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Tema en 'Complejo Laguna Negra' iniciado por Hygge, 2 Diciembre 2017.

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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

    Piscis
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    Aki Chigusa

    La veía en la distancia primero sola y luego después con la compañía de una chica de largo cabello castaño y mirada felina. Parecía haberse acercado preocupada por su estado y tomó lugar cerca de la pared, junto a Karou. Poco después alguien más se acercó, y el chico excesivamente confianzudo del tren al que había golpeado dos veces con mi cartera en el rostro tomó a mi compañera de cuarto por los hombros.

    ¿Qué le pasaba? ¿por qué en mi interior sentía que algo estaba terriblemente mal? Mis dedos se aferraron en torno al asa de mi cartera con fuerza, tratando de coartar de alguna forma mi inevitable sentimiento de aprensión.

    Y entonces, una sombra renqueante tapó la luz. Miré frente a mí temiendo la presencia del director, pero mi expresión pasó de la preocupación al desagrado cuando descubrí la identidad del desconocido. Una mueca de desprecio se dibujó en mis labios. Sus ojos heterocromos se veían firmes y decididos esta vez, pero eso no cambió en lo más mínimo mi reacción.

    —Akanam—traté decir, pero mi voz fue cortada de raíz.

    No, no fue su aspecto decido lo que cambió mi reacción, fueron sus palabras. Suspiró antes de dirigirse a mí con una voz que distaba muchísimo del jocoso tono que había empleado antes. Que un tipo como él pudiese ponerse serio cuando la situación lo requería me sorprendió.. Sin embargo, al principio me limité a cruzar mis brazos. Mi expresión era hosca y no invitaba a socializaciones. Aún así y todo porque no estaba siendo un absoluto cretino, decidí darle un voto de confianza y dejarle hablar.

    Escucha, puede que ni siquiera me prestes atención ahora mismo, pero ella te necesita— ¿Ella? ¿se estaba refiriendo a Karou? Dirigí de nuevo mi mirada hasta allí—. Se nota. Y tú la necesitas a ella. Sé que ahora está rodeada, pero estoy seguro que le vendría bien que estés a su lado. Ni siquiera hace falta que le hables, tan solo... ponte junto a ella. Que sepa que estás ahí, y que puede confiar en ti. Le hará bien.

    Escuchaba su voz lejana, porque no le estaba prestando realmente atención. Mis ojos seguían allí, fijos en mi compañera y el reducido grupo que se habían congregado a su alrededor. Ante la efusividad del tipo excesivamente confianzudo su rostro enrojeció. Internamente me molestaba aceptar la idea de que Aka—Jack estaba siendo mucho más maduro que yo... Y tenía razón. Tenía toda la razón del mundo.

    —Vaya, me sorprende que esa lengua tan larga y afilada que tienes para limpiar baños también sirva para decir cosas sensatas y serias de vez en cuando, Akaname-kun— dije cuando terminó de hablar con un pequeño suspiro de circunstancias. Me incorporé del sillón—. Pero sabes... n-no tenías por qué molestarte, iba a hacerlo de todos modos.

    <<Y también, baja un poco los decibeles. Serviría que seas un poco más calmada y amigable con el resto. No todo el mundo está en tu contra, o quiere hacerte algo malo. Tal vez haya personas que de verdad quieran conocerte y ser tus amigos.

    ¿Eh...? ¿Qué...? Tsk. ¿Qué sabía él de eso, en realidad? Tenía mis razones para actuar como actuaba. Yo también... sabía lo que era no tener a nadie a tu lado. Sabía lo que era la soledad y sabía lo que era sentirse incomprendida, por eso era tan protectora con mis cosas.Tenía recuerdos nos muy agradables de mi repugnante pueblo en las montañas. Pero aquello quedaba ahora muy atrás, no necesitaba tampoco pensar en ello. De cualquier modo decidí no comentar nada ante Jack. Le dirigí una última mirada, agradeciendo en silencio su sinceridad. Ninguna palabra salió de mis labios, pero seguidamente me alejé de allí, acercándome con las manos sobre el asa de mi cartera a Karou y el pequeño grupo concurrido.

