Shimane Islas Oki

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 29 Diciembre 2023.

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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

    Leo
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    Yuzuki Minami
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    Había sentido el cuerpo de Rengo relajarse cuando lo abracé, pero también noté el cambio en su complexión, el calor de su cuerpo y después, cuando pude verlo de nuevo, el cambio en su mirada. Solo una vez antes había notado ese cambio, pero en conjunto a todo lo demás supe que estaba bien, mejor de lo que había estado antes y entonces las lágrimas que derramé fueron de alivio.

    Me limpió los ojos, la tontería me dio vergüenza, pero no tenía fuerzas en realidad para luchar contra lo que me pareció una muestra de afecto y como todo lo que podía recordar era el abrazo vacío que le había pedido en Kamakura me aferré a esto. Detuve la mirada en algún punto de su pecho, escuchándolo, y comprimí los gestos con tal de contener el llanto porque cuando dijo que había crecido sonreí embargada por una mezcla extraña de sentimientos.

    Debía alegrarme, lo sabía, debía alegrarme porque ahora no tenía la fuerza para protegerlo que tenía antes, pero... ¿Sentía esto mi madre al verme partir? ¿Cuándo me vio alejarme para seguir el rastro de Takeda y los Minamoto? Era orgullo mezclado con amargura y resultó en otra correntada de lágrimas cuando me abrazó de nuevo diciéndome que para mí siempre podía ser mi niño pequeño; envolví su espalda, sorbí por la nariz y sentí su cabello hacerme cosquillas en la piel.

    —Me habría enojado mucho si me decías lo contrario —admití en voz baja y aflojé un poco el agarre—. Sigue creciendo, mi niño, y no olvides nunca la gentileza de los corazones que te acompañaron. Para mí protegerte siempre fue honor, así como ahora lo será verte andar por tu cuenta y, si me lo permites, seguir a tu lado. No hay nada por lo que debas disculparte ya, conmigo no debes disculparte, soy feliz de poder oírlo de ti.

    Cuando deshicimos el abrazo me limpié de nuevo el rostro, esta vez con el haori, y cuando se señaló el cabello vi con detalle que lo traía diferente. El peinado era muy lindo y sonreí con genuina alegría cuando dijo que Akihito era quién le había enseñado, quedaba clara la importancia del muchacho y la cercanía que tenían. Estaba por decir algo cuando Kohaku se disculpó diciendo que iría a ver qué pasaba, así que le hice una seña a Hayato para que se acercara a nosotros. La suposición de Ko de que lo prefería aquí que con el resto era correcta.

    —Ve con cuidado —pedí por más que no hiciera falta, con eso dicho volví la atención a Rengo y la desvié a Akihito—. Justo iba a pedirte si podías enseñarme en otro momento, es muy bonito.

    El muchacho le indicó a Rengo que estaría en el interior del barco, momento en que yo observé un poco lo que ocurría en tierra, pero confié en quienes ya estaban abajo. Miré al menor de los Harima de nuevo, le sonreí con mucho cariño y estiré la mano para sujetar la trenza que asomaba por el costado, la traté con cuidado ahora que sabía quién lo había peinado.

    —Seguro que creciste, ¡mira lo apuesto que te dejó Aki! —solté sin siquiera darme cuenta que le había acortado el nombre a alguien que acababa de conocer—. Te sienta muy bien, cariño. Ah, ¡es cierto! Tu hermano, tu hermano te manda saludos, Takano. Se habría puesto muy contento, estoy segura de ello.

    Dejé ir la trenza con el mismo cuidado, deposité la mano en su pecho y parpadeé, solo memorizando la calidez de su cuerpo. Solo tratando de grabar en mis recuerdos lo que sentía ahora, que era más fuerte que cualquier pesadilla, pues era el amor que había aprendido de mi padre.

    —¿Quieres que vayamos a ver qué pasa? También podemos esperar a Akihito si quieres. En realidad me da... Me pone un poco nerviosa conocer a estas personas —confesé con algo de vergüenza y desvié la mirada a Hayato, suspirando—. Y el pobre Hayato no pudo dormir casi nada yo creo, el agua aquí parece poseída.
     
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    Ayeah

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    Aoi Nobunaga

    Observaba atentamente cómo se desarrollaba el desembarco y los saludos tanto emotivos como tensos.
    Se alegró de ver algunos rostros conocidos, como Murai, pero otros hicieron que su desconfianza volviera de forma brusca.

    Cuando un pequeño grupo avanzó hacia el bosque su cuerpo se envaró al unísono del de se pareja aunque, al parecer, por motivos diferentes.

    Alargó los dedos hacia su hombro para tranquilizarlo pero se detuvo a medio camino cuando captó la mirada de advertencia de Dozan y asintió en su dirección: se mantendría al margen de aquello siempre que Ryoshi no corriera peligro.

    De todos modos echó mano de uno de sus kunai y lo deslizó entre sus dedos, colocando su cuerpo de forma estratégica tras el de Ryoshi mientras observaba con atención la respuesta de los recién llegados.

    Así que ése hombre era el miembro restante de su parvada. Aquél que los abandonó.
    Lo analizó con la mirada, tanto a él cómo a su acompañante mientras sentía el revuelo a lo lejos y el ambiente en el bosque se tensaba como la cuerda de un arco.
     
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    Fujiwara no Riku

    Eres bienvenido por los acuerdos de esta alianza; pero no esperes un trato amistoso, tú y tu líder torturaron a mi padre; no tomaremos represalias por ello; pero no fingiremos una cándida actitud contigo y tu clan.

    Me disculpo en nombre de mi clan; no quería ofenderle


    Mire directamente a quien, entre la familia de Murai, decidió dar el paso y responderme por mí presentación.
    No me había dejado perturbar demaciado por sus primeras palabras, dentro de todo, estaba dentro de lo esperado. Con tal, seguí manteniendo la neutralidad al seguir la conversación. "Me parece adecuado, y realmente no espero seamos cálidos entre nosotros de manera inmediata. Sienta más cómoda está honestidad de ser fríos y tirarnos dagas con la mirada que la opción de permanecer alejados y tratemos de fingir que el otro no existe, pero esa no traerá buenos resultados en esta cooperación".

    "Creo entender dónde permanesco y mí papel, ahora, eso no está relacionado con antagonizarlos. Es lo que se me ha pedido y la confianza que se ha depositado en mí. Por este enemigo en común, debemos dejar de atacarnos uno a otros y protegamos lo que tenemos detrás".

    "Creo compartes eso es lo más importante".

    Este hombre ayudo a mi señor Hideyoshi a rescatar a Masaharu y Genichi

    "Vaya". Me volví, bajando un poco la crudeza de mí rostro por simpatía, hacía las tres personas que se habían reunido. Regrese a Haku. "Entonces, debo agradecerles, sobretodo porque está no viene a ser la primera vez que ayudan a rescatar a prisioneros".

    Bienvenido a esta isla; le agradeceré que preste su fuerza para terminar de construir nuestro nuevo refugio.

    "Si es así, acepto la bienvenidas. Espero nuestras relaciones lleguen al punto de poder confiar más haya en la construcción de una refugio". Compartí su gesto, colocando gentilmente un brazo sobre uno de sus hombros. Tal vez, lo más cercano de un abrazo.

    Kojiro se encontró a alguien en el bosque y parece que no se llevan bien.

    Me perdí un poco después del aviso de Eiji, viendo partir con tanta prisa a Matahachi. Y un poco sin entender ese impulso suyo de involucrarse a cualquier señal de problema.

    "... Mí maestro". Le susurré a Haku. "Debo dejar saber de antemano que me es un poco inapropiado el entrometerme y detenerlo si escala a peor". Me disculpé de ante mano, informando que mucha ayuda no podría ser en este asunto.

    Igual, si sucedía, tenía que estar para verlo. Empezaba a alejarme en dirección al bosque, solo volteando hacia Haku en un último momento. "¿Supongo nos acompañas? Supongo alguien más opropiado, que no seamos nosotros, deberá presenciar y detener".
     
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    rapuma

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    Seikanji Yamagawa

    Receloso y con una mano dentro de su kimono acarició con la punta de los dedos el pomo de sus kodachis mientras veía cómo el barco acortaba distancia con la costa, sintiendo la seguridad que solo recaía en su habilidad para defender a su grupo. Algunos rostros comenzaron a dibujarse en cubierta, a lo alto, pero ninguno que hiciera efecto en su mente. Eran desconocidos y muchos. Apretó la empuñadura de la kodachi que Hoshi le forjó y se posicionó con fuerza en la arena. Solo cuando reconoció a Konan junto a Murai su temple se quebró como una arcilla mal horneada; abrió la boca con incredulidad, viendo como esos dos rostros bien conocidos para todos se acercaban cada vez más.

    Por primera vez bajó su guardia ante gente que no conocía y sus ojos se llenaron de lagrimas que pudo aguantar hasta que la frase de Rengo surcó veloz su mente.

    El cielo no pide permiso para llover

    —-¡SHIHAN! —gritó con una renovada alegría y esta vez sus lágrimas cayeron a borbotones mientras reía y saltaba en el lugar, justo para ver como Akihito desaparecía a una velocidad espeluznante en un torbellino de arena. Rengo subió con él hasta cubierta y Seikanji solo pudo oír gritos de emoción y no de guerra. Miró con asombro a Aki, buscando a alguien que le confirme que sus ojos no le engañaban el juicio antes de ver llegar a Konan hacia ellos. Lo abrazó con fuerza, fundiéndose los tres en una emoción que los dejaría exhaustos.

