Isla Artistas

Tema en 'Rutas' iniciado por MrJake, 24 Abril 2014.

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    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

    Libra
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    Hubert

    Le devolví la sonrisa.

    —No es como si los problemas no nos siguieran a todas partes —respondí y le di un beso, corto y cálido, en los labios. El contacto se sintió mucho más reconfortante luego de aquel sangriento caos—. Lo importante es que volvemos a estar junto y a salvo. Me alegra tanto como a ti.

    Ella estaba bien. No observé ninguna lastimadura, tan sólo resabios del mismo susto que yo mismo me había llevado en la torre. Seguro de esto, solté su mano y me giré hacia el horizonte. Observé las olas mientras el viento mecía mis cabellos, despeinándolos aún más.

    Mi cabeza entonces comenzó a procesar toda la información, todos los hechos ocurridos al otro lado del mar. Eso se podía apreciar en el gesto que hacía siempre: llevarme una mano al mentón.

    —Primero Mike y Melanie… Ahora Justice… —dije con suavidad, meditando— Más que su identidad, lo que me tiene severamente intrigado es la posible relación entre él y el comportamiento de los prisioneros… Parece que sabía lo que iba a ocurrir, habló de “broche final”; y los presos se enfocaron únicamente en Albert, al que Justice odiaba por sus crímenes… —hice una pausa, carcomido por la preocupación— Espero que Farrow y los demás nos contacten pronto.

    Un súbito grito nos hizo girar la cabeza. Me alarmé al ver cómo Alpha levantaba de la arena al chico moreno. Gritaba desaforado, descontrolado, y yo lo comprendía. Lo arrojó otra vez al suelo, seguido de la pokébola que era de Darkrai. Me rasqué una mejilla, nervioso por la situación, sin saber muy bien cómo intervenir. Sólo cuando Alpha se detuvo y se desplomó sobre la arena decidí que podría hacer algo. Miré a Effy.

    —Me encargaré de él —le dije—. Y... creo que ellas te necesitan —miré a Mimi y Emily con una sonrisa triste, porque me alegraba ver que estaban bien físicamente, pero angustiaba la palpable crisis emocional que las aquejaba—. Te las encargo.

    Caminé en dirección al entrenador. Desenterré la pokébola de Darkrai de la arena y me senté al lado del derrumbado Alpha. Otra vez mirando hacia el mar. Deduje que no era lo mejor regañarlo por su comportamiento hacia el otro chico (aunque debía admitir que se tomaba el asunto con demasiada calma).

    —Si te preocupa revivir esto una y otra vez —le dije, sin mirarle—, podría dejar que Cresselia te acompañe. Protegerá tus sueños de semejante pesadilla.
     
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    Morde

    Morde Dragón con caverna

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    Nyxbel ¿Pero tienes Vuelo o cómo llegamos?

    En ese momento comenzaron a llegar mensajes a la Pokédex. Daban recompensas por determinadas cosas... entre ellas mostrar un Tyrunt en Ciudad Óleo. Era un destino aceptable.

    — Quisiera ir a Ciudad Óleo —dije—. Podríamos tener allí nuestro combate.

    Noivern asintió de forma enérgica. Parecía tener ganas de combatir después de lo ocurrido...
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Emily Hodges

    Solo pude quedarme en silencio, escuchando las palabras de Mimi. Apreté la ropa de la chica entre mis manos, sintiendo mi corazón latir aun a cien pero, desde luego, mucho más tranquila. Ya lograba respirar con normalidad y las lágrimas habían cesado.

    Escuché durante unos segundos una armónica que me hizo olvidar por un momento lo que habíamos vivido. Pero cuando la melodía paró, de nuevo sentí algo de angustia.

    Sin embargo, la risa de Mimi fue suficiente para recuperar la estabilidad total. Todo estaba bien, ¿verdad? Ella estaba ahí, viva. No la había perdido como a papá o Fred, ella aun estaba ahí, a mi lado.

    Apoyé mi mano sobre su cabeza, acariciándola levemente.

    —Yo también te quiero mucho, Mimi —murmuré, con los ojos cerrados, sintiendo una repentina calma que sentí imposible de alcanzar en aquel momento—. Me hace muy feliz que me lo digas...

    La calma del momento no duró mucho. Los gritos de Alpa hicieron que abriese los ojos de forma repentina, mirándolo con sorpresa. Tragué saliva con fuerza, no muy segura de los resultados que pudiesen salir de lo que iba a decir pero... era lo correcto, ¿no?

    >>Muchas gracias, Mimi, me alegra mucho tenerte como amiga.... —la obligué a que se apartase de mi hombro, apoyando mi mano en su mejilla, la acaricié con el pulgar, mirándola a los ojos con una leve sonrisa, temblorosa, pero sonrisa al fin y al cabo—. A él también lo quieres, lo sé... y necesita apoyo también. Yo estoy mejor, ¿por qué no le devuelves el gesto que antes ha hecho? —murmuré, señalando con la cabeza a Alpha—. Os vendrá bien.

    Dije que ayudaría y cumplo mis promesas(?
     
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    Nami Roronoa

    Nami Roronoa The Gif Queen Game Master

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    El beso de Hubert me tomó un poco por sorpresa... pero me alegré de que tomara esa iniciativa. Su contacto cálido se sintió como si alguien hubiese rociado agua caliente sobre mi cuerpo congelado... una sensación que no sentía hace mucho tiempo. Fue un beso corto, pero muy intenso, que me embriagó de un sentimiento de inigualable paz... justo lo que necesitaba en ese momento.

    El joven entrenador se volvió hacia el horizonte, y comentó acerca de los sucesos extraños ocurridos. ¿Mike y Melanie? Me sonaban vagamente aquellos nombres, pero no recordaba haber tenido contacto con ninguno de ellos dos... me preguntaba qué sabía Hubert al respecto. Y también debía de contarle de mi enfrentamiento con Ryu, ¿verdad? Pero...

    —Me encargaré de él. Y... creo que ellas te necesitan. Te las encargo.

    Pero siempre podíamos hablar de ello más tarde, ¿verdad? Sí, no había problema; había otras personas que nos necesitaban ahora mismo. Ya tendríamos tiempo para eso más tarde...

    Y tras intercambiar rápidas despedidas, Hubert se dirigió hacia Alpha. Me intrigaba saber acerca de esa misteriosa pokebola que Alpha poseía, pero decidí dejar ese interrogante para después. Y con pasos seguros, avancé hacia Mimi y Emily, quienes continuaban abrazadas algo apartadas de los demás... parecían haberse vuelto incluso más cercanas en mi ausencia, si es que eso era posible.

