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Tema en 'Complejo Laguna Negra' iniciado por Hygge, 2 Diciembre 2017.

  1.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Aki Chigusa

    —Wow, wow, wow. Alguien se levantó gruñona hoy, ¿eh?— alcé la mirada. ¿Se estaba refiriendo a mí?— No hace falta retarnos de esa manera. Pareces mi madre. No tienes porque actuar de forma tan... tsundere.

    —¿Ts-tsundere?— pregunté con un tic en la ceja, importándome muy poco que hasta hace un momento estuviese haciendo lo imposible por mantener las formas. Aún más teniendo en cuenta que el director estaba allí. Apreté con fuerza los puños y forcé una sonrisa torcida—. Heh. ¿Cómo te atreves tú, alcoholucho extranjero con complejo de Elvis a compararme con esa clase de personaje tan estereotipado? Las tsundere son un arquetipo de personalidad casi exclusivo del manga-anime y esto no es ninguna de las dos cosas así que...

    Repentinamente me di cuenta de mi error. ¿Por qué este estúpido cretino me había hecho hablar de más? ¡Ah, mierda! Mi rostro enrojeció de súbito. Me incorporé y con tres largas zancadas me apersoné frente a él. Era mucho más alto que yo. Y sus estúpidos ojos en ese estúpido rostro tenían un gesto estúpidamente divertido. ¡Estúpido!

    >>Q-quiero decir... no tengo la más mínima de idea de que hablas, pero suena horrible— Sonreí falsamente. fue entonces cuando tomé mi cartera y, asegurándome que estuvies bien cerrada, la lancé contra su rostro con toda la fuerza que pude reunir en ese momento. Aparentaba estar tranquila, pero estaba furiosa. ¿Krampus, qué demonios?— ¡Shuten Doji! ¡Demonio borracho! ¡Akaname! ¡Es un yokai que se alimenta de los desechos del baño en mi cultura, te viene como anillo al dedo a ti, estúpido heterocromo! Y ahora, haz el favor de tomar una pastilla de menta antes de hablarme con ese aliento apestando a alcohol barato, ¿quieres? ¡Qué desagradable!
     
    Última edición: 2 Enero 2018
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  2.  
    Allister

    Allister Caballero del árbol sonriente

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    Yo solo queria comer y compartir mis galletas U_U, ahora seguramente se las reventarían en la cara al tipo loco que estaba provocando a Aki , lo cual hizo que Aki se volviera aún más loca, luego llegó un tipo más loco que empezó a gritar poniendo en orden todo. Suspire profundo y en medio de todo el jaleo, hurgué en mi equipaje, ¡ Aleluya ! sabía que había otro paquete de galletas en algún lado. Las abrí y comencé a comer. Miré hacia el techo meditando en la locura que se acababa de armar, luego los miré a todos y sonreí, son gente muy loca, pero me agradan.

    Me dirigí al chico loco que acaba de callar a todo mundo y le extendí el paquete de galletas, —¿Quieres una?, puede que mueras de un paro cardíaco si sigues exaltandote así, mejor endulzate la vida, nunca cambiarás a Aki, y al otro sujeto ni digamos, así que no te estreses, dije sonriéndole
     
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    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Aaron Yume

    Las cosas parecían ponerse bastante interesantes.

    ¿Quién lo hubiera dicho? Uno creería que viene a una escuela llena de gente demasiado apacionada por los videojuegos y resultaba ser que era una escuela llena de gente apta para entretener en un circo. Mi posición medianamente lejana al grupo formado me daba la vista perfecta a todo el show que había formado, e internamente aplaudía a la chica que no temía responder a las cosas... absurdas que podrían llegar a hacer los compañeros allí presentes, porque, de cierta forma estaba de acuerdo con sus reacciones ante lo ocurrido, la única diferencia es que claro, yo no estaba diciendo nada.

    Luego vino el "contra-ataque" de la persona que al parecer -según la chica del cabello blanco-, estaba influenciado por el alcohol, que consistió en ponerle un apodo claramente absurdo, quizás demasiado estereotipado y... de mal gusto, lo cual llevó a una reacción igual esperada por mi parte, aunque debía admitir que me sorprendía que no se hubiera llevado un golpe bastante justificado.

    Estar en muletas o no no era un impedimento de ser una persona mediamente decente y ahorrarte esa clase de comentarios.

    Para mi suerte, lo mejor vino al final por parte de un chico con cabello negro.

    —Nunca creí que alguien sería la voz de la razón en este circo que han provocado —comenté mirando al chico de cabello negro, luego me permití reir un poco —, payaso uno que te encuentras en condiciones nada favorables y su compañía, ¿por qué no dejarla en paz y ser un poco más maduros? Estoy seguro que hasta el hijo del director sabría comportarse. Respetemos la pequeña paz que había antes de que aparecieran, ¿sí?

    Mi cuervo tenía que decir algo (?
     
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  4.  
    Zireael

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    Nisha Desrosiers.

    Desde donde estaba había visto a Beatriz con su abrigo rojo, pero la dejé ir, parecía estar junto a su amigo, aquel muchacho alto de las muletas.
    Fue cuando escuché los gritos de alguien intentando poner orden allí que me acerqué para ver qué estaba pasando y no me extrañó ver a la chica de la cartera mortal. Llegué en el preciso momento en que arremetía contra el amigo de mi compañera de cuarto.
    Antes de que hablase, otra persona lo hizo, cosa que en vez de silenciarme solo me dio más motivos para hacer lo contrario.

    —Concuerdo con que no harían mal en cerrar la boca o al menos ahorrarse el espectáculo —dije casi al aire aunque de inmediato me arrepentí de haber hablado, pocas veces me metía así donde no me estaban llamando y por algo era, pero ya no podía echar atrás—. Si quieren matarse a carterazos o lo que quieran pueden hacerlo después. No es tan difícil comportarse, no solo frente al director, sino frente a cualquier persona en sí.


    Nisha estaba hasta la madre de pendejadas. (????)
     
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  5.  
    Lariebel

    Lariebel Usuario popular Comentarista destacado

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    Karou Bright.

    Vi cómo mi compañera se llevaba la mano hacia la frente y decía:

    —¿Pero qué tan torpe puedes ser? ¿Te tropezaste con el aire? ¿qué haces si puede saberse? Deja de montar una escena y ponte en pie, el director va a hablar en cualquier momento. —Acto seguido, le tendió la mano al pobre muchacho desafortunado.

