Lucas Diamond ¿Cuáles serían mis planes una vez abandonase la isla? Tendría que trabajar seguro. Tal vez recolectaría algo de miel. ¡O incluso podría probar de nuevo con los Pyukumuku! Debía entrenar mucho a mis dos nuevos iniciales para poder afrontar la liga, sí. Eso haría. Estaba deseando ver qué habían hecho con lo que antes era el fin del desafío de las marcas.
Lucas Diamond ¡Otra vez el mismo Pokémon! Esto era un bucle infinito, ¡qué fastidio! Ojalá pudiera encontrar a un Pokémon lo más rápido posible. Además, estaba seguro de que Mimi agradecía tener a su compañero cuanto antes.
Lucas Diamond Charmander, vistooooo. ¡Venga ya, no era eso lo que buscaba! Charmander era perfecto para Alpha, pero no para Mimi. Además, no sabía cómo de tensas podrían estar las cosas entre ellos, ¡desde luego no era la mejor idea! A seguir buscando, pues.
Lucas Diamond ¡Guau, otro Treecko sobrevolando la isla, planeando de árbol en árbol! Cómo envidiaba a esos Pokémon. Debían tener una vida súper chula, y además sentir una sensación de libertad infinita mientras volaban. ¡Jo, por qué no podía ser yo un Treecko!
Lucas Diamond Esto de los Oshawott no era ya normal, ¡era una plaga, una auténtica plaga! Venga por favor, apareced, Pokémon. ¡Si no es tan difícil! Os espera una vida muy bonita al lado de una gran chica... ¿Por fi?
Lucas Diamond When buscas a un Snivy y te salen tres Oshawott y un Tepig. ¿Cuáles faltaban por aparecer? Los tres iniciales de Sinnoh, Torchic, Froakie, Chespin y los que buscaba. Uy, de nuevo pensamiento offrol. Mejor omitid esto también de todas vuestras mentes, ¿sí?
Lucas Diamond ... Si antes hablaba de los iniciales de Sinnoh. ¡Al menos era un Piplup, un lindo Piplup! Aw, pero qué monada. Y pensar que en tiempo mi Empoleon era así... O sea, hace un rato, vaya.
Lucas Diamond ¡Segunda pareja! O pareja de parejas, como quisieras verlo. ¡Pero eso sería una parejaeja! Porque es la composición de dos parejas. Uy, qué lío. Mejor me olvido ya de esto de las parejas de Pokémon, que solo consigue distraerme.
Lucas Diamond Desesperado, iba a llorar. ¿En serio? ¿Tan difícil es encontrar un Pokémon adecuado para una entrenadora tiquismiquis de entre dieciocho posibilidades? Pues sí, tenían que hacerlo difícil... Qué ganas de complicarse la vida.
Lucas Diamond Estaba ha muy cansado, demasiado tiempo buscando. Me senté en el suelo, exhausto para tomar un respiro con mis compañeros. Si no aparecía ahora mismo algún candidato, lo dejaría estar por el momento y haría un descanso.
Al fin, se topó Lucas con un Totodile que, agresivo, daba bocados al aire con hostilidad, persiguiendo a un Froakie que ascendía en el aire con su pompa, obviando al cocodrilo. Irritado, trató de saltar para alcanzarle, pero no era capaz. ¡Ugh, qué frustrante! ¡Ah, sí, pagaría su ira con aquel muchacho, eso era buena idea! TOTODILE: Agua/Siniestro Personalidad Desconfiada Garra dura: +30 potencia en ataques de contacto. Salud: 100/100 Fuerza: 109 Resistencia: 112 Agilidad: 1/1 (43 de Velocidad) Movimientos: -Arañazo (50 Potencia, Normal) -Mordisco (70 Potencia, Siniestro, el rival lanza un dado de 5 caras, si sale 1, retrocede (Base 30, +10 STAB)) -Pistola Agua (40 Potencia, Agua (Base 30, +10 STAB)) -Látigo (-10 Resistencia rival) (Usos: 5/5
Lucas Diamond ¡Ajá! Así que ahí estaba. Justo cuando me senté, encontré a un Totodile, uno de los candidatos a ser compañero de Mimi. ¡Ahora me tenía que levantar, qué rollo! En fin, al lío. —Hola, pequeño. ¡Mira esto! Es un supercebo muy rico, ¿lo quieres? Le tendí la comida al inicial y esperé su reacción.