    —Ey ey, yo esperaba un regreso emotivo, pero no tanto —dije al llegar ante ambas chicas con una pequeña sonrisa, intentando suavizar la tensión que aún podía sentirse en el ambiente—. Emily, Mimi... he regresado.

    *se sienta a esperar los gritos de Mimi* (?)
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    Simplemente me quedé allí abrazando a Emily y acariciando su cabello en un intento por calmarla, por reconfortarla. Escuchando como le hacía feliz que fuese honesta, que hubiera sido capaz de decirle aquello. A mi también me hacía feliz... quizás podría tratar de ser más sincera con mis sentimientos.

    Pero repentinamente en la playa se desató otra hecatombe.

    Alpha.

    Había estallado en un arranque de ira repentina, levantando a Orgen del suelo con furia en la mirada. Lo empujó sobre la arena y lo dejó ir, pero él... no estaba bien. Estaba histérico, había perdido completamente los papeles. Hablaba de Darkrai, de los problemas que ese bastardo le causaba, de sus problemas de insomnio.

    ... ¿Problemas de insomnio?

    Sentí un escalofrío recorrer mi espalda.

    Cuando le miré y tomó mi mano hacía unos minutos... pude ver que estaba mucho más pálido de lo que lo recordaba. Y tenía unas antiestéticas ojeras violáceas bajo los ojos. ¿No estaba durmiendo? ¿Desde entonces? ¿Cuanto tiempo llevaba sin dormir?

    Él decidió cargar con Darkrai en el Laberinto de las Pesadillas para que nadie más tuviera que sufrir por él... pero ahora era él quien sufría por todos.

    Apreté los labios. Mis manos, sobre la espalda de Emily se cerraron en puños.

    No era justo. No era malditamente justo. ¿De verdad que Alpha no estaba durmiendo por eso?

    Sentí el tacto cálido de la mano de Emily sobre mi mejilla, como con suavidad me apartaba de su hombro y me obligaba a mirarla... y me sonrió. Una sonrisa muy débil, trémula y temblorosa que hizo que mi corazón se estremeciese.

    Alpha... necesitaba apoyo, por supuesto. No estaba bien y saltaba a la vista. Yo... debería dejar mi orgullo de lado, mi resentimiento por su rechazo, todos aquellos malos sentimientos que me torturaban.

    Effy se acercó entonces y yo la miré. Solo la miré. También me alegraba verla sana y salva... pero no se lo dije. No aún. Porque antes tenía que hacer otra cosa.

    Lo que realmente me hizo actuar, lo que me hizo incorporarme y encarar al entrenador, fue escuchar como Hubert le ofrecía a Cresselia. Mi rabia superó toda mi reticencia a hablar con él.

    Porque estaba más que segura de que no la aceptaría.

    Imbécil. ¿Por qué era tan imbécil?

    >>¡No seas estúpido Alpha!—le espeté entonces, apretando los puños con ira— ¡No merece la pena cargar con el peso de toda esa responsabilidad a tus espaldas! ¿Quién te crees que eres? ¿Arceus? ¡Darkrai estuvo a punto de encerrarnos en una pesadilla eterna! ¡Se adueñó de la mente de Bruno!

    >>¿En serio crees que merece la pena sufrir por mantenerlo controlado? ¡¿Por qué tienes tú que cargar con todo esto?! ¡Tú solo querías ayudar a todos porque eres así de amable y estúpido! ¡No es justo! ¡Acepta el ofrecimiento de Hubert o te juro que yo misma romperé ese maldito esférico con mis propias manos!
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Nikolah Cruz

    Todos los ánimos parecían haber explotado en la playa. Yo estaba tranquilo, escuchando el sonido de las olas, incluso había decidido sacarme las zapatillas y las medias, para disfrutar del frescor del agua en mis pies, que se encontraban ardiendo. Tanto caminar y moverse tenía esos efectos. Pero el estallido de Alpha me sacó de mi ensoñamiento. Había agarrado a Orgen y lo había empujado hacia la arena, para luego lanzar una pokéball al suelo y sentarse con las piernas recogidas. Me quedé unos segundos mirando la escena, sin saber que hacer. Cuando decidí que lo mejor era levantarme y intentar hacer algo, otro de los muchachos (¿Hubert era?) se había sentado con él, para intentar calmarlo. Orgen y Devan habían decidido irse, al parecer a Ciudad Óleo, según lo que pude escuchar. La que parecía la novia de Hubert, otra chica que no conocía ni el nombre (y digo que eran novios porque se besaron, y eso hacían los novios, ¿no?) se había ido con las otras dos chicas, ¿Mimi y Emily? Vaya, demasiados nombres para aprender todo de golpe. Todos estaban con alguien que los apoyaba en esos momentos. Todos, menos un par. Y allí fue cuando una gran sonrisa se dibujó en mi rostro.

    Me levanté, me sacudí la arena, y me dirigí descalzo como estaba hacia dónde había dejado a Talía y a la otra chica, junto con sus flores de origami. Sin esperar permiso ni respuesta, como ya era costumbre, me cargué a Talía a los hombros. Y luego miré a la castaña, que todavía seguía hecha un ovillo.

    — Hey, no te quedes así. Ven, vamos a mojarnos los pies al mar, te relaja mucho, ya lo veras.— dije con un tono tranquilo.

    Y antes de que pudiera contestar, ya la estaba cargando e iba con ambas de vuelta a la orilla. Senté a la chica del vestido púrpura y yo hice lo propio al lado, después de bajar a Talía. Rebusqué en mi mochila, y saqué mis últimos tres cigarrillos de chocolate. Les ofrecí uno a cada una, y estuve a punto de llevarme el otro a la boca, pero decidí guardármelo. Tal vez alguien más lo necesitara.

    >> Cigarrillos de chocolate.— les dije a ambas, cuando les entregué la golosina.— No se fuman, se mastican. Es puro chocolate con galleta adentro, es muy bueno.

    Luego de eso, me tumbé en el suelo, hundí los pies desnudos en la arena húmeda, siendo bañado en parte por el agua, y crucé mis manos detrás de mi cabeza, mientras suspiraba y cerraba los ojos. Lo mínimo que podía hacer era brindar cierta compañía.
     
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    Naiki

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    Alpha Xenodis.

