En el radar no apareció señal, pero tras la explosión de gas debes tomar una decisión: Quedarte a morir derretido. Correr en el sentido contrario y chocarte cuerpo a cuerpo con Morgan, cayendo sobre ella al salir con rapidez del edificio.
Andrea Dalcorvo Y otra vez me encontraba saltando por aquella ventana. Lancé una bimb a la habitación mientras me resignaba a mi suerte. Si las de Morgan eran de gas, la explosión podría llegar a servir para expandirla más rápidamente por lo que quedaba del edificio, lo cual sería bastante ventajoso. Era bueno que ninguno hubiera cedido a la trampa de esperar a que el combate terminara. De haber sido así, nuestra reacción podría haber sido mucho más lenta. Fatalmente más lenta. Y también agradecía haber descansado. Sus reflejos no podrían haber sido tan rápidos como lo fueron recién, y eso le hubiera jugado una muy mala pasada, ya que Morgan no esperó ni un segundo a decir que estaba de acuerdo con su plan, simplemente fue hacia la ventana y saltó. Estas ragazze necesitaban aprender a controlar la adrenalina. Caí al suelo rodando, y saqué otra bimb, mientras me dirigía hacia la puerta del edificio. Si podíamos mantenerlo allí dentro, ni siquiera iba a tener que seguir gastando más de mis bombas. Aunque mantuve una mirada por la ventana de la cual acabábamos de salir. No fuera que se escapara por allí. Hambre: 5 (2/3) Sed: 3 (2/3) Cansancio: 10 (2/2)
Franck Black -Que coño fue eso? - Salto de la silla tan rápido como puedo y salgo al pasillo para ver que ocurre- ¡Hijo de puta¡ Una mierda en forma de gas se está propagando rápidamente por el pasillo. Sabia que había alguien dentro de este edificio, radar de mierda, detecto mas yo con un vaso de alcohol. No hay mas opción que correr como subnormal en la única dirección posible, la salida del edificio. Empuño con fuerza mi BIM incendiario por si me topo con algún infeliz oportunista. - Jode, joder, joder - Grito mientras corro por mi puta vida-. Esto no es justo, seguro el piloto lo está pasándo mejor que yo maldita sea Corro tan rápido a la salida que choco violentamente contra alguien, debió ser bastante pequeña por que pase por encima sin problemas tirándola al suelo. - Me cago en la leche, ¡Si me muero no será solo malditos! - Giro rápidamente y arrojo sobre esa persona el BIM en mi mano. [SPOILER="ESTADO" Hambre: 4 - (1/3) Sed: 4 - (1/3) Cansancio: 6 - (2/2) Vida: 100/100 [/SPOILER] Le arrojo un Bim incendiario a Morgan
Te das cuenta que has fallado y solo has provocado que parte del césped se incendie. Ves como la bimb por poco y te roza, sientes tu estómago contraerse por instinto de supervivencia. Tratar de dialogar con el hombre. Atacar y comenzar una batalla a muerte. Gritarle a Andrea que lo asesine. Contenido oculto Por favor, utilicen esto cuando ataquen a alguien o no acertarán golpe alguno a menos que la persona esté inconsciente (?) Ataque: Fuerza + Bimb (ataque de la bimb) – aguante (Aguante + agilidad).
Morgan O'Connor Hambre: 5/7 (3/3) Sed: 3/7 (2/3) Cansancio: 6/10 (1/2) Su cuerpo reaccionó incluso antes que su mente. Pudo ver la bimb con tanta claridad volando junto a su rostro, casi como en cámara lenta, junto a la mirada insana del hombre erguido frente a ella. Sus piernas se activaron solas, apresurándose por retroceder. —¡Andrea! —gritó sin girarse, tan sólo enfocándose en alejarse de aquel tipo—. ¡Tus bimbs! No tenía chance alguna en una batalla cuerpo a cuerpo con ese hombre, su mejor opción era contar con la ayuda del italiano.