Lucas Diamond Alcanzamos la isla al poco tiempo, a gran velocidad. Despedí a Floatzel con cariño; siempre me ayudaba a alcanzar el lugar, y nunca había tenido el detalle de recompensarle de ningún modo. En ese momento solo contaba con cebos, así que le di uno, con lo que el Pokémon se marchó contento. Di un par de pasos en la isla, ahora mucho más lento. Sentía haberme quitado una carga de encima al estar en soledad. Ya no me sentía observado, ni sentía estar decepcionando a nadie, más que a mí mismo y a mi equipo. Los pasos se detuvieron pronto. Caí al suelo, extenuado. Había sido un día demasiado duro. Apenas había dormido últimamente, y me había esforzado mucho por intentar superar retos que yo mismo me había puesto. Pero... ¿Qué era lo que realmente quería hacer? Pasé el resto del día allí, en la isla. La noche empezaba a caer, y pronto debería volver a Galeia, si no quería acabar durmiendo sobre el suelo en una isla desierta. Pero la sola idea de verme junto a otras personas aún me ponía los pelos de punta. Había sido un día de reflexiones personales, todas infructuosas. Por suerte, para mis Pokémon estas últimas horas habían servido para distraerse y relajarse. Chandelure aún se balanceaba por la isla, observando los árboles con ilusión. En su mirada vacía se ocultaba un sentimiento latente por quemarlos, prender en fuego la isla. Pero bien sabía que no lo haría... Llevaba demasiado tiempo a mi lado, y lo conocía. Sus sentimientos eran destructivos, pero no sus acciones. Y para evitar posibles accidentes, le había proporcionado unas ramas de madera para que las quemase, que luego usé como hoguera, cuando la oscuridad de la noche se hizo paso. Pese a todo, Aegislash iba rondando de un lado para otro, junto al candelabro, para vigilarlo. Siempre se mostraba estático y firme. Era, en ocasiones, muy difícil entender que podía estar pensando. Probablemente, de todos mis acompañantes, era a quien más me costaba entender. Pero hasta en este momento, podía notar una preocupación por las acciones de Chandelure. En realidad, aquellos dos congeniaban estupendamente: eran polos opuestos, y precisamente por eso se atraían. La locura frente a la rigidez. Por supuesto, no solo estaban ellos dos. Scrafty estaba en el mar, con su tabla, probando nuevos trucos en las escasas olas que allí había. Él iba a su bola, como siempre... Pero a decir verdad, envidiaba su forma de abstraerse en el surf, y su perseverancia. Algún día, sus acrobacias serían conocidas por todos los surfistas de Galeia, no tenía duda. En cuanto a Noctowl, al llegar a la isla se marchó bajo tierra. Siempre se encontraba bajo tierra, estaba acostumbrado a no verle salvo en batallas. Era un Pokémon algo independiente. Me preguntaba qué clase de pasadizos y de mundo habría construido allí abajo. Como vería las cosas desde el suelo. Al menos a mí me parecía algo intrigante, que hacía a Noctowl un Pokémon muy curioso. Pude verle en un par de ocasiones, apareciendo en la superficie, mirando alrededor, y volviendo a excavar. Nunca cambiaría... Supuse que estaba explorando aquella tierra tan extraña, pues no muchas veces veníamos aquí. Gyarados, mientras, surcaba el cielo, en busca de algo que nunca entendí. Le encantaba sobrevolar todos los lugares que visitábamos: quizás era una suerte de ritual de los de su especie, para proteger y mantener vigilada la zona. Pero al poco tiempo, cansado también, descendió y se extendió sobre el suelo. Pronto se quedó dormido, enroscado. Habíamos vivido emociones muy fuertes, no podía culparlo de estar cansado. Lo dejé dormir, sin molestarlo mucho más. Y por último, estaba Lucario. Él era el más extraordinario de todos los Pokémon que había conocido hasta ahora. Su capacidad para viajar entre el mundo de los muertos y este era sorprendente. En un abrir y cerrar de ojos se desvanecía, transportandose entre ambas realidades. Incluso cuando se debilitaba, podía seguir haciendo uso de sus poderes. ¿Qué significaría la muerte para él? Era todo un misterio. Tras todo el resto