El muchacho pareció bastante inmiscuido en sus pensamientos, por lo que supuse que mi presencia tan repentina le habría sorprendido de manera considerable, y por ello mismo no tuve problema alguno en esperar su respuesta el tiempo que hiciera falta. La realidad era que no quería inmiscuirme en sus planes, pero si tenía pensado pasar el receso con alguien ahí dentro, pues yo no iba a pintar mucho, ¿cierto? Lo que empezó a decir, sin embargo, me hizo fruncir el ceño con evidente confusión, y no fue hasta que terminó de formular su idea que finalmente entendí a qué se refería. —Oh, ya veo... —murmuré, retomando trayecto hacia la mesa para también dejar mi bento sobre ella—. Ayer estuvimos almorzando juntos y me dijo que no se encontraba del todo bien, así que igual decidió quedarse descansando. Siento que no hayáis coincidido —le conté, dedicándole una sonrisilla comprensiva al añadir aquello último. Aproveché el rato en el que él dejó su móvil de lado para separar una de las sillas de la mesa y así poder sentarme en ella, mirando al chico con una sonrisa suave cuando volvió a dirigirse a mí. Si sus planes de almorzar con Ko se habían venido a bajo de manera inesperada, imaginaba que estaría bastante triste al respecto, ¿y quizás podría hacer algo para animarle un poco? Así fuera darle mi simple compañía. >>Oh, no te preocupes, senpai. No necesito estar sola para regar un poco... ¡y también había venido para pensar algo! De hecho... ¿quizás tú puedas ayudarme? —tanteé, llevándome una mano al mentón en un gesto pensativo—. ¿Conoces a Sugawara-senpai? ¡También es amigo de Ko! La cuestión es que le he prometido que le prepararía un almuerzo mañana, pero no estoy segura qué ponerle. ¿A ti que te gustaría que te trajeran? Contenido oculto u////u
A la pobre chica la primera parte de la respuesta la confundió, verla fruncir el ceño quiso hasta hacerle algo de gracia y la seguí con la vista cuando se acercó a dejar su almuerzo sobre la mesa también. Lo que me dijo no supe si me alivió o me preocupó más, en cualquier caso sentí la presión en el pecho de nuevo y tomé aire despacio, como si con eso pudiese regresarme el corazón al lugar donde iba en vez de tenerlo en la garganta. Me ahorré el "ojalá sea eso" que quise soltar y reflejé su sonrisa un poco en automático. —¿Cómo lo notaste tú? Quiero decir, más allá de lo que te dijo él —pregunté en un impulso de cobardía o valentía, ni idea. Temí estarme metiendo donde no me llamaban, así que desvié la vista a cualquier lado y me rasqué un ojo con cierto nerviosismo que no alcancé a regular. Ella se había sentado y cuando volví a mirarla para preguntarle si prefería que me fuera dijo que no hacía falta y respiré distinto porque aunque me hubiese ido si lo pedía, lo cierto es que me habría sentido mal. Por otra parte, arqueé un poco una ceja al escucharla decir que venía a pensar en algo y luego la pregunta que formuló contemplando la posibilidad de que la ayudara. Ni idea de en qué podía ayudar yo a Emily, pero me quedé esperando y cuando preguntó por Haru se me ocurrió que igual mejor me hubiese dado una bofetada aunque no reaccioné de ninguna manera. Asentí para confirmarle que lo conocía, nada más, y por un instante quise reírme por estar aquí pensando en qué ponerle en un almuerzo al chico ante la pregunta de qué me gustaría a mí. Era irónico que te cagas, pero Emily no tenía la culpa de nada. —No creo que yo sea tu mejor línea de comparación —admití unos segundos más tarde y le dediqué una sonrisa algo avergonzada—, no soy quisquilloso con la comida y puede que coma más de la cuenta. ¿Cuál era tu idea de partida igual? ¿Arroz, ensalada y otras cosas? Me dejas con la inmensidad del qué prefiriría yo, Em, ¡hay mucha comida en el mundo! Lo último lo solté de la nada, como si yo mismo me acabara de dar cuenta de la inmensidad gastronómica del planeta, y aunque puede que no fuese la conversación que quisiera tener... Quizás fuera mejor que nada. Al final se me escapó una risilla y apoyé algo del peso del cuerpo en la mesa al descansar allí los brazos. —Tal vez suene a respuesta de cajón, pero en mi caso no creo que importe tanto el qué recibiría, sino el cariño del gesto. Si te pones a pensar en la comida más rica que hayas comido en tu vida, ¿no acabarías llegando a alguna que alguien te preparó con cariño aunque fuesen bolitas de arroz con furikake? En fin, ¿qué te parece si piensas en algunas opciones con lo que tengas en casa y vamos haciendo una lista de descarte si quieres pensar en algo más específico?
