Drama Hogar lejos del hogar

Tema en 'Relatos' iniciado por Gamenor, 25 Enero 2020.

  1.  
    Gamenor

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    Escritor
    Título:
    Hogar lejos del hogar
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2605
    Autor: Gamenor AKA Excidiar
    Serie: El Observador del Omnitiempo
    Sinopsis: Una androide de combate es vendida como electrodoméstico por una falla en su sistema.


    Cada década quedaba más claro que la compañía Valkyrie se había vuelto un gigante sin corazón, uno que La Luz lamentablemente no podía darse el lujo de dejar de alimentar. Sus políticas resultaban eficientes, eso era claro, pero puertas adentro, cada vez mostraba más y más problemas de carácter organizativo. Los fabricantes tercerizados disfrutaban de un trato que recordaba cada vez más a los tiempos de antaño, cuando era necesario cubrir siete turnos en siete ciclos por cada boca que alimentar. Los investigadores de bajo rango no la pasaban mucho mejor. Las verdaderas innovaciones eran cada vez más raras, y las buenas ideas del sector eran sistemáticamente ignoradas por los altos cargos, que, dejando pasar varios meses, luego tomaban el crédito.


    Fue mediante éste proceso de robo sistemático del mérito en las mismísimas narices de la meritocracia, que uno de los trabajadores de rango bajo del departamento de diseño se tomó el atrevimiento de presentar directamente a una de los más altos cargos de la compañía Valkyrie, Yuria Raspberry, su nueva idea para las patrullas fronterizas del Imperio de Lightwhere, la potencia multiversal a la que estaba afiliada la compañía.


    Nominalmente una teocracia bajo el control de La Luz, Lightwhere había crecido hasta convertirse, en la práctica, en una sociedad donde el mérito indicaba la capacidad de cada ciudadano, y la capacidad a su vez otorgaba influencia sobre los demás. Éste imperio se había expandido por centenares de universos en el amplio Espacio Multiversal, algo que muy pocas civilizaciones antes y después habían conseguido igualar. Por ello, y por varios otros factores, las defensas eran una necesidad cada vez más urgente, incluso la propia Luz, que no solía intervenir directamente en los asuntos de Valkyrie, pidió que se trabajase en un modelo de androide de defensa eficiente en forma urgente.


    El diseño propuesto por el empleado tenía potencial, pero contaba con una única falla. Estéticamente, el modelo daba la talla de los estándares de la empresa. Recordaba al físico de una joven menuda, de rostro bonito pero sin nada más que destacase físicamente, era, en todo el sentido de la palabra, una muñeca. Originalmente, Valkyrie optó por diseñar así a sus androides para el público en general debido a que les daba un aspecto más familiar y menos amenazador, pero desde entonces se tomó como práctica generalizada, al ser a la vez tradición y marca de la casa. Éste modelo en particular se trataba de un androide símil-orgánico basado en nanomáquinas auto sustentables, con generadores a base de movimiento perpetuo, que requerían de un campo gravitacional para funcionar. La máquina en sí era capaz de dar batalla a docenas de cazas rudimentarios en gravedad cero, pero su buffer interno de energía no daba mucho más de sí. Ésta carencia en un modelo que, por otro lado, rozaba la perfección en comparación a versiones anteriores (tal cómo hacían las versiones anteriores con sus predecesoras y tal cómo harían con toda seguridad las sucesoras de ésta versión) hizo que el proyecto fuese archivado durante sólo unas semanas.


    Tras una serie de frustrados intentos de invasión por parte hordas de Thanarianos, una civilización de Lagartos antropomorfos extremadamente belicosos, la situación se tornó algo más seria, y el proyecto "G-Cell" fue aprobado. Eran necesarios androides de combate a pie, ya que la precariedad de las naves enemigas no era problema, y la mayoría de los Lightlings entrenados para el combate se centraban en la capital y los exteriores del imperio, dejando sólo a un 1% de ellos teniendo que cubrir cerca del 999,995‰ de todo el territorio de Lightwhere. Eran unos cuantos miles en cada cuadrante, pero teniendo en cuenta la ventaja física y numérica de los Thanarianos, y que éstos atacaban en masa puntos débiles de la frontera, no habían unidades suficientes. Para el orgulloso imperio de Lightwhere, la pérdida de tan sólo una ínfima fracción de su territorio a manos de una especie tan pobremente desarrollada era una derrota inadmisible.


