Instalaciones de comunicación.

Tema en 'Isla' iniciado por Insane, 10 Abril 2019.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Morgan O'Connor

    Hambre: 7/7
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    Sed: 7/7 (1/3)
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    Locura: 3/6

    Morgan no tenía la costumbre de mirar a las personas a los ojos cuando hablaban. Como gran parte del mundo no le importaba, tampoco lo hacían sus palabras. Su actitud más frecuente era una de pasividad y frío desinterés. Pero la isla, poco a poco, iba deshaciendo su armadura. Quizás era el cansancio, o haber matado a un hombre, o quizás se trataba simplemente de la noche estrellada. Nunca le había importado lo que nadie dijera, pero en aquel momento agradeció oír las palabras de Andrea. Una pequeña sonrisa se le contagió mientras lo veía, y asintió con la cabeza.

    —Gracias —murmuró—, de verdad.

    Sabía que lo más probable era morir de una forma horrible en esa isla, pero le gustaba aferrarse al futuro más ideal y estúpido. Nunca había sido una persona optimista, pero ahora notaba que eso era una nimiedad. Dichoso quien pudiera elegir ser optimista o pesimista, pues eso significa que jamás se encontró con la muerte frente a sus ojos. Porque en ese preciso instante donde una bomba roza tu mejilla y sientes la fragilidad de la vida pendiendo de un hilo, no existe alternativa sobre la Tierra a ser jodidamente optimista.

    Cuando Aisha apareció, la observó en silencio y, de alguna forma, un peso dentro suyo se liberó. Mientras la oía interactuar con Andrea, suspiró y se permitió aceptarlo: estaba aliviada, realmente aliviada de ver a Aisha viva.

    —Ven —le dijo a la chica, incorporándose y quitándose el polvo y las hojas secas de encima—, siéntate aquí. Te dará más calor.

    Caminó hasta ella y agarró el maletín, para inspeccionarlo.

    —Bueno, tenemos comida de reserva. —Alzó sus ojos hacia Aisha y le sonrió, quizás la sonrisa más cálida que había esbozado hasta el momento—. Lo hiciste bien, Aisha.

    Por alguna razón, una sensación de melancolía había comenzado a llenarle el pecho. Se mezclaba con el alivio y la tranquilidad de la noche, pero no sabía exactamente cómo resolverlo. Por ello, se alejó unos pasos y decidió quedarse de pie, calmada, con la espalda apoyada sobre la pared de cemento, y escucharlos desde allí.
     
    Última edición: 24 Abril 2019
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    Tarsis

    Tarsis Usuario VIP Comentarista supremo Escritora Modelo

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    Aisha Nakamura.

    — No hay problema, bambina, nosotros ya hemos comido.— dije, soltando otra voluta de humo, y haciéndole señas para que se acerque.— Hemos podido...aprovisionarnos mientras estabas ausente. No es una experiencia que repetiría, pero...

    —Y yo que pensé que te alegrarías de ver esto, pero, ya tienes algunos —comentó con ironía, lanzándole la caja de cigarillos sin destapar. Suspiró, caminando hacia él, alzando los brazos para dejar que la examinara con la vista—. Adolorida, magullada, y un poco aturdida con el sonido de las bombas, pero supongo que sobreviviré. Podemos guardar la comida aquí, este maletín es de un material resistente —sugirió antes de sentarse entre ambos, aceptando la invitación de Morgan y devolviéndole la sonrisa agradecida, al menos ella estaba al parecer aliviada de que estuviera con vida. Dejó que el calor del fuego se deslizara por su piel en esa madrugada fría—. ¿Alguien por quien volver, eh...?

    Se quedó pensando en la pregunta de Andrea, recordando lo que era su vida. Sola. Sola. Y más sola... en un cuarto lleno de trofeos y triunfos y nadie con quien celebrarlos o que los celebrara por ella. Con un papá que no la veía como otra cosa que una mula de carga, definitivamente no volvería por él.

    —No, no lo tengo. Soy hija única y mi mamá falleció y no tengo ningún tipo de contacto con su familia. La verdad es que, estoy a punto de pensar que mi padre fue quién me mandó acá. Si esto va a producirle dinero, lo haría sin pensar. Lo ha hecho todos estos años, así que no me extrañaría. En mi casa sólo me esperan mis trofeos —sonrió con tristeza en medio de su confesión, mientras imágenes de los momentos felices de su vida cruzaban su mente—. Así que quiero volver por mí, por hacer todo aquello que nunca hice y que no presté atención. Siempre me centré en ganar y me olvidé de vivir. Bueno...—se recuperó rápidamente—, necesito descansar un poco...