—¿Yo? —pregunté de vuelta, sin ser capaz de esconder la nueva cuota de sorpresa que se me formó en el rostro—. Uhm... me pareció que era honesto. Quiero decir, no le noté nada muy diferente a lo que me dijo. Se le veía preocupado por algo que no sabía cómo afrontar, pero también noté que se sentía algo más animado después de comer juntos y hablar un poco —acabé por contestar, encogiéndome ligeramente de hombros al no tener información mucho más profunda que darle—. ¿Te preocupa que haya faltado? A mí Ko no me cuenta mucho de las cosas que le pasan, pero confío en él; sabe que somos sus amigos y que estamos para lo que necesite. Y si hace alguna tontería... ¡le tiro de las orejas! —exclamé, cruzándome de brazos y asintiendo con la cabeza con total convicción ante mi promesa tan amenazante. Podía entender que estuviese preocupado por su amigo, quizás hasta tuviese motivos para ello que yo no podía llegar a imaginar, pero no podíamos hacer mucho más que esperar por él. Era Kohaku de quién hablábamos, al fin y al cabo, ¿presionarlo de alguna manera no sería más bien contraproducente? De hecho, siendo Kohaku de quién seguíamos hablando... o sea, yo lo quería mucho y eso, pero tampoco podía decirse que fuese el estudiante más diligente del mundo... igual solo se había quedado dormido, ¿quién sabía? Sea como fuere, viré la conversación hacia mi actual problema con el almuerzo de Haru, y puse toda mi atención en la posible respuesta de Cayden, porque no pensaba desestimar ninguna posible ayuda al respecto. Que dijera que no era quisquilloso con la comida me hizo sonreír con algo de resignación, ya que era lo mismo que el moreno me había dicho aquella mañana, y al final dejé salir una risa floja cuando se quejó de que había mucha comida en el mundo. Bueno... ¡eso era verdad! Pero no podía haber tanta para hacer un almuerzo escolar, ¿cierto? >>No sé yo si a Sugawara-senpai le vaya a gustar solo porque esté hecho con cariño... —comenté en un leve tono de broma, apoyando la mejilla sobre mi mano para poder seguir mirando al pelirrojo con más comodidad—. Pero solo quiero alimentarlo bien, ¿sabes? Me ha dicho que siempre come de la cafetería y me ha resultado hasta ofensivo. Había pensado hacer algo variado, tipo... unos onigiris, verdura salteada, ¿y pollo rebozado? ¿O quizás sea mejor hacerlo con sushi y sashimi?
Un poco era inútil, si había algo haciendo ruido Ko no iría a decírselo a Emily así tan pancho, aunque no desacreditaba su sinceridad al tan siquiera decirle que no se encontraba bien, porque no es que el niño fuese mentiroso patológico o algo. En cierta manera me consolaba saber que su almuerzo con él había ayudado, pero seguíamos en este escenario y me estaba costado forzarme a mantener la mente anclada al suelo. Parte de lo que dijo me recordó a lo que había soltado Melinda de la manera en que Vero confiaba en que Copito volvería cada vez que alzaba a volar y la idea seguía siendo tan deprimente como tranquilizadora. No creía estar hecho para esto aunque era hipócrita de mi parte, pues hacía exactamente lo mismo una y otra vez. —Me preocupa Ko en general, no sólo por la ausencia —admití con los ojos clavados en una flor algunos metros más allá, recordé la conversación en los baños, a Shinomiya y el cuadro del pasillo cuando yo estaba con Matsuo. Tenía motivos, pero jamás iría a soltarle todo eso a la pobre chica. No me quedó más que suspirar—, es mi mejor amigo y supongo que es normal preocuparse, aunque también es cierto que puedo ser un poco exagerado. De todas formas, gracias por responderme y gracias por estar con él ayer. No era yo, pero la idea de que estuviera solo me angustiaba más. >>Y si vas a tirarle las orejas en algún momento, invítame. ¿Qué cree? ¿Qué se manda solo? Qué va, tiene una comitiva lista para el tirón de orejas. Procuré que sonara como una broma, en parte lo era y hasta puede que fuese algo que le habría dicho a él, pero en todo chiste había un poco de verdad a fin de cuentas. Como fuese, volvimos al asunto del almuerzo que ni siquiera era para mí y la risa que me sacó oírla decir que no creía que a Haru le fuese a gustar algo solo por estar hecho con cariño fue algo más genuina que el resto de mis gestos de hace rato. Pobre hombre, ¿era porque tenía cara de perro en bote? Me quiso dar pena y todo. —Quizás sea cierto que los almuerzos preparados con cariño sólo sean suficiente para los que tenemos corazón de pollo —reflexioné en voz baja alzando la vista con aire pensativo—, ¿pero piensas que el pobre chico es inmune a un almuercito preparado por una kōhai lo bastante considerada y dulce como para pensar en hacerlo para empezar? Me lo cuestioné yo mismo, era terriblemente serio y todo, pero seguía siendo amigo de Ko y lo que fuese. Tal vez fuera necia la manera en que confiaba en los ojos de Ko, pero dudaba mucho que Sugawara fuese tan frío con aparentaba con el resto del mundo. Era malo para el resto de nosotros, suponía que bueno para ellos y mejor dejaba de pensar al respecto porque acabaría disgustándome solo una vez más. —¿Ves? A eso me refiero, te ofendió la comida de la cafetería. —Al decirlo tuve que tragarme una risilla y regresé la mirada a ella—. El sashimi es muy rico, pero no sé yo qué tanto pinta como almuerzo con sushi. Creo que al menos a mí me gustaría más el pollo rebozado y los onigiri sustentan bastante, ¿no te parece? ¿Sabes si desayuna o tiene pinta de que llega con el estómago vacío hasta la hora del almuerzo? No se suponía que estuviera tan compenetrado con esta tarea, la verdad.
