La sonrisa en mi rostro amenazó con desaparecer por completo apenas Emily se atragantó con la galletita. Una punzada de culpa me presionó el pecho y justo antes de estirar el brazo hacia ella o lo que fuera, se recompuso y excusó en busca de los almuerzos. Asentí, bastante en piloto automático, y lo único que me indicó su retirada fue el sonido de las pisadas cada vez más lejanas. Mantuve la vista sobre las flores tras la silla de Emily y como si hubiera una cámara transmitiendo mi imagen o lo que fuera, hice un repaso mental de mi lenguaje corporal. Desinflé los pulmones. Relajé las manos sobre la mesa. Destensé los hombros. El pitido del agua me distrajo y caminé hasta la mesita para apagar el fuego y preparar el té. Llevé a cabo el procedimiento sin problemas, ciertamente, como si no necesitara nada más que el cerebro para desenvolverme. Como si pudiera navegarlo, seleccionar una carpeta y silenciar el resto. Todo, en efecto, estaba silencioso. ¿Qué me pasó, exactamente? Es decir, la preocupación momentánea me resultaba normal, no era... lindo oír a nadie intentando respirar. Ah, ¿de eso se trataba? ¿Quizá? Regresé a la mesa con las tazas, no me tardé mucho creo yo, aunque tampoco estaba seguro. Había perdido un poco la noción del tiempo. La cuestión es que Emily regresó y le dediqué una sonrisa de las de siempre, deslizando su té hacia ella. Estaba echada sobre el cristal y lucía agotada, ¿a qué había venido el apuro? —Muchas gracias, Hodges-san —murmuré, abriendo el bento sin detenerme en demasiadas formalidades—. Eh~ Se ve super bien. Bueno, provecho. Empecé a comer sin más, a lo sumo le sonreí al encontrarme con sus ojos. Unos minutos después, tras bajarme el bocado de arroz con el té, repiqueteé los dedos para llamar su atención. —Me debes una pregunta, ¿lo recuerdas~? —Suspendí un silencio adrede mientras masticaba un trozo de carne, por el puro amor al arte de, no lo sé, obligar a su cabeza a navegar entre las posibilidades. Tragué, sonreí y lo solté con carita de ángel—: ¿Qué es lo más atrevido que has hecho en tu vida? Tenía esta capacidad casi ridícula de desligarme, enajenarme, retraerme. No del mundo, no de las personas a mi alrededor, sino de mis emociones. Las flores seguían detrás de la silueta de Emily, su destello anaranjado desenfocado. Constante, inevitable, de cara al sol. La única mancha en todo ese invernadero capaz de abrirme el pecho en dos. Los malditos girasoles. Contenido oculto culpo a la rolita de este cambio de mood(?
Me incorporé en la silla cuando el chico extendió la taza de té y le dediqué una sonrisa de agradecimiento, ya algo más relajada después de haber podido sentarme y recuperar el aliento. —Siempre dices eso, senpai —solté en un tono de voz de queja infantil—. Pero bueno, si de verdad te gusta pues tampoco voy a poner quejas~ Me llevé entonces la taza de té a los labios, mirando con cierta expectación como probaba la comida y el cosquilleo de una sonrisa orgullosa amenazó con aparecer, pero logré disimularla mientras le daba un trago al té. Al fin y al cabo, el único motivo porque el que les traía almuerzos era para que los disfrutasen así que me ponía contenta saber que lo conseguía. Una vez comprobado eso, ya pude dedicarme a comenzar a comer a mi almuerzo, sin dejar de prestarle atención al chico en ningún momento. Alcé las cejas cuando me recordó lo de la pregunta, asintiendo un par de veces como para indicarle que iba a responderle sincera como había prometido, y tras un minuto de silencio de puro teatro, soltó la misma. >>¿Eh~? ¿Lo más atrevido que había hecho en mi vida? V-vaya pregunta. Intenté disimular el ligero sonrojo de mis mejillas apartando la vista hasta el techo, con los palillos golpeteándome la comisura de los labios mientras pensaba. Bueno, estaba lo de haberme colado en la Academia en plena noche, mintiendo a mis padres en el proceso, pero en realidad Kohaku ya sabía un poco sobre aquella fiesta así que no sería una respuesta que valiese la pena. También estaba lo de Anna pero... ¿atrevido? La verdad es que tampoco lo sentí como tal, porque ella no había hecho sentirme como que estaba tomando un riesgo al seguirle el juego. Así que solo quedaba... >>B-bueno, no es en realidad la gran cosa, ¿sabes? Pero tienes que tener en cuenta que hasta ahora lo más emocionante que había hecho era... acostarme a las doce un día de clases, ¿vale? ¡Así que no me juzgues! —carraspeé un poco tras darle aquella, claramente innecesaria, explicación y seguí hablando intercalando la vista entre él y la comida—. Uhm... Akaisa-senpai me gusta bastante, ¿sabes? De hecho solo fui a la fiesta del otro día porque me invitó ella y pensaba que... —me pausé un segundo, centrándome en ese momento en la taza de té—. Pero no pasó nada. Así que al par de días la busqué de nuevo para besarla, ¡así de la nada! Pensé que me iba a rechazar, de hecho, pero... ¡bueno, eso ya es irrelevante! El caso es que fue en los casilleros, en plena mañana, ¡bastante atrevido diría yo! Solté el aire de golpe, dándome cuenta entonces que había soltado tremendo discurso para una cosa que en verdad podía ser un poco tonta, y sentí que el rubor regresaba de nuevo sobre mis mejillas por vergüenza más que otra cosa, aunque no fue demasiado obvio por suerte. Me centré de nuevo en la comida, llevándome algo de arroz a la boca. >>Y eso es todo... También estaba el cortocircuito que me dio en el patio con él cuando apenas nos conocíamos de un par de días, pero no hacía falta sacar eso a flote, ¿verdad? Contenido oculto que saque las tijeras y corte los girasoleS DISE okno Also, this pure child, i wanna protecc her (???
