Imagine [Torneo]

Esta historia es un one-shot para la actividad momentos, la historia sería lo que comúnmente se le llama Subrealista. Que la disfruten. Por cierto el titulo esta en ingles.


She lives in a fairy tale
Somewhere too far for us to find
Forgotten the taste and smell
Of the world that she's left behind
It's all about the exposure the lens I told her
The angles were all wrong now
She's ripping wings off of butterflies

Miró los arboles balanceándose al viento soñando que es una de sus hojas un momento, llevada al cielo. Violeta extendía sus manos esperando que en cualquier momento ocurriera y pudiera irse de allí, tal vez así olvidaría todo lo ocurrido, tal vez así al bajar la mirada no descubriría que todo a su alrededor ha caído, que todo se ha desvanecido.

—Andando niña holgazana, camina o te quedaras a dormir en la calle— ordenó secamente una mujer de nariz aguileña y pelo negro.

La niña la observó desafiante por un segundo pero cuando la mujer volteaba, ella bajó la mirada.

Después de varios minutos de caminar, entre calles húmedas y llenas de barro, las farolas de aceite a su alrededor comenzaron a encenderse, alumbrando los edificios descoloridos a sus alrededor, al menos los que quedaban de pie, pues muchos de ellos se habían vuelto ruinas a causa de guerra que aún acontecía y que había ido a desbastar mas a este pueblo ya abatido.

Frente a sus ojos se alzaba un edificio de unos cinco pisos, con un enorme arco en su entrada, de un color blanco mancillado por la humedad, este era el orfanato en el que vivió los últimos años y en el que su conciencia la traicionaba a veces y le hablaba que jamás saldría.

La mujer le adelantaba el paso, la empujaba mientras abría la puerta que rechinaba conforme es arrastrada.


—Pasa niña tonta, te me quedas mirando como si esperaras algo— le reclamaba


La niña frunció el ceño y dio un suspiro mientras atravesaba el umbral. Se deslizaba con rapidez hasta su habitación corriendo por las escaleras, de alguna forma ese era su único refugio en este mundo caótico.


—¡No corras maldita sea, te romperás el cuello! — alcanzaba a escuchar a lo lejos pero no le importaba.


Su padre se perdió en acción, su madre, a ella la recuerda, creía que estuvo abrazándola en el hielo después de una explosión que ocurrió por un bombardeo cuando en el tren en el que eran transportadas se dio un ataque, se creía que murió. Desde entonces fue llevada a ese lugar, le dijeron que estaría bien, ella comprendió desde el primer momento que no sería así.


Pasaron unos minutos o tal vez algunas horas, el tiempo era un tanto extraño en ese lugar, cuando escuchó en el pasillo un altercado, la mujer propietaria gritaba, Violeta sabía que odiaba a los niños pero por 20 chelines al día por uno por parte del gobierno, afirmaría ante lo público lo contrario. Esos gritos solo podían significar algo, al escuchar el quejido de un niño, lo confirmó.


—Niño estúpido, ¡tiraste todo!, ¿crees que me regalan la comida?, por eso no comerás en una semana, ¡así aprenderás!. —vociferaba la mujer mientras se disponía a golpearlo.


Ella vio al niño con un plato en el piso y el resto de un asado sobre él, éste lloraba, corrió lo más rápido que pudo hacia él.

Del pasillo y las paredes no quedó nada, todo era arrastrado por aquel viento mágico que transmutaba también la alfombra de la casa en un piso de cristal azulado, de la nada surgía una imponente torre de diamante que se perdía en las nubes y con esta otra y otra más, todo esto ante cielo de flameaba el atardecer. Violeta tenía esos pequeños y vivaces ojos grises, una boca pequeña, una piel cara escarchada por unas cuantas pecas, pero fuera de eso muchas cosas habían cambiado en ella. Su pelo comúnmente una mata de cabello alborotado, caía suavemente ahora por los costados impulsando por la brisa, vestía una especie de armadura que le rodea el pecho y el abdomen, encima de una campera color azul que parecía camuflajearse con el paisaje, una falda negra similares a las escolares, y unas medias blancas que cubrían todas piernas y unas valerinas negras. Frente a ella estaba el niño, pero en el lugar de su agresora había una criatura esquelética y enorme, con unas manos gigantescas con unas uñas negras, un rostro arrugado con los rasgos torcidos y exagerados con una piel casi transparente y un especie de aura tenebrosa a su alrededor.

