Isla Caballete

Y así, Kingdra cayó, desplomándose en el suelo frente a Emily y Luxray. Cuando la muchacha se dispuso a avanzar, Alakazam volvió a teletransportarse junto al tipo agua/dragón, apareciendo de la nada igual que la vez anterior. Al hacerlo, hizo girar las cucharas en sus manos y usó Recuperación… pero no en Kingdra.

Luxray sintió como sus energías retornaban. Los debilitados Gardevoir y Espeon también fueron totalmente restaurados. Finalizada la curación, Alakazam volvio a usar teletransportación, regresando junto con Kingdra al claro donde Effy le esperaba.

Ahora Emily podía continuar, pero el camino de la jungla se hacía cada vez más profundo; estaba oscureciendo y la vegetación era cada vez más grande y más salvaje a medida que avanzaba…

 

Contenido oculto

Desde lo alto de un risco, entre helechos y demás matorrales, unos ojos brillantes seguían los pasos de Emily con atención milimétrica. La Liepard de Mimi había alcanzado su objetivo en apenas minutos, guiándose en la penumbra y la impenetrable selva gracias a su agudo sentido del oído y la vista. Soplaba una brisa fresca, y el cielo comenzaba a tachonarse de estrellas bajas cuando alcanzó finalmente su objetivo.

Allí estaba Emily, en mitad del frondoso sendero, sorteando obstáculos y enfrentando pokémon que no eran salvajes en lo absoluto. No iba a intervenir a no ser que fuese absolutamente necesario, su misión era simplemente hacer de centinela y cuidar sus pasos. ¿Qué otra cosa podía hacer? No era lo bastante fuerte para enfrentar a los pokémon de Effy, y después de todo esa era una misión que debía cumplir ella sola.

Silencio.

Katze movió la oreja derecha al sentir un sonido entre los árboles, pero no fue más que un espantado Pansage que saltaba de rama en rama. Meneó el rabo, interesada, antes de continuar la marcha.

Un Noctowl uloló en la lejanía.

***

Mimi Honda

Reprimí un bostezo, pero no pude evitar que las lágrimas se me saltaran en el proceso de puro cansancio. Moría de sueño, de hambre y de frío. El cielo no hacía más que oscurecerse con el pasar de los minutos, pronto sería noche cerrada. ¡Y estar en una selva en mitad de la noche en una isla lejana no era una idea demasiado halagüeña! Me froté las manos ateridas por las bajas temperaturas y les di aliento en un intento por lograr algo de calor...

Pero fue inútil.

—Tsk— me quejé, abrazándome a mí misma—. ¿Cuanto tiempo más vamos a estar aquí? ¡Mi cabello está todo encrespado! ¡Y mis manos... Oh, mis pobres manos! ¡Casi no las siento! Vayamos a buscar a Emily y regresemos al CP a tomar algo caliente... ¿Bien? ¡Esto es estúpido....! A-a-¡achoo!

Estornudé con estrépito, y me apresuré a sorber rápidamente por la nariz, con esta última y las orejas enrojecidas por el frío. Yo no tenía resistencia alguna a este tipo clima... Estaba segura que no saldría muy bien parada de esta.

 

Hubert

Mientras Effy se encargaba de dirigir las fases del entrenamiento con ayuda de su Alakazam, yo me limité a sentarme junto al tronco de un árbol con un libro en la mano, pues llevaba bastante tiempo sin realizar el ejercicio de la lectura.

Cuando la oscuridad comenzó a cernirse sobre nosotros, liberé a Chandelure; el fantasma, contento de volver a sentir el aire fresco sobre sus fuegos, levitó cerca de mí para iluminar las páginas; Serperior, por su parte, descansaba entre las ramas más altas del árbol… Cuando Effy nos pidiera apoyo, se lo daríamos inmediatamente; de momento, podíamos permitirnos una pequeña distensión.

—¿Cuanto tiempo más vamos a estar aquí? ¡Mi cabello está todo encrespado! —escuché al cabo de un rato— ¡Y mis manos... Oh, mis pobres manos! ¡Casi no las siento! Vayamos a buscar a Emily y regresemos al CP a tomar algo caliente... ¿Bien? ¡Esto es estúpido....! A-a-¡achoo!

