Lo cierto era que no sabía que esperar de Anna después de soltarle aquella información tan de golpe. No era porque no confiase en ella o en su capacidad de reacción ni nada por el estilo, si no porque... era la primera vez que me abría de esa manera con alguien, y simplemente no sabía que podía esperar de ello. Estaba siendo un poco extraño, a decir verdad, sentir aquel nudo en la garganta tras haberle contado algo que me preocupaba y sentir como los ojos me picaban por la expectativa de su respuesta, pero al menos podía agradecer que todo estuviese pasando en presencia de Anna y no de alguien más, porque en el fondo sabía que ella nunca me juzgaría. Era plenamente consciente de que el tacto de su mano sobre la mía no era más que una señal de apoyo, que no me estaba obligando a mirarla ni nada parecido, pero aun así sentí el impulso de hacerlo; busqué sus cuarzos a pesar de seguir sintiendo aquel pico tan molesto en mis propios ojos. La escuché con atención, intentando asimilar de verdad sus palabras dentro de mi cabeza, y pestañeé un par de veces con lentitud, notando como una ligera sonrisa me revoloteaba en los labios, algo divertida. Dejé que me diese aquel beso en la mejilla sin más, pero no quise que el asunto se quedase simplemente ahí, así que busqué rodearla con mis brazos en cuanto tuve la oportunidad. No fue excesivamente largo, pero estaba lleno de cariño, y murmuré un 'gracias' cerca de su oído antes de darle un último apretón y separarme. No iba a ser tan fácil, ¿cierto? Mis inseguridades no iba a desaparecer de un día para otro solo por aquella pequeña conversación, pero... quizás era un buen punto de inicio y quizás podía empezar a trabajar en ello a partir de ahí, también. —No sabía para quién iba a acabar siendo el almuerzo, así que le he puesto un poco de todo —le expliqué, un poco porque sí, mientras arrastraba una de las sillas y la ponía a su lado, sentándome después. Abrí el bento con una sonrisa suave, casi maternal, y miré a la chica con una ligera expectativa para intentar averiguar si le gustaba lo que veía o no. También había aprendido mi lección de las veces anteriores y ya no hacía distinciones absurdas, así que ambos almuerzos tenían las mismas porciones de comida y ninguno destacaba por encima del otro. Estaba bien así también, ¿no? La cocinera también se merecía disfrutar de sus platos, al fin y al cabo. >>Te lo tienes que comer todo, ¿eh? Verduritas incluidas~ —comenté, impostándome cierto tono infantiloide al final para reírme un poco de ella, y cogí los palillos correspondientes después—. ¡Qué aproveche~!
Aunque no me reí en todas las de la ley, a mí también me causó su debida gracia ver a Anna tan sorprendida por la existencia del observatorio. Dios mío, ¿dónde tenía la cabeza esa chica? Vale que no frecuentara el invernadero, ¿pero y el tiempo que estuvo en construcción? ¿Las camionetas y la gente ajena a la escuela yendo y viniendo? Bueno, nada nuevo bajo el sol, suponía. Ya de paso, también me hizo gracia que Emily propusiera colarnos un día. Se me ocurrieron un par de comentarios para molestarla, pero Kakeru estaba ahí y ya había visto que su presencia, aunque no molesta, sí la incomodaba un poco aún. Normal, suponía, acababan de conocerse. En definitiva, al final me callé. No quería agobiarla. Kakeru podía ser bastante considerado, pero sólo cuando le daba la gana y en ese sentido era un poco más caótico que yo. Cuando arrancó con la tontería de los uniformes, Dios, que me llamaran Nostradamus pero me la había visto venir desde veinte metros de distancia. Su tono era risueño y jocoso, sonreí bajando la mirada al suelo y no quise voltear hacia las chicas hasta un par de segundos después. Nostradamus otra vez, daba igual, imaginé que Emily se incomodaría. La última vez que habíamos hablado apropiadamente había sido en mi casa, y... bueno, habían pasado cosas. Pero aún así deslicé la mirada hacia ellas, pues algo de curiosidad sí me había picado y me pregunté si Anna lo sabría. Emily había murmurado un sonido afirmativo que casi se perdió bajo el manotazo que Anna le dejó caer a Kakeru en el brazo. Mi mirada, ya de paso, había conectado apenas un instante minúsculo con la de Emily. —¡Ah, sí, sí! ¡Super guapos! Es más, ¿podemos sacarnos una foto con ustedes? —Pero por supuesto, ¿cómo le negaría algo a mis fans~? Respiré a mi ritmo, vaciando la mente, y los dos imbéciles se siguieron molestando un rato. En la planta baja nos detuvimos un momento a comprar las bebidas y luego ya salimos al patio norte. Era un día bastante gris, la verdad. Alcé la mirada al cielo, teniendo que entrecerrar los ojos por la resolana, y oí la pregunta que Emily le hizo a Kakeru. —Uhm, de momento no. ¿El de cocina, quizá? He empezado a cocinar más en casa, ¡y descubrí que soy bastante bueno! —Confirmo —murmuré, sonriendo, y Kakeru volteó a verme con la ilusión de un niño pequeño—. El otro día probé su sushi, estaba muy rico. —¿Así que están juntos en... en el club de jardinería? —arriesgó Kakeru, volteando hacia mí y hacia Emily, y asentí. Más o menos al mismo tiempo, Emily le había preguntado a Anna si le gustaba el invernadero, a lo cual la chica también asintió, sólo que con más ganas. El movimiento hizo que su cabello rebotara un poco, acompañado, claro, del leve respingo que dio cuando Emily la picó. —¡Sip, me encanta! —Alzó la vista a Kakeru, y yo sólo los observé—. El edificio es precioso, tiene un techo de vidrio ¡y está lleno de flores bonitas! Emi-chan y mini Ishi se esfuerzan mucho por cuidar todas las plantas, casi que demasiado. Además, ya les vale que esté lindo, con todo el tiempo que pasan ahí metidos. Aquello último lo había soltado con una leve cuota de ¿suavidad? Hombre, le cacé las intenciones al vuelo y de inmediato me puse la sonrisa de angelito para esquivar cualquier bala. Dicho y hecho, además, porque Kakeru volteó hacia mí. —Nuestro Ko-chan, siempre tan romántico~ —¡Dama y caballeros! —anunció Anna, correteando para llegar junto a la entrada del invernadero—. Bienvenidos sean al lugar más bonito del Sakura~ Vete a saber si por inercia o por curiosidad, Kakeru también se adelantó un poco y entraron apenas unos metros por delante de nosotros. Al final, acabé caminando junto a Emily y aproveché la ocasión para sonreírle, tranquilo. —Creo que no te había agradecido los postres que me estuviste dejando, al menos no apropiadamente —murmuré, incluso relajando el paso de forma involuntaria, y junté las manos tras la espalda—. Varios los terminé llevando a casa, y muchos de esos acabaron en manos de mamá o mis hermanos. A todos les gustaron mucho. Contenido oculto de este almuerzo voy a sacar un fic entero