    Mi corazón golpeaba con fuerza. Debería disculparme... Debería...


    Y-yo… G-gracias, de verdad. A los dos —escuché entonces gracias a la cercanía en la que ahora me encontraba. La voz susurrante de Karou—. A-admito que… soy muy sensible a los ambientes caóticos. P-pero ya se me está pasando…

    Mis ojos se abrieron repentinamente de la impresión.

    ¿Los... ambientes caóticos? ¿Se refería a lo que acababa de pasar con Jack? Aquella exagerada y violenta escena que había provocado aquel extranjero por su estúpido comentario. No podía... mantener el control cuando me atacaban directamente y mi paciencia tenía un límite muy corto.

    El sentimiento de culpabilidad de acrecentó en mi cuerpo formando un nudo prieto en mi garganta.

    Yo no podía asegurar que una escena similar no volviese a repetirse. Estaba en mi naturaleza y mi forma de ser, no podía asegurar no actuar de forma similar en otra ocasión. Si me sentía atacada yo... devolvía el ataque por dos. No podía asegurar no volver a intimidar a Karou. Apreté la mandíbula, tratando de retomar el control sobre mis emociones. Si ella me tenía miedo... si ella... si ella se sentía molesta por mi errático modo de actuar... Yo... Bueno, yo no quería perjudicar a nadie que no tuviera que ver con ello.

    Eso sería estúpido.

    De modo que, con las mejillas ligeramente ardiendo de vergüenza y culpa, me detuve a unos pasos de ella. Tardé un breve instante en encontrar las palabras para hablar.

    —Karou-san— la llamé con voz firme, sin embargo—. Lamento... lamento que hayas tenido que ver todo eso. Quizás era innecesario, pero él empezó. Yo no puedo asegurarte que no volverá a pasar algo así ni prometerte que podré controlarme si sucede. Así que, para minimizar los daños de aquí en adelante...— desvié la mirada, avergonzada de mis propias palabras.

    Recordé que Hoshi estaba en el mismo cuarto y sería una fuente usual de conflictos... y suspiré.

    >>... Si no hay de otra... creo que solicitaré un cambio de habitación.

    Cuando la tsunderosa hace esta clase de cosas por ti, sabes que a la tsunderosa le importas un chingo (?)
     
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    Zireael

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    La chica castaña era un manojo de nervios y me respondió de forma entrecortada que podía permanecer junto a ella. El corazón se me encogió aún más en el pecho y, por alguna razón, sentí como mis mejillas comenzaban a enrojecerse. Me dedicó una sonrisa tímida que le devolví casi de inmediato.

    S-soy Karou. Karou B-bright. —Se presentó mientras extendía su mano.

    Sin embargo, cuando estaba por tomarla y presentarme yo también, un muchacho se acercó y la abrazó sin vergüenza alguna. ¡Vaya, pero qué clase de confianza era esa! De no ser porque me había pegado a la pared, hubiese retrocedido un paso, claramente abrumada, pero en su lugar solo me encogí un poco en mi lugar. A pesar de su repentina aparición, sus palabras me hicieron caer en cuenta de que no era un acto confianzudo sin sentido, estaba intentando hacer sentir mejor a Karou y, en el fondo, se lo agradecí profundamente porque era mucho mejor que lo que yo estaba intentando por ella.
    Fue entonces que ella volvió a hablar para darnos las gracias, aunque creo que en realidad tenía que agradecerle solo a él, y admitió el porqué se había apartado de aquella forma: el revuelo que habían armado le había dado en una vena sensible. Una oleada de repentino enojo amenazó con sobrepasarme. ¿Tan difícil era para ellos comportarse? Ser un mal educado frente al director pasaba a segundo plano cuando se le provoca una crisis a una pobre muchacha.

