Historia larga Instinto

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Manuvalk, 20 Junio 2017.

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  1. Threadmarks: 4x06: Punto de quiebre (Parte 1)
     
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

    Sagitario
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    14 Diciembre 2013
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    Título:
    Instinto
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    36
     
    Palabras:
    4468
    Capítulo 6: Punto de quiebre (Parte 1)






    — ¿Estás seguro de esto, Tim? — Preguntó uno de los tres presos que habían salido de la casa.

    — Nadie te ha obligado a venir con nosotros, Saúl. — Le recriminó uno de ellos.

    — Nahuel, déjalo. — Murmuró Tim, el primero en querer irse. — Si Saúl no quiere venir, aún está a tiempo de volverse con Park y Dominic.

    — Si he salido con vosotros es porque confío en vosotros. — Dijo Saúl, que se sentía excluido tras su pregunta temerosa.

    — Bueno, entonces cállate y estate atento a cualquier cosa. Hasta que no salgamos del bosque, Theodore puede aparecer por cualquier lado. — Ordenó Tim, que iba al frente.

    Tim, Nahuel y Saúl avanzaban por el sendero que llevaba a la carretera. Los tres no dejaban de mirar con atención cada movimiento de las hojas, cada sonido, cada paso.

    Theodore les seguía a una distancia considerable y prudente, para evitar ser detectado. El trío seguía su camino sin ser consciente de que pese a que estaba lejos, los tenía controlados.

    El ex-líder de los presos tenía un cuchillo como única arma, por lo que para certificar su venganza tendría que acercarse a ellos. Eran tres contra uno, pero eso no era problema para un psicópata como Theodore.

    Poco a poco comenzó a acercarse, minimizando al máximo posible el ruido que pudieran hacer sus pisadas. Sin embargo, Nahuel escuchó sus pasos y se giró hacia su posición, pero la grandaria de los arbustos no dejaba ver si había alguien.

    — ¿Qué ocurre? — Preguntó Tim, que no había escuchado nada.

    — He oído pasos. — Respondió Nahuel, mirando hacia la dirección del ruido. — Vienen de allí, tras esos arbustos.

    — Lo mejor es que sigamos, no conviene que nos paremos. — Murmuró Saúl, totalmente atemorizado.

    — Un solo hombre no podrá contra los tres, idiota. Iré a mirar, quizá sea una ardilla y estemos poniéndonos dramáticos. — Dijo Tim, poniendo rumbo a esos arbustos con el cuchillo en la mano.

    — Ten cuidado, amigo. — Susurró Saúl, pendiente de la escena.

    — Si tuviéramos alguna pistola... — Pensó Nahuel, sabiendo que con cuchillos era todo cuerpo a cuerpo.

    Tim avanzó lentamente hacia los arbustos, sin dejar de mirar. Sus pupilas estaban dilatadas y su cuerpo estaba en tensión. Sujetando el cuchillo con fuerza, se asomó por encima de los arbustos.

    En ese momento, vio a Theodore tumbado, pero antes de que pudiera decir algo, Theodore le cortó con fuerza la garganta, haciendo que Tim comenzara a perder sangre de forma alborotada y terminara cayendo sobre el arbusto, sin vida.

    Saúl y Nahuel vieron con terror como su compañero Tim acababa de ser asesinado. Theodore se levantó y con la mirada seria se dirigía hacia ellos. Nahuel se puso en posición de pelea, Saúl comenzó a retroceder, aterrado.

    — ¡¿Qué diablos haces, Saúl?! — Exclamo Nahuel, viendo que su compañero no ofrecía resistencia.

    Sin responderle, Saúl comenzó a correr de regreso a la casa del bosque donde estaban Park y Dominic.

    — Saúl hace bien en largarse de aquí. — Murmuró Theodore, acariciando la hoja ensangrentada de su cuchillo. — Tú, acabas de cometer el error de quedarte.

    — ¡¿Qué más da si ha huido?! ¡Luego irás a por el resto! — Gritó Nahuel, poniéndose nervioso.

    — Sí, eso es cierto, pero por lo menos él tendrá más tiempo de vida. Tú, tienes los segundos contados, Nahuel. — Dijo Theodore, que comenzó a lamer el cuchillo ante la asqueada mirada de Nahuel. — Me voy a beber tu p*ta sangre, capullo.

    Totalmente aterrado y fuera de sí, Nahuel comenzó a correr en la misma dirección que su amigo Saúl. Sin embargo, antes de que pudiera alejarse, Theodore le lanzó con fuerza y precisión el cuchillo, clavándoselo en la espalda y haciéndole caer de golpe al suelo.

    Nahuel trataba de incorporarse, pero el cuchillo se le había clavado en la médula espinal, dejándole inválido. Sin poder sentir las piernas, incorporarse y seguir corriendo era imposible.

    Theodore se acercó a él y se hincó de rodillas enfrente suya. Nahuel miraba desde el suelo la gran sombra que emergía el ex-líder de los presos sobre él.

    — Te dije que tenías los segundos contados. — Susurró Theodore, sonriendo macabramente.

    — Ere... un hij... uta... — Trató de decir Nahuel, mientras sentía como la respiración se hacía entrecortada.

    — Lo mejor es que no hables, y disfrutes de estos segundos de conversación que te estoy regalando. Porque va a ser la última vez que hables con una persona. — Dijo Theodore, que se disponía a quitarle el cuchillo de la espalda. — Ve tranquilo al infierno, nos veremos allí.

    Theodore alzó el cuchillo al cielo, y rápidamente lo clavó con fuerza en la cabeza de Nahuel, matándolo al acto. En ese momento, Tim, que había resucitado, se dirigía a él, gruñéndole y tambaleándose de lado a lado.

    Theodore esperó a que se le acercara y cuando lo tuvo a la distancia favorable le clavó el cuchillo en la frente, matándolo. Tim y Nahuel habían sido asesinados, solo quedaban Saúl, Dominic y Park.

    El ex-líder de los presos emprendió su camino de regreso a la casa del bosque donde los tres restantes residían. Sin embargo, para su sorpresa, la puerta estaba abierta. Con sigilo, Theodore entró en la vivienda. El lugar estaba oscuro, y se podían oler las velas recién apagadas. Había envoltorios de comida y alguna mochila vacía, pero por lo demás estaba despejado.

    Theodore apretó los dientes con rabia, consciente de que Park y el resto se le habían escapado. No obstante, no se iba a dar por vencido. Trataría de seguir su rastro hasta donde fuera posible, y no descansaría hasta matar a todos los que tenía en su lista negra.

    [...]

    Gabe y Alma dormían plácidamente en su cama después de la fiesta de bienvenida que hubo la noche anterior en el edificio central de la comunidad. Ya era de día, por lo que varios miembros del grupo ya se habían levantado. En una de las casas prefabricadas vivían Gabriel, Alma, Fer, Sally y Randall. Salvo Randall, que no había dormido allí, los cuatro restantes dormían plácidamente.

    De pronto, alguien tocó a la puerta. En silencio para no despertar a su mujer, Gabriel se levantó de la cama y se colocó rápidamente una camisa. Acto seguido abrió la puerta y se encontró con Óscar.

    — ¿Ocurre algo? — Preguntó Gabe, al ver a Óscar vestido y armado.

    — No ocurre nada. Quería reclutarte para una salida, salvo que tengas resaca por la fiesta de anoche. — Respondió Óscar.

    — No, no, estoy bien. ¿Has avisado a Mike y Ben? — Le preguntó Gabe mientras se colocaba las zapatillas y los pantalones.

    — Ellos no vendrán. En su lugar vienen Jess y Ezequiel. — Dijo Óscar, mientras veía como el hermano de Fer terminaba de vestirse.

    — Bien, vamos pues.

    Mientras Alma seguía durmiendo, Fer y Sally hacían lo mismo. La noche anterior, Fer se aseguró de que Sally solo bebiera agua, consciente de que tenía que cuidarla más aún.

    En la otra casa prefabricada, vivían Michael, Brandon, Alexa y Diana. Brandon y Alexa ya se habían ido en el turno de madrugada para hacer guardia en la entrada. Michael se encontraba tomándose un café cuando Diana se despertaba.

    — Buenos días. — Dijo la chica, acercándose a la pequeña cocina para hacerse el desayuno.

    — Buenos días, Diana. — Respondió Michael, dándole un sorbo a su taza de café. — ¿Hoy tienes turno en el huerto?

    — No, por suerte. — Murmuró la mujer, que se ponía leche en un vaso.

    — ¿Tan aburrido es? — Preguntó Michael, riéndose.

    — No, es bastante tranquilo y mis compañeros son amables. El problema es Damián, siempre viene a inspeccionar las tareas y siempre se pasa por allí y me dice cosas. — Respondió Diana mientras se comenzaba a beber la leche.

    — ¿Sigue molestándote? — Preguntó Michael de nuevo, al que tampoco le caía muy bien el líder de Zona.

    — Sí, creo que quiere algo conmigo. Pero no me gusta, además me siento frágil tras lo que me hacían en la prisión. Aún estoy asumiendo que ya no vivo allí, que todo ha cambiado a mejor.

    Michael se sentó al lado de Diana, tratando de consolarla. Sin decirle nada, la abrazó, algo que reconfortó a la chica.

    — Gracias, lo necesitaba. — Susurró Diana.

    — Todos hemos necesitado alguna vez un abrazo. Y no te preocupes por nada, ahora estás con nosotros. — Respondió Michael, sonriendo con amabilidad.

    Randall se despertó en otra cama. Al ver lo que había a su alrededor, se percató de que no estaba en la casa prefabricada. No se acordaba de nada tras la noche anterior, signo evidente de que había bebido más de lo normal.

    A su lado yacía Natasha, durmiendo y desnuda, aunque la sábana la tapaba desde la cintura. Randall sonrió al verla, sus facciones faciales le recordaban a Cassandra. Randall comprendía que no podía seguir su vida si no dejaba a Cassandra al margen, sin olvidarla, pero al margen.

    La quería, y la querría siempre, pero tenía que seguir con su vida. Natasha era ese siguiente paso que tenía que dar. La doctora de Zona le gustaba mucho, y se entendían muy bien en todo, pese a que la conoció la noche anterior.

    Mientras sus pensamientos se llenaban de recuerdos, dudas y demás, alguien tocó a la puerta de la habitación. Entonces recordó que Natasha le llevó hasta su vivienda, una habitación en el edificio que tenía Zona.

    Natasha seguía durmiendo, por lo que Randall se puso solo los pantalones y se dispuso a abrir la puerta. Al otro lado, se encontraba Ben con un ramo de flores y una sonrisa que se apagó al ver a Randall enfrente. Ambos se miraron sorprendidos.

    — ¿Pasa... algo? — Le preguntó Randall, sin saber que decir exactamente.

    — ...no, no pasa nada. Yo... — Trataba de decir Ben, sin poder articular una palabra entera. — Será mejor que me vaya.

    — Hasta luego.

    — Adiós.

    Randall cerró la puerta y Ben comenzó a alejarse por el pasillo con el ramo de flores que había recaudado en sus últimas salidas para Natasha. A Ben le gustaba Natasha, pero nunca se atrevió a decirle nada, hasta ese momento.

    Ese iba a ser el día en el que se le iba a declarar, pero al ver a Randall semidesnudo, sus esperanzas cayeron en picado. No podía evitar sentirse frustrado, ya que sin Randall él habría tenido opciones, pero tenía que respetar los gustos de Natasha. Con pena, se fue de allí.

    Brandon y Alexa vigilaban la entrada tras haber dejado salir el coche en el que iba Gabe, Óscar, Jess y Ezequiel. Por el pequeño alboroto que hizo la fiesta de la noche anterior, varios infectados cercanos aparecieron en la mañana, golpeando el muro de cemento y gruñendo.

    — Habrá que acabar con ellos, ¿no? — Murmuró Alexa, viendo a unos cinco muertos rodando la entrada.

    — No ahora. Más tarde me toca el turno de vigilancia del perímetro con un tal Adams, nosotros los mataremos. — Dijo Brandon, sonriéndole a su amiga.

    — ¿Todo bien ahí arriba? — Preguntó Damián desde abajo, con una taza de café en las manos.

    — Todo bien, Damián. Muchas gracias por preguntar. — Dijo Brandon, mostrándose educado.

    — No las des, si necesitáis algo, pedidlo. — Insistió el líder de Zona, siguiendo su camino.

    Damián observaba como cada mañana el funcionamiento de su comunidad. Cada persona tenía una tarea, una función en Zona, y él se sentía genial al ver tanto movimiento en el lugar. Sin duda, parecía que no ocurriera nada ahí fuera.

    Mientras caminaba, vio a Diana, que estaba en un puesto de fruta, tomando una manzana. Se dispuso a presentarse ante ella cuando Annah apareció repentinamente, sorprendiéndole.

    — ¿Dónde ibas? — Le preguntó su mujer, con una cara de pocos amigos.

    — ¿Tú qué crees? Todos los días inspecciono las tareas que se realizan en la comunidad. — Respondió el líder de Zona, dándole un sorbo a su café.

    — Te he visto mirar a esa chica. — Dijo Annah con seriedad, sin quitarle los ojos de encima a su marido.

    — No es lo que parece, Annah. No dramatices. — Damián trató de restarle importancia.

    — Siempre fuiste un mujeriego, no sé porqué te perdoné aquella vez. — Murmuró Annah, marchándose.

    — ¡Porque sin mí no hubieses durado una mierda en este mundo! — Exclamo Damián, derramando el café del enfado.

    La gente que estaba alrededor se quedó en silencio mirando al líder de la comunidad, que se tranquilizó y se fue de vuelta a su casa.

    [...]

    — Una casa menos, queda la última. — Indicó Óscar, señalando que tenían que cruzar la calle de la urbanización.

    Los cuatro exploradores se dirigieron a la siguiente y última casa para registrar. En la anterior no había nada interesante excepto un par de latas de comida y semillas de tomate. Al llegar a la siguiente y forzar la puerta, se comenzaron a escuchar gruñidos desde el interior de la vivienda.

    — Estad listos para pelear cuando abra la puerta, ¿entendido? — Dijo Óscar, mientras sus compañeros asentían.

    Jess, Ezequiel y Gabriel se prepararon con sus cuchillos en mano para defenderse de los infectados. Óscar abrió rápidamente y comenzaron a salir muertos, sin embargo, suponían que iban a ser pocos, pero no dejaban de salir, superando la docena.

    — ¡¿Qué mierda...?! — Exclamo Ezequiel, retrocediendo al ver a tantos.

    — ¡Eze, a tu izquierda! — Señaló Jess, mientras acababa con un infectado.

    Ezequiel se giró hacia su izquierda y vio que por la calle llegaban varios más. La situación había pasado de ser favorable a ser peligrosa. Los gruñidos de los infectados llamaron la atención de otros que pasaban por allí, reuniendo así una cantidad considerable de muertos.

    Óscar se enfrentaba a dos infectados corpulentos, ambos por cada lado, poniéndole las cosas difíciles al explorador. Con ambas manos ocupadas, acabar con ellos era imposible, y dos infectados más se aproximaban a él.

    En ese momento, Gabe apareció por detrás de los que se acercaban a Óscar y con el cuchillo los mató rápidamente. Acto seguido corrió y le quitó de encima a uno de ellos, así ambos pudieron matarlos.

    — Gracias Gabe. — Murmuró Óscar, aliviado.

    — No hay de que. — Respondió el hermano de Fer, enfrentándose a otro.

    Jess luchaba contra una infectada a la que le tapaba el rostro un pelo largo y seco. Su pareja, Ezequiel, se encontraba en serios problemas, siendo rodeado por varios. Al verse totalmente acorralado, recurrió a lo último: la pistola.

    Ezequiel comenzó a disparar a los infectados más próximos, quitándoselos de encima pero consciente de que llamaría la atención de otros. Sin dudarlo, Jess, Gabe y Óscar no tuvieron más remedio que hacer lo propio, y los cuatro exploradores comenzaron a disparar a los muertos restantes.

    — ¡Corred al coche, rápido! — Ordenó Óscar, rematando a un infectado que se levantaba del suelo.

    Gabe tomó el volante y a su lado se sentó Óscar, en la parte de atrás iban Ezequiel y su pareja Jess. El hermano de Fer comenzó a conducir a toda velocidad, sin embargo, los disparos habían provocado que las calles de la urbanización se llenaran de muertos.

    — ¡Gira a la derecha, saldremos por ahí! — Señaló Ezequiel.

    Gabe accedió y giró con fuerza el volante, haciendo que el vehículo derrapara, y acto seguido aceleró por un pequeño sendero que bajaba directamente a la carretera principal. Un camino que al parecer, Ezequiel se sabía. Una vez en la carretera principal, los cuatro exploradores pudieron respirar aliviados.

    — Ha faltado poco. — Murmuró Jess, suspirando.

    — Siempre falta poco para tener problemas. — Respondió Gabriel, consciente de la suerte que habían tenido.

    — Tú lo has dicho, Gabe. — Le apoyó Ezequiel.

    — Venga, volvamos a casa. Suficiente por hoy. — Dijo Óscar.

    Aún en tensión por lo ocurrido, Gabe apretó el acelerador para regresar a Zona. Mientras el vehículo pasaba a toda velocidad por la carretera, Theodore lo observaba con curiosidad. Supuso que podrían ser Park y el resto, que habían conseguido un coche en buen estado y estaban huyendo, por lo que sin dudarlo comenzó a seguir al vehículo por la carretera, aunque tomaría su tiempo.

    [...]

    Por las noches, en Zona se iluminan las calles con antorchas. El suministro eléctrico lo usan para otras cosas, tales como la luz de las casas, para cocinar, etc. Annah estaba encendiendo una de esas antorchas con una mirada triste, recordando lo sucedido con su marido por la mañana. Habían pasado muchas horas desde la llegada del grupo de exploradores, que explicaron lo ocurrido en la salida.

    No había toque de queda en Zona, por lo que las personas podían estar en la calle si lo deseaban. Los guardias vigilaban por dentro y patrullaban por fuera. Alexa tenía turno de patrulla en Zona, mientras que Brandon lo tenía en sus alrededores.

    — Me gustaría estar contigo. — Murmuró Alexa, abrazando a Brandon.

    — Y a mí, pero prefiero que los turnos de noche no los hagas. Entiéndeme, no quiero que te pase nada. — Dijo el hermano de Michael con un tono suave. — Nos veremos en unas horas, ¿vale?

    — Vale.

    Brandon recogió sus cosas, entre ellas un rifle con silenciador, un cuchillo, un walkie y una mochila con una botella de agua. Adams, su compañero de noche, le esperaba en la puerta. Brandon se dirigía hacía él cuando la voz de Alexa lo paró.

    — ¡Brandon!

    El hermano de Michael se giró para saber que quería la mujer. Ella se acercó a él hasta el punto de que sus caras estaban casi tocándose. Sin decir nada, Alexa le besó durante unos segundos.

    — Te veo pronto. — Susurró ella, mientras se alejaba.

    Brandon no pudo decir nada, estaba en shock tras haber recibido el beso. Le gustaba Alexa y la conocía desde prácticamente el inicio del fin. Sin embargo, tras su experiencia en la cárcel, siendo violada por Theodore y demás, a Brandon le sorprendía que la chica lo hubiese superado tan rápido. Y de alguna manera, había sido así gracias a él. Brandon estuvo junto a ella desde que salieron de la prisión, cuidándola y comprendiéndola.

    — Vaya, me parece que después de la guardia nocturna tendrás fiesta... no sé si me entiendes... — Murmuró ese tal Adams, un hombre sin pelo y delgado, de unos treinta y algo años.

    Brandon se rió por consideración más que por causarle gracia dicho comentario. Además, no conocía a ese tipo, Damián solo le dijo que haría turno de patrulla nocturna con él.

    Al ver que Brandon no hablaba, el hombre decidió darle a conocer su nombre.

    — Por cierto, me llamo Adams.

    — Brandon, un gusto.

    — Perdona si mi comentario te ha ofendido, no quería...

    — Tranquilo, no ha sido nada grave.

    Brandon, que tenía el control de las llaves para entrar y salir, abrió la puerta de la entrada. Los dos guardias salieron fuera y cerraron la puerta tras ellos. Adams sujetaba su rifle con silenciador mientras observaba a su alrededor.

    — Según me ha dicho Damián, habían unos pocos infectados aquí fuera esta mañana. Tenemos que matarlos y llevarlos a El Foso. — Dijo Adams, teniendo claras sus prioridades.

    — Un momento, ¿qué es El Foso? — Preguntó Brandon, que no sabía de qué hablaba.

    — El Foso es, como su propio nombre indica, un foso. Hace unos meses, Damián mandó construir una fosa común, para dejar ahí los cadáveres de los infectados que llegaban a nuestros muros y quemarlos para que su olor no llegara a la comunidad. Se encuentra en la parte trasera de Zona, fuera de los muros. — Respondió Adams, dándole una explicación.

    — ¿Y cómo se supone que vamos a llevarlos a todos allí? No podemos estar toda la noche cargando con los cadáveres y llevándolos allí.

    — No lo haremos, Brandon. Haremos ruído para que nos sigan, y acto seguido los mataremos una vez estemos allí. Así no tendremos que arrastrarlos tan lejos, porque El Foso estará al lado.

    — Oh, entiendo.

    Brandon y Adams comenzaron a patrullar un poco alejados de los muros de la comunidad. Dicha zona era todo bosque, lo que rodeaba a Zona y la mantenía escondida de otras personas.

    Sin hablar para estar concentrados, Brandon y Adams observaban a su alrededor con los rifles silenciados y una pequeña linterna incorporada en las armas, para poder verse en la oscuridad.

    Tras unos cinco minutos sin encontrarse a ningún infectado, ambos vieron como había dos juntos, caminando por el bosque. Adams lanzó un silbido que los muertos escucharon, volviéndose y gruñendo a los dos guardias.

    — Tú mantén la mirada al frente, por si ves a los otros. Yo me ocuparé de que se mantengan a raya. — Indicó Adams.

    Brandon obedeció y se centró en observar si encontraba a más infectados. A medida que se acercaban a El Foso, vieron a tres infectados más. Estos estaban comiéndose un pequeño ciervo, ahora con las tripas fuera y prácticamente devorado.

    Brandon les llamó la atención con la linterna y uno a uno comenzaron a incorporarse para seguirle. Llevaban a cinco muertos con ellos, los que vieron por la mañana en el muro. Una vez llegaron a El Foso, Adams y Brandon esperaron para dispararles en la cabeza y lanzarlos al agujero.

    Gracias a los silenciadores, los disparos casi ni se escucharon. Una vez los cinco abatidos, Adams y Brandon comenzaron a lanzarlos uno a uno al foso.

    — Lo has hecho bien para ser tu primera noche, Brandon. — Dijo Adams, satisfecho con el rendimiento del nuevo.

    — Gracias, trato de que sea siempre así. — Respondió Brandon, contento de que se le reconociera su trabajo.

    Una vez los cuerpos estaban tirados en el foso, Adams sacó de su mochila una botella llena de gasolina. La esparció conforme pudo sobre los cadáveres y acto seguido sacó de su bolsillo un paquete de cerillas.

    — ¿Quieres hacer los honores? — Preguntó Adams, ofreciéndole a Brandon las cerillas para iniciar el fuego.

    — Claro, porqué no.

    Brandon tomó el paquete de cerillas, que en uno de sus laterales tenía algo para que la cerilla se encendiera refrotándola. Cuando dicha cerilla estaba encendida, Brandon se acercó al foso y la dejó caer, formándose una hoguera y humareda casi al instante.

    — Se hace de noche porque el humo no se puede ver en la distancia, o por lo menos es difícil. Aquí en Zona lo cuidamos todo al máximo detall...

    De pronto, el hombre se incó de rodillas con un cuchillo clavado en la nuca. Por inercia, Adams cayó de cabeza al foso, ardiendo junto al resto de cadáveres.
    Sorprendido y aterrado a la vez, Brandon alzó su rifle y apuntó hacia el lugar del que vino el cuchillo. A unos veinte metros volvía a comenzar el bosque, por lo que supuso que habría sido lanzado desde ahí.

    En ese momento, Theodore apareció por detrás, placando a Brandon y tirándolo al suelo de cara. Rápidamente Brandon trató de incorporarse pero el ex-líder de los presos le pateó en las costillas. Brandon se quitó la mochila mientras se retorcía adolorido. Al levantar la mirada, vio a Theodore, reconociéndolo inmediatamente.

    — Tú... — Murmuró, impactado por verlo.

    — ¿Yo? ¿Acaso me conoces? — Preguntó Theodore, ya que él no recordaba haber visto a Brandon.

    — Te conozco hijo de perra... y voy a hacerte pagar lo que le hiciste a Alexa... — Respondió el hermano de Michael, levantándose del suelo y sacando su cuchillo.

    — Un momento... con qué tú eres uno de esos capullos que se metieron en mi prisión y mató al Doctor Self, además de rescatar a mis rehenes... Interesante. Doy por sentado que el resto de tu grupo vive tras esos enormes muros, ¿estoy en lo correcto?

    — Vete a la mierda.

    — Seguramente sí. Pues, ¿sabes qué? Te voy a matar. Y después entraré en ese sitio y voy a matarlos a todos. De alguna forma, vosotros me jodisteis la estancia en la cárcel, ahora seré yo quién haga que vuestra estancia en ese refugio sea el inicio de vuestro calvario.

    Theodore, desarmado, corrió hacia Brandon, que sujetaba su cuchillo. El preso trató de quitarle el cuchillo, pero Brandon lo sujetó bien e intentó clavárselo en el torso, provocándole un pequeño corte y haciendo que este retrocediera.

    — Es injusto, tú tienes un cuchillo. ¿Me dejas coger el mío? Estaba en la nuca de ese tipo... ah, está ardiendo en ese foso. Mierda.

    — ¡Cállate! — Exclamo Brandon, iniciando esta vez el ataque.

    El hermano de Michael fue con el cuchillo en alto y lo bajó con fuerza, tratando de hundírselo en la frente. Sin embargo, Theodore puso su mano derecha, evitando el ataque de Brandon pero clavándose el arma blanca en la palma de la mano. Gritó de dolor, pero aprovechó para darle un rodillazo a Brandon en el abdomen, que lo hizo retroceder y perder el cuchillo, metido en la mano derecha de Theodore.

    — ¡Joder, mi p*ta mano! ¡Mierda! — Exclamaba, adolorido.

    — Jódete. — Musitó Brandon, levantándose del suelo.

    Theodore se sacó de la mano el cuchillo y miró con rabia a Brandon. Ante la mirada del hermano de Michael, el preso comenzó a cerrar la mano herida, sorprendiendo así a su enemigo.

    — Si puedo cerrarla, puedo luchar. — Susurró Theodore, apretando los dientes para soportar el dolor.

    Brandon se percató de que el rifle estaba tirado a un lado. No obstante, Theodore también lo había visto. Ambos corrieron casi al mismo tiempo y chocaron, cayendo al suelo. El preso aprovechó para ponerse encima de Brandon y clavarle el cuchillo, pero el hermano de Michael aguantó la envestida, sujetándole la muñeca a Theodore. Era la resistencia de Brandon contra la fuerza bruta de Theodore.

    — Despídete... de tú... ¡vida! — Decía el preso, haciendo fuerza para clavarle el arma blanca en el pecho.

    — ¡Vete... al... infierno! — Respondió Brandon, viéndose en serios problemas.

    Theodore dejó de hacer fuerza con las dos manos y lo hizo con una, obteniendo así otra libre. Con esta, que era la mano buena, comenzó a estrangular a Brandon, que ahora se veía en una muy mala situación. Theodore tenía más fuerza y si Brandon quitaba sus dos manos no podría frenar el cuchillo.

    — ¿No te das cuenta? Estás llegando a un punto de quiebre. — Dijo Theodore, acercando cada vez más el cuchillo al pecho de Brandon.

    A Brandon comenzaba a costarle respirar y comenzó a perder fuerza. La sangre no le llegaba a su cabeza y sus ojos comenzaban a perder visibilidad. Parecía el fin de una función, cuando la escena se acaba. Sus brazos comenzaron a flaquear, debido a que estaba haciendo un sobreesfuerzo. Cada vez se sentía más débil, más cansado, como si tuviera sueño.

    Finalmente, sus fuerzas le fallaron y Theodore logró su cometido. El cuchillo quedó clavado en el centro del pecho y Brandon exhaló su último aliento. Había logrado herir a Theodore, pero éste logró vencer y mató al hermano de Michael.

    Con rabia, le sacó el cuchillo del pecho y se lo guardó en su funda. Acto seguido, y respirando agitadamente por el esfuerzo realizado, tomó su rifle silenciado. Antes de hacer nada más, miró en su mochila y cogió lo que había.

    Se equipó con los recursos de ambos guardias, pero antes de irse, lanzó el cuerpo de Brandon al fuego. Se quedó unos minutos viéndolo arder, sumido en sus pensamientos.

    Finalmente, se puso a buscar un punto ciego por donde entrar a Zona.
     
  2. Threadmarks: 4x07 (Final): Punto de quiebre (Parte 2)
     
    Manuvalk

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    36
     
    Palabras:
    4238
    Capítulo 7 (Final): Punto de quiebre (Parte 2)





    Theodore rodeó toda Zona hasta llegar a la entrada trasera. Esta estaba vigilada por dos guardias armados también con rifles que tenían silenciador. Un largo camino de arena se abría paso hasta llegar a dicha entrada trasera, sin embargo, allí había menos bosque y era más fácil ser detectado si te aproximabas.

    No obstante, Theodore había llegado hasta ahí siguiendo el muro, por lo que no había sido detectado. Los dos guardias oteaban el horizonte con la mira de sus rifles, mientras Theodore se preparaba para quitárselos del medio.

    Aprovechando que tenía también silenciador, apuntó a uno de los guardias y disparó, derribándolo hacia fuera del muro. El otro guardia, al ver lo ocurrido, trató de buscar al tirador, pero Theodore estaba bien escondido y aprovechó el factor sorpresa para matarlo.

    Una vez los dos guardias muertos, Theodore les clavó el cuchillo en la cabeza, para evitar que se transformaran y pudieran alertar a los habitantes. Se acercó a la entrada y vio que esta tenía un gran candado que la mantenía cerrada. Apuntó al candado y disparó, rompiéndolo y logrando así abrir la puerta.

    Al entrar, cerró la puerta como pudo y se adentró en Zona. La oscuridad que había fuera contrastaba con la luz que había dentro de los muros. Había antorchas que iluminaban las pocas calles de Zona, casi vacías de personas.

    Theodore se camuflaba entre las sombras armado con el rifle y con la mirada puesta en todos lados. El preso se mantenía alerta ya que si era detectado se le echarían encima, suponía.

    Dos personas que parecían armadas caminaban por la calle. Theodore se escondió tras un puesto lleno de utensilios de hierro, al parecer para hacer puntas de lanza o cuchillos. La pareja de guardias pasaron por el puesto, hablando entre ellos. Theodore reconoció a uno de ellos, una chica concretamente.

    — Estoy cansada, me iría a dormir ahora mismo. — Dijo Alexa, que se veía algo agotada.

    — En unas horas más podrás irte a dormir. Créeme, te acostumbrarás a esto. — Respondió Ezequiel, que aparte de explorador también hacia de guardia.

    — Supongo que sí. — Murmuró la mujer, siguiendo con su camino.

    Mientras Alexa y Ezequiel se alejaban, Theodore les observaba con rabia, especialmente a Alexa. Verla allí significaba que el grupo estaría en Zona, por lo que el preso se veía más cerca del objetivo. Como los guardias avanzaban solos, Theodore se dispuso a dispararles, aprovechando que tenía silenciador.

    Pero de pronto se vio interrumpido cuando una mujer se puso en la línea de tiro, caminando tras la pareja de guardias. Se trataba de Annah, que había salido a dar una vuelta nocturna mientras fumaba. Los problemas con su marido la hacían mantenerse despierta mucho tiempo, y para desestresarse lo mejor era dar unas vueltas hasta volver a tener sueño.

    Theodore esperó a que los guardias giraran la esquina para abalanzarse sobre Annah. Cuando estos lo hicieron, el preso tomó a Annah por detrás y le dobló el cuello, rompiéndoselo y matándola al acto. Asegurándose de que nadie pudiera verlo, Theodore arrastró el cuerpo de Annah hasta una zona totalmente oscura.

    Acto seguido, se dispuso a seguir a Ezequiel y Alexa, pero cuando fue a seguirles, no los vio. Los guardias habían dado la vuelta y el preso les había perdido la pista. Pero en ese momento, vio a Sally y Fer en la entrada de su casa prefabricada, hablando de algo. Theodore reconoció a Sally rápidamente, pero reconocer a Fer le costó un poco.

    Jugando con el contraste de luces y sombras, Theodore se aproximó lo suficiente para poder ver el rostro de Fer. Rápidamente, recordó el momento en el que lo vio en la prisión.

    Fer apartó a varios de los presos y se aproximó hacia Theodore. Todos ofrecían joyas, balas de oro y otras cosas parecidas. Fer entregó su reloj de oro y Theodore lo miró detenidamente.

    — Vaya, llevaba buscando un reloj bastante tiempo. — Murmuró Theodore, dándole unas palmadas al hombro de Fer. — Te la has ganado. Tienes una hora.


    Theodore sabía que era él, ese tipo. Fer estaba con Sally, justo como en aquel momento, ya que le tocó tenerla durante una hora, según las reglas de ese concurso en la cárcel. El ex-líder de los presos comprendió todo al instante.

    — Con que te infiltraste en mi prisión para liberar a tu amada y sus amigos... ya te tengo, capullo. — Pensó, conteniendo su ira para cuando tuviera oportunidad.

    Fer y Sally se abrazaron tras la charla y éste se metió en la casa, dejando a Sally fuera. La mujer se dispuso a cruzar hacia la casa prefabricada de enfrente, donde Natasha tenía su consulta médica.

    Theodore decidió dejar el rifle a un lado y acercarse a ella por detrás. Sally no se percató de su presencia, y el preso la tomó por detrás, tapándole la boca mientras la arrastraba hacia detrás de la casa prefabricada de Natasha.

    Sally trataba de librarse de él, pero Theodore la sujetó bien mientras sonreía degeneradamente al verla.

    — Es un placer volver a verte, cariño. — Murmuró, mientras la golpeaba en el rostro para que se callara.

    Sally trataba de gritar, pero Theodore la volvía a golpear, evitando su chillido. Mientras ella se retorcía, el preso comenzó a quitarse el cinturón, dispuesto a volver a violarla.

    — Aquel día no pude conocerte más a... fondo. — Decía el ex-líder de los presos mientras se bajaba la bragueta. — Hoy lo haré, maldita perra.

    Theodore trató de quitarle la ropa pero Sally se revolvió y le pegó una patada en la cara, haciéndole retroceder, momento que aprovechó la mujer para correr hacia su casa prefabricada.

    Sin embargo, antes de que pudiera llegar, Theodore la alcanzó, haciéndola caer. Rápidamente comenzó a golpearla brutalmente, tanto en el rostro como en el abdomen y en todo el cuerpo. Sally sangraba por todos lados mientras Theodore se ensañaba con ella, pero en ese momento Fer salió de la casa prefabricada, viendo lo que sucedía.

    — ¡HIJO DE PERRA!

    Fer se lanzó de lleno contra Theodore, librando a Sally de la paliza que estaba recibiendo. El hermano de Gabriel se puso sobre Theodore y comenzó a golpearle frenéticamente, furioso por lo que acababa de ver. Tanto Gabe y Alma como Natasha y varios habitantes más salieron al oír la escena.

    — ¡TE VOY A MATAR! ¡TE VOY A MATAR! — Exclamaba Fer, totalmente fuera de sí.

    Algunos habitantes corrieron para avisar a Óscar y Damián, entre otros. Mientras Theodore no dejaba de recibir golpes, Natasha y Alma se llevaban a Sally rápidamente a la consulta médica para tratarte las heridas y los golpes, además de comprobar el estado del bebé.

    — ¡Por favor, que alguien haga algo! — Gritó una mujer, viendo que Fer estaba matando a Theodore a golpes.

    Gabe observaba a su hermano lleno de ira, pegando puñetazo tras puñetazo. Sin embargo, él no iba a interponerse en la merecida paliza que se estaba llevando Theodore.

    Óscar fue el primero en aparecer junto a Ben, Jess y Michael. Randall venía tras ellos al igual que más gente, que quería enterarse de lo que sucedía.

    — ¡Fer, déjalo! — Exclamo Óscar, tratando de apartarlo.

    — ¡NO ME TOQUES! — Gritó Fer, quitándose las manos del explorador de encima.

    — ¡Te ha dicho que lo dejes! ¡¿Acaso eres sordo?! — Dijo Ben, dispuesto a enfrentarlo.

    — Ni te acerques a mi hermano. — Dijo Gabe, poniéndose delante.

    — Ese tipo se merece lo que se está llevando. — Murmuró Randall, colocándose al lado de Gabe para defender a Fer.

    La gente comenzó a rebelarse contra el grupo, entendiendo que estaban promoviendo la violencia en Zona. Damián vino corriendo escoltado por dos guardias armados con rifles. Aquel conflicto en la comunidad había despertado a todas las personas aquella noche.

    El líder de Zona se acercó sujetando una pistola y notablemente molesto por haber sido despertado a esas horas de la madrugada. Al ver lo que sucedía, se acercó a Randall y Gabe, que frenaban a Ben, Jess y Óscar, que querían detener a Fer.

    — Apartaos, los dos. — Musitó Damián, apuntándoles con el arma.

    — Vas a tener que matarnos, Damián. — Dijo Gabe, serio.

    — ¿Ese es el ejemplo que les quieres dar a los tuyos? — Preguntó Randall, igual de serio.

    — ¡He dicho, que os aparteis! — Gritó el líder de Zona, colocando el cañón del arma en la frente de Gabe.

    — Chicos, déjadles pasar —murmuró Fer, incorporándose— ya he acabado con él.

    Randall y Gabriel se giraron y vieron el rostro de Theodore completamente destrozado, casi irreconocible. Acto seguido miraron a Fer, que estaba en estado de shock y con las manos llenas de sangre además de un par de dedos rotos. Damián se acercó a él con seriedad y sujetando el arma en todo momento. Tras mirarle a los ojos durante unos segundos, le hizo un gesto a Ben para que lo esposara con unas cintas.

    — Llévatelo a la celda. — Murmuró Damián con seriedad.

    — Sí, señor. — Dijo Ben, dispuesto a esposar a Fer.

    En ese momento, un niño llegaba corriendo y llorando. Todas las personas se giraron para ver a Annah transformada, persiguiendo a un joven. Todos se quedaron estupefactos al ver a la mujer del líder, ahora infectada. Tenía la cabeza de lado, señal de que le habían roto el cuello.

    Mientras Damián observaba impactado la escena, Fer le quitó el arma de las manos y disparó a Annah en la cabeza y acto seguido a Theodore en su desfigurada cara, para evitar que se transformara.

    La gente miró con asombro y temor a Fer, que sin pestañear, tiró el arma al suelo. Ben se acercó con rabía y le esposó rápidamente, sin embargo, cuando se lo iba a llevar, Damián lo paró.

    El líder de Zona se puso frente a Fer ante la estupefacta mirada de todos los habitantes de la comunidad y le golpeó fuerte con la culata del arma, dejándolo inconsciente.

    [...]

    — Eh, hermanito. Despierta.

    Fer comenzó a abrir los ojos. Se encontraba tumbado en una pequeña cama, encerrado en una celda bastante pequeña. Gabe se encontraba al otro lado junto a Randall y Natasha.

    — Gabe... — Murmuró Fer, dolíendose del golpe que recibió. — ¿Qué haces aquí?

    — Veníamos a verte y... bueno, Natasha tiene algo que decirte. — Dijo Gabriel, algo apenado.

    Fer se percató de que tenía las manos vendadas y varias tiritas en las pequeñas heridas de la cara.

    — Verás, Fer, yo... — Comenzó a decir Natasha, sin saber como explicarlo.

    — Sally ha perdido el bebé. — Dijo Fer, totalmente convencido. — Es eso, ¿verdad?

    Gabe, Randall y Natasha se miraron entre sí, entristecidos.

    — Sí. Lo siento mucho, Fer. Ella se recuperará, pero he tenido que sedarla y sacarle el feto muerto antes de que supusiera un problema para ella. Estará unas semanas en la enfermería. Sentía la necesidad de informarte, solo eso. — Dijo Natasha, cabizbaja.

    Fer se limitó a recostarse de nuevo en la cama, sin decir nada, algo que les sorprendió bastante. Randall y Natasha se fueron de la sala mientras Gabe miraba a su hermano, algo apenado.

    — Fer.

    — Qué.

    — Damián ha convocado una asamblea para echarte. Va a recoger votos, y si gana, serás exiliado de Zona por promover la violencia y asesinar a varias personas. Eso he oído.

    — ¿Asesinar varias personas? Yo solo he matado a una. Si su mujer estaba infectada, no era por mi culpa.

    — Creen que sí. Y van a echarte, Fer. Pero no lo voy a permitir. Voy a soltarte.

    Gabe sacó las llaves de la celda de su bolsillo, sorprendiendo a su propio hermano.

    — ¿De dónde las has sacado? — Preguntó, incorporándose de la cama.

    — Se las he robado al guardia que te vigilaba. No me preguntes como. — Respondió Gabriel, abriéndole la puerta de la celda. — Eres libre, hermano. Tengo dos mochilas preparadas para irnos, si qui...

    — Yo no me voy a ninguna parte. — Murmuró Fer con seriedad. — Antes que nada, dime algo Gabe.

    — ¿Sí?

    — ¿Estás conmigo?

    — Siempre, Fer.

    — Las cosas se pueden poner feas.

    — ¿A qué diablos te refieres?

    — Dije cuando vinimos que no iba a irme de aquí así sin más. Si quieren echarme, lo voy a poner muy difícil. — Dijo Fer con seriedad y convicción. — Voy a enseñarles la verdadera realidad.