Desvié los ojos del libro y la vi a Mimi sentada sobre una piedra, sufriendo el frío. Recordaba haberla visto en la misma situación anteriormente, tal parece que era sensible a las bajas temperaturas.

—Chande, ilumina mi morral —le pedí a mi pokémon fantasma.

Gracias al fuego de Chandelure, no tardé en detectar la chaqueta gris que guardaba allí. Había sido una de las prendas con la que había llegado a la región de Galeia, y eso me hizo sentir un poco nostálgico. Ahora se encontraba limpia, como debía ser.

La tomé y, acompañado de Chandelure, me acerqué a Mimi.

—Ten —le dije, abriendo el cierre de la chaqueta y echándola sobre sus hombros—. Con esto y mi amigo aquí presente, estarás bien —sonreí.

Chandelure, el amigo al que hacía alusión, flotó cerca de Mimi. Sus llamas darían algo de calor a la joven Honda.

 

Mimi Honda

Por segundos que parecieron horas nadie respondió a mis quejas. Había empezado a sentir que moriría de una hipotermia cuando un alma caritativa me echó algo cálido sobre los hombros.

Tiritando, tardé un poco en darme cuenta de la situación.

¿Qué acababa de pasar?

De pronto, el frío se había atenuado, la brisa nocturna calmado y me sentía confortable y cálida. Al alzar el rostro tratando de localizar a mi salvador, vi como la luz vacilante de un candelabro— supuse un pokémon— iluminaba con un luminiscencia tenue y vacilante el rostro afable del mismo. El entrenador, gran amante de los libros que se había mantenido ajeno a todo sobre un tocón, me había echado su chaqueta sobre los hombros al verme en un estado tan lamentable.

Sentí que la calidez se extendía hasta mi pecho, intensa, y mis mejillas no tardaron en enrojecer.

—Hubert...—musité. Fue un detalle realmente amable por su parte. En medio de mi confusión y mis manos aún ateridas, sólo alcancé a aferrarme la prenda a los hombros. Era grande, áspera, pero cálida... Olía a familia—. G-gracias... Realmente empezaba a congelarme.

Volví a estornudar, sin embargo. El pokémon candelabro levitaba a mi alrededor, iluminando el claro con una luz fantasmal, muy similar a la de un fuego fatuo.

 

—Primero y principal —comencé—, esta isla no cuenta con un centro pokémon, así que tu trago caliente tendrá que esperar a otro momento. En segundo lugar, ¿crees que ser un entrenador pokémon es pasar los días entrenando y por las noches descansar cómodamente en una cama mullida y calentita? No, demanda sacrificio y esfuerzo al máximo; si Emily quiere superarse, deberá superar estas condiciones tan malas… la harán más fuerte, estoy segura de ello…

Pero en ese instante, me interrumpió la súbita aparición de Alakazam junto a un debilitado Kingdra. Hubert, que le había tendido su campera a Mimi, se quedo observando a ambos, al igual que la muchacha de Sinnoh; su agradecimiento a Hubert enmudeció ante el resurgimiento de ambos pokémon en el claro. Una pequeña sonrisa se curvó en mis labios.

—Bien Emi, ha logrado vencer a Kingdra… eso significa que está por un buen camino. Pero esto aún no se termina —recité, volviéndome a los otros dos—. Hubert, Mimi, ahora es cuando entran en juego ustedes… necesitaré a su pokémon más fuerte; Alakazam lo transportará para que le corte el paso a Emily y la enfrente en batalla. Ella deberá vencerle para poder llegar hasta aquí… será su última prueba.

 

Mimi Honda

Pero por supuesto... La paz no podía durar cuando el nombre de Effy se encontraba presente y grabado a fuego en la escena. Tan irritante. Tan insoportable. ¿Por qué no podía mantener la boca cerrada? Le dirigí una mirada fría, ceñuda y molesta. Aquello me había irritado. Realmente me había molestado, porque sinceramente le daba igual a Effy y se tomaba todo lo que me ocurría como un tonto capricho. ¡Como si yo dramatizara todo a propósito! ¡Cómo si no tuviese verdaderos problemas!

¿Quién rayos se creía que era para hablarme en ese tono? ¿Y quién la había proclamado líder de esta estúpida expedición, en primer lugar?