Gracias tenía que dar al hecho de que Anna era una bomba de energía, pues gracias a ella más o menos podía dar por disimuladas mis propias reacciones. El comentario de los uniformes sirvió para que, justamente, la muchacha le pegase un manotazo a Kakeru y ambos se distrajesen bromeando al respecto, lo que me permitió ignorar el ligero chispazo que me alcanzó cuando Kohaku y yo conectamos las miradas durante aquel breve segundo. Aún no le había contado a Anna lo que había pasado en el santuario, no había encontrado el momento, pero más me valía dejar de ser tan jodidamente obvia o al final se iba a dar cuenta ella solita de que algo había pasado. El aire fresco ayudó mucho con la misión de relajarme, lo suficiente como para centrarme y poder escuchar a Kakeru mencionar el club de cocina, lo que consiguió hacer que lo mirase con los ojos ligeramente abiertos, entre sorprendida y emocionada. No me dio tiempo a decirle nada al respecto, porque justo después se puso a hablar con Ko y yo dediqué casi toda mi atención en molestar a Anna, pero realmente me hacía ilusión la posibilidad de que se uniese al club de cocina. Nos acercamos al invernadero, aunque parecía que más que una salvación fue motivación para que tanto Anna como Kakeru siguiesen metiéndose con nosotros. Agradecí que en aquella ocasión el centro de las burlas fuese redirigido hacia Ko; eso no evitó que resoplase ligeramente ante el cambio de tono de la chica, sin embargo. Poco importó, de todos modos, porque salió correteando hacia el interior del edificio, acompañada no mucho después por el moreno, y al final no pude reprimir la sonrisa enternecida que se me formó al verlos. Noté a Ko aflojando el paso para quedarse a mi ritmo y, curiosamente, me resultó mucho más sencillo de lo que habría esperado encontrarme tranquila en su compañía. Giré la cabeza para poder mirarlo, ladeando ligeramente la misma con cierto aire de curiosidad, y no mucho después mi expresión se suavizó hasta alcanzar una sonrisa de agradecimiento. —No es nada. Me alegra pensar que te ayudó de alguna manera a ponerte al día con los apuntes —le dije, sin perder en ningún momento el aire de suavidad que nos rodeó sin ninguna clase de dificultad—. ¡Y que les hayan gustado a tu familia! El nivel tiene que estar alto en tu casa~ —añadí eso último con una risilla divertida. Después de un rato alcanzamos la zona final del invernadero, ahí dónde estaba la mesa que usábamos para tomar el té, y me adelanté para poder dejar todos los bentos que había preparado sobre la misma. Abrí la bolsa donde los había guardado y los fui sacando uno a uno, abriendo también las tapas en el proceso, hasta que las cuatro cajas llenas de comida estaban presentes ante mí. >>Espero que tengáis hambre~ —comenté, llevándome las manos tras la espalda y levantando la vista para poder recibir sus reacciones. Estaba nerviosa, por supuesto, pero también estaba empezando a aprender a confiar más en mí misma. Cocinar se me daba bien, ¿verdad? Y aunque había recibido algo de ayuda, podía permitirme tener algo de expectativas en que les gustaría la sorpresa que había preparado. Contenido oculto para qué hacer un colectivo nosotras cuando nos montamos estas pedazo de interacciones, am i right
El invernadero captó mi atención incluso desde antes de entrar, así que no dudé en apresurarme un poquito cuando vi a Anna hacerlo. La tonta nos dio la bienvenida como si fuera un guardia imperial o algo, abrió la puerta con los ademanes apropiados y la sonrisa no se despegó de mi rostro en ningún momento. Fue poner un pie adentro y empezar a girar el rostro en todas direcciones, avanzando por el pasillo ya sin ninguna prisa. Anna iba a mi lado, había notado de refilón que permanecía bastante atenta a mis reacciones y pensé, bueno, que era muy típico de ella. De momento, sin embargo, seguía abstraído en el lugar. Había un montón de plantas y flores, en el aire permanecía suspendido un aroma muy particular y la poca luz ambiente se filtraba por toda la estructura de vidrio, descomponiéndose en diferentes halos según la inclinación del panel. Dios, esto en un día soleado debía ser precioso. —Ah —murmuré de forma vaga, recordando algo, y bajé la vista a Anna un momento—. ¿Fue aquí donde subiste aquella foto a Instagram? Hace tiempo. Iluso yo, que removí mi atención de ella casi al instante y por ello me perdí el ligero cambio en su expresión. Tampoco percibí nada extraño en su tono al responder, y mucho menos tenía la foto tan fresca en la memoria como para asociar a Sonnen con ella. —Sip, aquí mismo. Fue en parte culpa del invernadero y en parte culpa de las voces que me alcanzaron desde atrás. Kohaku y Emily se habían rezagado un poco, y los observé por encima del hombro unos pocos segundos. Él le había agradecido unos postres, aparentemente, y ella le estaba contestando. Me sonreí, sin avispar a Anna ni nada, y seguí caminando con las antenas encendidas. —¿Alto? No, no mucho —le respondió Ko, luego de soltar una risa suave—. En casa no hay ningún maestro pastelero, más allá de las galletas que hornea mamá, así que estaban gratamente sorprendidos. Itsuki, sobre todo, ¿el que se iba a fútbol cuando llegaste? El otro día me reclamó y todo, que cuándo iba a llevar más de los pastelitos de chocolate. El pasillo se abrió entonces en un espacio circular bastante amplio, rodeado por canteros y que al centro tenía una mesa y sillas de hierro. Me llené los pulmones de aire y lo solté poco a poco. Emily nos adelantó y depositó lo que había cargado durante todo el camino, nosotros hicimos lo mismo con las bebidas y alcé las cejas, realmente sorprendido, en cuanto empezó a sacar bentos y más bentos. Alterné la mirada entre Anna y Kohaku, incluso, quienes sonrieron y se encogieron de hombros. —¿Los hiciste todos tú? —pregunté, aún atónito, mientras los demás se sentaban como si nada. —¡Ah, almuercito de Emi-chan! Los extrañé tanto~ —exclamó Anna, teniendo una muy breve disputa con Kohaku por haber pretendido pillar el mismo. Obviamente, Anna ganó. —Más temprano que tarde descubrirás que es como pretender parar una avalancha —murmuró Ko, muy sereno, y alzó la mirada hacia Emily para sonreírle; fue extremadamente cálido—. Muchas gracias, Em, como siempre.
