamos realmente tranquilos con nuestras decisiones, aquí.

    Llevé la mano a mi pecho, cerrando los ojos un instante, y vi la expresión de Takeda frente a los inciensos para Chikusa y Hana, frente al mar de linternas para Kenzaburo; apoyé mi frente contra la de Seiryu, escamada y tibia; las luciérnagas dibujaron la sonrisa de Hotaru, siempre tan dulce, ahora corpórea. Aún si no lograba ver el final de todo, aún si me reunía con mi familia antes de tiempo, sabría que tomé las decisiones correctas.

    Una pequeña sonrisa permaneció suspendida en mis labios, tranquila, al abrir los ojos. Las olas golpeaban en la orilla, el sol lentamente se ocultaba, y enhebré el último coral. Sostuve el hilo con ambas manos y comencé a ajustar los últimos nudos, aquellos que unirían el principio con el final y sellarían la promesa. A la par, a un volumen suficiente para que Reijiro comprendiera la letra, entoné unos pasajes de la canción. Me daba un poco de vergüenza, en especial porque siempre la había oído cantada por mujeres y no creía que me sentara del todo bien, pero aún así proseguí. Era una plegaria, una promesa y un anhelo.

    Viento, por favor, sopla.
    Deseo crear un paraíso de calma y felicidad.

    Para traerte alegría eterna,
    para proteger nuestras promesas hasta el final.

    En última instancia, era una prueba de afecto y cariño.

    Viento, por favor, sopla.

    Observé la pulsera terminada, más grande que la primera, y se la extendí a Reijiro sobre las palmas de mis manos. Le sonreí.

    —En nuestra villa teníamos una tradición. Mujeres, ancianas y niñas enhebraban kaze musubi, joyas que entregaban a los pescadores que se embarcaban durante largas temporadas. Estas joyas contenían una plegaria de protección a Fūjin para que las tempestades fueran amables, el viento soplara y regresaran a buen puerto. Solían reunirse alrededor de grandes hogueras decoradas con flores e inciensos, todas ellas, y cantaban y enhebraban hasta que el sol caía.

    Nunca se me había permitido participar del evento o acercarme demasiado, pero aún así las escuchaba. Las había escuchado tantas veces, con tanto cuidado, que la canción perduraba en mi memoria y en mi corazón. Lo haría siempre, estaba seguro.

    —Si no te molesta, me gustaría que tengas esto, Reijiro-san —proseguí, buscando sus ojos—. Sé que estamos expuestos a otra clase de peligros, que el acero es diferente del océano, pero es mi pequeño obsequio para ti. Eres un buen guerrero y un buen siervo, pero sobre todas esas cosas, eres un buen hombre. Deseo que algún día regreses con tu familia, que puedas abrazar a tu esposa y sostener a tus hijas. Deseo que vivas muchas más primaveras y que seas feliz. Es lo que le he pedido a este kaze musubi.
     
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    • Kohaku y Reijiro
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    Ha salido: Kohaku y Reijiro

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    Monpoke

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    Fujiwara no Riku

    "De manera exapta, bien puedes verlo así". Respondí lentamente en tono bajo, igualando su voz apesambrada en esta difícil situación. Mientras, recorría el bosque, mirando a por ramas con todos los demás.

    Asentí, como si nos pensamientos y los de él hubieran coincidido en eso. "Creo, que también, es más que eso. ¿Sabes lo que significa el nombre de su maestro? Herencia. Lo que te dio, lo que te dejo, es un legado. Iniciado por su maestro, tomado por él y ahora... Pasándolo a tus manos en lo que podría ser su última acción".

    "Si decides aceptar, seria una carga pesada a tus hombros". Sonríe de manera simpática, entonces le fui entregando las ramas que he ido encontrando. "Que no haya mejor orgullo y honor que usar tu manos, tu herrería, por los demás".

    Me tomé algo de distancia después de decirle aquello, para dejarlo pensarlo tranquilo.

    "Iré a hacer la cacería". Le comunique, preparando al ir fijando mí objetivo entre los jabalíes.

    ""Al buscar jabalíes u osos, deberás tirar 5 dados de 5 caras:
    1-14= El animal te descubre y escapa
    15-30= Hieres lo suficiente al animal; si en tu siguiente tirada vuelves a sacar este rango de números lo habrás obtenido.
    31-50= Logran cazar sin problemas a su objetivo. Y obtienes 1 cuero""
     
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    Ayeah

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    Aoi Nobunaga

    Apenas había descansado unos minutos mecida por la rítmica y profunda respiración de un dormido Ryoshi cuando una voz conocida la llamó por su nuevo nombre.