—Siempre digo lo mismo —murmuré, como analizando las palabras, y acabé por sonreírle con cierta chispa de picardía, galantería, lo que fuera—. Pero ¿qué se supone que haga, si es verdad que siempre luce genial? Ah, si quieres un día te miento y al otro te soy honesto, ¿qué te parece? No había aclarado que fuera a hacerlo únicamente en lo que al almuerzo respecta, ¿cierto~? Emily me prestaba atención, tal parecía ser un rasgo de su personalidad. Como si se echara la vida pendiente de los demás, de sus deseos y necesidades, para ayudar a todo mundo a sentirse cómodos, contenidos, comprendidos, lo que fuera. Un poco vivir al servicio de ellos, ¿no? Eran personas que encajaban estúpidamente bien con otras emocionales, arrebatadas o imprudentes. Más temprano que tarde las verías yendo de acá para allá, limitadas en sus roles y aún así sincronizadas en una simbiosis por demás eficiente. Todas las relaciones poseían su propia homeostasis, saludable o tóxica, simétrica o desigual, daba igual. Y alterar esa homeostasis acarreaba consecuencias. La pregunta que le arrojé encima iba a ponerla nerviosa, lo sabía, aunque ciertamente esperé verla aún más sonrojada. Se lo pensó un rato, la esperé en absoluto silencio mientras seguía comiendo hasta que comenzó a hablar. Mantuve mi atención en ella, asintiendo o sonriendo según me naciera, y alcé tantito las cejas apenas se metió de lleno en la respuesta. Akaisa-senpai era... iba a mi clase, ¿no? La chica de cabello negro, corto, de baja estatura. Esa que no parecía muy amistosa. ¿A Emily le gustaba una chica así? Vaya. ¿No estaría quizá demasiado atraída por el peligro y esas cosas~? —¿Y te rechazó? —inquirí, había dejado de comer y tenía el mentón apoyado en la mano. Estaba metido en la historia como chusma de barrio—. Digo, en los casilleros. ¿Se besaron ahí, frente a todo Dios~? Por la forma en la que lo había contado ya sabía la respuesta, pero igual me venía en gracia instarla a explicitarlo. Solté una risilla suave y cerré los ojos un momento. —Qué espectáculo, Hodges-san~
—No quiero que me mientas, jo. Aunque, bueno, si sabía que un día me iba a mentir, era tan simple como cambiar lo que dijese en mi cabeza y al final sería lo mismo, ¿no? ¡Solo sería un trabajo extra innecesario! Qué cosas más raras tenía a veces, eh. Había seguido comiendo después de la anécdota y lo miré de reojo cuando volvió a hablar, con un nuevo bocado a medio camino que tuve que devolver al bento para poder contestarle. De buenas a primeras inflé las mejillas y me giré para darle un golpecito en la frente con el dedo índice, flojo, solo para llamar su atención. >>No te lo andes imaginando~ —seguía algo sonrojada y avergonzada, pero por algún motivo canturreé aquello con un tono de voz bastante normal—. Para tu información, no, no me rechazó. Tampoco fue justo en mitad de los casilleros, delante de todo el mundo, ¿sabes? N-no soy así... Sí, claro. >>Como sea, ya he respondido así que ya estamos en paz, ¿verdad~? SI quieres preguntar más cosas, voy a tener que preguntarte de vuelta~
Me encogí de hombros sin más, si no le apetecía montarnos el rollo pues no le apetecía y ya. Sus reacciones me vinieron en gracia, aunque las había visto venir a kilómetros, y acabé por soltar una risa divertida al recibir su golpecito en la frente. ¿Que no me imaginara a dos chicas que conocía besándose en un espacio que frecuento todas las mañanas? Tarea difícil, ciertamente, pero no iba a entrar en esa. Me llevé un par de bocados más a la boca, los mastiqué como si el tiempo ni existiera y bajé la comida con un sorbo de té. Me permití soltar aire por la nariz, profunda y lentamente. —Pregúntame si quieres —resolví con simpleza, regresando la taza a su platito—. Aprovecha la oferta, no es algo que se vea todos los días~
Apoyé la mejilla sobre la palma de mi mano y lo miré haciendo una mueca con los labios, pensativa, mientras que la mano libre se dedicaba a jugar con la comida en el bento. Venga, lo había soltado un poco por soltar, no esperaba que aceptase seguir respondiendo cualquier pregunta que pudiese hacerle. Bueno, suponía que tampoco tenía mucho motivo para no hacerlo, la verdad. ¡Oh! Aunque eso significaba que confiaba lo suficientemente en mí o algo así, ¿no? Sí, me quedaría con esa idea, era linda. —¿Puedo robarte la idea? Ahora como que quiero saber qué es lo más atrevido que has hecho tú, senpai~ Seguro que tienes anécdotas más interesantes que contarme, ¿verdad~? Le piqué la mejilla con la parte trasera de los palillos, riendo en el proceso, antes de volver a la tarea de comer. Con aquello de estar hablando y tal, se me estaba acabando la comida más rápido de lo esperado y casi sin darme cuenta, así que debía aprovechar los últimos bocados.
