?

¿Les gusta el fic?

  1. Si me agrada :D

    100.0%
  2. Ammm pues medio me llama la atención :s

    0 voto(s)
    0.0%
  3. La verdad mejor no te digo

    0 voto(s)
    0.0%
Se permite votar por más de una opción.
  1.  
    Taisha StarkTaisho

    Taisha StarkTaisho Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    24 Febrero 2011
    Mensajes:
    372
    Pluma de
    Escritora
    ola amigaa!!
    arigato por el aviso n.n, bueno otro excelente cap. me gusto y al mismo tiempo no
    ...pues fue triste la muerte d miroku pero x suerte pudo estar cn sango en el otro mundo
    ...asiq Nanami es decendient d miroku, y eso no m lo esperaba o.o ja! aunq vi q al ataq
    d inuyasha La Meido le pusist Luna Infernal jaja crei q yop era la unika q usaba ese nombre
    para el ataque :D q bn q vs tmb lo usas ;) bueno te felicito x otro buen cap. ojala la continues
    y me avises, sino me enojare y te matare ¬¬ *broma* n.n
    cuidat besos bey;)
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  2.  
    Mikura

    Mikura Usuario VIP

    Capricornio
    Miembro desde:
    15 Diciembre 2006
    Mensajes:
    2,396
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Hola amiga.

    Me gustó mucho el capítulo, apezar de lo chico que fue, aunque muy revelador. Me dio mucha lástima el pobre de Miroku, al menos, pudo ver antes de morir a su querida Sango.

    Ahora, tengo que decirte que tuviste muchos fallos con respecto a tildes, y de vez en cuando te equivocaste al escribir algunas palabras.

    También en algunos párrafos, parecía que te perdías con la idea de lo que nos querías relatar, hiendo a muchas redundancias, a como también repetías una palabra 3 veces en 1 párrafo.

    Así que, como me habías pedido, te marcaré los errores que yo pude notar; pero eso sí, yo también poseo mis grandes dificultades en cuanto a tildes, si alguna se me escapa, te pido disculpas.

    Me quede atónita conteniendo la respiración… ¿Acaso se suicido?”

    Capitulo siete: Días de otoño parte dos.

    Un silencio inundo el lugar. Sentí mi respiración agitada ¿Por qué no me respondía?

    —No—dijo y pude respirar en paz—pero la muerte del monje también fue un tanto desdichada.

    —Es decir…—invite a que contestara bien y que no me dejara con tantas intrigas.

    —Nanami, escúchame lo que te comente es un secreto ¿entendido?

    —Sí maestra Saya.

    Miró de nuevo el fuego en la hoguera, su perdida mirada me hizo estremecer.
    -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

    Lo que te puse en azul son palabras o oraciones que suenan un poco extraño al leerlo, te recomendaría hacerlo al revés, "mirada perdida" y así sonaría mucho mejor, pero solo es una recomendación.

    — ¡Cuidado Inuyasha!—la voz de Miroku lo alertó cortado los demonios que estaban a tras de él.

    La palabra la habías puesto separada, cuando en realidad debería ir pegada, y tildada "atrás" .

    Ya hacia dos años desde la muerte de Sango, pero todo debía de seguir y la vida marcaba su rumbo.

    Aquí también olvidaste poner la tilde, ya que hacía, y hacía tienen sus diferencias, lo cual quedaría así: "hacía"

    Los demonios no eran tan estúpidos, ellos mismos se había juntado convirtiéndose a sí un ser bastante asqueroso. Muchas cabezas y un cuerpo semi humano pero muy fuerte.

    Aquí se te fue una "n" en habían; y en "juntado" te recomendaría una coma. Luego, nuevamente olvidaste juntar "así" también supongo que te comiste "en" ya que si lees: "convirtiéndose así un ser bastante asqueroso" ¿Suena raro no crees?

    Inuyasha había hecho enojar a esos demonios por que si que se volvieron fuertes.

    Ese pequeño fragmento de párrafo, si lo lees no se entiende muy bien ¿verdad? Eso provoca que el lector se confunda y tenga que releer esa parte nuevamente. Así que en vez de ponerlo así, ¿por qué no lo pones de esta manera?:

    Inuyasha había hecho enojar a esos demonios, notando con facilidad, lo fuertes que se habían hecho.

    ¿Qué te parece? así no se pierde la idea de lo que nos querías dar a entender y no se confunde al leerse.

    miró al lado izquierdo la imagen de la chica que se enamoro vestida con su traje de exterminador… ¿Acaso Sango no estaba…

    Se hizo sordo de los gritos de Inuyasha, se desconecto de su entorno enfocándose a la duda que había en su mente. Rogaba que su mente lo le traicionara. Y de repente un dolor lo atravesó.

    No se había dado cuenta de que el medio demonio le gritaba que se quitara, ya que el monstruo se acercaba al monje, nadie pudo adivinar que un tentáculo de este había travesado el cuerpo de Miroku… Este se había confiado.

    — La vi Inuyasha…Vi a Sango—sus palabras a penas se entendía y un liquido carmesí adoraba su boca.

    Aquí noté muchos fallos de tilde, y algunas cosas que según yo, no se entendían muy bien. En "Rogaba que su mente lo le traicionara" si te logras dar cuenta, te equivocaste de letra, en vez de una "L" debiste poner una "N" quedando de esta forma. "Rogaba que su mente no le traicionara"

    — Voy a llevarte a la aldea…—se calló al ver que un charco de sangre de ahbia formado. No había manera de salvarlo. Había un tremendo hoyo en el estomago de su amigo.

    Aquí repetiste palabras en un solo pequeño párrafo, te recomiendo usar de los sinónimos en este tipo de casos, aunque realmente uno no se da cuenta cuando cae en ese tipo de repeticiones, pero luego de releerlo se podrá cambiar. Recuerda, que también escribiste mal un "había"

    — Inuyasha…—su voz era entre cortada peor lo suficiente entendible

    le miró y mostró una sonrisa a penar de la sangre que estaba en su boca era hermosa—me alegra no haber muerto por al culpa de mi agujero negro—miró el cielo, este comenzaba ponerse teñido de rojo. Se sorprendió el monje al ver a su lado la exterminadora, como la chica de dieciséis años que se enamoro. Una sonrisa tímida inundo los labios de la joven extendiéndole la mano… Este sonrió y dejo de apretar la mano de Inuyasha.