    Se asomó rama abajo con curiosidad aunque habría reconocido la voz de Murai entre un millón y sonrió aun sabiendo que él no podía ver que lo hacía... O quizá precisamente por ello.

    Al escuchar la orden se volvió hacia Ryoshi dubitativa. No le gustaba la idea de dejarlo solo e indefenso pero Dozan habló y su cuerpo se relajó un tanto: confiaba en él tanto cómo en sí misma y, después de todo, acababa de demostrar que era más diestro con la katana.

    Es curioso que lo menciones.— Respondió mientras se estiraba como un gato y se ponía en pie. — Soy yo quien se siente afortunada últimamente.

    Se despidió de ellos con un ademán y se deslizó árbol abajo para tomar la carta de dedos Murai. Recuperó la inexpresividad habitual de su rostro y la pirata desapareció para dar lugar a la Shinobi que convivía en ella.
    No será muy complicado.— Afirmó, aceptando así aquella pequeña misión para después esfumarse entre la maleza en el más absoluto silencio.

    rastreo a Matahachi
     
    Última edición: 11 Agosto 2024
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    Amelie

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    [Rei; Akihito; Rengo; Yuzuki; Hayato; Inagaki]

    Yuzuki abrazó a Hayato y aconsejó no molestar a nadie que no conociera bien; y él afirmó, a pesar de que aquello ya lo intuía.

    Después Yuzuki se dirigió a Rengo y este escuchó; ella le dijo que él no era humedad y algo en su interior chocó; él lo había dicho por lo que aun existía un remanente de amargura en su interior, tal vez eso era inevitable; algo se había roto recientemente y seguiría roto hasta que él decidiera repararlo o vivir con ello. Una decisión que tomaría con serenidad —Gracias— respondió a Yuzuki.

    Rei afirmó ante las palabras de Akihito y decidió no presionar más, dando más sorbos al sake para intentar comprender si había hecho bien o mal. Le preocupaba inquietarlo más. Escuchó las palabras de Yuzuki y afirmó a la par, señalándola. Ella había dado una muy buena respuesta y él la secundaba, Akihito no le debía respuestas a nadie.

    —No me lastimaste —aseguró Rengo para después ponerse de pie —Debo irme; prometí a Yuzu que la presentaría al resto. Eso haré ahora que sé que aquí todo está bien —dijo mirando a Rei para sonreírle y luego salir con Yuzuki y Hayato.

    —Inagaki; si, pisaste a Inagaki —dijo Rei mirando hacia las cajas para evitar mirar a Akihito para que este no se pusiera aun más nervioso — Otro de los hijos que le gusta adoptar a Murai, de buen linaje por lo que sé. No recuerdo ahora mismo el nombre de su clan —dijo alejando por fin el guaje pues ya estaba muy mareado — Me da gusto que has hecho amigos —dijo tallando su párpado — Será mejor que no salgas sin supervisión, estás ebrio y te vas a caer por allí. Yo... no sé como amanecí aquí, anoche caí en la cubierta —buscó entre su ropa —¿Y mi ardilla?




    [Reijiro; Kohaku]

    Reijiro lo escuchó con atención; después sus palabras se volvieron canto; hasta que de nuevo el canto se transformó en palabras, seguidas de un regalo que él no podía creer. Extendió sus manos y recibió la pulsera colocándosela en su muñeca izquierda — Portaré este amuleto hasta el fin de mis días —dijo con genuina emoción; no recibía muchos obsequios por lo que no sabía como reaccionar mas que con una gran reverencia. Después se irguió para contemplar el brazalete en su muñeca, sus brazos temblaban debido a la emoción —Yo también deseo lo mismo —dijo con gran culpa; pues era mal visto demostrar tus deseos personales con tu señor; pero Reijiro rompió protocolo en ese instante —Joven Kohaku; yo deseo su bienestar con todo lo que es mío. Es usted... demasiado amable para este mundo —dijo avergonzado; cómo si fuese culpa suya que las guerras existieran, que la crueldad imperara.

    —Hay demasiada ingratitud en esta vida; se verá rodeado de ella. Pero no pierda esta bondad —dijo tocando la pulsera con su mano derecha —No sabe lo que hace la bondad en el corazón de un hombre herido —dijo aguantando sus lágrimas.

