Harry Potter Hogwarts oculta un chismoso. [Completo]

[Capítulo]

[10]​

Derek se sentó en la sala común de Ravenclaw de una forma casual, como si esa fuese su rutina de todos los días. Mentiría si no hubiera notado las miradas de extrañeza en los rostros de sus compañeros y es que, verlo allí debía ser unas de las hazañas más grande desde que tenían uso de razón.

Algo pasaba con Derek Wilson podían olerlo.

Ravenclaw, nunca había sido tan fácil de sorprender y esta vez, casi sin poder evitarlo, él lo había logrado. Sin embargo, si alguien lo hubiera conocido profundamente sabría que estaba allí por un muy buen motivo. Y sólo existía uno entre tantas águilas.

—Entonces, ¿a qué se debe esa mirada de Auror en cubierto? —Frank se había dejado caer a su lado, y por esa sonrisa que cargaba, seguramente le había ido bastante bien en los EXTASIS. De otra forma no estaría allí.

—Simplemente disfruto de la suavidad de los sillones, ¿dónde está el crimen en eso?

—Claro, la suavidad de los sillones. —Frank estiró su brazo izquierdo y le dió una cachetada en la cabeza.

—¿Pero qué te sucede? —se quejó mirándolo de una forma fría y peligrosa, sin embargo olvidó por completo el incidente cuando divisó a las tres muchachas que Mia había asegurado ser las responsables de los chismes.

—¿Qué sucede? —se giró hacia atrás buscando lo que miraba Derek con tanta concentración.

—Si dejas de hablar, tal vez te cuente todo.

~@~

—Dorian. —Lilian dejó de lado su libro de plantas medicinales para mirar con suma atención a la jefa de su casa. —Necesito que lleves esto con urgencia a Madame Pomfrey, ¿puedes? —Observó con cautela la pequeña caja de madera en sus manos y luego a Pomona.

—Por su puesto. —se alejó de su mesa de trabajo y tomó la caja que Sprout le tendía con cuidado. Inmediatamente, como si de una maldición se tratara, sintió un cosquilleo en su cuello poco usual; se giró buscando inmediatamente al dueño del taladre, más no logró hallarlo. Frunció el ceño y decidió acercarse a Mia, que regaba con cierta delicadeza unos plantines de mandrágoras del otro lado del invernadero —iré a la enfermería.

—Ah, ve con Dios. —Lilian rodó los ojos ante el tono burlesco de ella.

—Alguien me está mirando —susurró con cierta urgencia a lo que Mia colocó finalmente sus ojos sobre ella.

—Si actúas tan extraño como ahora, incluso yo te miraría. —respondió de la misma forma. —Ok, ya, vigilaré ¿contenta?

~*~

Frank sabía llamar la atención fácilmente, era un muchacho carismático, servicial y Derek podía asegurar que, incluso, era un buen amigo cuando quería. Era quizás el único que lo hacía parecer alguien normal y no el estoico Wilson con el perfil perfecto para ser un Mortífago.

Era un viejo rumor, pero que aún así seguía asustando a los más pequeños.

—¡Jackie! —La mayor de las tres chicas se giró hacia el grito aterrador de Frank, mientras él se encargaba de sonreír coquetamente.

—Esto no se parece a "no llamar la atención" —masculló Derek mirando hacia otra parte. Por otro lado Franklin Thomas estaba encantado, no era bueno en nada, de hecho cuando el Sombrero Seleccionador lo envió con las águilas fue más que una gran sorpresa para toda la familia. Pero en algo era esencialmente especial, y eso de debía a que había heredado el encanto de su padre para con las mujeres.

La razón por la que que su madre lo había dejado.

—A estas chicas les gusta ser llamadas así, relájate. —la supuesta Jackie llegó a ellos de la forma en que Frank en cierta forma había dado entender. Era por lejos un buitre más que un águila y Derek realmente se sintió asqueado.

—Creo que iré a tomar algo de aire. —Murmuró con seriedad colocándose de pie de los sillones. No era bueno espiando, no tenía exactamente la paciencia para ello y supo que dejarse a la vista como tal había sido tal vez, una muy mala idea. Salió de la sala común de Ravenclaw y se dirigió a las escaleras ya con un rumbo fijo.

