Boku no Hero Academia i don't know how to dream your dreams (so i won't)

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Eternatus, 3 Octubre 2019.

Cargando...
  1.  
    La loca de los Gatos

    La loca de los Gatos Maldito calor...

    Aries
    Miembro desde:
    26 Abril 2019
    Mensajes:
    79
    Pluma de
    Escritora
    Y ahora estos monos quieren secuestrar a Ochalo para usarla de carnada pa matar al shiggy por que el tipo de las manos les cae de la verga, y despues de matar a un putero de civiles tengo la ligera sospecha de que los de seguridad les van a decir a los heroes que de plano tiren a matar :x. Quizas lo que mas me gustó fue ver a Ochako activar su meta hability
     
    Última edición: 16 Octubre 2019
    • Gracioso Gracioso x 1
  2. Threadmarks: Memory
     
    Eternatus

    Eternatus Fanático

    Piscis
    Miembro desde:
    11 Agosto 2011
    Mensajes:
    1,279
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    i don't know how to dream your dreams (so i won't)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    3252
    En los próximos capítulos veremos qué pasa en la sociedad de héroes después de que muriera tanta peña. Hoy POV de Uraraka y varios descubrimientos eheheheh. Y definitivamente usará sus nuevos poderes, y tal vez más? :0 Como siempre, gracias por comentar <3

    Recomiendo escuchar la canción Take What You Want de Post Malone ft. Ozzy Osbourne, me inspiró mucho para escribir el capítulo.

    Palabra del día: Memoria.

    i don't know how to dream your dreams
    so i won't

    Day 14: Been carrying this weight for so long. Didn't even notice that my back was so strong.

    Uraraka está muerta y esto es el infierno.

    Edificios arden y cadáveres llenan las calles. Ríos de sangre empapan todo a su paso, y gritos se elevan en una cacofonía de dolor y terror. Violentos impactos sacuden el suelo cada pocos minutos, y el sonido de diferentes quirk chocando entre sí se mezclan al ruído de los gritos, impidiendo escuchar nada más.

    Uravity camina, insegura de lo que está sucediendo. Sus piernas tiemblan del cansancio y constantes oleadas de náuseas la obligan a detenerse cada pocos pasos. El humo que sale de un rascacielos a su lado solo empeora su estado, y la joven tose con desesperación, intentando hacer llegar oxigeno a sus pulmones y librarse de las cenizas que había inhalado.

    Su casco, destrozado y olvidado horas atrás, le habría venido muy bien en aquel momento. Ochako se obliga a salir de aquella calle, pero evitar pisar los cuerpos le dificultan la tarea. Cuando finalmente logra avanzar y alejarse de la marabunta de cadáveres, compuesta por héroes, civiles y miembros del Frente, Uravity necesita detenerse a descansar.

    En algún lugar de su mente surge una duda primordial: ¿qué está pasando? No recordaba nada, ni dónde estaba o contra quién luchaba. Las horas inmediatamente anteriores eran borrosas y, a juzgar por su estado físico y el de su traje, llevaba mucho tiempo luchando.

    Con una mirada pensativa en el rostro, Uraraka se da cuenta de que hay algo mal con su traje, algo que no encaja. Algo que debería ser tremendamente obvio, pero que en aquel momento no puede discernir.

    La cabeza le duele tanto que siente que va a explotar. La joven decide no darle maás vueltas al asunto y seguir caminando. Necesita encontrar al resto de héroes y reagruparse. La zona en la que estaba ya había sido abandonada y la lucha parecía haberse desplazado a varios kilómetros de distancia.

    Allá donde mira, cádaveres ocupan calles, coches, puertas y ventanas de edificios. Ese barrio en particular había sido especialmente castigado, al ser uno de los primeros donde los héroes habían chocado contra el Frente. Ochako se detiene.

    ¿El Frente?

    Una sensación de deja vu la sacude violentamente, y la joven tiene que soportar su peso contra un coche calcinado para no caerse. Como con su traje, algo está mal con luchar contra el FLP. Algo que debería ser obvio y fácil de comprender.

    El dolor de cabeza se hace mas fuerte y Uraraka contiene las ganas de gritar. Los colores rojizos del suelo dañan su mirada, y un molesto pitido en los oídos le impiden concentrarse. Todo lo que puede oler es humo y sangre, y las almohadillas de sus dedos están tan quemadas que ya no puede sentir nada.

    Sus sentidos no estaban funcionando correctamente, y aquello la asustaba. ¿Desde cuándo era el cielo de ese color? Sería producto de un quirk, ¿o tal vez del humo de la ciudad en llamas?

    Una sacudida la obliga a agarrarse al coche con todas sus fuerzas, y en la calle de enfrente algo impacta contra el suelo, dejando un cráter de considerable tamaño. Uravity se pone en guardia, si era un villano iba a…

    ¿Iba a qué?

    La confusión vuelve y Uraraka se obliga a ignorarlo. Aquel no era el momento ni el lugar. Fingiendo una fortaleza que no tiene, la heroína se acerca al humeante cráter.

    Antes de que pueda ver qué ha caído en el lugar, una mano de dedos alargados agarra el borde del agujero, y grietas se esparcen en todas direcciones.

    Algo en su cuerpo grita corre.

    El miedo pega sus pies al suelo.

    Un hombre joven se levanta de entre los escombros, y su pelo blanco y ropas negras contrastan fuertemente contra el cielo rojo y el gris del cemento y del humo a su alrededor. Shigaraki Tomura se eleva en toda su altura y sus ojos rojos como la sangre se concentran en Uraraka, que sólo puede observarlo con la boca abierta.
    De repente, un torrente de imágenes y recuerdos inundan la mente de Uravity, y la joven recuerda dónde está. Quién es. Qué está pasando.

    Uraraka Ochako vuelve a tener dieciséis años, vuelve a encontrarse cara a cara con el líder del Frente de Liberación Paranormal. Como si una presa se rompiese, un rugido profundo emana de su cuerpo, sacude sus huesos, hierve su sangre y acelera su corazón.

    El miedo desaparece y Uravity se mueve.

    La joven cubre la distancia que los separa de un salto y con una demoledora patada que impacta de lleno Shigaraki vuela hacia el otro lado de la calle. La sensación de victoria quema en sus venas, y su joven mente se engaña pensando que puede hacer esto, puede vencerlo.

    En ningún momento llega a pensar que Tomura estaba demasiado desorientado para poder defenderse de su patada. En ningún momento piensa en que debe eliminarlo en los siguientes segundos, que parecen consumirse más rápido de lo normal, o morirá.

    Su mente todavía es demasiado inocente, con poca experiencia y sin conocimiento de causa.

    La ventana de oportunidad se cierra en el momento en que Shigaraki se levanta y el asfalto a sus pies empieza a desintegrarse. Uraraka activa su quirk en sí misma y con los propulsores de las botas al máximo, se lanza sobre el hombre desde arriba, esperando poder noquearlo de una patada a la cabeza.

    Shigaraki levanta la mirada y lo que ve en sus ojos provoca oleadas de miedo que inunda su cuerpo en sacudidas violentas. Una reacción atávica le salva la vida, y Uravity comprende por fin que no hay comparación entre sus habilidades. Iba a morir en aquel lugar.

    Con lágrimas quemando en la mirada Uraraka se lanza a través de la ventana de un edificio, y con sorpresa observa como Shigaraki salta desde el suelo a la pared, y desde allí hasta el piso donde se encontraba.

    Lo que había escuchado por radio horas antes era real, entonces. Shigaraki Tomura había recibido múltiples mejoras físicas, y nadie podía confirmar si eran quirks o no. Ambos se observan en silencio, y aunque lágrimas corren por sus mejillas la joven intenta proyectar seguridad y valentía. Un intento sin sentido, al acabar de escapar del hombre, pero igualmente respetable.

    Shigaraki es el primero en moverse, y Uraraka se ve respondiendo a una miríada de golpes ejecutados con poca técnica pero increíble fuerza y velocidad. El líder del Frente no parece interesado en usar su habilidad, y Uraraka no cae en el error de usar la suya. Aquella era una tregua no escrita. Si usaba su quirk, moriría.

    Así que Uravity se contiene y aguanta. Llevaba más de un año entrenando con Gunhead y Ryukiryu y su técnica era muy buena.

    Y era dicha técnica lo que la estaba manteniendo con vida en una pelea tan brutal como aquella. Uraraka se fuerza a tranquilizarse y a encontrar algún hueco, alguna debilidad o exposición que usar a su favor. Los minutos pasan y su cuerpo está al borde del colapso. Oscuridad amenaza con cubrir su mirada, y de nuevo el pitido en sus oídos parece minar su concentración.

    Un puñetazo demasiado amplio le da su oportunidad, y Uraraka no se lo piensa dos veces. Un gancho en la mándibula y una patada en la cabeza lanzan al hombre contra la pared contraria. La joven había usado los propulsores de sus botas, esperando que la fuerza hubiera sido suficiente para noquearlo. Cuando Shigaraki se levanta como si nada hubiese sucedido, Uraraka quiere morir.

    No podía ganar. Iba a morir allí.