    Tras poco tiempo de que me sentase en la arena llegó Hubert a mi lado, recogió el esférico de Darkrai y se decidió a ofrecerme la compañía de Cresselia para mis siguientes viajes. ¿Llevar a Cresselia conmigo? Un pokémon que estuve a punto de capturar hace mucho tiempo y que era capaz de disipar las pesadillas como la Guardiana de los Sueños.

    Estaba a punto de rechazar la oferta apareció una persona a quien realmente no esperaba ahora: Mimi. Fue tan directa como pudo conmigo, de que si rechazaba a la guardiana ella se encargaría de romper por sí misma la ball donde Darkrai residía.

    —¿Saben? Al principio pensé que sería como llevar un pokémon más en mi equipo, no medí las consecuencias de mis actos una vez más y creo que lo justo es que pague por ello, ¿no?—Suspiré mientras mi vista se enfocaba únicamente en el mar de la lejanía. Era tan pacífico y relajante.—. Creo que en algún momento podré llegar a mirarle a los ojos y decirle "Hey, eres un compañero más"... Quizás incluso decirle un "Eres parte de mi familia", pero de momento creo que cargaré con ello—Tomé la pokéball de las manos del moreno y miré con una pequeña sonrisa al legendario.—. Gracias a los dos, pero seguiré por mi propia cuenta con él. Encontraré la forma de que seamos amigos.

    Y encogí nuevamente el esférico, regresándolo a mi cinturón.

    >>¿Y sabes por qué lo hago, Mimi? Porque yo dije que lo haría hacia mucho tiempo. Y ya sabes, los hombres tenemos que cumplir nuestras promesas.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Emily Hodges

    Mientras Mimi se ponía de pie, una figura más se acercó a nuestra posición.

    Ver a Effy me dejó algo anonada en un principio. Sabía que había vuelto, pero la situación no me dejó pensar demasiado en ello, es como si no hubiese asumida que llevaba tanto tiempo sin verla.

    Pero una vez más relajada, verla ahí, después de tanto tiempo, se sentía verdaderamente nostálgico.

    Me puse lentamente en pie, aun temblando levemente. Mimi se había dirigido hacia Alpha, pero no fui capaz de escuchar lo que le decía. Mis piernas aun estaban débiles, me costó mantenerme en pie, pero por suerte lo conseguí.

    Poco después rodeé el cuerpo de Effy con mis brazos, escondiendo mi rostro en su cuerpo.

    —Te he echado de menos, Effy... —murmuré.

    La verdad, Emi es bajita y me imagino que su cabeza le llega a los pechos a Effy y no lo digo pro el fanservice (?)
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    Imbécil.

    Eso era, un imbécil.

    ¿Qué los hombres tenían que cumplir sus promesas? ¿Qué tontería era esa? ¿Por qué se empeñaba en hacer las cosas tan difíciles?

    Mi gesto se ensombreció.

    —Claro, cumplirás esta promesa de la misma forma que cumpliste la de no abandonar Galeia hasta que pudiera vencerte... ¿verdad?

    Eso salió de la nada. Mi voz era fría y mi expresión no invitaba al optimismo. De un plumazo volvía estar furiosa otra vez. Mis sentimientos eran tan disonantes que la más mínima cosa que me dijera me recordaba lo resentida que aún estaba con él.

    Por abrirle mi corazón y ser rechazada. Por haber dado todo de mí por mostrarle un poco de mi mundo interior. Y por tantas otras cosas que había preferido callarme. Sin embargo, cuando aquellas palabras escaparon de sus labios, cuando dijo que debía cumplir aquella promesa estúpida de mantener a Darkrai porque eso es lo que hacían los hombres... algo se revolvió dentro de mí.

    Era un consagrado masoquista.

    >>Esa promesa la cumpliste muy bien, debo decir—solté—. Abandonándome por meses sin avisar siquiera. Reconozco que lo que hice en Témpera no estuvo bien, pero... desapareciste. Me dejaste sola por meses a pesar de que eras mi único compañero de viaje. ¿Siquiera pensaste alguna vez en mí, en como pudiera sentirme? Porque yo sí me preocupé por ti. ¿Tienes idea de lo mucho que me torturé pensando que te habías marchado por mi culpa? ¡Tú estabas en Kalos con tu novia mientras yo...! ¡Mientras...!

    Me mordí el labio inferior con fuerza, obligándome a callarme aquel torrente de palabras. ¿Qué estaba haciendo? Estaba desahogando con él toda mi frustración, todo lo que no había podido decirle. Pero no quería perder más el tiempo allí. Ya estaban los ánimos bastante caldeados.

    Probablemente le hubiera dado una bofetada si lo hubiese tenido más cerca.

    —Da igual—bufé apartando el rostro, digna—. Haz lo que quieras Alpha, a mi ya no me importa lo que te pase.

    Y así giré sobre mis talones y me alejé de allí.
     
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  10.  
    Factummale

    Factummale Straightn't

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    Elisa Daroch.

    Mantuve la vista perdida en mis piernas, ausente de todo, la música se había detenido y mis pokémon se mantenían a mi lado, acurrucados a mi cuerpo. Suspiré con mayor calma, logrando nuevamente aceptar segundo a segundo la realidad, una cosa era verlos, pero no tenía que interactuar con ellos. Podía seguir mi vida de siempre sin necesidad de mantener contacto con los fantasmas, podía hacerlo. Debía hacerlo. Me mantendría a raya de lo que ocurría y cuando estuviese lista me animaría a intentar algo con ellos, hasta que eso pasara, esto se quedaría como mi pequeño secreto, nadie podía saber que estaba rodeado de espíritus, no hasta que yo pudiese manejar con más calma la situación.

    "Hey, no te quedes así. Ven, vamos a mojarnos los pies al mar, te relaja mucho, ya lo veras."

    Apenas alcance a levantar la vista cuando sentí como era alzada del suelo, me trague un grito se sorpresa, a la par que mi rostro adquiría una mueca de incertidumbre, voltee la mirada, el chico que tocaba la armónica mantenía a Talía en sus hombros mientras a mi me agarraba en sus brazos, arrugue la nariz, ¿tan pequeña era que podía ser cargada con tanta facilidad?, infle las mejillas decepcionada, no era justo que el pudiese tomarme en brazos y llevarme como a un costal, si yo intentase aquello de seguro sería aplastada o no podría siquiera intentarlo en un primer lugar.

