Happy New Year [One-shot]

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Miyu SparkS, 5 Junio 2007.

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  1.  
    Miyu SparkS

    Miyu SparkS Guest

    Título:
    Happy New Year [One-shot]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    9795
    Happy New Year [One-shot]

    N/A: Como de costumbre: Fic completo [Lemon] en http://foro.cemzoo.com/blog.php?do=showjournal&j=67669
    Editado: poder seguir leyendo ... xD

    Disclaimer: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, se le ocurrió primero a sensei Rumiko. Pero por lo demás, la historia y trama es de mi propia cosecha.​
    Sumary: Las calles estaban atestadas de celebraciones, todos se abrazaban y se deseaban deseos que en sus vidas se habían imaginando diciendo: una canción redudndante cuando termina un año. Sólo que ya no hay celebraciones, porque tú ya no estás.
    Happy New Year
    [One-shot]

    By Miyu SparkS

    Solo en mi casa abierta sobre el puerto
    otra vez empezar a quererte,
    otra vez encontrarte en el café de la mañana
    sin que tanta cosa irrenunciable
    hubiera sucedido.


    Y no tener que acordarme de este olvido que sube
    para nada, para borrar del pizarrón tus muñequitos
    y no dejarme más que una ventana sin estrellas.

    Día 29
    - ¿Va un brindis? – preguntó él con esa voz de barítono casi cantante.


    - ¿Por qué?. ¿Porque los músicos ya no son como lo eran en el siglo dieciocho ó porque te casas? – ella rió al ver esa expresión en él de “haber embarrado la ocasión” y el mohín de niño de tres años cada vez que se molestaba, pero no en serio.


    InuYasha la miró con picardía, con esa mirada que le daba las suficientes respuestas para no preguntar.


    - Nena, hoy no andas nada perceptiva ¿lo has notado? – chocó su copa de champán contra la de ella y bebió largo y tendido. A gusto. Al tope, como decía él.
    Kagome, la callada y poco perceptiva, quedó un rato mirando su copa con el líquido atestado de burbujas subiendo a voluntad, siguiendo una esas tantas leyes de la química ó física que nunca aprendió, antes de tomarlo sin la más mínima gana.


    - ¿Para cuando queda la fecha? – le preguntó ella al rato después, mientras esperaban la cuenta y doblaba una servilleta.


    - Dijimos que sería para el día antes de año nuevo, quiere tener una fiesta pomposa y seguir celebrando al día siguiente. Ella es como todas esas mujeres consumistas de las que te dije que nunca me casaría. Ya ves, no hice la excepción a la regla de no cumplir lo que prometo – encogiéndose de hombros le quitó la servilleta de la mano he hizo un barquito que le regaló a Kagome como si fuera un regalo carísimo y difícil de conseguir.
    - Me parece increíble aún que te vayas a casar.


    - Y con Kykio, dirás y con razón – rió él.


    - Y con razón – repitió ella viendo el barquito hecho con la servilleta, estudiándolo como un objeto sumamente extraño.


    A eso llegó el mozo e InuYasha, siempre tan diplomático, pagó la cuenta como todo un caballero de la alta suciedad.


    Saliendo del restaurante se dieron cuenta de que esas champañas les habían agotado el dinero para irse a casa de él en taxi.


    Entonces, por lo práctico y obligadamente económico, decidieron irse en metro hasta la estación Los Leones. Luego, saliendo por una calle que Kagome jamás le memorizó el nombre, llegaron hasta la calle que la interceptaba: Suecia. Esa sí que la podía recordar porque era el nombre del país que en su vida vio en el mapa.


    Caminaron eternidades compactadas en quince minutos hasta uno de los tantos edificios de departamentos que habían en ese pasaje, lleno de luces que llegaba a ser molesto no poder encontrar un pequeño rincón de no luz.


    InuYasha la llevaba de la mano, como ellos en un pacto hecho tanto tiempo atrás se habían dicho: “Hasta que alguno de los dos se case, andaremos tomados de la mano, como esos eternos enamorados de las novelas, de esos que en realidad, no existen”.
    Los besos eran otro punto importante. Se besaban cuando el público era confiadamente anónimo ó dentro de algún cuarto donde, posteriormente, hicieran el amor.


    También podía haber besos en los baños de la universidad ó bajo algún árbol del jardín de la casa de algún amigo. Todo dependía de la disposición de cada uno, de su estado anímico.


    Por ejemplo, cuando alguno de los dos estaba feliz, y en alguna reunión de algún conocido, tenía que ir discretamente hacia el otro y decirle al oído que tenía algo “muy” (el “muy” debía ser exageradamente modulado para que no se confundiera con los otros “muy” comunes y corrientes) importante que decirle. Aquel mensaje era automáticamente tomado como “estoy feliz, de verdad” así que debían encontrar un baño lo más pronto posible, o si era de noche, un árbol lo suficientemente ancho que los escondiera de los curiosos espectadores, para besarse a antojo y si la situación lo permitía, hacer el amor muy callados, muy despacio, muy corto pero satisfactorio.


    De lo contrario, si el día había estado con nubarrones emocionales; con chistes mal contados e hirientes, cada uno se buscaba de manera no tan disimulada para ir a conversar y llorar un poco o consolarse. Los besos en este caso iban de suaves a de mediana intensidad, como para entibiar el corazón un poquito. Nada más sexual, porque en definitiva arruinaba en momento de fraternidad. Y ellos eran muy fraternales, claro.