Me levanté de la roca donde me encontraba sentada, dejando caer la chaqueta sobre la hierba del claro. Ni siquiera me preocupé por el frío más, porque la sangre me hervía ahora en las venas.

—¡Nadie pidió tu opinión!— le espeté, con la voz fría y un tono de acerada rabia—. ¿Por qué rayos demanda tanto esfuerzo y sacrificio? ¿Es que no son los pokémon después de todo quienes luchan? ¿Los que se esfuerzan? ¿Acaso no lo hacen por la codicia de los humanos?— pregunté, antes de tomar a Chandelure y apuntar a Effy con el mismo pokémon—. ¡Deja de decir estupideces! ¡No es necesario llegar a tales extremos para mejorar! ¿Tanto te importa entrenar que ni siquiera tienes en cuenta lo que pueda pasarle al resto? ¡¿Cómo puedes ser tan egoísta?!

Ya había tenido suficiente de esto.
Sin una palabra más, solté al pokémon de Hubert, antes de devolver a las dormidas Momo y Chie a sus respectivas pokéballs. Por supuesto no me refería a ''egoísta'' en el sentido plano de la palabra, sino al hecho de que por su actitud ruda e inconformista, en su afán de conseguir sus objetivos Effy nunca tenía en cuenta los sentimientos de nadie. ¿Hubert? ¡Ugh, estaba tan ciega!

La cabeza había empezado a martillearme, incesante, y me sentía cansada en todos los sentidos.

>>Tú haz lo que quieras— continué, dándome la vuelta y dirigiéndole una mirada ladeada—. Yo voy a buscar a Emily. Ni te pienses que voy a dejar a Raiden en tus manos.

Y con esas, sin darle tiempo a réplicas, me adentré sola en la oscuridad de la selva.

 

—Lo siento Mimi, pero no puedo dejar que interrumpas el entrenamiento de Emily —declaré con voz sombría—. ¡Starmie! ¡Telequinesis!

El pokémon estrella fue liberado, y enseguida comenzó a emitir un brillo violeta. Esa misma luz fantasmal envolvio el cuerpo de Mimi y la detuvo antes de que pudiera dar un paso más hacia la jungla. Starmie la hizo levitar de regreso al claro y allí la puso en el suelo, dejándola paralizada con sus poderes psíquicos.

—No puedo dejar que interrumpas a Emily, así que Starmie te tendrá que tener quietita hasta que ella llegue aquí —sentencié. "Y lo mejor de esto es que no puede hablar para quejarse", añadí en mi mente, pero supe que seríá una provocación sin sentido decirlo en voz alta—. Lo siento, pero lo comprenderás cuando Emily logre llegar aquí… verás que se habrá hecho más fuerte al superar esta prueba.

Hubert, a diferencia de Mimi, me hizo entrega de una de sus pokebolas; se trataba del Hada Soñadora, perfecta para esta ocasión. A falta del pokémon de Mimi, tuve que sacar dos pokebolas mías, y puse las tres en manos de Frogadier. El pokémon rana rápidamente se escabullo hacia la jungla en busca de Emily.

 

Frogadier se escondió entre la espesa maleza, observando a Emily avanzar entre arbustos y vegetación salvaje, saltando las gruesas raíces de los árboles para no tropezarse. Siguiendo las instrucciones de su entrenadora, el tipo agua colocó la primera pokebola en el suelo y oprimió el botón en el centro de la misma.

Una luz blanca emergió allí, y cuando el pokémon se materializó, se dispuso a seguir el mismo comando que Frogadier. El Golduck de Effy se lanzó con un potente Aqua Jet directo hacia Emily y sus pokémon, sin intención de detenerse.


GOLDUCK: Agua (Potente)
Aclimatación: Anula los efectos del clima.
Salud: 177/177 (17)
Fuerza: 251 (74)
Resistencia: 182 (24)
Agilidad: 3/3 (90 de Velocidad) (5)
Movmientos:
-Cabezazo Zen (50 Potencia, Psíquico)
-Aqua Jet (30 Potencia, Agua, necesarios dos puntos de agilidad para esquivarlo) (Usos: 5/5)
-Tundra (Congela al oponente) (Usos: 2/2)
-Afilagarras (Sube 10 fuerza propia, y además garantiza el éxito del próximo ataque) (Usos: 2/2

 

Contenido oculto

Está perfecto… no deberías XD (?