—Lo entiendo —le dije tras escuchar su nueva respuesta, sonriendo con un leve deje de culpa en el semblante—. Yo también me preocupo por Anna más de la cuenta, incluso cuando muchas veces no hay motivo real para ello. Seguro que Ko aprecia tener un amigo que se preocupa tanto por su bienestar como tú —agregué, estirando el brazo para buscar su mano y rodearla con la mía durante un par de segundos; el gesto también buscó transmitirle que no hacía falta que me agradecería por nada de eso que había dicho. Después de eso se autoinvitó a la fiesta de tirones de oreja a Ko, a lo que asentí con la cabeza convencida mientras dejaba salir una risilla divertida. En cuanto al asunto de Haru... Cayden siguió intentando tranquilizarme diciendo que el chico no podía ser inmune al gesto aun así y yo le dediqué una sonrisa de agradecimiento por sus palabras. Sabía que Sugawara-senpai no era ni de lejos tan arisco cómo podía parecer, y él mismo me había admitido que seguramente le gustaría lo que sea que cocinara, pero... ¿a quién pretendía engañar? Aquel almuerzo para mí tenía más implicaciones de las que quería admitir y necesitaba que saliera bien. >>Esta mañana llevaba una lata de café, y por lo que he podido hablar con él... sí, estoy convencida de que desayunar bien no está entre sus prioridades —contesté junto a una sonrisa derrotada, no sin antes haber dejado salir un suspiro algo pesado—. Pollo y onigiris, entonces... sí, creo que eso está bien. También voy a prepararle un postre, así que tampoco es plan de atiborrarlo de repente a comida. ¡Gracias por la ayuda, senpai! —sentencié, pues ya con eso tenía decidido todo lo importante del menú—. Por cierto... ¿qué vas a hacer con el almuerzo de Ko?
Percibí su intención un segundo antes de que ocurriera así que no rechacé el contacto y en su lugar giré apenas la mano para poder recibir la suya correspondiendo el gesto con un apretón suave. Si bien me dio la sensación de que pretendía reconfortarme y a la vez daba a entender que las gracias estaban de más, en la noción de corresponderle dejé claro que le agradecía de todas maneras. Esta chica había hablado conmigo en momentos esporádicos y aún así hacía cosas como estas, eso hablaba de su carácter, por lo que quise barrer la sensación de que me estaba abusando de su bondad con tal de no estar solo. Como tal no respondí, sabía que lo que decía era verdad y había más de un evento y conversación que lo probaba, pero pues todo era siempre más complicado que saber que le importábamos a la gente. Cuidarlo no era una tarea que nadie me hubiera encomendado a mano armada, yo mismo la había elegido al haberme quedado esperando al final de la escalinata del santuario hace años, pero la misión no era la más sencilla del mundo. Mi autoinvitación al tirón de orejas fue bien recibida y sonreí de nuevo antes de retornar el asunto del almuerzo. Podría haberme detenido a cuestionarme por qué Emily parecía tan empeñada en hacer un almuerzo a la altura o lo que fuese, pero ahora mismo no quería usar tantas neuronas, así que en tanto ella se sintiera más segura de la decisión, pues a mí me valía. —Entonces no dejes afuera las verduras —resolví con sencillez y tamborileé los dedos sobre la mesa—. Por lo del desayuno iba a decir que le pusieras una porción más generosa, pero si viene con postre, pues está bien un poco de cada cosa supongo. Negué con la cabeza cuando me agradeció, mantuve una sonrisa serena en el rostro y la habría conservado de no ser porque, bueno, inevitablemente preguntó. Desvié la mirada a los bento, uno encima del otro, y acabé arrugando los gestos antes de poder detener mi propia reacción. Ni siquiera sabía qué haría con el que se suponía era para mí, no me entraba un bocado en el estómago entre la resaca y el disgusto. —No tengo idea siquiera de qué haré con el mío —murmuré luego de un suspiro en un ataque de sinceridad—. Se suponía que era suyo, dárselo a otra persona se siente mal, pero desperdiciar comida es pecado diría mi madre. Sinceramente escucho sugerencias.
