Shimane Islas Oki

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 29 Diciembre 2023.

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    Gigi Blanche

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    El vuelo del búho de Konan me transportó automáticamente a la canción que solía cantar madre, la que le había confiado a Hotaru en medio de la montaña, y me distraje tarareándola. El sonido de pasos tras mi espalda me hizo detenerme y quien apareció a mi lado fue Yuzuki. Le sonreí, bajé la vista y asentí hacia Hayato, acentuando el gesto un poquito más.

    —Buenos días —respondí hacia ambos, con calma.

    Chiasa olisqueó el aire, movió las orejitas y brincó directamente de mi hombro a la cabeza de Hayato. Los dejé ser, regresando la vista a Yuzuki conforme siguió hablando, y su comentario me arrancó una risa nasal bastante floja. Cambié apenas la posición para mirar detrás mío, adonde Eiji estaba.

    —Se merece toda la alegría que está sintiendo, siempre admiré a los marineros. No sé cómo soportan vivir arriba de un barco... ellos o sus estómagos. —Regresé los ojos a mi taza de té, apenas le había dado unos sorbos y se la extendí a Yuzuki, sin perder la sonrisa—. Haya sido el alcohol, la tormenta o ambos, ayuda con las dos cosas.
     
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    Bruno TDF

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    Su memoria se había nublado en medio del extraño encuentro con Murai. Después de que lo confundiesen con un herrero llamado Hoshi, siguió bebiendo a la vez que se mantuvo al margen, dejando que Riku y los demás tomaran las riendas de la conversación. Sus sorbos fueron discretos, cortos, pero al final supusieron una acumulación que no logró calcular a tiempo, y probablemente dejó escapar una risa ligera antes de perder los sentidos por completo. Vergüenza le daría enterarse que su colega debió arrastrarlo al interior del navío.

    No tuvo el más fructífero de los descansos. Las violentas sacudidas del navío lo arrancaron del sueño en un par de ocasiones, provocándole un mareo que confundió con resaca. Para la tercera vez, se había espabilado lo necesario para entender, no sin temor, que algo no andaba bien con el mar. El sonido de su oleaje era tan estruendoso, que consideró peligroso salir a husmear, y lo único que atinó a hacer, aún con su mareo, fue llevar una mano el Mala que envolvía su muñeca, rezando en silencio por la seguridad de sus camaradas.

    La calma que los recibió, a la mañana siguiente, encontró a un Togashi maltrecho por la combinación de sake y dificultades de viaje. Al percibir los sonidos que comenzaban a desplegarse a su alrededor, abrió los ojos con un leve quejido. Como pudo dormitar un poco, después de que la naturaleza detuviera su poder implacable, contaba con las energías suficientes para, al menos, ponerse en pie y salir a las afueras.

    En una de las barandillas notó a Yuzuki en compañía de aquel niño, acompañaban a un joven que no reconoció. Togashi se detuvo un momento para mirar, no sin desconcierto, aquella cabellera celeste. Distraído en este detalle, fue incapaz de notar a la ardilla que reposaba en el hombro de éste; además, tenía los ojos tan adormilados, golpeados por la luz matutina, que de pura suerte la distinguía como una mancha pequeña y borrosa. En cualquier caso, optó por acercarse a los tres, con el rostro somnoliento, rascándose los cabellos despeinados.

    Buenos días —murmuró, colocándose a un lado de Yuzuki y Hayato.

    La luz solar, así como un ligero dolor de cabeza, hacían que contrajera ligeramente las cejas, pero se las arregló para no hacer ninguna mueca cuando miró a la chica y al otro muchacho, en el que se detuvo unos segundos de más. De cerca, reconoció aún menos los ojos ambarinos y las marcas del rostro; pero la ardilla que estaba en la cabeza de Hayato… se le hizo vagamente familiar. Seguía viéndola algo borrosa, y su mente estaba demasiado espesa como para recordar que sólo Kohaku solía llevar una consigo.

    No es un milagro que estemos vivos —comentó, pues había llegado a escuchar la conversación que mantenían—. Kojiro tiene un don indiscutible para la navegación, y se ve que lo de Eiji no era simple fanfarronería —Suspiró, desviando la mirada hacia las islas que se divisaban en el horizonte—. Hicimos bien en impedir que se dieran una paliza en Omori. No imaginé que pasaríamos por corrientes tan violentas.
     
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    Zireael

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    Ko nos saludó a ambos, acentuó la sonrisa al dirigirse a Hayato y antes de darme cuenta la ardilla saltó de su hombro a la cabeza del niño, arrancándome una risa liviana. También los dejé ser, hice el comentario sobre el reducido público presente para las grandes dotes marítimas de Eiji y el muchacho miró detrás de él, en dirección a nuestro capitán.

    —Sin duda es algo que reconocerles, la tierra es más cómoda. La gente de mar está hecha de algo distinto —secundé a lo de soportar vivir en un barco—. Esto se zarandeaba como si fuese una balsa.

    No noté el vistazo que le echó a su té porque había distraído mirando hacia Eiji, así que solo me di cuenta de la intención cuando me extendió la taza, diciéndome que fuese el alcohol, la tormenta o las dos cosas, ayudaba para ambos. El comentario me ensanchó la sonrisa, pensé en que este niño había sido amable desde que podía recordar y algo en eso me alivió el corazón.

    Solté la mano de Hayato, así también quedaba libre para lidiar con su propio desvelo o distraerse con Chiasa, y tomé con cuidado la taza que Kohaku me extendió dándole las gracias en voz baja. Miré el té humeante, volví a respirar la brisa marina y le di un sorbo modesto que me ayudó a seguir regresando inquietudes a su lugar muy despacio.

    —¿Probaste el sake? —pregunté ligeramente divertida antes de intercambiar la vista entre él y la taza de té, extendiéndosela de regreso—. Si a ti no te importa podemos compartirla, era tuya después de todo.

    Apenas terminado de decir eso cuando Togashi apareció, dio los buenos días y se quedó de mi lado y el de Hayato. A ver, ninguno de nosotros debía verse bien en verdad si todos habíamos bebido, pero puede que Togashi tuviese peor pinta. El comentario, por supuesto, me lo reservé y él señaló lo de que no era un milagro que estuviéramos con vida, sino que Kojiro tenía un don para la navegación y lo de Eiji no había sido solo hablar por hablar. Por lo demás nadie podía culparme, con la mente así de lenta ni siquiera se me ocurrió pensar que Togashi estaba allí sin poder reconocer a Ko.

    —Antes de ir a las minas tuvimos que evitar que Kojiro y Eiji se dieran una paliza por defender su... ¿Su honor de navegantes? Siendo sincera, no sé bien cómo llamarle a eso. En fin, que necesitábamos a ambos en el barco de una pieza y se logró —expliqué para Kohaku con calma junto a una risa floja. Volví a mirar el horizonte, respiré y hablé para ambos, aunque una parte de mí formuló la pregunta más para el menor—. ¿Sienten nervios por desembarcar?
     
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    Nekita

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    Akihito Shishio
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    Mientras construían no pudo evitar pensar en que quizás si le hubiera venido un poco un pequeño descanso antes de que tuvieran que iniciar a la construcción del refugio, porque estaba cien por ciento seguro que el cansancio se vio reflejado mientras hacías las cosas pese a que había dado su mayor esfuerzo, incluso mas de una vez tuvo que parar a hacer de su cabello una cebolla para evitar que estuviera estorbando por allí y causarle más calor del necesario.

    Así que, la cena genuinamente fue gloriosa para él después de todo aquel esfuerzo y le permitió también estar mas descansado al momento de guiar a todos hacia el estanque.

    Toda la ceremonia se mantuvo respetuoso y atento, manteniéndose al lado de Seikanji para darle espacio a la familia de tener su momento un poco más privado, y cuando fue su momento de rezar bajó la cabeza, cerró sus ojos y lo hizo por un tiempo, agradeciendo todo lo que hizo por ellos, deseando suerte y prosperidad en su camino por el Meido y que haría lo posible por cumplir lo que les dijo.

    Cuando terminó y pudo ver a su alrededor nuevamente, miró hacia Seikanji ocultar su rostro y se puso un paso más cerca para poder abrazarlo con un brazo, manteniéndose a un lado suyo en un pequeño intento de consolarlo, en algo así... era obvio que también iba a ser duro para él. Al cabo de un tiempo se separó y continuó observando todo hasta que ya tuvieron que retirarse a descansar, donde apenas se recostó y quedó por completo dormido.

    Los días siguientes quiso creer que había mejorado un poco en esas...habilidades constructoras, pero sentía que mínimo podía compensar un poco con las demás cosas que había descubierto con Hajime en esos tiempos muertos, no era el tiempo más tranquilo del mundo pero era bastante disfrutable, incluso había encontrado tiempo de arreglar el cabello de Rengo si terminaba demasiado mal por su emoción con eso de la construcción.

    Y en las noches antes de volver a dormir, como le había prometido en cierta forma a Seikanji, pasaba un par de horas viendo hacia la otra isla, esperando no ver ninguna señal que indicaran que podían acercarse o estaban en peligro tan solo para dormir algo más tranquilo.

    Esa mañana que despertaron con lluvia, ni siquiera hizo el esfuerzo de maquillarse como solía hacerlo, simplemente se arregló su cabello y fue a enterrar sus pies en la arena, lo suficientemente lejos del agua para no ser empapado pero si para mojar sus pies. Su cabeza estaba recostada sobre sus rodillas que abrazaba bastante perezoso mirando el horizonte, tratando de encontrarle el gusto a esos cuerpos de agua y de pronto, una mancha que se convirtió en un buho apareció y a lo lejos también un barco comenzaba a divisarse.

    Se puso de pie completamente incrédulo y miró a los demás para comprobar que estuvieran viendo lo mismo que él.

    ...Habían vuelto y si volvían... entonces... todo debería estar bien.

    Podían respirar un poco.
     