    ¿Qué pensaría Deku?, ¿qué pensarían sus padres?

    Uraraka aprieta los puños con fiereza y enseña los dientes en una mueca agresiva. Si iba a morir allí, sería con dignidad. El mundo sabría que Uravity murió luchando contra Shigaraki Tomura, el hombre más poderoso de Japón.

    El villano la contempla en silencio, y algo en su postura, en su rostro, en el aura de violencia y rabia que desprende, hace que detenga su ataque. Uravity lo miraba con finalidad en su mirada. La joven sabía que iba a morir en sus manos, pero lo aceptaba y decidía seguir luchando. No había ninguna sonrisa estúpida en su rostro como una señal de que todo iría bien. Su mueca parecía más bien una clara señal de agresión y violencia, más lógica en un animal que en el rostro de una adolescente.

    — ¿Por qué quieres ser una heroína? — Shigaraki rompe el silencio y su voz es grave y rasposa. Él también llevaba horas luchando y estaba acercándose a sus límites.

    Aquella pregunta toma de sorpresa a Uraraka, que lo mira como si acabara de decir algo tan irracional y poco característico como una frase de All Might.

    La joven parpadea un par de veces, intentando decidir si aquello era verdad. Shigaraki la mira en silencio, y sus labios están presionados fuertemente entre sí, como si estuviese conteniendo una mueca.

    — Porque quiero devolverles a mis padres lo que ellos hicieron por mí. — Uraraka responde en un susurro y de su boca cae sangre. Se había mordido la lengua. — Patético, ¿verdad? Cómo puede compararse eso a gente como Deku, o All Might. Ellos luchan por poner sonrisas en los rostros de las personas, y para mí también debería ser así. Me siento bien ayudando a la gente, me siento bien cuando sonríen, pero… eso nunca es suficiente…

    Con una exclamación de sorpresa, la joven se lleva las manos a la boca y mira al villano horrorizada. No había planeado ser tan honesta con él. Aquello nunca se lo había transmitido a nadie, esas dudas en sí misma, esa inseguridad, ese sentimiento de no ser lo suficiente… Debería estar más cansada de lo que pensaba.

    — Las razones de los héroes de cuarta como All Might son falsas e hipócritas. El interés mueve al mundo, no la felicidad, no la seguridad. — Las palabras de Shigaraki suenan agrias, serias.

    — ¿Por qué eres un villano? — Ochako escucha las palabras salir de su boca y no logra recordar cuándo decidió que sería buena idea hacer esa pregunta. Uravity llevaba demasiado tiempo preguntándose cuáles eran las motivaciones del villano frente a ella.

    — Cuando más lo necesitaba los héroes me dieron la espalda, la sociedad me dio la espalda. Sus malditas sonrisas no se desvanecían ni por un segundo, pero nadie se molestaba en ayudar a un crío en apuros. Voy a arrancarles la sonrisa para que vean el verdadero horror de este mundo.

    Un sentimiento de empatía se extiende por Ochako, y la joven asiente débilmente.

    — Nos lo merecemos, ¿no? Esta sociedad es un puto desastre. — Si iba a morir, quería que sus últimos momentos se decidieran por su honestidad. Shigaraki parece sorprendido ante esto, pero antes de que pueda decir nada una golpe sacude el edificio, y el suelo bajo Uraraka se hunde.

    Una parte del edificio se desprende y cae al vacío, y Uravity se percata con extraña calma de que ha llegado al límite y ya no puede usar su quirk. Por lo menos había sido fuerte y honesta hasta el final.

    Un súbito tirón seguido del dolor más acuciante que había sentido en su vida la obligan a mirar hacia arriba. Shigaraki está colgado del hueco en el edificio, sujeto solo por cuatro dedos, y su mano izquierda la agarra por la muñeca. Los cinco dedos están haciendo contacto con su piel, y grietas sangrientas se abren paso por su brazo, pero Uraraka no se desintegra. El dolor es tan intenso que la negrura en su mirada se hace insoportable, y Uraraka sabe que va a desmayarse. Shigaraki parece concentrado únicamente en donde su piel toca con la suya, como si intentara que su quirk no se extendiese por su cuerpo. ¿Desde cuándo podía hacer eso?

    Una idea aparece en el fondo de su mente y Uravity lucha contra la inconscienta mientras contempla los cuatro dedos de Shigaraki temblar ante el peso de dos personas. Qué fácil sería desestabilizarlo. Qué fácil sería tirarlo al vacío. Ambos morirían a esta altura. El Frente de Liberación Paranormal se quedaría sin su líder y sin su mayor arma. Los héroes podrían tomar la delantera y la batalla terminaría.

    La parte racional, lógica, de su mente sabe que eso es lo correcto. Si eliminaba a Shigaraki ahora salvaría miles de vidas. Por una vez en su vida sería útil de verdad y estaría a la altura de Deku. Una sonrisa sardónica aparece en sus labios. Había prometido ser honesta hasta el final.

    Shigaraki tira de ella y Uraraka es lanzada contra la parte intacta del edificio. El villano sale del borde en un instante, y Uravity sabe que ha perdido la única oportunidad que ha tenido de acabar con él. La culpa la ahoga y lágrimas inundan sus ojos.

    El edificio se tambalea una vez más y algo impacta contra su cabeza antes de que el villano pueda hacer nada. Tal vez así sería mejor. Moriría sin tener qur enfrentarse a esa parte de ella que no sentía culpa por no acabar con Shigarki.

    La oscuridad lo devora todo.




    Uravity abre los ojos con un grito silencioso en la garganta. Todo es borroso durante unos segundos, y la joven lucha por mantener la consciencia y aferrarse a la realidad. Un sueño. Había sido un sueño.

    Una alarma suena en la habitación y pasos se acercan corriendo. En la mente de Uraraka todo es un caos, pero los recuerdos empiezan a hilarse entre sí. Ochako comprende que el sueño eran recuerdos que había reprimido cinco años atrás, probablemente de forma inconsciente para proteger a su mente del trauma.

    La culpa que la había estado acosando durante cinco años por primera vez tiene sentido. Las palabras de Shigaraki, sus acciones… Todo parecía encajar.

    La puerta se abre con urgencia y varias enfermeras entran rápidamente. Ante esto Uraraka se percata de que está en el hospital, y como si de un interruptor se tratase, un terrible dolor se extiende por todo su cuerpo.

    La joven grita, o eso intenta, pero una mascarilla de oxígeno se lo impide. Hay tubos en su nariz, vías en sus brazos… Las nuevas sensaciones son apabullantes y la joven siente como empieza a perder el conocimiento.

    Las enfermeras hablan, puede escuchar su voces, pero no entiende sus palabras. Es como si su cerebro se negara a funcionar. Una de ellas saca una jeringuilla del bolsillo, y pocos minutos después Uraraka se desmaya.

    Esta vez no hay sueños. Todo es oscuridad, y Uravity se deja ir.

    Cuando despierta por segunda vez, no está sola en la habitación. Su cuerpo lo percibe de inmediato aunque no haya abierto los ojos. La joven lucha contra el instinto de fingir permanecer dormida, y por fin su cerebro responde. Los sonidos de la habitación le llegan con mayor claridad, y el acelerado pitido de una de las máquinas a su lado le indica que hubiera sido inútil aparentar seguir durmiendo. El latido de su corazón ya la había delatado.

    Su visión tarda unos segundos en adaptarse a la penumbra de la habitación, y es por eso que su mente tarda unos segundos en reconocer al hombre sentado a su lado. Su pelo es rojo intenso, y sus ojos son tan azules que cuesta mirarlos directamente. Su piel es tersa e inmaculada, y en sus orejas varios piercings brillan con el reflejo de la luz que entra por las ventanas.

    Da…b — Uraraka intenta hablar, pero sus palabras salen estranguladad y confusas. Con irritación la joven se saca la mascarilla de oxígeno de la boca. — Dabi. ¿Qué haces aquí?

    La preocupación la distrae del dolor que provenía de todas las partes de su cuerpo. Habían pasado casi dos meses desde que Dabi había escapado del Frente, y Ochako solo lo había visto al día siguiente, cuando Tsuna había curado sus heridas.

    — Alguien tiene que mantener un ojo en ti, por si los bastardos de oro vuelven. Hawks está demasiado ocupado y ninguno de tus amigos sabe que estoy aquí, así que no pierdas la cabeza.

    Ochako asiente con lentitud, intentando recordar lo que había sucedido… ¿el día anterior?

    — ¿Cuanto tiempo llevo dormida? — Si Dabi estaba allí y Hawks estaba tan ocupado, no podía haber pasado demasiado tiempo.

    — Unas horas. Trajeron a uno de los mejores médicos del país para salvarte la vida. Casi la palmas un par de veces, pero parece que estas bien, viendo que no dejas de hacer preguntas. Como siempre. - Dabi le sonríe socarronamente y Uraraka le pega sin fuerza en el brazo.

    Está tan cansada que no habría podido provocar daño ni aunque quisiera. La sensación de agotamiento e intenso dolor le recordaba al sueño que había tenido horas antes.