    Con las manos entrelazadas saludaron al portero que ella ya conocía hacía cinco años y que siempre recibía el mismo saludo.


    Cuando llegaron al departamento cincuenta, del piso número siete, se detuvieron un rato para besarse con ternura practicada, soltar sus manos y entrar al departamento con olor a InuYasha.


    - Uhm - dijo él sorprendido – no recordaba que esto estuviera tan desordenado – Kagome bufó irritada y le dio un suave golpe en la cabeza.


    - ¿Lo haces de adrede, cierto? – como nunca podía fingir estar enojada hizo lo que mejor sabía hacer: sonreírle.


    Él, nada inocente, la abrazó en uno de esos abrazos que hablaban por si sólo de lo que ocurriría en cinco minutos más si ella no se separaba y empezaba alguna conversación trivial.


    - No sé, me encanta verte hacer el aseo – dijo él con simpleza y comenzó a acariciarle con sutiles movimientos la espalda oculta bajo una delgada chaqueta de mezclilla.


    - Pero si sólo vine hace tres días.


    - Una eternidad, por supuesto.


    - ¿Sabes?


    - No, claro que no.


    - Bueno, ya lo sabrás.


    - Si tú lo dices.


    - Deja de interrumpirme.


    - Lo siento, nublas mi mente.


    - Mentiroso.


    - Lo intento. Eso de hacer que parezca verdad, claro.


    - Eres cruel.


    - Sí, a veces.


    - ¿Me vas a dejar hablar?


    - No tengo tantas ganas.


    - Eres insufrible.


    - Tal vez.


    - InuYasha.


    - ¿Sí?


    - Nada, olvídalo.


    - Quiero saberlo.


    - No lo pereces, si no, no estarías sacándome la chaqueta.


    - Oops, me descubriste.


    Sin opción más que reírse, se besaron con hambre no saciada por la cena de las ocho. Con movimientos tácticos llegaron perfectamente desnudos a la habitación que ya conocían de memoria tantas noches con luna, sin ella, con lluvia, con estrellas, con sólo nubes ò simplemente tras una ventana cubierta por densos cortinajes que escondían todo día, toda noche; Al fin y al cabo, siempre desnudos.

    He hicieron lo que siempre sabían hacer sin la molesta ropa, por mucho, mucho tiempo.

    ****

    Luego del clímax abrumador, nuYasha, algo perdido la miró tras un velo de satisfacción. Regulando la respiración, la vista obnubilada se despejó para dejar ver a una Kagome sonrosada, con algunas hebras azabaches pegadas a su frente.


    Salió de ella y se recostó a su lado, de costado. Admiró su perfil perfecto y, como a veces se le había venido a la mente, así, estúpidamente, se puso a pensar cómo sería casarse con ella, en cómo sería la vida cotidiana con ella. Pero rápidamente se dio cuenta que jamás encajarían: Eran amigos y con mucha frecuencia amantes. Nada más, nada menos.


    Distraídamente estaba despejando sus bucles negras de su rostro, cuando se percató de que ella no lo estaba mirando.


    Ella había quedado satisfecha, como siempre; Lo había hecho vibrar, como siempre; Lo había tocado con la misma entrega, como siempre. Pero esas lágrimas, ese ir y venir de su pecho intentando mitigar un sollozo nunca, jamás había pasado.
    Ella no estaba como siempre.


    - ¿Kagome? – le susurró él tiernamente. Ella volteó a verlo con el rostro bañado en agua salada.


    - No digas nada, nada – dijo ella con voz entrecortada y se acurrucó en sus brazos.
    Él le acarició la coronilla para calmarla y le murmuró palabras que nunca recordaría si fueron de consuelo o de perdón.


    Pero ya no iba al caso. Ella se durmió en un sueño arrebatadoramente tranquilo. Él tuvo pesadillas de una vida vacía, hueca, sin nadie, sin Kagome.


    A la mañana siguiente volvieron a hacer el amor, esa vez fue como siempre.
    InuYasha se sintió tranquilo pensando que el extraño episodio de la noche anterior era simplemente porque él no se retiró de su interior para evitar algún futuro embarazo. Lo dejó pasar. Podía olvidar cualquier cosa cuando la tenía en sus brazos.


    - Estaba pensando – dijo él meditando en voz alta. – Que no podremos hacer este tipo de cosas cuando me case – Kagome levantó su cabeza de su pecho varonil y lo miró con sorna.


    - Yo estaba pensando que ya no deberíamos hacer esto si estás de novio, bobo – lo besó brevemente y se volvió a acostar sobre su pecho, jugueteando con el vello rizado de éste.


    - Oh, vamos, todavía no estoy casado, todavía puedo ser infiel.


    - Tienes una mente demasiado liberal, InuYasha – lo espetó ella con falso tono de reproche y depositó un fugaz beso en su pecho.


    - Pero ¿qué vamos a hacer? – dijo él, un poco más serio.


    - ¿La amas mucho?


    - Creo, no sé si mucho, pero la amo algo.


    - Bueno, entonces no creo que haya problema.


    - ¿Mmm? ¿Por qué?


    Kagome, repentinamente dejó de juguetear con el vello y se quedó callada unos minutos antes de contestar:


    - Tengo metástasis. Los médicos no me dan esperanzas de pasar el año nuevo.


    Repentinamente el silencio se dejó caer como un pesado golpe sobre su cabeza. Tomando su cara hizo que lo mirara y estudió seriamente su rostro.


    - Estás mintiéndome, pequeña bastarda – la besó rudamente y los dos terminaron riéndose - todo para que te bese y haga cosas que un novio no debe hacer con otra mujer que no fuese su novia.