    —Konan, yo... —no eran necesarias las disculpas, por lo que sonrió con genuina felicidad. —Bienvenido a casa, hermano. Podremos honrar a los caídos como es debido.

    Entendía la emoción que embargaba a Aki, por lo que prefirió dejarles un espacio de intimidad para tanto dolor que ahora parecía haber sido una ilusión. Tomó impulso y también cayó sobre Murai, apretando sus hombros y viendo que era él, con su característico olor a hierbas aromáticas.

    —Puedo atenderte si estás herido, Murai-sensei. No tenemos muchas cosas, pero... —olfateó cerca de su cuello y notó el dulzón del alcohol en el aire y negó con una sonrisa. —Un baño de mar no te vendría mal, shihan.

    Entonces un muchacho se acercó a ellos, su andar era despacio pero firme y había algo en su manera de ser que hablaban de una justeza inexorable. Un guerrero en toda regla. Seikanji arrugó un poco el entrecejo a sus palabras y no pudo evitar tocar los dados que traía consigo de los Fujiwara. Enemigo jurado de su clan, un enemigo que Murai siempre se encargó de recordar que sólo pertenecía a él y a nadie más. No pudo evitar sentirse amenazado por la seguridad de Riku pero Haku dio un paso adelante. Seikanji observaba a Reijiro y a sus acompañantes, mientras Matahachi explicaba la relación que todos poseían. En una situación de observación, como en la que se encontraba, simplemente podía hacer lo que se daba mejor: analizar rostros y grabar nombres en su mente. Estaba claro que aún faltaba una charla central con todos los involucrados, exponer el plan y llevarlo a cabo. Pero notaba la incomodidad en el aire, incluso cuando aquél joven con marcas rojas en su rostro se acercó. No estaba muy seguro el del por qué, pero no se sentía muy a gusto de momento.

    Giró el rostro hacia el bosque, observando la escena a lo lejos y viendo como Matahachi corría hacia el linde que separaba la arena de la vegetación. Volvió a girar el rostro y alternó la mirada entre los nuevos integrantes de la isla, sopesandola entre Riku, Reijiro y los hombres que Haku rescató y por último en el joven con marcas en su rostro. Volvió a acariciar los dados y los envolvió en un puño con fuerza mientras caminaba hacia Riku.

    —Me llamo Seikanji Yamagawa. —hizo una pequeña reverencia hacia él y el grupo. —Y si eres un Fujiwara esto te pertenece. —y sacando la mano del interior de su kimono giró la palma y la abrió, mostrando los dados que poseía en su poder de pura casualidad, por un arrebato de vanidad al robarle el dinero a su propio maestro. —Espero lo aceptes como muestra de buena voluntad, Riku-san.
     
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    Amelie

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    En el barco= [Hayato; Yuzuki; Rengo; Rei; Akihito; Inagaki; Tamura; Tsubaki]

    Hayato afirmó y tomó una semilla que extendió a Chiasa, lo hizo y miró a Kohaku esperando su aprobación; pero la semilla le fue arrebatada y Hayato entendió la dinámica. La observó masticar avorazadamente y sonrió, así comía Takano.

    Tamura negó y la presión en su frente lo hizo hacer bizcos pues siguió el trayecto de aquel dedo, al separarse él mismo presionó la zona esperando que algo le doliera; pues tal vez se había caído de frente. No le dolió externamente; pero internamente no soportaba la resaca.

    Hayato volvió hacia Yuzuki y Rengo mientras Kohaku bajaba con Tamura quién dejaba la taza en manos del niño que lo miró extrañado mientras caminaba con desgana siendo arrastrado por Kohaku. Hayato entendió a Tamura sin palabras; él también quería dormir.

    Akihito se separó de Yuzuki y Rengo y se adentró al interior del barco; Rengo no lo perdió de vista hasta que la obscuridad lo absorbió; después las palabras de Yuzuki lo ruborizaron ligeramente para luego emocionarse de saber que Takano le mandaba saludos —Hay tanto que debemos hablar —dijo mientras miraba a Hayato, lo saludó y notó su cansancio —Ven, puedo cargarte —dijo extendiendo sus manos hacia él. Hayato no se hizo del rogar y Rengo lo cargó, y casi al instante Hayato recargó su cabeza en el hombro de Rengo dispuesto a dormirse sobre de él.

    —Creo que será mejor esperarlo, luego te presentaré a todos, no debes de preocuparte que son muy cálidos —dijo mirando al interior del barco — Si venía Matahachi significa que allí está Rei ¿No? Creo que deben hablar de muchas cosas —miró a Yuzu —Yo pude hacerlo con Kato en Nagoya. Bueno, no hablar; ya sabes cómo es él. Iba a dejarle a shi a Sora para que la enterraran en Kamakura; pero al final terminé usándola porque el loco de Kato intentó cortarme el brazo... ya sabes, para que me pareciera más a Takeda. Logré detenerlo con shi y pude plantarle la cara, después de años... tengo miedo que con este cabello me parezca más a él —negó —Pero hay personas con el cabello así que no son como Kato. Ginko; Hoshi y Kuroki. Así que haré honor a este cabello...—dijo apesadumbrado —Porque no fue herencia de Kato; fue un regalo de Hoshi.




    Rei levantó la vista al escuchar a Akihito; estaba sentado en el suelo rodeado de cajas y sus piernas sobresalían demostrando su altura inhumana. Bufó ligeramente mientras Akihito continuaba hablando. Le señaló el suelo, como indicándole que tomara asiento; no muy lejos estaba Inagaki completamente noqueado.

    —Debemos hablar... —agregó Rei — Matahachi prometió ayudarme pero ya no está aquí... así que tendré que hacer lo yo, y me tendrás paciencia; porque sabes que las palabras no es lo mío.

    Se enderezó y se tapó la boca mientras un eructo resonó en aquel lugar —Perdón —Se disculpó y negó —No por el eructo, por todo lo demás... bueno, también por el eructo —volvió a negar molesto porque nada le estaba saliendo bien, sólo el eructo.

    —He sido un mal padre; para ti y todos tus hermanos; pero al menos a los otros idiotas los entendía porque también les gusta la guerra —suspiró —Pero tú nunca quisiste aprender, y me frustré. Más que con cualquiera y... —miró el brazo de Akihito — Hice estupideces; muchas. Pero soy un hombre estúpido, uno que quiere cambiar y no serlo tanto... —aquellas palabras no parecían suyas, tal vez las había estado practicando — No puedo arreglar nada de lo que ya he hecho; pero puedo pagar por ello —dijo mientras sacaba un tanto de entre su ropa, lo lanzó frente a Akihito — Puedes escribirme lo que quieras...— dijo quitándose la casaca, mostrando su pecho y brazos desnudos —También puedes sobre mi cara, no me importa —Esa propuesta era evidente que sí provenía directamente de él y su mente.

    —Pero antes, quiero que sepas que yo no soy como Gendo — dijo mirándolo directamente a los ojos —Amé a mis mujeres; a Mei y Sana. Pero a ambas les mentía, y a Sana la evitaba constantemente porque no quería dañar más la relación que tenía con Mei. Y cuando Sana escapó... —negó molesto — Me enojé demasiado y después al recuperarte descargaría todo ese odio —suspiró — Mi hermana me lo advirtió, dijo que no debía seguir obsesionándome con subir escaños en el clan Mori a través de mi descendencia. Y pues... tenía razón.




    Islas Oki

    [Torii; Xiao]
    [Aki; Seikanji; Konan]
    [Oshin; Midori; Kushina;
    [Haku; Mako; Murai; Hiro; Hajime;
    Eiji; Genichi; Masaharu; Reijiro; Yume; Riku; Kohaku]
    [Tomoe; Noishi; Shino]

    Kohaku bajó con Tamura; quién sonrió al ver a Yume con su familia, ignorando lo que Reijiro comenzaba a decir —Creo que algo sucede en el bosque...— Reijiro lo detuvo del hombro —Si desea averiguar yo iré a su lado.

    Haku recibió las palabras de Riku con la ecuanimidad que lo caracterizaban; su padre estaba con vida, y fue él quién viajó a un lado de Riku sin hacer nada al respecto; demostrando que el acuerdo estaba hecho. Pero las palabras de Riku le tranquilizaron, Haku siempre ha sido alguien que desea confiar en las personas, a pesar de todo. Era de los pocos Sugita que no se le daba fingir, su rostro siempre hablaba claro; por ello su sonrisa calma tranquilizó a los presentes.

    Seikanji se había unido al amalgamamiento de abrazos de los Sugita haciendo reír a Mako con su comentario sobre el olor, Murai sólo sonreía porque su mente estaba cansada, era consciente de lo que sucedía pero no tenía la energía para responder algo; Yume también jaló a Tamura quien había llegado junto a Kohaku; este se dejó llevar de la misma manera que con Kohaku, siendo atrapado en esa bola de abrazos.

    Riku corrió hacia el bosque buscando a su maestro, pero antes fue interceptado por Seikanji quién le regresó los dados que usaba Taiyo en el Kaidan. Un recuerdo valioso. Eso provocó que Seikanji también los siguiera junto a Haku.

    Detrás del él fueron Kohaku y Reijiro con Masaharu y Genichi.