    Hambre: 7 (1/3)

    Sed: 7 (1/3)

    Cansancio: 5 (1/2)

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    Última edición: 24 Abril 2019
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    Reual Nathan Onyrian

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    Andrea Dalcorvo

    Agarré la caja de cigarrillos al vuelo con una mano, mientras miraba a Aisha con una mezcla de aburrimiento y extrañeza. Me rasqué la nuca, mientras soltaba una exhalación exasperada. Ambas chicas habían sufrido cambios bastante importantes en su psiquis, después de estos eventos. Aisha había vuelto más arisca, y Morgan se había vuelto más abierta y sensible. La muerte cambiaba demasiado a las personas. Escuché a Aisha hablar. Bueno, todos teníamos problemas familiares, se ve. O los habíamos tenido. Podía detectar cierto patrón en todo esto.

    — Puedes descansar un poco si quieres, bambina. Nosotros vigilaremos, te lo mereces.— dije, mientras le sonreía.— Te recomiendo que lo hagas aquí al lado del fuego. Tétrico, pero calentito.

    Me quedé mirándola durante unos segundos, para luego agitar la cabeza.

    — No sé que esperabas que te dijera, bambina. Obviamente estamos agradecidos de que hayas vuelto con vida y con suministros extra, y recién pude respirar tranquilo cuando apareciste por los árboles. Pero nada de eso nos sirve ahora ni viene al caso.— miré hacia donde Morgan se encontraba.— Y tú, emarginati, ven, no le prendí fuego al cadáver de un hombre para que te hicieras la melancólica y te apartes del grupo. Hace frío y esto es todo el refugio que podemos lograr.

    Le pedí el abrelatas a Aisha, y tomé la botella de jugo que le habíamos encontrado a Frank. Con esfuerzo debido a la incomodidad de la herramienta, logré cortar la botella en dos, y le extendí una mitad a cada una.

    — Miren, nuestra situación es una mierda, tuvimos que matar al menos a dos personas, uno de nosotros sigue bastante malherido, no podemos ingresar al edificio debido al gas tóxico, estamos alrededor de una fogata hecha de restos humanos, y estamos a merced de un psicópata y su público.— dije, mirandolas a cada una, con vos un poco exasperada.— Pero al menos pudimos sobrevivir otro día, y tenemos incluso suministros extras, un lujo la verdad. Así que hagamos un brindis (imaginario obviamente, no planeo gastar una sola gota de líquido de forma innecesaria) con estas mitades de botella, por sobrevivir.

    Medio cansado de todo, me acosté en el pasto, contemplando las estrellas. Aisha arisca, Morgan melancólica. Y yo acababa de soltar un discurso. Levanté ambas manos hacia el cielo, cerrando el puño y levantando el dedo mayor de cada una, mientras expulsaba humo por la boca. Bacha ma culo, bastardo.

    La muerte de verdad cambiaba a las personas.

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    Sed: 6 (1/3)

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    Gigi Blanche

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    Morgan O'Connor

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    Sus pensamientos habían viajado lejos, volando a través de las estrellas impresas en sus ojos. Tenía piel de gallina, pero el frío siempre le había ayudado a despejarse y silenciar su mente. Suspiró, apreciando los destellos en el cielo nocturno, y pequeñas volutas de vapor danzaron fuera de su boca. Sus uñas pinchaban sus brazos mientras respiraba lento y pausado, sin descuidar la dureza del cemento detrás de su cabeza. Sentía, estaba sintiendo muchas cosas. Eran... sutiles, casi etéreas, como un soplo de brisa repentino. Le costaba definirlas, pero lo sabía. Sabía que esa tranquilidad era diferente a la usual.

    Andrea la distrajo de sus pensamientos cuando se dirigió a ella. Morgan bajó los ojos del cielo y lo miró, frunciendo el ceño al verlo hacer con la botella. ¿Se le había aflojado un tornillo? ¿Un brindis imaginario? Vaya, estaban todos bien raros. Sin embargo, ¿cómo rechazar un brindis?

    Se acercó a paso lento, y advirtió que Aisha estaba durmiendo sobre el césped. Comprendía ese cansancio, ella también había caído rendida luego de... matar a ese hombre.

    Rodeó a Andrea y se sentó del otro lado con cuidado, para no despertar a Aisha. Aceptó el pedazo de botella y lo alzó en el aire. La verdad que no vendría mal algo de cerveza.

    Luego de aquel ritual extraño e improvisado, el silencio se asentó sobre ellos una vez más. Andrea se echó de espaldas sobre el césped, mientras fumaba con tranquilidad y gesticulaba hacia el cielo. Morgan prestó atención a todos los pequeños sonidos, sutiles, casi etéreos, del ambiente. La respiración pesada de Aisha, las exhalaciones de Andrea, el chasquido del fuego, los árboles agitándose con la brisa nocturna. Se abrazó las piernas, dando vueltas la mitad de botella entre sus manos, apreciando los efectos de las llamas a través del plástico. Sus labios, casi sin darse cuenta, comenzaron a moverse.