Si sus padres supieran que estaba perdiendo el maldito tiempo en estupideces, serían capaces de sacarlo de allí sin importarles nada.

—Ey, cuidado. —Levantó su mirada de sus pies inmediatamente al escuchar esa voz familiar. Lilian estaba justamente frente a él, la culpable de todos sus males. Era increíble que cuando recordaba el incidente ella se presentara, como si tuvieran una rara conexión y tuvieran que encontrarse inevitablemente.

—Dorian.

—Sí, la misma —él se rascó la mejilla mirando con disimulo hacia todas partes y luego a ella. —No hay nadie, Wilson.

—No lo malinterpretes, no me molesta estar contigo pero es prácticamente imposible...

—¿No te molesta estar conmigo? —Derek frunció los labios. —Entiendo.

—¿Qué entiendes? No dije nada. —Lilian retrocedió un paso, abrió la boca para decir algo, más no logró hacerlo.

—Creí que a estas alturas no llegaría a encontrarte. —Derek se giró hacia el dueño de la voz desinteresada a sus espaldas. —¿Interrumpí algo?

—De hecho... —Lilian aclaró su garganta interrumpiendo al Ravenclaw y lo pasó por al lado.

—Por supuesto que no, profesor Firenze.

 

[Capítulo]

[11]
​

—Eso fue realmente grosero. —Murmuraba Lilian por lo bajo mientras era seguida de cerca por Derek con una expresión indescifrable. Era una rara combinación de éxtasis y travesura, y tenía que admitir que la sensación era única.

Los pasillos a esa hora estaban vacíos, era realmente comprensible dada a la hora; sabía que nadie les diría nada por aquella placa sobre sus pechos como prefectos. Al menos eso esperaban.

—¿Grosero? Él fue grosero. —Comentó colocando sin preámbulos, sus manos en los bolsillos de su pantalón. —Creo que se tiene más confianza sólo por tener dos piernas.

—Y él sí sabe usarlas. —El Ravenclaw levantó una ceja al escuchar eso, sin embargo no acotó nada al respecto. Ella siguió caminando, no sabía exactamente adónde pero tampoco detuvo sus pasos. Simplemente se mantuvo detrás de ella como su sombra, o como un maldito acosador. Trató de desviar su mirada de sus piernas esbeltas y esa cintura...

—Maldita sea... —masculló al tropezar con una piedra, si no hubiera tenido reflejos seguramente ya tendría un gran chichón en la cabeza.

—¿Ves? Te lo dije, él sabe usarlas mejor.

—Guarda tus comentarios dónde mejor te quepan, Dorian.

—Qué caballero.

—Bruja. —susurró, pero ella logró escucharlo, lo supo cuando repentinamente la tuvo prácticamente sobre él. —Pero talentosa.

—¿Le temes a las mujeres, Wilson? —lo había desafiado, era sumamente notable de que así había sido, y él estuvo realmente tentado a responderle, a seguir con su juego. Pero no lo hizo, sabía que caería en un terreno desconocido y las mujeres eran sin duda difíciles de manejar.

Caminaron por los terrenos de Hogwarts un par de minutos en completo silencio hasta que comenzó a llenarse de alumnos por doquier nuevamente. Fue el momento propicio en que sin decirse nada lograron separarse sin levantar ninguna sospecha. O eso esperaban.

Esa tarde había sido bastante extraña, embarazosa y estúpida para ambos, y los había dejado pensativos el resto del día. Lilian estaba intrigada, Derek la intrigaba, era como si toda esa basura que estaban pasando gracias a los estúpidos panfletos hubiera hecho de él alguien diferente.

Alguien que ya se le estaba haciendo difícil de detestar.

Sucedieron un par de semanas, bastantes para ser exactos. De repente pisaban ya noviembre con una inusitada calma. No se había vuelto a escuchar sobre chismes y esas cosas, y habían terminado por descartar a las Ravenclaw del círculo de las sospechas pasado unos días. Las cosas con Derek y Lilian estaban inestables, aunque Lilian y su amistad con Firenze se había reafirmado ahora que tenía dos piernas.