    Bosque
    [Aoi; Ryoshi; Dozan; Togashi; Kojiro; Matahachi; Kohaku; Riku; Haku; Genichi; Reijiro; Masaharu; Seikanji]

    Togashi enfocó su mirada en las acciones de Aoi mientras Dozan era el primero en bajar de las ramas.

    —Calma ambos... —dijo conciliador mientras se acercaba a Kojiro y le sonrió — Algo creciste —se burló; pero no había malicia en su voz, era como una broma entre amigos; pero para su desgracia, a Kojiro no le pareció graciosa pues puso su mano en el mango de su nodachi.

    Dozan dio tres pasos hacia atrás.

    Fue en ese instante que llegó Matahachi —No empecemos con violencia, son aliados nuestros —dijo hacia Ryoshi y Aoi que se veían amenazantes desde una de las ramas.

    —Esto no tiene nada que ver con los Taira o Minamoto — aclaró Ryoshi — Esto es un viejo problema... —bajó del árbol en un brinco certero —Entre viejos amigos... —dijo llevando su mano al pecho dónde tenía el tatuaje.

    —De Kaori sólo queda un listón... — se desató un saco que llevaba en el obi y lo lanzó a la tierra frente a Kojiro — Y eso es lo que queda de tu padre.

    Kojiro miró el pequeño saco; quiso correr a él pero notó que Ryoshi ya tenía su mando en su katana. Conocía bien al niño; pero desconocía a quién tenía frente suyo.

    Ryoshi soltó una risa prolongada, desencajada; muy ajena a él. Dozan lo detuvo del hombro y este fue empujado por Ryoshi — Llenaste de ideas absurdas a Kaori... me quitaste a mi hermana; así que YO te he quitado a tu padre.

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    —Me has quitado más que eso...hoy pierdo un hermano —respondió Kojiro dispuesto a atacar.
    Personas que estén en el bosque; sólo un 20 natural para esta pelea.

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    Zireael

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    Era normal que hubiese tanto movimiento, había muchísimos reencuentros al mismo tiempo, pero también vi a los que desaparecieron hacia el bosque y sentí algo de preocupación, pero confiaba en que cada quien podía solucionar lo que sea que pasara a su ritmo. De hecho si había demasiadas personas, puede que la cosa saliera incluso peor.

    Tanto Rengo como yo observamos a Akihito hasta que desapareció, que fue cuando le dije el cumplido y noté que se ruborizaba, lo que me arrancó una risa liviana. De todas formas, saludó a Hayato y le ofreció cargarlo, creí que tendría que convencerlo, pero ni siquiera hizo falta, así que Rengo lo levantó y el pequeño Sugawara pronto estuvo acomodado, recargado en su hombro y dispuesto a dormirse.

    Los miré a los dos, juntos, y los ojos se me humedecieron de nuevo. Me acerqué para estirarme, darle un beso a Hayato en la mejilla y brindarle otra caricia a Rengo, fue eso todo lo que hice mientras lo escuchaba. Fruncí el ceño al oír lo de Kato, para variar, su miedo a parecerse más a él ahora y cómo apaleaba esa preocupación, pero fue la mención a Kuroki la que me regresó a la conversación que acabábamos de mantener Togashi, Ko y yo. Tuve que pasar saliva porque otra vez se me había secado la garganta.

    Debía decírselo, ¿cierto?

    Ya había crecido, debía saberlo.

    —Imagino que la conversación a la que se enfrenta Akihito no es sencilla, pero luego de que tú enfrentaras a Kato que, efectivamente es un loco, creo que podemos estar tranquilos y esperarlo, que se tome el tiempo que necesite. Cuando vuelva, creo que saber que sigues aquí también lo ayudará a sentirse más en paz —reflexioné con una calma que quizás no sentía y estiré la mano sana para aferrarme a la ropa de Rengo, solo porque quería mantener un punto de contacto—. No creo que te parezcas más a Kato ahora, aunque puede que eso tenga que ver conmigo. Eres tú aunque te disfraces para sustituir a Takeda, tu cabello se torne blanco o tu espalda más ancha, no importa lo que pase... Eres tú y ya nadie te arrebatará eso. Aunque Kato y yo quizás debamos volver a charlar, según parece.

    Guardé silencio, recordé que Hoshi había sido el disfraz con el que había aparecido Murai en Kioto, pero ahora Rengo decía que el cabello era un regalo suyo. Tal vez con menos síntomas del sake de anoche entendiera un poco mejor, pero no se me podía pedir tanto.

    —Me encontré a Murai, pero en ese momento llevaba el rostro de Hoshi, se parecía a ti y a Kato, fue un poco extraño. ¿Quieres contarme qué pasó con él, cariño?

    Lo de Kuroki podía esperar un rato.
     
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    Gigi Blanche

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    Reijiro se ofreció a acompañarme, detalle que se me había resbalado de la mente por un momento, encontré sus ojos y asentí, determinado. Tenía una mala sensación atorada en el pecho, quizá sólo fuese el resabio de los eventos recientes pero... pero no podía quedarme quieto. Estaba cansado de llegar tarde siempre, de verme frustrado o inútil frente a un mundo que se seguía fracturando.

    No tardamos en llegar. Reconocí a Togashi, a Matahachi y al hombre que solía acompañar al primero, Kojiro. Había otras tres personas apostadas entre las ramas, aunque poco a poco se fueron bajando y no había forma de ignorarlo. El aire se sentía denso, viciado, y la tensión me bañó el cuerpo. Aún sin comprender, aún siendo ignorante, aquellas escasas palabras y acciones bastaron para ayudarme a predecir lo que ocurriría. Siempre era lo mismo, después de todo. Siempre era violencia, violencia y más violencia.

    Kojiro llevó su mano a su arma, el hombre del árbol bajó y su acompañante permaneció allí, en una actitud tanto precavida como amenazante. ¿Por qué los escenarios se repetían adonde sea que fuéramos? ¿Eran los valores arraigados de nuestra cultura? ¿Era la guerra? ¿Podían señalarse culpables? ¿Había alguna clase de esperanza? Shiori, Benkei, mi padre, Tamano no Mae, el zorro. La amiga de Misato que llegó herida al shukusha. La cabeza de Byakko rodando. Siempre olía a sangre, siempre se abría la carne, siempre era el mismo deseo insano. ¿Hasta dónde?

    ¿Para qué?

    —Reijiro-san —llamé al hombre a mi lado en un murmullo bajo, mi voz sonó compuesta pero se filtró el apremio que sentía—. Quítale el collar a Matahachi, por favor.

    No fui del todo consciente de mis palabras ni mis acciones. Sentía la mente densa, tan densa como el aire de este bosque, y sólo sabía que estaba absolutamente harto. La voz de Kuroki hizo eco entre los árboles, la de Katsunaga, el ruido nauseabundo de los colmillos de los zorros. Kato rajando el pecho de su hijo en dos. Hotaru desvaneciéndose. Las últimas palabras de Taki. Kawa ofreciendo su vida a cambio de la de su hermano. El cuerpo de Kinko era demasiado pesado. Un coral cada tres guijarros. ¿Cuántas tumbas llevaba cavando?

    Las intenciones de Kojiro se descargaron en mis piernas y lo próximo que supe fue que estaba frente a él. No hice nada, ni siquiera acerqué la mano a mi empuñadura. Sólo puse el cuerpo entre ambos y me clavé en sus ojos. Probablemente fuera inútil.

    —¿Eso quieren? ¿Cavar otra tumba? —reclamé, exasperado, y tensé la mandíbula, girando el rostro hacia el otro hombre—. ¡¿Cómo es que aún no lo entienden?! ¡La violencia sólo siembra más violencia! ¡Es un ciclo sin fin!

    Pero estaba cansado de no poder hacer nada.
     
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    Amelie

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    Nekita

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    El corazón se le aceleró apenas escuchó el primer bufido, ya su mente estaba preparada para resumir todo lo importante que quería expresar para que tampoco se desesperara tanto, pero, ya no poder hacerlo de manera más impersonal donde se sentía más seguro por sentarse donde le indicaba le agregaba un grado de dificultad.

    “Debemos hablar.”

    ¿Eso significaba que también lo había pensado?

    Lo miró con sorpresa genuina que luego se tornó en confusión cuando mencionó a Matahachi, ¿qué cosas podían hablar esos dos de él? ¿Y para qué debía ayudarlo precisamente?

    Las palabras de Rei continuaron y todo el esquema mental que tenía se rompió, la conversación no estaba yendo en lo absoluto en la dirección que había esperado y era totalmente anormal. Se había preparado incluso antes de hablar con Rengo de expresar una separación de ambos para que finalmente tuviera paz y él…podía intentar fingir demencia, que murió, usar el apellido de su madre, desaparecer por completo para que tuviera la familia que deseaba y fuera feliz.

    Le estaba dedicando palabras bonitas.

    Y no podía siquiera evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas y comenzaran a deslizarse sin permiso por sus mejillas, por mucho que tratara de limpiarlas con sus palmas para intentar verse serio, ni siquiera podía esconder su brazo al ver que había sido mencionado porque solo quería dejar de llorar.

    —Esto no es justo…—Dijo en un hilo de voz, tratando de tomar aire para que no se le notara tanto la voz temblorosa. Se notaba que había tenido tiempo de practicar cuando él solo había tenido una estructura de ideas en su cabeza.