    Sin darme cuenta había apretado los puños, en un absurdo intento de controlar la ira que sentía, pero me obligué a relajarme. Ni siquiera me había presentado con Karou. Estaba por abrir la boca para hablar cuando con el rabillo del ojo noté que se acercaba una figura conocida y a la que había dejado de prestarle atención: la chica del pelo blanco y la cartera. A pesar de que quise evitarlo, no pude y le dirigí una mirada de desdén. ¿Qué quería ahora? ¿No había tenido bastante ya? En un extraño acto reflejo, me acerqué más a Karou y al otro muchacho, un movimiento que tenía algo de posesivo.
    Lo que salió de la boca de la chica al estar frente a la castaña luego de llamarla me dio una bofetada mental, por ser una maldita prejuiciosa.

    Lamento... lamento que hayas tenido que ver todo eso. Quizás era innecesario, pero él empezó. Yo no puedo asegurarte que no volverá a pasar algo así ni prometerte que podré controlarme si sucede. Así que, para minimizar los daños de aquí en adelante... Si no hay de otra... creo que solicitaré un cambio de habitación.—Se le notaba avergonzada por lo que acabada de decir, pero había hecho el esfuerzo de disculparse y era más de lo que yo esperaba. Aún así, no me moví de donde estaba. Esperaba por la respuesta de Karou.
     
    Última edición: 8 Enero 2018
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    Lariebel

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    Karou Bright.

    Me sentía apenada por haber sido vista por varias personas de esta manera. Me palpé las mejillas y me giré en el lugar para desprenderme de la sensación de humillación que sentía pegada a mi piel. Me detuve cuando pensé que ya había sido suficiente, cuando a lo lejos escuché que alguien más se acercaba. Mi frente se arrugó ante la preocupación de que alguien me venga a regañar o a decirme algo negativo. Vi por el rabillo del ojo quién era y mi sorpresa fue incomparable.

    —Karou-san —me dijo mi compañera de cuarto, con los cachetes enrojecidos—. Lamento... lamento que hayas tenido que ver todo eso. Quizás era innecesario, pero él empezó. Yo no puedo asegurarte que no volverá a pasar algo así ni prometerte que podré controlarme si sucede. Así que, para minimizar los daños de aquí en adelante… Si no hay de otra... creo que solicitaré un cambio de habitación.

    Sus palabras cayeron sobre mí como si fuera un gran balde enorme de agua fría. Di un paso hacia atrás, estupefacta, y miré al suelo sin creer lo que yo misma había provocado. Tragué saliva, giré mi cabeza hacia los lados, como negando lo dicho por Aki, y me planté frente a ella con la seguridad que pude sacar al verla anteriormente.

    —No. Definitivamente, no. —Mis ojos amenazaban con llenarse de lágrimas de nuevo, pero las contuve y agarré su mano, de la misma forma que hice hasta hace un momento atrás—. Somos compañeras. Tú eres mi compañera y yo soy la tuya. No quiero que eso cambie. No quiero que te vayas.

    Miré un momento a sus espaldas, observando el pelo rosado de la chica quien dormiría junto con nosotras, y volví a centrarme en ella.

    —Curaré a todo aquel que necesite mi ayuda, sin importar qué. Y, de la misma forma en la que me ayudaste transmitiéndome tu seguridad, yo te cuidaré de todos los que quieran hacerte daño.

    Me sonrojé repentinamente al darme cuenta que al fin me atreví a decir lo que guardaba en mi pequeña cabeza. Luego, volví a sonreírles a los que se acercaron a apoyarme y les dije:

    —También estaré ahí cuando ustedes me necesiten.