    Jamás había cantado para alguien que no fuera Ronnie. Era su ritual, su momento sagrado. Era lo que había ayudado a mantenerla cuerda y estable. Pero ahora, las palabras comenzaron a danzar y Morgan ni siquiera quiso cuestionarse el por qué. Simplemente... le apetecía. El fuego frente a sus ojos era casi hipnótico, y sintió una simple e indiscutible oleada de paz al cantar de aquella forma, bajo aquel cielo, en aquel paraíso natural convertido en una arena de lucha.

    Luego de un minuto y monedas, el ambiente volvió a estar en silencio. Morgan apoyó la barbilla sobre sus rodillas, y sonrió apenas al sentir la calidez del fuego en su piel. Era agradable. Un buen tiempo transcurrió de aquella forma, casi como si el peligro no pudiera estar acechándolos detrás de un árbol. En cierto modo, el mundo se había congelado a medio giro luego de los eventos sucedidos.

    —Creo que nunca te agradecí apropiadamente —soltó al aire de repente, en medio del silencio—, por enseñarme cómo abrir un paracaídas. Cuando caí en la playa, lo primero que me dijo el creador del juego fue que eras de confianza. Será un lunático de mierda, pero en eso no mintió. —Se encogió de hombros—. Al menos de momento.

    Esas mismas palabras, un día antes, habrían salido de su boca de forma mucho más áspera. Ahora, su tono era relajado, y sonaba más a una broma que a una acusación real.


    Por si alguien quiere el paquete deluxe completo de la experiencia(??), esta es la canción que Morgan canta <3

     
    Última edición: 25 Abril 2019
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

    Leo
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    Reual Nathan Onyrian

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    Andrea Dalcorvo

    Dejé que el humo del cigarrillo ascendiera a medida que la canción se iba despegando de los labios de Morgan, y contemplé como se iba deshaciendo de a poco en el aire nocturno. El crepitar de las llamas era lo único que le hacía un mínimo de acompañamiento a la melodía que llenaba todo el lugar. El fuego danzaba de forma hipnótica, haciendo que nuestras sombras bailaran con él. Respiré una bocanada de aire puro, llenándome los pulmones de frío y humedad. No recordaba la última vez que me había sentido así. Tan...tranquilo. A pesar de estar en una isla de la muerte, el hecho de que el mundo se hubiera congelado en esos momentos, que lo único que veíamos eran nuestros rostros y la oscuridad del bosque, y lo único que escuchábamos era nuestra respiración y la canción de Morgan. Me permití una sonrisa con sorna. Tal vez esta era la paz que hallaban los que sabían que se encontraban condenados a morir, y no podían hacer nada al respecto.

    — Vaya, la piccola es muy afortunada si tiene a alguien que le canta así todas las noches.— dije, mientras contemplaba el cielo, mordisqueando la punta del cigarrillo, la cabeza apoyada en las manos.— Oh, ¿agradecerme? Vas a tener que conocer a Amanda para eso, en realidad. Ella fue la que me enseñó a como maniobrar un paracaídas. Y su insistente rostro mirándome de forma acusadora en mi mente fue la razón por la cual te di el consejo, la verdad.

    Me permití una pequeña risa socarrona, para luego darle otra chupada al cigarrillo. Lancé la coletilla a las llamas, y me quedé contemplando el fuego durante unos momentos.

    — Todo esto parece un sueño, la verdad. La noche, la fogata, el canto, esta tranquilidad. No hemos escuchado de il padrino tampoco en horas, incluso.— inspiré, para luego soltar el aire.— Me pregunto si los condenados a morir experimentan lo mismo, esta sensación de calma antes del amanecer en el cual serán ejecutados. Tal vez esto sea un vaticinio. O simplemente, la vida nos está dando un respiro de lo que se transformó en nuestras vidas.

    Volví a quedarme en silencio, mirando las estrellas y el cielo que de a poco se iba tiñendo de distintos colores. Esto era un sueño. Pero todavía no podía decidir si era uno bueno, o una pesadilla.

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    Gigi Blanche

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    Morgan O'Connor

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    Morgan apretó los labios ante las palabras de Andrea y alzó la vista al cielo. Jamás había pensado sobre si Ronnie era afortunada o no por tenerla; su costumbre, más bien, era la opuesta. Y cuando la idea llegaba a su mente, la rechazaba con violencia; porque le daba asco sentir que usaba a su hermana para tener algo de paz, y porque no lograba arribar en otra conclusión jamás.