    Se besaron lánguidamente sin prisa, tocándose los cuerpos ya reconocidos por tanto tiempo, incluso antes de conocer los placeres más netamente carnales. Habían sido amigos y con el tiempo, en un acuerdo práctico para su amistad, se hicieron amantes para conocer qué era lo que todo el mundo catalogaba de maravillosamente satisfactorio, hasta que alguno de los dos se casara, por lo menos, se dijeron esa vez, hacía cinco años, seguiremos siendo amigos, hermanos.


    - Es un buen domingo – dándole un último beso en la frente se levantó a correr las cortinas. Los rayos de sol atravesaron la ventana he hicieron destellar su cuerpo hermosamente desnudo como alguna de esas pinturas de antiguos artistas que resaltaban la belleza del cuerpo.


    Bostezando sacó una toalla del clóset y la miró, pícaro.


    - Si quieres te puedes bañar conmigo - cubriéndose el busto con la sábana, se sentó y miró a InuYasha, súbitamente seria.


    - Bueno, si no quieres, tendré que hacerlo con la nada estimulante agua caliente – giró sobre sus talones yendo hacia el baño.


    - InuYasha – él se detuvo sin mirarla.


    - ¿Ya cambiaste de opinión?


    - Me voy a morir – Se apoyó su melena azabache después de lanzar un largo suspiro. - Como ocurre habitualmente: con flores, ataúd; de esas muertes de a de veras.


    La palabra quedó perdida tras un portazo y maldiciones nada protocolares por parte de InuYasha diciendo que, en realidad, era el peor domingo de su vida.


    Día 25

    - Me está haciendo pedazos – le susurró Kagome al oído, lo más disimuladamente que pudo.


    - Mero orgullo femenino, cree que sería capaz de dejarla plantada en el altar.
    - Primero estarías muerto antes de dejarla – rió ella.


    Él no le respondió, ni rió. Miró a Kykio con reproche:


    - Cariño, con que la mires así no desaparecerá. Además, te conviene tener a una dama de honor que no sea alguna de esas primas adorables tuyas que les gusta admirar mi trasero mientras camino – Kykio dejó de fruncir el ceño y no dijo nada.


    - Disculpa, creo que por eso ando algo paranoica. Un gusto, Kagome – le sonrió ella, todavía con un poco de reserva.


    - Descuida, creo que eso le pasa a todo el mundo. InuYasha se casa, es natural que piensen hasta en mí como posible quita maridos – dijo haciendo un gesto que le restaba importancia al asunto - ¿Vamos a ver esa decoración?


    Los tres estuvieron de acuerdo con que las rosas irían bien en el altar y que el tul rojo quedaba rotundamente descartado.


    - ¿Quién dijo que casarse era sencillo? – preguntó InuYasha al salir del edificio de dónde habían contratado al decorador.


    - No sé. La verdad es que no estoy segura de si lo dijo alguien – respondió Kykio abrazando a InuYasha. Él sonrió con ternura y le besó la frente.


    - Ya nos tenemos que ir. Te llamo mañana – con perfecta cortesía le acarició los labios y se fue con Kagome a tomar un taxi.



    *****


    Llegaron al departamento pulcro, casi inmaculado de InuYasha. Entraron sin hablar, sin mirarse. Ella se echó en el sillón del living, cerrando los ojos, y cuando sintió que silenciosamente él se sentaba a su lado dijo:


    - Pienso que deberías ser más cariñoso con ella. ¿Sabes? Me agrada, es como tierna, madura y demasiado infantil – se encogió de hombros – será una buena esposa para ti.


    - ¿Eso piensas?


    - Eso dije.


    - Bien.


    Como en un murmullo a su oído, escuchó una música que desde que tenía memoria – bastante precaria por lo demás - había amado: El Magníficat, de Bach. Supo que InuYasha la había puesto exclusivamente para ella, porque necesitaba conversar y hacerla estar en su ambiente, o en su mundo, como le decía él.


    - ¿Qué vas a hacer ahora?


    - ¿Con qué?


    - ¿Te vas a tratar o algo? Hay que tomar medidas rápidas si no queremos que… - se interrumpió al darse cuenta que no podía terminar la frase.



    Magnificat anima mea Dominum

    Ella sonrió, apacible, cerrando los ojos, perdida en los acordes, en la sensación de elevar su sucio cuerpo a algo mucho mayor que un simple momento enfermo.


    - ¿Te has puesto a pensar que quizás esto sea una especie de consecuencia? – preguntó ella meciendo la cabeza al son de la música.


    - ¿Qué, por qué?


    - Por nosotros, por esto.


    - Si te refieres a tener sexo y ser un ideal de amigos bastante retorcidos. No, no lo creo. Tu mamá murió de eso, ya ves, las complejidades de la genética.


    - Sí – prosiguió ella sin prestarle la más mínima atención a su comentario – quizás sea una consecuencia.


    Et exultavit spiritus meus in Deo salutarimeo.

    - Maldita sea ¿cuándo empiezas el tratamiento? Quiero acompañarte – le dijo un poco perdiendo los estribos y por otro mirándola relajar su cuerpo hundido en el sillón.


    - No tomaré ninguno – le susurró ella medio sonriendo.


    Quia respexit humitatem ancillae suae, ecce enim ex hoc beatam me dicent.

    - ¿Te quieres dejar morir y ya? – preguntó, como incrédulo sintiendo que de nuevo se estaba irritando.