    Cuando llegamos a la orilla de la playa me dejo con cuidado sobre la arena, sonreí agradecida, y me quite los zapatos, al dejar los mismos a mi lado vi como Mimikyu y Drifloon llegaban a mi lado y tomaban asiento con tranquilidad, acaricié la cabeza de ambos.

    "Cigarrillos de chocolate"

    Levanté la vista al chico y sonreí levemente, agradecida por el chocolate, desenvolví el mismo y poco a poco comencé a comerlo, con la vista al frente, clavada en el mar.

    —Soy Elisa, por cierto —comenté con una sonrisa calmada, acorde al nuevo ambiente que se había creado, libre de espectros invasivos.
     
    Última edición: 3 Diciembre 2018
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  11.  
    Nyxbel

    Nyxbel ♣ El Orgen ♣ Game Master

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    Orgen

    Acto seguido simplemente mi Pidove iba a cargar con el peso de dos.
    —Espero que resista la trayectoria —le dije a Devan y le dije que subiera sobre su pequeño lomo, donde se agarró muy fuerte y a mi me llevó sosteniendo desde sus patas y partimos rumbo a Ciudad Óleo no sin antes despedirme de todos los holders.
    —Hasta la próxima compañeros —comenté y acto seguido agarramos vuelo hasta la ciudad en cuestión.
     
  12.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Nikolah Cruz

    Nikolah.— le respondí a la castaña, sonriendo y abriendo un ojo.— Nikolah Cruz, de la... bueno, mejor me callo.

    Solté una pequeña risa, dejando escapar el aire que tenía dentro. La verdad, podría pasar todo el día así, disfrutando de la paz. Era una de las cosa que más amaba de vagabundear. Obviamente que sería lindo tener un lugar al cual regresar, en dónde uno se sintiera seguro y cómodo. Pero me perdería de todo lo que estaba viviendo en estos momentos. Inspiré de forma profunda.

    — Elisa, ¿no? Cuéntame algo de ti. ¿Por qué comenzaste a viajar? ¿Qué te llevó a salir de tu casa y comenzar una aventura?— pregunté, curioso. Hasta que Alpha no se recuperara, no tenía forma de salir de aquella isla.

    Mi pokédex sonó y casí me da un respingo. Nunca me voy a acostumbrar a que pueda recibir mensajes por ahí. Al mirar la pantalla, pude ver que al parecer había una serie de ¿misiones? o trabajos para cumplir, como una especie de tablón de anuncios. Una chispa restalló en mi cabeza, y me dio una idea. Miré a Talia, que seguía bastante callada. Seguramente todo lo que había pasado la afectaba sobremanera. Era solo una niña, a decir verdad.

    >> Hey, Tali, ¿qué te parece si oficializamos la Compañía de Detectives Talía, Nikolah & Mimo? Con él que estaba viajando se fue, así que volví a estar solo. Y al parecer, hay gente que necesita nuestra ayuda.— le dije, sonriendo.— Así que ¿qué dices? ¿Quiéres acompañarme y ayudar a la gente que encontremos, como los bonachones detectives que somos?

    Y luego me giré hacia Elisa.

    — También estás invitada, si quieres unirte.
     
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  13.  
    Naiki

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    Alpha Xenodis.

    Y ahí íbamos de nuevo. Mimi arremetió contra mí con todo lo que tenía, sin dudarlo ningún momento, emitiendo sus sentimientos seguramente tal cual como se le ocurrían: Recordó la promesa que no cumplí. Me fui de Galeia antes de que ella me venciera. Y tenía razón, yo de verdad le había fallado y no podía alegar en contra de ello.

    Tiene razón.Fue lo único que pude pensar en medio de su ataque.

    Y continuó. Me expresó su sufrimiento en ese tiempo donde no estuve, donde ella creía que yo me había marchado por la paliza que me dio en Témpera... Maldito Ian, te tengo esa jurada. De todas formas, llegó cierto punto donde me tuve que encoger en mi propio cuerpo a la espera de un golpe que jamás llegó, sino que fue uno emocional.

    Da igual. Haz lo que quieras Alpha, a mi ya no me importa lo que te pase.

    Se supone que no debían afectarme, pero esas palabras fueron directamente como un cuchillo en mi pecho. Sentí el dolor agudo del rechazo por segunda vez en mi vida, proveniente de una segunda rubia.

    Creo que me voy—Suspiré antes de levantarme de mi lugar y dedicar una pequeña sonrisa a Hubert a manera de agradecimiento. Era falsa, obvio.—. Hey, hermano Nikolah—Me había dirigido hacia donde ellos se encontraban. Al menos se veían mejor que el resto.—. Ten, os veo en la Pradera Arte, ¿sí? Cuando soples esto Shen vendrá por ti y todos los que necesiten transporte.

    Entregué el silbato al rubio y posteriormente liberé a la Mosca Esmeralda de su esférico, para montarme y simplemente desaparecer rápidamente en el cielo.

    >>Disculpa por todo, Mimi.

    Y la única lágrima se perdió en medio del vasto cielo.
     
    Última edición: 4 Diciembre 2018
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    Reual Nathan Onyrian

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    Nikolah Cruz

    Hey, hermano Nikolah. Ten, os veo en la Pradera Arte, ¿sí? Cuando soples esto Shen vendrá por ti y todos los que necesiten transporte.

    Miré hacia arriba, viendo que Alpha se había acercado, y me pasaba un extraño silbato, que tomé con curiosidad.

    — Hey, ten, al menos tu ciga...— en ese momento, Alpha sacó un Flygon y se fue volando, después de soltar unas palabras sin fuerza.—...rrillo de chocolate. Bueno, ¡en la Pradera Arte te lo daré!— saludé con la mano, mientras el joven se dirigía hacia el cielo.

    Miré con curiosidad el silbato que me había dejado Alpha, haciéndolo girar en mi mano. ¿Era cómo un silbato mágico, que si lo soplaba nos teletransportaba a dónde quisiéramos? Era algo genial, ¿por qué Alpha me lo había dejado? Vaya que confiaba en mí para legarme un artefacto tan poderoso. Me emocioné por dentro. Era la primera vez que alguien me dejaba algo así de importante en mis manos, con plena confianza además. Iba a hacer lo posible para devolver el favor como fuera.

