República de Shinryu Hitoki, Capital de Shinryu

Tema en 'Final Fantasy: Crimson Sky' iniciado por MrJake, 17 Julio 2021.

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    MrJake

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    Calum seguía liderando la marcha cuando alcanzaron Hitoki, con las otras dos compañeras siguiéndole de cerca. Sin embargo, tan pronto como cruzaron las puertas, dos lanzas se cruzaron entre sí, bloqueándole el camino. Los guardias shinrianeses de Hitoki le impidieron el paso, y Calum, sobresaltado, alzó la mirada.

    —¿Quién va? El paso está prohibido —informó el guardia, con tono molesto.

    Calum suspiró.

    —Vengo del Monte Shinryu. Soy un monje. Esta es mi guardiana y esta mi compañera.

    —¿Eh? —uno de los guardias lo miró, sorprendido—. Ah, ¿puede que seas...? Desde luego, te pareces... mucho a un chico que antes vivía aquí, y que se fue al Monte; era muy fuerte y siempre ayudaba a todo el mundo, sí. Pero eres más pequeño que él, no puedes ser él, ¿no? Él se llamaba...

    —Aster, sí —comentó Calum, seco y sin mirarlo directamente a los ojos. Aparentemente el Guardia recordaba bien a su hermano, pero ni siquiera sabía que él, el pequeño, existía—. Soy su hermano pequeño. Soy... el nuevo Shinryu. Vengo buscando al Presidente para poder reunirme con él; es un asunto de vital importancia.

    Se sorprendieron, hasta de saber que Aster tenía un hermano; pero aquello sobre el Shinryu bastó para agitar a ambos guardias, que intercambiaron una mirada rápida. Lentamente, aunque no sin reservas, alzaron sus lanzas. Y Calum pudo cruzar. Se giró en cuanto estuvieron dentro, rostro preocupado. Uno de los guardias iba detrás de ellos, en parte escoltándoles, en parte vigilándoles. Calum habló con sus compañeras, entre susurros:

    —... creo que ya saben que los del Imperio están en la República. Pero que estén en la puerta y que estén tan alerta me hace pensar que, al menos, hemos llegado a tiempo; no parece que los del Imperio hayan venido aún. Si puedo hablar con él antes... puede que no solo logre averiguar cómo devolverle el poder al ojo, sino también tratar de convencerle para que no ceda al Imperio. Al menos... tenemos que ganar tiempo, hasta que tenga el poder suficiente para... pararles.

    Apretó el orbe en su bolsillo, tenso, decidido, pero asustado, también. El guardia pronto se adelantó y se colocó a su lado, sin embargo, llamando la atención del grupo.

    —El Presidente Albus está ahora mismo en su residencia —explicó—. Os escoltaré allí cuando queráis. Pero, eso sí, me temo que no puedo dejaros salir de la ciudad por el momento. Puede ser peligroso.

    O eso, o... temen que estén mintiendo sobre sus identidades, y así los tienen bien vigilados, ¿eh? Desde luego, en Hitoki estaban bien vigilantes. De poco les iba a servir, en realidad: poco podrían hacer contra la energía magitek. O...

    Fauna se fijó entonces. El barco, el barco áureo del otro día. Seguía allí. Hendrick seguía allí. ¿Estaría aún con el presidente? ¿Cómo reaccionaría si la veía? No sabía bien su alineación, si estaría del lado de su hermana y de los áureos que buscaban acabar con los Sagrados... parecía un hombre recto y noble, pero era difícil fiarse.

    ¿Debería alertar a Calum...?

    —De momento parece que no hay problema por aquí —comentó Calum, mirando a su alrededor—. Más allá de que... parecen paranoicos, y con razón. Bien, iremos cuando queráis, chicas. Podemos descansar un poco si lo necesitáis. Demos una vuelta... hace tiempo que no estoy en esta ciudad, y la recuerdo bien.

    >> ... por mucho que ella no me recuerde a mí, aparentemente.

    Podéis comprar y usar habilidades de senda en la zona si queréis. Cuando estéis preparados, rolead que le decís a Calum que estáis listas para la reunión.
    Fauna puede comentarle sobre Hendrick si desea, o no hacerlo; no afectará a la trama, de todas formas, y el asunto será mencionado cuando roleéis que estáis listas.
     
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    ~Fauna~

    Hitoki nos recibió con una desconfianza muy superior a la que habían mostrado sus guardias con Aura aquella última vez. La situación era caótica desde la destrucción del Monte y la actitud de los shinrayenses mostraba un comprensible recelo.

    Nos dejaron pasar tras conocer la identidad de Calum como el nuevo Shinryu pero lo hicieron con reservas. Yo en ningún momento dije nada. Permanecí a su lado, al igual que Brigid, como una suerte de guardiana. Brigid definitivamente lo era.

    ¿Pero yo? ¿Cuál era mi papel? Salvar a los árboles y la naturaleza como había pedido Aura; evitar una guerra... El Shinryu estaba destinado a hacerlo, no yo. Mi papel no parecía ser otra que permanecer a su lado y acompañarle. Estaba dispuesta a cumplirla, de ser esa mi misión.

    Hitoki estaba cubierta de un espeso manto blanco y cuando exhalábamos el aire salía condensado en vapor. La última vez que había estado allí había sido igual. La nieve y el frío del norte. El viento me rozó las mejillas y por instinto mi mirada lo buscó.

    El barco.

    El galeón aúreo.

    Y allí lo vi, inmóvil desde ese día, con sus banderas ondeando en el viento. El estandarte de Aúrea. Que el barco estuviese aún allí solo indicaba algo.
    Que Hendrik también seguía allí.


    Como si de mis visiones se tratase regresaron a mi mente todas las cosas por las que había pasado hasta llegar allí. Recordé mi secuestro y tortura a manos de mi propia raza. Recordé a Keijo y el sacrificio de Aura. Recordé la traición de mi propia hermana.

    No podía confiar en los aúreos.

    Había logrado pasar desapercibida en su momento pero no podría hacerlo en una confrontación directa con Hendrick. La capucha ocultaría mis cuernos pero podría ver mis orejas pues mi cabello era corto y mis apagados ojos dorados eran muy característicos.

    Casi siempre habían sido así.

    Tampoco podría esconder mis cicatrices.

    —Calum, puede que haya un alto mandatario aúreo reunido con el presidente—avisé entonces. A pesar de que hubo tensión en la forma en la que mis dedos se cerraron en torno a mi bastón sacro mi voz permaneció inmutable. Aúreos... ¿cómo iba a enfrentar la situación ahora? Hendrik se había reunido con la Suma Sacerdotisa antes y podía reconocerme. No, iba a reconocerme—. Se trata de Hendrick. Es el paladín de la Gobernadora y su futuro esposo.

    Y después de mucho tiempo sentí algo más allá de la protección gélida de la apatía.


    Miedo.

    Por primera vez desde el sacrificio de Aura lo sentí. No podía notar el frío que me rodeaba pero si la garra gélida de un pasado que buscaba atormentarme. Mis cuernos punzaron y me llevé la mano a ellos, repentinamente recelosa.

    Era peligroso para mí entrar ahí desconociendo si era un enemigo o un aliado.
     
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    MrJake

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    Calum asintió al escuchar las palabras de Fauna, sonriente. Ignorando que Fauna sentía cierto desasosiego ante la idea de que Hendrick pudiese no ser un aliado para ella y pudiese ponerla en peligro de nuevo. Para él, claro, aquello era una buena noticia. De hecho, la mejor noticia que podía escuchar.

    —Ah, ¡pues excelente! Estoy seguro de que si los áureos se unen a Shinryu, los del Imperio serán más reacios a atacarnos. Pero si llegan aquí diciendo que los monjes shinryaneses hemos destruido Yggdrassil y los áureos lo creen... ¡podríamos estar en problemas! Por eso, es una buena noticia que ese tal Hendrick esté ahí: si puedo hablar también con él, precisamente con alguien tan importante como el prometido de la Gobernadora del continente, y lo logro convencer de las mentiras del Imperio... ¡estaremos preparados para cuando los eleanos lleguen!

    ... lo que Calum decía, claro, tenía sentido. Era coherente que el niño pensase así. El punto era que Fauna no estaba del todo convencida de si los áureos querrían, visto lo visto, proteger los árboles. Si Hendrick venía de parte de la Suma Sacerdotisa, de Flora, entonces... sería como Keijo. Y seguramente esperaría a la excusa perfecta para poder volverse contra Shinryu y seguir el malévolo plan de su hermana, fuese cual fuese.

    Ahora bien, cabía la opción de que la Gobernadora no supiese nada de todo lo que Flora había hecho. Nadie le garantizaba que ella estuviese detrás. De hecho, Keijo jamás la mencionó; solo habló de Flora. Si ese era el caso, quizá Hendrick era un aliado valioso, no solo para la causa de Calum, sino también para lograr enfrentar a Flora.

    Era una apuesta. Una demasiado arriesgada, quizá. Podía salir... muy mal. O muy bien.

    No había término medio.

    Fauna, ¡entonces tienes que venir con nosotros! Si los áureos están presentes en la reunión, contar con el apoyo de una de los suyos será imprescindible —aseguró Calum, sonriente, confiado—. Es el elemento de convicción que nos falta para...

    Pero entonces cayó en la cuenta. Su rostro se apagó de repente. Recordó las palabras de Fauna, de pronto.

    —... ah. Ya... ya recuerdo, sí. Tú dijiste que fueron áureos como tú los que están detrás de la caída de Yggdrassil, ¿no? O, al menos, los que buscan derribarlos. ... ¿crees entonces que Hendrick es un enemigo? Tú dijiste que estaban... comandados por la Suma Sacerdotisa, ¿no? No sé muy bien cómo van las jerarquías allí, pero esa persona tiene menos rango que la Gobernadora, ¿no? ¿Y si está conspirando contra ella?

    ... esos pensamientos de Calum eran justo la posibilidad que podía valorarse; la apuesta que podían hacer. Pero, ¿cómo confiar en la suerte si tantos golpes había sufrido ya? ¿Cómo confiar en los suyos propios? Para Fauna era difícil, probablemente. Pero Calum, apretando los puños, asintió.

    —... lo haremos. Tenemos que hacerlo aun así: intentarlo. Hay dos opciones, ¿no? O bien Hendrick es un aliado y es la Suma Sacerdotisa la enemiga, o bien él está con ellos y quiere manipular al Presidente Albus. Sea cual sea el escenario, podemos exponer a los traidores en la reunión: no, no es que podamos. Es que debemos. O, mejor dicho, debo, como el Shinryu. Debo intentarlo...

    >> Iré a esa reunión, con Hendrick participando en ella, si es posible. Lo solicitaré expresamente. El Presidente tiene información sobre el Shinryu que necesito, y sé que es buen amigo del Maestro; sé que me creerá. Tengo la prueba, de todas formas, de que soy el Shinryu: tengo el ojo. Me creerá. Estará de nuestro lado. Y si Hendrick y los áureos estuviesen del lado enemigo, esa reunión será la forma de exponerlos. Tenemos que poner sobre la mesa esta situación, Fauna. Puede ser arriesgado, pero... solos no vamos a poder hacer nada contra Elérea. Y los áureos están en minoría aquí: si son traidores hay que exponerlos ya. Y si son aliados, nos conviene tenerlos de nuestro lado. Es una oportunidad de oro —miró a Fauna de cerca, y asintió—. Y me gustaría que me ayudases viniendo a la reunión. Eres la prueba que necesitamos, la testigo clave; la que sabe la verdad, además siendo una de los suyos.

    Agachó la mirada. Luego la alzó de nuevo. Sus ojos vibraban, inseguro, pero determinado.

    —F-Fauna, sé que quizá no confíes en nadie, no confíes ni en los de tu propio país, pero... te pido algo.

    >> Confía, al menos, en mí.
     
    Última edición: 14 Noviembre 2021
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    Yugen

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    ~Fauna~

    Las punzadas de dolor en mis cuernos se habían intensificado tanto por las emociones repentinas que terminé encogiéndome sobre mí misma mientras los sujetaba y apreté los labios con fuerza, los dientes después.

    Basta.

    Las imágenes regresaban como flasbacks repentinos y destellaban frente a mis ojos. Nuevamente me veía encerrada, con los ojos vendados, experimentando golpe tras golpe. Las quemaduras, las cicatrices... ardían también. Mi propia raza... mi propia hermana me había causado todo eso.

    Si Hendrick estaba con ellos podían apresarme de nuevo. Aceptaría sin dudar la versión eleana y rompería la alianza con Shinryu, declarando una posible guerra. Si no lo estaba... si realmente sabía del plan de Flora y conspiraba contra ella sería una baza imprescindible. Pero el riesgo era demasiado.

    Un nuevo flash.

    Keijo y Aura.

    Basta.


    La intensa luz que la hizo desaparecer, quién sabría a donde.

    Basta.


    Mi primera amiga. La primera persona que me mostró amabilidad y trató de comprenderme.

    Ya es suficiente.

    Basta.

    ¡Basta!

    Cuando logré volver en mí, cuando la oscuridad se replegó y volví a ver el blanco de la nieve a mi alrededor lo primero que encontré fueron los ojos temerosos y suplicantes de Calum. Su discurso se había mezclado con mis propios recuerdos y con los miedos que había encerrado dentro de murallas para que no me lastimasen. Había captado retazos, pequeñas partes. Pero lo importante había logrado procesarlo.

    Confiar... era tan difícil. Ganar la confianza de alguien costaba pero perderla era sumamente fácil. Podías perder en un segundo lo que tardabas años conseguir. Y cuando eso ocurría sentías que no podías fiarte de nadie. Si ni siquiera podía confiar en los míos ni en aquellos que compartían mi propia sangre, ¿qué me quedaba?

    ... Cierto.

    Lentamente solté mis cuernos. Mi voz ya no era un plano vacío de emociones. Sonó algo áspera y agitada, turbulenta por mis propios sentimientos. Juré no volver a flaquear desde el sacrificio de Aura. Pero no era de piedra, mucho menos una máquina.

    Llevaba tanto tiempo en una coraza que me costó reconocer aquella voz como propia. Pero tenía una certeza. Una verdad absoluta e irrefutable.

    —Yo... confío en ti Calum.


    Aquella situación podía salir muy bien o podía salir muy mal. ¿Era ese entonces mi papel? ¿Ser la clave en su desenlace? Comprendía la situación, comprendía que si había alguna manera de detener aquella locura era esa.

    Y yo debía estar allí.

    Mis cuernos dejaron de punzar una vez internalicé aquella idea. Confiaba en Calum. Confiaba en Brigid y en Aster.

    >>Mi lealtad está contigo, Shinryu.


    Eso era lo único de lo que estaba segura.
     
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    Amelie

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    Brigid

    Ambos parecían moverse de manera mas seria, y debía de hacer lo mismo; tal vez el buscar apaciguar los viejos recuerdos no era su responsabilidad, simplemente los seguiría esperando cumplir su función, sentía que comenzaba a entrar a temas un tanto políticos los cuales ella no entendía por completo; pero sabía perfectamente por qué estaba allí, protegería a Calum de cualquier peligro y pelearía a un lado de su compañera, Fauna.

    Las palabras de Fauna entraron en Brigid como un té caliente en una mañana fría; para ella, Fauna ya era su compañera y por sólo eso confiaba en ella, porque confiaba en el destino que el Maestro les había encomendado, y sobre todo confiaba en Calum; ahora Fauna también lo hacía, y aquello hizo sonreír ampliamente a Brigid.

    —Yo...— dijo en voz baja, aun inclinada para que el sonido no fuera tan fuerte; era algo que ya estaba acostumbrada a controlar, porque siempre procuraba modular su voz ante los demás y no sonar tan... tosca —... los seguiré — no quería reforzar las dudas o desalentar las decisiones de nadie, por lo que se mantuvo en esa línea de acción —Calum, siempre has sido muy observador e inteligente. Confío en que sabrás convencerlos.

    Miró a Fauna con su sonrisa más amable —Yo los protegeré siempre.
     
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    MrJake

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    Los ojos de Calum brillaron, revelando las lágrimas que empezaban a surgir en ellos, cuando oyó a Brigid y a Fauna. Ambas lo apoyaban hasta el final y creían en él. Y eso, al niño, le conmovía, especialmente en esa situación en la que tenía que forzarse a ser fuerte y a permanecer inalterable. Se jugaba mucho, y su responsabilidad era elevada; y era perfectamente consciente de ello, desde luego.

    Asintió con una sonrisa complacida, y giró levemente la cabeza para que no le viesen llorar. Con algo de discreción, secó con la manga de su túnica sus ojos de lágrimas, y tomó aire. Fauna y Brigid pudieron verlo: estaba temblando, y no de frío. Hasta la voz le temblaba.

    —Vale, pues... iré allí. A la residencia del Presidente Albus. Cuanto menos tiempo perdamos, menos tiempo le daremos a los eleanos para venir aquí. ¿Venís... conmigo?

    Los tres, así, caminaron rumbo al sitio en cuestión, cada uno con sus propios miedos, inseguridades y dudas, y apostando mucho. Sabían que no les quedaba otra: ya no era cuestión de ellos, ni siquiera cuestión del viaje de Calum como Shinryu; era cuestión del futuro de todo Shinryu.

    ***

    No fue difícil entrar. Por supuesto que los guardias se cruzaron ante ellos con sus armas en mano tan pronto como los vieron acercarse a las puertas de la residencia, pero Calum se mantuvo recto y serio, y explicó quién era. También, por supuesto, no le creyeron en un inicio. Pero el chico usó un arma que sabía que tendría éxito:

    "Soy hermano de Aster".

    Aster debía ser... altamente popular en la zona, desde luego, porque fue escuchar su nombre, verificar el parecido y las ropas de monje que llevaba, y uno de los guardias entró presto al interior de la mansión, en busca de la aprobación para dejarles entrar. Ni siquiera tuvo la necesidad de mostrar el orbe; bastó con eso para que se lo tomasen en serio. Un secretario se mostró después, y les condujo al interior de la mansión.

    Por dentro, todo era blanco. Las paredes eran blancas, el suelo blanco, el techo blanco. Cuidado al milímetro, sí, pero minimalista y sin demasiados ornamentos ni lujos: el Presidente debía ser alguien relativamente humilde pese a su posición, desde luego. De hecho, hablando del Presidente... Fauna, por supuesto, sabía entre poco y nada de él, pero Brigid sí que había oído alguna cosa, aunque no mucho. Su nombre era Elcid Albus. Parecía ser que era un vecino de Hitoki, amigo de Shen y varias veces ganador de las elecciones del país. Era un hombre popular, al que la gente definía como recto, educado, honrado y preocupado por el pueblo; por eso ganaba continuamente en las elecciones, claro: porque su gestión era buena. Su contacto con Shen hacía que estuviese comprometido con la cultura y tradición shinryanesa y apoyase e incentivase el entrenamiento de monjes. Calum susurró algo entonces, cuando iban caminando escoltados hacia la sala donde se encontraba el presidente:

    —El señor Albus fue el que contactó con el Maestro cuando tomé la determinación de ser Monje. Aster en persona se lo pidió, y él logró conseguirnos una reunión. Aunque no he hablado mucho con él en persona, sé que me conocerá. Es... un buen hombre. Aunque demasiado serio, eso sí.

    De pronto, pararon. El guardia se aclaró la garganta junto a una puerta, mano en el pomo.

    —... el señor Albus ha pedido que os unáis a la reunión al saber de vuestra llegada —comentó el guardia. Instantáneamente, Calum tragó saliva. No esperaba que ya estuviesen reunidos—. Se encuentra discutiendo asuntos de extrema importancia para la nación con personalidades importantes; y aunque piensa dejar que todos os unáis a la reunión, no será sin unas condiciones.

    >> El señor Calum entrará en calidad del Shinryu, sin perjuicio de que deba demostrar su identidad. Su Guardiana, en todo caso, será representante de los Monjes, pues el señor Albus está especialmente interesado en tener una conversación con alguien que tenga una visión distinta a la del Shinryu y sepa de los entresijos de estos; y por su parte, la acompañante áurea deberá guardar silencio y solo hablar para responder a cuanto se le pregunte, en mera calidad de testigo. Solo se le permitirá la entrada porque el señor Hendrick en persona ha solicitado que se le deje el paso al mencionar su presencia.

    H-Hendrick... tal y como esperaban, estaba ahí dentro. Y quién sabe quién más estaba reunido. Ya estaban discutiendo, sin duda, el asunto de Elérea y su ataque al Monte; y lo que es peor, nada les decía que no hubiese un representante eleano ahí dentro ya. Pero tenían una oportunidad de oro: la oportunidad de tener voz y voto en esa reunión.

    Brigid... representaría a los Monjes. Debía prepararse para una inminente acusación; ese era el argumento de Elérea, después de todo, ¿no? Que los Monjes fueron los culpables de atacar a Yggdrassil. Y era clave para ellos demostrar la falsedad de ese argumento, pues pendía de un hilo la tensión con Áurea, representada en el propio Hendrick.

    Fauna, por su parte... solo iba como testigo, sí, pero tendría que verse cara a cara con Hendrick. Habría cambiado, quizá, pero una no cambia tanto en tres años. La iba a reconocer. Aunque no hablaron nunca, sí se habían visto alguna que otra vez, y su desaparición sería, seguramente, motivo de rumores por Áurea, siendo la hermana de alguien tan importante como la Suma Sacerdotisa. La iba a reconocer, seguro.

    Y no habría forma de saber si eso era bueno o malo hasta que no entrase.

    —Bien, ¿todo claro? ¿Preparados para la reunión?

    Os dejo esto aquí para no lanzar un post de 30 páginas (?) Cuando reaccionéis y tal ya sigo posteando con la reunión.
     
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    Yugen

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    ~Fauna~

    Calum, al igual que yo, había vivido toda su vida a la sombra de su hermano. Era a Aster a quien conocían y en quién confiaban, tanto, que bastaba decir que eran hermanos para que los guardias le permitieran el paso. Me preguntaba... si ser el Shinryu le había tomado de forma tan sorpresiva como a mí descubrir mis visiones. Que podía sentir y ver, de alguna manera, los ramanentes de magia en los árboles.

    Al entrar en la residencia del presidente Albus todo era blanco. El blanco era el color de la pureza, de la nieve y de mi magia. La luz blanca contenía en sí todos los colores. Pero su presencia en ese lugar no me hizo sentir más calmada. Sabía... que nos jugábamos demasiado. Y el tiempo jugaba además en nuestra contra.

    Permanecí en silencio todo el tiempo. Ni siquiera dije algo cuando el guardia mencionó que entraría a la reunión en calidad de testigo porque así lo había dictaminado Hendrick. Ahora, él sabía que había una aúrea como compañera del Shinryu, pero si no cruzaba la puerta no sabría que se trataba de mí.

    De Fauna Van'Chamant. La hermana de la Suma Sacerdotisa Aúrea y aquella que llevaba desaparecida tres años.

    ¿Estaba preparada para entrar entonces?


    No.

    No estaba preparada para ser apresada y torturada nuevamente. No estaba preparada para entrar y mirar a Hendrick a los ojos. No estaba preparada para enfrentar un pasado del que trataba de huir.

    Pero entraría, por supuesto. Porque no se trataba de lo que quería o no, si no de lo que debía hacer. De cual era mi papel y mi misión.


    Confiaba en Calum, en Brigid y en Aster y si había la más mínima posibilidad de limpiar sus nombres y evitar que Aúrea rompiera la alianza con Shinryu la tomaría. Para proteger a la naturaleza y los Cinco Sagrados de la amenaza que se había cernido sobre ellos.

    Como Aura me pidió.
     
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    Amelie

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    Brigid

    Escuchó las condiciones para entrar a la audiencia. Representar a los monjes sería una tarea difícil, pero debía asumirla. El destino le había dado esa oportunidad y estaba agradecida, aunque eso no le quitaba el nerviosismo ante la presión que recaería en ella si no hablaba con la sabiduría necesaria. Estos hombres eran políticos, no monjes; por ello sería difícil para hacerlos entender desde la perspectiva de los suyos... tal vez Aster si sabría que decir.

    Brigid mostró seriedad en sus facciones; no entraría con un atisbo de duda en su semblante, se mantendría firme; no sólo para defender a los suyos, sino también para proteger a los presentes si se veía en la necesidad.

    Afirmó ante la pregunta; estaba lista para entrar, lista para asumir lo que fuera necesario.
     
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    MrJake

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    Cruzaron entonces la puerta, decididos. Cada uno sabiendo cuál era su papel, pero sin saber bien qué esperar. Sabían que dentro había varias personas, además del presidente Albus y Hendrick, pero... ¿quiénes eran las otras personas allí reunidas? Lo desconocían. Así como desconocían qué acontecería realmente en esa reunión. Iban a ciegas, completamente a ciegas.

    Pero tenían que hacerlo.

    Calum entró primero, seguido de Brigid. Nada más entrar, la Guardiana vio allí a cuatro personas, una mujer y tres hombres. Uno de ellos era algo mayor que el resto de los presentes, con un porte regio y señorial, vistiendo de blanco y con cabellos rubios y ojos dorados. Su mirada seri y severa se cruzó con ella nada más entrar, pero luego pasó rápidamente a Calum.

    WhatsApp Image 2021-11-16 at 22.01.53.jpeg

    —Ah, al fin entráis. El Shinryu y su Guardiana, presumo. Soy el Presidente Albus. Un placer.

    Quedaron quietos en la puerta, algo tensos. Calum no se movía. No fue hasta que el presidente indicó con un gesto que tomase asiento cuando finalmente lo hizo, sentándose frente al hombre. Brigid quedó de pie tras él, y antes de que pudiesen indicarle dónde sentarse, otro hombre habló. Este tenía cabellos azules y orejas picudas; era un áureo, claro. Y eso significaba que debía ser Hendrick.

    Hendrick.jpg

    —¿Y la chica áurea? ¿No venía una con vosotros?

    Brigid se apartó entonces, revelando detrás de ella a Fauna. Los ojos de Hendrick se desencajaron cuando la vio, mirándola con sorpresa, asombro e incredulidad. Se levantó abruptamente de la mesa.

    —¡L-Lo sabía! Tenía un extraño presentimiento... Fauna, eres tú, ¿verdad...?

    Albus hizo un gesto con ambas manos, instando a la calma. Hendrick, que no se recuperaba del asombro, se sentó de nuevo. Indicó luego que Fauna y Brigid tomasen asiento, una a cada lado de Calum. Tal y como imaginaba, Hendrick la reconoció, pero... Fauna aún no podía estar segura de sus intenciones.

    —Bueno, bueno —dijo Albus—. Estoy seguro de que el reencuentro entre áureos será muy relevante, pero ruego que aplacemos brevemente la emotividad. Estamos quí para discutir asuntos de una relevancia internacional.

    >> Tu nombre es Calum, ¿verdad? —el niño asintió, tenso—. Encantado. Y las acompañantes son... Brigid, la Guardiana, y Fauna, si no me lo ha comunicado mal mi asistente. Bien. Calum, te recuerdo... a ti y a tu hermano Aster. Me algro de verte aquí de nuevo: te veo mucho más fuerte. Incluso más alto.

    Calum se sonrojó levemente, pero pronto zarandeó la cabeza.

    —Presidente Albus, estoy aquí porque-

    Pero fue interrumpido. Albus alzó la mano para detenerle.

    —Lo sé, jovencito. Imagino que buscarás guía para el peregrinaje. Pero antes, quiero aprovechar la presencia de Brigid aquí, en representación de los monjes del Monte Shinryu, para aclarar ciertos asuntos. Está en juego la tensión entre naciones. Aquí tenemos a representantes de las tres, de hecho: os presento a Raif, el hijo del Rey de Fayar, Abdhel III. Si bien hace años que reside entre los Shinryaneses, ha optado por hacer las veces de representante de la zona para trasladar a ella lo que sea relevante para sus gentes.

    El hombre era... muy atractivo, con ojos verdes contrastando con el oscuro de su pelo y piel, informal en apariencia y joven. No parecía, sin duda, un príncipe.

    Kalef hermano.png

    —Por último, ella es la representante del Imperio. Consejera del Emperador Zael de Elérea, de nombre Loke.

    Se veía como una mujer... analítica. Con pelo corto y profundos ojos que precían observarlo todo al detalle.

    Lady Loke.png

    Brigid y Fauna, seguramente, no esperaban eso. ¿Una representante del Imperio, ahí? No había hombres de elérea cerca, y ese comandante, Sirius Wezen, aún no había llegado... ¿por qué se habría adelantado, y cómo tenía tanta seguridad como para ir sola?

    —... me alegro de contar con la presencia de alguien que pueda hablar por los Monjes de Shinryu —dijo Loke, mirando de cerca a Calum y Brigid, brazos cruzados en su asiento—. El Imperio está aquí para aclarar los puntos clave en la situación de tensión que se ha generado —miró entonces a Albus—. ¿Tengo permiso para lanzarle una pregunta a nuestra representante?

    —... es el objetivo de esta reunión, Lady Loke. Adelante —sentenció Albus.

    Mientras intercambiaban palabras, Fauna tenía que soportar la mirada de Hendrick, que no se apartaba de ella, totalmente centrado en observarla. Empezaba a s-ser incómodo...

    —¡Un segundo! —exclamó Calum, dientes apretados—. E-El Imperio acaba de atacarnos, ¡de atacar al Monte, de destrozarlo con su armamento! ¿Y estamos aquí reunidos con una mujer que es alto cargo de ese mismo Imperio y respondiendo a sus preguntas? ¡A-Antes tendría que respondernos ella!

    —Pensaba justo lo mismo —comentó Raif, echado hacia atrás en la silla, con gesto de disgusto, sin mirar a Loke—. Me ofende, incluso. Ellos han invadido Fayar con violencia, y ahora vuelven aquí con más violencia. Lo mismo que le han hecho a Fayar lo van a hacer aquí, sin más.

    —Si estoy aquí, es porque el Imperio no quiere usar la fuerza —respondió Loke—. Si se puede solventar esta controversia de forma pacífica, lo haremos. De lo contrario no habría venido sola.

    —¡Con Fayar no tuvisteis esas intenciones pacificadoras!

    Ella no respondió. Solo le clavó una mirada indiferente. Fue Albus el que serenó los ánimos.

    —En efecto, nadie aquí quiere guerras. Por eso nos reunimos. Da igual las afrentas surgidas entre países ahora o en el pasado; por parte de Shinryu, queremos evitar más batallas; esta es una buena oportunidad para aclarar malentendidos y tratar de alcanzar la mejor solución.

    —… —Raif suspiró—. En fin. Elérea ya sabe mis términos y mis condiciones. Lo hemos hablado antes, ¿no?

    Vaya. Se habían perdido algo, aparentemente. ¿De qué habrían hablado? No lo sabrían por el momento, porque pronto Loke retomó el tema de conversación.

    —… bueno, el asunto que interesa: estimada representante de los Monjes. Brigid, ¿no? Quiero que nos diga aquí, delante de todos, por qué motivo los monjes atacaron Yggdrassil. Fue una afrenta terriblemente imperdonable, y el único motivo por el que contraatacamos.

    Mientras esa conversación sucedía, Fauna notó cómo le seguía mirando Hendrick. Y, en voz baja, le susurró:

    —Fauna. Fauna. Soy yo, Hendrick, ¿me recuerdas? Dime… sé que no es el momento, pero al verte no podía creerlo. ¿Qué te pasó? ¿Dónde estuviste… estos tres años?

    Ah, mierda… cada una se veía con una pregunta comprometida por delante.

    Pregunta para Brigid:
    >> Negar que los monjes atacasen Yggdrassil.
    >> Acusar a Elérea de ser ellos los que atacaron Yggdrassil.
    >> Comentar que no sabes nada al respecto.

    Pregunta para Fauna:
    >> No responder.
    >> Comentar que estuvo secuestrada.
    >> Decir que estuvo de viaje.
     
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  10.  
    Yugen

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    Entré tras Brigid. Su altura me daba cierta seguridad, como una suerte de escudo. Sin embargo pronto escuché aquella voz reclamando mi presencia y Brigid se apartó y le permitió encontrarse cara a cara conmigo.

    Hendrick.

    Pareció... sumamente sorprendido de verme allí. Como si no pudiera dar crédito. Y me pregunté por qué exactamente. ¿Porque estaba genuinamente asombrado de verme o porque no esperaba que escapase de mi cautiverio?

    Mi cuerpo se tensó pero no dije nada. Me mantuve firme e impertérrita—mi papel era mantener silencio a no ser que fuese absolutamente necesario y eso era algo que se me daba bien— y tomé asiento cuando Calum lo hizo. Hendrick y el presidente Albus, como era de suponer, no eran las únicas personas invitadas a la reunión. También estaban el príncipe de Fayar y... una representante del Imperio.

    Se había adelantado al capitán eleano y a sus hombres y demostraba una gran seguridad viniendo sola. Desconocía si esas eran o no buenas noticias para nosotros. Las tensiones eran palpables aunque el presidente Albus tomase un papel como moderador del encuentro.


    En ese momento lo noté. Aunque quizás no fue en ese momento porque llevaba sintiéndolo desde que entré a la sala. Su atención casi milimétrica sobre mi persona logró romper parte de la calma que había logrado reunir y cerré mis manos en puños sobre mis muslos.

    Era la mirada de Hendrick, fija en mí.


    Había logrado sostenérsela un tiempo pero terminé por agacharla incapaz de soportar la intensidad de sus ojos oliva, inquisitivos y penetrantes. ¿Qué tipo de mirada me dirigía? ¿Era una desconcertada? ¿Era curiosa? ¿Cuál era la verdad detrás de su visible incredulidad?

    La reunión se desarrolló y me limité a atestiguar y guardar silencio. Hasta que volví a escuchar su voz. Me estaba cuestionando, preguntándome sobre mi paradero aquellos largos e interminables años.

    Apreté los labios.


    No podía mentirle porque si realmente era un enemigo sabría que lo hacía. Pero tampoco podía decirle la verdad y sincerarme sobre todo lo ocurrido desconociendo si era o no un aliado. Hablar de mi secuestro y de la traición de mi hermana estaba fuera de cuestión.


    Al menos de momento.

    Mi papel era no hablar a no ser que se me preguntaste directamente, sí. Pero me escudé en el hecho de que aquella pregunta por lo bajo resultaba casi clandestina. Hendrick no me estaba preguntando en calidad de mandatario, directamente, exigiendo saber una respuesta. Era como si pretendiese dejar el asunto fuera de las rencillas políticas que acontecian en la reunión.

    Me preguntaba casi... como lo haría un amigo.

    ¿Podía considerar a un aúreo como tal?


    Agaché ligeramente el rostro de tal forma que la sombra de la capucha ocultó mis ojos. Y permanecí en silencio.


    >>No responder
     
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  11.  
    Amelie

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    Brigid

    No sería sencillo, no con una representante del Imperio presente, debía cuidar aun mas sus palabras, debía tener la delicadeza y sabiduría en un balance perfecto, trató de no mostrar alguna expresión que revelara su frustración; pero Calum no contuvo sus palabras, fueron directas y honestas, ella estaba de acuerdo en cada sílaba; pero no intervino hasta que le dieron la palabra.

    —Les agradezco el tiempo que nos han brindado en esta audiencia —mencionó con respeto a pesar de que esta situación había sido mas coincidencia que un plan muy bien creado. Hizo una ligera reverencia con la cabeza en modo de respeto ante los presentes — Se me ha otorgado un honor muy grande, no sólo al ser la guardiana del Shinryu; sino también ser hoy representante de los monjes del Monte Shinryu y por ello hablaré con mi verdad —pausó, manteniendo su voz calma, no quería dejar ir sus palabras como un remolino de energía, debía ser ordenada y formal para no caer en una irreverencia.

    —Creer que nosotros atacamos Yggdrassil es como creer que el agua es capaz de incendiar el bosque —mencionó con tranquilidad, no iba a acusar a nadie; pues ella sentía en carne propia el juicio injusto — Antes de destruir se debería intentar comprender; antes de matar se debería buscar una solución— Brigid ardía internamente; pues para ella eso no había sido un contraataque, era un ataque que se llevó a cabo sin justificación, era una excusa para eliminarlos, era una crueldad, un autoritarismo.

    —¿Por qué no se ha preguntado antes de atacar el Monte? — Brigid sonrió, no era una sonrisa burlona, era una que emulaba serenidad, sonreía porque ella y Calum estaban allí. El Imperio tal vez no esperaba una réplica de parte de los monjes, el estar presentes era una ligera victoria, una que si sabían usar; podría jugar a su favor; porque también podría estar la posibilidad de que el Imperio supiera de que estarían en este preciso momento allí, y se jactarían de verlos enredarse ellos mismos la soga al cuello. Brigid no podía permitir ese escenario.— Se debe ponderar y deliberar antes de hacer un movimiento, pero este ya fue hecho; y verán... hay tres cosas que no se pueden ocultar por mucho tiempo, el sol, la luna y la verdad.

    >> Negar que los monjes atacasen Yggdrassil.
     
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  12.  
    MrJake

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    Calum miró a Brigid con un sonrisa complacida. Asintió con discreción, y luego giró la miradaa para enfocarla hacia su interlocutora. Pero se sorprendió, seguramente tanto como Brigid cuando Loke alzó las cejas, se inclinó hacia delante y le espetó a Brigid.

    —... ¿he preguntado eso? ¿Ha sido mi pregunta poco clara, acaso? ¿Cuándo viste que preguntase si los monjes han atacado el árbol o no? He preguntado por qué. No he preguntado si fue así o no.

    El presidente tomó aire, tenso. El tono de voz de Loke era suave, y su expresión, si bien seria, era serena. Con todo, el peso de sus palabras era grande. Raif rodó los ojos, y fue el único que se atrevió a hacer un gesto de desaprobación siquiera hacia Loke. Estaba más que claro que allí ella tenía el poder y nadie se atrevía a toserle más de la cuenta; después de todo, el Imperio era el bando realmente peligroso allí. Del que dependía en última instancia la paz de Shinryu.

    Calum, sin embargo, y si bien se intimidó al principio, logró hacer de tripas corazón para hablar.

    —... no fueron —susurró—. Ellos no fueron. Como Shinryu, tengo mi lugar en este debate, ¿no? Y... también viví con los monjes del monte. Me entrenaron por meses. Estuve allí con todos ellos, todo el tiempo. Pudieron marcharse, sí, pero no en el suficiente número, y no el suficiente tiempo, como para lograr una hazaña de ese tipo. ¿Atacar... Yggdrassil? Tienen que bajar por el Bloqueo Eleano, entre otras muchas cosas. ¿Cómo cruzaron? ¿Cómo les dejaron pasar?

    Loke alzó una ceja, suspirando. Por suerte para Calum y Brigid, Raif la miró con desgana y dijo, directo y cortante.

    —El dragoncito tiene razón, milady. Culpa vuestra si ni siquiera vuestro bloqueo le para los pies a unos tristes monjes.

    Loke miró entonces a Albus. El hombre se cruzó de brazos. Y entendió por su mirada que le estaba demandando que él mismo fuese el que se explicase. Y, con mucho pesar y sin alzar la mirada del todo para mirar a Calum y Brigid, dijo:

    —... al parecer, fue Shen el que lo hizo —reveló entonces. Para Calum fue como un puñal en la espalda—. Y el argumento del Imperio se sostiene. Yo conozco a Shen; que él podría haberlo hecho. Ir al árbol, junto a varios de los suyos, tumbarlo, burlar el bloqueo, y hacerlo todo en cuestión de horas. Es perfectamente capaz.

    —... ¿c-cómo? —preguntó, atónito, Calum—. No es posible, ¿cómo podría ser eso? ¡Nadie puede...!

    —Magia —cortó de pronto Loke—. Idiotas. Mucho tiempo con el Maestro, y no sabíais que podía usar la magia. Y no cualquiera: magia muy poderosa, de hecho. Podía hacer casi de todo. Como, por ejemplo, transportarse en cuestión de segundos a un sitio muy lejano, a él o a cualquiera. O destrozar un árbol sagrado. El Alto Monje era un hombre poderoso, muy poderoso; uno de los Profetas, después de todo.

    Espera, ¿magia? ¿Shen? Brigid llevaba con él desde que era una niña. Era como su padre. Y... jamás supo que el maestro tuviese la capacidad de usar magia. No tenía ni la más remota idea, y nunca vio nada que le hiciese pensar que podía usar magia. Nada. Además, ¿magia tan poderosa? Y... ¿P-Profetas? ¿Qué era ese término? ¿Era... por la adivinación del Maestro?

    Hendrick estaba en esos momentos mirando a Fauna, pero suspiró al ver que no obtenía respuestas de ella. Por eso, con cabeza gacha, miró al frente y comenzó a concentrarse en la conversación. Severo, se cruzó de brazos mientras escuchaba, atento.

    —M-Me estáis jodiendo —susurró Raif—. Un... Profeta... —huh, ¿él conocí el término...?

    —El Imperio vio con sus propios ojos la escena: Shen apareció con varios hombres y usó su magia para destrozar Yggdrassil, rompiendo su base —siguió exponiendo Loke—. Esa es la verdad, y es irrefutable: no pudo terminar el trabajo porque sitiamos rápidamente el lugar y lo obligamos a marcharse con sus hombres de forma abrupta. Pero Shen hizo eso. Es la verdad. Ante una amenaza de ese calibre, y descubriendo el poder del que disponía Shen y la atrocidad de sus acciones, atacar antes que fuese tarde era lo único que podíamos hacer. Alguien con su poder, si se decidiese a usarlo para el mal como estaba haciendo, podría traer el desastre.

    —Y, por duro que me sea decirlo —comentó Albus, mirada gacha de nuevo—, que los hechos sucediesen así encaja con lo que sé de Shen. Todo el relato del Imperio es coherente.

    —... ciertamente —aportó Hendrick, ojos vibrantes—. Yo conozco a otra Profeta. Es... Flora, la Suma Sacerdotisa de Áurea. Y puedo verificar que, además de su adivinación, goza de tremendos poderes mágicos, al igual que Shen.

    ¿Flora? Fauna no podía creer lo que estaba diciendo Hendrick. Al igual que sucedía con Brigid respecto a Shen, aquello era para ella la primera noticia. Sí, podía ver el futuro, pero... jamás expuso ni un ápice de magia, nunca. En su vida la vio usarla.

    ¿Cómo es que todos allí parecían saber qué eran exactamente los Profetas y las propiedades que tenía ser uno de ellos, y... por qué todos afirmaban que personas tan cercanas a ellos, a Brigid y a Fauna respectivamente, tenían capacidades mágicas de las que ellas, de sus círculos cercanos, jamás oyeron hablar? Si Hendrick o Loke lo hubiesen dicho, quizá podían creer que era una mentira descarada, pero... ¿por qué iba el presidente a corroborarlo?

    ¿Qué fallaba ahí?

    —Supongo que Fauna podrá verificar que Flora es una Profeta —dijo entonces Hendrick, señalándola—. Al fin y al cabo, es su hermana.

    Ah, mierda, lo había dicho... ahora, Fauna estaba en el punto de mira. Hendrick la estaba mirando, con ojillos casi suplicantes. ¿Era porque anhelaba que le diese respuestas, o... solo estaba suplicándole complicidad en una gran mentira? No sabía bien como interpretarlo. Pero ahora, Fauna tenía que responder algo sobre el tema...

    Por otro lado, Raif miró a Brigid y Calum.

    —Algo tengo claro: si ese Shen fue el culpable, vosotros no estabais ni enterados, ¿eh? No hace falta ser un genio para darse cuenta. En ese caso, no podréis proporcionar las respuestas que el querido Imperio tanto anhela, ¿huh?

    —... —Loke parecía molesta. Molesta particularmente con Raif. Pero no se dignó a mirarle—. El asunto ahora es el siguiente: si coincidimos en que solo los Monjes, comandados por Shen, pudieron hacer algo así, solo nos queda determinar por qué lo hicieron. Atacar a un árbol sagrado, como bien sabremos todos y particularmente el señor Hendrick y Fauna, áureos aquí presentes, es una de las peores afrentas que pueden realizarse. Y entender el motivo servirá para entender... si hay intereses políticos detrás de esto.

    —Lo reiteraré las veces que haga falta —aseveró Albus—. No. Shinryu... ni apoya ni tiene nada que ver con lo hecho por los Monjes.

    —No sé si Shinryu lo apoya o no, y eso estamos discutiendo aquí —dijo Loke, dedo en la comisura de sus labios—, pero ahora mismo me interesa otra cosa. No si "Shinryu" está detrás, sino si... "el Shinryu" lo está.

    Las miradas se enfocaron en Calum, que quedó mudo.

    —El Shinryu es un monje, después de todo. Uno con una labor importante, guiado, entrenado y recibido instrucciones del propio Shen, artífice principal del crimen en cuestión —siguió la Consejera—. Creo que no es difícil deducir que el Shinryu puede tener algo que ver... o eso, o que estuviese siendo utilizado por Shen, claro. Y en ese caso, debe ser detenido aquí y ahora.

    Mierda... el pobre Calum estaba acorralado, y sin saber qué decir...

    —La otra opción —siguió ella, sin ningún tipo de piedad y sin dejarle al niño hueco para procesar siquiera los eventos. Iba, sin duda, al cuello, a sonsacarle y provocarle lo máximo posible— es que no seas el Shinryu, claro. Que mientas. Y eso solo puede ser porque eres un enviado de Shen...

    ¿Q-Qué pretendía? ¿Por qué hacía eso? Hasta ahora, no había nadie cuestionado la identidad de Calum. De pronto surgía esto... casi parecía otra provocación.

    Brigid quizá debería intervenir para ayudar a Calum...

    Para Fauna:
    >> Seguir callada.
    >> Intervenir para decir que su hermana no puede usar magia.
    >> Intervenir para decir que su hermana pudo ser la verdadera culpable, pues también es una "Profeta".

    Para Brigid:
    >> Dejar a Calum responder por su cuenta.
    >> Asegurar que el Shinryu busca proteger a los árboles sagrados.
    >> Pedir al Presidente Albus que interceda en defensa del Shinryu.
     
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    Yugen

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    La representante del imperio era implacable. Aunque Brigid había defendido con honor la causa, no le tembló el pulso al volver a acusarla. A acusar a los Monjes de la caída de Yggdrassil. A acusar al Maestro Shen, denominándolo como unos de los 'Profetas'.

    Profetas... en mi vida recordaba haber escuchado ese término.

    Las tensiones crecieron cuando el propio presidente Albus corroboró que las acusaciones de Lady Locke eran coherentes, que de hecho Shen y sus monjes habían sido los causantes del ataque a Yggdrassil. Pero si eso era cierto... ¿Bajo qué pretexto atacarían a un Sagrado, siendo considerado un crimen capital y alta traición?

    En Aúrea no les hubiera temblado el pulso. Si alguien dañase a Iifa se enfrentaría a un castigo atroz. El árbol donde todo cambió para mí.


    Cerré con algo más de fuerza mis manos sobre mis muslos.

    Un momento.

    Shen, como mi hermana... podía ver el futuro. ¿Quizás tenía relación con eso? ¿Tal vez la pregunta que Aster me había hecho antes de ingresar en las minas era la clave?

    Sus palabras regresaron a mi mente con claridad cristalina. Como el murmullo del viento entre las hojas primaverales.

    "Curioso que dos personas compartan el mismo poder. Pero más curioso es aún que dos personas que supuestamente deben ver lo mismo, tomen rutas tan distintas. Si la Sacerdotisa áurea quiere la caída de los Sagrados así, de repente... debe ser porque ha visto algo en el futuro que le hace anhelar esa caída. Pero entonces, el Maestro debería haber visto algo parecido. Por ello estoy extrañado: el Maestro nos ha mandado precisamente para que evitemos que la naturaleza sufra. Para que el Shinryu se entrene y pueda proteger al mundo y abrir las puertas al cielo. Sin embargo, ahí está la Sacerdotisa, viendo lo mismo y buscando frustrar esos planes."

    Fue la voz del propio Hendrick la que me regresó a la realidad. Sus palabras golpearon contra mi desconfianza con contundencia y no di crédito en un inicio.

    Flora... ¿magia? En mi vida la había visto hacer uso de ella. Poseía el don de la clarividencia pero no magia como tal. Su poder me había opacado durante demasiado tiempo. Yo, la solitaria, la callada, la que hablaba con los árboles.

    Probablemente mi mirada expuso cierta duda y desconcierto. Pero Hendrick parecía... esperanzado en que lo admitiese. Como si me suplicase complicidad en una mentira. El intercambio de miradas entre nosotros fue breve.

    Acusar a Flora cambiaría diametralmente el curso de la reunión. Ya no estaría Shinryu en la mira si no Áurea. Eso debía saberlo. El propio Hendrick era el paladín de la Gobernadora... ¿por qué quería cambiar el objetivo de los presentes de esa forma?

    No lo sabía.

    Pero decidí confiar y mi mirada se dirigió al resto de los presentes.

    —Mi hermana—iba a negarlo todo. En un primer momento iba a negarlo. Pero decidí ser partícipe de la mentira de Hendrick. ¿Para defender al Maestro de las acusaciones? ¿Porque recordé a Keijo y su misión de derribar a los árboles? Me mantuve firme y mi voz no tembló cuando proseguí, serena y fría como el clima de Hitoki—; es también una Profeta. La vi usar magia muy poderosa en diversas ocasiones, además de poseer el don de la clarividencia.

    Confíar en un aúreo otra vez.


    Era ciertamente desesperado.

    Pero.

    >>Flora pudo hacerlo.

    Intervenir para decir que su hermana pudo ser la verdadera culpable, pues también es una "Profeta".
     
    Última edición: 19 Noviembre 2021
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  14.  
    Amelie

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    Brigid

    Brigid escuchó con preocupación a Albus; él estaba dándole las armas a quien ella consideraba como enemigo, y ahora también dudaban de que Calum fuera el Shinryu. Pero eso no fue todo, la declaración de Fauna también había sido sorpresiva.

    Miró a Calum, se le notaba nervioso, temía que contestara con emociones extremas, incluso temía que ella lo hiciera, pues nos dejaron entrsr a una audiencia dónde no teníamos clara ventaja, parecía ser una mala broma.

    —La misión del Shinryu es el proteger; eso no debe colocarse en juicio, como tampoco su veracidad sobre su identidad— estaba nerviosa pues tantas cosas que creía conocer estaban empezando a desaparecer, pero Calum estaba junto a ella. Y quería estar para él, mas que pars nadie mas pues ella juró protegerlo — Como guardiana del Shinryu, cualquier duda hacia su persona primero pasa por mis oídos, yo sé escucharlos, pero no aceptaré que se dude de sus acciones. Si no creen nuestras palabras lo demostraremos con acciones

    Asegurar que el Shinryu busca proteger a los árboles sagrados.
     
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  15.  
    MrJake

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    Entre aquellas acusaciones fugaces, Brigid saltó en defensa de Calum, y este no pudo sino suspirar con cierto alivio. Asintió con lentitud.

    —Lo que dice... mi guardiana es cierto —sentenció, voz algo temblorosa aún—. No fuimos nosotros. Los monjes no... tuvieron nada que ver. Y por supuesto, ni de lejos haría algo así; como Shinryu, como bien dijo Brigid, incluso aunque mi maestro y mis compañeros quisiesen hacerle daño a los árboles, quisiesen dañar el equilibrio de la naturaleza, yo jamás lo haría. Porque tengo un deber, y lo sé bien.

    Loke, sin embargo, no parecía convencida.

    —¿Y qué hay si no eres el Shinryu? ¿Puedes demostrar tu identidad...?

    El niño asintió, y apunto estuvo de seguir hablando, cuando Fauna intervino. Sus palabras fueron claras, directas y no dejaron indiferente a nadie: acusó allí mismo a su hermana. Su lógica, claro, no podía cuestionarse. Si la forma en que podían justificar que Shen llegase hasta el árbol era porque, como Profeta, supuestamente tenía poderes suficientes como para ir allí en un instante, entonces Flora también podría. No importa donde estuviese, no importaba nada. Pudo haberlo hecho.

    Claro está, la acusación afectó sobre todo a Hendrick, que la miró incrédulo. Susurró unas palabras, en voz muy baja, casi ininteligible, con gesto abatido.

    —... ya veo, así que tú no... —pero se interrumpió a sí mismo, negando con la cabeza y alzando la voz. Mano en el pecho, dijo—. Puedo prometer y prometo que la Suma Sacerdotisa no se ha involucrado en nada de tal calibre. Jamás haría daño, como áurea, a un Árbol Sagrado —miró a Fauna, algo severo, pero, a la vez, extrañado y confuso—. ... y tú, Fauna, deberías saberlo. Conoces a tu hermana. ¿Crees de verdad que ella podría hacer algo así? ¿En qué basas esa... idea disparatada?

    Desde luego, Fauna tenía motivos para creerlo. Pero el gesto de Hendrick, tan puro e inocente, parecía no ocultar un solo ápice de mentira en sus palabras: él estaba genuinamente convencido de que Flora era una buena persona. Tal vez lo tenía engañado también a él.

    Y a todo el pueblo de Áurea, seguramente.

    Lo relevante parecía ser, sin embargo, que había sacado a la palestra a una nueva sospechosa. Eso podría descargar algo la presión sobre los monjes y sobre Calum. O... o eso pensaban. Porque Loke le dio un giro que seguramente nadie esperaba.

    —Teóricamente, sí, es posible que otra Profeta lo hiciese. Pero tanto pudo hacerlo esa Suma Sacerdotisa vuestra como cualquier otra persona con sus mismos poderes —¿había... más?—. El punto de mi argumento no es que Shen lo hizo porque era un Profeta; es que Shen lo hizo, y eso es además creíble, porque era un Profeta. Argumentar algo sobre sus poderes no es más que un elemento de convicción para sostener la pretensión del Imperio: es la forma de justificar cómo pudo hacerlo. La existencia de otros con sus poderes y con la oportunidad de cometer el crimen no resta legitimidad ni credibilidad a lo que argumentan todos los hombres eleanos que estuvieron en la escena y que declararon: vieron a los monjes llegar y atacar al árbol. Los vieron. Monjes, no áureos, no nadie distinto.

    Se aclaró la voz, mirando ahora a Brigid.

    —... por consiguiente, tuvieron que ser monjes. Y Shen pudo haberlos guiado gracias a sus poderes. Eso sí —la mirada, lentamente, se dirigió a Fauna y Hendrick—, ciertamente, Elérea se cuestionará altamente qué actitud debe tomar para con Áurea, porque aunque no hayan sido ellos los causantes, veo altamente posible que todos los Profetas estén alineados en una misma misión; después de todo, pueden ver el futuro, y dudo que unos no sepan de las acciones de los otros. Con toda seguridad trabajan juntos. Lo cual no hace más que añadir leña al fuego que ya tenemos ardiendo...

    Alzó una mano, y comenzó a elevar sus dedos, uno a uno, conforme iba diciendo frases. Esta vez, lo hizo con los ojos clavados en Albus.

    —Tenemos a monjes avistados en el Bosque de Yggdrassil atacando el Bosque. Los monjes tienen la oportunidad por ser Shen un Profeta. Los áureos tienen a otra Profeta a su favor. Los áureos apoyan y tienen confianza con Shinryu. ... así pues —quedó solo el último dedo, que elevó poco a poco—, Shinryu en sí, y tal vez el propio Shinryu, son, muy posiblemente, aliados de ambos Profetas. Uno es gran amigo del Presidente, la otra, alto cargo del país hermano. Demasiada casualidad, si me lo preguntan, ¿no cree?

    ¿C-Cómo... cómo había podido retorcerlo todo tanto? De pronto, había logrado no solo mantener su acusación sobre los Monjes, sino rebotarla contra Áurea y Shinryu también. Y lo cierto era que, por mucho que les doliese, tenía razón: Shinryu, Áurea, el Templo, el Shinryu. Todos ellos tenían unas filosofías muy cercanas y muy compatibles, mantenían gran amistad y relaciones fuertes entre ellas. Eran muy distintas, a su vez, de Elérea y de Fayar. Y casualmente, había un Profeta en ambos países. Si las acusaciones se tornaban contra uno solo de los profetas, extender parte de la responsabilidad al resto era sencillo para Elérea.

    Pero no podía evitar pensarse algo... ¿por qué todo esto? Loke no parecía estar dispuesta a cambiar de opinión, no quería dejarse convencer, no tenía ningún tipo de dudas: afirmaba pruebas irrefutables de la culpabilidad de los Monjes, y no le temblaba el pulso a la hora de relacionar a Shinryu entera en aquello. Entonces, ¿por qué cortarse tanto? Elérea podría destruir todo si quería, atacar sin más, conquistarlo todo. El Presidente Albus no tendría más remedio que rendirse, como lo hizo Fayar en el pasado, y Elérea unificaría todo el Continente bajo su mando. Si era eso lo que quería, ¿por qué no lo hacía ya, y parecía buscar excusas? Ni siquier había dudado en implicar a Áurea...

    —Lo siento mucho, compañeros —sentenció Loke, levantándose del asiento—, pero visto que no vamos a llegar a un entendimiento en este sentido, me tendré que despedir para ausentarme. Presidente Albus, ya conoce las pretensiones del Imperio; si de verdad Shinryu no está detrás de nada de lo sucedido, colabore y entonces Elérea se pensará sus acciones futuras. Buenas tardes.

    —... —Albus apretaba el puño, ojos cerrados con fuerza.

    —¡No, no, no! —exclamó Calum, de repente—. Detente, por favor. ¡No podéis abrir una guerra ahora! No, porque... yo soy el Shinryu. Y no importa quién sea el que amenaza a la naturaleza, ¡si yo sigo aquí, entonces podré detenerlos! Ese es mi destino. Así que, por favor, Lady Loke: si tan solo me permites... seguir mi peregrinaje, ¡aseguro que descubriré la verdadera identidad de quien está detrás de los ataques a los Sagrados, sin necesidad de guerras ni de destrucción!

    —... ¿y bien? —Loke alzó una ceja, curiosa, desafiante, brazos cruzados—. ¿Cómo vas a hacer tal cosa? Dices ser el Shinryu y hablas de destino, pero... no veo cómo podrías proteger nada. No eres más que un niño.

    Pero Calum negó con la cabeza. Lentamente, metió su mano entre sus ropas, y extrajo el orbe, el Ojo. Lo alzó, mostrándolo a toda la mesa.

    —Con esto. Este es uno de los Ojos de Shinryu. He podido conseguirlo porque soy la verdadera reencarnación del Shinryu, y esta es la prueba de que así es. Presidente Albus, solo necesito que me ayude, por tanto. Necesito que me indique cómo puedo restituir el poder el orbe; sé que usted debe saberlo.

    Albus había quedado mudo al ver la esfera. Todos, de hecho, enmudecieron al notar el silencio que se generó después de que Calum la mostrase. Y el presidente, entonces, suspiró. Entrecruzando los dedos, miró a Calum con seguridad.

    —... ¿es eso de veras el Ojo de Shinryu?

    Calum asintió.

    —El Maestro me guió hasta él. No tengo duda alguna. Lo encontré oculto en las Minas de Kogyo, donde nadie que no sea el Shinryu junto a su Guardiana y compañera podría conseguirlo. Es la prueba irrefutable.

    —Ya veo —asintió Albus—. De ser así, claro que es irrefutable, sí...

    Dio entonces una palmada.

    Y todo fue muy rápido.

    Decenas de soldados de Shinryu comenzaron a entrar en la sala, alarmando a Raif y a Hendrick, que no supieron bien cómo reaccionar. Albus, sin embargo, ni siquiera se levantó de la silla. Mirada sombría oculta por sus manos cruzadas, dijo:

    —... detengan al niño y sus acompañantes, rápido. Encerradles, y dadme el orbe.

    —¿Eh? ¡N-No, Presidente Albus, no puede...!

    Pero no pudieron hacer nada. Eran demasiados. Incluso Brigid, con su fuerza y tamaño, no pudo resistirse; no cuando un soldado fue rápido en poner una espada al cuello de Calum, amenazando con dañarle. Albus no decía nada, sin embargo.

    Le arrebataron a Calum el orbe, y se lo entregaron al Presidente. Lo miró por un instante, y, entonces, se levantó. Con cuidado, caminó hasta Loke.

    —... aquí tienes. Todo... vuestro.

    —Ah, genial —dijo ella, sonriente—. No esperaba que fuese tan fácil.

    —... y ahora, por favor. Reconsiderad el ataque a Shinryu. No es necesaria más sangre... marchaos con el Orbe y dejad nuestras tierras —suplicó el Presidente, con tono desesperado. ¿Era todo eso... con tal de salvar a su gente? Traicionar al propio Shinryu... poner en riesgo a la naturaleza en sí...

    ... tuvo que hacer esa dura apuesta, y escogió salvar a los suyos. No dejaba de ser el Presidente, después de todo.

    —Primero hay que devolverle el poder, ¿no es así? —inquirió Loke.

    Albus asintió.

    —Sí. Pero yo sé cómo —se dirigió a sus guardias, y alzó la mano—. ¡Llevoslos, a las mazmorras, vamos!

    Fueron arrastrados poco a poco. Lo último que pudo ver Fauna, entre los gritos de Calum, fue a Hendrick con una mirada descompuesta, preocupada y confundida.

    Pero nadie pudo salvarles.

    Well, well, pondré más tarde otro post continuando esto, pero como es muy largo, lo dejo aquí y luego vuelvo. Si queréis reaccionar, adelante.
     
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    MrJake

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    Cuando Fauna se quiso dar cuenta, había sido separada de Calum y de Brigid, arrastrada a unas mazmorras y encerrada allí. Estaba, una vez más... atrapada. Privada de su libertad. Sus compañeros se habían alejado de ella, pues se aseguraron de que los mantenían bien lejos. Sabían, seguramente, que Fauna podía usar magia, y no querían complicaciones. Un solo paso en falso, y... podían perder el control sobre ellos.

    Pero no lo perdieron. Es más, ahora lo tenían más que nunca, completamente en sus manos.

    El Presidente les había traicionado. En cuanto Calum mostró el Ojo, todos en aquella sala reaccionaron. Raif quedó ojiplático, Hendrick se sorprendió, Loke lo observó con un grato asombro, y el Presidente Albus... quedó mudo, con un deje de tristeza, pero, a la vez, alivio en los ojos. Ahora podían entenderlo todo: Loke quería ese orbe. El imperio quería el Ojo de Shinryu. A eso se debió referir Loke cuando dijo aquello...


    "Presidente Albus, ya conoce las pretensiones del Imperio; si de verdad Shinryu no está detrás de nada de lo sucedido, colabore y entonces Elérea se pensará sus acciones futuras. Buenas tardes."


    Eso explicaba mucho. Explicaba el motivo de la reunión, y el hecho de que Elérea no atacase sin más. Si atacaban desconociendo la ubicación del Orbe, podrían quedarse sin él para siempre. Lo que seguramente nadie esperaba era que Calum ya lo tuviese.

    Con todo, aunque Albus les traicionó... lo dijo claro: lo hacía por proteger a su gente, a Shinryu. Pero, ¿a qué precio? ¿Qué querría hacer Elérea con aquel objeto? Y, volviendo más a sus propios problemas... ¿qué se suponía que tenía en mente Hendrick? Fauna no parecía haber sido capaz de descifrar lo que pensaba o lo que pretendía, pero algo sacó en claro: Hendrick defendía a capa y espada a su hermana. Él era el futuro marido de la Gobernadora de Áurea, y, si bien la Sacerdotisa, si bien Flora, era alguien importante y que se codeaba con ellos, estábamos hablando de alguien que era prácticamente el consorte de la máxima autoridad del país. Alguien así no tenía necesidad de rendirle cuentas a nadie que no fuese la Gobernadora en persona.

    O bien les engañaban a todos, incluida a la Gobernadora, o bien él y todos estaban metidos en eso, o bien Hendrick era muy inocente, o... o...

    Pronto los pensamientos de Fauna se vieron interrumpidos, porque alguien apareció en la sala. Hendrick caminaba, acompañado (o, más bien, vigilado) por dos soldados de Shinryu. Se acercó a su celda con cuidado, ceño fruncido.

    —... Fauna. Hola —dijo, desviando la mirada. Hendrick tenía unos ojos muy puros. Una sonrisa agradable y un porte, en general, noble y correcto. Pero parecía tener dificultades para afrontar algunos conflictos—. Siento mucho esto que ha pasado, yo... estoy un poco aturdido aún. Me han dejado venir a verte porque lo he implorado al Presidente, y no tengo mucho tiempo. Aprovechando que estamos... —miró a ambos lados; los guardias estaban rectos, firmes y vigilantes. No eran distintos a estatuas con ojos en esos momentos— "solos", quiero hablar contigo. Porque en esa reunión n-no entendía nada. Fauna, ¿qué problema tienes con Flora? Se te veía resentida y sin ningún temor a inculparla de cosas gravísimas...

    Tomó aire, y llevó una mano al pecho.

    —Tu hermana ha estado buscándote desesperadamente. Ha llorado desconsoladamente por muchísimo tiempo, sin parar; te recuerda casi a diario, por lo que sé. En Áurea, la Suma Sacerdotisa ha hecho un memorial para ti en la ciudad, y no han parado nunca de buscarte, todo impulsado por Flora. Yo mismo he presenciado cómo ella en persona iba a buscarte. Incluso... pidió permiso para entrar en el bosque. Estaba convencida de que te acercaste a Iifa y su magia te hizo algo extraño.

    Agachó la mirada.

    —... mi primer impulso al verte fue alegrarme. ¡Te había encontrado! Flora se iba a llevar una gran alegría. Pero... pero luego me di cuenta de que algo falla. Hay algo que no me cuadra en tu actitud. Y... esos cuernos, Fauna. Puedo verlos —dijo, mirándola. Había comenzado a mirarla directamente a los ojos por primera vez—. Aunque los escondes, los he podido ver, en la trifulca de antes. ¿De dónde salen? No tenías eso antes...

    >> No sé por lo que habrás pasado, no sé dónde has estado. Pero todos te han buscado. Yo incluido, he participado de tu busca en más de una ocasión. De hecho... ¿sabes por qué motivo vine aquí en un inicio? Vine porque tu hermana me lo pidió. Visiones del futuro le dijeron a... a F-Flora que te encontrabas en este continente, y vine a preguntar a nuestros amigos Shinrianeses por ti. Y, mira por dónde, aquí estás. Las visiones no se equivocaban. Luego todo se torció un poco, y, en fin, el motivo de mi visita se expandió un poco. El resto creo que lo sabes.

    ¿Huh? ¿Hendrick estaba ahí por ella? ¿Visiones de su hermana? ¿Lo mandó ella? ¿La buscaba...? Todo eso era tan... distinto a lo que creía. A lo que llevaba tiempo pensando.

    ¿Cuál es la verdad? Hendrick había titubeado al hablar de las visiones de Flora, por algún motivo. Y era difícil confiar en alguien a esas alturas. Pero... pero en la posición en la que estaba, encerrada de nuevo, poco tendría que hacer. De hecho, ¿qué le impedía a Hendrick llevársela? Seguramente al Presidente no le importaba lo que le pasase, y al Imperio, menos. Si Hendrick quisiese, la podría secuestrar de nuevo...

    —Por favor, ¿puedo... puedo saberlo? ¿Saber qué te sucedió...?


    >> Responder: contar la verdad
    >> Responder: mentir

    Pues dejo esto antes de dormir (?)
    Brigid irá por separado, pero lo suyo va a ser más al grano, así que lo dejo aquí para que Fauna responda y más o menos llevar a las dos al mismo ritmo <3
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    ~Fauna~

    Nuevamente gris.

    El aire en las mazmorras era denso y viciado.

    No soplaba la brisa.

    No había luz natural, ni vida más allá del escaso musgo que se había acumulado por la humedad entre las paredes de piedra. Los estrechos pasillos se iluminaban por la luz vaga de las antorchas.

    Fui prácticamente empujada dentro de la celda y la puerta se cerró con un sonido metálico.

    Otra vez.

    Otra vez privada de mi libertad.

    Sola.

    Lejos de la luz, lejos del bosque.

    Se habían llevado a Calum y a Brigid a otro lugar y no pude hacer nada al respecto. Aster... me pidió que cuidara de Calum si él no estaba para hacerlo. Y ahora Aster no estaba.

    Y yo no había podido hacer nada.

    Mis cuernos punzaron y allí, de rodillas sobre el suelo no tardé en llevar mis manos hasta ellos por encima de la capucha del abrigo. Apreté mis labios con impotencia.

    Todo había sucedido demasiado rápido.

    La mirada que me dirigió Hendrick me confundió. Defendió a Flora, asegurando que ella no había tenido nada que ver con el ataque a Yggdrassil. Mientras, la presión de la representante eleana empujó a Calum a mostrar el ojo de Shinryu para probar su identidad. El orbe... eso era lo que Lady Locke, lo que el propio imperio, estaba buscando.

    Esa era la condición que había impuesto Elérea para no iniciar un conflicto directo con Shinryu. Y el presidente lo había aceptado en pos de proteger a su gente de más derramientos de sangre.

    Observé con impotencia, asediada por las armas de los guardias shinryanenses, como Lady Locke tomaba el orbe con satisfacción. Y como éramos arrastrados fuera de la sala.


    Todo lo que pude preguntarme fue: ¿qué pretendía hacer Elérea con el ojo de Shinryu?

    Permanecí allí, de rodillas en el suelo por no supe cuanto tiempo. Hasta que oí el sonido de una puerta abriéndose y poco después vi a Hendrick acercarse a la celda. Iba escoltado por dos guardias, firmes como estatuas, que aguardaron a cada lado de la puerta que conducía al estrecho pasillo donde se hallaban las prisiones.

    Hendrick... dijo demasiadas cosas. Seguía pareciendo confundido, perplejo, y expuso aquellas mismas dudas con palabras.

    Mencionó mis cuernos y bajé aún más la capucha para tratar de ocultarlos. Fue un movimiento instintivo. Ya los había visto. No tenía caso esconderlos.

    Pero lo que dijo me impactó. Sus palabras me congelaron en el sitio. Y no pude dar crédito.

    Mi hermana... ¿me había estado buscando?

    Eso era tan distinto a lo que creía. A lo que había creído hasta entonces. Pensaba que había sido traicionada por Flora, que ella era la artífice detrás de mi tormentoso pasado. Escuchar que no había parado de buscarme desde entonces y que había llorado cada día, hasta el punto de alzar un memorial en mi nombre, me impactó. Golpeó la coraza pétrea que había construido alrededor de mi corazón y me dejó sin habla.

    Ya no era que no quisiera hablar. No podía hacerlo.

    No encontraba las palabras.

    Busqué inmediatamente los ojos de Hendrick y escudriñé su mirada en busca de falsedad. ¿Era esperanza, esa chispa efímera que me sacudio por dentro? Sabía que no podía confiar. No en un aúreo.

    Todo lo que encontré en sus ojos fue desconcierto, tristeza. Si realmente me estaba mintiendo y su intención era llevarme con mis secuestradores, ¿por qué no lo había hecho ya? Contaba con la posibilidad de hacerlo y probablemente el beneplácito del presidente. Solo tenía que abrir la puerta de la celda y sacarme, no tenía como protegerme de todos modos. Por seguridad me habían quitado mi bastón sacro y solo podría usar hechizos si concentraba mi magia en mis manos.

    Pero en lugar de eso me estaba preguntando.


    Estaba allí contradiciendo todo en lo que había creído desde el sacrificio de Aura. ¿Por qué parecía tan necesitado de respuestas? ¿Por qué sus ojos brillaban inocentes? Si todo lo que quería era llevarme no tenía por qué perder el tiempo.

    Quizás fue eso. O quizás fue el hecho de saber que poco tenía que perder en ese momento. Si era cierto lo que decía sabría la verdad. Y si no lo era al menos me lo quitaría del pecho.

    No fui consciente de en qué momento comencé a hablar. Mi voz volvía a ser calma y sosegada, carente de emociones. En su momento había experimentado tantas al mismo tiempo, tan inestables y erráticas...

    Que estaba vacía. Ya no sentía nada.

    —Me secuestraron hace tres años—conté. Finalmente lo conté—. Cerca de Iifa. Me cubrieron los ojos, me llevaron lejos, encerraron, desnudaron y torturaron sin descanso durante meses. En un lugar oscuro y frío, lejos de la luz del sol y del verde del bosque. Me gritaban y me exigían saber sobre mis visiones, pero me golpeaban dijese lo que dijese. Me pincharon, me quemaron. Me llenaron el cuerpo de moretones y cicatrices.

    Cicatrices que seguía teniendo en ese momento y que si no fuera por la capucha y el grosor del abrigo serían perfectamente visibles. Cubrían mi pálida piel en sendos surcos ramificados.


    Como la tinta negra absorbida en una hoja de papel.

    O como las ramas de un árbol.

    —Un día me permitieron ver para que comiese y en el agua sucia del cuenco pude ver mi reflejo.

    Titubeé en ese momento; por un segundo dudé. Hacía tanto tiempo que no los mostraba que ese momento se sentía... extraño. Llevé mis manos hasta la capucha del abrigo y la deslicé con lentitud revelando aquellos apéndices oscuros y retorcidos a la escasa luz de las antorchas.

    >>Tenía cuernos—admití—. Cuernos como los monstruos, como los Bégimos. Oscuros y retorcidos a ambos lados de la cabeza—antes de que Hendrick dijese algo, añadí—: No puedo hacer nada al respecto. Forman parte de mi cuerpo como si hubiera nacido con ellos o como si hubiesen sido implantados en mi cráneo durante mi cautiverio.

    >>Logré escapar y vagué en soledad, huyendo. Hasta que un día salvé a alguien del ataque de unos pájaros. Era una ingeniera eleana. Su nombre: Aura. Se interesó por mis visiones y me propuso buscar la verdad tras ellas.

    >>Entonces, mientras buscábamos respuestas nos encontramos con un pequeño escuadrón de aúreos. Derribaron un cerezo y nos atacaron. El líder de ellos, Keijo... reconocí su voz. Era mi torturador. El mismo que me exigía respuestas entre golpes.

    >>Dijo que la Suma Sacerdotisa lo había enviado en mi busca—declaré con frialdad—. Que ella había ordenado mi secuestro y posterior tortura. Que todo ese tiempo mi propia raza me había traicionado. Aura se sacrificó para salvarme y desapareció en un intenso destello de luz.

    Guardé silencio entonces. Rememorando aquellos momentos y recuperándome tras haber hablado demasiado. No estaba acostumbrada y terminaba por cansarme. Quizá lo hice también para que el consorte de la Gobernadora procesara mis palabras.

    Le había dicho la verdad. No sabía si porque confiaba en su palabra—o porque de alguna forma quería confiar— o si en su defecto sentía que no tenía nada que perder. Estaba otra vez en una celda.

    Tras unos instantes de silencio donde puse en orden mis propios pensamientos, donde ordené mis ideas, y recordé las palabras de Aster, que proseguí.

    —Yo no sé a quién creer Hendrick—admití con cierto tono tenue y negué con la cabeza para reafirmarlo. En el fondo me sentía tan confusa—. Quién dice la verdad o quién miente. Pero si lo que buscas es apresarme...

    Extendí mis brazos desnudos exponiendo mis manos empuñadas y mis muñecas como si esperase ser esposada. Las cicatrices se hicieron visibles bajo el danzar de las llamas de las antorchas.

    Hazlo. No opondré resistencia.

    Fijé la mirada de mis ojos opacos en la suya, firme.

    >>... Si a cambio le pides al presidente que liberen al Shinryu y a su guardiana.

    >>Contar la verdad.
     
    Última edición: 21 Noviembre 2021
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    MrJake

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    Brigid había observado impotente cómo se la llevaban a una celda. Seguramente, con su fuerza, podría haberse resistido sin muchos problemas, pero... cuando vio a Calum siendo amenazado por los soldados, supo que estaba comprometida por completo. No podía dejar que le pasase nada, y se vio impotente. Tuvo que dejarse arrastrar y ver cómo la encerraban en una celda. A su lado, en la contigua, dejaron a Calum.

    El niño no podía parar de llorar.

    —¡B-Brigid! ¿Qué he... hecho? Por mi culpa tienen el Ojo, y... y... quién sabe lo que harán con él. S-Soy un fracaso como Shinryu, no he logrado solucionar nada, solo... voy a crear nuevos problemas.

    Brigid no podía verle desde su posición, pero sabía que Calum debía estar agachado en una esquina, desesperado, llorando a mares. En esos momentos era cuando de verdad se echaba de menos a Aster. Él sabría consolarle por mal que estuviesen las cosas. Sabría darle la confianza que necesitaba, por horrible que pareciese todo. Aunque ella no era Aster, sabía que tenía que hacer algo, intentar hacerle ver que nada de aquello era su culpa; que desde el principio estaban condenados, porque en cuanto se supiese que tenían el Ojo, el Presidente Albus no habría tenido más remedio que ordenar su captura para proteger a su país de la guerra.

    ... pero no pudo decir nada. Porque pronto entraron más guardias, abrieron abruptamente la celda de Calum. Brigid lo oyó gritar desesperado, y se pegó a los barrotes para ver qué sucedía. Lo estaban arrastrando casi por la fuerza, sacándolo de allí. Y ella no podía hacer nada.

    —¡Brigid! ¡Brigid! —gritó, desesperado.

    No sabía para que lo querían, pero se lo estaban llevando. Ella... ella era su guardiana. Y, sin embargo, por más que agitó y que zarandeó los barrotes, no cedieron. Así que no pudo sino observar cómo se lo llevaban. Otros guardias la vigilaban, de frente, en silencio, observando sus movimientos.

    Ella sí que fracasaba como guardiana.

    Se suponía que debía protegerlo, que debía ser su escudo; pero a la mínima de cambio, lo había perdido. Se habían llevado a Calum. Y no lo pudo evitar. Unos simples barrotes se interpusieron en su labor, y fracasó estrepitosamente.

    ... el Maestro la educó desde pequeña, como a su propia hija, y supo desde el inicio cuál sería su destino: ser la Guardiana del futuro Shinryu. Durante años y años entrenó con eso en mente, con la idea de llegar a convertirse en una buena guardiana. Y todo, ¿para qué? ¿Para terminar así?

    No podía dejar que Calum sufriese. No solo porque era la Guardiana del Shinryu. También porque era su amigo. Y Brigid no había conocido el significado de esa palabra hasta conocerlos a él y a Aster. Por eso, los protegería, a ambos. Siempre.

    Notó cómo el ki en su cuerpo fluía con intensidad, y una energía verdosa empezó a concentrarse en ella. Era su propio ki, materializándose; esa energía que quienes entrenaban lo suficiente podían dominar, pese a no ser adeptos de la magia. La estaba empezando a controlar, y... le daba fuerza. Mucha fuerza.

    Por eso, pudo doblar los barrotes casi como si nada, con furia desmedida. Los guardias, asustados, desenvainaron sus armas, encarándola.

    Pero nadie la iba a detener. Tenía un amigo al que salvar.

    ¡Trance!
    Desbloqueas tu trance (estará en tu ficha, cualquier duda me consultas). Tendrás el trance activo por toda la batalla.

    Guardia A: Subidón
    Guardia B: Punzada
    Guardia C: Golpe espiritual


    GUARDIA SHINRIANÉS A
    Lvl. 19

    - PS: 100/100
    - PM: 0/0
    - Fuerza: 75 (+5)
    - Defensa: 40
    - Poder Mágico: 0
    - Terapeucidad: 30
    - Espíritu: 80
    - Defensa Mágica: 80
    - Velocidad: 60
    Ataques:
    - Punzada (+10 daño físico, puede bajar en 5 la defensa del rival, si sale 1 en un dado de 3 caras)
    - Golpe espiritual (+10 daño físico, golpea con la fuerza del usuario pero a la defensa mágica del rival)
    - Subidón (+5 fuerza física para todos los aliados)

    GUARDIA SHINRIANÉS B
    Lvl. 19

    - PS: 100/100
    - PM: 0/0
    - Fuerza: 75 (+5)
    - Defensa: 40
    - Poder Mágico: 0
    - Terapeucidad: 30
    - Espíritu: 80
    - Defensa Mágica: 80
    - Velocidad: 60
    Ataques:
    - Punzada (+10 daño físico, puede bajar en 5 la defensa del rival, si sale 1 en un dado de 3 caras)
    - Golpe espiritual (+10 daño físico, golpea con la fuerza del usuario pero a la defensa mágica del rival)
    - Subidón (+5 fuerza física para todos los aliados)

    GUARDIA SHINRIANÉS C
    Lvl. 19

    - PS: 100/100
    - PM: 0/0
    - Fuerza: 75 (+5)
    - Defensa: 40
    - Poder Mágico: 0
    - Terapeucidad: 30
    - Espíritu: 80
    - Defensa Mágica: 80
    - Velocidad: 60
    Ataques:
    - Punzada (+10 daño físico, puede bajar en 5 la defensa del rival, si sale 1 en un dado de 3 caras)
    - Golpe espiritual (+10 daño físico, golpea con la fuerza del usuario pero a la defensa mágica del rival)
    - Subidón (+5 fuerza física para todos los aliados)

    Amelie

    Turnos:
    - Guardia A
    - Guardia B
    - Guardia C
    - Brigid
    - Guardia A
    - Guardia B
    - Guardia C
    - Brigid
     
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    MrJake

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    Hendrick escuchó las palabras de Fauna con calma, pero no sin abrir mucho los ojos con sorpresa e incredulidad en varias partes de su historia.

    —¿S-Secuestro...? —llegó a susurrar en un punto determinado, sorprendido.

    Quedó callado el resto del tiempo, escuchando atento. Y, al terminar, suspiró.

    —Claro que no busco apresarte, Fauna. De hecho, he intentado todo lo contrario: convencer a Albus de que encerrarte no es correcto y de que no tienes nada que ver en todo esto. Que te deje libre. Seguramente acabe cediendo, porque por muy acompañante del Shinryu que seas, eres alguien importante para Áurea, alguien a quien estamos buscando desesperadamente. El Presidente no quiere conflictos políticos con nadie, menos con nosotros. Sin embargo, por lo que veo... no parece que vaya a dejar libre a tus acompañantes. No aún, al menos.

    Agachó la mirada.

    —Imagino que... todo por lo que has pasado no debe haber sido algo sencillo. Y entiendo tu desconfianza, ¡yo también la tendría! Pero si han sido tus captores los que te han dicho que Flora está detrás de todo, ¿vas a creerles a ellos antes que a mí? T-Tu hermana y todos... te hemos estado buscando por tanto tiempo...

    Alzó la mirada luego, enfocándola en sus ojos.

    —... por lo que puedo ver, has encontrado a gente en la que puedes confiar aquí, pese a todo, ¿no? Tienes un lugar aquí. Y esos dos chicos son tus aliados y a quienes sigues. Ser la aliada del Shinryu... no sé si sea tu destino o no, pero sé que es lo que quieres.

    Extrajo su espada, lentamente. Una espada brillante como el sol, alargada y gruesa; la famosa "Excalibur", que se decía estaba llena de luz por obra de la magia de la Gobernadora en persona. Hendrick la miró, pasando su mano por el filo, en silencio. Luego, habló.

    —Si no puedo convencerte de que confíes en nosotros, entonces solo hay algo que pueda hacer. No: solo hay algo que debo hacer. Aunque no me guste.

    Alzó entonces su espada. El tajo fue letal, fulgurante, y dejó una estela de luz a su paso. Arrasó con todo, más cortante que el mejor de los aceros y con más dureza del mejor de los diamantes.

    Y el cerrojo de su celda quedó hecho añicos.


    Rápidamente, ante la liberación de Fauna, los Guardias se acercaron a Hendrick, alarmados. Pero, de una patada y un codazo, los alejó. Luego, agarró su espada con dos manos y se colocó frente a la áurea.

    —... vamos, Fauna. Tenemos a dos personas a las que salvar. ¡Por mi honor de caballero áureo, juro proteger a la hermana de la Suma Sacerdotisa y ayudarla a cumplir con su sagrado destino... y nadie, aliado o enemigo, se interpondrá en su camino sin antes pasar por mi calavera!

    H-Hendrick estaba oponiéndose al Presidente, y posiblemente a todo el país, y todo... por ella.

    Miró hacia atrás, dedicándole una sonrisa.

    —Tranquila. Ahora que sé tu historia, sé algo: los áureos no fuimos culpables de tu captura. Y eso solo significa una cosa: que alguien de este Continente lo fue. Por eso, estoy seguro de que la Gobernadora aprobaría mi decisión. Saldremos de aquí, y cuestionaremos a Shinryu debidamente para descartar su implicación. Pero bajo ningún concepto permitiré que pases un solo segundo más encerrada, ¡ni tú ni ninguno de tus aliados!

    Hendrick se une al grupo.

    Alto guardia A: Golpe a la armadura (Hendrick)
    Alto guardia B: Lanza rabiosa (Hendrick)


    ALTO GUARDIA SHINRIANÉS A
    Lvl. 21

    - PS: 130/130
    - PM: 0/0
    - Fuerza: 70
    - Defensa: 50
    - Poder Mágico: 0
    - Terapeucidad: 50
    - Espíritu: 90
    - Defensa Mágica: 80
    - Velocidad: 60
    Ataques:
    - Golpe a la armadura (baja en 10 la defensa de un rival)
    - Lanza rabiosa (+5 daño físico, golpea tres veces)
    +230 experiencia

    ALTO GUARDIA SHINRIANÉS B
    Lvl. 21

    - PS: 130/130
    - PM: 0/0
    - Fuerza: 70
    - Defensa: 50
    - Poder Mágico: 0
    - Terapeucidad: 50
    - Espíritu: 90
    - Defensa Mágica: 80
    - Velocidad: 60
    +230 experiencia

    Turnos:
    -Alto Guardia A
    -Alto Guardia B
    -Fauna
    -Hendrick
    -Alto Guardia A
    -Alto Guardia B
    -Fauna
    -Hendrick
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

    Piscis
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    Escritora
    ~Fauna~

    Pero Hendrick no me apresó. A pesar de que aguardé en silencio, firme, no hizo ademán alguno.

    En lugar de eso me aseguró nuevamente que no estaba allí para llevarme con mis secuestradores. Estaba allí para salvarme; que incluso le había pedido al presidente que me dejarse marchar. Dijo comprender mi desconfianza pero me cuestionó por qué había creído en mis captores y no en él.

    La desconfianza hacia mi propia raza había germinado como una semilla y echado raíces densas que se extendían y me ahogaban. Pero en ese momento mi determinación flaqueó. Dudé.

    ¿Y si era cierto? ¿Y si realmente mi hermana no era culpable? Nunca había sido hostil conmigo en el pasado. Teníamos una relación cercana y cordial como hermanas. Si los aúreos no habían tenido nada que ver con mi secuestro... eso lo cambiaría todo.

    Bajé los brazos y retrocedí un paso cuando mostró a Excalibur, su mandoble lumínico. Pero no me atacó. En su lugar rompió el cerrojo de mi celda, liberándome.

    —Hendrick...—murmuré por debajo de mi aliento.

    Le habia dado la spalda al presidente Albus y a toda Shinryu por salvarme. Nadie llegaría tan lejos si sus intenciones no eran honestas. Y entonces le creí.

    Confié en él.

    Volví a confiar en mí gente.

    Y aquella sensación cálida, esa chispa de esperanza me llenó por dentro. Se extendió por mi cuerpo como un abrazo cálido y derritió el hielo que se había apoderado de mí.

    Por primera vez... volví a casa.

    Los guardias no tardaron en reaccionar y enfrentarnos. Hendrick juró protegerme y aunque yo no tenía mi bastón sacro lucharía.

    Por la verdad.

    Entrelacé mis manos y cerré los ojos. Y en voz muy baja comencé a hablar:

    —Por el fulgor que ilumina las sombras—recité. Incandescencia blanca brilló en mis manos— y por los Cinco Sagrados, fuente viva de toda la magia de Ilumbra. Que la luz pura e incorrupta guarde el camino de los justos.

    Alcé la voz.

    >>¡Lluvia de Piedad!

    Hendrick cargó su mandoble y golpeó con su filo lumínico contra el primero de los guardias.

    Fauna: Fila trasera (Lluvia de piedad: Todos)
    Hendrick: Fila delantera ( Filo Artema: Guardia A)
    PS y PM por turno: 9 y 4'5.

    [​IMG]
    FAUNA
    Lvl. 17
    Exp. sig. nv.: 520
    PH: 5
    - PS: 55/55
    - PM: 72/76
    - Trance: 45/100
    - Fuerza: 40
    - Defensa: 45
    - Poder Mágico: 46
    - Terapeucidad: 90
    - Espíritu: 50
    - Defensa Mágica: 63
    - Velocidad: 59
    Resistencias y debilidades:
    - Resistente a hielo (x0,5)
    Dominio de armas:
    +5% Arcos
    +5% Bastones
    Armas equipadas:
    - Arco corto (6 Daño físico, golpea con todo el daño desde la fila de atrás. Media fuerza-velocidad: 45)
    Armadura equipada:
    - Abrigo grueso (+10 PS máximos. Hace resistente al daño de hielo)
    - Sandalias de viaje (+2 velocidad)
    Habilidades pasivas:
    - Geocontrol: Rocas: el usuario gana un 20% de defensa cuando lucha en cuevas, terrenos montañosos, desiertos y terrenos sólidos en general.
    Habilidades y técnicas:
    - Tiro rápido [solo arcos]: +10 daño físico, hace retroceder en una posición todos los turnos del rival para esa ronda (Coste: 8 PM)
    - Lluvia de piedad: hace caer una lluvia de energía curativa que restablece mínimamente los PV y PM del grupo durante tres turnos. PV curados por turno: Terapeucidad x0,1; PM curados por turno: Terapeucidad x0,05. (Coste: 8 PM)
    - Fuerza natural: concentra la energía del ambiente y daña a un rival, mermando moderadamente uno de sus atributos. El atributo que se merme dependerá del terreno en el que se luche. 15 Daño Mágico neutro. Bajará la fuerza en ciudades, la defensa en montañas/cuevas, el poder mágico en lagos/costas/mar y la defensa mágica en Bosques/Praderas/Espacios verdes (Coste: 6 PM)
    - Cura natural: concentra la energía del ambiente y cura a un aliado, subiendo moderadamente uno de sus atributos. El atributo que se mejore dependerá del terreno en el que se luche. +30 PS, Ratio x0,33. Subirá en 10 la fuerza en ciudades, la defensa en montañas/cuevas, el poder mágico en lagos/costas/mar y la defensa máguica en Bosques/Praderas/Espacios verdes. Solo se stackea hasta un máximo de +20 puntos. (Coste: 12 PM)
    Magia blanca:
    -Cura: +20 PS. Ratio x0,2 (Coste: 6 PM)
    -Luz: sana ceguera (Coste: 5 PM)
    -Vocal: sana mudez (Coste: 5 PM)
    -Pura: sana veneno (Coste: 5 PM)
    -Despejar: sana sueño, amnesia y confusión (Coste: 6 PM)
    -Antitodo: otorga inmunidad a los elementos a un aliado, pero solo protege de un ataque, desapareciendo el estado tras recibir un un ataque elemental (Coste: 8 PM)
    -Día: 30 daño mágico, elemento luz (Coste: 6 PM)
    Trance:
    - Requisitos: +10 por cada curación de estados. +5 por cada curación de PS.
    - Bonus: +10% Terapeucidad, +10% Defensa Mágica, +10% Poder Mágico.
    - Habilidad pasiva: Eco Blanco: permite usar dos hechizos de magia blanca en un mismo turno.
    - Ataques combinados:
    >> Sifón lumíneo (con Aura): genera una oleada de luz tremenda que pulveriza a todos los enemigos. +80 Daño mágico, daño de luz, usa el poder mágico de Aura para el cálculo.
    >> Cruz santa (con Hendrick): baña la espada de Hendrick con luz, y este ataca generando un destello purificador. +50 Daño físico, daño de luz, golpea a un enemigo, cura a todos los aliados con la mitad de daño. Usa la fuerza de Hendrick para el cálculo de daño.
    Inventario:
    - Antídoto (sana veneno) (x3)
    - Cola de fénix (revive a un aliado caído con PS igual a ratio x0,33)
    Guiles: 1270

    [​IMG]
    HENDRICK
    Lvl. 20
    Exp. sig. lvl.: 850
    - PS: 84/120
    - PM: 24/50
    - Fuerza: 70
    - Defensa: 60 (-10)
    - Poder Mágico: 0
    - Terapeucidad: 60
    - Espíritu: 70
    - Defensa Mágica: 70
    - Velocidad: 40
    Equipo:
    - Excalibur (20 Daño físico, elemento luz)
    Habilidades pasivas:
    - Alma de paladín: cuando es curado por un aliado, el aliado que le curó se sana también en un 25% de los PS que recuperó Hendrick.
    - Protección bendita: si un aliado se encuentra con menos de un 25% de sus PS y Hendrick tiene estados alterados positivos -sin incluir sus Guardias-, pierde los estados y los cede automáticamente a un aliado, reseteando su duración, haciendo el cálculo con el Espíritu de Hendrick y el del objetivo, como si él los crease de cero.
    Técnicas de paladín:
    -Reto (obtiene un estado con el que atrae la atención de enemigos, para que solo le ataquen a él en lo que dure el estado. Absorbe incluso el daño de ataques en área, recibiendo él el golpe propio + el daño que recibirían sus aliados) [Coste: 8 PM]
    -Guardia (reduce el daño físico que recibe hasta su próximo turno en 1/3) [Coste: 0 PM]
    -Guardia mágica (reduce el daño mágico que recibe hasta su próximo turno en 1/3) [Coste: 0 PM]
    -Cortamagia (+10 Daño físico, hace el doble de daño a enemigos mágicos)
    -Corte desgarro (+10 Daño físico,
    -Corte aéreo (+10 Daño físico, hace el doble de daño a enemigos voladores)
    -Trinidad (vacía de luz la Excalibur, reduciendo su daño base a 5 y suprimiendo su afinidad elemental. Golpea hasta a tres enemigos con su arma) [Coste: 20 PM]
    -Filo Artema (vacía de luz la Excalibur, reduciendo su daño base a 5 y suprimiendo su afinidad elemental. +50 Daño físico, elemento neutral, contra un enemigo) [Coste: 30 PM]
    -Consumir esencia (vacía de luz la Excalibur, reduciendo su daño base a 5 y suprimiendo su afinidad elemental. A cambio, regenera los PS y PM de un aliado en ratio x0,25. No puede usarse si su espada ya está vacía de luz) [Coste: 0 PM]
    -Espada alzada (alza la excalibur cuando está vacía de luz. Si recibe un ataque de elemento luz antes de su próximo turno, la espada se regenera y vuelve a su estado original) [Coste: 0 PM]
     
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