    [...]

    La plaza de Zona estaba llena. Todos los residentes de la comunidad estaban allí presentes por petición expresa de Damián. El líder quería dar una charla a los suyos sobre lo ocurrido la noche anterior, algo que dejó en shock a muchos.

    Cincuenta y tres personas se encontraban allí, exceptuando a Brandon, Adams, los dos guardias de la entrada trasera y Annah, ahora fallecidos. Familias enteras y supervivientes solitarios esperaban con atención el mensaje de Damián.

    Tras más de diez minutos de espera, el líder de Zona apareció frente a su pueblo. Entre ese pueblo, se encontraban Ezequiel, Jess, Ben, Óscar y Diana esperando a que la asamblea comenzara. Damián se dispuso a hablar.

    — Buenos días a todos. He querido reuniros aquí para hablar sobre lo ocurrido anoche con el nuevo grupo. Aquel acto de violencia y desobediencia será castigado, os lo puedo asegurar. — Comenzó a decir el líder de la comunidad.

    Fer y Gabriel se encontraban en la armería. Fer cargaba una pistola mientras su hermano hacía lo propio con un rifle de francotirador. Ambos tomaron también dos cuchillos y walkies para mantenerse en contacto.

    — Fer, ¿estás seguro de esto? — Preguntó Gabe, preocupado. — Hacemos bien en mantener al resto del grupo al margen, pero una vez iniciemos esto... ellos son más.

    — Pero nosotros tenemos las armas. — Respondió Fer, mientras accionaba el seguro de la pistola. — Estoy seguro de esto, pero si tú no lo estás, te aconsejo que no te interpongas.

    — Hermano, no voy a dejar que lo hagas solo. — Dijo Gabriel, mostrándose comprometido con su hermano.

    Mientras los hermanos se armaban, Damián seguía con su discurso.

    — Os he hecho venir porque yo no puedo decidir por mí solo. Creo que es una decisión que tenemos que tomar todos juntos. Fer asesinó a dos guardias y a mi mujer, además de un hombre que se coló en la comunidad. Al parecer, lo conocía, y tenían cuentas pendientes. Pero eso no era motivo para asesinarlo con las manos frente a todos nosotros. ¡No era motivo para asesinarlo! ¡Matar es un delito incluso en el nuevo mundo que pretendemos formar!

    Michael y Alexa salieron de Zona para buscar a Brandon y Adams. Ambos estaban preocupados, ya que estos tenían que haber aparecido antes del amanecer, sin embargo, no había señales de ellos.

    — No puedo culpar a todo el grupo recién llegado del comportamiento de uno de los suyos, sin embargo, varios de ellos se opusieron a que le pararamos los pies a Fer, cuando éste seguía golpeando a aquel hombre. ¡Fueron cómplices de su matanza! Cuando vi a mi mujer, tambaleándose como uno de ellos... todo encajó. Annah debió ver a Fer asesinando a los guardias, trató de huir pero él la mató para cubrir su rastro. ¡Mató a mi mujer, y pagará por todas las muertes! Porque no hay dudas, todo encaja y todo apunta hacia él.

    Natasha, Alma y Randall cuidaban a Sally, que estaba en la consulta médica. Tumbada sobre la camilla y sedada, sus amigos la observaban con pena. La mujer había perdido a su hijo, y Natasha tuvo que abrirle el estómago para sacarle al bebé. Además, la golpiza que Theodore le dio le dejó heridas graves por todo el cuerpo.

    — ¿No vas a la asamblea de los tuyos? — Preguntó Alma, sorprendida de que Natasha cuidara de Sally.

    — No, ni siquiera estoy de acuerdo en votar para echar a varios de los vuestros. — Respondió la doctora con seriedad.

    — ¿Los vuestros? Eh, tú eres una de nosotros. — Le dijo Randall mientras la abrazaba.

    De pronto, alguien tocó a la puerta de la consulta. Natasha se asomó por una ventana, descubriendo que se trataba de guardias armados.

    — ¿Qué ocurre? — Preguntó Alma, al ver la cara de temor de la doctora.

    — Vienen a por Randall.

    Michael y Alexa llegaban a El Foso, observando la humareda que salía de ahí. Al asomarse, Mike vio cuerpos quemados e irreconocibles, pero uno de ellos seguía vivo. Un infectado que al ver a Michael y Alexa, comenzó a gruñirles mientras levantaba la mano izquierda, intentando sin ni siquiera tener opciones de cogerles. Alexa lo identificó al verle parte de la ropa quemada.

    — Es... es Brandon. — Murmuró, tapándose la boca y comenzando a llorar.

    — No... no... ¡NO, MALDITA SEA! — Gritó Michael, también roto en lágrimas.

    Fer se escondió tras uno de los puestos de fruta de la plaza, mientras la gente observaba a Damián, sobre un pequeño muro de una fuente que había en la plaza, hablándoles a ellos.

    Fer, estoy en posición. Cambio. — Dijo Gabriel a través del walkie talkie.

    Fer observó el edificio y vio en una de las ventanas a su hermano, armado con el rifle y dispuesto a cubrirle.

    — Ha llegado el momento de decidir. No soy un dictador, eso lo sabéis. Pero Fer, Gabriel y Randall provocaron un altercado nunca antes visto en Zona. Mataron aquí dentro, cuando este lugar es un lugar seguro. Aquí no había muerte... hasta que ellos llegaron. ¡Son portadores de muerte! Y la han traido aquí. Si por mi fuera, dispararía a Fer sin pestañear... pero las cosas ya no se hacen así. ¡Zona es un nuevo comienzo! ¡Una nueva civilización! ¡Y no permitiré que la sed de venganza sea la tónica en este lugar! Por eso, ha llegado el momento de decidir... Tenéis dos opciones. O son exiliados de Zona... o son ejecutados. No hay opción de que se queden, no bajo mi seguridad. ¡Los salvajes no vivirán entre nuestros muros! Así que, vosotros decidís. Los que queréis que se larguen, poneos a mi izquierda. Los que queréis que sean ejecutados por sus crímenes, a mi derecha.

    La gente de Zona comenzó a elegir su lugar. Entre todas esas personas, Óscar y Ezequiel prefirieron que simplemente fueran desterrados, colocándose a la izquierda de Damián.

    — Eze, ¿qué haces? Esos tres psicópatas asesinos merecen morir. — Dijo Jess, al ver que su pareja escogía el exilio.

    — Jess, Damián se contradice. No quiere que la muerte sea la tónica de éste lugar, sin embargo está dándonos a elegir que los ejecutemos entre una de esas opciones. No formaré parte de un asesinato múltiple. — Respondió Ezequiel, que acompañado de Óscar, se posicionaron en el lado izquierdo.

    Jess miró a su novio con una mezcla de rabia y seriedad y se posicionó en el lado derecho, junto a Ben. Ambos estaban de acuerdo con que Fer, Gabe y Randall fueran ejecutados frente a todos.

    Finalmente, más de la mitad de los residentes se posicionaron en la derecha, eligiendo la ejecución. Damián también se postulaba de ese lado, sin embargo, no quería ser él quien tomara solo la decisión.

    — Bien, el pueblo ha hablado. — Murmuró, alegrándose por dentro del resultado final. — ¡Traedme a los tres asesinos!

    Damián esperaba que le trajeran a Fer, Gabe y Randall, sin embargo, un guardia se aproximó y le dijo algo a la oreja. El rostro de Damián cambió, siendo ahora el de alguien furioso.

    — Fer y Gabe han desaparecido, no han sido localizados, aunque estamos buscándoles en la comunidad. Sin embargo, tenemos a uno de ellos. Randall.

    Dos guardias trajeron a Randall mientras Natasha corría detrás de ellos, sollozando. Alma se quedó vigilando a Sally.

    — ¡Él no es culpable de nada! ¡Tenéis que escucharme! — Repetía Natasha sin parar.

    Uno de los guardias empujó a Randall ante Damián. El líder de Zona le tomó del cuello y le enseñó a su pueblo a aquel asesino. Los dos guardias retenían a Natasha, histérica.

    Hay que actuar ya, Fer. ¡Van a matarlo! — Dijo Gabe por el walkie, viendo desde su posición privilegiada la situación.

    — Atento, voy a salir. — Respondió Fer.

    La gente que se posicionó a la derecha de Damián comenzó a gritar. Damián sonreía, contento de que la mayoría de su pueblo le siguiera y sobretodo de la venganza que iba a cobrarse, aunque no fuera Fer.

    — ¡Muerte al asesino!

    — ¡Ejecución! ¡Ejecución!

    De pronto, Fer apareció con la pistola, apuntando a Damián. La gente enmudeció al ver aquello, mientras los guardias apuntaban al hermano de Gabriel, sin embargo, él tenía la sartén por el mango.

    — Suelta a Randall, él es inocente. Hablemos tú y yo, ahora. — Dijo Fer, mostrándose atrevido.

    — Mis guardias van a acribillarte, acabas de suicidarte tú mismo, Fer. — Dijo Damián, sonriendo.

    — Si no quieren que mueras, deberían dejar de apuntarme. Si yo muero, te llevaré conmigo. — Murmuró Fer, ahora con seriedad.

    Damián hizo un gesto a sus guardias para que bajaran las armas. Estos obedecieron a regañadientes, mientras los residentes de la comunidad observaban con temor a Fer. Óscar y Ezequiel no daban crédito, mientras Ben y Jess se sentían frustrados y furiosos. Fer se puso ante las personas, sin dejar de sujetar el arma.

    — El hombre al que maté, si que era un auténtico asesino. Un ser despiadado, que nos capturó a mí y a mi grupo justo antes de llegar aquí. Violó a nuestras mujeres y nos torturó a nosotros. Escapamos por suerte, y por estar unidos. Óscar y los suyos nos encontraron, y por fin podíamos estar a salvo. Este lugar es demasiado bueno para que lo echéis a perder. Es un lugar prometedor, mejorable y en las manos adecuadas puede convertirse en un verdadero comienzo. Damián cree que yo maté a esos guardias y a su mujer, pero se equivoca. Ese hombre que entró aquí, se llamaba Theodore, y fue él quien mató a esas personas. ¡Él iba a matar a mi mujer! ¡Tuve que pararle! ¡He perdido a mi hijo, merecía morir! — Decía Fer ante la atenta mirada de los habitantes de Zona. — Mi grupo no es un grupo de asesinos. Ahí fuera, es luchar o morir. Sobrevivimos porque luchamos. Y este sitio ha tenido una suerte increíble, porque nunca se ha enfrentado a peligros externos. Pero todo eso tiene un fin. ¿Qué haréis cuando un grupo de verdaderos asesinos venga aquí y quiera lo que tenéis? ¿Qué haréis cuando una horda inmensa de infectados acuda a vuestra puerta? ¿Sabéis manejaros en una situación de descontrol ahí fuera? ¡¿Sabríais sobrevivir ahí fuera?! ¡No! ¡No duraríais ni tres días! Yo y los míos sabemos enfrentar lo que hay ahí fuera. Si nos aceptáis, si nos unimos, podremos con lo que venga. Os enseñaremos a luchar, a estar preparados para todo. Este mundo es tan peligroso, que mañana podrían venir y matarnos. Sé que no creéis que matar es necesario, ¡pero matar es la clave para sobrevivir! ¡La única diferencia es en quién mata por diversión y en quién por supervivencia! Así que, no me juzguéis por matar al asesino de mi hijo, al asesino de esos guardias, al asesino de Annah. Sé que vosotros hubiéseis hecho lo mismo en mí lugar. Merecía morir, justificadamente. El mundo está mejor sin él. —Sentenció Fer, añadiendo algo— Nosotros necesitamos éste sitio tanto como vosotros nos necesitáis para sobrevivir.

    Tras las palabras de Fer, toda Zona se silenció. De pronto, Damián comenzó a aplaudir, riéndose del discurso del hermano de Gabe.

    — ¿En serio crees que mereces estar al mando? ¡Eres un asesino, al fin y al cabo! ¡Me has apuntado con un arma! ¿Esperas que la gente te apoye? — Decía Damián, convencido de que las palabras de Fer no servían de nada.

    — No creo que merezca estar al mando; debería estar al mando. Tú eres un incompetente y solo le lavas el cerebro a la gente. Si Theodore pudo meterse en este lugar sin que nadie se enterara, ¿quien dice que no pueda hacerlo otra persona? Tu liderazgo ha terminado en esto, Damián. Tú mujer ha muerto por tu incompetencia.

    Sin dudarlo, Damián se lanzó furioso contra Fer, tras lo que le había dicho. Se puso sobre él y comenzó a estrangularlo, ante la sorpresiva mirada de todos. Gabe no sabía si actuar, ya que un disparo podía cambiarlo todo y que vieran a Fer como un dictador que quería asumir el control de la comunidad.
    Fer logró quitarse encima y Damián y le dio un fuerte puñetazo, haciendo que el líder de Zona sangrara por la nariz. Harto de él, Fer desenfundó su pistola y apuntó a Damián. Todos aguantaron la respiración, esperando que éste lo matara.

    — ¡¿Vas a dispararme?! ¡Vamos asesino! ¡Enséñales a todos quién eres en realidad! ¡Vamos! — Gritaba Damián, totalmente ido.

    Fer dudó durante unos segundos, pero finalmente enfundó el arma, sorprendiendo a toda la gente que presenciaba la escena. El hermano de Gabriel se volteó para que la gente lo viera.

    — Desde hoy, habrá un cambio en ésta comunidad. Es hora de pasar el punto de quiebre y rehacer Zona. Quién no esté contento, puede marcharse, es libre de hacerlo. Pero si os quedáis... tenéis que tener claro que soy la nueva autoridad de éste lugar, por las buenas o por las malas. No pretendo ser un gobernador, tan solo seré un líder. Os enseñaré a sobrevivir, si me lo permitís. Levantad las manos si estáis de acuerdo.

    Todas las personas se miraron durante unos instantes, sin saber que hacer. De pronto, atrayendo la mirada de todos, Óscar levantó la mano, seguido de Ezequiel. Jess y Ben no podían creerse aquello, observando atónitos como la gran mayoría de las personas, excepto unos pocos, alzaban la mano al cielo, apoyando el nuevo liderazgo de la comunidad. Fer era el nuevo líder de Zona, comenzando así una nueva etapa para todos.


    CONTINUARÁ
     
    Última edición: 16 Septiembre 2017
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Hola. Paso a dar mi opinión sobre los capítulos. Tengo que decir que en esta parte 4, la historia ha mejorado mucho. Sobretodo en los capítulos finales. Estos han sido más extensos, con mejor narración y mejor desarrollo de personajes, y el conflicto del final ha sido muy bien llevado.

    Finalmente, cuatro presos siguen con vida. Stefan por su lado y Park y los otros dos por el otro. Theodore parecía una máquina invencible en estos capítulos, y la verdad llegué a detestarlo mucho. Aunque su muerte estuvo bien, creo que podría haber sido un poco mejor, contando que era lo que sentía en sus últimos momentos de vida antes de ser brutalmente asesinado.

    La muerte de Brandon realmente me dolió un poco, lo desarrollaste muy bien en estos capítulos, y el que haya muerto así me apena mucho. Pero también lo lamento por Alexa. La verdad es que si ella en algún momento intentara suicidarse yo no la culparía. Ha sufrido mucho, y el mundo no va a mejorar.

    Me causó un poco de odio Natasha con esa expresión de "uno de los vuestros". Aunque el grupo haya sido nuevo, ellos se hicieron parte de la comunidad. El grupo de Randall y los demás son parte de ellos.

    Miro con una mirada neutral a Michael, Diana, Alma, Randall, y Ezekiel. Óscar me agrada mucho, dado a que sabe como mantener la calma en momentos críticos, y en un apocalipsis eso es un don. A pesar de que Gabriel es el hermano de Fer, no me está agradando mucho su actitud. Él ya provocó que lo expulsaran una vez de un refugio (aunque nunca llegó a formar parte de él), y ahora estuvo a punto de que lo expulsaran. Está claro que no ha aprendido nada y de que se deja guiar por impulsos. No lo odio, pero encuentro imposible que alguien así me caiga bien.

    Fer en los primeros capítulos no me daba una impresión de ser un personaje querible, y parecía demasiado ingenuo y agresivo. Pero ha ido evolucionando a una persona más sensata, inteligente, y protectora, que no dejará que los suyos sean lastimados así nada más.

    Por otro lado, mi odio se lo llevan Damian, Jess, y Ben. El tercero es un idiota calenturiento. Natasha nunca se fue a ningún lado y no se animó a decirle nada, y luego elige la ejecución para Randall para sacarlo del medio, porque claramente no le importaba nada el asunto de Theodore. Jess simplemente es así. Damian es el tipo al que es imposible no odiar. Es un pervertido, mujeriego, arrogante, incompetente e hipócrita. Su comunidad tuvo mucha suerte de que Theodore haya sido el primero en atravesarla, porque la verdad, si hubiera entrado un grupo mayor estarían jodidos. Espero que se de cuenta de que su tiempo de mandar se terminó.

    Mi visión sobre los personajes termina aquí. Ahora hablaré de la trama. Debo decir que los zombis siguen pareciendo más un decorado que una amenaza, y me gustaría ver que eso cambiara en próximos capítulos. La historia se ha puesto un poco oscura con Theodore en ella. Asesinatos, violaciones, el matar a Brandon y provocar la pérdida del bebé de Sally le dan un puntaje alto. Realmente ha jodido al grupo en muy poco tiempo.

    Aunque hay cosas que no me dejan tranquilo. Yo pierdo un poco de sangre y me pongo a chillar, a Theodore lo cortaban y estaba como si nada. Parecía casi de metal. El método que Oscar mencionó para proteger la comunidad al final no fue muy eficiente. Un solo prisionero mató a los guardias y entró como si nada. Ellos dijeron que estaban previstos para un posible ataque, pero la verdad su método es cuestionable. El rifle de Theodore usaba un silenciador, pero calculo que el impacto de la bala contra el candado debió haber hecho algo de ruido.

    En ortografía y narración no tengo nada que comentar, dado a que está muy bien llevada. Eso sí, vi que en el primer capítulo utilizaste una vez el "etcétera" mientras describías algo. No es un gran problema, pero no lo recomendaría usarlo, dado a que es como si no quisieras seguir describiendo con más detalles.

    Eso es todo lo que tengo que decir de momento. Esperaré la parte 5 con ansias. Y también tu continuación de Dos Mundos, que ya lleva tiempo sin actualizarse XD. Bye.
     
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    Manuvalk

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    Quinta parte: Tierra de muertos


    Sinopsis: Tras los acontecimientos ocurridos en la anterior parte, Zona prospera de la mejor forma posible gracias al consejo formado por Fer, Sally, Randall, Natasha y Óscar. Tras el ataque de Theodore y el efímero intento de Damián de echar al grupo de la comunidad, los protagonistas viven en aparente tranquilidad pese a las atrocidades que han superado, sin embargo, pronto descubrirán que se encuentran en tierra de muertos y que los infectados pueden ser mucho más peligrosos que algunos humanos. Y si ambas cosas se mezclan...


    Capítulo 1: Heridas abiertas


    Fer observaba con detenimiento una pequeña tumba sin nombre. El líder de Zona contenía su rabia apretando sus puños mientras estaba de brazos cruzados. Sin apartar la vista, comenzó a recordar frases que los supervivientes con los que se cruzó le dijeron en distintos momentos.

    — Esto no es vida.

    — No quiero que seamos los mejores amigos del mundo, pero sí ser buenos compañeros.

    — Ha sido un placer conocerte. Cuídate ahí fuera.

    — Ahí fuera todo son problemas.

    — Hay otras formas de sobrevivir.

    — Es momento de aparcar nuestras diferencias y unir fuerzas.

    — Todos tienen un propósito en Zona. El objetivo es convertirnos en autosuficientes y ser el inicio de una nueva civilización.

    — Hoy me he levantado de la cama y por un momento he buscado a Cassandra. Tras unos segundos, me acordado de que está muerta.

    — He ido a hacerme unas pruebas y... vas a ser papá. ¡Vamos a tener un hijo!

    — Lo siento mucho, Fer. Ella se recuperará, pero he tenido que sedarla y sacarle el feto muerto antes de que supusiera un problema para ella.

    — ¿En serio crees que mereces estar al mando? ¡Eres un asesino, al fin y al cabo! ¡Me has apuntado con un arma! ¿Esperas que la gente te apoye?


    Su mente no dejaba de recordar sin parar aquellas frases que le marcaron en algún momento de su 'nueva' vida. Fer llevaba tres meses con una ira contenida que no había podido apagar desde entonces.

    — Fer, cariño.

    El líder de Zona se giró lentamente. Era su mujer, Sally.

    — Dime.

    — El consejo nos está esperando en tu despacho — Murmuró la mujer, abrazando a su hombre por la espalda.

    — El deber nos llama, ¿eh? — Dijo Fer, sonriendo forzadamente.

    — Sí, así es — Respondió Sally, haciendo que se volteara — Ven aquí.

    Sally y Fer se besaron durante unos segundos y acto seguido se abrazaron. Hacía tres meses que habían perdido al bebé, y pese a ese tiempo, el dolor lo seguían llevando consigo.

    Tras las muestras de cariño, la pareja se dirigió al despacho que solía usar Damián cuando era líder de Zona, ahora ocupado por Fer y su consejo para tratar temas de la comunidad.

    Durante el trayecto, Fer se dió cuenta de que Zona había cambiado mucho durante esos meses. El pequeño huerto que tenían era ahora el doble de grande y contenía todo tipo de verduras además del invernadero que habían construido, la gente sonreía con más frecuencia y saludaban al líder con entusiasmo.

    Incluso varias personas hacían pan, algo que desde que inició el fin de la civilización, no habían vuelto a comer. También había un herrero trabajando en la fabricación de lanzas, dagas y demás objetos para la lucha contra los infectados. Sin duda alguna, Zona comenzaba a ser realmente algo próspero.

    En ese periodo de tiempo, los exploradores no encontraron personas, aunque aquello era cuestión de tiempo. Además, las expediciones al exterior no solían ser muy lejanas y lo que producía el huerto y su invernadero bastaba para que sesenta personas pudieran sobrevivir. Pese a ello, lograron pasar un invierno duro con nevadas y tormentas que azotaban la comunidad y sus alrededores.

    Una vez cruzaron por el centro de la comunidad, la pareja llegó al edificio de radio. Sally entró seguida de Fer y juntos subieron las escaleras hasta el tercer piso, donde se encontraba el despacho. Dentro, se encontraban Randall y Natasha junto a Óscar, sentados en una amplia mesa.

    — Buenos días a todos — Dijo Fer, tomando asiento junto a Sally — No recordaba que hoy hubiera reunión.

    — Lo sé, pero he sido yo quién la ha pedido — Respondió Óscar, mostrando un gran mapa sobre la mesa con una equis en uno de sus puntos.

    — ¿Qué es eso? — Preguntó Randall, sin entender a que venía el mapa.

    — Como hablamos en la última reunión, tenemos que comenzar a preparar la expansión de la comunidad — Respondió el líder de los exploradores — En mi última salida, encontramos una zona de construcción con todo tipo de materiales.

    — ¿Dónde se planeaba hacer un centro comercial antes del brote? — Preguntó Sally, que al parecer conocía el sitio.

    — Exacto. Está a medio construir y tienen maquinaria y material suficiente para nuestra expansión — Indicó Óscar, entusiasmado con la idea de hacer más grande la comunidad.

    — Bien pero, ¿cómo se supone que vamos a traer todo lo que necesitamos? — Preguntó Natasha, que lo veía complicado.

    — Tenemos un camión, en el podríamos cargar los sacos de cemento, los ladrillos, las hormigoneras... el único problema serían los tractores. Suponiendo que no tienen gasolina, habría que repostarlos y conducirlos hasta aquí — Propuso el explorador con convicción.

    — Es arriesgado, Óscar — Murmuró Fer, dudoso.

    — Arriesgado pero necesario — Intervino Sally — Si queremos que Zona sea un nuevo comienzo, tendremos que comenzar a buscar supervivientes, hacer grande la comunidad y por ende aumentar su espacio. Solo así prosperaremos.

    — Quizá tengas razón, pero no quiero en mi casa otro psicópata como Theodore — Dijo Fer con seriedad — Necesitaremos una forma de conocer a los supervivientes para saber hasta cuál punto son confiables. Ha pasado casi un año desde el brote, los que estén ahí fuera o habrán perdido la cabeza o estarán en ello. Habrá que tener precaución.

    — Entonces, ¿pondremos el plan en marcha? — Preguntó Óscar, emocionado con la idea.

    — Sí, lo haremos — Respondió el líder — Reune a un grupo de exploradores para mañana y evaluad esa zona de construcción, no quiero sorpresas.

    — Hecho — Dijo Óscar, cogiendo su mapa y marchándose.

    — Nunca me han gustado los políticos — Murmuró Randall de pronto — Pero he de decir que has tomado una muy buena decisión, Fer.

    — No estoy seguro — Musitó el líder de Zona, dubitativo.

    — Sí, lo has hecho — Dijo Sally, abrazándole.

    [...]

    — ¿Seguro que estás tomando la mejor decisión?

    — Sí, Fer. Nada me retiene aquí. Mi hermano ha muerto y vivir aquí me volverá loco.

    — Tú grupo está aquí. Tú casa está aquí.

    — Lo sé, pero os las apañaréis sin mí.

    — ¿Alexa también se va contigo?

    — Así es. La conozco desde el inicio, es una chica fuerte. Pero la muerte de Brandon la ha quebrado totalmente. Ella está dispuesta a irse conmigo y yo quiero tenerla vigilada, no sé si podrá soportar todo lo que ha pasado.

    — ¿Y tú? ¿Podrás con esto? Juntos somos más fuertes, Michael. No te obligaré a que te quedes, pero ahora estoy al mando, las cosas nos irán mejor.

    — Las cosas nunca van a mejor. No hay vuelta atrás. Son demasiadas heridas abiertas.

    — Bueno, si es lo que queréis... No os detendré. Pero Zona es vuestra casa, siempre podréis volver.

    — Nunca se sabe, pero ahora mismo no pienso en volver aquí. ¿Sabes? Me alegra haberte encontrado en la salida de aquel pueblo con tu grupo, pese a que era un momento difícil. He de admitirte que la sangre fría con la que mataste a ese Davidson me hizo dudar de si llevaros conmigo, pero ahora sé que no me he equivocado. Brandon te apoyaba, y pese a que tú y yo hemos tenido nuestras diferencias, quiero que sepas que lo que hiciste por mí y por los míos nunca lo olvidaré. Ha sido un placer conocerte, Fer.

    — Lo mismo digo, Mike. Cuida de Alexa y cuídate tú. Sobrevivid.

    — Lo intentaremos. Adiós, Fer. Cuida de esto.

    [...]

    Diana guardaba luto ante las tumbas. El feto de Fer y Sally, Brandon, Annah, varios guardias... cada muerte merecía que alguien las recordara. La mujer estaba de pie frente a todas esas tumbas con los manos cruzadas y los ojos cerrados cuando de pronto apareció Damián.

    El que fuera líder de la comunidad, al ser menospreciado por su propia gente, cayó en el alcoholismo y era muy frecuente verlo borracho por las pequeñas calles de Zona.

    — Vaya, vay... pero si es Diana... — Dijo Damián, apareciendo tras ella con una botella de ron en la mano izquierda.

    — ¿Qué haces aquí, Damián? — Preguntó Diana, sintiéndose asqueada con su presencia.

    El ex líder de Zona le dio un trago largo al ron mientras se balanceaba de lado a lado fruto de la cogorza que llevaba encima.

    — ¿Qué? Ac... acaso no puedo, puedo... ¿visitar a mi mujer? — Dijo Damián, mientras señalaba la tumba de su mujer fallecida.

    — Sí, claro que puedes — Respondió Diana, centrándose en sus pensamientos.

    — Aunq... aunque ahora que... Annah está muerta, podríamos... — Decía Damián, acariciándole el hombro izquierdo.

    — ¡Quítame las manos de encima! — Exclamo Diana, llamando la atención de varias personas que pasaban por allí.

    — ¡Sé que me deseas...! — Respondió Damián, tratando de besarla.

    — ¡Suéltame! — Dijo Diana, empujando a Damián que cayó unos pasos atrás, desparramándose así el ron en la tumba de Annah.

    — Mald... maldita perra...

    — Largo de aquí, Damián — Dijo Fer, apareciendo frente a él.

    — ¡¿Qué quieres tú ah...?! ¡¿Vas a juzgarme...?! ¡Ejecución! ¡Ejecución! — Comenzó a gritar Damián, ante la mirada de asco de Fer.

    — Joder, estás borracho, levántate idiota — Dijo Fer, ayudándole a incorporarse — Y no molestes más a Diana, capullo. Te recuerdo que tenemos celdas.

    — Qu... que te den, Fer.

    Damián comenzó a marcharse, tambaleándose ante la mirada atónita de los residentes de la comunidad. Fer se volteó para ver como estaba Diana, que siempre había evitado a Damián.

    — ¿Estás bien?

    — Sí, sí, tranquilo — Dijo la mujer — Gracias por pararle los pies.

    — No es nada. Si vuelve a acosarte, lo encierro en una celda. Tan solo tienes que pedirlo.

    — No te preocupes, tan solo está pasando un mal momento.

    — Todos estamos pasando malos momentos, lo suyo son ganas de morir.

    Tras estas palabras, el líder de Zona se marchó del pequeño cementerio, dejando a Diana pensativa. La mujer sentía algo de pena por el antiguo líder pese a que él siempre la acosaba.

    Damián había perdido a su mujer Annah, su cargo de líder y la confianza de sus vecinos. Sin duda, no pasaba por su mejor momento.

    [...]

    Gabriel se encontraba en el exterior de la comunidad junto a Ezequiel, otro de los exploradores de Zona. Ambos llevaban tres meses realizando salidas constantes en busca de nuevas personas. Pese a que inicialmente y tras lo ocurrido con Theodore, Fer dijo que no quería más gente desconocida, Óscar autorizó secretamente a Gabe y Ezequiel a que salieran cuando quisieran en busca de personas capaces de mejorar la comunidad.

    El dúo estaba caminando tranquilamente a un lado de la carretera en dirección a una parada de tren cercana en la que habían visto días atrás varios cadáveres de infectados, que indicaban que había un superviviente en los alrededores.

    — ¿Te he contado que yo y Jess lo hemos dejado? — Dijo Ezequiel, visiblemente deprimido — Bueno, ha sido ella quién me ha dejado.

    — Eze, llevas contándome lo mismo durante una semana — Gabe parecía cansado de oír lo mismo — ¿Qué tal si lo superas? Hay más chicas en Zona, y Jess no es precisamente la mejor. Desde que se puso de lado de Damián para echarnos de la comunidad, supe que esa mujer era una perra.

    — No sé, Gabe, la sigo echando de menos — Murmuró el explorador, cabizbajo — Esa chica era lo mejor que me había pasado en el fin del mundo.

    — ¿Sí? ¿De verdad? Porque creo que te ha dejado para irse con otro — El hermano de Fer parecía saber algo, cosa que inquietó a Ezequiel.

    — ¡¿A qué te refieres?! ¡¿Quién?! — Exclamo Eze, alterado.

    — Ben — Murmuró Gabe con un tono de confirmación absoluta — Llevo tres días seguidos viéndolos juntos. La mierda se junta con la mierda.

    — ¡Ese maldito bastardo...! — Dijo Ezequiel, conteniendo su ira en los puños.

    — Sí, es un idiota — Musitó Gabriel, que vio que se aproximaban a la estación de tren — Ya hemos llegado.

    — No sé porqué no hemos tomado las motos — Se quejó su compañero — Hubiésemos llegado más rápido.

    — No nos conviene, sabes que a mi hermano no le agrada la idea de buscar supervivientes — Respondió Gabe, que sacó de su funda un machete con el mango negro — Estate atento.

    Ezequiel obedeció y sacó una daga de su funda, hecha por el herrero de la comunidad. Ambos cargaban con una pequeña mochila que contenía pequeñas provisiones para sobrevivir fuera si las cosas se ponían peliagudas.

    Los dos exploradores se acercaron a la parada de tren, donde seguían los cuerpos de aquellos infectados que vieron unos días antes. Dos de ellos se encontraban sobre las vías y cinco restantes en el andén.

    — ¿Cómo vamos a encontrar al tipo que ande por aquí? — Preguntó Eze, que no sabía que iban a hacer.

    — Busca cualquier rastro, cualquier pista, algo que nos indique por dónde se fue la persona que hizo esto — Indicó Gabriel, arrodillándose ante uno de los cadáveres — No debe andar muy lejos.

    [...]

    — Ya no sabemos que hacer para que dejes de beber — Dijo un hombre, observando a Damián, que estaba sentado en una esquina — Vamos, tenemos que acudir a una reunión.

    Aquel hombre ayudó al ex líder a levantarse y lo ayudó a caminar hasta una de las casas prefabricadas que había en Zona. Al llegar a la puerta, el hombre tocó dos veces seguidas, a la espera de que le abrieran la puerta. Tras varios segundos, una mujer abrió y les indicó que pasaran.

    — Llevamos esperando casi quince minutos — La mujer parecía estar molesta.

    El hombre que iba con Damián decidió acomodarlo en un sofá, mientras se volteaba hacia la mujer.

    — Es difícil encontrar a Damián cuando bebe más de lo que debería — Dijo el hombre con seriedad — Disculpa la tardanza, Amanda.

    — Disculpas aceptadas, querido Jonathan — Respondió la chica que resultó llamarse Amanda — Los demás están dentro, en la habitación.

    — ¿Entonces a qué esperamos? — Preguntó Jonathan, dirigiéndose hacía Damián — Eh, ¿se te va pasando la borrachera?

    — Un poco... — Musitó el ex líder de Zona, al que parecía costarle el simple hecho de moverse.

    — Pues cuando puedas, levántate del sofá y ven a la habitación — Jonathan se fue a dicha habitación junto a Amanda.

    Dentro de aquel cuarto, se encontraba Ben junto a Jess y otro hombre residente de Zona. En la habitación tan solo había una amplia mesa cuadrada y varias sillas para tomar asiento. Jonathan y Amanda se sentaron a un lado, mientras Ben y Jess estaban enfrente. En una de las puntas se encontraba el otro hombre, que fue el primero en hablar.

    — ¿Podemos comenzar o qué? — Preguntó con ansiedad.

    — Sí, cuando Damián venga — Le respondió Ben.

    — ¿Acaso está otra vez borracho? — No era la primera vez en esos tres meses que Jess lo veía así.

    — Sí, no sé de dónde coño saca tanto ron — Jonathan estaba harto.

    En ese momento, Damián entró en la habitación y cerró la puerta tras él. Todos los presentes observaron al ex líder, que tenía un rostro ojeroso y con una barba descuidada, quedaba poco del líder que fue. Sin decir nada, Damián tomó asiento en la otra punta de la mesa.

    — ¿Eres consciente de que estamos aquí por ti, maldito borracho? — Dijo el hombre que se sentaba en la otra punta de la mesa.

    — Miquel — El ex líder de Zona hablaba con dejadez — Vete al carajo.

    El hombre, que se llamaba Miquel, decidió no responder para no comenzar una discusión, pues estaban allí para hablar de otro tema. Tras unos segundos de silencio, Ben tomó la palabra.

    — ¿Os habéis enterado? El consejo planea comenzar pronto con la expansión de la comunidad — Dijo Ben — Óscar está buscando voluntarios para hacer una salida, me imagino que a un lugar donde podrán tomar lo que necesiten para la obra.

    — Sí, Óscar me lo ha dicho personalmente — Murmuró Amanda, confirmándolo — Le he dicho que iré.

    — Ahí es donde quería llegar — Indicó Ben, incidiendo en el tema — Óscar necesita gente para una salida y debe contar con varios de nosotros. He oído que Fer irá y liderará la exploración. Es la ocasión perfecta.

    — ¿Por qué mierda no lo has dicho desde el principio? — Damián abrió los ojos como si fueran platos — Ben, Jess, Amanda y yo iremos a esa expedición. Jonny, Miquel, esta vez os quedaréis aquí.

    — Te recuerdo que ya no das las órdenes, Damián — Ben se levantó de la silla mientras se apoyaba en la mesa.

    — Solo eres un borracho — Añadió Miquel con seriedad — Estás aquí porque puedes ayudarnos a acabar con Fer.

    — Quedó demostrado que no estás a la altura de las expectativas — Le dijo Jonathan al ex líder — Pero Fer tampoco lo está. Acabaremos con él y tomaremos el control de la comunidad, nosotros seremos el nuevo consejo.

    — ¡Os recuerdo que la idea de venganza es mía! — Damián parecía estar cada vez más cuerdo.

    Amanda se levantó rápidamente y golpeó al ex líder de la comunidad, cayendo encima de su silla y después al suelo. Damián se dolía de su espalda mientras el resto del grupo lo observaba con rabia y repugnancia.

    — Haremos lo que tú no pudiste — Dijo Jess, mirándole fijamente — Eliminar a Fer.

    [...]

    Dos meses antes

    Alexa sollozaba todas las noches, en silencio, cuando Michael dormía. No quería que el hermano del que fue su pareja la viera sufrir de aquella forma, sin embargo, él sí que la escuchaba.

    Él no lloraba la muerte de su hermano, al menos no frente Alexa. La forma de ver que Michael estaba sufriendo era cuando no dejaba de golpear a los infectados. Alexa veía en él el sufrimiento, un sufrimiento que iba por dentro.

    Habían pasado dos meses de todo aquello. Dos meses desde que abandonaron al resto del grupo y dejaron Zona para comenzar de cero, solos, lejos del recuerdo de Brandon. Michael y Alexa se encontraban en el interior de un camión frigorífico.

    Encendieron una hoguera para mantenerse calientes debido a que la sensación térmica en aquellos momentos era bastante fría. Allí dentro, podían mantenerse a salvo y protegidos del frío. Era una noche más, y ambos, que de por sí no solían hablar mucho, lo hicieron en aquel momento.

    — Te escucho llorar — Dijo Michael de pronto — Todas las noches.

    Alexa observaba como el fuego devoraba poco a poco la leña que la mantenía viva cuando las palabras de su compañero la trajeron del limbo mental en el que estaba. Alzó la vista y le observó, afilando su pequeña hacha.

    — Y yo veo la ira en tu mirada — Respondió Alexa tras unos segundos — Todos los días.

    Michael dejó de afilar el hacha y miró fijamente a Alexa. Hacía semanas que no se miraban de verdad, siempre cabizbajos y sin saber que decirse. La muerte de Brandon los unía en dolor y lo hacía un vínculo muy estrecho, no obstante, también los distanciaba el uno del otro.

    — ¿La ves ahora? — Preguntó Michael, sin pestañear.

    — ¿Quieres hablar de él? — Alexa no podía decir su nombre.

    — ¿Hablar de Brandon? ¿Quieres hacerlo? — Michael dejó de mirarla para seguir afilando el hacha — No, no quiero.

    — ¿No quieres... o no puedes? — Alexa sentía por primera vez la necesidad de hablarlo.

    — ¡¿Acaso puedes tú, carajo?! — Michael lanzó el hacha a un lado, asustando a Alexa — ¡¿Crees que eso hará que nos sintamos mejor?! ¡¿Eh?!

    De pronto, se comenzaron a escuchar golpes a un lado del camión. Michael y Alexa se quedaron en silencio y pudieron escuchar como se trataba de un infectado, pues además de golpear uno de los laterales del camión, no dejaba de gruñir.

    Sabiendo que se debía a los gritos dados por Michael y que podría provocar que se acercaran más muertos, el propio hombre decidió tomar su hacha recién afilada, tomó una linterna y sin decir nada se dispuso a salir para acabar con aquel ser, cuando Alexa le dijo algo.

    — Algún día tendremos que hablar de Brandon — La mujer tenía varias lágrimas en los ojos y otras que le recorrían las mejillas — No soporto más el silencio.

    Michael respiró hondo y le costó, como si el aire fuera más pesado. Recordar a Brandon e imaginarse como Theodore lo había asesinado... era demasiado para su hermano. Sin embargo, entendía el sentimiento de su amiga. Ella también quiso a Brandon, y su muerte le dolió igual que a Michael.

    — Está bien — Murmuró Mike, ahora con un tono más suave — Lo entiendo.

    El infectado comenzó a golpear más fuerte el lateral del camión, cuando de pronto, se hizo el silencio. Fue tan repentino, que Michael dejó a un lado el hacha y desenfundó un pequeño revólver que se encontró semanas atrás, abandonado en una cuneta junto a un cuerpo absolutamente devorado. Tenía dos balas, y en aquel entonces, las conservó más por si él y Alexa decidían suicidarse. No obstante, en éste momento, aquello no era para ellos.

    Michael decidió permanecer alerta y apuntó a la puerta del camión. En el silencio, ambos pudieron oír varios pasos que se aproximaban a la entrada de la parte trasera del camión, el frigorífico donde se hayaban Mike y Alexa. La mujer tomó su cuchillo y se puso tras Michael, alerta por si abrían la puerta. En ese momento, tocaron como si nada.

    — ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? — La voz era de un hombre con acento árabe — No quisiera intimidarles, estoy solo.

    Michael y Alexa se mantuvieron en silencio tras las palabras del desconocido, que siguió insistiendo.

    — Por favor, es de noche y estoy solo — El hombre comenzaba a ponerse nervioso, pues en la oscuridad no sabías qué te podía salir — Tengo un caballo, podría llevarles a cualquier sitio si lo desean. Tengo comida y tengo un lugar seguro, ¡podrían venir conmigo!

    — ¡Vete con tu caballo a tu maldito lugar seguro y déjanos en paz, amigo! — Exclamo Michael, que no confiaba prácticamente en ningún desconocido.

    — ¡Por favor! ¡Se lo supl...! ¡Mierda! — Dijo el hombre, mientras se escuchaban varios gruñidos aproximándose.