¿Estaba plenamente dispuesto a hablar de cualquier cosa con Emily o sólo me dejaba un poco llevar por la corriente? Nunca fui una persona de bordes rígidos o límites infranqueables, similar a un líquido capaz de amoldarse al recipiente que lo contuviera e incluso más. Más volátil, más liviano, como partículas de gas. Tan, tan indefinido que se vuelca hacia el otro lado de la línea y se torna incontrolable, invisible, irrefrenable. Aire, en definitiva. Solté una risa suave al sentir los palillos picarme la mejilla y no hice ademán alguno de removerlos pues sabía que Emily no los dejaría ahí más de unos pocos segundos. No era ese tipo de persona, no buscaba tantear límites o tensar cuerdas. Quizá por eso me relajaba con ella. Era... inofensiva, ¿verdad? —A ver, a ver —murmuré, pensativo, y una sonrisa revoloteó en mis labios al recibir una clara imagen en la cabeza—. Una vez me lié con alguien en el santuario, donde viven los abuelos y suelo quedarme los fines de semana para ayudar. Estábamos afuera mientras mi familia terminaba de cenar. ¿Le solté eso sin pudor alguno? Bueno, sí. Omití ciertos detalles, como la concepción exacta de liar y que mi compañía esa noche no había sido precisamente femenina. Puede que mis límites morales fueran algo difusos pero tampoco me parecía prudente caerle a Emily con mierdas subidas de tono. Jodidamente subidas de tono. Me encogí de hombros, con la sonrisa de ángel, y no le di mucho tiempo a reaccionar antes de lanzarle mi nueva pregunta. —¿Te gustan las chicas, entonces? ¿O aún no estás segura?
Abrí un poco más los ojos cuando respondió, no tanto por la respuesta en sí —que también— sino porque lo hizo con una rapidez que tampoco me esperaba la verdad. Y, por otro lado, ¿en el santuario con su familia cenando dentro? Ya me había dado cuenta que Ishikawa no era exactamente el ángel que aparentaba ser, pero era posible que nunca estuviese totalmente preparada para lo que fuese descubriendo de él. La siguiente pregunta vino inmediatamente después, sin darme mucho permiso a comentarle algo por su anécdota, y solté una risilla pensando que lo había hecho a propósito. —Sí, claro —en aquella ocasión mi respuesta fue bastante directa también, sin mostrar ninguna duda al hacerlo—. No podría besar a alguien si no me gustase, ¿no? Para mí era tan simple como eso. Si era chico o chica me era indiferente mientras me gustase, por eso me había sentido igualmente atraída por Joey esa noche como me había sentido por Katrina. >>Entonces... ¿el nieto favorito usa el santuario para sus negocios turbios y liarse con gente a espaldas de su familia? Qué cosa curiosa~ —eso, claramente, lo dije con un evidente tono de broma, sin ninguna malicia—. ¿Algún otro sitio en el que no tendrías que haberlo hecho pero aun así hayas acabado liándote con alguien, senpai~?