    - Bobo – murmuró.


    Era la única respuesta que podía decir todo: no serviría de nada.


    ¿Cómo hacer que calzara la resignación con lo que dictan las leyes del sentido comun? Se enfureció consigo mismo por no poder hacer nada. Absolutamente nada más que enojarse por el mundo y esas podridas injusticias.


    Deseó samarrearla hasta obligarla a decir que todo era una mala broma, que , por útlimo, el tratamiento seriviría de algo. Ínfimo, pero algo.


    Omnes generationes

    - ¿Sabes? – prosiguió ella – A veces pienso que todo esto fue una gran equivocación. Y otras, que no podría haber seguido viviendo si no te hubiera conocido. A pesar, a pesar de todas esas cosas que no hayamos hecho bien, yo te lo agradezco. Mucho, mucho.


    - ¿Te estás despidiendo?


    - Sí.


    - Es la despedida más patética que he recibido en mi vida.


    - No seas así, yo no tengo la culpa.


    - ¡Claro que la tienes! No quieres vivir – la acusó.


    - Cariño, el melodramatismo no va contigo. Esto es algo que ya acepté.


    - ¿Así, desde cuándo?


    - Seis meses, ¿te parece?


    - ¡No! – respondió, rotundo - Ni siquiera me lo habías dicho. ¿Tengo que agradecerte esa tremenda consideración que tienes al avisarme por lo menos para escuchar que te despides de mí?


    Et in terra Pax

    - Déjalo ya. No arreglarás nada poniéndote furioso – le dijo con voz de ninfa llena de paz. Además – agregó – creo que alcanzaré a estar para tu casamiento.


    - Qué consuelo – dijo irónico.


    - Déjalo ya – repitió ella.


    Sicut locutus

    - Et in terra pax, sicut locutus, et in saecula saeculorum. Amen tarareó ella, jugando con la letra al terminar la obra clásica.


    - ¿Quieres esa paz, acaso? – escondiendo el rostro entre sus manos, intentó aclararse esos pensamientos del futuro tan propenso a cambios.


    - Creo que, cuando te encuentras así es lo único que vale la pena esperar – respondió con simpleza.


    - ¿Crees que hay vida después de la muerte? – le preguntó con burla, porque no sabía que más preguntar para esconder esa pequeña llamita de dolor.


    - No, claro que no.


    - ¿Y entonces?


    - En una restauración- abrió los ojos y le acarició la cabeza - ¿Te imaginas, una nueva Tierra, sin dolor, ni enfermedades, ni nada por el estilo ¿Te imaginas una segunda vida así de maravillosa; una segunda oportunidad para rehacer tu vida? Oh, InuYasha ¿no te das cuenta de que aunque muera tengo esperanzas de volver a vivir algún día?


    - Esos religiosos te están metiendo ideas sin sentido. ¿Les has dicho que estás enferma? – movió su cabeza para ver que ella asentía – Eso es lo que hacen todos, dar esperanzas a cambio de tu dinero. Eso pasa, querida.


    - No me quites esto – desviando la mirada se concentró en algo de sumo interés que estaba en la muralla del frente - ¿por qué lo haces, InuYasha?


    - Porque no soporto que jueguen contigo en estos momentos.


    - Déjalo ya – volvió a repetir con calma, y cerró los ojos nuevamente, hundiéndose en el sillón – Quizás pueda aspirar a esa restauración, quizás pueda glorificar mi alma.


    - ¿Ya crees que tienes la perdición eterna? – se burló él.


    - Mientras haya vida, hay esperanzas – le dijo Kagome con esa dulzura innata – Todavía puedo arrepentirme de éstos pecados.


    - ¿Te has fijado lo cómico que resulta ser todo esto? – Apoyando su espalda en el blando respaldo del sillón, saboreando de apoco esa resignación, abrazó a Kagome y la trajo hacia su torso – Justo cuando te vas a morir tienes esa urgente necesidad de buscar a un Dios que en tu vida jamás has tomado en cuenta. No quiero creer que sólo sea por una necesidad. Resulta vacía y lo sabes.


    - Tal vez por eso mismo las cosas están como están – relajándose en sus brazos respiró calmadamente antes de seguir: -; Por eso vendrán las enfermedades, porque hay veces que necesitamos de algo más superior y con descaro parecemos ignorarlo. La muerte viene siendo una especie de ayuda memoria de que siempre Aquello ha estado ahí, y que siempre lo has ignorado. Ahora era la última opción de tomarlo. No pierdo nada.


    - Sólo tiempo que podrías pasar conmigo – besó su coronilla –, si te vas a tomar esto de la muerte con tanta pasividad y filosofía religiosa yo quiero estar contigo. ¿Me escuchaste? – al ver que ella no respondía, repitió la pregunta.


    - Sí InuYasha, sí – le respondió Kagome. – Gracias por estar, siempre.


    - Siempre - confirmó él con esa especie de emoción que se da una vez en la vida, en un momento determinado.


    Siempre, hasta que…


    La emoción se partió en dos. Prefirió no pensar más.


    When you can't protect me keep on trying
    It's not as I promised but trust me
    My principle is to not try but
    I would do it for you



    Día 12

    Se revolvió el pelo, nervioso. Había estado esperando dieciocho horas para tener noticias de ella, pero nada.


    Curioso era darse cuenta de lo paranoico que se volvía una persona cuando estaba esa cantidad de tiempo encerrada en un hospital: creía que cualquier personaje vestido de blanco le iría a decir que ella había muerto.