    Ansioso por probralo, hice sonar el instrumento, y me quedé expectante, mirando alrededor, para ver si en algún momento el ambiente cambiaba de improviso, o si se metamorfoseaba, o cualquier otra cosa mágica. Nada de eso pasó. Lo que ocurrió, sin embargo, fue que el jodido Guardián de los Cielos apareció de repente, surcando las nubes, y aterrizó en la playa. Yo me quedé boquiabierto. Como por cinco minutos, con cada uno de sus segundos. No me movía, no podía. Me pegué un cachetazo para ver si no era un sueño, causado por el hambre y los eventos recientes. Con tanta fuerza que me descoloqué la mandíbula, de nuevo. Me la acomodé, mientras pensaba que tenía una mandíbula bastante débil, la verdad. Y obviamente el dolor me confirmó que todo esto no era un sueño.

    Tomé a Talía y a Elisa en brazos, emocionado, y las subí a los lomos de la sierpe verde. Me trepé como pude a la cabeza del legendario, admirando absolutamente cada escama por la que pasaba. Me acomodé, y gritando emocionado, señalé hacia el frente, hacia el horizonte y el sol poniente.

    — ¡Ve y alza vuelo, bestia magnífico! ¡Vamos con Alpha, a la Pradera Arte, que tengo que darle todavía mi cigarrillo! ¡Vuelo raudo por el cielo!— exclamé, emocionado. Y luego recordé mis modales. Acerqué mi cabeza a sus ojos, para mirarlo directamente.— Bastante porfis, ¿siiiiiiií?

    Pude jurar que Rayquaza ponía los ojos en blanco. Vaya, lograba esa expresión de exasperación en muchos pokémon. Tenía un don especial, se ve. Rayquaza alzó vuelo, creando torbellinos de arena y agua, y se lanzó por los cielos, hacia nuestro destino. Yo estaba dele sonreir, aunque eso hacía que mi cara se deformara por el viento y la velocidad.
     
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    Nami Roronoa

    Nami Roronoa The Gif Queen Game Master

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    —Te he echado de menos, Effy…

    A pesar de mi porte sereno y expresión tranquila, la forma en que Emily pronunció esas palabras mientras me abrazaba realmente me llegó. Sentí mis brazos temblar ligeramente mientras devolvía el abrazo a Emily, y no pude evitar emocionarme un poco, aunque forcé a las lágrimas a que no invadieran mi rostro, pues no quería dar señales de cuánto realmente había extrañado momentos como éste.

    —Yo también te he echado de menos —le sonreí a la chica una vez que nos separamos, tras pasar un momento abrazadas—. A ti, a Mimi, a Hubert, a todos… oh, ¡hay tanto que contar! Y estoy segura que ustedes tienen mucho que contarme…

    >> Pero primero lo primero, deberíamos dejar esta isla, ¿verdad? No creo que haya mucho más aquí… esperemos a Mimi y vamos, ¿vale?

    Sólo esperaba que la Honda se hubiese calmado desde nuestro encuentro en la prisión. No podía seguir enfadada y con ganas a retarme a un duelo… ¿verdad?
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    Simplemente me alejé de la playa y me acerqué a la orilla, escuchando el murmullo del mar, sintiendo la brisa jugando con mi cabello.

    Me sentía estúpida.

    Completamente estúpida. ¿Amigos? No, no podíamos ser amigos. Yo no podía ni verle. Aún guardaba mucho dolor y resentimiento en mi interior. Muchas cosas que me había guardado demasiado.

    Me preguntaba si solo estaba perdiendo el tiempo.

    Cerré los ojos un momento, simplemente tratando de calmar mis ánimos. Estaba de pésimo humor antes, estaba de pésimo humor mediante y estaba de pésimo humor después.

    Ahora solo me sentía exhausta. Tanto física como anímicamente. Como si me hubiesen drenado la energía. Yo tenía un límite... y parecía que había sido rebasado hacía mucho.

    Me llevé la mano al cuello. Aún sentía los fríos dedos de Ellie sujetándome con fuerza. Levantándome del suelo con aquella expresión vacía y muerta. Desgraciada. Alpha no sería el único que tendría pesadillas esa noche. Ni siquiera necesitaba a Darkrai para tenerlas.

    Solo quería salir de allí cuanto antes.

    —Volvamos a Aerosol—les dije a Emily y a Effy cuando regresé con ellas. Sonaba agotada—. Solo quiero un Centro Pokémon ahora mismo. Effy, Emily y yo regresaremos con Isamu, mi Braviary.

    Informé, liberándolo de su esférico. Él extendió sus alas.

    >>Puedes venir con nosotras. Es evidente que has decidido regresar en un momento horrible, pero ya que estoy siendo sincera...

    >>Supongo... supongo que me alegra que regresaras—murmuré—. Pero sobretodo me alegra que sigas con vida.
     
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    Lelouch

    Lelouch Rey del colmillo

    Aries
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    Ian Lockhart

    No hace falta decir que no esperaba ese desenlace. Cuando el telón del cuarto caso al fin cayó, aquel que había estado orquestando todo entre las sombras desde el principio decidió mostrarse. Justice, se hacía llamar. No esperaba que se mostrase, y mucho menos que justo después ocurriese aquel incidente. Cuando subimos a ver por los prismáticos, vislumbramos una multitud de presos saliendo de la prisión y tomando armas... para después dispararse con ellas entre sí.

    ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo podía ocurrir algo como ello?

    Las cosas se pusieron peores cuando, por el ascensor, llegaron Ellie McRoy y Blaise, con la mirada perdida y un arma en la mano. Miré a la niña que estaba con nosotros; sin saberlo, su vida corría peligro. Sin embargo, cuando los criminales comenzaron a elevar sus brazos horizontalmente fue cuando pude entender sus verdaderas intenciones. Por instinto llevé la palma de mi mano a los ojos de la chica, y la jalé cerca de mí, justo a tiempo para evitar que viera como esos dos se suicidaban. Aún así, el sonido de ambas pistolas resonó con fuerza en la sala, y en sus oídos.

    Cuando estaba por soltarla, el resto de criminales llegó al lugar y se lanzaron todos contra el jefe Bert; aquella escena sin duda era más fuerte que la anterior, y aunque seguía cubriendo la visión de la pequeña, una vez más los gritos de desesperación seguían escuchándose perfectamente.

    Habiendo alcanzado la situación su límite crítico, Erwin nos teletransportó a los barcos, pudiendo escapar a la Isla Artistas.

    Durante todo el trayecto me quedé inmóvil y no dije palabra alguna; incluso cuando bajamos del mismo, a penas e hice algo. La niña aún seguía a mi lado, pero no le miré en lo absoluto. Seguía en shock, pero no por lo mismo que el resto.