    Pero, hey, al menos a alguien más le gustaba cómo cantaba. Ya eran dos personas sobre el planeta.

    —¿Amanda? —inquirió, haciendo un repaso mental de lo que Andrea había dicho antes sobre su vida—. Es la... ¿cómo la habías llamado? ¿Vecchia stregga? —Soltó una pequeña risa por su italiano tan triste y miró al hombre—. Bueno, si sales con vida de esta mierda, puedes mandarle mis saludos.

    Lo vio lanzar la coletilla al fuego, y luego escuchó cómo divagaba un poco sobre la noche y su inusitada tranquilidad. Tan sólo asintió, ya que pensaba similar, y dejó que el silencio volviera a abrazarlos.

    Aisha se removió un poco en su lugar; seguramente ya estaría por despertar. Morgan percibió, también, cómo el cielo comenzaba a clarear. Se incorporó con lentitud, sacudiéndose la tierra de la ropa, y caminó hasta llegar junto a Andrea. Se inclinó hacia él, quien seguía echado sobre el césped, y le extendió una mano.

    —¿Me acompañarías un momento? —murmuró, con suavidad—. Quiero hablarte de algo.
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    Andrea Dalcorvo

    Sí, la vecchia stregga. Vieja bruja, en español.— dije, con una leve sonrisa.— Creo que tú puedes darle tus saludos personalmente, ragazza.

    Otra vez el silencio cayó. Se estaba volviendo costumbre, la verdad. Soltar un par de palabras. Dejar que el silencio llene el espacio. Volver a conversar durante unos minutos. El silencio de vuelta. Era casi un invitado más en la conversación, alguien tan importante que ambos debíamos callarnos para escuchar lo que fuera que estuviera diciendo.

    Miré sorprendido como Morgan se acercaba, y alcé una ceja ante su propuesta. ¿Hablarme de algo? Esa sí que era una sorpresa. Levanté una ceja, mientras meditaba sus palabras. Al final, me encogí de hombros, me incorporé, y la seguí.

    Muito benne, ragazza. Supongo que el tema del cual quieres charlar roza el hecho de que en algún momento, nos tendremos que matar entre nosotros, o incluso hacer algo peor.— dije, mientras me llevaba otro cigarrillo a la boca y lo prendía.— No sé me ocurren muchas más razones por las cuales quieras hablar de forma apartada.

    Apoyé la espalda en alguna superficie lo suficientemente firme como para aguantar mi peso, y la miré directamente a los ojos, con la mirada seria, estudiándola de forma algo fría. Cada tanto, miraba hacia atrás, para vigilar a Aisha. Sería preocupante que alguien la atacara mientras estuviera dormida, y podría ser peor si vuelve a tener alguno de esos ataques emocionales.

    Hambre: 6 (3/3)

    Sed: 6 (3/3)

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    No me hagas vaciarme los stats tan rápido, maldita sea xD
     
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    Tarsis

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    Aisha Nakamura.

    Hace rato que había despertado, pero se había quedado inmóvil. Fingiendo que aún dormía. No quería despertar y volver a la realidad, no quería aceptar las palabras que el creador le había dicho. No podía ser, simplemente, estaba mal. Se quedó allí inmóvil, mientras ellos se alejaban de ella y confirmaban todos sus temores. Las lágrimas se empezaron a derramar sin poder evitarlo... Sintió una opresión en el pecho que le impedía respirar con normalidad.

    Él le había dicho la verdad.

    Lloró en silencio. Por lo que haría y por lo que no. Lloró de tristeza y sintiéndose traicionada, pero, también notó que su cuerpo se había recuperado por completo. Estaba al cien por cien de su cuerpo.


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    Gigi Blanche

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    Es importante >:c

    Morgan O'Connor

    Hambre: 7/7
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    Cansancio: 10/10 (1/2)
    Locura: 6/6

    Luego de que Andrea se incorporó y comenzó a caminar, Morgan tomó el maletín por si acaso y siguió al italiano hasta el edificio de comunicaciones, donde él se recostó y le clavó una mirada helada como iceberg. Morgan suspiró apenas, conteniendo el deseo de rodar los ojos. Bueno, se podría decir que fue bonito el breve momento que lograron llevarse bien.

    —Escucha —murmuró, tranquila pero firme, y cuidando de hablar bajo; sabía que en el silencio de la noche los sonidos se propagaban de formas insospechadas—, seré directa: esta paz acabará en cualquier momento. Tú mismo lo dijiste. Sería ingenuo pensar que este psicópata nos dejaría más tiempo sin jodernos la vida. Aún no me dijo mucho, pero de algo estoy segura: tendremos que tomar decisiones. —Hizo una breve pausa para tomar aire y observar de reojo a Aisha, asegurándose que seguía bien y donde la habían dejado—. Quería que lo hablara contigo, esa fue su condición para soltar el resto de la información. No soy estúpida, sé que quiere dividirnos para más diversión, y presumo que hará lo mismo con el otro equipo. Y si no, pues, a la mierda todo. —Se encogió de hombros, cruzándose de brazos—. Me gustaría decir que aprendí a conocerte lo suficiente como para saber que harás, pero la verdad es que no tengo la más remota idea de qué pasa por tu cabeza. Puedo estar equivocándome, puede que seas el hijo de puta que acabe matándome.