    Por primera vez la culpa no la atosigaba como un depredador esperando el momento indicado para atacar a su presa. Recordar el pasado le había sacado un peso de encima.

    Si lo piensa con lógica, aunque hubiera intentado matar a Shigaraki lanzándolo al vacío con ella, el villano habría sobrevivido. Sus capacidades físicas estaban en un nivel completamente diferente a las de un humano medio, incluso a las de un héroe. Viendo su agilidad, fuerza y resistencia, Tomura probablemente hubiera caído de pie sin problema alguno. Y ella habría muerto en vano.

    Lo peor de todo estaba en que Ochako no había querido matar a Shigaraki. No lo quiso en el pasado y no lo quería ahora. En lo más profundo de su mente sabía que su muerte solucionaría muchos problemas, pero aún así no podía llevarse a querer eliminarlo.

    Algo en ella resonaba fuertemente con el villano. Con sus ideas. Con su ser. Todo él le recordaba a una versión libre y brutal de lo que podría haber sido.

    Y, claro, también tenía que tener en cuenta que el hombre la había salvado. Hace cinco años no había tenido razón alguna para evitar su caída. No había tenido razón alguna para no hacerla trizas con su quirk.

    No había tenido razón alguna para sacarla del edificio antes de que éste se desmoronara, ni para dejarla en un lugar seguro donde los héroes pudieran encontrarla con facilidad.

    ¿Por qué la había salvado?

    ¿Por qué continuaba salvándola, una y otra vez, sin motivo alguno?

    Uravity se pregunta si Shigaraki Tomura es de verdad quien dice ser. Un hombre centrado en la destrucción de la sociedad de héroes no tenía razón alguna para salvarla hace cinco años, y tampoco ahora. La curiosidad se transforma en una extraña sensación de necesidad por saber qué se esconde tras la máscara de Shigaraki.

    Las cosas estaban muy complicadas entre ambos, pero quizás… quizás podría descubrir quién era el villano de verdad.

    Y tal vez así descubriría su propia identidad en el proceso.

    A su lado Dabi la observa con un brillo conocedor en la mirada, y ninguno dice nada.
     
  3.  
    La loca de los Gatos

    La loca de los Gatos Maldito calor...

    Aries
    Miembro desde:
    26 Abril 2019
    Mensajes:
    79
    Pluma de
    Escritora
    Quizas Manolo ya no se sienta tan atraido a la idea que deseaba su sensei para el, si no mas bien el renovar, rebobinar, yo que se :/. Y Ochako con problemas de identidad, quizas es la bronca del doble agente que tenía Hawks :s
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  4. Threadmarks: Nicknames
     
    Eternatus

    Eternatus Fanático

    Piscis
    Miembro desde:
    11 Agosto 2011
    Mensajes:
    1,279
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    i don't know how to dream your dreams (so i won't)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    8667
    Yyyyyy después de más de un mes, I'm back. Mucha locura con la uni, y sigue estando todo un poco imposible, pero intentaré actualizar como mínimo una vez por semana. Mi meta es tener esto acabado antes de que termine diciembre, so... a ver si me sale. Este capítulo me ha costado, y mucho. Las palabras no salían. Irónico, porque creo que es el más largo que he publicado hasta la fecha, pero eso solo lo he logrado repartíendolo en un par de semanas. Desde el capítulo anterior empezó la trama "real" por así decirlo y ahora las cosas se van a ir hilando entre sí: pasado, presente, futuro... está todo previsto. Espero que me salga :ganso:

    Una vez más gracias por comentar. Shiggy siempre va contra corriente, incluso contra AFO, o por lo menos es como yo lo veo desde la saga My Villain Academia. En este fic intento reflejar exactamente eso y más, como va a afectarlo en el futuro y cómo le lleva a afectado estos últimos 5 años. Yyyy Ochako = Hawks? Mmmmm, ES POSIBLE hahahahah. Espero que te guste el capítulo, porque hoy se van a tratar bastantes cosas imporrrtantes:shani:

    Ahora sí, empezamos.

    Palabra del día: Apodos.

    i don't know how to dream your dreams
    so i won't
    Day 15: Welcome to your life, there's no turning back.
    Una figura encapuchada se abre paso entre la multitud abarrotando las calles, pasando desapercibida gracias a su baja estatura y sus amplias ropas que esconden su verdadera constitución. La gente a su alrededor no parece percatarse de su presencia, y la figura aprovecha la distracción que le proporciona una de las gigantescas pantallas situada en el edificio contiguo. Como es lo usual desde hace una semana, el ataque a la agencia del Hawks en Kyushu es emitido en bucle, una y otra vez, siempre comentado por alguien diferente, algún héroe o analista que intenta esclarecer lo que sucedió aquella noche.

    La masacre de Kyushu, perpetrada por la Legión de Oro, sería algo que Japón no olvidaría nunca. Como una de las principales participantes y, de alguna manera, víctima de la situación, Uraraka Ochako aprieta el paso y baja aún más la cabeza, escondiéndose bajo su capucha y su bufanda. El frío le calaba en los huesos, pero eso estaba bien. Necesitaba ese dolor para recordarle que aún estaba viva, para recordarle que aún estaba viva porque había fallado.

    La voz de un conocido presentador capta la atención de las masas y Uravity se desliza por la pared, ignorando lo que se discute en televisión. Si no se hablaba sobre la Legión, se hablaba sobre ella y su nuevo rango. O del despertar de su quirk. La joven no sabía qué era peor.

    Ochako sabía que no se merecía un puesto entre los 20 mejores héroes de Japón, ni el sueldo ni el estatus que acarreaba. Había perdido. Cientos de personas habían muerto esa noche, y el país entero había contemplado como la Legión la había masacrado con total facilidad. Era cierto que, gracias a ella y la evolución de su quirk, ahora tan parecido al de Tomura, todos los que quedaban en la calle habían sobrevivido. La explosión había destruido los cimientos de la agencia del héroe número 2, y si el rascacielos caía…

    Un escalofrío le recorre la espalda y Uravity se lleva una mano al corazón, que le late desbocado. La suerte le había salvado la vida, a ella y a todos los demás. Lo que había hecho, el milagro que había logrado… no tenía nada que ver con ella. Nunca había entrenado su quirk para poder hacer algo de tal magnitud; ciertamente se lo había planteado en un par de ocasiones, especialmente después de conocer e interactuar con el líder del Frente, pero nunca lo había creído posible.

    Para Uraraka, la derrota había sido total aquella noche. En su mente, no había logrado salvar a nadie por mérito propio, ya que, si su quirk no hubiera decidido evolucionar súbitamente, todos habrían muerto. Una sensación de indiferencia, de vacío, se apodera de su cuerpo, y Ochako se percata de que está disociando de nuevo. En la última semana era lo único que la había salvado una y otra vez de los ataques de pánico.

    ¿Desde cuándo era capaz de enterrar sus emociones de aquella manera?

    La joven niega con la cabeza y entra en un edificio de apariencia inocua, similar a los demás en esa misma calle. La planta baja es una cafetería, y Uravity se acerca a la barra y pide un café negro. El camarero la mira con una sonrisa que Ochako devuelve, y en unos minutos tiene su humeante vaso de café en las manos. Uraraka ojea una revista durante unos minutos. A su alrededor nadie parece reconocerla, y sólo una vez que se asegura de que nadie la sigue la joven se dirige al baño.

    En el pasillo, una puerta con un indicativo de ‘Sólo personal autorizado’ se abre cuando Uraraka desliza su vaso por el lector, y un ascensor abre sus puertas. Cuando entra, el aparato se eleva sin necesidad de que pulse ningún botón, y unos segundos después un vestíbulo blanquecino le da la bienvenida.

    Uravity se saca la bufanda y el abrigo, y los deja apoyados en un sofá cerca de un mostrador. Libre de micros por fin, la joven intercambia una mirada con la secretaria, que le entrega una nota con un único número escrito. La puerta número doce se encuentra al final del pasillo, inocua y blanca como todas las demás. Con la mano en el picaporte, Ochako toma una respiración profunda. Sea lo que fuera que le tiraran encima, podría superarlo.

    La puerta se abre antes de que pueda terminar de prepararse, y Uravity se encuentra cara a cara con Hawks.

    El héroe la observa durante un segundo demasiado largo con un extraño brillo en la mirada, y Uraraka se siente demasiado expuesta, como si el hombre pudiera ver a través de ella. El momento pasa tan rápido como llegó, y la usual sonrisa simpática de Keigo vuelve a su rostro.

    — ¡Uravity! Que bien que hayas logrado venir. Estaba preocupado de que mis indicaciones no hubieran sido muy claras. — Takami se lleva una mano a la nuca, fingiendo vergüenza ante sus propias palabras. — ¿Algún problema para llegar?

    Uraraka entiende el mensaje alto y claro. ¿Te han seguido? La joven se obliga a relajar sus músculos y entra en la habitación.

    — Ninguno. Las calles estaban un poco congestionadas, aunque ya haya pasado navidad, pero por lo demás, no ha pasado nada. Y, que conste, tus instrucciones me sirvieron perfectamente.