del día desaparecido, se materializó frente a mí. Podía verlo a través de la pequeña fogata, sentado sobre sus piernas, con los ojos cerrados. Los abrió solo para dirigirme una mirada. —¿Ya volviste? —le pregunté. Realmente no siquiera sabía cómo era allá donde iba—. Espero que hayas podido descansar en este tiempo. Ha sido un día... Complicado. —traté de justificar el descanso que habíamos tomado. Que realmente necesitaba. No dije nada más, permanecí mirando la llama del fuego, únicamente. —A veces siento... Que todo está mal —solté, finalmente—. Que los holders no podemos con todo lo que nos gustaría. No somos ningunos héroes que salvan el mundo. Solo somos adolescentes tratando de ayudar, infructuosamente en muchas ocasiones, y poniéndonos en peligro en el trascurso. Lucario me escuchaba, sin llegar a mostrar ningún tipo de gesto de atención. Pero en el fondo, sabía que podía entenderme como me sentía. —Y me pregunto... ¿Hacemos bien? Hubert... —Sacudí la cabeza—. Por más que lo intente no puedo olvidarlo. Prometí hacerme fuerte, que entrenaría y sería el mejor estratega. Que retomaría todos aquellos retos en los que fracasé, que no fueron pocos. Y le daría la vuelta al desenlace esta vez. Por eso regresé, por eso me aventuré a la liga una vez más. Pero no funcionó. >>Por una parte, ahora siento que debería ir al parque batalla y continuar con aquello que empecé. Seguir luchando sin rendirme. Eso me dicta el cerebro. Pero... Mi corazón no quiere. En mi corazón ahora mismo no hay espacio para más emociones. Para más dolor, o situaciones de decepción. ¿Sería malo... Si por una vez olvido lo que debo hacer, y me guío por lo que siento? Me recosté, tumbándome sobre el césped de la isla. El cielo estaba completamente oscuro, y la fogata cada vez estaba más apagada. Ahora... Me sentía en calma, pese a la tormenta de sensaciones que experimentaba. Supuse... Que seguir al corazón por una vez no era un delito, ¿verdad? —Gracias —murmuré. Por una vez, había podido compartir mis pensamientos. Y tras apagar el fuego, me dejé llevar por el sueño, en aquella isla solitaria.
Lucas Diamond Un chorro de agua me despertó. Sobresaltado, me puse en pie, y me sacudí para secarme de toda aquella agua. Scrafty, a mi lado, se delataba como culpable. Todos los demás estaban ya en marcha, por la isla deambulando, disfrutando del día. ¿Tan temprano? Pero si solo era... ¡¿Qué?! ¿¡Ya era mediodía!? Agradecí a Scrafty que me hubiera despertado. Probablemente, habría notado que llevaba ya demasiado tiempo durmiendo, y que no era habitual en mí un sueño tan largo. Eso sí, le aconsejé que probase la próxima vez simplemente con un tirón del brazo. No era necesario ducharme para que volviese al mundo real... Un día más, la vida continuaba... El sueño me había venido de perlas. Tantas emociones pesaban más de lo que pudiera soportar, y necesitaba algo de paz. Pero ahora... Tocaba volver a la rutina, ¿eh? Volví a mirar mi Pokéreloj, que acostumbraba a guardar en la mochila mientras estaba en Udan. Eran las doce... ¿Debería... Entrenar más? El surfista se marchó de allí, hacia la costa de nuevo, habiendo terminado su particular misión. Mis Pokémon estaban muy felices, o al menos eso percibía. ¿Hacía cuánto que no descansábamos así? Ya ni lo recordaba. —Uhm... Deberíamos ir visitando las ciudades y sus mercados para comprar nuevas provisiones, así como visitar la guarida de los enmascarados, para ver si pueden ayudarnos con el entrenamiento. Volví a mirar el reloj. Lucario apareció a mi lado, meditando, como acostumbraba. Sonreí. No había regresado por casualidad. —Pero tal vez todo eso pueda esperar a la tarde, ¿no es así? Hace mucho tiempo que no disfrutaba de un día de playa como este... —determiné, tras unos segundos de reflexión. Por una vez, no sentía el peso del deber, sino la libertad de la voluntad. >>¡Hey, Scarfty, espérame! —grité, corriendo hacia donde el tipo agua se encontraba. Total, mojado ya estaba, ¿no? No pasaría nada por darme un baño, esta vez de manera voluntaria.
