Una de las cabañas individuales del Hotel Mirai. Por la imágen pixelada que se encuentra en la puerta, esta pertenece a Celia Ackerman. Hacia la izquierda de la entrada, había una cama de dos plazas con sábanas blancas. Había dos ventanas pequeñas con cortinas color gris, y junto a la cama había una pequeña mesita de luz con una lámpara sobre ella. Hacia la derecha había un armario el doble de grande de lo normal, y dentro pudo encontrar no sólo su ropa, sino que una enorme cantidad de prendas de vestir de todo tipo; elegantes vestidos, atuendos extravagantes, ropa de marca carísima… de todo un poco. También había una puerta más a la derecha que llevaba a su baño personal. El mismo contaba con todo lo básico de un baño; lavabo, retrete, bidet, y una ducha con cortinas negras. Había allí shampoo, jabón y acondicionador listos para ser usados. Por último, pegado a la pared y sobre la ventana, se hallaba uno de los monitores de la isla. Contenido oculto MonoMonedas: 4 Fragmentos de Esperanza: 0 Inventario: -Revista de Chimentos (regalo de Alethea Ethans).
Karen Foster Espero que esté aquí, me dije a mí misma mientras contemplaba la imagen en la puerta. En ella se mostraba a una muchacha de cabellos violetas y ojos marrones. La habitación de Celia. —¿Hola~? ¿Celia, estás ocupada? —llamé, acomodando como podía el walkie-talkie y la cámara en mi mano libre—. Estaba pensando en ir al supermercado, ¿no te gustaría acompañarme?
Celia Ackerman El anuncio en la playa fue una especie de encerrona. Un oso de peluche llamado Monokuma apareció y reveló la verdadera identidad de Monomi, aquella coneja repugnante que nos hizo movernos para unas habitaciones que ella misma había cerrado. Desde luego eso no se lo iba a perdonar nunca. Ambos osos eran escalofriantes, no apetecía cruzarse con ellos, desde luego. Sin embargo, Monokuma tomó la palabra y mis sospechas sobre ellos se confirmaron. Estábamos atrapados en esta isla. No se trataba de un viaje escolar; o bueno, sí, pero con un fin muy distinto al aprendizaje (lo cual no sabía si me disgustaba realmente). Nos encontrábamos encerrados por puro entretenimiento, para que Monokuma se lo pasara bien viendo cómo nos matábamos unos a otros. Un crimen. Esa era la clave de todo, un crimen y podríamos salir vivos, pero si fallábamos seríamos ejecutados. No sabía si fiarme, o si realmente todo era una broma de televisión, pero en caso de que fuera verdad... ... si eso era realmente cierto, ninguno de nosotros ya no éramos amigos. Éramos competencia. La charla continuó y fue entonces cuando nos comunicó que nuestros teléfonos móviles no regresarían a nosotros. Los habíamos perdido para siempre. Mi mente se nubló entonces y no quise escuchar nada más. Tras la noticia, mi ánimo acabó por caer del todo y mis fuerzas se fueron conmigo. Corrí hasta mi habitación y allí me quede... ahogando mi llanto en la almohada. *toc toc* —¿Eh..? —musité mientras sacaba la cabeza de debajo de la almohada. Había dejado un charco en las sábanas a causa de mis lágrimas, que cubrí rápidamente con la almohada y mi rostro aún estaba húmedo y rojo. No quería que nadie me viera así, por lo que me incorporé, me sequé con un pañuelo y traté de mantener la compostura, que no se me notara mi dificultad para respirar. Al abrirse la puerta fue Karen, la fotógrafa, quien apareció por allí. A decir verdad, no hubiera querido ver a nadie, pero que fuera ella especialmente... de algún modo me tranquilizó. No sabría explicar por qué, quizás le estaba cogiendo cariño. Y no debía, pues su supervivencia sería a costa de la mía. Pero mientras estuviera aquí, necesitaba apoyo de algún modo... —Hola, Karen... —saludé con gran pesadez. Se me hacía un mundo hablar, interactuar, vivir. Sin el teléfono la cosa era muy distinta. Algo más relajada me dejé caer sobre la cama acompañada de un suspiro—. Tía, mi móvil... ¿Qué hago yo ahora? La chica se sentó a mi lado y me propuso entonces ir al supermercado, a dar una vuelta. —¿De compras...? Bueno, si que necesitaba un bikini para la playa... Vamos a ver entonces, a lo mejor darme un paseo me anima. Acepté su propuesta entonces y nos fuimos al supermercado. ¿Podría confiar en ella...? Contenido oculto Perdón por la tardanza, ya estoy aquí ;_; Nami, ¿queda algo por investigar en el supermercado? (? Y y y creo recordar que se podían coger artículos de por allí porque somos estudiantes y eso, ¿se sigue pudiendo? Para que mi Celia coja algo (??