    — Como veras, Mikomi quedo huérfana pero Inuyasha y su mujer la cuidaron como si fuera su hija—carraspeo un poco la mujer—la niña creció fuerte y sana, supo la verdad de sus padres desde un inicio. Aun así no dejo de querer a sus adoptivos padres, si se puede llamar así.

    — Pero… ¿Qué paso después?

    Luego, en las palabras en azul, te equivocaste, en vez de "peor" era "pero", en "a penar" iría así, "a pesar" y en "muerto por al culpa" supongo que quisiste decir "muerto por la culpa"
    Te daría la misma recomendación que dije antes, en vez de poner "adoptivos padres" suena mejor al revés, esto siempre es cuestión de gustos, supongo.

    Me quede callada por unos segundos. Respiré hondamente y asentí.

    Ahora que recordaba desde pequeña, el protector de la aldea me cuidaba desde pequeña. Incluso me había salvado de aquellos ogros. Toque mi vientre aun estaba adolorido por el golpe; me imagino que fue la promesa de cuidar a los descendientes de ellos.

    — Inuyasha me dijo que me buscabas—la voz del zorro hizo que mi concentración se perdiera. Volví a mirarlo y asentí—me dijo que era de vida o muerte por que parecías muy preocupada.

    — Bueno, era algo por el estilo…Pero ya no tiene importancia ¿Se puede saber donde estaba usted?—quise saber.

    — Pues quería mostrarte esto—abrió sus manos y en ellas se encontraban artículos de un niño: unos hongos, un gusano, un trompo y una bellota—eran mis instrumentos de ataque cuando a penas era un niño.

    Las palabras en azul nuevamente es para indicarte que iban pegadas, y no con un espacio entre ellas, quedando de la siguiente manera: "porque" "apenas". Y en la pregunta que se hace Mikomi, debería ser "dónde"

    Realmente tienes que practicar mucho, ya que posees muchos errores con los acentos, pero nadie es perfecto, y de los errores se aprende, así he tenido que hacerlo yo. Tú eres una muy buena escritora amiga, posees mucha creatividad y te felicito. Me ha gustado mucho el capítulo, y espero que pronto puedas volver con más.

    Sin más que decir, me retiro, deseándote la mejor de las suertes en toda tu vida ;)

    Atte: Mikura 700

    posd: Este es el post más largo que he escrito XD
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  3.  
    Naru-Chan

    Naru-Chan Usuario popular

    Aries
    Miembro desde:
    11 Junio 2011
    Mensajes:
    653
    Pluma de
    Escritora
    Yo! Sumi-chan ^^
    Bueno, yo pase un poco tarde por que no sabia de este capitulo, en fin ya lo leí y me quedo mucho mas claro la muerte de Miroku y la descendencia y el apellido de Nanami.
    Ella es pariente de Sango y Miroku, pero también de Inu y Kagome, aunque sea solo por un apellido, pero en fin algo los une y de cierta forma Inu no esta solo teniéndola a ella ^^
    Sobre la muerte del monje, en si una muerte de viejitos es algo bastante romántico (nose por que jaja), pero bueno esta muerte de cierta forma estuvo bien, al final Sango de cierta forma protegió a Miroku, y claro lo vino a buscar :3
    Cuando lo continúes avísame si, Matta ne ^^
     
  4.  
    Sumi Chan

    Sumi Chan Usuario común

    Cáncer
    Miembro desde:
    11 Junio 2008
    Mensajes:
    379
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Hubo un mañana
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    8
     
    Palabras:
    3020
    Capitulo ocho: Tristes y dulces recuerdos.


    — ¡Aburrido!—dijo una niña pequeña mientras soltaba el cabello de su hermana.

    — Yo también lo estoy—compartió su gemela, parándose y mirando la puerta de la cabaña.

    — Lo peor de todo es que no está Rin para entretenernos ¿recuerdas? —mencionó la pequeña Yuki, sentándose al lado de su hermana.

    — Eso es cierto y mamá y papá no están tampoco. De seguro se fue Rin por que no nos quiere—exclamó Suki lagrimeando seguida por la otra pequeña.

    — ¡No! No lloren por favor—Kagome dejo la prenda que estaba cociendo para poder ayudar a las niñas. Estas la miraron con tristeza.

    — ¿Es cierto? señorita Kagome ¿Rin se fue por que no nos quiere?—preguntó finalmente Yuki limpiándose las lagrimas con sus manitas.


    La sacerdotisa suspiró fuertemente intentando manejar la situación. La chica no más de veintiún años carraspeó mirando a las pequeñas atentamente; menudo lío se había metido.


    — Lo que sucede es que Rin quiso irse por que extrañaba mucho al hermano de Inuyasha—dijo esperando que no haya cometido un desliz.

    — Es decir… ¿Se puede por el hermano del señor Inuyasha?

    — ¡Nos abandono!—señalo Suki a mar de lagrimas acompañada de su gemela.

    — ¡No! ¡No fue así!—las gemelas la miraron con los ojos brillantes debido a las lagrimas. Rin se había ido dos semanas atrás, a pesar de haber estado un tiempo en la aldea quiso irse. Además la sacerdotisa sabía la razón: estar lejos de la persona amada es doloroso.


    En los próximos minutos trato de explicarles a las gemelitas de tan solo seis años. Las gemelas optaron por no seguir preguntando ya que cada vez que lo hacían la sacerdotisa se podía muy nerviosa y empeoraba las cosas.


    — ¿Podemos salir afuera?—preguntó Yuki parándose y tocando la rendijilla—esta nevando y se ve divertido jugar en la nieve.

    — Pero se pueden enfermar, así le paso a su tío Kohaku ¿No?—cuestionó Kagome alzando una ceja.

    — Pero… Pero…—Suki colaboro con sus lágrimas para ayudar a su hermana—estamos muy aburridas, y eso nos ponen muy tristes.


    Kagome las miró, luego miró la nieve. Sintiendo el remordimiento correr por su ser.


    — Tal vez un poco no nos haga mal—no terminó de decir aquella frase y las niñas ya estaban afuera tirándose bolas de nieve.


    Kagome se unió aquella guerra, reían, peleaban, gritaban. Las gemelas tenían un entusiasmo que cautivaban a cualquier, la sacerdotisa no fue la excepción.


    — ¡Mire señorita Kagome!—gritó Suki señalando el cielo— ¡es Shippo!—ambas miradas miraron el cielo seguido por un remolino azul, cayendo estrepitosamente al suelo.

