Alpha Xenodis. Cuando las Islas Artistas se vislumbraron a la lejanía fue cuando el cuidador de la Tierra comenzó a descender en picada, haciendo finalmente un aterrizaje que, una vez más, levantó grandes cantidades de arena, generó ondas en el mar e hizo temblar las palmeras que la playa poseía. Sí, definitivamente viajar en un pokémon así de grande llamaba la atención de todo el mundo por una u otra razón. Bajé de la cabeza de mi pokémon y simplemente me dejé caer en la arena por unos segundos. El calor de éste lugar es tan agradable, la arena se siente tan bien y escuchar el mar es algo totalmente invaluable. Tras poco lo primero que hice fue quitrarme la sudadera y amarrarla a mi cintura, hacía demasiado calor como para seguir con eso. Y luego... Se vinieron los recuerdos. —N-No deberías pensar en eso ahora, tío... Céntrate. Pero no pude evitarlo. Recordaba estar tirado en las arenas con mi chica encima en medio de un jugueteo que pasaba un poco las barreras de lo que debía ser apto para el público. Rememoraba su calor y la perversión con la que ella me atacó esa vez. Claro que yo no me quedé atrás e incluso le toqueteé un poco... Joder, la cara me arde. —Ehm... B-Bajaros ya, ¿sí?—Hablé para el grupo de holders que había venido conmigo. Estaba avergonzado, pero debería distraerme de alguna manera, no podía pararme a pensar en Destiny justo ahora.—, Ray tiene que volver al cielo. Pensaba que habíamos sido los primeros en llegar, pero estaba completamente equivocado: Ellas estaban aquí. Emily y Mimi se encontraban en el lugar desde antes que nosotros, acompañadas por Sean. El corazón me comenzó a latir a mil, me sentí ansioso por ir y hablarle, pero en el fondo sabía que no era correcto. Recordaba perfectamente lo ocurrido hace poco en la Pradera y la verdad no tenía intención alguna de que algo así se repitiese. Solo... Tendría que esperar una señal divina, o sea de Emily, que me dijese que las cosas finalmente se han relajado. Giré la mirada y cuando pude notarlo ya todos habían bajado y Shen se había retirado. —¡Muchas gracias!—Fue lo único que le pude gritar. Ahora todo empezaría. Contenido oculto SweetSorrow Reual Nathan Onyrian Nyxbel Morde Pos ya, gente :D
Emily Hodges El viaje en el Braviary de Mimi fue relativamente rápido. O quizás se me hizo rápido por las ganas que ya tenía de empezar el caso. Lo cierto es que me moría de curiosidad por saber que había pasado, los anteriores casos habían acabado siendo verdaderamente sorprendentes, con finales inesperados. Y así aterrizamos en la arena, bajándonos poco después del pokémon. Me estiré, sintiendo como mis músculos se relajaban después del viaje y la tensión sufrida en la mansión. Cuando volví a mi posición normal, me quité la chaqueta para atarla en mi cintura y posteriormente me recogí el pelo en una coleta alta, sintiendo el cálido ambiente haciéndome ya sentir algo de calor. —Bueno... En algún momento debe aparecer el señor detective, ¿cierto? —dije, girándome para mirar a Mimi con curiosidad. Contenido oculto Esto va a ser di-ver-ti-do GalladeLucario por si había que hacer un post también para que cuente que estoy pues dejo este coso (?)
