Exterior Invernadero

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Zireael

    Zireael kingslayer Comentarista empedernido

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    Seguro le había costado encontrar la canción solo con lo que recordaba, pero lo había logrado y con ello pudo colocar el recuerdo de ese día a mi alcance. Su murmuro me alcanzó el corazón y sin darme cuenta en realidad asentí con la cabeza, despacio. Era cierto que había cosas que escapaban de mi conocimiento, que seguía tratando de ver cómo iniciar el tema pendiente, pero procuraba estar para ella cuando me lo permitía y saber que lo percibía así, de alguna forma, me tranquilizaba un poco.

    Sin darme cuenta, casi al mismo tiempo, me estaba permitiendo a mí mismo sentir más cosas. Alegría, cariño, frustración o enojo, las sentía y no se acababa el mundo por ello, si acaso se tornaba más claro y así comprendía que no había tal cosa como una armonía perenne en este mundo y que mi anestesia no había servido para nada desde que tenía quince años. Con algo más de sobriedad emocional, sentía que podía caminar junto a Sasha y permanecer con ella.

    Ella recibió la caja, su sonrisa era sincera y suave, y en los intermedios no hice más que mirarla, mi repetición la hizo reír. Miré sus facciones, sus pestañas, los pómulos, los labios y la observé inspeccionar los dientes de león, su murmuro consecuente me sacó una nueva sonrisa y al oír su agradecimiento negué suavemente con la cabeza.

    —¡A la cuenta de tres! —confirmé alcanzando mi caja.

    De inmediato noté el corazón en un extremo, entre el resto de figuras, y me tragué una risa antes de tomar justamente ese como víctima para mi cata de bombones. No tuve intención de probarlo antes, pero eso no evitó que cuando ella volviera a besarme me tomara por sorpresa y se me escapara la risa en medio del asunto. Su reacción se me antojó dulce, un poco infantil, y la verdad era que yo también quería prensar este recuerdo. No quería perderlo nunca.

    —Tú también me encantas, cariño —le dije con suavidad y alcé el corazón que había extraído de la caja—. ¡Brindis de chocolate! Venga, tenemos que ver quién se lució más, ¡aunque seguro que fui yo!

    Lo solté más que nada para molestarla, obviamente, y esperé para llevarme el bombón a la boca al mismo tiempo que ella lo hiciera con uno de los que yo había preparado. ¿La verdad? Yo ya había ganado, no por los bombones, si no por poder tener a Sasha en mi vida.


    this is the beeeeest of both worlds *se muere de softness entre las lágrimas del otro dramón* muuuchas gracias, it was so pretty ;; los adoro, mis bebitos
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    La campana sonó y tomé mucho aire, liberándolo lentamente. Conforme vaciaba mis pulmones, eché el torso sobre el pupitre y clavé los codos allí, estampando el rostro contra mis manos. Me enfoqué en respirar, ordené mis pensamientos y, transcurridos unos pocos minutos, me puse en pie. Emily me había pedido de vernos en el invernadero y no tenía motivos de peso para negarme, además... Estábamos a jueves, ¿verdad? Probablemente quisiera regalarme algo. Negarme siendo consciente de ello sólo acrecentaría el malestar que de por sí iba acumulando. No había juntado fuerzas para preparar los obsequios junto a Kakeru, lo menos que podía hacer era aceptar aquellos que hubiesen preparado para mí.

    Empecé a caminar, sin prisa. Dudé si pillar la guitarra del club, pero resolví no sentir el suficiente ánimo y continué mi camino, procurando no voltear hacia la 3-2 ni de casualidad. A media mañana había recibido los mensajes de Kakeru avisándome del encuentro que había pactado, con lugar, horario y todo. Se lo había tomado bastante en serio. Le agradecí y le respondí que más tarde vería si iba. Una parte de mí quería estar allí y la otra no. Una parte se empeñaba en cumplir las ventas pactadas, conservar una sonrisa, comer y dormir, y la otra se cansaba más y más.

    Aún me sentía embotado, lo suficiente para no haber pensado prácticamente nada del abrazo improvisado de la mañana. Emily había reaccionado como si el contacto le quemara y la idea fluyó, perdiéndose río abajo. O en las inmensidades del cielo. Ni siquiera habría querido regresar con Haru ayer o toparme a Kakeru, pero seguía sin poder negarme. La vida no se detenía para nadie, no lo haría nunca, y yo lo sabía bien. Mis pies debían continuar su camino.

    Tuve la decencia de comprar unas bebidas en la expendedora y, al salir, el viento me revolvió el cabello. Caminé contemplando el cielo, en silencio, buscando alguna clase de consuelo, y al ingresar en el invernadero intenté evocar la calma que siempre había sentido allí dentro. Había llegado antes que ella, por suerte. Recorrí el espacio, observé las flores, y me dejé caer en una de las sillas. Repetí las respiraciones controladas.

    Sólo era un almuerzo, ¿verdad? Sólo debía ser el Kohaku de siempre por una hora. Nada más que una hora.


     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Anna no pareció especialmente enfadada por mi pequeño exabrupto durante el abrazo, lo que me había aliviado mucho más de lo que podía expresar con palabras. Negué un poco con la cabeza cuando mencionó lo del abrazo y al final, aunque seguía sintiendo las mejillas calientes, me permití soltar una risilla ligera que, por otro lado, me ayudó bastante a relajar el cuerpo. Lo último que quería era crear incomodidad en nuestra relación, por eso me sentía tan estúpida por haber reaccionado así ante un simple abrazo; desde luego, tenía que seguir trabajando en ello.

    Ella me colocó la chaqueta, acepté el abrazo que me dio por la espalda y asentí apenas con la cabeza ante sus palabras, intentando centrarme en lo positivo. Después me llevó de la muñeca hasta los casilleros, el trayecto ayudándome a olvidar la tensión que había llegado a sentir, y una vez abrí el mío... la verdad es que necesité unos cuantos segundos extra para procesarlo. Colé las manos con cuidado, sacando primero la bolsa de bombones y después la de
    cupcakes, y cuando me giré de nuevo hacia la chica, me volví a sorprender al ver la cajita que tenía sobre sus manos.

    Sentí como todos los sentimientos posibles se me acumulaban en el pecho, y para cuando me quise dar cuenta, estaba abrazando a Anna mientras intentaba por todos los medios controlar las lágrimas; no lo conseguí, cabía aclarar. ¿Merecía todo aquello? No estaba segura, aunque tampoco importaba demasiado en ese momento. Me hacía feliz, me hacía muy feliz, y quería permitirme disfrutar de aquella sensación durante un tiempo. Me separé tras unos pocos minutos y abrí la que me entregó, viendo tanto los dulces como la pulsera de su interior, y no tardé en dejarlo todo dentro de mi casillero, extendiendo el brazo para pedirle que me ayudase a colocarme el accesorio.

    —Todo es precioso. Muchas gracias, Annie... —murmuré, con la voz todavía algo ahogada—. Que seas mi amiga es regalo más que suficiente, espero que lo sepas.

    Después de aquello, las clases fueron un absoluto paseo por el parque; la llegada del receso, sin embargo, volvió a disparar mis nervios de manera considerable. Me tomé un tiempo para recoger las cosas, procurando calmarme en el proceso, y tras unos pocos minutos, finalmente me dirigí hacia el exterior del aula. ¡No era para tanto! Había decidido prepararle aquello porque era mi amigo, nada más, y pensaba aclarárselo para que no hubiera ningún problema. Cuando llegué al invernadero, Kohaku ya estaba ahí, por lo que tomé una última bocanada de aire antes de cruzar el sendero para alcanzar la mesa del final.

    >>Buenas tardes, Ko. ¿Te he hecho esperar mucho? —pregunté con una pequeña sonrisa, empezando a dejar mis cosas sobre una de las sillas que había a su lado—. Perdona por haberte emboscado de esa manera esta mañana, por cierto... y gracias por venir.

    Esperé un tiempo prudencial para recibir cualquier clase de reacción y, tras ello, tomé asiento mientras dejaba escapar un suspiro de nada. Saqué la bolsa de bombones transparente que había preparado para él, con una buena cantidad de los mismos en su interior y un lazo de color ámbar a modo de cierre.

    >>Supongo que ya te lo imaginabas, así que no voy a dar muchos rodeos —murmuré, sonriendo con una chispa de diversión, antes de extender dicha bolsita en su dirección—. Te he preparado esto, espero que te guste. Y antes de nada, quiero decirte que lo he hecho porque, por encima de cualquier otra cosa, te aprecio mucho como amigo. Disfruto mucho estando contigo, ya sea cuidando de las flores que aquí dentro, tomando el té, hablando de lo que sea o incluso estando en silencio. A veces soy un desastre y me pongo nerviosa por un montón de tonterías, pero tu presencia me tranquiliza mucho y... bueno, solo quería darte las gracias por ser mi amigo, por querer seguir siéndolo y por aceptarme en tu espacio.

    like i said to you, por supuesto que iba a aprovechar este post para reaccionar a annie as well, HOW COULD I NOT???? y bueno, estoy lista para SUFRIR, pero antes de ello... estos son los bombones que Emi le preparó a Ko <3
     
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  4.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    No transcurrió demasiado tiempo hasta que me alcanzaron sonidos de la entrada y enderecé el cuello, pues había echado la cabeza hacia atrás para perderme en el movimiento de las nubes. Seguí el recorrido de Emily y le sonreí apenas encontró mis ojos, meneando suavemente en respuesta a su pregunta. Se veía algo nerviosa, suponía que debía relacionarse a su exabrupto de la mañana. Quizá fue culpa mía sugerir la tontería del abrazo con Anna, no había calculado la posibilidad de que la enana se escapara tanto de la tangente. En el momento pretendió ser una broma inocente, una que me ayudara a forzarme cierta normalidad encima, y el tiro me salió por la culata. No era culpa de Emily, en absoluto, sólo... Seguía sintiéndome incómodo en mi cuerpo, seguía sin reconocer mis propias manos. Tocarla había empeorado la sensación.

    —No te preocupes. Planeaba venir, de todos modos —respondí de forma muy similar a la mañana y recorrí las flores con la vista—. Les vendría bien un poco de agua, ¿no crees? Puedo hacer té también, si quieres.

    Hasta empezar a hablar no había notado la ligera ansiedad que me provocaba la certeza de lo inevitable, de que estaba a punto de sentarse frente a mí y darme un obsequio. ¿Qué había pretendido? ¿Distraerla con lo del té? ¿Eludir lo ineludible? Ya daba igual. Inhalé por la nariz y me quedé quieto, siguiendo cada uno de sus movimientos. Tal y como había anticipado, se sentó, tomó su bolsa y extrajo los chocolates. En ese preciso instante recordé que Cay ayer había dicho tener intenciones similares y la angustia se me enredó al pecho. El lazo era de un tono similar al ámbar y esbocé una pequeña sonrisa. La escuché, sin moverme de sus ojos.

    Que me apreciaba como amigo, que mi presencia la tranquilizaba, que la aceptaba en mi espacio.

    El debate entre oír mis propias voces y valorar sus intenciones era inagotable y ruidoso. No quería recluirme en el espacio oscuro del cual surgían los fantasmas, me negaba a cederles la victoria, pero cargaban con fuerza y no sabía cuánto tiempo podría sostener esta resistencia. Quería oír las palabras de Emily, escucharlas de verdad. Bajé la vista a la bolsa y la atraje hacia mí, detallando la forma de los bombones.

    No importa si no los mereces.

    Importa que los trajo para ti.

    —¿Los hiciste tú? —murmuré, levemente sorprendido, y mi sonrisa se amplió un poco—. Están... están preciosos, de verdad. Gracias.

    "Gracias". La palabra me supo amarga, cruel y egoísta, y me tragué la sensación como una cucharada de remedio.

     
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