La risa de Ko me hizo alzar ligeramente las cejas, claramente curiosa por saber qué había provocado aquella reacción, pero no mucho después recuperé la sonrisa, con una nueva chispa de diversión en la misma. Recordaba al pequeño de la vez que había estado en su casa, sí, y es que era difícil olvidarlo cuando aquella vez había pasado como un rayo a mi lado, posiblemente sin siquiera haberse dado cuenta de mi presencia. —Dile que le prepararé más, pero solo si su hermano mayor me asegura que se porta bien en casa~ —le dije, pretendiendo sonar lo más seria posible, aunque al final me fue imposible no soltar una risilla divertida que le quitó todo el peso a la declaración; seguramente le traería una buena reserva de pastelitos de chocolate para su hermano al día siguiente. Luego nos juntamos todos alrededor de la mesa y, por supuesto, no hubo manera de que me pasase desapercibida la sorpresa de Kakeru al verme sacar aquel despliegue de comida como si nada. El hecho de que Anna y Kohaku actuasen con tanta normalidad ante la escena tampoco debía ayudar mucho a la causa, y al final solo le sonreí ligeramente divertida mientras me encogía de hombros. >>Esta vez me ayudó mi hermano, pero... me gusta mucho cocinar, sobre todo si es para mis amigos —expliqué, y tomé asiento después de haber recibido las palabras de agradecimiento de Ko y haberle correspondido con una sonrisa igualmente cálida—. ¡De hecho estoy en el club de cocina! Sigo siendo la presidenta, porque la chica que lo era al principio ya no ha vuelto, así que... bueno, al menos habrá una cara conocida, si decides unirte al final. Esperé a que el muchacho también se acomodase finalmente y, como venía siendo costumbre, también esperé a que todos hubiesen empezado a comer, asegurándome de ver sus reacciones con ello, antes de probar yo el primer bocado. Me sonreí, satisfecha ante el resultado del almuerzo, y volví a enfocar mi atención en los presentes, aunque especialmente en Anna y Kakeru, sin poder evitar la ligerísima chispa de malicia en mi mirada. >>¡Bueno! ¡Annie me ha estado dando largas, pero hoy no os escapáis! ¡Necesito saber cómo os conocisteis, cómo fue que empezasteis a salir y todos los detalles de por medio! Me muero de curiosidad por la primicia~
Dios, que Kakeru hubiera mencionado aquella foto de hace tiempo estuvo a medio pelo de frenarme el corazón en el pecho. Ni puta idea cómo me las arreglé para disimular, habría sido gracias a todo el trabajo mental que llevaba haciendo desde que el condenado idiota apareció en la escuela. Por suerte lo dejó correr y pude volver a respirar, reuniéndonos en torno a la mesa. Al menos, de algo me servían esos incidentes. No iba a poder tapar el sol con un dedo. Con todo eso en la cabeza, ni de puta coña noté algo de la interacción entre Ko y Emi, o cómo el muchacho dio el asunto por concluido riéndose y asintiendo. Conseguí relajarme al notar que el agua ya había corrido, y que ahora Kakeru estaba demasiado ocupado sorprendiéndose de la montaña de bentos. Su reacción me robó una sonrisa y tomé asiento, batiéndome a duelo contra mini Ishi hasta que se rindió y me cedió el almuerzo. Seguro eran todos iguales así que no había tenido sentido, pero ¿por qué habría de tenerlo? Satisfecha con mi pequeña victoria, me quedé quietecita hasta que Kakeru tomó asiento y comenzamos a abrir los bentos. La aclaración de Emily me alzó las antenas y casi di un respingo en mi silla. —¡Oh, Fred! ¿Cómo anda? —Volteé hacia Kakeru—. ¡Me había olvidado contártelo! ¿Puedes creer que Hayato es amigo del hermano de Emi? —¿En serio? Tienes que estar de coña —replicó, claramente sorprendido, y al verme menear la cabeza se dirigió a Emily—. Vaya, el mundo es un pañuelo, ¿eh? Claro, Kakeru aún no sabía nada de que Emi conocía al Krait, así que la miré con mucha, mucha intención. ¡Más le valía quedarse calladita! Mientras tanto, Ko había sido el primero en comer. Su voz se alzó con suavidad por encima del barullo general. —Está muy rico, como siempre. Medio lo usé de motor para imitarlo y yo también comer. Sonreí con ganas al comprobar que sí estaba muy bueno, aunque me quedé callada ya que Emi le había hablado a Kakeru. El muchacho alzó las cejas y asintió, contento. —¿De veras? Vaya, el mundo se achica cada vez más. Claro que lo tendré en cuenta, Emi-chan~ —Era algo así como el invitado de honor, notó que tenía toda nuestra atención encima y se rió, con los palillos a medio camino; tras saborearlo y tragar, le sonrió a Emily—. ¿Presidenta, dijiste? Te queda~ —¡Eh, eh! —exclamé en modo sargento, arrugando el ceño y todo—. ¡Nada de coquetear con Emi-chan! Kakeru alzó las manos en señal de defensa y se siguió riendo. No pude evitar pensar lo mucho que me tranquilizaba verlo así de... contento. El asunto se diluyó rápidamente y regresé a la comida; o, bueno, pretendí hacerlo. Casi se me fue una rodaja de zanahoria por donde no debía cuando a Emi la poseyó el mismísimo Satanás. Sentí sus miradas encima, la mierda me agobió de repente y un calor bastante vergonzoso me bañó las mejillas. No lo pensé, pero más tarde me daría cuenta que era inevitable. Que no había otra posibilidad. Kakeru, por supuesto, acudió a mi rescate. —Pero bueno, ¿ya con la munición pesada? —escuché que le dijo a Emi, su tono era liviano y logró recordarme que tenía que respirar—. A ver, te esforzaste mucho preparando tanta comida, ¿a que sí? Creo que lo tenías todo planeado para que no pudiéramos negarnos, pero aún así te la dejaré pasar porque está todo muy rico. También me dio un margen prudencial para regresar a mi eje y poder alzar la vista hacia todos. Parpadeé, sintiendo que mi rostro volvía a su temperatura normal, y le lancé una patada a Emi por debajo de la mesa. ¿Estaba un poco molesta? Pues... sí, pero no se lo quería adjudicar a ella. —¡Pero si ya te conté de eso! —me quejé, creyendo que era la estrategia ideal, pero Kakeru volteó a verme con una mezcla estúpida de ilusión y diversión. —¿Sí? —Su sonrisa no auguraba nada bueno y regresó a Emi—. ¿Ya tienes información? A ver, a ver, cuéntame. Ahora quiero saber qué dijo An-chan sobre mí~ Contenido oculto te perdono porque fue hace mucho unu acá anna le contó a emi sobre cómo conoció a kakeru
La mención de mi hermano hizo reaccionar a Anna bastante más de lo que hubiese esperado, pero por el momento decidí no darle más importancia de la necesaria y simplemente me encogí de hombros, justo antes de que chica se girase para decirle algo a Kakeru. Seguía teniendo muy presente la conversación que había tenido con Anna el día anterior, por supuesto, así que no fue especialmente difícil interpretar la excesiva atención que la misma me echó y actuar acorde, simplemente asintiendo con la cabeza hacia el chico con una expresión de ligera sorpresa impostada en el rostro. —Así parece~ —comenté, por no dejarlo con la palabra en el aire más que nada, e inmediatamente después miré a Anna—. Y Fred está bien, por cierto. Ha acabado ya su parte de exámenes, así que se la pasa vagueando y saliendo todo el día. Es un aprovechado, porque me la paso salvándole el culo cada vez que lo necesita —aquello último lo dije bajando un poco la voz, solo para ella me escuchase, e inflé las mejillas como muestra de molestia, a pesar de que no era nada muy serio. Después distinguí la voz de Kohaku, reconociéndola con una claridad absurda a pesar de su suavidad entre el alboroto que eran los otros dos, y me centré en dedicarle otra sonrisa de agradecimiento por sus palabras. Sabía que era sincero y, por mucho que fuese algo que ya me había dicho otras veces, nunca perdía la calidez que lograba implantarme en el pecho cada vez que lo escuchaba. Aproveché después para decirle lo del club de cocina al moreno, y quizás no hubiese reaccionado más de lo necesario a su respuesta si no hubiese sido por el comentario posterior de Anna, que sí logró sacarme algo de color en las mejillas. >>Solo es provisional, de todos modos... —murmuré a modo de respuesta, jugueteando nerviosamente con algo de arroz de mi bento antes de llevármelo a la boca seguido de algo más de comida. Las preguntas que les lancé después podían llegar a considerarse una pequeña venganza por aquel mal rato, aunque lo cierto era que en su mayoría solo se trataba de mi curiosidad actuando por su propia cuenta. No me di cuenta de que podría llegar a ser incómodo para alguno de los dos, pero sabía que, de notar cualquier clase de molestia por parte de cualquiera de los presentes, cortaría el asunto de raíz sin ninguna clase de problema. Kakeru me respondió, predeciblemente sin ser las respuestas que estaba buscando, y yo me eché encima una sonrisa angelical digna de Kohaku mientras lo escuchaba. Mi faceta de niña buena solo se rompió cuando recibí la patada de Anna por debajo de la mesa, pues me hizo querer mirarla con cierta cuota de preocupación encima... hasta que escuché su tono de queja y procesé la protesta en sí misma. >>¿Ah, sí? No me acordaba~ —contesté, pestañeando un par de veces con toda la inocencia del mundo. Sí que me acordaba, ¿pero alguien podía culparme por querer saber ambas partes de la historia? No, ¿verdad~? >>Uhm... —murmullé, mirando al techo con aire pensativo, e intercalé una mirada entre los dos interesados antes de encogerme de hombros y enfocarme en el muchacho, sonriéndole con cierto aire de disculpa—. No puedo, es secreto de chicas~ Le di otro par de bocados a la comida, como si absolutamente nada, y abrí los ojos después de un rato, dando un ligero respingo al haberme percatado de algo super básico que tenía que haber preguntado y que no lo había hecho. >>Oh, senpai, ¿en qué clase te ha tocado? ¿Os ha tocado juntos? —añadí, señalando tanto a Kakeru como a Kohaku con los palillos. Contenido oculto vergüenza debería darme haberme olvidado de que eso pasó JAJAJA sorry (?)
