Irreal normalidad

Irreal normalidad​

¿Qué es... la vida?

Fue la pregunta que se formulaba en la cabeza de Mauricio al finalizar su clase de filosofía. ¿Qué era aquello que llamaban vida? ¿Y qué era aceptado como normal? ¿La realidad verdaderamente existía? ¿Era única?
Salió del instituto con un sinfín de interrogantes acosándolo tenazmente, asediándolo sin descanso, mientras su mente intentaba darles respuestas certeras que no acababan de dejarlo del todo conforme. La vida era un misterio, eso lo tenía claro, es un camino que todo ser vivo debe seguir hasta llegar al sendero de la muerte, otro indescifrable enigma, así que optó por descartar este concepto de su cabeza... Entonces se preguntaba qué era la realidad.

Miró una mariposa que pasaba revoloteando junto a él hasta posarse en un capullo de rosa de terciopelo rojo. Estiró la mano para atrapar a la bella criatura pero ésta, previendo el peligro, alzó rápidamente el vuelo para escapar elegantemente del lugar. El chico observó la acrobacia con aire distraído, cuestionándose si alguna vez podría atraparla o era simplemente un deseo imposible de realizar.
Posó sus ojos en la flor, admirando su soberbia tonalidad, ¿todos los que la ven la perciben igual? ¿Aquella visión era real?

—¡Animal! ¿No ves que estás en rojo?

Había olvidado que en ningún momento detuvo su caminar hasta que, alarmado por el bocinazo del auto, abandonó sus filosóficas meditaciones.

—Disculpe, estaba distraído. Pensé que era verde —se disculpó.
—¡Casi te mato, imbécil! —vociferó el chofer—. Mira el semáforo para la próxima, ¡daltónico!

El joven continuó caminando mientras las palabras del hombre no lo dejaban en paz. ¿Es un daltónico realmente una persona enferma? ¿O puede ser que la gran mayoría estuviese errada en cuanto a los colores y fuesen únicamente ellos quienes estuviesen en lo correcto? Eso significaba que la realidad era creada por el pensamiento colectivo acerca de lo que era aceptado por la mayoría, así como lo que se consideraba normal.

¿El cielo era azul? ¿El aire existía? ¿Él existía? Preguntas sin respuestas, más filosofía. La naturaleza del ser humano es cuestionarse el por qué de las cosas; el joven se preguntaba entonces si alguna vez podría hallar las respuestas que buscaba. Quería estar seguro de que lo que él veía en verdad existía, que no era un producto de su imaginación, pero... ¿cómo comprobarlo? ¿Cómo saber realmente quién estaba en lo correcto?

Suspiró abatido, quizás nunca lo supiese. Seguir cuestionándose era lo mismo que intentar probar la existencia de Dios: un imposible. Finalmente se conformó con saber que lo que estaba viviendo era su realidad, no le importaba nada más.

Continuó con su camino a casa, no sin antes saludar, con aire preocupado, a aquel simpático hombrecito verde que pasaba a su lado cabalgando un elefante rosa: ¡cómo era posible que no supiese que no debía circular por territorio de dinosaurios morados!





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