    Suspiró brevemente, cerrando los ojos, lo cual le dio aún más énfasis a la mirada dura y resoluta que fijó en Andrea. Estaba corriendo riesgos, lo sabía. Pero el creador del juego se había encargado de remover lo más hondo en su corazón, y pretendía vivir por ello. Sin un ápice de duda o temblor en su voz, agregó:

    —A pesar de eso, sigues siendo mi apuesta. Suena increíble, lo sé. Pero si estoy en lo correcto, y tendremos que jodernos entre nosotros, no será Aisha a quien elija. Es demasiado emocional, y eso será una mochila enorme a largo plazo. ¿Estoy siendo una jodida arpía sin corazón? Puede ser. Pero es una verdad, y lo sabes tan bien como yo, Andrea.
     
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    Tarsis

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    Aisha Nakamura.

    Se dejó caer, dejando de fingir estar durmiendo, colocándose boca arriba viendo el cielo estrellado a través de sus gruesas lágrimas. ¿Cuál era el punto de esconder? ¿De fingir? El mensaje había sido para todos. No tenía que sospechar nada o hablar en privado. Ya era un problema de los tres y uno que no podrían negar o conspirar. Bueno, eso pensaba ella. Aquello parecía una broma sin sentido. Se sentía atrapada en un juego macabro de una película de terror.

    Se arrepintió de haber buscado una alianza.
    Se arrepintió d ehaber sido tan blanda.

    Haberse metido en este intento de "alíanza" había sido su peor error. ¿Ahora qué haría? ¿Decidirían quién moría en base a un dado? ¿Tal vez una moneda al aire? ¿Cara y sello? ¿Qué vida valía más? ¿La suya o la de Morgan?

    Volteó a verlos allí dónde estaban parados un poco más allá hablando en secreto.

    Y su mirada lo decía todo... ¿Sería Morgan o sería ella?


    Hambre: 7 (2/3)

    Sed: 7 (2/3)

    Cansancio: 10 (2/2)

    Vida: 100/100
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    Andrea Dalcorvo

    Suspiré, mientras escuchaba a Morgan hablar. Ya me lo temía. Obviamente, este momento iba a llegar, tarde o temprano. Pero al menos esperaba que los rayos del sol me estuvieran acariciando para ese momento. Sin embargo, lo único que tocaba mi piel en esos momentos era el viento frío de la madrugada. Le eché otra calada al cigarrillo, mientras la muchacha continuaba hablando. Levanté una ceja cuando dijo lo de su apuesta. Y ahí fue cuando él hizo acto de presencia.

    — Muy bien, acabo de recibir el memo, se ve. Las condiciones han cambiado. Volvamos, Aisha hace mucho tiempo que está despierta en realidad, y no me extraña que hubiera escuchado toda nuestras conversaciones hasta ahora. Por ahora, seguimos siendo un equipo, así que deberemos decidir como tal.

    Me separé de la pared, y comencé a caminar hacia donde Aisha se encontraba, mirándonos desconsolada, con parsimonia y la mirada fría. Yo ya había tomado una decisión. Lo había hecho hace tiempo ya. Llegué hacia donde la joven se encontraba, y me di vuelta, esperando a Morgan. En cuanto todos hubiéramos llegado, le di otra calada al cigarrillo y hablé.

    Buongiorno, bambina. Espero que hayas dormido bien, y que las conversaciones que escuchaste a escondidas hayan resultado interesantes. Qué, me gano la vida, o me la ganaba, al menos, como investigador privado. Me doy cuenta cuando alguien está dormido y cuando alguien está fingiendo.— volví a exhalar, y contemplé a ambas.— Supongo que a las dos les llegó el mensaje. Las condiciones han cambiado. Ahora dos podrán salvarse y volver a casa. Lamentablemente, para que el juego pueda continuar, debemos matar a uno del equipo. Es la condición para que Bastardo suelte el siguiente maletín. Y yo ya tomé mi decisión al respecto.

    >> Aisha...— dije, mientras la miraba directamente a los ojos e iba sacando mis bombas...para luego dejarlas caer en el suelo, con cuidado de que no explotaran. Excepto una fragmentaria, que dejé en mi riñonera.— ...y Morgan, ahora les toca a ustedes. Yo seré el "sacrificio", si quieren llamarlo así. Si necesita que alguien de cada equipo muera para que les den suministros, entonces ese seré yo.