Estaban pasando muchas cosas en muy poco tiempo, aunque eso era medio la norma con Anna; Kakeru, dependiendo sus ánimos, lo potenciaba o apaciguaba. Al menos no estaba Rei, o ahí sí Emily habría conocido el verdadero caos. Fui siguiendo los diferentes hilos de conversación que lanzaban en varias direcciones mientras disfrutaba de la comida, callado y tranquilito. También me sorprendió un poco que el hermano mayor de Emily, aparentemente, fuera amigo del Krait. Eso... eso sí era una enorme coincidencia, ¿eh? Anna soltó una risa bastante divertida cuando Emily contó en qué andaba su hermano últimamente, luego se inclinó hacia ella y yo seguí masticando, desviando mi mirada a Kakeru. El chico había mantenido su atención sobre las chicas, aunque no costaría hilar más fino en esa conclusión, y decidí guardar silencio y llevarme más arroz a la boca. —Eso es porque Emi-chan es muy buena niña~ —El tono de Anna había sido más alto, además de que estiró el brazo para picarle la mejilla a Emily. Mis intervenciones solían ser escasas, y por esa misma razón llamaban lo suficiente la atención. Era una contradicción natural, quizá. Tras mencionar el almuerzo, Emily fijó su atención en mí y ensanché ligeramente la sonrisa para ella. Luego el circo siguió, incluso subió de categoría. La comida casi me quedó atravesada en el pecho cuando entendí hacia dónde iban los tiros de Emily, y no tardé en mirar con cierto disimulo a los involucrados. Kakeru era muy similar a mí, difícilmente permitía que ciertas cosas se filtraran en su expresión; Anna, por otro lado... Solté el aire despacio y regresé al muchacho cuando empezó a hablar. Claramente buscaba salvarle el culo, darle un momento para quitarse los nervios de encima, y ¿cómo no iba a hacer yo lo mismo? Me gustaba picar a la gente, pero tenía ciertos límites y particularmente no me gustaba meterme en la relación de Anna y Kakeru; no cuando les habían ocurrido tantas cosas y siquiera conocía la historia entera. Me alegraba que pudieran seguir siendo amigos, pero también había acompañado a Anna en el taxi que la llevó hasta la casa de los Fujiwara. Había absorbido hasta la última gota de su angustia y ansiedad. Era pesado, estaba seguro que le pesaba y no, no iba a meterme. Supuse, por ende, que Emily no sabía nada realmente del... historial de Kakeru. Pero vaya, sí lo hacía. De la forma que fuera, Anna recuperó rápido su centro y se quejó con la suficiente liviandad para que todos volviéramos al ambiente de antes. Kakeru fingió decepción cuando Emily no quiso decirle lo que sabía, suspiró y se giró hacia Anna. —Espero que hayas sido amable, al menos —murmuró, poniendo ojitos de cachorro y todo. —Pff, ¿por quién me tomas? —¿Un agente del caos? La respuesta de Kakeru no me la había esperado para nada y me arrancó una risa floja que se disimuló bastante. Emily volvió a hablar, entonces, y meneé con la cabeza en lo que Kakeru masticaba. —No, no, él está en la... ¿3-2? —indagué, mirándolo para que confirmara, y el chico asintió. —El destino quiso separarnos a todos, ¿se dieron cuenta? —destacó Anna, suspirando—. Es tan cruel. —Bueno, ustedes aún tienen una chance —murmuré, alternando la mirada entre ambas—. Quizás el tercer año lo hagan juntas. Anna se iluminó y prácticamente se abalanzó encima de Emily para abrazarla, achucharla y todo lo demás. La tontería me recordó algo. —¡Eso sería fantabuloso! —exclamó, separándose apenas para buscar los ojos de la chica—. ¿O no, Em~? —Ahora que lo pienso, ¿no hace mucho que no festejas los martes de abrazos, Anna? Contenido oculto uff, lo corté ahí porque si no ficazo otra vez
La respuesta de Anna a mi queja solo logró que exagerase aun más el gesto infantil de los mofletes inflados, aunque no tardé mucho más en soltar el aire por medio de un suspiro y permitirle que me picase la mejilla sin ningún impedimento de por medio. Obviamente solo había dicho aquello por decirlo, pues realmente no tenía ninguna queja real sobre mi hermano, y estaba convencida de que aquel sentimiento hacia él se me notaba con demasiada facilidad, tanto delante de Anna como de cualquier otra persona, en realidad. Luego vino la pregunta del millón, y aunque nunca esperé que la recibiesen en absoluta comodidad, sí que me sorprendió notar el ambiente general que se había instaurado. No había sido especialmente difícil sentirlo, tampoco era ninguna estúpida como para no hacerlo, y al final consiguió picarme el bichito de la duda, de si quizás no había acabado metiendo la pata más de lo que hubiese esperado en un principio. No pensé que fuese un tema tan tabú, aunque vaya, nunca había planeado insistir ni preguntar más de lo que ellos considerasen necesario. Sea como fuere, me pareció que el asunto se fue relajando en cuanto decidí cerrarlo para cambiar de tema, permitiéndole a Anna y Kakeru un intercambio algo más superficial que hasta logró hacer reír a Kohaku. Decidí tomar la victoria, pues no quería que ningún pensamiento negativo manchase aquella quedada que había esperado con tantas ganas, y les sonreí a todos con ganas antes de soltar la siguiente pregunta. No parecía que a Kakeru le hubiese tocado una mala clase, aunque ciertamente tuve que hacer un esfuerzo enorme por reprimirme y no mirar a Anna cuando se reveló que estaba en la 3-2. El detalle de quién estaba también ahí era algo que, definitivamente, sabía que no hacía falta sacar a relucir de ninguna de las maneras. Así que asentí con la cabeza ante el comentario de la chica, con una leve expresión de decepción, pero rápidamente muté a una de diversión en cuanto Anna se me echó encima. Casi tiré la comida que había pretendido llevarme a la boca, no iba a engañar a nadie, pero su emoción y todos los achuchones que me vinieron de repente lograron hacer sentirme liviana y bastante feliz, lo suficiente como para no preocuparme en absoluto por el detalle de la comida. —¡Sí! Sería genial~ —confirmé, girando el rostro lo suficiente para poder mirarla, y le dediqué una sonrisa sincera tras asentir con la cabeza—. Nos lo pasaríamos muy bien, ¿verdad~? La nueva intervención de Kohaku me hizo girar la cabeza en su dirección, curiosa por el comentario que había dejado caer, y no mucho después volví a centrar mi atención en Anna, con una sonrisa levemente juguetona. >>Es verdad, echo de menos los martes de abrazos de Annie~ ¡Aunque hoy es jueves! ¿Deberíamos inventar algo especial para los jueves también~?