Golduck entonces procedió a afilar sus garras tras dar un gran salto para evitar el Brillo Mágico.


GOLDUCK: Agua (Potente)
Aclimatación: Anula los efectos del clima.
Salud: 177/177 (17)
Fuerza: 261 (74)
Resistencia: 182 (24)
Agilidad: 2/3 (90 de Velocidad) (5)
Movmientos:
-Cabezazo Zen (50 Potencia, Psíquico)
-Aqua Jet (30 Potencia, Agua, necesarios dos puntos de agilidad para esquivarlo) (Usos: 5/5)
-Tundra (Congela al oponente) (Usos: 2/2)
-Afilagarras (Sube 10 fuerza propia, y además garantiza el éxito del próximo ataque) (Usos: 1/2)

 

El aire entonces se volvió gélido, frío como nunca antes… Golduck movio sus manos y de ella se desprendió una fina capa de hielo que envolvio a Espeon. La tundra congeló a Espeon, convirtiéndolo en un bloque de hielo por quien sabe cuando tiempo…


GOLDUCK: Agua (Potente)
Aclimatación: Anula los efectos del clima.
Salud: 177/177 (17)
Fuerza: 261 (74)
Resistencia: 182 (24)
Agilidad: 2/3 (90 de Velocidad) (5)
Movmientos:
-Cabezazo Zen (50 Potencia, Psíquico)
-Aqua Jet (30 Potencia, Agua, necesarios dos puntos de agilidad para esquivarlo) (Usos: 5/5)
-Tundra (Congela al oponente) (Usos: 1/2)
-Afilagarras (Sube 10 fuerza propia, y además garantiza el éxito del próximo ataque) (Usos: 1/2)

 

Mimi Honda

—¿¡Ah!?— fue todo lo que alcancé a exclamar cuando sentí como una envolvente luz violeta detenía mis pasos. De pronto, mi cuerpo se sintió entumecido y cada uno de mis movimiento requerían un esfuerzo prácticamente titánico por mi parte. ¿Qué rayos estaba pasando?— ¡E-Effy! ¡Seguro que todo esto es culpa suya!

Apreté la mandíbula y traté de continuar a pesar de mis músculos inmovilizados, pero fue absolutamente inútil. Se sentía como si mis pies pesasen toneladas, como si tratase de avanzar a través de arenas movedizas. Antes de darme siquiera cuenta estaba levitando de vuelta al claro. ¡Por el amor de...! ¡Ni siquiera podía gritar para demostrar el pánico y la sorpresa que me azotó en segundos!

Fui dejada en el suelo, inmovilizada y a los pies de Effy.

—No puedo dejar que interrumpas a Emily, así que Starmie te tendrá que tener quietita hasta que ella llegue aquí —soltó. Como no podía hablar, sólo alcancé a dirigirle una mirada ceñuda—. Lo siento, pero lo comprenderás cuando Emily logre llegar aquí… verás que se habrá hecho más fuerte al superar esta prueba.

¡Más le valía tardar en llegar, porque cuando pudiese moverme le echaría las manos al cuello pero de verdad!

 

Togekiss.

El hada maternal sobrevoló la isla en busqueda de Mimi. Estuvo así por un rato, hasta que pilló a una rubiecita enojada en medio de la isla. Debía ser ella.

—¡Kiss!, ¡Togekiss! —exclamó, señalando su lomo con la notita pegada.

 

Mimi Honda

... ¿Hmm?

Mis ojos se abrieron con un ligero parpadeo. Lo primero que me recibió fue el suave susurro de las hojas de los árboles bailando con la brisa. Ya era noche cerrada y agh... ¡Me dolía todo! ¡La cabeza! ¡La espalda! ¡Incluso las manos cuando movía los dedos...! U-un momento... ¡¿Podía mover los dedos?!

Aquello fue una auténtica sorpresa. ¡Mayúscula sorpresa! ¡Creía que estaba paralizada! Repetí el movimiento, esta vez con la mano izquierda. Los dedos volvieron a moverse. Me sentía más ligera, definitivamente aquella sensación de pesar y molestia había desaparecido por completo.