    Kurone Yáahl Rein Espero que les haya gustado este post. (?
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Aki Chigusa

    Había desviado la mirada, agachado los ojos. Me sentía tan malditamente culpable, pero a la vez era tan vergonzoso y... tonto decir algo como que me cambiaría de habitación. No quería eso. Karou era probablemente la primera amiga que tenía un mucho tiempo, si es que podía considerarla como tal tan pronto. Y aún si Hoshi era una absoluta piedra en el zapato, su interés para con mis mangas generaba en mí una creciente ansiedad... pero también una genuina curiosidad que trataba de manteber bajo la superficie de cualquier forma.

    Pero yo... no quería ser una molestia para nadie. Menos para Karou, que ni siquiera me había perjudicado directamente. Cerré los ojos, preparándome para lo que quiera que fuese a pasar, no era como si no estuviera acostumbrada al rechazo de los demás. Y entonces, unos suaves pasos resonaron en el salón silente, y escuché la voz de Karou con un tono extrañamente firme, demasiado cerca de mi posición. La sorpresa me hizo alzar la mirada.

    —¿Karou—sa?—traté de decir, pero el corazón se me contrajo en un puño cuando la miré al rostro. Su expresión, contraída en aquel gesto de dolor y sus ojos vidriosos daban la apariencia de estar a punto de estallar en lágrimas. Mientras pronunciaba aquellas palabras con fuerza y seguridad, con un tono que distaba enormemente de la inseguridad que había mostrado hasta entonces, tomó mi mano entre las suyas, sobresaltándome ligeramente.

    —"Tú eres mi compañera y yo soy la tuya.— me dijio— No quiero que eso cambie. No quiero que te vayas. Curaré a todo aquel que necesite mi ayuda, sin importar qué. Y, de la misma forma en la que me ayudaste transmitiéndome tu seguridad, yo te cuidaré de todos los que quieran hacerte daño."

    ¿Eh?

    Un sentimiento cálido se extendió en mi pecho repentinamente, y sentí como ese mismo sentimiento se acrecentaba por el resto de mi cuerpo en oleadas, haciendo que mis propios ojos se pusieran vidriosos. Me mordí el labio inferior y aparté de nuevo la mirada, sintiendo el rostro arder y la emoción quemarme la garganta. Forcé aquella pequeña mueca y mis labios que temblaban de emoción, en una confiada sonrisa.

    —Ah~—dije entonces, cerrando los ojos—. Está bien, está bien. Si tanto quieres mi compañía no seré yo quien te la niegue. Te tomo la palabra, Karou—san.

    Finalicé, soltando finalmente su mano. Tosí para aclarar mi garganta y el acelerado rumbo de mis pensamientos y me ajusté el asa de la cartera al hombro. Inundada por aquel extraño sentimiento de felicidad, con las mejillas ardiendo ligeramente, fijé los ojos en el impoluto suelo del hall.

    >>Si eso es lo que quieres... supongo que por mí está bien. Es decir... tampoco es como si yo quisiera despedirme tan pronto.

    Murmuré con un tono muy bajo, apenas audible...y me mordí la sonrisa en los labios. No yo... yo no quería tomar otra habitación. Sentía que no podría encontrar en la vida mejor compañera que esta.

    >>"Debo... debo de tratar de controlar mi mal genio..."
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    Una sonrisa se asomó en mis labios cuando vi a aquella pareja dispareja, tomada de las manos, una enfrente a la otra. Quien iba a pensar que una criatura tan gruñona podía expresar esos sentimientos de preocupación y culpa. Bufé y me reí en voz baja. Ella seguramente pensaba lo mismo de mí, o al menos algo parecido. O tal vez algo mucho peor.

    Me quedé un rato más mirando la escena, con la sonrisa todavía dibujada. Tal vez yo no había influenciado para nada más que para mal en aquel momento, pero al menos, todo había terminado bien. Y eso era lo que importaba. Me abstendría de hacer enojar al Krampus cuando Karou estuviera cerca. No quería ser el causante de otro ataque de pánico por parte de la joven. Pero eso no quería decir que no siguiera molestando a la peliblanca. Aunque trataría de ser más liviano en mis bromas.

