Good little girl (hora de aventura) (Fiolee)

Tema en 'Fanfics abandonados TV, Cine y Comics' iniciado por Rebellious Mind, 27 Junio 2013.

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    Rebellious Mind

    Rebellious Mind Nefilimm

    Virgo
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    Escritora
    Título:
    Good little girl (hora de aventura) (Fiolee)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3116
    Capitulo 1: Asesino.

    Me acurruco en el viejo sillón de la desordenada sala de la casa del árbol. Escucho como B-MO experimenta con los nuevos juegos que el príncipe Gumball le ha regalado. Cake saborea un gran tazón de helado napolitano que ha conseguido quien sabe dónde.
    Me levanto, aburrida, hacia la ventana. Está lloviendo a cantaros afuera. Bufo, molesta, haciendo que unos cuantos cabellos rubios de mi copete vuelen y vuelvan a caer en mi rostro un poco después.

    --Tsk… que día más aburrido—me quejo, recargándome en el quicio de la ventana. Volteo a ver a Cake, sigue comiendo su helado sin hacerme caso alguno.

    -- Si te parece aburrido, porque no sales a ver que quiere tu príncipe, Fionna—me dice
    Cake mientras se atiborra de helado.

    -- No es mi príncipe… solo somos amigos—me ruborizo bastante. B-MO empieza a canturrear, pues esa es la frase que siempre digo.

    -- Yo pienso que te gusta mucho el rosadito—replica Cake, entonces le lanzo un cojín a la cara, haciendo que mi gata se atragante con el helado.

    -- Ya cállate—bufo de nuevo—pensándolo bien, creo que si voy a ver al príncipe Gumball—
    Cake niega con la cabeza mientras sigue comiendo de su tazón de helado.

    --Es bipolar—alcanzo a escuchar lo que dice Cake, frunzo el ceño mientras busco mi espada de cristal.

    -- Déjala, está en sus días—le explica B-MO.

    -- ¡Las estoy escuchando!—grito furiosa, por detrás de la puerta.
    Fastidiada, salgo de la casa del árbol, cargando mi espada de cristal en mi espalda. Realmente, admito que están diciendo la verdad. Me gusta mucho (demasiado) el príncipe Gumball. Con solo escuchar su nombre me tiemblan las piernas, sin embargo, me fastidia que me hablen de él.

    Dejo que la lluvia empape mi gorro con forma de orejas de conejo. El camino al palacio, sin Cake, es demasiado largo. Poco tiempo después, la lluvia cesa. Sin embargo estoy empapada. Me quito el gorro y lo exprimo, dejando caer mi largo cabello rubio, entonces, siento como alguien empieza a juguetear con él.

    --Lee… podrías dejar de agarrar mi cabello—me quejo, sabiendo perfectamente que el vampiro se encuentra detrás de mí. El azabache flota sobre mi cabeza y empieza a producir esa risa picara que siempre me hace reír a mí también.

    --tienes ojos en la espalda, Fionna—pasa arriba de mi cabeza hasta dar con mi rostro. Lo miro molesta, a veces suele ser bastante fastidioso.

    -- No, te conozco lo suficiente para saber que eres tú—digo, seria. El me mira curioso, mientras da vueltas a mí alrededor.

    --¿Qué te pasa?—Me pregunta.

    —Nada…-- digo bajando la voz. Marshall frunce el ceño.

    —Ah ya, es por el hombre chicle—cruza los brazos, molesto. Me ruborizo bastante, pero aun así, niego con la cabeza. Hace que lo mire a los ojos.

    —N-no… no—trato de formular una oración, pero me ha dado en el punto débil. Me mira a los ojos. Encuentro un poco de tristeza en los suyos, siempre me encuentra sufriendo por lo mismo.

    —No tienes que negar nada, pequeña—sonríe, pícaro. Bufo un poco y vuelve a reír—Pero, porque mejor no dejas de pensar en el chicloso y vamos por una aventura—
    Sonrío amablemente. Lo bueno de Marshall es que siempre busca con que animarme. Miro hacia delante, sonriente.

    —Voy precisamente al dulce reino para que Gumball me dé una misión—le explico, después, lo miro a los ojos— ¿Me acompañas?—
    Mi amigo niega con la cabeza, divertido.

    —Entonces, deja que te lleve. Así llegaremos más rápido—entonces, sin que yo me dé cuenta, me agarra de la cadera. Me ruborizo bastante. Empezamos a flotar y yo pataleo para que me suelte.