—¡Ey criatura!, tu pelea es conmigo…— dijo desafiante Violeta.


El monstruo sin pensarlo dos veces saltaba hacía ella, de sus alas surgían dos alas desgarradas y oscuras como de un cuervo y la eleva a toda velocidad en el aire mientras la chica forcejea por ella. Ya estando a una altura considerable la arrojó inclemente al vacío, la chica sin preocuparse volteó hacia arriba y sacando un arco de su espalda lanzó una flecha de la que salía una cuerda hacia la harpía, esta chilló del dolor mientras perforaba su pierna, la chica rápidamente se sujetaba de la cuerda y en el aire comenzaba a escalar hasta él monstruo que se movía erráticamente de un lado a otro, lo que hacía falsear un poco a Violeta. Cuando estaba por tirarla dio una pirueta y terminaba encima de ella, decidida tomaba tres flechas y las apuntaba al cuello de la harpía, pero cuando estaba por dispararlas esta daba un giro sorpresivo y la chica caía de nuevo, precipitadamente lograba agarrarse de uno de los pilares que rodeaban el lugar.

El viento helado soplaba mientras observaba que de nuevo el monstruo iba a atacar al niño.

—Tengo que hacer algo…—murmuraba a sí misma.

Soltándose del pilar se arrojaba desde más de veinte metros de altura, pero en el aire arrojaba cuatro flechas, con un impresionante rapidez y precisión estas terminaban formando un cuadrado y dentro de éste surgía mágicamente una red, ella caía en su interior y con pirueta quedaba de nuevo frente a la criatura, esta chillaba emitiendo un sonido que aturdía sus oídos mientras de sus fauces emanaba un rayo eléctrico que serpenteaba letal hacia ella, la chica con gran maestría lo sorteaba hasta quedar frente a frente y antes de que el monstruo hiciera otra cosa, lo abatía con flechas una tras otra hasta que caía inerte al piso.


—¿Estás bien? — le preguntaba con una sonrisa al pequeño.


Este se la devolvía y afirmaba con la cabeza.

De pronto los pasillos del orfanato reaparecían, esa media luz nostálgica que alumbraba el lugar, la alfombra carcomida… Y allí estaba ella frente a aquella mujer, con un ardor en el brazo por haberse interpuesto en medio del golpe que iba para el niño, se encontraba Violeta, éste efectivamente le sonreía y ella a él mientras la mujer la observaba con rabia. Habían tocado a la puerta, de lo contrario habría descargado su ira en ella.


—Ven Leon, estaremos en mi habitación hasta que se le pase.


—De acuerdo—le decía dándole la mano.

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Algunos de esos días que podían conocer el exterior por si solos, acontecía entonces, unos unas cuantas semans después de este hecho. Dos chicos iban con ella, Marvel y Leon, que la veían como su hermana mayor, su protectora y de cierto modo, lo era. La mujer que cuidaba el orfanato había salido y aunque los había encerrado bajo llave ellos se habían escapado por la ventana, rumbo a los campos de cultivos que quedaban a la orilla de la ciudad.


—Marvel, toma unos cuantos tomates y ayúdame, creo que encontré unas papas—gritaba el pequeño.


—Ya voy…aguarda…—decía la niña de pelo rizado corriendo tras una mariposa.


Violeta estaba en cuclillas tomando algunas flores para hacerle una corona a la niña.


—Miren quienes están aquí de nuevo…— escuchaba una voz detrás de ella y se levantó enseguida.


Eran tres tipos altos y morenos, sonreían burlones.


—Saqueando otra vez las cosechas ladrona…— dijo uno de ellos secamente.


—Deberíamos de llamar a la policía— agregaba otro.


—Niños…— dice Violeta atrayéndolos con sus manos.


Los niños corrían y se ocultaban detrás de ella.


—No les hace daño que hagamos esto, necesitamos que comer en el orfanato…— Violeta se detuvo, ya demasiadas ocasiones había contado esa historia y a ninguno de ellos les importaba.