    —…Vine aquí preparado para decirte que iba a rendirme contigo, que tuvieras la oportunidad de no vivir más molestias con mi presencia y tuvieras una familia que quieres, o tan siquiera soportas…—Sollozó apretando la tela de su ropa entre sus manos —Y dices eso…

    —Ni siquiera creí que te importaba, la primera vez que sentí que le importé a alguien desde que dejé a mi mamá fue cuando el Señor Akamatsu en vez de golpearme o torturarme por no obedecer me dio algo para cuidarme y…eso me salvó de morir. Un extraño al que llamaste débil se interesó por mi con menos de un día de conocerme y…ni siquiera pude quedarme con él lo suficiente para agradecerle…y murió cuando volví a verlo…y de nuevo me sentí insignificante.

    —Incluso el Señor Sugita tomó interés por mí, no me gritó…ni me golpeó cuando no le hice caso… me dio un buen consejo y me abrazó incluso un día… Y es horrible que no pudiera entender por qué lo estaban haciendo, porque te tenía a ti en mi cabeza diciéndome cientos de cosas…

    —…Y porque de cierta manera mi mente solo deseaba que en algún punto tú pudieras ser así si me esforzaba lo suficiente en ser como querías.

    Tomó el tanto que le había arrojado en un intento de darse una pausa para tomar aire, reflexionando sus palabras, hacerlo pagar. También lo había pensado, muchas veces, lo increíble que sería que en serio algo le fuera a pasar y ya pudiera respirar tranquilo tan solo para arrojar la idea lejos porque sabía que estaba pensando en algo malo y no era correcto.

    —...¿En serio te agrado? Puedo…creer que amaste a mi madre, más después de escuchar lo dicho en Gifu… pero…¿a mí? ¿Quieres intentar ser un buen padre porque… si…me quieres o…porque Matahachi te lo dijo?

    Jugó con el tanto un poco con sus manos y luego se lo deslizó de vuelta, negando con suavidad su cabeza para que supiera que no iba a hacer nada como eso, no tenía el valor ni en serio las ganas de hacerlo después de escucharlo, si lo quería intentar no merecía pasar por ese dolor.

    —…Porque si en serio te agrado tan siquiera un poco… puedo no… puedo intentar no desaparecer de tu vida para…que tengas un peso menos y puedas centrarte en que tu verdadera familia te vea sonreír como vi que puedes hacer con Matahachi… estoy seguro que a tus hijas les encantaría…
     
    Última edición: 2 Agosto 2024
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    Bruno TDF

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    Las revelaciones fueron terriblemente punzantes, se clavaron con tanta fuerza, que su fuero interio se vio anegado por una niebla espesa que no lo dejaba pensar con claridad. La resaca castigaba su cuerpo con insistencia, aunque ya no fuese consciente de sus síntomas, y se aunaba con los fuertes sentimientos que purgaban por tomar el dominio total de su espíritu. Llegó un momento en el que ni siquiera sintió los pies al bajar por la rampa del barco, quedó ajeno a la inestable suavidad de la arena que cubría la costa. Las voces de los que se abrazaban más allá, le llegaban como ecos lejanos. Libraba una feroz lucha para mantenerse su alma templada.

    Ahora entendía por qué aquella era la máxima enseñanza de Keisho Okudera: templar el alma era horrorosamente difícil.

    Las cuentas del Mala que envolvía su muñeca rozaban su piel. Benkei había dedicado toda una noche a hacerla para él, y tenía presente la explicación que le dio sobre su significado. Por eso, el objeto ahora parecía un recordatorio de su ausencia. Y en esa noción, surgía el recuerdo de Kanade, el cuánto extrañaba a su hermana pequeña. Evocarla hizo que también recordara a Kawa, quizá porque Togashi alguna vez pensó que las dos podrían haber sido buenas amigas… Y lo invadió el miedo, repentino y terrible, de que hubiese sufrido el mismo destino que el monje al que siempre acompañaba...

    Le dolía la cabeza.

    No habló mientras seguía a Kojiro y Eiji, apenas caminaba por pura memoria muscular. Mantenía su porte aparentemente tranquilo, mas las venas que se remarcaban en su frente reflejaban lo que le estaba pasando por dentro. Mezcla de furia, tristeza y dolor. Estaba fracasando en lo de mantenerse templado, por lo que esperaba poder alejarse un poco de los demás cuando llegara al bosque, en busca de algún animal, con la idea de tomar aire. Era esa su idea, al menos hasta que el ambiente se tornó súbitamente hostil, y Togashi alzó la cabeza hacia una peculiar construcción sobre sus cabezas.

    Notó la peculiar construcción sobre sus cabezas y las personas que los observaban desde la rama de un árbol. Quizá debido al mareo provocado por el dolor de cabeza, la imagen de aquel muchacho y la joven se fusionó con cierto día en Nagoya, cuando Kojiro y Kawa lo acompañaron a un bosque cercano a recolectar materia prima para arcos. “Sí, era exactamente así” pensó vagamente, con los ojos puestos en ellos. Su hermano, Kojiro, se había subido a la rama de un árbol y, allí sentado, les había contado sobre las personas con las que creció.

    “Nos llamábamos a nosotros mismos, como la parvada”

    Ryoshi. Dozan. Kaori. Kojiro.

    Era irónico, el momento en que nacía tal recuerdo. Pero Togashi salió de sus cavilaciones en cuanto notó un movimiento sospechoso en la mano de la chica, lo que despertó sus alarmas. Le dirigió una mirada suspicaz, haciéndole saber que se estaba dando cuenta de sus intenciones. No llevaba arco, por lo que temió la presencia de alguna cuchilla oculta. Le habría gustado alzar la voz, pero Kojiro y su interlocutor siguieron hablando, dando muestras de que se conocían, que acaban de reencontrarse en una isla remota… Y que nada de esto era poético…

    Aquel tipo… dijo el nombre de Kaori. Ambos la conocían.

    Estaba muerta.

    Ni siquiera supo cuándo Eiji corrió a avisarle a los demás, pues se enfocó en la escena que se desplegaba frente a sus ojos, con una tensión que nacía mayormente por la actitud de la chica. La cosa no mejoró cuando el otro sujeto, que sólo podía ser Ryoshi o Dozan, soltó una risa estridente luego de confesar que había sido partícipe en el asesinato de Sasaki Jinrai. En ese momento, Togashi lo supo: que no podría hacer nada por impedir lo inevitable. Ni siquiera distinguía si, en realidad, apoyaba aquella pelea, porque había sido testigo del profundo dolor y desconsuelo de Kojiro, cuando supo de la muerte del padre al que tanto amaba…

    Y ahora estaban frente al responsable.

    Hermano… —dijo, en lo que fue un murmuro cansado.

    Alzó la mano con la idea de posarla en el hombro de Kojiro. Apoyaba y no apoyaba aquel enfrentamiento, pero no quería anteponer lo personal por sobre la alianza entre los Taira y los Minamoto. Creía que así era como los guerreros debían resolver sus asuntos, pero el miedo volvió a azotarlo.

    El terror de otra pérdida…

    Detuvo la mano a centímetros del hombro de Kojiro. Lo supo, que su hermano no daría marcha atrás. Entendió, con mucho pesar, que hasta su intervención era inútil. Cerró el puño con tanta fuerza que le tembló y, avergonzado, bajó lentamente su brazo, mientras soltaba una larga bocanada de aire por la nariz. Dio un paso atrás y rezó.

    Lo siento… —dijo en un susurro, sin saber si era para Kojiro, para sí mismo o para los que estaban a su alrededor, sus voces le eran lejanas.

    Lo único que le restaba, era detener cualquier ataque final. No pensaba permitir muertes.
     
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    Amelie

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    Kohaku advirtió a Reijiro y este sin entender que sucedía corrió hacia Matahachi, tomando el collar a gran velocidad y arrancándolo; las piezas volaron y Matahachi se alertó al entender lo que pasaría...

    La promesa...

    Noishi; Shino y Tomoe corrieron también a aquel sitio al ser alertados por Eiji.

    Matahachi buscó a Kohaku e intentó correr hacia él; pero el fango ya se había alojado debajo de él y al intentar correr hacia Kohaku, resbaló. Levantó la vista desesperado.

    —¡NO, KO! ¡POR FAVOR! —Gritó Matahachi en el fango mientras Tomoe lo observaba. Y Reijiro sostenía lo que quedaba del collar en su mano, arrepentido de obedecer a quién juro proteger.

    Kohaku se interpuso justo cuando Kojiro y Ryoshi corrieron desenvainando sus armas; no podían detenerse ya; pero no hizo falta. El dúo eran maestros de la velocidad; el cóndor y la golondrina, ambos perfeccionaron su velocidad. Uno se enfrentó ante Kato dándole pelea; el otro frenó los ataque de Gendo con soltura. Ambos de complexión delgada, Kojiro siendo más pequeño que Ryoshi por una cabeza.

    Ambos giraron a la derecha coordinados; evadiendo el obstáculo que representaba Kohaku.

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    Y el impacto se dio al instante; Kojiro esquivó el ataque de Ryoshi y de tres movimientos cercenó la piel de Ryoshi, cualquier tipo de defensa que Ryoshi pudiera tener fue opacada por aquella abrumadora técnica que Kojiro aun veía aun como imperfecta.

    Ryoshi caía pero usó lo que quedaba de sus fuerzas para intentar destruir el saco de cenizas aun en el suelo; Kojiro usó la velocidad divina de su técnica y con ella quebró aquella katana tan característica de Ryoshi.