    Miré mi guitarra, apoyada en la pared a mi lado. Se me ocurría algo para tocar, pero aquel lugar no parecía el ideal. El director seguía impertérrito, parado, sin moverse un centímetro. Admiré la templanza de ese hombre. Había que mantenerse sereno durante toda la conmoción reciente. Después a la noche me sacaría la canción del pecho, en aquel patio interior que al parecer estaba exento del toque de queda.

    Lancé otro suspiro, y me quedé viendo el banco en donde antes había estado Aki. Beatriz se había quedado sola allí, aunque el rubor se le había ido. Bah, no estaba sola. También se encontraba con ella aquella hiperactiva pequeñaja. Tenía la sensación de que si la dejaba con alguien de personalidad tan explosiva, a la pobre Bea le iba a dar un paro. Así que decidí tomar mi guitarra y dirigirme hacia el banco.

    Me senté al lado de Beatriz, y le brindé una sonrisa divertida, mientras le guiñaba el ojo.

    Bien, si de algo podemos estar seguros, mi querida Ojos Nublados, es que este internado será de todo menos aburrido.— le dije alegre, y luego me volteé para ver a la pequeña, mostrándole la misma sonrisa.— ¿Y con quién tengo el placer de presentarme en estos momentos, pequeñaja?
     
    Última edición: 13 Enero 2018
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    Hygge

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    Finalmente, ante lo que pareció una eterna pausa, escucharon un carraspeo grave provenir de uno de los presentes. Específicamente, de una voz que no parecía ser tan común entre aquellas voces. Las miradas pronto se dirigieron hacia la figura del director, quien había estado aguardando, con gran templanza y firmeza, hasta que la situación pareció llegar a su fin. Abrió sus ojos, profundos y severos, y paseó su mirada entre todos los presentes, deteniéndose particularmente en uno de ellos.

    En Aki.

    —Entiendo que al ser el primer día estén agotados y cargados de todo tipo de emociones, y que ello pueda conllevar respuestas como la tuya. Pero no volveré a tolerar ningún acto de violencia contra el alumnado, ya sea con una cartera o con cualquier otro objeto. No has llegado a darle porque el chico se ha defendido, pero está en muletas; ¿no le parece suficiente la desventaja? —sentenció el hombre entonces, con una seriedad nunca antes vista hasta ahora. Parecía que aquella actitud infantil de sus nuevos alumnos sí que le había molestado, y lo cierto era que sería totalmente normal. Nadie se había contenido en disimular en su presencia. Sin embargo, al ver a la joven por unos segundos que le parecieron eternos, suspiró, relajando visiblemente el gesto. Al volver a hablar, su voz se notaba más suave que antes—. ...Imagino que a estas alturas ya se ha arreglado vuestro percance, así que no veo motivo para continuar dándole más importancia. Hagamos como si nada de esto hubiera pasado.

    >>Bien, creo que ya es hora de comenzar con nuestra verdadera reunión. Seguidme, por favor.

    Y ante las miradas sorprendidas de varios alumnos, el director comenzó a caminar hacia el ala oeste de la estancia, hacia las escaleras que allí descansaban. El hijo del director fue el primero en bajar de un saltito de su asiento, y Akane no tardó en imitar su gesto, visiblemente sorprendida aún por todo lo que había sucedido en aquel corto periodo de tiempo. Al parecer, el hall de entrada había servido como una mera zona de encuentro, y el verdadero lugar les esperaba ahora.