Nikolah Cruz En el momento en el cual Alpha había liberado a su pokémon, mi mandíbula se había desencajado tan fuerte que tuve que volver a acomodármela. Era difícil con Devan en la espalda, pero ¡por Arceus santísimo, Rayquaza, enfrente mío, aquí, ahora! El dolor de la mandíbula descolocada fue suficiente para hacerme saber que no era un sueño. Comencé a realizar saltitos de emoción en el lugar, y salí corriendo apenas Alpha indicó que nos podíamos trepar. Me acomodé encima de la sierpe verde, y acosté a Devan al frente mío, poniendo mis brazos al costado para asegurarme que no se caería. Lo llevaba más como paquete, viendo que estaba acostado perpendicular al cuerpo del pokémon, pero así era más fácil cuidarlo. Me moví en mi lugar emocionado, con una enorme sonrisa en el rostro. No podía creer lo que estaba sucediendo. Y tampoco pude creer todo el viaje. Era...era...no tenía palabras. El viento azotando mi cara, el océano azul debajo nuestro, brillando al sol, las nubes que atravesábamos. Todo era muy...mágico. Todo era irreal. Todas estas cosas no me podían estar pasando. Nunca me pasaban estas cosas. Estas cosas le pasaban a otra gente, gente importante, gente que merecía la pena. No a mí. No había explicación para que eso me ocurriera. O tal vez sí. Tal vez había muerto aquella noche, cuando tuve que dejar ir a Pupper. Tal vez el frío o un pokémon solitario me habían encontrado, y ahí había acabado todo. Debe ser por eso que Pupper volvió, y que tardé tanto en despertar. Pero si así era el otro mundo, no me arrepentía de nada. Mi rostro no dejaba de expresar alegría. La alegría de un niño que recupera su infancia. Aterrizamos en la isla y su blanca arena. Alpha fue el primero en bajar. Tomé a Devan de vuelta en brazos, y salté hacia abajo, para que Rayquaza pudiera volver a los cielos. Viendo que teníamos una nueva integrante, y parecía demasiado pequeña para poder bajarse por si sola, dejé suavemente a Devan en la arena, y me dirigí hacia la pequeña . — ¡Hola! Tal vez necesites ayuda para bajar, pero no hay problema. Por algo soy tan alto.— dije con una sonrisa, y sin esperar a que respondiera, la isé de la cabeza del legendario, y la puse en mis hombros.— Soy Nikolah, por cierto. Agárrate fuerte, pues todavía tengo que cargar a alguien más. Dicho eso, me agaché con cuidado y volví a tomar a Devan. Cuando Rayquaza salió volando, lo volví a ver transfigurado, con una sonrisa permanente en el rostro. Vaya, que genial estar muerto. — Bueno, Alpha. ¿Y ahora?
Orgen Cuando estábamos a punto de salir a nuestra aventura, una quinta holder se nos unió. Talía, como se había presentado nos acompañaría, con un gesto amable la saludé de la distancia presentándome. —Orgen, un gusto. —comenté. Luego de unos segundos, el imponente Rayquaza dejaba ver su esplendor y las personas de Tempera se asustaban y se resguardaban dentro del Centro Pokémon y rededores. Subieron uno a uno al lomo del dragón, yo me acerqué y le acaricié un costado y subí de último junto a Chespin que iba sujetado de mi cabello. Durante el viaje pude observar la misma emoción que sentía Nikolah al sentir el aire rozando su rostro, así me sentía yo. Sonreí, al verlo alegre, observé a Talia y luego a Devan para reírme de él. Cuando surcábamos los mares, algunos Pelipper volaban a nuestros costados, algo digno y magnífico de ver. El imponente Rayquaza. y pensar que deseaba ser su entrenador algún día, suerte de Alpha. Cuando miraba a todos recordé mi familia, y aunque me sentí nostálgico sonreí. —Parece que tengo una nueva familia Ches —comenté a mi compañero. Cuando nos acercamos a las Islas destino, el Rayquaza rodeó con una vuelta la isla para poder descender y dejarnos sobre la arena. Bajé y acaricié su costado mientras lo veía y le dí las gracias. —Gracias Shen. —sonreí y me dirigí con mis compañeros, específicamente a Nikolah. —Amigo, no pude evitar que estabas realmente feliz por la experiencia de volar sobre Rayquaza. —le dije, y sonreí. —Yo también me sentí afortunado, pero la experiencia de volar siempre me agrada, aunque sea sobre mi Pequeño Pidove. —respondí sonriente. Cuando distraigo mi mirada vi a Aplha bastante sonrojado... —Pervertido... —pensé y solté una pequeña carcajada, luego vi el incómodo gesto y volteé y en lo lejos pude ver a la parejita de gran escándalo y grité señalando. —MIERDA!!! LA TSUNDERE Y SU NOVIA!! —del susto Chespin se cayó al suelo.