—¿No crees qué es extraño que hasta tu hermana sepa sobre los panfletos? —comentó Mia entre risitas, sirviéndose un par de patas de pollo en su plato.

—No, ya era hora de que esa información llegase a ella. —Murmuró moviendo su tenedor sin ánimos sobre su puré de calabaza. —En fin, ¿supiste quién estaba siguiéndome ayer?

—Peter Hoffman, es demasiado reservado y sospechoso —dijo sin más levantando su mano en cuanto divisó a Martin en la puerta del Gran Comedor. —¿Qué quieres hacer?

—Esperaremos, no quiero juzgar a cualquiera que se nos cruce.

—Como tú digas. —dijo encogiéndose de hombros.

—¿Cómo dicen qué están? —Martin se sentó junto a Lily con una expresión bastante calma. Muy similar a la que todo el mundo llevaba ese día, después de los fatídicos resultados de los exámenes.

—¿Dónde estabas? Se suponía que debías esperarme. —Lily levantó una ceja un tanto desconcertada al escuchar a Mia reclamando algo como una...

—Ya, ya tranquila. —apaciguó el muchacho levantando sus manos en son de rendición —estaba en la lechucería, ¿sí? Mamá me envió algunos dulces y esas cosas, tenía que responder.

—Alto, —ambos la miraron inmediatamente —¿de qué me he perdido aquí? —Mia rodó los ojos y se acercó a Martin quién por inercia también lo había hecho desde el otro lado.

—Te dije que aún no se había dado cuenta.

—Pero si es siempre tan observadora. —cuchicheaban entre los dos.

—Sigo aquí, por si no lo notaron. —Ellos volvieron a mirarla y luego sonrieron.

—Hace una semana, es reciente. Todavía intento manejarlo. —Increíble, se dijo a sí misma, jamás se hubiera esperado algo como eso. Aunque no era lo que le molestaba en sí. —¿Estás bien?

—Por supuesto, felicidades. —Mia sonrió alegre mientras volvía a sentarse cómodamente sobre la banca. Lilian por otra parte quedó en blanco, suspendida en la nada, en completo silencio. El cual como era de esperarse no duró demasiado.

Unas chispas en el aire llamó la atención de todos en el Gran Comedor, como si se tratara de chasquidos de dedos. Umbridge se había colocado de pie ante ello y dejó la mesa de profesores para ver de cerca aquella rara anomalía en el aire, sin embargo la calma duró un par de segundos cuando sin previo aviso, en cada rincón del recinto, comenzó a escucharse explosiones y caer papeles de diez por quince de color rosa en grandes cantidades encima de todos.

Querida Hogwarts:

¡Sorpresa!

Hoy les tenemos preparado algo muy especial.
Triángulos amorosos, Serpientes y Leones, conspiraciones.

No olviden que aquí, nadie está a salvo...

XOXO​

Leyó Lilian antes de que las letras doradas desaparecieran y dejaran en su lugar un par de fotos mágicas. Ella con Firenze, ella con Derek, Draco Malfoy y Hermione Granger, Umbridge y un encapuchado misterioso entrando a su oficina.

El silencio en ese efímero instante, había sido un tanto aterrador.

—Ya era hora. —Lily pateó a Brandon por debajo de la mesa. —¡Auch, eso dolió, Dorian!

 

[Capítulo]

[12]

​

—Los odio profundamente. —mascullaba Lilian entre dientes dando grandes zancadas, con unos ojos peligrosamente dilatados, arrugando en el proceso un par de esos asquerosos panfletos rumbo a su sala común. Martin y Mia le seguían, entre arrumacos y risitas tontas que ella claramente pasó por alto. Llegaron hasta el cuadro de frutas y enredaderas, que cruzaron sin más hasta los benditos barriles. Lilian golpeó tres de ellos siguiendo un ritmo parejo y pegadizo que abrió finalmente la entrada a la sala común de Hufflepuff. —Iré a dormir, tal vez de esa forma logre quitarme el maldito mal humor. Buenas noches.

—Buenas noches —dijeron al unísono en cuanto la vieron marcharse. No había necesidad de ser dulces en ese instante, de otra forma Lilian se encargaría de hacerlos sufrir. Y era buena en ello.

En la torre de Ravenclaw la situación no era diferente, Derek estaba atragantado de la ira, pero se mantenía neutral por el simple hecho de que no le daría el gusto, a cualquiera que estuviese detrás de aquella estupidez, de verlo sufrir si es que así se le podía llamar. Sin embargo, apenas tuvo ánimos de despedirse de Franklin con un seco «buenas noches».

Aunque la noche parecía terminar de forma detestable, tenía las esperanzas de que mañana sería distinto. Su buen humor aumentaba por el día siguiente, como todas las veces que el entrenamiento de Quidditch estaba cerca. Y con eso en mente pudo conciliar el sueño rápidamente.

~ • ~

Era sábado, un frío sábado de noviembre en el que era inevitable no llevar más de dos prendas encima, bufandas y guantes. Sin embargo, el equipo de Quidditch de Ravenclaw llevaba puesto lo justo y necesario para no morir de hipotermia y sofocados al mismo tiempo. Desayunaron en tiempo récord y ya se encaminaban hacia el estadio para cuando Lilian y sus amigos llegaron al Comedor. Sin embargo Derek logró saludarlos.

—Creo que el ejército de pichones se te va, Wilson. —Comentó Mia con ese habitual tono irónico que claramente Dorian había estado extrañando desde que estaba con Martin.

—Buenos días a ti también, Brandon.

—Sí, como sea. Ahí se ven, muero de hambre. —Lilian rodó los ojos y si dispuso a seguirla, sin embargo antes de ello miró hacia el Ravenclaw.

—Que tengas un buen día, Derek. —Murmuró antes de retirarse hacia la mesa que ya ocupaba parte de los tejones. Este levantó una ceja bastante intrigado, la dulzura de su tono lo había descolocado. Tal vez inconscientemente habría esperado verla furiosa dado a los pasados hechos, pero se había equivocado. Quizá había dejado de ser tan predecible.

Volvió hacia la torre de las águilas a buscar la razón por la cual aún seguía por allí. La sala común estaba llena de alumnos somnolientos, desaliñados y algunos aún conservaban sus pijamas para cuando él la cruzó hasta la habitación que ocupaba con Franklin y otros tres muchachos de su año, cuyos nombres nunca lograba aprenderse incluso a esas alturas.

—Sé que los dejé por aquí —murmuraba buscando entre sus cosas pulcramente ordenadas, más no halló los guantes de cuero que necesitaba. Se reincorporó y repasó su mirada por el resto del lugar, no estaban allí pero pasó a segundo plano cuando algo en el baúl de Franklin le llamó la atención. Se acercó con cautela, mirando de reojo hacia la puerta por si alguien se atrevía a entrar, se arrodilló frente a él y lo abrió sin muchos preámbulos, y lo que se encontró no llegó a gustarle en lo absoluto; sus labios se fruncieron con ira. —Jamás confíes en nadie, Derek, ni en tu propia sombra —masculló apretando con fuerzas la tapa del baúl.


~ • ~

—Oh, miren allí viene. —Informó el pelinegro sonriendo. El capitán se giró hacia el pequeño punto que representaba en ese instante Derek y frunció el ceño.

—Ya era hora, bajemos ¡los demás sigan! —bajaron inmediatamente en sus escobas, aterrizando con suavidad sobre el césped húmedo. —Wilson... —comenzó éste, sin embargo, Derek lo pasó por al lado completamente fuera de sí.

—Estás muerto, Thomas —le lanzó un par de fotos en la cara antes de abalanzarse contra él y llenarlo literalmente de puñetazos. Frank nunca había sido bueno en peleas, claramente, por lo que era fácil saber quién realmente estaba ganando en aquel altercado.

—Oh, por Merlín, ¡haz algo! —Cho Chang había llegado hasta ellos, junto con el resto del equipo.

—¡Petrificus Totalus! —gritó el capitán inmediatamente, a lo que Derek cayó hacia un costado como una estatua.


~ • ~

Dumbledore no estaba en ese momento para salvarlo de las ecuestres acusaciones de Umbridge, aunque poco le importó. Sólo habían sido eso, simplemente palabras.

—La situación de Hogwarts es más grave de lo que pensaba. —musitó ella negando con la cabeza como si hubiera hecho el peor de los descubrimientos. —Señor Wilson, queda suspendido del equipo de Quidditch, y estará rigurosamente a prueba para su puesto como prefecto. —Él simplemente la había mirado fijamente antes de retirarse, no había un efecto en su interior que le hiciese pensar que estaba en graves problemas, aún tenía unas ganas insanas de seguir golpeando a Franklin. Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que ante el tacto de alguien en su hombro logró sobresaltarlo.

—Lo siento, no quería asustarte. —soltó un suspiro de cansancio, estaba cabreado, cabreado de todo. ¿Qué había hecho él para merecer todo eso? Nada, es por eso que la tomó sin delicadeza del brazo; seguramente aquello sería una locura. La locura jamás planeada. Pero si alguien quería verlos, bien, les daría lo que deseaban.

La empujó hacia atrás, haciendo que su espalda chocara contra la fría pared del pasillo y acalló sus protestas con un feroz beso en la boca.

—Encontré al culpable, ya puedes llamarme héroe. —Susurró al separarse de ella. Pero Lilian, con toda la dignidad que aún le quedaba, estampó su mano contra su mejilla.

Y sí, sí dolió. Por si se lo preguntaban.

 

[Capítulo]

[13]

​

La vió marcharse con rapidez. Podría haberla seguido de eso estaba más que seguro, sin embargo prefirió quedarse allí envuelto en sus pensamientos nuevamente. No tenía palabras ni ánimos para disculparse y eso era lo que ella esperaría de él.

—Lo vi en las estrellas, —giró su cabeza hacia un costado; de alguna manera, de una que no entendería jamás, Firenze se encontraba como si nada apoyado en la pared del frente. Se preguntaba si había estado ahí todo ese tiempo, oculto como una sombra, silencioso como un ladrón —la traición es fácil de percibir cuando los astros están alineados en perfecta sincronía.

—Que bien, gracias por avisar.

—De nada. —Derek rodó los ojos, no estaba para eso. No había dado ni dos pasos cuando volvió a escucharlo. —Búscala, sé lo que te digo.

—¿Por qué? ¿Es acaso que eso también se lo dijeron los astros?

—No, porque si no lo haces tú, —murmuró apuntándolo —lo haré yo.


~ • ~

Mia, días después, no terminaba de entender lo sucedido, ¿quién iba a decir que los de Ravenclaw eran un tumulto de chismosos, después de todo? No dejó de observar la mesa de las Águilas en ese momento; estaban todos con una expresión de piedra en sus rostros, mirando de soslayo los ojos acusadores del resto de vez en cuando.

Franklin Thomas no se había vuelto a sentar en la mesa de Ravenclaw por un largo tiempo. Se supo además que había recibido un castigo por parte de Umbridge del que no tenían detalles al respecto, sin embargo se lo había visto por el Bosque Prohibido en compañía del simpático Guarda Bosque. Por otra parte, Derek Wilson no tuvo una actitud diferente, ya no se lo veía con tanta frecuencia como antes. Prácticamente había vuelto a ser el mismo de siempre: el distante, serio y frío alumno ejemplar que no le importaba más que él mismo. Y Lilian no volvió a compartir sus deberes como prefecta con él. De hecho, Mia ya no la escuchaba hablar de Wilson o el inconveniente de meses atrás. Era como si nada hubiera sucedido.

Sin embargo, llegó un momento en que todo el ajetreo del principio de clases pasó a segundo plano, cuando Harry Potter escapó de Hogwarts por alguna extraña razón. Razón que se supo días más tarde en El Profeta.

“Voldemort, estaba de regreso”

Lilian dejó el diario sobre su cama desecha, aquella noticia no había sido ni por asomo algo que no hubiera sabido. Ese había sido el principal tema de conversación de su familia en Navidad y el porqué recibía tantas amenazas del Ministerio por apoyar lo que se creía, hasta entonces, una mentira.

Se acercó a su baúl para colocar las últimas prendas de su ropa. El fin de clases había llegado finalmente y tenía que admitir que había sido uno de los años más locos que había tenido. No encontraría la forma de olvidarse de lo vivido aunque quisiera.

—Oye, ¿vamos? —cerró el baúl y se incorporó para mirar a su mejor amiga acariciando las cortinas amarillas de su cama.

—Sí —respondió sonriendo apenas. —Quiero un buen compartimento para llegar a casa.

—Y quién no. —Canturreó comenzando a caminar hacia la salida. —Mueve el trasero, Dorian. —Salieron del castillo entre risas y cuchicheos; sentían que el ambiente, al menos en ese instante, estaba más ligero a pesar de las últimas noticias del Mundo Mágico. No era divertido saber que un maniático asesino estaba suelto por ahí: amenazándolos, acechándolos. Aunque no podían vivir con miedo todo el tiempo. —Oh, miren eso. El profesor Firenze ha vuelto a ser un caballo.

—Centauro —corrigió Lily soltando una pequeña risa en compañía de Martin.

—Como sea. —Los tres levantaron sus manos saludando amistosamente a la criatura que les devolvió el saludo con asentimiento de cabeza. —¿No irás?

—Ya me despedí de él el día anterior. —respondió con simpleza subiendo al carro vacío que se había estacionado frente a ellos.

—¿Y qué hay de él? —susurró haciéndole un ademán con su cabeza hacia la entrada de Hogwarts. Derek caminaba hacia ellos como si nunca les hubiera dejado de hablar. Su presencia era la razón por la que el carro no se había movido al subirse todos y Lily no pudo más que pensar que había sido inoportuno.

El Ravenclaw subió, nadie dijo nada, nadie se miró. Fue el viaje más silencioso para Mia, pero no intentó nada estúpido. Y cuando llegaron hasta el Expreso de Hogwarts, literalmente se lanzó del carro, David la siguió y Lilian no iba a ser la excepción, sin embargo fue detenida por una mano.

Una mano que no podía ser de otra persona, más que de Wilson.

—¿Intentabas escapar?

—¿Fue muy obvio? —respondió inmediatamente girándose hacia él; realmente se había esforzado por no mirarlo a los ojos, sin embargo fue prácticamente en vano. Y al hacerlo sólo le hizo recordar la última vez que estuvieron juntos.

El maldito beso y el golpe en la mejilla.

—Lo siento, pero no me arrepiento en lo absoluto, —murmuró sugerente, sabía que hablaba de lo mismo —y no dejaré que te vayas con la última palabra.

—Obsérvame. —Masculló antes de saltar del carro, Derek maldijo por lo bajo antes de seguirla. Ya estaban en medio del tumulto cuando logró alcanzarla. —Déjame ir.

—No lo haré, no te soltaré hasta dejar en claro todo esto.

—¿A qué te refieres? —El Ravenclaw la acercó a ella.

—A esto, Lilian Dorian. —La besó, la besó de una forma en que Lilian no supo como negarse. De repente fueron consciente de las ovaciones del alumnado y las campana de Hagrid anunciando el abordaje del tren.

—¡Oigan tórtolos, ya suban! ¡Tendrán tiempo de sobra antes de llegar a la estación!

—¿Cómo es posible escucharla con tanto ruido? —Lilian rió por lo bajo, eso era algo a lo que jamás le encontraría una respuesta como ese final tan extraño. ¿Qué sucedería en un futuro? No lo sabía, pero al menos podría decir con más seguridad que no había quedado nada pendiente.

Regresar a casa ahora no sonaba tan malo y regresar a Hogwarts el año entrante, tampoco lo hacía. Sólo esperaba no encontrarse con panfletos rosas con su rostro y su inexistente vida amorosa en los muros del Colegio el próximo año o un chismoso obsesionado.

¿Fin?​

¡Muchísimas gracias por leer, comentar y seguir este loco fanfic, InunoTaisho! Espero que te guste este último capítulo, soy consciente de que han quedado ciertos cabos sueltos, pero estoy pensando hacer una segunda parte seguramente en un futuro no muy lejano.

Y no quiero pasar por al alto a aquellos/as que han pasado por aquí como fantasmas, también los aprecio con todo el corazón <3.

¡Un gran saludo!

Paulijem.​