Exterior Invernadero

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Contrario a la vibración de advertencia, al gruñido bajo que me había salido del pecho al posar los ojos en el jodido de Tomoya al final de pasillo, esta vez lo que me sacudió apenas fue parecido al ronroneo de un gato. Fue una reacción a su mano, al recorrido de sus dedos en los botones de la camisa. De paso, consiguió ensancharme un poco más la sonrisa.

    Me limité a verla typear, de nuevo observando cada movimiento como un eterno perro guardián, vi por encima que se engendaba en... Español. El jodido español que me había echado encima, como un montón de incoherencias, en el cuarto oscuro.

    Nice, actually.

    No me di cuenta realmente, pero había deslizado la lengua sobre mis dientes, como lo había hecho luego de reflejar a Astaroth.

    Cuando me regresó el móvil leí rápidamente el mensaje, que consiguió arrancarme una risa y entonces la escuché.


    No en lugares visibles.

    Pero bueno, cielo, eso sigue dejando un montón de piel a disposición.


    —Me alegra saber que estamos en la misma página, Anna. —La miré de soslayo nuevamente mientras le respondía. No importaba que me escucharan, sin contexto la oración era prácticamente un sinsentido.

    No era ya ningún secreto que íbamos a seguir comiéndonos la puta boca.

    Si había algo para lo que podía ser un jodido descarado de tanto en tanto, era para echarle los ojos encima a las chicas y más tenía que agradecer que, ahora que los otros ya podían darse cuenta de toda la mierda, no me la comí con la mirada. Si acaso seguí el movimiento de su cabello al ritmo de sus pasos, antes de seguirla, dejar mis cosas por ahí y sentarme.

    Apoyé las manos en la mesa, antes de mirar a Ishikawa casi con curiosidad unos segundos. Le había estado hablando a Hodges de té, ¿no? Tenía su propio archivo al respecto y se notaba que era, en resumidas cuentas, su cosa.

    Venga, si el chiquillo era hasta tierno.

    —Bueno, ¿deberíamos considerar un honor tener un experto en té haciéndolo para nosotros~? —atajé. La diversión que se me coló en la voz fue más bien inocente, casi infantil, y luego apoyé los brazos en la mesa y en estos la cabeza—. Eh, Ishikawa, ¿qué preparaste?
     
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  2.  
    Gigi Blanche

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    Rápidamente los cuatro ya estaban reunidos en torno a la mesa. Kohaku se mantuvo de pie mientras vertía el agua dentro de cada taza, y atendió primero a la broma de Emily. Luego de echarse su monólogo sobre infusiones, a decir verdad, había logrado recuperarse del bochorno inicial y recuperó esa chispa pícara que podía contrastar tanto con su rigidez japonesa para ciertos temas.

    ¿Eh? ¿En serio? Mira que hasta me voy a sentir mal de que me des clases privadas gratis, sensei~

    —Bueno, algo así siempre puede solucionarse, ¿no crees, Hodges-san? —replicó, suave, mirándola mientras tomaba asiento; suspendió la pausa necesaria para que las peores posibilidades acudieran a la mente y entonces agregó, tan inocente como un ángel—. Considéralo un intercambio justo por los almuerzos tan ricos que siempre preparas.

    Entonces fue Altan quien llamó su atención. Kohaku lo notó bastante relajado y, a decir verdad, le sorprendió un poco el tono de voz que había empleado. Le recordó al muchacho que se había carcajeado con él durante el almuerzo del viernes por toda la gracia sobre Natsu.

    —Por favor, espero que lo disfruten. Para la próxima podríamos organizarlo mejor y traer unas galletas o algo. —Al oír la pregunta sobre las infusiones en sí, se sonrió y alzó la taza con movimientos cuidadosos, aspirando su aroma—. Será un secreto hasta que se lo acaben~

    Coso-de-Anna-GIF-6.gif
    Altan había alcanzado a responderme con el volumen suficiente para ser escuchado, pero empleando las palabras justas para que sólo yo realmente le entendiera. Sonó a mis espaldas y lo vi por encima del hombro sin dejar de caminar, fue una sonrisa fugaz y luego seguí camino. Sonreí ampliamente al detallar la mesa de té.

    —¡Qué bonito es todo! —exclamé, ilusionada, y me senté—. Recuérdenme visitarlos más seguido, oye, esto suena a un plan sólido.

    Era, además, un lugar tan pacífico y... no lo sé, ¿poético? Sentía que tenía el poder para sosegar mi alma, como si fuera de sus paredes el mundo se hubiera congelado a medio giro. No sentía que estuviéramos en la escuela en absoluto, más allá de los uniformes.

    Presté atención a los intercambios cruzados y clavé un codo en la mesa, para descansar la mandíbula sobre el dorso de mi mano. Una sonrisa revoloteaba en mis labios mientras balanceaba una pierna encima de la otra, con cierto aire distraído. Altan estaba sentado justo frente a mí y... se me apetecía seguir molestándolo.

    —¿Eh~? ¿Emi-chan te sigue preparando almuerzos, mini Ishi? —me quejé, inflando las mejillas—. Yo también quiero~

    No tenía la menor idea que Emily, de hecho, me había preparado uno, sólo que no había logrado dármelo.

    Esperé y esperé a que Altan abriera la boca, y entonces mi pierna que se balanceaba en el aire se estiró lentamente, precavida, con cuidado de no chocarse nada. En cuanto me topé con algo que, adivinaba, sería una de las canillas del muchacho, sonreí un poquito más y deslicé la punta del zapato hacia arriba, hasta su rodilla. Fueron apenas unos segundos antes de regresar a mi posición original y buscar la taza con la mano libre, sin dejar de tantear sus posibles reacciones o, en caso de que me devolviera la mirada, sonreírle.

    —Mini Ishi —lo llamé, el té aún estaba muy caliente—, ¿cómo va lo del club de música?

    —Ah, bien. Me estuvieron contactando un par de personas así que, si todo marcha bien, en estos días entregaré la solicitud. —Volvió su atención a Sonnen—. Recuérdame, ¿tú planeabas formar parte, Sonnen-kun?

    Dios, me resultaba imposible borrar aquella diversión de mi sonrisa. Deslicé mis pupilas hasta Emily y le piqué apenas el brazo para captar su atención.

    —Em —la llamé, sedosa—, tú vendrás conmigo al club de baile, ¿verdad? —Entonces miré a los muchachos, una chispa de ilusión brillando en mis ojos—. Eh, eh, irán a visitarnos a los ensayos, ¿a que sí?
     
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    Zireael

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    —¿Secreto? —Tanteé y mientras me enderezaba miré a Anna unos segundos, antes de regresar la vista a Ishikawa—. Pero qué misterioso todo~

    Eché la espalda en el respaldar entonces, antes de estirar la mano y tomar una taza. Humeaba, obviamente, así que darle el trago así nada más no era la idea más inteligente de todas, al menos no si no querías dejarte la lengua inútil y luego no poder sentir el sabor de lo que te estás tomando.
    No le presté demasiada atención realmente al intercambio entre Kohaku y Anna, ni el comentario de esta para Emily porque bueno me traía un poco sin cuidado.

    Jodida cabrona.

    Me había alcanzado la pierna bajo la mesa, subiendo la punta del zapato hasta la rodilla, la muy necia, tensando y tensando la cuerda ahí a ojos de todo el mundo. No iba a ser yo quién se quejara tampoco, eso sí, algo de gracia tenía. Quería que reaccionara, ¿no? Pues suerte con eso, la cara de culo no era de adorno nada más, tenía esa capacidad casi preocupante de mantener la compostura cuando me daba la gana.
    Me llevé la taza a los labios y di el primer sorbo, no había perdido mucha temperatura todavía, pero bueno se dejaba bajar un poco.

    Volví la atención al muchacho cuando este me llamó, regresando la taza a la mesa. Deslicé el dedo por el borde, distraído porque realmente había olvidado que le había dicho aquello del club de música.

    —Sigo sin estar seguro en realidad. —Aunque bueno, le cantaba a Anna y tal, pero no era como que estuviera dispuesto a replicar eso frente a más gente—. Pero bueno, vale, cuéntame dentro y ya veremos si no te jodo el club.

