Exterior Invernadero

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Amane

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    —Se ha portado muy bien, senpai~ ¡Y creo que le caigo un poquito mejor!


    Al fin y al cabo, había podido notar como el chico se relajó un poquitito con la broma del equipo de fútbol al reconocer que conocía a mucha gente de tercero y que luego incluso nos acompañó a Anna y a mí hasta la clase. Bueno, tampoco había que ser ninguna mente maestra para ver que Haru solo era muy reservado, pero que eso no significaba que era mala persona, ¿verdad?

    Sea como fuere, finalmente después de un rato me digné a girarme para poder mirar al chico y asentí un par de veces con la cabeza, con un ligero mohín de labios. En realidad era una chica muy simple, bastante normal, así que claramente entraba en el extenso grupo de personas a las que la lluvia les daba sueño, sobre todo un lunes en la escuela. Llevé después la mirada hacia el techo, fijándome en las gotas que caían contra el mismo, y ladeé un poco la cabeza cuando volví a centrarme en él.

    >>Quizás~ ¿Quieres venir y así te lo cuento mejor? —no hubo realmente ninguna intención extraña en mis palabras, seguí hablando con la misma suavidad de siempre, y me giré un poquito para señalar el agua hirviendo con la mano—. Además, creo que al final sí que voy a necesitar un poco de ayuda con el té~
     
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    Gigi Blanche

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    Solté una risa ligera al oír de su boca, con tanta emoción, que al parecer le caía mejor a Haru. Ojalá haber sido mosca para verlos charlar fuera de mi presencia, de verdad. No dudaba que Emily contara con la habilidad de ablandar al menos un poquito sus resistencias, pero vamos, eso no le quitaba el encanto a la situación. En especial con lo parco que era Haru.

    —Mis felicitaciones, entonces, Hodges-san. No es fácil conseguir el favor de Haru, ya te lo digo yo.

    Aunque eso era un poquito hipócrita teniendo en cuenta que, de hecho, no me había tomado mucho tiempo conseguir que hiciera lo que quisiera. Pero bueno, digamos, para el público promedio sí que lo era. Igual estaba bastante al tanto de lo que una cara de angelito podía lograr y así no me inflara el orgullo ni ninguna mierda similar, era consciente de sus utilidades y de tanto en tanto me valía de ellas. Lo había hecho con Natsu también, en su momento, y en líneas generales me salvaba de unas cuantas broncas en la calle.

    Recibí sus ojos a la distancia y suavicé la sonrisa apenas notar el mohín que estaba haciendo, sin agregar mayor cosa. Luego elevó su atención al techo, yo la seguí mirando unos pocos segundos antes de imitarla y entonces habló. Ah, bueno, ¿haciéndose la interesante? El semblante se me manchó de diversión y me incorporé sin poner pegas, porque mira, me había frenado de ir pero si ella me invitaba no le haría ascos a la idea. Fui hasta su lado con pasos tranquilos y le eché un vistazo a la mesa, antes de verla de soslayo.

    —Bueno, soy todo oídos —murmuré, alzando las manos junto a una sonrisa de lo más inocente—. Espero por tus indicaciones, sensei~

    ¡Y no me olvidaba del chusmerío, eh!
     
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    Amane

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    Me sonreí con cierta cuota de orgullo, llevándome las manos a la cadera y todo, cuando Kohaku me felicitó por haberme ganado el favor de Haru. No diría que había sido tanto, pero desde luego había sido un paso en la buena dirección, y puede que hubiese intercambiado solo dos palabras con él, pero ya se sabía que tenía casi una necesidad por caerle bien a toda persona que conociese, de intentar colarme en sus defensas para que ayudarlas si alguna vez lo requerían.

    Era lo único que sabía hacer, también.

    Lo seguí después con la mirada, mientras se acercaba a mi posición, y sonreí con cierta suavidad cuando llegó finalmente, fijándome en su gorro un par de segundos antes de volver la vista al frente. ¿Necesitaba realmente ayuda o mi sexto sentido se había activado por mucho que el chico hubiese intentando disimular su ansiedad por encargarse del té? Oye, quién sabe~

    —¡Ah, sensei! Qué bien se escucha~ —comenté, llevándome las manos a las mejillas, para soltar una risilla justo después.

    Le hice una señal para que me esperase ahí un momento y me alejé hacia la mesa, donde había dejado los almuerzos, prácticamente dando saltitos. Abrí el pañuelo y, ya de paso, aproveché para dejar las cajas delante de cada silla. La cuestión era que había traído parte del té que él mismo me había dado hacía no mucho y pues cogí la bolsita justo antes de volver a su lado y dársela, con una repentina seriedad completamente impostada.

    >>Muy bien, aquí tienes. Ponlas en el agua cuando creas que está preparada, ¡a ver si sabes darte cuenta! —relajé la expresión justo después de decir aquello y me llevé las manos a la espalda en cuanto las tuve libres—. Por cierto, ¿qué días exactamente has faltado? Para recordar los chismes~
     
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    Gigi Blanche

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    Se notó que el apodo le había gustado y sonreí con calma, repasando la cuota de emoción en su semblante. Mira, que si de veras le hacía ilusión no tenía ningún problema en seguir usándolo. Seguí sus movimientos en silencio, obedeciendo en cuanto me indicó que me quedara quieto, aunque aproveché su distracción a la distancia para echar un vistazo al agua hirviendo, las tazas que había elegido y tal. Se veía todo... en orden.

    Apenas regresó junto a mí y depositó la bolsita en mis manos se me escapó una risa suave, sin malicia ni nada. Había olvidado por completo que le había regalado un poco de té y los recuerdos, no sé, se me revolvieron con cierta cuota de amargura al centro del pecho. Nada terrible, nada que no me dejara dormir o fuera a cambiar algo en mi comportamiento habitual, pero sí que me había dolido un poquito que Natsu rechazara el té que le había preparado. Era probable que me doliera cualquier rechazo del estilo, cuando esos puñados de hojas o flores deshidratadas se enlazaban directamente con lo que más amaba hacer. Pero bueno, nada que hacerle. Entendía que no todos tenían por qué entenderlo todo, por más enredado que sonara.

    Recibí sus indicaciones y me tragué la mofa, porque claramente jugaba conmigo. Le sonreí un momento antes de inclinarme en su dirección, para estirar el brazo y alejar el agua del fuego. Luego regresé a mi espacio como si nada y empecé a desatar la bolsita sobre la mesa.

    —Hmm. Miércoles, jueves y viernes. Bueno, el viernes pasé el receso aquí, pero supongo que no cuenta. —Fui apretujando las hojas secas dentro de los infusores, de cierta forma siempre me había resultado satisfactorio el crujido que hacían—. Así que eso, tres días.

    Cerré los infusores y los eché dentro de las tazas, volviéndome para sonreírle.

    —¿Quieres miel o algo en tu té, Hodges-san?