    Hice una mueca, expresando mi incomodidad ante las palabras de Aki. ¿No sería muy duro decirle aquello a alguien que se había lastimado?

    Preferí el silencio, dándome cuenta también que, por el poco tiempo que conozco a esta chica, sé que no es una persona mala, sino más bien que se expresa a la defensiva en muchas ocasiones por alguna razón. Decidí no darle tanta importancia y escuché la respuesta de Andy hacia mi comentario sobre que tenía que tener más cuidado.

    —Estoy bien, no te preocupes.

    Nuestro nuevo acompañante se incorporó sin muchas vueltas y se acomodó en uno de los asientos que presentaba el hall. Parecía muy despreocupado. Se llevó las manos detrás de la cabeza y nos contó que se había perdido en el camino y corrió mucho, por lo que sus piernas estaban más cansadas. Además, nos dejó en claro su confusión acerca de nuestra actual situación, porque no sabía nada sobre lo que nos había dicho el director.

    Me acerqué hacia él, aún algo dubitativa, y me aclaré la garganta. Por consiguiente, le expliqué lo que había pasado durante su ausencia y que ahora mismo el director estaba por realizar una reunión en ese lugar, para decirnos algo importante.

    Cuando sacó su paquete de galletas y nos ofreció alguna, mi estómago quiso extender su mano para agarrar una, pero Aki tomó el objeto y se lo guardó, diciendo que no era el momento de comerlas. Me avergoncé inmediatamente ante mi actitud. Admito que desde siempre me han gustado todo tipo de galletas, pero ella tenía razón.

    Una voz nos interrumpió. Me giré para encontrarme con el rostro del chico que había tocado música en el comedor. A su lado, había una chica con un llamativo abrigo rojizo y parecía muy... tímida, como yo. Al contrario que el muchacho, el cual recordaba que se llamaba Jack. Sin previo aviso, tanto él como mi compañera comenzaron a tener una conversación algo confrontativa. No tardé mucho en preocuparme en sobremanera, porque no quería que los comienzos de nuestras relaciones fueran así.

    —¡¿PODÉIS DEJAR DE HABLAR YA?! —La voz del chico nuevo que había ingresado al salón retumbó entre las paredes y me dejó impactada. Prosiguió a darle una extensa corrección a Jack, sin darse ninguna pausa, para después terminar dándose la vuelta y tapándose los oídos, con la cara roja. ¿Qué pasaba con estos estudiantes?

    ¿Cómo es que todo había terminado así?

    Ante mis ojos, noté cómo el tono de Jack y Aki subía y subía sin parar, hasta que mi compañera lo golpeó fuertemente con su cartera, perdiendo el control total. Inspiré hondo, sabiendo que iba a hacer una locura, pero me dije que no tenía nada que perder. No aún, al menos.

    Me adelanté ante ellos y me puse en el medio, levantando los brazos.

    —¡Paren! P-por favor. —Tragué saliva, aguantando mis temblores al recordar mi pasado, y proseguí—. No tienen por qué pelearse en un momento como este. No es adecuado y pueden perturbar a los demás alumnos… Así que, por favor, paren. T-tampoco quiero tener que curar a otra persona.

    Cuando terminé de hablar, con la respiración dificultosa al saber que todos me podían escuchar, me giré hacia Aki y, superando muchos de mis miedos, tomé su mano.

    —T-todo está bien —le susurré, tratando de expresar la misma seguridad que me hizo sentir antes a mí—. N-nadie te hará daño y no es necesario que g-golpees, a ningún alumno. No importa si te ponen tontos apodos, no van a tener importancia al menos que tú sí se la des.

    Bajé la mirada y esperé pacientemente a que haya podido revertir algo de esta situación, a la vez que muchos otros estudiantes apoyaban lo que el chico de la voz fuerte había exclamado.

    Noir Allister Reual Nathan Onyrian @todos (?) Me tuve que poner rápidamente al día.
     
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  6.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Jack Atkinson

    En ese momento, ocurrieron demasiadas cosas. Primero, la Tsunderosa se acercó a mí hecha una furia, espetando una palabra tras otra. Se paró al frente mío en solo tres zancadas, y super roja, comenzó a enumerar una lista de lo que parecían ser criaturas del folclore japonés, pasando por un demonio borracho y uno que comía heces. Luego, mencionó que mi aliento era horrible, debido al alcohol "barato" que había tomado. Allí me sentí ligeramente ofendido. La cerveza austríaca era todo menos barata, y el hecho de tomar una sola no te da aliento horrible. Además, nunca había estado borracho. Y de repente, revoleó su cartera, algo que me esperaba, directamente a mi rostro. Pude detenerla a centímetros de mi cara. El hecho de que estuviera en muletas no impedía que hubiera mantenido los reflejos del torso y los brazos. Le dediqué una mirada bien severa. En ese momento, estaba medio molesto.

    De improviso, un chico, que parecía recién llegado, pues no lo había visto antes en el tren y la estación, lanzó un dedo recriminatorio, y en apenas unos segundos, soltó una catarata de palabras, retándome y corrigiéndome sobre el Krampus. Se calló y pude ver su cara, antes pálida, ahora roja como un tomate después del esfuerzo. Se lo notaba bastante tenso, y su respiración lo confirmaba.

    Estuvo a punto de corregirlo yo sobre las correcciones que me hizo respecto a la leyenda (¿qué se pensaba, que iba a saber sobre la cultura de mi país mejor que yo?), cuando sentí una voz que hablaba por lo bajo. Miré hacia la fuente, y pude distinguir al chico que se había estampado contra el suelo, ofreciendo sonriente una galleta al joven que había estado gritando. Estuve unos segundos mirándolo, sin comprender del todo la situación.

    Una sensación me empezó a subir por la garganta. La risa comenzó despacio, como pequeñas convulsiones, y luego salió atronadora. Se me caían las lágrimas, y no podía contener las carcajadas. Solté la cartera, y me agarré la panza, intentando contener la risa a puras penas. La situación se había vuelto tan absurda y cómica, que no podía sinceramente estar serio. Me imaginé al resto de los alumnos mirándonos, con caras de extrañeza, vergüenza ajena, o incluso pena, y mi risa aumentó. Después de unos breves minutos en los cuales no pude dejar de reír, suspiré profundo, y me dispuse a calmarme. Fue difícil. Tuve que inspirar y expirar bastante. Me sequé las lágrimas de los ojos, y entre los retazos de risa que me quedaban, me dirigí hacia el chico que me había retado.