Elisa Daroch. Todo había ocurrido de un momento a otro, la aparición de un nuevo Mimikyu, la captura por parte de Emily y la llamada a los holders, no tuve tiempo de pensar y ya estaba siendo arrastrada fuera de la mansión. Allí afuera me había planteado la duda, ¿era correcto ir sin saber del todo que pasaba?, claro Emily me había asegurado toda la ayuda era necesaria, pero yo no me sentía de mucha ayuda, arrugue la nariz pensativa. Para cuando estuve por dar una respuesta las chicas ya se habían ido. Subí en Altaria de inmediato, quizá necesitaba está aventura. Llegar a las islas no fue difícil, aún recordaba el camino de cuando Chad me había ofrecido entrenar con otros chicos, además, a la lejanía podía ver y seguir al pokémon de Mimiko, por lo que perderme sería complicado. Apenas llegar donde todos se reunían baje de Altaria, recibiendo a Drifloon en mi cabello y a Mimikyu, que no había logrado regresar por las prisas, en brazos, acariciar a la volador y agradecí el viaje con voz suave. Luego le regrese al esférico y me gire a todos los presentes, me sorprendió un poco ver tantas caras nuevas. Pero lo que me llamó la atención fue ver a Talía, un recuerdo de la mansión me atravesó la cabeza y le acompañó un escalofrío en los hombros, pensar en el señor que hace tiempo había visto y que ahora se celebraba un aniversario de muerte me dejó un ligero mareo. Sacudi la cabeza ligeramente, debía apartar el recuerdo, necesitaba concentrarme en el caso, luego podría tratar ese tema con tranquilidad. Contenido oculto GalladeLucario Me uno a la cosa esa (?
Alpha Xenodis. —Ahora, hermano Nikolah, hemos de esperar al detective Fearrow... Así que de momento relájate. Y me dejé caer en la arena, con manos sobre mi cabeza y ahora con la mirada al cielo. A mi lado rápidamente apareció Manaphy, quien se veía más alegre que nunca por el hecho de estar en la playa... El océano era su hogar, ¿no? Según lo que la pokédex decía era casi como el príncipe del mar, y eso me dejaba la deducción de que debía estar feliz como nunca en el agua. —¡¡Mierda!! ¡¡La tsundere y su novia!! Cuando escuché ese grito no pude evitar pararme rápidamente y darle un buen zape sobre la cabeza a Orgen. ¿¡Acaso quiere morir!? —¿¡No le temes a la muerte, chico!?—Sí, de más joven yo mismo había tratado de utilizar ese apodo para Mimi... No, no salió para nada bien. Creo que me golpeó más fuerte de lo que jamás había hecho.—¡No deberías tratar así a Mimi, tiene un nombre y un apellido perfectamente!—N-No es que estuviera defendiendo a Mimi, ¿bien? Sé que ella puede hacerlo por sí misma, pero me preocupa la seguridad de Orgen. >>¡No te juegues la vida si no es necesario!
¡Hey! ¡Soy yo, el narrador en prácticas! Vengo a narraros que Frogadier se había metido en su Pokéball para hacer sitio en el bicharraco enorme que era Rayquaza. Y por mi parte ya está, le tengo que dar paso a Devan que ya se va a despertar. No os preocupéis por él, ¿vale? — ¡¡Mierda!! ¡¡La tsundere y su novia!! Cuando despiertas tras un rato desmayado y lo primero que oyes es eso, piensas que alguien está mal de la cabeza. Mientras me iba incorporando, vi que me encontraba en una playa paradisíaca con un montón de gente de la cual a la mitad no les conocía. — ¿Hemos llegado? —musité. No estaba en condiciones de hablar más alto y tampoco esperaba que nadie contestara.
Nikolah Cruz — ¿Relajarme? Si tu lo dices... Todavía con la niña en mis hombros y Devan en brazos, me dejé caer de posaderas en la arena, mirando el mar. Dejé a Devan a un costado, y le puse mi mochila como almohada, para que estuviera un poco más cómodo. Me quedé sentado con las piernas cruzadas, mirando las olas del mar. No había prestado atención a los gritos de Orgen ni las advertencias de Alpha. Tan solo estaba relajándome, como me habían dicho. Mimo salió de su pokéball y se sentó entre mis piernas, en la misma posición que yo. Ambos nos quedamos con la mirada perdida, mientras el viento con sabor a sal acariciaba nuetros rostros. Prácticamente, ambos parecíamos estatuas.