Lucas Diamond Alcancé la costa algo después, corriendo. No estaba convencido de que lo que iba a hacer fuese una buena idea, pero no me preocupaba en ese momento. Me desprendí de mi camiseta, para no mojarla más de lo que ya estaba, y me quité mi gorro, para guardarlo en la mochila. Scrafty ya me esperaba en el mar, invocando un campo de olas para que pudiera entretendrme en este tiempo (y claro está, para su entrenamiento). Durante un largo rato, me divertí entre el balanceo de las olas, nadando de aquí para allá, y siendo testigo de un auténtico espectáculo de surf. Entre las acrobacias más destacadas (al menos para mí), se encontraba una muy peligrosa: Scrafty había descendido hasta la zona donde la ola aún comenzaba a alzarse, y con impulso llegó hasta la cresta de la misma. Pero lejos de saltar, o realizar cualquier otro tipo de pirueta, quedó sobre esta, allí donde la espuma comenzaba a formarse. Mantenía el equilibrio sobre la tabla, sin necesidad de usar los brazos. Un solo paso en falso y su cuerpo se hubiera tambaleado, provocándole una zambullida estrepitosa y torpe. Pero por supuesto, esta nunca llegó: recorrió la ola de un extremo a otro, sobre ella, en una fina línea, mientras maniobraba con gran técnica en su tabla. —¡Qué guay, Scrafty! Eres el mejor, ¡es una pasada! Ojalá hubiera algún sitio donde pudieras mostrar todo tu talento... Estoy seguro de que ganarías grandes premios... —Recordé mientras hablaba el plan de concursos Pokémon que se trató de instaurar en Galeia, infructuosamente. Una auténtica pena, Scrafty podría haber lucido ahí todo su potencial... Y hubiera brillado como nunca—. ¡Pero llegará el momento en el que se te reconozca todo lo que vales! Y entonces, una idea cruzó por mi mente. Era tan atrevida como imprudente. Pero eso hoy no me detenía. —¡Hey, Scrafty! Ya que estoy aquí, ¿por qué no me enseñas a surfear? ¡Sería super guay aprender, y tú sabes un montón! —le pedí al Pokémon. Si bien yo le había guiado en los entrenamientos de combate, ahora era el momento de dejarme guiar, y poder aprender de él. Sorprendido ante la propuesta, Scrafty se tumbó en su tabla, y nadando con brazadas limpias y amplias se aproximó a mí, para preparar la lección. ¡Le había gustado la idea! Después de todo, los Scraggy enseñaban a los Pichu a surfear en la Playa del Sur, ¡así que debía ser un buen maestro! Pronto, me vi sobre aquella tabla, tratando de no caerme de ella. Lo cual, a decir verdad, era algo patético, teniendo en cuenta que aún ni me había puesto de pie. Las olas que Scrafty invocó se hicieron mucho más suaves, como signo de que el efecto del campo estaba remitiendo, así que era el momento perfecto para empezar. Antes de aventurarme a nada, Scrafty me había hecho una pequeña demostración de cómo debía hacer para mantener el equilibrio sobre la tabla, y como tomar una ola. Cuando esta llegó, pude notar al Pokémon a mi lado. Me puse en pie, algo tembloroso, y entonces Scrafty aprovechó para subir a la tabla, a mi lado. Tuvo que agarrarme y dirigir el rumbo que había comenzado a perder. ¡Si que era difícil manejar esto! Con su ayuda, fui entendiendo cómo debía colocar las piernas y brazos para comenzar. Pero cuando la ola empezó a romper, me asusté. Cuando