    Dios mío, no podía decirle que no a ese chico ya.

    Deslicé la vista a Anna cuando se dirigió a nosotros de nuevo, con algo de ilusión suelta por ahí a pesar de la tontería que acababa de estar haciendo y le dediqué una sonrisa que quizás era mezcla de las que había visto en el cuartucho de mierda y una sonrisa de verdad, quizás hasta cálida.

    —Cuando quieras, An. —Un poco de doble intención cargaba esa afirmación, no iba a mentir.
     
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    Amane

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    Emily Hodges

    La sonrisa se me ensanchó un poquito más al escucharlo y ladeé la cabeza aun sobre la palma, dejando que el pelo cayese hacia un lado al hacerlo. Solté un "mhm~" mientras levantaba la vista, en un gesto pensativo, que acabé perdiendo cuando escuché el resto de la frase.

    Le dediqué una sonrisa cálida, como sin nada, y moví la mano para quitarle importancia.

    —Suena justo~

    Me giré entonces hacia Anna y cerré los ojos al sonreírle, en una expresión algo culpable. No tenía mucho sentido decirle que sí le había preparado uno pero que no se lo había podido dar, ¿verdad? Seguramente se sentiría mal y era lo último que quería.

    >>Mañana te traigo uno, si quieres~

    Tras decir aquello, decidí centrarme en la taza de té. Soplé un par de veces mientras la levantaba entre mis manos hasta que finalmente pude darle un par de sorbos. Abrí los ojos por la sorpresa porque realmente estaba bueno y miré a Kohaku, asintiendo un par de veces con la cabeza en señal de aprobación, antes de seguir bebiendo.

    En verdad me había centrado tanto en la sensación cálida del líquido que apenas y fui consciente de que la conversación había desviado hacia los clubes. Volví a asentir con la cabeza cuando Anna me habló, algo distraída, hasta que tuve la decencia de prestarle más atención y... escuchar lo último.

    Comencé a toser cuando sentí que el té se había ido hacia otro lado por la sorpresa y, apenas después de unos segundos pude finalmente mirar a los chicos con expresión contrariada.

    >>N-no creo que eso sea necesario, l-la verdad... —murmuré, notando como comenzaba a sonrojarme de nuevo.

    No tenía yo la capacidad mental para captar las segundas intenciones de Altan pero casi que mejor así.
     
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    Gigi Blanche

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    ¿Misterioso? Bueno, podía ser. Entre las recetas que él había ido creando, en verdad la mayoría se trataba de mezclas raras que su familia había ido probando y pasando de generación en generación. Era una tradición prácticamente recelosa del conocimiento ajeno. Su abuela llegaba a enterarse que andaba difundiendo algunas de sus infusiones más exitosas y quizás hasta lo desheredaba.

    No le pasaba del todo desapercibido el comportamiento de Anna, era... ligeramente diferente a su actitud madura, sosegada de la noche, y también a su energía irrefrenable del día. ¿Una mezcla de ambas, quizá? Como si hubiera encontrado la forma de fusionar ambos mundos.

    El sol y la luna.

    El día y la noche.

    Igual ni se había enterado de lo que acababa de pasar debajo de la mesa y mejor, porque si no la incomodidad habría regresado y Kohaku disfrutaba mucho de beber un té en paz y tranquilidad.

    Altan al final accedió a unirse al club y eso le inyectó una chispa de alegría genuina. Asintió, efusivo, junto a una sonrisa de ojos cerrados.

    —Para nada, Sonnen-kun, ¿cómo podrías arruinar el club? Te agradezco mucho el interés.

    Anna se había puesto a molestar a Emily y consiguió devolverle, al menos, una pequeña cucharada de dulce venganza. Su sonrojo le arrancó una sonrisa enternecida aunque sus intenciones distaban mucho de lo angelical.

    —¿Eh~? ¿Acaso estás rechazándonos, Hodges-san?

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    ¡Emi iba a traerme un almuerzo! Eh, ¿debería sentirme un poco mal? Moralmente hablando sí, quizá, ¡pero no era el caso! Festejé con unas ligeras palmadas y en medio de la emoción me llevé el té a la boca sin reparar en su posible temperatura. Di un pequeño respingo, controlando la taza para no derramar nada en mi regazo, y la devolví a su platito.

    —Mierda —mascullé, tragando saliva—, me quemé.

    Bueno, qué cosa obvia, Anna, ¿no?

    Como sea, rápidamente me olvidé del incidente entre la conversación y la clara, evidente falta de reacción por parte de Altan. No lo demostré, claro, ambos estábamos ahí con nuestras máscaras puestas aunque a mí me divirtiera como a una jodida cabrona la idea de juguetear con el lazo de las mismas, tentándolas a romperse contra el suelo. Suspiré prácticamente dentro de la taza al intentar beber una segunda vez, esta vez poniendo cuidado. Sonreí ante el sabor del té.

    —¿Vas a empezar a traer tu guitarra, mini Ishi? —le pregunté, luego de que Altan accediera a unirse al club, y Kohaku asintió—. ¡Qué genial! Ah, nuestros clubes podrían organizar ensayos o presentaciones en conjunto, con música en vivo y todo. ¿No suena divertido~?

    Solté una risa fresca, apoyando la barbilla sobre mis manos entrelazadas; ya me había ido en banda de vuelta con esas ideas que parecía producir a nivel industrial.

    —Es una muy buena idea, de hecho —acordó Kohaku, ligeramente contagiado por mi emoción—. Más adelante lo podemos hablar.

    —¡Sí, sí~! Ya no te librarás, mini Ishi.

    Busqué su mano sobre la mesa para estrecharla con fuerza como si acabáramos de cerrar un acuerdo millonario, y luego vino la reacción de Emily. La observé mientras se sonrojaba y ahí estaba de vuelta, la maldita sonrisa felina. Entorné los ojos y me incliné hacia ella, picándole la cintura por el costado de la mesa. Encima Kohaku se sumó para atizar el fuego. ¡Era nuestra venganza!

    —Eso, eso, qué mala, Em~ Míralos a los chicos, tan dispuestos y todo. Además... —dije, incorporándome para rodearle los hombros por detrás como ella había hecho hace un rato; los miré a ambos, aunque me detuve principalmente en Altan y el cabrón iba a notarlo, ¿verdad?—, ¿cómo negarles semejante privilegio? Con lo bonitas que nos veríamos y todo~

    Estaba abusando de las confianzas, en verdad, pero el idiota me había dejado hacer a mi antojo cuando bailé en la enfermería y, bueno, había sido luego de eso que me lanzó ese cumplido de la nada. Tenía que haberle gustado, ¿verdad?

    —¡Además será tan divertido! Piénsalo, Em. Tú, yo, Suzu, Ai-chan, Jez, Chip- ¡Ah!

    Casi di un salto al recordar algo del viernes y volví a mi asiento a la carrera, relajando los antebrazos sobre la mesa. Alterné mi mirada entre los tres, como si estuviera a punto de soltarles la bomba del siglo.

    —¡Hay una Idol en nuestra escuela! ¡No, dos! Bueno, más bien son aspirantes, ¡pero entrenan en academias y todo! —A esta altura me había prácticamente enfocado en Emily—. Se llama Alethea, aunque yo le digo Chipe-chan, y dijo que se uniría al club~
     
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    Zireael

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    La reacción del chico consiguió arrancarme una risa, se le veía verdaderamente contento, así que suponía que aunque no tuviera idea de poderles servir para algo en el club al menos había valido algo la pena. De verdad, me daba igual que el estúpido de Gotho hubiese terminado revuelto entre el desastre entre Suzumiya y Welsh, pero haber pasado de Ishikawa así era casi... cosa de pecado capital, qué sé yo. Probablemente ni el verdadero Hades aceptara esa mierda entre sus estándares.

    Con todo la reacción de Hodges me hizo todavía más gracia y la risa casi fue una carcajada, aunque busqué contenerla. Antes de que me diese cuenta me había subido al tren de Ishikawa.

    —Venga, ¿por qué tan nerviosa, Hodges? —dije luego de bajarme otro trago de té—. No mordemos ni nada. Al menos que yo sepa.