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    Gigi Blanche

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    Correspondí a las apreciaciones del barco de Yuzuki con una risa leve, y apenas aceptó la taza volví a recargar ambos codos en la barandilla. Mientras ella inspeccionaba la bebida yo repasé sus facciones, de soslayo, preguntándome si se sentiría demasiado mal, si sería el sake de ayer a la noche, o quizá la tormenta, o tal vez los sucesos recientes. Desde que sabía de Gendo Mori por mi charla con Yume y Tamura en Tateyama las piezas se seguían apilando y encastrando entre sí. Las mujeres nobles se escondían, habían quebrado las piernas de Yume, Matahachi le había dedicado estaciones enteras a su misión de relocalizar a Hina y yo seguía pensando en Chiasa. En lo que podría haber sido de ella si hubiesen decidido no matarla, sino llevarla a Kioto.

    Como habían llevado a Yuzuki.

    No era más que un niño a ojos de muchos, pero comprendía lo suficiente para, quizá, temer demasiado. Regresé la vista al mar y la pregunta de la chica me hizo sonreír con cierta vergüenza, incluso resignación. Noté que pretendía regresarme la taza y yo meneé la cabeza, despacio.

    —Descuida, no me apetece mucho —mentí, pero sí me sentiría incómodo bebiendo de la taza ahora que ella la había usado—. Y sí, lo probé... quizá demasiado. —Me reí en voz baja—. Pero el aire de aquí me ayudó a despejarme, así que ahora me siento mejor.

    Togashi se unió a la pequeña reunión y lo noté tan adormilado que mi sonrisa se ensanchó, mas no dije nada. Verlo, sin embargo, me indujo a llevarme una mano al cabello con el ceño ligeramente fruncido, buscando aplastarlo por si acaso. ¿Estaría así de despeinado y no me habría dado cuenta?

    —Buenos días, Togashi-san —correspondí a su saludo, relajando el brazo.

    Deslicé la mirada a Yuzuki y le sonreí en silencioso agradecimiento, pues eran evidentes sus intenciones al explicarme el contexto del comentario y me recordó a Matahachi ayer. Si nadie me ponía en tema yo tampoco preguntaría, no por falta de interés sino por pretender no husmear, así que apreciaba mucho esa clase de detalles. Eran bonitos.

    —Lo lograron bastante bien, diría yo —comenté, ligeramente divertido, y me permití seguir bromeando—. Hicieron un gran equipo a la noche, en el peor momento de la tormenta, como si hubieran nacido para navegar juntos.

    Ahora que lo pensaba, aún no sabía por qué ellos y Riku habían llegado a Omori con los demás. Suponía que lo descubriría luego. Yuzuki preguntó qué sentíamos respecto al desembarco y solté el aire por la nariz, regresando la vista al mar. Me tenía algo ansioso lo de Tomoe y Matahachi, pero esa porción de información era demasiado caótica y privada. Y de ellos, no mía.

    —Verlos aparecer en Omori me alivió mucho, sí estaba bastante nervioso cuando sólo era yo yendo a la isla llena de Tairas —reconocí, junto a una risa liviana—. Acepté venir porque me dijeron que estaba Rengo, tengo que hablar varias cosas con él y... —Me rasqué la nuca, dubitativo, antes de volver a mirar a Yuzuki—. Te había prometido que te ayudaría a traerlo de regreso. No creo que eso haga falta ahora, pero pensé que si volvía a verlo podría encontrar la forma de cumplir mi promesa contigo. Claro que me ahorraste mucho trabajo de repente.

    Volví a reírme ante mi remedo de broma, en parte para mitigar la ligera vergüenza que sentía, y luego de aquella confesión decidí aprovechar que, al menos ahora, nos encontrábamos reunidos sólo miembros de los Minamoto. Mantuve mis ojos en Yuzuki, más serio que antes. Desde que habíamos recibido la información en Shima la duda seguía y seguía rebotándome dentro de la cabeza, insistente. Debería haberla buscado la noche anterior, eso era cierto, pero entre una cosa y la otra... me había distraído.

    —Perdona lo repentino de la pregunta, pero... ¿vieron a Kuroki en Kioto?

    no sé si hay tiempo para esto ahora pero yo por las dudas aprovecho JAJAJA y si no lo retomamos later on
     
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    Bruno TDF

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    El chico le devolvió el saludo con una familiaridad que no le pasó desapercibida, detalle que alimentó el desconcierto que su presencia le provocaba. El tono de su voz hacía que algo, invisible, repiqueteara en diversos rincones de la memoria de Togashi, difusa por la resaca. Pero el dolor de cabeza, si bien no era violento, persistía como una interferencia, que le impedía darse cuenta de con quién estaba hablando. La última vez que lo había visto, antes de la batalla de Shizuoka, una máscara ocultaba su semblante. Apenas asintió para hacerle saber que lo había escuchado, distraído brevemente en la misión de despejar sus pensamientos.

    Yuzuki tuvo la amabilidad de dar un contexto a su comentario sobre Kojiro y Eiji, que Togashi había omitido debido a los resabios de su somnolencia. Pese a todo, les prestó atención mientras paseaba la mirada por el mar, ahora calmo, lo cual se notó cuando se sonrió, tras escuchar que aquel joven decía que Kojiro y Eiji parecían haber nacido para navegar juntos. Volvió a asentir en silencio, como para secundar esas palabras, pues en un par de ocasiones había llegado a escuchar cómo los navegantes compartían sonoras risas: no cabía duda de que ahora se llevaban bien.

    Cuando les preguntaron si estaban nerviosos por el desembarco, Togashi no alteró su posición ni su semblante, manteniendo el ceño ligeramente fruncido. Permitió que el joven, que luego sabría que se trataba de Kohaku, respondiera primero. Lo escuchó con la calma usual, y sólo se enfocó en sus acompañantes ante la mención de Rengo, pues volvió a rememorar las palabras de Jiin en Kamakura, mientras investigaban la vieja herrería… El camino que llevaba a la montaña.

    Más bien, diría que estoy confundido —reconoció, apoyando una mano sobre la barandilla—. Estar en el medio del mar, con personas asociadas a los Taira, con Murai… me cuesta asimilarlo —volvió a mirar hacia las islas, cuyos contornos iban ganando una paulatina nitidez—. Sigo sin entender muchas cosas, pero sí me queda claro que han depositado su confianza en esta nueva alianza. Si ese es el camino de mis camaradas… yo también confiaré.

    Al volver a mirarlos, les sonrió con tranquilidad. Pasado ese intercambio, notó cómo el chico dirigió hacia Yuzuki una mirada cargada de seriedad y le hizo una pregunta que, por instinto, le provocó una sensación de inquietud. Se quedó mirando al joven. ¿De dónde conocía a Kuroki? ¿Y por qué éste estaba en Kioto? ¿También lo habían capturado cuando tomaron prisioneros a Yuzuki y Takeda?

    ¿Kuroki? —preguntó con calma, así como con un interés que dejó en evidencia su preocupación— ¿Qué ocurrió con Kuroki?

    Uy, qué lindo rumbo acaba de tomar la charlita.
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    Reí al escuchar la respuesta de que había probado el sake, quizás demasiado, y suspiré como diciendo que no había sido el único. Tuve el impulso de estirar la mano para darle una palmadita en la espalda, pero la intención murió apenas caí en cuenta de que había pretendido hacerlo con el brazo limitado, así que solo le di otro sorbo al té. Estaba rico, sanaba el corazón.

    —A todos se nos salió un poco de las manos el alcohol —murmuré junto a una sonrisa.

    Noté que cuando Togashi apareció Kohaku pretendió acomodarse el pelo, lo que me hizo consciente a mí de lo mismo, pero no tenía cómo solucionar el percance sin soltar la taza de té, así que solo dejé que fuese lo que tuviera que ser. El muchacho lo saludó, luego le expliqué lo de Kojiro y Eiji y respondió con una broma que me arrancó una risa.

    —Si se los preguntas tal vez sí te respondan eso, que nacieron para cruzar los mares juntos. Se les pasó bastante rápido el enfado de orgullo navegante apenas se presentaron como correspondía.

    Ko respondió la pregunta que hice, dijo haberse sentido aliviado al vernos aparecer y que había aceptado porque le dijeron que Rengo estaba en las islas, que tenía cosas que hablar con él e incluso recordó la promesa que me había hecho. Su figura se solapó con la de Kuroki, separándose de inmediato, y sonreí con un dejo de ternura con la mirada puesta en el té que me había cedido. Digamos que estábamos aquí por el mismo motivo.

    La respuesta de Togashi se orientó más a la confusión, así que a él busqué dedicarle una sonrisa más tranquilizadora. Sabía que estar aquí con los Taira a los que habíamos aprendido a odiar, según nosotros justificadamente, era difícil de procesar. Sin embargo, confiaba en nuestras decisiones y se lo agradecía.

    —En Nara llegamos al acuerdo de aliarnos con ellos, perdonamos la vida de Murai también, pero hasta ahora parece que ambos bandos fuimos engañados y manipulados hasta resultar en la enemistad que manteníamos. Anoche que hablé con Noishi y Shino, antes del sake, entendí que muchas cosas no son como las creíamos. Hay más facciones y también una suerte de enemigo común mucho más grande, salvaje y poderoso, para sobrevivir debíamos cambiar todo, incluso si implicaba luchar con nuestro propio resentimiento. Una vez aceptada la alianza, Riku y yo decidimos venir a las islas para aprender lo más que podamos, sobre venenos en mi caso —expliqué para ambos, pero al continuar volví a mirar a Kohaku—. También nos dijeron que Rengo estaba aquí y que te llevarían con él, así que por supuesto debía venir, por él y por ti. Siempre tuve presente que te pedí ayuda y te agradezco por la promesa que hiciste conmigo, por tenerla presente hasta ahora. De verdad, muchas gracias, Ko. Sabía que si venías Rengo estaría bien, pero quería verlo yo misma, hace mucho quiero verlo.

    Su pregunta, aunque era cierto que era repentina, no era sorprendente como tal. No había querido mencionarlo en las minas porque no consideraba que fuese el lugar o el momento adecuado para hacerlo, pero cuando Kohaku preguntó si habíamos visto a Kuroki en Kioto y Togashi también buscó saber qué había pasado con él una sonrisa extraña me alcanzó el rostro. Percibí resignación en ella, pero también dolor y puede que hasta algo de acidez. Lo habíamos visto, sí, y eso había marcado un antes y un después, el inicio de una pesadilla de la que no podíamos despertar. Takeda y yo estábamos empapados de sangre, mi sangre.

    Ojalá no lo hubiésemos visto nunca más.


    Ojalá no hubiese entrado con Gendo y el resto.