Su respuesta a mi pregunta vino tan automática como la mía y la sombra de una sonrisa burlona amenazó con aparecer en mi cara. Creo que... me había malinterpretado, ¿verdad? Bueno, era eso o... no lo sé, ¿quizá le fueran mucho más las chicas que los chicos? ¿O las chicas por completo? Ah, ahora me quedaría la curiosidad. O no~ Su recapitulación de los hechos me vino un poco en gracia y le di un sorbo al té antes de asentir animado, con la sonrisa de ángel de lo más impostada. Era hasta más divertido sabiendo que la otra persona estaba al tanto de mis chanchullos, ¿verdad? En plan, mira qué bien me sale ocultarlo. Su pregunta me dejó un rato más largo pensando, eso sí, que la locura del santuario ciertamente fue... un arrebato, no tendía a comportarme así ni de coña. Eh, las hormonas~ —Veamos... —murmuré, echándome sobre el espaldar de brazos cruzados—. En la escuela nunca hice nada, bares y eso... ¿La casa de alguien? ¿Alguna fiesta? Hmm... —Me rasqué las raíces del cabello, arrugando la nariz, y regresé la mirada a Emily al recibir una nueva imagen mental—. Ah, sí, Hosei. ¿No lo había soltado con demasiada tranquilidad? Un poco, pero ¿importaba? No del todo. Notarlo me hizo soltar una risa nasal y recargué los antebrazos en la mesa, procediendo a aclarar un poco mejor. —Una vez me metí en Hosei para, bueno~ —Lo dejé en el aire aunque estaba más que claro, y esbocé una sonrisa ligeramente vanidosa—. Los dormitorios tienen reglas super estrictas, ¿sabes? Pero no pasó nada~ Nadie me vio entrar, nadie me vio salir. Habría que haberlo visto al mocoso de diecisiete colándose en dormitorios universitarios para un polvo, pero cuando el deber llama ¿cómo ignorarlo? Me daba mucha gracia pensar que estuviéramos teniendo una conversación del estilo, a solas, y encima con Emily, que la semana anterior seguía siendo un manojo de nervios frente a nosotros. Se había amoldado con facilidad a mi presencia, no que me sorprendiera pero nunca dejaba de ser agradable que la gente se relajara conmigo y eso. Además ¿a que la charla estaba por demás interesante? —Hmm~ —murmuré, dando por sentado que me tocaba preguntar, y por cómo venía la mano ya ni parecía una opción viable desviarnos del tópico central—. Ah, ¿y en la pequeña fiesta que se montaron en la azotea? ¿Creo recordar algo de un aula~? Recargué la barbilla sobre mis manos entrelazadas y ladeé la cabeza al sonreírle, cerrando los ojos. —¿Qué pasó esa noche, Hodges-san~?
Tenía que admitirlo, la conversación estaba tomando un camino de los más curioso, y estaba tan metida en la misma que prácticamente había olvidado que aun tenía comida en el bento o casi todo el té por tomarme. Le eché un vistazo rápido a la caja, comprobando que no quedaba mucho más, y decidí acabarme los bocados antes de cerrarla y apartarla, acercando la taza de té hasta tenerla justo delante de mí. Justo en ese momento, además, el chico volvió a hablar así que apoyé los brazos sobre la mesa y ladeé la cabeza para mirarlo mejor y prestarle toda la atención que requiriese. Sonreí ligeramente cuando pareció estar pensándoselo pero rápidamente abrí la boca al escuchar su respuesta final, permitiéndole seguir hablando solo porque me había quedado sin palabras. —¿Con un universitario, senpai? —murmuré, mirando hacia los lados como si fuese una especie de secreto de estado y no estuviésemos a solas—. ¿Qué pasa, te gustan mayores~? Bromas aparte, pues tampoco podía culparlo totalmente. Yo misma conocía a los amigos de mi hermano y tampoco iba a mentir diciendo que no me aprovechaba de que les parecía algo adorable para pegarme a ellos cuando podía y disfrutar del asunto. Le di un trago al té y entonces vino de nuevo mi turno para contestar. No me tomó desprevenida, a decir verdad, porque era casi imposible que cambiásemos de tema tan rápido y, si tenía que ser honesta, hasta algo peor me había esperado. Bajé la taza con cuidado cuando terminé y lo miré con una sonrisilla, como si me hubiese imaginado que en algún momento acabaría preguntando algo sobre eso. >>A ver que recuerde... —di un par de golpecitos sobre mi brazo con el índice, llevando mi vista hacia arriba al hacer el intento de recordarlo todo más claramente—. Te dije lo de que jugamos a la botella, ¿cierto? Bueno, pues a Welsh-senpai y a mí nos tocó un beso en los labios bastante largo y luego, eso, me tocó ir al aula con Wickham-senpai. Ah, no sé si los conoces, van a la 3-1 y son muy amigos, casi siempre los veo juntos. Ella tiene el pelo largo rubio y, o sea, si la ves sabes perfectamente que viene de Estados Unidos, ¿sabes? Me paré unos segundos, deslizando mi mirada desde el té, que había sido mi principal objetivo todo ese rato, hasta su rostro una vez más. Era posible que no hubiese bajado el sonrojo en ningún momento de mis mejillas, pero lo que tenía claro es que ya no estaba nerviosa por contarle todo aquello y podía mirarle a la cara. >>Ah, bueno, al caso. Fuimos al aula y nos enrollamos hasta que tuvimos que volver a la azotea. Y eso fue todo~ Bebí de nuevo del té, aprovechando el momento para pensar alguna otra pregunta que hacerle, y otra sonrisa cuando se me ocurrió lo qué cuestionar. >>Venga. Si tuvieses que liarte con una sola persona de todos los cursos de tercero, ¿a quién elegirías? ¡Ah! Si por algún casual ya pasó con alguien, no contaría~ Tiene que ser alguien que nunca hayas besado.