    Kojiro dejó escapar el aire; tomó el saco que llevó directamente a su pecho para después mirar a Ryoshi.

    —DEJÁSTE MORIR A MI HERMANA— Gritó Ryoshi desesperado. Aquellas palabras las escupía con genuino odio; olvidando todo, siendo ciego a la violencia de aquel momento.

    —Mi padre murió como un héroe, no voy a manchar su sacrificio con mis acciones tomando tu vida — dijo sacudiendo a Haiku de la sangre de Ryoshi — Yo no tomé la vida de Kaori, no dejaré que me culpes por ello—dijo con tristeza.

    "El cóndor nace con los reflejos y su buena visión; la golondrina también debe tener sus ventajas, debes aceptarlas y avanzar. Y sólo así, serás mejor guerrero que yo"

    —¿Qué esperas?—
    Preguntó Ryoshi entre el fago y su sangre —Termina lo que empezaste.

    —Aprende a aceptar un regalo ¿Quieres?—
    Culminó Kojiro regresándole las palabras que de niños se dijeron; así, Kojiro envainó a Haiku, sin ninguna muestra de cansancio.

    Kojiro se acercó a Kohaku —Hay personas que con escuchar palabras se queman por dentro, siendo imposible destruir ese odio, avivándolo más. En ocasiones, el filo es el único que puede expresar nuestro interior —miró a Ryoshi —El orgullo puede enmendarse; pero la muerte jamás repara nada —miró a Togashi —Alguien me hizo entenderlo, un verdadero hermano. Uno que vuelva a mi lado... —Kojiro comenzó a llorar — Murió Kaori... —dijo frente a Togashi y Riku, dejándose caer de rodillas —La escuela Ganryu no asegura la vida de mis alumnos...—golpeó el suelo con frustración —Lo siento... por ser tan débil —Apretó la tierra en sus manos —Pero les prometo que mejoraré la escuela; evitaré que sus vidas corran riesgo alguno. Porque yo soy su maestro... Esta pequeña golondrina le ha ganado al cóndor.

    Matahachi avanzó hacia Kohaku y lo tomó de los hombros, completamente sucio, lleno de fango —Hiciste que Reijiro rompiera el collar; sabías que existía la probabilidad de que resultases herido, incluso muerto —Lo estaba regañando, era consciente de ello. Matahachi se detuvo y bajó la mirada; porque entendía perfectamente a Kohaku y recriminarle por algo que él mismo haría sería hipócrita — Ven... recolectemos las piezas del collar y agradezcamos a los Dioses que nadie murió —Lo soltó, sus manos temblaban.

    Dozan ya estaba junto a Ryoshi y Aoi; ambos mirando a Seikanji trabajar.

     
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    Amelie

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    En el barco= [Hayato; Yuzuki; Rengo; Rei; Akihito; Inagaki; Tamura; Tsubaki]

    —¿Tengo espalda más ancha? — preguntó emocionado sin realmente esperar respuesta; haciéndose el fuerte cargando a Hayato mientras este parecía estar bastante cómodo, a diferencia de cuando lo cargó Murai.

    —Aun sigo sin entenderlo del todo...— dijo hacia Yuzuki —En esta isla había Oni, no sabíamos de ellos hasta que fue muy tarde. El señor Xiao había bloqueado mi energía espiritual por un error de comunicación; entonces cuando nos enfrentamos al Oni, yo no podía usar a Mara —dijo señalando la cima de la montaña — Nos enfrentamos allí; y Hoshi sacrificó su vida, confiando en que tomaría la mejor decisión con respecto a Mara. Hoshi me otorgó el poder de liberarlo... —tocó su cabello —Creo que con ello su energía, algo de él quedó en mí.

    Los ojos de Rengo volvieron a empañarse; no los limpió para no tirar a Hayato. Pero a pesar de las lágrimas sonreía —Sabes... él cruzó prefecturas enteras para llegar a mí cuando estaba en Mito; si no hubiera llegado yo aun estaría carente de sentimientos y seguramente a manos del Imperio. Esa vez que tomé el lugar de Takeda... él me abrazó y me dijo que no estaría solo —miró a Yuzuki —me negué a abrirme ante él por mucho tiempo; él fue ganándose mi confianza contándome historias, me hablaba de viejas costumbres; me enseñó tantas cosas en el poco tiempo que tuvimos... mi abuelo... sabes, era un yokai —comenzó a reírse levemente para no despertar a Hayato — Un bueno.

    Se acercó a Yuzuki y recargó su cabeza junto a la suya, y allí se mantuvo unos instantes —Entonces estuviste en Kioto... si lo hubiera sabido antes yo hubiera sustituido a... —se separó de Yuzuki —Matsuda... él....




    Akihito comenzó a llorar y le reclamó a Rei que aquello no era justo; Rei se calló y lo dejó hablar.

    —A mi manera siempre me importaste; pero no fue correcto querer cambiarte. Hubiera sido mejor dejarte feliz, con tu madre. En mi cabeza el poder era todo, así era más sencillo vivir también. Esto que dices ahora hace un años me hubiera fastidiado y hoy... —bufó — No sé... me lastima —soltó una risa seca —mejor me hubieras clavado el tanto... —negó —No, está bien. Te lo debía, lastimarme con un tanto no sería suficiente castigo ¿No?

    Miró a Akihito, a diferencia de unos años, el verlo llorar ahora le incomodaba. No quería golpearle, y no se sentía en derecho de darle unas palmadas en la cabeza. Habló del cariño que Kaji y Murai le mostraron sin conocerlo realmente y sonrió; aquello no lo sorprendía en lo más mínimo, ellos eran buenos padres.

    —Shino, también ella dijo que tu espíritu era fuerte —dijo hacia Akihito — Esa mujer te cambió la vida alejándote de mí. Y lo hizo a tiempo; también alejó a los demás con los hombres de Ikeda, seguramente la familia está a salvo fuera del ejército Mori. Shino lo sugirió a Akishino disfrazado de un castigo hacia los Shishio.

    Rei se reacomodó, se sentó sobre sus talones cómo si estuviera en una audiencia importante; reposó sus manos sobre sus muslos y miró a Akihito. El recuerdo de esas últimas palabras que dijo Akihito en verdad lo perforaron profundamente; sentía cómo su estómago se comprimía incómodo, cómo su respiración se pausaba y sintió el sake fluir en su sudor— El niñaco de Matahachi puede obligarme a muchas cosas; pero no a querer a alguien —dijo entre molesto como serio — Quiero ser buen padre; al menos uno decente; pero creo que contigo he fallado tanto al punto de quiebre. Fui demasiado bruto y estúpido; y sé que no puedo regresarte la infancia que si mereces. Pero... —Colocó uno de sus puños en el suelo mientras la otra mano la mantenía en su muslo —Quisiera poder hacerte sentir orgulloso, y tal vez con eso ganar un poco de tu perdón.

    Se talló su único ojo con brusquedad —Me hubiera gustado decirte esto en mejores condiciones, anoche me embriagué... —negó — Soy una gran mierda... —miró al techo —Lo mejor que pudo pasarme es que me destituyeran del clan Mori, sólo así pude entender el valor de muchas cosas —golpeó el suelo — Me molesta admitirlo; pero Matahachi me enseño a tener paciencia, a observar... fue en esos momentos que tuve en silencio absoluto cuando me golpee con todo lo que te hice. Él cómo traté a Sana; en el pésimo ejemplo que le di a todos mis hijos. Por culpa mía mataron a tu tío... —se sinceró — Me gustaría volver a ser parte de tu vida —bajó de nuevo la vista —Pero si tu prefieres tu distancia lo entenderé; al menos estoy tranquilo al saber que en Koga encontraste buenas personas.

    Rei tenía mucho camino que avanzar, aun no podía ser cariñoso aparentemente; pero sus palabras eran más suaves a pesar de ser burdas.

    —Ah, si...— dijo buscando entre sus cosas para después extenderle un pincel —Para... tus rayitas... — dijo llevando su dedo del lagrimal al final de las pestañas, ese no era un pincel para maquillar; era uno para pintar en el sustrato de papel o madera.

     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Podría haber muerto, ¿verdad? El pensamiento me alcanzó con el soplo de viento que provocaron ambos cuerpos al esquivarme con precisión. Sus espadas chocaron a una velocidad absurda y giré el rostro a destiempo, cuando ya Kojiro rompía el arma ajena y el hombre del árbol caía al suelo. Fue como si recién en ese momento hubiera vuelto en mí, pasé saliva y seguí observándolos, incapaz de reaccionar. Tenía el corazón aplastado contra el pecho, azotaba con fuerza, y sus voces fueron adquiriendo forma. Seguí cada movimiento de Kojiro, por ínfimo que fuera, y sentí un alivio indescriptible al entender que no lo mataría. No iba a matarlo.

    Verlo acercarse en mi dirección me puso nervioso, pues comprendí de repente lo imprudente que había sido y cuánto me había inmiscuido en un asunto que no me correspondía. Aún así... no me arrepentía, ¿verdad? Quizá por los demás, por cómo había forzado a Reijiro, pero no por mí. El miedo o la indecisión no me habían paralizado.

    El orgullo puede enmendarse, pero la muerte jamás repara nada.

    Esas palabras tan simples me sacudieron el cuerpo entero. Estaba tan cansado de repetirlas, y oírlas de alguien más... alguien que se había detenido a tiempo... Las lágrimas se me agolparon en los ojos y me incliné frente a Kojiro, con profundo respeto. Sabía que estaba volcando mis emociones en el lugar incorrecto, que el llanto no se debía a estas personas, pero no creí que por ello fuese incorrecto.