Andrea Dalcorvo Me había quedado medio paralizado por lo que acababa de ocurrir. No era el hecho de que aquel mastodonte hubiera arrollado a Morgan, porque con el tamaño que tenía, era lógico, pero también era el hecho de que había salido sin un rasguño después de una bomba de ácido y de una fragmentaria, y de que, de hecho, la hubiera arrollado mientras estaba detrás de la puerta. Agité mi cabeza, sacando esas ideas de mi mente. Seguro era la sed jugándome una mala pasada. Tomé una de mis bimbs. Sin embargo, lanzar una explosión tan cerca de la chica iba a ser complicado. Tenía que alejarlo. Así que simplemente tomé carrera y me lo llevé puesto, para luego tomarlo por la cabeza, y soltarle una bimb dentro de la boca, saltando hacia atrás en el momento en el cual esta caía. Tal vez no lo matara, pues no había apuntado bien, pero podría llegar a pensársela dos veces antes de volver a atacar. Fórmula de ataque: 6 (Fuerza) + 30 (bimb) - 5 (agilidad) + 7 (aguante) = 24 Hambre: 5 (3/3) Sed: 3 (3/3) Cansancio: 10 (2/2)
Frank siente cómo la sangre comienza a salir de su cuerpo por la explosión. 100-24= 76 de vida. La explosión por la bomba de Andrea levanta el polvo de la tierra. El aire se torna gélido y sus sentidos están a tope por sobrevivir.
Morgan O'Connor Hambre: 4/7 (1/3) Sed: 3/7 (3/3) Cansancio: 6/10 (2/2) Jamás se imaginó estar en una situación así. Pero ahora, viviéndola segundo a segundo, su sangre hervía y un solo pensamiento hacía ruido en su mente: vivir. —¡Andrea, retrocede! —gritó, aunque no era necesario decírselo porque el italiano ya lo estaba haciendo. Sin darle tregua, empuñó una de sus bimb de gas y la lanzó sobre el hombre sangrando. Fórmula de ataque: 5 (Fuerza) + 45 (bimb) - 5 (agilidad) + 7 (aguante) = 38
El gas es asquerosamente tóxico, creándote quemaduras letales. Sientes que comienzas a perder la noción de ti al estar en desventaja numérica, pensando en qué hacer al respecto. Al obtener el estado secundario de la bimb de Morgan, tu vida se le resta -5 en cada post. 76-38= 38. Frak cuenta con 38 de vida. Sientes tu cabeza darte vueltas. Rogar por tu vida. Herir a alguno de los dos presentes antes de una muerte segura al atacar. Contenido oculto Con la fórmula por favor (?)
Franck Black Sangre, siento sangre por dentro y por fuera de mi cuerpo. Mis pulmones están ardiendo, se que no es el cáncer esto es mas rápido y menos predecible, ese pútrido gas toxico me envenena. Caigo de rodillas mientras intento burdamente respirar algo de oxigeno que se funda con el gas para acelerar mi sufrimiento. -Papá lo dijo cuando lo estaba ahorcando aquella noche, no eres humano, eres solo un animal que sirve para lastimar a al gente, pero como tal ese será tu destino algún día. Tenia razón, ahora puedo saber lo que mis victimas sintieron antes que los matara o los dejara lisiado -Sonrió pero siento que mi piel arde cada segundo mas-. Irónico, nunca me agradó lastimar mujeres y son dos quienes me van a matar. La muerte tiende a ser muy extraña y misteriosa, casi da miedo. Ya no puedo correr, lo sé, mis músculos no me responden. Saco un cigarrillo y lo pongo en mis labios, inútil es pues no puedo encenderlo, ademas que mi mejilla comienza quemarse lentamente por el gas al igual que mi lengua tiembla. Lo mas extraño de esto es que no es un dolor tan nuevo, papá me quemaba con su cigarro todos los días, eso dolía mas. Bueno, es por que en algunos casos el gas primero mata las terminaciones nerviosas por eso no siento nada. Levanto mi cara con una sonrisa deforme en carne quemándose y piel corroída, ¿Seré que les