    Luego si quieres podemos charlar bien sobre la leyenda, pero tienes razón. Tenemos al director al frente, no hay que hacer un escándalo.— dije, sonriendo. Me dirigí hacia la tsundere, y ensayé una reverencia cómica.— Mis disculpas, no quería insultarte. La gente con mucho genio me puede. Ahora sí, vamos a hacer silencio. Al menos, simulemos que somos gente responsable.

    Me apoyé en la pared con una gran sonrisa, mientras me cruzaba de brazos y miraba al director. Sinceramente, esta iba a ser la mejor temporada de mi vida.
     
    Última edición: 2 Enero 2018
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  7.  
    Allister

    Allister Caballero del árbol sonriente

    Virgo
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    El jaleo había parado, ya todos los ánimos se habían calmado y todos felices comieron perdices. Yo por otra parte recibí una negativa de parte del chico gritón sus palabras fueron;


    — Supongo que gracias, persona cuyo nombre desconozco, pero paso. ¿Quién me dice que esas galletas no están envenenadas? ¿Y si llevan alguna droga? ... O peor aún, ¿y si están rancias? Paso. Por otra parte, este no es un buen sitio para comer, mi consejo es que te las guardes para luego. Tómalo quieres, pero te aseguro que yo no tomaré de tus galletas.


    Lo miré y con tranquilidad respondí; — Ok, quizá en otra ocasión será, y por cierto mi nombre es Andy, ¿El tuyo es?


    Pero creo que formulé la pregunta muy tarde él ya estaba retirándose. Me encogí de hombros con resignación, pensé en lo que Aki y el chico desconocido me dijeron, estaban haciendo demasiado énfasis en lo de no comer en el Hall, pero es que realmente tenía mucha hambre.


    Mi estómago rugió, como corroborando mis pensamientos, los colores se me fueron al rostro de la vergüenza, miré a los lados preocupado de que alguien hubiera escuchado.
     
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  8.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Aki Chigusa

    Estaba tan furiosa, tan metida en la discusión, tan enojada... que apenas fui consciente del tono agresivo que empezaba a tomar mi voz. La había alzado muchísimo, furiosa, y mi rostro ardía de vergüenza e indignación a partes iguales. Fue entonces cuando Karou corrió a ponerse entre nosotros para detener la trifulca. Me sorprendí. ¿Karou? Tan metida había estado en la discusión con ese tipejo que había olvidado que ella se hallaba aún allí. Un alma cándida y callada como ella...

    Sorpresivamente, sin que pudiese reaccionar, ella tomó mi mano. ¡Tomó mi mano! Di un pequeño brinquito en el sitio, sobresaltada por su acción.

    T-todo está bien —me susurró con suavidad—. N-nadie te hará daño y no es necesario que g-golpees, a ningún alumno. No importa si te ponen tontos apodos, no van a tener importancia al menos que tú sí se la des.

    ''¿E-eh?''

    Mis mejillas ardieron con fuerza repentinamente, podía sentir la sangre acumularse bajo ellas. ¿Cómo? ¿Qué...? ¿A-a qué venía algo así de forma tan repentina? La mano de Karou estaba cálida, suave, y eso de algún modo en conjunto con sus grandes ojos suplicantes lograron serenar mi inquietud. Mordí ligeramente mi labio inferior y fijé mis ojos en el suelo, avergonzada por mi comportamiento. Necesitaba fijar mi vista en cualquier lugar excepto en el rostro de mi compañera de cuatro.

    —.... Hm, uh... Y-yo...— musité con un tono muy bajo. Inspiré profundamente y con suavidad liberé mi mano de la suya. Aquello me ayudó a retomar un poco de la confianza perdida—. Ah, está bien, está bien... tienes razón. Él empezó, pero no era momento para dejarme llevar por sus estupideces.
    >>Lo sien— traté de decir, pero cambié de opinión de forma repentina. Crucé una mirada ceñuda con el tipejo borracho— Duh. Siento que seas tan payaso.


    Finalicé y alejándome de ''Akaname'' tras escuchar su improvisada disculpa, volví a tomar asiento en el sillón. Alisé mi falda con el ceño ligeramente fruncido. ''Yo soy una persona responsable'' mascullé entre dientes, recordando su comentario. ''Será posible... ¿Krampus...? ¿qué se habrá creído...?''
     
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  9.  
    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

    Libra
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    Beatriz

    Al notar mi presencia a su lado, Jack me recibió despeinando aún más mis cabellos. Cerré los ojos debido a la incomodidad que me provocaba un gesto como ese; no porque me desagradara, más bien se debía a que ninguna persona aparte de mis hermanos me revolvía el pelo. Que lo hiciera alguien de fuera de mi familia se sentía… extraño.

    Vaya, ¡al fin llegaste! —decía Jack. ¿A-acaso estaba desprendiendo aroma a alcohol?— Tenía miedo de que te hubieras perdido. ¿Cómo fue la presentación con tus nuevas compañeras? Lástima que no pudimos cenar juntos...

    Alcé un poco la cabeza para poder mirarle a la cara, aunque de reojo. La presentación había estado bien, esos veinte segundos habían sido muy importantes para desprenderme de la timidez y hacer que fuera capaz de hacerme conocer. Pero luego… Momo, Nisha y yo nos separamos sin que lo advirtiera. Al recordar esto, volví a enfocar mis ojos hacia el Director y suspiré, sin poder evitar sentirme preocupada por aquella situación.

    Jack, por suerte, pareció no darse cuenta de mi pena. Pues en el mismo momento en que solté el suspiro, un sonido sordo llamó su atención. Miré en la misma dirección que él, algo alarmada, y vi a un chico tumbado en el suelo. Dos chicas lo ayudaban a levantarse, una de llamativos cabellos blancos que se robaron mi mirada por unos segundos (era algo inusual para mí, ese color en alguien tan joven) y otra de cabellos castaños, a la que principalmente le noté una cicatriz en la ceja. Sentí el impulso de acercarme a comprobar si el caído no se encontraba severamente lastimado, pero el carácter de la chica de cabellos blancos me dio miedo. Mucho.