Orgen De pronto el sopetón de Aplha llamó mi atención, luego del dolor continúo que causó. —Auch! —me quejé, mientras le oía atentamente. —¿morir, dices? —observé a Mimi a lo lejos rogando en mi mente que no me haya escuchado pero grité muy fuerte. —Pero Alpha, dudo que me mate con la CSG encima —reí un poco y luego la volví a mirar, además, creo que no me escuchó escondiéndome tras la espalda de Alpha. —Sinceramente, me gusta sacarle el quicio. Es divertido para variar. —luego de eso sentí otro sopetón, esta vez de Chespin y caso seguido comenzó a jalarme los cabellos. —Basta Ches... Basta! —decía mientras discutíamos y Devan se ponía de pie
Hubert Después de haber pasado por tantos combates, la brisa refrescante de las alturas era algo de agradecer. Subido a Reshiram, cerré por un momento los ojos para dejar que las caricias del aire sobre mi rostro me relajaran, al tiempo que seguía saboreando la sensación de otro torneo ganado. Si me hubieran dicho hace un tiempo que iba a tener este tipo de logros, de seguro no lo habría creído. Estaba seguro de que mis padres ya estarían al tanto y que se sentían orgullosos, sobre todo mi madre, a la que tanto fascinaban las competiciones. La Isla Artistas ascendieron desde las profundidades del horizonte. Al notarlas, Reshiram incrementó la velocidad de su vuelo. Yo no las había notado hasta el momento en que sentí su repentino impulso, pues ya no brillaban fuertes luces en el cielo. El gran dragón blanco dibujó unos círculos alrededor de las orillas y se detuvo, finalmente, en un sitio donde había otras personas. Al bajarme, reconocí a Alpha, Emily, Mimi y Elisa. También estaban dos chicos que creía reconocer, de haberme cruzado fugazmente con ellos en otra ocasión. Pero a quienes definitivamente no conocía eran al entrenador bronceado y la niña de cabellos rubios. —Hola —saludé con la mano y una sonrisa a mis amigos; luego me giré hacia los menos conocidos— Un gusto conocerlos, mi nombre es Hubert —decía, al tiempo que un destello se desprendió de mi pokébola; Serperior emergió y se colocó detrás de mi, sereno pero imponente.
Orgen Observé que de pronto se acercaba un imponente pokémon, era Reshiram según mi Pokédex. Estupefacto otro holder se bajo de su lomo y luego de presentarse como Hubert sacó un imponente Serperior de su Pokébola. —No mames, lo que falta es que Mimi también tenga un Legendario. —recriminé, viendo un poco disgustado a todos. —De vaina tengo a Axew que será un suculento Haxorus... —comenté, mientras sacaba al pequeño de su pokébola.
Nikolah Cruz Sonreí cuando vi que el enorme dragón blanco se posaba en la arena, y de allí descendía otro holder. Inspiré bien fuerte, y Mimo me imitó. Estar muerto valía mucho la pena, viendo todo eso. Encima estaba con todos mis amigos. Nada podía estar mejor. Levanté mi mano e hice mi típico saludo agitando todo el brazo, con cuidado de que Talía no se cayera de mis hombros. Mimo me imitó a la perfección. — Nikolah.— dije simplemente, y volví a mirar al mar. Se estaba muy pacífico.— Oh, y hemos llegado ya Devan. Y al parecer hay mucha gente. Mucha gente nueva por conocer. Eso es genial. De improviso, una de mis pokéballs se abrió, y dejo paso a Pupper, que se tiró a mi lado, contemplando también el mar. Cada tanto, parecía mirar con cierto desafío al Serperior del que se acababa de presentar como Hubert.
Un barco se pudo ver entonces desde la lejanía, pequeño pero flamante, acercándose a gran velocidad a la orilla. Atracó de forma torpe, y un hombre que rezumaba excentricidad apareció, saliendo de la cabina del capitán, y se dirigió presto hacia ellos. Para sorpresa de los que ya conocían a Farrow... su semblante seguía luciendo serio. Muy serio. Contenido oculto —Hola a todos y a todas... siento la tardanza —un rápido vistazo le permitió analizar a los presentes, y llevó su mano al mentón, reflexivo—. Vaya... veo que hay muchas caras nuevas aquí. En fin, ¡adelante! Subid al barco. Iremos a la Prisión Boceto lo más rápido posible; la situación merece presteza. Todo el equipo de la CSG está allí, reunido. Tenemos un caso que luce extremadamente complejo, y necesitamos todo el apoyo posible. >> ¡Adelante, iniciemos la navegación! Al otro lado de las aguas aclararemos todos los detalles. Contenido oculto Empezaremos en breve la actividad, gente. En un rato crearé el tema "Prisión Boceto", y ahí sucederá todo el caso. ¡Estad atentxs!