    —Gracias, señor, por detenerse.

    Me erguí lentamente y en ese momento apareció Matahachi frente a mí. Sostuvo mis hombros, topé con sus ojos de repente y deslicé la vista, advirtiendo el estado de su ropa mientras él me regañaba. ¿Cómo se había ensuciado tanto? Me tomó un segundo extra procesar sus palabras. ¿Romper... el collar? Me quedé congelado en su pecho, miré su cuello y detrás de él, donde Reijiro sostenía los remanentes del collar. No reaccioné en ninguna dirección. Murmuré un sonido afirmativo quedo, una confirmación de que sí, sabía lo que podría haber ocurrido. Se había roto. Aquella porción de bosque estaba llena de fango.

    Sería... tan difícil encontrarlos.

    Algunas piezas regresaron a su lugar cuando me soltó. Bajé la vista a sus manos y las envolví entre las mías, dándoles un apretón fuerte. Ayer también le habían temblado cuando relataba lo relacionado a los zorros, pero ahora no tenía una taza que ofrecerle. Algo a lo que aferrarse. Parpadeé, recordándolo descoser su haori con precisión y paciencia, y hablé con suavidad.

    —No te preocupes. Estás temblando. —Regresé a sus ojos y le concedí una pequeña sonrisa, desconectada, que esperé cumpliera su función—. Regresa a la playa, por favor, intenta relajarte un poco. No paraste quieto desde que te bajaste del barco, incluso desde antes... —Lo solté con suavidad—. Además, tengo que disculparme con Reijiro.

    Lo rodeé sin prisa y avancé hasta el susodicho, frente a quien ejecuté una marcada reverencia.

    —Lamento haberte pedido una cosa así, Reijiro-san, fue imprudente y egoísta. —Me erguí, serio, y lo miré a los ojos—. También lamento lo ocurrido en Omori. Sé que encuentras un honor inmenso sirviendo a tu Señor, salvaguardando su voluntad. Lo entiendo, y por ello siento un profundo respeto hacia ti; pero también necesitaré que entiendas que... hay cosas que debo hacer. Cosas que, quizá, se contradigan con los deseos de Hideyoshi. No cargues el peso de nada de esto, por favor.
     
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    Zireael

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    Sonreí con un dejo de ternura al escucharlo preguntar si tenía la espalda más ancha, no me dio tiempo de respuesta en realidad, se hizo el fuerte cargando a Hayato y asentí con la cabeza incluso si no hacía falta. El mayor sostenía al más pequeño y pensé en que deseaba ver a Hayato así de grande alguna vez, llevando el arco que le pertenecía su clan. La idea me lanzó demasiado al futuro, un futuro que no sabía si podría ver, y preferí no quedarme pensando en ello mucho más.

    Él admitió que tampoco entendía todavía del todo lo que pasaba, al parecer había sido bloqueado por un error de comunicación, así que cuando se enfrentaron a los oni no podía usar a Mara y me señaló la cima de la montaña, diciéndome que allí sido el enfrentamiento. Dividí mi atención en la cima y la periferia del bosque, donde los demás habían desaparecido, y luego volví a escuchar a Rengo.

    —Un yokai bueno dices —repetí en voz baja y una vez más estiré la mano para sostener su cabello. Recordé el disfraz de Murai, pude ver a Hoshi gracias a él, y pensé que tenía sentido que algo de su energía permaneciera en Rengo de esta manera—. Incluso si el tiempo que compartieron fue corto, sé que ahora ves la importancia de lo que te enseñó y sobre todo de su vida, para que la tuya permaneciera y pudieras tomar tu propia decisión. Lamento no haber podido conocerlo, pero le agradezco lo que hizo por ti. Gracias, abuelo Hoshi.

    Lo dije con un tono bastante solemne, como si de verdad estuviera allí con nosotros, y alcancé a sonreírle a Rengo también. Él no pudo limpiarse las lágrimas por estar sujetando a Rengo, incluso tenía cuidado de no despertarlo con sus reacciones, asi que empuñé el haori y le sequé los ojos con delicadeza, como el niño pequeño que siempre sería a mis ojos.

    Fue después que recargó la cabeza junto a la mía, me limité a respirar y cerré los ojos. Kioto era una pesadilla de la que nunca podríamos escapar, incluso si habíamos sobrevivido a ella, sabía que la sangre que habíamos olido y las consecuencias de mi incapacidad para guardar silencio nos seguirían, pero también nos perseguía la traición de Kuroki. Por eso necesitaba saber que llegado el momento Takeda no debería tomar la decisión solo, incluso si yo lo había deseado muerto y le había pedido a Takeda que le diéramos un nombre a Kanon.

    —Matsuda pudo volver a nosotros y a pesar de todo lo que tuvo que hacer, lo comprendimos. Matsuda está en casa, todos volvimos a casa —reflexioné en un murmuro—. Estamos en casa y no permitiré más sustitutos sueltos por ahí.

    Cuando Rengo se separó de mí comprimí los gestos, porque tendría que repetir la historia incontables veces y nunca sabría cómo empezar. Dejé caer las extremidades a los costados del cuerpo, sentí el brazo izquierdo vuelto peso muerto y abrí la boca, dispuesta a comenzar, pero volví a cerrarla para alinear ideas.

    —Acabo de estarlo contando y ahora no sé cómo empezar. Yo... —Expuse con lentitud el brazo limitado, cuidando que no fuese demasiado repentino por si lo espantaba, para que no fuese a mover a Hayato más de la cuenta. Dudé lo que me pareció una eternidad, pero busqué los ojos de Rengo y me sentí diminuta, herida y extraña—. No podía enviar a Takeda solo, sabes que no podía, por eso terminé en Kioto y allí todo se salió de control, por supuesto, nunca me enseñaron a callarme. Gendo Mori, sus locos y... Kuroki guiaron el castigo ordenado por Akishino. Es como si no tuviera dientes, no puedo cuidar a nadie así, ya no puedo.

    ¿Qué se suponía que hiciera?
     
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    Nekita

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    Akihito Shishio

    Decir las cosas que más peso habían tenido en su corazón en voz alta realmente lo había hecho sentir mucho mejor. Su cuerpo aun temblaba un poco por los sollozos, pero ya estaba buscando tranquilizarse, no romperse de nuevo solo porque eran demasiadas cosas pasando a una velocidad que no esperó en lo absoluto.

    Ahora quizás solo lo miraba como un cachorro herido tratando de componerse, pero ya era mejor que verlo como un cachorro llorando.

    —Mi intención jamás será castigarte con mis palabras —Confesó con sinceridad tallando un poco sus ojos, algo bueno había salido de no maquillarse, podía hacer esas cosas—. Pero ahora que puedo…necesitaba que supieras como me sentía y como aun así intentaba obtener algo de ti.

    Cuando habló de Shino sonrió ligeramente, no le desagradaba pensar en que Shino realmente lo había escogido por su apariencia similar a la de su madre, pero le parecía en cierta forma divertido que se trataba de una cosa completamente opuesta y nada relacionada con lo que le dijo cuando lo hizo partir.

    Un sentimiento de calidez bastante extraño de sentir frente a Rei se posó en su pecho cuando finalmente admitió, a su forma, que tan siquiera una parte de él si lo quería. Quizás era lamentable que tan fácilmente pudiera hacerlo un poco feliz, pero con eso le bastaba, era más que suficiente para callar los razonamientos de porqué pudiera ser más fácil para Rei odiarlo.

    Era bastante extraño escuchar a su padre hablar sobre cómo se sentía, lo que había reflexionado y sus arrepentimientos, en cierta forma lo hacían sentirse un poco conmovido, pero, al igual que la calidez, se seguía sintiendo bastante ajeno y extraño de sentir porque todavía no procesaba del todo que aquella figura que tanto miedo le daba ahora ya no era así y se estaba esforzando por hablarle de la mejor manera posible.

    —Ayudaste a poner a salvo a mi madre —sin querer sus ojos volvieron a ponerse cristalinos—, eso realmente me hace sentir orgulloso, ¿sabes? Escuchar eso hizo que una parte de mi corazón volviera a latir y me dio genuinamente mucha esperanza… Incluso finalmente pude hablar de ella porque no tenía miedo de pensar en describirla como si ya no estuviera aquí.

    Eso le había traído demasiada paz, aunque no tenía ni idea de cómo hubiera sucedido todo eso.

    —Lamento mucho escuchar sobre mi tío…—Dijo con cierta tristeza, como los demás miembros de la familia de Rei nunca lo conoció demasiado a fondo, pero lo recordaba amable, considerablemente más pacífico que Rei pese a que tampoco tuvo el mejor inicio con él—Y creo que lo estás haciendo muy bien pese a lidiar con la borrachera de un día anterior —Secó con sus mangas sus lagrimales para así evitar lágrimas traicioneras —. Creo que no pierdo nada dejándote intentar eso conmigo, no sé cuánto nos tome, pero…si puedo seguir esquivando grandes armas y onis creo que tendremos mucho tiempo para intentar sanar, mejorar.

    Luego, ver de repente que se sacaba un pincel para obsequiárselo para ayudarlo con su maquillaje hizo que tuviera que morder su labio internamente para no simplemente desmoronarse de nuevo y estaba seguro de que terminaría viéndose como un pequeño puchero.

