One-shot (The Walking Dead: The Game) "Hasta que Apareciste"

Este fanfic lo hice por que me inscribí en Desafio Gamer. Es mi primera vez en un desafio, así que no soy experto en esto. Es un poco corto, pero como dije, es mi primera vez y me cuesta acoplarme. Espero que guste :)




(The Walking Dead: The Game): "Hasta que Apareciste"


No se porque ni para que, pero por algún motivo, traté de salvar al idiota de Ben. Los caminantes nos rodearon, y aunque no pude salvar a Ben, pudé escapar de ese callejón. Mientras varios le devoraban, yo me metí en una casa, una especie de piso franco. Sin balas, con un arma inútil y con la mierda hasta el cuello, tenía que buscar una salída de esa casa antes de que los caminantes tirasen la puerta abajo, como una manifestación tratando de lincharte.

Mi corazón iba cada vez mas deprisa, sentía que si no encontraba una salída, sería la comida de esos demonios. "Vamos, Kenny, saldrás de esta" me decía, repitiendomeló sin parar. Los caminantes golpeaban la puerta con fuerza, y se amontonaban. Subí unas escaleras y entré a una habitación. Mi cuerpo frenó inesperadamente al ver un cuerpo colgando desde el techo. Así es, un hombre de unos 45 años, ya en descomposición, con la soga en el cuello. Mis ojos comenzaron a soltar lagrimas, pero no de pena, del olor a putrefacción. Ahí me dí cuenta de que me hice sensible a ese tipo de cosas. Y solo habían pasado unos meses después de todo eso... "¡La ventana!" exclamé, abriendola a toda velocidad. Por un momento, pensé en Lee, Omid, Christa y Clementine. "Espero que esten bien" me dije.

Pero el sonido de la puerta cayendo abajo, me alertó de que esos monstruos había entrado, ansiosos de cojerme. La ventana tenía un salto de 2 metros, quizá algo mas. Pero el tiempo era oro, y salté. A pesar de caer con los pies rectos, un ligero picor me recorría la planta del pie. Estube unos segundos quieto, sin poder moverme.

Cuando pude reaccionar, comenzé a alejarme de aquella casa. Me refugié en un restaurante bastante hecho polvo, pero me valdría para pasar la noche. Al final decidí restablecer un pequeño refugio allí, en aquel restaurante. Puse tablones en las ventanas rotas. El restaurante no fue saqueado así que tenía comida para unos 3 meses.

Las primeras 2 semanas las pase bastante mal. Soñaba que Kaatja y Duck me atacaban transformados en esas cosas, y no tenía el valor para acabar con sus vidas atormentadas. También soñé con Lee, transformandose en uno de ellos, sin poder hacer nada. Cuando pasó el primer mes, empecé a notar la soledad del lugár. Pero no me podía quejar, comía bastante bien. Cuando fui al cuarto de la comida, no pude evitar pensar en Mark, cuando nos abrió aquella comisaría estatal. Aquel chico sirvió de comida para los St.John.

Golpee la puerta de aquel cuarto con fuerza. Siempre que veía algo relevante a alguién que he conocido, su imágen me venía a la mente. Perdímos a mucha gente, y no podía evitar pensar en ellos. Comencé a cojer una bolsa de papas que había allí. Pero unos golpes a la puerta del restaurante me sobresaltaron. Cojí mi pistola, pero no tenía balas. Abrí la puerta, y delante mía había una mujer de estatura baja, de unos 35 años. Ambos estabamos sobresaltados, ya que ninguno se esperaba ver un humano.

— Ho-Hola...me llamo Sarita. — Dijo aquella mujer, con una escopeta en la mano.
— Kenny. — Respondí friamente.

Hubo 2 minutos de silencio, hasta que -tenso- le deje pasar dentro del restaurante. Estuvimos hablando, y ella me habló acerca de Wellington, a las afueras de Michigan. Me dijo que perdió a sus acompañantes en el camino, eran 3. Decidí ir con ella hacía aquel lugár. Tenía sentido: cuando mas frio, mas lentos deberán ser los caminantes, y eso era una opción. Salímos del restaurante en dirección al norte.

— Bueno, ¿cuál es tu historia? — Dijo Sarita.
— ¿Mí historia? — Dije.
— Sí, tu historia. ¿Que hacias solo? ¿No ibas en grupo? — Decía Sarita, preguntando a todo momento.
— Mi grupo era mi familia, y la perdí, así que no hay nada mas. — Respondí, sin nada mas que decir.

Tras 2 meses en la carretera, llegamos a una especie de posada, un edificio para esquiadores. Parecía seguro, así que nos dispusimos a dormir ahí, pero estaba sellado todo.

— Buenos días, ¿que hacen aquí? — Dijo la voz de un hombre.

Me giré con las manos en alto, y Sarita hizo lo mismo. Eran 2 hombres. El primero era de baja estatura, con poco pelo, y un poco gordo. El otro llevaba una escopeta y era delgado, pero si que tenía pelo. El de la escopeta era asiático. Nos dejaron entrar a la posada, y hablamos. Se llamaban Walter y Matthew, y hacía bastante tiempo que vivían allí. Nos quedamos 4 meses.

— Hasta que apareciste, Clementine. — Dije, dandole un toque a su gorra.