En un determinado momento, un poco de la nada, advertí que ya ambos habíamos acabado nuestros almuerzos y los habíamos dispuesto a un costado con toda la resolución del mundo, como para que ya no jodieran ahí y poder enfocarnos de lleno en la conversación. Estos temas siempre interesaban más que hablar del clima o la escuela, ¿verdad? Y ahí estaba, contándole mis experiencias sexuales a una kohai. Cosas que pasan. Su reacción me entró en gracia y me encogí de hombros, riendo, sin responder realmente a la pregunta. ¿Que si me gustaban mayores? Si hacía un repaso mental, al menos de quienes sabía la edad y tal, pues sí parecía que la mayoría eran más grandes que yo. El asunto era que, por lo general, con muchas chicas no alcanzaba a tomarme la molestia. Podía hacerme una idea general para no acabar liado con una cría de quince, claro, pero de ahí a conseguir precisión... Me contó la historia de la fiesta con bastante soltura, y yo no hice más que escucharla e ir reaccionando a lo que decía. En verdad no ubicaba esos nombres, y cuando me describió a Welsh pensé que quizá podría tratarse de la rubia con la que me había topado fuera de la enfermería, el lunes. Aunque no había forma de estar seguro. Como fuera, sonreí con cierta suficiencia y asentí, recargando el cuello en mi palma abierta y echándole mi peso encima a la mesa. No era muy japonés de mi parte, pero qué va. —Qué atrevida~ —fue lo único que acoté al respecto, lo solté en un tono bajo y extrañamente grave. Ni idea, sólo salió así, como si pretendiera molestarla y... ¿se había parecido un poco a la voz que a veces usaba en la calle? Vete a saber~ La dejé pensar su pregunta, porque era obvio que eso hacía mientras bebía el té, e hice lo mismo así no se me enfriaba. Me sorprendió un poco, debo admitir. Alcé las cejas al comprender el cauce de su idea, hasta que solté una risa nasal y me pasé la mano por la cara antes de regresarla a mi cuello. Suspiré por la nariz, repasando las flores aquí y allá sin realmente moverme de mi posición, en un gesto bastante vago. ¿Con quién me liaría de tercero, que no lo hubiera hecho antes? Bueno, Ara-kun quedaba descartado. ¿Y luego? ¿Cay Cay? ¿Sonnen-kun? Venga, sólo se me ocurrían tíos. Bueno, también... —Una chica de mi clase, supongo. No recuerdo su nombre, es castaña y de ojos verdes. Suele andar con cara de mala hostia pero es bastante linda, ¿sabes~? —Me encogí de hombros, señalándola con el mentón—. Misma pregunta, pero como vas a segundo incluye tu año también~
Dejé caer un poco los párpados al notar el cambio de tono de su voz, prácticamente olvidando por un segundo dónde estábamos y de quién se trataba en realidad. Solo me encogí ligeramente de hombros, sin embargo, y lo dejé estar. Después me quedé en silencio, esperando su respuesta pacientemente, porque imaginaba que no era una decisión especialmente fácil y finalmente asentí con la cabeza cuando lo hizo, guardando la descripción de mi cabeza. ¿Una chica castaña de su clase? Uhm... no me sonaba mucho, la verdad, quizás fuese transferida nueva y aun no hubiese tenido oportunidad de conocerla. —Oh, ¿puedo acompañarte luego a tu clase entonces? Solo para asegurarme de que llegas bien, nada raro~ Claro que me había picado la curiosidad y quería saber quién era la chica en cuestión. No dejaba de tener alma de cotilla, al fin y al cabo. La pregunta se reprodujo pero me lo puso aun más difícil añadiendo también segundo a la cuestión, así que volví a apoyar la cabeza sobre mi mano mientras pensaba la respuesta, jugando de manera distraída con un mechón de pelo entre el dedo índice. Bueno, de tercero quedaban entonces descartados Katrina, Alisha y Joey, ¿cierto? Y de segundo... Anna. Bueno, no podía quejarme tampoco, eh. Por desgracia, iba a descartar a Kurosawa porque tenía novio y de verdad que estaba feo pensar en esa cosas de ella con esa información —aun cuando había hecho cosas un poco raras conmigo y no sabía como interpretarlas, aparte de avergonzarme por ello—. Obviamente quedaban fuera Dante, Kashya, Mimi, Aika y Liza, y... Deslicé la mirada para observar al chico de reojo pero la aparté tan rápido como la idea se me cruzó por la mente. Ni de coña iba a admitir eso. >>Pues... O'Connor-senpai me llama mucho la atención, así que supongo que... —giré entonces el rostro con los ojos abiertos, sintiendo como me sonrojaba de nuevo, quizás no con tanta intensidad pero ahí estaba—. A-ah... no se lo digas, por favor, qué vergüenza... Contenido oculto ¿Cómo? ¿Que he elegido a Morgan solo por el tea de que sea su mejor amiga? No, hombre, cómo creéis~
Su ligero cambio de expresión no me pasó desapercibido, realmente, aunque tampoco me sorprendió. Aún recordaba la forma en que me había abordado en los casilleros el otro día, como si un interruptor se le hubiera zafado, permitiéndole cambiar de faceta con la facilidad de un chasquido. O también cuando me había besado tan cerca de los labios, en el patio. Lo sabía. Emily no era ningún conejillo huidizo, aunque de buenas a primeras pudiera parecer uno. Y yo no era ningún ángel, ¿cierto? Por eso había decidido revolverse con gente como Akaisa, o como Welsh y Wickham, aunque aún no los conociera, incluso conmigo y Anna. Si no se había alejado de la chica incluso habiéndola arrastrado al puto corazón podrido de Kabukicho, bueno, los hechos hablaban por sí solos. Su interés en la castaña me resultó divertido aunque ya no regresé a la plena suavidad inocente de la máscara que solía