    — ¡Auch!—gritó el demonio zorro frotándose la cara por el impacto.

    — ¿Estas bien Shippo?—preguntó Kagome hincándose junto a él.

    — Si, lo que sucede que no domino por completo esta técnica. Siempre me trasformo en esa bola, pero me enseñaron a transformarme en fuego azul—comento levantándose y sacudiéndose de nieve, pero volvió a caer por el proyectil de Yuki.

    — ¡Shippo te retamos a una guerra de nieve!—gritaron las gemelas seguidas por las bolas de nieve que caían como granadas.


    Shippo se refugio en un árbol pero se defendía con sus bolitas de nieve. Mientras tanto, la sacerdotisa se levantaba para unirse con Shippo, cuando un aldeano intervino.


    — ¡Señorita Kagome!—ahora que Kaede había fallecido, oficialmente Kagome era la sacerdotisa del lugar.
    Fue el mes de abril cuando Kaede abandonó este mundo, pero falleció tranquila rodeada de las personas que quiso. Aun la extrañaban, jamás seria lo mismo sin ella.


    — ¿Si?—la chica se levantó dirigiéndose aquel humano.

    — Vera, mi esposa acaba de enfermarse, seria mucha molestia…—mientras el aldeano relataba su caso, Yuki y Suki ganaban otra batalla.

    — ¡Niñas!—gritó la chica—tenemos que irnos.

    — ¿Ya tan pronto?—pregunto Suki dejando caer una bola de nieve que tenia en la mano.

    — Si, me están llamando y no puedo dejarlas solas.

    — ¡Pero aquí estoy yo!—protesto un zorro saliendo de su escondite—yo las cuido Kagome.
    Kagome miró a Shippo y sintió un dolor en el pecho ¡como había crecido! Creció un poco, ahora aparentaba un niño de doce años, y cada vez se volvía mas atractivo; la sacerdotisa sin más se fue de allí observando a lo lejos como se divertían las gemelas. Pasaron unos cuantos minutos hasta que el demonio zorro habló.


    — ¿Niñas, recuerdan como inuyasha nos maltrato la otra vez?


    Ambas se miraron y vieron a que su corta edad sentían el dulce sabor de la venganza.
    Inuyasha iba caminado con leños en su hombro izquierdo, su dorada mirada estaba al frente esperando poder llegar a la aldea; un ruido lo alertó parándose y mirando los alrededores, olfateó el aire y se puso en su forma defensiva. Había algo que no encajaba… ¿Por qué olía tanto incienso?
    — ¡Al ataque! —las pequeñas comenzaron a lanzar bolas de nieve en su cara, aprovechando la situación, Yuki con una cuerda en la mano enrollo los pies del medio demonio haciéndole caer al suelo seguido por los leños que llevaba en su hombro.

    — ¡Hay pero que diablos…!—fue interrumpido por el cuerpo de Shippo que se había trasformado en una estatua. La situación era esta: Inuyasha cubierto de nieve, tirado en el suelo con leños sobre su cabeza y una estatua de buda en su espalda.

    — ¡Si! ¡Ganamos!—gritaron las niñas abrazándose a si misma, apagando la vela de olor a incienso.

    — ¡Ahora huyan!—gritó Shippo que fue aventado por un colérico Inuyasha. Las niñas se quedaron inmóviles...¿Eran ellas o desprendía un aura maligna Inuyasha?

    — ¡Siéntate!—antes de que Inuyasha llegara a las niñas cayó otra vez al suelo— ¿se puede saber que sucedió?—Kagome colocó sus brazos en la cintura.

    — Lo que pasa…—comenzó Suki y miró a su hermana.

    — ¡Inuyasha tuvo la culpa!—señaló Yuki al medio demonio que estaba en el suelo— ¡no nos dejó tocar sus orejas!—le acusó aun señalándolo.

    — Y la idea fue de Shippo—finalizó Suki con una sonrisa en su rostro.
    Kagome abrió sus hermosos ojos y miró al pequeño zorro que se ocultaba en un árbol.
    — Shippo…

    — ¡Maldito…zorro mediocre!—Inuyasha se levanto más enfadado que nunca. Shippo sintió que su cuerpo se había convertido en una gelatina— ¡me la vas a pagar engendro!—era la primera vez que Inuyasha hablaba tan serio y enfadado que daba mido. Las gemelas tragaron duro y Kagome se limito a guardar silencio. Bien, ya no podía defenderlo… Ni siquiera podía mandar al suelo a Inuyasha. De una manera Shippo había sobrepasado el límite ¿No?

    — Inuyasha… ¡Espero no vayas a…! —fue acorralado por un Inuyasha colérico.

    — ¡No!—gritaron las gemelas poniéndose delante de Shippo, desafiando a Inuyasha. Suki tembló pero también se quedo allí.

    — ¡Nosotras también ayudamos…! —Suki habló fuertemente a pesar de que temblaba.

    — ¡Si, yo hice lo de la cuerda! Si le pegas a Shippo también a nosotras.

    — ¡Si!...Digo ¿¡Que!?—Suki le volteó a ver pero no dijo ya nada.


    Kagome sonrió acercándose a las pequeñas. Era lo que admiraba de ellas, daban la vida por los demás. Yuki era rebelde, extrovertida y nada le importaba, en cambio Suki era reservaba y pensaba más las cosas pero siempre seguía a su hermana.
    Una bola de nieve se estrello en la cara de Yuki. Kagome miró a Inuyasha con una sonrisa en los labios.


    — ¡Fhe! Su merecido, ahora dejen de…—fue callado por otra bola de nieve.


    Tres minutos mas tarde…


    Una guerra de bolas daba inicio.


    Kagome dio por terminada la guerra, comenzó a tener frío y a tener unos estornudos horribles. Shippo terminó como un bulto bajo la nieve. Las gemelas estaban cansadas y a pesar del frio se durmieron en un árbol abrazadas. Inuyasha por su parte estaba en su estado humano levantándose del suelo. Ya había anochecido.


    — Sera mejor que entremos—sugirió Kagome cargando a las niñas. Shippo se adentro a la cabaña seguido por Kagome; depositó a las gemelas en el futon tapándolas con una manta, Shippo se arrinconó cerrando sus ojos y estando cerca de la hoguera para poder calentarse.
    Kagome se sentó al borde de la cabaña mirando como la nieve caía. Sintió una tela que caía en su cuerpo, sonrió.