    No iba a poder usarlo así como así, ni siquiera sabía si podía arreglarlo para que fuera funcionar para “sus rayitas” pero, se había interesado. Y quería creer que genuinamente fue cosa suya porque Matahachi seguro sí sabía cuál era la diferencia en los pinceles, así que tenía mas razones para ilusionarse un poco.

    —…Nunca creí que me fueras a regalar algo…—murmuró luego de recibir el pincel con ambas manos y gran respeto, se le quedó viendo por unos largos segundos, solo mostrando una leve sonrisa.

    —Siempre me arreglo lo mejor que puedo porque siempre me dijiste que me parecía a mi madre, entonces, si nos parecemos tanto… cuando me veo en los reflejos a veces imagino que la veo a ella y me pone feliz, es una de las maneras en que tengo su recuerdo siempre presente. Esto me ayudará mucho…agradezco que te tomaras el tiempo de buscar algo para mí. —Se reclinó frente a él para agradecerle, quizás con otra persona hubiera intentado darle palmaditas o un abrazo, pero sabía que entre ellos todavía había un tiempo y un camino por recorrer y quizás, esa iba a ser la mejor forma de que supiera ese agradecimiento por el obsequio.

    Una pequeña mentira sobre que tanto podía ayudar el pincel no lo veía en lo absoluto malo, de igual forma era consiente que si no podía modificarlo, lo iba a guardar como un pequeño recordatorio de ese día.

    —Fue bueno que decidieran venir.
     
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    Ayeah

    Ayeah Shinobi

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    Aoi Nobunaga

    Sabía que no debía inmiscuirse en aquel asunto, así lo había querido Ryoshi, pero cuando lo vio sangrar no pudo evitar lanzarse en picado en su dirección.

    Él estaba herido y nada más importaba.

    Habían hecho una promesa días antes e iba a cumplirla, no permitiría que le pasara nada malo. Ella le cubriría las espaldas.

    Desenvainó su katana con un movimiento fluído y se la entregó a Ryoshi para después sacar su arco y apuntar directamente al rostro de su atacante.

    Tu guerra es mi guerra. — Susurró, tensando el arco. Pero las palabras de Kojiro hicieron que dudara por un instante. Dedicó a Dozan una mirada interrogante y la desvío sutilmente hacia Ryoshi antes de volverla a clavar en aquella golondrina. Recordaba claramente las lágrimas de Ryoshi en Iga y, sólo por eso, deseaba lanzar su flecha con todo su corazón pero se contuvo. Nunca había sido alguien impulsivo. — ¿Realmente quieres ésto?

    Si él así lo confirmaba poco le importaban las consecuencias. Siempre había sido un arma y lo sería de nuevo para aquel pirata de muy buen grado. Pero tenían otras opciones.

    Y su promesa estaba ahí.

    También podemos dejar todo y marcharnos juntos. — ofreció con sus palabras otrora frías y huecas teñidas de infinito cariño y delicadeza.
     
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    Monpoke

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    Fujiwara no Riku

    Espero lo aceptes como muestra de buena voluntad, Riku-san.

    "Ah". Exclamé entre sorprendido y perdido, tomado desprevenido con este... Regalo en el momento que me disponía el correr hacia el bosque. Entregado por este joven, quien se acaba de presentar como Seikaiji.

    Los dados. Los perdidos en Hamamatsu. Junto tantas otras cosas que no se recuperaran...

    Los tomé con tanto cuidado como pude mientras estaba con la atención en lo que podría suceder en el bosque y el cuerpo en posición para dar una carrera.

    "Gracias". Por una vez, lo decía tanto como demostraba. Haciendo uso de una rara voz agradable y alegre había un desconocido. "Por haberlos cuidado y estando regresandolo ahora, lo tendré verdaderamente en cuenta en nuestras relaciones futuras".




    Fui llegando al bosque y fui encontrando aquello que se decía que podría estar pasando. Los conocía, estaban en Kofu.

    Más que Shinobis, se havien presentado como piratas.

    Pero esa información no era suficiente para hacerme capaz entender la situación en la que nos encontrábamos. En qué s relacionaban.

    No del todo. Pero si sabía de Jinrai y Kaori, está última confirmada muerta por otro hombre.

    Realmente, no era algo de lo cual podida simplemente involucrarme. No cuando era algo tan estrictamente personal que él mismo debía resolver.

    Encontrar su propia respuesta. Si había que me correspondía aquí, era algo cercano a un centinela, observando este combate de principio a fin. Y de asegurarme de que tal fin no se vea obstaculizado por terceros. Incluyo yo mismo.

    No di muchas palabras, pero me puse a su lado de que se dispusiera a atacar. Acompañándolo en este momento en silencio, asegurando de ver tanto el comienzo y el final de aquello.

    Pensándolo, fuera de nuestro enfrentamiento tiempo atrás, nunca había visto a Kojiro peleando. Aquel resultado fue más inesperado de lo que estaba esperando.

    Incluyo, llegando a borrar la preocupación que me generó ver a un Minamoto saltando al frente para detener aquello...

    Fue rápido, un rápido choque donde uso todas las técnicas que me había enseñado. Destruyendo el arma del oponente e hiiriendolo de gravada.

    En esa situación, inmediatamente podría elegir su destino como vendedor. A pesar de todo, me sentí complacido cuando se decidió en retrocer y dejarlo vivir.


    La escuela Ganryu no asegura la vida de mis alumnos... Lo siento... por ser tan débil. Pero les prometo que mejoraré la escuela; evitaré que sus vidas corran riesgo alguno. Porque yo soy su maestro... Esta pequeña golondrina le ha ganado al cóndor

    Me arrodille junto a Kojiro cuando esté cayó de rodillas, un poco sujentadolos de los hombros, cuidando no caiga más bajo o para ayudarlo a levantarlo cuando lo necesite .

    "No te culpes. Estamos aquí y no te hemos dejado, hasta ahora hemos sobrevivido, pero lo más difícil estará por venir. Así que, por favor, sigue guiándonos hasta el final de este vuelo".

    Cambié rápidamente mí atención al notar movimiento junto a la persona que acababa de derrotar, eso no sería nada, no sino fuera que estén apuntando hacia esta dirección.

    Me puse en frente de Kojiro y de aquella flecha, ya me lo recriminara en otra ocasión, pero igual que es el combate, no iba a dejar se entrometan en su momento vulnerable.

    "¿Van elegir continuar por aquello que ya ha finalizado?". Les dije, alzando un poco la voz, pero sin dar mucho movimiento en iniciar un ataque o desenvainar.

    Se le había dado una segunda oportunidad y no escupiría en eso
     
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    Amelie

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    En el barco= [Hayato; Yuzuki; Rengo; Rei; Akihito; Inagaki; Tamura; Tsubaki]

    Rengo se relajó al instante al saber que Matsuda estaba a salvo; significaba que el plan había resultado en gran medida. Pero fue cuando vio la ausencia de su mano cuando verdaderamente se petrificó; abrazando a Hayato. Desvió la mirada de mirada a Yuzuki.

    "Gendo Mori, sus locos y... Kuroki guiaron el castigo ordenado por Akishino."

    Rengo sonrió por mero nerviosismo e incredulidad, esperando que Yuzuki se corrigiera, que dijera otro nombre. No podía ser Kuroki. No hubo corrección ¿No había error?

    "Es como si no tuviera dientes, no puedo cuidar a nadie así, ya no puedo"

    Kuroki no lastimaría a Yuzu. Rengo negó —¿Kuroki? ¿Es un rehén? —miró nuevamente el brazo de Yuzuki con preocupación; tensó la mandíbula y en sus ojos resaltó el odio.

    "Fuiste advertido niño... Él debía morir; Natsu debió haberlo dejado morir en Chiryu"

    —No me hagas esto nuevamente...—mencionó Rengo cerrando los ojos; Yuzuki notó que esas palabras no iban dirigidas a ella.

    "Te separó de Natsu; te mintió y ahora esto..."

    —Basta —dijo con calma —Esto debe ser un error, no usarás mi odio si aun no entiendo lo...

    "Llora"

    Rengo abrió los ojos, confundido con aquellas palabras que escuchaba directamente de Mara.

    Rengo negó y se acercó a Yuzuki y recargó su frente en la suya —Es mentira; no necesitas de armas para defender a los demás... a mi siempre me has defendido con amor; me has protegido con mimos y cuidado, por eso he crecido; protegiste lo poco que quedaba de mí en Kamakura. Has hecho lo mismo con Takano; con Hayato; con Takeda... — la obligó a mirarlo mientras se separaba de ella —La camelia es tan fuerte que nunca tira sus pétalos como otras flores; tuvieron que recurrir a arrancar uno de esos pétalos para lastimar a una flor tan fuerte y aun así no quebraron su tallo. Levanta la vista porque una camelia no se marchita por perder un solo pétalo... —sus ojos comenzaba a nublarse pero aun reprimía las lágrimas — Tus abrazos siguen dando el mismo calor —sonrió ligeramente —no pueden mermar aquello que no les pertenece. Tu fuerza no es de ellos, esa te pertenece.

    En su interior se estaba desquebrajando; no entendía nada, no sabía si en verdad quería conocer detalles. Pero tenía una nueva fuerza, una que creció — Además... Somos un campo de flores. —Yuzuki no estaba sola; no debía proteger a todos cuando todos eran un conjunto. Esta vez las otras flores prestarían su sombra si era necesario.

