I'll be there.

Tema en 'Literatura experimental' iniciado por Algodón, 25 Julio 2012.

  1.  
    Algodón

    Algodón epicfail。

    Escorpión
    Miembro desde:
    14 Julio 2012
    Mensajes:
    60
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    I'll be there.
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1563
    «Estaré ahí, en cualquier momento a tu lado, estaré ahí, solo para ti».
    I'll be there – Taeyang.
    .
    I'll be there
    .

    No podía evitarlo, recordar los recuerdos melancólicos le provocaban un sentimiento de tristeza que la inundaba por dentro.

    Sin siquiera darse cuenta, repentinamente se vio huyendo. ¿Huyendo de qué? No tenía idea, pero tenía aquella imperiosa necesidad de alejarse del mundo y alejarse de sí misma. Corría y corría, alejándose de donde estaba, como si el peor de los monstruos la estuviera persiguiendo. Tenía miedo. Mucho miedo. Temía volver a recordar, temía volver a sufrir, temía estar sola.

    Un rugido del cielo la hizo estremecer y caer de bruces al suelo, golpeándose el rostro y rompiéndose el labio inferior. Sin embargo, no se levantó.

    ¿Sola? No… no tenía miedo de estar sola, pero, se sentía sumamente... abandonada. Sentía la ausencia de su familia más presente que nunca y sentía que los necesitaba, que los extrañaba mucho. Un nuevo rugido del cielo la hizo revivir una y otra vez el accidente. Era como vivirlo nuevamente, con el mismo dolor, con el mismo sentimiento de desolación, con la misma sensación de que había quedado desamparada en un mundo hostil.

    Cuanta falta le había hecho. Ella, papá, mamá… quería verlos, abrazarlos, percibir su aroma, sentir su calor, su amor…

    ¿Cammy? —pudo escuchar la voz de David, el único que sabía aquel ferviente temor hacia las tormentas por su similitud acústica con las avalanchas, tras los truenos y relámpagos que encendían el cielo tormentoso.

    No quería levantarse, no quería hacerlo. Ella sólo quería una cosa y nadie podía dársela, nadie.

    ¿Qué crees que estás haciendo? ¡Esta lloviendo!

    — Mía…

    — ¿No que ya habíamos pasado por esto?

    — Papá… mamá…

    — ¿Qué estás dicien-? —se tragó sus palabras al ver como las lágrimas caían por los ojos del chico, perdiéndose y confundiéndose con las furiosas gotas de lluvia.

    — No me dejes sola... quédate conmigo —sujeto la muñeca del chico, con ojos esperanzados.

    Desde hacía mucho que no la veía así. Tan triste, tan sola, tan desamparada, tan… pequeña e indefensa.

    La levantó con cuidado y pasó su brazo por sobre sus hombros para que pudiese apoyar su peso en él. Por su parte, David pasó su brazo restante por la cintura de la deprimida chica para poder sostenerla sin que se le resbalara por la falta de fuerza de la menor. Así, comenzó a literalmente arrastrarla, ignorando la tormenta que les caía encima y pensando cómo diablos Camila había retrocedido tanto en el asunto que concernía a su difunta familia.

    Cuando llegaron a casa del mayor, David inmediatamente la llevó a su habitación y, revolviendo un poco de todo, logró encontrar una toalla que le tendió a la cabeza en un gesto que intentaba destilar dulzura.

    Sécate y descansa.

    Un trueno resonó y Camila no hizo más que intentar reprimir un grito de terror y esconderse bajo las sábanas de la cama, las cuales terminaron completamente desacomodadas al haber sido sacadas de su ordenado lugar tan bruscamente.

    Podía ver cómo temblaba.

    — ¿D-David? murmuró con apenas un hilo de voz, sin salir de su escondite. Escuchó la puerta cerrarse, volvía a estar sola.

    Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que escuchó nuevamente la puerta abrirse. No hubo necesidad de salir de su escondite, pues las sábanas fueron quitadas bruscamente de su ser, revelando su indefensa figura, y el rostro de David nuevamente apareció.