    Michael y Alexa se sorprendieron cuando escucharon el trotar de un caballo y el movimiento que hizo el desconocido para subirse a él. Acto seguido, el ruido del caballo se iba alejando mientras se podía escuchar como los infectados pasaban de largo.

    — Lo mejor será que descansemos, mañana seguiremos nuestro camino — Susurró Michael, mientras se escuchaba a los muertos arrastrar sus podridas piernas.

    [...]

    Actualidad

    — ¡Gabe! — Ezequiel señaló un camino que había tras la parada de tren — Va directo al bosque.

    — Vamos entonces.

    Gabriel y Ezequiel se adentraron en la arboleda. Era extraño, pues cuando había civilización, el tren transitaba por zonas entre el bosque y ahora, solo eran vías muertas que partían dicho bosque en dos.

    Los exploradores avanzaron en absoluto silencio por aquel pequeño sendero, en el que se veía claramente huellas de zapatos. El sendero condujo hasta un pequeño lago con una casita en bastantes malas condiciones pero que aún se mantenía en pie.

    Ambos hombres tomaron sus armas cuerpo a cuerpo y decidieron acercarse sigilosamente. Si allí vivía alguien, podrían verlo antes, y estarían preparados por si era agresivo. Gabe entonces decidió poner un plan en marcha.

    — Saca la pistola de la mochila y cubreme desde una zona en la que no se te pueda ver — Dijo el hermano de Fer, exponiendo su idea — Si hay alguien, hablaré con él. Si la situación se va de control, dispárale.

    — Entendido — Musitó Ezequiel, algo tenso.

    — ¿Podrás hacerlo? — Le preguntó Gabe, que tenía dudas.

    — Nunca he matado a nadie — Murmuró el explorador de Zona — Pero puedo hacerlo si llega el momento.

    — Bien, Eze.

    Ezequiel asintió y se escondió tras unos pequeños arbustos mientras Gabriel se acercaba con normalidad a la puerta. Una vez frente a ella, se dispuso a golpearla levemente cuando vio que una persona iba a abrirle desde dentro. El hermano de Fer quedó sorprendido de la simpleza con la que iba a hacerlo, como si no estuviese alerta.

    — ¿Qué quieres? — Le preguntó el hombre.

    Gabe estaba tan sorprendido de la normalidad con la que iba aquel hombre que tardó unos segundos en contestarle.

    — Oh, nada — Murmuró — Soy miembro de una comunidad y estoy buscando gente para que crezca.

    — ¿Eres como esas colegialas en falda que van de puerta en puerta pidiendo dinero para el viaje de fin de curso? — El hombre miraba a Gabe con incredulidad — ¿Qué mierda es ésta?

    — Es la verdad — Dijo Gabe, poniéndose serio — Me llamo Gabriel, ¿y tú?

    — Stefan — Dijo el hombre — Así que, Gabriel, ¿eh?

    — Así es. Dime, Stefan, ¿te interesaría unirte a mi comunidad?

    — Es cuestión de tiempo que se desmorone — Dijo Stefan, sorprendiendo al propio Gabe.

    — ¿A qué te refieres?

    — Yo formaba parte de una comunidad de supervivientes — Dijo Stefan, recordando la caída de la prisión — Hasta que una horda de podridos la echó a perder. A eso me refiero, es cuestión de tiempo.

    — Eso no lo sabes — Le reprochó Gabriel, molesto con la actitud del desconocido — Llevamos siguiéndole el rastro varios días, con la esperanza de que venga con nosotros y así fortalezcamos la comunidad... ¿y te pones así de idiota? Déjalo, puedes quedarte aquí solo.

    — Oye, joder, espera — Dijo Stefan, parándole los pies — Quiero ir con... un momento, ¿por qué hablas en plural si estás... solo?

    De pronto, Ezequiel salió de su escondite sin dejar de apuntarle. Stefan miró a Gabe sorprendido, pues no esperaba algo así.

    — Eres un poco idiota, ¿lo sabías? Abrir a un desconocido así sin más, fiarse de él... ¿por qué lo hace? — Le dijo Ezequiel, sorprendido.

    — Porque tengo tantas heridas abiertas, que me da igual morir.
     
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    Manuvalk

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    Capítulo 2: Una última oportunidad




    Tras lo ocurrido con Theodore, que logró entrar en la comunidad eliminando a varios guardias, el consejo decidió algo sorprendente: colocar infectados en las proximidades de Zona con el fin de que pudieran alertar a los guardias. Los muertos eran amarrados con cuerdas y cadenas a los troncos de los árboles, y sus gruñidos eran la voz de alarma que indicaba que algo se acercaba a los aledaños de la comunidad.

    Pero no solo hicieron eso, sino que además colocaron a varios de los guardias en zonas estratégicas, tales como los árboles, molinos de viento y tanques de agua. Así tendrían completamente controlada la zona alrededor del refugio.

    Gabriel y Ezequiel traían consigo a Stefan, que había decidido unirse a la comunidad y contribuir a su mejoría. Al no tener vehículo, caminaron de vuelta a Zona. Por el camino, los dos exploradores hablaron más con el que sería un nuevo habitante de la comunidad.

    — ¿Cuanto tiempo llevas solo, Stefan? — Ezequiel quería saber más acerca del nuevo.

    — Meses — Respondió el hombre, haciendo un esfuerzo por recordar — Cuando mi refugio fue destruido, huí de él con un amigo...

    — ¿Qué le pasó a ese amigo? — Preguntó Ezequiel, que no dejó al superviviente seguir hablando.

    — Iba a contarlo hasta que me has interrumpido — Stefan se molestó con el explorador — Bien, como decía, huí con un amigo pero ese amigo estaba completamente loco. Quería matar a varias personas y yo no quería formar parte de sus locuras, así que lo abandoné. No sé dónde estará, pero espero no cruzarme con él. Es muy probable que me quiera muerto.

    — Mierda — Murmuró Gabe, sorprendido — ¿Y cómo se llamaba ese tipo?

    — Theodore — Respondió Stefan con normalidad — Era el líder de mi comunidad.

    El hermano de Fer sintió que el nombre de Theodore le sonaba de algo. Su mente trató de encontrar el momento exacto en el que lo escuchó, tiempo atrás. Tras unos segundos, recordó lo ocurrido con Fer, que mató a Theodore frente media comunidad.

    Theodore era un preso, y aquello hizo que Gabe cayera rápidamente en una conclusión. Sin decir nada, desenfundó su arma y se la colocó a Stefan en la sién, sorprendiendo tanto al propio hombre como a su compañero Ezequiel.

    — ¡¿Gabe, qué mierda haces?! — Ezequiel no sabía como reaccionar.

    — ¡Éste malnacido es un preso! ¡Un maldito que nos atacó tiempo atrás! — Dijo Gabriel, furioso — Nunca te he visto la cara, y no recuerdo tu nombre, pero cuando me has dicho quién era tu puto amigo... todo encajaba.

    — ¡Joder, vale! — Exclamo Stefan, con las manos en alto — ¡Fui un preso! ¡Sí! ¡Pero déjame explicarlo!

    — Soy todo oídos, capullo.

    Ezequiel decidió imitar a Gabriel y también apuntó a Stefan. El que fuera preso y amigo de Theodore decidió sincerarse ante los exploradores.

    — Lo que os he contado sobre mi comunidad y mi grupo, es verdad. Tan solo he encubierto el hecho de que mi comunidad era la prisión estatal y que mi grupo eran presos, al igual que yo — Contaba el superviviente — También es cierto que abandoné a Theodore, porque tenía deseos suicidas. En esa época seguía sus órdenes, sí, pero ya no es así. Él provocó que todo se fuera a la mierda, y me desentendí.

    — ¿Conoces a Alma, malnacido? — Le preguntó Gabriel, conteniéndose — La teníais como a una prostituta al servicio de ese enfermo, me la quitásteis de mi lado... también teníais a Diana como otra prostituta... secuestrasteis a parte de mi grupo y matasteis a un tal Marcus... los de tu calaña sois despreciables.

    — Sé que no merezco el perdón, lo sé — Murmuró Stefan, rendido — Yo estuve en esos momentos y participé en algunos. Sí, conozco a los que me acabas de nombrar. Los recuerdo. Pero debes saber que todo eso lo decidía Theodore, yo y los demás éramos solo títeres.

    — El simple hecho de trabajar para un ser repugnante como ese merece que te mate — Gabe no dudaba en hacerlo, ante la mirada aterrada de Ezequiel.

    — Quizá. Si quieres hacerlo, adelante — Stefan se volteó para mirar fijamente al hermano de Fer — No opondré resistencia. He estado solo estos meses, no tengo motivos para seguir viviendo, así que entenderé tu decisión. Hazlo, si crees que es lo adecuado.

    Gabriel sentía como le hervía la sangre, el deseo de acabar con aquel preso le incitaba a hacerlo mientras el propio Stefan dejaba su vida en manos del hermano de Fer. Ezequiel observaba la escena con tensión, pues nunca había visto una ejecución de cerca. Sin embargo, para sorpresa de Stefan, el explorador decidió guardar el arma.

    — Sigue caminando — Le ordenó Gabe con seriedad — Zona está a media hora.

    — ¿La comunidad se llama Zona? — Preguntó Stefan, que terminó resoplando tras lo ocurrido segundos atrás.

    — Así es — Respondió Ezequiel — Lleva prácticamente en pie desde el inicio de todo.

    — Vaya, debe ser de los pocos refugios que siguen en pie — Dijo Stefan.

    — Sí, aunque eso no ha impedido que se colara el malnacido de Theodore y matara a varias personas — Añadió el hermano de Fer, sorprendiendo a Stefan — Mí hermano le dio su merecido.

    Stefan decidió no responder a Gabe, pues no sabía que decirle. Theodore era un asesino, una persona despreciable y un psicópata, y al que fue su mejor amigo no le sorprendía nada que hubiese matado gente. Sin embargo, respiró aliviado al saber que estaba muerto.

    [...]

    Óscar se encontraba cargando suministros a la parte trasera de un camión. El explorador cargaba varias latas de gasolina y armas de fuego además de comida para una semana, para el hipotético caso en el que quedaran atrapados en algún lado.

    Randall se dirigía hacia Óscar cuando su chica, Natasha, se interpuso en su camino. El hombre sonrió y se acercó a ella lentamente.

    — ¿Vienes a despedirte? — Le preguntó Randall, tomándola de la cintura.

    — Si no lo haces tú tendré que hacerlo yo — Natasha le rodeó el cuello con los brazos.

    — Ya sabes que no me gusta despedirme — Murmuró el hombre, mirando fijamente a su chica — Lo veo como si fuera un indicativo de que no voy a regresar. Y no es así.

    — Bueno, ahí fuera nunca se sabe que puede ocurrir — Dijo la doctora de la comunidad, acercándose lentamente a los labios de su chico — Te quiero.

    — Y yo a ti — Musitó Randall, besándose con su mujer.

    Mientras la pareja se despedía, Amanda pasaba de largo en dirección al camión, donde Óscar estaba terminando de cargar el material necesario.

    — ¿Para qué un camión? — Preguntó la mujer al ver el vehículo.

    — Para cargar todo lo que necesitamos y podemos meter en un camión — Respondió el que fuera líder de los exploradores — Cemento, hormigonera, ladrillo... ya sabes, lo necesario para la expansión.

    — Oh, entiendo — Musitó Amanda, acercándose a las armas — ¿Es una para cada uno?

    — Así es, pero las tomaremos una vez lleguemos — Indicó Óscar, cerrando la puerta trasera del vehículo — ¿Vendrá alguien más?

    — Les hablé de esto a Ben, Jess y Damián — Respondió Amanda — Han accedido a venir.

    — Ben y Jess, me parece bien, pero... ¿Damián? — Óscar se sorprendió de que el ex líder fuera a la expedición.

    — Sí, nos ha sorprendido a todos, pero quiere venir y como dijiste que cuantos más seamos mejor...

    — Lo sé, pero, Damián solo sabe beber y cuando era líder casi nunca salía al exterior.

    — Puedo defenderme yo solito, Óscar — Dijo Damián, apareciendo junto a Ben y Jess — Voy subiendo al camión.

    — Sube atrás — Le indicó Óscar — Conduzco yo y delante estaremos Fer y Randall. Los demás tendréis que subir detrás.

    — Como si fueramos ganado — Se quejó Ben, abriendo la puerta trasera — Las damas primero.

    — Gracias — Dijo Jess, sonriéndole.

    Amanda le enseñó el dedo y subió tras Jess. Acto seguido entró Damián y finalmente Ben, que miró a Óscar con cara de pocos amigos. Estaba claro que no se tomó demasiado bien que ellos tuvieran que subir en la parte trasera.

    Fer se encontraba observando al grupo desde la ventana de su despacho, la tercera planta del edificio. Al ver que iban Damián, Ben y Jess, el líder de Zona frunció el ceño y decidió prepararse para cualquier cosa. En ese momento, su mujer lo abrazó por la espalda.

    — Te están esperando — Murmuró Sally, recostada sobre la espalda de Fer.

    — Voy justo ahora — Dijo el líder, volteándose y besando a su amada — Pero antes debo hacer algo.

    — ¿El qué?

    Fer rebuscó en uno de los cajones del escritorio que tenía en el despacho y encontró un pequeño cuchillo que fácilmente podía ser escondido. Ante la mirada de Sally, el líder de Zona se guardó el arma blanca en la zapatilla derecha.

    — ¿Y eso? — Preguntó la mujer, sin entender el motivo.

    — Damián va a la misión — Murmuró Fer con seriedad — Toda precaución es poca.

    El hermano de Gabe le dio un beso largo a Sally y emprendió su camino escaleras abajo. Una vez salió del edificio, se dirigió al camión, que iba a ser manejado por Óscar. El líder de Zona se subió junto a Randall y Óscar y éste último arrancó el vehículo.

    — ¿Quién ha invitado a Damián a la fiesta? — Preguntó Fer con sarcasmo.

    — Bueno, no había muchos voluntarios y Amanda ha conseguido que vengan algunos — Respondió Óscar — Haber Fer, ya sé que no son precisamente las personas más confiables que hay...

    — Habrá que tener un ojo encima de ellos — Intervino Randall — Yo tampoco me fio.

    — No sé si ha sido lo mejor que vengan — Murmuró Fer — Veremos cuanta ayuda proporcionan. Por cierto, ¿dónde está mi hermano? ¿Y Ezequiel? Podrían haber venido en lugar de...

    — No los he encontrado, supongo que estarán haciendo cosas suyas — Intervino Óscar, que sabía la verdad pero decidió no contarla.

    El camión se puso frente a la entrada mientras dos guardias se disponían a abrirla. En ese momento, los gritos de una mujer hicieron que Óscar frenara el vehículo.

    — ¡Esperad! ¡Esperad! — Exclamaba Diana, hasta llegar a la puerta del camión — Hola chicos.

    — Hey, ¿qué ocurre, Diana? — Le preguntó Fer.

    — Quiero ir con vosotros — Musitó la mujer, que ya iba preparada.

    — ¿Seguro? — Preguntó Randall, sorprendido — Tú no eres de hacer salidas al exterior...

    — Quiero ayudar — Añadió Diana, dispuesta — Por favor.

    Óscar, Randall y Fer se miraron, dubitativos. Tras unos segundos, el líder de Zona le indicó con un gesto que subiera y se sentara a su lado.

    — Os agradezco la oportunidad — Dijo Diana, alegre de poder contribuír a la comunidad de más maneras.

    — ¿Sabes que viene Damián? — Le dijo Óscar, acelerando para salir de la comunidad — Junto a Ben, Jess y Amanda. Están en la parte trasera.

    — Me da igual, no creo que se atreva a decirme nada en una misión — Murmuró la chica, confiada.

    — De todas formas, tenemos que vigilarle — Indicó Randall — Con todos nosotros delante, dudo que haga algo.

    — Más le vale — Musitó el líder de la comunidad, con la mirada al frente.

    El camión salió de Zona y puso rumbo hacia el lugar al que querían ir, donde había mucha cantidad de material de construcción que necesitarían para realizar la expansión de la comunidad.

    [...]

    Alma estaba reorganizando los cajones donde almacenaban los utensilios médicos o las medicinas. Tanto ella como Natasha lo tenían planeado, pues querían ordenarlo todo de nuevo pero de una forma mejor distribuida.

    La doctora, por su parte, se estaba despidiendo de Randall, por lo que la pareja de Gabriel estaba sola en la casa prefabricada que servía como consulta médica. Mientras realizaba su tarea, alguien tocó a la puerta.

    — Está abierto — Dijo Alma sin girarse a ver quién era.

    — Ya he vuelto — Murmuró Natasha, cerrando la puerta tras ella — ¿Necesitas ayuda?

    — Que va, ya casi he terminado — Respondió la mujer, guardando en uno de los cajones varios botes de pastillas — ¿Ya se han ido?

    — Así es — Musitó la doctora, sentándose sobre la camilla — Irán, tomarán lo que sea necesario para la construcción y volverán.

    — Espero que no tengan problemas — Dijo Alma, que había terminado de guardar medicinas — Yo estoy deseando que vuelva Gabe, lleva desde las ocho de la mañana ahí fuera.

    — ¿Qué hace en el exterior? — Le preguntó Miquel, que acababa de entrar en silencio a la consulta.

    — Nada que te importe — Intervino Natasha — ¿Qué quieres, Miquel?

    — Vengo a por pastillas para el insomnio — Dijo el hombre con seriedad — Lo de siempre.

    Natasha miró con indiferencia a Miquel y se dirigió a uno de los cajones que Alma le señaló. Con lentitud, lo abrió y sacó una cajita con dos láminas de diez pastillas cada una. Sin decir nada, se las dio en la mano al hombre, que asintió como señal de agradecimiento y se marchó de la consulta.

    — Es el único de toda Zona que necesita pastillas para dormir — Natasha no lo entendía — Es irónico.

    — Hay más personas que no pueden dormir, solo que ellas no vienen a por pastillas — Respondió Alma con un tono triste — Luchan contra sus pesadillas.

    [...]

    La mujer del líder de Zona se mantenía ocupada en el despacho de éste, observando el plan de expansión en el que trabajaron Óscar y Randall, que fue aprobado por el propio Fer. En el, se indicaba la parte del muro que sería derrumbada y la zona que sería rodeada por un nuevo muro, extendiendo así el territorio de la comunidad.

    Cerca de la actual Zona había un lago que, de construirse la expansión, sería parte de la comunidad. Los habitantes del lugar lo veían todo un acierto, pues podrían usarlo para lavar la ropa, bañarse y demás cosas, no sin antes asegurarse de que no hubieran infectados sumergidos.

    Mientras Sally observaba los planos con satisfacción, escuchó como alguien caminaba en dirección al despacho. La mujer alzó la mirada y vio como Jonathan pedía permiso para entrar.

    — Hola, Sally — Dijo el hombre, dirigiéndose al escritorio en el que la mujer estaba sentada — Me gustaría hablar contigo de algo.

    — Adelante, te escucho.

    Jonathan tomó asiento ante la mirada dubitativa de Sally. La mujer del líder sabía que Jonathan no era alguien de fiar, especialmente porque era uno de los pocos apoyos que le quedaban a Damián en la comunidad.

    — Quería comentarte acerca de la expansión — Murmuró Jonathan, serio — Sé que se necesitarán hombres para derribar y levantar un nuevo muro, y quiero ofrecerme a ello, si es posible.

    — Por supuesto, pon tu nombre en ésta lista — Sally le acercó un papel con varios nombres y un boli.

    — Okay.

    Mientras Jonathan escribía su nombre en la hoja, se comenzaron a escuchar varios pasos al unísono que subían las escaleras en dirección al tercer piso del edificio en el que estaba el despacho. Jonny terminó de inscribirse en dicha lista y se volteó, ambos vieron a Gabriel y Ezequiel junto a un hombre que desconocían.

    — Sally — Dijo Gabe, acercándose a la mesa — ¿Está Fer?

    — No, está en una salida junto a varios más — Respondió la mujer — ¿Por qué lo preguntas?

    — Tenemos que hablar, he traído a un nuevo — Gabe señaló al hombre que se encontraba al lado de Ezequiel.

    — ¡Vaya! — Exclamo Jonathan, levantándose de la silla y aproximándose a Stefan — Bienvenido, compañero.

    — Gracias... — Musitó Stefan, mirando a Jonny de arriba a abajo — ...compañero.

    — Me cae bien — Dijo Jonathan, mirando a Sally.

    Sally no emitió palabra alguna, pues el rostro de aquel desconocido le era increíblemente familiar. Mejor dicho, lo reconocía. En ese instante, la mujer del líder reaccionó.

    — Jonathan, puedes irte — Le indicó la mujer con absoluta seriedad.

    Jonathan se despidió con la mano y se marchó en silencio ante las miradas serias de los exploradores y el desconocido.

    — Eze, cierra la puerta y quédate fuera. Ese capullo es capaz de quedarse tras la puerta para oír lo que hablamos — Dijo Sally, haciendo referencia a Jonathan.

    — Entendido — El explorador aceptó sin rechistar y cerró la puerta, esperando fuera.

    Gabe se encontraba apoyado en ambas manos sobre el escritorio, mirando a la mujer de su hermano con seriedad. Stefan estaba al lado de la puerta, sin saber que hacer ni decir ante Sally.

    La mujer del líder formaba parte del consejo, pero las decisiones grandes o definitivas las terminaba tomando Fer. Al no estar, Sally ocupaba su rol. La chica estaba sentada en el escritorio cuando decidió sacar del cajón una Glock reglamentaria.

    Sin decir nada, Sally se levantó de la silla con el arma en la mano y se dirigió a Stefan ante la mirada sorpresiva del hermano de Fer. La mujer colocó el cañón del arma entre las cejas del que fuera un preso.

    — Dime porqué no tengo que meterte una bala en la cabeza.

    [...]

    El camión mantenía su velocidad por las carreteras desiertas en dirección a aquella explanada donde antes de la caida de la civilización se iba a construir un centro comercial. Mientras Óscar conducía y conversaba con Randall, Diana y Fer, en el interior y parte trasera del vehículo hacían lo propio los demás. Damián, Ben, Jess y Amanda rodeaban una pequeña lámpara que iba con baterias ya que allí detrás no había ventanas, mientras hablaban entre ellos.

    — ¿Qué vamos a hacer exactamente? — Preguntó Amanda sobre la idea de acabar con Fer.

    — Quitárnoslo del camino — Respondió Damián con seriedad — Si se queda solo, si hay problemas... tiene que ser el primero en caer.

    — Vaya, si que pareces sobrio ahora — Dijo Jess, sorprendida.

    — Haber cuanto dura así... — Murmuró Ben, desconfiando del ex líder de Zona.

    — Bien, entonces la idea está clara — Amanda sabía más o menos que harían — Un accidente.

    — Eso es — Indicó Damián.

    El camión siguió su curso durante una hora más de largo camino sin problemas. Finalmente, llegaron a dicha explanada. Tuvieron que meterse por un camino secundario que daba directamente a dicho lugar y no alargar más el viaje, que hubiese sido así si hubiesen seguido por carretera.

    Óscar aparcó el camión justo en la entrada de aquel recinto, vallado por unas rejas con alambre de púas. La entrada estaba cerrada gracias a un candado algo oxidado. Mientras Fer y Randall se disponían a romperlo, Óscar y Diana abrieron la parte trasera del vehículo para que el resto bajaran.

    — Ya hemos llegado — Les informó Óscar, tomando las armas — Una para cada uno, por si tenemos algún susto.

    Las armas iban desde simples pistolas a rifles de asalto o escopetas. Cada persona tomó la que más le gustaba y bajó del camión. El objetivo estaba claro: tomar material de construcción y subirlo al camión.

    — Abierto — Indicó Randall, que había roto la cadena del candado con unas cizallas.

    — Bien, vamos a hacer esto — Dijo el líder, con un plan en mente — Vamos a separarnos en dos equipos de cuatro personas cada uno para así poder obtener el material más rápido.

    — ¿Y quiénes vamos con quién? — Preguntó Diana, mientras era observada por Damián.

    — Damián, Randall, Jess; conmigo — Ordenó Fer con seriedad — El otro gurpo será conformado por Ben, Diana, Amanda y Óscar.

    Ambos grupos se formaron y cada uno fue por un lado del recinto. Frente a ellos, montañas de sacos de cemento, ladrillos y demás material, además del esqueleto de lo que iba a ser un centro comercial.

    El segundo grupo se dirigió a una zona donde había casas prefabricadas y varios camiones estacionados. Con Óscar en cabeza, los cuatro comenzaron a inspeccionar el área con el fin de evitar posibles sustos.

    — ¿Cargamos sacos en el camión o qué? — Preguntó Ben, queriendo empezar de una vez.

    — Espérate — Le ordenó el que fuera líder de los exploradores — Primero tenemos que asegurarnos de que no estamos solos.

    — Yo y Diana nos aseguraremos de que no haya muertos en el interior de las casas — Indicó Amanda, señalando las dos casas prefabricadas que había al lado.

    — Okay, tened cuidado.

    Las dos mujeres se dirigieron con cautela a aquellas casas prefabricadas. Las puertas de ambas estaban abiertas, lo que las hizo estar más alerta aún. Amanda cargaba con un rifle de asalto en su espalda, pero decidió tomar su cuchillo para no hacer ruido. Diana tenía una pistola en su funda pero optó por un arma silenciosa como su compañera.

    — Entremos primero a una y luego a otra, ¿vale? — Diana no quería separarse.

    — Por supuesto, vamos — Musitó Amanda.

    Ambas mujeres entraron sigilosamente a una de las casas prefabricadas, donde la penumbra dejaba poco que ver. Tan solo la luz del exterior que entraba por la propia entrada y por varios agujeros de bala en la pared podían iluminar levemente el escenario.

    — Mierda, podríamos haber traído linternas de mano — Se lamentó Amanda.

    — Hagamos un ruido, así veremos si sale algún podrido — Dijo Diana, proponiendo una idea.

    Amanda asintió, accediendo a dicha idea. La propia Diana pateó con fuerza una pequeña radio que yacía en el suelo, provocando un ruido estruendoso. Las dos chicas permanecieron en silencio, a la espera de ver aparecer a algún infectado. Sin embargo, no fue así, lo que indicaba que en esa casa prefabricada no había nada ni nadie.

    — Inspeccionemos la siguiente y ayudemos a los chicos a cargar con los sacos — Murmuró Amanda, volteándose en dirección a la salida.

    En ese momento, las dos mujeres vieron como un hombre de gran altura, con casco y vestido con un chaleco luminiscente se abalanzaba sobre ellas, entrando al interior de la casa. Debido al sobresalto, Diana gritó aterrada mientras el ser tomaba a Amanda por los hombros y se disponía a morderle el rostro.

    Amanda logró reaccionar a tiempo y lo empujó con fuerza hacia atrás, sacándolo de la casa. Las mujeres se miraron, respirando agitadamente, y salieron a terminar con el infectado. Sin embargo, Ben ya había clavado una barra metálica en la frente del muerto.

    — ¡¿Estáis bien?! — Preguntó Óscar, preocupado.

    — Si, tranquilo — Respondió Amanda, tratando de recuperar el aliento — Estamos bien.

    — Nos hemos llevado un buen susto — Murmuró Diana, apoyada en sus rodillas y respirando aún de manera agitada — Gracias, Ben.

    — Es un honor destrozar los cráneos de estas cosas — Dijo Ben, que al ser corpulento, daba una gran sensación de seguridad.

    — Bien, cerremos las puertas de las casas prefabricadas para evitar un posible disgusto y pongámonos a coger sacos de cemento en polvo — Indicó Óscar, que se había sobresaltado con la reciente situación.

    El otro grupo liderado por Fer se encontraba cargando ya sacos y ladrillos. Mientras dos cargaban, los otros dos les acompañaban armados para evitar sorpresas. Después de varios viajes hasta el camión, las parejas se intercambiaban.

    Fer y Damián cargaban sacos y demás mientras Randall y Jess les protegian las espaldas y los laterales. Se notaba la tensión que había entre el líder del Zona y el que anteriormente lo fue, derrocado por éste último hacía unos meses.

    Randall portaba un rifle de asalto y Jess cargaba con una escopeta semiautomática, ambos no se llevaban nada bien tras el intento de Jess, Ben y varios más de echar al grupo de Fer de la comunidad. El propio Fer fue el que rompió el silencio al acercarse a la pareja que vigilaba.

    — Es vuestro turno — Indicó el líder de Zona, que se encontraba algo sudoroso.

    — Vaya, pensé que nunca lo dirías — Dijo Damián, cansado de cargar con sacos.

    — Cierra el pico — Musitó Fer, volviéndose hacia Randall y Jess — Cargad los que quedan de esa zona y ya está, creo que tenemos de sobra.

    — Entendido — Randall se colocó su rifle en la espalda y cargó con un saco, dirigiéndose al camión.

    Jess hizo lo propio en silencio, detrás del novio de Natasha. Fer, que tenía una escopeta, se quedó a solas con Damián, que sujetaba una pistola. Ambos se limitaron a proteger a Randall y Jess cuando el ex líder de Zona decidió hablar.

    — ¿Cómo van las cosas de palacio, Fer? — Preguntó Damián con una falsa sonrisa que era fácil de interpretar.

    — ¿Cómo? — Fer no había entendido a qué se refería.

    — ¿Sabes cargar con la responsabilidad de todas las vidas que hay en Zona? ¿Puedes soportar la presión? — Le preguntaba Damián con sarcasmo.

    — ¿No me has visto? Llevo tres meses haciéndolo — Fer respondió con una de esas falsas sonrisas que tanto ponía Damián.

    — Oh, claro que lo he visto — El ex líder de Zona tenía unas ganas terribles de golpear a Fer — Planes para una expansión, un huerto en crecimiento, medidas de seguridad mejoradas... Me pregunto cuanto tiempo seguirá yendo así de bien.

    — Salvo que lo estropees, durará mucho — Fer sentía como le hervía la sangre.

    — Vamos, Fer, sé que no confías en mi... — Damián comenzó a victimizarse ante la mirada indiferente de Fer — ...pero si me dieras una oportunidad, quizá...

    — Damián, tú y yo nunca seremos amigos — Fer se acercó varios metros a Damián, que se creció ante el líder — Nunca tomaremos unas copas juntos, ni hablaremos de nuestros sueños, ni saldremos solos a por suministros... Tú y yo somos incompatibles, y cuanto más cerca estamos, más probabilidades hay de que uno de los termine mal. Así que céntrate en ayudar a tu comunidad y déjate de mierdas.

    Damián se tuvo que contener para no golpear allí mismo al líder actual de Zona. Jess terminaba de cargar su saco cuando vio que tras Randall habían dos infectados. Como Fer y Damián no se habían percatado pero sí Jess, la mujer decidió ayudar a Randall y avisarle.

    — ¡Randall, detrás tuya! — Exclamo la chica, tomando su escopeta.

    — ¡Mierda! — Gritó el novio de Natasha, tirando el saco al suelo y volteándose lo más rápido posible.

    Fer y Damián se percataron de que dos infectados estaban a punto de abalanzarse a Randall. Fer no lo dudó y apuntó a uno de los muertos con su escopeta, sin embargo, Damián no hizo intención alguna de ayudar.

    Randall se percató de eso, y tuvo que echar a correr para evitar se tomado por uno de los muertos. Jess ejecutó a uno de ellos y Fer acabó con el otro. Los dos disparos seguidos llamaron la atención del otro grupo, que regresó junto al resto al oírlos.

    — ¿Va todo bien? — Preguntó Óscar, viendo a Jess y Fer con las escopetas humeantes.

    — Sí, todo va genial — Respondió Randall, mirando con rabia al ex líder de Zona.

    — ¿Cómo os ha ido a vosotros? — Preguntó Jess, bajando el arma.

    — Bien, hemos cargado bastante en el camión — Indicó Diana — Ya hemos visto que vosotros también habéis contribuido a llenarlo.

    — Así es — Murmuró Randall — Solo falta que tomemos una hormigonera para remover el cemento. Irem...

    — Iremos yo y Damián — Dijo Fer, sorprendiendo a todo el grupo, incluido al propio Damián — Id preparandoos para marchar de aquí.

    Fer le indicó a Damián con un gesto que le siguiera, ante la mirada incrédula del grupo. El líder de Zona iba en cabeza, caminando con rápidez mientras era seguido por el ex líder. Ambos se tenían muchas ganas y aquello parecía que iba a terminar en una mala situación. La hormigonera se encontraba muy cerca, entre dos montañas de piedra.

    — Ayúdame a cogerla — Le dijo Fer, tomándola de un lado mientras Damián lo hacía del otro.

    — Vale.

    Damián la tomó y ambos comenzaron a caminar en dirección de regreso al camión, cuando de pronto Fer la dejó caer, provocando que el propio Damián también cayera por la inercia. En ese preciso momento, el actual líder de Zona tomó al anterior por la camiseta, lo puso en pie y le golpeó dos veces en el rostro, haciéndole sangrar. Damián retrocedió unos metros y se echó las manos a la cara, para comprobar si sangraba.

    — Te voy a matar, Fer — Dijo el ex líder de Zona, con absoluta franqueza por primera vez en mucho tiempo.

    — Ven si tienes huevos, borracho de mierda.

    Damián se dispuso a tomar la pistola que tenía en la funda, pero antes de que pudiera hacerlo, Fer le dio un puñetazo de nuevo en la cara, derribándolo en el suelo. El líder de Zona aprovechó para quitarle el arma, ante la mirada rabiosa del ex líder.

    — ¿Vas a dispararme, Fer? ¿Cómo cuando me arrebataste mi vida? ¡Vamos, tres meses no cambian a un asesino! ¡Sé que quieres hacerlo! — Damián quería provocar la ira del líder.

    — No — Musitó Fer, lanzando la pistola y su escopeta a un lado — Vamos a pelear como hombres.

    — Bien, bien — Damián se incorporó con dificultad, mientras su nariz sangraba — No te arrepientas luego.

    En el camión, varios miembros del grupo comenzaban a impacientarse al ver que ninguno de los dos regresaba.

    — Mierda, estos dos solos... no debimos dejarles ir — Óscar se imaginaba lo que estaba ocurriendo — Debemos ir a...

    — No, debemos dejarles — Randall lo tenía claro — Que solucionen sus problemas.

    — Sí, el capullo tiene razón — Dijo Ben, que se encendió un cigarrillo — Está claro que solo volverá uno de ellos.

    — ¡¿Estáis locos?! — Diana no se podía creer la pasividad de sus compañeros — ¡Vais a dejar que se maten!

    — ¿Y qué más te da? — Intervino Jess — No has debido venir con nosotros, princesa. El exterior no es para ti.

    — ¡Vete a la mierda! ¡No permitiré esto! — Diana se dispuso a buscar a Fer y Damián, pero Amanda se interpuso en su camino.

    — No puedo dejarte.

    — Apártate, Amanda — Óscar estaba apuntando a la mujer con su pistola.

    — Baja el arma, idiota — Ben hizo lo propio, pero apuntando al líder de los exploradores.

    — ¡Iros a la mierda! ¡Voy a hacer lo correcto! — Gritó Diana, harta de conflictos — ¡Voy a traerles!

    La mujer comenzó a marcharse cuando un disparo seco y directo le atravesó el cuello, haciéndola caer al instante. Se trataba de Jess, que con frialdad, había matado a Diana. El resto del grupo quedó en shock, perplejo, sin saber como reaccionar. En ese momento, Randall se abalanzó sobre ella y le quitó la escopeta con fuerza.

    — ¡Qué mierda acabas de hacer, maldita perra! — Randall había explotado en ira — ¡Puta loca! ¡Vas a pagar lo que has hecho!

    — ¡Aparta esa puta escopeta de la cara de mi chica! — Ben tiró la escopeta al suelo — ¡Esa perra prepotente se lo merecía!

    — ¡Eres un miserable, Ben! ¡¿Cómo puedes defender esto?! — Óscar no daba crédito a lo ocurrido.

    Randall había roto en llanto, pues Diana formaba parte del grupo con el que llegaron a Zona. Era de los suyos y su muerte, tan repentina y evitable, acababa de destrozarle. Furioso, se le echó al cuello a Jess, apretándoselo con una fuerza desmesurada.

    Amanda le apuntó con su rifle, pero en ese momento Óscar ya estaba tras ella, con el cañón de su arma en la cabeza de la mujer. Al ver que su pareja, Jess, iba a ser asfixiada por Randall, Ben golpeó al hombre con fuerza en la cara, haciéndole retroceder. Jess cayó al suelo, inhalando aire como quién acaba de volver a la vida.

    — Vas a terminar como la zorra de tu amiga — Dijo Ben, acercándose a Randall.

    Randall se levantó del suelo y se colocó en posición de lucha, al igual que Ben. Sin embargo, el ruido de los disparos y los gritos habían llamado la atención de varios infectados de los alrededores. Randall y Ben veían como se acercaba una gran multitud de detrás del esqueleto del centro comercial. Óscar también lo observaba, distracción que aprovechó Amanda para revolverse y quitarle la pistola.

    En ese instante, Diana comenzó a resucitar ante la mirada de los que fueron sus compañeros. La mujer se incorporó de forma errática y se volteó para ver la comida que tenía enfrente.

    — Vuelve a dormir — Susurró Amanda, ejecutando un tiro limpio en la frente.

    Damián y Fer, pese a los disparos, seguían peleando. Damián comenzaba a estrangular a Fer, pero el líder de Zona tomó una piedra y le golpeó en la frente, quitándoselo de encima. Fer se colocó sobre Damián y se dispuso a darle un golpe final con la piedra, cuando al levantar la mirada, vio que una gran cantidad de infectados invadía el lugar.

    — Mierda, ¡mierda! — El líder de Zona, con el rostro ensangrentado, no daba crédito a lo que veía — ¡¿De dónde carajo han salido?!

    — ¡¿De qué mierda hablas?! — Preguntó Damián, que al girarse, vio a qué se refería — Dios santo...

    La cantidad de muertos que se aproximaban a la zona no tenía límites. Al alcance de la vista, no había un final para ese mar de infectados que se echaba encima del grupo. Aquella horda había aparecido de la nada, al mínimo ruido que habían tenido. Tanto Damián como Fer se miraron con temor.

    — ¡Al camión! — Indicó Fer, corriendo en dirección al vehículo y seguido del propio Damián.

    Al momento de llegar, Fer y Damián miraron atónitos como Randall se defendía de dos infectados que tenía encima. Sin dudarlo ni un instante, Fer sacó el cuchillo que guardó en su zapato y lo hundió en la sién de uno de esos seres, mientras Randall se cargaba al otro.

    — ¡Nos hemos dejado las armas! — Exclamo Damián, girándose para tomarlas.

    Al voltearse, el ex líder de Zona vio que no podía ir a por ellas, pues los muertos se interponían en su camino.

    — ¡Las nuestras se las han llevado! — Dijo Óscar, apenado.

    — ¡¿Cómo que se las han llevado?! ¡¿Qué ha pasado?! ¡¿Dónde están todos?! — Fer estaba alterado debido a la situación.

    — ¡Jess ha matado a Diana, y junto a Ben y Amanda han cogido el camión y se han largado! — Contó Randall, bastante agitado — ¡Nos han abandonado, joder!

    [...]

    — He cambiado, Sally — Murmuró Stefan con una voz suave — Abandoné a Theodore cuando logramos escapar de la prisión. Estaba loco, no quería saber nada de él.

    — ¿Sabes que Theodore mató al hijo de Sally y mi hermano? Los golpes en su vientre terminaron con la vida del feto — Intervino Gabriel, con un rostro serio.

    Sally dejó la pistola a un lado y levantó su camiseta, mostrando un abdomen con diversos moretones debido a la golpiza de Theodore y una cicatriz en el centro, fruto de la intervención que tuvo que hacerle Natasha para extraerle el feto muerto antes de que pudiera causarle algún perjuicio al cuerpo de la mujer.

    Stefan observó la herida con repudia, asintiendo con rabia al ver dicha imagen. Sally volvió a bajarse la camiseta ante la mirada de Gabe, que pese a que entendía la rabia que podía tener la mujer de su hermano, también creía que Stefan había cambiado a mejor. Sin Fer en la comunidad, la líder era ella, así que ella tendría la decisión final.

    — Siéntate, Stefan — Le indicó Sally, mientras ella hacía lo propio.

    Stefan obedeció y se sentó frente a la mujer, mientras Gabe se mantenía de pie tras el que fuera preso tiempo atrás.

    — ¿Quieres quedarte en Zona? — La pregunta de Sally fue directa.

    — He visto de lejos lo que habéis construido, me parece asombroso. En la prisión no llegamos a tener esto ni de lejos.

    — ¿Eso es un sí?

    — Exacto — Stefan decidió quedarse en la comunidad para reinventarse completamente — Después de todo lo que os he hecho, y sintiéndome culpable por lo ocurrido con Theodore, quiero compensaroslo.

    — ¿Cómo?

    — Trabajaré, haré lo que sea por mantener el lugar y por mejorarlo. Estoy decidido a arreglar todo el dolor causado.

    — No puedes devolverme a mi hijo, no puedes cambiar lo ocurrido — Sally no le apartaba la mirada a Stefan — A la mínima sospecha, te meteré una bala en la cabeza.

    Sally le indicó a Gabe con la mano que se llevara a Stefan de allí. El hermano de Fer le tocó en el hombro al que fuera preso para que éste abandonara el despacho.

    — Gracias, no te arrepentirás — Dijo Stefan, levantándose de la silla y saliendo del despacho junto a Gabe.

    Una vez ambos abandonaron el despacho, Sally comenzó a llorar, mientras se acariciaba el vientre maltrecho.

    Gabe y Eze acompañaban a Stefan a la salida del edificio. Una vez fuera, el hombre observó la calidad de vida que había en Zona, muy distinta a como se vivía en aquella cárcel de máxima seguridad.

    — Eze, encuéntrale un sitio en el que vivir a nuestro nuevo vecino — Dijo Gabriel con una media sonrisa.