quise darme cuenta, nos encontrábamos en el punto más alto. Scrafty me sujetaba con fuerza, para que no cayese al agua. Y esto no ocurrió. Poco a poco, fuimos siendo llevados hacia la orilla, coronando la ola. —Guau... ¡Ha sido alucinante! ¡Se te da fenomenal enseñar, Scrafty! He estado a punto de caerme en un par de veces pero has podido equilibrar el peso en la tabla. Desde luego tienes un don innato para esto... Las horas pasaron, y pronto dio el tiempo del almuerzo. Cansado después de tanto tiempo sobre la tabla, y con el pelo mojado pegado a la frente, salí finalmente del mar y regresé a tierra firme. —Uf, no estoy acostumbrado a tanta acción. Será mejor reponer fuerzas con una comidas. ¡Veamos qué traía en la mochila! —comenté en alto, tratando de hacer de reclamo a mi equipo. Pero cómo era de esperar, solo me escucharon Scrafty, que se encontraba conmigo, y Noctowl, que siempre sabía cuándo debía volver a la superficie, en el momento indicado. Me preguntaba cómo le llegaría el sonido allí abajo. >>Tengo algunas comidas artesanas hechas en las ciudades de la isla, y algunos de estos cebos tan ricos. ¡Seguro que con eso podemos montar un picnic! Al menos para vosotros, claro... Yo supongo que comeré una pieza de fruta que guardo de la última vez que recolectamos frutas en Tropiki. Es sorprendente lo que aguantan estas frutas... ¡Deben ser de gran calidad! Y con todo preparado, ya solo faltaba reunir a los demás y sentarnos a almorzar.
Lucas Diamond Le pedí a Noctowl que viajara bajo tierra, buscando a Chandelure y Aegislash (ya que probablemente no pudiera alcanzar a Gyarados). Mientras, Scrafty y yo fuimos recorriendo la isla a pie, y mirando al cielo para ubicar al dragón. Durante algunos minutos, no hubo noticias. ¿Dónde se habían metido estos dos? Noctowl vino de vuelta de su búsqueda. No había encontrado nada, ni sentido ningún tipo de vibración en la tierra producida por ambos. Pero entonces, un Torchic apareció correteando, algo asustado. ¿Estaba huyendo de algo? —... ¡Chandelure! —exclamé, al darme cuenta de lo que habría pasado. ¡¿Qué habría hecho esta vez?! Fuimos todos en la dirección contraria a la que había llegado el Pokémon, y tras unas zancadas, pudimos ver tras unos árboles al dúo. Chandelure reí, de algún modo, mientras que Aegislash permanecía alerta. >>¿Qué habéis hecho...? Hemos visto un Torchic corriendo, asustado. Pero la única respuesta que obtuve fue ver cómo las llamas del cuerpo del candelabro se avivaban, tomando una tonalidad roja, profunda. Aegislash reaccionó de forma seca, destápandose del escudo, preparado para solucionar cualquier problema que Chandelure produjese. Pero algo me decía que, en esta ocasión, Chandelure no pretendía armar ningún revuelo. Quizás simplemente trató de entablar una amistad con aquel Torchic, mostrándole la conexión evidente que ambos tenían... Y aquel interpretó que estaba en peligro. Sea cual fuere el escenario, estaba claro que dejar mucho tiempo a Aegislash con Chandelure provocaba algún que otro jaleo. —¿Nunca vas a dejar de buscarte problemas? Ay... >>A todo esto, ¿a qué veníamos nosotros? ¡Ah, sí! Va siendo hora de comer algo, ¿no tenéis hambre? Fue decir aquellas palabras y el anzuelo se separó