    Hawks le sonríe con los ojos muy abiertos, su rostro una copia exacta de todas aquellas veces en las que el hombre está demasiado incómodo como para no usar la burla y los chistes como una armadura bajo la que esconderse.

    — ¡Me alegro! Por fin puedo presentarte a nuestros… patrocinadores. Que conste que les he hablado muy bien de ti. — El héroe alado pone una mano en su espalda y la dirige a través de otra puerta, llevándola a una sala imposiblemente blanca y ocupada por varias personas en traje.

    Una mujer de edad avanzada la observa con cautela desde una mesa ovalada, rodeada de hombres que parecen analizar todos sus movimientos. Ochako no puede evitar tensarse ante el escrutinio, y sólo puede agradecer a Hawks por su rápida intervención.

    — Como había prometido, aquí está Uraraka Ochako, también conocida como Uravity. — Hawks la urge a caminar unos pasos y le dedica una última mirada repleta de algo que la joven no puede identificar. ¿Acaso le estaba dando ánimos?, ¿o quizás la estaba advirtiendo de algo?

    Uravity no tiene tiempo de pensarlo mucho, ya que la mujer se levanta, todos sus movimientos calculados y regios. La joven heroína se percata que ella es la autoridad máxima en ese lugar.

    — Un placer conocerte, Uravity. Como sabrás, te encuentras en la base de la Comisión Pública de Seguridad de Héroes. Por razones de seguridad, ninguno de los presentes puede darte su nombre, pero no te preocupes por cómo dirigirte a nosotros. Yo soy la presidenta, y a mi lado se encuentra el vicepresidente. Eso es todo lo que necesitas saber por el momento. — La mujer se sienta y a su lado un hombre de mediana edad y pelo claro se levanta y le hace una corta reverencia, que Ochako responde rápidamente.

    — El placer es mío, presidenta, vicepresidente. — Por el rabillo del ojo, Uravity ve como Hawks se aleja un par de pasos y se apoya contra la pared, y por alguna razón eso le pone los pelos de punta.

    ¿Por qué estaba tan nerviosa a su alrededor?

    La voz de la presidenta la devuelve al presente.

    — Hawks nos ha explicado que llevas seis meses infiltrada en el Frente de Liberación Paranormal, y que has logrado ganarte la confianza de muchos de los comandantes. Incluso la de su líder, Shigaraki Tomura. Lo que nos interesa saber, sin embargo, son los detalles. Al parecer, el tiempo que has pasado con el Frente no ha sido bajo la vigilancia de Hawks.

    El reproche quema, pero Uraraka no sabe a quién va dirigido. Posiblemente a Hawks por dejarla usualmente a su suerte, por confiar demasiado en ella. Ochako reprime un bufido, como si Keigo confiara en alguien. Ni siquiera Dabi tenía la confianza total del héroe alado. Hawks era posiblemente la persona más paranoica que Ochako había conocido en su vida, y eso era decir mucho, teniendo en cuenta su línea de trabajo y sus últimas misiones.

    Forzándose a olvidarse de Hawks durante unos segundos, Uravity aprieta los puños e inhala profunda y silenciosamente, mecanizando su respiración y trayendo a la superficie de su memoria todos sus encuentros con Shigaraki, seleccionando qué le diría exactamente a la Comisión.

    — Hace ocho meses tuve una entrevista con Hawks y me convertí en una de sus principales ayudantes. La misión real no se me mencionó hasta dos meses después, cuando Hawks me llevó a investigar una escena de un crimen perpetrado por el FLP, donde supuestamente Shigaraki había estado presente. Varios días después se me entregó el libro del ejército liberador escrito en su tiempo escrito por Destro, con un mensaje en clave. Mi misión era infiltrarme en el Frente y ganarme la confianza de los altos mandos, para finalmente encargarme de Shigaraki. Dabi, el comandante entonces encargado del reclutamiento, me citó unas cuantas noches después. Hawks ya me había aconsejado de cómo debía comportarme, y mi actuación convenció a Dabi sin problema alguno. Mi primer encuentro oficial con los comandantes fue… poco eventual. Shigaraki llegó poco después con Gigantomachia, y un subordinado con un quirk relacionado con forzar a otros a decir la verdad, me llevó a confesar por qué estaba allí. Afortunadamente, logré convencerlos de que mi razón para querer encargarme de Shigaraki era la venganza, algo que pareció… agradarle. Mi iniciación corrió a cargo de Himiko Toga, comandante encargada de la inteligencia y tortura. Durante dos semanas logré dejar de ser percibida como una amenaza y ganarme la confianza de Toga y de otros comandantes. — Uravity hace una pausa y mira a sus manos, recordando cuán difícil había sido limpiar la sangre bajo sus uñas. — Una de las noches me topé con Shigaraki, y a partir de ese momento logré despertar algún tipo de curiosidad en él. Parece confuso del por qué lo odio con tanta fuerza. — Las palabras saben amargas en sus labios, y Ochako se percata de que hace seis meses eran ciertas. Ya no. — Tuvimos varios encuentros y muchos escalaban a discusiones o violencia, algo que él parece disfrutar. Después de lo sucedido con Dabi, Shigaraki decidió que a partir de entonces trabajaría con él, ya que Toga se encontraba cazando a Dabi junto con los demás comandantes. — Uraraka omite el incidente tras el terremoto, cuando encontró un cargamento de las lanzas de oro y alertó al Frente y no a los héroes, y lo que en algún momento le hubiera traído un complejo conflicto interno ahora la dejaba… vacía, como si creyera en lo que había hecho.

    La presidenta la mira con los ojos entrecerrados, y la tensión es palpable en la habitación.

    — ¿Qué sucedió en las misiones con Shigaraki?

    Una imagen vívida del hombre entre sus piernas, las manos cubiertas de su sangre y una mirada hambrienta en los ojos le provoca un estremecimiento que no pasa desapercibido por los presentes. Uraraka sabe que debe presentarse como una heroína que detesta y teme a Shigarki. Como alguien que lo odia y desea su muerte.

    — Durante los dos meses siguientes tuvimos pocas misiones, todas relacionadas con la Legión de Oro, que había empezado una guerra con el Frente desde el ataque al colegio en una de sus ciudades. — Ochako se percata muy tarde de que acaba de reconocer la posesión ilegítima de una ciudad por parte del Frente, y movimiento a sus espaldas le dice que siga hablando antes de que la Comisión tuviera tiempo de recriminárselo. — La última misión que tuvimos fue la más relevante, ya que encontramos a un informante de la Legión. El altercado acabó con el suicidio del informante y con todos sus guardias muertos. Yo recibí una herida de arma blanca que me dejó impedida durante algunas horas. Shigaraki me sacó del lugar, aunque sus razones no son claras. Según sus palabras, ‘no puede permitirse perder un activo tan importante como yo’. Después de esa noche no he vuelto a verlo.

    El silencio reina en la sala, y presidenta y vicepresidente intercambian miradas. Uraraka puede sentir el sudor en su nuca, el reproche en su garganta. La mirada de Hawks quema en su nuca, y Ochako intenta contener la tensión que parece apoderarse de sus músculos. Acababa de mentirle a la presidenta de la Comisión de Seguridad. Y no una ni dos veces, sino que había omitido y combado la verdad en múltiples ocasiones para no delatarse. Para no delatar a Shigaraki.

    Uraraka sabía que no podía dejar que la Comisión de Seguridad descubriese la situación entre ella y el líder del Frente. Si tenía suerte, la sacarían del caso y la enviarían lejos para ‘protegerla’ y si tenía mala suerte… la obligarían a seducir a Shigaraki para tenderle una trampa y asesinarlo.

    La joven aprieta los dientes con determinación. No, no permitiría que algo así sucediese.

    — ¿Cuáles son tus conclusiones, entonces?

    La voz del vicepresidente la sorprende; el hombre no había hablado en todo el interrogatorio. Su mirada es cautelosa y algo le dice a Uraraka que debe tener cuidado, mucho cuidado con lo que va a decir a continuación.

    — Considero que Shigaraki Tomura confía en mí y que mi posición no ha sido revelada en ningún momento. Ahora que mi quirk ha evolucionado, tal como lo hizo el suyo hace cinco años, es posible que me vea como un activo aún más valioso y evite cualquier ataque proveniente del resto de comandantes, tal y como hizo en su momento con Dabi.

    Las alas de Hawks se sacuden levemente, y Uraraka lo mira a través del rabillo del ojo. Keigo todavía no había perdonado a Shigaraki por lo que le había hecho a Dabi, y posiblemente jamás lo haría, pero en sus ojos había un entendimiento, un respeto que antes no había tenido por el hombre.

    Uraraka no sabe cómo tomarse eso.

    — Tu misión seguirá siendo la misma, Uravity. Ya que consideras que Shigaraki no te ve como un enemigo, sino que confía en ti y te considera un miembro legítimo del Frente, la Comisión desea que continúes con lo que estás haciendo. Gracias a la información que Touya Todoroki nos ha proporcionado, estamos a un paso más cerca de desmantelar el Frente de Liberación Paranormal. Ahora, debemos seguir analizando lo que nos has comentado, Uravity. Podéis marcharos.