    - Quizás sea mejor que te vayas a descansar un rato – le sugirió Kykio, sentada a su lado, en la sala de espera.


    - ¡No!


    El grito hizo un eco ensordecedor y varias cabezas con un ánimo lúgubre se volvieron a verle, pero él no les prestó atención.


    - Cálmate – le dijo Kykio, tranquilizadora, poniendo una mano en su hombro.


    - Debí obligarla a hacerse esa puta quimioterapia – masculló InuYasha pasando sus dedos trémulos en su frente para intentar, de forma imposible, que la culpa le dejara de gritar.


    - InuYasha deja de decir estupideces – le tomó una mano y se la besó.


    Era una estupidez, sí, admitió él. Pero el problema era que aún así no se conformaba. Aunque la última semana se había hecho esa idea innegable de que ella en cualquier momento se iría, no estaba preparado para que sucediera tan pronto, tan; demasiado.





    Esa misma tarde Kagome salió del hospital, desahuciada. Él la llevó a su departamento para hacerse cargo de ella. Lo reventaba la idea de tratarla como una enferma.
    Tras un intenso respiro, Kagome movió los labios un poco y dijo con una voz casi de mentira; como una voz que estaba a punto de desaparecer:


    - Parece que ya no podré ser tu dama de honor – sonrió apenas y se cubrió con las sábanas hasta el cuello.


    - Me importa muy poco mi matrimonio en estos momentos, créeme – le dijo algo enojado, poniéndole cojines bajo la espalada, para que quedara sentada. Le alcanzó un vaso de agua y unas pastillas.


    Después de tragar los medicamentos y hacer una mueca de desagrado le dijo:


    - Qué divertido esto de engañar al cuerpo entero de dolores feroces. Ahora que lo pienso, hubiera preferido hacerme ese tratamiento naturista que una vez vi en la tele – riéndose, como si fuer aun buen chiste miró a InuYasha y le acarició su rostro moreno desgastado, pálido, de ojos matizados en cobre. – Te ves cansado¿quieres dormir con una enferma desahuciada un rato, hasta que vuelvan esos dolores de mierda?


    - Tonta – su voz salió entrecortada y se empezó a desvestir.


    Durmieron abrazados. Él creyendo que había esperanza de que se recuperara…a pesar de todo; que ese tratamiento naturista podría hacer algo. Ella, esperanzada de que esas burla-dolores hicieran efecto todo lo que le quedaba de vida.





    (Día 10)
    (Anotaciones de InuYasha)
    22 de diciembre

    Considero importante hacer una especie de bitácora para anotar, principalmente, las evoluciones que ha tenido Kagome.

    Estamos desde hace seis días en una especie de recinto-encierra-locos, pero no de enfermos mentales, precisamente. Esa propaganda de tratamientos naturistas para el cáncer ha sido como una bendición precaria, pero bendición al fin y al cabo.

    Los dolores se le han hecho soportables, sonríe con frecuencia, y con esa misma frecuencia parece no estar aquí. Mira sin ver tantas veces al día que, tontamente he pensado, está haciendo anotaciones mentales sobre lo que hará cuando vuelva a Santiago. Pero no, of course, ella ya no va a vivir mucho tiempo más como para volver, ya lo he aceptado. Sea lo que sea que piense, necesito creer que, por lo menos estoy en esa cabecita.

    No hemos hecho el amor en varios días. No por falta de ganas sino por tener una necesidad básica de compañía. Así que en un acuerdo tácito nos tocamos abiertamente, pero con caricias casi inocentes. También dormimos juntos y tarde, porque ahora nos ha dado por recordar desde que nos conocimos hasta que entramos a la universidad.
    En estos instantes se me vienen un montón de recuerdos de ella, por ejemplo esa vez que estábamos en una heladería, hace cinco años, solos, sin nadie, porque nosotros hemos estado solos toda la vida. Ella pidió un helado de pistachos con chocolate, por algún absurdo motivo, le dieron chocolate-chips. Ella no hizo ningún reclamo formal, no obstante, cuando yo terminé de tomarme el mío me fijé que su copa estaba intacta y que ella hacia dibujos imaginarios sobre la mesa.

    Le pregunté un poco preocupado, pensando si sería porque estaba enferma, por qué no había comido nada. Kagome me respondió encogiendo los hombros, diciendo:

    - Creía que a ti te podría gustar. Pero parece que ya se ha derretido demasiado – le dijo y luego lo miró preocupada - ¿lo quieres aún? si no, pues puedo ir a pedir otro.
    No recuerdo muy bien si acepté o no el helado derretido. Pero sí recuerdo que esa misma noche le propuse ésta relación vaga-amistosa-amantes. Porque ella simplemente pensó en mí antes que ella; porque prefirió no reclamar lo que verdaderamente le correspondía y aún así, ir a comprar otro helado idéntico al que le habían entregado para mí.

    Un poco absurdo ¿cierto? Pero es que ella es única, y me di cuenta de que la quería a mi lado, del modo que siempre fuese más que una amiga. Analizándolo después de cinco años, pienso que, yo necesitaba tanto un punto de apoyo, y ella estaba tan dispuesta que yo me di cuenta de que…

    Mejor dejo de escribir, éstos últimos días me han vuelto un cursi irremediable. Sólo espero que terminen pronto.

    No. No tan pronto, Dios, no.
    ******​


    This is how it works
    You're young until you're not
    You love until you don't
    You try until you can't
    You laugh until you cry
    You cry until you laugh
    And everyone must breathe
    Until their dying breath
    (Día 6)

    - Está hecha una furia – le dijo InuYasha a Kagome después de colgar el teléfono móvil.