por primera vez del tipo fuego, para acudir raudo a mi lado. ¡Desde luego que sí tenía hambre! Una respuesta similar fue la de Chandelure, aunque menos rápida. Ya solo faltaba encontrar a Gyarados y a Lucario. Este último sería más difícil de localizar, pero no dudaba en que llegaría una vez estuviera todo preparado. Siempre era puntual en ese aspecto. Y, por suerte, encontrar al dragón ahora era mucho más fácil. Le pedí a Aegislash que avivara la llama de su cabeza una vez más, provocando algo de humo. Rápidamente este ascendió hacia el cielo, llamando la atención de Gyarados. —Tranquilo, tranquilo. No ha habido ningún incendio —le respondí a Gyarados cuando acudió—. ¡Pero es la hora de comer! ¿No tienes hambre? Todos reunidos ya (o casi), comencé a sacar los alimentos de la mochila, y a repartirlos entre los Pokémon. Ahí donde lo veía, Aegislash era uno de los más comilones. Su naturaleza era depredadora, después de todo, así que no era de extrañar. E igualmente, Gyarados engulló su plato en un abrir y cerrar de ojos. El resto, a un ritmo más moderado, saboreaba la comida, disfrutando del descanso que tanto merecían. Como esperaba, Lucario no tardó en regresar, tomando su porción. Ahora que me encontraba allí con todos ellos... No podía describir cómo me sentía. Realmente habíamos vivido muchas cosas juntos, pero nunca un día como este. Debería replantearme tomar algún descanso más a menudo. No es mala idea recolocar las emociones cuando más se descontrolan. Habiendo terminado todos, recogí los desechos y los guardé en una bolsa que llevaba en la mochila (por Arceus, sí que guardaba cosas en la mochila, ¡solo faltaba por ver una bici ahí dentro!) —Aún es algo temprano para marchar... —Me dirigí a los Pokémon—. Podemos quedarnos un rato más por aquí, si así lo queréis, pero dentro de un par de horas debemos reunirnos todos de vuelta, ¿vale? No necesité ninguna respuesta: ver a Scrafty avanzar despreocupado hacia la costa de nuevo me confirmó que estaban de acuerdo con la idea. —Pasadlo bien mientras, yo me quedaré aquí. ¡Y no os metáis en líos, eh! —Sí, Chandelure, sí. Eso iba por ti, particularmente...
Lucas Diamond Mientras todos se marchaban, una vez más, pude observar a un Chikorita a una distancia prudencial, tapándose con la hoja de su cabeza, y mirándonos desde allí, asomándose por un lateral de su escondite. —Hola, pequeño —saludé sin moverme del sitio, ya que no quería asustarlo—. ¿Te ocurre algo? —le pregunté. Pero su mirada se desvió. Dejó de observarme a mí, y pasó a centrarse en Chandelure. En sus ojos se percibía una chispa de temor. Era comprensible, al ser de tipo planta debían asustarle mucho las llamas, y ver al candelabro, envuelto en ellas... Cuanto menos debía provocarle escalofríos. Chandelure seguía su camino, de espaldas a Chikorita, sin saber siquiera que lo estaba vigilando. Y cuando estuvo lo suficientemente lejos, el tipo planta continuó su marcha, corriendo algo más rápido. —Pobre Pokémon... —musité, con ternura—. Debe pasarlo mal, conviviendo aquí con tantas especies de tipo fuego. De cualquier modo, estaba seguro de que algún día evolucionaría, y entonces se sentiría mucho más seguro y fuerte. Algún día se convertiría en un imponente Meganium.