    Hawks abre la puerta y Uraraka lo sigue, pero la voz de la presidenta la detiene.

    — Una cosa más, Uravity. Si ves la oportunidad… elimina a Shigaraki Tomura.

    La puerta se cierra y Ochako mira la blancura infinita con los ojos muy abiertos y el corazón latiéndole desbocado. Acababa de recibir una orden directa para eliminar a Tomura. Si desobedecía y era descubierta…

    Algo en la joven se rebelaba contra esa noción, como si obedecer fuera algo aún peor, algo sacrílego.

    Keigo la agarra de la muñeca y la arrastra a través del pasillo con esa estúpida sonrisa plasmada en la cara. Durante los breves instantes en que Uraraka no recuerda que es una actuación, la joven heroína quiere partirle la cara. La realidad vuelve a Ochako como si de un tsunami se tratase, y Hawks se percata de esto, cambiando su agarre para sostenerla por los hombros y casi cargarla a través del pasillo. Cuando llegan al vestíbulo la secretaria no está presente, y Uravity da las gracias por los pequeños milagros.

    El héroe alado agarra su bufanda y su abrigo con una de sus plumas, y en un instante ambos ocupan el ascensor. Uraraka está pálida y sudor frío le cubre la frente. Keigo la cubre con un ala y cuando llegan de nuevo a la cafetería, la ayuda a ponerse su abrigo.

    El viento helado característico de esas fechas los recibe ni bien ponen un pie en la calle, y Ochako se estremece. El ataque de pánico parece haber amainado, pero la sensación de que las cosas no podrían ir peor aún persiste. En las calles varias personas se giran al reconocer a Hawks, y antes de que Ochako pueda decir nada, el hombre la toma en brazos y despega tan rápido que Uraraka siente un latigazo en las cervicales.

    La velocidad de Keigo, como siempre, era suprema.

    El aire es más frío a la altura a la que vuelan, y Uraraka siente como le repiquetean los dientes. Hawks suelta una carcajada y Uraraka le tira del moflete con una sonrisa terrible en el rostro.

    — ¿Por qué no compartes el chiste con la clase, bastardo?

    Hawks se ríe una vez más, y esta vez Ochako no puede evitar unirse. Al fin y al cabo, era eso o derrumbarse. La joven tenía claro cuál era la mejor opción. Keigo parece percatarse de esto, y su vuelo se hace más lento, menos errático y mucho más sencillo de aguantar.

    — A esta altura los micrófonos no funcionan. — Su voz es extrañamente tranquila, pero con un trasfondo que Uraraka no puede identificar. De nuevo.

    La joven asiente, pero no dice nada. Lo que fuera que iba a decirle, nadie más podía escucharlo.

    — Tú… las cosas con Shigaraki han cambiado, ¿no? No es como se lo has pintado a la comisión. Has mentido una y otra vez durante el interrogatorio, pero no sientes remordimiento alguno por protegerlo, ¿verdad?

    Uravity se tensa, preparada para luchar si es necesario. A tal altura y sin sus botas, Uraraka no podría defenderse de la velocidad de su jefe.

    — ¿Y qué sabes tú de eso, Hawks? — Las palabras queman en sus labios; la joven sabe perfectamente que podría estar a segundos de la muerte.

    — Porque has actuado exactamente como yo hace cinco años, Ochako. — Su voz es profunda y llena de entendimiento, lo que provoca que Uraraka lo mire a los ojos, sorprendida. — Lo mío con Dabi… tiene tiempo, mucho tiempo y no puedo evitar ver como tú das los mismos pasos que yo, repites los mismos errores.

    — Yo no tengo nada con Shigaraki. Nuestra relación no tiene nada que ver con la tuya con Dabi. — La respuesta es rápida, practicada, y suena tan poco creíble que Keigo la mira con decepción, pero no con sorpresa.

    — Es precisamente por esto por lo que he decidido… intervenir, por decirlo de alguna manera. Yo también empecé negándolo, ¿sabes? Durante cinco años hemos estado jugando al gato y al ratón, como si eso nos beneficiara de alguna manera. Dabi y yo hemos perdido cinco años que podíamos haber aprovechado, pero ninguno tuvimos el coraje necesario para actuar hasta que fue demasiado tarde. Sólo en sus últimos meses en el Frente logramos tener algo próspero, algo satisfactorio para los dos. — Hawks se detiene frente a su edificio, y Uraraka se mantiene en un silencio expectante, intrigada por sus palabras. — Mira, a lo que quiero llegar con esto es que no pierdas tu tiempo como yo lo hice, como Dabi lo hizo. Ninguno de vosotros es lo suficientemente estúpido como para no darse cuenta de lo que está pasando. Te conozco, Uravity, más de lo que crees, y pienso que tienes una oportunidad de ser feliz. No la desperdicies.

    Hawks los lleva al suelo y la deposita con cuidado sobre sus pies. En sus ojos está ese brillo que Uraraka ahora sí puede ponerle nombre, esa empatía que la descoloca tanto. Y sus palabras… La joven aprieta los puños y se despide. Cuando mira atrás, Keigo ha desaparecido.




    Shigaraki lleva varios minutos esperando cuando algo le dice que mire por la ventana. A varios metros de distancia Hawks desciende frente al edificio con Uraraka en sus brazos. Ninguno parece estar hablando y la postura de ambos es tensa como si acabaran de tener una discusión. La joven se despide de Hawks con una mueca de disgusto en el rostro, y Keigo desaparece en el momento en que Ochako le da la espalda. Cuando el hombre emprende el vuelo, sus ojos se conectan, y Shigaraki lo mira con el ceño fruncido, a lo que Hawks responde con una críptica sonrisa.

    Unos minutos después la puerta se abre, y Uravity entra en su apartamento con una mirada contemplativa y una disposición más acorde a una confrontación. Shigaraki está sentado en el sofá y la joven parece no notar su presencia en un primer momento, pero algo lo delata.

    La comida era el punto débil de Ochako.

    La joven parece oler algo que le interesa en el ambiente, porque en un instante sus ojos se posan sobre las bolsas humeantes sobre la mesa de la cocina, y un momento después, sobre él.

    — Shigaraki, ¿qué haces aquí? — Su voz es diferente, más grave y rasposa. Dañada. Ira inunda sus venas, pero el villano se contiene. Pronto encontraría al líder de la Legión y le haría pagar, muy, muy caro.

    Uraraka parece notar la repentina sed de sangre en el aire, pero no dice nada. A este punto ya está acostumbrada a los silenciosos y esporádicos cambios de humor del líder del Frente. Tomura se levanta del sofá y se acerca a ella, y ambos se miran en silencio durante unos segundos.

    Shigaraki lleva una mano al rostro de Ochako y le aparta el pelo de la cara. Un gigantesco moratón le cubría la sien izquierda, y en su frente descansaban varios puntos. Era evidente que le habían sacado las vendas ese mismo día. La joven se estremece ante el contacto, pero Tomura no aparta la mano, simplemente desliza su mano hasta su barbilla, la cual levanta con un único dedo. Aunque Uraraka no hubiera sufrido ningún golpe o ataque en el cuello, su garganta sí había recibido daños durante la lucha contra el comandante de la Legión, especialmente cuando la había arrastrado y presionado contra el asfalto.

    El hombre no tiene que seguir investigando para saber que el cuerpo de Uraraka, si bien libre de vendas, está lleno de heridas, puntos, y moratones. La joven tenía suerte de poder caminar una semana después de que le hubieran destrozado las rótulas a tiros. El mejor médico del país había hecho honor a su nombre, y Ochako estaba, dentro de lo que cabe, intacta.

    Y viva.

    — Pareces un cadáver viviente, Uraraka. ¿Hace cuánto que no cómes? — El momento se rompe con la burla de Shigaraki, que empieza a reír a carcajadas ante el tick iracundo que aparece en uno de los ojos de la heroína.

    — ¿Perdona? Si has venido a mi casa a burlarte de mí, ya puedes desaparecer. — Su voz sigue siendo más grave y rasposa, pero por lo menos hay vida en ella ahora.

    Creo recordar haberte dicho algo similar hace unos meses. Cómo cambian los roles, ¿eh? — Su sonrisa socarrona desaparece durante un instante cuando Ochako reacciona a sus palabras alejándose de él, su postura tensa e incómoda. — ¿Uraraka?

    La joven se apoya en la mesa de la cocina, y desde el salón Shigaraki puede ver cómo la punta de sus orejas se pone roja. ¿La habría humillado demasiado o…?

    — Si crees que puedes sobornarme con ramen y sushi lo llevas claro, Shigs. ¿Qué hay en esta bolsa…? — Ochako se distrae revisando los contenidos de las bolsas, y Tomura se sienta frente a ella, sonrisa burlona de vuelta en el rostro.

    No era humillación. Ochako estaba avergonzada. La sonrisa se hace imposiblemente grande en los labios de Shigaraki. Además, ¿Shigs? ¿De dónde había salido ese apodo?

    — También hay mochi. — El hombre lo deja caer como si no fuera importante, y Uraraka se gira tan rápido hacia él que su cuello suena con un audible crack.

    Shigaraki está de pie en un instante, sujetándola.