    Si al final había terminado haciéndolos yo, venga.
     
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    Amane

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    No tenía realmente ni idea de lo que había pasado el viernes durante el receso, cuando se apareció en el patio para tocar la guitarra y Cayden se acercó a él. No tenía idea, pero realmente no me importaba en absoluto, porque solo había que verlo por más de dos minutos para darse cuenta que, fuese lo que fuese, había servido. Que estaba de nuevo ahí, con nosotros, y que estaba mucho mejor y más animado. No que pudiese poner la mano en el fuego, porque realmente nunca se sabía con él, pero quería creer que mis alertas seguían en orden y que podía fiarme de ellas.

    Seguí todos sus movimientos con la mirada, sin poder ni pretender esconder el alivio que se extendía por todo mi rostro por saberlo ahí a mi lado, y solo fui respondiéndole a sus palabras con movimientos de cabeza: asentí para hacerle saber que le seguía cuando me dijo los días que había faltado y negué con la cabeza cuando me preguntó si quería miel en el té. Esperé después a que terminase de servir las bebidas y, en eso sí que no permitiría réplica, me encargué de llevar ambas tazas hacia la mesa. Por turnos, claro, no estaba tan loca.

    Luego abrí los bentos con toda la tranquilidad del mundo y le dediqué una sonrisa mientras cogía mis palillos, a la espera de que hiciese lo mismo y, pues, que probase bocado para ver si le gustaba o no. Aproveché ese momento para rememorar lo que había pasado los últimos días, ladeando un poco la cabeza y llevándome los palillos hacia la comisura de los labios.

    —Pues el miércoles estuve dedicándome al proyecto porque no había ayudado mucho a mis compañeros y... ¡oh! En la biblioteca creo que vi a Sugawara-senpai entrando con Akaisa-senpai, eso fue curioso. Y, ¡ah, ah! El jueves llegó un chico nuevo a mi clase, Graham-san, es amigo de Dunn-senpai, y dice que quiere unirse al club de jardinería. Y... no se me ocurre nada más por el momento, ya ves que he estado tranquilita estos días~
     
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    Gigi Blanche

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    Me dio por creer notar que Emily se había quedado repentinamente tranquila, y eso solía ocurrir cuando teníamos pensamientos dando vueltas que requerían de nuestra atención inmediata. Pero vaya, cada vez que le eché un vistazo a su expresión, cosa de asegurarme que todo iba bien, encontré siempre la misma alegría sosegada y pues seguí a lo mío, fluyendo ambos con la armonía que parecíamos conseguir sin excepción. Nos habíamos acomodado bastante bien el uno al otro, ¿cierto? Es decir, nos habíamos llevado bien desde el primer segundo pero ya eran varios los ratos que pasábamos solos y no percibía en el aire el menor atisbo de incomodidad o ansiedad. Eso me tranquilizaba.

    Emily se encargó de llevar las tazas a la mesa y la dejé hacer, porque bueno, ya se me ocurría que me hubiera olido la inquietud por encargarme del té y lo mínimo que podía hacer era cederle el transporte de las bebidas, ¿cierto? Fui apenas un paso detrás suyo, tranquilo, y me acomodé en mi asiento. Advertí que se quedaba a la expectativa de mi opinión, claro, ya me había acostumbrado a aquello, así que no la hice esperar. Tomé los palillos, recogí algo de comida bastante combinada y por la pura gracia me mantuve serio hasta tragar. Había cerrado los ojos y todo, de lo más concentrado. Al buscar sus ojos ya me fue imposible mantener el teatro y solté el aire por la nariz, sonriendo ampliamente.

    —Está muy rico, Hodges-san, como siempre, gracias~

    Luego atendí a la información que me proporcionó. No, si cuando quería era un chusma de primera categoría. Alcé las cejas, entre sorprendido y curioso por saber que Haru había andado con Akaisa. Recordaba que lo había mandado a disculparme con ella, pobre, pero lo conocía. Sabía que si se le antojaba era capaz de reducir el intercambio a, máximo, dos oraciones. Vaya, vaya, ¿habría algo que debiera saber~?

    —Ah, sí, lo conocí hoy, de hecho —respondí a lo del amigo de Cay Cay, asintiendo—. Pobre, estaba todo empapado. Anna también. Dios, si son como niños.

    Obviamente lo había dicho sin la menor pizca de maldad. Aleck parecía bastante majo de lo poco que lo había visto y quizá no me diera la neurona nunca para decírselo a alguien, si acaso era yo consciente de ello, pero me alegraba un montón saber que Cayden había recuperado un amigo vete a saber de dónde. No sólo porque se los mereciera, sino porque sentía que genuinamente los necesitaba. Yo andaba bastante bien con la mera compañía de mi alma, ¿pero él? Y vaya, ni aunque quisiera me daría la vida para cuidarlo a tiempo completo.

    —También sabía que quiere unirse, sip. Así que bueno, tendremos que darle una bienvenida a la altura, ¿no crees? Podríamos preparar un almuerzo especial o algo así un día de estos.
     
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    Amane

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    Me quedé bien atenta a su expresión en cuanto se llevó algo de comida a la boca, impostándome casi la misma seriedad que él había adquirido; claro que sabía que era puro teatro para añadirle emoción al asunto, así que no tuve mucho problema en seguirle el juego. Aun sí, la alegría que sentía al recibir su confirmación de que estaba bueno seguía siendo tan genuino como las otras veces.

    Escuchó con toda la atención del mundo lo que le estuviese contando, aun cuando en realidad tampoco estaba soltándole los chismes más interesantes de la academia, y me quedé atenta a sus respuestas mientras comenzaba a comer también de mi propio almuerzo. En realidad era una pena que no anduviese enterada de cosas más emocionantes de las que hablar, como lo de la azotea o... cualquier asunto relacionado con los de tercero, la verdad. ¡Pero era lo que había!

    Solté una risilla ligera cuando dijo que tanto aquel chico como Anna habían aparecido empapados por la mañana porque, en serio, no me sorprendía en absoluto. Es decir, no conocía tanto a Aleck como para saberlo, pero sí que me daba la sensación de que era el mismo tipo de extrovertido que Anna y a ella sí que resultaba que la conocía un poquito más. La cuestión es que luego dijo lo de hacer un almuerzo especial para darle la bienvenida y casi pegué un salto en la silla, repentinamente emocionada.

    —¡Ah! ¡Esa es muy buena idea, senpai! Podríamos hacer como una pequeña fiesta del té o algo, con postres y todo. Podemos decirle a Annie que venga, seguro se trae a Sonnen-senpai también, ¡y le decimos a Dunn-senpai también! ¿Qué te parece?

    Además, en parte se lo debía por haberle rechazado el tour y haberle hecho sentir mal creyendo que me habían molestado o quitado tiempo. ¡Y, venga, seguro que nos los pasábamos genial! Y si se me iba un poco la pinza, hasta me veía capaz de decorar el sitio para la ocasión o algo.
     