    — Eso está hecho — Respondió Ezequiel, yéndose a buscarle un hogar a Stefan — ¡Bienvenido a Zona!

    Stefan asintió y se despidió de él alzando la mano. Una vez solos, el hermano de Fer decidió decirle algo.

    — Gánate un sitio aquí — Murmuró Gabe — Es tu última oportunidad.
     
    Última edición: 28 Enero 2018
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Hola. Estos dos capítulos que has publicado me han gustado mucho. La reforma de Zona con Fer a la cabeza parece ir mucho mejor que con Damián, aunque él y algunos de los suyos no lo vean así. Me pregunto qué les deparará a los que escaparon de los zombis cuando regresen y los demás les hagan preguntas.

    Sé que Fer y su gente se apoderarán de Zona por completo, pero me pregunto cuanta gente morirá durante la “revolución” de Damián y su gente. Diana ya fue la primera, y de hecho, creo que su muerte fue demasiado predecible. En el momento en el que se ofreció a ir con ellos me di cuenta de que no regresaría con vida.

    Espero que la horda que apareció al final del segundo capítulo sea una oportunidad de ver a los zombis como una amenaza real en la historia.

    Me gustaría saber qué es lo que tienen pensado hacer Michael y Alexa después de la muerte de Brandon, y si volverán a Zona en algún momento. Pero lo más interesante es la entrada de Stefan en Zona, siendo que él fue el segundo al mando del hombre que entró y mató gente ahí. Me gustaría ver a Stefan cambiar y redimirse, y no que muera de la misma forma que Theodore. Imagino que Stefan también quiere lo mismo, y creo que podría matar a los rebeldes en un intento de ganarse la confianza del grupo.

    No noté errores en los capítulos, aunque no hice una lectura muy profunda en realidad. Nos veremos hasta la próxima.
     
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  7. Threadmarks: 5x03: La tormenta (Parte 1)
     
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Capítulo 3: La tormenta (Parte 1)




    Fer corría a toda velocidad por el parking de lo que iba a ser el centro comercial. Seguido de Randall, Damián y Óscar, el líder de Zona buscaba desesperado un vehículo en el que poder alejarse del área, ahora completamente invadida.

    Randall tomó un ladrillo de la zona de construcción y lo lanzó contra un coche de cuatro plazas, concretamente a la ventanilla del conductor. El cristal se rompió y la alarma del vehículo comenzó a resonar en toda la zona. Los infectados desviaron parte de su rumbo y la gran mayoría se dirigía al parking.

    — ¡Vamos Randy! — Exclamo Fer a su amigo, que trataba de hacerle un puente al coche para arrancarlo.

    — ¡Mierda, está muerto! — Randall pateó con ira el lateral del vehículo.

    — ¡Se nos echan encima, caballeros! — Damián observaba como la muchedumbre de muertos irrumpía en el amplio parking.

    — Y nosotros sin armas de fuego — Óscar veia que estaban en una mala situación — No nos podemos quedar aquí, hay que largarse.

    — ¡Necesitamos un puto vehículo, Óscar! — Fer estaba bastante tenso — ¡Randall, ¿ves alguno que pueda valer?!

    La realidad era que el parking estaba casi vacío de vehículos, y los pocos que había tenían pinta de estar con la batería muerta o averiados. Además, ir de coche en coche tratando de arrancarlos no era opción, puesto que cada vez se acercaban más los infectados.

    — ¡Vámonos ya, joder! — Damián se sentía pequeño ante la horda que se aproximaba.

    — Que asco de vida, joder — Fer comenzó a buscar un lugar al que correr, o un sitio por el que huir — Solo espero que esos hijos de puta no hayan tenido tanta suerte.

    [...]

    — ¡¿De dónde mierda salen tantos?! — Ben, que conducía el camión, estaba siendo rodeado por muertos.

    — ¡Están en la carretera y salen del bosque! — Señaló Jess, al límite — ¡¿Cómo pueden estar tantos juntos?!

    — ¡Pásales por encima, Ben! — Gritaba Amanda.

    El camión comenzaba a ser seriamente rodeado por muchos infectados. En un acto impulsivo, Ben obedeció las palabras de Amanda y aceleró sin dudarlo, pasando por encima a una decena de muertos.

    — ¡A la derecha, la carretera está libre! — Le señaló Jess.

    Ben giró el volante con rápidez y el camión hizo un semi derrape mientras tomaba un nuevo rumbo. Sin embargo, aquella cantidad incesante de muertos no cedió en su empeño y pese a ser considerablemente más lentos, comenzó a seguir al vehículo hasta perderlo de vista en el horizonte.

    — ¿A dónde mierda vamos ahora? — Preguntó Amanda, ahora que estaban fuera de peligro por el momento.

    — Zona — Respondió Ben — ¡¿A dónde mierda quieres ir sino?!

    — ¡Ben, hemos matado a Diana! ¡Hemos abandonado al resto incluido a Damián! ¡¿De verdad crees que se tragarán que han muerto?! — Jess estaba súper alterada debido a la situación.

    — ¡Tú has matado a Diana, no los demás! ¡Damián es un borracho de mierda que se cree que aún manda pero aquí el jefe soy yo! ¡Y no pretendía decirles que los demás habían muerto, simplemente decirles que ha habido problemas y nos hemos separado! — Ben respondió con rabia a todo, ante la mirada de las dos mujeres.

    — Estoy con Jess, sigo sin pensar que ir a Zona sea lo mejor — Amanda pensaba con frialdad, analizando las cosas — No podemos dar por hecho que se lo crean, y mucho menos cuando Fer y los demás regresen a la comunidad.

    — ¿Crees que van a sobrevivir a eso? ¡Les hemos dejado en medio de una puta horda! — Ben seguía conduciendo pese a mantener la conversación.

    — Ben, es muy difícil que mueran justamente los cuatro — Amanda quería ser realista — Fer y Randall son tipos muy listos, no habrían sobrevivido durante tanto tiempo de no serlo. Óscar sabe manejarse con los infectados, en muchas salidas al exterior él ha logrado guiar al grupo en situaciones complicadas. Y Damián no ha estado casi en el exterior, pero no me sorprendería que le ayudaran. Fer, Randall y Óscar no parecen personas capaces de dejar a su suerte a alguien que no sabe sobrevivir fuera. Posiblemente sea él quién muera, o quizá haga que maten a alguien por su culpa.

    — Bien, Amanda, gracias por tu maldito psicoanálisis sobre esos imbéciles — Ben estaba harto de hablar de ellos — ¿Qué diablos queréis hacer entonces?

    — Ir a Zona, abrirnos paso entre los que se interpongan, tomar lo que necesitemos y largarnos por nuestra cuenta. Si nos quedamos allí, nos encerrarán en las celdas o en el peor de los casos, nos matarían — Propuso Jess con firmeza — Iremos como si nada, les diremos lo que tú has dicho de que ha habido problemas y nos hemos separado, les daremos el camión con el maldito material e inmediatamente tomaremos nuestras pertenencias, quedaremos en la puerta trasera y nos iremos de la comunidad. Si somos rápidos, cuando se den cuenta de lo que hemos hecho, ya no estaremos allí.

    — Me encanta cuando piensas así — Dijo Ben, sonriendo como un pervertido — Me pones mucho.

    — Oh, vamos Ben, cierra la boca — Amanda no quería oír nada más — Hagamos eso, pues.

    [...]

    — ¡Allí! — Exclamo Óscar, señalando un bus aparcado justo a la salida del parking.

    — ¡A mí me vale! ¡Vamos! — Dijo Fer, decidido.

    Los cuatro hombres se dirigieron lo más rápido posible al vehículo señalado por Óscar. La horda de infectados comenzó a invadir poco a poco el parking, dando a los supervivientes poco margen de tiempo para salir de allí.

    Óscar llegó primero y vio que la puerta del autobús estaba abierta. Sin dudarlo, entró dentro dispuesto a arrancarlo cuando se le echó encima un infectado. El muerto vestía con una sudadera, pantalones de chandal y le faltaba una zapatilla. Sorprendentemente, le colgaba la piel del rostro, llegándose a ver el pómulo huesudo.

    Al líder de los exploradores no le dio tiempo de sacar su cuchillo por lo que en un acto reflejo le puso su antebrazo izquierdo, el ser podrido fue rápido y hundió sus dientes negros en la piel del hombre, que soltó un grito desgarrador de dolor.

    — ¡Óscar! — Gritó Randall, desenfundando su arma blanca.

    El propio Óscar aprovechó que el muerto le mordía el antebrazo para con su otro brazo sacar su cuchillo y hundírselo en la parte trasera del cuello, acabando con su vida de no muerto. Al momento, lanzó el cuerpo fuera del bus al instante en el que Randall llegaba con su cuchillo en mano seguido de Damián y Fer.

    — ¡Mierda! — Randall observaba con repugnancia la mordedura — ¡Fer!

    — Dios mío... — Era la primera vez que Damián veía a uno de los suyos con una mordedura.

    — ¡Joder, hay que cortarle el brazo! — Exclamo el líder de Zona.

    — ¡No! ¡No vas a cortármelo! — Óscar parecía decidido — ¡Seré una carga y ahora lo que necesitamos no son lastres!

    — ¡Te vas a morir, maldición! — Randall quería tratar de salvar a su compañero.

    — ¡Arranca éste puto trasto y larguémonos de aquí! — Óscar no quería seguir hablando — ¡Vamos! ¡Ya!

    Randall asintió, rendido, mientras Fer se disponía a arrancar el bus. Damián se volteó y observó como parte de la horda se aproximaba.

    — ¡Fer...! — El ex líder de Zona temía que fueran rodeados.

    — ¡Sí, Damián, ya lo veo! — Fer trataba de hacer contacto con el cable de arranque por tercera vez — ¡Vamos, vamos!

    Finalmente, quizá gracias a un golpe de fortuna, el autobús encendió el motor. Mientras Óscar era tratado por Randall, que se arrancó una manga de la camiseta para hacerte un torniquete en la herida ante la mirada apenada de Damián, Fer arrancó rápidamente y el bus hizo un tremendo esfuerzo por moverse de su sitio, en el que llevaría casi un año parado.

    El grupo no dudó en salir del lugar para alejarse de la horda, que trató de seguirles pese a su lentitud. El objetivo de Fer era regresar a Zona para esperar la llegada de Ben, Jess y Amanda y encerrarlos en las celdas. Al margen de aquello, esperaba que la horda no encontrase el camino a casa.

    [...]

    Gabriel se encontraba observando desde la distancia a Stefan, que miraba con detenimiento los puestos de trabajo que había en la comunidad. El hermano de Fer sabía que era necesario mantener un ojo sobre él, puesto que antes era un preso y no quería que sucediera nada parecido a lo de Theodore. Sally se acercó por detrás, también observando al nuevo miembro.

    — ¿Crees que habrá cambiado? — La pregunta de Sally fue directa.

    — Creo que es probable, aunque prefiero no confiarme por el momento — Gabriel se giró para mirar a la mujer de su hermano — No te preocupes, tendrá vigilancia las veinticuatro horas.

    — No estoy preocupada — Musitó la mujer con seriedad — Si hace algo extraño, la culpa será tuya y de Ezequiel. Vosotros le habéis traído, la responsabilidad es vuestra. Ya sabes lo que piensa Fer de traer supervivientes de fuera a Zona.

    — ¿Acaso piensas cómo mi hermano? — Gabe no entendía la postura de Fer y Sally — Nosotros también vinimos de fuera y míranos ahora.

    — Y por poco nos echan de aquí, ¿no recuerdas? — Dijo Sally — Theodore entró desde fuera y mató a mi hijo. No me volverá a pasar nada de eso.

    La líder dio media vuelta y se dispuso a marcharse cuando el walkie que portaba colgando del pantalón comenzó a hablar. Gabe se quedó pendiente de lo que ocurría mientras Sally lo tomaba.

    — ¿Qué ocurre? — Preguntó la mujer.

    Se aproxima a la entrada el camión con el material de construcción — Respondió el vigilante que había fuera de la comunidad.

    — Gracias por avisar, Tann — Dijo Sally, cortando la comunicación y volviéndose hacia los guardias de la entrada — ¡Abrid las puertas!

    Dichos guardias obedecieron y abrieron la puerta de Zona, momento en el que el camión entró y frenó frente a varias personas que venían a ver que sucedía. Ben fue el primero en bajar del vehículo, seguido de Jess y finalmente Amanda.

    — ¿Dónde están los demás? — Preguntó Sally al ver que no bajaba nadie más.

    — Hemos tenido problemas con una gran horda y nos hemos tenido que separar — Respondió Ben con aparente normalidad — Fer nos dijo que trajeramos el material aquí y que ellos verían como regresar.

    Tras las palabras del hombre, todos quedaron en silencio. La gente tenía dudas sobre la veracidad de dicha información, pues Ben no parecía ni estar seguro de lo que decía.

    — No me lo trago, Ben — Dijo Gabe, aproximándose al corpulento hombre — ¿Qué coño habéis hecho?

    — ¡Ya has oído lo que ha ocurrido! — Ben y Gabe estaban cara a cara — ¡Cumplimos órdenes de tu hermano, joder!

    — Fer nunca ordenaría algo así — Intervino Sally — No confía en vosotros, no os confiaría el material de construcción para que lo trajeráis.

    — Mira zorra, deberí...

    Jess recibió un bofetón por parte de Sally, evitando así que la mujer dijera nada. Todos quedaron atónitos ante ésta escena mientras Jess se limpiaba un pequeño corte en el labio inferior y miraba a Sally sin poder creerse lo que acababa de hacer.

    — Quiero la verdad, ahora — Sally comenzaba a perder la paciencia.

    — ¡La verdad es qu...!

    — ¡No quiero oírte, Jess! — Sally desenfundó su arma y apuntó con firmeza a la mujer, dejándola sin hablar una segunda vez.

    — ¿Te crees muy dura por ser la mujer de Fer? — Ben la observaba con rabia — ¿Te pone caliente lo de acostarte con el líder?

    Gabe se enfadó y golpeó con su puño derecho el rostro de Ben, que pese a ser bastante alto y corpulento, cayó al suelo con fuerza.

    — No vuelvas a hablar así, hijo de perra — Dijo Gabe, molesto — Si no decís la verdad ahora, os encerraré para siempre en esas putas celdas.

    — ¡Está bien, está bien! — Amanda no pudo aguantar la presión y decidió contar la verdad — ¡Los hemos abandonado allí! ¡Esa es la verdad!

    Ben y Jess se sentían traicionados mientras Sally y Gabe se quedaban perplejos y furiosos. La gente de Zona observaba con rabia al trío culpable.

    — Encerrad a Ben y Jess — Ordenó Sally, sin mirarles a la cara.

    — ¡¿Cómo te atreves, perra?! — Exclamo Ben, mientras Stefan y Ezequiel lo tomaban de los brazos — ¡Lo vas a pagar, Amanda! ¡Lo vas a pagar!

    — ¡Maldita traidora! ¡Eres una zorra! — Gritaba Jess mientras la tomaban otros guardias.

    Mientras la pareja era encerrada en las celdas, Sally y Gabe se llevaron a Amanda al despacho. Querían saber la versión completa de la historia, y a partir de ahí, decidirían sin encerrarla a ella también o no.

    — Quiero saberlo todo — Sally miraba con frialdad a la mujer.

    — Todo se fue a la mierda en el momento en el que Fer y Damián tardaban en volver con el grupo. Fueron a recoger algo pero pasaba el tiempo y no regresaban. Mientras algunos querían ir a ver que ocurría, otros se oponían, diciendo que debían solucionar sus problemas. Diana hizo caso omiso y se dispuso a ir a buscarles, fue entonces cuando Jess la mató a sangre fría y por la espalda — Contaba Amanda con culpabilidad.

    — Un momento, ¿Diana fue con vosotros? — Sally se sorprendió de aquello.

    — Sí, en el último momento, supongo.

    — ¿Y dices que la mató? — Gabe se sintió terriblemente mal con la noticia.

    — Así es — Amanda decidió proseguir — Randall se puso hecho una furia y trató de ir a por Jess, pero Ben lo paró. En ese momento, todos vimos como una gran horda aparecía literalmente de la nada. Damián y Fer no regresaban, entonces Ben tuvo la idea de abandonarles a todos e irnos de allí.

    — ¿Y tú estabas de acuerdo? — Le preguntó Sally.

    — No, lo veía una estupidez. Simplemente me subí al camión y ya.

    — Dime algo, Amanda, ¿habiáis tramado algo para quitaros a Fer de en medio? — Gabe tenía sus teorías.

    — Algo así. El plan era de Damián y Ben, aunque estábamos apoyándolo yo, Miquel, Jonathan y Jess. Íbamos a ir a la misión para acabar con él, que fuera un accidente. Supongo que Damián y Fer pelearon.

    — Mierda — Gabe se puso las manos a la cabeza, cansado de que siempre ocurriera lo mismo entre Damián y Fer.

    — ¿Sabes qué, Amanda? Vas a estar encerrada en una de las casas prefabricadas hasta nuevo aviso, te vigilará un hombre — Sally había decidido aquello para la mujer — Gabe, dile a Eze que se quede en el cuarto de las celdas y a Stefan que vigile a Amanda.

    — Eso está hecho — Musitó el hermano de Fer, tomando el walkie para dar las órdenes.

    En ese momento, el guardia llamado Tann que había hablado con Sally anteriormente volvió a ponerse en contacto con ella.

    Sally — Dijo, esperando respuesta.

    — Dime, Tann.

    Te va a sonar extraño, pero se aproxima un autobús a la entrada — Murmuró el guardia.

    — ¿Cómo? — Sally se vio sorprendida — Vale, avisaré a todos los guardias para que se preparen. Tú, toma el rifle.

    Entendido.

    Sally se colocó el walkie sujeto a su pantalón y tomó una de las pistolas que tenía en el cajón del escritorio del despacho. En ese momento, Stefan llegaba para llevarse a Amanda.

    — Ve a la casa prefabricada de la izquierda y quedáos ahí — Le ordenó Gabe — Vigílala y que no cometa ninguna tontería.

    — Está bien — Musitó Stefan, girándose hacia la chica — ¿Me acompañas?

    Amanda comenzó a seguirle con seriedad, arrepentida por lo sucedido pero molesta con la actitud que tenían hacia ella. Pese a que era cómplice de la trama de Ben, Damián y el resto, sentía que no merecía ser observada a cada rato por un tipo cualquiera.

    Una vez Stefan se llevó a Amanda, la mujer del líder volvió a tomar el walkie para avisar a los guardias.

    — Oíd todos; se aproxima un vehículo desconocido a la entrada. Quiero a guardias armados ante un posible ataque — Indicó Sally.

    Gabe escuchó la conversación anterior con el guardia Tann y la órden actual de la mujer de su hermano, por lo que estaba enterado del tema. Sin dudarlo, decidió acompañarla a las puertas de Zona para ver que ocurría.

    Los guardias estaban armados sobre el muro mientras aquel bus se frenaba en la entrada de la comunidad. Gabe tomó un arma prestada y subió al muro junto al resto de hombres, apuntando al vehículo.

    — ¡Identifícate! — Exclamo Gabriel con seriedad, apuntando el rifle hacia el puesto de conductor.

    La puerta del autobús se abrió y de él bajó Fer, con las manos en alto, seguido de Randall y Damián, que cargaban con un moribundo Óscar.

    — Mierda — Susurró Gabe, volteándose hacia el interior de Zona — ¡Abrid la jodida puerta! ¡Es mi hermano y los demás!

    Los guardias obedecieron y abrieron las puertas, dándole paso a los cuatro supervivientes. Toda la gente corrió a la entrada a ver el suceso, sorprendidos y alegres de la llegada de su líder.

    — Hermano... — Murmuró Fer, aproximándose a su familiar.

    — Hermano... — Dijo Gabe, abrazándole — Me alegra verte en pie.

    — Ha sido un milagro — Musitó el líder de Zona, visiblemente agotado — Qué alguien meta el bus dentro, por favor.

    — Eso está hecho — Dijo Gabe, indicándole a un guardia que condujera el bus al interior de la comunidad.

    Fer se acercó a Sally y la abrazó con fuerza. Ambos mantuvieron el abrazo durante casi un minuto. Después de ello, se dieron un tierno beso. El líder estaba contento de haber regresado a casa.

    — ¿Han llegado los demás? — Preguntó Fer a su mujer.

    — Si te refieres a Ben, Jess y Amanda, sí — Respondió Sally — Trataron de engañarnos pero ahora sabemos que ocurrió gracias a Amanda, que lo confesó.

    — ¿Dónde están? — Preguntó Fer, que quería hacerles una visita.

    — Ben y Jess están encerrados en las celdas, Amanda está siendo vigilada por Stefan, no la hemos encerrado porque ha colaborado — Le dijo Sally, informándole de todo lo sucedido.

    — ¿Stefan? — Fer se sorprendió del nombre — ¿Quién es ese?

    — Es una larga historia, pregúntale a tu hermano.

    Natasha y Alma corrieron al encuentro pero no se pudieron quedar a saludar, puesto que tuvieron que llevar a Óscar a la consulta médica. El que fuera líder de los exploradores estaba visiblemente pálido y con fiebre, fruto de la mordida del infectado. Randall les acompañó.

    — Eh — Gabe le llamó la atención a su hermano — ¿Qué hacemos con Damián?

    — Vigílale — Le ordenó Fer — ¡Escuchadme todos, tengo algo importante que deciros!

    La gente dejó sus quehaceres y tareas y prestaron atención a su líder. Los habitantes de Zona formaron un gran círculo alrededor de Fer para escuchar lo que éste les dijera.

    — Sé que en todo el tiempo que habéis vivido aquí nunca habéis visto una horda de infectados. Pero ahí fuera, yo y los míos hemos visto varias. La última, en nuestra reciente salida a por el material de construcción. Debido a ello y a una traición ideada por Damián y varios de sus amigos, casi no salimos con vida. Sin embargo, aquí estamos — Fer se disponía a soltar la bomba — El problema viene ahora, y es que esa horda de la que hemos huído, se aproxima aquí.

    Los murmullos de la gente comenzaron a ser ensordecerdores, por lo que Fer tuvo que pedir silencio para seguir.

    — Viene hacia Zona, y para que pase de largo, tendremos que acatarnos a unas normas. Y esas normas son las siguientes — El líder se dispuso a decirlas — Primero, vais a dejar de hacer lo que estábais haciendo y vais a quedaros en vuestras viviendas. Segundo, cuando anochezca no quiero ver a nadie fuera de su casa.

    — ¡¿Nos estás poniendo un toque de queda?! — Exclamo una mujer, algo molesta.

    — Sí, así es — Confirmó Fer — Es por el bien de la comunidad. Si los infectados oyen ruidos, rodearán Zona y entonces estaremos en serios problemas. Y lo que queremos, es que pase de largo. La horda llegará en cualquier momento, así que os sugiero que mantengáis la calma y obedezcáis lo que he dicho.

    — ¡¿Y por qué mierda la has traído aquí?! — Gritó un hombre con su hijo pequeño al lado.

    — ¡Yo no la he traido, la horda ya se dirigía hacia ésta dirección! — Fer no quería que la reunión se le fuera de las manos — ¡Haced lo que os he dicho y quedaros en casa! ¡Pensaré en algo para que la horda pase de largo!

    — ¡Más te vale! — Exclamaron varias personas.

    La gente comenzó a disolverse, yéndose a sus respectivas casas para no hacer ruido y complicar la situación, que de por sí es peligrosa.

    — Tann, si ves una horda llegar, avísame — Dijo Sally por walkie.

    — Así lo haré, cambio y corto.

    — Cariño — Fer se acercó a Sally y le tomó de la mano — Voy a las celdas a hablar con Ben y Jess, ¿me acompañas?

    — Por supuesto.

    [...]

    Óscar se encontraba tumbado sobre una camilla de la consulta médica. Como Alma se había ido con Gabe, solo Natasha y Randall cuidaban del hombre. La pareja veía apenada como era cuestión de tiempo que Óscar muriera.

    — ¿Cuánto crees que le quede? — Randall estaba muy deprimido por su compañero.

    — No lo sé, cada persona es un mundo — Respondió su pareja, apenada — Hay personas que duran horas con vida después de una mordida, otras en cuestión de minutos se mueren... es difícil de saber.

    — No se lo merece — Randall estaba frustrado por no haber podido salvarle — Y no quiso en su momento que le cortáramos el brazo.

    — Óscar siempre ha sido terco, él no querría ser un lastre sin brazo — Murmuró Natasha, observándolo desde el otro lado de la consulta — Solo queda tratar de que esté cómodo lo máximo posible, le he dado unos calmantes para el dolor y pastillas para la fiebre, pero no puedo hacer nada más.

    — Es suficiente, Naty — Musitó Randall, abrazándola.

    La pareja se fundió en un cálido abrazo, cosa que el propio Óscar vio.

    — Eh... — Óscar comenzó a toser — Todavía no me he muerto.

    — Menos mal, pensaba que ibas a resucitar y a morderme los huevos — Dijo Randall, tratando de hacer reír a su compañero.

    — Sí, claro, como si tus huevos fueran lo más apetecible de ti — Óscar comenzó a reírse, aunque la tos le interrumpía — Hablando de resucitar...

    — Dime.

    — Sé que no tendrías porqué hacerlo, pero llegado el momento, cuando veas que ya no respiro... evita que me convierta en una de esas cosas, ¿vale? — Óscar lo decía con absoluta seriedad — No quiero abrir los ojos convertido en un puñetero animal.

    — No dejaré que suceda, amigo — Randall asintió, decidido a hacerlo — No me iré de aquí.

    — Gracias, Randall.

    En ese momento alguien tocó a la puerta de la consulta. Natasha, que estaba más cerca, decidió abrir para ver quién era. La sorpresa fue enorme cuando vieron que se trataba del ex líder de Zona, Damián.

    — ¿Puedo pasar? — Preguntó con un tono triste.

    — Claro, adelante — Indicó la doctora.

    Damián entró en la consulta médica y se dirigió a la camilla donde yacía Óscar, junto a Randall.

    — Vaya Damián, que sorpresa — Dijo Randall, mirándolo con repugnancia — Pensé que no vendrías a verlo.

    — Lo conozco desde el principio — Damián se veía bastante afectado — Es como mi familia.

    — Claro, si tú lo dices — Randall no se tragaba las palabras de Damián.

    — Randy, ¿podrías...? — Óscar quería estar a solas con el ex líder de Zona.

    — ¿Qué? Ah, sí, os dejo solos.

    Randall se fue con su chica, Natasha, mientras Damián se quedaba a solas con Óscar. El líder de los exploradores se veía cada vez peor. Palidez, ojos vidriosos, sudor... cada vez se parecía más a un cadáver.

    — Dios, Óscar, siento muchísimo esto... — Damián se contenía las lágrimas — Tú y yo hicimos Zona, estuviste desde el principio y ahora... joder, no...

    — Damián, no fue tu culpa que yo fuera mordido por una de esas cosas — Óscar quería tranquilizar a su amigo — Pero si que tienes parte de culpa de lo ocurrido con Diana, la traición de Ben, Jess... ¿por qué haces eso?

    — Porque quería volver a ser el líder de Zona — Damián reconocía la culpa — Odio a Fer, Óscar, él...

    — Él es un líder trabajador, y tú un líder político — Óscar quería disuadir a Damián de su idea de retomar el mando — Él demuestra que puede guiar a la gente en el terreno, y tú que puedes convencerles con palabras. ¿No has pensado nunca en unir fuerzas?

    — ¿Con Fer? Somos muy distintos — Dijo Damián — Hasta que su grupo llegó, todo nos iba bien...

    — Cada comunidad necesita gente nueva para prosperar... ellos han mejorado más Zona en tres meses que nosotros en todo éste tiempo. Puedes coexistir con ellos, en vez de enfrentarlos...

    — Pero yo...

    Óscar tomó la muñeca de Damián con fuerza, sorprendiéndole incluso al propio Damián, pues para estar moribundo, seguía teniendo cierta fuerza.

    — Damián, me voy a morir, maldito bastardo — Óscar quería terminar la ya conversación — Es mi último deseo, no seas egoísta.

    Óscar soltó a Damián, que asintió, pensativo. Sin decir nada más, se marchó de la consulta, ante la mirada de Natasha y Randall.

    [...]

    Había anochecido. Ezequiel se encontraba sentado frente a una mesa, leyendo una revista de motos, mientras en dos de las tres celdas que había, se encontraban Ben y Jess. Detenidos por la traición cometida, la pareja temía que Fer pudiera pensar en ejecutarles o algo, sobretodo por haber matado a Diana.

    Mientras Eze se entretenía leyendo, Fer y Sally entraron al lugar. Ben y Jess les observaron con seriedad mientras Sally tomaba asiento en una silla y Fer se aproximaba a las celdas para hablar con ellos.

    — Vaya Fer, me alegra verte bien — Dijo Ben, sonriendo falsamente.

    — Déjate las gilipolleces y dime si hay más involucrados en esto — Fer no se andaba con rodeos.

    — ¿En esto? ¿A qué te refieres, Fer? — Ben seguía con su ironía.

    Fer tomó los barrotes con fuerza y se aproximó a la celda con seriedad, tratando de imponer a Ben. No obstante, Ben era un hombre fuerte y aquello no le intimidaba para nada.

    — Escúchame, me importas una mierda y no tendría problema en dejarte aquí encerrado y darte pan con leche todos los malditos días — Comenzó a decir el líder de Zona — Si eres listo, colaborarás y tendrás una libertad vigilada como vuestra amiga Amanda.

    — Si veo a esa zorra, la mataré — Dijo Jess.

    — ¿Cómo mataste a Diana? ¿Por la espalda? — Fer se giró hacia Jess — Eres una cobarde de mierda. Mirad, si no queréis colaborar, me parece bien. Os quedaréis aquí hasta que os convirtáis en puto polvo.

    Al ver que no lograba convencerles de que dieran información, Fer decidió marcharse de allí acompañado de su mujer Sally. Fuera, Gabe y Alma les esperaban.

    — ¿Cómo ha ido? — Preguntó Alma, con curiosidad.

    — No quieren colaborar — Musitó Sally — Se quedarán ahí hasta que lo hagan.

    — ¿Dónde has dejado a Damián? — Le preguntó Fer a su hermano.

    — Lo está vigilando uno de los guardias — Respondió Gabe — ¿Qué vam...?

    De pronto, alguien habló por el walkie de Sally. La mujer no dudó en tomarlo para recibir el mensaje.

    Sally, Sally, ¿me recibes?

    — Dime, Tann.

    Esa horda de la que me hablaste... ha llegado — Murmuró el guardia, que estaba en el exterior de la comunidad, sobre un molino de viento.

    — Mierda — Susurró Sally.

    Fer, Sally, Gabe y Alma corrieron al edificio de Zona para ver desde cierta altura el exterior de la comunidad. Los cuatro se miraron con temor cuando vieron que la horda se aproximaba a la comunidad, que pese a estar en silencio, iban a toparse de lleno con ella.

    — Menuda tormenta se nos echa encima — Murmuró Fer, observando con la poca luz lunar como la horda avanzaba en la distancia.

    [...]

    En una de las casas prefabricadas de la comunidad, Stefan vigilaba a Amanda por orden de Sally y Gabe. El nuevo miembro de la comunidad quería integrarse y su primer encargo no podía ser más importante. Le confiaban la vigilancia de una persona y le daban un arma. Stefan se sentía muy bien con eso.

    Amanda, por su parte, estaba agradecida de no terminar en una celda, caso distinto el de Ben y Jess. Además, la mujer sabía que había sido un error formar parte del grupo de Damián de echar a Fer del poder, pues las consecuencias no iban a ser buenas. Ahora, solo tenía que lidiar con un desconocido vigilándola.

    La mujer se estaba haciendo un café con leche mientras Stefan, sentado en el sofá, no le quitaba la vista de encima. Stefan admiraba el buen cuerpo de Amanda, pero sabía que no se encontraba en la prisión y no tenía intención de tocarla ni hacerle nada. Quería convencer a Sally de que no era como Theodore y que había cambiado.

    — ¿Me puedes hacer uno de esos cafés? Huele bien — Dijo Stefan de pronto, sorprendiendo a la chica.

    — Háztelo tú, yo no soy tu sirvienta — Respondió Amanda con seriedad, sentándose en una silla al lado de la mesa.

    — Entonces no — Musitó Stefan, que no quería moverse de su puesto — He oído que te llamas Samantha, ¿no?

    — Amanda — Respondió ella — Me llamo Amanda. ¿Y tú? Nunca te he visto en Zona.

    — Yo soy Stefan, y sí, soy nuevo — Dijo el hombre, que sujetaba la pistola con su mano derecha — ¿Qué has hecho para que te vigile, Amanda?

    — Atentar contra el líder de la comunidad, de alguna manera — Respondió Amanda, bebiéndose el café — Aunque ahora me arrepiento, ya no quiero saber nada de eso.

    — Vaya, que considerada. Primero atentas contra el líder pero cuando te pillan te arrepientes para que no te hagan nada. Muy considerada, Amanda.

    — ¿Es sarcasmo, Stefan?

    — Es usted muy inteligente, Amanda.

    — Deja de hacer eso, capullo.

    — A sus pies, Amanda.

    — ¿Estás coqueteando conmigo?

    — Hazme un café y quizá lo intente.

    — Idiota.

    Stefan comenzó a reírse debido a la absurda conversación que acababan de tener. Inevitablemente, Amanda también se rió debido a lo mismo. Ambos se miraron con media sonrisa en el rostro.

    [...]

    Ezequiel había dejado su revista a un lado y ahora se encontraba bebiendo un vaso de leche con un donut. El explorador pasaría la noche vigilando a Ben y Jess en sus celdas, por lo que se aprovisionó con víveres por si tenía hambre a lo largo de la noche.

    Ben y Jess lo observaban con seriedad mientras Eze se limitaba a leer la revista y comer. Jess decidió probar algo para ver su funcionaba.

    — Eze — Dijo la chica, llamando su atención.

    — Dime.

    — Tengo ganas de ir al baño.

    — Ahí tienes un cubo.

    — No, pero... tú ya me entiendes...

    Ben se sorprendió de lo que Jess intentaba, aunque rezaba para que funcionara. Ezequiel alzó la vista y observó a Jess con seriedad.

    — Eso no va a funcionar, Jess — Dijo el explorador.

    — Oh, vamos Ezequiel, tú y yo fuimos algo... no merezco estar aquí...

    — Eres una traidora, y en lo que a mí respecta, ese es tú sitio.

    — ¿Así tratas a tu ex, tío? — Ben decidió intervenir.

    — ¡Tú cierra la boca! — Ezequiel odiaba a Ben con todas sus fuerzas.

    — Ven a callármela, capullo.

    Ezequiel se levantó y se dispuso a encararse con Ben en la celda, cuando de pronto, Miquel y Jonathan entraron en la sala.

    — Vaya... ¿pasa algo, Eze? — Dijo Jonathan.

    Ambos cargaban con diversas mochilas, cosa que hizo a Ezequiel sospechar. Miquel y Jonathan estaban en la entrada, frente al explorador.

    — ¿Qué mierda queréis?

    — Que los sueltes — Dijo Miquel.

    — No puedo hacer eso.

    — Si te enseño esto, sí — Jonathan sacó un pequeño revólver de su bolsillo, sorprendiendo a Ezequiel.

    — ¡¿De dónde has sacado un arma?!

    — De la armería — Musitó Jonathan, sonriendo — ¿Acaso no sabes dónde se guardan?

    — ¡Siempre hay gente vigilando la armería! — Ezequiel estaba sorprendido.

    — Sí, ya... en fin, ahora no están... disponibles — Murmuró Jonathan — Miquel, coge las llaves de la mesa y abre a nuestros amigos.

    — Claro que sí...

    Ezequiel, que se encontraba con las manos en alto, dejó pasar a Miquel, que tomó las llaves de las celdas. Cuando se dispuso a abrir a Ben, Ezequiel lo tomó por detrás y le puso el cuchillo en el cuello, para sorpresa de todos.

    — Voy a decir por walkie lo que estáis intentando hacer — Dijo Ezequiel, tomándolo con una mano de la mesa — Y si no sueltas el revólver, degollo a Miquel.

    — No tienes huevos, Eze — Le dijo Jess, provocándole.

    — ¡Calla! — Gritó Ezequiel, disponiéndose a hablar por walkie — Aquí Ezequiel, hay dos intr...

    Antes de que pudiera continuar, Jonathan disparó repetidas veces a Miquel y Ezequiel, fusilándolos literalmente y acabando con la vida de ambos. Se acercó a los cuerpos y tomó las llaves de las celdas, abriendo a Ben y Jess.

    — Miquel era un capullo y Eze iba a delatarnos, he tenido que hacerlo — Indicó Jonathan — Tenemos que darnos prisa, no tardarán en venir aquí.

    [...]

    — Entonces, ¿tú y Ezequiel habéis salido al exterior y habéis encontrado a Stefan? — Preguntó Fer.

    — Así es, sé que era la mano derecha de Theodore y puedes tener tus dudas acerca de él pero... ya no es el de antes. Ha cambiado — Respondió Gabe.

    Los hermanos observaban por el balcón del despacho del líder a la horda que ya rodeaba por un lado a Zona.

    — Eso lo dirá el tiempo — Murmuró Fer — Aunque deberías haberme avisado de que salías a buscar gente. Ya sabes que yo no est...

    En ese momento, sonaron varios disparos de manera incesante que hicieron que la horda se volviése frenética, agolpándose contra los muros de cemento de la comunidad.

    Fer y Gabe se miraron aterrados, y sin dudarlo, corrieron a toda velocidad para ver que había ocurrido allí abajo. Mientras tanto, Jonathan ayudaba a Ben y Jess a meterse bajo la alcantarilla de Zona, preparados para huir.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Hola. Este capítulo me ha gustado mucho. A medida que avanza, la historia se pone mejor. Creo que se debe a que abarca varios puntos de vista al mismo tiempo, y eso es lo que lo hace más interesante.

    Tengo que decir que me parece algo arriesgado que le den a Stefán la tarea de vigilar a quien en su momento fue una traidora, pero parece que Amanda está algo arrepentida de lo que hizo. Podrían llevarse bien, dado a que ambos en su pasado perjudicaron al grupo y ahora quieren ayudar.

    Me da lástima que Oscar haya muerto, pues era de los que más me agradaban, pero eso es moneda corriente en el apocalipsis. Me pregunto si su muerte pondrá a Damián y a Fer a trabajar como un equipo, o si todo seguirá igual.

    Imagino que Ben, Jess y Jonathan escaparán y no se los volverá a ver por un tiempo. Veo probable que terminen encontrándose con Michael y Alexa o con Park y los otros dos presos, dado a que ambos grupos están libres por el lugar.

    Me pregunto que hará la comunidad ahora que los muertos están casi encima. Es obvio que van a entrar, así que solo quedarán dos opciones: luchar o escapar. Sea cual sea, espero que se muestre a los zombis como una amenaza real. Que compliquen a los sobrevivientes ya sea que escapen o que luchen. Es la oportunidad perfecta para que se establezcan como amenaza definitiva.

    Solo me queda esperar hasta el próximo capítulo. Eso será todo. Saludos.
     
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  9. Threadmarks: 5x04: La tormenta (Parte 2)
     
    Manuvalk

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    Capítulo 4: La tormenta (Parte 2)




    La lluvia comenzaba a caer estrepitosamente contra el asfalto mientras en el cielo, una gran luz iluminaba la noche por varias milésimas de segundo. Fer y Gabe corrían a toda velocidad hacia la sala de las celdas, el chapoteo de sus zapatos se vio superado por el trueno que acababa de caer.

    El ruido del rayo hizo enloquecer a los infectados, que, totalmente irascibles, se agolpaban contra el muro. Los hermanos, aterrados por la idea de que hubiese muertos, mantuvieron el rumbo. Mientras Fer corría, su walkie recibía un mensaje de Randall.

    ¡Fer, soy Randall! — Dijo — ¡¿Qué han sido esos disparos?!

    Fer hizo caso omiso a su walkie porque estaba visiblemente atemorizado. Si Ben y Jess habían escapado y Ezequiel estaba muerto, significaría que tienen a varios asesinos sueltos por Zona. Al líder le aterraba la idea de vivir algo parecido a lo de Theodore.

    — ¡La puerta está abierta, mira! — Gabe señaló la puerta de la entrada, abierta de par en par.

    Fer le indicó a su hermano con un gesto que se colocara a un lado de la puerta, mientras él irrumpía en el lugar. Gabe lo entendió y desenfundó una pistola, mientras se colocaba a la izquierda de la entrada. Éste asintió, indicándole a Fer que estaba listo.

    Antes de que el líder se dispusiera a entrar armado con una pistola, un segundo rayo golpeó la superficie terrestre, viniendo acto seguido un estruendo muy sonoro. Randall seguía insistiendo por el walkie.

    ¡Fer! — Gritó por el aparato — ¡¿Qué mierda ha pasado?!

    El líder apuntó al interior de la sala y entró. La luz iluminaba por completo una escena grotesca que hizo que a Fer se le encogiera el estómago.

    Las celdas de Ben y Jess estaban abiertas, sin rastro de ellos. Lo que llamaba la atención de los hermanos era ver a Ezequiel comiéndose a Miquel. Los rodeaba un charco de sangre y varios casquillos de pequeñas balas.

    — Eze, joder... — Musitó Gabe, boquiabierto.

    — Esto es malo, muy malo — Dijo Fer — Alguien les ayudó desde fuera, y viendo a Miquel también muerto... ha debido de ser Jonathan.

    Miquel y Ezequiel, que estaban transformados, comenzaron a gruñir a los hermanos. El cuerpo de Miquel estaba tan devorado que no tenía fuerzas para incorporarse, no obstante, Ezequiel si lo hizo. De sus dientes llenos de sangre colgaban trozos de carne y sus ojos observaban sin cesar a ambos hermanos.