    — Dios, no tenía que haber hecho eso. — Uraraka se apoya sobre la mesa y deja que Shigaraki la sujete mientras lleva una mano a su nuca. — Intento tanto no pensar en lo que ha pasado que llego a olvidarme que sí, sí ha pasado. Que es real.

    La voz de Ochako se hace casi inaudible, pequeña, muy pequeña, y Shigaraki siente como si se le cerrase la garganta. Más allá de las heridas, del dolor físico… las cicatrices mentales, las consecuencias psicológicas… eso era lo que más le pesaba a la joven, lo que más le afectaba. Lo que tal vez nunca podría superar.

    Shigaraki la toma en brazos y la lleva al sofá, y Uravity no se queja. Hay una mirada vacía en su rostro, y el peso en la garganta del líder del Frente se hace mayor. Tomura se arrodilla frente al sofá, y Ochako lo mira, y al mismo tiempo no.

    — Ochako. — Su voz sale segura, determinada, pero lo suficientemente vulnerable, implicada, como para que la joven le preste atención de verdad. — Lo que pasó la semana pasada, la masacre… nada de eso fue culpa tuya. No podías haberlo evitado. Estabas herida y exhausta. Estabas sola, joder. No puedes cargar con la muerte de todas las personas que perdieron la vida aquella noche, lo sabes.

    — ¡Tenía que haber hecho algo! Lo que sea, dios. Tal vez las cosas hubieran sido diferentes. — Uraraka lo interrumpe, y la furia en su mirada le hiela la sangre. Shigaraki la mira con rabia, y la toma por las mejillas, acercándose hasta que la respiración acelerada de Ochako choca contra sus labios.

    — Hiciste lo que tenías que hacer. Conseguiste tiempo. Muchas más personas habrían muerto si no hubieras estado allí. Tienes que entender que no era posible que hicieras nada más. Joder, ¡incluso al borde de la muerte los salvaste a todos! No me importa que pienses que fue un golpe de suerte, y no me mires así, es evidente que lo piensas. Tu quirk evolucionó porque tú te forzaste al máximo, porque atravesaste los límites. La evolución de un quirk no pasa porque sí. Tarde o temprano tendrás que aceptar lo que sucedió, o perderte en el intento. No es la primera vez que sucede algo así, y siempre has salido más fuerte, más capaz. — Tomura choca su frente contra la de Ochako, y la joven lo mira con los ojos muy abiertos, lágrimas deslizándose por sus mejillas. — Eres Uraraka Ochako, y no hay manera alguna de que algo así te supere. Tú eres la gravedad, tú la controlas, y no por un golpe de suerte. ¿Está claro?

    El silencio desciende sobre ellos como una ola de agua fría, y ambos se miran, casi sin respiración. Uraraka sonríe débilmente, y el nudo en la garganta de Shigaraki parece aliviarse un poco.

    — Uraraka Ochako, ¿eh? ¿No Uravity? — Su voz es imposiblemente pequeña, pero hay un deje de agradecimiento y de una emoción que Shigaraki no puede descifrar, que lo dejan preguntándose qué demonios está haciendo. — Desde hace una semana… lo único que escucho es Uravity, como si Uraraka Ochako hubiera dejado de existir. Gracias por recordarme que eso no es cierto. — La joven lleva una mano a la nuca de Tomura, y sus dedos acarician con delicadeza la piel expuesta. — Gracias por recordarme que esto no puede conmigo. Tal vez no pueda aceptarlo ahora, pero… por algún lugar tengo que empezar.

    Shigaraki la mira sin atreverse a moverse, sin atreverse a respirar. Algo en su mente le grita que cruce la distancia, que deje de engañarse a sí mismo, pero una voz que suena demasiado como Sensei, como su padre -no, no su padre, Kotaro nunca fue su padre- le obligan a separarse, a levantarse y poner distancia entre ellos. Uraraka lo mira extrañada, como si pudiera leerlo perfectamente y ver el conflicto en su rostro.

    Tomura no quiere cargarla con sus problemas. Ochako ya tiene suficiente con lo que lidiar.

    — Cuando empezaron a llamarme el Devorador de Ciudades pensé que no me importaba. Que era un apodo más. Era adecuado y provocaba respeto y temor, así que cumplía su función. Después de lo que pasó hace cinco años, era como si Shigaraki Tomura hubiera dejado de existir y el Devorador de Ciudades hubiera ocupado su lugar. Con el tiempo, hasta en el mismo Frente era como me llamaban, y seis meses después, prohibí que siquiera se pensara en ese apodo. Fue sugerencia de Dabi, entre otras muchas cosas, y es una de las razones por las que hoy en día soy como soy. Shigaraki Tomura, no el Devorador de Ciudades, no Shimura Tenko. No podía perderme a mí mismo.

    Uraraka lo observa con empatía, con una emoción tan pura y real que Shigaraki tiene que apartar la vista. Con un suspiro el hombre se acerca a la cocina y recoge las bolsas, que seguidamente deposita sobre la mesita donde Ochako suele comer viendo la televisión.

    — Come. Es tarde y deberías usar cada momento que tengas para descansar y reponerte. No sé cuánto tiempo tardarán en aparecer los bastardos de la Legión, pero te necesitamos en plena forma para cuando eso pase. — Shigaraki se sienta, pero no hace ademán alguno de comer. Uraraka se lanza sobre la comida sin pensárselo ni un momento, llevaba demasiadas horas sin probar bocado. — Hawks me ha dicho que durante tu estancia en el hospital tenías guardias en la habitación. Hoy es mi turno.

    Ochako se detiene, sus palillos situados cómicamente a centímetros de su boca. ¿Guardias? Sólo Dabi la había acompañado en esos días, y sólo porque Hawks siempre conseguía colarlo sin que nadie se diera cuenta. ¿Por qué Keigo no le había dicho la verdad a Shigaraki? La joven fija la mirada en los ojos del villano, que simplemente levanta una ceja con ironía. Oh.

    Oh.

    En el colgador, a apenas un par de metros del sofá, estaba su abrigo, el mismo en el que había colocado los micrófonos aquella mañana. Sin pensárselo, Uravity extiende una mano y la prenda de ropa se eleva en el aire, y con un aspaviento rápido, vuela hasta su habitación. La puerta brilla un momento con luz rosa, y en un instante se cierra de un portazo.

    A su lado, Tomura la mira con los ojos como platos.

    — ¿Qué? — Para Uraraka, levitar las cosas a distancia se había convertido en lo normal. Después de horas aburrida en el hospital, el único entretenimiento era practicar el nuevo despertar de su quirk. En un par de días había logrado mejorar mucho, aunque en parte se lo debía a Dabi, que había sido (no voluntariamente) su diana de prácticas.

    — Parece que no has estado perdiendo el tiempo. — Hay una extraña intensidad en los ojos del hombre, el carmesí de sus orbes brillando como sangre fresca. Por alguna razón, el corazón de Ochako se acelera, y un escalofrío recorre su espalda. Hay algo en su voz, en su mirada…

    Una voz sospechosamente similar a la de Hawks se hace audible en su mente, y Ochako reacciona.

    “Tienes la oportunidad de ser feliz. No la desperdicies.”

    Con una velocidad que sorprende al villano, Uraraka invade su espacio personal, sosteniéndolo por la mandíbula, y sólo le da unos segundos para procesar lo que va a pasar después. En un instante los labios de Ochako presionan contra los suyos, y a Tomura se le para el corazón.

    El beso, si es que podría llamarse así, dura apenas unos segundos. Ante la rigidez de Shigaraki, la joven se separa como si quemara. El hombre la mira con sorpresa y confusión, y algo en su pecho duele al ver la expresión derrotada de Uravity.

    La vida vuelve a Tomura en ese momento, y no se lo piensa dos veces. Antes de que Ochako pueda levantarse, el hombre la sujeta por la nuca y la atrae hacia sí. Sus frentes se tocan casi inocentemente, y ambos se miran, como buscando algo en el otro. Hay una emoción en los ojos de la joven que Tomura no puede descifrar, pero que una parte de él, una parte atávica y enterrada en lo profundo de su ser, comprende a la perfección. La voz de Sensei, los gritos de Kotaro… todo desaparece y en su mente por fin se hace el silencio.

    Esta vez es Shigaraki el que da el primer paso, besando a Ochako como si no hubiera un mañana, con tal intensidad que la deja sin aliento. La joven heroína lleva sus manos a la cabeza del hombre, forzándolo a acercarse más, mucho más, aunque ya no hubiera espacio alguno entre ellos. Sus uñas se deslizan entre su pelo hasta acabar en su cuello, clavándose en su piel y sacando un gemido ahogado del hombre. Tomura muerde su labio inferior, y algo hambriento y poderoso se despierta en Uraraka.

    El beso se torna frenético, y la joven se deja caer de espaldas, obligando a Shigaraki a posicionarse entre sus piernas. Las manos del hombre recorren su figura, y Uraraka lo imita. Con impaciencia, Ochako tira de la camiseta del villano, que rompe el beso para mirarla con una sonrisa socarrona. Una oleada de deseo puro y sin adulterar la recorre ante el gesto, y ante la visión del cuerpo de Tomura, todo pensamiento racional desaparece.