    --¡¿Qué te pasa?! ¡Suéltame Marshall Lee!—le grito, furiosa. Nunca me ha gustado que me lleve volando de esa forma, me hace sentir… extraña.

    Al final de cuentas, dejo que me lleve, porque ya estamos muy arriba. Él tiene una sonrisa de victoria en el rostro, le fascina verme fastidiada, además de tenerme agarrada de la cadera con toda libertad. De solo pensarlo el color se me sube a las mejillas. Entonces en las nubes, diviso algunos rayos de sol que empiezan a salir. Volteo a ver a Marshall, que al parecer también se ha dado cuenta.

    —Marshall…--volteo a ver al azabache, que asiente haciéndome saber que estaba escuchando—no trajiste protección, ¿Verdad?—
    El, sonriendo, niego con la cabeza. Bufo y sonrío con diversión. Le doy mi gorro para que se lo ponga y el hace una mueca de disgusto.

    —No me voy a poner eso, Fionna—me reprocha, yo niego con la cabeza y de todas maneras se lo pongo.

    No se te va a arruinar el copete, tranquilo—Me río, al verlo molesto y fastidiado. A veces, suele ser muy testarudo.

    Como predije, el sol salió precipitadamente. Entonces, sonrío con gran júbilo al ver el dulce reino frente a mis ojos. El viaje no fue tan largo como pensé.
    En la entrada de la puerta se encuentran los guardias banana, cuidando de la seguridad de la dulce gente. Sin embargo, Marshall los ignora y pasa por encima del gran portón, como todo un rebelde. Terminamos aterrizando, enfrente del dulce palacio. Una gran sonrisa se dibuja en mi rostro, Marshall sonríe pero no de felicidad, si no de forma hipócrita.

    --¡Fionna!¡Que gusto verte!—exclama alegremente el príncipe Gumball. Yo sonrío amable, devolviéndole el saludo.

    --Buen día también, hombre chicle—se queja Lee, yo volteo a verlo, por su maleducada forma de contestar, aunque a su manera tiene razón.

    --Siempre maleducado Marshall—dice el príncipe sin mirarlo, pero con una mueca de disgusto.

    -- Su majestad, hemos venido a ver si nos podría dar una misión—Sonrío amable—Estamos a sus órdenes—

    --Yo no…-- murmura Lee, haciendo que el príncipe frunza el ceño. Nos hace pasar a su palacio, mira con curiosidad mi gorro en la cabeza de Marshall. Al darme cuenta, le quito el gorro, me recojo el cabello y me lo pongo. La mueca del príncipe desaparece.

    --¡Tengo suerte que hayan aparecido! Necesito que vallan por unas cosas a la tierra luminosa—exclama el príncipe—Son unas cosas que necesito para un experimento que voy a realizar—
    Sonrío, siempre me ha gustado ir a la tierra luminosa. Es un lugar muy pacifico, siempre lleno de caridad y luz. Entonces Marshall hace una mueca.

    --Pero yo no puedo ir—dice Lee. Entiendo, si el fuera a la tierra luminosa moriría. Asiento, confirmando la opinión de mi amigo.

    --Es cierto, además, hoy le prometí a Marshall tener una aventura con el—explico, aunque en realidad sea mentira. Gumball hace una mueca, al parecer no le gusta la idea, ¿será que esta celoso porque paso mucho tiempo con Lee? Borro rápidamente esa idea tan absurda de mi cabeza, el príncipe Gumball no puede estar celoso de Marshall y mucho menos por mí. Porque, Marshall es prácticamente malvado y el príncipe es todo un caballero, además, yo solo soy una chiquilla.

    --No te preocupes, Fionna—el príncipe sonríe amable—Creo que tu sola podrás ir, no es muy peligroso—

    --Nada de lo que haces es peligroso, chicle—contesta Marshall. Asiento, realmente, puedo hacerlo sola. Gumball me da una lista, que es muy corta. Solo una especie de flor y unas cuantas cosas mágicas, no son difíciles de encontrar.

    Entonces, Cake aparece por la gran puerta, con sus grandes ojos rasgados mirándome con curiosidad.

    --¡Hermanita! ¿Por qué no me aviso que iría de aventura con Lee? ¿Eh, picarona?—exclama, alegre. Me ruborizo un poco, pero sonrió. La gata se acerca y yo la agarro, cargándola en mis brazos.