    Había pasado un poco de la gracia de Anna, sí, pero no significaba que hubiese dejado la mierda quieta, ni de puto asomo. Así que posé la vista en Hiradaira entonces, con la jodida sonrisa bailándome en los labios de nuevo.

    ¿O sí, Anna?

    Aún así la jodida luego dio en el maldito centro de la diana, con aquella mierda de que se verían bonitas. ¿Esa idiota se había visto a un maldito espejo siquiera? Joder. Además, podía sentir lo que fuese por Jez pero ciego y de piedra no era, ya ella lo sabía. Volví a llevarme la taza a los labios, a ver si conseguía disimular la diminuta cantidad de sangre que había decidido subírseme al rostro.

    Con la tontería pasé de lo que contó sobre que habían unas chicas idols en la escuela, pero bueno tampoco era que interesara demasiado.
     
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    Amane

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    Emily Hodges

    Bueno, así iba a ser siempre, ¿verdad? Yo les molestaba a ellos, ellos me molestaban a mí... en algún momento Anna y yo acabaríamos uniendo fuerzas para molestar a Kohaku y ahí tendríamos nuestra dinámica.

    Dejé la taza sobre la mesa mientras le dirigía una mirada de ceño fruncido a Kohaku, pero no tuve tiempo apenas de intentar formular alguna clase de respuesta porque no tardé en sentir la mano de Anna picándome un lado de la cintura y apenas segundos después rodeándome por los hombros como yo misma había hecho apenas unos minutos.

    ¿Que estaban dispuestos? ¿Y que nos veríamos bonitas?

    Encima no esperaba que Altan acabase uniéndose a la gracia, y yo ya no sabía si me daba miedo o me daba vergüenza o qué me pasaba con él pero sabía que aquello me había hecho sonrojar más.

    Prácticamente me derretí entre los brazos de Anna y cuando se alejó me dejé caer sobre la mesa, escondiendo el rostro entre los brazos. Las posteriores palabras de Anna me llegaron algo embotadas, aunque algo logré sacar de ellas al menos.

    ¿Una idol decía?

    —Suena genial, Annie... —murmuré, aun sin levantar la cabeza.

    En realidad lo hacía y la idea me emocionaba igual o casi más que a ella. Pero tenía demasiada sangre en la cabeza en ese momento para poder reaccionar con normalidad e iba a necesitar algo de tiempo para bajarla, desde luego.

    Haciendo que un personaje mío fangirlee a otros personajes míos, que inception (?)
     
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    Gigi Blanche

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    Al final, Altan se subió al carrito de la desgracia y prácticamente pude sentir cómo todo el cuerpo de Emily se aflojaba entre mis brazos. Pero se me había ido la cabeza, solía ocurrirme en grupos de gente y bueno, también me distrajo mucho la última pulla a la orden del día.

    ¿O sí, Anna?

    Solté una risa nasal y me encogí de hombros, revolviendo la cucharilla del té con aires distraídos.

    —No lo sé, no creo. La gente no tiende a morder a sus amigos, supongo.

    Como fuera, Emily prácticamente se desplomó a mi izquierda y le aboqué toda mi atención a ella. Su voz salió baja, acolchada, y arrugué un poco el ceño. Primero de confusión, luego fue mutando en incomodidad, ansiedad, arrepentimiento, lo que fuera. De repente recordé el almuerzo del viernes, me cargaba una energía similar y estaba segura que los había saturado. La verdad, no sé cómo hacía Kohaku para lidiar conmigo cuando éramos tan distintos, siendo que las reacciones más normales eran... cosas como estas.

    No puedes dejar el culo quieto ni un maldito segundo, ¿eh?

    Agotas a las personas.

    Me esforcé por mantener a un lado los pensamientos intrusivos, intentando enfocarme en las cosas lindas que habían pasado, los momentos donde Emily, Altan, Kohaku o quien fuera se divertía conmigo. Pero no iba a negarlo, era un poco difícil.

    —Sip~

    No supe qué más responder, así que volví a mi taza de té; al menos me las había arreglado para sonreír. Los dedos me cosquillearon y saqué el móvil del bolsillo de mi falda, como siempre hacía cuando me sentía incómoda o fuera de lugar. Era una jodida manía que no lograba erradicar. Tenía unas notificaciones y las abrí, había un par de mensajes en uno de los grupos con los chicos. Había hablado Rei.

    Eh 17:43
    Tomamos algo hoy? Me dieron la noche libre 17:43


    Luego había respondido Kakeru.

    Sí, dale 17:49
    Bar Psy? Podemos rascarle unas cervezas a Hayato 17:49


    Eh, ¿al Krait? ¿Se estarían llevando mejor o qué onda? Como fuera, tipeé sin pensarlo demasiado, casi por el mero hecho de mantener las manos ocupadas en algo, mientras seguía bebiendo mi té al mismo tiempo.

    Les caigo cuando salga del trabajo 17:58
    A eso de las 8:30, 9 17:58

    Coso-de-Kohaku-GIF-3.gif
    Vaya, al parecer habían destruido a Emily o algo así. Kohaku se mantuvo en silencio luego de arrojar la primera piedra y observó todo lo que ocurría a su alrededor, como un gran panóptico. Había un tinte ligeramente extraño en las interacciones entre Anna y Altan, como si estuvieran manteniendo una conversación paralela sobre la cual... él no tenía muchas ganas de pensar al respecto. La tontería siguió, Emily se sonrojó y Anna la abrazó. No había en verdad nada anormal en todas las estupideces que Hiradaira decía, siempre soltaba lo primero que se le venía a la boca, fuera verdad o no, las pensara o no. La había visto, por ejemplo, infinidad de veces observando a otras chicas como si ella fuera una huérfana humilde, hambrienta y harapienta, anhelando las muñecas en exposición de la tienda; así que no estaba seguro hasta dónde se consideraba bonita, aunque no dudaba en que pensara así de Emily, o Jezebel, o cualquiera de las amigas que había hecho.

    Como fuera, igual a veces también se comportaba como la puta reina de la colina así que no entendía muy bien cómo funcionaban sus percepciones de sí misma, qué era genuino y qué no. Quizá todo lo fuera, pero se rigiera bajo las leyes caprichosas y volátiles de un incendio en medio de la ventisca.

    Con todo y la estupidez de Anna, Kohaku deslizó la mirada hacia Altan cuando soltó su mierda con bastante doble sentido y distinguió... ¿un leve sonrojo? Lo cubrió rápidamente con la taza, pero juraría que lo había visto. Pestañeó, algo sorprendido, y siguió moviéndose entre los estímulos a su alrededor en perfecto silencio y templanza. Cuando uno cerraba la boca era capaz de ver muchas cosas, a ver si Anna algún día lo aprendería.

    Emily se derritió sobre la mesa, al parecer el ataque de Altan había sido el golpe de gracia, y mierda, debería haber apostado por que el culo de Anna se calmaría en medio segundo. Siempre funcionaba igual la chiquilla, y ya hasta podía imaginarse las estupideces que estaría pensando. Es decir, sí que era intensa y generalmente se movía a su ritmo y antojo, pero ¿no iba a verlo nunca? ¿Toda la luz que emitía y cuán valiosa era?

    Bueno, al menos para él, claro.

    Se había encerrado en su móvil y la dejó ser, Emily también parecía necesitar un momento para calmarse así que... lo mismo. Suspiró suavemente, dándole un sorbo a su té, y le sonrió a Altan.

    —¿Hay algún otro club de tu interés, Sonnen-kun?

    Vaya, de repente todo era... absurdamente silencioso.
     
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    Zireael

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    Pedazo de desastre era Hodges, se subía al tren, luego bajaba y se le fundía el cerebro en cosa de segundos, como fusible descompuesto. Era obvio que no esperaba que me subiese yo también al tren de la desgracia, pero era lo que había, tampoco estaba tan salido para seguirla fastidiando cuando prácticamente se había muerto.
    ¿Otra a la que tendría que soltarle el discurso de que, literalmente, no había por qué tensarse por mi existencia? Quizás, pero no iba a ser hoy.

