InuyashaýKagome;; Buscando el cuerpo de Kikyo.

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por --KAGOME--, 10 Julio 2008.

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    InuyashaýKagome;; Buscando el cuerpo de Kikyo.
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    InuyashaýKagome;; Buscando el cuerpo de Kikyo.

    Hace 2 años que estoy en este foro inscrita, dejé de escrivir por pereza sinceramente xD pero ahora me ha benido de nuevo las ganas de escrivir, de esta historia ya tengo 4 capitulos hechos así que posteo el primero. Espero que os gusten ^^.

    CAPITULO PRIMERO.
    La Guerra.

    Ah…La joya de las cuatro almas. Cuánta gente habrá oído hablar de ella… su magnífico poder… en la era del Sengoku. Hace muchísimos años atrás, ¡más de quinientos! Una poderosa sacerdotisa entonces la custodiaba.
    Quinientos años atrás. Era Sengoku.
    Kikyo se hallaba en la puerta de su templo, se desataba una guerra. Todos los demonios querían hacerse con esa joya, pues el poder de esa joya era tan grande que hasta podría revivir a gente con un solo fragmento de ella, puede cumplir sueño. La joya de las cuatro almas era propiedad de Kikyo para que siempre pudiese estar purificada, nunca debía ser usada con maldad porque si no algo grave pasaría.
    -¡Zás! Kikyo mandó una flecha a su contrincante. Los demonios no cesaban y la sacerdotisa parecía cansada, además de que sus flechas se estaban agotando. Entonces aparecía la joven Kagome. La aprendiza de la sacerdotisa.
    -Kagome, vuelve dentro niña tonta! Gritó la sacerdotisa. Ésta volvió dentro, triste. Su maestra estaba combatiendo sola y ella no podía ayudarla. Pues solo ella estaba capacitada con los conocimientos y trucos de Kikyo y nadie más, solo ella además de Kikyo sabia purificar la joya y cuidar de ella. Si le sucedía algo, la joya caería en malas manos. De repente Kikyo vuelve a dentro.
    -¡Maestra! ¿Ya acabó todo? Dígame que sí por favor.
    -No es así. Dijo con la cara fría que nunca dejaba de mostrar. Ha llegado Naraku…
    -¿Naraku…?
    -Así es. Voy a salir a fuera. Está claro que no voy a salir de esta, Kagome.
    -¡No diga eso! ¡Voy a salir con usted a ayudarla maestra!
    -Ni hablar. Solo tú puedes encargarte de ella. Le dijo entregándole la joya de las cuatro almas. Voy a introducirle en tu vientre.
    -¡¿Pero…?!
    -La joya fue hallada dentro de mi cuerpo, ¿no es así? Por eso me consideran una diosa, una divina. Después de que todos se enteraran de que esta joya es capaz de destruir o hacer la vida… Ahora que yo no voy a estar vas a tener que guardarla, y no hay otro sitio mejor para guardarla que en tu cuerpo. No te preocupes, sabrás volver a sacarla de ti.
    Dicho esto, la sacerdotisa empezó a decir palabras que oraban, un hechizo. La joya se metió dentro. Kikyo abrazó a Kagome. Entonces fue un momento cálido. Tantos años juntas… tanto aprendiendo, llegaron a quererse.
    -Dile a Inuyasha que le amo. Dijo Kikyo una vez puesta de espaldas para ir de nuevo a la calle. Tiende una barrera espiritual alrededor del templo, no va a pasarte nada.
    -Kikyo…
    La sacerdotisa abre la puerta y sale a la calle cargada de flechas y su gran arco. Ahí le esperaba Naraku… el peor demonio de esa era.
    Pasadas 48 horas.
    Kagome se despierta, mira a su alrededor. No conoce donde está, es una cabaña, de madera. Al lado hay una sopera llena de arroz hervido, una pequeña hoguera, y la cama en la que estaba ella. Se sentó. Pensó… Entonces un joven con el cabello largo y plateado, unas orejas de perro curiosas, y vestido con un traje rojo, entró en la cabaña.
    -Kagome, ya has despertado. Dijo con asombro.
    -¿Inuyasha? Se preguntó Kagome para sí misma.
    -Te encontré en la aldea del templo de Kikyo y tuyo. Te encontré tendida en el suelo, estabas verdaderamente mal. Y te traje aquí para que repusieras fuerzas. ¿Dónde está Kikyo?
    -Ah… Kagome sintió un estruendo gigante en su cabeza. Agh…!
