[III Ciudad] Huacachina (Zona) [FSN]

Joey Wickham
Vida: 60/100
Oasis

El grito ahogado que llegó a sus oídos mientras esquivaba el aguijón se clavó como espinas en su pecho, sus brazos, sus piernas. De repente, todo el dolor que había estado obviando lo bañó con la intensidad de una tormenta. Apretó los dientes, envuelto en una oleada de furia, y estiró el brazo en dirección al escorpión.

—¡Assassin, si no haces algo te juro que yo mismo me encargaré de matarte!

No. No iban a meterse con Jez, no podía tolerar que siguieran lastimándola. Esta vez, su servant pareció reaccionar conforme a sus órdenes y arremetió contra el animal, propinándole un ataque exitoso.

 

Jezebel Vólkov
Vida: 60/100.
Zona: Oasis.

Cada picadura palpitaba como si fuese un nuevo corazón, un palpitar ardiente, doloroso, que la regresaba al pensar que no era ella la que estaba herida, si no él.
¿Iban a morir por un puto escorpión? Joder, no.

Si alguien merecía ganar esa batalla del demonio, si alguien debía conseguir el grial era...

Tú.

Ese pensamiento había tenido el tono de voz terrible de Caster, el pensamiento no era suyo y cuando el nuevo hechizo iluminó el desierto, alcanzando a su objetivo otra vez, sí fue ella quien pensó.

Si alguien merecía el grial ahora era Joey.

—Ya casi —murmuró más para sí misma que para el moreno—. Ya casi.

 

Joey Wickham
Vida: 60/100
Oasis

Caster seguía moviéndose con destreza, propinándole ataques exitosos al escorpión. Uno detrás de otro. El cielo oscuro relampagueaba de violeta y Joey desvió la mirada hacia la espalda de Jez, asegurándose de que se la viera bien. Ambos contaban con heridas encima, pero parecía estar llevándolo bien. Incluso en medio de la batalla, no pudo evitar permitirse un segundo para sonreír y renovar sus ánimos.

—¡Assassin! ¡Hazme sentir orgulloso, hijo!

Quizá contara con episodios oscuros en su vida, tachones borrosos que empañaron su memoria y lo fragmentaron. Quizá se tuviera miedo a sí mismo, como si dentro suyo habitara un monstruo agresivo e incontrolable. Quizá tuviera esta tendencia patética a desligarse de sus problemas y fingir que todo estaba bien. Quizá había querido jugar el papel de héroe, porque no podía permitir que muriera la única persona capaz de ver fortalezas en él.

Quizá era así de débil. Pero allí, junto a Jez y frente a ese escorpión horrible, pudo sonreír y sentir que, de alguna manera, sería capaz de hacerle frente a todo esto. Y encontraría una solución.

Assassin se deslizó sobre la arena, entre los árboles y por los aires, propinando un ataque exitoso sobre la criatura. Joey observó el destello plateado de sus espadas bajo la luz violácea y pudo sentir, incluso a la distancia, la gravedad en las heridas del escorpión. Una chispa de esperanza palpitó en su pecho y miró a Jez otra vez.

—¡Ya casi! —exclamó—. ¡Ya lo tenemos, Bellabel!

 

Jezebel Vólkov
Vida: 60/100.
Zona: Oasis.

Al fin Assassin se había concentrado en el desgraciado bicho, ¿mejor tarde que nunca? Sí, en esta situación, era mejor tarde que nunca.
Le había costado lo suyo mover el culo... Un poco como a Joey. Se le escapó una risa que hizo palpitar sus heridas.

El bicho estaba ya demasiado herido para acertar un solo golpe, realmente lo que hacía era revolcarse sobre la arena.

"Bellabel".

Sonrió para sí al escuchar al moreno.

—Caster, aplasta esa plaga de una vez.

El hechicero atendió a la orden de su master, reinició su ofensiva y arrojó una nueva víbora violácea sobre el escorpión, iluminando el desierto y a ambos jóvenes una última vez. El golpe final había sido suyo... ¿Hasta cuándo tendría esa suerte?
El silencio que reinó de repente le resultó abrumador y se dejó caer de rodillas sobre la arena, con la respiración dolorosamente acelerada, y habló para Joey, sin levantar la vista.

—¿Lo ves, idiota? —Volvió a reír a pesar del dolor, una risa aliviada, que buscaba detener las lágrimas que amenazaban con ahogarla—. A veces sobrevivir es más fácil si dejas de jugar al héroe, cariño. No puedes pretender hacer todo solo siempre.

 

Joey Wickham
Vida: 60/100
Oasis

Los últimos momentos de vida del escorpión transcurrieron increíblemente rápido. El animal chilló, el violeta letal desapareció, y todo volvió a la normalidad. La oscuridad, el silencio se agolparon en el cuerpo de Joey y se desplomó sobre la arena, boca arriba, con la mirada fija en el cielo. Poco a poco, su visión fue adaptándose y las pequeñas estrellas distantes comenzaron a aparecer en el paisaje. La voz de Jez le llegó desde un costado. Era suave y baja, pero envueltos dentro de aquella quietud, Joey podría haberla reconocido desde el otro lado del oasis.

—Como diga, su Majestad —bromeó, ingeniándoselas para fabricar una risa corta a pesar del agotamiento—. Creo que ya quedó claro quién lleva los pantalones en la relación, ¿eh?

Era ciertamente un alivio deshacerse de la amenaza inminente, pero con la tranquilidad vino el agarrotamiento y el dolor de las picaduras comenzó a latir de nueva cuenta. Joey apretó los dientes mientras se incorporaba apenas para buscar el contorno de Jez en contraste con la oscuridad. Se apoyó sobre sus codos cuando reconoció la chispa pálida de su cabello y dijo:

—¿Cómo estás? ¿Te duelen mucho las heridas?

Quizá podría recorrer un poco en busca de... ¿hierbas medicinales? ¿Esa clase de cosas? No estaba muy seguro, pero creía recordar a su madre hablando de eso siempre que de pequeños se habían lastimado jugando, o se habían quemado manipulando fuego. Las fuerzas en sus extremidades, sin embargo, eran mínimas y rápidamente volvió a desplomarse. Soltó un bufido.

—Oye, a ver si puedes ayudarme. Hay una planta que se usa en situaciones así, ¿no? Para aliviar el ardor, o para poner donde la piel está muy sensible. ¿Cómo es que se llama? —Sonrió algo avergonzado de repente, cubriéndose el rostro con el antebrazo—. Perdona, es que tienes pinta de ser la clase de chica que sabe cosas así... si eso tiene algún sentido.