No iba a engañar a nadie, saber que Anna le había hablado de mí a Emily me echó encima una curiosidad casi insoportable que sólo medí gracias a... ¿mi decencia? Suponía, sí. Eso y que claramente Anna no quería retomar el tema, claro. Entendía que fuera un asunto conflictivo, que habíamos conseguido superarlo pero que en parte había sido gracias a medio fingir que nunca había ocurrido, que los chicos nunca lo mencionaban y que en ese equilibrio todos íbamos bien, yo incluido. Pero fue... no lo sé, hombre, el sexto sentido o lo mucho que había aprendido a conocerla en apenas un año. Hubo una mierda, la que fuera, que se sintió ¿exagerada? Como si hubiera algo extra pesándole a Anna. Algo que desconocía. Mi rescate dio buenos frutos, por suerte, y en cosa de minutos ya habíamos regresado al clima inicial. Kohaku respondió por mí sobre la clase a la cual me habían asignado mientras yo comía, disfrutando mucho el sabor casero que tenía e ignorando gran parte de lo que estaba ocurriendo a mi alrededor. Mamá rara vez pasaba más de diez minutos en la cocina y, aunque era cierto que había aprendido a defenderme bien, probar la comida casera de otra persona era diferente. Cuando quise acordar, Anna se le había ido encima a Emily y la escena me hizo sonreír. Mastiqué hasta tragar el bocado que había pillado y la curiosidad volvió a picarme cuando mencionaron algo de... ¿de un martes de abrazos? —¿Y eso? —intervine, inclinando ligeramente el torso hacia adelante. —Ah, hubo un martes que sólo llegué y se me ocurrió que fuera día de abrazos —me explicó Anna, tranquila, y una risa se le coló en la voz—. Desde entonces los martes se convirtieron en martes de abrazos. —¿Creo que desde antes del festival no lo celebramos? Aquel había sido Kohaku, pero honestamente no le di mucha relevancia. Me quedé unos pocos segundos mirando a Anna, con la sonrisa pegada al rostro. Sonaba absolutamente a una idea que ella tendría, ¿no? Y en la cual arrastraría a todos sus amigos. Dios, era adorable. —Ya sé —dije de repente, captando la atención de los tres, y sonreí como un niño inocente—. ¿Y si hacemos jueves de almuerzo? El rostro de Anna se iluminó y asintió varias veces, parecía un puto resorte. Mi idea había llegado hasta ahí, tampoco me habría atrevido a más, probablemente, pero Kohaku la pilló y volteó hacia Emily. —Almuerzos de Emi-chan, pueden ser —propuso, en un tono que daba a entender cierta intencionalidad. Me devané un poco las neuronas para entenderlo, Anna aparentemente ni siquiera hizo el intento y sólo siguió apoyando la moción con mucha energía. ¿A qué venía la aclaración? Quedaba descartado que fuera para esclavizar a la pobre niña y condenarla a que nos hiciera el almuerzo a todos, todos los jueves. Tenía que haber algo más, ¿verdad? Entonces pensé en la naturalidad con la cual ambos habían aceptado que Emily hubiera cocinado tantos bentos. Debía ser algo que hacía con frecuencia, ¿cierto? Una idea resonó en los rincones de mi mente y solté el aire por la nariz, aguantándome las ganas de menear la cabeza. En serio, este chico... —Eh, eso suena muy bien —agregué, ilusionado—. ¿Serías tan amable, Emi-chan~? Estaba asignándole una responsabilidad concreta, una que seguramente satisfacería su deseo de cocinar para sus amigos sin la obligación tácita de hacerlo en exceso. Un día a la semana y ya, no hacía falta más. Seguro era menos esfuerzo que el que se echaba encima de por sí. Mira qué considerado, mini Ishi~ Contenido oculto Ko y Kakeru son dos mastermind que juntos no dominan el mundo porque no quieren (????
Kakeru no parecía estar al día con aquello de los martes de abrazos, asunto que me sorprendió un poco y a la vez no tanto, pues aunque él y Anna siguiesen siendo amigos y viéndose a menudo, no me daba la sensación de que aquella tradición fuese algo que la chica sacase a relucir con facilidad por fuera de la academia misma. ¡Una verdadera pena, si me preguntaban! La idea era adorable, y solo había que ver la sonrisa de Kakeru para darse cuenta de que era justamente eso lo que estaba pensando también. Asentí con la cabeza hacia Kohaku cuando mencionó la última vez que lo habíamos celebrado; confiaba plenamente en su palabra, aunque por mi parte tenía que admitir que no estaba muy segura de recordarlo con tanta exactitud. Sea como fuere, justo después propuse que hiciésemos algo especial los jueves, un poco porque sí, y curiosamente fue Kakeru el que pareció engancharse de la idea. Acabé intercalando miradas entre ambos chicos mientras se iban completando las ideas, sin poder evitar fruncir ligeramente el ceño por todo ello; como si hubiese notado que había algo extraño en toda aquella propuesta, pero no supiese definir exactamente qué era. Anna no parecía haberse dado cuenta de nada, aunque se la notaba realmente emocionada por el plan, y al final decidí relajar el semblante y asentir ligeramente con la cabeza, sonriendo. Si de verdad había intenciones ocultas, no iba a darme cuenta por mucho que me esforzase, así que mejor lo dejaba pasar y ya. —Sin ningún problema~ —afirmé finalmente, con un ligero rubor en las mejillas. Me sentía algo contrariada, a decir verdad. Me agradaba mucho la idea de tener un día a la semana en el que nos reuniésemos así cómo habíamos hecho hoy, aunque no podía negar que, por otro lado, me daba un poco de miedo que un día no fuese suficiente, que mi temor fuese cierto y que perdiese la única excusa que seguía teniendo para poder buscarlos sin sentirme una carga. Me obligué a desechar esas ideas antes de que empeñasen la alegría de aquel almuerzo, procurando mentalizarme de que solo eran mis inseguridades hablando y nada más. Anna me había asegurado más de una vez que no se sentía obligada a pasar tiempo conmigo, que nadie tenía por qué hacerlo, y quizás fuese también cierto para Kohaku... y Kakeru, eventualmente. >>¿Y tenéis algún plan para el fin de semana? —cuestioné después de un rato, habiendo comido otro par de bocados del bento—. ¡Ah, Ko! ¿Cómo vais vosotros con el proyecto?
Honestamente no estaba segura si alguna vez le había dicho a los chicos sobre el martes de abrazos, para esas cosas confiaba más en la neurona de Kakeru y si él no lo recordaba, entonces no había ocurrido. Capaz me decía mañana que me había visto saltando un acantilado y se lo creía. La verdad, pese a todo y por alguna razón que no comprendía, nunca había sido capaz de dejar de confiar en él. No enteramente. Y desde la noche en su casa, muchas cosas habían mejorado. Eso no implicaba que me sintiera cómoda rememorando los viejos tiempos en su presencia, no luego de haberle dicho en la puta cara que jamás había podido amarlo. Lo había aceptado y no me alcanzaba el corazón para agradecerlo y valorarlo, pero eso no borraba la vergüenza. La leve frustración, incluso, pero vergüenza sobre todo. Kakeru era una persona maravillosa y se merecía que lo amen con una fuerza inmensa. Siguiendo la misma línea de idiotez, también confiaba en la palabra de Kohaku si él decía que los martes de abrazo se habían extinto desde las vacaciones. La conversación siguió, los chicos sincronizaron neurona o algo y acabaron proponiendo toda una idea bien bonita, envuelta y con moño, para los futuros jueves. Yo no le vi el problema ni el truco, me parecía super lindo quedar para almorzar todos juntos, así que la emoción no le dejó espacio a ninguna otra cosa. No tenía remedio, no luego de haber padecido la soledad tanto tiempo. Era inexplicable la alegría que sentía junto a ellos. Aguardé pacientemente a que Emi diera el visto bueno, y entonces busqué una de sus manos para apretujarla entre las mías. Me incliné hacia ella y le sonreí, fue muy amplio y me cerró los ojos. —Almuercito de Emi-chan siempre son buenas noticias —susurré, y abrí los ojos de repente—, ¡pero no te pienses que por eso te librarás de mí el resto de la semana, eh! ¡No, señor! Luego me volví hacia los demás. Si los dos idiotas habían sincronizado sus neuronas, entonces yo también quería aportar algo. —Podemos sortear, incluso. Postre, comida y bebida, y vemos al azar quién se tiene que encargar de cada cosa. —¿Tú haciendo el almuerzo? —inquirió Kakeru, fingiendo preocupación, y yo le puse mala cara—. ¿No estarás planeando envenenarnos o algo? —¡Para tu información, me defiendo bastante! —reclamé, casi que inflando las mejillas—. No me salen tan bien como a Emi, claro, pero ¿a quién le salen tan bien como a Emi? ¡Esa vara es celestial! La risa de Ko se fundió suavemente con el ambiente, y Kakeru se quitó la expresión impostada de encima para sonreírme. Fue... fue muy cálido y me lo quedé mirando un instante, muy quieta. —¿Almuercito de An-chan también? No puedo esperar~ Ah, cabrón. Podía haberle confesado cualquier cosa, eso no significaba que siguiera siendo bastante bueno para pillarme con la guardia baja. Pestañeé, sentí un muy ligero calor en las mejillas y me llevé comida a la boca, cosa de disimular la vergüenza. Las preguntas de Emi se sucedieron entonces. Para la primera, los tres compartimos una mirada y el que habló fue Kohaku. —Hmm, ahora que lo pienso... no realmente. Es un poco extraño, pero por alguna razón la fecha fija del grupo acabó siendo los lunes. —Parecemos unos viejos que se juntan a la salida del trabajo —comentó Kakeru, riendo, y mantuvo su atención sobre mini Ishi cuando Emi le preguntó por el proyecto. —Va bien, sí, quizás hagamos unas intervenciones de fotografías con pinturas, stickers y esas cosas. No sé muy bien cómo nos las apañaremos, pero nos tengo fe. ¿Qué tal tu proyecto, Emi-chan?