    — Lo siento, Eze — Murmuró Gabe, guardándose la pistola y sacando un arma blanca de su otra funda — No te merecías ésta mierda.

    Gabe se aproximó a Ezequiel con rápidez, lo tomó del hombro derecho de éste y con su otra mano hundió su cuchillo en la zona baja del cuello, terminando con la vida de no muerto del explorador.

    El cadáver de Ezequiel cayó al lado del de Miquel, que estaba también transformado pero estaba tan devorado que no podía levantarse. Gabe hizo lo propio con él y terminó con su resurrección. Los dos hermanos se miraron, apenados, mientras contemplaban la escena en una mezcla de horror y tristeza. De pronto, el walkie volvió a insistir. Se trataba de Natasha.

    ¿Fer? — La voz de la doctora sonaba frágil — Se trata de Óscar. Él acaba de...

    Fer tomó rápidamente el walkie para responder a la chica y alertarla de lo sucedido.

    — ¡No salgáis de la consulta médica, ¿vale?! — A Fer le temblaba el aparato en su mano — ¡¿Está Randall ahí?!

    Al otro lado sonó algo de estática, fruto de la tormenta que estaba sucediendo, pero no tardó en recobrar la señal.

    ...toy aquí — La voz parecía de Randall — He tenido que... abar con Óscar...

    — Lo sé, lo sé, y lo siento — Fer sentía la muerte de Óscar, pero sabía que no era momento de llorarle — Randall; Ben y Jess han escapado. Creo que les ha ayudado Jonathan. Han matado a Miquel y a Ezequiel. Si tenían un arma, podrían haber matado a los guardias que custodian la armería. Yo y mi hermano iremos a ver, tú y Natasha no salgáis de la consulta médica por el momento, podría haber infectados sueltos por la comunidad.

    Entendido — Respondió Randall — Tened cuidado.

    Gabe observaba como su hermano trataba de contactar con todos los que llevaban walkie en Zona para evitar que salieran a las calles.

    Mientras Fer y Gabe advertían a todo el mundo, Sally y Alma trataban de calmar a varios habitantes de la comunidad que habían salido de sus casas fruto de los disparos ocurridos minutos atrás.

    — ¡Queremos saber que ha ocurrido, ahora! — Exigía un hombre de cincuenta y tantos años.

    — ¡Os pedimos calma, Fer y Gabe lo están arreglando! — Dijo Alma, tratando de calmar a las personas.

    — ¡No hay nada que arreglar, han sido disparos, joder!

    — ¡¿Quién ha disparado?! ¡¿Ha muerto alguien?! — Preguntaba otro.

    — ¡Nosotras no sabemos nada más, solo lo que nos ha dicho Fer! — Sally no quería que aquello fuera a más — ¡Volved a vuestras casas y no salgáis bajo ningún concepto hasta nuevo aviso!

    — ¡Yo haré lo que me de la maldita gana!

    — ¡Si no nos decís la verdad, no vamos a obedecéros!

    — ¿Qué está ocurriendo aquí?

    La voz de Damián silenció al pequeño grupo de civiles que se voltearon para ver a su ex líder. Todos lo miraron con seriedad, y sorprendidos de que no estuviera borracho. Sally y Alma no entendían que hacía ahí.

    — ¿Dónde está el guardia que te vigilaba? — Preguntó Sally con seriedad.

    — ¿Jerry? Con su familia — Respondió Damián con normalidad — Él me conoce bien y sabe que no haré nada raro. Estaba dándome una vuelta cuando he visto lo que pasaba aquí.

    — ¡¿Él puede ir por la comunidad como si nada y nosotros debemos permanecer en nuestras casas?! — Una mujer explotó — ¡A la mierda!

    — ¡Él no tiene ese...! ¡Joder! — Alma estaba harta de dar explicaciones — ¡Damián, te vienes con nosotras!

    Alma sacó su arma, fruto del estrés, y apuntó al ex líder de Zona. La gente se sorprendió de aquello.

    — Perdona, pero no voy a ir a ningún lado con vosotras — Damián imaginaba que si burlaba el poder de las chicas de los hermanos, la gente lo vería como un líder resucitado — Deberíais arreglar el problema de la horda antes que pedirnos a todos que nos volvamos a casa como si nada.

    — ¡Sí, eso es! — Exclamo una mujer tras las palabras de Damián.

    — ¡Por favor, dejadnos trabajar! ¡Iros a vuestras casas! — Sally no quería tener que desenfundar su arma para disolver la agrupación de gente.

    Tras quejarse un poco más, la multitud decidió irse a sus respectivas viviendas con resignación por no haber sido informados del tiroteo anterior. Damián se marchaba hacia su casa, concretamente una habitación en el edificio de Zona, cuando varios hombres y mujeres le cortaron el paso, sorprendiéndole.

    — ¿Qué pasa? — Preguntó Damián, temiendo que fueran a apalearlo — ¿Ocurre algo?

    — Tenías razón en lo que has dicho antes — Dijo uno de los hombres.

    — ¿A qué te refieres? — Damián no entendía nada.

    — Les has dicho a las chicas que deberían estar trabajando en una forma de alejar la horda — Respondió una mujer — Has dicho lo que todos nosotros pensábamos.

    Damián observó aquel grupo. Eran unas doce personas, y parecían estar apoyándole. Esto podía significar que le seguirían, y por ende, poder recuperar a su gente para la causa, que era la de recuperar el liderazgo de la comunidad.

    — Es que era la verdad — Dijo el ex líder de Zona — En vez de decirnos que nos vayamos a nuestras casas, deberían decirnos que mierda han sido esos disparos y que vamos a hacer para disipar esa horda que nos rodea.

    — ¡No nos quieren decir nada, joder! — Exclamo un hombre barbudo, harto de la desinformación.

    — Tranquilo, nos enteraremos por nuestra cuenta — Murmuró Damián, sonriente.

    — ¿Cómo haremos eso? — Preguntó una joven.

    — Los disparos provenían de la sala de celdas — Indicó Damián — Solo tenemos que asomarnos y ver que hay. Dudo que lo hayan limpiado tan rápido.

    — ¡Sí, hagamos eso!

    — ¡Vamos! ¡Vamos!

    La gente se dirigió a la sala de celdas con convicción, decididos a saber que había ocurrido quince minutos antes. Conscientes de que esos disparos habían provocado que la horda de infectados se agolpara con más frenesí sobre Zona, querían y creían que merecían saber que había ocurrido.

    Damián observaba a su pequeño grupo de seguidores con una alegría contenida. Por dentro, el ex líder de la comunidad se sentía increíblemente feliz de que varias personas apoyaran sus formas. El hombre, después de tres meses en la absoluta desgracia, volvió a sentirse líder.

    [...]

    Natasha cubría el cuerpo sin vida de Óscar con una sábana. El silencio en la consulta era sepulcral, y solo el golpeteo de la lluvia con el tejado lo rompía.
    Randall se encontraba sentado sobre un taburete, con el walkie en una mesa y la mirada del hombre perdida en la penumbra de una esquina. Le dolía la muerte de su compañero, pero lo que le dijo Fer le había dejado pensativo.

    — ¿Quién carajo habrá sido tan frívolo como para matar a Miquel y Ezequiel? — Pensaba el hombre para sí mismo.

    Mientras Randall sucumbía a sus pensamientos y preguntas, alguien tocó a la puerta. Rápidamente, el hombre alzó la vista y acto seguido miró a su pareja. Ambos se miraron sin saber si abrir a quién estuviera tras la puerta o quedarse en silencio.

    — ¡Soy Stefan, estoy con Amanda! — Dijo quién estaba tras la puerta — ¡Abrid, por favor!

    Randall se dispuso a abrir la puerta, pero Natasha lo frenó en seco.

    — ¿Qué haces? Son conocidos — Murmuró el hombre, sin entender el gesto de su chica.

    Natasha, sin decir nada, le cedió una pequeña pistola para que pudiera apuntarles en caso de que hicieran algo extraño. Randall la tomó y le dio un beso en la frente, agradeciéndole su notable preocupación por él.

    — ¡Ya voy! — Indicó Randall a quiénes esperaban a entrar.

    El hombre tomó la pistola con su mano derecha y con la izquierda abrió la puerta lentamente. Randall apuntó a ambas personas, que se sorprendieron al verlo. Tanto Stefan como Amanda levantaron las manos al instante.

    — ¿Qué carajo haces? — Stefan no entendía lo que sucedía.

    — Es por precaución, ¿no has oído a Fer por el walkie? — Dijo Randall con seriedad.

    — Sí, lo hemos oído — Amanda cerró la puerta tras ella — Ben y Jess han escapado.

    — Sí, así es — Musitó Randall, que se sentó en su taburete y les indicó con el arma que se sentaran a un lado — ¿Sabes quién podría haber asesinado a Eze y Miquel?

    — Jonathan, no tengo la menor duda — Dijo Amanda — Seguro que fue a liberarlos y a estas alturas habrán huido de Zona.

    — ¿Crees que se hayan ido con ésta tormenta, de noche y con la horda ahí fuera? — Le preguntó Natasha.

    — Conozco bien a Jonathan — Murmuró la mujer con seriedad — Antes de sacarles, habrá ideado un plan de escape.

    Randall se quedó pensativo tras las palabras de Amanda. Durante dos minutos, nadie articuló palabra, hasta que la doctora decidió hacerlo.

    — ¿Por qué habéis venido aquí? — Preguntó Natasha, con curiosidad — Fer dijo por walkie que nadie se moviera de su sitio.

    — Pensé que estaríamos mejor si estábamos con más gente — Respondió Stefan — Antes éramos dos grupos de dos, ahora somos uno de cuatro. Creo que ahora podríamos defendernos de los infectados de mejor forma.

    — ¿A qué mierda te refieres con eso? — Randall se molestó con las palabras del ex preso.

    — Si Fer ha dicho que nadie saliera de su casa es porque puede haber algún infectado suelto por la comunidad, dado que han matado a alguien, es evidente — Stefan comenzó a justificarse — Además, el lugar está completamente rodeado por esas cosas. Es cuestión de tiempo que logren entrar.

    [...]

    Gabe observaba con rabia que faltaban dos pistolas y un rifle de asalto, además de tres armas blancas y varias cajas de munición.

    Fer observaba con la misma rabia que su hermano el charco de sangre que había en el suelo, que daba a entender que quién tomó las armas asesinó anteriormente a los guardias que custodiaban la armería.

    — ¿Qué hacemos ahora? — Gabe sabía que había dos guardias infectados y sueltos por la comunidad, y habría que encontrarles — ¿Les buscamos?

    — No lo sé — Fer sentía impotencia por las cuatro muertes que habían contado — Esto es el caos.

    — Quizá necesitemos ayuda, ¿no crees? — Gabriel creía que los dos solos no podrían hacer mucho.

    — No, no quiero poner en peligro a nadie más — Dijo su hermano — Han asesinado a cuatro personas, pero a estas alturas, tanto Ben y Jess como la persona que les ha ayudado seguro que están lejos de Zona.

    — No lo tengo tan claro, Fer — Murmuró Gabe — Hay una horda fuera que imposibilita la salida de la comunidad, está lloviendo a raudales y con tormenta incluida, y además es de noche y ahí fuera no se ve una mierda. Salvo que tengan un túnel secreto para irse...

    — ¿Cómo? — A Fer pareció habérsele iluminado la bombilla de las ideas — ¿Qué es lo último que has dicho?

    — Que salvo que tengan un túnel para... Joder, ¿estás pensando lo mismo qu...?

    — Las alcantarillas — Musitó el líder de Zona, sabiendo donde buscarles — Coge un rifle, vamos a salir de caza.

    Los hermanos tomaron un rifle respectivamente y corrieron a una de las calles en donde había una tapa de alcantarillado redonda.

    Mientras ellos se preparaban para buscar a Ben, Jess y Jonathan, el grupo que se quejaba de la desinformación con Damián a la cabeza, se posicionaban frente la sala de celdas, donde dos guardias vigilaban la escena del crimen.

    Al llegar, los guardias se vieron sumamente intimidados por la docena de personas que les pedían información.

    — Han matado a Ezequiel y Miquel — Contó uno de los guardias — A nosotros nos han dicho que esperemos aquí, y que tengamos cuidado.

    — ¿Cuidado de qué? — Damián sentía curiosidad.

    — No lo sé, pero no me importa — Murmuró dicho guardia — Sé defenderme de lo que sea.

    — ¿Y por qué mierda no preguntas? ¿Acaso eres tonto? — Uno de los hombres comenzaba a perder la paciencia.

    — ¡Vuelve a decirme eso, idiota! — El guardia explotó con la provocación y desenfundó su pistola.

    — ¡Sam, guarda eso! — Le dijo el otro guardia — ¡No la tenemos para eso, recuerda!

    — ¡Calma, por favor! — Damián no quería que hubiese una pelea — Sam, Héctor... nos conocemos desde siempre. Algo os habrán dicho si es que lleváis armas de fuego. Nosotros solo queremos información, y no nos la dan. No seáis como ellos.

    Los dos guardias se miraron, dubitativos. Sam quería contarlo todo pero era evidente que Héctor prefería obedecer la órden que les dieron anteriormente.

    — Sam, nos han pedido que no hablemos — Le murmuró Héctor en la oreja a su compañero — No lo hagas.

    — ¡Eh, ese cabrón no quiere decirnos nada! — Gritó una mujer, furiosa.

    Varias personas se lanzaron sobre el guardia llamado Héctor y comenzaron a darle golpes y patadas, hartos ya de no saber nada y de que no les quisieran decir. Los otros ciudadanos de la comunidad observaban desde las ventanas de sus casas la paliza que se estaba llevando uno de los guardias.

    — ¡Parad! ¡Dejadle! — El guardia llamado Sam se sentía superado — ¡Iros ya!

    La gente hizo caso omiso y siguió golpeando a Héctor. Sam no lo dudó, estando al límite, y lanzó un disparo al aire en señal de advertencia. El disparo paró en seco las atrocidades de esa docena de personas, mientras Damián observaba a un lado con satisfacción interior.

    Ese disparo había llamado la atención de todos los residentes de la comunidad, especialmente de los que estaban fuera de sus viviendas.

    Fer y Gabe se encontraban quitando una de las tapas de alcantarilla que tenía Zona cuando el disparo les frenó en seco. Al líder le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo, cosa que le hizo incorporarse.

    — Otro disparo... — Susurró Fer, observando la procedencia del disparo.

    — ¿Crees que sean ellos? — Preguntó Gabe, dudoso.

    — Quizá... no sé — El líder no sabía que hacer — Debemos ir a comprobar.

    — Ve tú, yo me quedaré aquí — Indicó Gabe — Terminaré de sacar la tapa.

    — Ahora regreso — Murmuró Fer, corriendo hacia el lugar del disparo.

    El líder de la comunidad se dirigió a toda velocidad al lugar del disparo. Mientras, tanto Sally como Randall le pedían explicaciones por walkie, sin respuesta por parte del líder.

    Al llegar a la zona, Fer vio a un guardia totalmente apaleado en el suelo mientras el otro apuntaba el arma de fuego hacia el cielo. A un lado, un grupo de personas y al otro, Damián.

    — ¡¿Qué mierda ocurre aquí?! — Fer explotó, debido a que cuantos más disparos, más llaman la atención a los no muertos de fuera — ¡¿Sois conscientes de lo que significa ahora apretar el gatillo?!

    — ¡He... he tenido que hacerlo! — El guardia Sam trataba de justificar su acción — ¡Estaban golpeando a Héctor!

    Fer se acercó a Sam y le quitó el arma con rabia. Acto seguido se aproximó a Héctor, que yacía adolorido en el suelo. Era evidente que había recibido una golpiza, pues la cara tenía mucha sangre. El líder se volteó hacia los doce ciudadanos de Zona que provocaron aquello.

    — ¿En serio habéis llegado a esto? — Fer tenía una pistola en cada mano tras haberle quitado la suya al guardia — ¿Qué mierda queríais para haber hecho esto?

    — ¡Información! ¡No nos decís que ocurre en ningún momento! — Gritó una mujer.

    — ¡Os decimos lo que necesitáis saber y punto! — Fer se estaba imponiendo con autoridad — ¡Deberíais estar en vuestras casas y no golpeando a las personas que os protegen!

    — ¿Nos protegen? ¡Nos ocultan información! ¡Eso no es proteger! — Intervino Damián, tratando de hacerse el héroe de los suyos.

    Fer se aproximó a él con una mirada de perros, encarándose al que fue líder de Zona en su momento. Ambos líderes se miraron fijamente mientras la lluvia caía en medio de los dos y la gente miraba con atención.

    — Debí haberte metido en una de esas celdas en el momento en el que trataste de ejecutarme — Dijo Fer con repugnancia — Eras una bomba y me has explotado en la cara.

    Damián observaba con una sonrisa a Fer. Las palabras de Óscar no parecieron hacer el efecto deseado en él, que seguía ansioso de poder.

    — Desde que tú y tu grupo llegásteis aquí, todo han sido desgracias — Comenzó a decir Damián — Vino ese psicópata de Theodore y mató a Annah, mi mujer. Después de asumir tú el mando por la fuerza, que así fue, pusiste a tus amigos en un altar y a los demás nos mantuviste como simples peones. Nos tienes desinformados... ¿y encima quieres que cerremos la boca y nos vayamos a casa? Lo siento, Fer, pero esto se ha acabado. Tú, has acabado.

    Damián se separó de Fer y se fue con el grupo de personas que observaban atónitas la breve conversación que acababa de ocurrir. Antes de irse, Damián se volteó para decirle algo a Fer.

    — ¡Yo sí tengo una idea para alejar a esa horda y proteger a los míos!

    Las palabras de Damián provocaron las alabanzas de esas personas que le acompañaban.

    — ¡Sí! ¡Vamos!

    — ¡Damián! ¡Damián! ¡Damián!

    Fer observaba con rabia y sorpresa como la gente comenzaba a salir de sus casas y seguir a la muchedumbre que iba tras Damián, que no podía sentirse más líder que nunca.

    En ese momento, el walkie de Fer comenzó a emanar preguntas.

    ¡Fer! ¡¿Qué ha sido ese disparo?! ¡¿Estás bien?! — Preguntaba Sally, preocupada.

    ¡¿Sabes qué ha ocurrido?! ¡¿Quién ha disparado?! ¡Contesta, maldita sea! — Preguntaba un exasperado Randall.

    El momentáneo líder de Zona sintió por primera vez en mucho tiempo, que las cosas no le salían como quería. Durante todo éste tiempo, todo terminaba bien para él y su grupo, sin embargo, ahora todo parecía darle la espalda. Incluso la suerte.

    [...]

    Gabe había logrado quitar la tapa de la alcantarilla tras varios intentos. La lluvia había amainado pero seguía persistente, por lo que le resbalaba repetidas veces la palanca con la que quitó dicha tapa.

    Tras haberlo logrado, el hombre decidió observar con la linterna el interior del túnel de alcantarillado desde arriba, a la espera de que su hermano apareciera y le dijera que demonios había sido aquel disparo.

    Mientras observaba con la linterna, el hermano de Fer comenzó a escuchar pasos tras él. Gabe interpretó que se trataba de su hermano, regresando tras haber solucionado el problema.

    — ¿Quién coño ha disparado? — Preguntó Gabe, que sin obtener respuesta, decidió girarse para verlo — ¿Ya lo has soluc...?

    De pronto, aquel hombre se lanzó sobre Gabe, tratando de morderle. Cuando la luz de la linterna pudo alumbrarle, el hermano de Fer comprobó que se trataba de uno de los guardias que vigilaban la armería y fue asesinado.

    Gabe forcejeó contra aquel ser, que luchaba por morderle sin éxito. Sin embargo, de la nada, apareció el segundo guardia asesinado, ahora transformado, y se tiró sobre ambos. Gabriel soportaba el peso de los dos mientras su cabeza se encontraba al borde de la alcantarilla abierta.

    Mientras con un brazo sujetaba a uno, con el otro hacia lo propio para evitar que le mordieran. La fuerza comenzaba a flaquear en los brazos de Gabe, que se vio superado.

    — ¡Joder! ¡Mierda! — Exclamo de dolor el hermano de Fer.

    En ese momento, el hermano de Fer, que tenía la palanca sobre el pecho, la tomó con el brazo derecho mientras sujetaba a los infectados con el izquierdo, y antes de que el brazo se debilitara, hundió la punta de la palanca en el cráneo de uno de ellos, terminando con él.

    Gracias a eso, pudo tomar al segundo infectado y golpearle repetidamente con la palanca hasta que la frente se le rompió literalmente. Rápidamente se puso de pie y observó la gran mancha de sangre que tenía en la zona derecha del pecho. Adolorido, decidió marcharse a su casa a cambiarse de ropa y después a buscar a su hermano, que seguía sin aparecer.

    [...]

    Jonathan avanzaba en cabeza con linterna en mano, seguido por Jess y con Ben en la retaguardia. El trío iba por el túnel de alcantarillado que le llevaría fuera de Zona y a una distancia prudente, lejos de la horda que rodeaba la comunidad.

    — ¿Qué haremos una vez estemos fuera, Jonny? — Ben tenía curiosidad por conocer más del plan de su salvador.

    — Pasaremos lo que queda de noche en un coche abandonado que está a unos quinientos metros en la carretera y mañana por la mañana emprenderemos camino en la dirección que nos de la gana — Respondió Jonathan, que pese a que había planeado bien el rescate y la huida, no tenía pensando más allá de irse de Zona.

    — Me parece bien — Musitó el corpulento Ben, que tenía dificultades para avanzar en un sitio tan reducido — Eh, dádme un minuto, si sigo así no podré ponerme derecho cuando salgamos.

    — Tranquilo, tenemos tiempo de sobra — Jonathan se mostraba confiado — Jess, ¿quieres comer algo? He traido algunas barritas energéticas de la despensa.

    — ¿En un túnel de alcantarillado? No, gracias, me sabría a mierda — Jess estaba harta de seguir allí dentro — Ben, ¿te quieres dar prisa, joder?

    — ¡Cállate la boca, Jess! ¡Yo mido casi dos metros, esto me está matando! — Dijo Ben, molesto por que le metieran prisa.

    — Os conviene cerrar la boca a los dos — Murmuró Jonathan con seriedad — Se supone que estamos solos, pero no me conozco todos los túneles de alcantarillado y no me sorprendería que apareciera un podrido de esos oliendo a heces humanas de hace nueve meses. Así que callad los dos y sigamos de una maldita vez.

    Jonathan comenzó a avanzar en dirección a la salida del túnel, mientras Jess se tapaba la nariz para no respirar el mal olor y Ben sufría en cada paso que daba.

    Todos estaban deseosos de salir de allí y alejarse de Zona. Ya habían pasado la tormenta.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Bueno, este capítulo me ha gustado, aunque sí ha sido más corto que los anteriores y creí que la horda tendría más protagonismo. Aun así, fue increíble.

    Ver como todo lo que pasa en un lugar repercute de manera tan brillante en otro es genial. Al parecer, Damián no le hará ni caso a Oscar y podría terminar metiendo a la horda en la comunidad con su método para solucionar las cosas. Me parece muy estúpida la gente al no darse cuenta de que Theodore entró por una falla en su sistema de seguridad, y de que desde que llegó el grupo de Fer, todo ha ido para mejor. Realmente, si los zombis se los comen, no me sentiría mal.

    Habrá que ver como hacen para luchar en contra de la horda cuando entre, y si tienen que escapar, a donde se terminarán yendo. Esperaré la continuación con ansias.
     
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  11. Threadmarks: 5x05: Armas en alto
     
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Capítulo 5: Armas en alto




    Michael y Alexa caminaban por las calles de un pequeño pueblo abandonado incluso desde antes del fin de la civilización. El pueblo estaba en ruinas, con sus viviendas semi destruidas y con la maleza reclamando su espacio.

    El hombre cargaba con una mochila repleta de suministros y con una pequeña hacha en su mano derecha. La mujer también portaba una mochila pero más vacía y un cuchillo de supervivencia en sus manos.

    Aprovechando la luz del día, el dúo se dispuso a registrar casas y lugares que pudieran albergar víveres o suministros de cualquier tipo. No obstante, en ese pueblo abandonado no había prácticamente nada útil.

    — Éste sitio es una mierda — Murmuró Michael de pronto — No vamos a encontrar nada aquí.

    — A unos veinte kilómetros hay otro pueblo, quizá encontremos algo allí — Dijo Alexa, proponiendo otra opción.

    — Anochecerá en unas cuatro horas, no creo que debamos ponernos en camino ahora — Indicó el hombre, observando su alrededor — Deberíamos pasar la noche aquí, parece despejado.

    Alexa asintió, aprobando la idea de su compañero. Ambos buscaron el lugar que más seguro les pareció y se instalaron en el para pasar la noche. Las horas pasaron y finalmente llegó la oscuridad.

    Michael encendió una fogata con un mechero que siempre llevaba encima, usándolo hasta que se le acabara el gas. Alexa, por otra parte, sacó de la mochila de su compañero dos latas de conserva que tenían alubias en su interior. Llevaban días comiendo y cenando lo mismo, pero era lo que más tenían y debían consumirlo.

    Las dos personas se sentaron frente a frente y comenzaron a comer en absoluto silencio, mientras éste era roto por como el fuego devoraba la madera que lo avivaba. Salvo aquello, el silencio era total, aunque a veces se pudiera oír algún animal. Mientras Mike comía tranquilamente, Alexa decidió entablar conversación.

    — Estoy harta de esto — Musitó de repente, haciendo que Michael dejara la comida.

    — ¿Harta de qué?

    — De vivir aquí fuera y comer ésta mierda — Alexa, que estaba sentada frente la fogata, se incorporó con rabia.

    — ¿Y qué quieres? Aquí fuera no vas a encontrar un manjar exquisito — Dijo Michael, volviendo a retomar su comida.

    — Lo sé, no soy estúpida — Murmuró la mujer, pensativa — Pero en Zona comeríamos mejor y tendríamos una cama decente en la que dormir.

    — ¿Otra vez con Zona? — No era la primera vez que Alexa le proponía a Mike regresar a la comunidad — ¿No te cansas de repetírmelo?

    — No, porque creo que estamos listos para regresar — Respondió Alexa con firmeza.

    — ¿Y si yo no quiero volver? — Las palabras de Michael sentaron como un jarro de agua fría a Alexa — Quizá esto no sea la mejor vida, pero si estamos solos, no veremos morir a gente que queremos y no encontraremos problemas.

    — Quizá te vea morir algún día, o tú me veas morir a mí — Dijo la chica, que seguía de pie frente a su compañero — Y los problemas los podemos encontrar solos o acompañados, eso no es excusa.

    — ¡Si tantas ganas tienes de regresar a Zona, vete! — Exclamo Mike, lanzando a un lado su lata de comida — ¡Yo puedo mantenerme solo, no necesito a nadie!

    Alexa contuvo su ira y se limitó a recoger sus cosas, ante la sorpresa del propio Michael, que no la creía capaz. En silencio, la mujer recogió sus pertenencias y se dispuso a salir cuando ambos escucharon un ruido en la propia vivienda. Los dos se miraron mientras contenían la respiración.

    — ¿Qué ha sido eso? — Susurró Alexa.

    — No lo sé — Respondió Michael, tomando su arma — Pronto lo averigüaremos.

    Mike empuñó su arma de fuego y esperó paciente a algún otro sonido. Éste no tardo en llegar, pero en forma de pasos. Michael apuntó hacia la entrada de la habitación en la que estaban cuando los pasos cesaron. Alexa estaba a un lado de la puerta y Mike al frente, esperando que se abriera.

    Dicha puerta comenzó a abrirse lentamente, apareciendo ante ellos un hombre de rasgos árabes, con el pelo largo y la barba descuidada además de la ropa sucia y harapada. El hombre se quedó mirando tanto a Mike como a Alexa, sorprendido.

    — No... no estaba alucinando... no... — Comenzó a decir el hombre, que parecía estar viendo algo divino.

    — ¡¿Quién mierda eres y qué quieres de nosotros?! — Michael no se andaba con tonterías.

    — Sois gente... gente viva... no muertos... es increíble... es... — Aquel hombre no dejaba de alucinar al verles.

    — ¡Dime tu jodido nombre! — Exclamo Michael, apuntando al extraño.

    El desconocido tragó saliva mientras parecía recuperar la cordura. Aparentemente no parecía ir armado, pero ni Alexa ni Mike querían confiarse.

    — Me llamo... me llamo Rashid — Murmuró el superviviente — Os he oído hablar y... no veo gente desde... no sé, no veo gente. Sois los primeros en mucho... mucho tiempo.

    Michael y Alexa se miraron, sorprendidos. Si Rashid no mentía, el pobre hombre había vagado solo durante muchísimos meses, siendo lógico que hubiese perdido algo de cordura. El dúo decidió guardar las armas, aunque decidieron cachear al desconocido.

    Una vez hecho por Michael y comprobado que no iba con armas de fuego salvo una navaja, los tres tomaron asiento alrededor de la fogata mientras se contaban sus historias y vivencias hasta ese momento.

    — ...y llevo meses buscando gente, y buscando un lugar seguro en el que vivir — Decía Rashid, algo apenado — Estoy cansado de huir.

    — ¿Huir? — Preguntó Alexa, sorprendida — ¿Huir de quién?

    — De los infectados — Respondió el árabe — Siempre corriendo, no puedes ir tranquilo, nunca. Por eso busco un sitio seguro, para permanecer, no huir.

    Alexa observó a Michael, como queriendo decirle algo con la mirada. Éste negaba con la cabeza, pero Alexa asintió y se volvió hacia Rashid para decirle algo.

    — Nosotros nos dirigimos a un lugar seguro — Dijo Alexa, confiando en que Michael había cambiado repentinamente de idea — ¿Quieres venir?

    Los ojos de Rashid se iluminaron como dos estrellas en el firmamento, casi llorosos por las lágrimas de la emoción.

    — ¿Conocéis un... lugar... lugar seguro? ¿De verdad?

    Michael pareció haberse molestado con la idea de Alexa de hablarle sobre Zona, pero finalmente decidió hacerlo.

    — Sí, se llama Zona y es un lugar seguro — Indicó Michael con seriedad — Hay mucha gente, tenemos amigos allí.

    — Si quieres, Rashid, podrías venir con nosotros — Dijo Alexa, queriendo ayudar al superviviente.

    — ¡Por supuesto, amigos! ¡Por supuesto! — Exclamo Rashid, increíblemente alegre por la noticia, mientras colocaba las manos a una distancia prudente del fuego para calentarse — ¡Muchas gracias... muchas!

    — No las des — Dijo Alexa, girándose para mirar a Michael — Es lo que hace la gente buena.


    [...]

    La luz del día había llegado a Zona después de una noche tormentosa en muchos aspectos. La horda seguía rodeando por completo el muro de la comunidad, y los disparos sucedidos a lo largo de la noche los habían avivado aún más, volviéndose más frenéticos y agolpándose con más ganas.

    Fer se encontraba en su casa, que era el despacho del líder de la comunidad, el habitáculo era como un estudio y solo tenía un dormitorio, en el que él y Sally vivían y dormían. Tras lo vivido con un pequeño grupo de seguidores de Damián, el actual líder de Zona no pudo conciliar casi el sueño.

    Su mujer, por otro lado, se encontraba cargando el autobús con el que vino su pareja el día anterior con suministros por si llegado el momento debían abandonar el refugio. Alma la estaba ayudando a cargar diversas cosas tales como comida, medicina y armas.

    Algunas personas de la comunidad que mantenían su apoyo a Fer también realizaban ese tipo de tareas, almacenando cajas de víveres en el bus.

    — Ha sido una buena idea, Alma — Dijo Sally, agradeciéndole que pensara en formas de sobrevivir si la comunidad fuera invadida.

    — No fue nada, más vale estar preparados, ¿no crees? — Alma cargaba una caja de comida en la parte trasera del bus.

    — Y que lo digas — Musitó Sally — Voy a la consulta médica para tomar una caja con medicinas.

    Mientras tanto, en la casa prefabricada en la que convivían Alma y su pareja, el hermano de Fer, se encontraba éste último. Había pasado una noche horrible, sin poder dormir, con escalofríos y sudores, además de fiebre. Gabe se encontraba algo débil, cosa que no le sorprendía.

    El hermano de Fer se levantó de la cama una vez Alma se fue a ayudar a Sally y se dirigió al baño para verse en el espejo. Poco a poco, se fue quitando la camiseta a botones que llevaba puesta y se quedó con el torso desnudo.

    En el lado derecho de su pecho tenía una gasa con vendaje que le cubría la zona. Al quitársela con dificultad, pudo ver que el mordisco que el guardia infectado le había dado en el forcejeo seguía ahí, y a su alrededor, la piel tenía un color morado.

    — Joder, no lo he soñado... — Murmuró Gabriel, entristecido por verse el mordisco.

    En ese momento, tocaron a su puerta. Gabe se puso la gasa y una camiseta rápidamente y acto seguido abrió la puerta.

    — ¿Qué mierda hacías? He visto gente abrir más rápido la puerta — Dijo Fer, irrumpiendo en la casa de su hermano.

    — Iba... iba a ducharme — Musitó Gabe, que no quería desvelar su herida por el momento — ¿Qué ocurre? ¿Por qué has venido?

    — Anoche te conté lo que sucedió con Damián y un grupo de fanáticos suyos — Decía Fer, sentándose en una silla — Necesitaré que me cubras las espaldas en caso de que la cosa se ponga tensa. Tengo a la mayoría de la gente de la comunidad con su apoyo, pero ese grupo puede hacer daño y Damián lo sabe.

    — Tranquilo hermano, estaré ahí contigo — Dijo Gabe, algo sudado.

    — Gracias Gabe — Murmuró Fer, cambiando de tema — Oye, te veo algo pálido, ¿te encuentras bien?

    — Sí, sí, estoy bien — Respondió Gabriel con aparente normalidad — Tan solo he pasado mala noche.

    — Ya somos dos — Dijo su hermano, levantándose de la silla — Bueno, pues date esa ducha y ven a la plaza. He reunido allí a toda la gente, incluidos Damián y su grupo, para arreglar esto. En veinte minutos, no faltes.

    — Allí estaré.

    Fer asintió con una media sonrisa y salió de la casa de Gabe, que suspiró aliviado. El mordisco cada vez le dolía más y notaba como la fiebre aumentaba. Aprovechando el tiempo que tenía, decidió escribir algunas cosas para sus seres queridos, antes de que las manos comenzaran a fallarle.

    [...]

    Randall y Natasha observaban con pena la tumba recién cavada para el fallecido Óscar. La tierra aún estaba humeda, fruto de la lluvia de la noche anterior. La pareja no entendía como prácticamente nadie venía a presentar sus respetos por el que fue líder de los exploradores y un miembro valiosísimo de la comunidad antes de la llegada del grupo.

    — Él lo dio todo por ésta comunidad y aún no he visto a nadie venir a presentar sus respetos — Eso a Randall le molestaba mucho — Son unos maleducados de mierda.

    — Están muy temerosos con lo de la horda, ni habrán pensado en el entierro de Óscar — Trató de justificar Natasha, abrazada a su pareja — Estoy seguro de que todos sienten su perdida.

    — ¿No tenía ningún familiar en Zona? ¿Estaba solo? — Preguntó Randall, que no recordaba que Óscar viviera solo.

    — Siempre ha estado solo, su familia hemos sido todos — Respondió Natasha, recordando con tristeza los momentos en los que había hablado con él — Sus padres murieron al inicio de todo esto y él era hijo único. Al menos eso dijo.

    — Bueno, pues su recuerdo perdurará en nosotros — Murmuró Randall, observando la tumba del que fue su compañero — Descanza en paz, Óscar.

    Mientras Randall y Natasha velaban por el fallecido Óscar, Sally se dirigía con tranquilidad a la consulta médica. La mujer del líder quería meter en una caja distintas medicinas imprescindibles por si llegado el caso de huir tuvieran que necesitarlas en el exterior.

    Mientras llegaba a la consulta, Sally pudo ver como varias personas entraban y salían de la casa prefabricada con todo tipo de fármacos. La mujer se acercó con seriedad para saber que demonios ocurría.

    — ¡¿Qué es todo esto?! ¡¿Qué hacéis?! — Dijo Sally, molesta por ver como algunos ciudadanos de Zona robaban suministros.

    — ¡Hacemos lo que debimos hacer hace mucho tiempo! — Dijo una mujer que llevaba en sus manos varias cajas de pastillas.

    — ¡No os permitiré que nos robéis a todos! — Sally sacó su pistola y apuntó a la mujer que llevaba cajas de pastillas — ¡Déjalo dentro! ¡Ahora!

    — Eso no va a pasar, Sally — Dijo alguien tras ella, colocándole el cañón de su arma en la nuca — Guárdate el arma y vete a hacer tus cosas.

    Sally enfundó su pistola y se volteó, observando a un hombre grande tras ella que sonreía mientras le apuntaba con otra pistola.

    — ¿De dónde has sacado el arma, Rudolph? — Sally estaba furiosa por dentro, pues veía que la gente hacía lo que quería por Zona, fruto del pánico y del caos, sin obedecer las leyes básicas.

    — En la armería hay muchas como estas — Respondió el tal Rudolph — Bueno, había.

    Tras las últimas palabras, el hombre llamado Rudolph comenzó a reírse ante la mirada seria de Sally, que poco podía hacer ante tanta gente. La mujer del líder se marchó con el ceño fruncido a la armería, dispuesta a ver cuanto se habían llevado.

    [...]

    Quince minutos antes...

    — Dios, he estado con unos asesinos... — Dijo Amanda mientras observaba el charco de sangre seca que había en la entrada de la armería.

    — Lo importante es que tú no eres así — Murmuró Stefan, tratando de reconfortarla — Yo también he estado con asesinos. Bueno; asesinos, violadores, pederastas...

    — Son unos seres despreciables y yo les ayudaba — Amanda sentía cada vez más rabia a medida que observaba con más atención la sangre seca en el suelo.

    — Eh, no deberías pensar en ello — Stefan la apartó del charco de sangre — Yo he sido mucho peor que tú. He ayudado a gente enfermiza, y no tienes idea de cuanto me arrepiento... pero ya está hecho y no lo puedo cambiar. Solo puedo cambiar yo mismo. Y lo he hecho, ya no soy ese idiota que era antes.

    Amanda asintió, reconfortada por las palabras de su amigo Stefan. Ambos acababan prácticamente de conocerse, pero rápidamente habían establecido un estrecho vínculo que les unía.

    Amanda y Stefan se encontraban en la entrada de la armería para vigilarla tras los acontecimientos sucedidos anteriormente. En el caso de la chica, Fer le había dicho que si obedecía sus órdenes se le levantaría la vigilancia de Stefan. En el caso del ex preso, cada vez iba ganando más confianza por parte de los líderes de Zona.

    Ambos empuñaban armas de fuego. Amanda sujetaba una escopeta y Stefan un rifle de asalto. Con ello se quería intimidar a la gente que quisiera tomarse la justicia por su mano e intentar acceder al arsenal de armas de la comunidad, cosa que ya hizo Jonathan con su plan de fuga.

    Desde cierta distancia, Damián observaba junto a varios de sus seguidores la entrada a la armería, protegida por Amanda y Stefan. La idea del ex líder de Zona para terminar con la horda que rodeaba la comunidad, implicaba acceder al material que había en la armería.

    — Si vamos todos, les intimidaremos — Decía Damián, confiado — Johan, avisa a los demás.

    — Lo haré — Dijo el tal Johan, marchándose a buscar al resto de seguidores de Damián.

    — Phil, tú ven conmigo — Ordenó el ex líder de Zona — Probemos con los buenos modales.

    Damián, acompañado por un habitante de la comunidad llamado Phil, se acercaron a la entrada de la armería, custodiada por Stefan y Amanda. Estos últimos, al ver quiénes se aproximaban, se prepararon para cualquier cosa.

    — ¿Qué haces aquí, Damián? — Preguntó Amanda, mostrándose recelosa.

    — Quiero armas, me sentiré más seguro si llevo una y esa horda entra — El hombre soltó una excusa.

    — Lo siento, amigo, pero eso no será posible — Dijo Stefan, que era observado de forma permanente por Phil — No podemos dar armas como si fuese pan, así por así.

    — ¿Tú quién carajo eres? No reconozco tu cara — Dijo Damián al ver a Stefan.

    — Soy nuevo en Zona, llegué hace dos días — Respondió el ex preso, mostrándose confiado — No sabía que aquí la bienvenida era una rebelión contra la persona al mando.

    — No es la primera rebelión aquí — Dijo Damián, recordando cuando Fer lo apartó del cargo — Yo era el anterior líder de la comunidad, pero Fer aprovechó su rostro público de superviviente aguerrido y se quedó con el puesto. Ahora, voy a por lo que es mío. Como las armas que lleváis.

    — Aléjate de aquí, Damián, no lo volveré a repetir — Amanda conocía al hombre y sabía que tenía un ás en la manga — Es evidente que tramas algo.

    Damián sonrió al instante mientras se aproximaba un grupo más numeroso de personas hacia la armería. Amanda lo vio y supo que iban a hacer mucha presión para obtener armas. Esas personas llegaron con rostros serios y miradas penetrantes, cosa que preocupó a la mujer. Stefan, por otra parte, mostraba una sonrisa de oreja a oreja que sorprendía a varios de ellos.

    — Sois dos, nosotros somos más de doce personas — Dijo Damián — No hagáis el ridículo y dejadnos pasar.

    — Vosotros sois doce, pero sin armas — Respondió Stefan con lógica — Nosotros somos dos, pero con armas. ¿Quién tiene las de perder?

    — No las usaréis contra vuestra propia gente... ¿verdad? — Damián sabía que no iban a apretar el gatillo.

    — Si no les obligan, no — Dijo Sally, interviniendo tras el grupo de fanáticos de Damián — ¿Has mandado a tu grupo a saquear la consulta médica?