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    Gigi Blanche

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    Podría haber apostado que a Emily iba a gustarle la idea del almuerzo especial, la verdad, si esa niña parecía diseñada para mimar y cuidar de los demás. Bien podía calificar en milagro que a mí me hubiera caído la ocurrencia, pero en ella era moneda corriente y hasta el más idiota lo vería. ¿Cuántas veces llevaba ya comiendo de sus almuerzos? Casi que me estaba habituando, si ayer por la noche mamá me preguntó si me empacaba algo de estofado para hoy y le había dicho que no, que estaba bien. Aquí entre nos, los estofados no me volvían loco, pero es que además sabía que, si así lo quería, Emily tendría comida para mí. Y esas certezas tenían que valer oro, de verdad.

    Una fiesta de té sonaba más que bien. Ella podría encargarse de los postres, no lo dudaba, y yo, bueno, del té. Podíamos invitar a varios amigos, sí, y pasar algún receso en el invernadero. Bueno, para darle la bienvenida a Aleck, decíamos, y sonaba más a una quedada de amigos, pero a nadie iba a molestarle. Además, hacía mucho tiempo que no veía a Altan, ¿no?

    Asentí un par de veces, contagiado de su entusiasmo, y la sonrisa me hizo cerrar los ojos.

    —Sí, suena genial. ¿Para cuándo podríamos organizarlo? ¡Oh! —Me giré de repente, repasando las parcelas de flores, y tuve una idea. Me volví hacia Emily—. ¿Quieres venir a casa un día de estos? Dentro del bosque que linda con el santuario hay un claro lleno, pero lleno de dientes de león.

    Los recuerdos se solaparon con la realidad. Los rayos de sol empañando el paisaje de un velo dorado, el canto distante de las cigarras y las pequeñas manos de Chiasa manipulando los tallos de las flores. Le sonreí a Emily, suavizando la voz, aunque todo seguía lleno de una alegría sosegada.

    —Y sé cómo hacer coronas con ellos.
     
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    Amane

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    Sinceramente, no me paré a pensar en ningún momento que, de alguna extraña manera, habíamos intercambiado los papeles durante un par de segundos y que la idea de hacer un almuerzo de bienvenida para Aleck era algo que me hubiese pegado pensar desde el principio. Al fin y al cabo, era consciente de mi tendencia a querer ayudar a los demás, pero desde luego desde fuera lo veían con mucha más claridad e intensidad de lo que yo nunca lo haría.

    No creía que fuese para tanto.

    De todas formas acabé prácticamente apoderándome de la idea, extendiéndola hasta el punto de lograr transformarla en una reunión de amigos, y Kohaku lo aceptó con casi el mismo entusiasmo que yo mostré, consiguiendo así solo emocionarme más por todo el asunto. Me preguntó entonces para cuando podríamos organizarlo y quise responderle con alguna fecha aproximada, pero pareció recordar algo en ese momento y acabé callándome a la espera.

    Obviamente lo último que hubiese esperado era justamente una invitación a su casa y, venga, sabía que no era la gran cosa teniendo en cuenta que el primer día que nos conocimos ya me invitó a visitar el santuario de su familia y que acepté sin ninguna clase de problema. La cosa era que, no lo sé, había pasado ya un tiempo desde aquello, también habían pasado muchas cosas, y no pude controlar el sonrojo que me lanzó a las mejillas con la propuesta.

    Le aguanté la mirada lo suficiente para recibir su sonrisa, aunque no mucho después tuve que apartarla y centrarme en la comida de mi bento, más concretamente en los granos de arroz con los que comencé a jugar de manera distraída. Me iba a tener que disculpar por reaccionar así, pero yo seguía siendo una chica japonesa y él seguía siendo un chico mayor que me estaba invitando a su casa, tampoco podía controlarlo.

    —M-me gustaría mucho, senpai...

    Igual era obvio que, a pesar de la vergüenza inicial, iba a aceptar sin dudar ni un poquito, igual que sabía que pasaríamos un día muy lindo cuando fuese incluso si, seguramente, estuviese terriblemente nerviosa los primeros minutos.

    Carraspeé un poco, intentando volver a la normalidad, y aunque noté que seguía con un ligero rubor por los pómulos, pude volver a buscar su mirada con algo más de seguridad y dedicarle una sonrisa, algo tímida pero sonrisa al fin y al cabo.

    >>¿Me enseñarás a hacer coronas también? Me parece de lo más lindo saber hacerlas~

    pero bueno ko-chan me querés MATAR de ternura vos
     
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    Gigi Blanche

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    Parpadeé, ligeramente sorprendido al denotar el sonrojo que comenzaba a teñir sus mejillas, pero no hice ni dije nada al respecto. A ver, que yo a veces pecaba de confianzudo y si me descuidabas cinco minutos ni japonés del todo parecía, aunque no siempre ni bajo las mismas circunstancias se daba así. El caso era que no recordaba haber tenido mayor problema nunca de invitar amigos a casa y quizá me había acostumbrado a la tonta de Anna, que con su desfachatez de extranjera aún siendo menor que yo se aparecía por el santuario con una bolsa de bollitos y le preguntaba a mi abuela qué tal iba todo, si le dolía la espalda o lo bonito que le había quedado el jardín.

    Pero bueno, Emily era más introvertida, eso lo sabía desde el día uno, y no pensé nada particular del sonrojo. Sólo la había pillado con la guardia baja y ya, no la culpaba. Era el primero en reconocer que a veces parecía comportarme como dos personas diferentes y todo lo que le había contado precisamente en el invernadero, en uno de nuestros almuerzos, no hacía más que confirmarlo. Incluso por fuera de mi propio tipo de infierno tendía a oscilar entre espectros extraños, desde ser un arisco a andar invitando gente a casa.

    De la forma que fuera, acabó por aceptar y con eso me bastaba. Murmuré un sonido afirmativo para hacerle saber que sí, la había escuchado, y regresé la atención a mi comida para darle algo de espacio. La verdad, estaba más que rica. Me quedé en eso hasta que la oí carraspear y la miré ligeramente desde abajo, masticando. Su sonrisa me dio a entender que ya estaba un poquito más tranquila y luego de tragar asentí de nuevas cuentas.

    —Obvio, ¿o pensabas que haría todas las coronas solo? —Sonreí divertido, incluso con una chispa ligeramente infantil, y se me escapó una risa breve—. Podemos recolectarlos y luego te enseño a hacerlas, por supuesto. Aunque, te aviso desde ya, tendrás que sobrevivir a mi abuela. Es muy buena... y muy preguntona, y ya se cansó de interrogar a An-chan así que ve mentalizándote.
     