    Me quedé un rato en silencio, para que mis palabras se asentaran en ellas, observándolas.

    — Creo que se los había mencionado, ragazze, pero yo ya había aceptado mi muerte desde que llegué aquí. No tengo familia, ni amigos cercanos, ni nadie que me espere en casa, más que dos empleados que seguro podrán conseguirse un trabajo mejor que el que les ofrecía. Además, ustedes tiene cosas que hacer cuando vuelvan. Morgan, tú tienes que devolverle todas las noches que le privaste a Ronnie de una canción, y seguir cuidándola con todo tu ser. Y tú Aisha, tienes que recuperar toda la vida que has perdido hasta ahora, niñez, adolescencia, todo eso. La única razón por la que yo volvería sería algo egoísta, aparte de intentar encontrar al enfermo que planeó todo esto.— me encogí de hombros.— Pero sus razones son más nobles.

    >> Ahora, por mucho que morir por bombas de gas corrosivo e incendiarias sea tentador, prefiero volarme la cabeza con una de mis bombas antes de dejar que se me derrita toda la piel lentamente. Así que si me disculpan, me iré a la playa, a esperar el atardecer. Si me voy a volar la cabeza yo solo, al menos tendré la decencia de elegir la hora y el lugar. Eso sí, tengo un par de condiciones antes. Ambas tienen que trabajar en equipo. No tiene sentido que me sacrifique para que luego ambas terminen matándose la una a la otra. Aisha, tienes que evitar que las emociones te dominen. No tiene sentido volverse emocional en estas circunstancias. Tan solo te hará realizar el paso equivocado, y como bien dijo Morgan antes, serás una mochila demasiado pesada para cargar. Y si te vas a convertir en eso, preferiría elegirte a ti como sacrificio antes que quitarme la vida, sinceramente.

    — Escucha a Morgan, de las dos es la que tiene la cabeza más fría, y es capaz de elaborar buenos planes en el momento, como pude comprobar. Y Morgan, intenta trabajar con Aisha. Puede que tan solo estés bufando interiormente con todo este monólogo que estoy haciendo, pero si ambas no trabajan en conjunto, ninguna va a sobrevivir. Aunque no lo quieran admitir, la una se necesita a la otra en estos momentos. Ya ambas mataron a una persona, la muerte no es algo lejano para ustedes. Se que van a poder sobrevivir. Y por último, necesito tu celular, Aisha.— en cuanto la joven me lo hubiera dado, me puse a anotar en la aplicación de agenda.— Cuando todo esto termine y vuelvan a casa, necesito que se contacten con Amanda. Les dejé su nombre, su número de celular, y su perfil de Facebook. Es lo que más usa. Al principio las va a tratar medio mal, pues es bastante desconfiada, pero en cuanto digan que conocen a Andrea Dalcorvo y que quieren hablar con ella sobre él, las va a escuchar.

    Hice una pausa, para tomar aire. De verdad estaba haciendo todo esto. Estaba renunciando a todo lo que había conocido hasta ahora. Cazzo, que esto era difícil. Demasiado.

    — Simplemente díganle lo que me pasó. Me parece que se va a alegrar de escuchar que al fin hice algo bueno con mi vida, al final. De esa manera, puede que no me siga esperando y buscando, si es que ya no se buscó otro investigador para hacerle de secretaria.— dije, soltando una fugaz risa. Todo parecía la verdad tan lejano, y solo habían pasado un par de días.— Eso es todo. Ahora, si por alguna razón me llegaran a necesitar, estaré en la playa. Aunque si van después del atardecer, puede que lo único que encuentren es un cadáver sin cabeza, así que no se los recomendaría.

    Tomé mi saco, me lo puse sobre los hombros, y comencé a caminar en dirección al bosque. Al llegar hacia el límite de los árboles, me di vuelta, e hice el símbolo de una pistola con ambas manos, una para cada chica. Hice la moción de disparar, mientras decía, lo suficientemente alto como para que me escucharan:

    "Ci vediamo, cowgirls spaziale"

    Solté una risotada, por la broma tonta que acababa de hacer, y me di vuelta, para internarme hacia el bosque.

    Hambre: 5 (1/3)

    Sed: 5 (1/3)

    Cansancio: 6 (1/2)

    Espero que alguien cache la referencia del final (??? Como para no cacharla, pero bueno
     
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    Tarsis

    Tarsis Usuario VIP Comentarista supremo Escritora Modelo

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    Aisha Nakamura.