Cayden aceptó mi intento de consuelo, incluso si durante un breve segundo dudé de cuán buena idea era buscar contacto tan directo con él. Al final decidí que, dada la situación, no podía ser una mala idea intentarlo, y por suerte para todos ese llegó a ser el caso. No sabía si mis palabras conseguirían el efecto que había pretendido, pero sí sabía que no tenía mucho sentido insistir con ello; había hecho lo que había podido, y solo me quedaba esperar que algo hubiera funcionado. Su añadido sobre las verduras me hizo asentir con la cabeza, pues de todas formas no había considerado excluirlas en ningún momento, así como también asentí de nuevo ante la mención de las posibles porciones y el postre. Al final no había necesitado tanto la ayuda del chico, pero al menos esperaba que aquella conversación le hubiese distraído un poco del tema de Ko, pues me daba a mí la sensación que le estaba dando muchas más vueltas de las que me había dejado ver. —Uhm... —murmuré con la mirada fija en los bentos que le correspondían, llevándome la mano a la barbilla en el proceso—. Aun así, no creo que haya muchas otras posibilidades para tanta comida. Tirarla no es una opción, ¿así que quizás puedas donarla? Los bancos de alimento no suelen aceptar comida ya preparada, así que tendrías que darle el almuerzo directamente a alguien que veas en la calle. Yo creo que a Ko no le importará que le des su almuerzo a una persona que de verdad lo necesita... Aunque, al final del día, la decisión dependía completamente de él. Si se sentía mal con la idea de dárselo a cualquier otra persona, entonces mi propuesta tampoco tenía mucho sentido, pero la verdad era que no se me ocurría qué otra cosa podría hacer con todo lo que le había sobrado. ¡Pero bueno! Habíamos hablado ya tanto de comida que iba a parecer que no teníamos otros temas de conversación. >>¿Qué flores te gustan, senpai? —pregunté al final, recuperando la sonrisa animada del principio—. Has venido otras veces al invernadero, ¿verdad? ¿Qué te parece? ¿Tenemos algo que te llame especialmente la atención~?
No quería echar por el piso el intento de Emily por aliviar la preocupación irracional que sentía, además estaba lo que decía, se preocupaba por Anna hasta cuando no tenía motivos y al menos eso pues lo volvía un poco más natural, más una reacción esperable que un embrollo. Quizás era un poco una cagada, pero acabaría pasando lo de siempre, me distraería unos minutos y luego volvería en círculo a la misma cosa, no era culpa suya ni de nadie. Era un defecto personal. Haber terminado en la conversación del almuerzo para Haru era más un desacierto, pero eso no iría a decirlo en voz alta y a pesar de ello las respuestas que le di fueron sinceras. Cuando se acabó el asunto la mente se me quiso resbalar en una estupidez, pero me forcé a desconectar antes y atendí a su respuesta sobre la comida; pasé saliva con dificultad, incómodo en todas direcciones con las opciones que tenía. Claro que lo que pensara Ko no era el problema, el problema era que yo era un egoísta. Lo había sido toda mi vida. ¿Tal vez lo correcto fuese dárselos a Arata? Su familia debía seguir pasándolo como el culo, pero él debía seguir hasta la polla de mi puta cara y yo tampoco tenía muchas ganas de verlo luego de lo que le dije en los baños. En su defecto, lo que me preocupaba era que la comida llegara buena hasta que yo tomara una decisión, fuese buscar a Shimizu para que le llevara la comida a su hermanos, buscar a otra persona que la necesitara o llevarla de regreso a casa y que se la comieran mis tíos y mamá, inevitablemente, preguntara. —¿Crees que pueda guardarla en la cocina? —pregunté al recordar el club, ni siquiera sabía que ella era quien tenía la llave—. Bueno, estoy asumiendo que tienen un refri cuando ni sé si es el caso. Sólo no quiero correr el riesgo de que algo se eche a perder, el calor hace que la comida rinda menos a temperatura ambiente... Su cambio de tema en la conversación me hizo apartar la vista de ella, miré el invernadero y volví a relajar la espalda en la