Mimi Honda "Bueno... En algún momento debe aparecer el señor detective, ¿cierto?" Miré a Emily. De hecho... Farrow debería estar ya aquí, donde fuese... no era propio de ese excéntrico detective retrasarse. ¿Acaso pensaba esperar hasta el amanecer? Separé los labios y me dispuse a responderle eso mismo, con un tono de circunstancias, pero algo me lo impidió. Aquella presencia esmeralda surcando el cielo y aterrizando en la playa ocupando prácticamente la mitad de esta gracias a su extensión. Shen. La persona que menos esperaba ver ahora. La persona que podría desequilibrar toda la calma que hubiera podido lograr en ese corto lapso de tiempo. Había venido a ayudar, pero saber que estaba aquí me hizo apretar los puños con fuerza, sentir un nudo prieto en la garganta. "Alpha" No quería verle. No quería hablarle y mucho menos quería colaborar con él en un caso. Si pudiera simplemente borrarlo de la existencia me haría un favor a mí misma. Aparté la mirada así que tampoco vi la camarilla de gente que traía con él. Pero tampoco me importaba. Sí tenía tantos amigos y se había vuelto tan popular después de pisotear mis sentimientos, no me importaba en lo absoluto. Por mí como si se volvía famoso y ganaba un premio gracias a su estupidez e inconsciencia. Hasta que escuché una nueva voz. Un grito aterrado e histérico desde el fondo de la playa. Una voz que había escuchado hacía bastante poco en Témpera. Mis mejillas enrojecieron sin que pudiera evitarlo ante lo que le escuché insinuar. ¿Qué decía? "¿L-la tsundere y su novia?" ¡¿La tsundere?! ¿No había tenido suficiente con casi quedarse estéril con café caliente? ¿Ahora quería perder también la vista por un puñado de arena en los ojos? —¿Qué hace este imbécil aquí?—pregunté en voz baja, sintiendo como la ira ascendía en mi cuerpo y empezaba a hacerme temblar—. ¿Acaso es masoquista? Le pisaría la cabeza pero estoy segura que lo disfrutaría. Y hacerle disfrutar sería asqueroso. Me volví para mirarle. Clavé en él una mirada amenazante, asesina. Una mirada de advertencia muy clara. Si las miradas matasen, del rostro de payaso de ese individuo no quedarían ni las cenizas. Le hubiese partido la cara por llamarme tsundere si no fuera porque no pensaba acercarme a Alpha ni medio metro de distancia. Tenía suerte de contar con él. Entonces escuché un golpe y un quejido y al mirar hacia allí de soslayo, intrigada, vi que Alpha acababa de golpearle. ¿Qué demonios? Acababa de darle un golpe en la cabeza y él se estaba quejando de dolor... En ese momento me pregunté si lo había hecho por mí. Si pretendía defenderme... Mi rabia solo se hizo más fuerte. "Idiota, puedo defenderme sola". Y entonces tomé en piedra del suelo y antes de subir al barco del recién llegado Farrow, se la lancé a Orgen a la cabeza.
Mientras trataba de incorporarme, empecé a notar el aire moviéndose de forma repentina. Ni siquiera pude ver qué causaba eso cuando me encontré a Frogadier tapándome los ojos. — Devan —respondí a las presentaciones. Después, fui arrastrado y Frogadier se apartó permitiéndome ver el mar. Goomy salió a darse un baño; tanto tiempo en la Pokéball debía haberle secado en exceso. Fue entonces cuando apareció un barco con la persona que había mandado el mensaje. Una vez hubo hablado, me levanté y subí a bordo...
Alpha Xenodis. ¿L-Le gustaba sacar a Mimi de quicio? Sí, el chaval éste no le tenía ningún miedo alguno a la muerte. Definitivamente era un tipo sin miedos... O alguien incluso más tonto que yo. En el segundo caso, pobre de él... De seguro debe pasarla bastante mal. —Nikolah, Devan, Talía, vamos al barco. Les avisé antes de coger a Manaphy en brazos y dirigirme a la cubierta del lugar, tan alejado como pudiese de la rubia... Que le había lanzado un piedrazo al pobre de Orgen... Sí, alguien tiene un talento natural para hacer enojar a Honda.