    - Ya creo que te deberías ir – Kagome estiró los músculos agarrotados y bostezó sin taparse la boca. – El sol brilla alegre, está ideal para viajes al ensayo de la boda, son sólo dos horas.


    Estaban acostados sobre una frazada estirada en el césped amplio, verdísimo, del recinto. Él se puso de costado, apoyándose de un codo y dejó caer su cara sobre su palma. Ella estaba admirando el cielo raso del que pendían nubes de diferentes formas y tamaños. Ese día en especial, le había dicho ella, las nubes tenían forma de dinosaurios.


    - No, no iré – le respondió dando por cerrado el asunto. Pero ella lo miró con un poco de enojo y le dijo:


    - Pues si yo fuera Kykio te habría venido a buscar y te habría llevando arrastrando a Santiago. ¿No crees que ya va siendo hora de que retomes tu vida? Por lo menos si muero no te quedarás con ese cargo de conciencia de que nos faltaron cosas por decirnos.


    Él la iba a reprochar, recordándole que le había prometido quedarse hasta el último minuto. Sin embargo, abrió y cerró la boca al instante sin emitir sonido. Llegando a una conclusión nada tranquilizadora, se dijo que faltaban demasiadas cosas por decirse.


    - ¿Todavía lo amas? – le preguntó recordando una imagen casi olvidada, de alguna vez, hace tiempo, de un hombre, de un odio que tal como vino despareció dejando a un Ella desolada, a un Él muy lejos y a un Yo tan descolocado en el mundo; en ninguna parte.
    Miró al mismo cielo, de pronto, parecía semi transparente. Kagome se acurrucó en su regazo antes de responder:


    - ¿Quién verdaderamente podría saberlo?


    - ¿Preferirías que él estuviera aquí?


    Ella no dijo nada, y respiró largo y tendido. En una suave caricia, tocó la longitud de su cuello, como lo hacía siempre que quería calmarlo. InuYasha apretó con fuerza los ojos y se obligó a encerrar ese sentimiento que se le había escapado de a poquito a poquito durante esos días hasta verse de fijo en su mente, tan acostumbrada a ignorarlo.


    (Día 5)
    (Anotaciones de InuYasha)
    27 de Diciembre

    Ayer, ayer casi se me va, así, como agua entre las manos. Se desmayó justo después de que almorzáramos. No abrió los ojos hasta hace media hora y ahora ha vuelto a dormir.

    Ha adelgazado unos cuantos kilos, por suerte su belleza sería incapaz de desparecer por mil muertes anunciadas…

    Pero parece que no estaba tan preparado para su partida.

    Lo peor, no estoy seguro de que vuelva a despertar.



    28 de Diciembre.

    Hoy se ha levantado un poco débil. No me mira casi nunca y a veces ve el canal religioso del cuál había ido a su iglesia, semanas antes de venirnos. Quiere paz, lo sé porque parece algo atormentada. ¿Qué puedo hacer yo si ella, ensimismada, con suerte recuerda respirar? Ya no sé, no sé absolutamente nada. Y lo único en que puedo pensar en este momento (cuando ella está durmiendo) es que yo canjearía mi vida con tal de que ella me sonriera, me hablara, me mirara, aunque sea una última vez (lo cual resulta asquerosamente a doc.) si quiera.

    29 de Diciembre

    Mañana debo viajar a Santiago. Me resulta hostigante pensar en un futuro cuando siento el presente tan inyecto en mis huesos que los hacen parecer como si se fueran a quebrar.

    Por otro lado Kykio está con esa paranoia femenina de que me encuentro aquí por razones más que amistosas: odio la intuición femenina, pero tampoco puedo negarla. En momentos de agria lucidez pienso que estoy metiéndome en un lío tan inverosímil como innecesario. Pero ¿qué puedo hacer? Ella no quiso cancelar la boda aunque fuera sin ensayo previo. Será.

    Lo bueno: Kagome me ha sonreído, me ha mirado, incluso hemos hablado del viaje de mañana.

    Está animada por hacer el viaje junto conmigo aunque ya no sea dama de honor. Está tan alegre, tan…¿sana?. ¿Y si esto quiere decir que se sanará milagrosamente?
    Podría, ah sí, estoy casi convencido de que se puede recuperar. Pasado mañana me caso, y creo que olvidaré la luna de miel, tengo que estar cuidándola hasta estar seguro de que se quedará conmigo un poco más. No lo había recordado, dentro de poco va a ser año nuevo, tal y como van las cosas estaré celebrando doble: por mi casamiento y por Kagome.

    Estas últimas bitácoras las he empezado con ayer y hoy…pero en este día le di, sin quererlo, partí dándole un futuro a mi mañana incierto.



    Cerró el cuadernillo y con un brillo de felicidad resaltando sus ojos ámbares se fue a acostar con Kagome.


    Al entrar bajo las frazadas la buscó de inmediato y la atrajo hacia sí, movimiento que la despertó a medias.


    - Pensé que te acostarías más tarde – le dijo ella somnolienta besando su mandíbula - ¿a qué hora partimos mañana?


    - A penas despertemos, supongo – a tientas rozó sus labios con los de ella un rato largo e inevitablemente intenso, como lo habían sido los últimos besos de ese período.


    If I kiss you where it's sore
    Will you feel better, better, better
    Will you feel anything at all


    - Es un alivio que te aguante tanto; que te quiera tanto.