    --Ya no iré, al chicloso se le ocurrió mandar a Fionna a la tierra luminosa—se queja Marshall, yo bufo, odio cuando se pone a reprocharme.

    --No tardaré mucho, Lee—explico—además, Cake ira conmigo—

    Marshall se ríe, astuto. Gumball niega con la cabeza y después me da unas palmadas de suerte en la mía, haciendo que mis orejas de conejo bajen y suban. Me ruborizo, Cake se ríe con picardía, pero antes de que pueda decir otra cosa, la fulmino con la mirada.

    --El demonio y yo pasaremos tiempo de caridad, no se preocupen—Avisa Gumball cuando vamos saliendo del palacio. Marshall termina adentrándose en el palacio sin hacer mucho caso al príncipe.
    Cake se hace grande, y salimos disparadas en busca de una nueva aventura.

    Cake esta sonriendo, mucho. La miro, curiosa por su actitud, aunque realmente termino jugando con sus suaves orejas. El viaje a la tierra luminosa es largo. Queda casi aun lado del reino grumoso, pero ir con Cake, es como ir con Marshall. El tiempo pasa como si nada.

    --Señorita, picarona—Canturrea Cake, yo frunzo el ceño. No me gusta que me haga parecer una aprovechada.

    --¿Porque lo dices?

    -- A mi se me hace que a Gumball no le gusta que pases tiempo con Lee—Se ríe. Yo me acuesto en su espalda, sin hacerle mucho caso a su comentario.

    --Claro que no, Marshall y yo llevamos mucho tiempo siendo amigos.

    --Pero te has puesto mas bonita.

    --El es un príncipe.

    -- Y Marshall un vampiro muy apuesto, Fionna—Me contesta. Yo nunca he visto a Marshall mas que un amigo, aunque si, es muy apuesto.

    --Pero no me gusta—Reprocho.

    --¿Por qué no?—Pregunta Cake, transformándose para mirarme a los ojos, bufo. Más cosas sentimentales.

    --Porque él tampoco ha presentado interés en mi—Explico—además es un brusco, no me trata como debería tratarme—
    Hace un año que conozco a Lee. Ha sido mi mejor amigo en el mundo desde entonces.

    Me ha ayudado en mis aventuras, en mis problemas y hasta cuando sufro por el príncipe Gumball. Pero nunca lo he visto de otra forma.

    Cake deja el tema al olvido y regresa al frente. Yo sigo haciendo formas con su pelo. No debería entretenerme tanto en esas cosas.

    Observo a lo lejos un gran aro de luz pura y limpia.

    En la tierra luminosa, todo es pureza. Nunca ha habido un incidente malo en ese lugar, por eso casi nunca lo visito. Sin embargo, siempre me ha gustado ir.

    Cake me baja y se hace pequeña. Entramos con gran libertad por las puertas que despiden luz y tranquilidad. Los aldeanos, parecen humanos, lo único malo es que tienen caras blancas como la nieve y usan túnicas muy (extremadamente muy) raras.

    --Disculpe, ¿me podría decir donde se encuentra esta flor?—le enseño el nombre a una señora. Esta me contesta sonriente con su melodiosa voz.

    --¡Claro! Se encuentra en la montaña más alta de la región. Ahí hay montones de ellas—
    Cake y yo nos dirigimos a una montaña de color plateado. El centro de toda la ciudad. Despide un fulgor revitalizante, tranquilizante. No me imagino lo que ha de querer hacer el príncipe Gumball, me imagino que debe ser algo bueno.

    --Cake, crece—le digo a mi gata. Esta hace una escalera con su pata para hacerme subir más rápido. Después empieza a alargar sus patas hasta llegar a la cima.
    Hace mucho frio arriba, tanto, que empiezo a titiritar. Me arrepiento de no haber traído un suéter. Entonces, veo lo que Gumball me ha pedido.

    Un gran grupo de hermosos lirios blancos y dorados. Con tallos blancos y pétalos suaves como el algodón. Saco una pequeña bolsa de mi mochila y empiezo a cortar varias de esas flores tan hermosas, pienso llevarme unas para casa. Otra cosa que me ha pedido es un poco de nieve de la montaña y un espejo de un aldeano, ¿Un espejo?.

    Recojo un poco de nieve y la meto en un termo, para que no se derrita. Pero no sé cómo rayos voy a pedir un espejo a un aldeano luminoso.

    Bajamos de la montaña con nuestras cosas para después buscar al rey luminoso y en nombre del príncipe del dulce reino pedirle un espejo prestado. El rey no los presta con gusto.