    Se dice que cuando dos situaciones ocurren al mismo tiempo, la más fuerte suele hacer que la otra pierda importancia en nuestra mete. Eso es lo que me pasaba a mí; la masacre en sí a penas y había tenido un efecto notable en mí, a penas y rondaba mis pensamientos, y eso era porque una idea mucho más escalofriante yacía ya en mi cerebro.

    Los reos, sin duda, no se suicidaron por voluntad propia. Alguien había doblegado sus voluntades para que hiciesen aquello. Y eso significa....significaba que... que podía volver a ocurrir en cualquier momento.

    Eso es lo que me preocupaba de verdad. Que la masacre que acababa de ocurrir podía no ser un un hecho aislado, sino que podía sucederse en cualquier momento, y en cualquier lugar, y nosotros mismos podíamos ser parte de ella. Morir como un simple títere, perdiendo tu voluntad de un segundo a otro era lo verdaderamente aterrador. Porque te recordaba que podías morir en cualquier momento, y que la resistencia era inútil.

    En un escenario como ese, ni los niños estarían a salvo.

    Tras un rato, intenté decirle algo a la chica, cualquier cosa para animarla, pero las palabras no salieron. ¿Qué podía decirle que arreglase esta situación? Absolutamente nada. Sólo podía quedarmele mirando, temiéndome el peor de los escenarios. Por eso me alivié cuando llegó aquel otro chico y se la llevó, cargada en hombros. Esperaba que él lo hiciese mejor que yo.

    Mentalmente exhausto, me tiré a la arena.

    —Justice, hay dos opciones principales en lo que respecta a ti —los pensamientos comenzaron a aparecer y las palabras fluían por mi mente, sin salir nunca de mi boca—. La primera es que seas capaz de replicar lo sucedido cuando se te de la gana, lo que implicaría que estamos prácticamente a tu merced, en manos de cualquiera que sea el ideal de justicia que tengas.

    >>La segunda —reflexioné—, es que existieran condiciones específicas para que pudieras llevar acabo lo que acaba de ocurrir. Condiciones que pueden ser sencillas o complicadas de cumplir. Dado que es la primera vez que ocurre esto, desconozco cuál de las opciones será la correcta, pero siendo la primera tan superior, sólo puedo tomar medidas para el segundo caso. Si existen pautas que deben cumplirse para que lleves a cabo los lavados cerebrales, es complicado saber cuales, dado que sólo han ocurrido una vez. Aún así, debería poder conseguir alguna pista en base a la localización.

    Durante los próximos minutos, seguí divagando sobre el tema, acostado en la arena y con los ojos cerrados. Poco a poco, comenzaba a quedarme dormido, y aunque las voces a mi alrededor comenzaron a volverse más elevadas, ya estaban fundiéndose con mi imaginación.

    Una voz, de entre todo ese algarabío, se destacó del resto. No sabía lo que decía, pero sonaba melancólica para mí, como si de un viejo recuerdo se tratase. Como si se tratase de él.

    De Alpha.

    En mi mente se trazó una escena en la que seguía al chico a la distancia, cada vez más lejano; aunque comencé a correr detrás de él, me fue imposible alcanzarlo, desapareciendo en la penumbra.

    Cuando desperté, la playa estaba prácticamente vacía.

    —Parece que sólo quedamos nosotros —le dije a Hubert, una vez que me incorporé y llegué a donde estaba—. No he tenido oportunidad de felicitarte por ganar el torneo, ¿ya puedes participar en el Gran Campeonato, cierto? Felicidades.

    Suspiré. Estaba agotado.

    >>Aunque lo que en verdad me interesa hablar contigo es tu opinión sobre lo que acaba de pasar.
     
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  18.  
    Etihw

    Etihw ghost Comentarista empedernido

    Cáncer
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    No pude meter a mi Ian im sad </3
    En mi defensa diré que este post es largo bc posteasteis mucho y david le hizo algo cruel a una nena y es difícil asimilarlo (? ;_; Quejas en mi perfil gracias y disfruten a mi niña sufriendo o quizá es mejor que no leáis pls i beg u dont do it bye

    Talía Wells~

    Sentada en la cálida arena de la playa de la Isla Artista, con mis piernas estiradas y mis manos posadas sobre mi regazo, observé el cielo con la boca ligeramente abierta y sin pestañear. No podía dejar de mirarlo. El sol seguía en lo más alto, alumbrando con todo su esplendor cada rincón del lugar, pero no podía… dejar de ver ese tenebroso cielo de color rojo. ¿Por qué tenía ese color tan extraño? No podía comprenderlo. En realidad, no podía comprender nada, pues mi mente simplemente estaba en blanco.

    Cuando intentaba procesar lo ocurrido, pensar en todo aquel caos repentino del final, hacía que mi cabeza doliese horrores. Un pinchazo tan fuerte que me hacía temblar de pies a cabeza. Así que en mi mente… no había nada. Solo el cielo rojizo que veían mis ojos.

    Pestañeé al fin tras escuchar los gritos de Mimiko, volviendo a ver un cielo totalmente azul e iluminado y dándome cuenta de la presencia de los demás a mi alrededor. Miré hacia la arena, sintiendo cómo el corazón me iba a mil y un nudo se formaba en mi garganta mientras ella contaba a chillidos nerviosos lo que le sucedió.

    Terrible.

    Me levanté con lentitud, sintiendo cómo mis piernas fallaban y caía de nuevo al suelo. Tragué sintiendo un pequeño dolor en mi garganta, y cubrí momentáneamente mi cara con mis manos, suspirando de nuevo y cerrando con fuerza mis ojos. Me dolía la cabeza, pero la sensación de mis frías manos lo aliviaba un poco.

    Decidida a levantarme una vez más, separé mis manos y… vi con horror cómo una pequeña mancha de sangre se hallaba en la palma de mi mano derecha. Sangre perteneciente a alguien. Alguien de la Prisión Boceto. Sangre… de una persona probablemente muerta.

    Empecé a sentir escalofríos constantes por mi cuerpo y por un momento dejé de respirar, manteniendo la vista posada en ese aterrador color rojo, el que lamentablemente me confirmaba que todo lo ocurrido era real. Que… que todo eso pasó, delante de mí.

    Al haber visto a Alpha en Témpera y descubrir que él también iba al caso de la CSG, junto con los que en su momento eran desconocidos para mí, pensé que en verdad iba a ser una gran experiencia. Pensé que podría conocer más gente y pasar un buen rato. Divertirme con alguien. ¡Y lo hice, vaya que sí!