    Vi en la reacción de Anna una repetición de su actitud cuando me había preguntado aquella mierda en la cafetería, de qué pediría si pudiese pedir algo de cualquier persona o algo así, ya había perdido un poco el hilo de eso, pero lo vi porque fue lo que me hizo responderle después, toda aquella cosa rara de poder, egoísmo y convulsión, pero que había sido una respuesta sincera a una pregunta inocente y sin pensar.

    Estaba por intentar hacer algo al respecto cuando la voz de Kohaku volvió a llamar mi atención sobre el repentino silencio que se cernía cuando, bueno, Anna cerraba la boca un segundo.
    Le sonreí de vuelta antes de negar con la cabeza.

    —Había pensado en, no sé, el de baloncesto sólo para hacer algo con mi vida o qué sé yo pero tampoco era porque me llamara especialmente la atención ni nada. Lo mismo con los otros, no me interesan. —Aunque la tonta de Kurosawa había dicho que podía pasar por el de cocina si quería, aunque si lo hacía iba a ser solo para sacarles algo de comida y ya, un poco bajo para mi gusto pero tampoco me preocupaba demasiado—. Mucho menos este... Les voy a ahogar las flores si me paso demasiado por aquí. Te gustan las plantas, ¿no, Ishikawa?

    Además de la hierba quería decir.

    Por otro lado no era que fuese a apestar tanto a tabaco todos los días, pero se entendía el punto.

    En cualquier caso deslicé la mirada de Ishikawa a Anna, como diciendo mira nada más, si es torpe. Entre que el chico no era tonto y era su amigo, había tenido que darse cuenta al segundo. No lo hice pensando en empujarlo a hacer nada, sino para que al menos supiera que estábamos en la misma sintonía.

    Ahora fui yo quien estiró la pierna bajo la mesa, con cuidado de no ir a patear a alguien más, le alcancé el costado de la pantorrilla y la empujé suavemente, zarandeándola un poco. No tenía ninguna segunda intención, obviamente.

    Si alzaba la cabeza y me miraba pues bien, porque tenía una sonrisa para ella que no era que fuese a centrarla de nuevo como tal pero al menos que le sacara algo de mierda de la cabeza, y si no pues venga, solo era un confianzudo y un fastidioso, un poco como ciertos gatos.

    Enfócate.

    El tiro de gracia lo di yo.

    La chiquilla estaba bien hasta que abrí la boca.

    Solo necesita algo de aire, ya está.
     
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  10.  
    Amane

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    Emily Hodges

    El silencio y la tranquilidad se fue extendiendo por la mesa y, con ello, lo necesario para que segundos después sintiese que el calor bajaba y los nervios iban desapareciendo.

    Suspiré, incorporándome finalmente, y volví a beber algo de té en silencio, con los ojos cerrados, tranquilizada casi por completo. Kohaku parecía estar distrayendo a Altan con su conversación así que pude finalmente girarme hacia Anna, carraspeando ligeramente antes de hacerlo.

    —Repite eso —dije, en voz demasiado suave para que en realidad fuese una orden pero en realidad solo quería llamar su atención—. ¿Una casi idol en el club? Eso es super guay~ ¿Y cuándo la conociste?

    Y ahí iba de nuevo, como si no me hubiese dado un colapso nervioso hacía apenas unos minutos.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Fue asintiendo mientras Altan le respondía, sonriendo con algo más de gracia cuando dijo, por ejemplo, lo de unirse al de básquet para hacer algo con su vida. Él también lo había pensado, en verdad, pero los deportes nunca habían sido lo suyo y tampoco le apetecía someterse a, no lo sé, ¿ese sufrimiento? Lo oyó con atención y se llevó la taza a los labios antes de responder, tras soltar una risa suave. ¿Ahogarles las plantas? Seguro le crisparía los nervios a Mamiya-san y eso, imaginaba, sería digno de presenciar.

    —Sí, siempre me gustaron mucho, desde pequeño. Mi familia tiene un santuario en Chiyoda y, bueno, me la he pasado en los jardínes lindantes desde que tengo uso de razón. Además mi abuela me enseñó muchas cosas.

    Pobre señora Ishikawa, si tan sólo supiera que había acabado alimentando a un monstruo que se aprovechó de sus conocimientos para usar los prados recónditos del santuario como plantaciones de marihuana. Absolutamente ilegales, claro está. Quizá la mataba y todo.

    Captó la mirada que Altan le había lanzado a Anna y compartió su sonrisa, apenas asintiendo en silencio. Le venía en gracia la complicidad que se habían echado un poco de la nada, pero no le desagradaba en absoluto. Más o menos se hacía a la idea de que Altan debía ser un tipo absurdamente leal y desde el rollo con Jezebel, pues seguro se había ganado su confianza. El resto fue viniendo con la corriente, por diferentes canales que acabaron derivando en una misma boca hacia el océano.

    La idea del club de música.

    La gracia con Natsu en el aula.

    Su acercamiento con Anna.

    Bebió de su taza de té y advirtió que Emily se había incorporado. Buscó su mirada, o más bien aguardó a que lo viera, para sonreírle gentil y siguió a lo suyo. Las luces del atardecer, lentamente, comenzaban a recortarse sobre el invernadero y bañaban la vegetación, la vajilla del té y los ojos de los cuatro en tonos cálidos de amarillo y naranja. Había comenzado con algunos altercados, pero esa reunión de té le estaba devolviendo toda la tranquilidad que había amenazado con evaporarse tras el incidente de la enfermería.

    Coso-de-Anna-GIF-6.gif
    Escuché las voces de Kohaku y Altan y, de hecho, no le perdí hilo a lo que conversaban, pero así y todo no despegué la vista del móvil. Estaba distrayéndome en el feed de Pinterest cuando el pie de Altan me alcanzó la pantorrilla, justo como yo había hecho hace un rato. De primera mano me tensé un poco, presa de la sorpresa, y pestañeé un par de veces antes de finalmente alzar la cabeza. Había presionado los dedos contra los bordes del móvil sin darme cuenta y de igual forma los relajé cuando vi su sonrisa. Me sonreía como diciendo venga, idiota, no ha sido nada, y ya no sé si por espejo o por haberme realmente conmovido, pero imité su gesto mientras liberaba el aire por la nariz. La sonrisa se me amplió un poquito más y me encogí de hombros, cerrando brevemente los ojos.

    Perdona, es la costumbre~

    Noté que Emily se erguía por el rabillo del ojo y le di un sorbo a mi té, recibiendo entonces su mirada. Habíamos retomado el tema de conversación anterior y asentí, emocionada pero ya bastante más tranquila que antes.

    —Sí, entraron este año. La conocí en la enfermería, el viernes, después de las clases me tiré ahí un rato para descansar antes de irme al trabajo y...

    Y por eso me topé con Tomoya.

    Tragué saliva, la secuencia de imágenes que se habían almacenado en mi memoria de ese momento irrumpieron en mi mente con bastante fuerza, su voz, el tacto de sus manos, el ataque de asma, el ruido insoportable y luego el sonido de mi propio llanto entre las paredes huecas, vacías del baño. Pero me recompuse rápidamente y disimulé la sensación amarga dándole un buen sorbo al té.

    Kohaku me había clavado la mirada durante el rato que me mantuve en silencio, pero no me di cuenta.

    —Y resultó que me había estado buscando porque vio el anuncio del club y quería unirse. Fue todo una gran coincidencia, bastante gracioso. —Solté una risa suave y pasé los dedos por mi cabello, pensativa—. Ah, ahora que lo pienso nunca supe por qué había ido a la enfermería, espero que no le ocurriera nada~ Bueno, igual lo dudo, porque de ahí nos recorrimos toooooda la Academia buscando a Suzu. ¡Fue bastante divertido! No he vuelto a hablar con ella, pero era super linda y estoy segura que se llevarán bien, Em.

    Bueno, había encendido la radio pero al menos ya no era el torpedo de energía de hace un rato.
     
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  12.  
    Zireael

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    Incluso ignorando el asunto de la hierba como tal, que al chico le gustaran las plantas parecía caerle como un guante. Había algo en ellas que resultaba casi reconfortante; en los bosques, en el murmullo de las hojas y las flores que era tranquilizador, algo de eso se podía obtener en los jardines. Es decir, incluso para alguien que no veía colores en casi nada y toda la mierda, siempre que papá aparecía con un ramo o mamá se lo compraba solo para ponerlo en un jarrón en la mesa, los colores vibraban un poco. Amarillo, rojo, blanco, naranja, lo que fuese.