    Y más miedo sentí cuando Jack hizo un comentario sobre la conexión entre los golpes y el rostro que llamó la atención de ella. “Cállense de una vez. Ambos son unos idiotas”. Me llevé las manos a la boca al escuchar algo tan fuerte como eso. No podía creer la soltura con la que había insultado a Jack y al Caído. Y la cosa no mejoró:

    ¡Ya sé! ¡Te voy a llamar Tsunderosa! Una combinación entre tsundere y osa. Te viene como anillo al dedo. Oye, es eso, o que te llame Krampus. Y creo que Krampus es peor. Es una leyenda del norte de Europa, que dice que el Krampus es un demonio con patas de cabra y cuernos enormes, que es la sombra de Santa Claus y se lleva a los niños malos. Tú decides que quieres ser.

    J-Jack, d-déjala… es peligroso… —la voz me temblaba tanto que el tono con el que intenté detenerlo era demasiado bajo para ser oído por nadie.

    Luego, todo sucedió muy rápido. Para empezar, la… eeeh… ¿Tsunderosa?... atacó a Jack con golpes de su cartera. Me llevé tal susto ante su impulso violento que retrocedí unos pasos y me cubrí la cabeza con las manos, cerrando los ojos, como si yo misma estuviera a punto de ser herida por la cartera letal. Luego escuché gritos, increpaciones varias y un comentario irónico. Lo único que atiné a hacer fue protegerme a la distancia a la espera de que todo pasara. Lo que, para mi alivio, sucedió muy rápido. Todo gracias a la chica del cabello castaño que había visto hasta hace un momento... Me sentí muy agradecida con ella.

    En ese momento me di cuenta de que todavía estaba en pie, sin haber tomado asiento frente al Director. Al darme cuenta de esto di un respingo y me dirigí rápidamente a un asiento al azar, sin fijarme muy bien junto a quién quedaría.

    Y muy para mi mala suerte, fue al lado de la chica de la cartera. Pero no me percaté enseguida de mi tamaña torpeza. Me daba pena apartar los ojos del Director, luego de haber llegado tarde, estar despeinada y la pequeña trifulca en la que estuve tan cerca.
     
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  10.  
    Etihw

    Etihw ghost Comentarista empedernido

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    Eish, ¿alguien me enseña a etiquetar de esa forma en los post? :'c omg lo olvidé askljaeuis
    algo triste es que este es mi tercer post en el rol (????)

    Hoshi Mizushima~

    Me asomé cuidadosamente por una esquina y mi corazón saltó de los nervios al ver que el director ya se encontraba ahí. No tenía ni idea de cuántos minutos me había atrasado, pero agradecia el alboroto que había en el lugar. ¿Ya habrían llegado todos?

    Con cuidado avancé por el lugar para incorporarme con los demás, tratando de evitar mirar al director. ¿Y si se había enfadado? ¿Me iba a castigar ya el primer día? ¡Pero yo no tenía la culpa de ello, el lugar era demasiado grande!

    Observé el panorama que había alrededor y arrugué el entrecejo sin entender nada. Hasta que vi una personita que, sin duda, ya conocía. ¡Era ella de nuevo, sí! Jo, no tuve oportunidad de hablarle desde que salimos del tren.

    Me acerqué a ella, escuchando lo que aquella muchacha de cabello corto le decía, aumentando la curiosidad que nacía inevitablemente en mí. ¿Qué habría sucedido?

    Al ver cómo se soltaba de la mano de aquella desconocida y se sentaba decidí que era mi oportunidad para saludarla. Y no era mi intención el no saludar a nadie más, claro, pues quería conocerlos a todos, pero aquella chica me tenía con la curiosidad desbordando en muchos sentidos.

    —¡A~ki~chan~!—Abrí con ganas mis brazos y la abracé desde atrás, observándola con una gran sonrisa—. ¿Sabes que eres muy adorable cuando te sonrojas?—Pinché con cuidado una de sus mejillas y continué hablando sin prestarle atención a lo que pasaba alrededor, ni siquiera pensé en el director—. ¿Has visto? ¡Somos compañeras de habitación! ¿No te parece genial? Ahora no tendrás excusa para dejarme leer tus tesoros~—comenté riendo. Se veía muy protectiva con sus pertenencias, y eso era genial, pero la curiosidad era la curiosidad.

    Observé el asiento a su lado, pues ahí estaba una muchacha que no apartaba ni un solo momento la vista del director. ¿Quizá podía aprovechar esa oportunidad para hacer más amigos?

    —¡Hola!— Y con toda la confianza del mundo apoyé mi cabeza contra la de Aki, observando a la chica con una gran sonrisa—. Me gusta tu pelo~
     
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  11.  
    Rein

    Rein Once

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    Yashiro Isana

    Había salido del comedor con un bowl de ramen instantáneo que había pedido en la barra, aunque me vieron como si fuera un bicho raro. ¿Tan malo era querer algo “instantáneo”? De allí me pasaría a mi habitación, ya me comenzaba a dar sueño, el viaje en tren no fue fácil para alguien que le gusta andar por todos lados.

    Cuando pasé por el Hall, me di cuenta que estaba sucediendo algo... ¿eh? ¿Por qué nunca me enteraba de nada? Además de que había visto sarli a todos del comedor como si eso fuera a explotar... ¡Gracioso sería!

    Me acerqué a todos ellos y grité:

    —¿Qué pasa aquí, gente? —llegué y busqué alguna cara conocida para mí... vi a las chicas del comedor, a Bea y a Jack— ¿Por qué todos están aquí?

    Reí mientras enredaba algunos fideos con mis palillos y los llevaba a mi boca con una gran sonrisa. Luego observé a un señor... ¿El director acaso?

    Ya prometo estar activa ;___;
     
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  12.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

    Piscis
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    Aki Chigusa

    Repentinamente sentí un escalofrío recorrerme la espalda. Una sensación extraña que ascendió por mi espina dorsal hasta mi nuca y me hizo helar la sangre. No, no era la mirada severa del director ni su intimidatoria presencia. Era algo mucho, mucho peor...

    Pero mucho peor.

    ¡A~ki~chan~!— mi cuerpo se tensó de súbito. ¿A-Aki-chan...? no pude evitar dejar escapar un chillido de sorpresa cuando sentí sus delgados brazos abrazar mis hombros desde atrás. Oh no. No. NO. NONONO. ¡No, cualquier cosa menos eso! ¿Y en qué momento le había dado permiso para tomarse tantas confianzas?