Lucas Diamond Y tras el Chikorita, dos Treecko pasaron planeando juntos, de un árbol a otro. Su forma regional, para ser sinceros, me resultaba sumamente tierna. Eran unos "superhéroes", o algo así. En el fondo, eso significaba una enorme voluntad de hacer el bien innata en la especie, y eso me parecía maravilloso. Me preguntaba cómo sería la vida de aquellos Pokémon. ¿Conseguirían realmente ayudar a muchos Pokémon, o solamente sería una aspiración de la especie, al igual que ocurría con los Delibird y el surf? De momento, no iba a descubrirlo. Me encontraba tumbado en el suelo, viendo el día y los Pokémon pasar. Aún debía planificar qué haría durante el resto del día... Y lo cierto es que no tenía ni idea. Había relajado tanto mi mente que por una vez en mucho tiempo no tenía planes o aspiraciones. ¿Podría acercarme al frente batalla nuevamente? Sí, era una opción... Aunque no terminaba de convencerme. ¿Cosas que hacer pendiente por Galeia? No recordaba ninguna en particular. ¿En Udan? Tampoco, más allá de reintentar la liga... Pero eso sería en otro momento, pues mis Pokémon habían trabajado en exceso durante este tiempo. Entonces... ¿Qué quedaba? Definitivamente no se me ocurría nada más. No era capaz de pensar alguna alternativa. Lo único que tenía en mente es que antes de decidir si volver a Galeia o permanecer en esta isla, era que debía pasar por los mercados para hacer algunas compras aún. Eran más que necesarias, pues tras el día de hoy me había quedado sin muchas provisiones de cebos, comidas y zumos. Igual incluso podría trabajar por la isla para reponer las joyas que gastase. Aunque tenía muchas, nunca estaba de más tener un pequeño colchón, por si me veía en apuros en algún momento. Y así, entre mis cavilaciones, el día transcurría, tumbado al sol. Qué bien sentaba un descanso después de un esfuerzo mental tan inmenso. Debía probarlo más a menudo, en esta paradisíaca isla. A partir de ahora prometía que así sería, y tras un aluvión de emociones siempre decidiría hacer un parón puntual.
Lucas Diamond Comenzaba a sentir mi cuerpo acomodarse sobre la hierba del suelo. No había comido mucho, pero me sentía como si así hubiese sido. Ah, qué bien me sentaría una siesta... Pese a haber dormido más de la cuenta, el cansancio era más que notorio. Miré el Pokéreloj con curiosidad. Aún quedaba una hora y media de descanso, antes de volver a la acción. ¡Eso era un montón! Y ya empezaba a no saber con qué ocupar mi tiempo de descanso. Quizás podría decir que estaba algo aburrido. Pero, a veces, aburrirse era lo más divertido. Sentir la sensación de no tener nada que hacer, de, simplemente, tumbarse a ver el tiempo pasar. No solía experimentar esa sensación frecuentemente. Toqueteé el Pokéreloj, hasta llegar a la función "Lanzamonedas". Y comencé a pulsar la pantalla del aparato, haciendo que, en efecto, una moneda fuera lanzada al aire. Ese simple juego, si es que se le podía llamar así, era muy útil para, poco a poco, ir cogiendo algo de sueño. Era algo así como contar Mareep para mí. Aquel movimiento monótono y repetitivo se me antoja a hipnotizante... Hasta que al fin, poco a poco, eché la última cabezada. Cuando despertase, un poco más tarde, comenzaría a retomar la acción. ¡Menos mal que había puesto una alarma en el Pokéreloj a tiempo!
Lucas Diamond Abrí los ojos al escuchar un ruido y pude ver a Lucario. Estaba andando hacia... ¿Hacia mí? No, pronto entendí que en realidad se acercaba a mi mochila. Volteé para verla, y encontré un Fennekin hurgando en ella. ¡Oye, que eso era mío! Rápidamente me puse en pie, para contemplar como Lucario hablaba con aquel Fennekin, en un idioma que no podía entender aún, por desgracia. El tipo fuego, algo triste, se marchó del sitio, huidizo. Me dio algo de pena, a decir verdad, porque no sabía si, quizás, simplemente había sido atraído por el olor de algo que llevase dentro, y querría probarlo. Pero por otra parte, podría haber sido simplemente un asalto mientras dormía, y si no llega a haber sido por la custodia de Lucario... Podrían haberme robado muchas cosas importante. ¡Mis Pokéball, entre otras cosas! Ugh... Si eso hubiese pasado no habría podido perdonármelo. Recogí la mochila, y revisé que todo estaba en su sitio. —Muchas gracias, Lucario. Si no llega a haber sido por ti, no sé qué podría haber pasado... Pero no te preocupes, ahora me encargaré yo de proteger mis cosas. Puedes volver a donde estuvieras, ¿vale? —le comenté, con una muestra de amabilidad. Ya no dormiría más. En poco tiempo todos regresarían, así que simplemente esperaría a que ese momento llegara.