    Pero… ¿quién iba a decirme que al llegar al final de todo esto pasaría algo tan horrible?

    Mis pensamientos fueron interrumpidos al sentir a alguien aproximarse a mí y rápidamente froté mi mano en la arena esperanzada de que esa terrorífica mancha se desvaneciese por completo de mi mano.

    Al mirar hacia arriba vi algo que me espantó todavía más: Nikolah estaba ahí, frente a mí, agachándose a cogerme como siempre con su bonita sonrisa… pero cubierto de sangre. Mi querido compañero de la gran Compañía de Detectives Talía, Nikolah y Mimo… estaba cubierto por más de las manchas rojas que quería olvidar.

    Mientras me subía de nuevo a sus hombros observé con rapidez si se encontraba herido en algún lugar, pues toda esa sangre era aterradora de ver. ¡Pudo haber sido herido por alguien! Pero no noté nada, ni siquiera le costaba caminar, por lo cual llegué a la conclusión de que aquella sangre… sí, provenía también de la gente de la Prisión Boceto.

    Y de nuevo, mi mente estaba en blanco tras aquello.

    A pesar de sentirme perdida en mi cabeza, en un remolino de emociones que trataba de comprender, pude escuchar una dulce melodía cercana, que hizo que cerrase los ojos y sintiese, al fin, el tacto del pelo de Nikolah en mis manos, que se mantenían posadas en él para mantener el equilibrio. Aunque al notar un punto húmedo en su pelo inmediatamente alejé mi mano, observando cómo de nuevo tenía una mancha roja en mi mano. ¿Cómo podía estar ahí sentado con tranquilidad teniendo todo el cuerpo salpicado de sangre? Un escalofrío me recorrió al recordarlo otra vez.

    De repente me bajó, con cuidado, y entonces me senté, sintiendo a mi lado a Elisa y su pokémon. Mirando al suelo, volví a frotar mi mano contra la dolorosa arena, probablemente enrojeciéndola con tanta fricción, pero sin preocuparme en lo más mínimo por ello. Mi único pensamiento era… que me sentía sucia. Me sentía muy sucia con esa mancha en mi cuerpo. Necesitaba quitármela de encima, mezclarla con la arena y que desapareciese en lo más hondo de esta, y de mi adolorida mano.

    Noté cómo algo era posado frente a mí, viendo a Nikolah darse la vuelta y marcharse hacia la orilla del mar, en donde se sentó. Y observé aquel trocito de papel celeste. Aquella… bonita flor. Una bonita flor que Nikolah había hecho para mí. Y también la había hecho para Elisa, siendo la suya violeta. Sentí un pequeño calorcillo en mi corazón, y aunque empecé a temblar de nuevo sin poder evitarlo, cogí el pequeño detalle y lo resguardé con mis dos manos cerca de mi pecho, como si de un amuleto se tratase.

    Y entonces ese pequeño calor se apagó, adentrándose en mi cuerpo todavía más miedo al escuchar los gritos de ira de Alpha. Impactada y temblando, me encogí en mí misma al observar cómo tiraba violentamente a Orgen en la arena. No me gustaba ver a aquella persona así, tan estresado y angustiado. Enfadado con el mundo y consigo mismo.

    Me aterraba la situación. Me aterraba el cómo debían de sentirse los demás. Me aterraba cómo me estaba sintiendo yo.

    Me tapé los oídos y cerré mis ojos con fuerza. No quería escuchar más. No quería saber nada más. No quería… pensar. Quería… solo… dejar de temblar. De sentir cómo mi corazón se agitaba sin parar, y cómo una punzada de dolor me atravesaba la cabeza. Quería que todo parase.

    ¿Por qué tuvo que suceder aquello? ¿Qué había pasado para que esa situación se acabase dando? ¿No había sido demasiado cruel? ¿Demasiado sangriento? Sí, ¿quién era capaz de hacer eso con la vida de los demás? Fuesen criminales o no… no merecían eso. Nadie se lo merecía.

    Sentí cómo apartaban uno de mis brazos y tiraban de mí, y al darme cuenta volví a estar encima de Nikolah. Estaba desconcertada y mi ceño se arrugó. Solo él lograba que se generara tal confusión repentina en mí que hasta mi temblor había cesado. Pero al mirar abajo, en vez de asustarme como otras veces por su apariencia, mi atención se dirigió a la chica que cargaba, que miraba hacia arriba con una mueca de incertidumbre y con la nariz arrugada, y sus mejillas se inflaron, haciéndome enternecer por un momento. Realmente Elisa era una muchacha adorable, y a pesar de todo lo sucedido, estaba feliz de estar de nuevo con ella.

    Al llegar a la orilla volví a sentir la arena en mis pies y decidí sentarme al lado de Elisa, en donde me sentía en verdad a gusto y segura. Imité sus pasos y también me quité mis zapatitos y calcetines, y después de aceptar dudosa el curioso chocolate que Nikolah me dio, estiré como pude mis piernas para sentir el agua hasta mis tobillos. Debido a lo fría que estaba sentí pequeños escalofríos, que eran más agradables que los anteriores, atravesando mi cuerpo y me sentí algo relajada.

    Empecé a masticar la chocolatina, crujiente y sabrosa, mientras trataba de encontrar alguna bonita concha en la arena que había a mi alrededor. ¡Y las había, sip! Poquitas… pero suficientes. Eran preciosas, así que decidí guardarme algunas de las que tenía a mi alcance en mi bolsillo, apreciando su belleza. Acabé de masticar mi chocolatina y miré al frente, perdida otra vez.

    Hey, Tali, ¿qué te parece si oficializamos la Compañía de Detectives Talía, Nikolah & Mimo? Con él que estaba viajando se fue, así que volví a estar solo. Y al parecer, hay gente que necesita nuestra ayuda. Así que ¿qué dices? ¿Quiéres acompañarme y ayudar a la gente que encontremos, como los bonachones detectives que somos?

    Me sobresalté al notar que me hablaban, y me giré de nuevo confusa ante el muchacho, escuchándolo. No sabía de qué hablaba, pero al escuchar sus palabras agité mi cabeza con lentitud, haciéndole entender que, sin dudarlo ni un ápice, le acompañaría a eso y mucho más. ¡Sobre todo si Elisa también venía!

    Ah, pero de nuevo, ¿de qué hablaba? Más tarde me enteraría, quizá. No podía prestarle atención a nada. Mi mente se perdía todo el rato y no lograba centrarme ni en ellos dos cuando hablaban, ni en nada. Y eso no lograba evitarlo, incomodándome a mí misma.