    —¿¡O-otra vez tú?!— chillé repentinamente, incorporándome del sillón de un salto como si sus manos me quemasen. Que irritante. Me volví y la señalé con un amenazante dedo índice con las mejillas ardiendo de vergüenza e indignación— ¡Maldita loli molesta, déjame vivir en paz! ¡A-así no hay quien mantenga las formas!

    No pareció escucharme o si lo había hecho no le tomó la más mínima importancia. Se estiró en el sillón y picó sin ninguna consideración mi mejilla con el dedo índice.

    ¿Has visto? — preguntó a continuación— ¡Somos compañeras de habitación! ¿No te parece genial? Ahora no tendrás excusa para dejarme leer tus tesoros~

    Mi gesto palideció aún más, sentí el alma caer a mis pies con estrépito. Mi ceja tembló. ¿G-genial...? Heh. ¡Era un desastre de proporciones bíblicas! ¡Era la misma evocación del apocalipsis! ¡Era el Armagedón! ¡El Ragnarok! el... ¡como sea! Fruncí el ceño y aferré con fuerza mi cartera.

    —Prefiero besar el suelo que pisa ese esperpento— respondí pues, señalando a Akaname con el índice—, antes de permitirte leer alguno de mis man... ¡útiles escolares!

    Ella solo sonrió, ignorando mi más que evidente agitación. Sus ojos se clavaron en la chica del abrigo rojo, esa que estaba hasta hace un momento sentada a mi lado y yo no me había dado cuenta hasta entonces. Era esa chica tímida que en mitad de nuestra trifulca le había pedido al borracho extranjero que parase. Inspiré profundamente, y volví a tomar asiento ante la mirada recriminatoria del director.

    ¡Hola!—me congelé cuando sentí su cabeza apoyarse contra la mía, con toda la alegría del mundo, y la traté de apartar con las manos. ¿Cómo demonios tenía tanta fuerza con un cuerpo tan pequeño? ''¡Para ya, demonio de cabello rosa! ¿Por qué tengo que aguantar esto?''—. Me gusta tu pelo~

    ¡A-apártate, mocosa...!
     
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  13.  
    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Beatriz

    ¡A~ki~chan~!

    La voz, desconocida, sonó con suavidad muy cerca de mía. Provenía de la misma fila donde me encontraba sentada, desde los asientos inmediatamente posteriores al mío y, a juzgar por el tono, la persona que hablaba acababa de llegar. Y dado que mi nombre no era Aki, no tenía motivos para apartar la mirada del Director. Pero entonces me llevé un buen sobresalto con la exclamación de quien se sentaba inmediatamente a mi lado.

    ¿¡O-otra vez tú?!

    El miedo hizo que mi pecho se sintiera como helado, misma sensación que se extendió por mis brazos y piernas como si ríos de agua fría recorrieran mis venas… Esa… Esa voz la reconocía a la perfección, porque no habían pasado más de cinco minutos desde la última vez que llenó mis temores. Era… ¡E-E-E-Era la chica de la cartera letal!

    ¿Has visto? —continuó la voz suave— ¡Somos compañeras de habitación! ¿No te parece genial? Ahora no tendrás excusa para dejarme leer tus tesoros~

    Prefiero besar el suelo que pisa ese esperpento, antes de permitirte leer alguno de mis man... ¡útiles escolares!

    Para ese entonces, era incapaz de moverme. La… estaban alterando otra vez. Sin quererlo, un pequeño, ligero temblor hacía vibrar mi cuerpo. Mis labios se apretaron, señal del esfuerzo que hacía por tranquilizarme.

    Entonces sucedió:

    ¡Hola! Me gusta tu pelo~

    Mi presencia acababa de ser notada. Lo bueno que trajo consigo fue el hecho de que había dejado de temblar, pero porque se había apoderado de mí una suerte de parálisis, debido al temor que le tenía a la violenta chica de los cabellos blancos. Pero, pero, pero… Sea quien fuese la otra chica, no sonaba como una mala persona. En realidad, si me detenía a pensarlo, su modo de hablar era encantador.

    Cerré los ojos. Inspiré y exhale, lentamente. Conté hasta veinte en voz bajita.

    Para cuando terminé seguía muerta de miedo. Pero por lo menos me animé a voltear la cabeza hacia la otra persona, una estudiante de grandes ojos rosas y un gorrito con orejas de gato que me enterneció sobremanera.

    Gracias… —respondí. Traté de sonreír, pero no lo logré— Me… gusta tu…

    Sin querer, mis ojos, el gris y el celeste, giraron hacia la chica llamada Aki. Noté en su expresión cuánto le molestaba que la de los cabellos rosas apoyara la cabeza contra la suya. Inmediatamente mis palabras se volvieron atropelladas.

    Tú… me-me gusta… tu… tu… M-Me…

    Fue inevitable: giré sobre mi asiento, dándoles la espalda. Me abracé para auto-protegerme.
     
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  14.  
    Lariebel

    Lariebel Usuario popular Comentarista destacado

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    Karou Bright.

    Respiré hondo para tratar de calmar los nervios que estaban atacándome en este momento. La situación realmente se había desbordado y yo sabía que mi sensibilidad estaba al límite. Los gritos y los golpes me ponían en un estado del que no podía salir tan fácilmente. Tragué saliva y volví a mirar a mi compañera de cuarto, a quien empecé a tenerle aprecio a pesar de haberla conocido hace un momento. No podía soportar ver cómo ella se descontrolaba y estampaba su cartera hacia todo aquel que la molestaba. Muy dentro de mí, entendía que era su mecanismo de defensa, pero no podía evitar que mi cuerpo se tambaleara por los recuerdos que me quemaban los moretones de la piel. Me sentí avergonzada y débil.

    Me mordí el labio mientras notaba que Aki separaba mi mano de la suya. Su rostro ya no era el mismo que le había mostrado a Jack cuando estaba sumida en la furia. Mis hombros se relajaron ante la recuperación de su serenidad, a pesar de que le dedicó un último comentario despectivo a su contrincante. Se alejó y se sentó de nuevo sobre el sillón en el que estaba antes.

    Me acerqué a su lado, perdiendo la fortaleza que había permanecido en mí durante aquel momento de caos. Ya no podía ocultar los temblores de mis manos y el brillo de mis ojos amenazaba con dejar ir las lágrimas que intentaba aguantar. Con mucho cuidado, fui tomando la estrella blanca que colgaba de mi cuello y busqué la sonrisa de mi querida tía en mi mente, sin mucho éxito.