    —¿En Chiyoda? ¿El privado? —atajé luego de escucharlo y haber bebido algo más de té. Al menos aquel bochorno raro con el comentario de Anna se me había pasado rápido—. Pero qué conveniente~ Espero que no te moleste si paso algún día.

    Al final Anna sí se decidió a mirarme a pesar de su tensión inicial y con eso me bastó, porque supe que había entendido la intención del gesto, de la marea arrastrando las cenizas por ella. Había que verla, porque así como podía jugar de ser la puta reina de la montaña bastaba un solo signo de las personas a su alrededor para desbalancearla, hacer que su flama titilara como la de una vela y se extinguiera.

    Pues no en mi presencia, idiota.

    Que Hodges consiguiera también ordenar su mierda y retomar el hilo fue lo que terminó de ayudarla a volver, ya sin el montón de pólvora en el culo, lo que quizás era mejor ahora que lo pensaba, al menos para lo introvertido que era en realidad porque si seguía por aquel camino, hubiese terminado por volver a filtrarme toda la energía de encima.
    Mientras le respondía se detuvo un momento e Ishikawa le mantuvo la mirada encima. Yo no iba a preguntar nada, obviamente, y para mi desgracia tampoco podía olerme qué mierda pasaba con eso, pero me lanzó una punzada de preocupación encima.

    La primera cosa que había pasado y no me había dicho antes del desastre en el rellano, la que luego la empujó a todo lo demás.

    Arrastrar a Hodges a Shinjuku.

    El famoso ex al que casi se había comido.


    Antes de que fuese consciente realmente del movimiento había tamborileado la mesa con los dedos de la mano izquierda, casi con ansiedad, pero apenas me llegó el sonido a los oídos me detuve. No valía demasiado la pena comerme la cabeza con eso ahora mismo en realidad, lo sabía.
    Mi atención se deslizó a los rayos del atardecer que estaban consiguiendo colarse luego del clima de mierda de todo el día. Naranja, amarillo, el fuego sin toda su fuerza. Resaltaba ciertos tonos, como el ámbar de los ojos de Ishikawa y el magenta y el fucsia de Hiradaira, incluso el violeta del desastre con patas, pero me quedé medio embobado en Anna, vete a saber por qué mierdas, en los reflejos en su cabello aquí y allá.

    Era nuestra fogata, ¿no?

    Nuestra lámpara de queroseno, mostrándonos el camino.

    Y había conseguido de alguna forma extraña unirnos a los tres allí a su alrededor.
     
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    Amane

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    Emily Hodges

    Escuché con atención lo que la chica contaba, asintiendo ligeramente con la cabeza cuando la situación lo requería. Lo cierto es que fruncí el ceño ligeramente al notar que algo la hacía reaccionar de una manera para nada buena, pero prefería dejarlo pasar por el momento y hacer como si nada porque ella misma había disimulado rápidamente y supuse que no era algo que quisiese contar.

    Le dirigí una sonrisa amable cuando terminó de hablar y, en un impulso medio extraño, llevé mi mano hasta la suya para rodearla y apretarla con delicadeza.

    —Seguro que sí. Tiene pinta de que nos lo vamos a pasar muy bien, cielo~

    Miré de nuevo alrededor cuando terminé de hablar, sin separar la mano de la contraria realmente, que su calidez me resultaba especialmente reconfortante, y levanté las cejas al tener de repente el chispazo de una idea.

    >>Eh, eh, Annie —la llamé, moviendo ligeramente la mano para que me prestase atención—. Ya que estás con el móvil fuera, ¿por qué no nos hacemos una foto?

    Intercalé miradas entonces entre ella y los dos chicos, con una chispa de expectación en los ojos.

    >>Saldría muy bonita con las flores y la luz del atardecer, ¿no os parece? Sería una pena no aprovecharlo~ —me salió un mohín inconsciente con los labios, como para intentar convencerles más o qué sé yo—. La puedes subir como... uhm... "#atar-tecito". Eh, qué ingenioso~

    Qué estupidez, más bien.
     
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    Gigi Blanche

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    Pestañeé y sonreí con genuina curiosidad al ver que Altan estaba bastante ubicado sobre lo que le hablaba.

    —Sí, sí, el Yasukuni. ¿De casualidad eres de Chiyoda, Sonnen-kun? —Asentí, casi con solemnidad, y luego ladeé ligeramente la cabeza al curvar un poco más mis labios—. Para nada, visítame cuando quieras. Suelo estar los fines de semana y si no, bueno, también tienes mi número.

    Ahora que lo pensaba, también le había prometido una visita a Hodges-san, ¿verdad? Podríamos coordinar y beber té todos juntos, justo como ahora, o si no hacerlo por separado pero... Paseé mi mirada por los allí presentes, con la eterna sonrisa pegada en el rostro, y me alcanzó los ojos con una calidez especial. Estaba tranquilo, esas personas me resultaban sumamente agradables y sentía que, con todas las particularidades del Sakura, podría disfrutar de mi último año académico aquí.

    Le di el último sorbo a la taza de té y deslicé la mirada hacia el invernadero, identificando sin demoras aquellas flores pequeñas y azules que, en verdad, no llamaban mucho la atención de buenas a primeras.

    Campanulas.

    Esperanza y perseveridad, por un lado, es bastante rústica y sobrevive donde muchas especies no lo harían; mal augurio, por otro, entre todas las leyendas según las cuales oírla sonar es un anuncio inminente de muerte. También llamada la campana de los muertos.

    Irónico, casi tétrico, pero siempre le habían encantado.

    Alcé los ojos al techo vidriado del invernadero, momentos antes de que Emily llamara también mi atención al proponer lo de la foto.

    Tuviste buen ojo eligiendo esta escuela, Chiasa.

    La estoy pasando muy bien.


    Coso-de-Anna-GIF-6.gif
    Recibí la mano de Emily sin el menor de los problemas, de hecho la apretujé por mero reflejo en cuanto ella hizo lo mismo. Era cálida y le sonreí en respuesta, siguiendo un poco el curso de su mirada cuando su atención parecía haberse dispersado. Usé mi mano libre para acabarme el té cuando se volvió hacia mí y los ojos me chispearon de absoluta emoción al oír su idea.

    —¡Sí! —afirmé, emocionada, y ya estaba yéndome en banda cuando me detuve de repente. Con ambas manos encima del móvil miré a los muchachos, aunque particularmente a Altan, y le sonreí—. Si les parece bien, claro.

    A Kohaku lo conocía y aunque no fuera el rey de la extroversión, se movía con la corriente y nunca decía que no a las fotos. Es más, creo que secretamente le gustaban, si al final del día andaba subiendo bastantes a Instagram de mierdas bien random. Pero de lo poco que sabía de Altan, bueno, digamos que se me asemejaba a ese pobre diablo del grupo de amigos que siempre pestañea en el peor momento. Mantuve mi atención sobre él, no de forma insistente pero quería que supiera que no pretendía llevármelo por delante como solía hacer, y que si no quería... pues no se hacía y ya.

    La ocurrencia de Emily también me hizo mucha gracia y solté una risa fresca, casi cristalina, subiéndome a su tren.

    —Oye, sí, ¡te robaré la idea! Ah, díganme sus usuarios así los sigo, ya que estamos. Kohaku es, adivinen: @minishisteaparty. ¡Más difícil que la mierda pero tiene todo el sentido del mundo! Justo como él~ Que igual no sé, ¿por qué en inglés? Con suerte sabes pronunciar casa.

    Kohaku se encogió de hombros, en profunda paz, como si no acabaran de revelar uno de sus secretos más oscuros.

    —El universo obra en formas misteriosas, An-chan.
     
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    Zireael

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    —Sí, debo haber pasado por los santuarios del barrio cuando era un mocoso pero realmente no los visito hace años. —Sin embargo, archivaba. El Yasukuni había quedado bajo la financiación privada luego de... ¿La derrota de la Segunda Guerra? Eso creía—. Así que supongo que no caería mal refrescarme la memoria.