Prácticamente un segundo después de que aceptase la idea de los chicos de almorzar juntos, noté las manos de Anna alrededor de la mía, lo que por supuesto logró hacer que toda mi atención virase a ella. La miré con curiosidad, ladeando ligeramente la cabeza, y no pude evitar abrir los ojos con obvia sorpresa al escuchar lo que quería decirme. Me dio un poco de vergüenza, la verdad sea dicha, pensar que quizás había sido demasiado obvia con mis pensamientos y de ahí venía su comentario, pero también me sentí enormemente agradecida y preferí quedarme con esa sensación, con esa calidez tan acogedora, por encima de cualquier otra cosa. —Claro que no, cielo. Muchas gracias —le dije en voz algo baja, dedicándole una sonrisa con la que quise transmitirle todo aquel agradecimiento que estaba sintiendo hacia ella, por querer disminuir mis inseguridades sin dudarlo incluso si no era plenamente consciente de ello. Luego la conversación siguió girando alrededor del plan que nos habíamos montado, pues Anna propuso que nos fuésemos sorteando las diferentes tareas cada semana y, en lo que a mí respectaba, me pareció una excelente idea. Asentí con la cabeza, apoyando la misma, pero luego escuché la respuesta de Anna al intento de molestarla de Kakeru y, por supuesto, la sangre volvió a subirme de golpe a las mejillas. >>¡N-nada de eso! —exclamé, negando rápidamente con la cabeza—. ¡Estoy segura de que tus almuerzos estarán muy ricos también, Annie! —y lo creía firmemente, incluso si en un principio podía parecer que lo decía para intentar minimizar lo que a mí me correspondía. La cuestión es que Kakeru hizo un nuevo comentario al respecto y, que me perdonasen todos los dioses, pero ver a Anna avergonzándose de esa manera hizo que prácticamente olvidase que yo estaba igual. Mi propio rubor retrocedió y miré a la chica con una expresión divertida, aunque decidí no comentar nada más al respecto y cambiar de tema para mantener la armonía. >>Bueno, es bonito que tengáis un día fijado para veros todos, la verdad~ —añadí con voz tranquila, tras haber soltado también una risilla por el comentario del muchacho, y después le presté mi atención a Kohaku, asintiendo con la cabeza ante su respuesta—. ¡Suena divertido! Seguro sale algo interesante~. A mí me ha tocado con dos alumnos que no conozco mucho, pero ya casi lo hemos terminado por suerte. Vamos a hacer un informe escrito, pero le vamos a añadir un par de pistas musicales y así, para que no sea muy aburrido. Seguí comiendo un poco más y me giré de nuevo hacia Anna, recuperando la sonrisa amable que solía tener con más frecuencia, pero con un extra de emoción contenida. >>¿Y tú, Annie? Kashya me ha contado que vais a bailar para el vuestro. ¡Eso está genial!
Me había sorprendido un poco notar que Kakeru, en mayor o menor medida, había captado mis intenciones. Sabía que no tenía un pelo de imbécil y que, de hecho, en ese sentido nos parecíamos bastante; no veíamos redes claramente, con sus nombres específicos y conexiones, eran más bien... sensaciones. Colores arrastrados por la brisa o el agua, que venían en idiomas incomprensibles. Información, a fin de cuentas, que podíamos usar con buenas o malas intenciones, o sencillamente ignorarla. Muchas veces uno caía en la última opción. Pero Kakeru, me daba a mí, era más de la primera. Supuse que algo de cacao mental iba a generar, pero me conformaba con la pequeña certeza de que sería pasajero. Además, la alegría tan cristalina de Anna siempre mejoraba el ambiente. Logró tranquilizar a Emily, me di cuenta, e incluso si ella no, era irrelevante. Ostentaba esa clase de poder y sabía que lo seguiría usando de manera consciente o no. Quizá lo llevara escrito en la mismísima sangre, mucho más que nosotros. No, de hecho estaba seguro de eso. El aporte de Anna a la idea de los jueves me pareció bien, a Kakeru igual, y con eso, el tema quedó zanjado. La conversación siguió fluyendo mientras yo acababa mi almuerzo, los idiotas de turno volvieron a picarse y noté el sonrojo de Anna, pero por supuesto hice como si no. Casi al mismo tiempo cayó Emily en efecto dominó y ya tuve que tragarme la sonrisa. Me hacía un poco de gracia cómo lucían tan diferentes, pero al mismo tiempo ser tan parecidas. Era un problema. Daban muchas ganas de molestarlas, oye. Luego hablamos de nuestros proyectos. Oí a Emily con atención, y deslicé la mirada hacia Anna cuando le pasó la pelota. La muchacha tragó el último bocado de comida y depositó los palillos dentro del bento vacío. —¡Sip! No sé muy bien cómo llegamos a la idea, creo que fue de Kashya de hecho, y me alegró convencerlos de bailar todos juntos ¡porque qué vergüenza, si no! Ayer pillamos el salón de actos para empezar a practicar, de hecho, ¡tuvimos DJ profesional y todo! Había mirado a Kakeru al decir aquello, y el muchacho se limitó a reírse suavemente. Anna había entrado en modo radio, así que siguió. —Vamos a hacer una coreo de k-pop y ver cómo nos las arreglamos con una pieza de música clásica. Bueno, música clásica moderna, porque no es clásica clásica. O sea, no es como del mil ochocientos, ¿me entiendes? Pero simula a música clásica. Se había enredado de lo lindo, venga. Básicamente la dejamos para ver hasta dónde desembocaba su idea y, para sorpresa de nadie, derivó donde había empezado. Aproveché para revisar la hora en mi móvil y, tras alzar la mirada, noté que Kakeru me estaba viendo. Medio nos comunicamos telepáticamente o algo, y entonces el muchacho puso las palmas sobre la mesa. —Bueno, ya deberíamos ir volviendo, que falta poco y tenemos un trecho hasta nuestras clases. Juntamos nuestras cosas en lo que Anna seguía parloteando, y ya con eso listo, emprendimos el regreso. Anna se había enganchado al brazo de Emi mientras le hablaba de la canción de k-pop y no sé qué más, y por ello, quedaron un poco atrás. Kakeru había volteado a verlas y enderezó el cuello con una sonrisa. —Es feliz aquí, ¿cierto? —murmuró, bastante al aire, pero supe que me hablaba a mí. No me llevaba muy bien con ese tipo de conversaciones, pero tampoco podía negarlo. El problema era que Kakeru no lo sabía. —Sí, lo es. No sabía todas las razones por las cuales eso era cierto. Contenido oculto ya lo hablamos por wha but then again, i really enjoyed este almuercito, thanxs bebi <3 y perdona por todos mis mini ficazos unu
—Puedes inscribirte en los dos, si te apetece y son cosas que te gustan; yo estoy en tres clubes. Es bastante trabajo, claro, pero también es divertido, porque son cosas que disfruto hacer —expliqué, manteniendo el mismo tono tranquilo que había usado todo el rato, pero acompañándolo en aquella ocasión de una sonrisa que pretendía animarla. Al fin y al cabo, ¿para qué elegir cuándo se ponía tener lo mejor de dos mundos? ¿O no~? Mientras avanzábamos por el patio norte en dirección al invernadero, la chica me contó un poco más sobre sus orígenes y como es que ahora se había apuntado a la escuela cuando ya llevaba un tiempo viviendo en Japón, información que por supuesto escuché con toda mi atención y a la que fui asintiendo de vez en cuando. >>Aquí hay muchos extranjeros, varios de Estados Unidos además... ¡quizás podáis haceros amigos! Yo vivo en Suginami. He nacido y me he criado ahí, ¡ningún cambio de aires para mí! —bromeé, con aire liviano. Así, entre conversaciones distendidas, finalmente logramos llegar al invernadero, y no pude evitar que una sonrisa orgullosa se me plantase en el rostro mientras daba una vuelta sobre mí misma para señalarle el lugar en su extensión. >>¡Aquí estamos, en el invernadero! ¿Qué te parece? ¿A qué es bonito~?