mantener en la escuela, al menos no plenamente. Los interruptores también se me habían zafado incluso sin ser del todo consciente y sobre el ámbar blanquecino de mis ojos se depositó una película más opaca. —Claro~ —murmuré, sin despegar el cuello de mi mano y con una sonrisilla danzando en mis labios; la veía con el mentón ligeramente alzado—. Con gusto te enseño el tipo de chicas que me gustan, Hodges-san. ¿Y soltaba semejantes cosas así como así? Venga. Mantuve mi atención tan centrada en Emily que podría jurar estuve a medio pelo de adivinar con precisión lo que cruzó su mente al lanzarme aquella mirada relámpago, en medio de sus cavilaciones. La sonrisa se me ensanchó apenas. Haber preguntado por todos los años, Hodges-san~ Alcé las cejas, bastante sorprendido al recibir el nombre de Morgan. Vaya, esa sí que no me la había esperado. Recuperé algo de la chispa fresca al soltar una risa suave y ladear un poco más la cabeza, rascándome la nuca bastante porque sí. —Hmm —murmuré, disfrutando de molestarla—. Conque Morgan, ¿eh? No imaginé que le hubieras echado el ojo~ No te preocupes, soy una tumba, aunque... Desvié la mirada un momento, ampliando la sonrisa al regresar al morado de sus ojos. Ya a esta altura pasaba por completo de sus sonrojos, aunque no dejaba de verse linda~ —Bueno, la chica es bastante bruja, ¿sabes? Probablemente ya lo sepa. No me había lanzado una pregunta de vuelta, así que lo tomé como el final del juego y, de todos modos, ya le quedaba poco tiempo al receso. Me incorporé con movimientos suaves, recogiendo las tazas para llevarlas a la mesa y enjuagarlas. —Estaba muy rico el almuerzo, de verdad. Muchas gracias por prepararlo siempre, Hodges-san~
¿Que me iba a enseñar el tipo de chicas que le gustaban? Ah, lo que conseguía tener una conversación de ese estilo con alguien, ¿uhm? Bueno, que me enseñase lo que quisiese, ¿qué se creía que iba a hacer con esa información? Pues nada. ¡Nada de nada de nada! Absolutamente nada. Como sea. Abrí un poco los ojos, presa de la sorpresa, cuando dijo lo de que era un poco bruja, y acabé por resoplar ligeramente. Al final iba a tener Kashya razón y había algo un poco raro en toda la situación de ellas dos. Es decir, ella también sabía siempre lo que estaba pensando o cómo me sentía sin yo decirle nada, o sabía cosas que no entendía muy bien como descubría. —¿Eh? ¿Tú crees? Pues voy a tener que evitarla por los pasillos entonces, qué mal~ Observé después como se levantaba para recoger las tazas y aproveché el momento para estirar los brazos hacia arriba, desperezándome por completo, antes de comprobar la hora en mi reloj. Ah, sí, habíamos acabado justo a tiempo. >>No es nada~ —respondí, levantándome de la silla para comenzar a recoger las cajas también y llevármelas en brazos. Genuinamente disfrutaba mucho cocinando, preparando almuerzos para otras personas especialmente, porque sabía que ver a alguien disfrutando de algo que yo había hecho me llenaba de calidez y hacía que mereciese por completo la pena el tiempo invertido y todo lo demás. >>Ah, ¿sabes? —llamé su atención, a medio camino de la mesa y el pasillo de salida—. Shio me ha pedido que me encargue del club de cocina durante un tiempo, así que estás más que invitado a venir a visitarnos cuando quieras. Si te apetece vernos o lo que sea~ Pero quizás tengas que ayudar, eso sí. Qué buena idea, tendría que ver de decírselo a Anna también cuando la viese. Contenido oculto Si quieres podemos cortar aquí o puedes ir llevándotela a algún lado o no, lo que te apetezca (?)
Había acabado por recargar el hombro en el marco de la puerta mientras Emily se acercaba. Seguí sus movimientos un poco porque sí, con una sonrisa ligera pegada al rostro, y la detallé con algo más de atención al inclinarse como una princesita. Le sentaba estúpidamente bien, ¿verdad? Montarse el rollo. Seguro se vería preciosa con un vestido de falda esponjosa, los tacones, la máscara, todo, Pero yo no pintaba mucho mezclándome en esa mierda, ¿no? Ni en el mundo de niños pijos ni en la fachada de cuento de hadas que pretendían montarse. Su respuesta me arrancó una sonrisa más amplia y seguí viéndola como un perro guardián o similar al avanzar, rodearme y volverse hacia mí. Su caricia a lo largo de mi brazo me resultó por demás suave y le permití tomarme de la mano y bueno, todo el rollo. Como si fuera a negarle algo a Emi. Entrelacé mis dedos por igual y me dejé arrastrar por los pasillos, hasta el invernadero. Realmente no abrí la boca durante el camino, los nervios que había sentido en la mañana volvieron a revolverse en la boca de mi estómago y me concedí esos minutos de recorrido, si se quiere, para enfocarme en inhalar y exhalar, calmar la cabeza y eso. Emily era mi amiga, ¿no? Ya habíamos hecho varias estupideces juntas, ya me había oído hablar de mis mierdas. Era cálida, comprensiva, incluso maternal. Estaba bien. Puedes ser honesta con ella, Anna. Está bien. No había nadie en el invernadero y lo agradecí en silencio, deshaciendo recién entonces el enlace de nuestras manos para recorrer el lugar un poco a mis anchas. Fui observando las flores, la luz filtrándose a través del techo vidriado. Allí adentro estaba fresco y olía a primavera, también había un silencio pronunciado. Me giré, busqué a Emily con la mirada y le sonreí antes de encaminarme a la mesa. —Bueno, bueno —murmuré, sosteniendo la falda contra mis muslos al sentarme—. ¿Con qué se ha lucido hoy la fantástica chef Hodges~?