    —¡A~ki~chan~! —exclamó una niña que apareció literalmente de la nada junto a mí. Inmediatamente, tomé distancia por el susto que me había provocado. Observé cómo rodeaba con sus brazos a la peliblanca y la escuché decir que era su compañera de habitación. Sentí que, de repente, mi mundo se derrumbaba. ¿Justo tenía que aparecer en el momento en el que yo estaba así, en este estado precario de debilidad?

    Apreté mis puños y me dije que no, no quería que esta fuera nuestra presentación. Aprovechando que Aki y la pequeña de cabello rosa estaban en lo suyo, me alejé hacia el otro rincón del salón, pegada contra la pared. Quería esconderme para que nadie me viera así. Mis ojos se clavaron en el suelo mientras apretaba la estrella de mi collar, sin poder controlar los temblores y la dificultad para respirar.

    Ojalá que nadie viera esta faceta de mí. Ojalá que todo termine pronto. Ojalá que los gritos que invadieron mi cabeza se apagaran y no volvieran a atormentarme.


    Sé que quizás a muchos les sorprenda esta reacción de Karou, pero es algo que incluso especifiqué en su ficha. Ella tiene una especie de trauma, por lo que las situaciones que presentan un cierto grado de violencia y caos provocan que ella entre en este estado de inseguridad y de pánico. No lo puede controlar, pero tranquilos. Ella va a estar bien. No se preocupen. (?)
     
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  15.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Aki Chigusa

    —¡Aparta de una vez niñita entrometida~!—insistía, empujando la cabeza de Hoshi para alejarla, cuando una nueva voz llamó mi atención.

    Era una voz muy suave, tenue, que me recordó ligeramente al que tendía a emplear Karou al hablar. Como el fluir de un arroyo claro en las montañas que tanto odiaba, el trinar de los gorriones.Tartamudeoso y tímido. Apenas un leve susurro. Era la chica del abrigo rojo que estaba sentada a mi lado.

    No escuché lo que dijo porque estaba ocupada tratando de liberarme de cierta carga, pero sí fui consciente cuando me miró. Sus ojos, de colores distintos como nubes de lluvia se enfocaron en mí y su voz se tornó atropellada al mismo tiempo que su rostro tomaba más color. En segundos, sin razón aparente, pasó del blanco porcelana a un profundo rojo.

    Su cuerpo se tornó tembloroso y sus ojos casi parecían dar vueltas mientras su labio inferior temblaba al pronunciar cada palabra.

    Tú… me-me gusta…— decía— tu… tu… M-Me…

    Parpadeé, anonadada. Incluso me olvidé de que aquella niña seguía presionando su cabeza contra la mía ajena a todo al parecer. Seguí tratando de apartarla, pero mi fuerza se tornó irrisoria.

    —... ¿Eh?— murmuré, con un tono igual de bajo, confusa y extrañada. ¿Qué decía? ¿"M-me gusta tu..."? ¿Me gusta mi...? ¿"Mi qué..."? Repentinamente algo hizo clic en mi cabeza y me tocó a mi enrojecer. La impresión fue tal que terminé dando un brico en el asiento, apartando la cabeza de Hoshi con ello— ¿¡Eh~!? ¿¡Te gusto yo!?

    Miré al director de reojo. Ah, maldita sea. ¿Por qué seguía en silencio? ¡Su porte recio y su silente presencia no ayudaban en nada a calmar mi aprensión! Con una suave tos, tratando de coartar de alguna manera aquel grito pero con el corazón aún en la garganta, recuperé pronto la compostura.

    >>Ejem. P-pero que dices...—mascullé entonces— A mi no... Yo no... no podría corresponder tus sentimientos ¿sabes? Que me guste el yur— inspiré profundamente—. No puedo aceptarlos, lo lamento. Además, ni siquiera nos conocemos. ¿Acaso eres una acosadora como esta mocosa de aquí?

    Y mientras decía esto un frío extraño recorrió mi espalda, y fui consciente del espacio repentino que había a mi izquierda en el sillón. Mi desconcierto no se hizo esperar. No estaba. No estaba ahí, incluso si se había sentado conmigo hacía unos momentos. No Hoshi, por supuesto. Recordaba sentir su presencia antes de que ella llegara y el calor corporal que desprendía su piel. Había sostenido mis manos entre las suyas... Y ahora no había nada.

    Mi mirada se desplazó ligeramente, más allá del grupo de personas allí concurridas, el silente y amenazante director y su hijo "el atrasa comandas". Más allá de Akaname y sus muletas. Más allá del tipo raro que había gritado antes. Y di con ella en un rincón apartado del hall, con las manos apretadas en torno a algo que portaba en su cuello y los ojos fijos en el suelo impoluto de la entrada. ¿Qué hacía allí, tan lejos repentinamente? Sabía que era tímida e introvertida, por supuesto, pero ya había estado conmigo en el comedor. ¿Qué sentido tenía tanta timidez de la nada? ¿le agobiaría ver tanta gente junta? ¿le intimidaría el director? ¿acaso... estaba temblando?

    No pude evitar sentir en mi interior el golpeteo de la duda. Una sensación incipiente en mi estómago. ¿Por qué se había alejado de todos?

    "¿Karou... san?"
     
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  16.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Nisha Desrosiers.

    Al final más de uno se metió a hacer algún comentario, pero el mío pasó más o menos de largo, cosa que de alguna forma me alegró, lo que hice fue más que nada un acto impulsivo.
    Sin embargo, no había podido evitar volver la mirada de vez en cuando a la muchachita del cabello corto castaño, se había puesto en medio y había, de alguna forma increíble, apaciguado a la chica de la cartera asesina. Fue por ello que no me pasó desapercibido el hecho de que se alejara del grupo. Estaba... ¿huyendo? No había duda, la pregunta era de qué, qué era lo que buscaba evitar con tanto esfuerzo. Le temblaba todo el cuerpo.

    Sentí el corazón encogerse en mi pecho. Era inevitable. No podía ver alguien así, no lo soportaba, lanzaba señales contradictorias en mi cerebro y me recordaba que ya de por sí mis actitudes eran tan disonantes que podían hasta resultar erráticas.
    Una parte de mí decía a gritos que debía hacer la vista gorda, dejar que ella se tranquilizara como pudiese y que quizás lo menos que deseaba era que llegase alguien a incomodarla aún más, otra me empujaba a acercarme, decirle algo por mínimo que fuese porque quizás solo necesitaba un pequeñísimo empujón. Tal vez... sí podía ayudarla, pero tal vez alguien podría acercarse primero que yo.