Pero... ¿qué había pasado? ¿Effy me había liberado? Oh no, olvidaba que ella no tenía en cuenta como se sentían los demás. ¿Hubert, tal vez? Hum... sonaba posible, pero no creía que se tratase de eso. Mientras me encontraba cavilando en silencio, sentí el movimiento de la hierba a mi alrededor.

Unos ojos ambarinos brillaron en la oscuridad como un destello fugaz y desaparecieron en la sombra. Sentí una escalofrío recorrerme la espalda.

—¿E-eh?— al volverme en aquella dirección, pude entender porque había recuperado la movilidad. El tipo agua había caído debilitado. Starmie estaba K.O sobre la hierba. ¿Pero qué demonios? ¿Dónde estaban Hubert y Effy? A mi alrededor todo era penumbra. La tenue luz de la luna iluminaba el claro con una suave luz platina... pero no podía ver mucho más allá.

Un nuevo escalofrío me recorrió el cuerpo desde los pies a la cabeza. Sentí aquella misma mano helada aferrarme el corazón y mi mente se encendió como cientos de sirenas cuando percibí un sonido gutural en la oscuridad.

—¿Q-qué ha sido eso?— pregunté titubeante.

Crack.

—¡Kyaaaah!— grité, tapándome lo oídos y cerrando los ojos con fuerza. Aquellos ojos ambarinos volvieron a destellar. Estaba segura de que iba a morir... completamente. Aquella bestia/monstruo/lo que quiera que fuese/ se había comido a Effy y Hubert y ahora venía a por mí... Podría golpearle, pero ahora lo que me paralizaba era el miedo. Y sólo podía quedarme allí y desear que no fuese una muerte muy dolorosa.

Apreté los ojos, los dientes y me preparé para mi final...

... Pero nada ocurrió. Absolutamente nada.

Lo siguiente que oí fue una especie de arrullo, un gruñido cariñoso que me incitó a abrir los ojos. Cuando despegué lentamente los párpados, confusa y asustada, la figura de un espléndido Luxray me miraba con seriedad. Su espesa melena negra y el resto de su pelaje resplandecían ahora con el fulgor de la luna. En sus ojos, había un brillo de serena confianza.

—Ra... ¿Raiden?— pregunté, incrédula. ¿Qué? Él pokémon se limitó a asentir y lentamente sonrió. Me levanté de un salto del suelo—. ¿¡Cómo se te ocurre darme esos sustos?! ¡Lo he pasado muy mal por tu culpa! ¿Sabes?

Con la mano sobre el pecho, dejé escapar un suspiro de alivio. Mi mente y mi cuerpo se relajaron y apoyé mi mano sobre la cabeza del pokémon eléctrico.

>>Supongo que has sido tú quien ha derribado a Starmie... ¿verdad?— dije, y lentamente dibujé en mis labios una ligera sonrisa de circunstancias—. Gracias por salvarme. Vámonos de aquí, le dije a Steve que estaría en su fiesta. No puedo faltar a mi palabra. No otra vez.

—¡Kiss!, ¡Togekiss!

—¿Hm?

En el cielo, revoloteando alegremente se encontraba un pokémon blanco con una nota pegada a la espalda. Estaba segura de que se trataba del transporte que me había enviado Steve. Togekiss descendió, y devolviendo a Raiden a su lujo-ball, monté sobre su lomo. Sin embargo, no podía irme aún.

—Vamos a buscar a Emily—le dije—, me da igual lo que diga Effy, no pienso dejar que pase la Navidad en una húmeda y horrible selva. Y a Hubert le vendrá bien estar un tiempo a solas con Effy... Sabiendo lo que sé me siento de más estando aquí.

Togekiss asintió, y con aquello dicho emprendimos el vuelo.

Contenido oculto

So sorry... @Steve Yops me coaccionó (?

 

Hubert

Al sentir la calidez de la prenda sobre sus hombros, Mimi había alzado la cabeza y se había encontrado con mis ojos, iluminados por el fuego azulado de Chandelure. Un color intenso tiñó sus mejillas y, como sin saber qué hacer, se limitó a aferrarse al abrigo mientras me daba las gracias en voz baja, visiblemente conmovida. Le respondí con una sonrisa, como diciendo No hay de qué.