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    Sabía más que nadie que mi reacción había sido repentina y realmente no culpaba a Kohaku por haberse sorprendido, si después de todas las cosas que nos habíamos contado y momentos que habíamos compartido aquello no era la gran cosa tampoco, pero era lo que era. Por suerte no dijo nada ni se burló como había podido hacer, y eso me ayudó bastante a que la vergüenza se pasase algo más rápido.

    Además, una vez quitado eso... ¡la verdad es que estaba bastante emocionada con la idea! Ya se había visto que no él y yo no teníamos realmente problema en estas juntos, todo se sentía super tranquilo cuando estábamos juntos, incluso cuando hablábamos de cosas... bueno, no muy ortodoxas, así que la idea de estar recogiendo flores y haciendo coronas de ellas sonaba extrañamente perfecto para que nosotros pasásemos el tiempo.

    —Eh, no sé~ Igual querías presumir de tu maravillosa habilidad haciéndolas~ —bromeé, ensanchando un poco más la sonrisa al decir aquello.

    Seguí comiendo de mi almuerzo y me paré un segundo para probar el té, que ya se tenía que haber enfriado lo suficiente para permitirme beberlo. Asentí con la cabeza cuando le di el trago inicial, como si afirmase que estaba rico, aunque en ningún momento esperé que fuese lo contrario.

    >>¿Sí? —cuestioné, con una risilla ligera ante la imagen de su abuela interrogando a Annie—. No te preocupes, creo que voy a poder con ello~ Más bien me preocupa no caerle bien... pero supongo que puedo ganármela con unas galletas caseras, ¿no? ¿O quizás sea mejor un bizcocho? Uhm...

    Venga, si no me lo iba a tomar en serio e iba a aparecer por ahí con media pastelería hecha o algo por el estilo, que ya se sabía que me ponía a cocinar cuando me entraban los nervios... ¿y qué podía ponerme más nerviosa que conocer a la familia de alguien que apreciaba? ¡Como amigo nada más! No había nada raro, ¡hubiese hecho exactamente lo mismo si Anna me llevase a conocer a sus padre o algo, eh!

    Well supongo que podemos ir cortando a estos nenes por aquí o lo que sea :o i mean, no te voy a impedir postear más si quieres, duh, pero eso (?)
     
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    Gigi Blanche

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    Me alivió notar que ya se había recuperado por completo del bochorno inicial y sencillamente dejé que la situación siguiera corriendo. Su sonrisa se ensanchó junto al comentario sobre las coronas y me quedé quieto un instante, tranquilo, antes de buscar algo de comida mientras hablaba como si nada.

    —Qué va, nunca fui un experto con las manualidades. A mi hermana le salían mucho mejor, pero tuve una gran maestra así que salí bastante decente.

    Estaba al tanto de que Emily ya sabía lo que había ocurrido, al fin y al cabo Anna había tenido pinta de no poder seguir con su vida si no me lo confesaba y acabó llamándome el sábado, luego del almuerzo. Se deshizo en disculpas y casi no me alcanzó la voz para pedirle que no se preocupara, que lo entendía y que estaba bien. No era ningún secreto de Estado, al fin y al cabo, y viendo que había alterado a la gente mucho más de lo que pretendía... Pues a asumir las consecuencias.

    De la forma que fuera, no mantenía pretensiones de nada. Probablemente todo siguiera como antes, si acaso con alguna que otra mención de Chiasa y ya. Era lo más sano.

    Le eché un vistazo al notar que bebía del té y amplié apenitas la sonrisa, decidiendo imitarla. El mío también se había enfriado lo suficiente y la escuché mientras bajaba la taza. Solté una risa breve antes de hablar.

    —Galletas, definitivamente. A mi abuela le ganas si te compras a los niños, vienen como en paquete. —De verdad, si llegaba a consentirlos incluso más que mamá—. A Hinata le encantan las galletas, en especial las marmoladas. Para mí hay más ricas, pero ni idea.

    Me encogí de hombros, echándole un vistazo a la comida, y sonreí con una cuota de diversión.

    —Te diría que no hace falta que lleves nada, pero ya te conozco lo suficiente, ¿verdad? —Ladeé apenas la cabeza, bien angelical, e incluso cerré los ojos—. A mí me gustan las de limón~

    cerrar interacciones? Keseso

    Además no podía irme de aquí sin que Ko-chan fuera una bitch
     
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    Ya sabía que la idea había sido seguir con normalidad alrededor de Kohaku, y era justamente mi tendencia a preocuparme por los demás la que me hacía entender que demostrar compasión era posiblemente la peor opción en esos casos, pero... venga, tampoco podía evitarlo. Noté como mi sonrisa se achicaba un poquito ante la mención de su hermana, y aunque logré que no fuese nada significativo, me sentí un poco mal por ello.

    Aun así lo escuché hasta el final y asentí con la cabeza, prefiriendo no añadir nada más al asunto para no ir a liarla más o algo por el estilo. Volví la vista a mi bento y jugué con un par de granos de arroz antes de llevarme un bocado a los labios, sintiendo de repente una especie de alivio recorrerme el cuerpo. Si lo pensaba detenidamente un par de segundos, ¿no era ya una noticia maravillosa que la mencionase con tanta naturalidad? Definitivamente tenía que ser algo bueno.

    Esa idea de por sí sirvió para volver a animarme, pero seguir hablando de postres y de niños la verdad es que fue la pequeña chispa que necesité para seguirle la conversación sin mayor problema. Le dirigí una especie de sonrisa culpable cuando dijo que ya me conocía, encogiéndome de hombros en el proceso, y acabé soltando una risilla cuando siguió hablando.

    —¿Limón, dices? Eh~ Supongo que puedo hacer el esfuerzo de cocinarlas... ¡pero solo porque quiero caerle bien a tu abuela, eh! No te hagas ideas raras~

    Como si no fuese a guardarme el dato en la memoria para el futuro o algo así, claro.
     
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    Juraría que fui testigo en primera fila del dilema mental que le agarró a Emily apenas traje a mi hermana a colación. Debía estarse preguntando cómo reaccionar, cómo actuar, si decir algo o no al respecto, y honestamente lo entendía. A nadie le gustaba que le hablaran de gente muerta y por eso la mayoría de las veces no lo hacía, aunque al mismo tiempo tendiera a fluir sin reparar excesivamente en las posibles reacciones o sentimientos de los demás. Había un balance, digamos, uno que solía inclinarse hacia el individualismo, pero tampoco era un monstruo egoísta. De la forma que fuera, se las apañó para salir ilesa y quisiera o no, saberlo me alivió.

    Se animó con relativa facilidad y yo sólo le seguí el ritmo porque era puro aire. Sabía que era coña lo que decía y también sabía que probablemente acabara de condenar a la pobre Emily a buscar limones hasta en el último mercado de la ciudad si hacía falta, porque ahora que sabía que me gustaban esas no había manera de que desatendiera a mi pedido. Ese era el tipo de persona que era, y yo lo sabía y bueno, un poquito cabrón, un poquito egoísta sí que podía ser. Suponía que en tanto no dañara a las personas no había nada de malo en ello, al menos no demasiado.