gusto mas así a las mujeres? ....diablos, ya no puedo ver con mi ojo derecho. El cigarro cae de mis paralizados y ulcerantes labios, que nadie lo toque jamas. Ahora miro a esas mujeres, no las culpe yo habría hecho lo mismo... Que diablos, no culpo a nadie, nunca he sido así. Soy a morir es por que fui débil y estúpido, no por nada mas. -Oye, tú, como te llames -Me dirijo a una de las chicas-. Lo hicieron bien, muy bien. Me han matados y mira que forma si pudiera os daría un premio. Trato de reir pero mis pulmones se queman por dentro así que solo voy a toser un poco de sangre-. Que diablos, te daré tu premio. Mi brazo derecho se está quemando pero aun sabe que hacer así que tomo un puto bim y lo llevo a mi boca para lamerlo, desde que los ví quise catar su sabor...metalico, que sorpresa. -Papá me dijo que el mejor regalo es aquel no puedes olvidar, el hijo de puta tenia razón llevo muchos de sus regalos cicatrizados en mi espalda -Intento de risa que termina en sangre escapando de mi boca, otra vez. Me levanto con gran dificultad... mierda eso que se cayó creo que fue un pedazo de mi piel, espero que no fuera mi cara quiero que miren mi sonrisa antes de morir. -Mi nombre es Franck Black, pero algunas mujeres me llamaban "Papí" y algunos hombres me llemaban "Maldito hijo de puta" !Recueda eso cada vez que veas tus quemaduras¡ -Así que arrojo con fuerza el Bim hacia chica. Ya está, eso es todo, esa fue mi vida. Que importa lo que pase ahora ya puedo descansar en paz e ir a ver a mi padre en el infierno, le daré un par de golpes como saludo. No me arrepiento de nada, viví como quise y eso es lo que importa. Contenido oculto: ESTADO Hambre: 4 - (2/3) Sed: 4 - (2/3) Cansancio: 5 - (1/2) Vida: 38/100 Arrojo un bim incendiario a Morgan F + B - (AGI+AGU) = X 8 + 20 - (8-5) = 15
Morgan O'Connor Hambre: 4/7 (2/3) Sed: 2/7 (1/3) Cansancio: 5/10 (1/2) Vida: 80/100 Por un breve instante, el efecto de sus bombas la asustó. Sus músculos se paralizaron, incapaz de quitar los ojos de Frank. El silencioso pero mortífero silbido del gas, corroyendo su piel poco a poco. Eso era la muerte, justo frente a ella. ¿Qué era lo que sentía en el pecho? ¿Miedo? ¿Ansiedad? ¿Extasis? No sabía definirlo. A pesar de su estado, el hombre fue rápido y alcanzó a lanzarle una bomba incendiaria. Las llamas se propagaron a su lado, logrando quemarle el brazo izquierdo y parte de la espalda antes de que se echara hacia el lado contrario. No logró contener el grito de dolor, sentía parte de su piel en carne viva y ardía como la mierda. Si había sentido miedo o ansiedad, todo se tradujo en enojo. Una furia caliente se apoderó de su cuerpo y le lanzó otra bimb, deseándole internamente la muerte de una puta vez. Su cabeza chocó contra el césped antes de que pudiera ejercer control sobre su cuerpo. Le dolía, le ardía, su visión comenzó a tornarse borrosa y unas náuseas desagradables se acumularon en su garganta. Lo último que percibieron sus ojos fue el cuerpo de Frank, al borde de la muerte, gritando por el accionar del gas tóxico. Exhaló, y todo se fue a negro. Fórmula de ataque: 5 (Fuerza) + 45 (bimb) - 5 (agilidad) + 7 (aguante) = 38
Andre y Morgan Obtienen: 2 Cristales, el de Frank y el de la mujer que Frank asesinó al inicio. (Deben decidir quién de los dos los lleva consigo) Obtienen 4 bimbs incendiarias. (Deben elegir cuál de los 2 se las queda) Obtienen 1 pizza, 1 jugo y 1 caja de cigarrillos que anteriormente le habían regalado a Frank. (Pueden dividir las provisiones por la mitad y recuperar sus stats de hambre y sed) Morgan adquiere el estado Locura.