    — Te vas a enfermar—comentó Inuyasha sentándose junto a ella. Le tomó de las manos y frunció el ceño—estas fría…

    — Tú también lo estas—aseguró ella recargándose en su hombro—me sorprendió la actitud de Yuki y Suki—cambio de tema mirando el cielo nocturno.

    — Esas niñas son revoltosas….Pero valientes—exclamó el chico abrazando a su mujer.


    Se quedaron por unos minutos así abrazados, sintiendo la calidez de ambos; un pequeño sonrojo adornó las mejillas femeninas, a pesar del tiempo que estaban juntos se sentían tan nerviosa.


    — Dime Inuyasha… ¿Eres feliz?—preguntó la chica fijando su mirada castaña a la de él.

    — ¿Por qué preguntas?

    — Solo quería sabes… ¿Lo eres?—insistió la sacerdotisa. Se quedo muda al sentir los finos labios del chico posarse en su frente.

    — Tonta, por que preguntas cosas si ya sabes la respuesta—ella se acomodó en su pecho y el dejo que su barbilla reposara en la cabeza de ella.

    — Solo quería escucharlo—dijo poniendo una mano en el torso varonil.

    — Pues… si lo estoy Kagome—contestó besando la cabeza de ella seguido por una sonrisa en sus labios.


    Estando contigo siempre seré feliz…
    -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
    Despertó por el frío que acarició el ostro. Sus ojos se abrieron torpemente mientras se incorporaba de su sitio refunfuñando por el dolor de espalda; miró el cielo y este estaba negro sin ninguna luna, miró sus manos estas no tenían las garras que los caracterizaban. Era luna nueva, perfecto…Suspiró dejando caer su cabeza hacia atrás respirando levemente. Amaba y odiaba esos sueños, en donde los recuerdos más hermosos se hacían presentes y era despertado por la cruel realidad.


    Tragó duro sintiendo la soledad otra vez…


    Una vez amo las lunas nueva, ahora comenzaba a odiarlas. Esas noches que ahora se sentía mas vulnerable, en donde reclamaba, pensaba ay gritaba a dios el por que le odiaba de esa manera.
    Estar solo era difícil.


    No era inmortal, pero su duración de vida era más extensa que cualquiera. Esto no era un don, si no una maldición.}
    —Si tan sólo hubiese la manera…—dejo que su mano tocara su frente mirando el cielo. Esto le recordaba cuando huía de todo, de todos. Ocultándose en los arboles y viajando sin cesar.


    Si tan solo hubiese la manera de que no doliera tanto la ausencia…


    Sintió frío y se cubrió con sus brazos, un estornudo lo sorprendió. Tocó su frente una sonrisa marcó sus labios. ¿Cuándo fue la última vez que se enfermo?
    -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-..
    Un estornudo.


    — ¡Carajo!—gritó un muchacho mientras otro estornudo lo interrumpía.


    Odiaba con todas sus fuerzas esta condición: enfermo, cuerpo cansado y con el escurriento nasal y para variar en su forma humana.

    — Pero ¿Quién tuvo la culpa?

    — ¡Te digo que yo no fui! —protesto nuestro protagonista cubriéndose la nariz. Su voz sonaba un tanto extraña ¿Cómo paso que el medio demonio se haya enfermado? Muy sencillo: era tarde, el cielo amenazaba una lluvia, Shippo (el causante de su desgracia) le había mentido diciendo que Kagome estaba afuera de la cabaña y que necesitaba ayuda. Salió corriendo como alma que se lleva el diablo pero en ese trascurso la lluvia comenzó mojándolo de la cabeza a los pies. De regreso paso igual y antes de que llegara su condición humana lo sorprendió… y los síntomas de una gripe no lo hicieron esperar. Y para que fuese mejor ese día Kagome estaba en la cabaña contándole un cuento a las gemelas de Sango.

    En conclusión.

    Mañana comería un zorro mágico para la cena.

    Kagome roló los ojos saliendo de la cabaña. Estas era la sexta luna nueva desde que se casaron. No pudo evitar que una risilla escapara por sus labios, era la primera vez que lo veía enfermo; Inuyasha por su parte se dejo caer en el futon mirando el techo de la cabaña y oyendo el sonido de la lluvia, cerró sus ojos… ¿Desde cuando su vida había cambiado rotundamente? Antes, si se enfermaba era un sacrilegio. Y más en su condición tan débil, pero ahora…Se sentía tranquilo ( y un poco molesto) pero estaba seguro. No se avergonzaba en mostrar su aspecto débil a los demás, tenía un techo, comida, bienestar…En sí, tenía un hogar. Respiró profundamente, el cansancio de su cuerpo le era demasiado; como si hubiese corrido un maratón…Esperen…Si corrió demasiado.

    Pudo presentir la cercanía de alguien, no temía de quien se trataba ni siquiera estaba alerta de lo que hacía pero se sentía bien estando cerca de aquella persona. Algo húmedo se instaló en su frente y una gota de agua se fue a su cuello. Abrió los ojos encontrándose a Kagome pasándole un pañuelo mojado de agua fría.

    — ¿Te desperté?—preguntó la sacerdotisa y él desvió la mirada. Esto le parecía familiar. Cuando estaba herido por el demonio araña y la primera vez que lo vio como humano.

    — No—dijo entre un suspiró y la volteo a ver.

    — Tienes mucha fiebre—dijo su mujer mojándole otra vez la frente. Inuyasha se escogió de hombros dejándose llevar por la sensación de alivio. A pesar de no poseer su desarrollado sentido del olfato podía percibir el olor de ella y le tranquilizaba. ¿Desde cuando su vida dio este giro inesperado? ¿El? Un medio demonio deseando ser un demonio completo y poderoso, ahora estaba en una ladea de humanos, enfermo, cuidado por una humana que era sacerdotisa, casado con esa humana y para colmo su sueño de ser alguien fuerte fue aplastado por el deseo e volver a verla después de tres años.
    Abrió sus ojos encontrándose con los castaños de ellas.
    — Kagome—le llamó.

    — ¿Si?

    — Bésame—más que una petición fue una orden.