silla, despegándome de la mesa. Bueno, eso era un poco vergonzoso, era un novato en las visitas al invernadero. —La primera vez que vine fue hace un par de días, si acaso. Una kōhai de primero me invitó a almorzar con ella y quiso venir aquí —admití y le sonreí con suavidad—, pero es muy bonito. Hacen un buen trabajo cuidándolo. No había ignorado su primera pregunta, sólo alteré el orden de respuesta. —Me gustan los girasoles y las prímulas, las amarillas —contesté recordando que Beatriz me había preguntado lo mismo, para la otra flor tomé el móvil y googleé el nombre antes de mostrarle la pantalla—. Iron flower, de Irlanda. ¿A ti cuáles te gustan, Em? ¿Y por qué? Por color, aroma... No sé, lo que se te ocurra. Contenido oculto tururu iron flower
—Claro, no hay problema —accedí a su petición de utilizar el refrigerador del club de cocina—. De todas formas quería recoger unas cosas para esta tarde, así que podemos subir juntos antes de que acabe el receso. Mi pregunta sobre las flores y el invernadero le hizo erguirse de nuevo sobre la silla, así como también pasear la vista por el lugar bajo mi propia mirada de curiosidad. Al final admitió que su primera vez aquí había sido apenas un par de días atrás, lo que me hizo alzar las cejas con cierta sorpresa antes de obligarme a suavizar la expresión, pues no quería que pareciera que lo estaba juzgando por eso o algo por el estilo. Le sonreí, claramente agradecida por su halago, y poco después me tuve que inclinar sobre la mesa para ver mejor la pantalla de su móvil, dejando salir un ligero "ah" al reconocer las flores que me había mostrado. >>Muy buenas elecciones, senpai —acoté con una sonrisilla orgullosa, como si su respuesta a la pregunta hubiera sido parte de algún tipo de examen, y no pude evitar buscar con la mirada la zona donde preparábamos el té antes de girarme de nuevo en dirección al chico con una sonrisa bastante más risueña—. Las petunias me traen buenos recuerdos, y también... Mi tren de pensamiento, sin embargo, se vio interrumpido por el sonido de unos nuevos pasos adentrándose en el invernadero. La curiosidad me hizo girar la cabeza en dirección a la entrada, incluso llegando a fruncir un poco el ceño para intentar distinguir mejor la identidad de los visitantes, y una ligera sonrisa me asomó a los labios cuando volví a centrar la vista en mi acompañante. >>Parece que tenemos visita...
Soltarle las cosas a Kenneth era sencillo pues el muchacho jamás preguntaba. Tal vez fuese egoísta de mi parte apoyarme en esa clase de indiferencia, pero dudaba que hacer terapia con nadie solucionara mis problemas y entonces ¿qué sentido tendría preocupar a alguien? El comentario del tipo mayor problemático había sido un poquito más osado y comprobé su reacción con disimulo, él se limitó a sonreír y con eso me convencí de que era... bueno, que era terreno seguro. Accedió a acompañarme al invernadero y me enganché a su brazo, el cual me ofreció como gran caballero que era. Ir en su compañía volvía el asunto de las flores un poco menos agobiante, aún si el cuadro general parecía algo totalmente distinto a la realidad. Pensarlo, de hecho, me arrancó una risa nasal y mientras caminábamos lo miré de soslayo, risueña. —Say, my lovely knight, aren't these extremely beautiful? —Suspiré con cierta teatralidad—. You shouldn't have bothered, anyway, I already know you love me! Lo desfachatado del remate me arrancó una risa divertida y entonces ingresamos al pasillo del invernadero. Noté a cierta distancia la presencia de dos personas sentadas a la mesa, quienes acabaron siendo Emily y Cayden. Les sonreí y me desprendí del brazo de Kenneth para avanzar hacia ellos. —¿Interrumpimos algo~? —tanteé, en broma más que nada, y me detuve a un lado de Cayden; apoyé la mano en su cabello y le hice un par de mimos, sonriéndole desde arriba, antes de redirigir mi atención a Emily—. Hola, cielo, ¿cómo estás? Esto será un poco raro, pero... Alcé el ramo de flores que llevaba en la otra mano y suspiré bajito. —¿Se le podría hacer lugar a esto por aquí?