    - Sí, tal vez. Valoro mucho ese esfuerzo que hace por no ahorcarme. Debe jurar que ya no la amo – rió sin humor y acarició su nuca con pereza.


    - InuYasha.


    - ¿Sí?


    - Te quiero.


    - Yo también.


    - Nunca lo olvides ¿vale?


    - Nunca podría – queriendo escapar de ese diálogo que los situaba directamente en un fin, volvió a besarla, esta vez con ardor.


    Quería explicarle que esas palabras ya no eran necesarias, porque se pondría bien; que ya no sería necesario estar en ese campo a dos horas de la ciudad porque volverían a estudiar en la misma universidad, se volverían a sonreír, a vivir.


    Sin embargo, con un desasosiego que no supo describir, se vio desvistiendo a Kagome con urgencia apremiante de que el tiempo los estaba alcanzado. El tiempo, maldito, invisible, constante, imparable; implacable, tic-tac, tic-tac, tic-tac, ya venía, ya venía.
    Dócil, lo dejó hacer con ella todo lo que su entrega le permitió. Él exploró esos lugares secretos que sólo él había conocido, porque ni aún el hombre a quien ella alguna vez amó logró tocarla más allá de la ropa.


    Sus cuerpos no eran desconocidos, y sin embargo, se contaron historias jamás contadas; se juraron cosas jamás juradas. Una promesa silenciosa, perdida en jadeos y susurros de “perdóname” y “no te vayas” mentales; Se contaron sueños jamás revelados. Se quisieron como jamás se habían querido.


    Besó, por sobre todo besó su piel nívea, su boca, ávido por probar esa miel, dulce, exquisita que le brindaba su lengua.


    Tocó, palpó; sintió aquellas manos suaves por todas las células de su cuerpo. La sintió tan “ella” que no dudó en memorizarla, moldearla: Memorizarla, aunque su figura hubiera sufrido algunos cambios por la odiosa enfermedad; Memorizarla a tal punto de que cuando aquello – en lo que él no quería pensar – se dejara caer, irrefutable, él tendría el recuerdo tangible de su cuerpo, de cada reacción, de cada palabra, cada gesto… de cada Kagome dándole todo lo que sabía dar.


    La unión fue explosiva, delirante.



    Él, fundiéndose, desorientado, en ella, en toda ella escuchando a lo lejos un grito ensordecedor, una súplica muda.


    Él gimió su nombre, cuando el nuevo clímax llegó. Pensó que era una soberana estupidez haberse cuidado de no dejarla embarazada. Pensaba tantas cosas en tan corto tiempo que prefirió desecharlos porque quitaban el verdadero tiempo útil.


    Inmóvil, se quedó dentro de ella, mirando el vacío después de la satisfacción, dándose cuenta de que ya era inútil no decirlo más.


    - Yo te amo – dijo él – Siempre, siempre lo he hecho.


    Sintió que absurdamente tenía ganas de llorar. ¿Desde hacía cuánto que no lloraba? No sabía ni le importó.


    Se desprendió de la calidez de Kagome, tendiéndose a su lado, escondió su rostro en su pecho, sabiendo ese vacío tan inmenso que no tuvo muy claro si alguna vez podría escapar de él.


    Con sollozos ininterrumpidos la abrazó con fuerza.


    - Y no quiero que me dejes, por favor – le rogó como última esperanza de que el tiempo se compadeciera. Desesperado se dio cuenta que ella no decía nada. Necesitaba escucharla. No le bastaban sus manos acariciando su cuello. - ¿Tú me amas? – le preguntó de pronto.


    - Ya es tarde para hacer esas diferencias entre el querer y amar, InuYasha– le respondió Kagome. – Dejémoslo así.


    No la soltó ni por un momento durante el resto de la noche. Maldiciendo que ella no fuera de él; completamente de él, ni que pudiera darle la vida que tanto quería que ella tuviera.


    (Día 2)

    - Levántate dormilona – le susurró muy cerca del oído. Sonrió al ver su rostro apacible, parecía una diosa del sueño.


    Una diosa del sueño que no era inmortal, se recordó con pesar. Estaba vestido con el traje de novio y tenía el desayuno listo, cosa de despertar a Kagome, ayudarla a vestir e irse para Santiago.


    Vio su cuerpo desnudo cubierto por un armonioso edredón blanco, admirando el tal recalcado contraste de sus cabellos azabaches con tan clara tela y su piel misma perderse en ese blanco inmaculado. Creyó que por primera vez desde su enfermedad, ella estaba por completo en paz y agradecía mentalmente a esas creencias de último minuto a las que se había aferrado.


    Media hora después, maldijo a todo el mundo.


    (Anotaciones de InuYasha)
    31 de Diciembre

    Dicen que ya no va a despertar. Son las 23:55 horas y ella ha abierto los ojos una sola vez. Me balbuceó algo que no comprendí en lo absoluto y luego buscó a tientas mi mano y volvió a caer en la inconsciencia.

    Sé que éste detalle no es importante, pero hay que decirlo: La boda se canceló. Me fue imposible llegar. Los médicos del centro donde estamos, vinieron a verla sólo para confirmar lo que no quiero creer: que se va morir, de verdad, como ella me dijo. De hecho aún estoy con el traje, que por cortesía del desvelo, está en un estado deplorable que no me molestaré en describir.

    Ella sigue con una paz increíblemente calculada en su rostro. Me pregunto sí su alma habrá encontrado ese perdón que buscaba con ahínco y desesperación. Y eso es lo que quiero creer, creer que por lo menos la volveré a ver en esa restauración aunque ella ahora se vuelva polvo. Porque siento que si ya no creo esto, entonces no voy a creer en nada.

