FanficsLandia Guerra y pintura

Los altavoces, ubicados en cada una de las áreas de juego, ocultos entre la maleza, comenzaron a emitir los primeros sonidos, indicador de que la GM estaba a punto de dar inicio al tan esperado juego. Algunos contuvieron la respiración, sintiendo que el sonido de su corazón podría ser escuchado y delataría su posición. Los diez jugadores de la primera partida de paintball fanfisclandera se encontraban esparcidos alrededor de un área cargada de vegetación dividida entre distintos sectores, donde se encontraban escondidos los participantes que se disponían a alzarse con la victoria.

—Muy bien, wachos. En esta guerra todo es válido excepto la agresión física, así sea pegar patadas, tirarse del pelo o lanzar escafandras, ¿cachai'? —sentenció EliLover, la diosa omnipresente, coordinadora del juego que estaba por llevarse a cabo—. Y no, tampoco vale lanzar drabblines, Pacman. Sabes que puede causar urticaria sobre los FicCoineros.

Pacman, desde su escondite, volvió a meter las monedas que tenía en la mano a su bolsillo sigilosamente. Pero el talco lo dejó fuera por si acaso, dado que no lo habían baneado expresamente.

—Muy bien, a mi señal, pueden ir a esconderse. Procuren guardar sigilo, y cuando inicie la ronda, podrán comenzar la ofensiva. ¿Todos listo? —cruzó sus piernas, sentada en su trono todopoderoso, y sonrió, deseando ver aquella masacre de tierra y pintura que estaba por venir—. ¡Que comience la batalla!

Y todos, desde algún punto de aquella extensión de terreno, sujetaron con fuerza sus armas de pintura, comenzando a correr por la zona en busca de un buen escondite donde ningún disparo pudiese dañar su ropa. La zona uno, donde se encontraban acumulados una mayor cantidad de árboles frondosos, decidió esconderse Juanjomaster, a sabiendas de que sería más difícil encontrarle. O quizás, simplemente lo hizo para poder vaguear a gusto. Por suerte, esa zona fue completamente suya.

Por otro lado, Sweet, mientras avanzaba por los caminos que conectaban la zona tres, dio un respingo del susto al escuchar a alguien caminar hacia ella. Abrazando su arma intentó apuntar a su presunto enemigo, pero acabó dándole la vuelta al arma por los nervios del momento.

—¡Woh, hey, hey, para! Si yo solo estoy aquí por las monedas; ya sabes, me gusta el dinero —esa voz, esas palabras... Sweet soltó un suspiro al ver de quién se trataba.

—¡Rey, no me des sustos así! —exclamó, intentando bajar la voz mientras miraba a su alrededor. Infló sus mejillas mientras volvía a mirarle, tironeando de él hacia uno de los setos—. Vamos, que tenemos poco tiempo y van a acabar pillándonos. Creo que este es un buen sitio para escond...

—Ocupado —dijo una voz al otro lado del seto. Sweet y Rey se inclinaron para ver que Gold estaba ya tumbado entre los matorrales, colocando la mira de su arma hacia la zona de enfrente—. Si vais a quedaros aquí, procurad agacharos lo suficiente o estaremos acabados.

—Uh... Está bien —murmuró Sweet, no muy convencida del todo. Al menos, le alegraba saber que no estaba sola de momento.

—Oye, pero ya en serio... ¿Nos pagan por cada minuto que aguantemos vivos y eso?

Si no fuera porque en aquel instante eran compañeros, Rey tendría ahora una mancha de pintura en la cara cortesía de Sweet.

La zona que estaba siendo apuntada por Gold era ni más ni menos que la zona cuatro. Allí, Amane se encontraba aún debatiéndose por encontrar el mejor escondrijo por el momento. ¡Necesitaba encontrar uno, y pronto! Realmente el lugar donde se encontraba parecía una fortaleza infranqueable de hojas, y eso la aliviaba. Mas cuando quiso agacharse para comenzar a apuntar hacia el exterior, le sorprendió ver algo extraño no muy lejos de ella. Un seto de forma cuadrada, cubierto de hojas, que tenía... ¿ruedas?

Curiosa, Amane apartó varias de las ramas y hojas que servían de aquel objeto como escondrijo, para encontrar a Pacman oculto en su interior; arma en mano.

—¡Mane! ¿Cómo tú por aquí? —exclamó el tipo, sin detenerse a mirarla. Parecía estar ocupado buscando con la mira a sus objetivos dentro de lo que parecía, ahora que lo veía mejor, un... ¿carrito?—. Creo que tengo en la mira a Rey, su esencia memística no pasa desapercibido por el gerente del Memebar.

—Eh... Uh... Claro, como sea —murmuró la chica, sin llegar a entender de lo que estaba hablando. El tiempo se echaba encima, y finalmente decidió que se escondería detrás de aquel carrito improvisado. Quién lo hubiera dicho—. Uhm, ¿crees que es seguro estar escondido ahí? Digo, tu carrito tiene ruedas y este lugar está algo empinado, podrías...

—¡Tranqui, lo tengo todo controlado! He colocado piedritas para que no pase nada y... —pero al fijarse mejor, notó que esas piedritas ya no estaban—. ¡Espera, ¿dónde están mis piedritas?! ¡Seguro que es culpa de esa fascista, wea 1, nunca me vencerás! —pero mientras hablaba, el carrito comenzó a avanzar debido a que Pacman comenzó a moverse demasiado en su interior, y mientras Amane se encontraba atenta en vigilar la zona, el chico comenzó a alejarse cuesta abajo gritando nosequé de un círculo.