    Shigaraki vuelve a posicionarse sobre ella, besándola con tanta intensidad que Uravity no puede evitar arquearse y rodear el torso del villano con sus piernas, presionándolo contra sí misma. Tomura suelta un gruñido ante el contacto, y su boca pasa a asaltar el cuello de la joven en sus brazos. Ochako puede sentir sus dientes, sus labios, su lengua recorriendo cada centímetro de su piel, y el fuego en su interior arde incluso más fuerte.

    Sus uñas se clavan en la espalda del mayor, deslizándose arriba y abajo, en todas las direcciones y dejando marcas a su paso. Esto parece volver loco a Shigaraki, que muerde su cuello y succiona. Ochako gime, su voz ahogada y, a pesar de todo, grave. El hombre lleva una de sus manos bajo la camisa de Uraraka, y cuatro de sus dedos recorren la piel a su disposición casi con reverencia.

    Ochako se paraliza, un quejido de dolor escapando de sus labios, y Shigaraki aleja su mano tan rápido que se habría caído del sofá de no ser por las piernas de la joven rodeando su torso.

    Ambos se miran durante unos segundos, sin aliento, y Uraraka percibe la culpa en los ojos del mayor. Con esfuerzo y ayuda del villano se yergue, quedando sentada, pero sin alejarse de Shigaraki.

    — Hey, no es tu culpa. Tendría que haberte avisado. En los medios de comunicación han dicho que he hecho una recuperación estelar, pero eso es un poco cuestionable. — Ochako cierra los ojos y se lleva una mano a la nuca, avergonzada. En su mente, la voz de Keigo se burla, y Uraraka intenta reprimir una contestación burda y ofensiva. Maravillosa forma de cortar el rollo, Ochako.

    — No, yo tenía que haber recordado que hace una semana estabas luchando por tu vida. Joder. Esto… esto no es lo mío. — El hombre parece cabreado consigo mismo, pero Uraraka nota el esfuerzo que está haciendo por comunicar sus pensamientos. — Lo siento.

    Ahora es el turno de Ochako para mirarlo con los ojos como platos y la boca abierta. Esto parece ofender a Shigaraki, pero antes de que pueda hacer nada, Uraraka se lanza sobre él, sus brazos rodeándolo por completo.

    — No pongas esa cara, la disculpa me tomó por sorpresa, nada más. Nunca te has disculpado por nada, y nunca te he escuhado disculparte con nadie más… Gracias, significa mucho para mí. — La voz de la joven es frágil, vulnerable, y Tomura no puede evitar devolverle el gesto. Uravity parece relajarse ante el contacto, y ambos se quedan en esa posición durante varios minutos.

    El estómago de la joven los devuelve a la realidad, y Ochako se ríe, avergonzada. Shigaraki sonríe ante el sonrojo de la joven, y le acerca uno de los recipientes de los que había estado comiendo.

    — Toma. A este paso voy a tener que volver a llamar para pedir varios platos más. — Su voz es burlona pero extrañamente tranquila, libre, algo que deja en paz a Uraraka. Por lo menos no se arrepentía de lo que acababa de pasar.

    — Sí, tendrás que pedir más porque tú también tienes que comer. No te creas que no me he dado cuenta de que has perdido peso. — Para reafirmar su punto, Uravity desliza su dedo por los abdominales del villano, que contiene un suspiro ahogado. La mirada hambrienta de Tomura es suficiente para hacerla detenerse.

    — Ha sido una semana un poco desastrosa. — Un sonrojo se hace presente en sus mejillas, lo que provoca una sonrisa enorme en Uraraka.

    — Oooooh, así que admites que estabas preocupado, ¿eh? ¿Tan preocupado que no podías comer? — La joven lo molesta con uno de sus palillos, pinchándole la mejilla, cuando Shigaraki vuelve a mirarla, esta vez con seriedad y algo parecido a la furia.

    — Por supuesto que estaba preocupado. Durante las primeras horas después del incidente nadie sabía si estabas viva o muerta. Además, el resto de semana ha sido una mierda porque esos hijos de puta de la Legión han desaparecido del mapa. Sabían que iba a cazarlos ni bien me enterara de lo que había pasado, y se han escondido bien, demasiado bien. — La sed de sangre del villano ahoga momentáneamente a la joven, pero algo en ella responde de la misma manera.

    — Tienen que pagar por lo que han hecho. Cuando los encuentres… yo también participaré. — La voz de Uraraka se hace más grave, acero sobre acero, furia absoluta resonando a través de sus palabras. Algo parecido al orgullo se hace presente en Shigaraki, que le sonríe con todos los dientes.

    — No podría ser de otra manera.




    A la mañana siguiente, Uraraka prepara el desayuno mientras Shigaraki se ducha. Se habían quedado hasta tarde cenando y viendo una película de acción pésima. Al final de la noche, estaban cansados y ella extremadamente dolorida, por lo que habían decidido darle un alto. Ochako le había ofrecido dormir con ella, pero Shigaraki se había negado, alegando que todavía estaba demasiado herida y que no quería hacerle daño accidentalmente.

    Un escalofrío recorre la espalda de la joven. Shigaraki, a pesar de tener un quirk no necesariamente físico, tenía el cuerpo de un luchador profesional. Había crecido en los últimos cinco años, y su musculatura estaba muy desarrollada. Si durante la noche la aplastaba accidentalmente, Ochako estaba segura de que vería las estrellas.

    Shigaraki siempre contemplaba hasta el más mínimo detalle, y eso era algo que le encantaba de él. El sofá tendría que haber sido muy incómodo, pero el villano no había emitido queja alguna aquella mañana. Se había levantado cuando ella emergió de su habitación, preguntando si podía usar su ducha. Uraraka se había detenido a su lado, mirándolo con una sonrisita burlona, y había utilizado su quirk para quedar a su altura. Shigaraki la había mirado confuso, hasta que la joven entrelazó sus brazos en su nuca y lo besó como si no hubiera un mañana.

    Tristemente, cuando Tomura la movió contra la pared para besarla más cómodamente, un agudo dolor estalló en su espalda, evitando que pudieran llevar las cosas más lejos. La risa histérica de Hawks la había perseguido hasta la cocina.

    Con un suspiro, la joven termina de preparar sus tostadas y se sienta en la mesa. Keigo estaba en su cabeza, eso lo tenía claro. Sus palabras la habían impactado demasiado. Tendría que devolverle eso de alguna forma. ¿Tal vez una visita inesperada a su piso para cortarle el rollo en algún momento que estuviera con Dabi? Sí, eso sonaba muy bien.

    — Creo que no voy a preguntar por qué te sonríes como si fueras a asesinar a alguien. — La voz de Tomura, grave por el sueño, la saca de sus fantasías. El hombre se sienta frente a ella, su atención fija en la taza de café sobre la mesa.

    — Negro, sin azúcar, como te gusta. No tenía esa basura que tú llamas bebida energética, así que tendrás que conformarte con eso. — La pulla hace sonreír al mayor, que bebe ávidamente de su taza.

    — La basura que yo llamo bebida energética ha logrado que sobreviviese a mi adolescencia, para tu información. — Esto hace que ambos rompan a reír, y pronto el silencio vuelve a recaer sobre ellos.

    Durante unos minutos, héroe y villano desayunan sin mediar palabra, pero no hay incomodidad en el ambiente. Los sucesos de la noche anterior habían roto la tensión que parecía perseguirlos allá donde fueran, y aquello parecía haberlos relajado. Shigaraki es el primero en terminar el desayuno, acostumbrado a comer rápida y eficientemente. El hombre la mira con expectación, y Uraraka se percata de que hay muchas cosas que todavía no han hablado. Demasiadas preguntas que todavía no se han resuelto.

    Una oleada de comprensión y empatía la agita hasta el mismísimo centro de su ser, y una vez más puede verse a sí misma en Shigaraki Tomura. Por impulso, la joven entrelaza una de sus manos con la del villano, y ambos observan el contacto con sorpresa.

    — ¿Qué es lo que quieres saber? — La voz de Uraraka, usualmente segura y estable, se quiebra a mitad de frase, y Shigaraki le pasa un vaso de agua para ayudarla a recomponerse. Sus cuerdas vocales seguían dañadas, y eso era algo que lo volvía loco de rabia. Su pregunta lo había tomado desprevenido, pero agradecía el gesto.

    — Aquella noche, en Kyushu… ¿qué pasó exactamente? — Si bien necesitaba la información para hilar los sucesos y encontrar a la Legión, Tomura quería saber la impresión de Uraraka sobre el asunto. La joven estaba evidentemente tocada por lo que había pasado, y necesitaba desahogarse, o podría hundirse nuevamente en la culpa.

    Ochako no parece sorprenderse ante la pregunta, y sus ojos se mantienen en sus manos entrelazadas. Durante unos minutos, todo es silencio. La heroína necesita ordenar sus pensamientos, sus emociones.