    Al subir las escaleras, los alumnos se percataron de que finalmente podrían averiguar qué descansaba en el piso contiguo. Porque en efecto, el edificio era lo suficientemente alto como para albergar aún más plantas, pero que hasta el momento no habían estado permitidas para su acceso. En un silencio cargado de curiosidad e impaciencia, vieron como el hombre se adelantaba, y con alguna clase de clave desde su Neuro-linker, abría una sala que se encontraba al fondo del pasillo, esperando su llegada. Si se fijaban bien, el letrero que descansaba sobre el marco de la puerta rezaba lo siguiente:

    "Sala de inmersión virtual"

    El director se detuvo allí, con la mano en el pomo de la puerta, hasta que todos los alumnos se hubiesen acercado. Las luces del pasillo alumbraban la estancia con una enorme claridad, debido a que en el exterior, la noche ya había caído por completo. El hombre les dirigió entonces una ligera mueca que simulaba ser una sonrisa, pues parecía estar, en el fondo, tan emocionado como todos ellos cada vez que entraba en esa sala.

    —Ahora sí, encended los archivos que habéis recibido anteriormente. Una vez os adentréis en la estancia, se ejecutarán. Si estáis listos, id entrando en la sala.

    Y con aquellas palabras, el director fue el primero en adentrarse en la misteriosa sala.

    Crearé el tema a continuación, pueden postear por aquí mientras si así lo desean. ¡Lamento la demora! rapuma Nyxbel Kurone Amane Lariebel Nekita Allister Reual Nathan Onyrian Yáahl Bruno EVF Raiven Lucas Diamond SweetSorrow Rein Morde
     
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  7.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Jack Atkinson

    En el momento en el cual el director le habló directamente a Aki, agaché un poco la cabeza. No era justo que la retaran solo a ella. Si bien su reacción fue bastante exaltada, había sido yo el que la había provocado. En el momento en el cual el director anunció que nos moveríamos a otra sala, me levanté y me dirigí hacia él, aunque moverse con muletas entre una multitud de jóvenes emocionados no era lo más práctico. Además, había que subir escaleras.

    Al momento en el cual pude alcanzarlo, el hombre se encontraba con la mano en el pomo de una puerta, visiblemente emocionado. Me acerqué hacia él, para hablarle, luego de que nos diera la indicación de activar el archivo que antes habíamos recibido.

    Emm, señor, quería decirle que la culpa no fue totalmente de Aki. Yo la provoqué y...— me encontraba mirando el suelo mientras decía esto, y al levantar la mirada, pude ver que el director ya había entrado en la sala.

    Me quedé saboreando las palabras en mi boca, y luego lancé un largo suspiro. Me rasqué la nuca y me encogí de hombros. Ya seguramente luego habría tiempo para charlarlo. Me troné el cuello, como solía hacer cuando se avecinaba un desafío, y active el archivo.

    It's showtime...— dije en voz baja, mientras entraba en la sala.
     
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  8.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Aki Chigusa

    Sentí un escalofrío recorrerme la espalda cuando una tos fría se oyó en el salón, e inmediatamente dirigí mi mirada hacia el centro del hall por puro acto reflejo.

    El director. Ese hombre con aspecto de empresario corrupto había fijado sus ojos en mí. Y aquella mirada, tan grave y seria, no me inspiraba comodidad precisamente. Mi cuerpo se tensó de súbito y apreté con fuerza el asa de mi cartera en la mano mientras me hablaba con aquella frialdad y templanza, con un tono que me hizo quedarme rígida en el sitio.

    No volveré a tolerar ningún acto de violencia contra el alumnado— expresó entonces. Retrocedí un paso prudencial con los ojos muy abiertos. ¿Pero por qué solo me regañaba a mí?—ya sea con una cartera o con cualquier otro objeto. No has llegado a darle porque el chico se ha defendido, pero está en muletas; ¿no le parece suficiente la desventaja?

    —¡Ah, p-pero...!— traté de replicar, sintiéndome acusada—. ¡Yo no...! ¡Yo...!

    Miré a ambos lados y decidí que era inútil tratar de rebatir. No tenía sentido, él tenía razón. Me llevé la mano al pecho cerrada en un puño sintiéndome expuesta y vulnerable. De verdad que el director daba miedo...

    "Ah, geez..." — me dije a mí misma, fijando de nuevo la vista en mis zapatos.