    —No quise mencionarlo antes porque no sabía cómo. Les pido disculpas, porque era algo muy importante que retrasé hasta ahora —comencé luego de echarle un vistazo a Hayato. No había nada que ocultarle al pequeño, lo sabía prácticamente todo, pero aún así hablé tan bajo como pude—. Lo vimos, sí. Kuroki apareció en Kioto ante Takeda y yo… junto a Gendo Mori y los suyos. Me negué a guardar silencio frente a Akishino y nos negamos a matar al niño de Shino, Kinsuke, el pago por ello fue cobrado por Kuroki. Me castigaron a mí por mi insolencia y me usaron para castigar la supuesta debilidad de Takeda también.

    Apoyé el brazo con la taza de té en la baranda y con cuidado expuse el brazo izquierdo, el que me esforzaba por mantener oculto apenas estaba a los ojos de los demás: el muñón que revelaba la falta de toda la mano izquierda quedó a la vista. Era por eso que no había podido corresponder el abrazo de Ko con ambas manos, como habría querido, era por esto que no podía abrazar a Hayato y no podría sostener a Rengo como me gustaría, tampoco a Takano.

    Era esto lo que los malditos habían hecho conmigo.

    Izquierda y derecha.

    Con el brazo expuesto dejé los ojos en cualquier parte que no fuese en Kohaku y Togashi, lo hice en un intento por poder seguir hablando, pero todo estaba demasiado fresco, demasiado reciente. Todavía podía sentir el dolor, oler la sangre y ver el rostro vacío del niño que me cortó una mano sin dudar.

    —El niño habló y habló, que había perdido la paciencia, dijo que cierto amigo lo hizo sentir como una plaga por decidir de forma egoísta, algo de que Gendo sí supo verlo. Dijo muchas cosas y no entendí la mitad —conforme fui hablando se me secó la boca y noté que me temblaba el cuerpo, de nuevo—. Gendo le pidió que le llevara algo mío, el resto hablaron, le dieron un dado por si no sabía qué… qué extremidad tomar. Un dado decidió mi destino, todos me sometieron, Kuroki alzó la katana y desapareció mi mano. No me hicieron nada más, pero luego de eso me separaron de Takeda, me arrojaron a las mazmorras y fue después que se desató el caos, entraron las personas de Murai y fue él mismo quien ordenó que me dejaran la llave para salir, porque Konan le dijo quién era yo pues él también había sido encerrado. La suerte de la serpiente y los suyos me salvó, de no ser por eso no habría podido salir para reunirme con Takeda y los demás. Seguiría en Kioto, con Gendo.

    Atrapada con ese monstruo.

    Pasé saliva con dificultad, bebí otro poco de té para humedecerme la garganta y parpadeé, buscando borrar las imágenes inconexas que tenía en la mente, las mismas que me habían despertado incluso antes que las aguas embravecidas. Tomé aire, llevé el brazo izquierdo al mon de los Cuatro Rombos que seguía en el haori y lo presioné contra mi cuerpo antes de mirar a Togashi y después a Ko.

    —Fuimos traicionados una vez más. Lamento darles esta noticia.


    pues si teníamos el tiempo no sé, pero los tres hicimos el tiempo *smiles in pain*
     
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    Gigi Blanche

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    Fui asintiendo para apoyar las palabras de Yuzuki conforme explicaba lo ocurrido en Nara y en el escenario grande, la cadena de engaños y manipulaciones que nos habían empujado a odiar a la gente equivocada. Era información que había conseguido y atado por mi cuenta, por lo cual no demostré sorpresa ni ninguna emoción particular. La chica me agradeció, le sonreí y volví a asentir. No había forma de que olvidara aquella promesa, en especial tras lo sucedido en Odawara. Me había salvado la vida, era lo menos que podía hacer.

    La confusión de Togashi evidenció que poseía aún menos información que nosotros. En parte lamenté haber tocado este tema, pero también pensé que quizá fuera hora de unir las piezas que todos poseíamos. Yuzuki dijo que sí, habían visto a Kuroki junto a Gendo. La mención del castigo me detuvo el corazón por un segundo y seguí sus movimientos con una ansiedad contenida. No pude creer que... que no lo hubiera notado.

    Le habían cortado la mano.

    Kuroki lo había hecho.

    Dijo que cierto amigo lo hizo sentir como una plaga por decidir de forma egoísta.

    Intenté relajar el semblante un rato después, cuando fui consciente de cuán contraído y tenso lo sentía. Deslicé la mirada a los hombros de Yuzuki, su silueta en general, y alcé un brazo. La envolví con él y la atraje suavemente en un ofrecimiento silencioso. El sometimiento, la liviandad de sus decisiones, lo poco que les importaba y lo mucho que dañaban. No me cabía en la cabeza ni en el corazón. No lo entendía en absoluto.

    Cuando estuvo lo suficientemente cerca, agregué mi brazo libre y, habiéndola abrazado, miré a Togashi. No fue por ningún motivo particular, sólo me quedé allí intentando ordenar mis pensamientos. Tomé mucho aire, lo liberé de a poco y acaricié la espalda femenina.

    —Lo siento —murmuré, algo en aquellas dos palabras me dolió más de lo que habría deseado y cerré los ojos con fuerza—. En verdad lo siento.

    Era... ¿era mi culpa?

    Sabía que no tenía que pensarlo así, pero... ¿y si lo era? Relajé el agarre para permitirle alejarse a Yuzuki si así lo prefería, pero deslicé una mano a su hombro y mantuve aquel contacto. Alterné la mirada entre ambos.

    —Kuroki se unió a Gendo Mori en Shima, de allí deben haber viajado directamente a Kioto. Ya sabía de su traición. Estuve ahí. —Bajé la vista al suelo, a los tablones de madera, e intenté que las emociones no se filtraran en mi voz—. Yo fui quien... No lo sé. Quizá fue la muerte de Shiori y Benkei, no lo sé. Tal vez fui yo, o fue todo. No lo sé.

    Solté el aire con pesadez y miré a Yuzuki.

    —Supongo que soy... el amigo que lo hizo sentir como una plaga —recapitulé, esbozando una sonrisa algo resignada, algo triste—. Kuroki... mató a mi padre en Shima. Dijo tener sus motivos, me los explicó, pero sigo sin encontrar justificativo para la muerte. Para esa muerte. Entonces discutimos y le dije que... que no merecía servir a Takeda. Lo próximo que supe fue que se había ido de la ciudad junto a Gendo Mori. Sigo intentando entender lo que ocurrió, cómo llegamos a esto, en qué momento... por qué... ¿cómo se destrozó todo de repente? ¿Cómo pudo...?

    Bajé la vista al fantasma de su mano y me callé, exasperado. Meneé la cabeza despacio.

    —No lo entiendo, pero ya hizo suficiente. No hay retorno de esto.
     
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    Fujiwara no Riku

    ¿Esta gente pudo dormir ante terrible ajetreo con el oleaje?

    "Es confianza en sus navegantes". Respondí a la pregunta que soltó Eiji, haciendo un pequeño festejos también a la espada de Kojiro que se alejaba.

    Había estado permanecido en cubierta cierto tiempo, complicado de tener el descanso que parecer han gozado los demas al sucumbir ante el sake.

    Pensando en ellos, empezaron a salir uno tras otros. Enterandome de esa manera que parece que los del interior estaban igual que aquellos que habían permanecido en cubierta.

    Contemple el como guiados por sus lazos los tres se fueron reuniendo uno tras del otro y comenzaron una conversación entre ellos.

    Me fui acercando por detrás sin mucha intención de esconderme, pero también reuniéndome para contemplar la vista de las islas a las cuales no estamos acercando.

    "Estaremos donde queramos estar. Si ustedes, como Minamotos, eran insuficientes para él. Fue su desición dejarlos". Fui escuchando y, en un punto, decidí compartir mis palabras con los tres. "Por lo que escucho muchas cosas sucedieron en ese día, el optó por huir, pero en vez de hundirse tomo la opción de lo que el llamaría elevarse. De ir a un mejor lugar". No fui dirigiendo mí mirada a ninguno en particular, solo mirando perdido hacía delante. Hablando con ninguno y los tres a las vez.

    "Y razón tendría, por ahora, ellos están arriba de nosotros". Admití como a regañadientes con una mueca.

    "¿Está dónde cree que merece estar? ¿Es ese lugar tal como lo imagino? ¿Es más sencillo?No me importa". Dije las últimas palabras con fiereza, buscando resaltar que realmente lo decia en serio. "Ahora, todo eso le concierne a él. Lo que importa es lo que seguirá haciendo a futuro". Y de la forma en que nosotros responderemos.

    Deje de mirara a Islas y centre mí atención en Yuzuki, la única Minamoto con quién esperaba tomar este viaje. "En Kamakura prometieron cazar a la niña y a Murai, lo recuerdo". Un traidora para nosotros, uno que ya ha pagado, pero un milagro para otros. "Solo está vez nosotros no figuremos en lo que ha sucedido alrededor de ese chico, por así decirlo, se diría es más su responsabilidad que la nuestra. Por eso... ¿Que debo hacer si lo veo?".
     
    Última edición: 31 Julio 2024
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    Zireael

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    En mi intento por mantenerme serena y compuesta, tanto como era posible en semejante contexto, algunas de las reacciones ajenas acabaron diluidas con mi propio miedo. Creí notar la tensión en el semblante de Kohaku, pero fue algo que solo pude ver al mirarlo cuando su brazo me envolvió, fue una oferta silenciosa y solo me dejé atraer en el abrazo. Fue allí que me callé, envolví su espalda con cuidado de no echarle lo que restaba del té encima y aunque dudé también lo rodeé con el brazo limitado.

    Lo abracé con la fuerza que poseía, que ya no era la misma que antes, pero lo hice y sus palabras, su caricia, hicieron que me ardieran los ojos. Me permití brindarle también una caricia en la espalda con el brazo, con todo el mimo y calidez que pude imprimirle al gesto.

    —No pienses de más en ello, Ko —le pedí en voz baja incluso si sabía que era inútil.

    Él aflojó el agarre, pero su mano permaneció en mi hombro, fue una suerte ancla y aunque me había dejado libertad de decidir si alejarme, me quedé cerca de su cuerpo. Ko era el niño que no habíamos perdido, el que había vuelto a nosotros y seguía siendo parte de nuestra familia, no importaba que hubiese viajada con los Taira todo este tiempo. Había pensado en él antes de que el filo descendiera y me había aterrado la idea de que pudiera haberse sentido de la misma manera que Kuroki alguna vez, pero estaba aquí.