    -¿Qué te pasa? Preguntó el chico extrañado.
    -Kikyo… ¡Naraku! ¿Dónde está el? Preguntó sobresaltada Kagome.
    -¡¿Qué?! Espera Kagome. ¿Qué dices de Naraku? ¿Qué ha pasado? Dijo preocupado ya el joven…
    -Kikyo salió. Flecha arco, Naraku, dormí. Luces…
    -Ejeeem o.o” Kagome, ¿Qué?
    Kagome se levantó y salió a fuera. Contempló el paisaje, era como si buscara la aldea, y el templo.
    -No estoy en la aldea…
    -Te dije que…
    -Kikyo… Kagome empezaba a llorar.
    -¡Oye! Qué, ¿qué te pasa chica?
    Kagome le contó todo lo que había pasado a Inuyasha. Éste se suponía que era el amado de Kikyo, pero no lloró, ni puso cara de tristeza.
    -¿Qué te pasa? ¡¿Es que no la querías?! Dijo Kagome.
    -Yo quería pasarme con ella el resto de mi vida hasta que apareció esa joya. Yo también quería hacerme con ella, Kagome. Entonces nos rivalicemos.
    -¿Qué quieres decir? ¿Que su muerte ha sido en vano para ti? ¡¿Solo yo voy a recordarla!?¡¿Si la odiabas porque me has recogido?!
    -Pensé que tú sabrías que ha pasado con la joya. En realidad te recogí de paso buscando entre las ruinas buscando la joya. -.-
    -Serás… ¬¬
    -¿Y entonces? ¿Sabes algo de ella?
    -¿Por qué debería decírtelo capullo?
    -Pues me voy. Tú eres su aprendiz, por eso pensé que sabrías de ella. Tu deberías custodiar ahora la joya, ahora que Kikyo ha muerto.
    -Es verdad… yo siempre he sido su aprendiz… ahora la joya se encuentra dentro de mi cuerpo, la custodio, pero… ¿Cómo sacarla de ahí? Tú, semidemonio, si me ayudas con algo puede que te diga dónde está.
    -Ah… interesante niña. Dime.
    -Kikyo introdujo la joya dentro de mi cuerpo para que no le sucediera nada durante la guerra que tuvo con Naraku. Dijo que sabría cómo sacarla… pero lo cierto es que no tengo ni idea. Si me ayudas a hallar la respuesta, puedes ser mi siervo próximamente, y cumpliré tus sueños con la joya.
    -Pero niña tú que te has pensado ¬¬ que es esto de siervo. ¡No pienso hacer tal gilipollez!
    -Pues entonces me voy yo. Tengo que volver al pueblo para enterrar a los cadáveres, y volver a mi tierra natal para hacer construir allí un templo para mí y la joya, debo encontrar un aprendiz además. Volveré con mi abuelo, mamá y Shota. Así que como puedes observar no tengo tiempo para perderlo con un semidemonio como tú.
    -Agh niñata estúpida…
    -Adiós idiota ¬¬
    Kagome cogió las flechas y su arco y se dirigió a la aldea que anteriormente ocupaba con su maestra Kikyo. El semidemonio Inuyasha la siguió curioso sin que ella se diera cuenta hasta la aldea. Kagome pudo ver todo el pueblo en ruinas. El sentimiento de tristeza la invadió por completo. La alegre aldea de la que ella y Kikyo cuidaban se había transformado en un pueblo fantasma… Recogió todos los cadáveres y los enterró, puso flores en cada tumba y purificó las almas de los cuerpos. Al hacerlo, todas las almas salieron de ellos, volando así hasta el cielo. Fue a la zona aislada donde estaba el templo, estaba todo derrumbado, habían escasas flechas de las que su maestra usó para derrotar a Naraku. Cayó arrodillada al suelo, y empezó a llorar.
    -Lo cierto es que yo la amaba. Dijo una voz. Kagome se giró.
    -¿Qué demonios haces aquí ahora?
    -La amaba, y la amo. Su muerte no ha sido en vano para nadie, humana. Si Kikyo no hubiera puesto orden protegiendo la joya todo habría sido un caos.
    -¿Pretendes consolarme o que pasa? ¿Te estás riendo de mi, verdad?
    -… ¿Dónde está su cadáver?
    -Seguramente se lo llevaría Naraku…
    [FONT='Calibri','sans-serif']-Menudo cabrón. Kagome, lo voy a recuperar. Si quieres puedes venir conmigo, o puedes volver a tus tierras sin problema.

    [FONT='Calibri','sans-serif'][/FONT]
    [FONT='Calibri','sans-serif'][/FONT]
    [FONT='Calibri','sans-serif']Continuará. [/FONT]
    [FONT='Calibri','sans-serif'][/FONT]
    [/FONT]
     
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