Contenido oculto ya la había declarado la canción de los almuercitos el almuerzo anterior, Y AHORA REAFIRMO Parpadeé por reflejo cuando Emily me dio el golpecito en la frente, pero no me moví de sus ojos y acabé esbozando una sonrisa enternecida al ver el ligero sonrojo que, otra vez, le alcanzaba las mejillas. Qué tonta era, aún poniéndose nerviosa conmigo. Todo iba de la mano con la vulnerabilidad y las inseguridades, lo sabía; después de todo, era la misma chica que se hacía cacao mental sobre si invitar o no a la gente a comer con ella. Suponía que a todos nos pasaba en mayor o menor medida, eso de encontrar un reflejo distorsionado en el espejo. Nos veíamos peores de lo que éramos, ¿verdad? Por eso nos resultaba mucho más fácil apreciar el valor de los demás. Y por eso era importante rodearnos de las personas correctas. Esas que limpiaran el espejo una y otra, y otra vez, las veces que hicieran falta. —Claro —respondí con simpleza, sin perder la sonrisa y haciendo de cuenta que no había notado su sonrojo—. Me encantaría ir a tu casa, Em. ¡Puedo jugarle la revancha a Fred, además! No sé de qué, ¡pero no importa! Luego comenzamos a recorrer los pasillos y yo me quejé de la paz que había, mira el coraje. Emi me picó el costado, arrancándome una risilla y haciéndome dar un saltito, antes de que siquiera pudiera defenderme. —Eh, eh, la Anna aburrida y la Anna hiperactiva no son... ¿cómo se dice? ¿Mutuamente excluyentes? Bueno, eso, muchas veces vienen de la mano, ¡así que ambas son peligrosas! —Apenas barajó la posibilidad de que los de tercero nos hubieran olvidado, la miré con el ceño muy fruncido—. Noooo, ¿te imaginas? Ahí sí que me ofendo. ¡Anna aburrida, hiperactiva y ofendida! ¡Qué desastre! Estábamos alcanzando la planta baja cuando Emi mencionó algo de un campamento, lo cual obviamente despertó mi curiosidad y la miré, entre confundida e ilusionada. Mi cara ya demostraba que no, no había oído nada al respecto. Fuimos hasta la máquina expendedora y empecé a recoger las bebidas para los cuatro. —Me gustan mucho, sí —acordé, asimilando la idea, y con todo entre los brazos retomamos el camino; fue entonces que pasamos frente al tablón y me detuve, leyendo el anuncio principal a velocidad—. ¿Hay un campamento la semana que viene? ¡¿Y es en el bosque de Totoro?! La sonrisa me abarcó el rostro entero y miré a Emi, cada vez más emocionada. Se me escapó una risa, empecé a dar saltitos en el lugar y seguimos hacia el invernadero. —¡No sabía nada! ¿Hacen campamentos todos los años? ¿Y siempre son ahí? ¡Siempre quise ir a ese bosque! Pero me quedaba muy lejos de casa y luego medio lo dejé estar, incluso al transferirme aquí. ¿A ti te gustan los campamentos, Em? ¡Espero que los chicos quieran ir! Sería muy divertido si estamos todos juntos. Ah, la hermosa verborragia. Para cuando estaba terminando de hablar, acabábamos de cruzar la puerta del invernadero y nos encontramos a los muchachos en el pasillo, encima de una planta. Voltearon hacia nosotras apenas vernos y fue Kohaku quien habló. —Asumiré que hablaban de nosotros. ¿Ir adónde?
Sabía que no tenía mucho sentido avergonzarse por algo así delante de Anna, que no tenía nada de malo admitir que quería invitar a una amiga a mi casa para pasar el tiempo juntas, pero a aquellas alturas ya había asumido que no podía controlar del todo lo que lograba avergonzarme y lo que no, así que simplemente me quedaba asimilar que seguiría sucediendo y esperar a que se me pasase cada vez. Para mi fortuna, Anna no pareció querer aprovecharse de todo el material que le estaba dando para burlarse de mí, y lo agradecí enormemente en mi interior, pues me permitió recuperarme relativamente rápido de todo el asunto. Asentí con la cabeza ante sus palabras, dedicándole una sonrisa ligeramente más divertida al escuchar lo de la revancha contra Fred, y continuamos nuestro camino mientras seguíamos con la conversación. Todo el asunto de las diferentes Annas logró mantenerme la sonrisa divertida sobre los labios, pero no fue hasta recibir su reacción por la posibilidad de que los de tercero nos estuviesen dejando de lado que no se me escapó una carcajada, genuinamente entretenida por todo el acto. Aunque, la verdad sea dicha, a mí también me ofendería mucho de resultar ser cierta aquella teoría. —No me gustaría tener que vérmelas con esa Anna, así que rezaré para que los de tercero no sean tan... poco inteligentes —acabé por dar como única respuesta, encogiéndome de hombros con una mezcla entre indiferencia y aún algo de diversión. Sea como fuere, después la conversación se tornó hacia el posible campamento, y realmente no hizo falta nada más que mencionar la posibilidad para notar el entusiasmo de Anna ante la idea. Su emoción me suavizó la expresión por completo, sin poder evitar mirarla con una sonrisa enternecida, y casi como si lo hubiese invocado, ambas nos percatamos del anuncio en el tablón mientras recogíamos las bebidas de la máquina, confirmando las sospechas y rumores de dicho campamento. Mi sonrisa se ensanchó aun más ante la explosión de energía de la chica, apenas dándome tiempo a asentir un par de veces con la cabeza a sus primeras preguntas, y seguimos hacia el invernadero mientras ella seguía con su verborrea. Era adorable, honestamente, y no tenía intención alguna de interrumpirla, así que para cuando finalmente me dispuse a contestar algo de todo lo que me había dicho, ya habíamos alcanzado el interior del lugar y nos habíamos topado de frente con Kohaku y Kakeru, haciendo que inevitablemente se uniesen a la conversación. >>El campamento que va a organizar la academia —le contesté a Kohaku, aprovechando el impulso para acercarme a ambos y levantar la mano a modo de saludo, sonriente—. ¿Habéis visto el anuncio? —después de decirles aquello, sin embargo, me giré de nuevo hacia Anna, manteniendo la sonrisa de ojos cerrados—. Y nunca he ido a un campamento, pero me gusta mucho la idea... sobre todo si es un campamento con amigos, como vosotros.