Orgen Con gran agilidad y entusiasmo, subía al barco del capitán Fearow, me presenté y de pronto cuando subía hacia la cubierta sentí un fuerte golpe en mi cabeza que denotó en un grandísimo dolor y sin saber el porqué, comencé a quejarme del dolor. —Ay su madres! —grité del dolor y una vez en la cubierta me agaché sobandome del dolor. —¿que Rotones fue eso? —decía mientras buscaba el arma del crimen y observé una piedra y a lo lejos la mirada asesina de Mimi. La observé y esta vez algo molesto solo le devolví la mirada con una mueca sacándole la lengua y dirigiéndome a estribor.
Nikolah Cruz — Nikolah, Devan, Talía, vamos al barco.— escuché decir a mi hermano — ¡A la orden!— dije, haciendo la vaina y levantándome del suelo, con Talía y todo. Pupper se desperezó y me siguió perezoso. Al parecer estaba disfrutando de la arena. Mimo, al ver que no tenía como imitarme con Talía en brazos, agarró una ramita en la playa y se la puso en los hombros. Así, simulando que también estaba cargando a alguien a caballito, siguió mis pasos, intentado pisar exactamente donde mis huellas se marcaban en la arena. Bastante difícil para un Sableye que apenas llegaba a los cincuenta centímetros de alto, así que se movía saltando de huella en huella. Escuché el grito de dolor de Orgen detrás mío, originado por una piedra que había impactado en su rostro. Recorrí la trayectoria de la misma hasta encontrar su origen, y saludé de forma efusiva a las dos chicas que todavía no había visto, zarandeando un poco a Talía en el proceso. Mimo me imitó, y movió la ramita para simular el zarandeo. La expresión de la rubia me hacía recordar a Sana. ¿En dónde andaría la pelirroja ahora? Me preguntaba si podría haberla convencido de que hubiera venido aquí. Tal vez eso la hubiera puesto feliz. Aunque luego recordé que estaba muerto, y seguramente a ella ni se hubiera enterado. Al menos la había hecho feliz cuando nos vimos la última vez. O sea creía.
Ian Lockhart Como de costumbre, llegué tarde. Al menos no lo suficiente para que el barco me dejara. Una tercera derrota por default habría sido... tsk. A la lejanía se podía ver el barco que llevaría a todos a la Prisión Boceto, con varias personas ya a bordo que no pude distinguir bien. Era el único que quedaba en la playa, el resto al parecer ya había abordado. Cuando Salemence aterrizó por fin, subí con discreción al barco y me acomodé en algún lugar alejado del resto, sin mirar a nadie.
Cuando emergí del portal de la Isla de Udán y aparecí en otra costa paradisíaca, creí que de alguna forma había entrado en un portal defectuoso. Pero no era el caso. Lentamente, comencé a notar los pequeños detalles que marcaban la diferencia con aquella curiosa y misteriosa región. Sí, no habían dudas ya; ¡estaba de regreso en mi región natal! —Ah, Isla Artistas, ha pasado tiempo… —comenté, deteniéndome para admirar aquella isla donde había realizado tantos entrenamientos, tanto en solitario como en grupo—. Que nostalgia. Me pregunto que estarán haciendo los dem… ¿huh? Un sonido proveniente de mi bolso entonces llamó mi atención. Era… ¡era un mensaje de la CSG! Claro, por supuesto, ¡en Udán no había señal para que llegaran aquellos mensajes! Por suerte no parecía haber sido enviado hace mucho… ¿hm, la Prisión Boceto? Parece que quienes acudieran irían por barco… pero si el barco salía de Isla Artistas y no se veía ningún barco, pues era obvio que lo había perdido. Oh bueno, no era ningún problema para nosotros… Al fin y al cabo, el agua era el elemento en el que más cómoda me sentía. —¡Adelante, Blastoise! —exclamé, lanzando una pokebola por los aires. Del esférico rojo y blanco emergió mi inicial, estirando su cuerpo y apuntando con sus cañones hacia el cielo sobre nuestras cabezas. Se dirigió hacia el agua, preparado para surfear, y yo me acomodé sobre su espalda. —Deberíamos llegar si nos dirigimos hacia el sur, ¿verdad? —musité, un momento antes de guardar mi pokedex—. ¡Muy bien, Blastoise, en marcha! ¡Surf! Y a pura velocidad, nos alejamos de aquellas playas para dirigirnos hacia el extremo más alejado de la región.