    Estaba aquí y jamás nos haría algo tan terrible.

    El pensamiento neutralizó algunos de los otros, de los parchados de sangre, miedo e ira, así que pude escucharlo mientras nos decía que Kuroki se había unido Gendo en Shima, que sabía de su traición porque había estado allí. Suspiré, estiré la mano cuando calculé que la taza sí cabía en la baranda y la dejé ahí aprovechando que la marea no estaba haciendo locuras ya. Con la mano libre busqué la de Kohaku y la tomé suavemente, dándole un apretón liviano.

    Había matado a su padre.

    Kuroki había matado al padre de Kohaku.

    Solo pude recordar los papeles de Kamakura, seguía sin entender muchas cosas, pero no encontré algo coherente que justificara algo como eso. Tampoco pude saber qué habría sentido Kohaku al verse en semejante situación, pero había bastado para que el niño siempre amable le dijera que no merecía servir a Takeda. Quizás fuese por el desastre del momento, el caos y la terrible verdad a la que se enfrentaba, al ver a su padre asesinado por el que parecía un amigo.

    Quizás solo tuviera razón.

    Y ya no merecía servirle a Takeda.

    —Siento mucho lo de tu padre —dije con pesar genuino, acariciando su mano con cuidado y dejándole libertad de movimiento por si prefería liberarse de mi tacto—. Todos hemos perdido personas y hemos discutido con otras, por eso lo que decidió él puede que en verdad no haya tenido que ver con lo que le hayas dicho o de lo que haya presenciado. La decisión final fue suya y otros eventos, relacionados o no, posiblemente lo habrían llevado por el mismo camino. Puede que no hubiese otro resultado posible.

    Lo dije con una resignación inmensa, pero no creía que uno pudiese lanzar todo por la borda así sin haberlo pensado alguna vez antes al menos. Noté que Kohaku había mirado el vacío de mi mano antes de negar con la cabeza y sonreí con algo de pesar antes de repetir sus palabras.

    —Yo tampoco lo entiendo, pero ya no hay retorno.

    Riku apareció un poco de repente, sobresaltándome, y su añadido a la conversación fue tanto bueno como malo. No tenía ganas de ponerme a discutir aquí sobre nuestra aparente insuficiencia, me dolía la cabeza, acababa de contarles lo de Kioto y Kohaku nos había dado algo más de contexto, no me parecía que fuese el momento. Me limité a asentir con la cabeza, sin más, y luego llegó la pregunta. No me di cuenta, pero al oírla me aferré con la mano sana a la ropa de Kohaku.

    ¿Qué debo hacer si lo veo?

    Dudé, no supe si fue por la presencia de Togashi y Ko o si la duda fue propia, pero la sentí, me envolvió el pecho y recordé cómo había cazado a Kobayashi, cómo había tenido que mantener a Takeda con nosotros. Habíamos prometido cazar a la traidora y lo habíamos hecho, había prometido cazar a Murai y lo había intentado, pero aquí estábamos. Seguía con vida, pues todavía cumplía una función.

    —Llevarlo ante Takeda o ante mí si está en las posibilidades —contesté luego de darle vueltas al asunto y miré a los tres con toda la firmeza que pude reunir—. Si no, confío en el criterio de cada uno así como Takeda confió en el mío y el de los Fujiwara en Nara, para proceder como crean justo y correcto… por lo que hizo en Shima, en Kioto y lo que perdimos por sus decisiones. Lo que no podremos recuperar.


    Bruno me dijo que se tardaría más contestando y que si quería le respondiera a Ko-chan y a Riku, así que aprovecho que tenía el post medio montado para seguir sufriendo

    perdón por ponerte a leer más, Ame (????
     
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    Amelie

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    Sobrios= [Riku; Eiji; Matahachi; Kojiro; Hayato; Konan; Genichi]

    Resacosos= [Yume; Kohaku; Tamura; Shino; Yuzuki; Noishi; Togashi; Murai; Tsubaki; Inagaki; Rei; Masaharu]

    Tamura sostuvo la taza; pero su consciencia no estaba allí. En cada vaivén se caía un poco de té en sus piernas; pero este no reaccionaba.

    Hayato sacudió su cabeza cuando Yuzuki le preguntó; él niño soportó en silencio el pánico que las olas le causaron por la noche; protegiendo a Yuzuki a cómo diera lugar. Para su fortuna, sólo fue el ruido y los gritos desaforados de Eiji y Kojiro los que de repente lo despertaban nuevamente; por lo que su suyo había sido deplorable. Siguió a Yuzuki con un ceño fruncido que parecía calca del de Takano; no estaba enojado con Yuzuki, sólo quería dormir más y no sabía como quejarse.

    Hayato acompañó a Yuzuki junto a Kohaku y al sentir a Chiasa en su cabeza talló su ojo al sentirse un poco más despierto; pero no lo suficiente, Yuzuki soltó su mano y al sentir a Togashi a su lado sujetó su hakama con fuerza, pensando que era Takano quién siempre se colocaba junto a Yuzuki. Fue hasta que escuchó su nombre siendo pronunciado por Kohaku que Hayato soltó el hakama despacio, pretendiendo que nadie se daría cuenta. Se sentó allí mismo y se recargó en la pierna de Yuzuki mientras miraba a Chiasa con curiosidad.

    Fue cuando Yuzuki habló de Kuroki y de lo sucedido a mayor detalle; alertó su oído. Él ya había vivido el terror que desataba Gendo a su paso; pero las lágrimas volvieron a él, lloró allí en el suelo sin emitir sonido; porque eran lágrimas por un coraje contendido. Fue cuando Kohaku la abrazó cuando él se apartó ligeramente mirando como Riku se acercaba a ellos.

    Eiji escuchó las palabras de Riku y sonrió ampliamente; tomándolo de los hombros y sacudiéndolo en señal de alegría, esa energía sólo podía ser de un Fujiwara, le quedó claro; pues a pesar de no dormir, se veía tan fresco como el día anterior.

    Se acercaron a la costa y Kojiro y Eiji comenzaron los preparativos para el desembarque.



    Islas Oki

    [Aoi; Ryoshi; Dozan; Torii; Xiao]
    [Aki; Haku; Oshin; Midori; Kushina; Mako; Hiro; Hajime; Seikanji; Tomoe; Rengo; Akihito]

    En el barco= [Riku; Eiji; Matahachi; Kojiro; Hayato; Konan; Genichi; Yume; Kohaku; Tamura; Shino; Yuzuki; Noishi; Togashi; Murai; Tsubaki; Inagaki; Rei; Masaharu]

    Ryoshi permaneció con Aoi y Dozan en el bosque; les emocionaba saber que había sucedido, pero consideraron que aquellos reencuentros eran para los más cercanos. Un pensamiento que tal vez también tuvieron Torii y Xiao quienes también siguieron en sus labores.

    El barco llegó a la costa y la gran mayoría alcanzaron a Aki y Seikanji, expectantes por ver los rostros en aquel barco. Mako tendía sus manos entrelazadas frente a su boca; cubriendo el nerviosismo que la obligó a morderse el interior de los labios.

    —El tamaño del barco es una buena señal, debe de serlo... debe de serlo— aseguró Haku abrazando a su madre antes de que sus dos hermanitos se les unieran, amalgamados por el miedo de no ver a su padre bajando de aquel barco.

    Tomoe se unió a Seikanji y Aki, mirando al barco al que comenzaban a dibujarse siluetas en su cubierta. Y ninguna de ellas les parecía conocida, algo que comenzó a levantar preocupaciones.

    Oshin; Kushina y Midori observaban a una distancia prudente, querían estar allí; pero no intervenir en las reuniones, ellas tendrían su momento.

    Rengo se mantuvo a un lado de Akihito; no conocía demasiado a Murai ni a Hannya; pero le preocupaba saber lo sucedido con Matsuda y también saber que había pasado en Kioto; enfocó su vista con dificultad para después abrir los ojos con incredulidad —¿Yu... Yuzu?—talló sus ojos pues no creía lo que veía; volvió a enfocar su vista.

    Konan aparecía también en la cubierta y junto a él se encontraba Murai; con la peor resaca de su vida, aun no estaba del todo consciente y Konan lo cargaba sujetándolo de la cintura y usando el brazo de Murai como un agarre detrás de su nuca para usar su mano como soporte sobre su hombro, deteniéndolo así equilibradamente; pero Konan no podía evitar que la cabeza de Murai se balanceara de un lado a otro, destilando sake.

    Eiji y Kojiro prepararon el desembarque; la rampa bajó y antes de que esta estuviera ajustada; unos pasos abordaron con una velocidad singular; esos pies arrastraron a otros sin consentimiento alguno. Fue entonces que Akihito pudo confirmar que Konan fue rescatado y Murai seguía vivo pero parecía herido. Rengo; quién había arrastrado a Akihito al barco sin pensarlo demasiado lo miró y dejó ir su mano —Perdón yo... —dijo a Akihito para después mirar a Yuzu; sus lágrimas se acumularon y se quedó allí petrificado, tenía miedo que no lo reconociera, que no fuera el Rengo de antes. Desvió ligeramente su mirada a Hayato quien ya se había puesto alerta ante el abrupto recibimiento; después miró hacia Kohaku, tardó unos segundos en reconocer los ojos a la luz natural, sonrió. Sus emociones estaban allí, tan claras como antes.

    Kojiro sacudió el hombro de Togashi y Riku —Pues... ahora ya no sé que hacer aquí —dijo con genuina confusión. Eiji se entrometió en su conversación —Podemos salir a pescar en el barco. O de cacería en el bosque —dijo señalando la espesura de la isla.

    —Deberíamos primero descargar pero... —mencionó Kojiro —No veo nada dónde sea seguro bajar las cosas, tal vez sea mejor dejarlas aquí.

    Konan miró a Akihito y le dedicó una afirmación con una leve sonrisa mientras avanzaba con dificultad; pero Matahachi le alcanzó y lo ayudó con el otro brazo de Murai para repartir pesos; aunque esto le causó algo de dolor en su hombro. No podía recurrir a nadie más de los suyos; pues caminaban mal y sería fatal que se cayeran con Murai enfrente de toda su familia.