Kakeru había aparecido en mi clase a primera hora de la mañana, llevaba la bolsa llena de bentos y básicamente me pidió opinión de amigo. Hasta entonces había olvidado el asunto del almuerzo de los jueves, pero al parecer él no y Anna tampoco, ya que lo habían organizado juntos. También habían apostado por que no lo recordaría y, a juzgar por la alegría del muchacho, supe al instante cuál de los dos me tenía poca fe. Y lo bien que hacía. Conversamos brevemente, le di el visto bueno a la comida y me avisó que iríamos directo al invernadero, que Anna se encargaría de buscar a Emily. Aquello me lo soltó ya saliendo de la clase, a las apuradas por la campana que acababa de sonar, así que tuve que aguardar hasta el mismo receso para preguntar la razón. Otra risa. Al parecer no había sido yo el único objetivo de sus apuestas. Kakeru me conocía bien y Anna lo hacía con Emily, parecía un buen balance. —¿Dicen que Emily lo haya olvidado? —cuestioné, pensativo, llegando al invernadero. —A mí también me pareció raro, pero An dijo que, de no ser el caso, Emily ya le habría hablado con mucha anticipación para organizar todo. Bueno, tenía su punto. Ambos habíamos caído en las trampas de estos dos diablillos, ¿eh? Kakeru soltó una risilla inofensiva y se adelantó un poco, distrayendose entre las flores. No los había conocido a él y a Anna como pareja, no realmente, pero verlos siendo amigos me hacía preguntarme una y otra vez qué podía haber salido tan mal para que se fueran al carajo. Kakeru empezó a hacer preguntas sobre las plantas y estábamos muy enfocados en la flor de una hortensia cuando las voces de las chicas nos alcanzaron. Bueno, de Anna para ser precisos. Desviamos nuestra atención hacia ellas, Kakeru les sonrió y yo pregunté, a lo cual recibí respuesta por parte de Emily. Ah, sí, el campamento. Había visto el anuncio colgado en el tablón por la mañana, pero no lo había hablado con nadie realmente. —Uff, ¿un campamento? —bufó Kakeru, que miró a Anna y luego a Emily—. Dime que tú eres chica de ciudad como yo, que entre estos dos no saco ni uno. —Qué quejoso —replicó Anna, inflando el pecho de orgullo—. Agradece que tienes a dos bichos de la naturaleza para que hagan todos los trabajos desagradables por ti. Solté una risa suave, sin ver la necesidad de intervenir en su afrenta. Kakeru tenía razón, quizá no diera la pinta pero sí me sentía increíblemente cómodo entre la naturaleza. —¡Listo, lo dijo! —Kakeru alzó las manos, retrocediendo brevemente—. Listo, listo, ya está, ahora Anna recogerá toda la leña y matará todos los bichos. ¿Estamos de acuerdo? —Absolutamente —concedí, porque para eso sí era rápido. Anna picó el anzuelo y se le fue encima, y cuando quise acordar ya estaban yendo hacia la mesa mientras discutían, él la picaba, ella refunfuñaba y ambos se reían. Pensé lo mismo de siempre y, como siempre también, no dije nada. Quizás en cierto punto me viera reflejado en Kakeru, o quizás ese fuera precisamente su poder. De cualquier forma, era bastante astuto. —Bueno, vamos a seguir a los críos —dije hacia Emily, sonriendo, y empecé a caminar—. Tienes razón, ir al campamento todos juntos suena muy divertido. No lo había pensado, pero ahora me hace bastante ilusión la idea. Contenido oculto bueno, por acá cierro con los niños :( me dio mucha penita que el timing no contribuyera but oh well, estuvo cortito yet nice <3
A pesar de que Anna había logrado tranquilizarme bastante con sus palabras de hacía rato, no podía negar que los nervios habían vuelto a atacarme poco antes de entrar al invernadero. No era que pensase que alguno de los chicos iba a decirme algo al respecto, ni mucho menos, pero tampoco podía ignorar la vergüenza que me seguía dando haber olvidado la cita y, no lo sé, pensé que quizás serían capaces de notarlo solo con mirarme durante un segundo. No fue el caso en absoluto, por supuesto, y es que fue imposible no sentir como una especie de liviandad aliviadora me alcanzó el cuerpo al poner un pie dentro del invernadero. Los muchachos estaban observando unas flores de lo más tranquilos, se veían honestamente adorables, y se acoplaron con tanta facilidad a la conversación que Anna y yo estábamos teniendo, que casi parecían haber participado en la misma desde que dio inicio. —Bueno, soy más de ciudad... —admití, asintiendo un poco con la cabeza ante la pregunta de Kakeru—. Pero el campo una vez al año, no hace daño —sentencié finalmente, encogiéndome de hombros con una ligera sonrisa divertida. Después, de todas formas, el moreno siguió molestando a Anna y ella, como fácilmente se podía predecir por su carácter, cayó de cabeza en la trampa. También me quedé algo atrás para observarlos mientras se alejaban, con la sonrisa suavizándose hasta el punto de lo estúpido. Por supuesto, yo tampoco los había visto alguna vez siendo pareja, pero Anna me había contado, y había podido verlo en sus ojos: lo mucho que Kakeru le importaba; y se veía que el sentimiento era recíproco. Así que, también me alegraba mucho por verlos tan... bien juntos. >>Sí, vamos~ —le dije a Kohaku en cuanto lo escuché a mi lado, girando la cabeza para dedicarle parte de la sonrisa antes de caminar a su lado—. ¿Verdad? Ya tenía ganas de ir, pero si vamos todos juntos... creo que nos lo vamos a pasar muy bien~ Iba a ser un día para recordar, estaba convencida de ello. Contenido oculto lo mismo digo, aunque fue poquito siempre es un placer rolear con tus niños siendo softie pies <3 and of course, tenía que hacer un post más para cerrar uwu
El comentario de las cinco estrellas a mi servicio me hizo sonreír con cierta cuota de orgullo, aunque por supuesto todo siguió siendo parte del teatro y no mucho después me permití relajar el semblante, recuperando al mismo tiempo la... seriedad, digamos, que seguir con el tour requería. El punto de mayor interés para el pelirrojo pareció ser el cerezo del patio norte, y en un principio no me sorprendió demasiado (pues era realmente grande y bonito de ver), pero sí que llamó ligeramente mi atención el hecho de que se quedase tan prendado de ello; de nuevo, nada en lo que me fuese a meter, de todos modos. —¿El club de arte? Oh, tiene que ser divertido. La líder es Akaisa-san, si no me equivoco, va a la 3-3. Yo estoy en el club de música, y tengo una amiga que está en el club de teatro, ¡pueden ser buenas opciones, si no os gustan los deportes! También hay uno de lectura y de fotografía, muy tranquilitos, y uno de baile... Y si no, supongo que siempre está la opción de crear uno desde cero. En lo que les explicaba aquello, nuestros pasos finalmente alcanzaron el exterior del invernadero y no me hice demasiado de rogar antes de guiarlos al interior del mismo. El lugar era precioso, eso nadie lo iba a negar, y nada más poner un pie dentro uno se sentía teletransportado a otro lugar; entendía perfectamente porque todos los alumnos nuevos tenían cierta tendencia a querer visitar aquella instalación a la primera oportunidad posible. >>También está el club de jardinería, claro, aunque supongo que hay que tener bastante maña para tratar con todas estas plantas... Y hablando de maña, al final de la sala vi a una chica morena regando unas flores con todo el cuidado del mundo. No parecía haberse dado cuenta de nuestra presencia, abstraída como se le notaba en la tarea que tenía entre manos, y no pude evitar girarme para hacerles una señal de silencio a los chicos. Pensé que sería una pena romper su burbuja de paz, vaya.