    Kagome abrió mucho los ojos, no sabia si Inuyasha estaba sonrojado o era la fiebre que lo tenía ene se estado. Dudo mucho que estuviese apenado, la determinación en que lo había dicho la dejo perpleja. Sonrió la sacerdotisa acercándose al chico; colocó su mano derecha al pecho de este y pudo sentir su corazón que se aceleraba al mismo tiempo en que ella se acercaba, entrecerraron sus ojos sin apartar la vista del uno con el otro y se besaron. Fue un beso sencillo, tierno, pero bastante lindo para ser sinceros. Quiso separarse Kagome pero Inuyasha le mordió el labio dejándole sin escapatoria, ella hizo lo mismo profundizando el beso…Todo era tan hermoso y romántico hasta que Inuyasha cometió la peor estupidez para mandar todo al diablo.

    Un estornudo.

    Aquel momento se fue al basurero a, presenciar eso, la pobre chica se separo de él limpiándose el rostro decidiendo reír o enojarse mientras que nuestro protagonista desviaba la mirada poniéndose rojo que hasta combinaba con su vestimenta. En sí, el momento romántico se fue.
    — Iré por algunas hierbas—dijo sin más saliendo de la cabaña haciendo el mejor esfuerzo posible de no reírse al ver la cara de su esposo.
    Pasaron varias horas hasta que las luces de la cabaña comenzaron apagarse. Allí adentro se encontraba el matrimonio ahora tranquilo: Kagome dormía cómodamente al lado de su esposo con una manta cubriendo su cuerpo. Inuyasha la miraba, su mano derecha sostenía su cabeza mientras estaba de lado. Había cambiado bastante, ya no era una niña de quince años. Había crecido un poco, su rostro se afino más dejando la ternura e inocencia para dar paso a la sensualidad y belleza. Miró su cuerpo que a pesar de estar oculto en la manta era notable. Estos también sufrieron cambios bastantes, sus curvas se afinaron más dejándolo sin aliento. Sonrió satisfecho nuestro medio demonio ya que él fue el UNICO que pudo tocar esos cambios.
    El alba se asomaba por la puerta de la cabaña, uno que otro rayo del sol salía de los órficos de la rendijilla. Ahora podía escuchar los latido de ella, su respiración mas cerca. El aroma de ella se hizo más intenso. Bajo la mirada encontrándose con los ojos castaños de la chica, esta solo sonrió acariciándole la mejilla, cerró los ojos dejándose llevar por aquella caricia.


    — Buenos días…-le dijo mientras le besaba la barbilla.
    .-.-.-.-.-.-.-.
    Miró el cielo nocturno, los cabellos meciéndose con el viento…Sintiéndose solo otra vez…
    No podía huir, ni siquiera podía esconderse. Inuyasha bufó molesto y la tristeza se apoderó de él. Odiaba eso de las lunas nueva; se sentía tan…Miserable. Era cierto que tenia a Shippo, era el único que no envejecía, lo quería ese cachorro a pesar de ser una molestia. Respiró hondamente, si tan solo hubiese la manera de vivir en los recuerdos para siempre; daría todo para poder tenerla otra vez. Sus ojos castaños, su voz, sus sonrisas, sus enojos, aquellos gemidos que salían de sus labios cuando la hacía suya, aquel cuerpo, su amor…Dios, ¿Por qué no pudo volverse un ser humano? Así no sufriría tanto.


    Odiaba ser medio demonio. Eso era un hecho.


    Un golpe de una bellota le hizo perder el equilibro y caer al suelo. Se levantó mirando quien fue el causante y bajo la guardia.


    — ¡Oye te vas a enfermar!—gritó Shippo lanzándole otra bellota—anda entra a la cabaña tonto.

    — ¡Ya voy mocoso!—gritó devolviéndole la bellota.

    — Pues mas te vale, no te quiero andar cuidando de enfermo—bromeó el zorro para luego adentrarse en la cabaña que compartían.

    Inuyasha sonrió sacudiéndose las hojas que estaban en su pantalón y miró la noche. Mañana seria ese día… Bajó la mirada respirando el aire y suspiró pesadamente, esperando poder quitarse aquel vacío en su pecho.

    — ¡Inuyasha!

    — ¡Hay que ya voy!

    NOTA: Ya vayan despidiendose de este fic. XD la verdad cada vez se acerca su final. Solo faltan dos capiulos para decir adios. Asíq ue disruntelos. Para ser sincera me da penita no ahber publicado antes. Lo siento. Muchas gracias por sus apoyos.
     
    • Me gusta Me gusta x 3
  5.  
    Mikura

    Mikura Usuario VIP

    Capricornio
    Miembro desde:
    15 Diciembre 2006
    Mensajes:
    2,396
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Hola amiga mía.

    Me ha gustado mucho el capítulo de hoy, fue muy tierno, nostálgico y a la vez triste.
    Pobre Inuyasha, recordando a su querida Kagome, la cual ya no le acompaña si no es en sus añorados recuerdos.

    No puedo evitar sentir ansias por los próximos capítulos, a como también una pequeña tristeza de que se nos vaya a acabar tan pronto este maravilloso Fan Fic.

    Ahora, te marco los errores que has tenido a lo largo de este capítulo, los cuales fueron compuestos por faltas de tildes y algunas letras de más, o de menos, al igual que unas cuantas comas que te hicieron falta. A decir verdad se nota la mejoría, pero debes esforzarte un poquitín más con respecto a las tildes, ya que suelen ser muy tediosas y fastidiosas.

    Lo que se encuentra en rojo, son las faltas en tildes amiga; y lo que está en color vino, son las letras de más o de menos, incluyendo algunas comas que te comiste.

    Debo agregar de que también puse en color vino, las partes de algunos párrafos para que revisaras bien cómo los escribiste, ya que algunas veces no se entendía, Ó sería mejor que plantearas mejor esa pequeña parte, más que todo porque a la hora de leerlo se escuchaba extraño.

    Mi recomendación ante esto, es que, luego de arreglar el capítulo lo vuelvas a leer, pero en voz alta, para que así te des cuenta de los posibles errores de acentuación que suelen esconderse o ignorarse inconscientemente.

    Capitulo ocho: Tristes y dulces recuerdos.


    — ¡Aburrido!—dijo una niña pequeña mientras soltaba el cabello de su hermana.

    — Yo también lo estoy—compartió su gemela, parándose y mirando la puerta de la cabaña.

    — Lo peor de todo es que no está Rin para entretenernos ¿recuerdas? —mencionó la pequeña Yuki, sentándose al lado de su hermana.

    — Eso es cierto y mamá y papá no están tampoco. De seguro se fue Rin por que no nos quiere—exclamó Suki lagrimeando seguida por la otra pequeña.

    — ¡No! No lloren por favor—Kagome dejo la prenda que estaba cociendo para poder ayudar a las niñas. Estas la miraron con tristeza.

    — ¿Es cierto? señorita Kagome ¿Rin se fue por que no nos quiere?—preguntó finalmente Yuki limpiándose las lagrimas con sus manitas.


    La sacerdotisa suspiró fuertemente intentando manejar la situación. La chica no más de veintiún años carraspeó mirando a las pequeñas atentamente; menudo lío se había metido.


    — Lo que sucede es que Rin quiso irse por que extrañaba mucho al hermano de Inuyasha—dijo esperando que no haya cometido un desliz.

    — Es decir… ¿Se puede por el hermano del señor Inuyasha?

    — ¡Nos abandono!—señalo Suki a mar de lagrimas acompañada de su gemela.

    — ¡No! ¡No fue así!—las gemelas la miraron con los ojos brillantes debido a las lagrimas. Rin se había ido dos semanas atrás, a pesar de haber estado un tiempo en la aldea quiso irse. Además la sacerdotisa sabía la razón: estar lejos de la persona amada es doloroso.


    En los próximos minutos trato de explicarles a las gemelitas de tan solo seis años. Las gemelas optaron por no seguir preguntando ya que cada vez que lo hacían la sacerdotisa se podía muy nerviosa y empeoraba las cosas.


    — ¿Podemos salir afuera?—preguntó Yuki parándose y tocando la rendijilla—esta nevando y se ve divertido jugar en la nieve.

    — Pero se pueden enfermar, así le paso a su tío Kohaku ¿No?—cuestionó Kagome alzando una ceja.

    — Pero… Pero…—Suki colaboro con sus lágrimas para ayudar a su hermana—estamos muy aburridas, y eso nos pone n muy tristes.


    Kagome las miró, luego miró la nieve. Sintiendo el remordimiento correr por su ser.


    — Tal vez un poco no nos haga mal—no terminó de decir aquella frase y las niñas ya estaban afuera tirándose bolas de nieve.


    Kagome se unió aquella guerra, reían, peleaban, gritaban. Las gemelas tenían un entusiasmo que cautivaban a cualquier, la sacerdotisa no fue la excepción.


    — ¡Mire señorita Kagome!—gritó Suki señalando el cielo— ¡es Shippo!—ambas miradas miraron el cielo seguido por un remolino azul, cayendo estrepitosamente al suelo.

    — ¡Auch!—gritó el demonio zorro frotándose la cara por el impacto.

    — ¿Estas bien Shippo?—preguntó Kagome hincándose junto a él.

    — Si, lo que sucede que no domino por completo esta técnica. Siempre me trasformo en esa bola, pero me enseñaron a transformarme en fuego azul—comento levantándose y sacudiéndose de nieve, pero volvió a caer por el proyectil de Yuki.

    — ¡Shippo te retamos a una guerra de nieve!—gritaron las gemelas seguidas por las bolas de nieve que caían como granadas.


    Shippo se refugio en un árbol pero se defendía con sus bolitas de nieve. Mientras tanto, la sacerdotisa se levantaba para unirse con Shippo, cuando un aldeano intervino.


    — ¡Señorita Kagome!—ahora que Kaede había fallecido, oficialmente Kagome era la sacerdotisa del lugar.
    Fue el mes de abril cuando Kaede abandonó este mundo, pero falleció tranquila rodeada de las personas que quiso. Aun la extrañaban, jamás seria lo mismo sin ella.


    — ¿Si?—la chica se levantó dirigiéndose aquel humano.

    Vera, mi esposa acaba de enfermarse, seria mucha molestia…—mientras el aldeano relataba su caso, Yuki y Suki ganaban otra batalla.

    — ¡Niñas!—gritó la chica—tenemos que irnos.

    — ¿Ya tan pronto?—pregunto Suki dejando caer una bola de nieve que tenia en la mano.

    — Si, me están llamando y no puedo dejarlas solas.

    — ¡Pero aquí estoy yo!—protesto un zorro saliendo de su escondite—yo las cuido Kagome.

    Kagome miró a Shippo y sintió un dolor en el pecho ¡como había crecido! Creció un poco, ahora aparentaba un niño de doce años, y cada vez se volvía mas atractivo; la sacerdotisa sin más se fue de allí observando a lo lejos como se divertían las gemelas. Pasaron unos cuantos minutos hasta que el demonio zorro habló.


    — ¿Niñas, recuerdan como inuyasha nos maltrato la otra vez?


    Ambas se miraron y vieron a que su corta edad, sentían el dulce sabor de la venganza.
    Inuyasha iba caminado con leños en su hombro izquierdo, su dorada mirada estaba al frente esperando poder llegar a la aldea; un ruido lo alertó parándose y mirando los alrededores, olfateó el aire y se puso en su forma defensiva. Había algo que no encajaba… ¿Por qué olía tanto incienso?

    — ¡Al ataque! —las pequeñas comenzaron a lanzar bolas de nieve en su cara, aprovechando la situación, Yuki con una cuerda en la mano enrollo los pies del medio demonio haciéndole caer al suelo seguido por los leños que llevaba en su hombro.

    — ¡Hay pero que diablos…!—fue interrumpido por el cuerpo de Shippo que se había trasformado en una estatua. La situación era esta: Inuyasha cubierto de nieve, tirado en el suelo con leños sobre su cabeza y una estatua de buda en su espalda.

    ¡Si! ¡Ganamos!—gritaron las niñas abrazándose a si misma, apagando la vela de olor a incienso.

    — ¡Ahora huyan!—gritó Shippo que fue aventado por un colérico Inuyasha. Las niñas se quedaron inmóviles... ¿Eran ellas o desprendía un aura maligna Inuyasha?

    — ¡Siéntate!—antes de que Inuyasha llegara a las niñas cayó otra vez al suelo— ¿se puede saber que sucedió?—Kagome colocó sus brazos en la cintura.

    — Lo que pasa…—comenzó Suki y miró a su hermana.

    — ¡Inuyasha tuvo la culpa!—señaló Yuki al medio demonio que estaba en el suelo— ¡no nos dejó tocar sus orejas!—le acusó aun señalándolo.

    — Y la idea fue de Shippo—finalizó Suki con una sonrisa en su rostro.
    Kagome abrió sus hermosos ojos y miró al pequeño zorro que se ocultaba en un árbol.
    — Shippo…

    — ¡Maldito…zorro mediocre!—Inuyasha se levanto más enfadado que nunca. Shippo sintió que su cuerpo se había convertido en una gelatina— ¡me la vas a pagar engendro!—era la primera vez que Inuyasha hablaba tan serio y enfadado que daba mido. Las gemelas tragaron duro y Kagome se limito a guardar silencio. Bien, ya no podía defenderlo… Ni siquiera podía mandar al suelo a Inuyasha. De una manera Shippo había sobrepasado el límite ¿No?

    — Inuyasha… ¡Espero no vayas a…! —fue acorralado por un Inuyasha colérico.

    — ¡No!—gritaron las gemelas poniéndose delante de Shippo, desafiando a Inuyasha. Suki tembló pero también se quedo allí.

    — ¡Nosotras también ayudamos…! —Suki habló fuertemente a pesar de que temblaba.

    ¡Si, yo hice lo de la cuerda! Si le pegas a Shippo también a nosotras.

    ¡Si!...Digo ¿¡Que!?—Suki le volteó a ver pero no dijo ya nada.


    Kagome sonrió acercándose a las pequeñas. Era lo que admiraba de ellas, daban la vida por los demás. Yuki era rebelde, extrovertida y nada le importaba, en cambio Suki era reservaba y pensaba más las cosas pero siempre seguía a su hermana.
    Una bola de nieve se estrello en la cara de Yuki. Kagome miró a Inuyasha con una sonrisa en los labios.


    — ¡Fhe! Su merecido, ahora dejen de…—fue callado por otra bola de nieve.


    Tres minutos mas tarde…


    Una guerra de bolas daba inicio.


    Kagome dio por terminada la guerra, comenzó a tener frío y a tener unos estornudos horribles. Shippo terminó como un bulto bajo la nieve. Las gemelas estaban cansadas y a pesar del frio se durmieron en un árbol abrazadas. Inuyasha por su parte estaba en su estado humano levantándose del suelo. Ya había anochecido.


    — Sera mejor que entremos—sugirió Kagome cargando a las niñas. Shippo se adentro a la cabaña seguido por Kagome; depositó a las gemelas en el futon tapándolas con una manta, Shippo se arrinconó cerrando sus ojos y estando cerca de la hoguera para poder calentarse.
    Kagome se sentó al borde de la cabaña mirando como la nieve caía. Sintió una tela que caía en su cuerpo, sonrió.


    — Te vas a enfermar—comentó Inuyasha sentándose junto a ella. Le tomó de las manos y frunció el ceño—estas fría…

    — Tú también lo estas—aseguró ella recargándose en su hombro—me sorprendió la actitud de Yuki y Suki—cambio de tema mirando el cielo nocturno.

    — Esas niñas son revoltosas….Pero valientes—exclamó el chico abrazando a su mujer.


    Se quedaron por unos minutos así abrazados, sintiendo la calidez de ambos; un pequeño sonrojo adornó las mejillas femeninas, a pesar del tiempo que estaban juntos se sentían tan nerviosa.


    — Dime Inuyasha… ¿Eres feliz?—preguntó la chica fijando su mirada castaña a la de él.

    — ¿Por qué preguntas?

    — Solo quería sabes… ¿Lo eres?—insistió la sacerdotisa. Se quedo muda al sentir los finos labios del chico posarse en su frente.

    — Tonta, por que preguntas cosas si ya sabes la respuesta—ella se acomodó en su pecho y el dejo que su barbilla reposara en la cabeza de ella.

    — Solo quería escucharlo—dijo poniendo una mano en el torso varonil.

    — Pues… si lo estoy Kagome—contestó besando la cabeza de ella seguido por una sonrisa en sus labios.


    Estando contigo siempre seré feliz…
    -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
    Despertó por el frío que acarició el ostro. Sus ojos se abrieron torpemente mientras se incorporaba de su sitio refunfuñando por el dolor de espalda; miró el cielo y este estaba negro sin ninguna luna, miró sus manos estas no tenían las garras que los caracterizaban. Era luna nueva, perfecto…Suspiró dejando caer su cabeza hacia atrás respirando levemente. Amaba y odiaba esos sueños, en donde los recuerdos más hermosos se hacían presentes y era despertado por la cruel realidad.


    Tragó duro sintiendo la soledad otra vez…


    Una vez amo las lunas nueva, ahora comenzaba a odiarlas. Esas noches que ahora se sentía mas vulnerable, en donde reclamaba, pensaba ay gritaba a dios el por que le odiaba de esa manera.
    Estar solo era difícil.


    No era inmortal, pero su duración de vida era más extensa que cualquiera. Esto no era un don, si no una maldición.}

    —Si tan sólo hubiese la manera…—dejo que su mano tocara su frente mirando el cielo. Esto le recordaba cuando huía de todo, de todos. Ocultándose en los arboles y viajando sin cesar.


    Si tan solo hubiese la manera de que no doliera tanto la ausencia…


    Sintió frío y se cubrió con sus brazos, un estornudo lo sorprendió. Tocó su frente una sonrisa marcó sus labios. ¿Cuándo fue la última vez que se enfermo?
    -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-..
    Un estornudo.


    — ¡Carajo!—gritó un muchacho mientras otro estornudo lo interrumpía.


    Odiaba con todas sus fuerzas esta condición: enfermo, cuerpo cansado y con el escurriento nasal y para variar en su forma humana.

    — Pero ¿Quién tuvo la culpa?

    — ¡Te digo que yo no fui! —protesto nuestro protagonista cubriéndose la nariz. Su voz sonaba un tanto extraña ¿Cómo paso que el medio demonio se haya enfermado? Muy sencillo: era tarde, el cielo amenazaba una lluvia, Shippo (el causante de su desgracia) le había mentido diciendo que Kagome estaba afuera de la cabaña y que necesitaba ayuda. Salió corriendo como alma que se lleva el diablo, pero en ese trascurso la lluvia comenzó mojándolo de la cabeza a los pies. De regreso paso igual y antes de que llegara su condición humana lo sorprendió… y los síntomas de una gripe no lo hicieron esperar. Y para que fuese mejor ese día Kagome estaba en la cabaña contándole un cuento a las gemelas de Sango.

    En conclusión.

    Mañana comería un zorro mágico para la cena.