    Reijiro se puso de pie y limpió burdamente su rostro —Joven Kohaku; busquemos algo que casar en el bosque, hagamos un festín para festejar el estar vivos —dijo invitándolo a seguirlo hacia el bosque; con energía renovada y espíritu acorazado.

    Reijiro avanzó por la arena mirando el brazalete; sonrió pensando en que cuando él muriera por edad, seguro sus hijas se pelearían para ver quién se quedaba con tan bonito amuleto. Negó al aire pensando en aquel escenario. "Tendré que decirles que es un tesoro familiar, así se quedará como un amuleto para quienes lo necesiten" pensó avanzando hacia el bosque.




    [Yuzuki; Rengo; Hayato]

    Bajaron del barco y Rengo dejó ir el aire que había estado conteniendo en esa caminata a la playa; miró a Yuzuki —¿Cómo supiste que Takano era el indicado para ti? —preguntó con gran confusión — Bueno... creo que en tu caso fue más difícil, Takano nunca ha sido muy bueno con las emociones; pero creo que al menos él supo distinguir cuando sentía algo por ti; eso me hace más torpe en las emociones que él y eso me resulta demasiado frustrante. —Llevó sus manos a su flequillo y lo empujó hacia atrás un tanto desesperado — El golpea piedras; se queja todo el tiempo y aun así pudo ganar tu corazón — dijo con sinceridad mientras Hayato lo observaba; para después buscar entre sus pertenencias hasta dar con el frasco de miel.

    Hayato se lo extendió a Rengo y este lo miró como un niño pequeño; se hincó ante Hayato —¿En serio quieres compartirlo? Yo no lo compartiría si fuera tú.

    Hayato guardó nuevamente el frasco y Rengo negó —¡No! Si quiero, dame un poquito...

    Hayato soltó una ligera risa y volvió a extenderle el frasco. Rengo lo tomó y probó sólo un poco para después devolvérselo a Hayato, sólo quería recordar aquel sabor que le traía buenos recuerdos.

    [Murai; Mako; Yume; Tamura; Hajime; Hiro]
    [Midori; Kushina; Oshin]
    [Dozan; Ryoshi; Aoi]


    Dozan sonrió ante las palabras de Aoi antes de que ella bajara al encuentro de Murai; quién dejó ir la misiva, aun sorprendido por lo rápido que Aoi siempre tomaba las misiones; no cuestionaba y actuaba con rapidez. Una cualidad digna de un shinobi, algo que él apreciaba enormemente. La dejó partir hacia el encuentro de Matahachi; algo que él hace tiempo pudo haber hecho pero sabía que ya era incapaz, delegar responsabilidades siempre le era difícil; pero aquel grupo ya no eran desconocidos.




    [Aoi; Matahachi]

    Cómo Aoi lo sabía, aquella misión no fue complicada, Matahachi se encontraba limpiando su ropa en el arroyo; portaba nueva indumentaria y se veía que se había sumergido en el agua dulce recientemente; pues ya no había rastro de lodo en él. Junto a él estaban sus herramientas y armas.

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    Al principio no notó la presencia de Aoi; pero cuando lo hizo limpió su rostro para ocultar las evidentes lágrimas para después mirar a Aoi —¿Cómo se encuentra Ryoshi? —preguntó mientras dejaba el haori dentro del río sujetado por dos piedras pesadas; parecía que la prenda danzaba en el fondo del río.

     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Yuzuki Minami
    Barco —> Playa

    La amargura, las pérdidas y el corazón roto no nos volvían humedad, no en tanto nosotros no lo permitiéramos, todo eso era parte de la simple realidad de estar vivos. No brillábamos siempre, ni teníamos pétalos hermosos todo el tiempo, incluso cuando nos los arrancaban o nos mostraban nuestros errores podíamos levantarnos; si bien Rengo provenía de un lugar en el que había crecido como humedad, el amor con el que nos trataba era la demostración absoluta de que no era solo eso. El amor de Rengo era tibio y dulce.

    Me agradeció, volví a sonreírle, luego fue que hablé para Akihito y su padre afirmó, señalándome, lo que me hizo reír ligeramente. Era bastante bruto, pero quería confiar en que de verdad quería esto, acercarse y conocer a su hijo, quería creer en el cambio porque no tenía opción. Estaba aquí metida con Murai y las personas que había juzgado mal, habíamos tomado la vida de Kobayashi y... ya no podíamos hacer todo igual.