    Mako reaccionó en playa con un grito ahogado al ver a Konan, Murai y Matahachi descender; corrió hacia ellos y recibió a Murai entre sus brazos y este sonrió de inmediato aunque sabía muy poco de lo que estaba pasando. Mako y Haku abrazaron a Konan y Matahachi y después se enfocaron en Murai.

    —Papá huele chistoso— atajó Hiro mientras todos se abrazaban entre llantos y risas.

    —¡Espérenme! En ese abrazo falto yo...— gritó Yume desde la cubierta. Tamura a su lado con un rostro desencajado; pero al menos podía sostenerse.

    Haku corrió al barco y abrazó a Yume con tanta fuerza que esta tuvo que golpearle la espalda para que no la estrujara tanto; ambos lloraron y Haku la cargó entre sus brazos para bajarla delicadamente por la rampa y que se uniera al abrazo familiar.

    Tamura se quedó esperando a Rei e Inagaki; quienes parecían tener una fuerte aversión a la luz solar.

    Reijiro; Masaharu y Genichi esperaron en cubierta; serían los últimos en descender a decisión de su líder Reijiro. Tsubaki también se quedó recargado en la madera; observando lo que Yuzuki hiciera, pues para él, ella era su líder en esa misión.

    Aki corrió con Seikanji a recibir a Konan; este quién parecía ser siempre tan serio los abrazó con tanta fuerza que hasta el búho ululó —Sólo yo he regresado; pero mis hermanos se fueron dejando en alto el nombre de los shinobis de Koga —dijo empezando a llorar.

    Tomoe tacleó a Matahachi después de que este entregara a Murai; el impacto en la arena fue doloroso para el hombro de Matahachi pero Tomoe ahogó su queja con un beso en los labios, al separarse de su boca, le limpió el rostro — Me mentiste; dijiste que no volverías con Murai-sensei...

    —Tu hermana me lo ordenó — dijo con una leve sonrisa. Tomoe se alertó ante aquellas palabras y se levantó dejando a Matahachi en la arena. Corrió hacia el barco y justamente Noishi y Shino pisaban la arena. Ambas hermanas se miraron en silencio unos momentos para después correr la uno a la otra y terminar fundiéndose en un abrazo.

     
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    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Sentía que su corazón golpeaba con más y más fuerza su pecho conforme las siluetas del barco se iban haciendo más claras, pedía con todas sus fuerzas que los seres queridos de todos estuvieran allí dentro y estuvieran bien para que las familias pudieran reunirse, que tuvieran de vuelta la paz de tenerlos a su lado después de toda la incertidumbre.

    Cuando finalmente reconoció las figuras hubo un momento que se le olvidó como respirar, tomando una bocanada de aire por impresión y no pudo evitar sonreír con alivio y felicidad.

    —Genuinamente son ellos... —Dijo en voz baja para si mismo antes de girarse a ver a Aki y Seikanji con emoción—Konan y el señor Mu- —El sentir un jalón tan de repente lo hizo casi perder el equilibrio al haber enterrado sus pies en la arena de la playa, ni siquiera le interesaba el lugar hacia donde estaban corriendo porque estaba luchando con cada fibra de coordinación de su cuerpo para seguir manteniéndose de pie, lo que menos quería era terminar de cara en la arena frente a un montón de extraños y su gente.

    Respiró hondo, acomodando su cabello en brevedad antes de entrelazar sus manos frente a su cuerpo para que se sintieran más tranquilos, que vieran que no tenía nada en manos, ni había ninguna intensión de acercarlas a sus katanas.

    Miró a Konan pasar y le sonrió con emoción mientras asentía, su mente no podía evitar volver al momento donde no pudo convencerlo de salir de Koga con ellos y la culpa que sintió por eso, por tenerle que también decir lo que pensaban que serían sus últimas palabras a Aki y ahora verlo allí tan cerca le hacían tener ganas de saludarlo, pero tampoco quería ser descortés y tampoco quería interrumpir el merecido momento del pequeño grupo de reunirse.

    ...Lo haría luego.

    —...Bienvenidos a las Islas Oki... —Dijo con una sonrisa, internamente lamentándose de no haberse arreglado como siempre por la pereza y la lluvia —, yo...soy Akihito, creo que Rengo la llamó Yuzu, me contó sobre usted. Un placer conocerlos a todos. —Se reverenció frente a ellos y dio un pequeño paso atrás para tampoco invadir mucho el espacio de esa reunión de los presentes, aunque también le servía para darle unos golpecitos en la espalda a Rengo para intentar animarlo a dar un paso a al frente.

    No sabía porqué estaba congelado pero estaba seguro que le haría ilusión abrazarla solo por lo que le había dicho.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Yuzuki correspondió mi abrazo y luego les conté mi propia parte de la historia. Estaba... cansado de hablar de eso, de repetirlo una y otra vez, de tener que revivirlo, pero entendía que era necesario. Como le había criticado a Kuroki aquel día, sus acciones no eran sólo suyas. Servíamos bajo un estandarte y así como Takeda había prometido cargar con nuestro bagaje, debíamos cargar con el suyo. Era el honor y la responsabilidad que ahora nos pertenecía.

    Asentí quedo ante las palabras de Yuzuki. Las comprendía, me las repetía a mí mismo, sólo intentaba asimilarlas de verdad. Me había tomado la mano, aquella que había depositado en su hombro, y lo mantuve así hasta que Riku apareció. Su intervención fue bastante más filosa que el tinte de nuestra conversación, pero también había verdad en sus palabras. Si Kuroki había decidido tomar el lado del Imperio se asemejaría a la contradicción que creía haber encontrado en sus palabras; allí donde, habiendo afirmado hacerlo por mí y por Rengo, también había hablado de querer hacer una diferencia en el mundo.

    La pregunta de Riku me hizo mirarlo y luego deslicé la vista a Yuzuki. ¿Ante Takeda o ante ella? Arrugué ligeramente el ceño, contrariado, y aunque supuse que sus palabras nacían de un lugar de aprecio y confianza, no las compartía. Me solté de su mano con suavidad y lo dudé, pero al final verbalicé lo que pensaba. Lo que sentía. Apreciaba a Yuzuki, como apreciaba a los demás compañeros del clan; pero no reconocía una autoridad en ella.

    —¿Qué nos separa de la venganza o de las acciones de Kuroki si tomamos decisiones por nuestra cuenta? Eso no es justicia —fue una reflexión en voz alta, no tanto un reclamo, y miré a Riku—. Las ofensas se cometieron hacia el clan Minamoto. Creo que lo único correcto es llevarlo ante Takeda. No debe tomar la decisión solo, pero sí creo fundamental que participe de ella.

    Y si Takeda le cediera la totalidad de la decisión a alguien más, en ese caso inclinaría la cabeza y no reprocharía. Pero seguiría siendo su decisión.

    —Estoy cansado de que se tomen vidas a la ligera, con justificaciones blandas o deseos impulsivos —finalicé, sin pretender criticar a nadie en particular, sólo era la verdad: estaba cansado.

    La conversación había tomado un giro algo incómodo y agradecí que estuviéramos por desembarcar, aún si eso me enfrentaba a... bueno, otras incomodidades. Desvié mi atención a la isla, a la playa donde comenzaban a reunirse las personas, y me cargué el pecho de aire. Lo primero que noté fue que un muchacho albino se apresuraba a subir al barco y que arrastraba a otro moreno en el proceso. No fue hasta tenerlos frente a nosotros que lo reconocí. ¿Rengo? Parpadeé, sorprendido, y su reacción fue tan... suya que solté el aire en una risa nasal, apoyando el codo en la barandilla.

    —Yo cuido a Hayato —le dije a Yuzuki, en voz baja.

    El muchacho junto a Rengo nos dio la bienvenida y se presentó como Akihito. Incliné la cabeza, concediéndole una sonrisa tranquila, y el alboroto que provenía de la playa absorbió mi atención. Estaban pasando un montón de cosas aquí y allá, identifiqué a Matahachi y noté que una chica, una que no podía ser otra que la princesa, se le lanzaba encima y lo besaba. Digamos que me sentí protegido por la altura del barco para husmear, pero pocos segundos después regresé la vista al frente. Le piqué el hombro a Hayato con suavidad y le sonreí. Chiasa se había acomodado en su hombro.

    —¿Ya se hicieron amigos? —le pregunté, recogiendo la taza de té de Yuzuki para que no se cayera por la borda.
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    El ceño fruncido de Hayato, que de repente se pareció terriblemente al de Takano, sabía que no era de enojo conmigo, solo estaba cansado y no sabía qué hacer o cómo quejarse al respecto, así que lo dejé tranquilo para que procesara el hecho de que no había dormido por el mar, cuidarme y el griterío de Eiji y Kojiro. Ya jodida la noche de sueño, no quedaba más que enfrentarnos a las islas así.

    Cuando Chiasa le saltó a la cabeza pareció algo más despierto, pero no tanto y creí notar su tensión cuando Togashi se acomodó a mi lado, pero en algún momento se relajó, recargándose en mi pierna. Sabía que habría oído todo aunque hablé bajo y ahora que sabía que el fuego de Fujimi era de Gendo, no de los Taira, estuve atenta a él aunque estaba abrumada con todo lo demás. Lo había sentido separarse cuando Kohaku me abrazó.

    La aparición de Riku acabó siendo tan inoportuna como daba la sensación de serlo desde que habíamos subido al barco que nos llevaría a Omori, había siempre tensión, siempre traía a la mesa algo que quizás podía abordarse diferente y aunque lo entendía resultaba agotador. Tampoco podía pedirle tanto, habíamos perdonado la vida de Murai en sus narices, pero había podido negarse también. El caso era que cada quien enfrentaba este viaje como podía.

    Ko se soltó de mi mano, lo dejé ir y esperé, bajo la idea de que nos diría algo y así fue, quizás viniendo de otra persona o dicho diferente habría sonado a reclamo, pero a mí me pareció más cansancio que nada más incluso antes de que lo dijera directamente. No supe cómo decirlo, que Takeda estaba actualmente demasiado enfurecido y que realmente no sabríamos cómo se desenvolvería todo como para saber si contaríamos con la opción de llevar a Kuroki ante él, quería decir, físicamente si estaríamos todos en el mismo espacio como para contar con la opción inmediata.