    No se levantó lo suficientemente rápido, no lo procesó de forma inmediata. Cuando él levantó las manos hacia ellas e hizo ese gesto de dispararles, realmente sintió que le estaban arrancando el corazón. Su espalda se perdió con rapidez en el bosque; todo su cuerpo estaba temblando, mientras su mente entraba en un colapso. Si giró hacia Morgan antes de echarse a llorar en un arrebato. Buscó los brazos de la chica mientras su lágrimas caían una tras otra como un torrente.

    —N-No podemos d-dejarlo h-hacerlo, Morgan —hipó entre el profundo llanto. Se negaba a dejarlo morir así, justo a él que se había arriesgado varias veces por salvarlas. Que había hecho todo para conseguirle la medicina, la había cargado en medio de un ataque y había velado su sueño. Simplemente no podía aceptarlo. Se soltó de la chica y comenzó a correr detrás del italiano.

    Tenía que haber otra forma, no podían aceptar la muerte luego de haber pasado por tanto.


    Hambre: 7 (3/3)

    Sed: 7 (3/3)

    Cansancio: 9 (1/2)

    Vida: 100/100
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Morgan O'Connor

    Hambre: 7/7
    (2/3)
    Sed: 7/7 (2/3)
    Cansancio: 10/10 (2/2)

    Sintió un escalofrío helado recorrer su columna por un breve instante. Era una posibilidad que había sopesado, pero era la que menos le apetecía hacer realidad. Escuchó a Andrea en silencio y calma, con una seriedad impenetrable, y los ojos perdidos en el paisaje del bosque. Apretó los dientes.

    Odiaba a la gente condescendiente.

    Ya había tomado su decisión, sin embargo, y no era quién para negárselo. Además, no era idiota ni moralista. Sabía que la única alternativa era tomar su lugar, y no era algo que pretendiera hacer. Observó su espalda mientras se alejaba, y su expresión permaneció inmutable cuando él se dio la vuelta y les disparó. Advirtió que por su mente no desfilaban pensamientos coherentes o hilvanados. Sólo quería golpear al italiano.

    Aisha se lanzó sobre ella, se aferró a su blusa, mientras lloraba mares y boqueaba por respirar. Morgan no bajó la vista hacia la chica, sus ojos permanecían fijos en la figura de Andrea alejándose poco a poco.

    No emitió palabra, no hizo falta. En cuestión de segundos, Aisha se separó de ella y comenzó a correr detrás de él, con toda la fuerza de sus piernas. Morgan apretó los puños, estaqueada al suelo.

    —Estúpida —masculló, desviando su mirada hacia abajo, a sus pies. No se movían—. ¿Qué pretendes lograr? Es inútil.

    Se quedó allí, de pie, clavándose las uñas en las palmas y observando fijamente sus zapatillas. Sucias, maltrechas, ensangrentadas. Su visión se tornó borrosa y cerró los ojos.

    Inhaló despacio, exhaló de golpe, y sus zapatillas harapientas comenzaron a mojarse.

    Alzó la vista luego de largos segundos, hacia el bosque. Estúpida Aisha, hacía todo más difícil. Tomó una bocanada amplia de aire, secó las pocas lágrimas acumuladas en sus ojos, y se agachó para reunir las bombas y el maletín en el suelo. Una vez tuvo todo encima, comenzó a caminar con tranquilidad hacia el bosque. Tenía que traer a Aisha de regreso, calmarla de alguna forma. Ahora que ella era su mejor opción, también se convertía en su responsabilidad.


    Todos lo hacen y yo también quiero (?

     
    Última edición: 27 Abril 2019
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    Gigi Blanche

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    Morgan O'Connor

    Hambre: 5/7
    (1/3)
    Sed: 5/7 (1/3)
    Cansancio: 7/10 (1/2)

    Cuando el edificio de comunicaciones se hizo visible entre los árboles, Morgan entornó los ojos para analizar el interior de la construcción. No parecía haber una nube de gas tenue y letal suspendida en el ambiente, lo cual era una buena noticia.

    —Iré primero para chequear el edificio —le informó a Aisha, sin girarse hacia ella realmente—, ver si podemos quedarnos dentro. Deberíamos aprovechar el tiempo que nos dio Andrea para descansar.

    Lo sabía, casi podía masticarlo. El final de ese condenado juego estaba cerca. Inhaló y exhaló a consciencia, buscando calmar sus pulsaciones, controlar su ansiedad.

    Cruzó la puerta con cuidado, utilizando su remera como barbijo por si acaso. Lo recorrió de punta a punta, caminando lento, hasta que confirmó que se encontraba libre de gas. Dejó el maletín junto al sofá y se asomó por la ventana, buscando a la chica con los ojos, y le chistó para captar su atención.

    —Oye —la llamó, no muy fuerte; nunca sabía dónde podía haber un enemigo—, puedes entrar.