El camino hacia el invernadero fue silencioso y no tuve problema en concederle eso a Anna, realmente. Además, me había correspondido al enlace de los dedos así que estaba más que satisfecha y podía permitirme ese silencio sin preocuparme de que fuese una mala señal. Se liberó del agarre apenas llegamos al invernadero y yo la dejé ser, observándola con una sonrisa que hasta podría calificar de maternal. No sé, pero me causaba bastante ternura verla rodeada de todas esas flores, incluso algo de paz... la cuestión es que se veía preciosa. La seguí hasta la mesa no mucho después y dejé las cajas de bento en el centro, abriendo el pañuelo con el que las había rodeado, colocando una a cada lado. Solté una risilla cuando me preguntó sobre la comida, algo avergonzada a decir verdad, pero logré que no se notase demasiado... o eso creía, claro. —Veamos... hoy me he despertado generosa~ Hay arroz, algo de sushi, carne de cerdo y solo un poquito de ensalada. Espero que te guste~ Una vez me aseguré de que la comida de su caja estaba en buen estado y presentable, fue que finalmente me digné a sentarme en la silla contraria para abrir el mío y asentir ligeramente con la cabeza. Se había conservado bien también. >>Eh, ¿vosotros también tenéis que hacer un proyecto para la semana que viene? Qué inoportuno~
No sé si era idea mía o percibía a Emily ligeramente más nerviosa que de costumbre, quién sabe. Lo cierto es que no vi por dónde preguntar y tampoco lo consideré tan relevante. Seguí sus movimientos en tanto desenvolvía y disponía de los bentos, oyendo el menú del día. Una sonrisa se me dibujó en los labios y junté las palmas entre sí antes de llevarlas a los bordes de la tapa del recipiente. —Seguro está todo genial —resolví sin mayor complicación, deteniéndome a consciencia para buscar sus ojos y sonreírle—. Gracias, Em, en serio. Por siempre estar haciendo almuerzos para todos y eso, creo... creo que es muy lindo de tu parte. Venga, ¿y ese sincericidio? Me había ido poniendo nerviosa a medida que lo soltaba sin aparente intención de cerrar la boca. El cumplido me había quedado más largo de lo que había anticipado y acabé por apretar los labios, regresando la atención a mi bento. Creo que no me ruboricé ni nada, pero el corazón me iba algo deprisa. Como fuera, dejé la tapa a un lado, recogí los palillos y me llevé una porción de carne a la boca, probablemente en el envión por disimular los nervios. Para tragarme la estupidez con la comida o algo así. Mastiqué, obvio estaba riquísimo y asentí, esbozando una sonrisa leve. —Tasty, of course~ —No era inglesa de nacimiento ni nada, pero de tanto ver series en inglés y con mi lengua adaptada al español igual y me defendía; su pregunta me hizo alzar las cejas y luego rodé los ojos, bufando—. Sí, una mierda. Encima mi profesor es un muerto en vida y me duermo, te juro que me duermo cada vez que intento prestarle atención. Revolví algo de arroz con los palillos, indecisa, y acabé por descartar la idea de mencionarle que estaba con Kurosawa en el grupo porque... bueno, no me sentía del todo lista todavía. Esquivé la ensalada como una campeona y me llevé un rollito de sushi a la boca, recién luego de tragarlo volví a hablar. —¿El suyo es de geografía también?