    Mientras le daba vueltas a todo eso una y otra vez, mis piernas habían decidido seguir el impulso de una de mis ideas y pronto estuve junto a la chica. Noté que no solo temblaba, le costaba respirar y apretaba entre sus dedos lo que imaginé era el dije de un collar.
    Se me atoró la voz en la garganta, ¿qué se supone que debía decirle ahora? Si me quedaba callada iba a ser peor, o eso sentía yo. Deseé con todas mis fuerzas salir corriendo y encerrarme en la habitación por toda la eternidad. Di un paso atrás.
    Por estas cosas odiaba tener que lidiar con las personas, por no poder evitar involucrarme con ellas como estaba por hacer.
    No. No podía dejarla así. Iba a improvisar como nunca en mi maldita vida.

    —¿Te importa si te hago compañía? —le dije casi en un susurro que, dado su estado, era probable que no escuchara, pero tampoco quería espantarla. Adelanté la mano para darle un suave toque en el brazo, pero retrocedí casi de inmediato, no sabía si se iba a sentir peor si la tocaba. Empecé a buscar excusas, aunque algo de cierto tenían—. Si no quieres está bien. Solo no me gusta estar en medio de tanta gente y este rincón parecía un buen lugar.

    Por primera vez sentía que estaba hablando demasiado, pero lo dejé estar y solo me coloqué junto a ella, pegada a la pared. Lo que decidiese estaría bien, creo.
     
    Última edición: 8 Enero 2018
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  17.  
    Rein

    Rein Once

    Acuario
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    Yashiro Isana

    Suspiré al ver que nadie me había escuchado o habían decidido ignorarme olímpicamente. Bueno, seguro porque no había hecho muchas amistades aún, ¿no? Me encogí de hombros y busqué algún bote de basura o un lugar donde pudiera esconder mi basura, pues ya me había terminado el ramen instantáneo. Al encontrar un cesto que estaba cerca de mí, me percaté que aún traía puesto el vendaje. Vaya, esto ya es un récord, pensé. Odiaba tener cosas que me estorbaran los brazos. Estaba decidido a quitármelo hasta que vi justamente a mi enfermera alejarse de todos. Pude reconocer su cabello castaño. Eh... Que no se veía nada bien.

    Fui caminando hasta ella hasta que otra chica se me adelantó. No noté que le fuera a hacer lo que yo...

    —Creo que ahora es mi turno de curarte y hacerte sentir mejor, ¿qué opinas? —le abracé con mi brazo derecho suavemente cruzando por su espalda, mientras mi mano sobaba con cuidado su hombro derecho, ¡no quería causar malentendidos!— Mi mamá siempre me daba uno de estos cada que me sentía triste... —mentí, casi nunca recibía abrazos de ella, pero si era por hacerle sentir mejor a la chica, supuse que estaría bien.

    Me limité a mirarle desde arriba -aunque fuesen unos 10 centímetros- con una sonrisa de esas que confortan, me mirara o no, yo se la dedicaba.

    Así es Yashiro, sorry (?)



    OMG, siento que tengo errores, luego los checo que son las 2.30 am (?)
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Jack Atkinson

    La cosa parecía que había ido un poco lejos. Estaba a punto de indicarle a Tsunderosa que se daba vuelta como una tortilla para los insultos (¿ahora soy un esperpento; no era un demonio borracho hace cinco segundos atrás?) y aclararle que no tenía mucho suelo que besar tampoco, pues una pata estaba en el aire y la otra se apoyaba a duras penas, cuando pude notar como la chica que acompañaba a la gruñona, Karou, si mal no recordaba, se había apartado de todos, y se había acurrucado en un rincón.

    No me sentía para nada culpable por hacer enojar a Carterazos, pero al parecer las repercusiones de la pelea habían afectado a más gente de la que creía. Mientras una pequeña niña estaba molestando al Krampus, y un malentendido con Beatriz había hecho que esta convirtiera su cara en un tomate, la muchacha de ojos y pelo oscuro se había alejado, temblando y agarrando el collar que tenía al cuello. Me froté el rostro con pesadez, mientras suspiraba. La situación estaba bastante complicada. Sería genial que en estos momentos el director hablase.

    Pensé en ir a hablar con la joven, intentar ver que le pasaba y tal vez calmarla, pero Yashiro y otra chica se adelantaron. Viendo que eso ya estaba solucionado, al menos de momento, volví a mirar a Aki, creo que la habían llamado. Su mirada se centraba en su amiga, acurrucada en una esquina. Se ojos denotaban preocupación. Me froté en cuello. Tal vez lo que fuera a hacer no era necesario, pero sentía que tal vez tenía que hacer algo.

    Lanzando un largo suspiro, me acerqué al grupito disfuncional de la tímida, la duende melosa y la gruñona. Me puse al frente de Aki, y le hablé con voz suave.

    Mira, puede que lo primero que quieras hacerme ahora por acercarme es escupirme en la cara, y lo entiendo. Para que quede en claro, no lamento absolutamente nada haberte hecho cabrear de esa forma. Pero al parecer la pelea tuvo repercusiones...negativas.— dije, mirando sobre mi hombro. Volví a mirarla, directamente a los ojos.— Escucha, puede que ni siquiera me prestes atención ahora mismo, pero ella te necesita. Se nota. Y tú la necesitas a ella. Sé que ahora está rodeada, pero estoy seguro que le vendría bien que estés a su lado. Ni siquiera hace falta que le hables, tan solo...ponte junto a ella. Que sepa que estás ahí, y que puede confiar en ti. Le hará bien.

    Me di media vuelta para dirigirme de nuevo a mi sitio contra la pared, pero giré la cabeza, y la miré de vuelta.

    Puedes ignorarme olímpicamente si quieres, estarías en todo tu derecho. Pero sé lo que no es tener a nadie al lado para que te contenga y te ayude. Deberías intentar evitarle eso a tu amiga.
    <<Y también, baja un poco los decibeles. Serviría que seas un poco más calmada y amigable con el resto. No todo el mundo está en tu contra, o quiere hacerte algo malo. Tal vez haya personas que de verdad quieran conocerte y ser tus amigos.