    Tarsis hay que empezar a prepararnos(?)
     
    Última edición: 30 Abril 2019
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    Tarsis

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    Aisha Nakamura.

    Traspasó la puerta del edificio sin duda. El alma le pesaba, subió la edificación por las escaleras que sonaban bajo cada paso, la madera crugía, estaba incluso más agrietada y débil de lo que había estado la primera vez que había estado en este sitio.

    —Andrea y yo caímos aquí —comentó, mientras alcanzaba la azotea donde había caída envuelta en el paracaídas. Suspiró, sintiendo el calor del sol en su piel, ya era medio día podía deducir por la posición del sol. Era una chica de excursiones y deportes, se le daba muy bien eso de la hora y ubicarse—. Tienes razón, deberíamos descansar. Metamos los suministros aquí en la bolsa y descansemos, vamos a ver si está aún en el sofá.

    Volvió a ingresar al edificio y se lanzó sobre el destartalado sofá. No valía de nada poner tablas o algo así, se escucharía desde que entraran en el primer piso si algún intruso se acercara.

    —Cabemos ambas —. Se hizo a un lado para dejarle espacio. Aunque recapacitó y se cruzó de piernas mientras sacaba el plato de lasaña de la mochila y una botella de café—. Deberíamos comer, cuando veamos una bomba no tendremos tiempo para eso.

    Hambre: 6 (3/3)

    Sed: 6 (3/3)

    Cansancio: 8 (2/2)

    Vida: 100/100
     
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    Gigi Blanche

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    Morgan O'Connor

    Hambre: 7/7
    (1/3)
    Sed: 7/7 (1/3)
    Cansancio: 7/10 (2/2)

    Morgan asintió y aceptó los alimentos que Aisha le pasaba. Comió y bebió la mitad de la botella. Hizo una mueca ante el café frío, pero la verdad que ya no tenía ni fuerzas de ponerse quisquillosa. Lo único importante en aquella situación era llenar el estómago, evitar deshidratarse y abarcar la mayor cantidad de puntos posibles para tener el cuerpo en óptimas condiciones. Un bicho ruidoso y molesto se agitaba y revolvía dentro de su pecho, y la sensación le irritaba. Odiaba esa clase de ansiedad.

    Suspiró, necesitaba relajarse. Le echó una ojeada al sofá y asintió ante las palabras de Aisha, acomodándose junto a la chica para descansar y reponer energías.


    just kill me pero no se me ocurre nada más que poner xdxd

    also, when te preguntaste durante todo el rol quién dormiría con el husbando, y resultó que el sofá lo compartieron las dos waifus

    qué agradable plot twist
     
    Última edición: 1 Mayo 2019
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    Aisha Nakamura y Morgan O´ Connor han recuperado todos sus puntos de cansancio.
     
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    Insane

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    Entre los truenos y el viento desciende un pequeño paracaídas con un maletín. Dentro del maletín se encuentra:
    • 1 Buzo negro con el logo de Btooom
    • 2 Hamburguesas.
    • 2 Botellas de agua.
    • 2 Chocolates con maní.
    • 1 Navaja.
     
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    Tarsis

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    Aisha Nakamura.

    Abrió los ojos lentamente, sintiendo que se despertaba de un profundo sueño de años. Bostezó, desperezándose como si estuviese levantándose en su cómoda casa en casa. Pero, los truenos y el viento le recordaron donde estaban. Parpadeó aclarándose la vista y suspiró con cansancio. Volviendo al mundo de los vivos, alejándose del mundo de sueños donde se había refugiado por unas horas.

    El pequeño objeto que apareció, iluminado entre los rayos y truenos significaba aquello que estaban esperando. Andrea había muerto. Cerró los ojos y se mordió el labio, conteniendo las emociones y las lágrimas. Gracias dijo, aunque sabía que nadiele escucharía. Pero en realidad, quería agradecerle por hacer un sacrificio que nadie había hecho por ella antes. Él había muerto por ellas.

    Se puso de pie, sin despegar sus ojos del objeto, movió a Morgan que también dormía.

    —Despiertas, ya viene el maletín —repuso, caminando hacia donde el objeto caería, esperándolo con los brazos extendidos. Sintió el peso cuando sus manos lo alcanzaron. Se aferró a él unos segundos más de lo necesario, era su último regalo hacia ellas. Sonrió ante la ironía de esto al ver el contenido por encima.

    —Al menos no moriremos con el estómago vacío, podremos tener una cena chatarra y sin importarnos las calorías —rió divertida entre las lágrimas. Aquello era un maldito juego, y sus vidas eran el premio.

    Hambre: 6 (1/3)

    Sed: 6 (1/3)

    Cansancio: 10 (1/2)

    Vida: 100/100
     
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