    Debíamos reconocer nuestros errores y avanzar hacia una versión de nosotros que no volviera a cometerlos. Por las vidas de aquellos a los que les habíamos fallado, porque si no lo hacíamos no seríamos diferentes a aquellos que nos habían arrebatado tanto. Debíamos hacernos responsables.

    Vi a Rengo levantarse, dijo que debía irse porque había prometido presentarme con los demás y ahora que sabía que todo estaba bien podía hacerlo, oírlo volvió a ponerme nerviosa y lo miré, preocupada, abrazando a Hayato con algo más de firmeza. Tampoco me quedaría importunando más a Rei y a Akihito, obviamente, así que solté con cuidado al niño y me levanté, una vez de pie miré a Rei e hice una reverencia.

    —Perdón por la interrupción otra vez, pero fue bueno conocerte y saber que eres el padre de Akihito. —Con eso dicho giré hacia el muchacho y le sonreí—. Perdona el alboroto, gracias por cuidar a Ren. Me alegra haberte conocido, Aki.

    Dudé un momento, pero la cabeza me seguía doliendo y suspiré, resignada, antes de tomar el guaje que le había quitado a Akihito y darle un único trago. Lo dejé en el suelo de nuevas cuentas antes de retirarme con mis niños, al bajar del barco entre los nervios, la resaca y el cansancio que sentía desde Kioto tuve que estirar el brazo hacia Rengo para sujetarme al suyo al caminar.

    Hice así una parte del trayecto, hasta que lo escuché soltar el aire y recibí su mirada al hacerme la pregunta, que de hecho hizo que sonriera. No contesté de inmediato, le permití seguir formulando su idea y me reí al ver que Hayato le ofrecía de su miel, la guardaba ante el "yo no lo compartiría si fuera tú" y el mayor le soltaba que no la guardara, que sí quería. Lo vi comer un poco mientras pensaba en una respuesta para él.

    —No creo haber tenido un gran momento de revelación, pero supongo que es diferente para nosotros —respondí después de un rato, mirándolo—. En Iwakura Hashimoto le atravesó el pecho y... creí que se moriría, juré que lo vería morir y la sola posibilidad me aterró. Fue todo un desastre, ya no lo recuerdo muy bien, Kohaku estaba con nosotros también esa vez. Luego de casi matarnos terminamos en casa del viejo Inugami.

    >>Habló de nuestros clanes, Harima y Minami, y me dio una advertencia sobre el apellido, que perdían la razón... porque tu hermano tenía la misma mirada de tu padre. —Tomé una pausa, soltando el aire por la nariz en un suspiro algo pesado—. Le respondí que si un día moría por mi imprudencia me lo habría ganado, como con todas las imprudencias que hago. Amo a Takano porque cuando me mira no veo en él al demonio del que proviene su sangre, sino los ojos del muchacho al que vi crecer y al que acompañaba a comer aunque siempre parecía molesto. Es terco y brusco, pero inteligente y protector; se dejó atravesar por mí incluso antes de poder darse cuenta y lo sé al mirarlo. Sé que ha aprendido de mí y yo de él, que confiamos el uno en el otro.

    Guardé silencio un momento, volví a estirar la mano para caminar del brazo de Rengo y pensé en cómo Hayato acababa de reír al volver a extenderle el frasco. Mi pequeño, al que le habían hecho tanto daño, todavía podía reír y esperaba que Rengo pudiera superar el dolor en su corazón.

    —Golpea árboles, se queja todo el tiempo, frunce mucho el ceño y rechina los dientes, pero Takano me sonríe, dijo que Hayato era parte de la manada y le dio la miel cuando nos despedimos para venir a buscarte, y eso es amor, el mismo amor con que yo decidí traerlo conmigo cuando lo encontramos y el amor con que Hayato me preparó dulce de durazno junto a Oboro. —Acaricié su brazo con mimo y aunque dudé un momento, añadí algo más—. El amor no limita ni ata, el amor indicado no es una prisión, pero tampoco libertad sin límites. Es a dónde regresas cuando te duele el corazón, cuando tienes miedo y no sabes qué hacer.

    Me detuve, busqué posicionarme frente a él y le toqué la frente con el índice, luego el pecho a la altura del corazón.