    Regresamos al dulce reino.

    Deben ser las 6:00 de la tarde más o menos. El sol se esconde en el horizonte con un halo de luz naranja obscuro. Me alegro, cuando anochece, Lee y yo tenemos más libertad y podemos ir a donde sea. Siempre y cuando Cake nos acompañe.

    Entramos al dulce reino con el permiso de los guardias banana. Aunque ya me conocen de años, siempre tratan de cuidar por la seguridad de la dulce gente.
    Entramos al castillo, se me hace extraño verlo tan vacío y apagado. No veo al príncipe Gumball y Cake tampoco puede localizarlo.

    --¡Señorita Fionna! ¡Señorita Fionna!—Grita una voz que viene por el pasillo. Aparece la señora mentita con mucha desesperación en su rostro. Cake arruga la nariz, sabe que algo anda mal.

    --Que sucede mentita—pregunto, desconcertada.

    --¡Ha pasado algo muy malo! El príncipe Gumball la espera en su habitación—
    Asiento y me dirijo con rapidez al pasillo. ¿Qué cosa tan mala pudo haber pasado en el tiempo que me fui como para que el príncipe Gumball me llame a su habitación?

    Cake me sigue, también apresurada. Su instinto le pudo haber dicho lo que pudo haber pasado. Nos topamos con la puerta más grande de todo el pasillo, la empujamos y entramos sin tocar.

    El príncipe Gumball está sentado en el borde de su cama, con la mirada baja y triste. Levanta el rostro para verme y sonreírme levemente. Después, da unas palmadas a su lado para que Cake y yo nos sentemos a su lado.

    --Fionna… tengo que decirte algo—toma una de mis manos entre las sullas—y se que no te va a gustar—

    Lo miro, desconcertada. El suspira y baja la vista.
    --Marshall Lee trató de asesinarme—

    Retiro mi mano que está entre las suyas. No lo creo.
    No puede ser.
    Me empiezo a reir divertida, no creo en las palabras del príncipe.

    —Me estás jugando una broma pesada ¿Verdad?—digo aun desconcertada e incrédula. Gumball me mira con tristeza y niega con la cabeza. Yo agacho la cabeza, aceptando la realidad.

    —Llévame con el, Gumball—ordeno, decidida a que Marshall me de una explicación.
    Mentita entra por la puerta, Gumball asiente.

    Me llevan a paso lento para que analice las cosas. Cake se ha quedado con el príncipe, quiero estar a solas con Lee.

    Nos dirigimos a los dulces calabozos que quedan en el sótano del castillo. Ahí huele a dulce podrido y pegajoso.
    Son muchísimas las celdas que hay en los calabozos. Lo lejos que están depende del crimen que hayas cometido, o tratado de cometer, como Marshall. La celda de él esta al fondo, la más obscura. Aunque no le debe afectar demasiado, pero el hedor es insoportable hasta para mi misma.

    Al fondo, veo la figura delgada de Marshall Lee. Esta sentado en una esquina mirando al fondo. Cuando me ve, los ojos se le llenan de ilusión.

    — ¡Fionna! ¡Has venido a sacarme!—Flota, pero no puede salir. Tal vez, los barrotes están hechos con algo que el no puede forjar o romper.

    —Mentita, déjame entrar—Le digo a la señora—Voy a hablar con Marshall un rato—
    Mentita abre la reja con miedo, como si Marshall fuera a atacarla o algo parecido, pero él no sería capaz. Abre y cuando entro vuelve a cerrar.
    Marshall se acerca a mí, como si fuera a darme un abrazo.

    —No sabes el gusto que me das que estés aquí, ese tipo…—


    Entonces, sin que él se dé cuenta, le meto una bofetada.
     
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  2.  
    Hygge

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    Escritora
    Esta muy bien tu historia, por lo menos a mi me ha gustado mucho :3
    Aparte de eso, le he encontrado muchos errores, como el guión — en una parte y la doble raya -- en otro. ¿Qué querías intentar hacer? También he encontrado faltas de acentuación y algún que otro de ortografía pero ya los irás corrigiendo con el tiempo.
    Esperaré con ansias el siguiente capi.
     
  3.  
    Rebellious Mind

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    Pluma de
    Escritora
    Arigato!! Muchísimas gracias por tu comentario.
    Es verdad tengo muy mala ortografia, gracias por tu consejo. Intentaré mejorar.

    Shayonara.
     
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