—¿Y si nosotros mismos les damos una lección?, la ladrona no esta tan mal, yo pido…—dijo uno de ellos con mirada lasciva.


De pronto todo perdía color, el césped ese amarillo verdoso, las calabazas en los cultivos, la vieja cabaña a lo lejos, el cielo, las montañas y el pueblo a lo lejos, era una pintura que se desdibujaba como si el mundo se rediseñara. En su lugar comenzaron a aparecer nuevas sensaciones, nuevos sonidos, rascacielos se levantaban entre el ajetreo urbano, emergían autos yendo y viniendo en medio de una ciudad moderna ya agitada, el tren subterráneo silbando sobre los rieles que estaban sobre ellos.

Violeta tenía el pelo recorrido en una coleta, llevaba unos pantalones negros de cuero, una playera color blanca y una gabardina negra, gafas oscuras y labios teñidos de rojo. En sus manos portaba dos magnum plateadas, frente a ella tres androides corpulentos rodeados de una coraza grisácea y oxidada, observándola a través de su único ojo color rojo en su rostro plano.

—Déjennos en paz—observó de reojo a los niños— o será lo último que hagan—sentenció.


Rechinando una de las maquinas se movió con rapidez hacia ella.


—Ocúltense, yo estaré bien…—le dijo a los pequeños que observaban temerosos.


El androide dio puñetazo al piso que alcanzó a esquivar dando un salto, estando en el aire la criatura disparó varios misiles que surgieron de unas compuertas de sus hombros hacia ella, la gente que observaba salió corriendo, ella accionó sus armas y disparó, con increíble precisión las balas contrarrestaron a los misiles y ella con pirueta hacia atrás pudo caer al piso corriendo hacia el robot, accionó de nuevo su arma mientras corriendo trepaba en él, dándole con las balas en la cabeza, la primera máquina cayó así, echando chispas del rostro pesadamente al piso.

El segundo androide fue hacia ella le intentó asestar varios puñetazos que libró sin problema, saltando le pegó una patada que lo hizo titubar, ella corrió hasta él que estaba caído y presionando uno de sus extremos su mano se abrió dejando escapar un rayo que perforó en el abdomen al segundo.


—Solo quedamos tú y yo— le dijo al último de ellos en pie mientras sonreía.


Se encontraba cada uno en un extremo de la calle divididos por cientos de autos varados en medio de esta, el robot produjo una especie de silbido que destrozó los vidrios de los aparadores así como las ventanas de varios edificios, estos descendían hasta Violeta, mientras el androide corría hacia ella empujando los autos hacia los lados, ella miró hacia los lados y sonrió mientras veía a su lado una motocicleta. Rápidamente subió a ella y se dirigió hacia su rival, justo en el momento en que este estuvo por lanzarle un golpe ella saltó y le lanzó la motocicleta encima, con una agilidad y rapidez inhumanas cayó en el piso y derrapó un poco, volteó hacia él y disparo hacia el vehículo varias ocasiones provocando que detonara, acabando con el ultimo.


—Violeta, los venciste tu sola…—decía Marvel sonriendo entusiasmada.


El mundo se rediseñaba nuevamente, la casucha a lo lejos y el pueblo estaban de nuevo remplazando a los rascacielos, los cultivos y la tierra se miraban de nuevo. En el piso yacía uno de ellos observándola con odio, con el labio entreabierto, los otros dos corrían a los lejos, ella llevada un palo entre sus manos.


—Esto no se quedará así ladrona…— decía uno de los tipos mientras huía.


Ella vio a los dos niños y sonrió, mientras se sentaba para seguir tomando flores.

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Paso un tiempo y la guerra culminó, varios de los niños comenzaron a ser reclamados por sus padres o adoptados, a Violeta esto le deba mucho gusto, tendrían una vida mejor fuera de ese lugar. Sin embargo ella era muy grande y pocas personas se entusiasmaban por querer a unas chica de once con ellos para adoptarla, sus padres no había vuelto por ella, esperaba que al menos su madre pudiera hacerlo, tal vez, si tan sólo ese incidente no hubiera ocurrido.