    Mantuve en mi rostro la sonrisa angelical, asintiendo de forma tal que resultara hasta irónica, porque de todas formas tampoco era de manipular a la gente y hacerles creer que no me daba cuenta de lo que hacía.

    —No te preocupes, Hodges-san, a mi abuela también le gustan mucho así que pisarás sobre seguro~

    Me dediqué a la comida y al té poco después, sin agregar mayor cosa. La lluvia seguía repiqueteando con fuerza y en cierto momento mi sexto sentido se activó. Saqué el móvil para corroborar que efectivamente el receso iba acabando, y ya que debíamos regresar al edificio principal e ir con cuidado, pues mejor tomarlo con calma.

    Comencé a ordenar el bento, dejando los palillos dentro, y me incorporé para llevar ambas tazas a la otra mesa. Sólo las enjuagué, no hacía falta mucho más y las dejé boca abajo. Al girarme, distinguí una flor particular bastante cerca y me hice de una antes de regresar junto a Emily. Me detuve frente a ella, le sonreí y le mostré la flor antes de proceder, como pidiéndole permiso. Con una mano le corrí el cabello castaño del hombro, tras la oreja, y luego deposité allí la flor en cuestión. Hasta el último de mis movimientos fue delicado a cagar.

    Admiré mi obra antes de ensanchar la sonrisa. Era del mismo color que sus ojos.

    —Petunia —anoté en voz baja, regresando los brazos a mi espacio—. Son de las primeras en florecer al empezar la primavera y suelen significar un sentimiento incapaz de ser oculto.

    Suavicé el semblante, más bien lo relajé, e inhalé por la nariz antes de seguir hablando.

    —Gracias por todo, Hodges-san. Por compartirme de tu almuerzo y disfrutar de mi compañía, yo también disfruto la tuya. Y sobre todo, gracias por comprender.

    Porque sabía que dar las gracias era mil veces mejor que pedir perdón.

    Estiré la mano para hacerme con los bento como si nada, con la libre recogí su paraguas y presioné el botón, extendiéndolo. Algunas gotitas nos salpicaron un poco y se lo extendí junto a una risilla, con la sonrisa de toda la vida impresa en el rostro. Podría haber seguido hablando, pero tampoco quería matarla, pobre alma.

    Ya tendría tiempo de recordarle en otro momento la maravillosa persona que era.

    y por aquí termino con Ko-chan woah pedazo de softness im mELTING

    Ya te lo dije por wha but as usual, gracias por rolear otro almuerzo soft conmigo y los niños, peach <3 La pasé super super chachi uwuwuwu
     
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  15.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Emily 3.png

    Sabía que Kohaku iba a entender el tono de broma sin más, por eso no le di mayor importancia a su sonrisa angelical ni a su asentimiento casi irónico, ya que también sabía que solo me estaba siguiendo el rollo porque sí. Tampoco había que ser ningún genio ni conocerme demasiado para saber que no me resultaba ningún problema, que haría la variedad de galletas que hiciese falta con tal de saber que estaría contentando a alguien, así que no me preocupaba ningún aspecto de esa conversación.

    Y él mismo lo había dicho segundos antes: ya me conocía lo suficiente.

    Seguimos almorzando en cierto silencio, solo las gotas de lluvia repiqueteando en el techo de cristal irrumpía en la tranquilidad general, y pensé en ese momento que aquello era todo a lo que realmente aspiraba en la vida, a aquella calma y estabilidad casi idílica. Era casi estúpida la paz que sentía cada vez que pasaba tiempo con Kohaku, como si de alguna manera estuviésemos hechos para crear un aura de sosiego a nuestro alrededor al juntarnos y, si tenía que ser sincera, era algo que no quería perder nunca.

    Lo vi sacar el móvil para comprobar lo que fuese y no mucho después entendí que tenía que estar acercándose la hora del final del receso, pues vi también como recogía las cosas del almuerzo y se levantaba para llevar las tazas a su sitio. Me dio algo de pena darme cuenta de ello, entre el tiempo de fuera y todo lo sucedido no me hubiese importado aprovechar algo más aquella pequeña burbuja, pero era lo que tocaba así que no me hice mucho de rogar y recogí también mi propio bento entre tanto.

    Lo siguiente que Kohaku decidió hacer me tomó completamente desprevenida, y apenas llegué a procesar lo que había sucedido cuando el chico se alejó para mirarme y explicarme lo que significaban las petunias. Alcé una mano para rozar la flor que había dejado, con una sonrisa tímida queriendo asomarme en los labios, y pestañeé un par de veces cuando terminó de hablar de nuevo, notando entonces que la vista se me había nublado ligeramente.

    Dios, qué tonta.

    Me limpié rápidamente las lágrimas y asentí con la cabeza, sustituyendo la confusión inicial por una sonrisa deslumbrante. No era que hiciese las cosas que hacía por buscar reconocimiento, nunca había sido mi intención aun cuando era consciente que no siempre era completamente altruista en mis acciones, pero era simplemente imposible no reaccionar de aquella manera cuando sucedía.

    Cuando el agradecimiento se sentía tan genuino.

    Me levanté de la silla con una calma sorprendente, sin embargo, y cogí el paraguas que me estaba extendiendo sin lograr aflojar la sonrisa ni un poquito en ningún momento. Bajé la mirada al suelo, resguardada bajo la tela del paraguas, y fijé la misma en mis pies, que había acabado moviendo de manera algo nerviosa contra el suelo.

    —Gracias a ti, senpai, por aceptarme siempre, por confiar en mí y por transmitirme tanta tranquilidad. Me alegro mucho de haberte conocido~

    Fue prácticamente un murmullo, si tenía la seguridad de que me escucharía era simple y llanamente porque no había ningún otro ruido que se antepusiese a mi voz, ni siquiera la lluvia insistente de fuera. Me impulsé entonces hacia arriba, dejándole un beso suave sobre la mejilla, y comencé a caminar hacia la salida del invernadero sin prisa alguna, ignorando completamente el hecho de que el corazón me iba a mil por hora.

    obviamente tenía que hacer un post a esto CUZ I CRIED????? woah es que me ponéis tan suavesita, belu-chan y ko-chan u//u

    también te lo dije por whats pero lo disfruté mogollón y yo los amo a lot, son demasiado SOFT PARA ESTA MUNDO ;; so yeah, thank you and i love you uwu <3
     
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  16.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Paz 2.png

    Era... triste, en cierto aspecto. Recordaba la alegría de mis dos compañeras del club con bastante desasosiego, cuando se marchó la azabache se notó que nada volvió a ser igual. Algunas plantas se descuidaron, la mayoría se notó igual, pero siendo este uno de mis principales refugios... me dolía ver cómo decaía en algunos aspectos y más me pesaba no poder hacer mucho al respecto. Por norma general no me preocupaba por mantener y mucho menos arreglar muebles, personas y sucesos. Solo fluía entre ellos, era tan... frágil, en tantas formas, que en verdad prefería mi seguridad por sobre cualquier otra preferencia. Mientras no me dañaran directa o indirectamente, podría quedarme sin hacer nada...