    Bueno, ya tenía algo que hacer además de desperdiciar tiempo con Shimizu y de alguna forma, aunque no fuese a soltarlo así nada más, era hasta agradable. Podía decir cualquier mierda, pero era obvio que mi círculo de amistades o de personas conocidas entre que no era demasiado amplio, tampoco era de mucha calidad que digamos.

    La propuesta de Hodges fue lo siguiente que escuché y solté un suspiro pesado, no necesariamente molesto, si acaso ligeramente incómodo. No era muy dado a las fotos, en general porque me daban algo de pereza solamente, si acaso tenía fotos con mis padres, con Jez y para mi propia sorpresa no tenía realmente ninguna con Kurosawa, aunque a ella se le iba a la cabeza a veces y me tomaba fotos sin que me diese cuenta, para luego enviármelas. Habían desde dignas de meme hasta otras buenas, que eran las que se quedaban y si acaso usaba de perfil, aquí y allá.

    Me bajé lo que quedaba del té de un trago y fue entonces que sentí la mirada de Anna encima, su sonrisa, y casi pude escuchar sus palabras en mi cabeza. Si no se me antojaba, tampoco iba a llevarme en banda, ¿cierto? Qué remedio, si alguien iba a decirle que no, pues no iba a ser yo al menos ese día.

    O quizás ninguno, vete a saber.

    Me levanté de la mesa entonces, caminé hasta detrás de su silla y apoyé las manos en sus hombros, me incliné apenas un poco para poder mirarla desde arriba y dedicarle una sonrisa genuina. Al final me agaché para poder dejar el mentón sobre su hombro. Como todo lo había hecho un poco porque me salió de los cojones, punto.

    Un poco para acaparar su atención, venga. ¿A quién mierda iba a engañar?

    Si era otro jodido intenso.

    —Bueno venga, ya qué —murmuré y pegué la mejilla a la suya, como un gato buscando afecto, antes de enderezarme. Un poco había sido como gritarle a Hodges en toda la cara que sí, que había sido yo, pero no era que interesara. Habían cosas que hacía porque me nacían, entre ellas seguirle un poco el rollo y aquella tontería de cantarle—. A ver, ¡apiñados o no hay foto! Que esta mierda seguro es un presagio del fin del mundo y si nos vamos a morir, pues tan siquiera hay que hacer las cosas bien.

    Caí entonces que no había respondido al delirio completo.

    >>Bueno, soy un aburrido así que debes intuir ya que mi usuario es mi nombre a secas.

    En serio, ¿con el archivo que tenía en la cabeza? A veces mantenía algunas cosas sencillas, para variar.
     
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    Amane

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    Emily Hodges

    Anna aceptó con una facilidad irrisoria, aunque no imaginaba universo alguno en el que pasase lo contrario, a decir verdad. También suponía que Kohaku aceptaría sin mayor problema porque le gustasen o no las fotos, cosa que no sabía, directamente no parecía el tipo de personas a negarse por algo tan inofensivo.

    Seguramente el temor de todos, yo incluida, era Altan. Por supuesto, no pasaba absolutamente nada si se negaba pero me hacía especial ilusión tener un recuerdo completo de aquella repentina reunión.

    Lo seguí con la mirada cuando se levantó y observé solo parte de la escena con genuina curiosidad, apartando la vista solo cuando sentí que era demasiado... personal para seguir mirando.

    Y bueno... si ya tenía alguna sospecha de que hubiese sido con él quien Anna había pasado el receso, se me aclaró con bastante rapidez en aquel momento.

    Huh.

    Me puse en pie en cuanto el chico volvió a alzar la voz y rodeé la mesa hasta alcanzar a Kohaku. Le dirigí una sonrisa inocente, de ojos cerrados, antes de agarrar su muñeca y tirar de ella, con toda la suavid posible, para levantarlo de la silla. Volví así sobre mis pasos, arrastrándolo hasta que quedamos a un lado de los otros dos pero algo más atrás.

    Pues si ellos se iban a poner así de juntitos, qué remedio...

    —Después te digo el mío, An~

    No era ningún secreto tampoco y si bien no era tan simple como el de Altan, tampoco era mucho más complicado. Pero en ese momento, la verdad, tenía mi atención puesta en otra cosa.

    Solté finalmente la muñeca de Kohaku, aunque esperaba que no se relajase por mucho tiempo porque no planeaba dejarlo tan libre. No tardé, pues, en colocarme a un lado de su cuerpo y, con rapidez, me enganché a su brazo con ambas manos.

    >>Gotcha~

    Y sin decir nada más, incliné la cabeza solo un poco hacia el lado para dejar que el pelo cayese hacia el mismo, y levanté una mano haciendo la V con los dedos, sonriente.
     
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    Gigi Blanche

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    No tenía la menor idea qué pretendía Altan cuando se incorporó y empezó a bordear la mesa, pero lo seguí por pura inercia y cuando apoyó las manos en mis hombros alcé la cabeza. La sonrisa salió sola, sin permiso, al ver la suya, y recordé eso que Emi le había dicho en la cafetería. Una vez había oído o leído por ahí que una persona amable con todo mundo en verdad no es amable con nadie, y aunque no le diera demasiado crédito, en ese momento lo sentí. Sentí el poder de una sonrisa que no aparece porque sí y una sensación cálida se expandió por todo mi pecho, alcanzando, si se quiere, la boca de mi estómago.

    Cuando se inclinó hasta apoyar su barbilla en mi hombro, sin embargo, devolví la mirada a mi móvil y me tensé un poquito; no por su cercanía, que ya me resultaba estúpidamente natural, sino porque Emi y Kohaku estaban ahí, mirándonos. Un sonrojo suave me tiñó las mejillas mientras jugueteaba con el borde de la funda, que sólo se intensificó cuando Altan pegó su mejilla a la mía. Solté una exclamación ahogada y paseé mi mirada por los demás, casi paranoica, pero Emi había dejado de mirar. Me topé con el ámbar de Kohaku apenas un instante antes de que se sobresaltara e imitara a la chica, como si se hubiera quedado prendado sin darse cuenta y saberse descubierto hubiera bastado para reactivarlo. Él también se había ruborizado un poco.

    Éramos un montón de imbéciles, y éramos niños.

    Estaba un poco avergonzada, pero me distraje rápidamente. Altan se irguió y solté una risa fresca al ver cómo Emi buscaba a Kohaku y lo arrastraba junto a nosotros. El rubor del muchacho no hizo más que empeorar pero no vio forma de apartarse o negarle algo; luego de soltar el aire de golpe se calmó un poco y le sonrió a Emily, permitiéndole quedarse allí aunque no le correspondiera el gesto. Seguía siendo un japonés hecho y derecho, en definitiva.

    Paseé la mirada entre los tres, a mis espaldas, antes de abrir Instagram y poner la cámara de las historias.

    —¡Muy bien, se me organizan todos! —exclamé, divertida, y me paré sobre la silla. Los miré desde allí arriba, riendo otra vez—. Venga, ¿siempre hace tanto frío aquí arriba, Al?

    Era un puto tanuki y las opciones eran cederle la cámara a él o resolver el asunto de mi estatura, ¡y no confiaba en su talento fotográfico! Estiré el brazo frente a nosotros, por encima de mi cabeza, para abarcarlos a todos. Los repasé en la pantalla antes de verme a mí y podría jurar que jamás iba a olvidar esa calidez en mi pecho.

    —Bueno, ahí va~

    Click.

    Revisé la foto, emocionada, y arrugué el ceño antes de descartarla casi tan rápido como había venido. Ni siquiera les permití ver cómo habían salido ¡porque si yo no salía bien, igual esa foto no vería la luz del día!

    —¡De nuevo!

    Click, y click, y click.

    —Vamos, An-chan, se me entumecen las mejillas —se quejó Kohaku, masajeándose la zona.

    —¡Es que salgo extraña! —repliqué, aún subida a la silla, con un mohín.

    Me paseé por un par de filtros que tenía guardados hasta que encontré uno que quedaba super bonito con los colores del atardecer y volví a estirar el brazo.

    —Vale, prometo que esta es la última. ¡La subiré salga como salga!