    — Todo empezó cuando llegué a la agencia de Hawks después de acabar mi patrulla. Creo que me estaban esperando. Cuando subí a los vestuarios para cambiarme sentí una vibración muy extraña, como si el edificio se sacudiera, y después escuché… gritos. En la calle todo el mundo escapaba y había destellos dorados sobrevolando a la multitud. En ese momento me di cuenta de que estabamos jodidos. La Legión había movido ficha. Después de eso no… no recuerdo con exactitud lo que sucedió. — Ochako se toma unos segundos para recomponerse, y Tomura aprieta su mano una vez, intentando transmitirle tranquilidad y fortaleza. — Sé que bajé por las escaleras tan rápido que todo se hacía borroso, y después… Recuerdo sangre, muchísima sangre. Había cadáveres cubriendo cada centímetro del suelo, todos ellos con un agujero en el pecho. Una marabunta de personas luchaba por salir, y varias lanzas los atravesaban como… como si fuesen de mantequilla. — Uraraka se lleva una mano a la boca, conteniendo las arcadas. Shigaraki abre la boca, como si fuera a detenerla, pero la joven continúa. — Tranquilo, puedo seguir. Tengo que seguir. En el centro del vestíbulo había… ¿una docena de hombres? No recuerdo con exactitud cuántos eran. Sé que todos ellos estaban vestidos con ropas tácticas, y todos ellos estaban armados. La lucha fue brutal y, como habrás podido ver en las noticias, perdí patéticamente. — Su cuerpo entero se sacude, pero Uravity intenta controlar los temblores. El sudor se acumula en su frente, y la joven se obliga a continuar. Necesita hacer esto. — En algún momento su líder me saca a rastras del edificio y me obliga a presenciar la masacre. Hawks aparece después, seguido de Deku, Ground Zero y otros héroes… Las tornas no estaban a nuestro favor, pero con tiempo podrían haber ganado. El líder del comando dijo algo, no recuerdo qué, y entonces el edificio explota.

    Las imágenes queman en su mente, y de repente Uraraka está de nuevo en Kyushu, su cuerpo destrozado e inmóvil, sin posibilidad de salvar a nadie. La sangre le salpica y el tiempo se detiene, y la sensación de poder, de omnipotencia, regresa.

    — Ochako. — La voz de Shigaraki la trae de vuelta a la realidad, y la joven se percata de que el líder del Frente está flotando, junto con todas las cosas sueltas en la cocina.

    — Mierda, mierda. Lo siento. — Juntando sus dedos, el efecto de su quirk desaparece, y Shigaraki aterriza gracilmente. No podía decir lo mismo de su vajilla, que rompe al impactar contra las diferentes superficies de la cocina. Ahora tendría que comprar una nueva. Una parte de sí misma, la que está acostumbrada a la pobreza, se horroriza ante tal desperdicio de dinero, pero antes de que pueda tomar el control de sus pensamientos, Tomura se hace cargo.

    — En unas horas llegará una nueva. A mi cargo. — En una mano hay un plato roto, con la marca aún legible, y en la otra está su móvil. Para alguien que no podía usar sus cinco dedos, escribía muy rápido. — Así que no te preocupes por eso, después de todo lo que ha pasado, es normal que pierdas el control sobre tu quirk de esta manera.

    Hay un conocimiento de causa en su voz que la asusta. ¿Qué habría destruido Shigaraki después del despertar de su quirk? Uraraka prefería no pensarlo.

    — Que sea normal no significa que deba permitirlo… Recordar el despertar de mi quirk fue como volver a Kyushu, como volver a estar allí de nuevo y ser testigo de la masacre. — La voz de Ochako es apagada y aún más rasposa que antes, lo que hace que Shigaraki frunza el ceño. En su mente él había provocado esto.

    La joven se pone a recoger los destrozos y el líder del Frente colabora, y durante varios minutos se hace el silencio. Ambos se mueven casi sin mirarse, pero eficientemente acaban en unos minutos. Sus quirks eran muy adecuados para limpiar desastres.

    La voz de Uraraka lo sorprende mientras hace cenizas la última pieza de la vajilla, y el hombre se voltea para verla arrodillada en el suelo, con la cabeza gacha y los ojos cubiertos por el flequillo.

    — ¿Por qué siempre me salvas, Tomura? ¿Por qué evitaste que callera de aquel edificio hace cinco años? ¿Por qué sigues poniendo mi seguridad como una de tus prioridades? — Sus palabras no son más que un susurro, pero se clavan en el pecho de Shigaraki como puñales. Uraraka jamás había mencionado lo que pasó hace cinco años, ¿por qué hacerlo ahora?

    Uravity levanta la cabeza y en sus ojos hay determinación y un aprecio teñido de dolor que Shigaraki no puede entender. Ante la confusión evidente en el rostro del hombre, Ochako continúa.

    — Cuando desperté en el hospital la semana pasada… lo recordé todo. Tal vez fuera por el golpe en la cabeza, por el estrés, o por la lesión medular, pero… no podía recordar por qué demonios sentía culpa cada vez que te veía. Ahora lo entiendo perfectamente y, sin embargo… No podría hacerlo. Si volviéramos atrás en el tiempo, no podría matarte, no podría hacerte caer de ese edificio. — La joven se mira las manos, cómo sus puños se abren y se cierran en un movimiento nervioso. — Yo quería matarte. Tú acababas de salvarme la vida y en lo único en lo que podía pensar era en lo fácil que sería hacerte caer. Tu vida estaba en mis manos. La vida de miles de inocentes, de héroes, de villanos… — Uraraka se detiene, su respiración agitada y su voz cada vez más alta, al borde de la histeria. — Tú tuviste que darte cuenta, tuviste que sentir mis intenciones y aun así… no me dejaste caer.

    Sus palabras acaban en un susurro, pero sus ojos siguen fijos en los de Shigaraki, ardiendo con culpa, con dolor. Con aprecio. El hombre se arrodilla a su lado, mirándola como si no la hubiera visto nunca. Todo este tiempo Uraraka había proyectado una fachada de odio hacia su persona cuando en realidad a la que odiaba era a sí misma.

    Un recuerdo acude a su mente, y de repente está de vuelta en la sede del Frente, sentado en su trono con Boros a su espalda, y Ochako sentada al otro lado de la mesa, mirándolo con furia malamente contenida.

    ¿Qué es lo que buscas?

    Respuestas. La verdad. A ti.”

    Tomura comprende entonces la hostilidad, la rabia, los ataques verbales y violentos. La joven sólo recordaba un inconmensurable sentimiento de culpa y dolor que sólo podía proyectar hacia su persona. Y poco tenía que ver con lo que les había hecho a los héroes, a la sociedad o a su padre. Al final, todo se reducía a que Uraraka había tomado una decisión que acarrearía consecuencias para el resto de su vida.

    Y eso le era demasiado familiar como para ignorarlo.

    — Tú… odias esta sociedad tanto como yo, Ochako. La detestas y no puedes evitar querer rebelarte contra ella. El no poder hacerlo te quema cada día, y al final has acabado consumida por la rabia y la amargura. Pude verlo hace cinco años y aún puedo verlo ahora. Tú no eres una heroína porque quieres salvar a los demás, eres una heroína porque quieres demostrarle a la sociedad que te abandonó que al final te salvaste a ti misma. En algún otro momento, en algún otro lugar, habrías acabado ocupando mi lugar.

    — Y tú el mío… — Uraraka lo sabe, ambos lo saben. Eran un espejo, y cada vez que se miraban el uno al otro veían reflejados sus peores errores, sus mayores victorias. Lo que podrían haber llegado a ser, si sus circunstancias hubieran sido ligeramente diferentes.

    — Eso siempre te ha cabreado, ¿eh? — Shigaraki, la toma de la mano, ayudándola a levantarse. El villano aún recuerda como Uravity solía evitar su mirada, como si hacer contacto visual le recordara todo lo que no había hecho. Todo lo que no era.

    Ochako le sonríe, divertida, y le responde con un golpe en el brazo. Ambos se miran, de pie y a centímetros de distancia, y es como si no se hubieran visto nunca. En los ojos de Ochako ya no hay rabia, no hay culpa, tan solo una aceptación que despierta algo en Shigaraki. En su mente, su hermana lo mira con ojos tristes y una sonrisa que nunca más volverá a ser. “Seremos héroes, ¿verdad?”

    Shigaraki se gira de repente, el recuerdo quemando a fuego en su mente. La mera presencia de Uraraka despertaba los fantasmas de su pasado, aquellos que ya hace tanto creyó superar. Sensei sonríe complacido, y a su lado Kotaro lo mira con desaprobación, pero ninguno dice nada.

    No hay nada que decir.
     
  5.  
    La loca de los Gatos

    La loca de los Gatos Maldito calor...

    Aries
    Miembro desde:
    26 Abril 2019
    Mensajes:
    79
    Pluma de
    Escritora
    Y las cosas se ponen tensas mano! Ochako quizas deba de tomar el consejo de Hawks y darse antes de que las cosas se pongan peor, pero luego tienes al shiggy y sus fantasmas del pasado y su rollo con el frente :|, quien sabe en que van a terminar estos dos puñetas, pero es lo que dicen, es lo que pasa por revolcarte con un villano :|
     
Cargando...

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso