Long-fic de Inuyasha - Hojas de Otoño [Sesshô&Kago]

Dedicado a Dominó, su comentario de que me iba por algo típico me hizo darle esta vuelta. Espero te guste querida <3

Por cierto, creo que empezaré a hacer los capítulos un poco más largos, quizás el doble, así apresuro un poco las cosas sin cortarme las ideas. Disfruten :3

X​

Tres meses no eran nada en la vida de un demonio, pero a penas puso un pie en el territorio de ésa aldea, recordó que para los humanos lo era. Siempre percibió hastío hacia él en todo sitio humano que pisaba, en esta aldea eso no había, sólo respeto. Curioso.

―Es muy triste lo que le pasó a la joven Kagome, ¿no crees, Hanako?

―Lo es querido, ciertamente. Pero, quizás sea lo mejor. Pobres jóvenes, ya no hay amor en sus miradas ―suspiró con aguda tristeza ajena la mujer en respuesta.

¿Algo malo le había sucedió a ésa humana? Sí así era, ¿por qué se lo preguntaba así mismo, con algo extraño escarbando dentro de sí?

―Amo Sesshômaru, ¿cree que Rin pueda ir donde Kagome-sama?

―Haz lo que quieras. ―La niña se marchó rápido a la cabaña que ésa hembra compartía con el híbrido, y él, extrañado, le siguió los pasos lentamente.

Apestaba a sangre y muerte.

Sabía que no era ni su medio hermano ni aquella hembra…

―Así que ya no hay criatura, hump ―susurró aquello, haciendo una mueca que podía pasar por sonrisa torcida.

―¡Maldita sea! ―alzó levemente la mirada, sin esfuerzo. A varios metros de él se veía a un encolerizado Inuyasha golpear con su puño a un árbol, hasta derribarlo y seguir con otro. Su mano sangraba pero no se detenía, lo hacía con más brío, ira, dolor.

―Amo Sesshômaru ―susurró una entristecida Rin sujetando su estola. La miró brevemente, y dio media vuelta con ella siguiéndole.

―¡Para ya, Inuyasha! ―No pudo evitar voltear levemente la mirada al oír a la mujer salir de la cabaña con semejante angustia y pesar sobre ella.

El hanyô seguía azotando los árboles que se interponían ante él, ahora más con dolor que otra cosa. Cuando observó mejor los alrededores se percató de que había varios troncos en el suelo, quebrados por la mitad, de días así.

Ella fue hasta donde el híbrido y tomó su mano derecha que estaba en el aire, la sujetó con ternura y la besó, luego le rodeó con sus pequeños brazos, buscando darle y recibir consuelo, este correspondió medio ido, con la mirada nublada, de lo que Sesshômaru supuso eran lágrimas. La mujer murmuraba cosas contra su pecho y sollozaba sin evitarlo, adolorida, exhausta de aquello que posiblemente se había vuelto rutina.

El demonio soltó un muy bajo gruñido ante esto, ¿por qué? Era la hembra de Inuyasha, no deberían escapársele cosas así, nunca, menos sin motivo alguno. Inuyasha volteó a su dirección y le taladró con la mirada, instándole a marcharse o que él mismo haría que eso sucediera. Era un claro reto, uno que dejó pasar y siguió, retomando camino.

La pareja entró en la cabaña, que no iba a hacer otra cosa que deprimirlos, Sesshômaru dejó a Rin donde la anciana, y se marchó.

473 palabras​

 

XI​

No había aceptado el reto de Inuyasha porque simplemente en ésa situación que él estaba le era suficiente escarmiento, suficiente tortura. Algo que había sembrado hace poco más de tres meses…

Sesshômaru había ido a buscar a Rin a la aldea, para hacer un viaje durante el invierno a China y regresar en primavera. Pero antes debía hablar algo con Inuyasha.

―¿Qué carajo haces aquí? La aldea queda en otra dirección ―bufó Inuyasha cruzado de brazos.

―Ésa mujer no sobrevivirá al parto ―dijo simplemente.

―¿De qué diablos hablas? ―espetó, nunca dialogaría con su hermano nada que tuviese que ver con Kagome o la familia que iba a tener con ella, pero accedía a la idea de que quizás él supiese algo y que lo dijera a voluntad, iba a ser bueno.

El otro no respondió, sino que empezó a adentrarse en el bosque, Inuyasha le siguió, curioso y atento a cualquier cosa que pudiera hacer. Cuando se internaron lo suficiente en el bosque Sesshômaru se detuvo, y lanzó una pequeña bolsa de tela.

Alzó una ceja, con curiosidad, ¿qué se suponía era eso, una limosna de lástima fraternal? Bufó.

―No estaré cerca cuando suceda el parto, si sucede, y no podré revivir a tu hembra con Colmillo Sagrado cuando eso pase. ―Inuyasha iba a hablar, pero Sesshômaru siguió―: Tu madre no sobrevivió a tu parto, es muy difícil que una humana lo haga en nuestro clan, padre le revivió, pero Colmillo de Acero no tiene ésa habilidad.

Inuyasha estaba paralizado, ¿su madre había muerto al tenerlo y su padre la revivió? Si lo que Sesshômaru le decía era verdad, ¿Kagome?, ¡no, eso no era posible! Ella no podía morir, no mientras él la cuidara, era una promesa ante todo. No importaba ni un poco que ya no sentía ése amor de pareja por ella, pero aún la amaba, la quería, la necesitaba. Pero había algo más extraño aún…

―¿Por qué carajo me dices esto? ¡Si es una broma te juro que…

―Yo no hago bromas. Es tu hembra, se ha vuelto parte del clan, y como soy el primogénito debo velar por el bien de los miembros, aunque no lo quiera ―miró sobre su hombro, había un confundido Inuyasha frente a él, ¿de verdad tenía que explicarle todo?―. También como primogénito yo decido cómo van ciertas cosas, esta vez no podrán tener un hijo, porque no podré estar para que ella no muera…En otra ocasión, hagan lo que quieran.

Era la explicación más extraña y larga que había recibido de Sesshômaru, pero tenía sentido.

―¿Y qué diablos se supone que haga? ―murmuró con los labios apretados.

―Ésas son unas hierbas que hará que no tenga a la criatura, debe tomarlas una vez a la semana.

―¡¿Insinúas que mate al cachorro?! ―gritó Inuyasha, gruñendo.

―Es él o la sacerdotisa, tú decides ―dicho eso se marchó a buscar a Rin.


Al parecer Inuyasha se había decidido, había demorado un poco porque al parecer ella había perdido a la criatura muy recientemente. A veces le daba curiosidad la situación, ¿qué habría hecho él? Enseguida descartaba ésos pensamientos, él nunca estaría en semejante situación, no tendría a su primogénito con una humana, era ridículo.

Y también se recordó que no había sido del todo claro en ésa explicación. Bien era el primogénito, pero él no decidía eso, ella podría morir o no, no sabía probabilidades, pero debía decirlo. Lo otro era que, le repugnaba la idea de que otro híbrido manchara ése legado de siglos, y este que naciera iba a ser más impuro aún. Rechinó sus dientes en un gruñido, le asqueaba la idea.

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601 palabras​

 

N/A: Aún no está listo como quería, por lo que lo dividiré en dos para no dejarles más tiempo sin continuación.

XII​

¿Qué diablos hacía ése allí?, ¿no era suficiente, acaso, haberle dado a escoger semejante cosa? Había mentido, traicionado, engañado y matado; todo eso a dos seres que quería demasiado, uno de ellos ni siquiera pudo conocerlo en persona, ya que nunca poseería una identidad.

Porque él lo había impedido.

Cuando la mujer se durmió finalmente él se deslizó fuera de las sábanas que compartían, y salió de la cabaña. Y quizás deberían alejarse de ésta, era demasiado doloroso habitar siempre allí. Las paredes de madera y cada esquina los asfixiaban.

Fue caminando lentamente, con las manos dentro de sus mangas y suspirando continuamente, se dirigió en sus ciegos pasos a una colina que quedaba detrás de la aldea. Con la luna incipiente, juzgándolo con su blanca luz, reluciente en sus opacos ojos dorados, tristes e hinchados.

Con un gesto no propio de él, miraba la aldea; tan quieta de noche, con los animales acurrucados para darse calor, y las familias retozando en sus casas. Un poco más lejos estaban las plantaciones, que con sus aguas color turquesa por las plantas fulguraban tranquilamente.

Un haz de luz pasó por sobre su cabeza, y olfateó el aire, gruñó por lo bajo y bufó. ¿No se había ido ya? Giró sobre sus talones y se encaminó de vuelta a la cabaña, dormiría pegado a la puerta, velando en sueño de su mujer, sin tocarla. No era digno de hacerlo ya.

Contenido oculto

@Vantage ¿Me haces el favor de moverlo? Gracias de ante mano.

 

XIII

Kagome sintió el instante en que Inuyasha se separó de ella, pero no quiso preguntarle nada, quizás un poco de espacio les serviría. A los minutos se levantó, y recorrió cada rincón de la cabaña; recordaba con claridad el momento en que entre ellos buscaban la madera: sin nudos, firme y de varios anillos, árboles que ya se estuviesen rindiendo de luchar por más nutrientes, pero sí dispuestos a servir de vivienda.

Antes hubiese considerado aquello una estupidez, ahora lo veía tan necesario. Si solo las personas de donde ella venía hicieran eso… el mundo seguiría siendo mundo. Tocó su vientre y suspiró pesadamente, se sentía tan hueca, vacía, inútil. Recordó que las cosas por algo pasaban, y sabía que aquél niño o niña que llegase no hubiese ayudado ni un poco a los endebles lazos que le unían a Inuyasha, había aquél candor de protección latente, esas miradas furtivas de cariño y admiración pero hasta allí llegaba.

El amor se había esfumado en esa etapa de ausencia, no era culpa de nadie.

―Aunque es nuestra culpa haber tratado algo donde no hay nada.

Encendió el fuego y se acurrucó a su lado, admitía aquello, e igual nadie podría tampoco culparla, vino con esa intención, no se iría sin tratarlo al menos, y ahora claro, no podría irse.

Llevó una mano a su cuello, con notable arrepentimiento.

Y estaba la marca, un pacto irrevocable entre un macho y su hembra. Sonrió amargamente. Sintió fuera su aura incluso antes de que descendiera, no entendía el motivo de aquella visita; se levantó y le recibió fuera, allí se quedó mirándole, y él a ella.

―Ese cachorro iba a matarte ―aseguró una vez esta desvió la mirada, debía decirlo, ya que nadie más lo haría.

«Creo que la idea de morir no me desagrada», pensó ella en una amarga broma.

―Le ordené a Inuyasha hacer lo correcto. ―Mentira. No había sido ninguna orden.

Kagome se quedó quieta en su sitio.

327

 

A ver si termino esto y empiezo a cerrar ciclos e-é

XIV


Caminó un poco, hasta llegar a un árbol de los que Inuyasha había destruido. Eso explicaba tanto, estaba disgustada de que él no le había dicho nada, y seguro era que sabía la respuesta de ella: lo tendría sin importar qué.

Se sentó allí, mirando las estrellas. Eso le hizo pensar que Inuyasha seguía siendo el mismo, que estaba distante, claro, y que aun así haría las cosas sin si quiera pensarlo para cuidarla a ella, quizás le serviría considerar que aún en su unión tan caótica había esperanzas.

Lloró sin poder evitarlo, tenía cosas muy dentro de ella que al fin estaba dejando ir, se perdonaba a si misma por ser tan crédula, y se llenaba de valor, de ánimos, y lo perdonaba a él por hacer eso sin consultarle. Ambos podrían de su parte, claro que lo harían, era esta ocasión la adecuada de quebrar esa brecha que se había hecho entre ellos.

Decidió dejar de lado el que Sesshômaru haya ido hasta allí solo a decir eso.

Cuando vio la silueta de Inuyasha acercarse, cabizbaja, se limpió las lágrimas, y cuando él, con sorpresa la miró allí, de nuevo angelical, siendo Kagome, no entendió nada.

―Lo sé, y te perdono ―murmuró ella.

Inuyasha cayó de rodillas, y lloró frente a ella, apretando sus manos con fuerza. Tenía tantas cosas dentro, y no le importó dejarlas salir. Kagome le abrazó, y él se refugió en su pecho, había olvidado ya lo agradable del latir de su corazón, y una vez él se calmó un poco, notó, de nuevo, que ambos corazones latían a la par.

―Todo irá bien ―murmuró él finalmente.

E iba a ser así, un descuido no se lo iban a permitir, ya no. Estaban fortalecidos de esta experiencia, y sabía que aún habría noches en las que iban a llorar amargamente, y él estaría para ella, y ella para él. Juntos, con ese amor que los unió, como debía de ser.

 

XV
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Dormir sobre una rama, donde ella se acurrucaba en sus brazos, todo para evitar peligros. Despertar a penas el alba los golpeare, refrescarse en algún lago y desayunar, para luego emprender marcha, ella en ese cacharro de metal, y el corriendo a su lado.

Como las primeras veces.

Eso los había mantenido unidos, como compañeros, pero no habían tratado nunca más de ser pareja. Derrumbaron la cabaña, y mientras reunían el dinero necesario en sus viajes como cazadores y purificadores para hacer dos viviendas separadas, a cada polo de la aldea, Kagome dormía dónde la anciana Kaede.

―¿Así que, quieren disolver la marca?

Asintieron a la pregunta hecha de vuelta por la vieja madre de Jinenji.

―Las cosas se desvanecieron entre nosotros, y tener esta cosa es estúpido ―Inuyasha asintió a lo dicho por Kagome.

Ambos tenían un nudo en la garganta, ¿pero qué más podrían hacer? Él estaba seguro que Kagome conseguiría a alguien más, era especial, y se odiaba por haberla condenado a estar lejos de su familia, tan apartada de lo que era su realidad como para confinarla a ese sitio, él en cambio, permanecería solo el resto de su vida, ¿cómo conseguiría a otra mujer cómo ella? Es más, si la consiguiera, terminaría pasando lo mismo, estaba seguro.

―No sé cómo ayudarlos, debe saberlo es el demonio encargado de dicho clan mis queridos.

¿Su esperanza era hablar con Sesshômaru? ¡Ni hablar! Buscarían otra solución, seguro Kagome estaba de acuerdo con él en esto…

―Yo hablaré con él.

…o tal vez no.

Contenido oculto: N/A

255 Palabras.

Sin lugar a dudas era hora de que yo pudiera seguir con esto. Y al fin dejar un poco atrás este InuyshaxKagome y retomar la esencia del fic. Tengo dos continuaciones más listas, y sigo escribiendo las otras. C:

@Tarsis @Lexa @Lothaire @Misuzu @Mikura @Artemisa esposa mía <3

 

Advertencia: Puede que peque en algo de OoC, sepan disculparme.

XVI
​

Se notaba la incomodidad al estar en aquella cabaña, se veía pequeña, disminuida ante la presencia de ese ser. Mientras servía el té se dio cuenta de que ese no era el mejor lugar para hablar.

―Vayamos al bosque, allí se estará más a gusto ―lo dijo sin siquiera pensar en Inuyasha, este, al ella no negarse a hablar con su medio hermano, había ido con Miroku a un exorcismo a varios días de camino, y a penas se había ido esa mañana.

El demonio alzó la vista un instante antes de levantarse y salir, guiando la marcha, la sacerdotisa, presurosa, le siguió el paso. Despidiendo con una sonrisa a Rin que iba entrando a la cabaña. Esta ya sabía, con la sola mirada del Amo Sesshômaru que no debía interrumpirlos.

La joven se sorprendió un poco al darse cuenta de que estaban en aquel pequeño lago. Sonrió con suavidad, eso era un buen momento para ella. El demonio no pasó desapercibida aquella sonrisa, y se sintió lleno de tantas cosas que no comprendía, como en ese lejano día de otoño.

―Sesshômaru ―su voz tenía cierto alivio, seguridad―, ¿hay alguna manera de debilitar o quitar la marca?

―Sin rodeos.

―Sé que no te gustan.

Pudo casi bufar ante la atenta mirada de ella, ¿acaso había una forma de cumplir ese objetivo? No estaba del todo seguro, pero por algo viajaba tanto. Ella estaba expectante. Sentía el latir veloz de su corazón, los nervios, la premura de saber si esa esperanza tenía sentido o no.

¿Qué podría decirle?

Contenido oculto

257 palabras.
Como meramente pasaré al foro para publicar, los avisos de continuaciones y otros proyectos literarios los colocaré en un canal de Telegram, les dejo acá para que lo busquen. ¡Inviten a quien deseen! Coloquenlo en google y ya:
telegram.me/kstranotice

Si tienen telegram, busquen: Kai Stravístico~

 

XVII​

“Regreso en un mes”

Fue lo único que salió de sus labios hace dos semanas, no sentía correcto haberle dicho que sí o que no, si el mismo no sabía la respuesta. Y el señor de las tierras del Oeste no era ningún mentiroso. A pesar de que no admitió ser un desconocedor de dicha información, debía de informarse. Por eso mismo estaba en presencia de su madre en ese instante.

―¿Romper una marca, eh? ―la mujer cruzó las piernas mientras estaba sentada en su trono―. Yo nunca fui marcada así que no sabré de eso.

―Madre, no me interesan los líos amorosos que tuviste con padre.

―¿Pero sí te interesan los líos amorosos de ésa humana y tu medio hermano? Curioso ―la mujer sonrió abiertamente antes los nervios crispados de su hijo. Entendía la inquietud del mismo.

―No espero que entiendas por qué te pregunto esto ―«Ni yo mismo lo sé», pensó.

―Claro que lo sé hijo, suficiente con un híbrido en el linaje de la familia, ¿para qué seguir machacándolo así?

Se dio consuelo de que su madre le dio la excusa que necesitaba, sin siquiera saberlo. O era ajeno a que su madre sabía la premura en la que se hallaba.

―¿Y entonces, madre?

―Bien, en China hay un hechicero poderoso, puede quitarle la marca a cualquier hembra que sea la incorrecta, pero sólo así, solo si esos dos ya no se aman funcionará, claro que, la joven deseosa de desaparecer la marca debe pagar un precio alto por lo mismo, este lo pone el mismo hechicero.

Él asintió en su dirección, a modo de agradecimiento y marchó de allí.

273
​

 

XVIII​

Suspiró por enésima vez.

―Abajo.

No tenía tiempo para las réplicas del medio demonio, de alguna manera lo seguía amando, con esa camadería incomprensible entre ellos, ese mismo amor que sentía hacía Miroku o el mismo Inuyasha hacia Sango, y este lo sabía, pero había algo posesivo en él que era inevitable, más cuando quién la estaba esperando fuera era el Lord de las Tierras del Oeste.

―¡No puedes Kagome!...Puede, puede, ¡hacerte daño! ―terció el hibrido sentado cruzado de brazos.

Cuando la chica se dejó caer a su lado soltando un suspiro y sacudiéndole el polvo del cabello se sonrojó, habían cosas que aún lo ponían nervioso en cercanía de la joven.

―Debo ir Inuyasha, y sí debo ir solo yo, ¿crees que lleguemos si quiera a salir de Japón contigo peleando con Sesshômaru? ―El chico se volteó para mirarla a la cara y responderle―. Yo sé que no, así me lo niegues. Ven acá.

No le dio tiempo de objetar nada en cuanto la chica se acercó y le dio un beso en la mejilla. No estaban tan cerca desde hace mucho y eso se había sentido...

…raro, antinatural.

Se quedó en la misma posición cuando la vio levantarse y tomar su gran mochila amarilla. La mujer tenía apenas una prenda que parecía de dormir de un color azul cielo, y debajo de este cargaba una ropa tan ajustada como la de la exterminadora, pero llegaba solo hasta los codos y rodillas, frunció el gesto disconforme, al menos no era aquella falda reveladora que usaba antaño, sin embargo, esta marcaba su figura, no dejando nada a la imaginación.

―No vayas a…―detuvo sus palabras al fijarse lo que la joven dejaba colgando de una argolla en una pared. Llevó inmediatamente la mano hasta el cuello, sintiéndolo vacío.

―¿Qué no vaya a que, Inuyasha? ―cuestionó esta mientras se colocaba los zapatos, mirándolo levemente.

―Ten cuidado, Kagome ―se limitó a decir mientras seguía cruzado de piernas.

―Lo tendré, me han enseñado cómo.

La chica sonrió en su dirección y salió por la puerta de la cabaña.

343​

 

XIX​

Sesshômaru no era realmente un buen compañero de viaje, y Kagome al fin entendía por qué Rin llegaba a ser tan parlanchina, ¿alguien debía llenar esos silencios en algún punto, no? Pero cada vez que se atrevía en abrir la boca, la cerraba rápidamente cuando le sentía voltear levemente en su dirección.

Y estaba segura de que no hablaría con Ah-Un, casi segura.

―¿Por qué no te acompañó?

Se exaltó con su suave voz en cuanto se dirigió a ella, y tardó más de lo que hubiese querido en responder, ¿acaso estaba dudando ya? ¡No podía!

―Yo quería venir solo contigo ―Oh, que alguien la condenara en este momento, o un rayo la partiera, eso había sonado tan personal.

―Hmp.

La miró brevemente, justo cuando se enrojeció, y por un momento sintió la necesidad de sentarse sobre la bestia y acompañar a la chica, solo pasear. Sin embargo, aquella hedionda marca le recordaba su tarea, ¿cómo el híbrido pudo llegar hasta tal pérdida de control sobre su hembra? Bueno, era obvio que ya no sería su hembra.

―¿No vamos a descansar, aunque sea un rato? ―Kagome se masajeaba el cuello dolorido.

Si bien ella estaba relativamente cómoda sobre la Ah-Un, y bajaban a tierra para sus necesidades, ¡y nada más, por que comían en pleno vuelo! Se preocupaba del cansancio de la criatura y del suyo propio, y le urgía darse un baño.

Como respuesta el demonio solo fue descendiendo, y buscó, sin petición de ella, un claro cercano a unas aguas termales. Agradeció el gesto y en cuánto dejó comida preparándose, se dirigió al agua. Meditaba sumergida en las aguas, no sabía qué detalles había detrás de ese hechicero, y aún tenían un par de semanas más de viaje, al menos con el paso humano de ella y su desgaste.

Se sonrojó, ¿cómo Sesshômaru toleraba tanto hacer eso por una humana?, ¿por ella? No importaba qué tanto se dijera a sí misma que se debía a un honor entre el clan, o algo semejante (sabía que Sango le habló de ello en algún momento), no terminaba de creerse semejante cosa.

―Termina para que comas ―fue la simple orden.

―Umm, claro ―Kagome abrió los ojos lentamente, mientras la bruma que tenía en esta se dispersaba vio la silueta del hombre de refilón.

Estaba a su derecha, donde ella recostaba la espalda había una piedra y no podía ver todo, pero sí lo suficiente. Sesshômaru estaba desnudo, bien…¡estaba desnudo al lado de ella, a punto de entrar al agua!

―¿¡Pero qué diablos haces!? ―bramó, entre molesta y avergonzada, buscando que el agua subiera y tapara sus senos, y como no ocurrió, bajó ella en el agua.

Él enarcó una ceja, ¿de verdad tan pudorosos eran los humanos? Podría decirse que rió internamente al ver el escándalo que montaba, ¿podría forzar más a esa humana? Le interesaba saber su reacción, de cierta manera, un experimento.

―¿Me meto a bañar? No soy una bestia sucia y mugrienta.

―Pero, estás desnudo…―logró articular como si fuera algo anormal.

―Se suponen los baños se dan así, humana.

Y siguió sus pasos hasta ubicarse frente a otra roca, la chica tenía vista completa de su trasero, y entre sonrojada y temerosa, no se vio capaz de cerrar los ojos…o la boca. Al menos tuvo la suficiente rapidez, bueno, casi la suficiente, para girar el rostro sonrojado cuando este volteó para luego sentarse frente a ella.

―Bien, iré a comer, ¿podrías...no ver? ―murmuró con los dientes apretados, no debía olvidar que le había dicho humana, no sacerdotisa, no mujer, humana, y eso señores, era un retroceso en lo que ello suponía podía ser una buena relación de…¿de qué? Macho Alfa de un Clan y una mujer que quería ya no ser parte de ese clan. Vale, era hora de que Kagome se concentrara.

―Es solo carne…―murmuró el demonio con las garras desenredando su cabello.

La chica le fulminó con la mirada, respiró profundo, y con toda la dignidad que tenía, y sabiendo que el mayor de los Taisho no se movería o tendría ese gesto con ella, se levantó mirándole directo a los ojos mientras él le daba un rápido vistazo, y se fue a comer.

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N/A: Chan-chan-chan!
Era hora de darle un giro a esto, ¿no? Y bueno,a ver si me digno sí a publicar más seguido (es una vil mentiiiira), ¿cómo puedes tener 5 años publicando esto sin terminarlo? Siendo sincera, ni yo misma lo sé. Pero disfruten ♥

 

XX​

«Eres una mujer adulta Kagome, puedes lidiar con ello, debes lidiar con ello. Como él dijo, es solo carne»

Y tres días después ella no podía dejar de pensar en esa carne. Habían hablado más, si contaba el que él le preguntara cómo había dormido, y ella si él quería descansar, más de eso, nada. Pero cuando Ah-Un enfermó, no les tocó más que detenerse cerca de una aldea de pequeños demonios, y cuando pasaron por esta para pedir ayuda para la criatura…les fueron cerradas las puertas en la cara.

―Hmp, te dije que podíamos seguir sin él, se recuperará ―terció el demonio mientras caminaban de regreso a donde habían instalado un pequeño campamento.

―Supongo que se recuperará, pero, yo no viajaré en tus brazos, no es cómodo. ―Puso los ojos en blanco mientras le daba agua en un cuenco al otro demonio y acariciaba una de sus cabezas―. No podemos dejarlo así, de todas formas. No tienes a Jaken para que lo cuide, debes hacerlo tú, es tu bestia, ¿no?

Casi pudo ver que el lado de Lord del Oeste le gritaba que ella tenía razón, y sonrió por ello. Él se limitó a decir que seguramente le temían a su aura, y se alejaría para que ella pudiera hacer lo que hacen las sacerdotisas. Y sonrió, por que dejó de ser humana de nuevo y ahora era la sacerdotisa. Se sentía sumamente idiota por estar contenta por eso, vamos, que ya no tenía quince años, pero se sentía como que sí.

Respiró profundo, era una mujer fuerte, lista para formar una familia, para enamorarse de nuevo, para afrontar todo; y en esta situación se sentía útil de nuevo, así que fue derechita a buscar instrucciones de la afección que podría tener el escamoso ser.

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Lo mejor hubiera sido que la mujer ocultara su aura, pero desconocía cuál era el alcance de su poder espiritual en ese estado sin entrenamiento apropiado; y no estaba para soportar regañinas o reproches cómo lo hacía su medio hermano, él era Sesshômaru, y no tenía por qué dar explicaciones o convencer a alguien, él ordenaba y obedecían.

Pero ella se atrevía a desafiarlo.

Así fuera solo con la mirada, como pasó unos días antes. En fin, estaba divagando demasiado, y aquello no le gustaba en lo más mínimo; estaba teniendo pensamientos más a menudo en la humana que lo acompañaba en este momento, si bien se podría atribuir que cuando viajaba con Rin era por ella ser una cría indefensa, esta chica ya era una mujer, una que podría defenderse, corrección, intentar defenderse sola, ¿qué lo estaba impulsando a ayudarla con tanto ahínco?

Cuando se había alejado lo suficiente y daba algo de vueltas por el lugar, dejó de percibir el aura de la chica por un instante, y sin pensarlo siquiera se lanzó en un destello a la dirección de tan extraña aldea de demonios.

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Oh vamos, eso era jodidamente ridículo. Cuando llamó a esos enanos casi duendes (ella no estaba segura del todo), les parecieron amables, su aura no despedía malicia y se relajó un poco cuando dejaron de estar temerosos a amables con ella, y le ofrecieron un té que bebió gustosa, ¿cuándo carajo aprendería?

Y allí estaba ella, sin poder soltarse de unos amarres de cáñamo duro, sentada sobre su trasero mientras era examinada como aquella vez hace tiempo cuando llegó a la aldea de Kaede; en esta ocasión no buscaban ningún parecido, sino que hablaban de cuán firme o tierna sería su carne, o si era mejor ahumarla viva para que las emociones se impregnaran en esta.

―Creí que les gustaban vírgenes a las bestias come humanos ―les espetó, rabiosa, tratando de liberar su poder espiritual así fuera en una barrera.

―Oh, no jovencita. Cualquier carne humana por estos páramos es un manjar, ¡un manjar! ―Apuntó con un báculo su rostro, de donde colgaba una pequeña cabeza de la especie de esos seres, como disecada. Lo vio con asco―. Oh, ¿te gusta? Nuestra ley establece que un hijo del jefe de la aldea debe matar a su propio padre y disecar la cabeza, y tenerla así para mostrar poder, por eso, yo no tendré hijos.

Y la criatura, ceñuda y con la cara llena de colgajos y casi desdentada, se rió mientras bailoteaba. Kagome jadeó, y se retorció, parecía que aún viviera en su época, y no en esta, donde nada debía sorprenderla.

―¡Apúrese jefe, que el demonio que venía con ella se la puede llevar y comérsela él!

―¡Sí, y sus poderes, no queremos en su carne los poderes!

La algarabía en el pueblo por tener comida, un manjar de comida como había dicho el jefe, era obvia, hasta veía saliva bajar por la comisura de sus bocas, tragó grueso y se removió lastimándose las muñecas. Pero dejó de hacerlo en cuánto sintió el aura del verdadero demonio cerca, ahí mismo, y supo que por igual sus poderes estaban regresando.

―¡A callar! Es solo una bestia insignificante, tiene tamaño, pero nosotros somos más, no podrá contra nuestra astucia ese can.

―Hmp, no saber quién es su superior es un problema para pequeñas criaturas como ustedes.

Y la cabeza del jefe rodó, pero esta vez nadie la podría disecar y tomar el poder.

 

XXI

«¿Qué mierda estás haciendo Sesshômaru?»

Kagome no sabía si este no se sonrojaba por su naturaleza o porque ella no le agradaba en lo más mínimo, su ego quería creer que era lo primero, porque ni el calor del agua hacia que eso ocurriera. Ya era casi rutinario que cada tres días, cuando ella quería darse un baño durante la travesía él también se lo diera.

―¿Acaso eres así de higiénico de verdad o te metes a bañar cuando yo me estoy bañando porque te da la gana? ―espetó la mujer mientras escurría su cabello con una tela a penas cubriendo su cuerpo.

―Ambas ―respondió luego de unos minutos de silencio.

Y a la chica se le subieron los colores de la vergüenza y rabia, ¿cómo se atrevía a ser tan cínico? Se fue pisando fuerte y respirando profundo para comer y darle lo poco de medicina que quedaba a Ah-Un, este ya estaba en plena forma, pero no deseaba una recaída.

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Estaban a dos días de viaje, uno si apresuraban el paso como en un inicio, tres o cuatro si descansaban a mediodía y parte de la noche. Estaba tentado a lo último. Era un demonio que sabía ya lo que estaba causando esa mujer en él, y sí, mujer; era una hembra y era humana, pero la deseaba. Y una vez la marca no estuviera, la tentación sería demasiado grande, y con esa curiosidad latente en él, no sabía qué esperar cuando aquello ocurriera.

«Podría dejar que regresara sola, con algún humano que la proteja, es una chica propensa a los peligros…Pero me comprometí a llevarla y traerla. Yo…»

―¡Oh Señor Lord!, ¿se digna a mirarme si quiera? ―Kagome ya estaba pasando una mano frente a su rostro, con el ceño fruncido, llevaba ya como cinco minutos llamándole.

―¿Qué sucede? ―contestó, como si nada hubiese pasado. Notó que ella ponía los ojos en blanco, exasperada.

―Bueno, ya que el excelentísimo Lord se dignó a prestarme atención, ¿cómo carajo vamos a reconocer ese hechicero, o cómo nos dará audiencia?

―Soy el Lord de las Tierras del Oeste de Japón, ¿cuál es tú preocupación?

La chica gimió exasperada y le miró como si tuviera monos en la cara, ¿era en serio, de verdad? Vaya, así que su ego era tan grande como su trasero y hom…como su cabellera, se corrigió la chica. No es que haya aprovechado las veces que compartieron las aguas para volver a verlo, solo era una comparación.

Sacudió la cabeza y se enfocó, decidió compartir sus inquietudes.

―Es un hechicero de otra tierra, Sesshômaru, alabado entre los suyos y buscado por muchos. A parte de una amenaza por tu posición y poder, ¿qué más se le puede ofrecer? ―caviló, tomándose el mentón―. Y sobre todo, soy humana, una humana marcada por un híbrido, detesto pensar en ello, pero, ¿y si se niega?

―Madre me dijo que él pide un precio por quitar la marca. Así que, como no es gratis y no es un favor, no deberá negarse. ―La sintió tensarse, y que su sangre se arremolinaba en el rostro, con rabia. ¿Acaso ella…

―¿¡Por qué carajo me lo dices ahora!?, ¡¿y si no puedo pagar el precio qué?!, ¿no tenía yo, el derecho a tener conocimiento de esto? ¡Joder! ―La chica quiso levantarse exasperada de los lomos del demonio, y se tambaleó, regresando a estar sentada, pero aún furiosa―. ¡Pero es que no, los machos Taisho, o los Inus, no tengo ni idea, tienen que elegir por ti!

»¿No es así, Lordcito? Porque claro, son machos alfa que, así sea su hembra marcada o la de su hermano, se sienten con derecho a decidir, ¡a decidir sobre ti, tu salud, tu cuerpo, tu vida! Yo, yo… ―y se quebró, largándose a llorar entre sus piernas, escondiendo su rostro, ni siquiera pudiendo contener los sollozos.

Él la tomó en sus brazos, acunándola en su pecho, e hizo a la criatura bajar, llegaron a un frondoso árbol, que les cubriría de la luz de la luna en ese momento. Quizás tardarían una noche más de lo esperado.

 

XXII

Kagome se despertó perezosamente en la mañana, sentía los párpados pesados y el cuello levemente adolorido, pero de una extraña manera consideró que había descansado y drenado mucho luego de dormirse llorando.

―No creí que alguien se pudiera mover tanto al dormirse en brazos.

Su voz de barítono la despertó de golpe, y sacudió la cabeza con fuerza y trató de levantarse, pero los brazos del demonio no la dejaron. Su corazón latió con frenesí al encontrarse con sus ojos dorados… no pudo evitar compararlos con el híbrido, pero mientras los de este eran como oro fundido, cálidos; los del demonio parecían lingotes, brillantes y sólidos, decididos… ¿decididos a qué?, ¿acaso era sus labios los que veía? Al ser consciente de esto Kagome juntó los de ella, fijándose que los había tenido levemente abiertos.

―Me culpas. ―Era obvio que no se lo preguntaba, pero se veía en la necesidad de mirarlo a los ojos así le costara.

―No lo sé ―respondió con sinceridad―. Ya de por sí me suelo sentir impotente ante muchas cosas…pero eso lo sobrepasó todo. Entiendo a Inuyasha, lo hablamos ―murmuró, mordiendo sus labios―. Pero tú eres un enigma en este tema, no debió importarte tanto, debió ser prioridad seguir la descendencia…me hablaron de esto, y lo que sé de ti…―movió su cabeza hacia los lados, negando con suavidad.

―Sabes de mi lo que permito que sepas, no es necesario más qué eso.

Y la hizo a un lado suavemente, para perderse entre los árboles. Kagome se quedó boqueando como un pez fuera del agua, y se sintió molesta nuevamente. Aquello no se quedaría así.

.

.

.

Estaba tan al borde de transformarse en la bestia, coger a la chica con sus dientes y llevarla como un trapo a donde el jodido hechicero. O noquearla con un aura, hacer algo, pero ese algo podría lastimarlos a los dos. La sacerdotisa tenía alzando a su alrededor una barrera espiritual purificadora, una poderosa, y él, se podría arriesgar a tomarla en brazos y llevársela, sin embargo, ella rabiosa (y sí que estaba rabiosa), iba a soltar una descarga, y luego en caída libre y él con los sentidos embotados, o algo noqueado para atraparla.

Se sentó estando frustrado.

El Gran Sesshômaru, Lord de las Tierras del Oeste no sabía qué hacer.

―¿Se te ocurrió cómo llevarme por la fuerza a dónde el hechicero, o al fin te diste por vencido? ―retó, cruzada de brazos y mirándolo de pie frente él.

Se le salió un gruñido en frustración, porque tampoco podía simplemente dejarla, o…

―¿Acabas de gruñir? ―Su rostro no ocultaba la sorpresa, y sus chispeantes ojos tampoco podían con la diversión.

Todo eso era nuevo para ella. Simplemente trató de seguir su paso cuando este retomó la marcha hacia su destino.

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Cuenta la leyenda, que la autora antes publicaba más de dos continuaciones al año xD