Andrea Dalcorvo Suspiré, al sentir toda la tensión dentro de mi cuerpo soltarse. El tipo había caído, y con él, toda su piel, según parecía. Las bombas de Morgan de verdad eran macabras. Pegaban con su personalidad ácida, eso sí. Tanto aquel tipejo que se había presentado como Frank Black y había dado una especie de discurso al morir como Morgan habían arrojado sus bimbs de forma simultánea, golpeándolos al mismo tiempo. Pude ver como una fiera quemadura se extendía por el brazo y la espalda de Morgan. Mierda, ¿otra vez? Agradecía simplemente haberme preparado anteriormente. Luego de asegurarme de que Frank no se iba a volver a levantar, guardé la bimb que tenía en la mano y me dirigí hacia Morgan. Tomando uno de los medicamentos que había recogido anteriormente, comencé a aplicarle la mezcla por las zonas afectadas. Luego, tomé los últimos jirones de remera y se los apliqué como vendas. O al menos, algo que se parecía a vendas. La levanté y la deposité contra la pared del edificio. No íbamos a entrar allí hasta que todo el gas tóxico se hubiera esparcido. Me dirigí hacia el gigantón, sin decir palabra, con el cuerpo exhausto, producto de que la adrenalina que sentía hace nada fuera bajando. Vaya, al final si habíamos matado a alguien. Bueno, técnicamente Morgan lo había hecho, pero no cambiaba nada, a decir verdad. Lo revisé ávidamente, y mis ojos brillaron al encontrar que todavía tenía suministros en su persona. Tomé la botella de jugo y la contemplé con un poco de lujuria. Tomé de a pequeños sorbos, calmando mi garganta seca, hasta la mitad. Tomé el pedazo de pizza y lo dividí en dos, separando una porción para mi acompañante desmayada. Luego de devorarla, mis ojos dieron con un verdadero tesoro. Otro paquete de cigarrillos, intacto. Suspiré, aliviado, y me senté al lado del cadáver corroído. Tomé el cigarrillo que se había puesto en sus labios, y lo limpié con su propia ropa, para luego encenderlo y darle una buena calada. — Casi que debería agradecerte por tremendo regalo, grandulón. De verdad nos dejaste unos muy buenos tesoros.— dije, en tono calmado, mientras disfrutaba del humo que se me metía en los pulmones.— Y mira que morirte soltando todo eso sobre tu padre y demás. Parece que tuviste una infancia complicada, ¿eh? Papá te pegaba, al parecer. Y por eso puede que te hayas transformado en el monstruos que escuché hablar en el edificio médico. Sinceramente, es una alegría que hayas perecido al fin. Volví a realizar una chupada del cigarrillo, y exhalé el humo por la nariz. Contemplé el cielo nocturno, con todos esos bellos colores que lo teñían. >> Al menos moriste en un lindo escenario, ¿eh? El bastardo te regaló eso al menos. Deberías agradecerle. Volví a mirarlo, y noté que llevaba no solo su riñonera de bimbs, sino que también aquél extraño cristal se había desprendido de su mano, junto con otro más. Tomé ambos y me los quedé mirando a la luz de la luna. Al parecer, se había llevado a alguien más consigo. Más razón para matarlo todavía. ¿Había sido él el que había matado a esa tal Shizuku del que me habló nuestro querido anfitrión? Me encogí de hombros. Al final, nunca lo sabría. Al final, me incorporé y tomé la bolsa de bimbs. Serían útiles más adelante. Aproveché el encendedor y las ropas del sujeto para prenderle fuego al cadáver. No nos servía tener un cuerpo putrefacto tan cerca nuestro. Además, de esa manera, si quedaba algo útil encima suyo, no iba a poder ser utilizado. Tampoco es que le quedara mucho después de que se le derritiera la cara, pero bueno. Me troné el cuello, para sacar tensiones, y me dirigí hacia donde Morgan se encontraba inconsciente, llevando el jugo, la pizza, y los bimbs. Se lo dejé todo a un costado, y me senté al lado, esperando que despertara. Me preguntaba como le estaría yendo a Aisha en ese momento. El retumbar de una bimb al explotar resonó en todo el bosque. Bueno, al menos, ya había empezado Hambre: 7 (1/3) Sed: 7 (1/3) Cansancio: 9 (1/2) Contenido oculto Le doy los 4 bimbs incendiarios, y la mitad del jugo y la pizza a Morgan.
Morgan O'Connor Hambre: 7/7 (1/3) Sed: 7/7 (1/3) Cansancio: 10/10 (1/2) Locura: 1/6 Suaves e intermitentes sonidos de la naturaleza llegaron a sus oídos poco a poco. Pero algo en la paz percibida le hizo tensar todos los músculos y abrir los ojos de golpe, irguiéndose antes de siquiera poder procesarlo. La primera imagen que recibió fue la del bosque, profundo y oscuro, varios metros más allá. A la derecha, un fuego ya extinguiéndose. El olor de carne quemada la inundó de repente y Morgan arrugó la nariz, frunciendo el ceño. Le tomó algunos segundos calmar su respiración agitada y darse cuenta que todo había terminado ya. Sus manos, aferradas a las briznas de hierba, se relajaron en la medida que giraba su cabeza y encontraba a Andrea sentado junto a ella. No pudo más que sonreírse y taparse el rostro, volviendo a recostar la espalda contra la pared. ¿Desde cuándo le aliviaba tanto ver a un perfecto desconocido? Lo siguiente que vio fueron los objetos entre ella y Andrea. Tomó la botella, se la acabó de a sorbos lentos y luego comió la pizza. Echó la cabeza hacia atrás, sin preocuparse por ocultar la sonrisa de placer al saborear una maldita rebanada de pizza en esa jodida isla. También había un bolso de bimbs, pero no le brindó especial importancia de momento. Sus ojos se dirigieron al cadáver quemado una vez más, mientras acababa su comida. ¿Podía comer y ver eso al mismo tiempo? ¿Cuán arruinada estaba? Lo peor de todo no era haberse convertido en un monstruo, sino sentir que, en realidad, aquella isla sólo había desenmascarado lo que yacía en ella desde siempre. Alzó los ojos al cielo y suspiró, mientras una brisa nocturna soplaba y la obligaba a abrazarse los brazos. Ronnie... ¿Qué diría al verla así? ¿Qué pensaría de su hermana mayor? La heroína de eterna sonrisa, la atrapasueños de todos sus cuentos. ¿Qué haría al saber que ella, al final, sólo era una sucia y mórbida existencia? Vacía, silenciosa, inerte. No era más que una persona egoísta y rencorosa. Se aferraba a Ronnie porque le hacía bien, cuando ni siquiera era capaz de mediar con sus padres o buscar una solución. No, sólo se enfocaba en odiarlos y no perdonarles la mierda de gente que eran. ¿Y ella qué? ¿Ella era algo diferente? Lo único que calentó su sangre en esa isla fue la certeza de estar llevándose la vida de quien le había significado tanto estrés y unas horribles quemaduras. Ni siquiera las lágrimas de Aisha habían conseguido tocarle alguna fibra sensible. Se llevó una mano al costado, recordando sus heridas, y se sorprendió al no percibir dolor ni ardor. Se giró lo más que pudo, comprobando que llevaba encima unos vendajes improvisados. —Ah —murmuró vagamente, y apretó los labios. Meneó la cabeza, repriméndose mentalmente, y se obligó a mirar a Andrea y agregar—: Gracias. Alzó la vista, hacia la ventana de la cual habían saltado, y más allá, hacia donde se encontraba el edificio médico. Si el italiano seguía ahí sentado, pudo intuír que la batalla aún no habría acabado. —¿Aún no se fue todo el gas? —murmuró, molesta, y chasqueó la lengua. Bufó y se abrazó las piernas, apoyando la mejilla sobre sus rodillas. Le asustaba la ridícula tranquilidad que sentía luego de haber asesinado a alguien con gas tóxico, y no le apetecía seguir estando a solas con sus pensamientos. No podría soportarlo mucho tiempo más. Sonrió apenas, pensando en Ronnie, y murmuró: —Dime una cosa, Andrea. ¿Tienes alguien en casa por quien ganar este juego y volver?
Andrea Dalcorvo — Hey, bella addormentata, te despertaste ya.— dije, en cuanto pude sentir movimiento al lado mío.— Prego, ragazza. Y sí, el gas todavía sigue allí, seguramente por un par de horas más. Y sería genial que lo hiciera más rápido, porque este frío junto con la lluvia de hace unas horas va a destrozar nuestro pulmones. Solté otra chupada, mientras veía el cadáver seguir quemándose un poco más. Bueno, al menos había eso para calentarse un poco. Estiré las manos, para recibir un poco de calor, y luego los pies, para que las plantas se calentaran un poco. Sin embargo, el fuego no íba a sobrevivir mucho más. Así que me levanté, cigarrillo en la boca, y me dirigí hacia el bosque, juntando las ramas que podía encontrar que estuvieran medianamente secas. Con una pila en los brazos, me dirigí de nuevo hacia donde el cadáver en llamas se encontraba. "Dime una cosa, Andrea. ¿Tienes alguien en casa por quien ganar este juego y volver?" Miré a Morgan curioso, alzando una ceja, mientras ponía la madera alrededor del cuerpo, y con el fuego que iban soltando y la ayuda de mi encendedor, las iba prendiendo. Para lo único que habíamos intercambiado palabra todo este tiempo había sido para dirigirnos comentarios ácidos o darnos órdenes. — Vamos directo con las preguntas importantes, ¿eh ragazza?— dije, mientras seguía acomodando la fogata, y me aseguraba de que la madera medio húmeda prendiese. Me quedé un rato pensando.— Es una pregunta complicada, la verdad. No tengo familia, si es lo que preguntas. O al menos, una por la que quiera volver. Pareja tampoco. Creo que no tengo a nadie, la verdad. Es una de las razones por las cuales ya acepté mi muerte desde que llegué a esta isla. Me quedé un rato en silencio, contemplando las incipientes llamas y el humo que salía de la fogata. Bastante espeso, a decir verdad. Las ramas estaban mucho más húmedas de lo que creía. — En realidad...puede que te esté mintiendo. Hay un par de personas que seguramente se molestaron por que no aparecí en la oficina estos días. Una vecchia stregga y un giovane. Me pregunto que estarán haciendo ahora, la verdad. Siguiendo con el caso que dejé en vilo por venirme de vacaciones a este paraíso, lo más probable.— dejé escapar una leve sonrisa, que se borró en el acto. Wow, wow, wow, ¿qué era esto? ¿Una lágrima? Me la saqué con un dedo, para lanzarla a un costado.— Vaya, uno parece que se acostumbra demasiado a cierta gente, la verdad. Me senté al lado de la fogata, ahora que estaba estable. >> Puedes acercarte si quieres, ragazza. Es medio tétrica, con todo el esqueleto junto a las ramas, pero es lo mejor que tenemos, y no iba a desaprovechar el fuego. Ahora te toca a tí, Morgan.— le dije, mirándola a los ojos, y soltando otra bocanada de humo.— ¿Tienes a alguien por quién merezca la pena volver? Hambre: 7 (2/3) Sed: 7 (2/3) Cansancio: 9 (2/2)