    Pero de nuevo di un pequeño respingo, sobresaltada una vez más, cuando Alpha se acercó a nosotros dándole un silbato a Nikolah, y me traté de esconder detrás de Elisa, observándolo con preocupación. Y aunque se veía más tranquilo que antes, se notaba que no estaba bien. Que incluso sufría más que cuando se puso a gritar. Y eso acabó por romperme aún más el corazón.

    Odiaba todo eso. Odiaba esa situación. Odiaba lo sucedido y lo que causó. Odiaba estos sentimientos, y hasta odiaba odiar. Odiaba no poder hacer nada. Era solo… una niña que empezaba a ver mundo. Pero no quería ver esto.

    Al darme cuenta me había perdido de nuevo en aquellos pensamientos vi cómo Alpha se marchaba del lugar encima de su enorme Pokémon, manteniendo mi vista entristecida en aquel punto hasta que desapareció. Y suspiré, dirigiendo mi mirada al suelo de nuevo. Esto me estaba haciendo temblar otra vez. Temía qué podría pasar en el futuro.

    Nikolah no esperó ni unos minutos cuando llamó a Rayquaza con ese curioso silbato, y fui tomada de nuevo por sus inquietos brazos junto con Elisa, y me ayudó a subir, ya que lamentablemente mis piernas aún eran algo cortitas, ¡pero yo ya crecería poco a poco!

    Y al fin, cuando Rayquaza alzó el vuelo, con mis brazos alrededor de Elisa para no caerme y mi cara escondida en su espalda, me permití liberar las traviesas lágrimas que querían brotar desde lo ocurrido. Y así, también, liberándome un poco de este gran nudo en mi garganta y en mi corazón. Todo iba a estar bien.

    Ahora… ¿todo iba a estar bien?
     
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    Bruno TDF

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    Hubert

    Los demás habían abandonado la Isla, con destino a asuntos personales que, ojalá, les sirviera para despejar de su mente de las terribles imágenes que nos tocó presenciar en la prisión. Por enésima vez quedé atrapado en un momento de tensión, una fuerte tensión, entre Mimi y otra persona. Persona que, esta vez, se trataba de Alpha. Preferí en ese instante fijar mis ojos en el mar, en sus olas espumantes, aunque por más que hubiera querido no pude quedar ajeno a las cosas que se dijeron. Sí, definitivamente ahí había un problema bastante serio, que al parecer guardaba relación con la anterior partida de Alpha. Sí, definitivamente había muchas cosas detrás de todo aquello. Pero no estaba en posición de preguntar, por respeto a ambos.

    En esta y otras cuestiones me encontraba divagando cuando la última persona que quedaba allí, Ian, se acercó para hablarme.

    No he tenido oportunidad de felicitarte por ganar el torneo, ¿ya puedes participar en el Gran Campeonato, cierto? Felicidades.

    Di un pequeño sobresalto.

    —Es verdad —musité. Saqué la medalla Aerosol de entre mis pertenecías y la observé, a la luz del sol que ya había salido del horizonte—. Todo este asunto de la Prisión me hizo olvidar por completo ese detalle.

    Así que el Gran Campeonato, ¿eh? Nunca me había pensado cara a cara con Irvine, el campeón. Pero ahora que Ian me recordaba mi derecho a participar en ese campeonato…

    Aunque lo que en verdad me interesa hablar contigo es tu opinión sobre lo que acaba de pasar.

    Medité un momento antes de responder.

    —Estamos en peligro —dije al fin—. Todo lo que ocurrió en Prisión Boceto me dejó completamente descolocado —me llevé una mano al mentón—. Debió de pasar algo en sus celdas. Creo que el tal Justice envió una especie de señal o estímulo a los sentidos por algún mecanismo desconocido, que provocó aquel extraño comportamiento de los presos. Y al parecer puede manipularlos, porque mientras algunos se mataban entre sí, otras dos personas se suicidaron, mientras que un grupo asesinó al jefe Albert. Pero son sólo teorías, y lo cierto es que cuanto más te respondo, más preguntas me surgen…

    La mano pasó de mi mentón a la cabeza. Me sentí terriblemente cansado, igual que la vez que hablé con Mike y Melanie.

    Justice… —repetí aquel nombre con un regusto amargo— ¿Tú que crees que pudo haber ocurrido? ¿Alguna teoría sobre quién es esa persona?
     
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    Bruno TDF

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    Hubert

    No recibí respuesta por parte del entrenador, pues nos vimos interrumpidos por el sonido emitido por nuestros Holomisores. Acabábamos de recibir un mensaje, del propio Justice. Como continuando la conversación que estaba manteniendo con Ian, como si supiera que conjeturábamos sobre su identidad… Como si estuviera vigilando cada uno de nuestros pasos. Intercambiamos una mirada antes de que yo reprodujera el mensaje desde mi Holomisor.

    En resumidas cuentas, el tal Justice nos pedía que colaboráramos con él, ya que no confiaba en el detective Farrow y los demás.

    —¿Qué demonios pretende? —musité mientras negaba con la cabeza, entre intrigado e indignado por tan repentina confianza— No sé en qué está pensado si de verdad cree que...

    Pero la voz ahogada que se escuchó de fondo me erizó los vellos de la nuca, acallándome. No estaba del todo seguro pero… pese a que no se la distinguía del todo bien, había una nota en esa voz que me resultaba familiar. Y fue en ese instante cuando Justice, completamente seguro de que no íbamos a colaborar con él, nos extorsionó.

    Tenía secuestrada a Emily…

    —Hay que volver —dije sin titubear, guardando el Holomisor para extraer, luego, una pokébola—. Reformulo mi opinión sobre Justice: no es sólo peligroso por esa aparente capacidad de controlar la voluntad de las personas. También es más inteligente que nosotros. Se ha anticipado a nuestros movimientos y no nos dejó más alternativa que colaborar con él, incluso si eso supone dar la espalda a los agentes que siempre confiaron en nosotros… —suspiré— Te veo allá —Liberé a mi pokémon, el gran dragón blanco, Reshiram. Trepé rápidamente a su lomo y, tras saludar con un gesto a Ian, le ordené que se elevara.

    Devolvernos a Emily a cambio de volver a enfocar la investigación hacia el P.A.M... Muy bien, Justice, te daremos lo que quieres. Pero no creas que no intentaré devolverte la jugada tarde o temprano. Alcanzar la verdad.
     
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