    Por eso me era tan relevante el invernadero, venir de manera esporádica y encargarme solo de unas pocas plantas sencillas de regar y mantener era la distracción idónea para mis perturbadas formas de actuar. Recuerdo que fue idea del señor Zhou... era increíble como empecé a cuidar de plantas a una edad tan temprana, todo fuera por el bien de no decaerme por la presión de la muerte.

    Era aterradora, pero también la tenía bastante normalizada... Debía ser eso, entonces: Me daba lástima ver cómo poco a poco algunas plantas se secaban y otras prebalecían sin mayores dificultades... Y, aunque no lo prefiriera, podía hacer algo al respecto

    Era capaz... de cambiar el destino inevitable, más bien postergarlo, de aquellos seres que en realidad vivían como cualquier otro. Regando otras a lo lejos toqué con suavidad una gran hoja de una planta algo tropical... Sonreí amplio, era verde y hermosa.

    —Jeje...

    Me iba a costar, pero creo que ya lo tenía claro. Mientras no se sumara más gente al club de jardinería, me encargaría de regar y cuidar de manera más correcta cada planta que pidiera por atención, lo justo y necesario, ayudarlas a sobrevivir y ya está...

    Porque tampoco iba a martirizarme por algo tan común y probable como era el hecho de que una planta se secara por completo por mero descuido del ser que era una persona, por mis errores en esta situación.
     
    Última edición: 8 Febrero 2022
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  17.  
    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Misato Aoyama

    Aula 3-2 >>Invernadero

    Acompañe a la nueva chica hasta la salida de nuestra Aula, Giana mencionó que debía primero acudir a comprar su almuerzo.

    —Si por favor, debes comer ante todo—dije para esperar a la chica para atender una necesidad tan esencial como la buena alimentación. Alimentación con los obsequios de los campos, bendecidos por Inari, era una de la tantas frases en el restaurante de nuestra familia, levantado y consagrado al Kami del arroz y la industria.

    La seguí con la mirada hasta que estuvo nuevamente a mi lado, hasta ese momento lucia como una chica cordial y fácil de tratar, me preguntaba si era de familia acaudalada como la de Clementine, siempre tuve un temor en ser vista como una chica de clase media ante la mirada de los estudiantes ricos de Sakura, pero gracias a los dioses mis sentimientos fueron comprendidos sin importar mi posición económica.

    Al llegar a los pasillos del primer piso todo cumplía con la rutina del receso escolar.

    —¿Eh?—mi móvil había recibido un mensaje. Revise y al parecer era ¿Ayame?

    Te he pescado...

    De la nada sentí como algo envolvía mi cuello como una víbora, reía con sorna y destilaba energía como un rayo.

    —¡Aya, no hagas eso!

    —Ya lo sabes Senpai, un receso sin mí resta años de vida.

    Ayame consiguió dar con nosotras en el invernadero pero ¿Como?

    —Clevert...

    —De verdad lo siento pero se las arregló para meterme un buen lío vaya fastidio—dijo con hastío el chico de segundo, el pobre parecía sufrir las locuras de Ayame desde que la invitaron hace un par de dias, desde entonces es el blanco de sus bromas.

    —¡Debiste ver tu cara! ¡No creo que sea un accidente el acabar en los baños de chicas jaja!

    Antes que Clevert respondiera carraspeo con ligero enfado y con brazos en jarra, ambos me observaron como un par de niños regañados.

    —Chicos si no les importa estamos ante una nueva compañera y debemos recibirla como parte de nuestra familia...oh vaya—voltee y di un aplauso mientras sonreía nerviosa— mis disculpas Fiore-san, son unos buenos amigos de los cursos de segundo y primero ellos...

    —¡Oh nueva en Sakura! Me llamo Sabaku Ayame...pero puedes llamarme Aya-chan...es gratis y no gastas saliva.

    Detuve a Ayame con la mirada antes que arruinara el recorrido con alguna de sus tonterias. Clevert por su parte aún seguía absorto, según Clementine sentía cierto repelús al estar rodeado de chicas, algo poco comprensible...pero no fue hasta acompañarlo en el balcón de su residencia cuando pude ser conmovida por su más triste vivencia con quien fuera su alma gemela.

    —Y por último White–san, estudiante de segundo...es algo callado pero un buen amigo si lo entiendes.

    —Clevert White, un placer señorita...veo que ambos somos estudiantes de intercambio, provengo de Gran Bretaña—se presento algo más confiado...seguro era al ser de un mismo continente.

    —Puedes hablar con ellos cuando desees pero primero—avance con los chicos hasta la salida del hermoso túnel de flores que nos lleva al centro donde un paraíso se erigió en el interior de la academia Sakura—disfruta de la belleza del invernadero es muy lindo ¿Cierto?
     
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  18.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Omg, Kuno Vizard XD Es un solo personaje y esto me salió inmenso.

    En fin, aprovecho de ponerte músquita al menos uwu
    Gianna Fiore-Yaahl preciosa.png

    Escuché su voz y había algo en su tono que me incordiaba, pero decidí pasarlo por alto de momento, pues al final del día lo extraño sería que algo me agradara. Así que me limité a asentirle con suavidad manteniendo sin problema alguno mi expresión seria, incluso sombría, mi rostro no era el más fresco al fin y al cabo. Aunque sí me gustaría deshacerme de las ojeras que incrementaron un poco por mero descuido. Ya llegaría el momento para hacer algo al respecto.

    —¿Por dónde es? —pregunté en algún momento cuando nos dirigíamos a, suponía, la cafetería o algo. El lugar era inmenso, aunque mi anterior escuela no se quedaba atrás era claro que esta estaba mucho mejor mantenida, de seguro también tendrían cámaras por todos lados, me iba fijando en ellas de a poco.

    La cafetería estaba bastante concurrida, lo normal, aunque no me detuve a pensar que podría ser peor. Los murmullos estudiantiles, las risas, variedad de cosas en el ambiente vibrante me desagradaban, así que exhalando por la nariz con delicadeza me dirigí junto a compañera Aoyama al puesto donde vendían las cosas... Terminé por comprarme un pan de un tamaño considerable con lechuga, tomate y supongo que mortadela. Cuando llegó el pedido a mis manos, envuelto en plástico, lo miré extrañada y echando un poco la cabeza hacia atrás... sí que era grande.