    — Todos quieren estar provistos ante cualquier situación — Respondió el ex líder de Zona — El error fue mantenerlo todo en un sitio bajo llave. Cada personas debería tener un arma, medicinas básicas y suministros en sus casas.

    — Eso lo teníamos en mi anterior comunidad, y fue un puto caos — Dijo Stefan, refiriéndose a la prisión — El error fue ese.

    — ¡Queremos sentirnos protegidos, joder!

    — ¡Dádnos armas, carajo!

    — Damián, por favor, piénsalo — Le dijo Sally, tratando de disuadir al cabecilla del grupo — Estás cometiendo un error.

    Damián se aproximó al oído de Sally mientras la gente clamaba contra Amanda y Stefan por no dejarles pasar.

    — El error... — Susurró Damián — ...fue dejar entrar a tu grupo.

    Tras las palabras del ex líder de Zona, éste se encaró con Stefan, que le puso el cañón del rifle en el abdomen. La gente se volcó con su líder y arrinconaron a Amanda y Sally, que miraban atemorizadas la escena.

    El ex preso estaba molesto por la actitud de Damián, y estaba dispuesto a dispararle, pero cuando se volteó a ver a Sally y Amanda, estas le negaron con la cabeza. Stefan asintió y bajó el rifle, mientras Phil aprovechaba para quitárselo de las manos.

    — ¡Elegid el arma que más os guste, amigos! — Exclamo Damián, entrando junto a los suyos en la armería.

    La gente que no apoyaba la causa de Damián observaba con preocupación la escena, y sorprendentemente, algunos decidieron no ser menos y armarse. Stefan, Amanda y Sally observaban con rabia y resignación como la armería era literalmente saqueada.

    [...]

    Actualidad

    La plaza de Zona comenzaba a llenarse de gente ante la reunión convocada por Fer hacía una media hora. El actual líder de la comunidad sabía que para retomar el control tendría que informar a su gente de todos los movimientos que hacían y todo lo que sucedía, y eso iba a hacer. No iba a permitir que Damián recuperase el mando.

    La gente hablaba entre sí, expectante, mientras esperaban la aparición de Fer para que les hablara. Entre la gente estaban Randall y Natasha, que se encontraban junto a Alma, o Stefan y Amanda, que observaban con preocupación los civiles armados que se paseaban por el área.

    En el despacho del líder, Fer se encontraba con su mujer Sally y su hermano Gabriel. Ellos dos le acompañarían en su charla a la gente en un intento por disuadirla de seguir de nuevo a Damián.

    — No quiero ser pesimista, pero las cosas se pueden poner feas — Dijo Fer con absoluta franqueza — Si es así, no quiero que opongáis resistencia. Son demasiados y nosotros unos pocos. ¿Entendido?

    Gabe asintió, visiblemente agotado. Sally se resignó y aceptó la órden de su pareja. Una vez aclarado, el trío salió del edificio hasta la calle de Zona y se dirigió a la plaza en la que estaba toda la gente convocada. Damián esperaba, impaciente, a que Fer apareciera. Ambos iban a tener un cruce de palabras.

    El ex líder de Zona se encontraba con su grupo de seguidores, a la espera de que la reunión comenzara. Una vez el trío llegó, colocándose Sally a un lado y Gabe en otro, Fer comenzó a hablar.

    — Gracias por haber acudido a mi llamada. Sé que estas últimas horas han sido muy tensas. Tenemos una horda rodeando el muro de la comunidad, tenemos varios asesinos fugados y sé que queréis saber todo lo que ocurre. Pues bien, así será. Voy a...

    — ¡¿Ahora?! ¡Es absurdo! — Gritó un hombre.

    — ¡Ya sabemos que ha ocurrido! — Decía una mujer.

    — ¡Calma, por favor! — Pedía Sally.

    — ¡¿Teneís alguna idea para alejar la horda de aquí?! — Intervino Damián, sorprendiendo a todos los ciudadanos de Zona.

    Tanto Fer como Sally y Gabe observaron al ex líder de Zona con cara de pocos amigos. Damián no lo dudó y dio un paso al frente, colocándose a unos metros del actual líder.

    — ¡Ellos son la prueba de que una mala gestión de una comunidad puede terminar en una crisis de confianza! ¡Sin ideas, sin casi recursos y con una amenaza constante ahí fuera! ¡Estamos jodidos y no hacen nada por salir del pozo en el que estamos! — Comenzó a decir Damián, ante la sorpresa de todos — Por eso mismo...

    Damián sacó de detrás de su pantalón una pistola y la levantó al cielo, mientras la mayoría de los habitantes de Zona le observaban con satisfacción.

    — ¡...es hora de poner las armas en alto y decir basta! — Exclamo Damián, con ira contenida.

    El grupo de Fer vio de forma impactante como más de la mitad de los ciudadanos de Zona sacaban armas y las alzaban al cielo, manteniendo su apoyo a Damián y colocándole de forma total en el puesto de líder.

    — ¡Damián! ¡Damián! ¡Damián! — Comenzó a clamar la mayoría de personas, apuntando con las armas en alto.

    Damián se aproximó a Fer, que no daba crédito a lo que estaba sucediendo, y le dijo algo en el oído. Algo que solo quedó entre ellos dos.

    — Lo siento, Fer. Tan solo mira a la gente... es soberana — Susurró, mientras esbozaba una gran sonrisa en su rostro — Tu momento ha terminado.
     
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    Hola. Paso a comentar el capítulo. Tal parece ser que Damián es más astuto de lo que pensé, ya que supo como poner a la gente de nuevo a su favor. Aun así, creo que Fer y Sally lo dejaron estar mucho tiempo. Bien pudieron haber dicho a la gente que los disparos habían sido causados por los "amigos" de Damián, y con eso, él ex líder habría perdido mucho terreno con la gente.

    Tengo curiosidad por ver el siguiente. Hay tanto que quiero observar, como lo que ocurrirá cuando la horda entre, cuando Gabe revele su mordida, cuando Michael y Alexa lleven a Rashid a Zona y la vean invadida, y cuando tengan que luchar contra los zombis.

    Sigo esperando a que los zombis pasen a ser una amenaza, dado a que no lo han sido casi en toda la historia. Creo que ese es el único punto débil de la misma actualmente. Tratándose de un virus zombi, estos tienen muy poca participación dentro de la misma historia. Si eso mejora, sería una historia aun mejor.

    No encontré errores, y tratándose de un capítulo más corto, no hay mucho que comentar de momento. Así que eso será todo por ahora. Saludos.
     
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  13. Threadmarks: 5x06 (Final): Zona de guerra
     
    Manuvalk

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    Capítulo 6 (Final): Zona de guerra




    — ¡Damián, para esto! ¡Es una locura! ¡No va a funcionar! — Gritaba Fer mientras era retenido por dos guardias.

    — ¡Ahora! — Ordenó Damián a los suyos.

    La gente comenzó a lanzar granadas al otro lado del muro, haciendo que las explosiones desintegraran literalmente a los infectados que estaban fuera, agolpados contra Zona.

    No obstante, calcular la distancia a ojo de a dónde debía caer la granada para no destruir el muro era algo imprudente y peligroso. Un hombre, que tenía a su hijo al lado, lanzó una de las granadas al otro lado y tras unos segundos, la explosión agujereó por completo el muro, sumiendo a los demás en una humareda oscura mientras parte de la pared que separaba al refugio del exterior se volvía escombros.

    Damián se cubrió los ojos con el antebrazo, al igual que la mayoría, que instantáneamente dejaron de lanzar granadas. Todos se mantenían expectantes y en silencio, a la espera de ver el tamaño de ese agujero en su muro.

    Cuando el humo empezó a disiparse, la gente comenzó a observar unas sombras que irrumpían en el complejo. Estas se tambaleaban, errantes, mientras lanzaban gruñidos secos hacia todos los ciudadanos.

    Fer observaba con rabia y terror como los infectados comenzaban a entrar en Zona. La gente, presa del pánico, comenzó a correr en todas direcciones mientras la horda empezaba a invadir el lugar.

    — No, no, no... — Susurraba Damián, mientras retrocedía a paso lento y con lágrimas en los ojos.

    Los gritos de las madres a las que veían como sus hijos eran devorados comenzaron a sucederse. Un hombre fue tomado por dos podridos que comenzaron a devorarlo, y en un último intento para no sufrir, le quitó la anilla a su granada, explosionándose a sí mismo mientras esos seres le arrancaban la piel.

    Dicha explosión provocó que el camión en el que había material de construcción, cercano a la escena, también explotara. Aquello derivó en que el fuego comenzara a correr a su libre albedrío por la comunidad.

    Las casas comenzaban a quemarse, los muertos comenzaban a matar, los vivos huían sin rumbo... Zona se había convertido en una zona de guerra.

    [...]

    Diez minutos antes...

    — Lo siento, Fer. Tan solo mira a la gente... es soberana — Susurró, mientras esbozaba una gran sonrisa en su rostro — Tu momento ha terminado.

    El líder se sentía totalmente abatido. Los gritos de apoyo a Damián habían terminado de derrumbarle por completo. Todo por lo que él había luchado, todo lo que había sacrificado por el refugio y sus habitantes... todo fue para nada.

    Su mujer le observaba, ubicada a su derecha. El rostro de Sally proyectaba temor, derrota, preocupación. Un guardia la tomó del brazo, reteniéndola. Ella trató de zafarse, pero el hombre le mostró una pistola en su otra mano, indicándole lo que ocurriría si se soltaba.

    Su hermano le observaba también, a su izquierda. El rostro de Gabe estaba pálido, sudado y con una mirada perdida, quizá sumida en sus profundos pensamientos. Otro guardia lo tomó del brazo, mientras él no oponía resistencia.

    Entre toda la gente que alzaba sus armas en señal de conformidad con Damián, se encontraban Randall y Natasha. Sus caras evidenciaban la impotencia de Fer, las ganas de luchar, aunque fuera en vano. No obstante, aquello sería un suicidio.

    Alma, entre toda la multitud, miró fijamente a Gabe. El hombre también lo hizo, y perpetrando un gran esfuerzo por no venirse abajo, le sonrió.

    Stefan y Amanda eran retenidos por varios hombres y mujeres armados con rifles de asalto y escopetas automáticas. Amanda, que hasta hacía muy poco tiempo creía en las ideas de Damián, sentía ira. Sentía que había estado defendiendo el bando equivocado. Y eso la hizo llorar allí mismo.

    El que fuera preso meses atrás observaba el arte de la palabra. Damián se había camelado de nuevo a su público con promesas e ideas que Fer no había querido dar, quizá para excluirlos de la situación comprometida en la que se encontraban. Stefan sabía que estaba en una situación realmente jodida, y que ahora más que nunca podría demostrar al grupo que ya no era el hombre de antes.

    Damián, que acababa de recuperar el control de la que fue su comunidad, tomó un walkie y dio una orden. Ante la mirada de todos, varios hombres y mujeres bien armados sacaron de la armería tres cajas llenas de granadas.

    — ¡He encontrado la solución al problema de la horda que nos asedia! — Gritó Damián, confiado con su arriesgado plan — ¡Quiero que cada adulto tome un máximo de tres granadas y se coloque a diez metros del muro!

    Los habitantes de Zona que confiaban en Damián se colocaron en fila y fueron tomando varias granadas. Algunos padres estaban con sus hijos al lado, mostrándoles la forma de la granada y demás. Aquelló le dio rabia a una Sally que no entendía como podían educar así a sus hijos, enseñándoles como activar una granada y llevándolos al lado en una situación que parecía irreal.

    Una vez todos los adultos de la comunidad llevaban consigo un máximo de tres granadas y se colocaban de manera ordenada y estratégica frente a su propio muro, Damián dio la orden, ante las advertencias de Fer de que lo que iban a hacer se trataba de un error mayúsculo. Y entonces, caos.

    [...]

    — ¡Fer, vete! ¡Vete!

    — ¡¿Y tú qué?!

    — ¡Ocúpate de papá y mamá, nos están esperando! ¡Ya nos veremos!

    Fer arrancó rápidamente mientras era disparado por un hombre de gran envergadura. La furgoneta se perdió entre la multitud y las llamas que asolaban el barrio.

    — Buena suerte, hermanito — Musitó Gabe, perdiéndolo de vista.

    Gabriel comenzó a correr rápidamente calle abajo junto a varias personas presas del pánico, cuando en ese momento un camión militar invadió la carretera y de el comenzaron a salir soldados armados.

    — ¡Vayan al Punto Seguro establecido en la Gran Plaza! ¡Vamos, vamos, vamos! — Comenzó a gritar uno de los militares.

    Gabe seguía corriendo entre la multitud cuando de pronto un numeroso grupo de infectados se interpusieron ante ellos. El caos fue tal que la gente comenzó a empujarse y pegarse con tal de poder salir de aquel embudo en el que la calle se había convertido.

    Los militares, superados y desquiciados, comenzaron a disparar contra todo aquel que se acercara a ellos, sin arriesgarse. Aquel grupo de soldados, totalmente asustados, fusilaron literalmente a toda la gente sana que trataba de huir mientras los muertos se mezclaban entre ellos e infectaban a todo el mundo.

    Un hombre, desatado y desesperado por evitar ser mordido, lanzó a una mujer contra un podrido, haciendo que ambos cayeran al asfalto. La chica, aterrada, comenzó a gritar mientras trataba de liberarse de los brazos de aquel ser.

    Gabe no lo dudó ni un solo instante y antes de que el infectado pudiera hundir su dentadura en la piel de la joven, él ya se lo había quitado de encima. Desarmado, Gabriel solo pudo apartarlo de la mujer y acto seguido ayudarla a levantarse.

    — ¡Sígueme! — Exclamo el hombre, cogido de la mano de la mujer que acababa de salvar.

    Los dos comenzaron a correr buscando un lugar en el que esconderse de aquel caos. Desesperados, lograron encontrar un establecimiento con el cristal roto. Gabe decidió llevar a la mujer hasta allí. Sin embargo, para evitar que los infectados pudieran entrar, tomó las rejas que servían para cerrar la tienda y la cerró. Una vez dentro, casi sin verse los rostros debido a la penumbra, ambos se dijeron sus nombres.

    — Aquí no llamaremos la atención — Susurró Gabriel — Me llamo Gabe, por cierto.

    — Gracias por ayudarme, Gabe — Respondió la mujer en un tono dulce — Yo soy Alma.

    [...]

    Actualidad

    Varias casas prefabricadas eran pasto de las llamas, fruto de las explosiones provocadas por las granadas. Algunos puestos de fruta, hechos de madera, ardían descontroladamente. La gente corría despavorida hacia todas direcciones, mientras por aquel agujero irrumpían cada vez más infectados.

    Los guardias que custodiaban de Fer, aterrados por la situación, decidieron soltarlo. Mientras huían del foco del conflicto, el que fuera líder de la comunidad se volteó a buscar a su mujer, pero ya no estaba allí.

    — ¡Fer! ¡Fer! — Comenzó a escuchar el propio Fer por encima de los gritos y ruidos que se sucedían en aquel instante.

    — ¡¿Sally?! ¡Sally! — En la confusión era difícil ver donde se hallaba la chica.

    En ese momento, alguien le puso la mano en la espalda y Fer se volteó rápidamente con el cuchillo en su mano derecha, suponiendo que pudiera ser un infectado. Sin embargo, se trataba de su hermano.

    — ¡Gabe, joder! — Exclamo Fer, abrazándolo — ¡Tenemos que irnos!

    — Yo no puedo irme muy lejos — La voz de su hermano sonaba triste.

    — ¿Qué? ¿Qué diablos dices?

    Mientras todo era consumido por las llamas y los gritos no cesaban, Gabriel levantó su camisa y mostró en el lado derecho de su pecho la marca de unos dientes que habían logrado perforar su piel.

    En ese preciso instante, todo alrededor se paró para Fer. Su hermano, la única familia que le quedaba con vida, tenía el tiempo contado. Su mente no podía concebir la idea de que iba a perderlo.

    — No... no, no... — Se repetía Fer, en shock — Esto no puede estar pasando... no...

    — ¡Fer! — Gabe lo zarandeó de los hombros, tratando de despertarlo del shock en el que estaba — ¡Tengo que ponerte a salvo! ¡Vamos!

    Su hermano lo tomó de la camiseta y lo empujó en su dirección para que lo siguiera.

    Sally se encontraba con Randall, Natasha y Alma en el autobús con el que Fer, el propio Randall, Damián y el recién fallecido Óscar habían llegado tiempo atrás de la misión de tomar material de construcción.

    Sally y Alma habían sido las artífices de la idea de guardar gran parte de los suministros de la comunidad en dicho vehículo para una posible huida de Zona. Ahora, esa idea parecía la más brillante de todas.

    — ¡Vamos, rápido, todos dentro! — Exclamaba Sally, mientras algunos habitantes que seguían con vida subían al bus sin dudarlo.

    — ¡Rápido, se aproximan algunos! — Gritó Randall, empuñando un rifle de asalto.

    Junto a su pareja Natasha, Randall comenzó a disparar contra los infectados que se aproximaban al autobús, al ver que las pocas personas que quedaban con vida iban a esa zona de la comunidad.

    Pocos infectados quedaban fuera del refugio, pues la mayoría habían entrado por el agujero que se había hecho en el muro. El complejo estaba totalmente invadido, y no quedaba una esquina en la que no hubiera sangre derramada.

    Varios guardias disparaban desesperadamente contra los muertos, pero sin ser conscientes de que estaban por todos lados. Uno de ellos fue tomado por detrás y mordido en la cabeza, los gritos de ese hombre alertaron al resto y en un momento de dolor, el guardia apretó el gatillo por error, matando a dos de sus compañeros.

    Una familia corría a toda prisa hacia uno de los coches que quedaban en pie, dispuestos a alejarse de la comunidad. Mientras el padre rompía el cristal para abrir el vehículo y arrancarlo, tres podridos rodearon a su mujer e hijo de cinco años. Cuando el padre se volteó, solo pudo ver como su pequeño era literalmente comido por esos seres. La mujer no soltaba la mano del niño, que en unos segundos dejó de gritar y llorar, muriendo.

    Todo eso lo observaba Damián. Él levantó Zona y la convirtió en un refugio, pero Fer fue quién de alguna manera, la hizo mucho más habitable. Sin embargo, el que fuera líder de la comunidad sentía que habían profanado su alma. Zona lo era todo para él y el esfuerzo por recuperarla de las manos del propio Fer no había servido para absolutamente nada.

    El hombre se encontraba de rodillas, observando como el fuego se hacía cada vez más grande, como su gente era devorada a manos de los infectados... y en medio de todo aquello, vio a Annah. Su mujer, que fue asesinada por Theodore hacía más de tres meses, apareció ante él. Sin decirle nada, la mujer le tendió la mano y le sonrió, como si quisiera llevárselo.

    — Annah... yo... — Damián rompió a llorar — Yo no pude protegerte... no te pude salvar... lo siento...

    Damián trató de alcanzar la mano de su mujer, y justo cuando estaba por hacerlo, su imagen se esfumó y en su lugar apareció una infectada que estiraba el brazo hacia él. Sin embargo, Damián permaneció inerte y pasivo ante ella. Sabía que su momento había llegado, que podría reunirse con la única persona que, a pesar de todos sus errores, le apoyó.

    El primer líder de Zona cerró los ojos mientras aquella no muerta le mordía en el rostro, arrancándole el pómulo de cuajo. Damián, sin embargo, no sentía nada. Su cabeza se había aislado de la realidad, no sentía dolor, ni tristeza, ni rabia... no sentía nada.

    A esa mujer podrida se le sumaron varios infectados más, que se arrodillaron para comerse al hombre vivo. Así, en medio de la caída de Zona, su líder era devorado y terminaba así su periplo en aquel mundo corrompido.

    [...]

    Un coche avanzaba por la carretera a una velocidad normal. Sentada en el asiento de copiloto se encontraba Alma, mientras que el conductor era Gabriel. El coche iba con las ventanillas bajadas mientras Gabe se fumaba un cigarrillo, con la vista puesta al frente. En un momento dado, Alma decidió hablar con su compañero.

    — Me encanta esta sensación de libertad — Murmuró Alma, mientras su brazo derecho sobresalía por la ventanilla — Por suerte, hay cosas que nunca cambian.

    Gabe sonrió durante unos instantes al oír el comentario de Alma, pero decidió no responder. Parecía que algo retumbaba en su mente.

    — ¿En qué piensas? — Preguntó la copiloto con cierta curiosidad.

    Gabriel le dió una calada a su cigarro y lo tiró por la ventana, quizá cansado de fumar por fumar.

    — Pienso en mi hermano pequeño — Musitó, sin quitar la vista del frente — No lo he vuelto a ver desde que... bueno, ya te conoces la historia.

    — Desde que desapareció entre el caos con la furgoneta de tu padre, sí, me lo has contado — Dijo Alma, recordándolo — ¿Por qué no lo buscaste luego?

    — Te encontré a ti, y no quería involucrarte en una búsqueda que no te convenía — Respondió Gabe, volteándose hacia la chica — Espero que tanto él como mis padres estén a salvo.

    — Seguro que lo están, Gabe.

    En ese momento, el silencio se vio perturbado por el sonido de otro motor, uno más grande que el de un simple coche. Sin embargo, antes de que Gabe y Alma se giraran hacia la izquierda para ver la procedencia del ruido, un autobús penitenciario golpeó con fuerza la parte izquierda del vehículo, haciéndolo volcar y dar varias vueltas de campana en la carretera.

    — ¡Gabe...! ¡Gabe! ¡Soltadme!

    — ¿Qué hacemos con el tipo, Stefan?

    — Dejadlo. No creo que sobreviva.

    — ¡Gabe, no! ¡Dejadme en paz, por favor!

    — Nos llevaremos a la chica, seguro que a Theodore le gusta.

    — ¡¡¡GABE!!!

    [...]

    Sally esperó a que un infectado vestido con un mono de mecánico se le aproximara lo suficiente. Cuando estuvo a su alcance, la mujer lo tomó del cuello y hundió con fuerza la hoja del cuchillo en su frente.

    Natasha apuntó a la cabeza de otro no muerto que se aproximaba al bus. La doctora vio entonces que se trataba de un habitante de Zona llamado Harris, al que ella conocía. Sin embargo, ahora solo era un infectado más entre tantos que había. Sin dudarlo, la mujer apretó el gatillo y una ráfaga de balas perforó el rostro de aquel hombre muerto.

    Randall se había quedado sin munición. El hombre había estado acabando con bastantes infectados, pero al tener solo un cargador, cuando menos se dio cuenta ya no tenía balas. En ese momento no tuvo más remedio que tomar su arma blanca y prepararse para quiénes se le aproximaran.

    Un muerto con los brazos en alto y un agujero en el pecho se acercaba a su posición, gruñendo cada vez con más fuerza. Randall se colocó en posición para atacarle, pero antes de que pudiera hacerlo, una bala traspasó el cráneo de aquel ser, derribándolo al instante. Al voltearse, vio que Stefan y Amanda se aproximaban a su posición. Tras ellos iban varios habitantes de Zona, a los que protegían.

    — Gracias — Musitó Randall con absoluta seriedad — ¿Habéis encontrado a Fer y Gabe? Los hemos perdido con el caos.

    — No, pero hemos encontrado a varias personas sanas — Dijo Amanda, refiriéndose a los que acababan de salvar y se subían al bus — ¿Cuantas personas hay dentro del autobús?

    — No lo sé, según Alma, que está dentro, hay casi treinta personas — Indicó Randall — No sé si podremos aguantar mucho más tiempo aquí, cada vez hay más de esas cosas.

    En ese momento Alma salió del bus, buscando desesperadamente con la mirada a Gabe, su pareja. Al no verlo junto a los demás, su preocupación fue en aumento.

    — ¡Sally! ¡¿Dónde están Gabe y Fer?!

    Sally, que se encontraba matando a un infectado, se volteó y le negó con la cabeza.

    — No lo sé — Musitó, dándole el walkie a la chica — Prueba con esto, quizá Fer tenga el suyo encima. Si está con él, lo sabrás.

    Mientras Sally, Natasha, Randall, Stefan y Amanda luchaban por proteger el autobús de los infectados en lo que más supervivientes se subían a él, Alma decidió contactar con Fer o Gabe para saber su ubicación. La mujer subió al bus y se fue hasta el fondo de éste para poder hablar tranquila. Alma buscó la frecuencia adecuada y habló.

    — ¿Fer? ¿Gabe? Soy Alma, ¿me oís?

    Tras más de diez segundos en los que solo había silencio, Alma obtuvo respuesta.

    Aquí Fer, sí, estoy con Gabe — La voz del líder de la comunidad parecía temblar — Estamos a salvo en una de las casas, pero la calle está completamente llena de infectados.

    — ¡¿En qué calle estáis?! ¡Iremos a buscaros! — Alma estaba decidida a no dejar atrás a la persona que más quería ni a su hermano.

    No, no lo hagáis — Fer hablaba en serio — Tenéis que iros de Zona, ahora mismo. Yo y mi hermano no podemos movernos.

    — ¡¿De qué mierda hablas, Fer?!

    El walkie quedó en absoluto silencio, cosa que irritó mucho a Alma, que insistió.

    — ¡Contesta joder! — Gritó la mujer, cada vez más nerviosa — ¡¿Qué diablos os pasa?! ¡Quiero hablar con Gabe!

    Tras unos segundos, la voz de Gabriel sonó por el aparato.

    Alma... — Su voz sonaba débil y rota — Tenéis que iros... Yo no puedo moverme... me han mordido, Alma... lo siento, yo... siento despedirme así...

    Alma no podía articular palabras después de lo que acababa de escuchar. Un escalofrío le recorrió la columna vertebral de arriba a abajo y de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas. La mano con la que sujetaba el walkie perdió fuerza y el aparato cayó sobre el asiento en el que estaba apoyada.

    ...quiero que sepas que... me has hecho muy feliz y... y te quiero... sé que eres fuerte, Alma... superarás mi muerte, yo lo sé...

    Alma comenzó a llorar de manera desconsolada, cosa que hizo que todos los habitantes de Zona que se encontraban sentados en el bus se voltearan para ver a la mujer totalmente derrumbada. Todos se imaginaban lo que ocurría.

    ...quiero pedirte una última cosa... — Gabe lanzó un suspiro que se escuchó por el walkie y con la voz rota por las lágrimas se dispuso a seguir — ...cuida de mi hermano, ¿vale? Pero sobretodo... sobrevive, no te rindas... no ahora... no tú... te quiero mucho, Alma...

    En ese momento, Sally, seguida de los demás, subieron al bus rápidamente. Estaba claro que no tenían tiempo para quedarse, había que alejarse de Zona ya mismo.

    — ¡Nos vamos! — Exclamo Sally, advirtiendo a todos mientras se sentaba.

    Randall tomó el voltante e hizo contacto con los cables para arrancar el vehículo mientras todos observaban por las ventanas como un grupo de infectados se aproximaban al bus. Éste arrancó y Randall, sin dudarlo ni un momento, pisó el acelerador. El autobús rompió las puertas de la entrada y comenzó a alejarse en la carretera.

    — Siempre te querré, Gabe — Dijo Alma con los ojos llenos de lágrimas, mientras se acariciaba la barriga — Siempre te querremos.

    [...]

    Gabe observaba desde los arbustos del bosque como un pequeño grupo convivía en una estación de servicio. Una gasolinera rodeada por vehículos que formaban una barrera impenetrable para los infectados.

    Una vez cayó la noche, Gabriel decidió colarse en el refugio con el fin de obtener suministros. Al no saber si ellos fueron quién habían tomado a Alma, Gabe prefería tomar precauciones y no presentarse ante ellos hasta saber quiénes eran. Sin embargo, mientras tanto tendría que comer, por lo que no dudaría en robarles víveres.

    La gasolinera estaba a oscuras por la falta de electricidad pero aquello no impedía que Gabe supiera por donde entrar. El estar observando tantas horas le había hecho ver los puntos ciegos por los que podría colarse. Ya lo había hecho unas cuantas veces y hasta ahora no le habían capturado.

    Por las noches, un hombre moreno y corpulento al que llamaban Joao se quedaba junto a un tal Michael vigilando, aunque a veces una chica llamada Alexa les cambiaba el turno y se ponía con un tipo llamado Brandon. Fuese como fuese, Gabriel sabía muy bien como evitarlos.

    El hombre se aproximó al muro de detrás de la estación de servicio y sigilosamente lo saltó. No era muy alto ni siquiera para un infectado, aunque ellos no saben saltar. Gabe, ahora dentro del recinto, se aproximó a la puerta trasera de la tienda de la gasolinera. Con unas ganzúas logró abrir la cerradura e infiltrarse.

    Ahora se dirigía a un pequeño armario donde el grupo almacenaba las latas en conserva y la comida duradera. Aprovechando que los que hacían la ronda de vigilancia estaban al otro lado y los demás dormían, Gabe tomó varias latas y se dispuso a salir de allí.

    Una vez fuera, observó a ambos lados para evitar que pudiera ser descubierto. Se aproximó en silencio al muro y cuando se dispuso a saltarlo, la luz de varias linternas le iluminaron por detrás.

    — No te muevas, hijo de puta, o apretaré el gatillo.

    Gabe dejó caer las latas y levantó las manos. En absoluto silencio, se volteó, quedándose cegado por las luces de las linternas que lo alumbraban.

    — Al fin te tenemos, desgraciado.

    Y antes de que pudiera responder, le dieron un golpe con la culata de una escopeta, dejándolo inconsciente.

    Cuando despertó, no podía ver nada debido a que tenía un saco en la cabeza que le impedía ver cualquier cosa. No obstante, aquello no le impedía que pudiera escuchar.

    — ¿Qué vamos a hacer con él? No podemos matarlo así sin más.

    — Si que podemos, ese malparido se lo merece.

    — Es un puto ladrón, en la antiguedad se les cortaba las manos. Podrámos no matarlo, pero sí quitarle una mano.

    — No estamos en la era medieval, gilipollas.

    — Cierra la boca, Michael, no le haremos eso.

    — ¿Tienes una idea mejor, hermanito?

    — Ese tipo nos ha robado, sí, pero podría habernos hecho daño cuando dormíamos y no lo ha hecho. Tan solo nos robaba por supervivencia. Quizá debamos darle una oportunidad, o dejarle marchar con suministros.

    — ¡Oh, por supuesto, y luego le damos un coche y le damos las gracias por habernos robado! ¡Joder, Brandon!

    — Lo mejor será que todos decidamos que hacer. Podríamos hacer una votación.

    — ¿Contando con los recién llegados?

    — ¿Por qué no? Les hemos dejado venir por algo. Podríamos juntarnos ambos grupos y formar una comunidad próspera.

    — Tus malditas ideas utópicas me irritan, Brandon.

    — Están aquí, queremos que se queden, ¿no? Pues ya está, que tengan derecho a votar.

    — Está bien, así será.

    Gabe permaneció unos minutos sin poder oír nada, puesto que esas personas habían salido fuera. Tras un pequeño rato, un hombre entró al lugar en el que estaba retenido y lo levantó de la silla en la que estaba sentado.

    — Vamos, ladrón de mierda, tienes un juicio pendiente.

    Gabe fue llevado por un hombre ante el resto de personas que parecían vivir allí, incluidos unos recién llegados de los que había oído hablar. Todos comenzaron a discutir y debatir sobre que hacer con él, hasta que sucedió la votación.

    — Hay que tomar una decisión.

    En ese momento, un hombre le quitó el saco de la cabeza y por un breve instante la luz solar le cegó los ojos. Una vez recuperó la vista, vio que aquel hombre era ese tal Michael del que había oído hablar.

    — Empecemos — Dijo.

    Gabe comenzó a observar uno a uno a todos los miembros de aquel numeroso grupo. Sin embargo, uno de ellos le llamó especialmente la atención. Sus rasgos, su físico, su mirada... aquel hombre le resultó muy familiar. Su mente tardó en procesarlo muy poco. Aquel hombre también mantenía su vista en él.

    — Fer, ¿qué ocurre? ¿Lo conoces? — Le preguntó una chica.

    Fer. Era el nombre de su hermano. Gabe lo corraboró rápidamente. Casi no podía articular palabras, solo mirarle. Era él, era su hermano.

    — ¿Lo conoces? — Preguntó ese tal Michael.

    — Sí... — Musitó Fer, sin dejar de mirar a Gabe.

    — ¿Quién es? — Preguntó otra vez la chica.

    — Es mí hermano.

    [...]

    Fer y Gabe se encontraban en el segundo piso de una de las viviendas de Zona, concretamente en una habitación. Desde la ventana se podía ver cuantos muertos pululaban por la calle, vagando sin rumbo, a la espera de un estímulo, algo que les llamara la atención.

    Un poco más lejos se podía vislumbrar la entrada de la comunidad. Fer observó como el autobús rompía las puertas y se alejaba cada vez más del refugio mientras el fuego seguía ardiendo, ahora quemando el edificio en el que estaba el despacho del líder.

    — ¿Se han marchado...? — Preguntó Gabriel, literalmente blanco y postrado en la cama de aquel cuarto.

    — Así es, el autobús ha salido de Zona — Murmuró Fer, esperando que todos estuvieran lo mejor posible — ¿Cómo te encuentras?

    — No siento las piernas... — Era evidente que Gabe hacía un esfuerzo por hablar — Me arde la jodida cabeza...

    — ¿Puedo hacer algo por ti, Gabe? ¿Necesitas algo?

    — Que va... — Susurró Gabriel — Sé que no me queda mucho tiempo, así que déjame despedirme de ti, ¿eh? Vamos, ven.

    Fer se acercó lentamente a su hermano y se sentó al borde de un lado de la cama. Los gruñidos al aire de los infectados de la calle se podían escuchar desde su posición.

    — Sinceramente, no me imaginaba muriendo de esta forma — Comenzó diciendo Gabe — Como tu hermano mayor, siempre he creído que me hubiese costado salvarte de algún peligro, tú siempre has sido alguien imprudente pero... éste mundo te ha cambiado. Incluso me atrevo a decir que, de alguna manera, te ha mejorado. Desde que nos reencontramos, he visto un evolución y me has dejado impresionado. Sé que estoy sentenciado, pero sé que estarás bien sin mí. Lo has demostrado.

    — Gabe, yo...

    — Cállate, me estoy despidiendo — Dijo Gabe, arrancándole una sonrisa a su hermano, que tenía los ojos llorosos — Quiero pedirte un favor, hermano.

    — Lo que sea.

    — Cuida de Alma por mí, ¿vale? Cuida de Sally, de Randall... cuida de todos, ¿entendido? Son personas increíbles, y todos hemos pasado por tanto juntos... ahora son tú familia. Lucha contra el mundo, por ellos, por mí. No podría estar más orgulloso de ser tu hermano, Fernando, y estoy seguro de que papá y mamá lo están, estoy segu...

    Tras el comentario de su hermano, Fer se echó a llorar, colocando su cabeza sobre el pecho de su hermano.

    — Te prometo que lo haré, Gabe, todo eso. Te lo prometo.

    Fer levantó la cabeza al oír que los latidos del corazón de su hermano habían cesado. Sus ojos vidriosos se clavaron en los de Gabe, que estaban mirando la nada. Finalmente, Gabriel había muerto en una cama de una casa ajena en una comunidad invadida por gente infectada de un extraño y desconocido virus.

    Fer se vino abajo y echó a llorar ante el cuerpo sin vida de Gabriel. No obstante, se quitó las lágrimas rápidamente, tomó una pistola que había sobre la mesita del cuarto y acto seguido tomó un cojín, lo colocó sobre la cara de Gabe y disparó. Un tiro limpio y silencioso en la frente.

    Totalmente apenado, el que fuera líder de Zona se asomó a la ventana y observó con ira a todos los muertos que avanzaban por las calles de la comunidad.

    De pronto, esa sensación de ira le hizo recordar una pequeña conversación con su hermano, horas después de encontrarse con él e irse de la estación de servicio.

    [...]

    Los hermanos caminaban a paso ligero por un lado de la carretera. A la izquierda tenían una explanada y a la derecha un bosque largo, de esos en los que te puedes perder.

    Al salir de la gasolinera, ambos permanecieron en silencio. Pese a todo el tiempo que hacía que no se veían, ninguno de los dos habló de ello. Sin embargo, había algo que Gabriel quería preguntarle a su hermano, y terminó haciéndolo.

    — Hey, Fer — Le llamó la atención — ¿Nuestros padres están...?

    — ¿Muertos? Sí, lo estaban cuando llegué a casa con la furgoneta, listo para evacuarlos.

    — ¿Fueron mordidos?

    — Cuando llegué a casa, vi sangre por las escaleras. Fui a su habitación y me encontré a mamá con un tiro en la cabeza y a papá... papá estaba devorando a mamá. Aquello no fue obra de infectados, creo que alguien entró en casa a robar y decidió matarlos. Yo...

    — ¿Entonces papá se transformó en...?

    — Así es — Aquello hizo que Fer comenzara a darle vueltas a la situación — Pero, es imposible que hubiese sido mordido, le mataron...

    — ¿Y cómo carajo se transformó si no fue mordido? — Gabe no entendía nada.

    — Quizá... quizá todos estemos infectados. Quizá llevemos el virus dentro y muramos de la forma que muramos... nos transformamos...

    — Entonces la mordedura de esos seres... de alguna manera, acelera el proceso del virus, ¿no? O algo así...

    — No lo sé, no somos científicos, no tengo ni puñetera idea — Fer estaba estresado al recordar la escena de sus padres fallecidos — El caso es que... no pude rematar a papá, ¿sabes? Cerré la puerta de la habitación mientras él la golpeaba. Y me fui.

    — Joder... — Gabriel se imaginó la escena con sus padres y se contuvo las lágrimas — Yo tampoco sé si hubiese podido. No te culpes por ello. Aunque si algún día llegan a morderme, por favor, no dejes que me convierta en una de esas cosas.

    — Touché — Respondió Fer, refiriéndose a lo mismo.

    — Oye — Gabe tomó del brazo a su hermano y le hizo parar de caminar — Prométemelo.

    — Joder, Gabe, no tenemos tiempo par...

    — Fer, por favor — Dijo Gabriel con absoluta seriedad — Hazlo.

    Fer miró a su hermano a los ojos. Durante unos segundos ambos se miraron en silencio.

    — Te lo prometo.

    [...]

    El autobús avanzaba a toda velocidad por la carretera, ya lejos de Zona. La gente que había logrado subirse al vehículo observaba con miradas perdidas por la ventana el paisaje. Randall conducía mientras Natasha, a su lado, le colocó la mano izquierda en su hombro derecho, reconfortándole después de que todos hayan abandonado el que fue su hogar.

    Stefan y Amanda estaban también deprimidos, fruto de todo lo ocurrido. La mujer sentía impotencia por haber perdido el que fue su hogar durante mucho tiempo. El preso, por otro lado, estaba acostumbrado a ver morir a la gente y cuando Gabriel y Ezequiel le encontraron, ya dejó claro que era cuestión de tiempo que la comunidad se hundiera.

    Sally se encontraba sentada junto Alma, en los últimos asientos del fondo. La pareja de Gabe estaba completamente derrotada, inerte, con la mirada perdida en el suelo. La mujer de Fer trataba de mostrar su apoyo a Alma, tras enterarse todos por ella de la muerte de Gabriel.

    — No se lo he dicho — Murmuró Alma de pronto.

    — ¿Qué? ¿El qué? — Sally no entendía a qué se refería.

    — Estoy embarazada — Las palabas de Alma hicieron que Sally la mirara sorprendida — Su hijo nacerá y no verá nunca a su padre...

    Alma rompió de nuevo a llorar, mientras Sally la abrazaba y recordaba cuando ella estaba embarazada. Ahora, sin embargo, la sensación era amarga para ambas.

    [...]

    Un día después...

    — Joder, cada vez nos encontramos con más infectados — Dijo Michael, mientras sacaba el cuchillo del cráneo de uno de ellos.

    — No te preocupes, en Zona no te encontrarás con ninguno — Respondió Alexa con una sonrisa — No puedo esperar a ver a nuestros amigos.

    — Seguro que se llevan una gran sorpresa — Murmuró Michael, dándole unas palmaditas a Rashid, que estaba en silencio — ¿Todo bien, compañero?

    — Sí... estoy deseando llegar, amigo — Dijo el árabe, algo tímido.

    — Pronto, Rashid... pronto. En unas horas estaremos ahí.

    Michael, Alexa y Rashid avanzaban en dirección a Zona, esperando reencontrarse con el que fue su grupo hacía unos meses.

    Sin embargo, lo que no sabían es que allí solo quedaba una persona con vida: Fer.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Hola, amigo. Paso a comentar el capítulo. Este ha sido mi capítulo favorito de esta parte. Finalmente, después de que los zombis estuvieran de vacaciones durante toda la historia, salieron a hacer su trabajo y se convirtieron en la amenaza de la historia. Se cobraron una gran cantidad de vidas, no digo que antes no lo hubieran hecho, pero cuando lo hicieron, no atacaban al grupo principal.

    Finalmente, la gente que decidió seguir al estúpido de Damián recibió lo que merecían. Todo lo que atravesaron se lo tenían buscado por haber sido tan desprevenidos. Creo que Damián debería haber tenido una muerte más violenta y haber pagado más por su error, pero al menos lo reconoció.

    Me da lástima que Gabe haya muerto, aunque no tanto por él, porque no estaba dentro de mis favoritos en primer lugar. En realidad siento lástima por Fer y por Alma. Además, ahora Alma deberá cuidar a un bebé sin su padre. Me pregunto como ayudarán Fer y Sally a hacerlo. También quiero ver como evolucionarán todo los demás con su muerte.

    Michael y Alexa llegan con su nuevo compañero Rashid a Zona, solo para encontrarla totalmente destruida. Me pregunto como van a reaccionar, y de qué manera se encontrarán con Fer.

    Por último, tengo intriga por ver si el grupo de Park o el de Ben aparecen en la próxima parte, ya que desde su desaparición no se ha vuelto a saber de ellos. Seguro guardarán rencores contra el grupo.