Pegó su rostro hacia la ventana mientras nevaba, sin saberlo de sus mejillas comenzaron a brotar lágrimas y cerró los ojos, pensó en cuanto había pasado y cuanto pasaría. Golpeó la ventana con fuerza por coraje, en ese momento el cristal de esta se trozó un poco para luego al parecer de ella estallar, de pronto se escuchó el silbar el tren, podría oler el carbón quemándose en la caldera, el sisar de las ruedas andando. El cuarto de su habitación se hacía más pequeña, todo a su alrededor detonaba y enseguida se reorganizaba de una forma distinta.

—Violeta, ¿estas bien? —le murmuró una voz.

Ella se levantó precipitadamente, era su madre, estaba a su lado de nuevo aquel día del tren. La abrazo fuertemente a ella ansiosamente, quería que durara eso por siempre, pero recordó, lo que sucedía unos segundos después.

— Mamá, mamá levántate…


—¿Qué pasa pequeña?, ¿estás bien?


—No mamá ven— la jalaba desesperada— tenemos que irnos…


La mujer desconcertada se levantaba con ella y la seguía.


—¿A dónde vamos hija?


—Tenemos que salir del tren antes de que…


No lograba terminar la frase cuando se escuchaba una explosión, seguida por otra, segundos después, el vagón se tambaleaba y a lo lejos alguien se escuchaba gritar, por la ventana podían verse los aviones atacando el tren.


—¡Oh no es demasiado tarde!, ¡Corre mamá!, ¡Corre!...


Violeta en ese momento lidiaba con los traumáticos recuerdos que tenía de aquel momento, luchando por que no se repitiera. Entre explosiones, destrucción y muerte, madre e hija sobrevivieron hasta el último vagón, observando el vació vacilando entre lanzarse a él mientras las llamas que consumían el vagón estaban por alcanzarlas. Se escuchó un silbido un avión disparaban hacia donde estaban, ella presionó solo la mano de su madre esperando el fin.


—Te amo mamá…


Pero ese justo momento se escuchó un chistar de entre el fuego emergía una criatura compuesta por él, impetuoso se paró tras ellas y levantando su mano hizo detonar el explosivo antes de que las alcanzara, acto seguido se sacudió el fuego de él y aunque era humanizado se puso en cuatro patas para que subieran a su lomo. Era esplendida criatura, tenía cara reptilesca y un cuerpo azul brillante, unas enormes lanzas y garras y un torso semi-humanos, las mujeres no dudaron en subir a él. Emprendió el vuelo a toda velocidad, surcando los cielos en ese momento, dejando atrás él tren en llamas y los aviones, dejo atrás la guerra y para Violeta dejaba atrás el pasado.

Con lágrimas en los ojos esta vez felicidad se aferró a su madre mientras un cumulo de unas nubes las rodeaba.

—¡Llaman a la puerta niña inútil!, ¡abre ya!—se escuchó a lo lejos un ruido que la despertó.


Se observó en su habitación, en su cama, en el orfanato. Suspiró y tragó saliva por la fuerza para evitar llorar, pero inevitablemente las lágrimas brotaron nuevo, bajó las escaleras rápidamente, limpiándose con sus ropas dio un respiro fuerte y giró la perilla de la puerta, mientras deslizaba esta con la mirada baja algo le indico voltear hacia el frente.

Ella vivía en un cuento de hadas,en algún lugar muy lejos de nosotros para encontrar, olvidando el sabor y el olor del mundo que ella dejó atrás, tratando de forjarse uno nuevo y olvidar, dándose fuerzas para seguir. Hasta ese momento, en ese instante algo imposible, al menos ella lo creía así, ocurrió. Observó unos ojos pequeños como los de ella llenos de lágrimas, miró esas mismas pecas de su rostro, ese mismo cabello oscuro de ella pero en melena, sintió unos brazos rodeándola y llenándola de calor, unos labios besando su frente, una sensación que no creyó volver a sentir.


—Ma-má…—susurró mientras escondía su rostro en su pecho y la abrazaba


—Tú me salvaste hija, lo hiciste…—le decía mientras abrazaba.

“La realidad no existe si no hay imaginación para verla.”

Paul Auster​