    Dentro de poco va a ser año nuevo. No sé si escucharé los fuegos artificiales o las risas de todo el mundo o de la ciudad. No sé si será un año que valga la pena vivir. Sólo puedo estar seguro de que los abrazos no llegarán y muy consciente de ese hilito de respiración que sale por su nariz, se está acabando inexorablemente.

    Está aquí recostada sobre la misma cama que hemos compartido. Está aquí, sin embargo se está yendo, lejos; ya no está, de a poquito, se aleja, se aleja… como a un año luz de mí.

    Mira, no pido mucho,
    solamente tu mano, tenerla
    como un sapito que duerme así contento.


    Necesito esa puerta que me dabas
    para entrar a tu mundo, ese trocito
    de azúcar verde, de redondo alegre.


    ¿No me prestás tu mano en esta noche
    de fìn de año de lechuzas roncas?


    No puedes, por razones técnicas.


    Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
    el durazno sedoso de la palma
    y el dorso, ese país de azules árboles.


    Así la tomo y la sostengo,
    como si de ello dependiera
    muchísimo del mundo,
    la sucesión de las cuatro estaciones,
    el canto de los gallos, el amor de los hombres.


    Fin
    N/A: No es necesario que me maten, porque no es necesario que lo hayan leído todo XD. Hacer este one-shot tenía varios puntos a tratar, digamos que no tengo ni la más remota idea de si lo logré o si lo pudieron captar. Bueno, pueden escribírmelo si quieren. También sé que la relación inu-Kag puede ser poco clara, y nunca pretendí que los lograran comprender a ellos (por si las dudas).
    En fin, creo que no puedo decir mucho más, además de que ocupé extractos de:
    - Poemas de Cortázar: After such pleasures (inicio) y Happy new Year (completo, al final)
    - Trocitos del Magnificat de Bach.
    - Extractos de canciones de Regina Spektor ( On the radio y Better)

    Eso sería como esas cosas de datos lateros técnicos que supongo que nadie leerá ya que sería una gran odisea leer mi embrollo, niestarán prestando atención a esto, pero bueh.

    Saludos y a ver qué tal resulta esto

    Á bientôt!

    Miyu SparkS
     
  2.  
    Arce

    Arce Entusiasta

    Capricornio
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    Escritora
    ¿Tragedia?

    ¡Hey!

    De nuevo Arce por aquí. Y bueno, ya sabes que me encanta todo esto. La primera vez que lo leí no supe porqué, pero cuando Kagome le confesó que tenía Metástasis, algo me dijo que lo decía en serio.

    Me gustó que cancelaras la boda con Kikyo; no es que tenga algo personal contra la chica, pero se vería algo retorcido que Kagome se muriera y él corriera a casarse con una mujer a la que ni siquiera amaba -vale, dijo que la quería, pero nada más-.

    Ah, mejor me voy o terminaré escribiendo mi testamento aquí...



    Besitos.
     
  3.  
    Kru.

    Kru. Guest

    Título:
    Happy New Year [One-shot]
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    Re: Happy New Year [One-shot]

    oh...me encantó
    creo ke ia me estoy acostumbrando a leer en tu blog xD
    Lo mas lindo es ke lo sentí demasiado real, cuando caminaban por calles que yo conosco, cuando se hablaban y se sentían. Estuve a punto de llorar desde la mitad en adelante y weno...tirado al final...
    Realmente me encantó, las reflexiones, el amor...el proceso en sí
    Precioso! en serio!!!
    Continua asi y sigue escribiendo historias que maravillen tanto
    (no estoy exagerando, es ke me dejaste las emociones trastocadas, ia ves...xD)
    besooos!!!
    Kru. ^^
    =)
     
  4.  
    InYa-kuN

    InYa-kuN Iniciado

    Tauro
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    30
    Re: Happy New Year [One-shot]

    aquí yo! ta-dáan!
    jeje yo ya lo había leído lero lero!
    así que noes necesario que sea enteramente explícita
    de lo que pienso sobre este ya
    hermoso one-shot >.<
    me encantó me encantó!!!
    adoro como escribes mujer
    ojalá que sigas entreteniéndonos con tus escritos que me fascinan leer!
    saludillos! ^^

    atte. anisha.
     
  5.  
    AnIkA_ChAn

    AnIkA_ChAn Guest

    Título:
    Happy New Year [One-shot]
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    Fantasía
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    Re: Happy New Year [One-shot]

    hola, bueno hasta cierto punto entiendo la relacion que existe entre estas dos personas, creo en el amor en todas sus formas, no siempre es el amor dramatico lo "correcto", y no siempre es algo perfecto hasta en el dolor o en la tristeza,bueno no se si me explico... kreo k ni io me se explicar, pero bueno al final me ha encantado tu oneshoot
     
  6.  
    Miyu SparkS

    Miyu SparkS Guest

    Título:
    Happy New Year [One-shot]
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    Re: Happy New Year [One-shot]

    Bueno, hacía tiempo ya que debería haber puesto esto, pero mas vale tarde que nunca.

    Muchísimas gracias a todas las que se animaron a leer y one-shot y postear. Me refiero a: Arce, Kru., InYaKun y Anika_chan + la primera persona que posteó spam T.T, lo siento, no recuerdo su nombre.

    Sería.

    Gracias otra vez.

    ADIEU

    Miyu SparkS

     
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