Sonreí con algo de alivio al ver que me decía que tenía que ir al club por unas cosas, así que eso respondía la duda que habría formulado después de a quién tendría que buscar para guardar esto. Murmuré un "Gracias, Em" bastante quedo y la conversación sobre flores me distrajo con relativa facilidad, aunque había notado su reacción a mi confesión sobre que no había venido más que dos veces contando esta. Me reí por lo bajo y emparejé la suerte de ofensa con el halago a lo bonito del invernadero. Ella me dijo que mis elecciones de flores eran buenas y enderecé un poco la espalda, fingiendo un orgullo que no sentía en verdad. Como fuese, esperé su respuesta y seguí su mirada un poco por reflejo; las petunias y la otra quedaría en el misterio, porque también oí los pasos y los nervios que creí desaparecidos resurgieron. Usé la sonrisa de Emily como ancla para pensar que quizás no hiciera falta ser tan... incómodo, pues lidiar con dos personas más no era el fin del mundo, ¿verdad? —Creo que hoy es el día de visita al invernadero —comenté en voz baja. Giré el rostro para ver quiénes eran, el chico era de otra clase, pero reconocí a Sasha de inmediato y una respiración se me quedó atascada en los pulmones. Hasta entonces no había usado neuronas para pensar con qué cara miraría esta chica luego de lo que había pasado en los casilleros, como no las había usado para pensar en la reacción de Arata y mira cómo me había salido eso. Le regresé la sonrisa no supe cómo, pero ella se soltó del muchacho y se acercó a nosotros preguntando si interrumpía algo. Se detuvo a mi lado y estaba por contestar alguna tontería cuando sentí que apoyaba la mano en mi cabello, de milagro evité dar un respingo y alcé la vista a ella apenas un segundo antes de que mirara a Emily. Trastabillé, suspendí la vista en la mesa de nuevo y en uno de los arrebatos de egoísmo de siempre, dejé caer ligeramente la cabeza en su dirección. Aunque, ¿qué pasaba con ese ramo de flores? Lo noté medio con retraso, pero fue extraño en sí mismo porque digamos que mapeé un poco a las personas que ella conocía y no me sonaba que alguno estuviera en la capacidad de hacer algo así por más de un motivo. Eso y que si fuese obra del chico con el que venía, no estaría trayéndolas aquí para que se les hiciera lugar. —Emi y yo teníamos una muy importante conversación sobre flores —dije entonces y miré a la chica—. Seguro que podrías cuidarlas muy bien, ¿verdad? Acababa de decir eso para Emily cuando oxigené un par de neuronas, pero dejé espacio a que respondiera si podía hacerles lugar. No dudaba que fuese el caso.
Los comentarios de Sasha me hicieron bastante gracia, lo suficiente como para sonreírle con diversión tras escucharla hablar, aunque fue lo que dijo después de mis propuestas para su ramo lo que más llamó mi atención. Que mencionara una posible relación con un tipo mayor problemático me pilló desprevenido, tanto que gran parte de la curiosidad se me coló en el semblante; por suerte fui capaz de controlarme con relativa rapidez, lo que también evitó que se me soltara la lengua con alguna pregunta indebida. Al final decidimos dirigirnos al invernadero, pues no tenía dudas de que Emi aceptaría cualquier favor que quisiéramos pedirle, y le ofrecí mi brazo tras haber admitido que no tenía ningún objetivo en mente y que, efectivamente, su gran ramo de flores y ella fueron una tentación demasiado grande como para ignorarla sin más. Por el camino me soltó que no tenía que haberme molestado con tan bonitas flores y no pude evitar que se me escapara una risa algo floja, algo impresionado por su desfachatez de adjudicarme aquel gesto. —I know, but I shouldn't slack off, right? A pretty girl like you deserves it~ —comenté aun así, acoplándome a su broma sin ninguna clase de reparo. Una vez alcanzamos el invernadero, la chica no tardó en separarse de mi brazo para acercarse al muchacho que estaba acompañando a Emi, y yo clavé mi atención en la menor, sin poder ni pretender esconder la gracia que me estaba haciendo su carita. Intercaló unas cuantas miradas entre Sasha, el ramo y yo, intentando ser disimulada a pesar de que no le salió del todo bien, y prácticamente pude ver cómo le salía humo de la cabeza al intentar entender qué estaba pasando. Si la conocía ya lo suficiente... pensaría que yo le había regalado el ramo a Sasha, ¿pero entonces por qué estaría ahí mientras ella intentaba deshacerse del mismo? Era demasiado fácil leerla~ —¡P-por supuesto, senpai! —exclamó después de un rato, poniéndose en pie tras haber asimilado lo que Sasha le había pedido—. Creo que tenemos algún jarrón por aquí para ponerlas en agua... —murmuró, alejándose hacia una zona donde parecía haber más cosas guardadas, y yo aproveché para robarle el asiento descaradamente. Mientras Sasha y el otro chico hablaban, me fijé en el bento que super reconocer como el de Emily y lo abrí, más que dispuesto a también robarle parte del almuerzo mientras no me viera. Para mi desgracia, la chica volvió antes de que pudiera probar boca y me quitó el bento de las narices, haciéndome levantar la cabeza para mirarla con una sonrisilla inocente en lo que ella me aniquilaba con la mirada. >>Ya tengo a un hermano gorrón, muchas gracias —me espetó, aunque cabía aclarar que su enfado era bastante... ¿tierno?—. ¿Este jarrón te gusta, senpai? —preguntó redirigiendo su atención hacia Sasha, haciendo como que no me había amenazado apenas segundos atrás—. Quizás tengamos que mover la mesa un poco para ese lado, así les da algo de sol durante las clases de la tarde... Contenido oculto podéis imaginar alguno de estos jarrones, porque me parecieron muy bonitos and i wanna uwu (?)