    Mi respuesta quizás había sonado muy a “No hagan nada si no es en nuestra presencia” o también a "Hagan los que les apetezca en tanto recuerden lo que hizo", me di cuenta después, pero no tenía mucho caso corregirla. Takeda requería de un soporte emocional, por eso me dolía haberlo dejado atrás y ahora, aquí, puede que los únicos que me reconocieran como una extensión suya en verdad fuesen Tsubaki y Shino, pero eso a mí no me importaba en realidad. No estaba para ostentar ninguna autoridad, venía para ver a Rengo y aprender lo que pudiera con tal de compensar mi falta física.

    —Tienes razón —concedí con calma aunque nadie me estuviera pidiendo una respuesta, llevando la mano ahora libre al hombro de Hayato—, y por eso Takeda confía en ti. Confía en nosotros y aunque quizás ahora nuestro Señor esté demasiado enfurecido, con clara razón, confío en que recordarán que justamente las ofensas ocurrieron hacia él y que si siguen sirviéndole o aceptaron lo decidido en Nara lo conocen lo suficiente para saber qué hacer por su cuenta, sin dejarlo a él a un lado. Ya se han cometido suficientes injusticias.

    No recordaba que le había gritado a Kuroki que debíamos haberlo matado.

    No recordaba nada en medio del descenso del filo y Takeda deteniendo la sangre.

    Dejé la idea suspendida, también sonó a reflexión en voz alta, igual no teníamos ya demasiado tiempo. La línea de la costa se había ido acercando a nosotros hasta permitirnos reconocer siluetas y cuando Eiji atracó el barco comenzaron a suceder un montón de cosas. Los nervios por los que había preguntado antes de que Riku apareciera me aplastaron de repente y en una pizca de lucidez volví a cubrir el muñón del brazo, no quería infartar a Rengo apenas verlo. Me puse a buscarlo con la vista, esperando ubicarlo, y lo que llamó mi atención fue el muchacho albino que arrastró a otro pobre al barco apenas pudo.

    Yo tampoco lo reconocí sino hasta que estuvo delante de nosotros, vi el cabello albino, no entendí nada, pero reconocí sus facciones porque reconocería su rostro en cualquier lugar, noté las lágrimas en sus ojos y la forma en que sonrió al ver a Kohaku. Era nuestro Rengo otra vez y me quedé petrificada yo también, como si su preocupaciones se hubiesen proyectado a mí, solo me trajo de regreso escuchar a Kohaku decirme que él cuidaba a Hayato.

    —Gracias, Ko —le dije con un alivio genuino y alcancé a hablarle al pequeño Sugawara también—. Quédate con Ko y Chiasa, cariño, y relaja la cara, te pareces a Takano. Ya casi podrás descansar.

    El muchacho con Rengo nos dio la bienvenida, se presentó como Akihito, le dediqué una sonrisa también y me dio algo de vergüenza saber que Rengo le había hablado de mí. Si lo había traído consigo era porque eran amigos, ¿cierto? Aunque al pobre se le había olvidado hasta presentarlo.

    —Yuzu, sí. Gracias, Akihito, el placer es nuestro —conseguí decirle con la poca tranquilidad que me quedaba.

    Trastabillé de forma visible, pero cuando pude aflojar las articulaciones me estiré para echarle los brazos encima a Rengo y envolverlo en un abrazo, lo rodeé con mucha fuerza, como si quisiera suplir la mano faltante, y apenas lo toqué los ojos se me llenaron de lágrimas, intenté contenerlo, pero un sollozo me sacudió el cuerpo y hundí la mano sana en su cabello ahora blanco.

    Ya no era un cascarón vacío.

    —Mi pequeño Rengo —susurré sin dejar de acariciarle el cabello, las lágrimas me empaparon el rostro y cerré los ojos con fuerza. Quizás habíamos debido crecer como hermanos, pero era yo quien le había enseñado a peinarse, le había dado el listón y no había podido protegerlo. Era el primer niño que había cuidado, el primero de todos además de mis hermanas—. Perdona por haber tardado tanto, perdóname, mi niño. Mi bebé.

    Al decir lo último alcancé a dejarle un beso en la mejilla, liviano, antes de volver a abrazarlo con la misma firmeza de antes. Sabía que lo vería, era eso lo que se me había dicho, pero no me había sentado a tomarme el tiempo de pensar en verdad en lo que sentiría al tenerlo delante de mí, poder abrazarlo y verlo de nuevo. Me dolía el pecho, Dioses, me dolía el pecho y sentía que el corazón me iba a romper las costillas.

    Porque en Kioto había creído que moriría sin haber podido verlo de nuevo.


    Me iba a esperar para darle tiempo a Togashi de procesar el QUILOMBO que le aventamos antes, pero listen to me it's baby Rengo

    lloré un río, obvio (?)
     
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    Ayeah

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    Aoi Nobunaga

    Los días pasaban rápido entre el trabajo duro y aquel bello clima de compañerismo y amistad.
    Las palabras de Ryoshi habían quedado grabadas en su mente y, cada vez que lo recordaba, no podía evitar que el rubor tiñera sus mejillas de un rojo aún más intenso que el generado por el esfuerzo físico de la construcción.

    Muchos hijos... Aquel no parecía un mal lugar al que traerlos.

    Disfrutó de aquellos días más de lo que había disfrutado en mucho tiempo. Conoció la auténtica paz y la felicidad, algo que pensó que sólo existía en los cuentos infantiles.

    Disfrutaba de aquella paz bajo la suave lluvia cuando, a lo lejos, sintió acercarse algo que venía a perturbarla.

    Alzó la cabeza alarmada y observó aquel ave posarse sobre el brazo de Aki. Frunció el ceño a estudiar el horizonte... Y ahí estaba. Tan lejano que parecía una visión que se acercaba lenta pero inexorablemente hacia su isla. El barco, pequeño en la distancia, aparecía y desaparecía entre el intenso oleaje y Aoi sintió dos cosas muy diferentes a la vez: miedo y esperanza.
    Las cosas van a cambiar.
    No quería que eso pasara por lo que apretó las manos de Ryoshi y Dozan con fuerza mientras se mantenía ajena a los reencuentros y saludos.
    No confiaba en la mayor parte de aquella gente por lo que, desde su perspectiva, no eran bienvenidos a su nuevo hogar en construcción.
     
    Última edición: 1 Agosto 2024
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    Llevarlo ante Takeda o ante mí si está en las posibilidades

    "Dentro de las posibilidades". Afirme, al menos, dando a entender que trataría de cumplir en cuanto se pudiera.

    ¿Qué nos separa de la venganza o de las acciones de Kuroki si tomamos decisiones por nuestra cuenta? Eso no es justicia. Las ofensas se cometieron hacia el clan Minamoto. Creo que lo único correcto es llevarlo ante Takeda. No debe tomar la decisión solo, pero sí creo fundamental que participe de ella.


    "Eso mismo he dicho antes, él ha actuado en contra de ustedes y es su responsabilidad, por ello pregunto cual sería el proseguir en tal caso. Actualmente, se podría decir no ha echo acción directa contra nosotros, los Fujiwara, pero eso puede cambiar. Su responsabilidad que no logren frenar se volverá un asunto que podríamos tener que sanjar por nuestra cuenta". Respondí, tratándolo con calma, porque no he querido afirmar que buscaba matarlo de manera desenfrenada. "Su líder podrá ver responsable de las acciones del chico, Kuroki, como un ex-Minamato, cometa en contra de sus aliados o en el bando en el cual todos estamos juntos".

    Suspiré. Al menos, pensando que el ambiente se estaba volviendo pesado. Tenso. "Me gustaría, tanto como ustedes, no tener que sacar estos temas. Pero nuestro tiempo para conversar no suele ser muy próximos entre ellos". Era ahora o nunca es lo que hubiera querido decir. "Haré lo que deba hacer, solo espero sepan eso. Y no siempre va a ser sencillo hacer lo mejor para todos, no sin ser conciente de su opinión al respecto. Dejar la posiblidad de no ser conciente o evitar conocer esa opinión no veo me vaya a colocar en un buen lugar en la mente de todos, no cuando soy un aliado". No sonaba como si quisiera justificarme o incluyo darme a entender de manera apropiada. Era lo que era. Solo un seguir y seguir, haciendo y luchando por resolver aquello que se me cruce en el camino.




    Pues... ahora ya no sé que hacer aquí

    "En eso puedo concordar. Dudo que nuestro propósito se cumpla de manera inmediata". Le afirme en pequeño gesto de no verme sacudido por su empuje. Fui y dirigí la mirada en donde Murai se estaba reuniendo con su familia. De los demás Minamoto que parecían tener alguna relación con aquellos en esta isla. O alguien con quién andar.

    Reconocí al chico de aquella reunión en Kofu, pero dudaba que quiera algo conmigo. Y tampoco es que estaba desesperado por algún contacto con otras personas.

    Pero... Había cosas que hacer. Por mucho que estaría prefiriendo darles tiempo para ponerse al día.
    ...

    Podemos salir a pescar en el barco. O de cacería en el bosque

    Me volví hacia Eiji, con ceja levantada y un poco en tono de reprocharlo. "¿Olvidaste abastecer el barco de suficiente de carne o que?". Pero estaba sonriendo levemente, en humor por la broma.

    "Está bien, solo denme un momento". Me aleje del pequeño grupo, y avance hacía un cierto grupo.

    Bienvenidos a las Islas Oki

    "Nos volvemos a ver entonces". Le di unas suaves palmadas al chico en uno de sus hombros, hablándole cuando pase junto a él. "Espero está vez vayamos teniendo un contacto más agradable". No había signo de agresión o hostilidad, pero tampoco estaba en mí el ser florido y cariñoso de manera inmediata.

    Fui con pasos firmes y poco desimulados hasta las espalda del grupo, esa gran reunión de abrazos, posiblemente toda la familia Sugita.

    "Espero no ser un importunio en su reunión". Dije a las espaldas de todos, aunque sabía que así es como terminaría siendo, no importando en como me apareciera. "Pero es mejor presentarse temprano que tarde y aclararlo".