    La mayoría de mierdas que subía a las redes sociales eran, bueno, mierdas. Comida, mis gatos, algún outfit, y muchas cosas de noche. Cuando salía con los chicos y me pasaba un poco de copas tendía a ser esa pesada del grupo que le urgía la necesidad de documentar cada respiración que ocurriera a su lado. Al otro día revisaba mi cuenta y me encontraba con las diez historias estúpidas que había subido al hilo pues porque sí. A veces me hacían reír, no iba a negarlo, pero esto... se sentía diferente. Más saludable, quizá, y cálido. Joder, era extremadamente cálido.

    Click.

    Revisé la foto y sonreí de pura dulzura mientras veía la pantalla, para luego regresar a la emoción inicial y girar el aparato hacia los chicos, instando a Emily a que lo tomara.

    —¡Queda! —determiné.

    Emi había salido super bonita, Kohaku estaba sonriendo amplio con los ojos cerrados y a mí la sonrisa me había super achinado. Altan era el más relajado, pero también se las había arreglado para sonreír un poquito.

    Seguía subida a la silla y los observé mientras veían la foto, y de un momento a otro tuve estas estúpidas ganas de echarme encima de los tres, darles un abrazo de oso y llorar de pura emoción. No tenía mucha idea cómo habíamos llegado a juntarnos los cuatro, beber té y reírnos un rato, pero me di cuenta que estaba dispuesta a, no sé, dar la puta vida por esos tres imbéciles. A cuidar sus corazones, iluminarles el camino y guiarlos a casa, aunque eso significara extinguirme a mí misma.

    Eran mis amigos.

    Me incliné un poco para volver a recibir el móvil y, mientras la editaba y demás para subirla, sonreí.

    —Se la enviaré a Jez también —avisé un poco al aire, en voz suave, aunque fijé mi mirada en Altan un par de segundos—. Ojalá estuviera aquí, pero algo es algo.

    Y estoy segura que sentirá toda la calidez que siento yo, o incluso más.
     
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    Zireael

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    So you memorized
    those unscripted lines,
    desperate for some kind of clue:

    when the scale tipped,
    when you inherited
    a fight that you were born to lose.
    .
    No, it’s not your fault,
    I put this heavy heart in you.
    .
    You remind me of who I could have been,
    had I been stronger and braver way back then.
    Altan c2.png
    No entendí hasta después que lo que había hecho no fue con el único motivo de acaparar, a pesar de que mi mente de mierda siempre me arrojaba esas ideas con todo lo que hacía a cada segundo. Lo había hecho porque quería, ni modo, pero continué porque estaba entre ellos; porque Kohaku podía fingir demencia incluso si quería, pero debía estar más que enterado de cómo eran las cosas, porque Emily era un desastre con patas pero era amiga de Anna, porque si Anna le tenía afecto yo podía confiar en ella de la misma manera aunque la otra casi me tuviese pánico.

    Hodges arrastró a Ishikawa, que entonces sacó a relucir su sangre japonesa de cepa y me arrancó una risa directo del pecho, que casi se convierte en una carcajada. Al pobre le ponían una mano encima y le daba de todo en dos segundos, fue eso lo que me hizo pensar que realmente podría llevarse bien con un imbécil como Dunn, que también entraba en colapso de esa manera o peor.

    Vi a Anna pararse sobre la silla y de puro reflejo me tensé, pensando que podía caerse si a la jodida silla se le ocurría bailarse un poco, si era el caso obviamente la iba a agarrar al vuelo pero para suerte de su dignidad y mis nervios, que ya habían pasado por un montón de mierdas, no fue el caso. Solté un suspiro largo, sin darme cuenta que había retenido el aire unos segundos.

    Pero bueno, tremendo Estrés Post-Traumático me estaba clavando la cabrona.

    No sé por qué mierda no podía tomarme nada con la ligereza con que lo hacía Anna, pero me tomaba las tonterías que preguntaba o decía con una seriedad que a veces no encajaba con la edad que se supone que tenía. Porque para empezar tenía una mente que tampoco encajaba con eso; era herencia de papá, de todos los Sonnen, e imaginaba el tipo de maldición que había significado para cada uno a su propia manera.

    Venga, ¿siempre hace tanto frío aquí arriba, Al?

    De hecho sí.

    Hace bastante frío.

    Y está oscuro.

    Pero hay una lámpara de queroseno al pie de la montaña.

    Y me está llevando a casa.


    Lo culo inquieto no se lo iba a quitar nadie ni con pinzas, así que ya me estaba viendo venir que iba a tirar un montón de fotos hasta decidirse por una, por eso en parte me alegró que no confiara en mí para la tarea porque tanta paciencia no tenía como para esperar lograr algo con lo que ella se sintiera conforme. El pobre Ishikawa fue el que se quejó, porque bueno se le iban a trabar los músculos de la cara si seguía esperando así.
    Al menos Anna se dignó a cumplir al decir que era la última.

    Y cuando vi la foto lo sentí, como si mi corazón palpitara al ritmo del los demás por fin. No buscaba rebasarlos, dejarlos atrás, marcar el ritmo ni pisotearlos, no estaba buscando subir a mi desgraciado trono para poder verlo todo desde allí. No podía generalizarlo a todas las personas, obviamente, nunca, pero al menos había decidido sin darme cuenta siquiera caminar al ritmo de un grupo una vez en la vida y Dios, no era cálido, era tranquilizador. Como el té de Ishikawa, las plantas de Suzu que nos rodeaban, el eterno amor de Jez, la comida de Shiori y ahora la fogata de Anna. Las pequeñas cosas que hacían que un hogar se sintiera como tal.

    Fue un chispazo de nuevo, pero los colores vibraron y quizás por primera vez el amor que era capaz de sentir superó con creces a todo lo demás. Al ruido de mi archivo, a mi ira sin dirección, al horror y la tensión. Lo superó todo a pesar del desastre que llevaba por dentro y deseé echarme a llorar como un puto crío otra vez, porque no creí que una emoción positiva tuviera el poder de destrozarme de esa manera.

    Gracioso.

    ¿Más personas a las que dejar entrar a Micenas, a las que proteger con las murallas?

    Sin duda.


    Se la enviaré a Jez.
    Sentí una punzada de culpa de repente, cuando detuvo la vista en mí, fue mínima pero la sentí. Porque ella lo sabía, no era particularmente perceptiva pero tampoco era tan tonta para no saberlo, y aún así había pasado todo lo del receso. Sin embargo, allí estábamos todavía, enteros, de regreso a nuestros centros, y quizás eso era más importante que cualquier otra cosa.
    Tuve la capacidad de arrojar el pensamiento, aquella puya de culpa, a un lado y entonces regresé la atención a Anna, pasándole el brazo por la cintura sin ningún tipo de doble intención.

    —Vamos, sé que te debes sentir cómoda siendo más alta que todos por primera vez —dije tratando de contener la risa y el resto casi que lo murmuré solo para ella—, pero baja de la jodida silla, cariño, o voy a morir de paro cardíaco pensando que te puedes ir de boca al suelo.

    Como casi pasa cuando salí y no te vi en el pasillo.

    Cuando vi a la hiena, sin saber dónde demonios estabas.

    De nuevo fue como si Jez hubiese hablado a través de mí, de una forma tan extraña que comenzaba a sentirlo casi natural. En cualquier caso la idea era que si le daba la gana me podía usar de apoyo para bajarse, porque dicho ya estaba, no confiaba en la estabilidad de esa mierda como tampoco había confiando en la del taburete de la enfermería o de cualquier cosa que estuviese bajo sus pies realmente, no con la velocidad a la que se movía y prefería un poco llevarme una hostia, que arriesgarme a que ella se comiera el piso.

    Por otro lado ya me estaba viendo el mensaje que iba a enviarle a Jez de camino a casa.

    Debes haberlo visto ya por Culo Inquieto aka Anna.
    Pero sorpresa parece que... Hice amigos o algo como eso.
    Están ansiosos por verte de nuevo, así que ponles tu mejor cara para mañana.
     