Morgan O'Connor Hambre: 7/7 (1/3) Sed: 7/7 (1/3) Cansancio: 10/10 (1/2) Locura: 2/6 Observó a Andrea en silencio, mientras armaba la fogata más tétrica que había visto jamás. Aún danzaba en el aire nocturno un poco de olor a carne quemada, pero el italiano tenía razón: mejor eso a morirse de frío. Cuando él se sentó frente al fuego y comenzó a hablar, Morgan lo oyó atentamente desde su posición; por alguna razón, se sentía más cómoda allí, lejos de la luz. La noche siempre había sido su salvoconducto, después de todo. Pero no podía quedarse ahí eternamente o se congelaría, por lo que aceptó su invitación y se sentó junto a él. Se abrazó las piernas, haciéndose pequeña, y estiró las manos hacia el fuego. Volvió a apoyar la mejilla sobre sus rodillas, y suspiró. La variedad era grande, pero si todos pensaban al respecto, encontrarían al menos a una persona en sus recuerdos capaz de arrancarles una lágrima bajo aquel cielo estrellado, tan irónicamente hermoso. Ya fuera familia, amigos, o compañeros de trabajo. —¿Vecchia stregga? —repitió, sonriendo un poco, mientras lo veía con la cabeza ladeada sobre sus rodillas—. No sé tanto italiano, pero suena a que te daba muchas órdenes. Dejó escapar un suspiro; suspiraba mucho últimamente. Volvió los ojos al fuego, sintiendo agradable la calidez sobre su piel, y cerró los párpados un breve instante. Como si se estuviera preparando para decir lo que diría. —Ronnie —murmuró, con la mirada clavada en las llamas; poco a poco, recuerdos visuales muy vívidos comenzaron a danzar frente a sus ojos—. Es mi hermana, tiene nueve años, y... hay muchas cosas que aún no comprende. Quiero protegerla de eso. Al menos, el mayor tiempo que sea posible. —Sus manos, que habían vuelto a sus piernas, se estrecharon entre sí con fuerza—. No quiero morir aquí, no puedo hacerlo. Ella... no tiene a nadie más en el mundo. O al menos eso quiero creer —soltó, riendo apenas, y carraspeó la garganta—. Además, extraño cantarle. Era como nuestro ritual, o algo así. Todas las noches, si volvía a casa y seguía despierta, la ayudaba a dormir con una canción —recitó, como si fuera un hechizo mágico aprendido de memoria—. Me pregunto si ahora dormirá bien. Era impropio, muy, muy impropio de ella hablar así. Jamás en su vida había soltado palabra sobre su hermana frente a sus amigos. Aunque, la verdad, no podía hablar de amigos como tales. Sólo contaba con dos personas en su vida, y ahora... una de ellas se había ido lejos. Recordar a su tía le humedeció los ojos, por lo que desvió la mirada del fuego unos momentos; se había empeñado en olvidarla porque era demasiado doloroso pensar en ella. Lo de Ronnie podía soportarlo porque le daba esperanza, y recordar su brillante sonrisa sabía a paz. Pero lo otro... Además, no era como si entrara en el tema de conversación. No tenía que volver a casa por su tía, porque ella ya se había ido. Sacudió la cabeza, ahuyentando todas esas mierdas, y giró el cuerpo hacia atrás, en dirección al edificio médico. Unas explosiones más habían resonado en el aire hacía pocos minutos. Ojalá Aisha estuviera en pie...