    Después de aquella bronca que aunque me tenía bien merecida no me sentó bien en lo más mínimo, el director nos indicó que lo siguiéramos mientras subía las escaleras... y eso hicimos. Suspiré con resignación, aliviada en cierta forma de que se decidiera a hacer la vista gorda. Le dirigí una breve mirada a Karou... y seguí al director con una mezcla entre curiosidad, fastidio y culpa.

    Nos guió hasta un largo y extenso pasillo en cuya puerta al fondo podía leerse un letrero que rezaba lo siguiente: "Sala de inmersión virtual"

    —¿Sala de... inmersión virtual?— repetí desconcertada. Eso era... ¿algún tipo de sala para jugar videojuegos en 3D? ¿Pero acaso eso no lo hacía ya el neuro linker por sí solo?

    Escuchaba desinteresadamente las palabras del director sobre como debíamos proceder a continuación... y volví la mirada a la pantalla de mi neuro linker. Abajo de mi campo de visión reposaba aquel extraño archivo que nos habíamos descargado al llegar al complejo. Aún no había tenido oportunidad de saber en qué consistía exactamente.

    —Hmm... — murmuré mientras lo tocaba para activarlo. Pude ver a Jack acercarse al director por el rabillo del ojo, pero no tuve la oportunidad de escuchar nada de lo que le decía. Quizás me inspiraba un poco de curiosidad, pero tampoco quise darle más vueltas. No era el momento para eso. Era el momento de la verdad. La razón por la que estábamos aquí finalmente sería desvelada.

    La razón... Sonaba bastante interesante si me apremian.

    Inspiré profundamente, aferré el asa de mi cartera y traspasé la puerta de aquella misteriosa sala... ¿ahora qué más pasaría?
     
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    Bruno TDF

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    Beatriz

    Estaba convencida de que me vería forzada a alejarme de la alumna de los cabellos blancos con rápidos y torpes pasos hacia atrás. Jack había sido muy directo con ella, ocupando un tono de voz que volvía lejana la posibilidad de una broma. Pero muy al contrario de lo que temía, la Tsunderosa puso una expresión que desvelaba culpa y… ¿angustia, tal vez? Tras ponerse en pie se alejó, dejándome a merced de la pequeña chica con el gorro de orejitas.

    Pero no cruzamos palabra alguna, pues al ver a su amiga irse, fui repentinamente consciente de que no había llegado a negar la idea errónea de que me gustaba… ¡E-E-Era al revés, me daba miedo! Pero fue demasiado tarde, y no me atreví a interrumpir su pequeña charla con la que se llamaba Karou. Volví a sentarme y suspiré, entre resignada y avergonzada, torturándome con ideas de lo que podría pasar de ahora en más si la Tsunderosa transmitía el malentendido por todo el internado.

    Me sobresalté al sentir la voz de Jack muy cercana.

    Bien, si de algo podemos estar seguros, mi querida Ojos Nublados, es que este internado será de todo menos aburrido.

    Miré sus Ojos Soleados. Me forcé a sonreír.

    Sí, ¿tal vez?

    El sonido de un carraspeo hizo que volviera a sobresaltarme y a enfocar mi vista nuevamente hacia el frente. El Director, tras escudriñar a todo el alumnado, comenzó a hablar… no sin antes dirigir una reprimenda muy severa a la Tsunderosa; pude escuchar cómo su intento de excusarse moría rápidamente en sus labios, por el paso del Director del Complejo, ¿tal vez? Semejante escena hizo que sintiera un incómodo escalofrío: no me hubiera gustado en lo absoluto estar en los zapatos de la otra chica.

    Pero al final, el Director decidió dejar el tema de la pelea entre Tsunderosa y Jack a un lado y nos pidió que lo siguiéramos. El camino consistía en una escalera que llevaba a una zona a la que, hasta ese momento, no teníamos acceso. Haciendo caso de las indicaciones del señor, activé el misterioso archivo que se había descargado en nuestro NeuroLinker.