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  19.  
    Amane

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    Emily Hodges

    Tomar la foto había acabado siendo una aventura más difícil de lo que podía haber parecido en un principio. Anna no se quedó contenta hasta haber tomado, no sé, ¿unas veinte fotos? Y lo cierto es que no pude evitar reír divertida cuando finalmente nos dejó libres, sobre todo por el pobre Kohaku que acabó con las mejillas entumecidas por mantener la sonrisa.

    Cogí el móvil de la chica en cuanto lo extendió y miré la foto con una sonrisa enternecida. Éramos un grupo de los más variopinto, ¿no? Anna y yo quizás nos parecíamos más pero Kohaku y Altan... simplemente estaban en la otra punta de la línea. Pero estaba bien, se sentía natural a pesar de todo.

    Aproveché que tenía su teléfono en las manos para buscar mi propio usuario y darle a seguir antes de devolvérselo, sin separarme en ningún momento del brazo del chico. Bueno, Altan había vuelto a centrarse en Anna así que podía aprovechar que no iban a molestarme para estirar un poquito la cuerda.

    Di un pequeño respingo cuando escuché la mención de Jezebel y extendí el brazo para recoger mi móvil, comprobando la hora para dirigirle después la mirada a Kohaku, zarandeándole el brazo para llamar su atención.

    —Ah, senpai, ¿vienes a recoger a Kashya y O'Connor-senpai? —pregunté, en tono suave—. Sé que es un poco temprano pero quiero aprovechar la tarde para estudiar un poco más, así que volveré ya a casa~
     
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  20.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Coso-de-Kohaku-GIF-3.gif
    Dioses, ¿no se suponía que Emily también era japonesa? Bueno, ahora que lo pensaba, en verdad su nombre era occidental, ¿quizá su caso fuera similar al de Anna? Por eso había aprendido a ya no entrar en pánico cuando a la enana le daba por lanzarse encima mío o lo que fuera, sabía que su chip era diferente al mío y, por suerte o para desgracia, tenía bastante facilidad para adaptarme al entorno. Quizá tuviera que hacer unos ajustes a la hora de tratar con Emily.

    Como ese jodido beso en el patio, el viernes.

    El sonrojo había sido absolutamente inevitable y al menos deseé que se evaporara para las fotos. En las primeras aún sentía un poco de calor en las mejillas, pero Anna tomó tantas que ya para la que finalmente quedó no tenía otra preocupación más que acabar el trámite. Relajé los músculos de la cara junto a un soplido suave, masajeándome las mejillas, y me incliné también para echarle un vistazo a la foto. Emily seguía enganchada a mi brazo y no me molestaba, aunque tampoco le había devuelto el gesto o nada; no me habría sentido cómodo haciéndolo.

    Me la había figurado como una niña tímida, ingenua, incluso nerviosa, pero puede que me hubiera equivocado.

    —Está muy linda —acoté con respecto a la foto, y alcé la vista hacia Anna—. Eh, no olvides etiquetarme así puedo compartirla.

    Luego Altan volvió a acercarse a ella y desvié la mirada de un movimiento rígido, casi brusco. No tenía idea qué había ocurrido ni cómo habían llegado a eso, pero de cualquier forma no estaba acostumbrado a esa clase de demostraciones a plena luz del día; al menos, claro, entre personas que no se supone que lo hagan. Como siempre, me comportaba de acuerdo a ideas preestablecidas, bajando y activando interruptores, reemplazando chips. Era maleable y me adaptaba a casi cualquier cosa, pero el choque inicial solía llevarme un... tiempo de procesamiento, si quiere. Para acostumbrarme.

    Por suerte Emily llamó mi atención y no tuve que quedarme viendo a la nada. Bajé la mirada hacia ella y le sonreí.

    —Claro —accedí, además ¿quería quedarme a solas con esos dos? Absolutamente no—. Por cierto, Hodges-san...

    Estiré el brazo libre en cámara lenta, le arrebaté el móvil con cuidado, entre dos simples dedos, y volví a sonreírle antes de abocarme al aparato. Me metí en Instagram como pancho por mi casa, me busqué y me seguí.

    —Ahí tienes —murmuré, devolviéndole el teléfono—. Luego te sigo de vuelta, o quizá no~ —Volví mi atención hacia Anna y Altan, y alcé la voz para que me oyeran—. Eh, con Hodges-san ya nos vamos. Hasta mañana~

    Entonces aproveché su brazo aún enganchado al mío para instarla a caminar hacia la salida; luego de unos segundos de silencio abrí la boca.

    —Así que, ¿te gustó el té~?

    Coso-de-Anna-GIF-6.gif
    Emily se había encargado de seguirse desde mi cuenta y aproveché cuando me devolvió el aparato para hacer lo mismo con Altan, entonces le dediqué unos pocos minutos a la foto antes de subirla. Había arrugado el ceño al notar que, si hacías zoom y prestabas muuucha atención, el jodido chupón asomaba entre el cabello, así que lo tapé poniéndole parte del texto encima. En verdad era muy probable que nadie sin saberlo lo asumiera como tal, ¡pero yo sí lo sabía! No me di cuenta que había asentido como un coronel orgulloso de un trabajo bien hecho y le di a publicar. Luego busqué el contacto de Jez y le envié la foto junto a un breve mensaje.

    Está lloviendo horrible pero nos bebimos un tecito y te extrañamos!!
    Ya vuelve, niñaaaa

    Me devolví el aparato a la falda y entonces sentí el brazo de Altan rodeándome la cintura. Me robó una risa breve con su primer comentario y cuando bajó la voz perdí gran parte de la diversión, que se neutralizó unos pocos segundos antes de convertirse en ternura.

    Cariño de acá, cariño de allá.

    Vas a meterme ideas extrañas en la cabeza, Al.

    Estaba por bajarme cuando la voz de Kohaku llamándonos desvió mi atención. Les sonreí a ambos, ya no tenía mucho sentido avergonzarse o fingir algo diferente, ¿verdad? Para bien o para mal, Altan se había encargado de, bueno, hacerlo bastante evidente. ¿Qué cosa? No sabía definirlo con precisión, aunque tampoco me resultaba necesario y mucho menos me apetecía. Siempre había sido una estúpida romántica de cuidado, pero toda la mierda con Kakeru se había encargado de chamuscarme esa parte del cerebro. ¿Cómo se suponía que fuera una relación? ¿Lo mío con Kakeru qué había sido? ¿Lo había amado?

    No tenía idea de nada.

    Y pensarlo me angustiaba, así que no lo hacía.

    —¡Nos vemos! —los despedí animada, con el brazo en alto.

    El movimiento había hecho que, efectivamente, la silla tambaleara apenas. Solté una risa divertida al notarlo y en verdad no me preocupé por nada, Altan no había soltado mi cintura y si me caía, él me alcanzaría, ¿verdad? Lo había hecho en la enfermería y de una forma extraña sabía que lo seguiría haciendo, sin importar qué.

    Cuando me calmé deslicé la mirada hacia él, que me quedaba unos pocos centímetros por debajo, y le acaricié la parte de atrás del cabello, cerca de la nuca, rascándolo apenas. La luz del atardecer estaba en su punto más anaranjado y se reflejaba con fuerza sobre su piel pálida, los ojos de ciénaga, donde el sol danzaba de formas que él posiblemente jamás se imaginara, y luego estaba la espesura, su plumaje negro; le arrancaba una suerte de destellos casi tornasolados, como estos pajarillos que... ¿cómo se llamaban?

    —¡Mirlo! —dije de repente, girándome hacia él para posar ambas manos sobre sus hombros, aún en la silla—. En Argentina siempre había de estos pajarillos donde nos asentábamos para...

    Dejé la frase en el aire, pues me di cuenta que él aún no sabía nada de eso, y cuando volví a mirarlo sonreí ampliamente. Dios, era la primera vez en Japón que sentía que podría decirlo y estaría bien. No se reirían, no me mirarían extraño ni me harían a un lado.

    Altan iba a aceptarlo, ¿verdad?

    Claro que sí, Anna.

    Entorné suavemente los ojos y, juguetona, extendí ambos brazos hacia los lados. Iba a contarle pero primero lo primero: molestarlo un poco.

    —¡Ah, honorable príncipe! ¿Me ayudaría usted a bajar de esta ominosa montaña?
     
    Última edición: 16 Noviembre 2020
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