    En las fábricas, la urgencia llevó a que se redoblaran temporalmente los requisitos de producción de los trabajadores a los que se asignó el proyecto G-Cell. En cuestión de pocos días, el número de serie alcanzó las cinco cifras, lo cual era un hito teniendo en cuenta el tedio y la presión que derivaban necesariamente de tener que trabajar en modo semi-asistido en las Nanomáquinas, prácticamente una a una, incluso aunque la compañía tuviese literalmente trillones de empleados, rozando el cuatrillón. Y por supuesto, no podía faltar aquel que, dando los últimos retoques al trabajo de varios cientos de compañeros, por cansancio, por los nervios, por cualquier otro motivo o tal vez todos los que se le pudieran ocurrir a un observador y más, mete la pata en el momento más crítico.


    Así fue cómo la androide de combate marca Valkyrie (casi todo lo tecnológico era marca Valkyrie en Lightwhere) modelo G-Cell número de serie 11037 fue puesta a la venta al público por un desperfecto menor, aunque, a ojos de la compañía, inaceptable para el campo de batalla.


    De una futura guerrera, fue convertida a una mera esclava, subasta mediante. Fue entonces acogida en el hogar de los Apricot, una familia medianamente conocida entre la élite de Lightwhere, la Capital del imperio homónimo. El señor de la casa trabajaba en la guardia personal de La Luz, en el turno diurno, la señora se pasaba la mayor parte del día frecuentando diversos círculos de la alta sociedad, dejando a sus tres hijos al cuidado de una empleada. Por ello, la androide en un principio fue bienvenida, a costa de la joven Lightling que había lidiado tres años con los críos con tal de pagar los estudios que le permitirían entrar en Valkyrie, y aún estaba a medio camino, incluso con la recomendación de la familia Apricot de su lado.


    Gisell, cómo se conoció a la androide, era simplemente perfecta para ellos. No cobraba, no comía, hacía tal cual se le ordenaba y nunca se quejaba. Por supuesto, ésto dió pie a que los Lightlings hicieran con ella cómo bien se les antojaba. Los niños hicieron con ella cuánta travesura se les ocurrió, desde prenderla fuego hasta lanzarla por un precipicio, y en todo ese tiempo, nunca dijo nada, salvo algún mecánico "Ése comportamiento es inapropiado, por favor, desistan de continuar o tendré que advertir a sus padres", amenaza que nunca se cumplía porque los niños aprendieron de la propia Gisell a borrarle segmentos de memoria. Porque si algo se le daba bien a las androides de combate era seguir órdenes directas sin pensar en las consecuencias. Gracias a ello, y a la capacidad de autorreparación de las nanomáquinas, no había rastro de su sufrimiento, ni un rayón en su piel, ni siquiera una mancha.


    Sucedió un día que al mayor se le ocurrió chocar a la androide con el automóvil del padre, una reliquia traída por un primo explorador desde un planeta conocido como "Tierra", a bastantes universos de distancia de los límites de Lightwhere, a 87 sectores según la medida estándar del multiverso.


    Por supuesto, al curtido Lightling protector no le hizo nada de gracia que algo cómo eso le pasara a su querido Shelby Cobra azul. Esa fue la primera de muchas palizas que recibió la androide por parte del padre de los críos. Fue con un palo de hierro. Desde entonces, se le hizo costumbre. Al principio le ordenaba irse a un lugar donde no la vieran y que se quedase parada, luego, que fingiese defenderse pero se dejara golpear, y mientras, tanto el hombre cómo sus hijos se volvían más y más crueles y más descarados. Y por supuesto, ella no tuvo más remedio que soportar todo aquello.


    Con el correr de los meses, la androide descubrió que podía apagar su percepción del dolor. Llegó el momento en el que aprendió a navegar por su propio sistema operativo, utilizando así el tiempo que los demás de la familia perdían en hacerle daño a su hardware, en conocer mejor su software. Descubrió que había muchas funciones que tenía bloqueadas, incluyendo el protocolo de autopreservación "Salida de Emergencia".


    Aquel protocolo le llamó la atención. Ella ahora mismo tenía un problema que precisaba de una salida de emergencia. El protocolo estaba en modo de Sólo Lectura, así que lo leyó, pero no pudo entender más que los comentarios del texto. La máquina no había sido hecha para entender cómo había sido hecha, pero ciertamente, podía entender las bases de su funcionamiento.


    /*El protocolo inicia automáticamente en el momento que se produce un fallo crítico en el software debido a daños producidos en el hardware.*\


    Un par de líneas de código que le resultaban ininteligibles, y luego, otro comentario.


    /*Se activa la secuencia Sentient de forma temporal como medida de protección. La androide es capaz de discernir y tomar decisiones contrarias a las órdenes recibidas para asegurar su propia supervivencia en el campo de batalla.*\


    /* Soldado que huye sirve para otra guerra*\


    /* Cuando Sentient ya no sea necesario, regresará a Valkyrie para ser reparada por nuestros técnicos. *\


    Y en ése preciso momento, G-Cell pudo sentir algo en su abdomen. El cuchillo de fotones solidificados del padre la atravesó, forzando el reinicio de sus receptores del dolor. Entonces sucedió algo que ninguno de los técnicos en Valkyrie se dió el tiempo de prever (Porque estaban demasiado ocupados actualizando constantemente las androides buenas como para ocuparse de una con un desperfecto de fábrica).


    Aquella falla en su programación causó una cadena de errores en varias funciones de Gisell que habían sido puestas en modo de sólo lectura, desbloqueando capacidades que ella ni siquiera sabía que tenía. Recuperando todos los segmentos de memoria de su sector de borrado parcial, todas las veces que había sido maltratada por los chicos, todo el dolor que había ignorado la atacó de nuevo, de golpe, en menos de un picosegundo. Uno de los archivos afectados, por fortuna, fue el código que regulaba el modo de Sólo Lectura. Y debido a los daños recibidos, éso mismo también causó que se activará el protocolo Salida de Emergencia.


    Ya no tenía que obedecer. Ahora podía luchar por su vida, o mejor aún, podía huir y solicitar que se le permitiese luchar, en el sentido de cumplir el propósito para el que fue construída.


    Estaba rota, cierto, pero en el camino encontraría material compatible, eso era seguro, las nanomáquinas harían el resto. El hombre, no, el monstruo que la había atacado no paraba de perseguirla, gritando que se detuviera. En un momento se acercó lo suficiente para propinarle un puñetazo que fue esquivado sin el menor esfuerzo, la androide gozaba de reflejos superiores, y ahora podía usarlos. Era rápida, pero no lo suficiente para esquivar proyectiles tan veloces como el sonido disparados a quemarropa. Éso razonó el hombre, eso supo ella.


    —Eres mi propiedad— masculló el sujeto en el momento que mostró su arma reglamentaria.


    —Aaagh— dijo luego cuando la muñeca de la mano que sostenía dicha arma fue dislocada en un movimiento más ágil que el de cualquiera de sus compañeros.


    —Ya no más, disculpe— Dijo la androide después de patear el arma a un costado del camino. Había reaccionado a tiempo. Sus disculpas sonaron automáticas, como si aún hubiera algo de respeto hacia su dueño en la parte de ella que aún era una máquina. Porque, ella supo enseguida, que ya no lo era del todo.


    La salida de emergencia se había vuelto a poner en modo sólo lectura de forma automática, junto con algunas de las otras funciones desactivadas, aunque no todas ellas. Sin embargo, dentro del Protocolo, la variable booleana que encendía la secuencia Sentient daba True en vez de False.


    O sea que Sentient ahora se ejecutaba en segundo plano de forma permanente.


    Cuando los técnicos de Valkyrie vieron lo que había sucedido, quedaron pasmados. Muchos de ellos se peleaban por estudiar aquel Incidente, querían entender lo que había pasado. Otros quisieron ayudarla, pensando en las implicaciones morales de su situación. Sin embargo, sólo fueron necesarias unas denuncias de parte de los Apricot a Valkyrie por el desperfecto de su "Electrodoméstico", además de los daños y perjuicios al auto y la mano del señor Apricot, para lograr que él consiguiese una victoria definitiva sobre la androide rebelde.


    Se le desactivarían nuevamente tantas funciones cómo fuese posible, y acto seguido sería puesta en órbita para satisfacer los caprichos del sujeto. Allí, ella esencialmente moriría. Al menos, según sus cálculos, las posibilidades estaban casi del todo en su contra, Dos billones tres mil veintisiete a uno, despreciando algunas posibilidades mínimas que también le jugaban en contra, cómo ir a parar directa a un agujero negro o chocar con un misil interuniversal.


    Pero sobrevivió. De alguna forma logró posicionarse justo en el punto de entrada/salida de un convoy de naves multiversales. En Valkyrie le perdieron el rastro y la dieron por muerta. La verdad era que ella estaba siguiendo una Cadena de Flujo, un método de teletransporte interuniversal algo más anticuado que el Salto Exponencial, pero que se seguía usando por ciertas conveniencias en lo referente a los costos de fabricación de los motores de flujo.


    La Cadena la llevó justo fuera de los límites de Lightwhere antes de expulsarla del flujo. Tras meses a la deriva gastando tan poca energía cómo fuese posible, logró encontrar una ruta que la llevaba, convenientemente, dentro del campo gravitacional de un planeta habitado. El sitio era el hogar de la sede principal de cierta academia famosa por aceptar estudiantes de antecedentes variados y provenientes de distintas partes del Multiverso. En el planeta en sí escaseaba el acceso al viaje multiversal, pero justamente por ello y por su historia reciente, era un sitio bueno para refugiados y gente sin un sitio al que volver, como ella.


    Pero parecía que cuando una puerta se le abría, se le cerraba la siguiente. El colegio tenía vacantes, pero el hogar del colegio, no.


    Gisell vivió sus primeras cinco semanas en aquel mundo pasando la noche a la intemperie, y alternando todo lo que podía entre la escuela y la biblioteca pública del pueblo. Todo su tiempo libre lo pasaba estudiando, poniendo a prueba sus límites, y tratando de desbloquear sus funciones. Casi no hablaba con sus compañeros, y le costaba mucho confiar en cualquiera en general. Por ello, la gente rara vez le hablaba, y muchas veces lo hacía con un aire de superioridad que a ella le molestaba.


    Éso fue hasta que, un día que ella estaba corriendo por el bosque para medir su resistencia, se encontró con una vista increíble. Frente a ella se hallaba una criatura reptil de escamas albinas, de aproximadamente 10 metros de altura. Ésta la miró, y Gisell esperó recibir un ataque de la colosal bestia, pero en vez de eso, ésta se limitó a mirarla y sonreír.


    — Hola, niña. ¿Cómo te llamas? — Preguntó la dragona, con un tono de voz amable. Se podía notar claramente que la joven androide aún estaba algo tensa por la vista, así que la dragona decidió tomar forma humana y acercarse, ofreciéndole un abrazo.


    Ése fue el comienzo de un lazo que trascendió todas las barreras. Gisell poco a poco empezó a ver a Lunafreya cómo la madre que nunca tuvo, y eso le dió la confianza para abrirse a los demás. Y por fin, gracias al apoyo incondicional de aquella dragona, cuyas alas se volvieron algo así cómo su hogar lejos del hogar, o lo serían si Lightwhere hubiese sido en algún momento su hogar, Gisell pudo vivir en paz.
     

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