Kenneth se había adecuado a mi broma, por descarada que fuese, y para no quedarme atrás asentí con la cabeza varias veces, bien convencida. Ya dentro del invernadero saludé a los chicos y le dejé las caricias distraídas a Cayden mientras hablaba con Emily. Alterné la mirada entre ellos conforme hablaban, sonreí al saber de la conversación sobre las flores y seguí el recorrido de la niña un par de segundos, sonriendo algo enternecida. No hacía falta que se lo tomara tan a pecho, la verdad, pero también sabía que eso sólo era parte del respeto que sentía por sus senpai. —¿Hablando de flores en el invernadero? Aren't you both masterminds, by any chance? —molesté a Cayden en voz baja y una risa me vibró en la garganta. Kenneth, entre tanto, había aprovechado la apertura para sentarse a la mesa y... lo miré con una ceja enarcada al notar que pretendía hacerse con el almuerzo de nuestra querida kohai. Al final no fue necesario intervenir, Emily misma le quitó la comida y solté una risa floja, tanto por el regaño de la chica como por la sonrisa de ángel del muchacho. Para esa altura ya le había dejado el pelo quieto a Cayden, aunque tampoco me molesté en acercarme a inspeccionar el jarrón ni nada. Honestamente me daba igual. —Lo importante es el jarrón que tú elijas, Emi-chan~ —afirmé, y dejé caer el ramo sobre la mesa junto a un breve suspiro—. No quiero molestarte demasiado, sólo pensé en dejarlas aquí para no tener que pasearlas por la escuela. Ponerlas en agua debería bastar, de todos modos ya son flores cortadas. En pocos días morirán.
Las caricias en el cabello me hicieron parpadear con algo de pesadez, porque de por sí preocupado o no estaba cansado, aunque una risa se me quiso escapar al ver a Emi asimilar el pedido y al chico robarle el asiento como si nada, por rebote asumí que se conocían. El comentario de Sasha respecto a nuestra conversación me hizo soltar una risa por la nariz y me acoplé a la tontería. —Did you miss the memo? We are, indeed, masterminds —apañé ligeramente divertido—. Es más, deberíamos estar en la NASA hablando del espacio también. El muchacho pretendió robarle a Emily de su almuerzo, lo que asentó la idea que tuve antes. No fue que pudiera comer siquiera, la niña se lo quitó y lo fulminó con la mirada, pero el cuadro fue bastante gracioso de todas formas. Por demás el jarrón que eligió era bastante lindo, aunque a mí me dio la sensación de que a Sasha le habría valido hasta el vaso de un restaurante en tanto se quitara el ramo de encima. De por sí iban a morirse. —Está muy bonito —dije para Emily, pues porque no era mentira, y luego hice la oferta de turno—. ¿Te ayudo a acomodarlas? Imagino que habrá que cortar algunos tallos para que no queden demasiado juntas entre sí. No tardé mucho en deslizar la vista al muchacho, luego miré a Sasha y llamé su atención con un toquecito en el brazo. Era mejor quitarme esto de encima si tenía la oportunidad a mano, ¿no? Así molestaba menos a Emily con tener que guardarlo incluso si ella tenía cosas que buscar, si tenía toda la tarde para pensar en esto acabaría como una araña pegada del techo. Además, quizás hasta contara como una disculpa muy muy camuflada que solo yo entendería y entre mis opciones... esta parecía más amable. Me creía más capaz de esto que de lo demás. —De hecho, Emi también me estaba ayudando con una duda existencial inmensa y me parece que alguien, no diré quién —empecé y volví a mirar su amigo—, tiene hambre. Si los quieren y no les da miedo que los envenene, se ganaron la lotería con dos almuerzos. Es comida casera, arroz, carne, ensalada y tamagoyaki, you know, el rollito de huevo que en teoría es más de desayuno, aunque no quedó tan bonito. No juzguen mucho al cocinero igual, es trabajo honesto. Contenido oculto imagino que este sería mi último post por acá, so gracias gabs por caerme con emi-chan + aparición estelar de queen sashie y kenny boy i lov them very deeply y me alegró verlos llegar also el chisme del rAMO
La situación en el invernadero se había vuelto de lo más curiosa. La aparición de Ken y Pierce-senpai fue bastante sorpresiva, aunque lo que más llamó mi atención fue el ramo de flores que la chica llevaba en su mano. ¿Acaso Kenneth...? Ya había podido comprobar que le encantaba montarse el teatro de caballero con las chicas, ¿pero no era eso un poco excesivo incluso para él...? Al final me convencí de que al autor tenía que ser otro, especialmente considerando lo poco emocionado que Sasha parecía con el asunto, y me felicité ante tan buen trabajo de investigación propio. Sea como fuere, no tardé en ponerme en pie para buscar un jarrón que estuviera a la altura del pedido. Podía parecer que no era para tanto, pero para mí era importante; por un lado no quería decepcionar a mi senpai, claro, y por el otro... bueno, así fueran unas flores cortadas, quería que estuviesen bien cuidadas el tiempo que les quedara por delante. Tanto ella como Cayden admitieron que era una buena opción y me sonreí orgullosa, antes de negar ligeramente en dirección al muchacho; no hacía falta que se molestara. Me hice con el ramo de flores y me alejé un poco, preparándolas con tranquilidad para poder dejar el jarrón ya preparado en el centro de la mesa. Volví justo en el momento en el que Cayden empezó a ofrecerles los almuerzos que había traído a Sasha y Kenneth, haciéndome fruncir un poco el ceño en un gesto de confusión. ¿No acababa de decir que dárselos a alguien más se sentía mal...? En realidad no era mi problema, así que muté mi expresión con rapidez, y poco después se me escapó un suspiro mientras admiraba las flores, inclinándome un poco para poder olerlas mejor de cerca. Aun si parecía que senpai nos las había disfrutado, a mí me daba un poco de envidia... —Mañana te traigo un ramo, Emi-chan~ —Eso no tiene ninguna gracias, Ken —me quejé tras escuchar la propuesta del muchacho, sonriendo con una pequeña chispa de diversión—. ¿Os quedáis a almorzar aquí, entonces? —cuestioné, alzando la voz para que tanto él como Pierce-senpai me escucharan—. Podemos hablar de flores mientras comemos, ¿a qué es un planazo? —añadí, con una risilla suave. —Va a ser que sí. Yo quiero probar ese bento tan bien anunciado... —contestó Kenneth con la sonrisa de siempre, mirando primero a Cayden al mencionar la comida y luego a Sasha, como esperando saber su opinión aun así. Contenido oculto por aquí cierro yo también uwu fue un placer rolear ambas interacciones por separado, y también juntas al final, so muchas gracias a ambas <3
La respuesta de Cayden me arrancó una risa nasal y dejé el asunto estar, puesto que la escena de Emily y Kenneth había robado mi atención. La niña entonces se alejó para acomodar las flores y volví a bajar la vista apenas sentí el toquecito de Cayden en mi brazo. Le sonreí al instante en una suerte de pregunta silenciosa y mi gesto se ensanchó con diversión al captar la para nada sutil referencia a Kenneth. Le eché un vistazo fugaz al otro muchacho y finalmente alcé las cejas, un poco sorprendida ante el ofrecimiento del almuerzo. Reparé por primera vez en los dos bento sobre la mesa y me pregunté de dónde y por qué tanta comida. Teníamos dos personas y tres almuerzos, ¿no? El de Emi había sido casi atacado por Kenneth, pero los otros dos no parecían ni haber sido tocados e intenté enhebrar las ideas a tiempo real. ¿Eso significaba que Cayden no había almorzado? Además, claramente los había preparado él. El cuadro era extraño, pero en su ofrecimiento había una clara intención subyacente y no era mi idea hurgar donde no me correspondiera. Solté el aire por la nariz, asentí hacia Kenneth y mi mano volvió a depositarse en el cabello de Cayden. Esperé a recibir sus ojos para sonreírle y dedicarle otro par de caricias. Me frené de buscar saber si estaba seguro, algo me decía que la pregunta no le serviría de nada. —Hace mil años que no como tamagoyaki, ¿cómo supiste? —murmuré, sin darme cuenta que prácticamente lo estaba tratando como si fuera un niño—. Gracias, cielo. Seguro está super rico. Tomé asiento en una de las sillas libres y arrastré en mi dirección el bento que quedaba, soltando una risa floja ante la oferta de Emily. En la 3-1 estaba mi propio almuerzo, pero no quedaba mucho tiempo de receso y honestamente me hacía más ilusión quedarme comiendo aquí con ellos. No pasaba nada, podía guardarlo en la nevera y comerlo en la cena. Lo justo habría sido ofrecérselo a Cayden, claro, pero si ni siquiera había tocado su propia comida ¿por qué habría de querer la mía? El resto del receso se diluyó conversando sobre flores y me aseguré de hacerle saber a Cayden lo rica que estaba la comida; tal vez no fuera mucho, pero era trabajo honesto. De tanto en tanto le eché vistazos fugaces al jarrón con las flores y me esforcé por disolver el nudo que permanecía amarrado en mi estómago cada vez que recordaba su proveniencia y las posibles implicancias. Tendría que fingir demencia y seguir avanzando. No me quedaba de otra. Contenido oculto yyy también cierro por aquí, no esperaba que las interacciones acabaran fusionándose so it was fun JAJAJA