    —Gracias —fue lo único que dije a quién atendía, mirándole a los ojos sin expresión alguna que reflejara algo fuera de una seriedad plana y sin dejar de ser fura por las cejas siempre fruncidas con algo de levedad. Me encaminé hacia Misato, sintiéndome extraña por cargar un pan tan grande entre mis manos, no pegaba con mi estética, no era para nada elegante, pero aun así evité exteriorizar cualquier sentimiento contra producente y me mantuve, adivinen, seria—. ¿Hacia dónde ahora? —hablé clara y monocorde, sosteniendo por un momento su mirada sin problemas, luego busqué yo misma algún indicio de cómo llegar a dónde queríamos.

    No demoramos en llegar al invernadero, bueno, al menos lo distinguí a la distancia mucho antes de lo esperado. Era de un tamaño considerable... tampoco demoré en percatarme de unas pisadas que venían con velocidad hacia nosotras. Miré por sobre mi hombro y mi ceño se frunció con más severidad cuando noté que... la victima de la escandalosa no sería otra que la misma Aoyama. Yo me qué ahí, estática y con el pan entre las manos... ¿Debería abrirlo y comer? Me cuestioné tras mirar por unos segundos el intercambio entre ambas chicas, luego el pan... No, sí me lo comía ahora, luego no tendría qué hacer de interesante en el invernadero.

    "Un receso sin mí resta años de vida" Enarqué una ceja mirándolas sin pudor alguno, cuanto menos... curioso. La chica tenía su gracia, pero no fue suficiente para hacerme sonreír.

    Entonces no demoró en llegar otra persona a la escena, Aoyama-san pronunció "Clevert" y mi mirada fría se volvió un poco agresiva al hacer una pequeña mueca con los labios y pronunciar más la tensión entre mis cejas, que habían logrado mantenerse más relajadas por un buen rato. Tanta gente... que no conocía me empezaba a inquietar un poco, pero nada que se me saliera de los estribos, al menos de momento. Como fuera, que fui intercalando miradas entre los que hablaban y mi gesto solo fue haciéndose más expresivo de manera paulatina, empezando por arrugar el entrecejo, luego abrir los ojos y terminando con una mueca de boca que, aunque no muy abierta, bastante pronunciada.

    ¿Qué... diablos? Por fortuna Aoyama no demoró en carraspear y eso pareció tener un efecto enorme en el par, por lo que yo misma no demoré en volver a hacer una mueca sutil con la boca y apenas enarcar una ceja, con extrañeza.
    —Humpf —solté el aire por la nariz de frentón, pero suave, igual sonó bastante. Podría ser un gesto que con bastante facilidad hubiera terminado en una sonrisa de desconcierto o gracia, pero era de mí de quien hablábamos, así que solo me mantuve seria, me erguí como creí que correspondía y sostuve el pan con ambas manos dejando a mis brazos estirarse libre por el largo de mi torso. Talvez sí fruncí tantito más el ceño con las palabras de Aoyama...

    Familia... no sería yo quién le aplastara las ilusiones, no hasta que fuera necesario, claro. Eso sí, cuando sonrió nerviosa yo misma sonreí cargando la expresión al lado izquierdo, provocando que entrecerrara un ojo incluso. Era... graciosa, podría decirse. De todas formas no demoré en volver a la seria expresión cuando empezó a explicar la situación. Yo tan solo la miré a ella, porque ella en ese momento era la que me hablaba y ya había tenido la oportunidad de mirar al otro par.

    —¿Uhm? —solté casi imperceptible y mi mirada más seria que extrañada se posó en la pelirroja... nunca me agradó el rojo, me preguntaba si sería natural. Fruncí el ceño con extrañeza y bien podía tomarse como un puchero de inconformidad ante lo de "Llámame Aya-chan" Que no gastaba saliva, dice... bueh, para eso mejor evitar llamarla, de todas formas parecía ser de las que se invocan solas, ¿no? De acuerdo, eso también era algo gracioso, pero solo logró aligerarme el rostro. Con todo al menos lograron desfruncirme el ceño, seguía con la apatía sobria en la cara, pero fue un logro a fin de cuentas—. De acuerdo —asentí con levedad cerrando los ojos en el corto proceso.

    Cuando volví a abrirlos mi mirada, sin prisas, cayó sobre el único chico acá presente. Lo miré en silencio, sin cambiar mi expresión siquiera, pero no parecía cómodo y la voz de Aoyama-san sirvió para que le quitara la visión de encima. Tampoco era la gracia ir incordiando gente por ahí.

    —Uhm... —solté suave a labios cerrados, mirando a mi compañera ahora con más pereza que real seriedad, sin rastro de furia o rechazo. La palabra "Buen amigo" resonó en mi cabeza cuando le miré por segunda vez, tras la presentación—. Un placer —dije entonces más que asintiendo, brindándole una pequeña reverencia solo con la cabeza, más pausada. Mi voz había fluido con algo más de presencia, firme, pero sin agresividad o frialdad, que eran mis más claros colores. Dejémoslo en que fui cordial. Para mi sorpresa, el chiquillo sí que se presentó y yo lo escuché con calma y sin hacer ningún gesto que pudiera incomodarle o alterarle los nervios... claro, mis expresiones seguían sin ayudar demasiado, tampoco iba a fingirlas.

    >>Oh... —solté con más presencia, aun sin agresividad o dureza, se podría decir incluso que la característica monocorde agarró un poco de dinamismo. Seguía siendo una voz grave y calmada, con todo y novedades. La sonrisa ahora se extendía más a la derecha, mis ojos no eran tan expresivos con ella como lo eran con la furia o el desagrado—. Interesante... yo soy francesa, uhmhu —afirmé a labios cerrados aun con esa sonrisa pronunciada, pero no lograba tornarse risueña.

    Entonces Aoyama volvió a llamar nuestra atención y yo primero le enarqué una ceja para pronto volver a mi inexpresiva seriedad, asentí a sus apalabras para demostrar mi conformismo y con eso ingresamos por fin al invernadero. Inhalé hondo, cosa que por un momento me ralentizó el paso, observé las paredes, el techo y como el verde pintado de colores se extendía por todos lados... Uhg, lo único que lo arruinaba era el calor.

    De todas formas terminé sonriendo junto a las palabras de Aoyama.
    —Claro...— La miré con una sonrisa sutil— La naturaleza es hermosa...— Y terrorífica, pero no teníamos por qué hablar de eso. Miré mi pan y empecé a sacarle el envoltorio a uno de sus costados, con cuidado rompiendo lo menos posible el envase—, ¿Dónde vamos a comer?

    Imaginé que, de ser un buen lugar, alguna banquita o similar tendría el invernadero. Sería lindo. Como fuera, mientras tanto le di una mordida generosa al sándwich, pero que no me obstruyera la boca como sí me tratara de una niña golosa tal hámster o ardilla. De cualquier manera se me podía ver más alegre con el simple hecho de comer, aunque siguiera siendo sutil como la mayoría de mis expresiones. Miraba por acá, por allá... en busca de algo que me llamara la atención.