>>¡Larga vida a Deux Ex Circulito, él me sacará de esta!

Amane regresó tras investigar la zona, con la atención puesta en las zonas adyacentes. Al regresar la mirada hacia donde se suponía que estaba el carrito con aquel tipo, se dio cuenta de su repentina desaparición.

—¿Pacman?

Mane no volvió a verle más por su zona.

Sorprendentemente, en la zona cinco dos chicas también parecieron coincidir en su búsqueda por encontrar el mejor lugar donde esconderse. Atentas a lo que les rodeaba, soltaron una exclamación al chocarse de espaldas, sin percatarse de la presencia de la otra hasta que se tocaron. Eso sí que era estar alerta, ¿eh?

—¡¡Atrás, tengo un arma y no me da miedo usarla!! —exclamó Liza, sobreactuando mientras apuntaba teatralmente con su rifle de pintura a aquella otra persona. Pero al ver la expresión sobresaltada de la chica frente a ella, soltó un suspiro de alivio—. ¡Marida, eres tú! ¡Qué alegría no tener que dispararte!

—Ah ok, le querías disparar a tu marida en la frente, qué feo —se quejó Rein, indignada. No obstante pronto cambió la expresión al ver que quedaba poco tiempo para esconderse—. ¿A dónde deberíamos ir? ¡No nos dará tiempo!

—¡Tú confía en mí, querida! ¡Por aquí! —aseguró, tirando de su mano para ponerse en marcha. La zona colindante según donde se encontraban era la cuatro, por lo que Liza ya tenía un objetivo en la mira. Rein simplemente se dejó llevar, intentando no quedarse atrás—. Yo voy a esconderme por esta zona y atacaré con todo lo que tengo, tú puedes ocultarte a mis espaldas y así defendemos nuestra retaguardia.

—Vale, me parece bien. Entonces supongo que simplemente hay que esperar a la señal y... ¿Marida?

—¡¡Toma esa, sucio insecto!! ¡Muereeeee! —exclamaba su acompañante, disparando su munición hacia unos matorrales que acababan de moverse. Rein la dejó a lo suyo mientras se disponía a defender su frente, por lo que no escuchó sus lamentos cuando pareció que Liza había disparado a una pobre paloma.

Eso no se lo perdonaría en la vida.

Por el último lado, Sorel y Paulijem aguantaban escondidas en la zona seis, manteniendo la debida precaución. Probablemente, aquel fuese el equipo más tranquilo de todos, por lo que no había nada que destacar. Fue así cuando, sorprendiendo a todos los presentes, la diosa EliLover hizo sonar la señal que daría comienzo al fuego cruzado.

Amane no se hizo de esperar, y con un rápido set de disparos, logró acertar en la mano de Sweet, Gold y Rey, ¡quitándole algo de puntos! Liza no tardó en hacerse de esperar, y comenzó a disparar entre gritos hacia la zona a la que le había echado el ojo, acertando a Amane en la frente y logrando hacerla retroceder. Rein, siguiendo su grito de guerra, logró acertar otro par de puntos en ella. Pero grande fue su sorpresa y la de todos al ver un carrito cuesta abajo con aquel que parecía Pacman, siendo incapaz de frenarlo. Como era evidente, el pobre acabó llevándose más de un disparo encima.

—¡¡Muerte al sector seis! VIVAN LOS DRABBLINES —gritaba, rodando cuesta abajo hasta desaparecer en la distancia. Pero volvería, dadlo por hecho. Sorel y Paulijem, al menos, retrocedieron con aquellos disparos.

Los siguientes sectores se vieron afectados por la guerra de pinturas, y todos comenzaron a ver como posible potencial a aquella francotiradora de aspecto dulce e inocente. ¡SweetSorrow acaba de dispararle en una zona delicada a su esposo, vaya!

—¿¡Y eso a qué ha venido!?

—A que hoy te toca dormir en el sofá, esposo mío —se sonrió la chica, sorprendida hasta ella de su propio tiro.

—¡Oye, perra, que ese sofá es mío! —se escuchó la voz de la diosa tronar en el cielo, ametendrando a varios de los participantes. Sin embargo, Juanjo se mantuvo impasible.

—Ven a por él entonces, perra —la encaró, dispuesto a dispararle al dios omnipotente. Fue en ese entonces cuando, mientras que ambos discutían, se percataron de que algo iba mal con Sweet. Al observarla, notaron que se había quedado paralizada en el sitio, como si su tiempo se hubiese detenido. Juanjo se acercó y movió una mano frente a su rostro—. Creo que se ha buggeado.

>>En fin, cosas que pasan.

Y tras encogerse de hombros, regresó a su puesto, continuando así con la guerra de pintura. Fue sin duda la primera ronda más genial de todas, incluso tuvieron un invitado especial, Neru, quien se asomó solo para decir que para ganar debían matar al GM. Al final, acabó regresando bañado en pintura de todos los colores.


[Cinco horas más tarde...]


—...¡Ataco a la zona uno! —exclamó de repente Sweet, volviendo a poder moverse. Aturdida, notó cómo todos a su alrededor ya se habían marchado, y se había quedado sola—. ¿Chicos? ¿Hola? ¿Hay alguien?

Demonios, otra vez el estúpido internet haciendo de las suyas.