    "Okudera no Riku, de los Fujiwara". Me presenté de manera casi cordial, con una pequeña referencia acompañando mis palabras. "No nos hemos conocido y, como podría cambiar en los próximo días, prefiero estén al tanto de mis intenciones y no entorpecernos uno al otro".

    "Ahora, estamos en una alianza. Con todo eso significa, por honor a mí clan, no haré ningún acto de naturaleza ostil hacia ustedes por los sucesos pasados que nos volvió enemigos. Mí palabra en ello".

    Bueno, si se puede vamos a cazar. Yeeeeei. Cómo los viejos tiempos. Exp!
     
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    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Yuzuki explicó con más detalle la reunión de Nara y el motivo por el que allí se estableció la alianza que ahora lo confundía. Su repaso le ayudó a encontrar un poco más de sentido a la situación en la que, casi sin previo aviso, ahora estaba involucrado. Su compañera hizo especial énfasis en la presencia de una facción mucho más grande, siniestra, que había empujado a los Minamoto y los Taira a matarse entre ellos: ambos clanes no era más que víctimas de un poder mayor. Togashi ya sospechaba esto desde que Gonsake le habló del clan Sawayama y supo que éstos habían sido responsables de la pérdida de su hogar y de su hermana pequeña. Era una realidad pesada, que alteraba muchas nociones que habían echado raíces en lo profundo de su espíritu; arrancarlas de sí mismo, sin dudas, dejaría una marca a la que tendría que acostumbrarse.

    Pero Togashi agradeció que le dieran las piezas de información que le hacían falta. En el fondo, sentía un gran alivio de ver a tantos camaradas con vida, juntos. Y le alegraba haber vuelto a unir caminos.

    Por lo mismo, la revelación sobre lo de Kuroki fue un golpe contundente, que lo dejó completamente ajeno a todos los síntomas de su resaca. Contuvo el aliento cuando escuchó, de labios de Yuzuki, que aquel joven guerrero había ingresado al mismo salón donde los tenían prisioneros…

    Caminando junto Gendo Mori.

    Y para empeorar las cosas…

    No… —musitó, incrédulo, al ver el muñón de Yuzuki.

    Bien pudo haber creído que a Kuroki lo habían forzado a cometer semejante atrocidad en contra de una de sus compañeras, pero la teoría caía con estrépito por las palabras que éste había proferido antes. Que estaba harto, que lo habían hecho sentir como una plaga, que al parecer Gendo lo valoraba y se aferraba a eso… No… No podía creer lo que estaba escuchando, lo que estaba viendo, saber que ese tajo en el cuerpo de Yuzuki lo había cometido él, por decisión propia.

    Al final, como si toda esa información pesara sobre sobre su cuerpo, aferró la barandilla con las manos y recargó el cuerpo allí, sobre sus brazos, quedando con la mirada clavada en las aguas del mar. Con los ojos abiertos, con el rostro paralizado en una expresión de pesar; por eso, no se dio cuenta que Kohaku lo miró en cierto momento, mientras abrazaba a Yuzuki mientras le pedí perdón.

    Negó con la cabeza cuando Ishikawa comenzó, culparse por las acciones de Kuroki. Quiso decirle que no tenía sentido su afirmación, que sólo uno mismo era el amo de sus acciones y que, si Kuroki había tomado ese camino, era porque su alma ya estaba manchada de alguna manera.

    Pero las palabras no salieron, pues en el medio oyó que Benkei había muerto, y Togashi debió apretar los dientes para contener la frustración que empezaba a dominarlo.

    Fue Riku quien ayudó a que salieran de esa situación, propinándoles una visión más directa, en medio de tanta tristeza. Habló de la insuficiencia de los Minamoto, del sentido de las acciones de Kuroki y discutieron qué se debía hacer si alguien lo capturaba.

    Llevarlo ante Takeda… —fue lo único que llegó a decir, casi en un gruñido.

    Era lo justo, era lo que correspondía como clan que eran. Además, lo de Yuzuki también quisieron aprovecharlo como un castigo contra Takeda, que Kuroki tomó tan obedientemente. Era una ofensa directa contra el líder del Clan Minamoto. Por otro lado, tal como planteó Riku, no podían quedar ajenos a la idea de que estaría cometiendo más crímenes, a órdenes de Gendo Mori.

    No había vuelta atrás, tal como dijeron.

    Se mantuvo en silencio. Sus pensamientos se habían visto enredados desde la llegada a Omori, lo cual empeoró debido a las atrocidades reveladas. Ni supo cuántos minutos estuvo ordenando su cabeza, con la mirada clavada en el mar y los puños apretados en torno a la barandilla, pero sólo alzó la vista al escuchar los gritos, los llantos, el repiqueteo de unos pasos cercanos. Fue en éstos últimos donde depositó su atención.

    Un joven albino había subido a la cubierta, acompañado por otro muchacho de cabellos oscuros. Tardó en reconocer a Rengo, pues lo había visto poco en Kamakura, y presenció cómo se fundía con Yuzuki en un abrazo emotivo, que alivió una ínfima parte de sus pensamientos. Las lágrimas de ambos los distrajeron y, sin querer, sus labios se curvaron en una ligera sonrisa al mirarlos. Y algo parecido le provocó el abrazo grupal en la playa, a pesar de que el núcleo de ésta reunión era alguien como Murai.

    Dio un paso atrás para darles su espacio. Quedó cerca del otro joven, que se presentado como Akihito y les había dado la bienvenida a las islas. Dio la impresión de ser una persona agradable, a juzgar por sus ademanes corteses y Fue entonces cuando tanto a él como a Riku les tocaron los hombros, lo que le hizo voltearse para ver a Kojiro.

    Togashi se creyó en la misma situación que su hermano, pero, al mirar nuevamente hacia Yuzuki y la manga con la que ocultaba la mano faltante, su mente de herrero comenzó a carburar. Quizá fuera mejor así, porque de lo contrario estaría pensando en la muerte de su amigo Benkei, en Kuroki y lo que le hizo a su compañera, en la culpa de Kohaku y las palabras de Riku. Eran demasiadas cosas, que no podría soportar en su estado actual.

    Cazar quizá sea lo mejor, en estas condiciones necesitaremos una buena reserva de alimento —dijo, mirando la espesura del bosque—. Y... voy a necesitar cuero para experimentar con algo…
     
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    Amelie

    Amelie Game Master

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    [Aoi; Ryoshi; Dozan; Torii; Xiao]
    [Aki; Haku; Oshin; Midori; Kushina; Mako; Hiro; Hajime; Seikanji; Tomoe; Rengo; Akihito]

    En el barco= [Riku; Eiji; Matahachi; Kojiro; Hayato; Konan; Genichi; Yume; Kohaku; Tamura; Shino; Yuzuki; Noishi; Togashi; Murai; Tsubaki; Inagaki; Rei; Masaharu]

    Akihito se presentó; algo que tranquilizó a Rengo de inmediato pues se dio cuenta que había actuado sin pensar y ahora se encontraba cohibido en una situación que no era realmente tan compleja; sólo que él no pensó que debía resolverla.

    Mientras tanto; Hayato escuchó a Yuzuki y miró a Kohaku y afirmó. El niño siempre se había presentado como alguien serio, más no tímido. Podía estar corriendo o siguiendo a todos con la mirada; pero hablaba poco. Se le notaba molesto por el cansancio pero suavizó la mirada cuando Kohaku le preguntó sobre Chiasa, algo que también demostraba su educación — ¿Es una ardilla roja? Es linda— preguntó por su especie.

    Tamura aprovecho y se acercó a Kohaku; sus ojos apenas abiertos. Caminaba aun cubierto de la piel de lobo y con la taza de té en las manos —¿Dije estupideces anoche? —preguntó sin preocupación alguna.

    Yuzuki también se presentó ante Akihito y Rengo sonrió; el abrazo vino después y se sintió tan bien que lo hizo relajarse por completo, escuchó cada palabra y soltó una ligera risa a ojos cerrados; lo reconoció con facilidad, besó su mejilla y volvió a abrazarlo, algo más había cambiado además de el cabello; su complexión era más muscular, se podía sentir en su espalda ligeramente más ancha; su tacto frío ahora era cálido, demostrando que había estado comiendo adecuadamente; pero fue cuando Rengo se separó de Yuzuki que notó el cambio más importante. La mirada, demostraba una seguridad que sólo había mostrado en la guerra de Shizuoka.

    —Tenía que disculparme contigo, frente a frente —dijo limpiando los ojos de Yuzuki —Has tenido que protegerme todo este tiempo porque yo nunca supe expresar mis miedos. Tuve que escapar de todo para entender lo que verdaderamente deseaba, y he crecido en ese camino. No lo he hecho solo... — dijo mirando hacia Akihito y después a la isla para volver al final a Yuzu — Tu siempre intentaste ayudarme pero yo jamás te dije lo que verdaderamente necesitaba, porque genuinamente no lo sabía. Ahora creo saberlo, y ahora entiendo que eso puede cambiar a lo largo del tiempo...— rascó su nuca —Lo que realmente quiero decirte es que he crecido —sonrió —Creo que ya no soy más un niño pequeño. Me ha costado mucho dejar ir a ese niño... ¿Sabes? —soltó una risita — Puedo seguir siendo infantil y molesto; pero tengo una nueva madurez —la volvió a abrazar —Pero para ti siempre puedo ser tu niño pequeño.

    Rengo se mantuvo en ese abrazo unos momentos más antes de separarse —¡Ah, si! Mira... —dijo Rengo señalando el peinado que traía — Akihito me ha enseñado nuevos estilos para llevar mi cabello.

    Eiji; Kojiro y Toshi bajaron del barco siguiendo a Riku. Detrás de ellos bajaron Reijiro y sus hombres.

    Los Sugita escucharon las palabras de Riku y el primero en separarse de su feliz amalgamamiento familiar fue Haku; los demás se aferraron más a Murai quien intentó moverse sin éxito; era opacado por las manos protectoras de familia.

    Haku miró a Riku y después buscó a "Hannya" entre el grupo; pero fue Matahachi quien intervino —La nueva alianza que Noishi quien es Hannya decidió por todos nosotros.

    —¿No se supone que el clan de los cuatro rombos era para tomar decisiones importantes juntos? —
    le recriminó Haku.

    Mtahachi llevó su mano al hombro derecho y suspiró apesadumbrado — Tu padre quería también esta alianza. Y mi condición era acceder si el plan de Kioto resultaba exitoso. Esos son tres sobre cuatro.