Karen Foster Me sorprendí al ver el rostro de Celia, pero no comenté nada al respecto, sabiendo que lo mejor era dejarla desahogar a su tiempo. Yo apenas le prestaba atención a mi propio teléfono, así que su ausencia no significaba un problema especial para mí. Sin embargo, ella lucía tan devastada ante la noticia. Bueno, pero si se hubieran llevado mi cámara, yo estaría igual o peor que ella... Así que guardé silencio luego de invitarla al supermercado. En serio prefería que me acompañara, mas si no se sentía bien para ahora para hacerle frente a esta maldita isla no podía obligarla a ir conmigo. <—¿De compras...? Bueno, si que necesitaba un bikini para la playa... Vamos a ver entonces, a lo mejor darme un paseo me anima.> —¿Verdad que sí? —sonreí entusiasmada, tomando nuevamente mis cosas para poder salir cuando lo recordé—. ¡Pero antes! En mi cuarto encontré una extraña moneda y quizás tú también tengas alguna, ¿sabes? Revisa el cajón de tu mesita de luz, por favor. Contenido oculto Tenía entendido que sí podíamos seguir sacando cosas del supermercado, que Karen también precisa de algunas. Pero lo mejor es si vamos a echarle un vistazo a la máquina expendedora para cambiar las Monomonedas
Celia Ackerman Karen guardaba silencio mientras que me escuchaba quejarme. La muchacha se comportaba muy bien conmigo, lo cual me hacía plantearme hasta qué punto me estaría engañando, porque obviamente debía engañarme de algún modo, ¿no? Quiero decir, ¡no podíamos vivir las dos! ¿Acaso no le preocupaba su supervivencia? Me levanté de la cama y me cambié peiné vagamente. No esperaba encontrar a nadie en el camino al supermercado; a fin de cuentas solo éramos dieciséis aquí. Arreglada ya, me dispuse a abrir la puerta para que saliéramos las dos. ¡Pero antes...! —¡Pero antes! En mi cuarto encontré una extraña moneda y quizás tú también tengas alguna, ¿sabes? Revisa el cajón de tu mesita de luz, por favor. —¿U-una moneda, dices? —La cogí y la examiné; tenía la cara de aquel extraño panda, Monokuma. Ella la había encontrado en el cajón de su cuarto, ¿quién me decía que mi habitación no podría contener otra?—. Qué suerte tía... voy a echar un vistazo, a ver qué encuentro. >>De todas formas, no nos harán pagar por lo que haya en el supermercado, ¿verdad? ¡Encima que nos tienen aquí encerrados, lo que faltaba! Abrí entonces el cajón, algo dudosa de que pudiera ser una trampa. Pero en fin... aún era muy temparano para tener preparado un crimen, ¿verdad? Contenido oculto Nami Roronoa yo pensaba que solo había en la habitación de Karen, pero por probar no pierdo nada, supongo (?) Natsu, no me odies (?) Es que Celia es desconfiada :(
Al revisar aquel cajón, Celia corrió la misma suerte que Karen y descubrió que efectivamente se encontraba allí una de aquellas monedas de bronce… vaya, que curioso, ¿sería lo mismo en todas las habitaciones? ¡MonoMoneda obtenida!
Celia Ackerman Hui del parque tras obtener el fragmento que quería. Ahora mismo tenía dos, era la más aventajada de todos, ¿no? Al menos, así debía ser. En cualquier caso, ese medicucho iba a tener muchos problemas aquí y me encargaría de alertar a los demás de su peligro para que acabaran con él cuanto antes. Debía salir victoriosa y él era un impedimento con total seguridad. Recorrí todo el trayecto hasta mi habitación deseosa de encontrarme con alguien con quien poder pagar mis frustraciones. Esperaba encontrarme algun pardillo con quien desahogarme, insultarle un rato, hacerle sentir inferior, ¡lo que fuera! Pero no hubo suerte, de tal modo que al entrar en mi habitación di un enorme portazo que debió retumbar en las habitaciones contiguas. Luego solté una patada contra la pared y me lancé a la cama, para pensar algo. Desde luego todo estaba saliendo mal aquí. Ningún chico se fijaba en mí, solo petardas como Alethea, quienes no me importaban en absoluto. Además, no tenía mi teléfono, estaba incomunicada, y mi familia y amigos podían estar en peligro. Cómo no, a todo eso añadirle que estaba en riesgo de muerte y ningún sitio era seguro. —Buffff, qué rayante —exclamé al aire, cerrando el puño con fuerza. No había mucho más que hacer de momento, así que sería una buena ponerme el pijama e irme a dormir. ¡Ni una ducha podía darme! Si es que cuando el día está torcido...
Celia Ackerman Mi plan de asesinato a Nagito había sido frustrado por la maldita idol. Pensé si merecía la pena acabar allí con ella, pero Nagito sería testigo y seguro que saldría perjudicada. No podía arriesgarme, debía trazar un plan sin fisuras. Ya volvería a por el suertudo, ¡a ver si la suerte le salvaba de su destino! Asqueada y rabiosa a partes iguales, retorné a mi habitación. Durante la noche, mientras todos estuvieran durmiendo, acecharía de nuevo el granero. Sabía demasiado ese tipo y si antes de la mañana estaba fuera de combate no proporcionaría más información que pudiera ser utilizada en mi contra. —Vamos a ver quién sale en la revista hoy. Hala, la Natacha otra vez. Esta se roba todos los reportajes la muy... —Me contuve para no decir lo que pensaba de ella. Esperaría leyendo un poco y cuando fuera más tarde saldría de caza.