    "Llora... no lo reprimas"

    Rengo suspiró —Sé que es difícil; pero necesito que me digas todo —Sus ojos dejaron escapar las lágrimas ante el primer parpadeo; pero él no se derrumbó frente a ella —Dime cómo él... —en su pecho se notaba como su respiración se aceleró; no quería creerlo, no quería escucharlo. Pero debía hacerlo — Dime que Kuroki no te ha lastimado... —al final no pudo evitar rogar por un milagro. Rogar que aquello sólo fue un error de la boca de quién considera su madre.

    "Llora...eso se hace cuando alguien rompe tu corazón..."




    A Rei le incomodaba tan despliegue de benevolencia; Akihito no parecía responderle con el odio que él merecía, había crecido con la bondad de su madre, y su fuerza. Por eso cuando habló de Sana y de lo orgulloso que se sentía porque él la ayudó, Rei negó con fuerza —No debes sentirte orgulloso por algo que era mi obligación; lo mínimo que podía hacer. Siempre he hecho eso... lo mínimo. Pero ahora quiero hacer lo que corresponde y más. Porque no sólo pude salvarla, también debí haberte buscado para que fueras con ella... la he castigado nuevamente a la incertidumbre; me imagino que cada noche ruega por tu seguridad, por que regreses a ella —aquellas palabras salieron tan naturalmente; sin ser pensadas ni fabricadas, era algo que guardaba muy dentro y escapó en un momento de... "debilidad".

    Golpeó su pierna con genuino enojo; pero calló para seguir escuchando.

    "si puedo seguir esquivando grandes armas y onis creo que tendremos mucho tiempo para intentar sanar, mejorar."

    La palabra "Oni" le heló la sangre. Pero aquel miedo se vio opacado por la expresión de Akihito al sostener aquel pincel y hablar de por qué usaba "esas rayitas" pudo entenderlo más. Pues aquello del maquillaje era de las pocas cosas que no entendía de la nobleza.

    —Fue... buena charla — dijo recordando lo incómodo que fue para él entrar a ese negocio a comprar el pincel —Y... —bufó con mayor fuerza; escuchándose como un jabalí —Aun podría hacer algo; creo que aun podría alcanzar a las personas que van a Aomori y dejarte ir con ellas. Así podrías reunirte con ella, con tu madre—negó — No te estoy poniendo a prueba — agregó para no llegar a malos entendidos —Si quieres ir con tu madre; puedo ayudarte...

     
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    Bruno TDF

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    Togashi
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    Aguardó con resignación que a sucediera lo inevitable, no hizo ademán alguno de detener a su hermano luego de bajar el brazo. El agobio mantenía su cuerpo aprisionado en un estado de quietud, conteniendo el aliento, como si hubiera olvidado cómo respirar.

    Sólo reaccionó cuando la inesperada intervención de Kohaku, que se interpuso justo en el momento que los contenientes atacaban, hizo que abriera mucho los ojos; a la vez que un vacío golpeó su pecho, como si el corazón se hubiese saltado un latido. Apenas llegó a hacer un amague de brincar hacia el muchacho para quitarlo del camino, temiéndose lo peor. No pudo hacer nada, Kojiro y Ryoshi fueron demasiado rápidos para alguien de su nivel. Pero... haciendo demostración de sus extraordinarias habilidades, los guerreros eludieron a Ishikawa por poco, como si sólo estuvieran hechos de brisa.

    Sin embargo, no tenía motivos para respirar con alivio.

    Haiku hizo silbar el aire, un destello blanquecino recorrió la pronunciada extensión de su acero. El sonido de la nodachi, mortal como era, pareció susurrarle unas palabras:


    “Las golondrinas tienen una larga cola. ¿No crees?”

    Las dijo Ryoshi, hace muchos años. Con ellas, había alentado a su viejo amigo a superar la desventaja que le traía su baja estarura. Le aseguró que las golondrinas también tenían sus ventajas. El tiempo, ahora, le respondía a través de las acciones. Haiku, representando la cola de la golondrina, lo alcanzó sin esfuerzo alguno, provocándole profundas heridas. El poderoso cóndor sucumbió ante el pequeño pájaro, que había aprendido a explotar la fuerza única que poseía. No hubo nada que Ryoshi pudiese hacer ante la nodachi y las técnicas utilizadas. Su katana, incluso, estalló en pedazos, bajo el acero que había forjado con sus propias manos. Su obra más sublime como herrero.

    Kohaku estaba ileso… Kojiro, llevando las cenizas de Jinrai contra su pecho, respiraba sin una gota de cansancio… Y sabía bien, incluso antes de escucharlo hablar, que no habría muertes. No podía sentirse más aliviado ahora mismo, pese a que la tensión no abandonaba su cuerpo.

    Escuchó las palabras que Kojiro dedicó a sus camaradas. Y cuando afirmó que Togashi la había hecho entender tantas cosas, y que era un verdadero hermano que volaba a su lado, éste debió valerse de una enorme fuerza de voluntad para no derramar una lágrima. Sus ojos se tornaron vidrioso de igual forma, pero mantuvo la postura firme y digna, sin saber cómo podía sostenerse a esas alturas.

    Kohaku agradeció a Kojiro por detenerse, con los ojos anegados en lágrimas. Su hermano, finalmente sucumbió frente a la idea de que Kaori ya no estaba con ellos. La alumna de Kojiro había renacido: así le había enseñado Benkei a Togashi, a ver la muerte de los seres queridos. Se acuclilló junto con Riku; mientras que su compañero tomó a Kojiro por los hombros, Togashi estiró una mano para darle una caricia suave sobre los cabellos, donde depositó el cariño que sentía por él.

    Siempre había considerado que eran hermanos sin más, no consideraba que uno fuese más maduro que el otro; la edad no influía en el trato que se daban. Pero mientras consolaba a Kojiro en silencio, Togashi se sintió como un hermano mayor.

    Confiamos en ti —secundó a las palabras de Riku con suavidad, conmovido por las lágrimas ajenas—. Jamás dejaremos de hacerlo. Avanzaremos juntos, para que nos puedas mostrar lo que viste más allá de las nubes.

    Otra vez notó un movimiento extraño por la vista periférica. Alzó la cabeza sintiendo nuevamente el azote de alarma, y fue que advirtió a la chica que acompañaba a Ryoshi… apuntando a Kojiro con un arco. Togashi y Riku reaccionaron a la par, como coordinados: los dos se colocaron como escudos de su maestro, no iban a permitir que lo hirieran esta vez.

    Kojiro y Ryoshi acababan de saldar las deudas del pasado como guerreros, no había necesidad de más daño.

    Ya fue suficiente —le dijo en un tono de advertencia a la chica, si bien mantuvo las manos apartadas de sus armas.
     
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    Nekita

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    Akihito Shishio

    Barco

    —Estoy orgulloso porque es algo que se que probablemente no hubieras hecho antes, pero decidiste hacerlo, y eso vale la pena reconocerse. —No quería simplemente decirle que él ni siquiera consideraba que hiciera "lo mínimo", así que genuinamente tenía razones de felicitarlo aunque Rei no creyera que lo merecía.

    Pero, cuando comenzó a hablar sobre las otras cosas que debió de hacer, fue su turno de removerse incómodo en su lugar y verlo con desconcierto. Ese para él si era un tema incómodo, tocaba inseguridades que le desagradaban y siempre había tratado de apartar de su mente cada que podía, pero al mismo tiempo agradecía la importancia que Rei le daba.

    Desvió su mirada de él y se centró en el pincel para jugar con el con sus manos, tocando las cerdas y la madera con las yemas de sus dedos para tratar de no estar muy incómodo, Rei la había visto... Quería creer que en serio estaba bien y no había reaccionado tan mal para que dijera que era un "castigo" no haberlo llevado a verla.

    —...Yo no puedo ir a con ella...—Dijo en voz baja porque en serio le costaba decírselo de nuevo, en Gifu le había costado también decirle eso pero el miedo que le provocó creer que lo iba a castigar por saber que su madre estaba viva fue impulso suficiente para confesárselo. Ahora era diferente, ahora tenía que admitírselo para que no llevara eso que tenía planeado a cabo.

    —Yo no quiero que tenga que verme y su nueva imagen de mí sea esto que tú estas viendo...—Apretó un poco el pincel y tomó aire por la boca para luego suspirar lento, pausado. —Prefiero que su imagen de mí sea ese niño que la imitaba y la seguía todo el tiempo, que corría tras ella y jugaba en el bosque frente al santuario mientras tocaba... no quiero que me odie o piense menos de mi al verme ser algo que ella siempre aborreció, ni va haciendo cosas que tampoco le gustaban en lo absoluto.

    Guardó el pincel dentro de sus ropas y puso sus manos sobre sus muslos, apretando la tela de su kimono porque era algo demasiado doloroso de pensar.

    —Mientras ella se encuentre bien y a salvo estaré feliz. —Dijo volviendo a mirarlo, no podía forzar una sonrisa pero estaba siendo honesto — Y mi madre es muy lista y linda, estoy seguro que habrá alguien que la va a atesorar y cuidar tanto que eventualmente podrá tener otra pequeña personita que le toque vivir en tiempos más pacíficos, alguien que va a poder quedarse a su lado y amar.

    —Eso...eso es mucho mejor a exponerla a mi realidad... ¿no crees?
     
    Última edición: 4 Agosto 2024
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