No sabría decir por qué, porque no es que me sorprendiese en sí que Anna dijese algo lindo ni nada parecido, pero lo cierto es que me pilló muy desprevenida sus palabras y aquella sorpresa tuvo que verse reflejada por todo mi rostro. ¿Realmente era un gesto lindo? Nunca me había parado a pensarlo, a decir verdad. Siempre me habían agradecido por eso, ¿no? Por prepararle el almuerzo a alguien, aunque siempre lo vi como un simple agradecimiento por educación. Pero Anna sonó tan genuina que simplemente no vi por dónde esconder mis reacciones y la calidez se extendió por todo mi rostro, sonrisa incluida. —No hay nada que agradecer, Annie, me hace muy feliz ver a la gente disfrutando algo que he hecho. Al fin y al cabo, era lo único que sabía hacer: intentar complacer a los demás. Y había aprendido a encontrar mi propia felicidad en ello, aunque fuese egoísta encontrar satisfacción en la alegría de los demás. Noté su reacción y decidí darle su espacio, porque entendía lo vergonzoso que podía llegar a ser sincerarse de esa manera. Y quizás no lo supiese todo, pero sentía que Anna tenía que haber pasado por mucho para que se le costase tanto hacer algo tan simple como halagar a un amigo. Me centré en mi propia comida, que era un poco más simple que el otro bento, y me dio tiempo a comer algo de arroz con verduras en lo que la chica respondía. Reí un poco con lo del profesor y asentí con la cabeza después. >>Mi profesor se hace llamar Ratatouille, así que imagina el panorama. ¡Ni siquiera sé pronunciar eso! Qué desastre... —se me escapó otra risa a mitad de la frase y negué ligeramente con la cabeza—. Ah, bueno, ¿qué remedio? Y sí, también es de Geografía. Eh, al menos creo que me ha tocado con Dante, no puedo quejarme~
Contenido oculto Dejo la rolita que me echó el mood encima cuz yes, god bless The Paper Kites A Emily le sorprendió bastante mi agradecimiento, confesión o como se lo quisiera ver, y aunque no lo reflejé en mi expresión sí me llamó la atención. ¿Había supuesto que las personas tan cálidas y atentas como ella vivían conscientes de su efecto sobre los demás? ¿Que no eran seres humanos comunes, con sus miedos, inseguridades y dudas? En sí, mi neurona caótica y destrozada era incapaz de ver que todo ese infinito amor que entregaban no necesariamente equivalía al que conservaban dentro. No podía ver que, de hecho, a veces se vaciaban hasta desconocerse, perder sus límites y convertirse en una especie de existencia definida acorde a los ojos de los demás. Espejos. O telescopios reflectores. Como siempre, me las daba de pilar, de fogata, pero acababa tan hundida en mis propias mierdas que perdía la perspectiva. Me encerraba en un idioma extraño surgido de mis entrañas y ya no reconocía nada de lo que ocurriera afuera. Por eso me sorprendió la sorpresa de Emily, porque era incapaz de comprender que ella tampoco se percibía a sí misma como debería. Hermosa. Dulce. Amable. Su respuesta cargó una clara nota de honestidad y logré alzar la mirada cuando iba acabando. No agregué más nada en realidad, sólo le dediqué una pequeña sonrisa. Me habría gustado, de hecho, servirle de espejo. Me habría gustado contar con la cabeza suficiente para decírselo y, por qué no, con la capacidad a secas de obsequiarle a la gente lo que necesitara en el momento preciso. Pero no. No podía verlo. Reparé en el bento de Emily cuando empezó a comer y no se me pasaron desapercibidas las diferencias entre ese y el mío. No dije nada, seguí comiendo y ya; a una parte de mí le habría gustado intercambiarlos pero comprendía que eso, más que alegrar a Hodges, podría incluso llegar a entristecerla. Me sentía incómoda con los privilegios, ciertamente, como si no me creyera digna y no supiera qué hacer con ellos, pero esta vez... dejarlo correr era tenerla en consideración, ¿verdad? Podía hacer eso. Podía hacerlo por ella. —¿Qué? ¿Ratatouille? —repliqué con bastante ánimo, como si no tuviera la cabeza llena de mierdas—. Creo que alguien es fan de Disney no muy en secreto, eh. Aunque no es ni de cerca mi favorita de Pixar. ¿Cuál es la tuya, Em? La mención de Dante tan casual me llamó un poco la atención, ¿quizá nos habría visto ayer? —¿Eres amiga de Dante, Em? —pregunté, sorprendida. Contenido oculto estoy super soft y sad idk
—Supongo que es verdad eso que dicen que todos los adultos tienen un niño en su interior~ Supuse que Anna se habría dado cuenta de todo mi rollo pero en realidad no quería darle más vueltas al asunto y mucho menos sabiendo que ella no estaba pasando por su mejor momento, así que tampoco me fue muy difícil hacer como si nada y seguir con la conversación a tono ligero. >>¿Mi favorita de Pixar? Uhm... creo que Buscando a Nemo o Del Revés... Una de esas dos, ¡síp! ¿Y la tuya? Seguí comiendo después, sin perder la sonrisa suave, y asentí con la cabeza antes de acabar de tragar el bocado y poder hablar. >>Sí~ Está en mi clase y fuimos a la misma escuela, aunque en realidad solo lo conocía de vista. Bueno, también es el mejor amigo de Liza y ella es mi amiga así que un poco por rebote de eso también. Me dijo que te ayudó con el casillero y todo eso, es muy buen chico. Ah, ¡por cierto! No me hice ninguna herida en las pruebas de ayer, estoy muy orgullosa, teehee~ —añadí, y extendí entonces los brazos para enseñarle como no estaba mintiendo y se encontraban en perfecto estado. No tenía motivo para preguntarle realmente por qué había faltado y no iba a hacerlo, pero realmente estaba orgullosa de haber conseguido superar la carrera de manera más o menos decente así que no pude evitar mencionarlo. Contenido oculto Mira, iba a cambiar hasta la cinta por lo sad que me estaba poniendo PERO NOT IN THIS HOUSEHOLD... yet(?)