    Este capítulo ha sido muy bueno, aunque no es mi favorito ya que los finales de la parte anterior me parecieron mejores. Aun así, este capítulo sería el siguiente tras ellos. Los flashbacks de Gabe cumplieron bien con su propósito y explicaron cosas que no sabíamos sobre él. La caída de Zona me pareció algo apresurada y creo que pudo tener más narración, pero el resto del capítulo avanzó a buen ritmo.

    Si no me equivoco, los personajes principales que siguen con vida serían: Fer, Sally, Alma, Randall, Natasha, Stefan, Amanda, Michael, Alexa, y el nuevo Rashid (aunque él no es un principal). Restará esperar para ver si los personajes que escaparon de Zona serán importantes para la historia o no, aunque si van a morir, espero que sea de una forma decente. No espero gran elaboración para ellos, pero mientras no mueran así nada más me conformo.

    Eso será todo por ahora. Es un comentario algo largo dado a que se trata del final de la parte 5 y dado a que el capítulo también es largo. Estaré ansioso por la próxima parte. A ver que les deparará ahora el apocalipsis a los sobrevivientes, que cada vez vienen siendo menos. No encontré errores en narración ni de ortografía, lo cual es bueno. Saludos.
     
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  15. Threadmarks: 6x01: Las consecuencias de mis actos
     
    Manuvalk

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    Sinopsis: Tras la caída de Zona, el grupo regresa de nuevo a la carretera después de mucho tiempo. Cada personaje se enfrentará a sí mismo y se preguntará si de verdad merece la pena seguir insistiendo o si por el contrario lo mejor es rendirse.


    Capítulo 1: Las consecuencias de mis actos


    Alma despertó sobresaltada. Habían pasado tres días desde que abandonaron Zona y desde ese momento, cada noche era un sufrimiento. Las pesadillas se sucedían constantemente, una detrás de otra, y la mujer recordaba en ese instante a Gabriel. Aquello provocaba que comenzara a llorar, ya que la muerte de su pareja aún se sentía reciente.

    Sin embargo, cuando acariciaba su abdomen, todas esas malas sensaciones se desvanecían. Alma sabía que, pese a lo complicado que iba a ser el educar a un niño en aquel mundo, tenía que ser fuerte, por él. Esa vida que se formaba dentro de ella tenía una parte de Gabe y aquello la hacía sentir que el hombre seguía a su lado. Se prometió a sí misma que lucharía por su hijo y que lo protegería por encima de todo y de todos, pues de alguna forma era el único recuerdo que podía conservar de Gabe.

    Desde que se lo contó, Sally estaba siempre a su lado, como protegiéndola de alguna manera. Quizá el hecho de que la mujer de Fer llegó a tener un niño en sus entrañas ha sido lo que ha hecho que su instinto protector florezca.

    Sally lloraba, también, esas dos noches. Cuando veía a Alma, se imaginaba rápidamente a ella con su hijo en brazos. Aquello la destrozaba por dentro. Su bebé nunca llegó a la vida, pues murió dentro de ella por culpa de los golpes de Theodore. Además de eso, la mujer también lloraba por Fer y por Gabe. Sabía que la muerte de Gabriel afectaría de algún modo a todo el grupo, pero principalmente a Alma y a Fer.

    Además, el hecho de que Fer se encontrara en Zona le revolvía el estómago. Sally temía que pudiera pasarle como a Gabe y que muriera solo, sin nadie que evitara su transformación. Fue por eso que Fer se quedó con su hermano, no podía imaginárselo atacando a otras personas.

    Natasha tenía que estar pendiente de casi las treinta personas que habían sobrevivido al caos de Zona. Su principal paciente era Alma, pero como ella también tenía conocimientos médicos, la chica de Randall ayudaba también a los demás. Algunos sufrían pesadillas, otros tenían dolencias crónicas... los medicamentos se agotaban como golosinas.

    Randall ahora lideraba a todo aquel grupo. Era su responsabilidad, o al menos eso le dijo Sally, que se presuponía sería la persona al mando sin Fer allí. Randall siempre estaba serio, la muerte de Gabe no le afectó como a otros pero la idea de que Natasha pudiera terminar igual que él le removía los órganos por dentro. Y ahora el ser líder y estar a cargo de tanta gente le ponía tenso. Sin embargo, podía soportar la presión sin problemas.

    Stefan y Amanda se cuidaban mutuamente. Eran inseparables. Todo el mundo veía que de alguna manera, habían forjado un estrecho vínculo en muy poco tiempo. Ambos se identificaban entre sí, con historias vividas de uno u otro. Ambos habían sido personas nefastas pero ambos también se habían convertido en personas decentes a día de hoy.

    Para esperar a Fer, el grupo que viajaba en el bus se había instalado en una gasolinera abandonada, a un lado de la carretera. Allí, esa treintena de personas llevaba dos días conviviendo, preguntándose que hacer y si se moverían de allí pronto. Incluso algunas familias, decididas, optaron por abandonar el grupo y probar suerte lejos de ellos.

    Randall no podía obligarles a que se quedaran, así que les dio a esas dos familias que se querían ir un poco de los víveres, eso sí, sin prescindir de mucho. Así, esas dos familias se alejaron de la que fue su gente durante muchos meses, y pasaron de ser treinta y dos personas a veinticuatro.

    [...]

    Dos días antes...


    Los primeros rayos de Sol comenzaban a iluminar las calles de Zona, por las que un centenar de infectados se paseaban. Desde la ventana de la habitación en la que los hermanos habían tenido su última conversación, Fer observaba en silencio como los muertos se movían de un lado a otro.

    Al levantar la vista, pudo ver que varios de ellos se estaban comiendo lo que quedaba de una persona, justo en el centro de dicha calle. Tras verlo, Fer se volteó hacia el interior del cuarto y observó el cadáver de su hermano, ahora en descomposición.

    Pese a que hacía tan solo unas quince horas de su fallecimiento, el cuerpo de Gabe ya comenzaba a oler un poco. Sin embargo, Fer quería darle un entierro digno pero con la multitud de infectados por las calles, sacar el cuerpo y enterrarlo era prácticamente un suicidio.

    En ese momento, Fer recordó algo que ocurrió con su hermano. Algo que podría servirle para acometer su deseo.

    — Gabe... — Murmuró Fer, incorporándose — ...eres un capullo.

    — Sí, pero con suerte — Respondió Gabriel, abrazando a su hermano — Eres fácil de rastrear.

    — Eh, lo he hecho a propósito — Vaciló Fer, riéndose — Oye, ¿cómo has hecho eso?

    — ¿Hacer el qué? ¿Salir de allí?

    — Cuando estabas bajo esos dos infectados que estaban sobre ti, ellos dejaron de fijarse en ti y centraron su atención en mí. ¿Cómo lo hiciste?

    — No lo sé, pero es probable que nos detecten por el olor a vivos que tenemos. Y de alguna forma, me camuflé al tener a esos dos cadáveres encima.

    — Si eso funciona, podría ser una forma de pasar inadvertidos ante ellos.


    Al recordar aquello, Fer cayó rápidamente en la solución a su problema. Necesitaba oler a muerto para poder pasar entre ellos con el cuerpo sin vida de Gabe. Sin embargo, la pregunta era cómo hacerlo.

    La situación de Gabriel, entonces, fue distinta. Él tan solo tenía dos cadáveres encima pero de alguna manera camuflaron su olor para el resto de infectados. Fer no necesitaba eso, puesto que quería moverse y cargar con un cuerpo, no quedarse en un sitio.

    Rápidamente, Fer comenzó a hilar conceptos buscando así una solución al problema. No tardó más de unos minutos hasta que finalmente cayó en una idea que retumbaba en su mente.

    — Lo tengo — Se dijo a sí mismo con convencimiento.

    La idea de Fer pasaba por cubrirse de vísceras y sangre de los infectados con el fín de poder caminar entre ellos. Si aquello funcionaba, sería un método extremista pero factible dependiendo de la situación.

    El que fuera líder de Zona tomó unas sábanas de aquella casa en la que se encontraba y se cubrió con ellas. Quería evitar en lo máximo posible el contacto de las vísceras con su piel, para evitar posibles infecciones.

    Acto seguido vio las armas que tenía. Un cuchillo sencillo y una pistola con doce balas de trece que tenía el cargador. Lo que necesitaría para su plan sería el cuchillo; ahora lo que faltaba era el infectado.

    Decidido, Fer se preparó con conciencia. Para distraer a la gran mayoría de podridos necesitaría un ruido o algo parecido. Entonces fue cuando se le ocurrió otra idea. Tomó un cojín cuadrado y pequeño, desenfundó la pistola y colocó el cojín en el cañón del arma, sujetándolo con cinta aislante.

    Fer se asomó a la ventana y se fijó en las casas de enfrente. Sin dudarlo, apuntó con el arma de fuego hacia una de las ventanas que había enfrente suya. El cojín amortiguaría el sonido del disparo y la bala rompería el cristal, llamando la atención de los infectados.

    — Vamos allá — Susurró, apuntando bien con el arma.

    Cuando lo creyó oportuno, Fer disparó. El plan le salió bien puesto que la bala no hizo ruido gracias al cojín, y el disparo dio de lleno en el cristal de una ventana, rompiéndolo en añicos.

    El ruido provocado llamó la atención de la gran mayoría de muertos, que instintivamente se fueron a esa dirección, buscando el causante de ese ruido. Fer aprovechó la situación y bajó las escaleras en dirección al primer piso. Una vez abajo, salió a la calle con total decisión.

    — ¡Eh, tú!

    El grito de Fer atrajó la atención de unos pocos, que se giraron y avanzaron en su dirección. Eran un total de cuatro, por lo que Fer decidió ir a por ellos.
    El primero era un infectado al que le colgaban los ojos de las cuencas y le faltaba un brazo. Aquello le hizo pensar que aquel hombre no era habitante de Zona, sino que más bien vino con la horda. Además, mostraba claros signos de tortura.

    Fer esperó a que se le aproximara a cierta distancia y cuando lo tuvo donde quería, hizo impulso con el cuerpo y le lanzó el arma blanca. El cuchillo terminó en la frente del muerto, que pereció en el suelo.

    Acto seguido se apresuró a terminar con el segundo, una mujer con el pelo recogido y que no parecía llevar mucho tiempo muerta. Sin duda, era una chica que vivía en Zona. Fer la tomó de los brazos, le dio una vuelta y cuando la tuvo de espaldas, con sus dos manos y una ira descontrolada terminó rompiéndole el cuello. La mujer cayó al suelo pero seguía técnicamente viva, dado que el cerebro no había sido destruido.

    Fer se abalanzó sobre el tercero, un infectado de avanzada edad que apenas podía mantenerse en pie. El hombre alargó los brazos para tomar a Fer, pero éste le pegó una fuerte patada en su pierna izquierda, quebrándole la tibia y derribándolo.

    Ahora solo quedaba otro, ya que los demás habían ido al foco del ruido. Fer regresó hacia atrás para tomar de nuevo su cuchillo y rápidamente se acercó al último infectado. Éste era un hombre que vivía en Zona y apoyaba a Damián, pues Fer lo reconoció enseguida. Sin embargo, parecía que había comido recientemente puesto que de su boca salía sangre fresca cuando gruñía.

    Furioso con todo y con todos, el que fue líder de la comunidad empuñó su cuchillo y comenzó a apuñalar al hombre en el abdomen, con rabia, mientras el podrido trataba de morderle. Después de repetidas puñaladas seguidas, Fer decidió terminar con ello y le clavó la hoja en uno de sus ojos, rematándolo al instante.

    Rápidamente y antes de que los demás se percataran de su presencia, Fer abrió la tripa del primer no muerto que había matado. El ver los intestinos de aquel hombre por poco no le hicieron vomitar, no obstante, sabía que no había tiempo para asquearse. Fer metió las manos en el abdomen de aquel ser y comenzó a restregarse las vísceras por encima de las sábanas que se había puesto.

    La horda comenzó a dispersarse al ver que no se repetía el mismo ruido que habían oído hacía unos minutos, lo que provocó que algunos infectados vieran a Fer. El hombre seguía untándose de sangre y vísceras, tiñendo las sábanas de un tono rojizo y negro.

    — Mierda, mierda, mierda... — Se repetía a sí mismo al ver que varios infectados se aproximaban a él.

    Fer terminó lo más rápido posible y cuando creyó que podía oler completamente a muerto. Algunos muertos se dirigían a él, estando cada vez más cerca, por lo que Fer se dispuso a esperarles con cuchillo en mano. El hombre contuvo la respiración mientras se acercaba el primer podrido, que una vez llegó donde estaba Fer, tan solo pasó de largo.

    Aquello generó una alegría inmensa en él, que comprobó de primera mano que su plan había funcionado. No obstante, para asegurarse, decidió esperar a que los demás le pasaran de largo. La suerte se puso del lado de Fer, que veía que era invisible para los no muertos. Una vez comprobada la teoría, regresó de nuevo al interior de la vivienda y subió al segundo piso.

    Cubierto en una sábana con sangre y vísceras, Fer tomó el cuerpo sin vida de Gabe y comenzó a bajar las escaleras hasta el primer piso para después salir de la casa. Fer respiró profundamente y prosiguió su camino. El cuerpo de su hermano era bastante pesado, cosa que no se esperaba. Debido al cansancio de sus brazos, Fer se dio prisa en llegar al cementerio que tenían en la comunidad.

    Los infectados chocaban contra Fer y el cadáver de Gabe, pero no se inmutaban ante su presencia. Parecían verlo algo normal. Fer contemplaba en primera persona el como era vagar entre los muertos, viendo sus rostros, sus diferencias... Aquello era perturbador, y más sabiendo que esos monstruos fueron una vez alguien.

    Finalmente, logró llegar al pequeño lugar donde se encontraban las tumbas de los caídos en Zona tiempo atrás. Fer dejó el cuerpo de su hermano a un lado y se dispuso a cavar una tumba para el, tomando una pala que yacía allí. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, comenzó a escuchar disparos.

    [...]

    Michael se dejó caer de rodillas al suelo. Frente a él, una comunidad devastada por las llamas e invadida por esos seres. Las puertas de la entrada principal estaban arrancadas, como si un vehículo a toda velocidad se las hubiera llevado por delante.

    Alexa observaba el panorama con lágrimas en los ojos. Después de tres meses sin rumbo, superando la muerte de Brandon y sobreviviendo a duras penas, esperaba tener una buena noticia. Pero la suerte no parecía acompañarla.

    Rashid tenía las manos en la cabeza, sorprendido de lo que veía. Él había estado mucho tiempo buscando un lugar en el que echar raices y vivir un tiempo prolongado, pero justo cuando más cerca lo tenía, todo resultó en nada.

    — Pero... — Michael no daba crédito a lo que veía — ¿...qué mierda ha pasado aquí?

    — No... esto no puede ser... — Alexa no podía creérselo.

    Rashid sentía pena por sus dos nuevos compañeros de viaje. Ellos estaban realmente ilusionados con regresar al que fue su hogar, sin embargo, al llegar solo se habían encontrado con los restos de lo que un día fue un hogar. El árabe posó sus manos sobre los hombros de Alexa, tratando de reconfortarla.

    — Tranquila, Alexa — Murmuró Rashid con suavidad — Encontraremos otro hogar.

    — ¿Ah, sí? — Michael se levantó del suelo y se volteó hacia Rashid al oír sus palabras — ¿Crees que es tan fácil?

    — No, pero...

    — ¡Estamos jodidos, Rashid! ¡Bien jodidos! — Exclamo Michael, desatado.

    — ¿Cómo ha podido pasar esto? ¿Cómo? — Se preguntaba Alexa.

    — Debemos irnos, chicos, los muertos... — Rashid señaló a varios infectados que habían oído los gritos de Mike y se aproximaban a ellos.

    — A la mierda — Murmuró Michael, tomando su pistola.

    — ¡Michael! ¡¿Qué haces?! ¡Vuelve! — Le rogaba Alexa con lágrimas en los ojos.

    — ¡Espera, amigo! — Le dijo Rashid.

    Furioso por haberse encontrado a Zona en ese estado, Michael decidió tomarse la justicia por su mano. Le daba igual el ruido, estaba enfadado y quería matar a todos los podridos posibles. Caminando, entró por la entrada destruida de la comunidad y disparó al primero infectado que se le apareció.

    Temiendo que pudiera ocurrirle algo, Alexa y Rashid no tuvieron más remedio que seguirle y protegerle. El árabe portaba un machete que no dudó en usar para acabar con una mujer infectada que se interponía entre él y Michael. La chica, por otro lado, tomó también su arma de fuego y comenzó a disparar a los muertos que aparecian de detrás de los escombros.

    Una vez dentro de Zona, la horda de infectados escuchó los disparos y se dirigió, con frenesí, hacia el origen del sonido. Alexa pudo observar el agujero que había en el muro, a su derecha. Mike seguía a lo suyo, disparando a todo infectado que se colocara delante suya.

    — ¡Michael! ¡¿Dónde vas?! — Alexa no entendía la actitud de su compañero.

    — ¡Voy a averigüar que demonios ha pasado aquí! — Respondió Mike, decidido a encontrar respuestas a lo ocurrido.

    Michael se dirigía hacia el edificio principal de la comunidad, concretamente al despacho del líder. Supuso que allí podría haber algo que le indicaría si había sobrevivido alguien o lo que había ocurrido en Zona.

    Alexa comenzó a correr tras él y no le dio opción a Rashid, que tuvo que seguirla. Los tres corrían mientras esquivaban a los no muertos, que atraídos por los disparos, se habían amontonado ahora cerca del edificio.

    Cuando llegaron a la puerta de dicho edificio, el trío se dispuso a entrar. La puerta estaba abierta de par en par, por lo que no les supuso problema el entrar. Una vez dentro, Rashid y Alexa buscaron algo con lo que bloquear la entrada mientras Michael seguía en dirección al despacho.

    — ¡Eso servirá! — Dijo Alexa, señalando una pequeña librería — ¡Ayúdame!

    Rashid accedió y junto a Alexa comenzaron a empujar la librería hasta colocarla ante la puerta, evitando que los infectados terminaran entrando al edificio. Acto seguido, corrieron en la misma dirección que su compañero, quién ya se encontraba en el despacho del tercer piso.

    El cuarto se encontraba impoluto, como si nada hubiese pasado. Estaba todo ordenado y limpio, no había nada tirado por el suelo ni manchas de sangre... Michael observaba con asombro el despacho. Decidido a no perder más tiempo allí. comenzó a rebuscar en los papeles de la mesa cualquier indicio de lo ocurrido, sin embargo, nada relataba que había pasado. Rashid y Alexa llegaron al despacho y vieron a Michael apoyado sobre el escritorio.

    — ¿Has descubierto algo? — Preguntó Alexa.

    — No, nada — Musitó Michael, derrotado — Solo un plan para una expansión de la comunidad.

    — ¿Planeaban hacerla más grande? — Intervino Rashid, que se asomó a la ventana del despacho, teniendo unas vistas tan bonitas como desoladoras de Zona.

    — Eso parece — Respondió Mike, con la mirada perdida — Ya no sé donde diablos buscar, el no saber que ha pasado aquí me tiene furioso.

    — Tranquilo, Mike — Murmuró Alexa, apoyándole — Estoy segura de que nuestros amigos habrán sobrevivido a lo que sea que haya pasado.

    — ¿Chicos? — De pronto, Rashid les llamó la atención — Creo que he perdido la cabeza...

    — ¿Qué? ¿De qué hablas? — Preguntaba Michael, sin entender a su compañero.

    — Estoy viendo a un tipo caminar entre los muertos... — Decía Rashid sin poder creérselo.

    Mike y Alexa se miraron sorprendidos y rápidamente se asomaron a la ventana junto a Rashid. El árabe les señaló a un hombre que iba cubierto de sábanas blancas teñidas de sangre que además caminaba entre la horda. Debido a la distancia, ni Michael y Alexa pudieron reconocerlo.

    — ¿Quién coño es ese? — Se preguntó Michael en voz alta — ¿Y cómo cojones se pasea entre los infectados sin que se le tiren al cuello?

    — Es increíble de ver... — Murmuró Alexa — Debe ser un truco que desconocíamos, un camuflaje o algo...

    — ¿Hacia dónde va? — Preguntó Rashid.

    Aquel tipo avanzaba en dirección al edificio, cosa que no tardaron en ver puesto que desvió su rumbo hacia la entrada. El trío vio como el hombre lograba colarse por una ventana rota al interior del edificio.

    — Preparad las armas, quizá ese hombre sea el causante de lo que ha pasado aquí — Ordenó Michael, accionando el pasador del arma.

    — Pero, ¿y si es uno de los nuestros? — Preguntó Alexa, que no quería precipitarse.

    — Sea como sea, ese tipo ingenioso nos va a dar las respuestas que queremos — Respondió Michael con seriedad — Vamos.

    El trío salió del despacho y se dirigió con sigilo hacia los pisos de abajo. En ese momento, de una de las habitaciones salió un infectado que sorprendió por completo a Michael, que iba al frente.

    — ¡Joder! — Exclamo el hombre, disparándole a bocajarro en la cara.

    En ese momento, de la habitación comenzaron a salir infectados, haciendo retroceder al trío, que no tuvo más remedio que encerrarse de nuevo en el despacho del líder de Zona.

    [...]

    Fer se coló al interior del edificio por una ventana con el cristal reventado. Al ver que la entrada principal estaba bloqueada por esas personas que acababan de llegar a la comunidad, el que fuera líder de Zona no lo dudó y se dispuso a confrontarlos. Quería saber quiénes eran y que hacían allí, arriesgándose de tal forma.

    Una vez dentro, decidió mantenerse la sábana encima por si se encontraba con un no muerto por los pasillos. En su mano izquierda llevaba la pistola y en la derecha el cuchillo. Fer no iba a dudarlo si esa gente lo amenazaba. Se encontraba en el primer piso, por lo que tan solo tenía que ir registrando cada uno de ellos. Sin embargo, cuando se disponía a buscarles, escuchó un grito y acto seguido un disparo.

    Alertado, Fer comenzó a subir las escaleras en dirección al tercer y último piso. Rápidamente se encontró en el piso deseado y vio que al fondo del pasillo había un total de siete podridos golpeando la puerta del despacho. Con decisión, Fer se aproximó al pequeño grupo de infectados y los fue matando uno a uno, en silencio y con el arma blanca.

    Una vez terminó, Fer golpeó la puerta repetidas veces para que aquellos desconocidos la abrieran. Bajo la sábana, el hombre empuñaba la pistola por si las intenciones de esas personas eran hostiles. De esa forma, ellos no podrían ver el arma y se confiarían. Tras un largo minuto de absoluto silencio, la puerta se abrió. Tras ella se encontraba Rashid, que apuntaba a Fer con absoluta serenidad.

    — ¿Me dejas pasar a mi despacho? — Dijo Fer con seriedad.

    Rashid se volteó hacia sus dos compañeros, que accedieron a que aquel hombre entrara con ellos. El árabe abrió la puerta de par en par y dejó entrar a Fer, que cuando levantó la cabeza vio a dos de sus amigos.

    Michael y Alexa se quedaron paralizados durante unos instantes al ver que aquel tipo ingenioso del que hablaban era nada más y nada menos que Fer. Rashid se quedó sorprendido de las reacciones de ambos lados.

    — ¿Lo conocéis? — Preguntó Rashid a sus compañeros.

    — Joder, que si lo conozco... — Michael no dejaba de mirar a Fer.

    — ¡Fer! — Exclamo Alexa, que no dudo en abrazar a su amigo pese a que estaba lleno de vísceras — ¡Estás bien! ¡Es increíble volver a verte después de tanto tiempo!

    — Yo pensaba que no iba a volver a veros, nunca — Murmuró Fer, impactado por el reencuentro.

    Después del abrazo con Alexa, Michael se acercó a Fer y le tendió la mano. Ambos la estrecharon con alegría ante la mirada de Rashid.

    — Me alegra veros de una pieza — Dijo Fer, que acto seguido se volteó hacia Rashid — ¿Quién es vuestro amigo?

    — Se llama Rashid — Respondió Alexa — Lo encontramos hace unas semanas, estaba solo.

    — Un placer, amigo — Musitó el árabe, dándole la mano a Fer.

    — Lo mismo digo.

    — Oye, Fer — Intervino Michael — ¿Nos puedes explicar que demonios ha pasado aquí?

    Fer asintió, cabizbajo, mientras se quitaba la sábana de encima y se sentaba sobre la cama que había allí, donde él y Sally dormían y vivían.

    — Echamos a perder todo lo que teníamos por una lucha de poder — Dijo Fer, recordando los acontecimientos ocurridos hacía muy poco — Damián y varios más trataron de tomar el control, quitarme de en medio... y cuando lo hicieron, ellos mismos la cagaron y destruyeron este sitio.

    — ¿A qué te refieres? ¿Cómo fue? — Le preguntó Alexa.

    — En una salida que hicimos, nos encontramos con una horda y nos siguió hasta aquí — Relataba Fer — Esa horda rodeó la comunidad por completo, luego Damián me apartó del mando y tuvo la genial idea de acabar con la horda lanzando granadas al otro lado del muro. Alguien calculó mal el lanzamiento e hizo un agujero en el muro por el que comenzaron a entrar los infectados. Y entonces, todo se fue a la mierda.

    — Dios, mataría a ese tipo con mis propias manos — Dijo Michael, con las manos en la cabeza — ¿Qué ha sido de ese idiota? ¿Sigue vivo?

    — No lo sé — Murmuró el que fue líder de la comunidad — Quizá se fue con los demás en el bus con el que escaparon de Zona.

    — ¡¿Han escapado?! ¡¿Entonces hay más gente viva?! — Aquello fue una gran noticia para Alexa.

    — Sí, no sé cuantos lograron llegar al autobús pero fueron bastantes — Dijo Fer, que hablaba con resignación.

    Michael notó en Fer una tristeza que le resultaba familiar y no dudó en preguntarle.

    — ¿Quiénes han muerto? — La pregunta de Mike dejó en silencio a todos durante unos segundos.

    — Desde que os fuisteis, han muerto muchas personas — Murmuró Fer, que comenzó a recordarlas — Jess mató a Diana, Óscar fue mordido, Ezequiel fue asesinado por Jonathan suponemos, Miquel también... y Gabe fue mordido.

    Todas aquellas muertes cayeron como una losa de metal sobre la moral de Michael y Alexa, que estaban absolutamente consternados y deprimidos.

    — ¿Dónde mierda están Jess y el Jonathan ese?

    — Jonathan liberó a Jess y Ben de las celdas y huyeron de Zona antes de que fuera invadida. Ahí fue cuando mató a Ezequiel, que les vigilaba. También nos encontramos con Miquel muerto, pero ese tipo iba con ellos, no sé porqué lo hicieron.

    — Entonces, ¿Sally, Randall... están todos vivos?

    — La última vez que los vi, lo estaban. Ellos se fueron con el bús, así que es probable que sigan con vida.

    — ¿Sabes dónde pueden estar? — Preguntó Michael — Tenemos que regresar con ellos y buscar un lugar seguro, de nuevo.

    — No sé hacia dónde fueron, simplemente se alejaron de aquí.

    — Pues vayamos a buscarles, no hay tiempo que perder — Insistió Michael, recogiendo sus cosas — No pueden andar muy lejos.

    — No puedo irme de aquí — Murmuró Fer con absoluta seriedad — No sin antes haber enterrado a mi hermano.

    — Vale, vale, lo entiendo — Dijo Michael, que sabía lo que se sentía al perder a un hermano — ¿Cómo lo hacemos? Con esa horda ahí fuera será difícil llegar al cementerio.

    — ¿Habéis visto como he venido? — Fer señaló su sábana llena de vísceras — Así saldremos de aquí.

    [...]

    El bus estaba estacionado a un lado de la gasolinera. En aquel lugar no había mucho que sacar, puesto que no había gasolina y tan solo quedaban unas barritas energéticas y bollos caducados. Aquella mañana hacía tres días exactos que habían abandonado Zona, sin embargo, se sentía como si hubiese sido hacía unas horas.

    Mientras algunos voluntarios hacían guardia por si aparecía Fer o algún infectado repentino, Randall se encontraba en el interior de la gasolinera junto a Stefan, concretamente en una pequeña sala en la que en circunstancias normales estaría el trabajador. Allí había un ordenador de mesa lleno de polvo y envoltorios de barritas energéticas, además de un cadáver y un pequeño revólver.

    Al ver el cuerpo sin vida del que se presuponía era el trabajador, Randall y Stefan no tuvieron más remedio que sacarlo de allí, puesto que ese cuarto iba a ser provisionalmente el lugar en el que los cabecillas del grupo planearían el siguiente paso.

    Cuando la gente vio como los dos hombres sacaban el cadáver y lo dejaban a un lado, todos sintieron pena. Aquel tipo había permanecido en esa gasolinera desde el principio y había aguantado con lo que tenía allí hasta que simplemente se cansó de vivir y optó por la vía fácil.

    Alma no dejaba de ver el cuerpo y se imaginaba que Gabe estuviera así en Zona. La chica decidió cerrar los ojos para contener las lágrimas que comenzaban a florecerle. A su lado estaba Natasha, que al enterarse del embarazo, se preocupaba por ella.

    Randall, Sally, Stefan y Amanda se encontraban en aquel cuarto debatiendo el siguiente paso que dar. La gente comenzaba a impacientarse dado que Fer aún no aparecía, pero realmente el que fuera líder de Zona desconocía la posición en la que estaban sus amigos, por lo que sería complicado encontrarse a la primera.

    — Están exhaustos, deprimidos y hambrientos — Decía Randall — Es normal que se pongan nerviosos al ver la indecisión que tenemos nosotros.

    — ¿Indecisión? — Sally no lo comprendía — Se trata de esperar a su líder. Fer se quedó con su hermano para darle una muerte digna, no creo que nos haya abandonado y no regrese. No es indecisión, es paciencia.

    — Quizá se encuentre en problemas — Suponía Amanda — Zona está llena de infectados, salir no fue cosa fácil para nosotros que íbamos en un autobús, no me imagino lo complicado que debe ser el salir andando.

    — Fer sabe arreglárselas en esas circunstancias — Indicó Sally, que tenía plena confianza en su pareja — Estoy segura de que está de camino. Aunque no sepa donde estamos, él es consciente de que no le dejaremos a su suerte. Al menos, yo no.

    — Veras, Sally, yo no quiero dejarlo a su suerte ni mucho menos, él es mi amigo — Se justificaba Randall — Pero ahora mismo tenemos que pensar en las diecinueve personas que tenemos a cargo, y no en una sola de la cual desconocemos su paradero actual.

    — ¿Entonces qué quieres decir? ¿Qué lo dejemos atrás sin más? — Sally estaba molesta con los comentarios de Randall — Merece que le esperemos, y la gente debería entenderlo.

    — Entiendo tu postura, Sally, pero también entiendo la de la gente — Dijo Randall — Y un líder se rige por el bien común, no por una sola persona. Sé que hablas desde la parte emocional, pero si piensas con la racional, lo correcto es pensar hacia donde ir. Necesitamos un lugar en el que asentarnos.

    — Sí, a ser posible muy pronto — Intervino Stefan, que hasta el momento había permanecido callado — Veréis, todo esto tiene fácil solución.

    — ¿Ah, sí? ¿Cuál? — Preguntó Sally, vacilando.

    — Ilustranos — Dijo Randall con ironía.

    — Queremos que Fer nos encuentre, ¿verdad? Pues es tan sencillo como ir a buscarle — Propuso Stefan — Un pequeño grupo que vaya en su busca y el resto que vaya pensando hacia donde dirigirse. Es tan sencillo como eso.

    Sally y Randall se miraron, dubitativos. Amanda observaba a Stefan con satisfacción. Tras unos breves segundos, se reanudó la conversación.

    — Muy bien, Stefan — Dijo Randall de pronto — Es tu idea, por lo tanto irás tú. Búscate a alguien que te acompañe.

    — Cuenta conmigo — Musitó Amanda con una sonrisa.

    — Y conmigo — Dijo Sally, observando a Randall con enfado — Nosotros tres nos ocuparemos. Tú quédate cuidando de esa gente que hasta hace unos días adoraba de nuevo a Damián.

    Sally, Stefan y Amanda salieron de la gasolinera ante la resignación de Randall. Estaba claro que su nuevo rol como líder no gustaba a Sally, pero entendía que se trataba de opiniones. El trío se armó, tomó unas pocas provisiones y pusieron rumbo de vuelta a Zona. Con un poco de suerte, se encontrarían a Fer por el camino.

    [...]

    Con los muertos que Fer había matado en la entrada al despacho, Michael junto a Alexa y Rashid tomaron unas mantas y sábanas y se las empaparon de sangre y vísceras. Conteniéndose por no vomitar, los cuatro salieron del edificio y comenzaron a avanzar entre los muertos en absoluto silencio.

    Rashid observaba a todos lados con asombro, comprobando que aquello funcionaba y pasabas inadvertido ante los infectados. Michael y Alexa, por otro lado, estaban nerviosos y temían ser descubiertos, sin embargo, el trayecto hasta el pequeño cementerio de la comunidad se hizo corto. Una vez allí, Fer tomó la pala y comenzó a cavar, mientras sus compañeros se aseguraban de que ningún podrido se acercara.

    Mientras el hermano de Gabe seguía cavando, Michael observó las cruces con nombres escritos. Sin embargo, la que le llamó la atención fue una pequeña que no tenía nombre.

    — ¿De quién es esa tumba? — Señaló Michael, con curiosidad.

    — Mí hijo — Respondió Fer con seriedad — ¿Acaso no recuerdas lo que pasó?

    — Sí... sí, claro, simplemente no sabía que lo llegastéis a enterrar... — Murmuró Michael, sintiéndose mal por la pregunta — Lo siento, Fer, no preten...

    — Déjalo, da igual.

    Tras una larga media hora en completo silencio y sin problemas, Fer había cavado un hoyo lo suficientemente profundo para meter el cuerpo de Gabriel.

    — Mike — Dijo Fer — ¿Me ayudas a dejarlo ahí dentro?

    — Claro.

    Entre Fer y Michael levantaron el cadáver de Gabe, que se encontraba tapado por sábanas, y con suavidad lo depositaron en el interior de la tumba recién cavada. Una vez hecho, Fer comenzó a rellenar el agujero con la tierra que había sacado. En cuestión de unos diez minutos, el hoyo estaba cerrado.

    Fer tomó una de las cruces que no tenían nombre y se encontraban a un lado para futuros entierros y la colocó en la tumba de Gabe, no sin antes escribir su nombre con la hoja del cuchillo. Ahora, Gabriel podía descansar en paz.

    Los cuatro se quedaron en silencio, observando la tumba con pena y resignación. Fer no sentía ganas de llorar, sin embargo, tenía un nudo en la garganta que le dificultaba la respiración.

    Michael sabía la sensación por la que Fer estaba pasando, puesto que Brandon también estaba muerto. Aunque el cuerpo de su hermano había sido quemado y sus cenizas estaban con las de varios más en el foso que Zona tenía fuera de la comunidad, Mike finalmente podía convivir con su recuerdo, a diferencia de tres meses atrás.

    Alexa y Rashid también sentían tristeza por Fer. La mujer lo conocía y sabía que la muerte de Gabe le afectaría durante mucho tiempo, tal y como le afectó a ella la muerte de Brandon, que fue su pareja. El árabe, por el contrario, sentía pena por el nuevo compañero que se sumaba a su viaje, aunque entendía que ese era ahora el ciclo de la vida. Cuando te mordían, Rashid interpretaba que ya había llegado tu hora.

    Tras unos minutos contemplando la tumba de Gabriel, los cuatro se dispusieron a salir de Zona, una vez más, cruzando el mar de muertos que invadía la calle. Mientras Alexa y Rashid se preparaban, Mike decidió hablar una última cosa con Fer.

    — Entiendo por lo que estás pasando y si crees que lo mejor es alejarte un tiempo por tu cuenta, tal y como hicimos yo y Alexa, no nos opondremos, ¿entiendes? — Dijo Michael, sorprendiendo al propio Fer con sus palabras.

    — No, no me iré a ningún lado — Respondió Fer con seriedad — Soy consciente de que la muerte de mi hermano no ha sido culpa mía, pero si la he podido evitar y no lo hice.

    — ¿Qué? ¿A qué te refieres?

    — El causante de todo esto ha sido Damián y eso lo tengo más que asumido. Si le hubiese matado a tiempo, ahora estaríamos hablando en mi despacho y no en el cementerio. Gabe fue mordido porque yo no hice nada por parar a ese maníaco y ese maníaco provocó que hubiera infectados en Zona — Decía Fer con cierta rabia contenida — Pero tengo claro que esto no me volverá a pasar, no voy a volver a perder a alguien a quien quiero por la imprudencia y la locura de otros. He aprendido la lección, Mike, he asumido las consecuencias de mis actos.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Hola amigo. Paso a comentar el capitulo. Si bien no fue algo super epico, fue bueno para ser la apertura de una nueva parte. Ya veremos a donde los lleva el destino a nuestros personajes.

    Fer descubrió un truco muy útil (aunque ya se ha usado mucho) para poder salvar a sus amigos y enterrar a su hermano en paz. Me pregunto si lo seguirán usando.

    Tengo curiosidad por ver si Fer y Michael finalmente se llevarán bien, dado a que han tenido mala química desde que se conocieron. Tal vez el dolor los una. Rashid me da la impresión de saber de un lugar seguro, pero que no se atreve a ir solo y es por eso que está buscando gente. Podría revelar el secreto cuando estén reunidos con el grupo.

    Tengo curiosidad al ver como marchará la búsqueda de Sally junto a Amanda y Stefan, quienes en un momento no eran las mejores personas. Creo que podrían redimirse muy bien si se los maneja apropiadamente. Hasta ahora va bien.

    Se me hace raro que Randall tenga en mente cuidar a los que apoyaban a Damián. Si fuera por mi, los echaría a la calle, pero supongo que debe tener algo en mente.

    Por ultimo, lo que mas me intriga es la mención a ese zombi que fue torturado. Sé que ese detalle será importante para el resto de la historia, porque eso no pudo venir de la nada. Tal vez haya algun grupo de locos suelto por ahí, y si un zombi que vino desde la zona de construcción llegó a Zona, no pueden estar muy lejos.

    Eso será todo por ahora. Saludos.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Capítulo 2: Viejos amigos




    Tras permanecer un largo rato en silencio, observando con tristeza todas las tumbas que se hallaban en el cementerio improvisado de Zona, Fer indicó a sus amigos que era hora de abandonar el lugar.

    Cubiertos con sábanas llenas de tripas y vísceras de infectados, los cuatro supervivientes emprendieron el camino de salida. Fer iba en cabeza seguido de Michael, Alexa y Rashid el último.

    La gran cantidad de no muertos que había en la recientemente comunidad invadida dificultaba mucho su salida de ella. Fer avanzaba con paso errático y mirada seria, Mike hacía lo propio pero algo más lento, Alexa no dejaba de girarse para ver que Rashid le siguiera y éste último estaba bastante nervioso.

    En un momento dado al voltearse hacia atrás, Alexa tropezó con un cadáver que yacía en el suelo, completamente devorado. Aquello provocó que la chica cayera sobre varios infectados, empujándoles y tirándolos al suelo, provocando un efecto dominó.

    Los muertos se alteraron debido al suceso y de alguna forma, detectaron que Alexa no era una infectada. De pronto, varios de esos seres se abalanzaron sobre ella.

    — ¡Alexa! — Exclamo Michael, apartando a dos infectados de un fuerte empujón — ¡Maldición!

    Fer, sin inmutarse, comenzó a matar no muertos mientras seguía manteniendo su perfil bajo. Por suerte para él, seguía sin ser detectado.

    Alexa estaba completamente aterrada y vio como uno de los podridos la tomaba del brazo, dispuesto a morderla. En ese instante, Rashid reaccionó colocando su mano derecha entre la dentadura del infectado y el brazo de la mujer, siendo él quien recibiera el mordisco.

    El grito de Rashid, que no lo pudo evitar, puso en alerta a los demás muertos que, atraídos por su berrido, comenzaron a ir a dicha zona. Su mano perdió dos dedos que ahora engullía aquel infectado ante la mirada aterrada del árabe.

    — ¡Aguantad, os sacaremos de ahí! — Gritó Michael.

    Alexa se recompuso rápidamente y desenfundó su cuchillo, asesinando a aquel podrido. Michael no dudó en ayudar y comenzó a despejar un camino junto a Fer para que Rashid, ayudado por Alexa, pudieran salir corriendo. Y así lo hicieron. Los cuatro lograron huir de Zona saliendo por su entrada principal mientras varios no muertos seguían sus pasos.

    El grupo corrió durante unos minutos hasta que vieron un vehículo abandonado y deteriorado a un lado de la carretera. Rápidamente se acercaron a él para ayudar a Rashid.

    — Hay que cortársela, no hay otra forma — Fer tenía claro que era lo necesario.

    — ¡Entonces hagámoslo! — Gritó Alexa, tensa.

    — Sujetádle, yo lo haré — Indicó Fer tomando prestado el machete de Michael.

    — Lo siento, Rashid — Musitó Michael, sabiendo que lo que iban a hacerle dolería — Pero debemos hacerlo o de lo contrario morirás.

    — ¡Hacedlo ya, maldición! — Exclamo el árabe, sufriendo cada segundo.

    Michael y Alexa tomaron a Rashid del brazo y lo pusieron sobre el capó de un coche abandonado. Fer, sujetando el machete, esperó a que todos estuvieran listos y cuando así lo fue, apretó los dientes y cortó la mano derecha del árabe con todas sus fuerzas.

    El grito de éste fue desgarrador y acto seguido comenzó a perder gran cantidad de sangre. Mientras Michael lo sujetaba para que no se desmayara, Alexa sacó de su mochila cinta aislante y colocó una camiseta en el muñón, no sin antes echarle suficiente alcohol. Finalmente, con la cinta, se encargó de que el muñón se mantuviera cubierto.