    Dicho eso último, me dirigí tranquilo hacia la pared, y apoyé mi espalda en ella. Probablemente me insultaría, mentalmente o verbalmente, pero sinceramente no me importaba. Era lo que podía hacer, y pensaba que era lo correcto. Odiaba ver a la gente sola. Sola de verdad. Ya lo había sufrido. No quería que nadie más lo hiciera.

     
    Última edición: 8 Enero 2018
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  19.  
    Lariebel

    Lariebel Usuario popular Comentarista destacado

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    Karou Bright.

    —¿Te importa si te hago compañía? —escuché decir a alguien cerca de mí, a la vez que sentí un contacto suave sobre mi brazo. Retiró su mano mientras yo levantaba la mirada hacia la persona que me había hablado.

    Mis sentimientos eran un embrollo en aquel momento. Tragué saliva cuando vislumbré a una chica con una belleza implacable frente a mí. Sus ojos de color miel estaban llenos de preocupación y me quedé estupefacta ante su repentina amabilidad. Nunca antes la había visto.

    Solté con delicadeza mi estrella, agradeciéndole por haberme permitido recibir esta inexplicable ayuda.

    —Si no quieres está bien. Solo no me gusta estar en medio de tanta gente y este rincón parecía un buen lugar —mencionó la susodicha, apoyándose contra la pared también.

    —¡N-no! Q-quiero decir… —Me aclaré la garganta con nerviosismo—. E-está bien si quieres estar aquí. Y-yo no tengo ningún problema.

    La miré por un momento y una tímida sonrisa afloró en mi rostro.

    —S-soy Karou. Karou B-bright —le dije, extendiéndole mi mano.

    Mi presentación fue súbitamente interrumpida a causa de otra persona que se había acercado al lugar. Oh, ¿tanta gente me había visto así? Espero no haber molestado a nadie con mi exagerada reacción.

    —Creo que ahora es mi turno de curarte y hacerte sentir mejor, ¿qué opinas? —logré oír en mis orejas, sintiendo al mismo tiempo cómo alguien me rodeaba con su brazo y me acariciaba el hombro. Inmediatamente, sentí a mis mejillas quemarse por el fuerte sonrojo que me había provocado. Giré mi cabeza un poco hacia arriba y pude observar los ojos cálidos del chico a quien yo había ayudado en el tren— Mi mamá siempre me daba uno de estos cada que me sentía triste...

    Traté de controlar mi nerviosismo, pero realmente nadie me había abrazado de esa forma desde que yo había llegado. ¿Esto era normal cuando socializabas? No había hecho nada malo, ¿verdad?

    Estaba completamente paralizada en mi sitio, pero admitía que no me sentía como si aquello fuera un castigo. De hecho, se sentía como si estuviera rodeada de un ambiente acogedor que iba apartando mi pánico con lentas caricias.

    Bajé la mirada, avergonzada, hasta que me animé a contestarle.

    —Y-yo… G-gracias, de verdad. A los dos —les susurré a los que se habían acercado a mí—. A-admito que… soy muy sensible a los ambientes caóticos. P-pero ya se me está pasando… Al terminar de hablar, dirigí mis ojos hacia ellos y les dediqué una pequeña sonrisa, pero sincera.

    Yáahl Rein Tengo una duda, mi Yáahlcita. En el diálogo de tu pj, ¿no querías decir que no le gustaba estar entre tanta gente? ;o; Me confundí con eso, idk.
     
    Última edición: 8 Enero 2018
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  20.  
    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Beatriz

    ¿¡Eh~!? ¿¡Te gusto yo!?


    Pese a que no había un espejo en las cercanías en el cual pudiese ver mi rostro, supe que jamás tuve un rubor tan intenso como el de ese momento. Nunca jamás. Podía sentir el calor emanando de mis mejillas, de mi frente, de mis orejas, de cada centímetro apreciable. Al mismo tiempo, repasaba las palabras de la Tsunderosa con la esperanza de haberle entendido mal. Pero no pude cambiar el hecho de que fuese ella quien me malentendió a mí… ¡Y e-e-encima le había hablado a la más pequeña!

    P-pero que dices… —continuó— A mi no... Yo no... no podría corresponder tus sentimientos ¿sabes? Que me guste el yur… —se interrumpió—. No puedo aceptarlos, lo lamento. Además, ni siquiera nos conocemos. ¿Acaso eres una acosadora como esta mocosa de aquí?

    Me levanté de mi asiento de un salto, con los puños cerrados y mirándola con los labios apretados, temerosa y desesperada. El calor se seguía desprendiendo de mis facciones. Debía de verme roja, demasiado roja. Pero debía aclarar cuanto antes ese malentendido, no quería que los que nos rodeaban se hicieran ideas equivocadas de mí, ay, ¿por qué tenía que ser así de torpe?

    Sin embargo, al separar los labios, fui interrumpida de nuevo. Quien apareció fue nada más y nada menos que Jack. Le habló a la chica de la Cartera Letal. Su voz sonaba suave, pero por primera vez lo noté una faceta nueva suya, una en la que predominaba la seriedad y un dejo de molestia. Mientras lo oía, de pie a un costado del lugar de Tsunderosa, miré a mi alrededor.

    Efectivamente, la chica del cabello castaño, la misma que había tranquilizado las aguas durante la pelea anterior con Jack, se había alejado de todos nosotros. Afectada por los cruces recientes. Me quedé mirándola un instante. Con ella se encontraban Nisha y Yashiro, quien la estaba animando con un abrazo sobre los hombros. Aunque yo no fui partícipe de las peleas, me sentí culpable por algún motivo.

    Y también, baja un poco los decibeles —escuché decir a Jack, haciendo que me enfocara nuevamente en mi sitio—. Serviría que seas un poco más calmada y amigable con el resto. No todo el mundo está en tu contra, o quiere hacerte algo malo. Tal vez haya personas que de verdad quieran conocerte y ser tus amigos —palabras tras las cuales se alejó.

    A esa altura mi rostro ya no estaba tan caliente. De seguro el rubor había bajado, ¿tal vez? Pero ahora no sabía qué hacer. Me quedé de pie, aguantando la respiración a la espera de una reacción por parte de Tsunderosa (me apena referirme a ella con ese mote, pe-pe-pero no tengo una referencia más legal, ¿tal vez?).
     
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