    —Okudera no Riku —dijo Haku haciendo a un lado a Matahachi —Eres bienvenido por los acuerdos de esta alianza; pero no esperes un trato amistoso, tú y tu líder torturaron a mi padre; no tomaremos represalias por ello; pero no fingiremos una cándida actitud contigo y tu clan. Quiero que entiendas que cualquier desprecio de tu parte será castigado si lo veo necesario y...

    Reijiro intervino porque Masaharu y Genichi se dejaron caer en una reverencia ante Haku; quién sorprendido suavizó su mirada al instante. Masaharo y Genichi levantaron sus rostros y Haku los reconoció de inmediato, hincándose junto a ellos —Me alegra verlos. ¿Hideyoshi se encuentra a salvo?

    Ambos afirmaron ante Haku y volvieron a reverenciarlo.

    —Este hombre ayudo a mi señor Hideyoshi a rescatar a Masaharu y Genichi —dijo ante Riku

    —Haku puso la vida de dos desconocidos y el honor de un par de cadáveres antes que su misión —Intervino Matahachi mirando a Riku — Haku es una buena persona; creo que es más un guerrero que un shinobi. Y por ello tiene mi respeto, pues sus acciones no son algo que la gran mayoría en esta isla hubieran tomado y lo hizo; porque era lo correcto — Después se acercó a Haku —Riku es muy leal a su señora; es por eso que con todo el odio que Murai descargó sobre su clan, él viene aquí en la actitud más humilde posible. Creo que no merece amenazas. Ya ambos clanes están heridos por toda esta guerra; tanto los Fujiwara como los Sugita. Ambos clanes actuaron como animales, respondiendo a su enemigo porque este los atacó primero; dejemos de reaccionar por instinto y comencemos a usar la consciencia.

    —Tienes razón — Haku miró a Riku e hizo un ligera reverencia —Me disculpo en nombre de mi clan; no quería ofenderle —colocó sus manos en los hombros de Riku, sin fuerza alguna —Bienvenido a esta isla; le agradeceré que preste su fuerza para terminar de construir nuestro nuevo refugio.

    El pequeño Hajime y el pequeño Hiro también se acercaron a Riku y lo rodearon como buitres; Riku pudo notar que ninguno estaba armado, de hecho ninguno parecía tener entrenamiento en combate; corrían exponiendo cada punto sensible de su cuerpo, estos niños jamás habían atacado.

    Mientras tanto; Togashi, Kojiro y Eiji se preparaban para dirigirse al bosque; en dónde pudieron notar a las personas que aun permanecía allí; junto a una construcción arriba de sus cabezas, algo ambiciosa pero parecía tener buenos cimientos.

    Y fue entonces que dos miradas se cruzaron...

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    Hubo completo silencio; incluso Dozan advirtió a Aoi con la mirada.

    Kojiro... ¿Dónde está mi hermana? —preguntó Ryoshi desde una de las ramas.

    —Se fue sin decirme nada; decía que el viento la guiaría siempre — respondió Kojiro.

    Kojiro mostró el listón, él que Aoi le entregó para recordar a su hermana —Esto es lo que me queda de ella porque no supiste cuidarla...

    Kojiro guardó silencio, sin procesar lo que estaba sucediendo.

    Eiji volvió por dónde había llegado, dejando a Kojiro y a Togashi; debía alertar de que las cosas allí no estaban pintando bien.

    Eiji se acercó a Riku —Kojiro se encontró a alguien en el bosque y parece que no se llevan bien.

    —Maldita sea... —
    mencionó Matahachi corriendo hacia el bosque.

     
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    Gigi Blanche

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    El pequeño Hayato había estado frunciendo el ceño de lo lindo, pero al escucharme suavizó el semblante y me pregunté si lo habría hecho a consciencia. El detalle, de todos modos, me dio ternura y me acuclillé junto a él, dedicándole toda mi atención a su pregunta. Murmuré un sonido pensativo, un poco por hacer el teatro, aunque la verdad era que no me consideraba un experto en especies de ardillas. Tuve que repasar lo que medio recordaba de mis épocas de estudio formal.

    —¿Por qué no se lo preguntamos a ella? —murmuré, apostando a que la ardilla cumpliría su papel, y la miré—. Chiasa, ¿eres una ardilla roja?

    Le agregué a la pregunta la entonación que solía usar cuando buscaba saber si tenía hambre... aunque siempre la tenía. La pequeña paró las orejas y emitió un chillido breve, ensanchándome la sonrisa.

    —Parece ser que sí —traduje, una risa suave se me coló en la voz y regresé los ojos al niño, hundiendo la mano en el bolsillo de mi abrigo—. También parece que le caes bien. ¿Te gustaría darle algunas semillas? La pobre aún no desayunó.

    Saqué un puñado y mantuve la palma extendida frente a él, con una sonrisa serena. En ese momento apareció Tamura, a quien miré desde abajo. Iba cubierto aún con la piel de lobo y llevaba la taza de té. Parecía una ancianita recién levantada y me reí con ganas.

    —Las que pudimos entenderte —respondí, sin disimular la diversión, y me erguí—. Pasaron un par de cosas anoche, ¿recuerdas alguna? Como por ejemplo... —Presioné un dedo en el centro de su frente—. ¿Algo aquí~?

    Había mantenido mi atención fuera del reencuentro de Rengo y Yuzuki. Así estuviera ocurriendo frente a todos, lo sentía un momento privado que merecía su espacio. Noté que Riku y Togashi descendían del barco, también Reijiro y sus compañeros, y sin separarme del lado de Hayato, mi cuerpo se tensó al ver que Riku se acercaba al reencuentro de los Sugita. Llevé la punta de mis dedos al hombro del niño en un contacto preventivo mientras no separaba los ojos de la escena distante. Lógicamente, no podía escuchar una palabra de lo que decían, pero Matahachi intervino y la rigidez pareció disolverse poco a poco.

    Solté el aire con alivio cuando uno de los Sugita se acercó ya sin hostilidades a Riku, aunque poco después Eiji regresó del bosque, dijo algo y Matahachi se apresuró en dicha dirección. Me hizo un poquito de gracia la idea de que no lo estaban dejando ni respirar al pobre chico, aunque también me pregunté si sería algo serio. Kojiro y Togashi habían ido hacia allí, ¿verdad? ¿Qué había avisado Eiji?

    Afiancé suavemente el contacto en el hombro de Hayato, pretendiendo llamar su atención, y le sonreí. No estaba seguro de qué hacer. No quería importunar ni ofender, mucho menos meter la pata. Tampoco quería interrumpir, pero... Miré a Tamura, lo cacé de la piel de lobo y alcé la voz hacia adelante.

    —Perdona, Yuzuki, iré a ver qué está pasando —avisé, infiriendo que ya no podría echarle un ojo a Hayato.

    Supuse, también, que ella lo preferiría allí y no que lo bajara del barco. Con eso hecho, me arrastré a Tamura aún si se quejaba y descendimos hasta que nuestros pies encontraron la arena. Me acerqué a Reijiro, saludándolo a él y a sus compañeros con una breve reverencia. Mi primera opción había sido Yume, pero ver a tantos Sugita juntos, pues... era un poco intimidante.

    —¿Ocurrió algo? —indagué.
     
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    Nekita

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    Akihito Shishio

    Sonrió un poco más cuando vio que finalmente el dúo finalmente terminaba por abrazarse y completar su reunión, los observó por unos segundos enternecido, luego desvió su atención hacia el barco nuevamente donde la sorpresa lo golpeó de repente y su sonrisa desapareció casi sin poder evitarlo. De todas las personas desconocidas que pudieran haber llegado, a quien menos esperaba ver y el que menos creía que se fuera a acercar era al chico de Gifu, el Fujiwara.

    No volvió a poner un sonrisa en su rostro pero tampoco lo vio con enojo, tenía una mezcla de confusión, sorpresa e incertidumbre, así que tan solo se limitó a observarlo mientras le daba esas palmaditas y le hablaba, asintiendo a sus palabras con discreción aunque le causaran cierta molestia.

    Él era el que más lo esperaba, cualquier contacto era más agradable que estar gritando de que no tenía sentido atacarse cuando ni siquiera eran el blanco que tanto decidía vengar. No le quedaba más que esperar buenas sorpresas si se encontraba allí y...la familia Sugita tampoco hacía nada, por muy tensos que seguramente se encontraran.

    Vio a un par de grupos desaparecer hacia los bosques, cosa que se le hizo normal en cierta forma, tampoco tenía mucha valentía de interrumpir (aunque ilusión no faltaba) alguna de las reuniones, terminó por curiosear desde su lugar el interior del barco y allí fue donde vio su silueta. Miró hacia los demás que se encontraban en la playa o en la cubierta una vez más antes de volver a mirar hacia su padre, como si agarrara un poco más de valor.

    Si hablaban...y salía mal... era mejor hacerlo donde menos personas pudieran ver una escena, ¿no?

    —Si terminas cansado de este estilo con la trenza siempre se puede intentar otro estilo, también puedo intentarlo con ustedes si llegan a quererlo. Lo que se les ofrezca. —Lo último lo dijo desviando su mirada a Yuzuki y el pequeño niño que iba con ella, para ser cortés pero también intentando hacerlos un poco más bienvenidos. Luego le dio un par de palmaditas en su hombro a Rengo y le señaló el interior del barco para que supiera que iría para ese lado en caso de que lo necesitara.

    Se sorprendió de oler algo de sake dentro del barco pero trató de no darle mucha importancia a eso. Tan solo se centró en llegar hacia donde Rei y sentarse cerca de donde se encontraba situado, dando una buena distancia para no incomodarlo pero sí para que pudieran hablar aunque hubiera escogido estar en paralelo suyo y no verse cara a cara si llegaban a tener una conversación...decente.

    —No esperaba que vinieran a las islas...Bienvenido.—Dijo en voz baja, refiriéndose a él y Matahachi, reclinó su cabeza un poco en forma de saludo y de allí decidió mejor ver sus manos entrelazadas sobre sus piernas—Se que esto te puede resultar bastante irritable, no te culpo y me disculpo de ante mano pero... si te resulta realmente insoportable puedo hacerlo lo más conciso posible. Te lo prometo.

    —...¿Podemos hablar?
     
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