    Kagome roló los ojos saliendo de la cabaña. Estas era la sexta luna nueva desde que se casaron. No pudo evitar que una risilla escapara por sus labios, era la primera vez que lo veía enfermo; Inuyasha por su parte se dejo caer en el futon mirando el techo de la cabaña y oyendo el sonido de la lluvia, cerró sus ojos… ¿Desde cuando su vida había cambiado rotundamente? Antes, si se enfermaba era un sacrilegio. Y más en su condición tan débil, pero ahora…Se sentía tranquilo ( y un poco molesto) pero estaba seguro. No se avergonzaba en mostrar su aspecto débil a los demás, tenía un techo, comida, bienestar…En sí, tenía un hogar. Respiró profundamente, el cansancio de su cuerpo le era demasiado; como si hubiese corrido un maratón…Esperen…Si corrió demasiado.

    Pudo presentir la cercanía de alguien, no temía de quien se trataba ni siquiera estaba alerta de lo que hacía pero se sentía bien estando cerca de aquella persona. Algo húmedo se instaló en su frente y una gota de agua se fue a su cuello. Abrió los ojos encontrándose a Kagome pasándole un pañuelo mojado de agua fría.

    — ¿Te desperté?—preguntó la sacerdotisa y él desvió la mirada. Esto le parecía familiar. Cuando estaba herido por el demonio araña y la primera vez que lo vio como humano.

    — No—dijo entre un suspiró y la volteo a ver.

    — Tienes mucha fiebre—dijo su mujer mojándole otra vez la frente. Inuyasha se escogió de hombros dejándose llevar por la sensación de alivio. A pesar de no poseer su desarrollado sentido del olfato podía percibir el olor de ella y le tranquilizaba. ¿Desde cuando su vida dio este giro inesperado? ¿El? Un medio demonio deseando ser un demonio completo y poderoso, ahora estaba en una ladea de humanos, enfermo, cuidado por una humana que era sacerdotisa, casado con esa humana y para colmo su sueño de ser alguien fuerte fue aplastado por el deseo e volver a verla después de tres años.
    Abrió sus ojos encontrándose con los castaños de ellas.
    — Kagome—le llamó.

    — ¿Si?

    — Bésame—más que una petición fue una orden.

    Kagome abrió mucho los ojos, no sabia si Inuyasha estaba sonrojado o era la fiebre que lo tenía ene se estado. Dudo mucho que estuviese apenado, la determinación en que lo había dicho la dejo perpleja. Sonrió la sacerdotisa acercándose al chico; colocó su mano derecha al pecho de este y pudo sentir su corazón que se aceleraba al mismo tiempo en que ella se acercaba, entrecerraron sus ojos sin apartar la vista del uno con el otro y se besaron. Fue un beso sencillo, tierno, pero bastante lindo para ser sinceros. Quiso separarse Kagome pero Inuyasha le mordió el labio dejándole sin escapatoria, ella hizo lo mismo profundizando el beso…Todo era tan hermoso y romántico hasta que Inuyasha cometió la peor estupidez para mandar todo al diablo.

    Un estornudo.

    Aquel momento se fue al basurero a, presenciar eso, la pobre chica se separo de él limpiándose el rostro decidiendo reír o enojarse mientras que nuestro protagonista desviaba la mirada poniéndose rojo que hasta combinaba con su vestimenta. En sí, el momento romántico se fue.

    — Iré por algunas hierbas—dijo sin más saliendo de la cabaña haciendo el mejor esfuerzo posible de no reírse al ver la cara de su esposo.

    Pasaron varias horas hasta que las luces de la cabaña comenzaron apagarse. Allí adentro se encontraba el matrimonio ahora tranquilo: Kagome dormía cómodamente al lado de su esposo con una manta cubriendo su cuerpo. Inuyasha la miraba, su mano derecha sostenía su cabeza mientras estaba de lado. Había cambiado bastante, ya no era una niña de quince años. Había crecido un poco, su rostro se afino más dejando la ternura e inocencia para dar paso a la sensualidad y belleza. Miró su cuerpo que a pesar de estar oculto en la manta era notable. Estos también sufrieron cambios bastantes, sus curvas se afinaron más dejándolo sin aliento. Sonrió satisfecho nuestro medio demonio ya que él fue el UNICO que pudo tocar esos cambios.

    El alba se asomaba por la puerta de la cabaña, uno que otro rayo del sol salía de los órficos de la rendijilla. Ahora podía escuchar los latido de ella, su respiración mas cerca. El aroma de ella se hizo más intenso. Bajo la mirada encontrándose con los ojos castaños de la chica, esta solo sonrió acariciándole la mejilla, cerró los ojos dejándose llevar por aquella caricia.


    — Buenos días…-le dijo mientras le besaba la barbilla.
    .-.-.-.-.-.-.-.
    Miró el cielo nocturno, los cabellos meciéndose con el viento…Sintiéndose solo otra vez…
    No podía huir, ni siquiera podía esconderse. Inuyasha bufó molesto y la tristeza se apoderó de él. Odiaba eso de las lunas nueva; se sentía tan…Miserable. Era cierto que tenia a Shippo, era el único que no envejecía, lo quería ese cachorro a pesar de ser una molestia. Respiró hondamente, si tan solo hubiese la manera de vivir en los recuerdos para siempre; daría todo para poder tenerla otra vez. Sus ojos castaños, su voz, sus sonrisas, sus enojos, aquellos gemidos que salían de sus labios cuando la hacía suya, aquel cuerpo, su amor…Dios, ¿Por qué no pudo volverse un ser humano? Así no sufriría tanto.


    Odiaba ser medio demonio. Eso era un hecho.


    Un golpe de una bellota le hizo perder el equilibro y caer al suelo. Se levantó mirando quien fue el causante y bajo la guardia.


    — ¡Oye te vas a enfermar!—gritó Shippo lanzándole otra bellota—anda entra a la cabaña tonto.

    — ¡Ya voy mocoso!—gritó devolviéndole la bellota.

    — Pues mas te vale, no te quiero andar cuidando de enfermo—bromeó el zorro para luego adentrarse en la cabaña que compartían.

    Inuyasha sonrió sacudiéndose las hojas que estaban en su pantalón y miró la noche. Mañana seria ese día… Bajó la mirada respirando el aire y suspiró pesadamente, esperando poder quitarse aquel vacío en su pecho.

    — ¡Inuyasha!

    — ¡Hay que ya voy!

    Sin más que decir, me retiro, esperando con ansias de que me avises del siguiente capítulo.

    Atte: Mikura 700.
     
    • Me gusta Me gusta x 2

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso