Histeria.

Tema en 'Literatura experimental' iniciado por Whatsername, 30 Diciembre 2012.

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    Whatsername

    Whatsername Procrastinadora prodigio

    Capricornio
    Miembro desde:
    11 Marzo 2012
    Mensajes:
    98
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Histeria.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1335
    1976.
    En mi casa, no había mucho que hacer.
    Me levanté de la espesa maca. Era el día más feliz, de mi mierda de vida. Él estaba recostado, en el frío piso, sus ojos cerrados me daban la buena señal de que... estaba descansando, muy profundamente. Una solemne sonrisa, surcaba sus labios. Profunda. Alejada. Estaba escondida de mí. Como si tuviese miedo a que la robase. Después de todo, la mía ya estaba demasiado usada y gastada.
    El cigarro que consumía, era caro. Me acerqué a la ventana y en un largo y espeso suspiro, saqué el perfumado humo...
    Él me había tenido enamorada desde algún principio. No muy lejano. Lo mantuve preparado para este día. Y llego. Explicar, se me haría una verdadera molestia. Eh decidido que que queden con la duda. Ahora su cara, mostraba una señal de paz. Una paz, que nunca nadie podría conseguir. Con vida.
    Su cabello negro. Sus ojos azules. Era el ser más perfecto del planeta. Mi planeta. Lo veía, y los orgasmos no paraban. Mi corazón daba al cien. Era mío. Lo quería para mi. Nadie lo podía tener más que yo. Y eso ya estaba claro, en este momento, su cuerpo era mío.
    Mío.
    Lo había echo mío. Y le había asegurado, que si no era mío, no sería de nadie más. si se negaba, claro. Su querida novia, no volvería a saber de él dentro de toda su vida. La dejé sin amor, por que ella lo había echo conmigo. Él era mío.
    ~
    Recuerdo; esta misma tarde, lo estaba esperando. Había llegado el día. Estaba sentada en el piso, ya listo para la hora. Me puse las garras más especiales para él. Mi oso de peluche me acompañaba. Necesitaba de un buen cómplice.
    —Natty, no a de tardar —susurré.
    Su esponjosa oreja de peluche, rozó con mi boca.
    La puerta, por fin, sonó.
    —¿Qué quieres, Leticía?
    Él, estaba perfecto. Su ropa, blanca, haría que el rojo resaltara más con la noche. Cuidadosamente le sonreí, sin levantar sospechas de nada que lo retuviera a seguir aquí... conmigo.
    —¡Daniél! Qué bueno que has decidido venir a pasar conmigo esta noche. Será fenomenal —espeté, con falso entusiasmo.
    Su nombre, salió como un leve canturreo de mis surcados labios, pintados de negro. Él levantó una ceja confundido.
    —Estas loca... no sé en que piensas, ¿cuántas veces te voy a decir que entre tu y yo se termino?
    No le respondí nada. Mis ojos, no parpadeaban. Mi sonrisa, seguía plasmada en mi cara. Sus ojos, empezaron a girar por todo su rabillo, buscando una salida de los míos. Su boca, empezó a temblar. Él empezó a temblar. Adoraba el miedo de las demás personas, asía mí. Y más el miedo de él, me provocaba tenerlo entre mis manos... lo miré una vez más.
    —Sabes qué... me largo —torció el gesto.
    Mi corazón, sintió una punzada, que toda la vida se presentaba cuando el me rechazaba. Él me quería... ¿verdad? Solo estaba jugando, ¿verdad? Hace mucho que no jugaba con él, como la ultima vez que lo vi en mi cama. El cuchillo lo aterró, y se alejó de mi.
    Ahora, ¿qué seguía?
    —Daniél.
    Lo llamé.
    El se giro. Con cuidado, saqué el espeso juguete sorpresa que le tenía para él. Estaba segura se iría de nuevo con aquella perra puta de su novia. Si no era mío, tampoco de ella...
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    —No, esta vez no irás con ella. Irás a donde perteneces. Daniél.
    Su cara, me provocó un esplendido cosquilleo placentero. El miedo surcaba sus ojos, el miedo que nunca le presentaba a aquella mujer; y solo a mí. Puntos a mi favor, ¿no? Tiré del gatillo, lentamente la bala salió disparada a su pecho. Lentamente, su nombre salía de mis labios, como la bala. Lentamente él abría los ojos del impacto, como la bala impactando su pecho. Su corazón.
    Como tantas veces el mío sentía.
    Él cuerpo inerte, cayó al suelo. Rebotó, como un saco de piedras.
    Era fenomenal. Mi alegría salió a todo pulmón, cuando termino el estruendo. Solté al oso, y se pinto del liquido rojizo que recorría cada parte del piso. Exquisito. Lamí el suelo, su sangre se adentró a mi lengua.
    Mi mano, se adentro al mar de sangre. Disfruté la sensación con mis manos. Sus células, estaban en mi mano. El placer me arrumbó por completo, mis manos temblaban. Después de tantos años, sufriendo por él, por fin, logré lo que quería. Era mío, su aroma estaba en mi, el estaba en mi.
    Mi mano se estiro, para alcanzar la gloriosa cajetilla de cigarros...
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    La rosé, mis ensangrentados dedos. El rosé, friccionó la caja y cayó al suelo. Saqué un cigarrillo con delicadeza, y lo encendí con el encendedor que estaba sumergido en la sangre.
    La gloría me invadía.
    ~
    Su cara, expresaba remordimiento, pero a la vez; una ola de paz. Serenidad. Y deseo de vivir en el más allá. Era fantástico sacar a la gente de su vida, para posicionarla en lugares frívolos que la naturaleza humana aún no descubre. En mi casa, yo ya lo había descubierto.
    Sufrimiento.

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