    Repentinamente, sobrevino un extraño telón de silencio que amortiguaba cualquier sonido que pudiese haber llegado a sus oídos.

    Me los prestó Rodrigo, por si preguntas —escuchaba la amortiguada voz del mayor tras esa pantalla de silencio que logró calmarlo en cierta medida, explicando la procedencia de aquellos gruesos audífonos que él no alcanzaba a ver.

    — G-Gracias.

    Y, relajándose por aquella cálida seguridad que le brindaba la presencia del chico, comenzó poco a poco a ceder al sueño. Había olvidado su labio roto, la escasa sangre seca que aún ensuciaba parte de su mentón y que estaba mojada de pies a cabeza. El dolor, aún latente, parecía ir apaciguándose brindándole cierta tranquilidad. Estaba cansada, psíquica y emocionalmente agotado.

    Sin darse cuenta, se quedó dormida sobre la suave cama completamente desarreglada y con una toalla medio mojada por allí tirada.

    David, por su parte, temiendo que su amiga se volviera a descompensar, la acompañó hasta que cayó en los brazos de Morfeo. Cuando la respiración pesada y acompasada de la castaña llegó a sus oídos, se quedó observándola por unos momentos antes de levantarse y abrigarla con su chaqueta; se dio cuenta que era poco, por lo que buscó una manta más gruesa. Sabía que sus ropas mojadas seguramente le costarían un resfriado, pero quizás un poco más de abrigo aminorara los efectos del enfriamiento de su cuerpo.

    Cuando salió de la habitación, lanzó una última mirada hacia la menor y cerró con cuidado la puerta para no perturbar su sueño.

    .x. x. x.
    A la mañana siguiente, el blanco del nevazón que le había seguido a la tormenta ya muy entrada la noche relucía sobre todos los alrededores. Entre tanto movimiento, la cansada Camila Suzuki se despertó por el ruido de manera lenta y acompasada, desperezándose como quien no quiere la cosa. En un momento le costó orientarse, pero cuando se dio cuenta que estaba en un lugar no tan desconocido, la familiaridad del hogar la embargó y protegió de cualquier sensación amarga que pudiese haber quedado del día anterior.

    Cuando se levantó notó como una manta caía al suelo, seguida de una chaqueta que no le pertenecía. Se quedó observando ambos objetos por un instante, sin saber qué decir, cuando los ruidos de pasos apresurados la despabilaron nuevamente.

    Sin embargo, algo llamó su atención. Recargada en la puerta de la habitación estaba la antigua fotografía de él con sus padres y su hermana, pero el marco parecía haber sido cambiado, pues era mucho más largo de lo que él recordaba. Curiosa, se acercó a ver de qué se trataba aquello y apenas pudo contener la sorpresa al ver que, adherida a la fotografía de su familia, había tres fotografías más pegadas.

    Pero, algo más que llamó mucho su atención es que todas estas fotografías adicionales, además de estar pegadas a la fotografía original con una simple cinta adhesiva, como si lo hubiesen hecho de momento, tenían caritas hechas a lápiz o minúsculos mensajes apenas entendibles de sus compañeros de secundaria.

    Reposando sobre el ahora cuadro por la longitud que tenía había una nota que podía distinguir perfectamente que fue escrita por alguien con quien amaba estar.

    Siempre puedes contar conmigo, estaré a tu lado cuando me necesites.
    —David.

    Su cara adquirió un color rojizo, sintiéndose un tanto avergonzada.

    Tomó el cuadro en sus manos y lo dejó cuidadosamente sobre su cama, preocupándose de no estropearlo. Literalmente voló hacia las duchas y se vistió en menos de lo que pensaba, apresurándose para encontrar a su amigo.

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    +He escribo esto en respuesta a la actividad Situaciones entrecruzadas de Kei. Y si haz llegado hasta aquí, muchas gracias por leer~
     
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