    Antes de entrar a la Sala de inmersión virtual, vi de soslayo a Jack diciéndole algo al Director.
     
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    Lariebel

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    Karou Bright.

    La duda de si había hecho algo mal me carcomía el corazón. Era la primera vez que me pasaba algo similar a esto y no sabía qué tenía que hacer. Hace mucho tiempo que no me relacionaba con la gente (al menos, no en el mundo real), por lo que me ponía nerviosa de tan solo pensar en haber estropeado mi relación con alguien más.

    La oscuridad se dispersó cuando vislumbré la hermosa sonrisa de Aki, mi compañera de cabellos blancos. Admito que llegué a quererla y mucho. Al principio, al saber que era ella la que golpeaba a los demás alumnos, me había puesto a pensar en que seguramente no nos llevaríamos nada bien, pero una vez que entablé una conversación con ella y pude estar a su lado por este pequeño tiempo, siento que todo cambió. Mi punto de vista dio un giro de 90° y ahora veo otro lado de esta persona tan curiosa que me encontré. La faceta insegura, la que se vuelve feroz ante algo que ve como una amenaza y la que quiere juntarse con la gente, pero no puede. Me hace sentir un poco identificada, porque yo también quiero relacionarme con los demás de una vez por todas y, a la vez, hay una figura tenebrosa a mi lado que me retiene: El miedo.

    Cerré los ojos y moví mi cabeza hacia los lados, espantando a aquel entrometido que no me deja hacer lo que quiero. Cuando alcé la mirada, mi corazón se sintió un poco más cálido al sentir la presencia de Aki y su amistad.

    —Está bien, está bien. Si tanto quieres mi compañía, no seré yo quien te la niegue. Te tomo la palabra, Karou-san —me contestó ella, desprendiendo su típico aire confianzudo. Me soltó la mano y luego de aclararse la garganta, susurró—. Si eso es lo que quieres… supongo que por mí está bien. Es decir… tampoco es como si yo quisiera despedirme tan pronto.

    Sus palabras entibiaron el ambiente a mi alrededor y me sentí mucho más feliz que antes. Esto apartó definitivamente mi pánico anterior y le sonreí con un alivio enorme.

    Un carraspeo terrible me sacó de mi gran sopor y vi con una gran sorpresa al director del complejo en medio de la sala. ¿Cómo es que había pasado completamente desapercibido?

    Mi mente se quedó en blanco mientras su voz caía duramente sobre la culpabilidad y el arrepentimiento de Aki. Lo podía hasta palpar con mis manos. Me sentí un poco mal por ella, así que traté de inspirarle la seguridad que le dije y me acerqué mucho más a su lado, para que no se sienta sola.

    Al terminar el regaño, el susodicho mencionó lo siguiente:

    —Imagino que a estas alturas ya se ha arreglado vuestro percance, así que no veo motivo para continuar dándole más importancia. Hagamos como si nada de esto hubiera pasado.

    Un pensamiento flotó en mi cabeza: “No creo que pueda olvidar este día nunca”.

    Nos dijo que lo siguiéramos hasta las escalaras del lado oeste de la sala. Subimos todos juntos detrás del director y yo me quedé un poco atrás, pero no me importó demasiado porque eso me ayudaba a estudiar mejor a los demás y a estar más atenta de lo que pasaba.

    Hice puntillas de pie para ver que al final del pasillo había una puerta con un cartel que decía “Sala de inmersión virtual”. Mientras el señor nos esperaba con la mano en el pomo de la puerta, nos explicó que ahora sí podríamos acceder al archivo que nos había llegado al entrar al complejo. Mi curiosidad no pudo a más y enseguida le mandé a mi Neuro Linker a que lo abra.

    Sin pensar mucho más en todo lo que había pasado y centrándome en lo que podía pasar ahora, me acomodé detrás de la cabellera blancuzca de mi querida compañera y entré a este nuevo lugar.

    Kurone Lamento la tardanza. ><
     
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