    —La cabeza no sirve para entender estas cosas y eso incluso Takano lo entendió. ¿Qué te dice el corazón? La respuesta, así como a Aki, solo te pertenece a ti. —Sonreí, enternecida, y me estiré para darle un beso en la mejilla—. Y tú tienes muchas cosas en ese corazoncito ahora, dale un poco de tiempo.


    instruyendo a rengo en emociones complejas, me dan las gracias luego okno
     
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    Ayeah

    Ayeah Shinobi

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    Aoi Nobunaga

    Siguió las huellas en el fango y, después, los restos de suciedad sobre la verde hierba hasta que se encontró justo a la espalda del hombre al que buscaba.

    Lo observó frotar la ropa húmeda con curiosidad sin saber muy bien cómo proceder pues, normalmente, cuando rastreaba a alguien era para matarlo desde las sombras por lo que se revolvió ligeramente en su lugar para hacer algo de ruido y alertar así a Matahachi de su presencia.

    Observó cómo enjugaba sus lágrimas pero decidió ignorar el hecho de que había estado llorando y se mantuvo tan inexpresiva como siempre cuándo éste preguntó por Ryoshi.

    Sobrevivirá. — Respondió con un encogimiento de hombros. — Ahora duerme.

    Desechó rápido aquel hilo de la conversación con un ademán y se atrevió a acercarse más a aquel hombre aparentemente vulnerable. Lo hizo con delicadeza y tomó asiento a su lado observando el agua del río con anhelo. El sudor y la humedad de la suave lluvia sobre su piel se mezclaba con la sangre seca del pirata herido y era muy consciente de que, aun de no haber hecho ruido, su propio aroma la habría delatado igualmente.

    No dejó que su incomodidad se filtrara en su rostro y, con un lánguido movimiento tendió la misiva hacia el joven.

    Ésto es para ti. — Murmuró con su habitual tono monocorde.
     
    Última edición: 12 Agosto 2024
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    Nekita

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    Asintió a las palabras de Rengo, hasta ese momento se le había olvidado que había más desconocidos para él en la isla y muchos más para Yuzu y el niño. Quiso pensar en ofrecerse ir a presentarlos pero, en su estado, mejor se quedó callado.

    Luego, con Yuzuki tan solo se despidió de ella moviendo su mano de lado a lado y sonriendole brevemente al niño.

    —¿Puedes decirle que lo siento por pisarlo? —Preguntó en voz baja mientras nuevamente se dejaba caer hacia a un lado para estar recostado en el suelo, con su cabello tapando algo de su rostro al estar suelto.

    "Me da gusto que has hecho amigos"

    Suspiró ante ese comentario y cerro sus ojos, aprovechando la pequeña obscuridad que su cabello le daba.

    —...Es complicado, no suelo acercarme mucho a todos...—murmuró con cierta pena —, de la misma manera en que trato de no llamar hermanas o hermanos a tus hijos...yo, no se... quizás evito hacer amigos, evito...quererlos de más.

    —Creo que se muchas cosas de todos por observarlos o escucharlos, así puedo hacer qué estén más cómodos...pero creo que la mayoría no me conoce del todo. Tampoco es que sea su culpa si yo no digo nada y mantengo mi linea, porque creo que tampoco hay mucho que conocer, Rengo incluso me preguntó mis pasatiempos y no tuve mucho que decir, aunque quizás él ya esta siendo mi amigo...pero bueno, quizás en algún punto tenga más, me acerque más.

    Se giró para quedar acostado boca arriba y volvió a abrir sus ojos, trató de ignorar el comentario de la ardilla porque, si su padre habría estado ebrio ayer y hoy también lo estaba, nada le aseguraba que hablara de una piel o pelusa rara.

    —Quizas alguien te arrastró—Se alzó de hombros restándole importancia, incluso imaginaba el mismo movimiento del barco deslizandolo hacia donde estaban—Yo podría...sentarme en el final del barco para no carme feo en la arena si tropiezo...—Dijo algo pensativo, eso era menos riesgoso que directamente saltar y enterrarse en la arena por falta de equilibrio —, y si camino por la orilla de la playa, evitaría cruzarme con todos los demás, eventualmente puedo llegar hacia el río qué sale del bosque que va al mar y esconderme por los árboles hasta que ya no esté ebrio.

    Temía que estar en el barco solo haría qué gente que necesitara cosas de la caja lo vieran o algo similar. Además, casi no llamaba la atención y si terminaba escondido en la sombra de algún árbol, Umi tampoco podría regañarlo por andar solo.

    —¿Me dejarías hacer eso? Porque si tú estás ebrio como yo, creo que no tengo supervisión...
     