    — No te puedo garantizar que sobrevivas — Le dijo Fer — Hemos hecho lo que debíamos, ahora depende de ti.

    — Necesitaríamos cauterizar la herida lo más pronto posible, el muñón se infectará tarde o temprano — Murmuró Alexa, preocupada por su compañero.

    — Tenemos que encontrar a los demás, Fer, y pronto — Michael sabía de la importancia de regresar con el grupo — Si los encontramos, habrá más opciones de vida para Rashid.

    — Pienso igual... — Dijo Rashid, al que se le veía completamente pálido.

    — Hay una gasolinera no muy lejos de aquí, quizá estén allí los demás o al menos encontremos algo con lo que darle tiempo a vuestro amigo — Indicó Fer — Atajaremos por el bosque. Pongámonos en marcha.

    [...]

    La gente que había sobrevivido al infierno de Zona se encontraba trabajando en las cercanías y alrededores de la gasolinera en la que el numeroso grupo permanecía a la espera de regresar con Fer.

    Sally, Amanda y Stefan habían salido hacía más de diez minutos en dirección a Zona para buscar y traer a Fer. Randall se había quedado a cargo de todos.

    El hombre nunca antes había ocupado el cargo de líder pero dado que la gente no confiaba ni en Sally ni en Fer y ni siquiera en Damián si estuviera allí puesto que creían que era culpa de ellos el fin de la comunidad, Randall había asumido el cargo por el momento y la gente apreciaba ver una cara nueva liderándoles.

    Tenían esperanzas puestas en él puesto que lo veían alguien justo y conciliador.

    — Randall, quiero hablar contigo de algo — Dijo Sam, uno de los guardias de Zona que había sobrevivido a la invasión.

    — Claro, ¿de qué trata?

    — Es sobre... — Sam bajó la voz — Sobre la gente de Damián.

    — ¿Qué ocurre con ellos? — Randall no entendía a donde quería llegar Sam.

    — ¿No te has fijado? — Sam observó a Randall, incrédulo — La gente que apoyaba a Damián en Zona se está reuniendo y no trabajan, además están al margen de los demás. No nos hablan y dicen que no harán nada de trabajo porque según ellos, los demás somos culpables de que Zona terminara como ha terminado. ¡Es ridículo!

    Eran veinticinco personas contando a Randall, Sally y el resto. De esas veinticinco personas, ocho formaban parte del grupo que apoyaba a Damián y los diecisiete restantes eran gente fiel al liderazgo de Fer.

    — Joder... — Musitó Randall — Veré que puedo hacer.

    — Te recuerdo que esa gente golpeó a mi amigo Héctor y lo dejaron gravemente herido — Añadió Sam, con énfasis — Cuando la comunidad se llenó de muertos, Héctor no lo logró. Nos culpan de la caída de Zona y fueron ellos los causantes, lanzando granadas al puto muro y destruyéndolo por incompetentes.

    — Samuel, ¿a dónde carajo quieres llegar?

    — Tann y yo hemos hablado con los que estábamos en contra de Damián y sus amigos — Comenzó a decir el hombre — Si no contribuyen a la mejoría del grupo... habrá problemas.

    — Vale, tranquilo Sam — Dijo Randall con convicción — Hablaré con ellos. Solucionaré esto.

    Randall dejó a Sam con sus cosas y se dirigió al bus, donde permanecían los ocho miembros del grupo que apoyaban a Damián y habían sobrevivido. Al ver llegar a Randall, todos se levantaron con seriedad.

    — Que quieres, Randall — Dijo Phil, que parecía hablar por su grupo.

    — Sé que tenéis vuestras diferencias con los demás, pero os recuerdo que sois de la misma Zona de la que hemos tenido que irnos — Randall apelaba a la unión — Necesito que os unáis a nuestra causa.

    — Hace tiempo que dejó de haber una sola Zona — Intervino Rudolph, molesto — Estaba la Zona de siempre con Damián al mando y luego la Zona de tu queridísimo líder Fer. La segunda fue la que provocó el declive.

    — Rudolph, déjame a mí — Le recriminó Phil.

    — Ahora todos somos un grupo y tenemos que permanecer juntos para sobrevivir aquí fuera, ¿tan difícil es de entender? — Randall comenzaba a impacientarse al ver la evidente rebeldía del grupo.

    — ¡Lo difícil de entender es que estés al mando! — Explotó Rudolph, encarándose con Randall — ¡¿Quién te ha puesto a cargo?!

    — Las diecisiete personas que no piensan como Damián — Dijo Tann, apareciendo junto a Sam — Ni como vosotros.

    — Tann, no os metáis — Randall no quería que la situación se fuera de control.

    — ¡Claro que nos metemos! ¡Estos pedazos de mierda no dejan de joder al resto estando ahí parados! — Tann explotó de ira — ¡¿Por qué no siguen los pasos de su amado líder y se dejan comer por esas cosas?!

    — ¡Cómo vuelvas a abrir la boca tendrás un serio problema, Tann! — Gritó Rudolph, que a simple vista impresionaba por su corpulencia.

    — ¡Rudolph, joder! — Exclamo Phil, tenso.

    — ¡Esto termina aquí! — Gritó Natasha, que apareció por detrás de todos junto a una embarazada Alma — ¡Puede que no nos guste el compañero de al lado, pero tenemos que trabajar juntos si queremos encontrar un sitio en el que volver a vivir! ¡Tenemos que empezar de cero y no lo haremos si vivimos del pasado! ¡Así que dejad de ser estúpidos y pensad en el bien común! ¡Egoístas de mierda!

    Tras las palabras de Natasha, todos los hombres se quedaron silenciados. En ese momento, tres infectados salían del bosque atraídos por los gritos que se habían dado.

    — Eh, idiotas — Alma llamó la atención del grupo de Damián — Haced algo de una puta vez y acabad con esas cosas.

    [...]

    Sally, Stefan y Amanda caminaban por la carretera en absoluto silencio. Llevaban más de veinte minutos así, prácticamente desde que se fueron de la gasolinera. La mujer de Fer estaba preocupada por él, sobretodo con la muerte de su hermano, que podía y seguramente influiría en él de alguna manera.

    Stefan y Amanda avanzaban juntos mientras Sally iba al frente. Ambos sabían que la prioridad de la mujer era encontrar a su pareja, y se le veía bastante decidida a hacerlo. Los dos querían hacerle ver que se podía contar con ellos en cualquier situación, pero para eso necesitan ganarse la confianza del resto, empezando por Sally.

    Quedaban aproximadamente unos veinte minutos más para llegar a Zona, por lo que Stefan decidió romper el silencio.

    — ¿Qué haremos si ya no está en Zona? — Preguntó Stefan por curiosidad — ¿Tienes algún plan?

    — No — Respondió Sally tras unos segundos — Estará en Zona.

    — Entendido — Musitó Stefan, que notaba en Sally lo cortante que era, por lo que decidió no seguir hablando.

    El trío prosiguió su andadura en silencio. Tan solo se escuchaba el cantar de algunos pájaros y el como se mecían las hojas con la leve brisa que se había levantado. Sally cerró por un momento los ojos mientras caminaba, escuchando el sonido de la vida y centrándose en sus deseos más profundos, en sus recuerdos...

    De pronto le vino a la mente un recuerdo muy especial.

    — Me voy contigo — Dijo Sally con firmeza, sujetando una mochila con sus pertenencias.

    — No, no puedo permitirlo — Respondió Fer con seriedad — Mi hermano es mí responsabilidad, no voy a arrastrarte de nuevo ahí fuera. Hemos encontrado éste sitio, que es lo más seguro que hemos tenido en tres meses. No quiero que corras peligro, y ahí fuera es algo constante.

    — Pero Fer, yo...

    — Sally, te quiero. Y es por eso que no quiero que vengas conmigo.

    — Yo también te quiero y es por eso que quiero irme contigo.

    — Por favor Sally, no me hagas esto. Quédate, por mí — Dijo Fer, abrazándola — Volveré a por ti cuando encuentre un sitio seguro, para que vengas conmigo. ¿Vale? Te lo prometo.

    Sally abrazó con fuerza a su novio. Después, se dieron un largo beso. Ella asintió, accediendo a la petición de Fer.

    — Mantente a salvo ahí fuera — Murmuró Sally.

    — Sabes que lo haré.


    Una leve sonrisa comenzó a formarse en el rostro de Sally. Esa fue la primera vez que ambos se dijeron que se querían, y precisamente fue cuando Fer se reencontró con Gabe.

    Sally soltó varias lágrimas al recordar a Gabe, que siempre fue amable y cercano con ella desde que se conocieron. Hasta aquel momento, no había tenido tiempo para llorarle ni un poco.

    De pronto, los cantos de los pájaros y el ruido de los árboles se vio interrumpido por los gruñidos de algunos infectados que aparecieron en escena. Sally abrió rápidamente los ojos, viendo como siete podridos salían de la arboleda que había a un lado de la carretera.

    — ¡Infectados! — Avisó Amanda, mientras desenfundaba la pistola.

    — No, guárdala — Le indicó Stefan con seriedad — Saca el cuchillo, no queremos llamar la atención y podría haber más.

    Amanda obedeció a su compañero y cambió la pistola por el cuchillo. Stefan tenía el suyo y Sally portaba otro. Los tres se pusieron en formación, cubriéndose las espaldas.

    Amanda se acercó al primero y le pateó en las rodillas, haciéndolo caer al asfalto y aprovechando ese instante para acabar con el.

    — Muy bien, nena — Dijo Stefan, sonriendo — Ese es mío.

    Stefan se aproximó a otro infectado y lo tomó del cuello mientras éste trataba de alcanzarle con los brazos. Antes de que un tercero llegara a él, el que fuera preso clavó con fuerza el cuchillo en la frente del muerto.

    Sally fue directa al tercero y sin realizar ninguna maniobra le hundió el cuchillo en el cuello, ante la mirada de sus dos compañeros.

    Quedaban cuatro no muertos que se dirigían a ellos con bastante energía, sin embargo, antes de que Sally, Stefan y Amanda los tuvieran a su alcance, un cuchillo salió disparado en dirección a uno de los podridos, clavándose en la parte trasera de su cabeza y derribándolo al instante.

    — ¡¿De dónde ha salido eso?! — Stefan se alarmó al ver el cuchillo volando.

    — ¿Pero qué...? — Amanda no lograba ver de donde había provenido.

    En ese momento, Michael apareció con su machete en mano y le rebanó la cabeza a otro de los infectados. Rápidamente se acercó al siguiente y le hundió el arma blanca en la frente. Quedaba uno más, que terminó matando Alexa con su cuchillo. Tras ellos salió Fer, que cargaba con un semi inconsciente Rashid.

    — Vaya, esto si que es una sorpresa — Dijo Amanda, sonriendo al ver a Michael y Alexa.

    Alexa tomó a Rashid en lugar de Fer y éste se acercó a Sally con pasividad, colocándose a varios centímetros de ella. Sally no lo dudó y absorbida por la emoción del reencuentro terminó abrazando a Fer y llorando en su pecho.

    Michael y Alexa observaban a Stefan, cosa que también hacía él. Los tres no tardaron en darse cuenta de que se conocían de antes. El abrazo cariñoso de Fer y Sally se vio interrumpido por Michael.

    — ¡¿Qué diablos hace este tipo aquí?! — Michael señaló con el dedo a Stefan, que esperaba una reacción así.

    — Tranquilo amigo, ya no soy el enemigo — Stefan trató de calmar la situación — Ya no soy esa persona que recuerdas.

    Michael no pudo contener la rabia y le dio un puñetazo a Stefan que le hizo caer al suelo debido a la fuerza del golpe. Cuando se dio cuenta la nariz comenzaba a sangrarle ante la mirada furiosa de Alexa, que cargaba con un Rashid que no parecía ni estar consciente.

    Amanda observaba a Michael con visible enfado, interponiéndose en medio de los dos hombres.

    — ¡¿Por qué has hecho eso?! — Amanda no permitiría que Michael golpeara de nuevo a su amigo.

    — ¡Ese hombre debería estar muerto, joder! — Gritó Michael, preso de la furia — ¡¿Creías que me iba a olvidar de lo que nos hiciste, capullo?!

    — ¿Qué? — Amanda no sabía de que hablaba Mike — ¿A qué se refiere, Stefan?

    — Tuvimos un... malentendido, hace mucho tiempo — Stefan se relamía la sangre, mientras se incorporaba.

    — ¡¿Malentendido?! — Alexa también mostró su rabia — ¡Nos llevaste a esa puta prisión a la fuerza y Marcus terminó muerto! ¡Mataste a Thomas y Lisa! ¡Tu maldito amigo mató a Brandon! ¡Mereces morir como él!

    — ¡Basta, calma todo el mundo! — Fer decidió intervenir dada la situación — Sé que Stefan nos hizo cosas feas en el pasado, pero ha cambiado para bien.

    — ¡¿Cómo puedes defender a la mano derecha del psicópata que te quitó el hijo que llevaba tu mujer en las entrañas, eh?! ¡¿Has perdido la maldita cabeza, Fer?! — Michael había explotado totalmente.

    — ¡Mí hermano lo trajo a Zona! ¡Mí hermano y Ezequiel lo trajeron de ahí fuera! ¡Estaba solo y había aprendido de sus errores, joder! — Exclamo Fer, que acto seguido comenzó a calmarse — Escucha, yo también me sorprendí cuando lo trajeron, supe quién era y lo que nos hizo... Gabe me pidió que le diéramos una oportunidad. Yo no quería seguir buscando a más supervivientes de fuera, no quería mandar a nadie innecesariamente al exterior... Pero él y Eze salían a mis espaldas. Se encontraron con él y lo llevaron a Zona.

    — ¡¿Esperas que eso me haga cambiar de idea?! ¡¿Crees que ahora lo veo como un maldito amigo?! — Dijo Michael, fuera de sí.

    — Michael, todos podemos cambiar — Respondió Sally, que permanecía callada hasta el momento — Hay que perdonar errores y dar oportunidades. Con Stefan no nos hemos equivocado.

    — Quizá os cueste asimilar que ahora formo parte de vuestro grupo... — Intervino Stefan — ...y quizá no esteis de acuerdo. Lo entiendo, creédme. Simplemente... dejad que me gane vuestra confianza, ¿vale?

    Alexa se mostraba reflexiva mientras que Michael no dejaba de mirar mal a Stefan. Amanda no sabía que había ocurrido realmente, por lo que después pediría explicaciones a su amigo. Fer y Sally decidieron que lo mejor era regresar a la gasolinera y reunirse con el resto para pensar que hacer.

    [...]

    Tras una caminata de más de veinte minutos, el grupo al completo regresó a la gasolinera. La gente recibió con alegría a Fer por su regreso excepto los que eran seguidores de Damián.

    Sin embargo, si que fueron mejor recibidos Michael y Alexa, que se reencontraron con los que eran sus amigos.

    Rashid fue acompañado por Alexa para que fuera atendido por Natasha, que le dio antibióticos para una posible infección del muñón.

    Alma, Sally y Fer se quedaron un momento hablando a solas, acerca de lo ocurrido con Fer. Alma le confesó al hermano de Gabe que estaba embarazada de éste.

    — Lo enterré, como debía ser — Dijo Fer, sabiendo que hizo lo correcto — Cuando encontremos un lugar seguro para ti y el bebé, te prometo que iremos a Zona, tú y yo, a visitar su tumba.

    — Gracias, Fer — Alma abrazó al hermano de su pareja fallecida — No sabes lo que significa que tú y Sally me ayudéis con esto.

    — Es lo que debemos hacer — Indicó Sally con decisión — Los tres cuidaremos de ese bebé, tienes nuestra palabra.

    Stefan y Amanda hablaban a solas en el interior del autobús. La chica le pedía explicaciones al que fuera preso.

    — Ya sabes que yo no era la mejor persona antes de conocerte — Decía Stefan — Sabes que hice cosas feas, pero también sabes que no soy ese hombre. Ya no.

    — Lo sé, lo sé, pero lo que dijeron Michael y Alexa sobre ti... fue duro de oír — Respondió Amanda — Me estabas empezando a gustar y...

    — Querías corroborar que ya no soy ese hombre, te entiendo — Murmuró Stefan, aproximándose a Amanda poco a poco — A mí también me has gustado desde el principio, ¿sabes...?

    Antes de que Stefan pudiera seguir hablando, Amanda comenzó a besarle con deseo, se colocó encima del hombre y las palabras dieron paso a que los cuerpos hablaran.

    Michael y Randall se reencontraron después de mucho tiempo. Ambos se dieron un apretón de manos y se alegraron de haberse visto de nuevo. Los dos esperaban a Fer para hablar de que rumbo tomar ahora que estaban todos juntos.

    — Espero que no te vuelvas a marchar, ahora más que nunca necesitamos gente que sabe lo que es estar en la carretera — Dijo Randall, tras haber saludado a Michael.

    — No te prometo nada — Respondió Michael entre risas.

    — Ya estoy aquí — Musitó Fer, entrando por la puerta del establecimiento — ¿Vemos el mapa?

    — Claro, vamos — Indicó Randall.

    — Un momento — Dijo Mike de pronto — ¿Os habéis dado cuenta?

    — ¿Qué? ¿De qué? — Fer no entendía a que se refería.

    — Nos hemos vuelto a reunir — Murmuró Michael, sonriendo — Nos conocimos en una gasolinera, nos reunimos tras la invasión de la prisión, ahora nos hemos reunido tras la caída de Zona... somos como viejos amigos que se reencuentran cada cierto tiempo y en situaciones desfavorables, ¿no creéis?

    — Sí, quizá nos persiga la mala suerte si es eso a lo que te refieres — Dijo Randall, riéndose.

    — Juntos somos más fuertes así que cuanto menos nos separemos, mejor — Añadió Fer, con absoluta seriedad — Ahora veamos cual será nuestro siguiente paso. Cada minuto cuenta.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Hola amigo, paso a comentar.

    Este capítulo ha sido corto, pero aun así me parece que ha estado bien. Parece que Rashid de verdad está interesado en el grupo, dado a que no dudó en saltar para salvar a Alexa, aun aunque le pudiera costar la vida. Estoy seguro de que guarda algún secreto, y tal vez lo revele ahora que su estado no es el ideal.

    Ver a Randall como líder es algo que no me termina de cerrar. Él nunca hizo una labor como esa, y aparentemente, necesitó de la ayuda de Natasha para lidiar con los seguidores de Damián. Como líder provisional podría funcionar, pero no lo veo muy seguro para un líder a largo plazo. Me pregunto si ahora tomarán las decisiones entre él, Fer y Michael.

    La redención que está teniendo Stefan me está gustando. Realmente se mostró arrepentido por todo lo que hizo antes, y parece que él y Amanda comparten el mismo objetivo y la misma atracción el uno por el otro. Tal vez la ayuda mutua los lleve a redimirse por completo. Su redención va a estar completa cuando Michael y Alexa lo acepten finalmente, algo que realmente es interesante de ver.

    Tengo curiosidad por ver que harán con los 8 tipos que apoyaron a Damián. Si fuera por mí, esos tipos ya estarían muertos, pero tal vez ellos tengan otros planes. Eso sí, no sería conveniente darles demasiadas libertades.

    Bueno, el grupo se reunió por completo, lo que quiere decir que ahora deberán pensar en los próximos pasos que van a dar. No he notado errores para resaltar. Esperaré al siguiente con ganas. Saludos.
     
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  19. Threadmarks: 6x03: Un mundo cruel
     
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Capítulo 3: Un mundo cruel



    Fer, Randall y Michael deciden viajar en dirección al norte, hacia las montañas. Sin embargo, antes deben consultarlo con todo el grupo, por lo que se reúnen en el interior del establecimiento de la gasolinera para debatirlo.

    — Hemos pensado que lo mejor es probar en las montañas — Dijo Randall, con todos prestando atención a sus palabras — Habrá menos infectados, tendremos una visión periférica para ver quién se acerca y con altura estaremos menos expuestos.

    — Necesitamos que lo penséis y decidáis pronto, ¿entendido? — Indicó Fer.

    — ¿No hay más opciones? ¿Solo están las montañas? — Preguntó una mujer que estaba allí presente.

    — También podríamos ir al sur, al mar — Propuso Michael — Pero una vez allí necesitaríamos encontrar un barco en condiciones y eso será muy difícil.

    — Eso sería absurdo, no cabríamos todos en un barco — Dijo Amanda, declinando esa opción.

    — Por eso mismo la única opción que vemos es la montaña — Intervino Randall de nuevo — Podríamos encontrar una cabaña familiar en la que los ricos pasaban las navidades, allí si cabríamos todos.

    — ¿Y si no la encontramos? — Dijo un hombre que no le veía sentido a la idea — Esto hace aguas por todos lados.

    La gente comenzó a murmurar entre sí, preguntándose que decisión tomar y cuál sería el mejor movimiento que hacer ahora que Zona estaba invadida y destruida.

    — ¡Silencio! — Gritó Fer, golpeando una mesa — ¡Hay que decidir ya! ¡Si tenéis una idea mejor, adelante, soltadla!

    — Yo, me gustaría... me gustaría proponer algo — Rashid levantó su mano sana, sorprendiendo a todos.

    — Claro Rashid, cuéntanos — Le indicó Michael con amabilidad.

    — Podríamos buscar una zona y hacerla segura. Conozco un lugar lleno de urbanizaciones que podría servir para instalarnos — Propuso Rashid ante la sorpresa de todos.

    Todos se miraron dubitativos, pensando en la idea que acababa de proponer el nuevo miembro del grupo. Tras unos minutos de debate y dudas, Fer llamó la atención de los demás.

    — Es otra opción, al fin y al cabo — Dijo el que fuera líder de Zona — ¿Quiénes estáis a favor?

    De las veintiseis personas que eran, dieciocho levantaron la mano a favor, dispuestos a probar en las urbanizaciones. Los ocho restantes eran los seguidores del fallecido Damián, que se negaban a acceder a la propuesta de un desconocido.

    — Parece que ya se ha tomado una decisión — Para Randall no hizo falta ni contar los votos — Empacad todas vuestras cosas y coged lo que podamos necesitar. Nos vamos en diez minutos.

    Mientras la gente se dirigía a preparar sus cosas para el viaje, Fer se acercó a un Rashid agotado para conocer exactamente la ubicación de esas urbanizaciones de las que hablaba.

    — ¿Podrás guiarnos?

    — Por supuesto, os mostraré la zona en el mapa.

    — Muestraselo a Randall.

    El árabe se dirigió con paso lento hacia Randall y Michael para mostrarles en el mapa la ubicación de las urbanizaciones de las que hablaba. Fer decidió salir de la gasolinera y se dirigió a ver a Alma, que se encontraba sentada a un lado, observando el movimiento de la gente.

    — ¿Estás bien? — Le preguntó el hermano de su difunta pareja, preocupado por ella.

    — Estoy lo bien que puedo estar considerando la situación en la que estamos — Respondió Alma, con la mirada perdida entre la gente.

    — Ya, bueno, habrá tiempos mejores — Dijo Fer, esperanzado — Lucharemos para que tú y ese bebé tengáis la vida que merecéis. Por Gabe y por todos.

    — Gracias Fer, me da fuerzas el saber que os tendré a ti y a Sally a mi lado — Murmuró Alma, visiblemente triste al recordar a Gabriel — ¿Cuando podremos ir a visitar su tumba?

    — En cuanto encontremos un lugar en el que asentarnos y prosperar, te llevaré de regreso a Zona para verle — Respondió Fer con seguridad — Igualmente, tenía pensado visitarle de vez en cuando. Ya me entiendes.

    — Fer... — Algo parecía preocupar a Alma — ¿Crees que hice bien en no contarle que iba a ser padre cuando se estaba muriendo? No puedo dejar de pensar en eso, en que pudo ser un error no decirle nada.

    — Eh, hiciste lo correcto — Musitó Fer, tranquilizando a la mujer — Si se lo hubieses contado, él... él habría agonizado hasta morir sabiendo que nunca vería a su hijo. No pienses en eso, tomaste la decisión correcta en ese momento.

    — Supongo que sí... — Alma asintió, asimilando la respuesta de Fer — Por cierto, si es chica no sé como la llamaré pero si es chico... tendrá el nombre de su padre.

    — Estoy seguro de que allá donde esté, estará orgulloso de que su hijo lleve su nombre — Dijo Fer, agradecido de saberlo — Vamos, toma asiento en el bus antes de que sea un agobio.

    Alma se incorporó y se dirigió con pasividad hacia el autobús mientras Fer comprobaba que la gente se preparaba para irse.

    Randall se dirigió a ver a su pareja, que se encontraba recogiendo las pocas medicinas que les quedaban. El hombre la abrazó por detrás y le besó el cuello con ternura, haciendo que Natasha cerrara los ojos.

    — ¿Cómo lo haces para estar siempre tan guapa? — Randall acariciaba las mejillas de su chica.

    — Quizá es que tú siempre me ves guapa — Respondió Natasha, esbozando una gran sonrisa.

    — No subestimes tu belleza natural — Murmuró el hombre, dándole un tierno beso en los labios — Eres lo más preciado que tengo, moriré antes de que te pase algo, ¿lo sabías?

    Natasha se sonrojó con las palabras de su chico, que la abrazó y después se marchó al bus, pues él lo conducía. La doctora se sentía protegida y alegre de tener a su lado a un hombre con Randall.

    Una vez todos habían recogido sus pertenencias, dieron el aviso para que los demás que quedaban subieran al autobús.

    En ese preciso momento, Rudolph se disponía a subir junto a Phil y los seis miembros restantes del grupo de apoyo a Damián cuando Tann se colocó en la entrada con uno de los pocos rifles de asalto que les quedaban.

    Los demás se pusieron nerviosos, conscientes de que algo malo estaba a punto de ocurrir.

    — ¡¿Qué mierda haces, Tann?! — Rudolph se enfadó al ver que les impedían subir — ¡Apártate de una maldita vez!

    — ¿Y si no me da la puta gana? — Respondió Tann en tono vacilón — Aquí no hay sitio para idiotas.

    — Tann, por favor, apártate y déjales subir — Randall quería ser conciliador.

    — Y una mierda, ya que no hacen nada, que no vengan con nosotros — Intervino Sam, serio.

    — ¡Por Dios, dejad de decir tonterías! — Exclamo Phil, impacientándose — ¡No tenemos tiempo para esto, joder!

    Randall se levantó de su asiento y se dirigió a Tann para calmarle. Fer hizo lo propio, pues no era el momento de generar más tensión en el grupo.

    — Por favor, Tann — Musitó Fer — Esta no es forma de solucionar el problema.

    — Pues necesita ser solucionado cuanto antes — Tann estaba harto de los seguidores de Damián.

    — Sí, y lo solucionaremos, pero no ahora — Indicó Randall, apaciguando la rabia del hombre — No así.

    — Ve a tu asiento, Tann — Le sugirió Fer, mostrándose inflexible.

    Tann asintió con seriedad y en silencio se dirigió a su asiento. Rudolph, Phil y las seis personas restantes subieron al bus con satisfacción. Una vez todos tomaron su lugar, Randall arrancó el bus y se despidieron de su temporal hogar, la gasolinera.

    [...]

    — ¡Joder, lo que nos faltaba! — Dijo Randall, golpeando el volante con rabia mientras frenaba el autobús.

    Tras un viaje de una hora y media, el grupo se topó con un atasco de vehículos abandonados y oxidados por el tiempo y las lluvias. Mientras algunas personas descansaban en el interior del bus, otras decidieron hacer guardia para ver si se aproximaban infectados por el área.

    — Aprovechemos el atasco para descansar un rato y de paso veamos si hay cosas útiles en esos vehículos — Indicó Fer, proponiendo una idea para no perder el tiempo.

    Alma se quedaba en el autobús para descansar mientras Natasha la cuidaba, al igual que Alexa hacia lo propio con Rashid.

    Fer y Sally salieron a comprobar que había en ese atasco. Randall y Michael formaron otra pareja. Sam decidió llevarse a Phil con él para que ayudara y pese a que éste se negaba inicialmente, finalmente accedió.

    Stefan y Amanda formaban un perímetro junto a Tann, Rudolph y otros más que se ofrecieron a permanecer alerta. Todos los grupos destinados a registrar los vehículos se pusieron manos a la obra.

    Fer vio en uno de los coches lo que parecía ser una caja llena de latas en conserva que no dudó en comprobar si estaban en buen estado. El hombre rompió el cristal con la culata de su pistola y sacó la caja con cuidado.

    — Bueno, no está nada mal — Murmuró Fer, comprobando que las latas no estuviesen rotas — Con esto tendremos unos días más de racionamiento, aunque no soluciona completamente el problema de la comida.

    — Algo es algo — Musitó Sally, observando a su alrededor para asegurarse de que estaban algo solos — Quiero hablar de algo.

    — ¿Sí? — Preguntó Fer, intrigado — ¿De qué se trata?

    — Estoy un poco preocupada... por ti — Dijo Sally en voz baja.

    — ¿Por qué? No tienes porqué estarlo — Fer cargó la caja en sus brazos y la dejó sobre el capó del coche para luego llevársela — Dejaré aquí la caja y cuando dejemos de buscar más cosas volveré a por ella.

    — Si que debo estarlo, soy tu mujer — Dijo Sally — Y después de la muerte de tu hermano, creo que podrías necesitar hablar con alguien... conmigo.

    — ¿Por qué iba a querer hacerlo? — Fer no entendía a donde quería llegar su pareja — Estoy bien, y estaré mejor cuando asimile la muerte de Gabe. Pero eso no quita que ahora esté bien.

    La pareja comenzó a caminar en busca de un coche que pudiese contener suministros valiosos, mientras seguían hablando.

    — Te noto diferente, ¿sabes? — Sally comenzó a sincerarse — No sé como describirlo pero es como si de Zona hubiese salido otro Fer.

    — Todos cambiamos — Fer se volteó hacia su mujer — Eso mismo le dijiste a Mike cuando se encaró con Stefan, ¿no?

    — Hay cambios a mejor y cambios... — Sally se quedó callada.

    — ¿A qué mierda te refieres? ¿Qué insinúas? — Fer no obtenía respuesta — ¡Sally!

    Sally comenzó a llorar al ver en uno de los coches una sillita para bebés. Para sorpresa de Fer, esa sillita estaba llena de sangre y a su lado había un infectado con un tiro en la cabeza que salió de detrás de su cabeza y agujeréo el cristal trasero, dando a entender que algún superviviente que pasó por allí terminó con la vida del muerto que probablemente habría devorado al que era su hijo.

    — Tranquila, vamos — Fer abrazó a Sally, que se recostó en su hombro — No mires, sigamos hacia delante.

    Randall y Michael se encontraron con una furgoneta que tenía escrito algo con spray en sus puertas traseras. El dúo se aproximó y comprobó lo que ponía.

    — Traidor — Randall dijo lo que estaba escrito — Vaya, alguien se la jugó a otra persona.

    — Enhorabuena para él — Murmuró Michael — Voy a abrir haber que carajo hay dentro.

    Michael forzó la cerradura con su machete y logró abrir las dos puertas. Randall y él se taparon las fosas nasales al oler un olor horrible. Dentro de la furgoneta había un torso colgando de una percha que se había metido dentro de su piel. Además le faltaban los brazos y lo que le faltaba de cintura para abajo.

    — ¡¿Qué diablos es esto?! — Michael se echó atrás — ¡Dios!

    — Joder, esto es de locos — Randall cerró de nuevo las puertas de la furgoneta — Vámonos de aquí antes de que vomite.

    — Si, por favor — Michael estaba asqueado.

    Mientras los dos hombres proseguían con su trabajo, Sam y Phil hacían lo propio. Los dos no se llevaban especialmente bien, pues era como si cada uno fuera del equipo rival y no pudieran verse. Sin embargo, Sam forzó a Phil a que colaborara en la búsqueda de víveres en el atasco.

    — ¿Qué se supone que estamos buscando? — Preguntó Phil con seriedad.

    — Cualquier cosa que pueda servirnos para el viaje — Respondió Sam, mostrándose indiferente.

    Era evidente que ambos tenían sus diferencias y no se llevaban bien. Uno de ellos odiaba a Damián y el otro lo apreciaba. Una brecha más que evidente que envolvía a todo el grupo.

    Phil comenzó a pensar el porque Sam había querido que él le acompañara. Las dudas y las preguntas le invadían la mente mientras hacía como que buscaba algo entre los coches. Se fijó que en uno de ellos había una ballesta en perfectas condiciones, por lo que no dudó en señalarla.

    — Podría sernos útil, ¿no crees? — Phil señalaba la ballesta en el interior del vehículo.

    — No tiene flechas, pero claro, tómala — Indicó Samuel, manteniendo su indiferencia.

    Phil accedió y rompió el cristal del coche para obtener la ballesta, que estaba en muy buenas condiciones. Mientras la tomaba, observó a través del retrovisor y pudo ver que Sam estaba sacando su cuchillo.

    En ese momento, Phil salió rápidamente del coche y Sam trató de clavarle el cuchillo, sin éxito. Phil no dudó ni un instante y le golpeó en el rostro con la ballesta, haciéndole retroceder.

    — Para esto querías que fuera contigo, ¿eh? — Phil había descubierto las intenciones de Sam — Maldito hijo de puta.

    — Tú diriges a ese grupo de fanáticos — Dijo Sam con resentimiento e ira — Si le cortas la cabeza a la serpiente, ésta se muere.

    — Bonita metáfora, capullo — Musitó Phil, tratando de golpearle de nuevo con la ballesta mientras Sam la esquivaba.

    — Tienes suerte de que no tenga una pistola, sino ya estarías criando malvas — Murmuró Sam, refiriéndose a que Phil podría estar muerto de hace rato.

    Sam decidió arriesgarlo todo y se lanzó en plancha contra Phil, que pese a tener la ballesta para golpear, se vio abordado por el que fue guardia de Zona y ambos terminaron en el suelo.

    Sam se colocó sobre Phil y alzó el cuchillo, dispuesto a clavárselo. En ese instante, Phil vio debajo de un coche lo que parecía ser un trozo de hierro puntiagudo y oxidado, reaccionó rápido y lo clavó en el abdomen de Sam.

    El hombre dejó caer el cuchillo y puso sus manos sobre la herida, tambaleándose. Phil lo empujó y se lo quitó de encima, tomando su cuchillo. En ese momento y atraidos por el ruido, varios infectados que se encontraban en el interior de algunos vehículos comenzaron a golpear los cristales de sus ventanas, deseando salir.

    — La has cagado, Samuel — Murmuró Phil, viendo como el hombre se desangraba en el suelo.

    — No — Musitó Fer, apareciendo tras él — El que la ha cagado eres tú.

    Antes de que Phil pudiera reaccionar, Fer le golpeó con la culata de su pistola en la cabeza, dejándolo inconsciente.

    [...]

    — Fer, ¿estás seguro? Piensa lo que vas a hacer — Le suplicaba Sally.

    — No hay nada que pensar — Decía Fer con firmeza — Ponedlos en fila.

    — ¡Estás enfermo, joder! — Gritaba Rudolph — ¡Maldito loco de mierda!

    — ¡Cállate, es lo que os merecéis! — Exclamo Tann, furioso.

    — Fer, ¿de verdad vas a...? — Randall no estaba de acuerdo.

    — Si no quieres verlo, es mejor que te hagas a un lado — Dijo Fer — Quería darle una oportunidad a ésta escoria de gente, pero es cuestión de tiempo de que nos maten mientras dormimos.

    — Tiene que haber otra salida, por favor — Randall insistía.

    Phil comenzaba a despertar del golpe de Fer que le había dejado inconsciente. Al abrir los ojos vio que se encontraba en fila a un lado de la carretera y de rodillas junto a Rudolph y los demás compañeros que les apoyaban. Enfrente, se hallaban Fer, Sally, Randall y Tann, con el resto de gente detrás.

    — ¡Esto no es necesario! ¡Por favor! — Suplicaba una mujer, seguidora de Damián.

    — Los que no queráis verlo, lo mejor es que os giréis — Fer hablaba con absoluta seriedad, parecía haber cambiado de pronto.

    Stefan, Amanda, Michael, Alexa, Rashid y Alma se encontraban con las diecisiete personas restantes a una distancia prudente. Muchas, con algunos niños, decidieron no mirar lo que estaba a punto de ocurrir.

    Sally y Randall intentaron disuadir a Fer, pero éste era apoyado por Tann, ansioso de que erradicaran a los seguidores de Damián que tantos problemas les habían traido.

    — ¡Fer, por favor, no eres así! — Exclamo Sally, tomándole del brazo — ¡Recuerda lo que hemos hablado!

    — ¡Déjame! — Gritó Fer, apartando a Sally de un empujón y sorprendiendo a todos — Estoy harto de no solucionar los problemas cuando deben ser solucionados, de ser el bueno de la historia para que luego muera alguien a quien quiero. Eso se acabó. Desde ahora, se ha terminado el dar oportunidades a las personas reincidentes.

    — Joder... — Randall apartó a Sally de Fer — Ha perdido la puta cabeza.

    — ¡No, Fer! — Gritó Sally, llorando.

    Fer se volteó hacia Tann. Ambos portaban rifles de asalto. Los dos se miraron con decisión y acto seguido fusilaron a Rudolph, Phil y sus seis compañeros restantes, siendo acribillados a balazos por la ira de Tann y Fer tras la muerte de Samuel.

    La sangre comenzó a teñir el asfalto de la carretera mientras Sally lloraba desconsolada, más por Fer que por las personas que acababan de morir. El que fuera líder de Zona había dado un cambio drástico en poco tiempo, demostrándose que se encuentra en un estado de flaqueza mental.

    Los disparos de los rifles llamaron la atención de los no muertos. Una horda que avanzaba por la carretera sin rumbo fijo, pero que de pronto obtenía un objetivo.

    [...]

    Unas horas después tras lo ocurrido, el grupo decidió descansar en el bus y esperar que pasara la noche para buscar otro camino, debido al atasco de vehículos en la carretera. Algunos miembros del grupo estaban en shock al haber vivido la cruel matanza de Fer y Tann.

    Fer se encontraba vigilando los alrededores del autobús para evitar sorpresas, al igual que Tann al otro lado. Dentro del bus, concretamente en el fondo de éste, Rashid y Alexa hablaban acerca de lo sucedido horas atrás.

    — ¿Siempre ha sido así de radical? — Preguntó Rashid, refiriéndose a lo que hizo Fer — Cuando me dijiste que era vuestro líder, no me esperaba esto.

    — Cuando Mike y yo nos fuimos de Zona, él era un gran líder — Respondió Alexa, convencida — Pero hemos estado tres meses fuera y sin saber que ha ocurrido salvo lo que nos han contado... en tres meses pueden pasar muchas cosas, pueden cambiar muchas cosas.

    — Cierto, os conocí a ti y a Michael — Murmuró el árabe, que de pronto cambió de tema — Alexa, ¿puedo confiar en ti?

    — ¿No lo estabas haciendo?

    — No del todo — Se sinceró Rashid — Pero me he dado cuenta de que eres una gran persona, y por eso quiero contarte algo.

    — ¿Qué es? — La curiosidad invadía a la chica.

    — En realidad no estoy solo — Dijo Rashid, sorprendiendo a su compañera — Soy miembro de una gran comunidad, y mi trabajo es identificar a buena gente en el exterior a la que llevar al refugio seguro que tenemos. Soy como un explorador, pero con más peligros.

    — Para, para, para — Alexa no se lo creía — ¿Hablas en serio?

    — Así es. Mi trabajo es infiltrarme en grupos y ganarme la confianza de la gente, conocer sus costumbres, sus pensamientos... y a partir de ahí evaluar si podrían ser capaces de vivir de nuevo en sociedad — Rashid sonaba realmente sincero.

    — Dios, esto es... quiero decir, es demasiado — Murmuró Alexa, que de pronto sentía una gran felicidad de haberse encontrado con el árabe — ¿Y nos vas a llevar a tu comunidad?

    — Verás Alexa, hasta ahora yo creía que eráis un buen grupo... y lo seguís siendo, para mí. Pero me he dado cuenta de que hay personas que no podrían... no deberían venir — De pronto, Rashid se puso serio — Lo de esta tarde ha sido determinante. Ya sé que estamos viviendo en un mundo cruel, pero lo que he visto sobrepasa los límites de cualquier civilización.

    — ¿Qué quieres decir con esto, Rashid?

    — Que Tann y Fer no pueden venir con nosotros.
     
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    Agus estresado

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    Hola, amigo, bueno paso a comentar el capítulo. Si bien ha sido uno muy corto, debo decir que estuvo muy bien.

    Finalmente se han desecho de los hombres de Damián, que logicamente no iban a llegar a una redención. Me parece increíble que Sally, Randall, que vieron como destruyeron Zona se hayan mostrado de esa manera. Incluso después de que asesinaron a Sam. Esos tipos han hecho cosas terribles, y estaba claro que no iban a mejorar.

    Entiendo que Rashid llegue a esa conclusión, dado a que él no conoce a Fer y lo primero que ve es una ejecución de su parte. Me gustaría saber las opiniones de los demás personajes, principalmente Stefan, Amanda, y Michael.

    Todo parece indicar que la decisión de Rashid podría dejar a Tann y a Fer fuera, pero ya sabemos que ninguno de los dos lo aceptará. Sería interesante ver una disputa entre los que consideren que la ejecución estuvo bien, y entre los que la consideraron mal. Creo que Alma, Tann, Michael y Stefan podrían ponerse a favor de Fer mientras que Randall, Natasha, Sally y Alexa podrían estar en su contra.

    Pero ahora se les está acercando una horda, lo que quiere decir que están en serios problemas.

    No tengo nada más que decir, así que me despido. No encontré errores, pero no me pareció muy común que Sally mencionara que Fer estuviera comportándose diferente antes de la ejecución. Lo entendería después de haberlo visto hacerlo, pero no antes. Eso me pareció algo forzado, pero el final lo arregló.

    Saludos.
     
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