Este instante, sin gritos, sin miradas irritadas, ni tensión, fue muy agradable para todos. Lastimosamente, la paz se derrumbó enseguida, cuando Effy contestó a las palabras que Mimi había pronunciado antes de que le diese mi chaqueta. Volvió a ser la misma de siempre: se levantó, haciendo que el abrigo se precipitara al suelo, y le respondió con voz fría y palabras rabiosas. En realidad, yo ya me había mentalizado para presenciar una reacción así, pero el pobre Chandelure no entendía nada… Mucho menos cuando lo usaron de señalador.

La cosa no mejoró cuando Mimi soltó a mi pokémon (que se acercó a mi lado con la confusión patente en sus ojos amarillos). Había intentado marcharse del claro y Effy la inmovilizó con la Telequinesis de su Starmie.

—Creo que esto ya se nos está yendo de las manos —susurré a Chandelure, sin que nos oyera nadie más.

Y justo en ese momento, un mensaje llegó a mi Holomisor. Tuve que atenderlo rápidamente para que el tono de alarma no atrajera la atención de nadie (recordaba bien cuando Effy me quitó el aparato durante el entrenamiento en Islas Artistas). Me alejé un poco de las chicas, hasta quedar detrás de unos arbustos, lejos del oído ajeno.

La figura holográfica que se materializó fue la de Steve. En su mensaje, me invitaba a una cena de Navidad en su casa de Ciudad Aerosol. Todos los holders habían sido llamados para pasar la festividad juntos.

Me golpeé la frente con la palma de la mano… ¡Es verdad! La Navidad ya estaba encima… ¡Qué rápido había pasado este año! Todavía tenía fresca en mi memoria la cena que iba a darse la Navidad pasada, y que fue truncada por la aparición del legendario GL.

Con una sonrisa, respondí el mensaje. Chandelure se ubicó detrás de mí, de manera que apareció junto a mi figura holográfica en el Holomisor de Steve.

—¿Qué tal, Steve? —saludé— Todavía nos encontramos entrenando en la Isla Caballete. Desconozco cuánto más durará, pero trataré de estar en tu casa lo antes posible. Mándale mis saludos a tu familia y a todos los presentes, diles que nos veremos pronto ¡Feliz Navidad!


Cuando volví al claro, me encontré a Starmie tendido en el suelo, echando humo. Una poderosa descarga eléctrica lo había tumbado. De Mimi, no había rastro alguno. Sin embargo, noté una figura blanca que alzaba vuelo desde la copa de los árboles. No tardó en perderse de vista, pero tuve el tiempo suficiente para notar que la montaba una silueta pálida y pequeña, de larga cabellera rubia. La joven Honda acababa de escapar.

Era un hecho que iba a buscar a Emily para marcharse con ella… Torcí los labios ante tal posibilidad, porque si bien me parecía correcto que interrumpiéramos el entrenamiento dada la fecha en la que nos encontrábamos, sabía que aquella sólo traería más chispazos con Effy.


Suspiré. No se podía hacer nada más, salvo ayudar a Starmie a recuperarse.

—Sal, Cresselia —dije, lanzando una pokébola al aire—. Necesitamos tu Danza Lunar.

La pokémon legendario se materializó, hermosa como un sueño. Al notar el estado lamentable en el que se hallaba Starmie, tembloroso y débil, lo tranquilizó con unas caricias dadas con la punta de su nariz. El pokémon de Effy pareció resistirse ante la muestra de cariño, porque intentó levantarse por sus propios medios, sin éxito. Al final, se quedó quieto, entregado a la atención de Cresselia.

Ella comenzó a danzar. Sus movimientos eran suaves, leves, como una caricia. Era un espectáculo bonito de ver, tan magnífico que hacía sentir relajado a sus espectadores. Serperior vigilaba desde lo alto de un árbol cercano y Chandelure parecía ciertamente maravillado. Al final, de la piel de Cresselia se desprendió un brillo intenso que se traslado al cuerpo de Starmie.

Cuando la oscuridad nos envolvió una vez más, Starmie se levantó de un salto, lleno de energía. Por su parte, Cresselia se posó en el suelo, inconsciente. La regresé a su esférico con la promesa de que sería curada pronto. Al mismo tiempo, regresé a Chandelure y Serperior bajó de su árbol para acompañarme hacia donde se encontraba Effy.

—¿Cómo crees que le esté yendo a Emily? —pregunté, colocándome a su lado, muy cerca.