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    Seikanji Yamagawa

    Absorto en las palabras del herrero, Seikanji dejó pasear se mente en los recovecos de su memoria, añorando el hermoso crujir de la katana contra la sublime nodachi. Era una poesía de acero y sintió que el nombre le quedaba perfecto. Por instinto puro se tocó entre sus ropas las kodachis, sintiendo que quizá un arma de largo alcance podría combinar con su altura y destreza. Podría ser más mortífero de aquella forma.

    Observó el mineral que Haku le entregaba a Togashi, advirtiendo la presencia de Riku. Si Kyuzo confiaba como el herrero afirmaba Seikanji podría dar el visto bueno. Había visto como una creación de él destrozó la katana del hombre que consideraba el más fuerte entre todos. Togashi era el legado de Kyuzo y todo lo que conllevaba. No pudo sino sentir admiración por aquél hombre frente a él.

    Decidió seguir al grupo por la curiosidad que lo embriagaba pero antes se giró con una reverencia a Noishi, juntando ambas palmas frente al pecho.

    —La noche será nuestro campo de entrenamiento; el reino de los gatos y las sombras, Noishi-sensei.

    ...


    La loba acechaba a Riku desde las sombras que proyectaban los árboles, totalmente azabache a excepción de sus ojos miel que observaban al hombre como si estudiara sus movimientos. La loba no estaba agazapada pero sí esperaba, aguardando el momento exacto en el cual se lanzaría hacia delante con la fuerza de sus patas traseras sobre la presa. Reiko desapareció entonces y el follaje se movió apenas un segundo. Podría haber sido el viento... pero la brisa no llegaba a las profundidades del bosque.

    Reiko salió entonces despedida como un rayo oscuro, sin más ruido que el de sus fauces cerrándose en su presa y los gemidos de ésta.

    Seikanji salió entonces por el mismo lugar en donde Reiko se ocultaba, mirando a Riku con una sonrisa de disculpa.

    —Espero no te haya asustado. —dijo con una pequeña reverencia, mirando hacia allá donde la loba había atrapado algo. —Es más tímida que todos pero no te hará daño.

    Caminó hasta acercarse a su posición, observando fijamente como Reiko lograba atrapar a un par de jabalíes con la facilidad innata de su naturaleza. Manzo, su hermano, le había enseñado las maneras de criarla para que sea efectiva y ahora veía los resultados de tantos años juntos, algo que nunca podría llegar a asombrarse del todo porque para él era tan normal como el azul del cielo. Su loba era su mejor amiga silenciosa.

    —He visto cómo defendiste a Kojiro junto a Togashi-sama... —parpadeó y miró a Riku a los ojos, encontrándose con una certeza escalofriante: nunca podría tomarlo por sorpresa y realmente no sabía a qué se debía. —¿Es alguien importante para ustedes? ¿Más allá de un aliado?

    Bajó la vista apenado por su curiosidad y negó suavemente.

    —Lo siento, siento mucha intriga por todos ustedes, pero tú en especial... eres distinto. Lo noto, lo percibo en el aire. Quizá porque soy un shinobi y sé cuando algo cambia en el ambiente. —no le importaba abrirse con aquél guerrero ya que a fin de cuentas era un aliado. —Siento que podrías ser un enemigo temible si estuviéramos en bandos distintos.

    Intentó ir con cautela ahora, ya que había oído la conversación que tuvo con Haku apenas aquél barco llegó a la isla. Era un enemigo jurado de su shihan y estaba arriesgando mucho en un lugar que no se oirían los choques de acero.

    —¿Tu katana también fue forjada por el herrero Togashi? —metió las manos dentro de sus ropas con cuidado, midiendo sus movimientos y extrajo sus dos kodachis, que enseñó con orgullo. —Durante mucho tiempo me sentí especial por portar un filo hecho por Kyuzo y otro por el señor Hoshi. —observó el filo hecho por el abuelo de Rengo, evocando su figura y sonriendo al recordar el dibujo que le había hecho en Koga, colgado en la parte superior de su herrería. —Pero ver al señor Kojiro en acción... —levantó sus ojos y los fijó en los de Riku. —Aún tengo que seguir mejorando, tengo que seguir entrenando... porque tengo personas a las cuales proteger.

    Hizo una reverencia que duró unos cuantos segundos antes de erguirse.

    —Riku-san, midamos fuerza. —su voz sonó firme. —Sería un honor para mí enfrentar estos filos con el suyo.
     
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