Aisha Nakamura. Se desplazó por el bosque con lentitud. Estaba adolorida, cansada y bastante herida. Le dolían las costillas y le costaba alzar los brazos, estaba sucia y sangrienta, pero, estaba viva y era algo que agradecía. A medida que el edificio se comenzaba a divisar escuchó unas voces. Se detuvo en seco y se ocultó tras un árbol, con el susto nuevamente en la garganta, no estaba en condiciones de pelear contra nadie en estos momentos. —Ronnie —murmuró, con la mirada clavada en las llamas; poco a poco, recuerdos visuales muy vívidos comenzaron a danzar frente a sus ojos—. Es mi hermana, tiene diez años, y... hay muchas cosas que aún no comprende. Quiero protegerla de eso. Al menos, el mayor tiempo que sea posible. —Sus manos, que habían vuelto a sus piernas, se estrecharon entre sí con fuerza—. No quiero morir aquí, no puedo hacerlo. Ella... no tiene a nadie más en el mundo. O al menos eso quiero creer —soltó, riendo apenas, y carraspeó la garganta—. Además, extraño cantarle. Era como nuestro ritual, o algo así. Todas las noches, si volvía a casa y seguía despierta, la ayudaba a dormir con una canción —recitó, como si fuera un hechizo mágico aprendido de memoria—. Me pregunto si ahora dormirá bien. Era la voz de Morgan. Se asomó con cuidado para confirmar su sospecha y sí, eran ellos. Una hermana... trató de encajar la imagen ruda y seria de Morgan con una hermana amorosa, sonriente y abnegada. No podía, pero el sentimiento en su voz era inconfundible. Ellos estaban en un momento íntimo, personal, de confesiones. Abrazó con fuerza el maletín, decidiendo que hacer. Era obvio que sobraría allí. Recordó las últimas palabras de Andrea hacia ella, lo de tener la cabeza fría y no dejarse guiar por los sentimientos. Quizás necesitaran comida y ella allí, simplemente con sus dramas adolescente. Y sinceramente, no tenía nada que pelear allí. El italiano no era suyo. Salió de detrás del árbol y terminó de cruzar el tramo que la separaba de sus compañeros. —¡Tarán! —dijo en modo de saludo con una sonrisa cansada, pero victoriosa, subiendo el maletín para que ellos pudiesen observarlo—. Me comí una lasaña, pero, estaba a punto de desmayarme —se justificó. Hambre: 7 (3/3) Sed: 7 (3/3) Cansancio: 6 (2/2) Vida: 64/100
Andrea Dalcorvo Solté una pequeña risa ante el comentario — Oh, sí, ella daba bastantes órdenes para ser una secretaria. Casi parecía mi jefe. Y Ronnie, ¿eh? Bueno, tienes alguien por quien volver a casa. La piccola supongo que estuvo esperando todas estas noches para que le cantaras. Así que puedes ir guardando todas esas canciones ahora, y cuando la vuelvas a ver, soltarlas todas de una, para llenarla de música.— dije, sonriendo y guiñándole un ojo, mientras lanzaba humo por la nariz.— Al menos tienes algo por lo que intentar sobrevivir, más que vos misma. Vas a volver a casa, ragazza. Lo más probable es que ambos terminaramos muertos en ese lugar, pero eso no quería decir que la muchacha debía rendirse todavía. Que yo ya haya aceptado la muerte no quería decir que el resto de mi equipo tenía que hacerlo. Y el hecho de que yo ya la hubiera aceptado iba a resultar beneficioso para ellas, al fin y al cabo. Me quedé un rato más en silencio, mirando el fuego crepitar, mientras más bombas explotaban a la distancia. Luego, silencio. Al parecer, ya todo se había terminado. Los momentos que siguieron fueron silenciosos, tensos, fríos, apenas paliados por el calor del fuego. Eran momentos de espera. La misma sensación que tiene uno cuando se encuentra en la sala de espera de un hospital, aguardando que el médico diera los detalles de la operación. Dejé escapar mis tensiones en un suspiro de alivio cuando pude ver a Aisha saliendo detrás de un árbol. Bueno, la niña había sobrevivido, al menos. Se la veía bastante herida, pero estaba sonriendo. Eso era algo bueno, supongo. Y eso quería decir que al menos, había matado una persona. Todos íbamos a quedar con las manos manchadas de sangre, ¿eh? — No hay problema, bambina, nosotros ya hemos comido.— dije, soltando otra voluta de humo, y haciéndole señas para que se acerque.— Hemos podido...aprovisionarnos mientras estabas ausente. No es una experiencia que repetiría, pero... Me encogí de hombros. >> Ven, hace frío, el edificio se encuentra lleno de gas tóxico, y estamos alrededor de un cadáver en llamas. Son las vacaciones soñadas, ¿eh?— solté una risa áspera, para luego estudiarla.— ¿Estás herida? ¿Necesitas algo de medicina o atención? Y ya que estamos con el tema, ¿tienes a alguien por quién valga la pena volver, Aisha? ¿Alguna razón por la cual valga la pena matar a todos y cada uno de los participantes de este juego? Hambre: 7 (3/3) Sed: 7 (3/3) Cansancio: 8 (1/2)