    Una alerta, algo agradable... que cumpliera algún requisito mínimo para satisfacerme.
     
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  19.  
    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    La chica parecía corresponder a nuestra compañía sin mayores inconvenientes, por fortuna logré detener a Ayame o podría acabar en un vergonzoso encuentro, ella se limitó a inspeccionar su caja bento repleta de Dangos y arroz con salsa de Teriyaki.

    —Almorzar ante el pequeño paraíso es el mejor regalo que los Kamis pueden otorgarnos—declare sin importar las creencias de nuestra nueva compañera europea, total todos sean bienvenidos a nuestro grupo. Acompañe a Fiore-san mientras comía su sandwich y no pude evitar sonreír al ver lo adorable que resultaba al morder su pan.

    —Por aquí existe unos lugares donde muchos se relajan a tomar el té como Mamiya Ai—mencione el nombre de una estudiante la cual nunca conocí pero que era lo bastante popular por su belleza, elegancia y particular fascinación por el invernadero, también sabia que era uno de los sitios favoritos de Clementine para tomar el té, aunque más frecuentes eran sus visitas a la azotea de la academia. Guíe al grupo hasta uno de los sitios donde podíamos maravillarnos y alimentarnos con tranquilidad.

    —Degbegrias progbarf..

    —¡Aya! Come tus Dangos despacio ¡por favor!—

    —Ah lo siento peeero los Dangos del restaurant de los Aoyama es de ¡otro mundo!—afirmo llevando las manos a sus mejillas ruborizadas por el sabor.

    Ayame elogió la receta de Dangos que mamá preparo para ella el día anterior, convirtiéndola en nuestra cliente número 1.

    —De verdad aprecio tus halagos pero sería más honorable para mí que controlaras tu entusiasmo ¿Si?

    —Si eso asegura unos Dangos gratis, ¡cumpliré tus deseos!—declaro Sabaku-chan con un saludo militar y una gran sonrisa, qué remedio, por suerte mi familia empezó a tolerar sus ataques de hiperactividad...aunque Kaede siempre le resulto divertida.

    —Y...listo, es un nuevo récord—declaro Clevert sosteniendo su reloj de bolsillo—Esperaba que tu boca no pudiera contener tantos bocadillos y acabarías en la enfermería.

    Ayame fulminó con la mirada a White, pero lo ignoro cuando toque su hombro, Clevert por su parte disfrutaba de un sándwich parecido al de Gianna, por mi parte podía disfrutar de mis Onigiris.

    —Itadakimasu—agradeci juntando ambas manos para comer...

    —Debe ser muy difícil para ti elegir una flor entre tanta belleza ¿no?

    —Eso me recuerda—Clevert interrumpió—aun ninguno de nosotros ha entrado algún club ¿Cierto?

    —Lo se, aún estoy pendiente con el club de Kendo, pero, aún estoy recuperando ánimos por...

    —¡La suspensión del proyecto escolar!

    —A-ayame c-como pudiste...

    —¡Mis padres va a matarme en cuanto lo sepan! Suerte que a ti te va de maravilla eh ¿Misa-chan?

    Ayame estaba tocando un tema sensible pero intento rápidamente desviar la atención hacia ella y sus fiascos personales...no por nada era una buena amiga.

    —Se que es muy pronto pero ¿Tienes algún club que llame tu atención señorita Fiore?—inquirió Clevert dirigiéndose a nuestra nueva compañera, enfocándose en los clubes de Sakura—tengo interés en el de teatro pero han sido ciertos días de fastidio para mi—dijo con una breve sonrisa nerviosa.

    De corazón esperaba que las primeras impresiones hayan sido las mejores, que su confianza fuera la suficiente para compartir sus planes con su nueva compañera de clase.
     
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  20.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Parecía un buen muchacho, ¿cierto? Claro que sí. Que muchas veces fuera una ameba social no significaba que no me diera la cabeza para medio distinguir a las personas y trazar límites entre blancos y negros. Como Kasun, por ejemplo, aunque... bueno, siendo justos, ese tipo siquiera se interesaba por medio disimular. En fin, tampoco le daba muchas vueltas. Kenneth había dicho, ¿verdad? No olía a demonio, en pocas palabras. Eso sí, lucía bastante despierto.

    Let's say... quick witted.

    El inglés le quedaba más bonito a la voz, aunque eso también podía ser debido a su falta de práctica con el japonés; imaginaba, claro, realmente no sabía cuánto tiempo llevaba en el país pero supuse que no sería demasiado.

    Cuando definimos el invernadero como nuestro destino, seguimos bajando y decidí pasar de largo las aulas de primero. A esta altura del partido, todo el rollo de encontrar a Ko había pasado a convertirse en una mera excusa para matar el tiempo con el muchacho este. Pensarlo me arrancó una sonrisa suave en lo que aguardaba por su respuesta sobre las flores. ¿Tenía mucho sentido preguntarle una cosa así a un hombre? Sí y no, me daba bastante igual, realmente. Conocía a Ko y sabía que, en líneas generales, era una gran excepción a los estándares de masculinidad, pero no le hacía daño a nadie, ¿verdad?

    Su respuesta me hizo voltear a verlo en lo que atravesábamos los casilleros, repasé su expresión y asentí suavemente, un poquito satisfecha. Tenía flor favorita, en efecto. Qué adorable.

    —Son lindas esas —comenté, regresando la mirada al frente. Entrecerré los ojos bajo la luz del mediodía—. También les llaman 'heraldos de la primavera', ¿y sabías que en verdad son transparentes, no blancas? Si aprietas uno de los pétalos, pierde el color.

    No era ninguna experta en botánica, claro está, pero llevaba un par de años siendo amiga de Ko y entre todas las cosas que me comentaba de flores y plantas tendía a memorizar aquellos fun facts que me llamaran la atención. Ya era un logro de por sí para el muchacho que lo escuchara en absoluto, pero honestamente él era de las pocas personas que podía hablar durante cinco horas y no le cortaría la inspiración.

    —Yo no tengo —le respondí, finalmente entrando al invernadero, y aminoré la marcha para disfrutar del pasillo lleno de flores—. Muchas se ven bonitas, supongo, pero no tengo una favorita.

    Estiré el brazo y acaricié una peonía a la pasada, llegando a la zona central del lugar. Poco había que considerara de interés, poco me ameritaba elegir entre favoritismos y las flores, definitivamente, no entraban en ese campo. Giré el cuello a la redonda, confirmando que tampoco estaba ahí, y suspiré. Ni modo, causa perdida.

    —Bueno, hemos fallado. —Llegué junto a la mesa de hierro, me di la vuelta para enfrentar a Kenneth y apoyé las manos sobre el caño de una silla, a mi espalda. Le sonreí—. Pero bienvenido al invernadero~
     
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